Estilos de Vida

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Universidad de San Carlos de Guatemala.

Facultad de Ciencias Médicas.


Salud Pública I
Año 2017.

Compilado e ilustrado con fines docentes


Por: MSc. Claudia Wong de Liu, en 2016.

Abordados a partir de los procesos sociales, tradiciones, hábitos, conductas y


comportamientos, tanto de los individuos, como de los grupos de población, los que
conllevan a la satisfacción de las necesidades humanas para alcanzar el bienestar y la vida.

Los estilos de vida son determinados ante la presencia de factores de riesgo y/o de factores
protectores para el bienestar, por lo cual deben ser vistos como un proceso dinámico que no
solo se compone de acciones o comportamientos individuales, sino también de acciones de
naturaleza social.

Son pues, el conjunto de pautas y hábitos comportamentales cotidianos de una


persona (modo habitual de responder a diferentes situaciones), que se ejecutan de
forma estructurada y que demuestran cierta consistencia en el tiempo, bajo
condiciones más o menos constantes y que pueden constituirse en dimensiones de
riesgo o de seguridad dependiendo su naturaleza, como hemos mencionado
anteriormente.

Conceptualización del estilo de vida

Un intento de conceptualización de esta categoría remite a la identidad misma del ser


humano, ubicada en tiempo y espacio, ya que los estilos de vida, son un producto histórico
social que se expresa de forma diferencial en grupos e individuos pero que afecta a la
sociedad en su conjunto. En este intento de conceptualización se ha asumido, que los estilos
de vida, es todo aquello que provee bienestar y desarrollo individual en forma solidaria, a
nivel bio-psico-social. Por tanto, deberían ser definidos atendiendo a lo que piensan las
personas; a lo que necesita la sociedad; a las aspiraciones culturales; al conocimiento
acumulado desde los estudios científicos sobre lo que produce daño y lo que produce
bienestar.

Cabe señalar, en este sentido, que existen diferentes estilos de vida -no uno sólo- y que tiene
que ver con el marco cultural de socialización del individuo, sus grupos de pertenencia y de
referencia, así como sus propias preferencias. Es decir, cada cultura, posee sus propios
esquemas de estilos de vida saludables.
En la misma línea, debe subrayarse que existen distintos indicadores de estilos de vida desde
el ámbito de lo biológico, lo antropológico, etc..., siendo en el encuentro de las diferentes
disciplinas donde este concepto adquiere su verdadera riqueza y real complejidad.

A causa de la diversidad de disciplinas que utilizaron el término estilo de vida, existen


innumerables definiciones y aplicaciones del mismo. En el caso de la disciplina de la salud,
la oficina regional de la OMS para Europa, introdujo una definición que constituye la base de
los estudios sobre estilos de vida saludables. Concretamente, esta definición describe el estilo
de vida del siguiente modo:

“Forma general de vida basada en la interacción entre las condiciones de vida en un


sentido amplio y los patrones individuales de conducta determinados por factores
socioculturales y características personales” (WHO, 1986).

Las características fundamentales del estilo de vida, están resumidas en los siguientes cuatro
apartados:

a. Posee una naturaleza conductual y observable.

b. Las conductas que lo conforman deben mantenerse durante un tiempo. Conceptualmente,


el estilo de vida denota hábitos que poseen alguna continuidad temporal, dado que supone
un modo de vida habitual. Así, por ejemplo, el haber probado alguna vez el tabaco no es
representativo de un estilo de vida de riesgo para la salud. Por la misma regla, si un
comportamiento se ha abandonado ya no forma parte del estilo de vida.

c. El estilo de vida denota combinaciones de conductas que ocurren consistentemente. De


hecho, se considera al estilo de vida como un modo de vida que abarca un amplio rango
de conductas organizadas de una forma coherente en respuesta a las diferentes situaciones
vitales de cada persona o grupo.

Fig. 1

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Variables importantes en el estudio de los estilos de vida saludables.

Entre los variables que integran el estilo de vida se han incluido conductas y
preferencias relacionadas con:
 Tipo de alimentación
 Actividad física
 Consumo de alcohol, tabaco u otras drogas
 Responsabilidad para la salud
 Actividades recreativas
 Relaciones interpersonales
 Prácticas sexuales
 Actividades laborales

Variables de los estilos de vida saludable


Tipo de alimentación Actividad física

Consumo de alcohol, tabaco u otras Responsabilidad para la salud


drogas

Actividades recreativas Relaciones interpersonales

Prácticas sexuales Actividad laboral

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Fig. 2

Relación entre estilos de vida y salud

El hecho de que las causas principales de muerte se desplacen paulatinamente desde los
procesos infecciosos a los factores ambientales, hace que cobre importancia el debate sobre
los estilos de vida y su impacto sobre la salud.

