18 - El Verbo

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EL VERBO

Concepto y caracterización general del verbo

A lo largo del tiempo, la definición de verbo ha sido muy debatida. Desde la


antigüedad, algunos gramáticos consideraron el verbo como núcleo central de la frase.
Para Aristóteles, era término de predicación por excelencia. Otros prefirieron reparar
en las características morfológicas.
Según Giammatteo y Albano (2006), nuestra mente suele percibir los objetos de
manera estática y espacial. Sin embargo, concibe representaciones dinámicas en
relación con los sucesos o eventos en los que esos objetos intervienen. Desde este
punto de vista, mientras los objetos físicos existen y se ubican en el espacio, los
eventos ocurren o duran en el tiempo.
A partir de estas consideraciones, estas autoras proponen la siguiente definición
de verbo: “El verbo es el elemento alrededor del cual se centra la predicación; de este
modo, el suceso se presenta como una puesta en escena que implica necesariamente
determinados actores o participantes, manifestados por los argumentos [o
complementos] del verbo” (Giammatteo y Albano, 2006, p.37).
Según manifiesten o no categorías morfológicas, las formas verbales se dividen,
por un lado, en formas finitas o conjugadas y, por el otro, en no finitas o no
conjugadas (infinitivo, participio y gerundio).

LAS FORMAS VERBALES CONJUGADAS

Caracterización morfológica

Morfológicamente, las formas finitas del verbo flexionan según dos tipos de
categorías: las propiamente verbales (tiempo, modo y aspecto) y las que reciben por
concordancia (número y persona).

A) Categorías morfológicas propias del verbo

1. El Tiempo
Una primera categoría morfológica propia del verbo y que no está presente en
ninguna otra clase de palabra es el TIEMPO. Toda forma verbal sitúa una acción o un
proceso en relación con otra forma verbal presente de manera implícita o explícita en
el contexto. Por eso, lo que el hablante designa como pasado, presente y futuro son,

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en realidad, relaciones temporales de simultaneidad, anterioridad y posterioridad
que se miden en relación con el hablante.
La categoría semántica de la temporalidad se realiza, fundamentalmente, a
través del tiempo gramatical (propiedad flexional obligatoria) y de los adverbios
temporales (elementos adjuntos al verbo).
A su vez, cuando hablamos de tiempo, esta palabra también designa a cada uno
de los paradigmas en que se estructuran las formas de la conjugación (simples y
compuestas) en cada modo (Indicativo, Subjuntivo, Imperativo).
Hay algo que debemos tener en cuenta para no confundir: el tiempo gramatical
no se corresponde exactamente con el tiempo físico, mensurable y representable
mediante una recta, donde se ordenan secuencialmente los eventos. Como hemos
señalado, el tiempo gramatical sitúa un evento en relación de simultaneidad,
anterioridad o posterioridad respecto de otros puntos de la línea temporal.
Hay dos tipos de tiempos verbales:

a) Absolutos o deícticos: se determinan en relación con el tiempo de emisión


(presente, pretérito perfecto simple y futuro). Veamos el siguiente ejemplo:

El satélite argentino de observación SAOCOM1B ya está en el espacio. Ingenieros de la


UNLP participaron activamente en el diseño y construcción de diferentes componentes e
instrumentos vitales del satélite. La puesta en órbita del SAOCOM 1B permitirá medir la
humedad de los suelos y alertará sobre potenciales inundaciones, entre otros servicios.
(Adaptado de https://investiga.unlp.edu.ar/cienciaenaccion/rumbo-al-espacio-se-lanza-el-
saocom-1b-el-satelite-argentino-con-el-sello-de-la-unlp-18864)

