Giddens Anthony La Tercera Viapdf

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La renovación de

la socialdemocracia

Anthony Giddens
IA TERCERAVlA
Título origina]: TheThird Way
D . R. © Anthony Gtddms, 1998
burux

T
D . R . & De l i edición isipaíiola;
íífupo Smiilfani de Edición», SA, 199?
’lórrelaguna 60, 2804Í, Madrid, Eiparia

D.íLODf c a edición:
Sanrillajia Kítioones Generales, SA .d e C .V -, I9W
Av. Universidad 767, CoL d d Valle
M éaco, D,P. 03lOO,Td¿f&íio 5*20 7530
www.iaufusagijiUr.com.irLi

* Diuribuidoia y ¡ i d im Ajuib/ . A ir a iim u s , Alfaguara, S A ,


Calle 80 N o. 10-23. Sanraft de Bogotá, Colombia,
Tel.: 6 35 32 00
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* EdiraiiilSu icilIa D iSA
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Boleit* KV. Caracas Í0 7 I. Venezuela.
* Editorial Sim ilhna loe.
P.O. Box $462 Waco ftty. Puerto KkX?, 50919.
* Saniillana Puhli‘,h¡nj> Company Inc.
20Á$ H. W . $ 6 lh Avenue H iam i, Fl.» 33172 U SA
* Kíjicioiv» San tillan iSA (P.OU)
Javier deVjana 3350. Montevideo 11200, Uruguay,
* Aguijar, Altea. Taum*, Alfaguara, S A
BcaJcy 3860, (437. Buenos Ajíes,.
* Agtilar Chilena de Ediciones Lrda.
Dr. Aníbal Amrfa 1444.
Providencia, Santiago de Cl»ile. Tel,; 600 73 J 10 03
» Em iliana <|ejCosta Rica, S A
Apdo. Fosca! 878 -150» San José 1 ¿ 71-2050. C snu rt.íí3-

Prime/acdiciM; abril Je 2000


$£xia reimpresión: junio de 2005

ISBN: %8-l 9-0697-7


D. R. ÍJ IMscñoJe cubierta: Pep Cairió y SontaSdncht 2
tX R. © Tradu ción: Pedro Cifucnt« IIum±:

Im preso en Mélico

[ c d w t í d f íe t lv * ftsefv a d *. E a i p u Mxarion n c puede ser re p m d ira b . ni <n ti>i> (tí f í i fü


i t f , ni r ^ s r a d j «n o m riíTiú[¡da p M uijs'iíUfQl d e AXM pcnoln tic i nía m u o ¿ n . en ningurii
¿vttm ni por ningún mddiíi, * e j nyeAniots ÍWOqij£fil»COkíJectríiiÍtt>vjii^i<ílk»,dfienoáj*icQ, por
fccixofiii C o ia L y in « tt\ tin 1 1p e m il» p r M o, p oí «Ctito, A t b editorial.-
INDICE

Prefacio............... , ................., ....... 7

E1. SOCMLJSMO YSU PO•MRIDAD ................ 1J


Inmuertc del socialismo .............. f3
La socialdemocracia a la antigua ............. I9
Ln perspective neoliberal .......... 22
Las doctrines comparadas ................... 25
Los debates recreates ................ ..
Estructurns dc apoyo politico - - - .......... 32
El destine dc la socialdemocracia ......, ...... 35

2 39
La globalizacifin . ............ 40
El individualismo ...........................
Izquierda y derecha........................., 51
Capacidad de accion ........................ 60
Cuestiones ecologicas .......... ............ 66
La politica de la tercera via ... -...................... - 80

s EI• '-TfADO Y LA SOCI rtanD If\ML .....


Democratizando la demociucia .. .
La ciiestion de la sociedad civil ...............
Delincucncia y comiinidad 104
In familia deinocrâticn ...................... lO7

EL ADOSOClALCNV5R6OR ....... 119


El significado W la igualdad .......... 12 I
Inclusion y exclusifin ... 125
Una sociedad dc bicnestar positivo ........... 132
Eslrategias de invcrsion social ......- .. , , ..... 140

5
La iiacion cosmopolita ...................... 154
Pluralisms cultural................................................ l ro1
Democracia c‹›smopolita .................... 163
La Unifin Eiiropea ..........., .. ........... 167
PI gobicrno global ................ ......... 170
El fundamentalisms de mercado
a escala mundial .. , ............ .......... 17.5

Concliisic'n ............. , .............. 181

Notas ....:..............................................................185

fndice......................................................................... 195
PREFACiIO

uisiera que este libro fuera una contribuciñn al de-


bate que se de 11a en cstos momentos en muchos
parses sobre e1 futuro dc la polftica socialdemficrata.
Los motives del debate son basiante obvios —la gcite-
bra del “consenso del bienesmr" que predomino en los
prises industrializados hasta finales de los anos sctcntn,
el descrédito definitivo del marxismo y los profundos
cambios sociales, economicos y tecnologicos que cun-
iribuycron a que esto oeiirriera—. @ué deberia hacerse
en rcspuesta a ello, y si la socialdcmocracia puede siquie-
in sobrevivir coino tilosofia polftica distintiva, resulta
mucho menos obxio.
Creo que la socialdemocracia puede no silo sobm5-
vir, sino prospcrnr, tanto a nivel ideol6gico como
prâcu- co. Sin embargo, sñlo podra hacerlo si los
socialdcmé- crates cstân dispuestos a revisar opinioncs
anteriores inâs concienzudamcnte de lo que la mayoria
ha hechu hasm ahora. Necasiian encontrar una tercera
via. Como explico en eI texro, cl término ‘tercera via”
no tiene particular signlficacion en si mismo ni por si
mismo. Ha ido otilizado antcriormentc muchas feces
en la histo- ria de la socialdem,ocracia, y tambitn por
escritorcs y
poliucos dc tendencias ba.stantc diferentes. Hago
uso de él agm para rcferirme a la renowi0n
socialdemocra- ta —la versifin acnial dcl
replantearniento periodico que los socialdemocratas
han tcnido que ir malir ndo durante cl Filtimo siglo.
En Gran Bretana, la “tercera via” ha acabado
asociân- dose a la politics cte Tony Blair y el Nuevo
Laborisnio. Las cornicciones politicas de Tony Blair sc
han coinpa- rado a mcnudo con las de los Nuevos
Democrats en ks- mdos Unidos, y cieriamenie ha
habido contactos cswc- chos y directos cntre el Nnevo
Laburismo y Nos Nucvos Demé›cratas. Sc ha dicho que
“al iguaJ que los gobier- nos de Thatcher y Major, cl
gobierno de Blair busca la inspiracion a través del
Atlântico, no a través del canal. Su reti›rica es
americana, las inllucncizs intelectnaJes que han
inodelado su proyecto son americanas; en esti- lo
politico es americans” *.
Esia afirmacion no es del todo cierta. El programa
la- borista dc1 bicnestar para el traliajo, por ejemplo,
quiza tenga una impronta de estilo mnericano, pero
podrJa demostrarse quc cxtrae inâs inspiraciun de los
progra- mas escandinavos dc mercado de tiahajo activo
que de Estates Unidos. En ciianto a lo que haya de
vâlido en la observation, sin embargo, el énfasis
necesiia ser corre- gido. El deflate en torno al Nuevo
Laborismo, siendo vi- goroso e intere.ante, se ha
desarrollado en gran medida ajcno a las discnsiones
an:ilopas mantenidas por la so- cialdemocracia
continental diirante algJin tiempo. Ln ruptura de Tony
Blair con cl viejo laliorismo tire un lo-
F• 'b *cativo, pcro prâcticamcntn iodos los partidos
socialdernocratas continentalcs lian rcaiizado un tipu
de rupuua similar.
El debate en el Reino Unido necesita ponerse aJ
dia en muchos aspectos respecto a los sectores mâs
avanza- dos de la socialdcmocracia conuncntal. Con
todo, e1 Reino Unido estâ tambicn en situacién de
contribuir activamente a las nuexm ideas que ahora
aparecen. En lugar de simplemente apropiarse de
palms y nociones american as, Gran Brctaña podria
actuar de cataJizador en la interaccifin creativa entre
Estad‹›s Unidos y Euro- pa consnental. La mayoria de
los parses del continente no ha experimentado
periodos prolongados de gobier- no neoliberal como
los habidos en el Reino Unido. In- dependicntcmcntc
dc lo que pueda Faber logiado o no el thatcherismo,
lo cierto es que conmociono a la socie- dad britânica.
Margaret Thatcher, como la mayoria de los
neoliberales, no era una conservadora corricntc.
Enarbolarido la bandera del mercado fibre, amcé las
instituciones y Elites establecidas, mie-ritras>us politicas
‹laban consistencia a cambios que ya estaban recorrien-
do extensamente la sociedad. El Partido Lal›orista y sus
simpatizantcs intnlectuales respondieron inmediaiamen-
tc, rcafirmando en gran medida viejns convicciones
de izquierda. Sin embargo, los rcvcses clcctoralcs que
c1 partido sufrifi por ello necesariamcnte impulsaron
una nueva orientacién. En consecuencia, la discusién
politi- ca ha sido de alguna forma mâs librepensadora en
e1 Rei- ne Unido que en ins circulos socialdemécratas
del con- tinente. Ideas desarrolladas en Gran Bretana
p‹›dian tcncr rclcvancia dirccta part los debates
continentaies, ya que la mayor parte de cstos se Iran
dcsarrollado con un trasfondo distinto.
Este libro surgié a partir de una serie de
disciisioncs informales vespertinas entre Ian
Hargreaves, Geoff
Mulgan y yo misrno; qiiisieru moslrar mi
agradeciniien- to a ambos. Originariamentc, ibamos a
presenter un documcnto colectivo sobrc cl renacimiento
de la social- democracia. Por varios motivos, estc
prc'yecto no sc ma- icrializfi, pero maestros encuentros
me inspiraron mii- chas ideas. Debo dar especialrnente
las gracias a David Held, que leyo meticiilomrnente
varias versiones ‹lel manuscrito y cuyos comentarios
fucron cruciaJes para la recon.struccion del texto que
acabaria escribiendo. Entre otras pcrsonas que me
ayudaron muclio estân Martin Albrow, Ulrich Beck,
Alison Chemer.s, Miriam t•Iarkc, Amanda Goodall,
Flona Graham, John Gray, Steve I-Iil .Julias Le tlrand,
David Miliband, Hcnrictta Moore y Anne Power. Estoy
cspecialrnente en dcuda con Alcna Ledeneva, ‹jne no
sñlo contrihuyo cxtcnsnmente at libro en .su conjunto,
sino que me animo a continiiar siempre que mc vio
desalentado —algo que ociirrio con bastante
frccuencia.
i0
1
EL SOCIALISMO Y SU POSTERIDAD