Sin embargo, a pesar del interés creciente desde el campo de la salud, el concepto de estilo de
vida no constituye un ámbito de estudio nuevo. Según revisiones históricas realizadas, los
orígenes de este concepto se remontan a finales del siglo XIX y las primeras aportaciones al
estudio de este concepto fueron realizadas por filósofos como Karl Marx y Max Weber.
Estos autores ofrecieron una visión sociológica del estilo de vida, enfatizando los
determinantes sociales de su adopción y mantenimiento. Desde la orientación sociológica, la
mayoría de definiciones convergen al atender el estilo de vida como un patrón de actividades
o conductas que los individuos eligen adoptar entre aquellas que están disponibles en función
de su contexto social.

No obstante, durante la segunda mitad del Siglo XX, el ámbito de aplicación en el que el
término estilo de vida ha tenido más impacto ha sido el área de Salud. En los años 50, es
cuando empieza a utilizarse en el contexto de la investigación sobre Salud Pública y en el
intento de buscar explicación a los problemas de salud que empezaban a caracterizar a las
sociedades industrializadas.

Desde el punto de vista del paradigma biomédico –campo de la salud- se adoptó una
perspectiva, médico-epidemiológica, en la cual la comunidad médica defendía, que las
personas practican estilos de vida insanos por su propia voluntad. Es decir, este modelo no
reconoce la importancia del contexto social y de los factores psicológicos como
determinantes de la adquisición de los estilos de vida. Precisamente porque culpabiliza a la
víctima de sus hábitos o estilos de vida insanos, este enfoque ha recibido numerosas críticas.

Aunque sea criticado de reduccionista, el modelo biomédico contribuyó a que el estilo de


vida fuera un tema de estudio e investigación para las ciencias de la salud y que los
ciudadanos llegaran a ser más conscientes de que algunas de sus conductas conllevan riesgos
para la salud. Además, el modelo biomédico fue el encargado de introducir el término de

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estilo de vida saludable y de conseguir en cierto modo que, tanto su uso como el del término
estilo de vida, se extendiese al lenguaje cotidiano y a la literatura sobre la salud.

Los enormes efectos potenciales de determinadas intervenciones en el estilo de vida sobre la


mortalidad, morbilidad y costes sanitarios son motivación más que suficiente para el interés
actual en la medicina del estilo de vida. La medicina del estilo de vida se ocupa de las
intervenciones sobre el estilo de vida que afectan a la salud y a la calidad de vida, y tiene en
cuenta todas las causas anteriores a la enfermedad y al riesgo de enfermar, desde todos los
niveles de causalidad. En consecuencia, en su manejo terapéutico se incluye una
combinación de intervenciones preventivas de salud con actuaciones clínicas personalizadas
para cada paciente. Ejemplos de dichas intervenciones incluyen, los siguientes:
1. Abandono tabaquismo
2. Dieta equilibrada
3. Control de peso corporal
4. Aumento de la actividad física
5. Consumo moderado de alcohol
6. Sueño y descanso adecuados
7. Incremento del bienestar emocional y mental, entre otros.

Intervenciones preventivas de salud


Abandono de tabaquismo Dieta equilibrada

Control de peso corporal Aumento de actividad física

Consumo moderado de alcohol Sueño y descanso adecuados

5
Incremento del bienestar emocional y mental

Fig. 3

La aplicación efectiva de la medicina del estilo de vida debería considerarse prioritaria dentro
de los cambios necesarios en los actuales sistemas sanitarios y en las políticas públicas de
salud.

El comportamiento influye en los riesgos de enfermar y también en las posibilidades de


sanar, porque la conducta de una persona determina que se exponga a agentes causantes de
enfermedades (fig. 4) y luego si se enferma debe procurar asistencia, y si la enfermedad es
larga debe continuar al tratamiento.