Las formas verbales conjugadas que aparecen destacadas en el fragmento son “está”,
“participaron”, “permitirá” y “alertará”, que corresponden a los tiempos verbales
Presente, Pasado o Pretérito y Futuro. Ese tiempo Presente es el tiempo de la
enunciación del hablante y alrededor de este tiempo se organizan el pretérito y el
futuro. En el ejemplo, “participaron” (que indica un acontecimiento anterior a otro) y
“alertará” (que señala un suceso posterior) están dispuestos en el texto tomando
como punto de referencia (O) el presente (“está”). Por lo tanto, “participaron”
establece una relación de anterioridad respecto de “está”, y “alertará”, una relación de
posterioridad, también respecto de “está”, como puede apreciarse en esta línea de
tiempo:

“participaron” “está” “alertará” – “permitirá”


(anterioridad) O (posterioridad)

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b) Relativos o anafóricos: se orientan según otra referencia porque su señalamiento
temporal es de simultaneidad, anterioridad o posterioridad (pretérito imperfecto,
pretérito pluscuamperfecto, condicional, pretérito perfecto compuesto, pretérito
anterior, condicional compuesto y futuro compuesto). Podemos apreciar esto en el
siguiente fragmento:

Agostino recibió las felicitaciones de sus compañeros, ligeramente resentidas en los


más jóvenes que envidiaban un destino semejante. A dos o tres podría sonreírles la
fortuna, como había sucedido con Agostino, pero la mayoría poco conocería del mundo.
(Fragmento extraído de El mar que nos trajo, de Griselda Gambaro)

Si observamos con detenimiento las formas verbales que aparecen aquí,


podremos ver que, en este texto, se da una situación un poco diferente de la que
vimos antes. En este caso, los tiempos ya no se organizan alrededor del presente,
sino que el punto de referencia se ha desplazado hacia otro tiempo verbal (O’), el
pretérito perfecto simple (“recibió”). Por lo tanto, las relaciones de anterioridad, de
simultaneidad y de posterioridad ya no se expresan con el pretérito perfecto, el
presente o el futuro, sino con el pretérito pluscuamperfecto (“había sucedido”), el
imperfecto (“envidiaban”) y el condicional (“podría”, “conocería”), respectivamente.

O’ O
Pret. pluscuamperfecto Pret. imperfecto Condicional
(anterioridad) (simultaneidad) (posterioridad)
Había sucedido recibió (1º plano) conocería
envidiaban (2º plano) podría sonreír(les)

2. El Modo
Otra categoría morfológica propia del verbo es el MODO, que está ligado a la
categoría semántica de la modalidad, determinada por la actitud del hablante ante su
enunciado. Los modos verbales son: Indicativo, Subjuntivo e Imperativo. Por
ejemplo:
Siguió mis consejos. (Modo Indicativo)
Quizá siga mis consejos. (Modo Subjuntivo)
Seguí mis consejos. (Modo Imperativo)

a) Modos Indicativo y Subjuntivo


El modo indicativo es el modo de la “realidad” o el que se utiliza como forma
objetiva de expresión del hablante. En cambio, el subjuntivo es el modo de la
“irrealidad”, empleado como una forma subjetiva de expresión del hablante.

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Si volvemos al primer ejemplo que analizamos, podremos ver que los verbos
están expresados en modo indicativo porque el hablante presenta cada acción
verbal como algo real, que existe de manera positiva o negativa, que se ha
realizado, se está realizando o se realizará efectivamente, tal como ocurre en las
oraciones enunciativas:

El satélite argentino de observación SAOCOM1B ya está en el espacio. Ingenieros de la


UNLP participaron activamente en el diseño y construcción de diferentes componentes e
instrumentos vitales del satélite. La puesta en órbita del SAOCOM 1B permitirá medir la
humedad de los suelos y alertará sobre potenciales inundaciones, entre otros servicios.