En febrero de 1995, tras una reunifin politics con el


mando ainericano en Washington, Tony Blair hablo de
su aspirarifin a crear un conscnso internacional en el
centro izquierda para cl siglo xxI. El nuevo enfoque de-
sarrollaria un inarco politico para responder a las trans-
formacioncs en el orden mundial. “Iavicja irquierda se
rcsistia a ese cambio. In oueva derecha no queria
pro- pulsarlo. Nosotros tcnemo* que impulsar ese
cambio para producir solidaridad .social y prospeiadad
'”. La ta- rea es imponente, porque, coino indican
cstas a£irma- ciones, lps ideologias polfticas
existentcs han pcrdido repcrcusifin.
Hace ciento cincuenta años cscribio Marx que “un
especiro recorrc Europa”—cl cspectro del socialismo o
del comunism . Esto sigue siendo cierto, pero por
ra- zoncs difcrcntcs a las que Marx tenia en menu. El .s
cia- lismo y el comunismo han muerto, pero guen
rondân- donos. No podcmos simplernente desecliar los
valorcs c ideales que lxx irnpulsaron, ya que algunos
sigucn sicndo intrinsecos a la vida buena cuyn
realization cs el objetivo del desarrollo social y
cconomico. El rcto es conseguir que estos valorcs scan
tornados en cuenta alli donde el
program a economico del socialismo ha quedado
ties acreditado.
In ideas politicas parccen haber pcrdido hoy dfa
su capacidad pam cstimular y los litleres }x›1iticos su
capa- ciilad para dirigir. El debate publico estâ
doniinado por preocupaciones acerca de los criteños
morales en dccli- vc, las divisiones crecientes entre ricos
y pobrcs, lms ten- sioncs del Estado de bienesiar. Los
iinicos gnipos que parcccn resueltamente optiinistas
son los que ticnen fc en que la tecnologia resuelva
nucstros problemas. Peru el cambio tecnolñgico tienc
conseciiencias ambivalen- ces y, en cualquier caso, la
tecnologia no puede consti- tuir el furidamento dc un
programa politics elective. Si el r••sarniento politico va
a recobrar sus cuaJidades es-
timulantes no ha dc scr ni simplemeote reactivo ni limi-
tarse a lo cotidiano y a to provinciano. La vida
politics no cs nada sin ideaIs,_pero los irleolcs son
vacios st no_ sc rcfieren a posibilidades reales.
Nccesitamos saber tanto qué tipo de sociedad
deseariamos crear como las
%rmas concretes de acercarnos a clla. Este libro
quiere mostrar como pueden £caiizarse estos objetivos
y resu- cimr cl idcaiismo politico.
Mi principal panto dc referencia es Arran Bretafia,
aunt}ue muchos dc mrs argumeott›s tienen inayor al-
cance. En el Reino Unido, como en la aciualidad ocuirc
en muchos otros parses, la teoria va por dctrâs de la
prñcdca. Privados de las viejas certidumbrcs, los
gobier- nos que dicen rcprcsemar a la izquicrda estân
haciendo politics sobre la march a. El csqueleto de su
queha«er politics necesita ciibrirsc con came teorica
—no silo part rcspaJdar lo que haccn, sino para dotar a
la politics de un inayor sentido dc la direccion y el
prop sit .
Pucs, por supuesto, la izquierda lia csmdo siempre unida
at socialismo y, al menos corao sisteraa de gestiñn ecu
nfiraica, el socialismo ya no cxiste.

IMUIATEDELSCHflALISMO

Los origenes del socialismo estân ligados al


primer desarrollo de la sociedad industrial, cntre la
mitad y el ocaso del siglo xvin. Lo mismo puede
decirse de su prin- cipal oponente, el
conservadurismo, que cobra forma en respuesia a la
Revolucifin Frances El socialismo co- menu.fi siendo
un cucrpo de pensamiento opuesto at in-
dividuaJismo; su interés por desarrollar una critics
dcl capitalismo vino después. Antes de tomar un
significa- ilo muy especffico con el nacimiento dc la
Union Sovi\e- tica, el comunismo y el socialismo se
solapaban en gran medida, cada uno tratando de
defender la prirnacia de
IO SOGA o IO COfriufial.
El socialismo fuc antcs que nada un irnpulso filosnft-
co y ético, pero cmpezfi mucho antes de Marx a
tomar la apariencia de iina doctrina econfirnica. Puc
Marx, sin embargo, quien proporcionG al socialismo
una teoria econfimica elalx›rada. También étuo al
socialismo en el contcxto de una descvipcifin global dc la
historia. La pos- tura bâsica de Marx acabo siendo
cornpartida por toHos los socialistas,
independicntcmente de to agudas que fucran otras
difcrencias entre ellos. El socialismo busca exponer las
liinitaciones del capitali.ono para humani- zarlo o para
acabar con él. la teoria econornica dcl socia- lismo
dcpende de la idea de que, de ado a sus pro_pias.di-
nâmicas, el capit iismo es economicamcntc ineficiente.

13
socialmcnte divisive› e incapaz de reproducirs a I go

La idea dc que el capitalis • ruede ser


humanizado a traves de la gcstifin ccon‹xnica
.sociaJista dom al socia-
lismo de la mayor vcntaja que pueda poseer, incluso
antique haya habido muchas descripciones
diferentes sobre come puede lograrse tal objcti›'o.
Para Marx, el socialismo Malta o no segñn sit
capacidad para freer trna sociedad que generara
mayor riqucza que el capita]i+ mo y discminara esa
riquezo de un modo mâs equitati- vo. Si el socialismo
estâ ahora mtierto, lo cstâ preci.m- mente porquc
csias deniandas han fracasado. Lo han hecho de una
mancra singular. Durance mâs o menos un cuarto de
siglo tms la 11 Giierra Mi;ndial, la planifica- ci‹iri
socialista parecia aJgo cstablecido, tan to en el Oes- tc
como en cl Este. Un destacado observador ecunomi-
co, E. F. M. Dnrliin, cscribia en 1949 que “todos
somus planificadorcs ahora... El colapso de lv fe
popular en el tenet/airs ha sucedido con una rapidez
espectacular... en todo el mundo dcsde la guerra”°.
El socialismo fuc dominado en el Oeste por la social-
democracia —socialismo modcrado, parlamentari ,
consiruida apartir de la consolidacion del Estatlo de bien-
csiar. Eix la rnayona de los parses, incluycndo Gran
Rre- taña, cl Estado de bienestur file una creation de la
‹lcre- cha mnto como de la izyuicrda, pero en cl
pcrio‹io de jx›sguerm los socialistas lo reclamamr
como propio. Do- rarite at menos algñn ticmpo, incltnn
la planificacion mi- cho rnas compieta adopmda en las
socie‹lades dc esolo so- viético pareci‹* econfimicamentc
cficaz, st lien sicmpre politicainente tlcspotica.
Sucesivos gobiernns amcrica- nos, en los años se.onto,
se tomaron en scno la afirinacion
14
dc quc lu Union Soviética podria adekuitar econ0mica-
mcntc a Estados Unidos en los siguieiites treinta años.
En retrospectiva, podcmos tcncr bastante claro
por que la Unifin Soviéuca, Icjos dc sobrcpasar a
Estados Unidos, se quelo tr gicamente rezagada, y
por qué la sociaJdemocracia se topfi con crisis
propias. La teoria econfimica del socialismo due
siempre inadecuada,_in- t o do a c a i d s o are
innovar, da tarse enerar una pr duc0vidad creciente.
El so- cialismo tampoco logro captar la importancia
be los mcrcados como proveedores de informaci‹in,
que Ofre- cen dates cscncialcs a compiodores y
vende‹1ores. E.sta.s insuficiencias sñlo se rcvclaron en
su total magiiitud con los intensos procesos dc la
globalizacifin y cl cambio tec- nolñgico de los
prirneros años setenta en adclantc.
Durance el perimlo a partir de rnediados de los años
se- tcnia, basinntc antes de la caida de la Union
Soviética, la socialdemocracia sc vio crecientemente
demfiada pur has filosofias de librc mcrmdo, cn
particular por la ascension del thatcherismo o del
rcaganismo —dcscritns mâs gené- ricamcnte como
neolibcralism . Durantc el periodo anterior, la idea
de liberalizar mermdos parccia pcrtcnc- cer al •atlo, a
aria cm que habia sido superada. De scr
generahnente considera como excéntricas, las ideas
de Friedrich von Hayek—cl principal defensor del hbre
mer- caddy otros dctractores librecamhistas dcl
socialismo w convirtieron s bitaincntc en trna fiierza
a ser tenida en cuenm El neoliberalismo mvo un
impacto mcnor sobre la mayfiria de Its parses de
Europe continenml que sobrc cl Reino Unido, Ruados
Unidos, Australia y Latinoamcrica. No obstanie, en el
continents, como en todas pertes, has fi- losofins dc fibre
mercado cobraron irnpomn
Las categories de “socialdcmocracia”7 fieoliberaJis-
mo" son amplias, y han abarmdo grupos, movimientos
y partidos de Marias tcndcncias y convicciones.
Aunque
cada nun ui0uia sobrc el otro; por ejemplo, los
gobicr- nos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher
siguicron politicas difcrentes en contextos
determinados. Cuan- do’rhatcher llegfi al poder, no
tenia una ideologia total- rnentc acabada, que fue
desarrotlando a medida que ella prosperaba. Political
thatcheristas scguidas por par- udcs “de izquierda”,
como en Nucva Zelanda, han ‹tado un aire diferente,
una vez mâs, a cicrtas ideas political cla- ver Es mâs, el
neoliberalismo tiene dos ramaJes. El prin- cipal es eJ
conservator —cl origen del término "Ia nueva derecha
—. El ncolibcralismo se convirtiñ en la idcolo- gia de
muchos partidos conservadores en todo cl mun-
‹lo. No obstantc, hay un tipo importance de pcnsamien-
to asociado a las filosufias de librc mcrcado que, en
contraste con el c«›oservador, es libertario * en
cucstio- rics morales y ec‹rnr›micas. A difcrcncia de Jos
con.xerva- dores thatcherista.s, por ejemplo, los
libertarios apoyan la libertad sexuai o la
dcspcnalizacifin de las dmgas.
Sucialdeinomacia cs un término a6n inks amplio y
ambiguo. in él mc reficro a partido.s y ntros grupos
de la i«juicrda rcformista, incluyendo el i•artido
Lnborista britânico. Al comicnzo dcl periodo de
posguerra, sociaJ- demficrams de muchos parses
difcrcntes compartian una perspective bastante
similar. A ésta es a la que me re-
^ Oenmafiamcc re a to que ocurre entre nosnir‹s, «n cl mundo
an- giossjon el iérmino o no tiene ningtina rclamdii
dircci con lv uadicion an arqiñ5n Sc reftere nuts bien a tin
Iihera- lismo r:i‹4icalmeiite ui‹1is'idiialIistn, tanir› en n:rnas
politico-econñ- micos homo morales til miisrelevante
etemple*mñri‹x› d‹'l mismo sc ci›cuentra cii la obra de R. hozick.
(A' 7'.)

