11 - Historia Argentina Kapeluz - Unidad 11

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INDICE : CAPITULO 11

11. Ilegitimidad del sistema político y resistencia popular (1955-1966). Página 305.

1. EL GOBIERNO MILITAR Y LA “DESPERONIZACIÓN” DE LA SOCIEDAD. LAS FUERZAS


ARMADAS: PROSCRIPCIÓN Y TUTELAJE. PÁGINA 306.
El proyecto económico-social de la “Revolución Libertadora”. Página 306. Las reacciones de la sociedad argentina
frente al golpe militar. Página 307. Los fusilamientos de 1956. Página 307.
Elecciones y partidos políticos. Página 308. El radicalismo y el socialismo. Página 308. Liberalismo y política. Página
309.
La represión al movimiento obrero. Página 309. La presidencia de Frondizi. Página 310.
Desarrollismo y ajuste económico. Página 310.
La política petrolera, los debates y los capitales extranjeros. Página 311. Industria, inversiones y planes de estabilización.
Página 311.

2. LA RESISTENCIA POPULAR.
Los orígenes de la resistencia. Página 312.
Del sabotaje a los comandos de organización peronista. Página 312. Perón-Cooke y la organización de la resistencia.
Página 313.
Uturuncos: la guerrilla peronista. Página 313.
Las corrientes del movimiento obrero. Página 314.
El conflicto social y las organizaciones obreras. Página 314. La creación de las 62 Organizaciones. Página 315.
Combativos y moderados. Página 315.
La toma del frigorífico Lisandro de la Torre. Página 316.
El Plan Conintes y la normalización de la CGT. Página 316.
Las huelgas y los conflictos sindicales en el Interior. Página 317. La “Operación retorno” de Perón. Página 317.

3. EL SISTEMA POLÍTICO Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES.


Los enfrentamientos militares y la crisis política. Página 318.
La resolución del conflicto militar: el triunfo de los azules. Página 318. Las elecciones de 1963.
Perón en el exilio y las tendencias del movimiento. Página 319. El gobierno de Illia. Página 320.
Las medidas económicas. Página 320.
La situación del sindicalismo. Página 321. Una sociedad en crisis. Página 321.
Política exterior, organismos internacionales y alineamiento hemisférico. Página 322. Página 8.
Frondizi y la Alianza para el Progreso. Página 322.
El golpe militar de 1966: el fin de una etapa. Página 323. La campaña de acción golpista. Página 323.
El cine, una industria nacional: El ocaso del cine de estudios y la era del autor. Página 324-325.

4. MONOPOLIOS Y CAPITALES EXTRANJEROS.


La transnacionalización económica. Página 326.
Las ideas de desarrollo y la burguesía industrial. Página 326. La organización de los grupos capitalistas. Página 327.
La Organización Científica del Trabajo. Página 327. Educación, trabajo y economía. Página 328.
La reforma educativa desarrollista. Página 328.
La educación técnica y la Universidad Tecnológica Nacional. Página 329.
La educación de jóvenes y adultos. Página 329.
Ideas en debate: Universidad, autonomía y política. Página330-331. Cultura y sociedad: los medios y la política. Página
332.
Mafalda y la política. Página 332.
La televisión y la sociedad. Página 333.
Los canales de televisión y los grupos empresariales. Página 333.
El Arte, la Historia y la gente: Juanito y Ramona, personajes del realismo social. Página 334-335.
En palabras de …. Página 336-337. Actividades. Página 338.
PÁGINA 305.
CAPÍTULO 11. ILEGITIMIDAD DEL SISTEMA POLÍTICO Y RESISTENCIA
POPULAR (1955-1966).
El golpe de Estado de 1955 inició una etapa de predominio político y económico de la alianza social conformada por
las Fuerzas Armadas, los sectores medios y la burguesía agraria e industrial. La institución militar se constituyó en
árbitro del devenir político y una de sus metas principales fue la “desperonizacion” de la Argentina, ya que entendían
que el peronismo era el responsable de los males que aquejaban al país. Sin embargo, la mayoría de los trabajadores no
aceptaron esta situación y, a poco de iniciado el golpe, decidieron organizarse y resistir.

PÁGINA 306.
1. EL GOLPE MILITAR Y LA “DESPERONIZACIÓN” DE LA SOCIEDAD.
Las Fuerzas Armadas: proscripción y tutelaje
Las Fuerzas Armadas justificaron su intervención en el golpe de Estado de 1955 mediante el argumento de que sus
acciones darían inicio a un verdadero proceso de democratización. Afirmaron, además, que luego de un breve período
de reorganización política se convocaría a elecciones, primero de constituyentes y, luego, presidenciales. Para llevar
adelante este propósito, sostuvieron como principio político la proscripción del peronismo, es decir, la prohibición de la
existencia de ese partido y, consecuentemente, su imposibilidad de presentarse a elecciones. Con ese fin, las Fuerzas
Armadas establecieron un tutelaje sobre el sistema político. Para ello, controlaron de cerca las decisiones de los
gobernantes civiles que asumieron la presidencia de la república en los años siguientes, y se opusieron a cualquier forma
de acuerdo o apertura que implicara la legalización política del peronismo.
Sin embargo, la mayor parte de la sociedad no acordaba con este proceso político. Estos sectores advirtieron que quienes
se presentaban como garantes de una nueva democracia habían accedido al gobierno mediante un golpe militar y la
proscripción del peronismo.

Nota del corrector: El texto original presenta el siguiente contenido a través de cuadro con el siguiente título
“Gobiernos de facto (1955-1958)”. Fin de la nota.

En el año 1955. Gobierno de facto de Eduardo Lonardi.


En el año 1955 a 1958. Gobierno de facto de Pedro Eugenio Aramburu.

El proyecto económico-social de la “Revolución Libertadora”.


A partir de la remoción de Lonardi, asumió como presidente provisional el general Pedro E. Aramburu, bajo cuyo
mandato el gobierno militar extremó sus posiciones antiperonistas. Para apoyar a la nueva gestión se creó la Junta
Consultiva, un organismo integrado por casi todos los partidos opositores (radicales, conservadores, socialistas, con la
excepcion de los comunistas), que quedó bajo la presidencia del almirante Rojas. Entre las primeras medidas del
gobierno provisional estuvieron la disolución del Partido Peronista y la intervención de la CGT. La reacción de los
trabajadores no se hizo esperar: inmediatamente, convocaron a una huelga general. Al mismo tiempo, el gobierno tomó
un rumbo económico opuesto al de los gobiernos peronistas: eliminó los controles de cambio y la intervención del
Estado en la comercialización de las exportaciones, y decidió una importante devaluación que favoreció a la gran
burguesía agraria. Además, congeló los salarios y sumprimió los subsidios que tenían numerosos productos de consumo
masivo. También marcó diferencias con los años anteriores la decisión de que la Argentina ingresara como miembro
del Fondo Monetario Internacional (FMI)
El gobierno provisional de Aramburu decidió extender su mandato hasta 1958. Durante ese período, los resultados
económicos no fueron alentadores para los trabajadores. Sus salarios perdieron poder adquisitivo y la actividad industrial
se estancó, a la vez que se produjo una transferencia de ingresos favorables al sector agropecuario. A este escenario se
le sumó una balanza de pagos deficitaria y una ascendente inflación.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un grupo de hombres reunidos y presenta el siguiente
epígrafe “La Marina, en la figura del almirante Rojas, y el Ejército, en la del general Aramburu, representaron a
los sectores militares con mayor peso político en la “Revolución Libertadora”. Fin de la nota.

PÁGINA 307.
Las reacciones de la sociedad argentina frente al golpe militar.
El golpe fue apoyado sin reservas por la burguesía agraria e industrial, los sectores medios, e instituciones como las
Fuerzas Armadas y la Iglesia. Estos grupos sociales fueron los más activos a la hora de planificar y ejecutar los cambios
políticos en 1955. Si bien cada sector tenía diferencias en cuanto a intereses y metas, coincidían en justificar el
derrocamiento del peronismo, al que consideraban un régimen autoritario, para dar inicio a un camino democrático.
Sin embargo, el frente de unidad antiperonista no fue homogéneo. Durante los primeros meses de gobierno, hubo
discrepancias que llevaron a la renuncia de Lonardi. La línea dura fue la gestora y conductora de la nueva etapa. El
general Aramburu, que reemplazó al renunciante Lonardi, sintetizó cabalmente el sentir de este sector de las Fuerzas
Armadas.
Por su parte, los sectores medios le dieron un apoyo fundamental a la “Revolución Libertadora”. Como afirma el
investigador Ezequiel Adamosky, los sectores medios aportaron multitudes durante los festejos realizados por los
dictadores en 1955, además de apoyar las decisiones más controvertidas del nuevo régimen, como fueron los
fusilamientos de 1956. La actitud de este grupo social resulta un caso particular, ya que se había consolidado
económicamente durante los años del peronismo. Al parecer, sus motivaciones hay que buscarlas en el fuerte rechazo a
las políticas pro obreras del peronismo, que se expresaron en la autoidentificación de los sectores medios como la “gente
decente”, en contraposición con las clases “plebeyas” de los “descamisados” y “cabecitas negras”.
Sin embargo, no toda la sociedad argentina coincidía con los argumentos de los grupos sociales privilegiados y medios.
La mayoría de los trabajadores consideraba que el derrocamiento de Perón era un retroceso para sus logros sociales y
políticos, y que la democracia se había debilitado a causa de este hecho. Por ello, fueron precisamente los obreros –en
ocasiones junto a otros sectores sociales– los que decidieron salir a dar batalla a un régimen que parecía tener en cuenta
solamente los intereses de las clases más acomodadas.

Los fusilamientos de 1956.


El proceso de resistencia a la “Revolución Libertadora” tuvo diversos protagonistas. El 9 de junio de 1956, un grupo de
militares y civiles llevaron adelante una rebelión armada en diferentes lugares del país, que tuvo como uno de sus centros
principales a la guarnición militar de Campo de Mayo. En ese mismo período, y en concordancia con la revuelta, se
sucedieron innumerables huelgas, sabotajes en las fábricas y en las empresas de servicios.
El gobierno de Aramburu, que parecía tener información del proceso de resistencia que se estaba iniciando, decidió
implementar la ley marcial. Desde la misma noche de la rebelión, el gobierno detuvo a quienes consideraba sus
dirigentes y ordenó su fusilamiento. Así, fueron asesinados varios integrantes de las Fuerzas Armadas, entre ellos el
general Juan José Valle, y un grupo de civiles en un basural de la localidad de León Suárez, en la provincia de Buenos
Aires.

Nota del corrector: El texto original contiene la portada de un libro e incluye el siguiente epígrafe “El destacado
periodista Rodolfo Walsh relató el fusilamiento de los militantes peronistas en el basural de León Suárez en su libro
Operación Masacre”. Fin de la nota.
PÁGINA 308.
Elecciones y partidos políticos.
A inicios de 1956, el gobierno militar reestableció por decreto la Constitución de 1853, en reemplazo de la sancionada
en 1949. Para legalizar esos cambios, convocó a elecciones de constituyentes con el objeto de realizar una reforma
constitucional.
Durante esa elección constituyente, en 1957, se aplicó por primera vez la proscripción del peronismo, lo que anticipó la
crisis política que se avecinaba en el país. En este caso, los objetivos del gobierno militar no fueron acompañados por
la mayoría de los ciudadanos, quienes, de acuerdo con las directivas de Perón –que se hallaba en el exilio– no votaron
por ningún candidato. De esta manera, frente a la prohibición del peronismo para presentarse a elecciones, los votos en
blanco superaron a los votos por el Partido Radical. Estos resultados fueron una clara señal de la crisis de legitimidad
en la que se encontraba el sistema político.
Entonces se hizo evidente que la aceptación o el rechazo de las medidas proscriptivas comenzaba a separar a los partidos
políticos. En la reunión inagural de la Asamblea Constituyente, un sector de la UCR, encabezado por Oscar Alende –
denominado UCR Intransigente– denunció al gobierno militar porque entendía que no tenía legalidad para realizar esa
convocatoria. Antes de cerrar sus sesiones, la Asamblea legitimó la reimplantación de la Constitución de 1853 con sus
reformas, en la que incluyó el artículo 14 bis, que incorporaba solo una parte de los derechos laborales consagrados en
1949.

El radicalismo y el socialismo.
Los principales partidos apoyaron la destitución del peronismo y formaron parte de la “Revolución Libertadora” a través
de la llamada Junta Consultiva. Sin embargo, la cuestión de la proscripción del peronismo y las relaciones con los
militares generaron divisiones dentro de los partidos políticos. En 1956, la UCR se dividió en dos: la Unión Cívica
Radical del Pueblo (UCRP), liderada por Ricardo Balbín, que estuvo de acuerdo con la proscripción del peronismo, y
la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), encabezada por Arturo Frondizi y Oscar Alende, que sostuvo que era
necesario acercarse al peronismo para llegar a algún tipo de acuerdo.
Los socialistas se dividieron en el Partido Socialista Argentino (PSA), encabezado por Alfredo Palacios y Alicia Moreau
de Justo, y el Partido Socialista Democrático (PSD), liderado por Américo Ghioldi, más afín al gobierno. El Partido
Socialista de la Revolución Nacional (PSRN), conducido por Enrique Dickman, que nucleaba a diversos grupos de
izquierda que habían apoyado al peronismo, fue disuelto por el gobierno de facto en 1956. El Partido Comunista,
liderado por Vittorio Codovilla, aunque apoyó el golpe, no aceptó ser parte de la Junta Consultiva.
Como resultado de estos cambios, el sistema de partidos expresó la polarización en torno al peronismo. Mientras que la
UCRP y el PSD apoyaron la proscripción del peronismo, la UCRI y algunos sectores de la izquierda promovieron la
integración de esa fuerza política.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía. Esta representa a dos hombres y contiene le siguiente
epígrafe “Ricardo Balbín y Arturo Frondizi, dirigentes, respectivamente, de la Unión Cívica Radical del Pueblo y la
Unión Cívica Radical Intransigente. Fin de la nota.