En el modo subjuntivo, en cambio, la acción se presenta como algo virtual, es


decir, como un deseo, duda o posibilidad, independientemente de su realización
efectiva, tal como aparece en las oraciones desiderativas (“Ojalá llueva pronto”) o
dubitativas (“Quizá llueva el fin de semana”). En el caso del modo subjuntivo, vemos
que junto a la forma verbal aparece un elemento que actúa como índice de esa
modalidad, por ejemplo, el adverbio “quizá”. El subjuntivo se usa poco como modo
independiente, ya que es el modo de la subordinación por excelencia (por ejemplo,
“Pidió que vinieran pronto”).

b) Modo Imperativo
El modo imperativo se emplea cuando el hablante adopta la actitud de querer
modificar o influir en la conducta del interlocutor. Este modo se usa exclusivamente en
la función apelativa del lenguaje y expresa mandato, ruego o consejo (oraciones
exhortativas), como podemos ver en los siguientes ejemplos:

Medidas de prevención para el coronavirus y otras enfermedades respiratorias


• Distanciamiento social (mantenete a dos metros de distancia de otras personas)
• Lavate las manos frecuentemente con agua y jabón o alcohol en gel.
• Tosé o estornudá sobre el pliegue del codo o utilizá pañuelos descartables.
• Desinfectá bien los objetos que se usan con frecuencia.
Nos cuidemos entre todos.

Son propias del modo imperativo la segunda persona del singular y del plural
(tosé vos). La forma de tercera persona singular o plural pertenece al subjuntivo.
También suele incluirse en el modo imperativo la primera persona del plural
(cuidemos), dado que la orden que se imparte está dirigida a las segundas personas,
pero afecta también a las primeras. En el caso de usted y ustedes se emplean las
formas del presente del subjuntivo: por ejemplo, el texto podría haber dicho
“Desinfecte bien los objetos que se usan con frecuencia”.

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3. Aspecto
El aspecto está ligado al tiempo interno del evento. Esto significa que no localiza
la acción verbal en relación con el punto de habla, sino que especifica su estructura
interna (cómo ocurre o transcurre, si se repite, etc.). Veamos estos ejemplos:

En el verano del 89 se produjeron dos acontecimientos importantes en la vida de


Agostino cuyo transcurso no le había deparado sufrimientos ni alternativas notables. En
primer lugar, su futuro cuñado intercedió ante la compañía naviera en la que trabajaba y
le consiguió un contrato como marinero en la línea Génova Buenos Aires. En segundo
lugar, se casó con Adele.

Cada atardecer, salvo que el tiempo lo impidiera, salía en barca bajo patrón en jornadas
que, según la pesca, concluían al amanecer o al mediodía siguiente. Se trabajaba mucho
y se ganaba poco.

El aspecto se refiere a cómo se concibe la acción representada por la forma


verbal y está ligado a la categoría semántica del modo de acción. Si observamos las
expresiones destacadas en amarillo, podremos ver que las acciones se presentan
como cumplidas o acabadas: este es el aspecto perfectivo. En cambio, las que están
resaltadas con verde muestran acciones que están en desarrollo como un proceso
incompleto o habitual: en este caso, se trata del aspecto imperfectivo.
Morfológicamente, el aspecto sólo se manifiesta en el contraste entre el pretérito
perfecto simple (consiguió, acción terminada) y el pretérito imperfecto (trabajaba,
acción inacabada o habitual) del Modo Indicativo. En español, la información
gramatical sobre el aspecto con frecuencia se presenta superpuesta a las desinencias
temporales; por eso, determinadas perífrasis o frases verbales también manifiestan
características aspectuales:

ASPECTO SIGNIFICADO EJEMPLOS


incoativo o Indica comienzo de la acción o empezó a estudiar, rompió
ingresivo acción en sus inicios. a llorar, echó a andar
Marca específicamente la
terminó de comer, acabó
terminativo conclusión o finalización de la
de estudiar
acción.
reiterativo Indica la repetición de una acción volvió a caerse
Señala una acción que se repite
frecuentativo suele llover en esta época
con frecuencia.

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B) Categorías morfológicas por concordancia

Persona y número
En los verbos se distinguen tres personas, que se corresponden con los
componentes del acto comunicativo:

• 1° persona, relacionada con el YO del hablante.