IG
feriré como socialdemocracia a la antigua o
socialdcmo- cracia clâsic . Desde los años ochenta,
como rcspiiesta aI ascenso del neolil›eralismo y a los
problcmas del soci;tiiv mo, sc›ciaJdeiné›cratas dc todo cl
mundo han comenzad‹i a den'iarse dc estc punto de
vista precedente. Lns regi- menes socialdcmocratas
han variado siistancialmentc en la prâctica, al igual que
los sistemas de bienestar que han aliincntado. Los
Estndos de bienestar europcos piicdcn dividirse en
cuatro grupoc in4titocionales, que ticncn origenes
histñricos, objetivos y estructums combines:

* eI sistema del Reino Unido, que hace hincapié en


los urvicios socialcs y en la saliid, pero que
tiende también a tcncr prcsmciones segñn el nixrl
de in- gresos,
• Estados de bienestar escandinavos o nfirdicns, que
tienen una base tributaria muy alto, univcrsalista
en orientation, que proporciona prcstacioncs ge-
nerosas y servicioi estatales consolidados, incluida
la asistenciasanitaria;
• sistemas centroeuropcos, que tienen un cornpro-
miso relativamcnte bajo con los servicios
sociaJes, pero importances prestaciones en otr‹›s
aspectns, financiadas principalmente por eI
empleo y fiasa- das en contribuciones a la
scguridad social;
• sistemas meridionaJcs, similares en forma a los
centroeuropeos, pero menos completos y finan-
ciando menores nivclcs dc proteccion ’.

Teniendo en cuenta estas variaciones, la sociaJdemo-


cracia clâsica y el neoliberaiismo encarnan dos
filosolias politicas bastante distintas.
17
Socialdemo cracia ciâsica (la vieja izquicrda)

—Fucrtc intcrvcncion c1c1 E.star1o en lavida social


y economica.
—El Estadu preilomina sol»c la sociedad civil.
—Colectivismo.
—Economic keynesiana dc dcinan‹la, UM coipoiuovismo.
Papel restringido de los mercados: economia mixta
o social.
Pleno empleri.
Fuerte igualitarismo.
—Esm‹1o dc biencstar be gran extension, que protege a
los ciudadanos ”‹1es‹1e la cuna hasta la tumba“.
—Modcrinmcion lineal.
—Dcbil ccinciencia ecologica.
Internacionalismo.
Pertenece al mundo
bipolar.

Tbatcherismo o ncoliberalisnio (la nueva derccha)

—Gobicrno iiiinimo.
—Socicda‹1 civil autñnoma.
—Fundamentalismo dc mercado. '
—Autoritarisrno mor:i1, mâs iin acusad,o in‹1iviilualismo
economics. ''
El mercado de trabajo se desr‹gula coino ningñr otro.
—Aceptacion de la desigualdad.
Nacionaiisnio tradicional.
E.stadr› de bienestar como red de segitridad.
—Mo‹1ernizacion lineal.
—Dcbil conciencia ecolñgica.
—Tcoria realists del orden internacional.
—Pcrtcnccc a1 miindo biprilar.

18
1-Iago un rcsumen de las diferencias en los dos
recua- dros antcriorcs. Las coniparaciones apresuradas
de esm clase acarrean un cvidcntc ricsgo de
caricaturizocifin. A pesar de ello, los contrastes aqui
scñaiados son realms c importantes, ylos x’es8gios de
la socialdcmocracia clash ca son añn fuertes en todas
partes.

M SOClALDE2dOCRACIA A LA nn°t3GUA

La socialdemocracia a la antigua veia aJ capitalismo


de fibre mercado como causante de muchas de has se-
cuel= rroblemfiticas que Marx diagnosticfi, pero crcfa
que éstas podiari ser rni8gadas o supcradas a tra 'és de
la
inter vencion del Estado en el mercado. El Estado tiene
la obligacifin de suministrar bienes publicos que los
mcrcados no pueden abastecer, o que solo lo pucdcn
hacer de modo fraccionario. Una fuerte presencia esta-
tal en la economia, y también en otros scctores de la
so- ciedad, es normal y dcseable, ya que e1 poder
publico, en una sociedad dernocrâtica, representa la
voluntad colcctivu. I-a torna de decisiones colectiva,
involucuando al gobierno, a los empremrios y a los
sindicatos, reem- plaza en parte a los mecanisrnos del
mercado.
Para la socialdemocmcia clâsica, la intervention del
Estado en la vida familiar es necesaria y rncrece aplau-
dirse. Lns prcstaciones estataies son vitales para soce-
rrer a lms families ncccsitadas, y el fitado deberia intcr-
venir aim donde los individttos, por rna u otra razfin,
seari incapaces de valcrsc por si misrn‹xs. tin aigunas
excepcinnes conspiciias, los socialdeinocratas a la anti-
gua meridian a sospcchar de has asociaciones volontarias.
Tales gr•r•s haccn con frecucncia mayor mal que hien,
pucs com arados con los scrvicios socialcs de procc-
dcncia estatnl ticnden a rcsultar poco profesionalcs,
crrâticus, entrnndo en rclaciones clientclares con
quie- nes se relacionan.
John Maynard Keynes, la inspiracifin eronfinuca del
cunsenso sobre el bicncstar rte la posguerra, no cra
socia- lism, pcro comr °• • w•••s de las iilquietudcs
de Marx 7 del socialismo. Como Marx, Keynes
considcraba que eI c-apitalismz tenia cualidades
irracionales, pero creia que éstas r•dian controlarse
pam salvar at capita]ismo dc st mismo. Tanto Marx
como Keynes tendian a dar por scn-
tada la producuvidad dcl capitalismo. El hecho de que
la teoria keyncsian• rrestara relativamcnte poca
atcncioo al lado dc la oferta dc la economia estatra en
armonia con las preocupacioncs socialdcmocratas.
Keynes mos-
t câmo el capin'ilismo de mercado podia cstabiliz c
mcdiantc la gestifin de la demands y la crcacion de iina
economia mixta. Aunque no la apoyaba, uno de los ras-
gos de la economic mixia en Eiiropa era la nacionaliza-
cion. Algunos sectores econfimicos dcberian ser rctirn-
dos dcl mercado, no silo debido a las deficiencias de los
mercailos, sino Jx›rque industrial escnciales para cI
inte- rés national no debenan cstar en manos
privadas.
La biisqueda ‹le la igual‹4ad ha sido una
preocupa- ci‹›n fundamental dc tndos los
socialdemocratas, inclui- ilo el Partido Lalx›rista
britâmco. Una igualdad mayor ha de lograrsc
mediante divcrsas esiratcgias de nivcla-
cifin. La iinposicifin Progrcsiva,Por ecmPIo, via Esmdo
de bienestar, quita a los ricos r•ra dar a los pobres.
El Estado de bicnestar tiene dos obetivos: crear iina
socie-
dad mâs igual, pcm también protcger a los mdividuos