PÁGINA 309.
Liberalismo y política.
Durante el período posterior al golpe de 1955, el liberalismo fue una de las posiciones políticas dominantes. Aunque no
representaban específicamente a ningún partido, las ideas liberales estaban encarnadas en las grandes corporaciones
productivas, como la Sociedad Rural y la Unión Industrial, y en ocasiones eran expresadas por los militares. En el
contexto político de entonces, los liberales optaron por lo que consideraban “el mal menor”: el radicalismo del pueblo
o el desarrollismo.
Los liberales criticaban el modelo de industrialización de las décadas de 1940 y 1950, además de las prácticas sociales
y políticas asociadas al peronismo. Cuestionaban el supuesto según el cual el desarrollo industrial debía ser la actividad
principal de la Argentina y entendían que desde 1946 se había producido en el país un crecimiento notable de la
indisciplina obrera y, a la vez, una marcada ineficiencia de la burguesía industrial. Para este sector, el mercado debía
ser el escenario natural en el que se resolvía el modelo económico, basado en la producción agropecuaria y en una
apertura a los mercados internacionales.
Asimismo, consideraban que el Estado debía restringir su presencia en los aspectos económicos y remitirse a facilitar
incentivos que favorecieran la iniciativa del sector privado. El principal representante de esta posición fue el ingeniero
Álvaro Alsogaray.

La represión al movimiento obrero.


Durante el gobierno de Aramburu se sancionaron diferentes decretos que tenían como fin desarmar al peronismo como
fuerza política y gremial. Además de la prohibición del Partido Peronista, se declaró la inhabilitación de todos los
dirigentes gremiales y políticos que habían participado del gobierno de Perón. El gobierno militar elaboró “listas negras”
de delegados y representantes, que terminaron encarcelados. Una vez intervenida la cgt, los locales de los gremios fueron
cercados por la policía y el Ejército. Al mismo tiempo, se suspendieron las convenciones colectivas de trabajo, lo que
imposibilitaba la negociación de mejoras salariales por parte de los sindicatos. Los principales partidos políticos
alentaron estas medidas y se ofrecieron a ser parte de las comisiones interventoras en los sindicatos y regionales obreras.
Frente a esta situación represiva y de precarización salarial, los trabajadores iniciaron un proceso de resistencia, que en
muchas circunstancias se convirtió en una frontal rebelión contra el gobierno militar debido a la prohibición del
peronismo. El gobierno reaccionó violentamente e instauró la ley marcial, mediante la cual condenó a muchos de los
rebeldes, como ocurrió durante los ya mencionados fusilamientos de 1956. Años después, los diferentes gobiernos
civiles del período 1958-1966 se valieron de las Fuerzas Armadas para continuar interviniendo de manera directa en los
conflictos laborales. Estos gobiernos débiles llevaron a cabo prácticas represivas, como allanamientos, detenciones e
intervenciones a numerosos sindicatos, para aparentar una imagen de autoridad.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía con el siguiente epígrafe “El economista Álvaro
Alsogaray representó las ideas e intereses de los grandes grupos empresariales de tradición liberal”. Fin de la nota.

PÁGINA 310.
La presidencia de Frondizi.
Las elecciones para presidente se realizaron, finalmente, en febrero de 1958. Las dos fuerzas políticas de origen radical
se disputaron la elección: la UCRI, con la candidatura de Arturo Frondizi, y la UCRP, con la de Ricardo Balbín.
En este escenario electoral, las Fuerzas Armadas cumplieron el papel de tutelaje y control que previamente se habían
asignado, aunque no lo reconocieron públicamente. De los dos partidos en pugna, los militares depositaban mayores
expectativas políticas en el radicalismo de Balbín. Esta posición se explica en el antiperonismo de la UCRP y en la
coincidencia de ambos sectores en que la única forma de garantizar la estabilidad democrática era mantener la
proscripción del peronismo. En cambio, la UCRI se presentó como opositora al gobierno de facto, ya que dejó entrever
un acercamiento al peronismo y reivindicó posiciones “progresistas” que resultaron de interés para algunos adherentes
de izquierda, e incluso para algunos sectores del peronismo.
Finalmente, Frondizi obtuvo el 49% de los votos, Balbín el 29% y los votos en blanco fueron del 8,5%. Los votos de
Frondizi resultaron de la suma de los que había obtenido la UCRI y los votos en blanco de las elecciones de
constituyentes de julio de 1957.
Masivamente, el peronismo votó a Frondizi, otorgándole una amplia mayoría. Aunque los propios protagonistas lo
negaron, era sabido entonces que antes de las elecciones Frondizi y Perón habían llegado a un acuerdo por el que los
peronistas votarían al candidato de la UCRI.
Desarrollismo y ajuste económico.
Una vez en la presidencia, Frondizi tomó una serie de medidas relacionadas con sus propuestas preelectorales, entre
ellas, un aumento de salarios del 60%, aunque este porcentaje solo fue equivalente al aumento en el nivel de los precios.
En el plano económico, el gobierno llevó adelante el denominado Plan Desarrollista, elaborado por un equipo
encabezado por Rogelio Frigerio, uno de los líderes económicos de la UCRI. El objetivo principal de esta propuesta era
promover el desarrollo de la industria pesada – metalurgia, siderurgia y petroquímica– con el aporte de inversiones
extranjeras, principalmente norteamericanas. Al mismo tiempo, planteaba una modernización en el área rural, mediante
la mecanización de las tareas, que permitiría incrementar su producción. De esta manera, aumentarían los saldos
exportables y se lograría un alza en la balanza comercial.
La aplicación de este plan generó un aumento de las inversiones extranjeras y un desarrollo en la producción de acero,
petróleo y automóviles. Sin embargo, estos resultados coexistieron con una creciente inflación y dificultades en la
balanza de pagos. Para resolver estos problemas, Frondizi designó como ministro de Economía al representante del
liberalismo económico Álvaro Alsogaray, quien puso en práctica un “Plan de Estabilización”. Las medidas básicas de
este plan fueron el congelamiento de salarios y la eliminación de las regulaciones del Estado, cuya aplicación dio como
resultado bajas en los salarios de los trabajadores y desocupación. Consecuentemente, se agudizaron los conflictos
sociales.

Nota del corrector: El texto original contiene una imagen. Esta representa un afiche con la siguiente leyenda “Perón
explica por qué y cómo apoya a Frondizi” y el siguiente epígrafe “Frondizi se comprometió con Perón a normalizar
la actividad de los sindicatos y a permitir la participación política de los peronistas”. Fin de la nota.

PÁGINA 311.
La política petrolera, los debates y los capitales extranjeros.
La política petrolera de Frondizi generó polémicas que atravesaron toda su gestión de gobierno. En julio de 1956, firmó
varios contratos con empresas petroleras de origen normeamericano que operarían por cuenta de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF), con la finalidad de obtener el autoabastecimiento. Esta política se contraponía con la opinión
que había sostenido Frondizi respecto de la capacidad de autoabastecimiento de YPF, sin necesidad de inversiones
extranjeras, cuando Perón intentó firmar un contrato similar durante su segunda presidencia.
Debido a este cambio de posición respecto del tema petrolero, Frondizi perdió credibilidad social. A pesar de que al
poco tiempo aumentó notablemente la producción de petróleo, la oposición argumentó que producirlo en el país por
medio de las concesionarias resultaba más costoso que importarlo. También cuestionó que el presidente no le hubiera
dado participación al Congreso en este tema de interés nacional.
Los debates sobre la política petrolera se sumaron a las dificultades económicas y los conflictos con los trabajadores,
por lo que, a poco de iniciado el gobierno de Frondizi, se originó un clima de malestar social. Además, entre los
funcionarios del propio gobierno existieron diferencias en temas clave. Como consecuencia de estos conflictos internos,
a fines de 1958, el secretario de Relaciones Económicas Rogelio Frigerio y el vicepresidente Alejandro Gómez
renunciaron a sus cargos.

Industria, inversiones y planes de estabilización.


En noviembre de 1958, el Congreso de la Nación sancionó una ley que autorizaba un nuevo tipo de inversión extranjera,
llamada “inversión extranjera directa”. Esta ley introducía un profundo cambio respecto de la inserción de capitales
extranjeros en la economía del país, ya que modificaba los controles sobre el sector externo exportador – el peronismo
había nacionalizado esta actividad – y sobre la economía interna, a partir de la eliminación de subsidios, de controles en
los precios y de la liberación de los precios de los granos.
A diferencia de las décadas anteriores, los organismos internacionales – como el FMI y el Club de París – mantuvieron
una gran influencia sobre la economía argentina. Esto se hizo evidente tanto en el Plan de Estabilización económica de
1956 como en el Plan de Estabilización Desarrollista de 1959, durante la gestión del ministro Alsogaray. El FMI
postulaba que las alzas inflacionarias y los problemas en la balanza de pagos se debían a un exceso de demanda. Para
corregir esa situación, este organismo proponía devaluar la moneda local, aumentar la presión fiscal sin diferenciarla
socialmente y reducir los salarios con el objetivo de contraer el consumo interno.

Nota del corrector: El texto original contiene una imagen. Esta representa, de forma cómica, al presidente Arturo
Frondizi e incluye el siguiente epígrafe “Caricatura en la que se lee: “¿Ves, Arturo? Esto te pasa por hablar tanto
del petróleo”, publicada en Tía Vicenta, 1957”. Fin de la nota.

1. Analicen las diferentes posiciones de los partidos políticos ante la proscripción del peronismo.
2. Relacionen y comparen la política petrolera del peronismo con la del gobierno de Frondizi.
3. Expliquen el papel de las Fuerzas Armadas a partir de la “Revolución Libertadora”.

PÁGINA 312.
2. LA RESISTENCIA POPULAR.
Los orígenes de la resistencia.
Luego del derrocamiento del peronismo en 1955, la “Revolución Libertadora” inauguró su gobierno con políticas de
represión y persecución de los militantes peronistas. Con el objetivo de erradicar al peronismo aplicó el decreto 4161
por el que no solo prohibía toda actividad política y sindical de ese partido, sino que además censuraba que se nombrase
a Perón o que se cantase la marcha partidaria.
Además de las cláusulas proscritivas, el gobierno de facto impulsó políticas que alteraron las conquistas obtenidas por
los trabajadores en años anteriores. Se estableció que los futuros acuerdos salariales entre empresarios y obreros debían
estar sujetos a los niveles de productividad, de acuerdo con una reivindicación patronal planteada desde los años del
peronismo. Al mismo tiempo, el gobierno permitió despidos masivos en las fábricas, que incluían a muchos delegados
obreros. Uno de los objetivos de las patronales era realizar reformas en las plantas y eliminar el poder de las comisiones
internas.
Al poco tiempo, estas medidas generaron numerosas acciones que dieron origen a un proceso de luchas en oposición al
nuevo gobierno militar. Sus protagonistas fueron mayoritariamente trabajadores y lo denominaron “resistencia
peronista”. Este movimiento asumió varias modalidades organizativas: desde reacciones individuales, comandos más o
menos organizados, acciones sindicales y guerrilleras, hasta un levantamiento militar, como el alzamiento de 1956.

Del sabotaje a los comandos de organización peronista.


Para defenderse contra el revanchismo patronal, tal como afirma el investigador Daniel James, los trabajadores
comenzaron a organizar en las fábricas un proceso de resistencia que procuraba garantizar las conquistas obtenidas en
los años anteriores. Por ello, se fueron desplegando huelgas en diferentes plantas fabriles del país, principalmente en
Buenos Aires. Sin embargo, el proceso de la resistencia no estuvo restringido al espacio estrictamente fabril. Una de las
modalidades que comenzó a extenderse fue el sabotaje, mediante pintadas callejeras, el incendio de los depósitos de una
firma extranjera, la quema de vagones ferroviarios, etc. Las acciones de este tipo fueron habituales durante los primeros
años de la resistencia. También se realizaron acciones de sabotaje dentro de las propias fábricas, como la destruccion de
algunas máquinas, cortes de luz o la destrucción parcial de la producción.

Al mismo tiempo, comenzaron a surgir grupos organizados, de carácter clandestino, luego llamados “comandos”. Los
comandos de la resistencia peronista estaban formados mayoritariamente por obreros, aunque en numerosos barrios
estuvieron intergrados por vecinos con diferentes profesiones, como ocurrió en la localidad de Pergamino en la provincia
de Buenos Aires. Hacia 1956 se calcula que existían más de 200 comandos, de los que formaban parte más de 10.000
hombres. A fines de ese año comenzaron a utilizarse de manera intensa bombas caseras, conocidas como “caños”, con
la finalidad de atentar en sedes militares o incluso en plantas fabriles.

Nota del corrector: El texto origina contiene una caricatura con el siguiente epígrafe “Caricatura en la que se satiriza
sobre el antiperonismo del almirante Rojas, publicada en la revista Tía Vicenta, 1957”. Fin de la nota.