• 2° persona, relacionada con el TÚ / VOS del oyente.
• 3° persona, referida a lo que no es ni el hablante, ni el oyente; es la no-persona a la
que hacía referencia Benveniste, porque se trata del ausente en el diálogo.

Tanto la persona como el número suelen aparecer fusionados en la misma


desinencia: por ejemplo, -mos (1ª persona y número plural). Por ese motivo, en
español podemos omitir la referencia pronominal, ya que la información de la persona
gramatical está contenida en la desinencia verbal.

¿Cómo aparecen en una forma verbal conjugada las categorías morfológicas que
hemos estudiado? Si analizamos, por ejemplo, la palabra saltábamos, podemos ver
que al significado léxico que aporta la raíz salt-, se le agregan significados
gramaticales a través de morfemas flexivos que se combinan con la raíz: 1ª persona
plural (-mos), tiempo pretérito, modo indicativo y aspecto imperfecto (-ba-), además de
distinguirse la vocal temática (-a-).

Caracterización sintáctica y semántica

Sintácticamente, el verbo, que es la palabra central de la predicación, cumple la


función de núcleo del predicado. Esta función no es privativa del verbo porque
también el sustantivo, el adjetivo y el adverbio pueden ser núcleo del predicado; no
obstante, posee la “función obligatoria” de predicado, que es la única que cumple en la
estructura oracional.
Según la naturaleza del verbo, va a tener sus modificadores, que pueden ser
complementos, seleccionados o exigidos por el verbo y que desempeñan un papel en
la estructura temática o argumental (objeto directo, objeto indirecto, complemento de
régimen, predicativos y complemento agente) o adjuntos, que son más externos o
“periféricos” y no son nunca obligatorios, por lo que pueden agregarse o quitarse
libremente (circunstanciales).

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Atendiendo a un criterio semántico, se ha dicho, tradicionalmente, que el verbo
hace referencia a acciones (romper, hablar); no obstante, los gramáticos han reparado
en que también alude a procesos (crecer, envejecer) y a estados (ser, estar). En
tiempos más recientes, han señalado que los verbos indican un evento, es decir, un
suceso o acontecimiento que ocurre en el tiempo (Marin, 2008).

Caracterización del verbo según clasificaciones binarias

Si tenemos en cuenta las clasificaciones binarias, podemos decir que el verbo


es una categoría variable (porque admite la flexión), que pertenece a series
abiertas (porque constantemente aparecen nuevas formas léxicas). Además, es una
categoría llena (porque se asocia con conceptos o ideas que pueden ser evocadas o
porque posee un contenido léxico que representa algún concepto) y mayor (porque
admite complementos).

LA CONJUGACIÓN DEL VERBO EN ESPAÑOL

Una conjugación es el conjunto de las variaciones que presenta el verbo. Según


las formas que tomen al ser conjugados, los verbos se organizan en tres grandes
grupos denominados primera, segunda y tercera conjugación. La primera conjugación
abarca todos los verbos terminados en -ar, y el modelo utilizado por los gramáticos es
el verbo amar; la segunda corresponde a la terminación -er, cuyo verbo modelo es
temer; la tercera conjugación es la de los terminados en -ir, y su modelo es partir.
Las formas verbales que integran este paradigma están organizadas en tres
modos (indicativo, subjuntivo e imperativo). A su vez, el modo indicativo y el
subjuntivo comprenden una serie de tiempos, que se organizan según el número
(singular o plural) y la persona (1ª, 2ª o 3ª) del sujeto. Una particularidad que se
observa, en relación con las personas gramaticales –y que hay que tener en cuenta en
la 2ª persona–, es la cortesía: para dirigirnos a alguien de manera respetuosa y marcar
distancia de nuestro interlocutor, utilizamos la forma usted, que concuerda con el
verbo expresado en 3ª persona (usted viaja). La forma usted se empezó a usar en el
siglo XVII con el significado de “vuestra merced”. En cambio, para el trato informal o de
confianza, se emplean la forma tuteante (en España y en la mayor parte de América) o
la forma voseante (en la Argentina y Uruguay). La forma vosotros de la 2ª persona
plural ya no se utiliza en América; en España, en cambio, se mantiene la distinción
entre vosotros (para el tratamiento de confianza) y ustedes (para el trato formal).