20
durante e1 ciclo vital. Las primeras mcdidas de liienestnr,
que datun del siglo xix, fueron iiitmducidas por
liberales o consctvadorcs, y a ellas se opuso
frecuentementc la clase ‹›lirera organizaila. El Estado
de bienestai de pot goerra, sin embargo, ha tcnido
normalrnentc rna base fuerte cntre la clase trabajadora
manual, que hasta hace veintc aiios era la primera
fiiente de apoyo electoral ‹le los partidos
socialdcmñcratas.
Hasta Iss ilerrotas de finales de los años setenta, toda
la socialdeinocracia sigliifi un modclo lineal de
inodci- nizacioii —la la del socialismo“—. El
sociolngo T. H. Marshall, quizâ el mâs relevance
intérprete de la apart- cion del Estado dc bienestar en
el Reino Unido, ofrecio una dcscripcifin precisa dc tal
modem. El Estndo de bien- estar cs el punto âlgido de
tin prolongado proceso de et'olucié›n de los dcrcchos
de ciudadania. Como la maym ria de los obsnr vadores a
comienzos del perioclo de pos- guerru, Marshall
esperaba que los sisiemas de biencstar se expandirian
progresivamente, uniendo el desai'rollo economico a
trna mls complete renlizacion de los dere- chos
sociales.
Err conjunto, la socialdernocracia a la antigtia no
tenia una actitud hostil hacia lms preocupaciones
ecol0g'icas, pero le fue dificilacornodarse a ellas. Su
acento corpnra- tiiista, su orientation al plen‹a empleo y
su énfasis apIas- iante some el Estado de bienestar
liacian que resultara disbiisioiimite enfrentarxe a las
ciiestiones ecolégicas de una inanera sistematica.
Tampoco en la prñctica tenia rna actitud global
destacada. La sucia!deinocracia era dc oricntacion
internacionalista, esiaba inâs preocupada por crear
solidaridad entrc partidos politicos dc menta- lidad
similar que per afrontar los problemas globalcs

2.1
como taies. Mas estaba fuertemente ligada aI munilo
hi- polar—situada cntre ei bienestar minimalista ale
Estados Unidos y las economlas ilingista.s ilel
comunismo.

Ln PERSPECTIVA NEOLIBERAL

La hostilidad hacia el “gobierno extenso" (Fig


gotmw- ment), una caracteristica primaria y principal de
las ideas neoliherales, proviene de Marias fut•ntt•s, El
padre funda- dor del cunscrvadurismo en iran
Bretaña, Edmund Burke, expreso en ave fin al
Estado, que si se expande
‹lemasiailo se convierte en el enernigo dc la libertad y
la independencia. El conservadurismo amcricano ha
sido liostil duraiitc mucho ticmpo al gobierno
centmlimdo. El thatchcrismo sc sirvifi de estas ideas,
pero también del clâsico escepticismo liberal acerca del
papel del Estado, besado en arg'umenms econñmicos
sobre la naturaleza superior de los merca‹los. La tests ilel
Estado rninimo cscâ estrechamente vincu4ada a una
vision caractcrfstica dc la sociedad civil como
mccaiiismo autogcncrador de soli- daridad social. Dcbc
pcrmitirse florecer a los pequenos pclotoncs dc la
sociedad civil, y lo harân si estân fibres de trabas
impuestas por la inter vencifin cstatal. In virtndes de la
sociedad civil, si se deja que lets sc desarrolle a sus
anchas, incluycn en teoria fiuen canter, honestidad,
Refer,autamriticio, honor, servicio, autodisciplina, tolc-
rancia, respetn, justicia, autosupcracion,
rcsponsabili- dad, urbanidad, cntcrcza, corajc,
inttgridad, diligencia, patriotismo, consideracifin hacia
los demâs, austcridad y dignidad” 4. Para la
sensibilidad modcrna°, dice eI escri- tor, estas virtudes
fienen la rncl‹›dia dc un antiguo hechi-

22
zo”—pero csto es porque cl poder del Estado las lia re-
primido a base de sahotear a la sociedad civil.
Se dice que el Estatlo, cspccialmente el Estado de bien-
e.star, destruye el orden civil, pero que los mercadws
no, pucs éstos prosperan a partir de la iniciativa
individual. Al inal que el orden civil, los merrados,
dejados a so pro- pia dinâmica, proporcionarân el
mayor bien -a la socie- dad. Its mermdos “sun
maquinas en perpetuo funcio- namiento, que
requieren sé›lo un marco legal y ausencia de
interfcrcncia estatal para generur crecimtento inin-
terriirnpido” S.
Los neoliberales iinen las fuerrm liberadas del
mer- cado a una defensa dc las instituciones
tradicionaJes, en especial la familia y la naciñn. La
iniciativa individual se desarrolla en la economia, pero
debcrian fomentarse oblipaciones y deberes en estas otras
esfcras La familia tra- dicional es una necesida‹l
funcional para el orden social, como lo es la naciéin
traditional. Otros tipos de fainilia, cnmo las
monoparentales, o las r ones liomoscxuales, séilo
contribuyen a la demdencia sociai. La mismo ocurre con
tc•do lo que debilitc la intcgridad nacional. Lns alusi‹r nes
xené›fobas son normalmente claras en las proclamas de
autores y politicos neoliberaies —rcscrvan Igunas de
sue criticas mâs several para el multiculniralismo.
Al tliatclierismo es caracteristicamente indiferente a
las desigualdades, o bien las respalda activamente.
La idea de que la de*gua1dad social es
intrinsecamcnte ccnnirable o nociva" cs ñngenua y
poco plausible” ‘. Por cncima de torfo, estâ en contra
del igualitarismo. Lns po- liticas igualitarias, mâs
obviamente las seguidas en la Rrisia soñéiica, crcan
tina sticiedad de uniformidad mn- nñtona y solo
pueden implementarsc mediante el use
23
del poder despfitico. Aqucllos inâs ccrcanos al
lilaeralis- mo, sin embargo, considcran la igualdad de
oportuni- dades tan deseable como necesnria. Estc
fire cl sentido en queJi›liri iJaor, repiDendo
inverosiinilincntc a Marx, hablo de su intenci0n de
crear iina sociedad sin clascs. Una sociedad donde el
meicado cara libremente pue- dc prodiicir grandes
desigua1da‹les econ0micas, pero ésias no iinportan
mientras per.cdnas com determina- cié›n y
capacidad piiedan alcanzar posiciones que se
adecuen a sts facultadcs.
la oposicifin al Esmdo de bicncsmr cs iino de los
ra.s- gas neoliWraJes mâs distintivos. El Estado dc
bicnestar es visto como cl origen de todos los males, dc
mancra pa- recida a come lv hiera el capltalisino para
la izquicrda revoliicionaria. “Rec‹irdaremos el
Estado de bienestar con la inisma sorna despreciativa
con la que ahora con- iemplainos la csclavinid como
medic de organizer un trnbajo eficaz, motiiado”, dice
un escritoi: El E.siado dc bienestar ige un daño
cnormcincnte destructive a sus siipuestos
beneficiarios: los vulncrablcs, los margina- dos y los
desgraciados... debilim el espiritu cmprcndcdor y
valiente de los hombres y mujeres individiiales, y coloca
trna cargn de profiindi‹1ad de resenDmiento explosivo
bajo los fundamentos de nuestr-a socitxlad fibre"’.
¿Luc prodticira bienestar si e1 Hstado de bienestar
ha dc scr dcsinaixtelado? La respuesta es el crccimiento
eco- nfimico guiado por cl mercado. for bienestnr no
del›e- rian entenderse las prestacioncs cstatalcs, sino la
maxi- nnzari‹›n dcl prob'reso econfimico, y, por
consiguicntc, de la riquexm gltibal, derivada de permiDr
a los mercados hacer sus milagr‹xs. Hsta t›rientacién
va normalmente aconipanada de un abandono de los
rroblcmasecologi-
24
cos per tratarse de histories para no dormir.
Thatcher hizo algñn guiiio al "capimlismo verde", pero
la actitud usual ha sido de hostilidad. Los riesgos
ecol6gicos, se ha dicho, son exagerados o inexistentcs
—una in•enci0n de fatalistas-. La e ;dencia apunta,
pnr el contrario, hacia una era de prosperidad inayor
y mâs universal de to que jaunts se liaya conocido. Sta
es trna concepcifin lincal dc la modernizarion, que
prâcucamente descarta cualquicr lirnite nl desarrollo
econfimico.
A difcrcncia de la socialdemocracia clâsica, el
neoli- bciulismo es una teoria globalizadora, y ha
colaborado muy directamente con fuerzas
globalizadoras. lx›s nco- liberales aplican a escala
sundial la filosufia que lcs guia en sirs coinpromisos
mms locates. El mmdo progre- earn mâs si sc permite a
foe inercados funcionar con pe- queiia.s iiiterferencias o
sin elm Como defensorcs dc la iiacié»i tradicional, no
obstantc, los ncolibcrales adop- tan una teoria realista
de las relaciones internacionales
—la sociedad global es todavia trna sociedad de
Estados- nacion, y en un mundo de Estados-nacion es el
poder In 9ue cnenta—. Estar preparados part la
guerra, y el man;t•nimiento de la fuerz.a militar, son
elementns nece- sarios del papel de los Rstados en el
iistema internacio- naL Como la socialdemociacia a la
antigua, cl ncolibcra- lismo se desarrollo en cl ordcn
bipolar y csia marcado por las condicioncs dc su
origcn.