PÁGINA 313.
Perón-Cooke y la organización de la resistencia.
Luego del golpe de 1955, Perón debió exiliarse primero en Paraguay, posteriormente, en Centroamérica, y finalmente,
en España. Pese a este alejamiento obligado, su influencia en la política argentina fue constante.
Durante esos años, Perón designó como su delegado en la Argentina a John William Cooke, quien había sido diputado
peronista hasta 1955. Su función como delegado era establecer el nexo entre Perón y las organizaciones del movimiento
peronista, además de aportar a la coordinación de la resistencia. Conforme avanzaba este proceso, Perón se propuso
establecer lazos de mayor organicidad entre los comandos y las acciones sindicales. Por eso, Cooke se dedicó a generar
acciones para favorecer la planificación de la resistencia.
Durante esa etapa surgieron y se afianzaron un conjunto de valores políticos que se convirtieron con el tiempo en parte
de la tradición peronista, entre ellos, el rescate del espíritu de lucha solidaria, la confianza en las fuerzas propias de los
trabajadores y la reivindicación del retorno de Perón. Este alentaba este proceso, promoviendo la unidad del movimiento
peronista, e incluso la vía insurreccional violenta. Esta situación contribuyó a que los gobiernos de esta etapa tuvieran
limitada legitimidad, especialmente a partir de las continuas prohibiciones al peronismo.
La participación activa de John William Cooke en estas jornadas de resistencia contribuyó a otorgar al peronismo una
interpretación de clase, con una fuerte orientación de izquierda. El intercambio de cartas entre Perón y Cooke dio origen
a un extenso circuito de contactos con las organizaciones de base, que aspiró a planificar la rebelión civil. Luego de la
Revolucion Cubana de 1959, Cooke le propuso a Perón exiliarse en ese país, aunque esta propuesta finalmente no se
concretó. Año tras año se fue generando una expectativa, tanto entre sus seguidores como entre sus detractores, respecto
a la posible vuelta de Perón al país, hasta que este tema se convirtió en un mito.

Uturuncos: la guerrilla peronista.


El proceso de resistencia peronista alcanzó tal magnitud que, en 1956, en el interior del país se gestó una incipiente
guerrilla rural, denominada los Uturuncos (“hombres puma”, según una leyenda de los pueblos originarios del Noroeste).
Esta organización, que desplegó actividades en las provincias de Santiago del Estero y Tucumán, estaba conformada
por obreros pertenecientes a diversas actividades, así como por empleados y algunos pequeños comerciantes. Aunque
su extensión política fue acotada, expresó uno de los símbolos de resistencia popular más radicalizados de la época,
constituyéndose, además, en la primera experiencia guerrillera en la Argentina. Según el historiador Ernesto Salas, los
Uturuncos adherían a la línea de John William
Cooke, y su origen se explica en el proceso interno de resistencia regional, es decir, en el interior del país, no en las
grandes ciudades. Reclamaban por el retorno de Perón y se oponían a las políticas liberales y proscriptivas del gobierno
militar de la “Revolución Libertadora”. Llevaron a cabo acciones menores, en algunos casos sin lograr sus propósitos.
En 1958, al acceder Frondizi a la presidencia, fueron desintegrándose como grupo de acción política.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía con el siguiente epígrafe “Detención de guerrilleros del
grupo Uturuncos en el monte tucumano, 7 de noviembre de 1959”. Fin de la nota.

PÁGINA 314.
Las corrientes del movimiento obrero.
Luego de la caída de Perón, los sindicalistas, que habían sido encarcelados y que tenían intervenidos sus sindicatos por
decreto de los militares, comenzaron a reorganizarse en un nucleamiento clandestino que denominaron cgt Auténtica.
Esta organización tuvo el apoyo del propio Perón y promovió la no presentación a las elecciones sindicales convocadas
bajo el tutelaje militar.
A pesar de ello, un grupo de nuevos dirigentes, protagonistas de la resistencia, decidieron presentarse a elecciones
sindicales a mediados de 1957, aunque sus gremios estaban intervenidos por las Fuerzas Armadas. De esta manera, un
sector del sindicalismo logró recuperar los principales sindicatos industriales. Las corrientes sindicales de izquierda
triunfaron en gremios como los de la madera, la construcción y el sector de prensa. En este período, peronistas y
comunistas conformaron la denominada Comisión Intersindical que coordinó la lucha gremial y preparó la
reorganización de la central obrera. Finalmente, a mediados de 1957, se realizó el proceso de normalización de la cgt en
un acto dirigido por el interventor militar, en el que participaron sindicalistas de diferentes corrientes.

El conflicto social y las organizaciones obreras.


Las estadísticas de huelgas de los años 1956 y 1957 expresan un alto nivel de conflictividad que no tuvo punto de
comparación con etapas anteriores. Este conflicto reflejaba el reclamo por salarios, pero también las luchas dirigidas a
proteger las condiciones de trabajo y de organización gremial. La mayoría de estos reclamos fueron conducidos por los
nuevos dirigentes sindicales, de carácter más combativo, que habían surgido a partir de la recuperación de los gremios
industriales. Entre ellos se encontraba Benito Romano, de la Federación Obrera Tucumana de los Trabajadores de la
Industria del Azúcar (FOTIA); Gustavo Rearte, de Jaboneros y Perfumistas, y Julio Guillán, del Sindicato Telefónico.
Un acontecimiento que marcó tradiciones dentro del emergente sindicalismo combativo fue la realización del Congreso
normalizador de la CGT en la provincia de Córdoba. En ese encuentro se aprobó el denominado Programa de La Falda,
en el que se planteaba una crítica a los monopolios extranjeros; la reivindicación de la integración latinoamericana; la
nacionalización de los servicios y el control obrero de la producción. A comienzos de 1957, la Comisión Intersindical
promovió el restablecimiento de todos los sindicatos mediante elecciones libres, la suspensión de todas las restricciones
legales que impedían la intervención en cuestiones gremiales y la liberación de todos los detenidos sindicales. La
existencia de esta Comisión avivó las diferencias entre los nuevos y viejos dirigentes gremiales, debido a que sostenían
distintas estrategias políticas respecto de cómo caracterizar la etapa.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un hombre e incluye el siguiente epígrafe “Julio
Guillán, dirigente de los telefónicos, uno de los gremios más combativos en los años de la “resistencia peronista”.
Fin de la nota.

PÁGINA 315.
La creación de las 62 Organizaciones.
El proceso de normalización dirigido por los militares en 1957 trajo como consecuencia la división dentro de las filas
sindicales. Algunos gremialistas interpretaban que había que privilegiar la lucha gremial y resguardar en lo posible las
estructuras sindicales.
Otros, por el contrario, entendían que debían profundizar la lucha política y relacionarla con la oposición a los militares.
Durante el proceso de normalización de la cgt, estas diferencias quedaron en evidencia. Como la mayoría de los
delegados eran peronistas, los sindicatos afines al gobierno de facto decidieron retirarse del proceso de normalización
sindical. Este grupo estaba conformado por 32 sindicatos; por eso, se autodenominó los “32 Sindicatos Democráticos”.
El grupo mayoritario estaba conformado por 62 sindicatos, por lo que se constituyeron como las “62 Organizaciones”.
De este sector participaban sindicalistas peronistas, entre los que se encontraba el metalúrgico José Rucci; Jorge Álvarez,
del gremio de la sanidad y Eleuterio Cardozo, del gremio de la carne. También hubo otra escisión constituida por 19
sindicatos comunistas, que se denominaron Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical (mucs). Los militares
interventores, frente al casi seguro triunfo de los sindicalistas peronistas, prefirieron entregar la conducción de la cgt a
un grupo de sindicalistas antiperonistas.
Combativos y moderados.
Al poco tiempo, dentro de las 62 Organizaciones se fueron definiendo dos posiciones. Por un lado, se consolidó una
corriente de sindicalistas duros o combativos, constituida por aquellos sindicalistas de la segunda línea sindical,
responsables de las perseguidas comisiones internas y triunfadores en las diferentes elecciones para la normalización
gremial. Entre ellos se destacó Sebastián Borro, trabajador del gremio de la carne que sobresalió como uno de los
símbolos de la resistencia al gobierno militar. En 1956, su gremio encabezó en el frigorífico Lisandro de la Torre un
proceso de huelgas y movilizaciones contrarias a las primeras políticas interventoras de la “Revolución Libertadora”.
Por otra parte, el sector moderado del sindicalismo estaba representado por viejos dirigentes que aspiraban a mantener
sus sindicatos, incluso negociando con el gobierno militar. Entendían que debían preservar sus espacios sindicales y
mínimas conquistas, aun a costa de colaborar con los interventores. Uno de los dirigentes que representó esta postura
fue Eleuterio Cardozo, perteneciente al gremio de la carne. Posteriormente, esta postura fue expresada también, aunque
con variantes, por el dirigente metalúrgico Augusto T. Vandor, por lo que esta corriente fue denominada “vandorismo”.
De esta manera se hacía referencia a una postura sindical moderada, afín a la negociación con los poderes de turno.
Durante el gobierno de Frondizi se produjeron divisiones entre los protagonistas de la “resistencia”, sobre todo porque
algunos sectores esperaban que el nuevo gobierno cumpliera con sus promesas de normalización gremial y política.
Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía. Esta representa el retrato de un hombre e incluye el siguiente
epígrafe “Augusto T. Vandor condujo el sector sindical conocido como “vandorismo”, que, con sus prácticas
negociadoras y reticentes a la democracia sindical, dio origen a la llamada “burocracia sindical”. Fin de la nota.

PÁGINA 316.
La toma del frigorífico Lisandro de la Torre.
En enero de 1959, el presidente Frondizi, conforme al impulso de políticas de aliento al sector privado, envió al Congreso
de la Nación un proyecto de ley para privatizar el frigorífico Lisandro de la Torre, del barrio de Mataderos, en la Capital
Federal. Al enterarse de tal decisión, los trabajadores de la planta se concentraron frente a la sede del Poder Legislativo.
Pese a que obtuvieron el compromiso de que la ley no iba a ser aprobada, esta fue votada por las dos cámaras. La
respuesta obrera fue inmediata.
Los trabajadores ocuparon el frigorífico y declararon una huelga hasta que la ley fuera vetada. Unos días después, el
Ejército y la polícia asaltaron con violencia la fábrica para llevar adelante el desalojo. El gobierno de Frondizi desplegó
una inusitada fuerza represiva y se produjo un duro enfrentamiento con los trabajadores. Inmediatamente, las 62
Organizaciones peronistas declararon una huelga general, a la que se sumaron los 32 Gremios Democráticos y los
comunistas. Aunque la huelga general se extendió por tres días, el frigorífico fue privatizado y la mitad de los
trabajadores fueron despedidos.

El Plan CONINTES y la normalización de la CGT.


En marzo de 1959, el gobierno de Frondizi implementó el llamado Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), con
la finalidad de dar una respuesta represiva al proceso de resistencia popular protagonizada por el peronismo.
La aplicación de medidas represivas se sintetizó en este plan, por el cual se declaraban zonas militarizadas en las
principales áreas industriales de Buenos Aires. A partir de su aplicación, las acciones gremiales llevadas adelante por
los sindicatos recibieron una dura respuesta por parte del gobierno. Muchos gremios fueron intervenidos y reaccionaron
con fuertes medidas, tal como ocurrió con la huelga de los bancarios en abril de 1959.
Al mismo tiempo que tomaba estas medidas represivas, el gobierno de Frondizi intentó privatizar algunas áreas de la
economía. Uno de los primeros intentos fue la privatización de ENTEL, la empresa telefónica nacional. Sin embargo,
el gobierno no pudo cumplir su objetivo debido a la resistencia de la Federación de Trabajadores Telefónicos
(FOETRA), que inició un período de casi un año de intensas huelgas en el sector.
Hacia marzo de 1961, debido a las presiones de las organizaciones sindicales, el gobierno de Frondizi debió aceptar el
fin de la intervención a la CGT. Para ello entregó la sede de la central obrera, así como los bienes pertenecientes a los
trabajadores, a una comisión conformada por las 62 Organizaciones y un sector de sindicatos independientes. Entre los
intregrantes de esta comisión reorganizadora se encontraban Augusto T. Vandor, Andrés Framini y José Alonso. Las
diversas líneas de la CGT acordaron algunos principios políticos para la normalización, como la independencia de los
partidos políticos, la defensa de los derechos de los trabajadores y el reclamo de mejoras económicas y sociales.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía. Esta representa la fachada de un edificio y un gran
número de trabajadores reunidos en su puerta, detrás de ellos una bandera indica “Frigorífico ocupado por sus
trabajadores”. Además, esta fotografía presenta el siguiente epígrafe “La toma del frigorífico Lisandro de la Torre
provocó el despliegue de fuerzas militares, que ingresaron a la planta violentamente para desalojar a los obreros”.
Fin de la nota.

PÁGINA 317.
Las huelgas y los conflictos sindicales en el interior.
A comienzos de la década de 1960, el conflicto sindical se extendió a todo el país, sobre todo en relación con las
economías regionales afectadas por los planes de estabilización aplicados por los gobiernos del período. Los
acontecimientos más graves ocurrieron en la región azucarera, centrada en la provincia de Tucumán, donde numerosos
ingenios suspendieron la zafra de la caña y restringieron la producción. Hacia fines de 1965 este proceso se agudizó,
ante lo cual la Federación Obrera Tucumana de los Trabajadores de la Industria del Azúcar (fotia), junto con los
pequeños productores cañeros y la cgt regional, declararon un plan de lucha. Reclamaban el pago suspendido de salarios
y el otorgamiento de créditos para los productores necesitados.
Las medidas de acción directa de los trabajadores culminaron con la toma de ingenios azucareros, bloqueos de
embarques de producción y atentados de diversa magnitud. En respuesta, el gobierno ordenó el encarcelamiento de los
líderes sindicales, entre los que se hallaba Atilio Santillán, dirigente de la FOTIA y del incipiente Movimiento Peronista
Revolucionario, y la represión del movimiento.

La “Operación retorno” de Perón.