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El modo indicativo consta de 10 tiempos; el subjuntivo, de 6 tiempos y el
imperativo, solo de uno, el presente. En 1973, la Real Academia Española incorporó al
modo indicativo dos tiempos que antes constituían el Modo Potencial: el condicional
simple y el condicional compuesto.
A su vez, en los modos indicativos y subjuntivos podemos reconocer tiempos
simples y tiempos compuestos. Los tiempos simples están formados por una sola
palabra, mientras que los tiempos compuestos están constituidos por el verbo haber
(conjugado en su forma simple) y el participio del verbo que aporta el contenido léxico
(por ejemplo, he comido).

SIGNIFICADO DE LOS TIEMPOS VERBALES

a) Los tiempos del modo indicativo

El presente
Indica la coincidencia entre el momento del habla y el del evento. La coincidencia
puede ser exacta si el predicado tiene naturaleza puntual, actual o momentánea, como
en “El arquero ataja la pelota y la lanza al centro de la cancha” o en “Te lo prometo”.
Por lo general, el evento no es puntual, sino que se extiende a lo largo de un
intervalo, de manera que el momento del habla queda incluido en el del evento. El
presente puede describir una propiedad o un estado de personas, cosas o situaciones
(“Emilio sigue enojado con nosotros”), puede realizar una generalización que no se
restringe a un momento ni a un intervalo (“Esta especie de plantas no necesita mucha
agua”, “La vida es un largo día”), o puede hacer referencia a acciones repetidas (“Me
levanto muy temprano; mientras tomo mate, escucho la radio”).

El pretérito perfecto simple


Este es el tiempo absoluto del pasado, que hace referencia a un acontecimiento
puntual que tuvo lugar antes del momento del habla y que se presenta de manera
completa, incluyendo el inicio y el final. A menudo, alguna expresión temporal
especifica el momento preciso en que se produjo esa acción. Por ejemplo, “Manuel
cruzó veloz la avenida”; “Marta leyó toda la tarde”, “A las 8.45, el director pronunció el
discurso” y “Ayer me levanté muy temprano; desayuné y me fui a trabajar”.
Al no estar vinculado directamente al presente –como el pretérito perfecto
compuesto– ni suponer otro punto de referencia, el pretérito perfecto simple es la
forma verbal más apropiada para las narraciones, pues permite encadenar la
secuencia de acciones en el relato histórico o ficcional.

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El pretérito imperfecto
Esta designación privilegia la perspectiva aspectual y alude al carácter no
delimitado (o no terminado) del pretérito imperfecto, en oposición al delimitado (o
terminado) del pretérito perfecto simple. Este último permite ver el evento en su
totalidad, incluido su inicio y su final, mientras que el imperfecto solo muestra un
momento de su desarrollo, como en “Cuando vimos a Manuel, cruzaba la avenida”. En
este ejemplo se focaliza un momento de una acción en curso, sin incluir el final. El
pretérito imperfecto también alude a una acción pasada que se repite o que es habitual
(“En esa época me levantaba muy temprano; mientras desayunaba, escuchaba la
radio”).
Desde una perspectiva temporal, el pretérito imperfecto es un tiempo relativo y,
como tal, se lo mide en relación con un punto de referencia, por lo general, el pretérito
perfecto simple, como en “Me juró que le gustaban esos zapatos”. Así, en las
narraciones, las acciones se expresan mediante el pretérito perfecto simple, que actúa
como punto de referencia para situar algunos contenidos en un primer plano. En
cambio, el pretérito imperfecto se emplea para las descripciones, es decir, para
presentar y describir personajes, lugares, situaciones que participan de la narración
(“El pasajero llegó tarde. Era un anciano y parecía muy cansado”). En este sentido,
esta forma verbal ubica los contenidos descriptivos en un segundo plano. Además, se
lo utiliza para indicar simultaneidad en el pasado (“Cuando él entraba al banco, yo
salía”).