Poedc parecer que cl iicolihcralismo haya u'iunfado


en cl mundo. Dcspués dc todo, la socialdcmocracia
estâ
inmersa en una confusion iileologicn, y si hace
cinciien- ta anos todo el mundo era planificador, ahorn
n die pa- rccc scrlo. Es un trastocarnicnto
considerable, ya ‹jue durante al menos un siglo los
socialist;ts se supusieron a st mismos en la vanguardia
de la historia.
Con tone, mâs que scr incuestiooa‹ln, eI
neolibcralis- mo se encuentra en una situacion
problemfiuca, y es im- portante ver por que. La razor
principal es que sus dos mitades —cl fundamentalismo
de mercndo y el conser- vadurism estân en tension. M
conscrvadurismosiem- prc signilicfi un acercamiento
cautcloso y pragmatics aJ cambio social y economico
—una actitiid adoptatla por Burke ante las
reclamacioncs mesiânicas de la Reeolu- cion France.u
—. La continiiidad de la tradicion es escn- cial para la
idea de conservadurisrno. La tmdicifin con- Irene la
sabiduria acumulada del pa.dado y proporciona, per
consiguicnte, trna gjiia para el fiituro. Ln filosofia de
librc mercado toma una actitud bastnnic diferentc,
cifrando sus esperaozns para el futuro en el crecimicnto
cconomico ilimitarlo producido por la liheraciñn de las
fuerzas del mercado.
In devr›eifin at librc mercado, por un latlo, y a la fami-
lia y nacifin tradicionales, por otro, es contradictoria cn
si misma. Sc supone que el individuaiismo y la
cleccifin
.in detiencn abrupminentc en la frontern dc la familia
y de la idcntidad nacionai, donde la tradicifin debe
per- manecer intact Pero nada may inâs disoiventc de
la tra- diciñn que la olucifin permanente” de las
fuerzas del mercado. El dinamismo de las soeiedades
dc mcr- cado socava las csti'ucturas tradicionales dc
autoridad y fracciona las comiinidades lncales; cl
ncoliberaiismo crea nucvos riesgos e incertirlumbres
quc espera que los

26
ciutladanos sc limitcn a igiiorar. Mas auii, descuirla
la base social de los propios mcrcados, que
depcndeii de las propias formas comunalcs que cl
fundamcntalismo de mercado contribuye
indiferenternente a disolver.
iJué ‹›curre con la seciaJdeinocracia a la antigua?
Po- demos distinguir un ramillete de rasgos sociales
que en el consenso some el biene.star keynesiario se
daban por supuestos —todos ellos se Iran desintegrado
posmrior-

• un sisiema social, y especialmente iina forma


de familia—en la que el r arido ganaba el pan y
la cs- posa era ama de casa y madr , que
permitian una definiciñn no ambiglia de pleno
empleo;
• un mercado de nabajo homogéneo en el que los
hombres ameiiazad‹ s per el de.empleo eras prin-
cipalmcntc trab@adores manuales ‹lispnstos a rea-
lizar cualquier tmb@o por un saiario que asegura-
ra su supervivencia y la de sus fainilias,
• el predominio de la production en masn en sccto-
res bâsicos de la economia, que tendia a crcar
condiciones de trabao cstables, aunque poco pro-
vechosas, para gran parte de la fiierzo de trabnjo;
• un Estado elitista, con pequeños griipos de
fieles cxpcrtos civicns en la burocracia estatal
dirigien- do las politicas fiscalcs y monetarias a
impiementar;
• economias nacionales que esmban susmncialmcn-
te contenidas dentro de las fronteras soberanas, Ja
que el keynesianismo asumia el predominio de la
cconomia doméstica snbre el comercio exterior
en bicncs y scriicios ®.
27
El igualitarismo de la vici• *ql4lerda tenia
intcncio- ries nobles, pero ha llecado en ocasiones,
coino dicen sus dctractores derechistas, a
consecoencias perversas
—visibles, por ejemplo, en la ingenieria social que ha
dcjado tin lcgado dc viviendas de protcccifin oficial rui-
nosas y convertidas en foco de cn'mcncm. El F>tailo de
bienestar, considcrado r•• muchos el nucleo de la poli-
tics socialdemficcata, crea hoy cast mntos problcmas
come los que resftetve.

LDS DEBATES Rk?(:tFWTES

Los particles socialdemficratas, en Europa y fuera dc


clla, han sido inuy consciences dc cstas cuestiones, y
al menos desde comicnzos de los años ochenta han
vcni- do respondicndo activaincntc a ellas. La
neccsidad de ct›rtar amarras con el pasado cobrfi
mayor vigor con el colapso del comunismo dc Europa
oriental cn 1969. La inajoria de los partidos
comunistas occidcricalc. cam- bim‘on sus noinbres y se
acercarnn a la sociaidemocra- cia, mientras que cn los
parses del estc de Europa se for- marun nuevos
partidos sociaJdemocratas.
Err el Reino Unido, e1 pnmcr intents .sisteinâtico de
alejarse dc los principins socialdemficratas clâsicos
se encuentra cn el Informe Politico del Partido
Lnborista de octubre de 1987. Sc formaron siete
grupos de anfili- sis, cada uno cubricndo un Area
politics diferente. Sc suponia que cl informs inv‹iluci
ria tainbién al publi- co, pero las rcuniones publican
fueron esrzsamentc atcn- didas y no ruviemn b'ian peso
al finzi. Enfrentados con la respucsta publics al
diatchcrismo, cxistia tin acuerdu
2H
general cntre los griipon.politicos sobre la necesidad de
que cl laborismo pmsiera un mayor énfasis en la
libertad individual y la eleccifin personal. Se
rechaiaron promo sas anteriores cte aumenmr la
tittilarida‹I pñbllca dc la industria, se ahandono
cxplicitnmente la economic de deman0a keynesians y
se reduju la dependcncia de los sindicatos. Sc
introdujeron a.suntos ccolfigicos, pero eran de haja
intensidad y no .se supicron adecuar reaJ- mente al
rcsto del pro ama politico.
Siniilares procesot de reforms se dieron mmhi*•ii en
la majoria de Its parñdos continentaies, que empeza-
non generalmcnte algo antes y produjeron en algunos
casos cambios ideolñgicos mâs importantes. Los parti-
dos socialdemocratas empezaron a preocuparse por
cuestiones como la prodtictividad econfimica, las polio-
r °ipativas, el desarrollo comunimrio y, particu-
larinentc, la ecologia. La sociAdcmocracia “dio un paso
mâs alla del campo de la distribucion de recursos
pea
dirigirse hacia la urganizacifin Elca y social de la
pro- duceron y las condiciones culturales del consumo
en las sociedades capitalñias avanzadas"’.
En Noruega, por cjcmplo, el Particle Laborista
cele- brñ un ‘Debatn sobre la libertad” en 1986-1988,
tras un periodo de gobicrno thatcherista. Se
dehaticron seis tc- mas en grupos locales de estudio de
tndo cl pats: la rela- ci6n entrc lo privaHo y lo
pñblico, la flcxibilidad dc la jornada laboral, has
oporiunidadcs cducativas, el medio ambience, la
vivienda y la dcmocracia econfimica. Dc- fcnder los
interests individuales ya no era considerado lengu*c
obsceno, y cl parrido debia ser In partido abieruj", a
través dcl cual una diversidad dc grupos po- dia
presionar a favor de sus demandas. Un delegado co-
29
lombiano en una revtnifin de la Internacional Socialism
en 1969 comenmba de este viraje polioco: “Mi
partido
se Jlarna liberal, pero es bâsicamente socialista. Con en
tos europe s ocurre at revés° iv
Algunos ‹te lus principaJes partidos comunistus
occi- dentales sufrieron carnbios similares en los años
ochen- ta. El Partido Comunista ftaliano se refundo
como el Partido Dcmocrâtico de la lzquicrda en 1991.
llastante antcs dc cso, sin cinbargo, cl partido habia
cmpczado a poner de relieve temas como los que
diseutian los parti- dos socialdemficratas. En Italia se
inicifi us debate de b ' purtancia a meHiados be
los ochenta para ver
hasta gut putts seguian mniendo significadu las cate-
gon'as de izrJuierda y derecha. Las preocupaciones eco-
logical, la participation comunitaria y la reforma
cons- umcional fueron piiestas en primer plano.
Probablcmcntc, los debates mâs significativos tuvic-
ron lugar en Aiemania. Como cn otros lugares, cl
obje- tivo em responder al ascenso de las filosofias de
fibre mercado, pero la demanda de un giro politico
estaba también hiMemente influida por la presencia
de un movimiento verde poderoso. tiinco anos de
intense div cusifin desembocaron en un nuevo
Programa Reino para el SPD, institaido en el año
simbolico de 1989. El programa ponia gran énfasis en
las preocupaciones ece- logic Los socialdcm‹Scratas
alemanes fueron el pri- mer gran partido
ncialdem‹Scrata quc accpto la rupm- ra prodiicida en
el pensamiento ecolfigico a finales de Jos anos
setcnta. En eI pensamiento socialdemficmta
clâsico se haliia asurnido que cxissa un jucb dc sum
a cem eiiire desarrollo economico y protecciñn del
me- dic ambience. Segñn la nueva elahnracion de la
moder-