Uno de los objetivos de la llamada “resistencia peronista” era lograr el retorno al país de Perón. Hacia 1964, el propio
Perón, desde su exilio en Madrid, comunicó sus deseos de retornar a la Argentina. Se proponía desafiar a los militares
y comprometer a los gobiernos civiles, que declaraban que ya no existían motivos para impedir su retorno.
Desde entonces, el movimiento obrero se constituyó en el principal promotor de ese eventual regreso.
Sin embargo, las diferentes corrientes sindicales interpretaron a su manera este operativo político. Vandor, representante
de los sectores moderados, realizó el primer anuncio de este acontecimiento, pese a que en esos momentos propiciaba
la formación de un peronismo “sin Perón”. En cambio, Andrés Framini – quien había triunfado en las elecciones de
1962 para la gobernación de la provincia de Buenos Aires, que fueron anuladas por los militares – encabezaba el ala
combativa. A este grupo también pertenecía Amado Olmos, quien creía que Perón debía abandonar el exilio en la España
franquista y trasladarse a la Cuba revolucionaria, en caso de no poder retornar al país.
Este sector entendía que no había peronismo sin la presencia del líder. Por su parte, el sector encabezado por José Alonso
condujo, junto a numerosos gremios, un intenso Plan de Lucha durante 1964, para acelerar el retorno de Perón.
La campaña por el retorno de Perón se extendió bajo la consigna popular “Luche y vuelve”. Finalmente, Perón partió
de España hacia el país con una comitiva de apoyo, entre los que estaban numerosos sindicalistas. Sin embargo, en una
escala en el Brasil, las autoridades detuvieron el avión y lo obligaron a volver a Madrid, debido a gestiones y presiones
de los militares argentinos. De esta manera, el “Operativo retorno” fracasó.

Nota del corrector: El texto original contiene la imagen de una mujer trabajando en un entorno rural y presenta el
siguiente epígrafe “Mujer de la zafra, grabado de Víctor Rebuffo, 1949”. Fin de la nota.
1. Analicen las causas de la llamada “resistencia peronista”.¿Qué formas organizativas asumió?
2. Identifiquen y expliquen las diferentes corrientes del sindicalismo argentino durante el período 1955-1966.
3. ¿Cuál fue la importancia política del Plan Conintes? ¿Cómo respondieron los trabajadores?

PÁGINA 318.

3. EL SISTEMA POLÍTICO Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES.


Los enfrentamientos militares y la crisis política.
Hacia 1962, el gobierno de Frondizi estaba en crisis. Todos sus frentes se encontraban en tensión, tanto en materia de
política interna como de política exterior. Para las Fuerzas Armadas el gobierno resultaba poco confiable; por ello, el
17 de marzo de ese año, las tres armas lo desalojaron violentamente del poder. De forma transitoria, hasta la convocatoria
a elecciones, asumió el Poder Ejecutivo el presidente del Senado, el radical José María Guido. Durante el gobierno de
Guido, el poder fue controlado en su totalidad por las Fuerzas Armadas.
En esa época comenzaba a ser cada vez más evidente la existencia de diferencias entre los militares. Por ese motivo,
fueron constantes los cambios ministeriales, cada uno de los cuales expresaba el éxito de las presiones realizadas por
alguno de los sectores en pugna. Estos bandos enfrentados eran conocidos bajo la denominación de “azules” y
“colorados”. Los “colorados” se caracterizaban por ser afines a las posiciones marcadamente antiperonistas. En cambio,
los “azules” sostenían que era posible llegar a acuerdos políticos con algunos sectores del peronismo, ya que sin este
tipo de negociaciones no se lograría la institucionalización del país. El grupo de los “colorados” estaba integrado por
militares pertenecientes a la Marina, y a la infantería y la artillería del Ejército. Al sector de los “azules” pertenecían
miembros de la Fuerza Aérea y la caballería del Ejército.
Durante el gobierno de Guido, los “colorados” lograron una mayor influencia, que se expresó en un conjunto de
decisiones políticas que culminaron con la disolución del Congreso Nacional. Por medio de esta medida, los “colorados”
asumieron en los hechos la realización de una intentona golpista, que desató una nueva crisis de legitimidad política.

La resolución del conflicto militar: el triunfo de los azules.


A mediados de 1962, el enfrentamiento militar, hasta ese momento verbal o a través de documentos internos entre las
fuerzas, pasó a la acción directa. Una mañana de septiembre, los porteños amanecieron con un fuerte despliegue de
comandos militares por diferentes calles y plazas de la ciudad. Los “azules”, al mando del general Juan Carlos Onganía,
bombardearon una concentración de los “colorados” en San Antonio de Padua, en la provincia de Buenos Aires, y se
produjeron fuertes enfrentamientos de tropas en Plaza Constitución y otros accesos a la Capital Federal.
El sector azul sostenía que las Fuerzas Armadas debían ser prescindentes en los temas políticos y dejar de participar de
manera activa en los gobiernos civiles. Reclamaban que los militares se dedicasen a su capacitación técnica y a
profundizar su profesionalización. A través de numerosos comunicados insistían en el retiro estratégico de los militares
de la política y destacaban su vocación por el ejercicio del derecho al voto por parte del conjunto de la ciudadanía.
Finalmente, el enfrentamiento culminó con la victoria azul, y el presidente Guido nombró al general Onganía como
comandante en jefe del Ejército.
Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un enorme tanque de guerra conducido por un grupo
de militares. Esta imagen presenta el siguiente epígrafe “Los enfrentamientos entre “azules” y “colorados” pusieron
en evidencia el grado de politización que habían alcanzado las Fuerzas Armadas”. Fin de la nota.

PÁGINA 319.
Las elecciones de 1963.
El escenario de la nueva convocatoria a elecciones para julio de 1963 no se mostraba muy estable. A la crisis militar se
le sumaba una situación económica de emergencia. El ministro de Economía Álvaro Alsogaray anunció la imposibilidad
de pagar los sueldos y aguinaldos de la administración pública, por lo que se abonarían en cuotas. Al mismo tiempo, la
CGT rechazó con huelgas y movilizaciones las medidas económicas tomadas por el gobierno.
La convocatoria a elecciones tuvo como protagonistas a los partidos tradicionales, es decir, la UCRI, la UCRP, pero
también al naciente UDELPA – Unión del Pueblo Argentino –. Con respecto al peronismo, se mantuvo su proscripcion.
Ante la habilitación por parte del gobierno de una alianza llamada Unión Popular, que en princpio iba a representar al
peronismo, resurgieron las presiones militares. Sin embargo, como esa fuerza política no llegaba a expresar a la totalidad
de sus adherentes, el peronismo, finalmente, llamó a votar en blanco. La UCRI llevó como candidato a presidente a
Oscar Alende y la UCRP lo hizo con la fórmula Arturo Illia-Juan Carlos Perette. Por su parte, un sector de derecha
impulsó la creación de la udelpa, que candidateó a Pedro Eugenio Aramburu, quien había sido presidente durante la
“Revolución Libertadora”.
Finalmente, Arturo Illia fue elegido como el nuevo presidente. Sin embargo, los resultados no parecían quebrar el clima
de ilegitimidad del sistema político ya que el nuevo presidente había sido elegido solo con el 25% de los votos, al que
seguían un elevado número de votos en blanco (19%).

Nota del corrector: El texto original presenta el siguiente contenido en un cuadro titulado “Presidentes (1958-1966)”.
Fin de la nota.

 Dese 1958 a 1962 presidente Arturo Frondizi.


 Desde 1962 a 1963 presidente José María Guido.
 Desde 1963 a 1966 presidente Arturo Illia.

Perón en el exilio y las tendencias del movimiento.


En 1962, el exilio de Perón entró en otra etapa política. Si bien continuaba siendo el líder indiscutido del peronismo,
algunos sectores entendían que era necesario establecer nuevas estrategias frente a los cambios políticos. El grupo
encabezado por el sindicalista Augusto T. Vandor impulsaba una posición negociadora con el gobierno y las Fuerzas
Armadas. Por su parte, el textil Andrés Framini se consolidaba como representante del ala más combativa del peronismo,
que entendía que no había que negociar con los poderes de turno. Otro sector, más afín a los moderados, sostenía que
era el momento de expresar un peronismo “sin Perón”. A este sector, que se presentaba como aceptable para los grupos
de poder y dispuesto a establecer acuerdos, se lo denominó “neoperonismo”.
En esos años también fueron ganando posiciones la Juventud Peronista y grupos nacionalistas, como Tacuara y Guardia
Restauradora Nacional. Estas organizaciones reivindicaban la conducción de Perón y la necesidad de retomar la línea
guerrillera iniciada por los Uturuncos y la acción directa de los primeros años de la “resistencia”. Por eso, realizaron
“actos relámpagos” de alto efecto político, como el asalto al Policlínico Bancario en agosto de 1963, y ataques directos
a los dirigentes negociadores, a los que denominaban “la burocracia sindical”.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de afiches de campaña electoral. Esta imagen presenta el
siguiente epígrafe “Las elecciones de 1963 tuvieron un marco de ilegitimidad debido a la proscripción del peronismo.
Por eso, el resultado fue un gobierno débil”. Fin de la nota.

PÁGINA 320.
El gobierno de Illia.
Illia conformó su gabinete con representantes de su propia fuerza política, la UCRP, además de integrantes de la UCRI
y de la UDELPA. Los grupos que apoyaron al gobierno fueron muy diversos: representaban a sectores de la burguesía
más acomodada y a profesionales de diferentes áreas. Este gobierno adoleció de múltiples debilidades políticas, entre
ellas, su relación estrecha con el grupo de los “colorados” de las Fuerzas Armadas, en tiempos en que el sector azul
dominaba la escena militar. Por otro lado, tenía minoría en el Congreso Nacional y notables diferencias con los
sindicatos, debido ante todo a que la UCRP había apoyado activamente a la “Revolución Libertadora”.
El gobierno de Illia, desde una clara posición de debilidad, procuró gobernar con un estilo moderado y conservando
posturas cercanas a las tradiciones de su partido. Sin embargo, al mantener la prohibición del peronismo, este tema se
constituyó en uno de los principales obstáculos para intentar cualquier posible retorno a la normalidad institucional. Las
acciones sindicales de rechazo al gobierno y el reclamo por el retorno de Perón se sucedieron de manera corriente. Ante
esta situación, el gobierno decidió reprimir con dureza, pero en 1964 los sindicatos respondieron con un Plan de Lucha
de la CGT, que culminó con el encarcelamiento de más de 120 dirigentes sindicales y el embargo de sus bienes. Hacia
fines de 1965, en respuesta a nuevas manifestaciones obreras, la policía asesinó a tres obreros. Estos hechos fueron una
seria limitación para que el gobierno pudiera dar cuenta de un proceso de normalización democrática.
Las medidas económicas.
A diferencia de la UCRI, la UCRP mantuvo ciertas posiciones de tipo nacionalista, por lo que se opuso a muchas de las
medidas tomadas por el gobierno de Frondizi. En ese sentido, Illia consideraba que el Estado debía mantener su
intervención en algunos sectores clave. En febrero de 1964, el Congreso de la Nación votó una ley que permitía al Poder
Ejecutivo establecer precios máximos y mínimos, e incluso topes en las ganancias. Al mismo tiempo, creó un Consejo
de Abastecimientos con la finalidad de combatir el “mercado negro” y la especulación con los alimentos. Además, en
respuesta a los fuertes reclamos del movimiento obrero, se estableció un salario mínimo, vital y móvil. Estas medidas
no fueron las esperadas por los sectores empresariales más concentrados, quienes veían en ellas rastros del
intervencionismo estatal que le habían criticado al peronismo.
Sin embargo, estas acciones no obtuvieron los resultados esperados. El salto industrial que había pegado esta actividad
desde los años de Perón hasta el período de Frondizi estaba llegando a su fin. Entre 1962 y 1963 comenzaron a advertirse
los límites del proceso de sustitución de importaciones. Debido a esta situación, los conflictos se profundizaron,
produciéndose constantes tomas de fábricas y huelgas. Los grupos capitalistas se alarmaron ante la incapacidad del
gobierno de Illia de poner límites al avance obrero y peronista, y los serios problemas que existían para que la economía
capitalista funcionara conforme a sus necesidades.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía con el siguiente epígrafe “El gobierno de Arturo Illia
fue duramente presionado y criticado por la prensa de derecha vinculada a las Fuerzas Armadas y a los partidos
liberales”. Fin de la nota.

PÁGINA 321.
La situación del sindicalismo.
En 1963, en el Congreso normalizador de la CGT, el sindicalismo peronista recuperó la mayor parte de los gremios. Las
62 Organizaciones estaban en clara mayoría respecto de los gremios no peronistas y controlaban casi todas las
regionales. Por su parte, los agrupamientos no peronistas, como los 32 Gremios Democráticos, redujeron su
representación sindical y los comunistas del MUCS quedaron restringidos a unos pocos sindicatos.
Desde 1963, la corriente “vandorista” predominó en la CGT, especialmente en los gremios tradicionales, como el
metalúrgico. Vandor pasó de plantear una fuerte oposición al régimen de 1955 a la aceptación de políticas de acuerdos
con las patronales y los gobiernos de turno. Los líderes más combativos, como Borro, Di Pascual y Jonsch, se apartaron
del comité coordinador y caracterizaron al “vandorismo” como parte de una nueva “burocracia sindical”, basada en el
pragmatismo político. Además de estas dos corrientes, en 1964 surgió un tercer sector, el de los denominados
independientes, encabezado por Armando March. Este grupo discrepaba con la estrategia de Vandor ya que entendía
que el plan de lucha debía restringirse tan solo a aspectos reivindicativos. Para los “vandoristas” de las 62
Organizaciones el Plan de Lucha de la CGT debía dar cuenta de un reclamo que involucrase aspectos políticos, como el
retorno de Perón y la legalización del peronismo. Hacia 1965, las diferencias entre los tres sectores del sindicalismo se
profundizaron. Los combativos afirmaban que Vandor quería demostrar que su sector era el único que podía controlar
al sindicalismo y, a la vez, el único interlocutor frente a los grupos de poder. Señalaban con insistencia que Vandor
aspiraba a reemplazar a Perón.
Al poco tiempo, Alonso, líder de la CGT y antiguo aliado de Vandor, impulsó la creación de otro agrupamiento que se
denominó las 62 Organizaciones de Pie Junto a Perón, que tuvo el apoyo de los gremios combativos antivandoristas.
Debido a ello, Alonso fue expulsado de su cargo de secretario general, lo que contribuyó a que se profundizaran los
enfrentamientos entre las diferentes fracciones del sindicalismo.