Fig. 4 Conductas de riesgo

El estilo de vida puede constituirse en dimensiones de riesgo o de protección, para la salud,


a corto, mediano o largo plazo, dependiendo de su naturaleza. El estilo de vida alude a la
forma de vivir de las personas y se interrelaciona estrechamente con los componentes
motivacionales y conductuales; está influenciado por costumbres, hábitos, modas y valores
existentes en un determinado momento y contexto, factores que son aprendidos, y por lo
tanto modificables, durante el curso de vida.

Estos estilos de comportamiento están muy relacionados con las redes de apoyo familiar, con
las instituciones educativas e influenciadas por su desempeño y exigencia académica, en una
relación de causalidad circular que puede llevar a la intensificación del factor protector o de
riesgo. Son uno de los principales determinantes de la salud, y se constituye en una variable
dependiente de la definición de riesgo, en relación con los riesgos subsiguientes, como con
los factores de riesgo asociados a ciertos cuadros clínicos. Ejemplo el tabaquismo como
agente causal de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que a su vez ocasiona muerte.
Los efectos del tabaco sobre el árbol bronquial no se limitan al parénquima pulmonar sino
que además lesionan la pared endotelial, lo que podría contribuir a la aparición de trombosis,
isquemia o hipertensión pulmonar.

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Es aquel que propicia la adquisición y
mantenimiento en la vida diaria, de pautas de
conducta que de manera individual y colectiva
mejoran la calidad de vida en la cotidianidad;
incluye conductas de salud, patrones de
conducta, creencias, conocimientos, hábitos y
acciones de las personas para mantener,
restablecer o mejorar su salud, bienestar y
calidad de vida en forma integral; disminuyen el
riesgo de enfermar:

1. Control y manejo adecuado de las tensiones y emociones negativas


2. Buenos hábitos de sueño, de alimentación y actividad física
3. Empleo adecuado del tiempo libre
4. Control y evitación del abuso de alcohol, cafeína, tabaco y sustancias psicoactivas
5. Instauración e incremento de actividad física
6. Sana recreación
7. Manejo del tiempo libre
8. Sexo seguro
9. Auto cuidado en salud
10. Cuidado médico.

Igualmente, entre los factores protectores se incluye el tener un sentido de vida, objetivos y
metas, buena autoestima, autocontrol, habilidades sociales, emocionales y de afrontamiento,
preconceptos, valoración de drogas y espiritualidad. Igualmente control de los factores de
riesgo, como los ya mencionados: sedentarismo, tabaquismo, alcohol, estrés y algunas otras
patologías, entre ellas alteraciones psicológicas, comportamientos perturbadores, maltrato,
disfunción familiar y relación con personas consumidoras.

Alude a conductas activas y pasivas, que


suponen una amenaza para el bienestar físico y
psíquico y generan consecuencias negativas para
la salud y el sano desarrollo de la persona. Entre
los más importantes factores de riesgo para la
salud se destaca:

1. No participar en programas de promoción de la salud,


2. Incumplir las instrucciones médicas,
3. Uso inadecuado de los servicios de salud
4. Deficientes redes de apoyo y solidaridad
5. Cultura de la violencia
6. Agresividad

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7. Competitividad insana
8. Conductas sexuales de riesgo
9. No practicar ejercicio físico
10. Sedentarismo
11. Tabaquismo
12. Uso de drogas
13. Abuso del alcohol
14. Deficientes hábitos de sueño y de alimentación.

Según la FAO la prevalencia de las enfermedades no transmisibles relacionadas con


dietas inadecuadas y estilos de vida poco sanos está creciendo en muchos países. Al
aumentar la prosperidad y urbanización, las dietas tienden a ser por término medio más ricas
en energía y grasas, especialmente saturadas, y a tener un contenido menor de fibras y
carbohidratos complejos y un contenido mayor de alcohol, carbohidratos refinados y sal. En
los medios urbanos disminuyen con frecuencia el ejercicio físico y el gasto de energía,
mientras que tienden a aumentar el consumo de tabaco y el estrés. Estos y otros factores de
riesgo, así como el incremento de la esperanza de vida, van unidos a una mayor prevalencia
de la obesidad, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus, osteoporosis
y algunos tipos de cáncer, con los consiguientes e inmensos costos sociales y de atención de
salud. En algunas regiones la caries dental es también una importante condición relacionada
con la dieta

Bibliografía

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http://www.hbsc.es/pdf/form/tema2.pdf

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septiembre 2011]. Disponible en:
http://grupo.us.es/estudiohbsc/images/pdf/formacion/tema2.pdf

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