30
nizacifin ecolfigica, la proteccifin del medio
ambience se considera mâs una fuente de crecimiento
econoinico quc lo contrario.
E1 Programa B;isico tainbién reconocia el impacto
del @osmaterialismo" en los parses desarrollados.
Esta es una idea desarrolladn mâs extcnsamentc por cl
cien- tifico politico Ronald Inglchart. Ckiando se ha
aJcanza- to un cierto nivel de prospcridad, se afirma,
los votan- tee se preocupan menos por las cuestiones
econfimicas quc por la calidad de sus vidas. El
Programa Bâsico con- cluia que la actitud de la
“mayoria prfispera" se habfa alejado del chs
socialdemmrata del colectivismo y la solidaridad. 1s
reaiizaciñn personal y la compcutividad economica
habian de ser mâs recalcadas.
Dene so declaracifin histñrica dc Bad Godesberg
en 1959 el SPD se habia somctido a la “disciplina del
merca- do“. Esto iba a combinarse ahora con un
distanciamien- to ulterior respecto al
intervencionismo estatai. "Para nosotros, cl cupo del
Estado no es un dogma... el punto dccisivo es ver si la
calidad de vida se asegura inejor ine- diante un
aumento del cousin privado o mcdiantc una mejora
en la actuacifin del Estado”. El Programa Bâ-
*co halilaba de la necesidad de *rcconciliar la actuacifin
econfimica con la seguridad social” y subrayaba que ‘?a
individualidad y la soli dad no dcherian
presentarse como opuestos”. Concluia que Mientras
segmentos irn- portantcs del electorado no confien en
el SPD part las tareas de la modernizacion economica,
sino né›1o para asegurar que la protcccion social se
mantiene, serâ muy dificil construir una mayoria” ''.
D1
CPUSIU? RAS DE APO\U I'OJ-ITIOO

Que cstos cambios de posicifin polftica cran


neccsa- rios ›'icnc indicarlo por los cambios en los
csquemas de apoyo politics, a los que todos los partidos
socialdem6- cratas han tenido quc reacci‹›nar. Las
rclaciones de cla- sc que solian servir de fundamenio
al veto y a la afilia- cifin polftica sc han altcrarfo
drâsticamente, debido al fuertc descenso de la cla.se
trab*adora de cuello azul. La entrada dq la mujer a
grnn cscala en la fuerza de tra- l›ajo ha dcscstabilizado
un punto mâs los esqucmas dc apoyo clasista. Una
minoria considerable ya no vota, y permancce
bâsi‹:amentc ajena at proccso politics. El partido que
mls ha crccido en los ñlumos años cs uno Que en
ahst›lutn forma parte de la politica: el “no parti- do de
fun no votaiitcs" *'. FinaJmeiitc, hay evidericia siis-
tancial de que ha habido cambios cn los valores, en
parte como consccuencia del cambio gcneracional, y
en par- tr conio rcspuesta a oiras influencias.
En cste 6ltirno pwto, los datos apuntan dos mden-
cias: un carnbio, como sc acaba de sugcrir, de los fi•aiores
dc la esc z” a los 'bores posmaterialistas"; y una
distri- bucifin cambimitc de los valores, que rio se
@wsta ni a los patrones de clasc ni a la dicotomia
derecha/izquicrda. Aunque somctida a critica desdc
muchos lugares,la tesis de Inglehart sobrc el cambio
valorativo ha recibido con- siderablc rcspaldo empirico
". Rcuniendo material csta- d*stico de una serie de
parses industrializados, Inglehart mucstra como los
valores de txitri y crccimientti ecoiié- mico se debiliian
con un bienesiar material crcciente. La autocxpresion y
cl deseo de un trabajo con significado estân
reeniplazando a la maximizaciéin de las recompen-
32
sas econfimicas. Estas preocupaciones estân rclaciona-
dat con rna actitud escéptica hacia la autoridad —
que pueile scr dcspolitizadora, pero qoc cn conjunto
enipuja hacia una niayor demccracia y conipromiso de
lo que cs marble actualmente en la politics
convencionai.
Encuestas sociales llevadns a cabo en
determinados parses confirrnan la realidad del cambio
de actiuid y la insuficiencia de la divisifin
izquierda/derecha para dar cuenta de ella. John
Blundell y Brian «xsschalk, por ejemplo, opinan que
las actitudes sociales y politicas en e1 Reino Unido se
divides en cuatro grupos, que llaman conservador,
hbermrio, sociaJista y aotniitario. La creen- era en la
libertad econñmica —cl librc mercado- sc niidc en un
eje y la libertad personal cn cl segundo.
La posrura "conwrvadora“ cs la neoliberal. un
cm- scrvador defiende la libertad de mercados, pero
quiere un fuerte control estatal sobre asuntos corno la
larnilia, lms drogas y cl aborto. Los °libertarios”
defiendcn cl in- divi‹lualismo, y la escasa intervencifin
del Estado en to- dos los fi cntes. Los “socialistas" son
lo contrario a los conscr vadores: quieten una rnayor
intervcncion del Es- tado en la vida econurnica, pero
dcsconfian de los mcr- cados y son cauteloms respecto
al poder en to que sc rc- fiere a cuestiones mosaics. Un
“autorimrio° es alguien due desea que eI gobicrno
tcnga mano firme en todas las areas, incluyendo
tanto lo econoniico come lo mo- ral. El re.sts
inmxticnc una acunid polftica inâs ambigua. A tenor dc
los datos de las encucstas, en el Reino Uni- do on
tnrcio de la poblacion es, segñn cstas dcrmicio- ries,
conscrvadora, iasi un 209'o lihertario, un 18a so-
cialists, un 18% autorirario y hay un l5&o mSldUal. El
Parñdo Laborista, ta1 como 4ue recoiisiruido por Tony
Dlair, ocupaba justo antes dc las clecciones de 1997
el primer lugar en todos estos grupos, cxceptuando a
los conscrvadore.s. De los que pensaban votar a los
conser- vadorcs, ct 84 & proredia de Nos griipos,
conservadores y libertarios. Los resultados m‹›stmban
difcrcncias inu5- claras en funcifin dc la edad, que se
amoldan a la tests de Inglehart: solo cl 18a de los
comprendidos entrc i}iiince y veinticuatro años cran
conserx-adores, conipa- ra‹li›s con el 54% dc los
niayores de cincuenta y cinco. De los rumprendidos
entrc quince j veinticuatro aiios, cl 72a estaba de
acuerdo con la afirinacifin “e1 E.stado no ticiie
derechu a prohibir ninguna clnsc dc acto .in xual si
es realizadii tmtre adiiltos de mutuo acucrdo”,
inicntras que kilo el S6&o de los mayorcs dc cincucnta
y cinco anos la coniparti@d4
Coinparando estos liallazgos can investigacioncs en
Estados Unidos, cl cxpcrto clectoral Robert hfircester
roncliiye que:

las caiuctcrizncioncs dc los :tctuales partidos lahorista y


conservador. . corno “izqivicrcia” y ‘derech:I”
enmascaran cé›mo acontecimientos que han Vcctado a
ambos partldos en firs dos iiltimas décatlas lien
ilifuininatlu 1:I semantlca del pasiido para describir.‹are
papclcs lioy ‹lia... la comytr-a- cion de los datos recopilados
en America y la Gran Breta- iia ciel Nuevu Lnborismo
son notables per su colicrcncia, Ago sorpwsidente per
cuanto las ideologias de aint›os par- ses han sitlo en you
incditla muy dispares durante los ml- timos cincnen ia
años "

La coniparacifin entre una gama mâs amplia de


so- cicdadcs mucsim que to general es que las pautas
de se-
34
giiimiento y apoyo politico hayan cambiado.
Pricoca- mente en todos los paises occidentalcs, el
vote ya no se ajusta a pantos clasistas, y ha sariado
desde iina polariza- cié n izquicrda/derecha hacia un
diseiio mas complcjo. El eje economics qtie soba
scparar a los votantcs cntre Postures “socialistas” y
“capitalisms” tiene una promi-
ncncia mucho menor, mientras que los contrastes entre
libcrtarios y autoritarios, y entre “modernos” y “tradicio-
nalistas”, han aumcntado. Ot a.s iiiflucncias mâs
contin- gcntes —como c1 estilo de liderazg has
adquirido mâs importancia de la que solian tcner.
Hay aQtii varios dilen›as de apoyo politics, pero
tam- bifin unto posibilidades dc construcci0n de iin
con- senso. Los pariidas socialdcmécrntas y-a no
tJencn un “bloque de clase” consistcnte en quien
corifiar. Al no po- der depender de sus idcntidades
anteriorcs, ticnen que crcar olra.s iiiievas en tin
ambience social y cuIrurnlmcn- te mps dive no '°.
Incluso en Suecia, uno de los pai.as en toe q»e e1 Roto
de close Celia ser min represeritativo, eI valor
prcdictivo de las clases cayñ dcsdc el Ohio en 1967
hasta cl 34a en l9H. El poder profético de las opinio-
ries sobre cierm cuestioncs aument0 firmemcntc en
estc periodo; en Snecia es menos probable que los
i‘o- tantes mâsjt›vencs y las mujercs se vean iiifluidos
por su posicié n de clasc.