Una sociedad en crisis.


Durante la presidencia de Illia, la crisis económica se agudizó, especialmente en el sector industrial en el que fueron
suspendidos más de 40.000 obreros metalúrgicos. En la industria textil la situación fue más complicada, ya que los
patrones aprovecharon las suspensiones y despidos de trabajadores para dejar fuera de las fábricas a los delegados más
combativos. Ante este panorama, la respuesta organizada y disciplinada que aplicaron los sindicatos fue el Plan de Lucha
de la CGT. De esta manera, casi 4.000.000 de obreros ocuparon más de 11.000 plantas.
En materia política, en 1965, el nuevo Partido Peronista, denominado Partido Justicialista, fue reconocido y pudo
presentarse a elecciones en todo el país. Al hacerlo, obtuvo importantes resultados en diferentes provincias, en algunos
casos superiores a los del radicalismo. La llegada al Congreso de los nuevos diputados peronistas agravó aún más la
situación de debilidad política del gobierno radical de Illia.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un gran número de personas desarrollando una
manifestación y presenta el siguiente epígrafe “Durante el gobierno de Illia, el sector sindical tomó numerosas
medidas de fuerza, entre ellas el Plan de Lucha de 1964, que tuvo un notable alcance entre lostrabajadores”. Fin de
la nota.

PÁGINA 322.
Política exterior, organismos internacionales y alineamiento hemisférico.
Los años que comprendieron los gobiernos de Frondizi e Illia fueron sumamente intensos en materia de política exterior.
Durante su presidencia, Frondizi se propuso intensificar las relaciones con las principales potencias internacionales, para
lo cual realizó numerosos viajes al exterior, sobre todo a países de Europa y a los Estados Unidos.
Estos viajes se produjeron en el contexto de la llamada Guerra Fría, que enfrentaba a las dos grandes potencias del
momento: la URSS y los Estados Unidos. Este último país reclamaba a la región latinoamericana un alineamiento
político a cambio de acuerdos económicos y favores políticos. Por su parte, la Argentina venía de un período conflictivo
en su relación con los Estados Unidos, situación que los nuevos gobiernos, desde la “Revolución Libertadora”,
pretendían revertir.
En 1959 se produjo la Revolución Cubana que afectó de manera notable las relaciones internacionales. El alineamiento
de Cuba con el socialismo soviético y la influencia que provocó en las organizaciones guerrilleras de América latina
generaron fuertes controversias en la región. En un principio, el gobierno de Frondizi observó el proceso cubano con
cierta adhesión, lo que ocasionó un fuerte cuestionamiento por parte de las Fuerzas Armadas argentinas. Otros
acontecimientos agravaron aún más la situación, en particular, la entrevista secreta entre uno de los líderes de la
Revolución Cubana, Ernesto “Che” Guevara, y el presidente Frondizi en la Quinta de Olivos, a fines de 1961. Al tiempo,
la Argentina ratificó su posición abstencionista en la Organización de los Estados Americanos (oea), desobedeciendo el
mandato opositor que impulsaban los Estados Unidos para la región. Este conjunto de hechos provocaron serios planteos
de los militares sobre el gobierno de Frondizi.
Durante la presidencia de Illia, los efectos de la Guerra Fría se profundizaron y un nuevo conflicto se sumó a la contienda
mundial, la guerra de Vietnam. En esa guerra, los Estados Unidos se enfrentaron con los vietnamitas del Norte, de
orientación comunista. Ante estos acontecimientos, la Argentina adoptó una posición de neutralidad, que fue duramente
criticada por los sectores militares y los partidos de derecha, que acusaron al gobierno de “permisividad ante el avance
del comunismo”.

Frondizi y la Alianza para el Progreso.


En el marco de la Guerra Fría, los Estados Unidos lanzaron una estrategia política y económica para sumar apoyos y
aliados a nivel internacional, a la que denominaron Alianza para el Progreso. Su finalidad era el otorgamiento de
préstamos a países latinoamericanos, con el propósito de destinar esos fondos a políticas sociales que mitigaran las
condiciones de pobreza y marginalidad existentes en la región. El gobierno de Frondizi apoyó esta iniciativa, por lo que
emprendió un viaje a los Estados Unidos.
La Alianza para el Progreso expresó la estrategia norteamericana para intentar poner freno al crecimiento del socialismo
y todas las corrientes ideológicas críticas con sus posiciones internacionales. Esta situación se profundizó a partir del
triunfo de la Revolución Cubana.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía del retrato de Ernesto “Che” Guevara. Esta imagen
presenta el siguiente epígrafe “El 18 de agosto de 1961, el ministro de Industria de Cuba, Ernesto “Che” Guevara,
se entrevistó con el presidente Frondizi, luego de su paso por el Uruguay”. Fin de la nota.

PÁGINA 323.
El golpe militar de 1966: el fin de una etapa.
Al panorama económico-social crítico del gobierno de Illia se le sumaron algunas controvertidas decisiones políticas.
El gobierno modificó la Ley de Asociaciones Profesionales, por lo cual quedó limitada la participación de los sindicatos
en política. Como consecuencia de esta decisión, aumentaron las huelgas y la toma de fábricas en todo el país. Por su
parte, algunos sectores empresariales no aprobaron la Ley de Medicamentos establecida por el gobierno, que otorgaba
ventajas a las empresas locales frente a las extranjeras.
Los rumores de golpe militar comenzaron a crecer en el conjunto de la sociedad. Los militares creían que el gobierno
de Illia no representaba un freno al peronismo y a los gremios; por eso, comenzaron a hacer declaraciones públicas en
las que manifestaban su preocupación y malestar por los serios problemas que atravesaba la Argentina. Durante una
reunión con Illia, los militares le expusieron tres temas de su preocupación: la necesidad de contar con un plan político;
el avance del comunismo y la preparación de medidas para garantizar el orden. Estos encuentros se parecían a los
planteos que anticiparon el golpe militar contra Frondizi en 1962. El clima político nacional era el de un golpe inminente.
Los partidos políticos, los medios y la calle así parecían percibirlo. Finalmente, el 28 de junio de 1966, un golpe militar
encabezado por los comandantes en jefe de las tres fuerzas derrocó al gobierno de Illia y nombró al general Juan Carlos
Onganía como presidente de la Nación. Como afirma el investigador Marcelo Cavarozzi, la estrategia de los gobiernos
semi-democráticos sostenidos por los militares y los grupos económicos más concentrados llegaba a su fin. Se iniciaba
entonces otra modalidad política de dominación: el Estado burocrático-autoritario, sostenido por las Fuerzas Armadas
y la gran burguesía industrial y rural.

La campaña de acción golpista.


Illia sufrió constantes embates dirigidos a erosionar un gobierno de por sí débil antes de asumir. El núcleo de estas
acciones era atribuirle una supuesta lentitud e inmovilidad a su gobierno, que se parodiaba en caricaturas que mostraban
al presidente como una tortuga. Reiteradamente, publicaciones políticas, como la revista Primera Plana, enfatizaban
sobre el “vacío de poder” existente, la “falta de gobernabilidad” y la imposibilidad de hacer frente al “avance del
comunismo”.
Frente a la imagen de un Illia impávido y sin personalidad de liderazgo, Primera Plana comenzó a instalar la figura de
Onganía como un líder político con capacidad de conducción y decisión.

Nota del corrector: El texto origina presenta la portada de una revista donde una tortuga camina sobre un mapa de
la argentina. Esta imagen presenta el siguiente epígrafe “Para desprestigiar a Illia, las publicaciones opositoras lo
presentaban como una tortuga”. Fin de la nota.
1. Analicen en qué condiciones políticas asumió la presidencia Arturo Illia.
2. ¿Cómo influyeron en la Argentina las principales problemáticas de la Guerra Fría?
3. ¿Cuáles fueron los factores que provocaron el golpe de Estado contra Illia? ¿Por qué se consideraba que su
gobierno era débil?

PÁGINA 324.
EL CINE, UNA INDUSTRIA NACIONAL.
El ocaso del cine de estudios y la era del autor.
Cuando los jóvenes vienen marchando. Tras el golpe de 1955 se produjeron grandes cambios en relación con el cine
nacional. Como consecuencia de la entrada indiscriminada de películas extranjeras, la mayoría de los estudios cerraron
sus puertas. En 1957 se estrenaron 686 películas extranjeras y solo 15 argentinas.
Esta situación comenzó a revertirse con la creación del Instituto Nacional de Cinematografía en 1957, que cobró mayor
impulso durante la presidencia de Frondizi. A través de este organismo, se implementaron medidas de protección para
el cine local, créditos para la producción y premios anuales con incentivos económicos.
Durante esta etapa se inició el cine de autor, un movimiento que se alejó de la producción industrial de los grandes
estudios para mostrar la impronta de cada director. El cine de autor tuvo una fuerte vinculación con la literatura a partir
de la adaptación de obras de destacados autores contemporáneos, como Augusto Roa Bastos, David Viñas y Beatriz
Guido. Esta última escritora elaboró los guiones de algunas de las obras más destacadas del período, dirigidas por
Leopoldo Torre Nilsson, entre ellas, La casa del ángel (1957) y La mano en la trampa (1961).
La formación de los cineastas también cambió. En 1956 se creó la primera Escuela de Cine en la Universidad de La
Plata y el Instituto de Cinematografía de la Universidad del Litoral, cuyo fundador, Fernando Birri, realizó el documental
Tire dié (1958), en el que mostró la situación de los niños pobres de Santa Fe. Al mismo tiempo, se desarrollaron los
cines-club, como el Cine Club Núcleo, dirigido por Salvador Sammaritano, que difundió movimientos como la Nouvelle
Vague y exhibió películas de distintos lugares del mundo.
A partir de 1960, las nuevas generaciones de directores, englobados en el denominado Nuevo Cine Argentino, realizaron
sus primeras obras con un fuerte compromiso social. Entre sus temas más frecuentes se hallaban la falta de oportunidades
de los jóvenes, la desintegración de los lazos familiares y los cambios en el papel de la mujer. Sus obras más importantes
fueron Los jóvenes viejos (1962) y Pajarito Gómez (1965), ambas de Rodolfo Kuhn; Alias Gardelito (1961), de Lautaro
Murúa; Prisioneros de una noche (1962), de David Kohon y Circe (1964), de Manuel Antín.
Dos directores debutantes se destacaron en este período: Fernando Ayala, con El jefe (1958), y Leonardo Favio, con
Crónica de un niño solo (1965). Además, directores consagrados presentaron sus últimos trabajos con gran éxito, como
Mario Soffici con Rosaura a las diez (1958).
En 1966, el golpe de Estado de Onganía marcó el final del Nuevo Cine Argentino y el comienzo de una época dominada
por la censura.

Nota del corrector: El texto original contiene dos fotografías con los siguientes epígrafes “Leonardo Favio durante
la filmación de una de sus películas” y “La casa del ángel, dirigida por Leopoldo Torre Nilsson, es considerada una
de las mejores películas de la historia del cine argentino”. Fin de la nota.

PÁGINA 325.
Los niños viejos.
Crónica de un niño solo es la ópera prima de Leonardo Favio, estrenada el 5 de mayo de 1965, y producida por Real
Films. Fue filmada en el viejo edificio de la Facultad de Arquitectura de Buenos Aires. Obtuvo el premio Cóndor de
Plata a la mejor película, otorgado por el Instituto Nacional de Cinematografía en 1966, y el premio a la mejor película
en el Festival de Cine de Mar del Plata de 1965.
La historia está inspirada en las propias vivencias de infancia de Favio y se centra en Polín, un chico alojado en un
reformatorio, que escapa para volver a la villa miseria donde nació, para encontrarse con la misma indiferencia que en
el lugar anterior.
Leonardo Favio, que había comenzado su vinculación al cine como actor en destacadas películas como El jefe y La
mano en la trampa, logró en este, su primer filme, una cruda descripción de la infancia de un chico marginal, abandonado
por la sociedad, y expuesto siempre al maltrato y a los peligros de la calle.
El relato puede dividirse en dos partes: en primer lugar se describe la estadía de Polín en el reformatorio, un lugar de
represión y castigo que no ayuda a los chicos allí alojados, sino que, por el contrario, los vuelve más rebeldes. Polín
sueña todo el tiempo con escapar de ahí, hasta que finalmente lo logra.
La segunda parte narra las vivencias del protagonista en la villa miseria de donde provenía, marcadas por las difíciles
situaciones que producen la miseria y la marginalidad. Hasta en los momentos de mayor libertad, el niño es acechado
por el peligro.
Con un registro cercano al documental, Favio nos muestra el Desamparo de un niño al que la sociedad ha dejado de lado
y nos revela, al mismo tiempo, un Estado represivo, que iba a mostrar su lado más siniestro poco tiempo después.
Crónica de un niño solo tiene grandes méritos técnicos, desde los excelentes movimientos de cámara hasta el notable
manejo de las sombras, similar al utilizado por los directores expresionistas del cine europeo.