El futuro simple
Este tiempo es prospectivo porque ubica el evento en un momento posterior al
momento del habla, como en “Lo visitaré el próximo fin de semana” o en “Se lo diré
cuando lo vea”. Sin embargo, en el español de América ese valor temporal se expresa
por la perífrasis de ir a + infinitivo: “Se lo voy a decir cuando lo vea”.

El condicional simple
El condicional corresponde a un “futuro en el pasado”, donde se sitúa el punto de
referencia. Por ejemplo, en “Dijo que vendría a la reunión”, el condicional simple
señala posterioridad en el pasado, es decir, la acción expresada por “vendría” es
posterior a la de “dijo”.
En el periodo hipotético, el condicional simple, restringido a la apódosis –es decir,
la idea que sigue a la condición que se enuncia–, puede indicar posibilidad (“Si
consiguiera ese libro, lo leería”). A veces también puede expresar irrealidad, como en

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“Si tuviera más tiempo, leería su última novela”: en este caso, Si tuviera más tiempo
implica ‘No lo tengo’, de manera que leería se interpreta como ‘no leeré la novela’.

El pretérito perfecto compuesto


A diferencia del perfecto simple, este tiempo es relativo, pues expresa la
anterioridad de una situación con respecto a un punto de referencia situado en el
presente. Se usa para aludir a ciertas situaciones pretéritas, que tienen lugar en un
intervalo que se abre en un punto inespecífico del pasado y se prolonga hasta el
momento de la enunciación y lo incluye. Por eso, esta forma verbal es apta para
referirse a un periodo inconcluso (“Este año ha sido negativo hasta ahora”) o para
acciones alejadas del presente, cuyas consecuencias duran todavía (“El
descubrimiento de América ha confirmado teorías científicas”).
Cabe aclarar que, en el Noroeste de la Argentina, la distinción entre el perfecto
simple y el perfecto compuesto se ha neutralizado y resulta favorecida la forma
compuesta en detrimento de la simple.

El pretérito pluscuamperfecto
Este tiempo relativo, aspectualmente perfectivo, expresa anterioridad en el
pasado. Hace referencia a una acción pasada y acabada anterior a otra también
pasada, formulada en pretérito perfecto simple. Por ejemplo, en “Dijo que había salido
de su casa a las cinco”, la acción de salir de la casa es anterior a la de decir. Ese
momento no siempre es inmediatamente anterior, sino que pudo ocurrir mucho antes.

El pretérito anterior
Esta forma verbal hace referencia a una acción inmediatamente anterior a otra
expresada en pretérito perfecto simple. Por ejemplo, “Tan pronto como hubo
pronunciado el discurso, se sintió más tranquilo”. Su uso –restringido en el español
actual a la lengua literaria– se limita a las cláusulas temporales introducidas por
locuciones que indican inmediatez, es decir, una distancia mínima entre el evento y el
punto de referencia (después de que, luego de que, no bien, tan pronto como,
apenas). Los hablantes suelen reemplazarlo por el pretérito perfecto simple (“Tan
pronto como pronunció el discurso, se sintió más tranquilo”).

El futuro compuesto
A la inversa del condicional simple, este tiempo sitúa el evento como anterior al
punto de referencia, que se ubica en un momento posterior al momento del acto de
habla. En el ejemplo “Cuando llegue a casa, ya se habrán ido al cine”, el evento de ir

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al cine se sitúa como anterior al punto de referencia, que está dado por el tiempo de la
cláusula temporal Cuando llegue a casa. A su vez, este es posterior al momento del
habla.

