La Pentecontencia: La Atenas de Pericles

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LA PENTECONTECIA: LA ATENAS DE PERICLES

Las Guerras Médicas supondrán el punto de partida para la construcción de un imperio


ultramarino por parte de Atenas, que sabrá explotar la renuncia espartana a la hegemonía
en Grecia tras la expulsión del "bárbaro". De este modo, la primitiva liga helénica cederá el
protagonismo en la lucha contra el medo a la liga délica, fundada por el ateniense Aristides
en 477, a la que ha denominado así la historiografía moderna por tener su sede original en
Delos; esta isla del centro del Egeo, de enorme importancia religiosa para los jonios,
albergaba el tesoro de la confederación (hasta el año 454, fecha en que fue trasladado a
Atenas), cuya administración sería llevada por unos magistrados llamados helenotamías
("tesoreros griegos") y los sínodos (sýnodoi) que reunían a los delegados de los estados
miembros. La liga irá incorporando progresivamente bajo la égida de Atenas (poseedora de
la flota más poderosa y gestora de los recursos) a buena parte del Egeo.

Dejando de lado en qué momento la liga délica se transforma en imperio ateniense, es


importante retener que Atenas hará de esta alianza el principal instrumento de su
hegemonía en el Egeo. En este sentido, los estados miembros estaban obligados a pagar
un tributo o phóros (excepto Quios, Lesbos y Samos, que contribuían con naves) que en
principio ascendía anualmente a 460 talentos de plata (el talento ático equivale a unos 26
kg), en general una suma que podemos considerar moderada para la mayoría de los aliados
(entre 150 y 200 según el período) y que se revisaba cada cuatro años, con ocasión de las
Grandes Panateneas de julio. Como consecuencia, los atenienses dispusieron del dinero de
las contribuciones a su albedrío, utilizándolo Pericles por ejemplo para sufragar el programa
de obras públicas en la Acrópolis de Atenas, dirigido por su amigo Fidias (lo que causó
protestas entre los aliados, a las que con orgullo y prepotencia contestó que «los atenienses
no tenían que rendir cuentas a los aliados, puesto que hacían la guerra por ellos») y
sirvieron en las fuerzas expedicionarias, de modo que se convirtieron con el tiempo en los
dueños de aquellos que les pagaban.

Además, los coligados no podían abandonar la alianza, que había sido suscrita a
perpetuidad (según Aristóteles se mantendría en vigor mientras los trozos de hierro
arrojados al mar por los contrayentes no salieran a flote), de ahí que los intentos de
secesión fueran aplastados por Atenas, incluyendo la confiscación de tierra para repartir
entre clerucos atenienses. Atenas se reservaba además una serie de prerrogativas en
materia judicial, como por ejemplo llevar en Atenas los procesos que implicasen asuntos
públicos contra el imperio, lo que se consideraba una injerencia intolerable en la autonomía
de las ciudades. Los atenienses instituyeron también el cargo de episkopoi (vigilantes), que
supervisaban el cobro del tributo, el aprovisionamiento del grano y la aplicación de ciertos
decretos. Otra medida que encrespó a los aliados fue el decreto de unificación de pesos,
medidas y monedas, emitido por un tal Clearco en torno a 437, que implantaba a la fuerza
los patrones atenienses e impedía la existencia por ejemplo de acuñaciones locales
(símbolo de soberanía).

Los beneficios económicos del imperio fueron enormes y revertían a prácticamente toda la
población ciudadana: a las clases altas por ser la directora de las empresas imperiales, a
las clases desfavorecidas porque percibían un salario público por su trabajo en los remos, a
los clerucos porque les proporcionaban tierra en el exterior sin perder los privilegios de la
ciudadanía ateniense, a los "contratistas" por proporcionar obras públicas y construcción y a
los metecos y comerciantes por facilitar y acrecentar los intercambios. En definitiva, el
imperio posibilitaba la libertad de las clases inferiores atenienses y la conservación de la
democracia.

Precisamente de forma paralela a la intensificación de su política imperialista, durante la


Pentecontecia Atenas alcanza la madurez en sus instituciones democráticas y se consolida
como epicentro cultural y artístico, en esa «Escuela/raro/ Modelo para Grecia», como la
definiera Pericles, alumno precisamente del filósofo Anaxágoras. En ese tiempo Atenas
prácticamente duplica su población. El número de ciudadanos se sitúa en torno a los 50.000
(quizá incluso 60.000). La democracia se desarrolla plenamente como régimen en el que
«todos gobiernan y a la vez son gobernados», una combinación de eleutheria
(libertad).isonomía (igualdad ante la Ley) e isegoría (derecho de participar en el ágora). Con
la democracia todos los cargos públicos (salvo estrategos y tesoreros) eran elegidos por
sorteo y limitados a un año, lo que evitaba la acumulación de poder y se limitaba la
influencia del clientelismo (no es extraño que desde el siglo V el estratego se convirtiera en
el principal instrumento de poder); además los magistrados podían ser depuestos en
cualquier momento por orden de la Asamblea y a la salida de su cargo debían rendir
cuentas ante esta y no ante el aristocrático Areópago. Ahora bien, en política sólo seguían
participando quienes tenían holgados medios económicos, pues era necesario tener
capacidad oratoria (que ciertamente no está al alcance de todo el mundo, sino de quien
puede pagarse un maestro) y dedicarle tiempo, lo que conlleva disponer de un ocio
productivo y digno (scholé). Los cambios que traerá la Guerra del Peloponeso harán que,
junto al político tradicional, con propiedades agrícolas o mineras (Cimón, Pericles, Nicias),
surjan políticos de baja extracción social, aunque adinerados, con negocios rentables, tipo
nuevos ricos"