EL DESTINO DE I A St4UJALHESlOCRAClA

Estos cambios no han condenaHo a los socialdemocra-


ias a una pnsicion politica marginal. A mcdiados de 1998,
hay partidos socialdemé cratas o coaliciones de centre»
izquierda que ocupan el poder en el Reino Unido, Fran-
cia, Italia, Austria, Cirecia y varios parses escandinavos,
cntrc otros, en Europa accidental, mientras que en Eiro-
pa del Estc ticncn una inlluencia creciente.
A pemr de sus éxitos electoraJes, los
sociédernficratas no has configurado todavia una
ideologia pol tica nue- va e intcgradm La
socialdcmocracia esmvo sienipre liga- da al
Socialismo. t ué orientacifin dcbcria tener en un in
undo en ct que no hay alternauvas al capitalisino? El
mundo bipolar fue el contexto en e1 que se modclo
la socialdemocracia de posguerra. Los
socialdernocratas compartian al men‹xs aigunas de las
ideas del comuni+ mo, aunquc también se delinian a
st mismos en oposi- cion a él. tTicnc todaifi algñn
seniido estaren la izquierda ahora que el comunismo
sc ha desploniado completa- inente en Occidente, y cl
socialismo, niâs ainpliamen Ie, se lia disuelto?
Los debates politicos que tuviemn lugar en Europa a
finalcs de lms años ochenta y a comienzos de los
novcnta sin duda reconstriiycrtjn Nlitlamente la
socialdemocra- cia, pero también pmdujerun trna gran
confiisifin ideo- lé›gica. Un participants alemân en la
iniciativa del Pro- grama Bâsico dcl SPD rcsuniiñ lms
Rosas de un m‹›do esclarecedor:

lv dccisifin de cmbarcarsn en el programs se in mo


en una simacio›i en la que cs extraordiriariamente dificil
na- our un bosquejo clam de las tendc›icias cii el mundo
y en la sociediid. Ese es el dilema en que .x cnciientra
cl parti- do. jibe que en estos tiempos cambiante.s una
reorienta- cifiii parccc necesiuia, pero el propio cambio
hace que la reoricntacifin sea dificil de consumer. Ln
ciencia no ofre-
ce un iliagnostico de ln *• , ninguna compression m
mun tie Io que erm ocurricndo ni cuâles serân las
futures tcnilencias ".

Ante estc escenario, ¿9ub provccho Modernos sacar


bablando de trna tercera via? La cxpresiñn parece ha-
berse acuiiado ya a finales dcl siglo pasado, y fue comun
entre los grupos de derechas en los aiios veinte. Sin em-
bargo, ha sido iitilizada mayormente por socialdcm6-
cratasy sociaiistas. A comicnzos del periods de posguerra
los sociaidemñcratas cstaban convencidos de que esm-
ban encontrando trna via distinta al capitalismo de mer-
cado norteaniericano y al comiinismo sovictico. En el
momento de su rcfundacifin en 19ñl, la Internacional
Socialista liablaba explicitamente de la tercera via en
este sentido. Unos veinte anne mâs tarde, tal y como fue
usacla por cl economists checo Ota Sik y otros, se em-
pleo para referirse aJ socialismo de mercado. A tinates dc
los ochcnta los sociaidemocratns suecos parecen haber
hablado con mâs frecuencia de la tercera via, en su ulti-
ma vcrsifin, para referirsc a una importance renovncion
programâtica.
La apropiacifin mâs reciente de la “tercera via" por
Bill Clinton y Toixy Blair ha encontrado tin
rccibimien- to tibio por partc dc la mayoña de los
socialdemocratas continentales, asi como por los
criticos de la sneja iz- qiiierda cn sus respectivos
parses. En su nueva version, los criticos contemplan la
tercera via, como un neolibe- ralismo recalentado.
Miran a Estados Unidos y s'en una economic bastante
dinâmica, pero también una socie- dad con los niveles
mâs cxtremos de dcsigualdad cn cl mundo desarrollado.
Clinton prometio “acabar con cl

37
sistcma de bicncstar tal como lo conoccmos". r•recicn-
do imitar algunas actitudes dc lms conservadorcs neoli-
berates. Al llegur al poder, dicen sirs criucos, Bluir y el
Nuevo Lal›crismo han rersevcrado en I rolfticas eco-
ii6micas de Margarct1‘hatcher.
bJi roposito a conunuaci6n no cs caloinr st csas ob-
ser vacioncs son o no ccrteras, sino analizar donde se
cncuentTa cl debate sobre el futuro de la socialdcmo-
cracia. paré por hecho que la *terccra via” se reficre a
on marco de pcnsamiento y politics practice que busca
adapiar la socialdemocracia a uii miindo que ha cam-
biado csencialmcnte a lo largo de las dos o tree ultimas
décadas. As una tcrcera via en ciiantu que cs un intcnto
per trascender tanto la s cialdcmocc‹tcia a la antigua
como e1 ncoliberalismo.
2

Nos debates sobre el futuro de la socialdemocracia


habidos en los ultimos diez o quince años han
suscita- do diversas prcguntas y dilicuitades
generales —una incdida de lo problemñtico que se
ha vuelto e1 tcrreno dc la poJftica—. Sin embargo, no
puede configuram« un r•• ma integrado de
r•liticas socialdcmficcatas
hasta Que no se den rcsruestas, por to menos rruvisio-
names, a estas pregiintas. Aqui me concentraré en
cin- co dilc mas bâsicos que han sobresalido
merecidamcn- tc en esos debates. Siigerire una vision
de cada uno, pero lie de pedir la indulgencia.del
lector. Todas cllas son grandes preguntas. Aqui solo
hay esr:trio pars ofrecer respuestas concisas, y no
podré ofrecer garan- tias stilicientes Para convenccr
a un escéptico en nin- gun cado pariicidar-
Iss cincos dilcinas sc refieren a.

• La globalizacion: tqué es cxactainentc y que impli-


caciones tiene?
• El indimdualismo: ¿en qué sentido, si to may, cstân
haciéndose lv sociedades modcrnm inks indivi-
dualistas?
• Izquierda y derecha: ¿que pen.ear de la afirmacion
de que ya no tienen significado?
• pacidad de accion politics: ¿e.stâ la politica
aIe- jândosc de los mecanismos ortodoxos dc la
demo- cracia?
• Problemas ecoI0gicos: gcñmo dcberian inlcgrarsc
cn la poliiica socialdemocrata?

La historia del poco agradablc término “globalim-


cion” esintcresante. Hnce silo inos diez anos, la
palabrn apcnas em utilizada en obras académicas o en
la prensa popular. De no encc›ntrarsc en ning6n sitio, la
palalira ha pasado a estar en todas partes —ningñn
disctirso po- litico cs complcio, ni nin@in manual
econñmico accp- tzbIe, st no eontienc referencias a elIa
—. Su nuevn fami- liaridad ha irnpulsado un iiiicnsn
debate en circulos acailemicos y en la literature de la
socialdemocracia. Sc lia seiialado con bustante razon
que en chos rccientes la globalizacion ma estado cn eI
centro de la mayoria dc las disciisi‹ines politicas y
debates ecoilomiCcss '.
Gran parte de los aspccios de la globalizacion son
controi'erfldos: como dchcria entendcrse el término, .si
es o no nuevo, y quo consecuencias probables tendrâ.
Han surgidri dos corricntes basiante opucstas, ligadas
hasta ciertn pHnto a postures poli0cas divcigentcs. Al-
guncs sosticnen que la globalizacifin es sobre todo un
mite, u conio mucho una continuacifin de tcndencias
ya esialalecidas face tiempo. Ku sorprende que csta pos
rura sea atracuvn para aquellos que quieren dcfentlcr

40
aspcctos de la socialdcinocracia a la antigua. Para ellos,
la globalizaci6n es un invento de los ncoliberales
Una vez que entrevemos cl cngafio, podemos scguir
mâs o menos como arites. En ct otro polo esuin los
autores y politicos que dicen que la globalization es
no sñlo rear, sino que estâ ya bastante avanznda. En
palabras dcl gitrzi tinanciero Kcniche Ohmae, vivimos
ahora en un mun- do sin fronteras, en el que el
Estado-nacifin se ha coi- vertido en una ‘ficciñn" y los
politicos han perdido todo poder efectivo *.
La globalizacifin sc entiende com6nmente en or
di- mensifin econ0mica, y; como sugiere su raiz, incluye
co- nexioncs que abermn ml mundo entero. En su lil›ru
sobre el tema, Paul Hirst y Graham Thompson lo
cxpresan de este modo: “Se afirma quc ha aparecido, o
qiic cstâ apa- reciendo, una economia
verdaderamente global, en la que las difercntcs
economias nacionales y, por coist- guiente, las
estrategins domésficas de gestiñn economica nacionat,
son crecicntemente irrelevances” ‘. Eztcs auto- res
montan una ofensiva contra estc punto de vista. Ln
mayorfa deI romercio sigue .siendo regional. Lns pafses
de la Unié»i Eurupea, por ejemplo, comercian
princIpal- rnente entrc ellos F.1 nivel de expormcioncs
de la UE al resto del mundo sñlo ha aumcntado
marginalmente en las tres 6ltimas décadas. blientras
que Pztados Unidixs se ha abierto mâs, habiendo
doblado sus exportacioncs du- raixte el mismo periodo,
ter evolucion estâ muy lejos de crcar tina “econoinfa
toialmente globalizada”. El aumcn- to dcl comercio
dentro de y entre bloques economicos diferenms nos
ha devuclio simp!ementc a finales del si- glo xix. En
aquel tiempo, dicen Hirst y Thompson, habia, tal como
hoy, una cconomia de comercio libcralizado.
41
kstc ultimo piinto puede, en rcalidad, rcbatirsc
con hastantc facilidad. Incluso si cl periodo actual fiiera
solo una repeticifin del siglo pasado, seguiria siendo
basmntc diferente de la época de posgiierra del Estado
de bienes tar keynesiano. In economies nacionales
estaban mâs cerrad ‹le In que estâri ahora. En 19ñ0,
la cx ortaci0n ale l›ienes comerc ée.s con.stitiiia
uniwneiite el 7 ‹tel PIB de los pairs de la OCDE,
coinparario con un I Who en 1911. Se alcanzo el l2&o
de nuevo en 1970, y en 1997 liabia crccido hasta cl 17a.
Por otm parte, ahoia se pue- de coincrciar con una
gama mucho majx›r de bicncs, in- cluidas muclias
formas de servicios, que en el siglo pasa- do. Muchos
mâs parses estân implicados en ncgocios comerciales
mutuos.
El cumbio mâs importaote es el majx›r papel de
los mcrrad‹›s financiers;'s miindiales, que operan
crcciente- mente a tienipo real. Mâs ‹le un Hilton ‹le
‹lolares se nego- cian nl dia en tiansacciones
financieras societarias. La proportifin de
iixtnrcambios fuiancierns en rclacion al comcrcio sc
lim multiplicado por cinco en los ñltiinos quince
años ‘. El “capital aidado” —dincro gcstionado
institucionalment ha aumentado en un 1100?6 a
esca- la miindial desde 1970 en comparacion con otras
formas de capital. Unicamcntc en F>tados Unidus,
invemres inc titucionales teman 1.1,1 billones de d0lares
en active's en jiilio ‹le l99fi. Lns lñn‹lo.s de pensioner
privarlns, o lx›nos puestos en circulacifin pain
garantizar planes de pensIo- ncs, son una partc hâsica
dc csta mrna cnormc. En 1895, fondos de pensiones,
miitualidades y p0lizas asccndian a
331.000 millones de dolares en valores instinicionales".
In glolxtlizacion economics es, por tanto, una reaIi-
dad, y nO solo continiiacifin, ‹i reversion, de lms tendcn-