Nota del corrector: El texto original presenta la portada del afiche de una película titulada “Crónica de un niño
solo”. Fin de la nota.
Ficha técnica.
Título: Crónica de un niño solo. Año: 1965.
Director: Leonardo Favio. Guión: Leonardo Favio.
Intérpretes: Diego Puente, Tino Pascali, Cacho Espíndola, Leonardo Favio. Guía de análisis de la película.
1. Reflexionen acerca del sistema imperante en el reformatorio. ¿Qué relaciones pueden establecer con el avance
del autoritarismo en la sociedad argentina del período?
2. Analicen los vínculos que se originan entre los chicos del reformatorio y los objetivos que persiguen.
3. Comparen los dos ámbitos donde se desarrolla la historia de Polín y señalen similitudes y diferencias.
4. Analicen la escena en la que los niños se bañan en el río y su simbología.
5. Describan las actitudes de los adultos con respecto al protagonista.
6. Reflexionen acerca de la mirada a cámara de Polín en la última escena de la película y su significado.

PÁGINA 326.
4. MONOPOLIOS Y CAPITALES EXTRANJEROS.
La transnacionalización económica.
Las décadas de 1950 y 1960 se caracterizaron por un proceso de expansión de las empresas transnacionales,
principalmente de origen norteamericano, que controlaban de manera monopólica u oligopólica los mercados. Estas
empresas se desarrollaban tomando el excedente de capital producido para transferirlo en forma de préstamos o
inversiones de capital hacia otras regiones; por ejemplo, América latina. Las principales empresas de estas características
fueron las automotrices, las petroleras y las productoras de electrodomésticos.
En este escenario, los gobiernos argentinos desde 1955 favorecieron la radicación de estas empresas monopolistas. Bajo
el gobierno de Frondizi se implementó una legislación específica a fin de promover el ingreso de capitales extranjeros
con iguales derechos que los capitales nacionales. Se consideraban preferenciales las industrias que producían materias
primas con recursos del país y las que se fusionaran con empresas nacionales. Desde la perspectiva de los inversores
extranjeros, estas condiciones significaban el retorno a lo que consideraban una “época de oro”, como había ocurrido
entre 1935 y 1946. Hacia 1964, las inversiones de capital extranjero crecieron de manera exponencial.

Las ideas de desarrollo y la burguesía industrial.


Desde los años de la posguerra surgieron ideas contrapuestas respecto del tema del desarrollo. Una de ellas, de tradición
liberal, entendía que las posibilidades de desarrollo se basaban en someterse a los dictámenes del mercado internacional.
Según esta perspectiva, América latina debía ser solo proveedora de materias primas. La gran burguesía agraria defendía
esta posición y promovía la conservación del modelo primario exportador.
En cambio, otras ideas sostenían el desarrollo industrial desde la perspectiva del modelo peronista. Según el investigador
Eduardo Basualdo, esta posición quedó trunca como eje principal del proceso económico y político a partir del golpe de
Estado de 1955.
Desde entonces, las ideas desarrollistas fueron dominantes y las encarnaron tres sectores que se disputaron la
industrialización: los monopolios extranjeros, predominantes en el nivel estructural; la “burguesía nacional”,
dependiente de los grupos más concentrados, y la llamada “burguesía diversificada”, con intereses en la industria, pero
también en el agro. Estos sectores apoyaron mayoritariamente a la “Revolución Libertadora” y respaldaron con
reticencia a los gobiernos radicales entre 1958 y 1962.
También existieron en esta etapa otras ideas que valoraron el desarrollo industrial en América latina, pero criticaron la
intervención del capital extranjero. Entendían a la economía mundial como un centro, integrado por los llamados países
desarrollados, y una periferia, conformada por los denominados países del Tercer Mundo. Sus representantes, entre los
que se destacaban Osvaldo Sunkel, Pedro Paz y Henrique Cardoso, eran críticos de las multinacionales, a las que
señalaban como un obstáculo para un desarrollo autónomo. Esta intepretación recibió el nombre de “teoría de la
dependencia” y en América latina contó con la adhesión de los movimientos populares, como buena parte del peronismo
en la Argentina.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía. Esta representa a un grupo de camiones e incluye el
siguiente epígrafe “En 1964, en la Argentina más del 60% de las inversiones extranjeras eran de los Estados Unidos.
El 66% del total se concentró en la producción de automotores y tractores, y en la petroquímica”. Fin de la nota.

PÁGINA 327.
La organización de los grupos capitalistas.
Entre 1955 y 1966, los conflictos se manifestaron en el enfrentamiento entre los distintos sectores empresariales. Debido
a la importancia creciente que tuvieron las inversiones de capital extranjero, hacia 1966, la contradicción principal se
planteó entre los sectores capitalistas más concentrados ligados al gran capital local y multinacional – representados por
la Sociedad Rural Argentina (SRA), la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Cámara Argentina de Comercio (CAC)–
y el pequeño y mediano empresariado de capital local, representado por la Confederación General Económica (CGE).
Los dos gobiernos civiles del período, el de Frondizi y el de Illia, se propusieron desarrollar políticas industrialistas. Sin
embargo, la UIA los consideró una amenaza para sus intereses.
Con respecto a la CGE, Frondizi le devolvió la personería jurídica, e Illia, los fondos que el Estado le había expropiado,
además de que buscó su apoyo durante la conflictiva anulación de los contratos petroleros que había firmado Frondizi.
Después de 1955, la burguesía industrial necesitó y exigió de los gobiernos la capacidad de controlar los legados del
peronismo; por ejemplo, las altas tasas de afiliación en los sindicatos y su importante capacidad de acción colectiva. Por
estas razones, presionó fuertemente y amenazó con la desinversión en cada oportunidad que los gobiernos civiles
avanzaban en acuerdos con los gremios.
En coincidencia con Frondizi, la burguesía industrial entendía que, para lograr el desarrollo industrial, las empresas de
capital nacional necesitaban inversiones extranjeras, no solo de capitales, sino también de tecnología, y eficiencia en la
administración. Con esas metas presionaron para obtener condiciones favorables para la radicación de capitales
extranjeros. En 1958, la SRA, la UIA y la CAC se asociaron en una entidad denominada Acción Coordinadora de las
Instituciones Empresarias Libres (ACIEL), que se mantuvo hasta 1973. ACIEL sostenía un discurso de corte liberal
basado en la necesidad de reducir la presencia del Estado.

La Organización Científica del Trabajo.


Desde fines del gobierno peronista, las organizaciones empresariales de la industria presionaron para aumentar la
productividad en las fábricas. Esto significaba intensificar los ritmos de trabajo de los obreros, pero sin modificar la
situación salarial. Sin embargo, la mayor parte de estas reformas fueron rechazadas por las comisiones internas obreras
a través de huelgas y movilizaciones.
A partir de 1955, las condiciones políticas cambiaron, lo que se tradujo en la aplicación de estrictas medidas de
“modernización” industrial, también conocidas como Organización Científica del Trabajo, sobre todo en las principales
industrias automotrices extranjeras. En esas empresas se aceleraron los tiempos de trabajo y se asignaron más tareas a
los obreros.

Nota del corrector: El texto original contiene una fotografía. Esta representa una cadena de producción de un
automóvil e incluye el siguiente epígrafe “El trabajo estandarizado buscó eliminar los “tiempos muertos” en las
fábricas y recuperar el control de la producción”. Fin de la nota.

PÁGINA 328.
Educación, trabajo y economía.
Los organismos internacionales postularon una relación entre educación y rendimiento económico, a partir de su
concepción de que un mayor nivel educativo implicaba una mayor calificación para el trabajo y, por lo tanto, la
posibilidad de un aumento en los ingresos y la renta social. Estas concepciones le otorgaron un valor destacado a la
planificación, ya que se partía del supuesto de que los recursos eran escasos y que su uso debía ser racionalizado para
lograr el desarrollo y la educación planificada a fin de obtener resultados más eficientes.
Estas nuevas propuestas educativas se basaron en la concepción de un sujeto individualista, racional y planificador, es
decir, una persona sin implicancias sociales ni vínculos colectivos, motivado exclusivamente por la obtención de logros
al menor costo. Este conjunto de valores y principios de carácter “desarrollista” fueron enunciados por los organismos
internaciones y atravesaron las diferentes propuestas de educación y trabajo del período. Las nociones de “capacitación
para el trabajo” y la “teoría del capital humano” se instalaron, entonces, como los vértices del campo educativo fabril.
Así, la educación dejó de ser vista como un gasto social y comenzó a ser concebida como una inversión a largo plazo.

La reforma educativa desarrollista.


En consonancia con estos nuevos aires “desarrollistas”, el empresariado local promovió desde el Estado la organización
de un nuevo circuito de educación y trabajo, esta vez a la medida de sus necesidades y tomando distancia del creado en
los años del peronismo. En este contexto, se crearon el Consejo Nacional de Educación Técnica (conet) y se reorganizó
la Universidad Obrera Nacional, creada por el peronismo. En estos organismos estatales participaron especialistas en
educación que asumieron rápidamente el papel de “tecnócratas”, es decir, planificadores del nuevo sistema. La nueva
propuesta educativa se hacía eco de las demandas empresariales y aspiraba a lograr un sujeto obrero formado bajo las
nuevas concepciones de la Organización Científica del Trabajo. Se tomaban las concepciones productivistas en las que
la clave formativa estaba en las necesidades de los empresarios más que en las expectativas de los propios obreros.
Una formación técnica acompañada de la tan anhelada disciplina laboral completaba el cuadro curricular de los
trabajadores estudiantes. Para ello se llevaron a cabo propuestas de trabajos de formación integrados con las empresas,
en muchos casos a través de pasantías laborales o simplemente prácticas conforme a las necesidades de cada auspiciante
empresarial. Habitualmente, el sistema de trabajo se realizaba en dos turnos: en uno de ellos, la forma organizativa se
adecuaba al modelo tradicional de escuela media o secundaria, en el que se impartían conocimientos generales; en el
otro, es decir a contraturno, dos veces a la semana, se realizaban talleres en los que los estudiantes debían adquirir una
formación técnica especializada.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un gran edificio e incluye el siguiente epígrafe “La
Univeridad Tecnológica Nacional y las escuelas técnicas creadas en las empresas automotrices fueron características
del modelo educativo desarrollista”. Fin de la nota.

PÁGINA 329.
La educación técnica y la Universidad Tecnológica Nacional.
La creación del Consejo Nacional de Educación Técnica significó la adopción de un nuevo circuito pedagógico que
reemplazaba al modelo educativo peronista. Después de 1955, el gobierno militar intervino la Comisión Nacional de
Aprendizaje y Orientación Profesional (CNAOP) y la Universidad Obrera Nacional. En 1956, el CONET asumió la
responsabilidad de coordinar el campo referido a la educación y formación profesional. De esta manera se intentó
clausurar la Universidad Obrera Nacional, pero, debido a la fuerte resistencia de profesores y alumnos, solo fueron
modificados sus principios organizativos. El 15 de noviembre de 1959 se cambió su nombre por el de Universidad
Tecnológica Nacional. Como consecuencia, la Universidad Obrera como tal desapareció, así como el fuerte
protagonismo de los trabajadores en la escena educativa. En numerosas empresas –entre ellas, Siam Di Tella, Ford,
Philips y Mercedes Benz–, se implementó el modelo desarrollista de escuelas creadas como instancias de preparación
para su propio personal. Con estas reformas se logró la finalidad de “desperonizar” la educación técnica; sin embargo,
este modelo no pudo constituirse en un nuevo sistema de formación coherente y sólido para las nuevas generaciones de
trabajadores. En los años posteriores a los primeros cambios, el conet sufrió diferentes niveles de reformas que le
otorgaron una clara inorganicidad y escasa incidencia.

La educación de jóvenes y adultos.


La educación de jóvenes y adultos en los años posteriores al peronismo comenzó a recibir una creciente atención por
parte de los organismos educativos internacionales. Entre las principales razones de esta nueva actitud política se hallaba
el progresivo deterioro del sistema educativo, que a medida que avanzaban los problemas sociales evidenciaba un
constante aumento de jóvenes que desertaban del sistema educativo tradicional. Esto se debía en algunos casos a la
necesidad de salir a trabajar; en otros, a las dificultades en el propio campo educativo. Por ello, algunos gobiernos de la
época, alertados de esta situación, impulsaron planes de alfabetización, que respondían a políticas de compensación
impulsadas por los organismos internacionales.
En 1965, ante la existencia de un 35% de la población que no había terminado la primaria y un 9,3% de analfabetos, el
gobierno de Illia puso en marcha el Plan Nacional de Alfabetización y Edificación Escolar. Este plan, enmarcado en una
campaña aprobada por la UNESCO, proyectaba una primera etapa de alfabetización, seguida de otra que concluyera en
la terminalidad de los estudios primarios. Paralelamente a estas actividades del Estado, comenzaron a desarrollarse otras
actividades alfabetizadoras en América latina, impulsadas por el pedagogo brasileño Paulo Freire. Años después, en la
Argentina, este modelo de “educación popular de jóvenes y adultos para la liberación” fue asumido por vastos sectores
del peronismo de base y por organizaciones barriales eclesiásticas.

Nota del corrector: El texto contiene la imagen de una obra de arte e incluye el siguiente epígrafe “El mundo
prometido a Juanito Laguna, obra de Antonio Berni, 1962 (detalle)”. Fin de la nota.