El condicional compuesto
Este tiempo verbal expresa una acción futura en relación con un momento
pasado, pero anterior a otra acción. Por ejemplo, en “Me prometió que cuando volviera
habría estudiado”, habría estudiado es un evento posterior en relación con el primer
punto de referencia (prometió), pero es anterior respecto del segundo punto de
referencia (volviera).
El condicional compuesto presenta, también, un valor de irrealidad en la oración
principal del período hipotético (“El pintor habría terminado su obra de arte para la
muestra si hubiera tenido más tiempo”).

b) Los tiempos del modo subjuntivo

El presente
Por el carácter irreal del subjuntivo y eventual de las representaciones temporales
del futuro, es natural que presente y futuro se confundan en una sola forma. Por
ejemplo, “Espero que hoy Pablo llegue temprano a la oficina”.

El pretérito perfecto compuesto


Indica anterioridad respecto al presente (“Siento que haya dicho eso”) y expresa
una acción finalizada en el pasado.

El pretérito imperfecto
Puede utilizarse para hacer referencia a acciones presentes, pasadas o futuras,
según el contexto de aparición. Puede usarse por concordancia verbal cuando el verbo
principal está en pasado (pretérito imperfecto, pretérito perfecto simple y pretérito
pluscuamperfecto del indicativo) o en condicional (tanto simple, como compuesto). Por
ejemplo, “Lamentaba que fuera tan terco”; “Le rogó que no se fuera”. Se emplea,
incluso, para expresar la condición en el periodo hipotético (“Si quisiera, todo se
resolvería pronto”). Además, se usa en las cláusulas concesivas con valor modal de
posibilidad o irrealidad: “Aunque estuviera cansado, iría a la fiesta”; “Aunque viviera su
padre, no se sentiría tranquila”.

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El pretérito pluscuamperfecto
Señala anterioridad en el pasado dependiendo de otro verbo (en pretérito o
condicional simple) que exprese duda, temor, emoción o posibilidad: “Confié en que no
hubiera pasado nada malo”; “Me encantaría que nada hubiera cambiado”. Se emplea
en las cláusulas condicionales para indicar que la condición es imposible o irreal:
“Habríamos ido a la fiesta, si hubieses llegado a tiempo [pero no llegaste]”; “Si me lo
hubiera preguntado, se lo habría dicho [pero no me preguntó]”.

El futuro simple
Indica anterioridad o simultaneidad respecto al futuro. Está en desuso, aunque
sobrevive en frases hechas, en el lenguaje jurídico y administrativo. Por ejemplo, “Sea
lo que fuere”, “Si así no lo hiciereis, Dios y la Patria os lo demanden”. Ha sido
reemplazado por el presente o el pretérito imperfecto del subjuntivo.

El futuro compuesto
Indica anterioridad en el futuro. Su uso prácticamente ha desaparecido y solo se lo
encuentra en textos legales (“Los que se presentaren después de que hubiere
caducado el plazo no serán atendidos”). Puede ser reemplazado por el pretérito
pluscuamperfecto de subjuntivo.

Bibliografía consultada

Di Tullio, Á. (1997). Manual de gramática del español. Buenos Aires: Edicial.


Di Tullio, Á. y Malcuori, M. (2012). Gramática del español para maestros y profesores
del Uruguay. Montevideo: ANEP, ProLEE.
García Negroni, M. M. (2016). Para escribir bien en español. Claves para una
corrección de estilo. Buenos Aires: Waldhuter Editores.
Giammatteo, M. y Albano, H. (2006). ¿Cómo se clasifican las palabras? Buenos Aires:
Littera Ediciones.
Gómez Torrego, L. (1998). Gramática didáctica del español. Madrid: SM.
Marin, M. (2008). Una gramática para todos. Buenos Aires: Voz activa.
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2010).
Nueva gramática de la lengua española. Manual. Buenos Aires: Espasa.

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