El paso decisivo a la democracia radical se produjo en 462, cuando Efialtes, líder de la


facción demócrata radical, hizo aprobar una ley por la que se privaba al Areópago, que se
había convertido en "guardián de la Constitución", de gran parte de sus prerrogativas
judiciales (sólo mantuvo ciertos casos de homicidio y delitos contra la religión) e incluso
políticas y administrativas (por ejemplo las euthynai o rendición de cuentas de los
magistrados), que pasaban a la Asamblea, al Consejo de los Quinientos y a la Heliea, un
tribunal popular que constará de seis mil jurados elegidos por sorteo que se reparten en
diferentes tribunales (el más común de 501 jurados. que volaban introduciendo una ficha en
una urna). Enseguida Efialtes fue asesinado en oscuras circunstancias.

La desaparición de Efialtes en su grupo dejó vía libre para un joven pero brillante Pericles.
En primer lugar, siguiendo a su antecesor Clístenes, "sacó la política a la calle", es decir,
evitó que se limitara a los reducidos círculos de aristócratas, y la llevó a la Asamblea, donde
con sus discursos se ganó a amplios sectores de la sociedad ateniense (fue estratego 15
veces consecutivas; según Tucídides, "Atenas era de nombre una democracia, en la
práctica el gobierno del Primer Ciudadano"). Pericles además extendió las reformas al
arcontado (desde 457/6 los zeugitas podrán acceder a la magistratura suprema y.
consecuentemente, al Areópago), estableció de manera fija la periodicidad de la Asamblea,
la rendición de cuentas de los magistrados y la institución de la misthophoria o retribución
por ejercer como jurado en los tribunales y como buleuta en el Consejo, suficiente como
para compensar parcialmente a las clases bajas por la pérdida de una jornada de trabajo,
pero escasa como para atraer el ánimo de lucro o para vivir a expensas de la ciudad (el
pago por asistir a la Asamblea habrá de esperar a comienzos del siglo IV). Esta
remuneración por cumplir un servicio público fue sentida como infamante por los opositores
a la democracia, una aberración de los "radicales", de modo que en los dos golpes
oligárquicos de finales del siglo V fue suprimida.

Pericles y Aspasia se rodearon además de un círculo de intelectuales y artistas, como los


filósofos Anaxágoras de Clazómenas, Zenón de Elea y Protágoras de Abdera («el hombre
es la medida de todas las cosas»), el urbanista Hipodamo de Mileto, el escultor Fidias...
Algunos de ellos serían atacados como forma de atacar a su mecenas Pericles: Anaxágoras
fue expulsado de Atenas por no reconocer a los dioses tradicionales (defendía la existencia
de una inteligencia suprema a la que llamó nous), Fidias fue acusado de malversación de
fondos durante la construcción de la estatua de Atenea en el Partenón (el oro, adherido a la
estatua, se pudo retirar y comprobarse que pesaba los cuarenta talentos iniciales, con lo
que quedó absuelto). Su programa de obras públicas embellece Atenas y, al igual que la
política imperialista, dará trabajo a mucha gente.

En política exterior Pericles expandirá el imperio ateniense, que abarca casi todo el Egeo y
la costa de Asia Menor, pero fracasará estrepitosamente en su intento de formar un imperio
continental en Grecia central (derrotado por los beocios) y en su expedición para conquistar
Egipto. El gobierno de Pericles coincide, pues, con el apogeo de Atenas y su nombre se
asociará a todo el siglo V. Pero este imperio ateniense será desmantelado tras la larga y
durísima guerra del Peloponeso
RESUMEN.

Las Guerras Médicas desencadenan la construcción del imperio ultramarino de Atenas,


aprovechando la renuncia de Esparta a la hegemonía en Grecia. La Liga Délica, liderada
por Atenas desde 477 a.C., se convierte en un instrumento clave para su dominio en el
Egeo, con su sede original en Delos.

Los miembros de la liga pagan tributos anuales, con Atenas, poseedora de la flota más
poderosa, gestionando los recursos. Atenas utiliza los fondos según su criterio, financiando
proyectos como la reconstrucción de la Acrópolis. Aunque los beneficios económicos son
significativos, surgen tensiones con los aliados por la falta de rendición de cuentas.

La liga se mantiene a perpetuidad, y los intentos de secesión son aplastados por Atenas,
que incluso confisca tierras. Atenas impone su control judicial y emite decretos, como la
unificación de pesos y medidas. El imperio beneficia a diversas clases sociales, pero la
autonomía de las ciudades aliadas se ve comprometida.

Durante la Pentecontecia, Atenas alcanza la madurez democrática y cultural. Con Pericles


en el poder, la democracia se consolida, pero sigue excluyendo a aquellos sin recursos para
participar activamente en la política.

En el 462 a.C., Efialtes lidera reformas democráticas radicales, limitando el poder del
Areópago y trasladando prerrogativas a la Asamblea y otros órganos. Pericles, su sucesor,
lleva la política a la calle, ampliando la participación ciudadana y mejorando el arcontado.

Pericles y Aspasia rodean a Atenas de intelectuales y artistas, embelleciendo la ciudad con


obras públicas. Sin embargo, en política exterior, a pesar de expandir el imperio en el Egeo,
Pericles fracasa en intentos de unificar Grecia continental y conquistar Egipto.

Aunque el gobierno de Pericles coincide con el apogeo de Atenas en el siglo V a.C., el


imperio ateniense se desmantela tras la larga guerra del Peloponeso, marcando el fin de
una era.

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