PÁGINA 330.
IDEAS EN DEBATE.
Universidad, autonomía y política.
El crecimiento de la población universitaria y sus debates.
En la década de 1950 aumentó notablemente la matrícula en las universidades nacionales, en relación con la expansión
económica y social de esos años. Una parte considerable de los sectores medios lograron ingresar por primera vez a los
claustros universitarios. Al mismo tiempo, el crecimiento industrial produjo una mayor demanda de profesionales
universitarios, lo que motivó a muchos jóvenes a seguir estudiando.
Este proceso fue acompañado por cambios en los patrones socioculturales, como la masiva incorporación de las mujeres
a los estudios superiores.
Hacia principios de la década de 1960, la masividad de las universidades se constituyó para algunos sectores sociales
en una fuente de oportunidades y para otros, en un problema, ya que el libre acceso univesitario era mal visto por los
sectores vinculados a la elite tradicional que consideraban que este nivel de formación debía ser exclusivo para las clases
acomodadas.
En ese contexto se presentaron temas de discusión en torno a la universidad. Entre ellos se encontraba la actualización
del debate de los intelectuales en torno al fenómeno peronista, a partir del interrogante acerca de si era una fuerza de
derecha o de izquierda. Otro tema fuerte del período fue el de la participación del sector privado en la creación de
universidades. Finalmente, se replanteron cuestiones como la relación de la universidad con la sociedad y el significado
político de la autonomía universitaria.

Los intelectuales y el fenómeno peronista.


El derrocamiento del peronismo en 1955 provocó reacciones favorables en el grupo de intelectuales conformado por
escritores, como Silvina Ocampo, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, o investigadores, como el sociólogo Gino
Germani. Estos intelectuales sostenían que el peronismo representaba la barbarie y criticaban el autoritarismo de Perón.
Años depués, algunos intelectuales, entre ellos el escritor Ernesto Sábato, comenzaron a diferenciar el fenómeno social
y popular del peronismo de la figura de su conductor. Por su parte, intelectuales de la izquierda, como David Viñas,
sostuvieron que el peronismo era un movimiento de masas populares que expresaba de manera contradictoria y confusa
las necesidades legítimas de los trabajadores.
A partir de perspectivas marxistas, un conjunto de intelectuales interpretó el fenómeno peronista en clave de lucha de
clases y analizó sus orígenes como parte de las luchas populares de los trabajadores. Algunos de ellos, por ejemplo Juan
Carlos Hernández Arregui, sostuvieron que el peronismo era la expresión genuina de los intereses populares opuestos a
la oligarquía liberal y proimperialista; por lo tanto, constituía el medio para la construcción del socialismo nacional.

Nota del corrector: El texto original contiene la portada de un libro titulado “Imperialismo y cultura”. Esta imagen
presenta el siguiente epígrafe “En 1957, Hernández Arregui publicó Imperialismo y Cultura, libro que tuvo una
fuerte influencia en los militantes de la izquierda peronista de la década de 1960”. Fin de la nota.

PÁGINA 331.
Los conflictos por una universidad “libre” o “laica”.
Durante el gobierno de Frondizi se desarrolló un fuerte debate en torno a la posibilidad de que el sector privado pudiera
crear universidades. Vastos sectores de las universidades públicas reivindicaban el carácter laico, público y gratuito de
la universidad, conquistado por la Reforma Universitaria de 1918, y cuestionaban que grupos empresarios o la Iglesia
tuvieran la facultad de organizar propuestas de educación superior.
Esta medida de corte privatista impulsada en tiempos de Frondizi tenía sus antecedentes en un decreto de la “Revolución
Libertadora” que autorizaba el funcionamiento de universidades privadas, con permiso para otorgar títulos habilitantes.
Las corrientes privatistas, predominantemente eclesiáticas y empresariales, levantaron las banderas a favor de lo que
denominaban “enseñanza libre”. Por su parte, la Federación Universitaria Argentina (fua), junto con numerosos docentes
de universidades nacionales, llevaron adelante un plan de lucha, por medio de movilizaciones y tomas de las
universidades nacionales en defensa de la universidad laica. Finalmente, el 30 de septiembre de 1958, el Congreso
Nacional aprobó la ley que dio respaldo al sector privado para crear universidades con capacidad de expedir títulos
habilitantes.

Autonomía y sociedad.
Durante la década de 1960, la Universidad argentina había logrado importantes avances científicos y académicos, como
la creación de nuevos centros de investigación, e incluso nuevas disciplinas; por ejemplo, Psicología y Ciencias de la
Educación. Además, en 1958 se formó la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA), que logró producciones
de calidad académica y elevados niveles de divulgación.
A pesar de estos logros, los sectores intelectuales peronistas y los trabajadores sindicalizados percibían que los
problemas del conjunto de la sociedad no estaban presentes en la universidad. Afirmaban que la universidad no había
participado en el proceso de resistencia a la dictadura y que se ocupaba de cuestiones alejadas de los intereses de los
trabajadores, bajo la consigna de la autonomía universitaria. Por ello, algunos sectores de la propia universidad
asumieron estas críticas y plantearon otros vínculos con las organizaciones sociales, al realizar trabajos barriales de
asistencia sanitaria y educativa, o promover investigaciones sobre las clases populares. Este debate quedó inconcluso a
fines de la década de 1960, cuando la dictadura de Onganía intervino violentamente la universidad pública.

El debate continúa.
1. ¿Cómo son las formas actuales de ingreso en las principales universidades nacionales públicas? Comparen con
la situación universitaria de la década de 1960.
2. Investiguen cuáles son las universidades privadas actuales que fueron creadas durante la década de 1950 y que
participaron del debate “Libre o Laica”.
3. ¿Cuáles eran las críticas de los intelectuales peronistas a la universidad de la década de 1960? ¿Creen que en la
actualidad ese debate continúa teniendo vigencia? ¿Por qué?

PÁGINA 332.
Cultura y sociedad: los medios y la política.
En 1955 se inició en la Argentina un proceso de silenciamiento de las mayorías populares. En nombre de la democracia
se prohibieron el uso de los símbolos partidarios del peronismo y la mención pública de los nombres de Perón y Eva
Perón. En los libros de texto escolares, e incluso en los periódicos, se incorporaron expresiones como “el tirano prófugo”
o simplemente el “dictador” para referirse a Juan D. Perón. Durante esos años, los peronistas comenzaron a popularizar
términos que sirvieron para identificar a sus adversarios, como la expresión “gorila”, utilizada para referirse a una
persona antiperonista.
A partir de 1955 fueron reeditados numerosos periódicos que por diversos motivos habían dejado de publicarse en los
años del peronismo, entre ellos La Prensa, La Razón o El Mundo. También surgieron revistas, algunas de origen
peronista como El 45, dirigida por Arturo Jauretche, o de tono nacionalista. Además, aparecieron revistas políticas, en
las que los partidos hacían circular sus ideas, entre las que se destacaron Primera Plana, Qué y Confirmado. La
publicación cordobesa Tía Vicenta ocupó un importante lugar entre las revistas de tono político humorístico. Otra
novedad del período fue la revista Claudia, dirigida al público femenino, como competidora de las ya existentes Para ti
y Vosotras. A diferencia de estas publicaciones, Claudia apareció como la revista de la mujer moderna desde un doble
discurso en el que, por un lado, se naturalizaba su papel como esposa, madre y ama de casa, y por otro, se elogiaban los
avances intelectuales y profesionales femeninos.

Mafalda y la política.
Un lugar aparte merece la publicación de la tira cómica Mafalda, creada por el historietista argentino Joaquín Lavado,
conocido como Quino. Esta historieta apareció por primera vez en 1964, en la revista Primera Plana; desde marzo de
1965 comenzó a ser publicada cotidianamente en el diario El Mundo, hasta 1967. Un año después reapareció en la
revista Siete Días, en la que se mantuvo hasta 1973.
La importancia de la historieta Mafalda radica en su relato de la vida cotidiana de una familia de clase media de la
sociedad argentina en las décadas de 1960 y 1970. En la historieta los personajes se involucran y opinan sobre temáticas
políticas de nivel local, pero también sobre problemáticas internacionales. Mafalda es el personaje central, que
representa a una niña preocupada por los problemas del mundo, como la guerra, el hambre, la superpoblación, el
enfrentamiento entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, la posibilidad de un estallido nuclear, los viajes espaciales
y la función de los organismos internacionales.

Mafalda, sus amigos –Manolito, Susanita, Miguelito, Libertad y Felipe–, sus padres y su hermano expresan un amplio
arco de personalidades y expectativas del sentir nacional, pero con inquietudes de alcance universal. Su autor aborda
con agudeza y fuerte sentido de la obsevación temas cotidianos, como el aumento de la inflación, el estudio, el trabajo
o las vacaciones.
Sin embargo, no todo es vida cotidiana en el mundo de Mafalda. Ella y los otros personajes de la historieta también
reflexionan sobre temas trascendentales, como la igualdad, la felicidad, la justicia, la dignidad, la ternura, el papel de la
mujer, el envejecimiento y el amor.

Nota del corrector: El texto original contiene una historieta de Quino narrada a través de imágenes y los diálogos de
dos personajes, Mafalda y Felipe. Esta historieta presenta el siguiente epígrafe “La historieta Mafalda tuvo una
repercusión internacional. Fue traducida a numerosos idiomas y actualmente sus libros siguen en plena vigencia”.
En este caso haré la siguiente adaptación, describir las viñetas e indicar los textos. Fin de la nota.

Viñeta 1.
Diálogos. Felipe “¡Hola!” Mafalda “¡Shhhh!... En voz baja, que tengo un enfermo en casa”
Imagen. Felipe entra a la casa de Mafalda.
Viñeta 2.
Diálogos. Felipe “¿Está enfermo tu papá?” Mafalda “No”.
Viñeta 3.
Diálogos. Felipe “¿Tu mamá entonces?” Mafalda “Tampoco”.
Viñeta 4.
Imagen. Mafalda le muestra a Felipe un glogo terráquedo acostado en una cama haciendo reposo.

PÁGINA 333.
La televisión y la sociedad.
Durante los años del peronismo, se presentó un nuevo medio de comunicación, la televisión, mediante la transmisión
de los festejos del Día de la Lealtad, el 17 de octubre de 1951. Al mes siguiente, la primera emisora, Canal 7, comenzó
a emitir programas en el horario de 14.30 a 19.30. Sin embargo, recién en la década siguiente este medio alcanzó una
gran expansión. Entre junio de 1960 y julio de 1961 se inaguraron tres nuevos canales: Canal 9, Canal 11 y Canal 13.
La industria televisiva resultó un campo de alta rentabilidad para las empresas privadas, ya que implicaba la venta de
aparatos electrónicos, equipos de transmisión, así como la inclusión de pautas publicitarias. La difusión de publicidades
aumentó la demanda de bienes de consumo, por lo que las principales marcas nacionales e internacionales se disputaron
los espacios publicitarios. Desde esa época, los programas de origen norteamericano, como filmes o series, tuvieron una
fuerte presencia en la televisión argentina.
Pero también la televisión fue vehículo de expresión de la cultura popular, representada en la aparición de reconocidos
cantantes, actores y actrices de gran arraigo popular. Los propietarios de los canales advirtieron que contar en sus
empresas con destacados actores o cantantes les brindaba una importante audiencia, que mejoraba su difusión. Así, la
televisión, con su poderosa llegada a las familias conforme crecía el consumo de televisores, se convirtió en un medio
de comunicación que, desde entonces, genera profundas controversias respecto de los modelos culturales que favorece
y difunde.

Los canales de televisión y los grupos empresariales.


En julio de 1961, el Canal 11 de la Capital Federal, bajo el lema “el canal de la familia”, inició sus transmisiones desde
sus estudios de grabación en el barrio de San Cristóbal.
Su organización administrativa estaba a cargo de una sociedad civil relacionada con la Iglesia católica, asociada con la
cadena televisiva norteamericana ABC. Debido a esta perspectiva sociocultural, la programación era seleccionada para
reflejar contenidos y temáticas sociales que no fueran ofensivas, según entendían sus directivos, para los valores de la
familia argentina.
Uno de los programas más exitosos de esos años fue el Club del Clan, que se emitía los días sábados. Allí se presentaban
reconocidos y nuevos cantantes argentinos, entre los que se destacaron Jonhy Tedesco, Chico Novarro, Raúl Lavié y
Palito Ortega.
En 1966, en la ciudad de La Plata, surgió una nueva emisora: el Canal 2. Sus propietarios eran los dueños de la
reconocida radio Rivadavia y del diario El Mundo. En pocos años aparecieron canales de televisión en las principales
ciudades del interior, como Mar del Plata, Córdoba y Rosario.

Nota del corrector: El texto original contiene la fotografía de un hombre y presenta el siguiente epígrafe “Durante
la década de 1960, los canales de televisión comenzaran a incorporar programas para la juventud. Uno de los más
exitosos fue El Club del Clan, en el que cantaba “Palito” Ortega”. Fin de la nota.

1. Identifiquen los grupos sociales dominantes en la sociedad argentina del período y expliquen sus propuestas de
desarrollo económico.
2. Comparen las diferencias y similitudes de los proyectos de educación y trabajo de los años del peronismo con
las propuestas desarrollistas.
3. Expliquen la relación entre la cultura popular y el surgimiento de la televisión.

PÁGINA 334.

EL ARTE, LA HISTORIA Y LA GENTE.


Juanito y Ramona: personajes del realismo social. Muchas caras para un mismo nombre.
Antonio Berni (1905-1981) fue un artista comprometido con la realidad política y social de su tiempo. A principios de
la década de 1950, este pintor nacido en Rosario, recorrió varias provincias argentinas. A través de esos viajes, Berni
conoció de cerca la pobreza y la marginación en que vivían los habitantes de algunos pueblos del interior, especialmente
de la provincia de Santiago del Estero. Su compenetración con la situación social de esas personas, sobre todo en lo
referente a los más chicos, fue tal, que comenzó a pintar a esos niños pobres que había visto.
Berni pintó muchos chicos, pero solo a uno le dio un nombre bien reconocible y una identidad que englobó los pesares
de todos los demás. Ese chico se llama Juanito Laguna.
Se ignora por qué razón Berni llamó a su personaje Juanito Laguna; sin embargo, algunos sostienen que el nombre
podría derivar de una propaganda gubernamental de los años 1944 y 1945, en la que el locutor decía: “la revolución de
junio se hizo gracias a Juan Laguna, que así volvió a su provincia”. Juan Laguna representaba a cualquier migrante
pobre del interior que durante la década de 1930 había arribado a Buenos Aires y había tenido que instalarse en una villa
miseria. De esta forma, la personalidad de Juanito Laguna se perfilaba con una clara intención.

En el corazón de la villa.
Juanito Laguna aparece en la pintura de Berni en la década de 1960, aunque el pintor aseguraba que lo había creado en
1958. Es un chico que vive en una villa, más precisamente en la del Bajo Flores. Para pintarlo, Berni recorrió la villa, la
fotografió, estudió sus espacios y la forma de vida de su gente.
Con Juanito Laguna, el pintor volvió a cultivar la técnica del collage, que ya había empleado en la década de 1930. La
idea era representar la cotidianidad de Juanito mediante materiales que la gran ciudad desechaba, como botellas vacías,
cartones, plásticos, diarios, latas. De esta forma, la obra se convertía en un espejo de la realidad: lo que no servía en la
gran ciudad, en la villa se convertía en algo utilizable.

Nota del corrector: El texto original contiene dos imágenes de obras de Antonio Berni. Estas presentan los siguientes
epígrafes “En esta obra de 1973, Berni contrasta la belleza colorida y limpia de la mariposa con la suciedad que
circunda la vida y los juegos de Juanito Laguna” y “Las vacaciones de Juanito Laguna, collage, 1972”. Fin de la
nota.

PÁGINA 335.
La costurerita que dio el mal paso.
Antonio Berni cobró fama mundial gracias a los personajes de sus cuadros, principalmente Juanito Laguna y Ramona
Montiel. Sin embargo, el caso de Ramona es muy diferente al de Juanito, porque ella no es una niña, sino toda una
mujer.
Berni construyó el personaje de Ramona basándose en un modelo inmigratorio: la muchacha extranjera que llega a
Buenos Aires con un oficio – el de costurera –, y se convierte en prostituta por ambición. Ramona y Juanito son pobres,
pero tienen una pobreza muy distinta: la de Juanito es la pobreza material, en cambio, la de Ramona es anímica, moral.
Si bien Berni continuó explorando las virtudes del collage, con la llegada de Ramona Montiel a su vida, experimentó
también la xilografía, técnica de impresión que utiliza una plancha de madera donde se talla el dibujo para luego
impregnarlo con tinta a manera de sello. A su vez, varió los elementos con los que compuso los collages de Ramona.
Dado que imaginó que a ella le gustaba el lujo, Berni empleó sedas, telas delicadas y encajes, también objetos brillantes
que dotaban al cuadro de cierto aire de riqueza; aunque ficticia, riqueza al fin.
A través de estas dos técnicas, Berni construyó el relato de la vida de Ramona, desde Ramona costurera, de 1962, y las
distintas obras que la muestran como prostituta, junto a sus “amigos”. Estos últimos personajes constituyen la
representación del poder de distintos sectores de la sociedad, sobre los que el artista descargaba su mirada crítica.

Nota del corrector: El texto original contiene la imagen de una obra de Antonio Berni con el siguiente epígrafe “En el
collage, Ramona y la adivina, de 1976, Berni hace contrastar la vestimenta negra de la adivina, con el estilo extravagante
y provocador de la joven Ramona”. Fin de la nota.

TIC.
Ingresen al sitio www.educ.ar, donde encontrarán muchas obras de Antonio Berni. Obsérvenlas y luego analicen los
cambios que experimentó el trabajo de este artista a través de los años, especialmente entre la década de 1930 y la de
1960.

Lean las páginas de esta sección y observen las imágenes.


1. Busquen en Internet información sobre la técnica del collage. Luego expliquen de qué manera la utilizó Berni y
con qué fin. Para ello, tomen en cuenta los materiales que empleó el artista en la elaboración de las obras en las que
representó a Juanito Laguna y Ramona Montiel.
2. Observen la obra Las vacaciones de Juanito Laguna y respondan.
a. ¿Qué elementos de esta obra denotan el aprovechamiento de los objetos desechados por la ciudad?
b. ¿En qué condiciones viaja la familia de Juanito? ¿Qué expresión tienen los rostros de los mayores? ¿Qué habrá
querido relatar Berni en esta obra?
3. Conversen sobre las similitudes y diferencias que existen entre los personajes de Juanito Laguna y Ramona
Montiel. Luego expliquen cómo las expresó Berni, según el uso que les dio a los materiales.

PÁGINA 336.
EN PALABRAS DE…
En palabras de un historiador.
“Esta especie de cruzada purificadora de los desvíos peronistas no podía encararse sin una efectiva reparación de los
desplazados de 1945, pero tampoco si se conservaban en sus puestos aquellos que habían sido los principales
representantes de la política de Perón. Por lo tanto, el primer paso fue la represión a los peronistas. Diez días después
de asumir Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas, la revolución dictó el decreto ley Número 3855 que disolvía el Partido
Peronista y decretó la inhabilitación de todos los dirigentes políticos y gremiales que hubieran participado en los
gobiernos peronistas. En diciembre de 1955, la represión se desencadenó contra aquellos que eran conocidos peronistas:
’[…] [Los militares] confeccionaron la lista de los nueve mil dirigentes, delegados y activistas, que colmaron las cárceles
en todo el país, crearon medios de delación; lanzaron todos los aparatos represivos contra los trabajadores; los domicilios
eran violados, las libertades cercenadas; miles de dirigentes inhabilitados, los patrones iniciaron un verdadero certamen
de represión en sus establecimientos, la representación sindical suprimida, […] todo ello para borrar los rastros de la
‘dictadura’ peronista, para devolver al país la libertad y la moralidad que nosotros habíamos mancillado”.
Ernesto Salas, La resistencia peronista: la toma del frigorífico Lisandro de la Torre, Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, 1990.

En palabras de Juan D. Perón.


“Mientras estaba exiliado en Panamá establecía enlace con el doctor John William Cooke, quien desde la cárcel me
comunicaba que había constituido el Comando Peronista de la Capital para enfrentar la lucha a que nos llevaba la canalla
dictatorial. A él le he hecho llegar mis directivas y en él delegué en aquella ocasión mi representación total en el país.
Como los intentos de la dictadura de asesinarme llegaban a mí a traves de sus enviados, mandé al doctor Cooke un
documento en el que lo declaraba mi reemplazante en caso de muerte. El doctor Cooke fue el único dirigente que se
conectó conmigo y el único que tomó abiertamente una posición de absoluta intransigencia como creo yo que
corresponde al momento que vive nuestro movimiento […]
El sabotaje, el boicot a las compras y al consumo, el derroche de agua, las destrucciones de las líneas telefónicas y
telegráficas, las perturbaciones de todo orden, las huelgas, los paros, las malas protestas tumultuosas, los panfletos, los
rumores de todo tipo, la baja producción y el desgano, la desobediencia civil, la violación de las leyes y decretos, el no
pago de los impuestos, el sabotaje a la administración pública, solapada e insidiosa, etc., son recursos que bien ejecutados
pueden arrojar en pocos días a cualquier gobierno […] por eso creo que la resistencia no ha sido bien llevada, porque la
gente se ve más atraída por las bombas y los incedios que son efectivos si no se olvidan las otras cosas que quizás más
pequeñas, pero que ejecutadas en millones de partes resultan mayores y más efectivas que hacer volar un puente o
incendiar una fábrica”.
Juan Domingo Perón, en Correspondencia Perón-Cooke, Buenos Aires, EKA, 1972. Página 337.

En palabras de un ministro de Economía.


“A la caída de Perón en septiembre de 1955, se presentó el problema crucial de establecer el orden socioeconómico que
habría de imperar en la república. Durante los diez años de la dictadura peronista, había regido un sistema contrario al
orden liberal de la constitución, que técnicamente debe ser considerado como nacionalsocialista. Parecía obvio que
derrocado el régimen peronista, debíamos volver al sistema constitucional.
Así lo sostuve en el seno del gobierno de la Revolución Libertadora como subsecretario de Comercio primero y ministro
de Industria después, a lo largo de siete decisivos meses. Acompañado en mi manera de pensar […] coincidíamos con
Frondizi en la crítica a muchos criterios anacrónicos sostenidos por el radicalismo y el socialismo, pero estábamos en
polos diametralmente opuestos en cuanto a la “esencia” del sistema socioeconómico que debía prevalecer”.
Álvaro Alsogaray, en la revista Todo es historia, marzo de 1988. En palabras de una agrupación obrera.

“La revolución realizada por la oligarquía que siempre dominaba nuestra sociedad […] está subestimando el poder y el
valor de los trabajadores […] pero ¿han pensado para qué sirve su dinero? El dinero solo tiene valor para comprar bienes
para uso y consumo. Quien hace con su energía todos, absolutamente todos, sus bienes ¡OBREROS! Ni marineros, ni
soldados, ni comerciantes hacen bienes […] ellos solo consumen […] mientras que los que producen, los obreros, nunca
ganan suficiente para poder disfrutar las mercancías que hacen […]. Perón entendía esta verdad innegable […] sabía y
sabe que ustedes son la base de todo: las casas, los rascacielos, las máquinas, los caminos, los puertos, todo esta hecho
por ustedes”.
Volante de la Agrupación Obrera de Lomas de Zamora, 1956.

En palabras de un historiador.
“También era frecuente el hostigamiento dentro de los sindicatos. Los interventores eran con frecuencia socialistas,
radicales o sindicalistas que, activos en la era anterior a 1946, ahora aprovechaban las nuevas circunstancias para ajustar
nuevas cuentas. También dentro de las fábricas, en el plano de los jefes y capataces, hubo mucho margen para la
persecución por motivos personales […].
Esta nueva relación de fuerzas en el plano del taller y la planta fue una condición vital de cumplimiento indispensable
para la aplicación de la política de productividad ideada por el gobierno. El decreto 2739 se convirtió en la Biblia de los
empleadores, que según lo autorizaba el artículo 8, procuraban eliminar los ’obtáculos de la productividad’.
Considerados individualmente, esos ‘obstáculos’ eran cuestiones de poca monta, pero acumulados representaban mucho
más. En el ánimo de los trabajadores constituyeron la decisiva piedra de toque mediante la cual podían evaluar el cambio
de circunstancia operado desde la caída de Perón y medir las consecuencias concretas que la nueva conducción política
del país significaba para su vida de trabajo. En este sentido tal vez haya sido de más importancia, para confirmar la
lealtad peronista de la mayoría de los trabajadores, que la cuestión lisa y llana de los salarios”.
Daniel James, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora (1946- 1976), Buenos Aires,
Sudamericana, 1990.

PÁGINA 338.
Actividades. Voces en diálogo.
1. a. ¿Cuáles fueron los objetivos políticos de las Fuerzas Armadas al producir el golpe de 1955? b. Relacionen
estos objetivos con el fragmento del historiador Ernesto Salas citado en la página 336. ¿Por qué las Fuerzas Armadas
tomaron esas decisiones?
2.
a. Busquen en el sitio www.educ.ar el video “La resistencia peronista” y luego respondan. a. ¿Cuales
fueron las etapas en la organización de la “resistencia peronista”?
b. Relacionen el contenido del video con el fragmento de la correspondencia Perón- Cooke citado en la
página 336. ¿Qué diagnóstico hacía Perón sobre la “resistencia peronista”?
Nota del corrector: El texto original contiene, como parte del siguiente ejercicio, una caricatura. Esta representa, de
forma cómica, a dos personas, una montada sobre una carroza y otra que tira de esta con su propia fuerza. La
persona que está montada es Frondizi y la persona que tira de la carroza es Ricardo Balbín. Fin de la nota.
3. Observen la siguiente caricatura publicada en la revista Tía Vicenta. Luego respondan: ¿por qué la caricatura
alude irónicamente a la relación entre Frondizi (canditato de la ucri) y Ricardo Balbín (candidato de la ucrp)? Para
elaborar sus respuestas, tengan en cuenta los resultados electorales de 1958.
4.
a. Describan los bloques sociales enfrentados a partir de 1955.
b. Analicen las formas que adquirió ese enfrentamiento social y relaciónenlas con el contenido del
fragmento del volante citado en la página 337.
5.
a. Realicen una red conceptual titulada “Las políticas desarrollistas”.
b. Lean el tema correspondiente en este capítulo y respondan: ¿cuáles fueron los alineamientos de la
burguesía agraria e industrial frente a estas políticas?
6. Comparen la situación económica durante el gobierno de Frondizi y el de Illia. Tengan en cuenta las siguientes
cuestiones: las medidas económicas, el papel del Estado, las relaciones con el peronismo y el vínculo con las Fuerzas
Armadas.
7.
a. Lean el texto del economista Álvaro Alsogaray citado en la página 337.
b. Expliquen qué intepretación realiza sobre el peronismo.
c. Identifiquen cuáles eran sus vínculos económicos y sociales y qué papel político desempeñó en la etapa
estudiada en este capítulo.
8. Analicen la interpretación del historiador Daniel James respecto de las relaciones entre el capital y el trabajo
citada en la página 337. ¿Cuáles fueron los cambios respecto al control de la producción en las fábricas durante el
período 1955-1966?
9.
a. Elaboren una línea de tiempo correspondiente al período 1955-1966.
b. Relean la información de este capítulo.
c. Marquen sobre la línea los períodos presidenciales y las principales medidas económicas. d.
Identifiquen cada período presidencial con dos conceptos que representen su posición en materia de
política económica, social e internacional.

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