42
cias dc años anteriores i4ientras que gran parte dcl co-
mcrcio continua regionalizado, st may una “economic
plenamentc global" a nlvel de mcrcados financieros. No
obstante, la idea de globaliracion no sc comprende si se
aplica 6nicamcntc a conexiones que son literaimcnte
munciiales y si se considera unicamente, o incluso pri -
cipalmente, en en dimension ecoofimica. La globaliza-
cion, al menos tal como la concebiré en lo succsivo, no
es s6lo, ni priilcipalmente, inter‹tependencia economi-
ca, sino la transformacion dcl tiempo y del cspacio en
nijcstras iidas. Acontecimicntos lejanos, economicos o
no, nos afecuui mâs direcm e inmediauunente que
mi- ca. A la inversa, Ian decisiones que surnames como
indivi- drios tiencn, con frecuencia, iinplicaciones
globales. Los habitos dietéticos de los individuos ticncn,
por ejemplo, consecuencias pain los pruductores
alimcnticii is, que pueden vivir al otro lado del mundo.
La re 'oluciñn de las comunicaciones yla extension
de la tccnologia informfitica cstân estrechamentc
vincula- das at process globalizador. Esto es as' incluso
en cl tcrre- no economico. Lns mercados monetarios
que funcionan las veinticuatio horas del dix dependent
de una fusion dc tecnologias natélite e infoima0cas, que
afecta» también a muchos otros aspect‹xs dc la
sociedad. Uil mundo dc comunicacion elcctrñnica
instantânea, en el que estân implicados incluso los que
vsv'en en las regiones mâs Jx›- brcs, reo ›iza las
instiniciones locales y las pautas vita- les cotidianas.
La sofa inHuencia de la ylevision es consi- derable. La
mayoria de los comcntarLstas coincide, por cjemplo, en
que los acontecimicntos de 1985 en Europa del Fate no
sc habrian desarrollado del modo en que lo hicieron si
no hubiera sido per la tclcvisifin.

4:R
¿F>ta el Estado-nacifin convirtiéndose en una ”fic-
cion", como sugiere Ohmac, y cl gobicrno en algo obso-
leto? No, pero su forma estâ cambiando. La
globaliza- cion ”se aleja" del Estado-nacion en cl
scntido de que aigunos de los poderes que las naciones
poseian, inclui- dos los subyacenies a la gesti6n
econfimica keynesians, se han dcbilitado. No
obstantc, la globalizacion tam- bién ‘@rcsiona” hacia
abao —crea nuevas demandas y también nucvas
posibilidades de regenecar identidades locales. El
rcpuntc rccicnte del nacionaiismu escocés en el Reino
Unido no dcbcria verse como un ejemplo aislado. Es
una respuesm a los mismos procesos esiructu- rates que
se dan en otros lugarcs, como Quebec o fiataiu- ña. Los
riacionalismos locales no cstân dcsinicgrândose
ineludibleinente. Puede que Quebec optc por
scparar- sc de Canar1:i, como Fscocia del Reino
Unido. Alicrna- tivamcnte, puede que a nbus sigan el
camino cataJân, constiniycndo partes cuasiautñnomas
de un ente nacio- na1 mayor.
La globalimcion tani1›ién presiona lateraimente, crean-
do niievas regioncs cconomicas y culmraies que a vcces
traspasan las fronicras nacionales. Ademâs de parte dc
fiataluña, y también de España, Barcelona se incorpora
iamhi n a un ârea economica que sc cxticndc al sur
de Francia. El movirniento en tres direccioncs dc la
globali- zaciéox estâ afectaridu a la posicion y el poder
dc los Es- tados cix todo el mundn. La.subcrania ya no
es una cucs- ufin absolute, si cs que aJguiia vex In fuc:
las fronteras se cstân vohiendo mâs borrosas,
especiaJinentc cn el con- texts de la Uni‹Sn Europca.
Con todo, el Estarlr›-nacitjn no desaparcce, y el campo
dc acci‹Sn del gobierno, to- rnado en su conjunto, mas
bicn sc cxpaiide que dñsini-
nuye a medida quc la globalizacion evoluciona.
AJgunas naciones, en ciertas situaciones, tienen mâs
poder del
que tenian, no menos —por ejemPlo, los pafscs del
este de Europa teas la caida del comunismo.
Las naciones manticncn, y mantendnin dumnte el
futuro previsible, un considerable poder giibernamen-
tal, cconomico y cultural, sobre sus ciudadanos y en c1
ambito exterior. A meniido, no obstante, solo serân ca-
paces dc cjercer tales poderes en activa colaboracion
miitua, con sus propias localidades y regiones, y con
b^•pos y asociaciones transnacionalcs. “Gobierno”, por
tanto, empieza a idcntificarse menos con “ct” gobicrno
—eI gobierno nacional— y se convierte en algo ‹te
ma- yor alcance. “Gobernancia” * aparece como un
concep- to mâs pertinente para rcferirse a algunos tipos
de fâ- cultades administration o rcguladoras.
Organizaciones 9iie o bicn no son parte de ningñn
Estate —organiza- ciones no guhernainentale , o bien
son de carâctcr transnacional, contribuyen al gobicrno.
Se habla con frecuencia de la glohalizacitin como si
iuera una fuerza dc la natur-aieza, pero no lo es Estados,
empresas y otros grupos han promovido activamente su

• Hcmos incluido agm cl firmino ‘gobernancia’ para


‹listingitirlo del anteriotmentn tncnrionado, ‘gobierno”. En
castellano no cxiv te ioda›ia, on cmt›argo, un claro acucrrto
sobre el iiso es <ifiro que compea a este barbarisms›. Fin e1
campo de lms cicncias de la administrncion, el iinico en eI que de
lierho cs uñlizWo. no tiene ademâs cl senti‹ki det que aqiii ie
doia Giddens Se refiere md bien a la caparid:uJ de un Estado,
i› un conjiinto de opens c instr- retorts administrativas, para
gozar de los fnedios fuiancierosy ad- ministrntis'os neccsari‹s parz
hacer efecii›m sts decisiones. Brando mâs adelanic l‹› n•Iice el
aiitor en otro contexro, per ejemplo›. aI haLiar de ñfgznmnsm,
prefcfiremos mantener e1 mls geneiaIi- cado término de
bicmo”. (N. Al T.j
45
awancc. Gran r••te de la investigarion que ayiid6 a
crcar la coniunicacion por satélite fue sufragnda por
gobicr- rios, al igual c{ue, infis recIentementc, to
fu0ron las r*- incras fases de lo que ha resultado scr
Internet. Los go- biernos han contribuido a la
expansifin de los mercados financieros mundiaJes
mediante la eniisi‹Sn de obliga- cioncs rlirigidas a
recaudar dines r•ra sus comproini- sos domésticos.
Los poliucas liberalizndoras y riwiiza-
ñt›ea han contribuiilo a la intenslficacifin del comercio
muildial y del intercambio ecunfimico. Las empresas sc
han involucrado cada vez mls en la inversifin
exterior dirccta. Its ventas de las sucursales dc las
cinpresas transnaciunales fucron en 1997 superiures en
un 208c a la cxporiacion sundial total dc bienes y
servicios
La globalizacifin, en suma, es una cornplcja serie
de prore.as, impulsado.s por una amalgams de factored
po- litters y cconfirnicos. Estfi transformando la vida
diaria, cspecialmente en los parses desarrollados, a la
vcz que area nuevos sistemns y fuerzas uansnacioriales.
iNo sc li- mila a ser unicmncnte el tclé›n dc fondo rle
ia politica
coiiiemrurânea: tomada en conjiinto, la globalizacién
cstâ marisformando las insiituciones de las sociedades
en que vivimos. Influ7e dircctamentc, in duda, en el as-
censo dcl "nuevo inrlivtdualismo” que ha destacado cn
l‹›s ilebntcs socialdemfiiotas.

In sr›lidaridad ha sido dcsde hace mucho


tiemr••• componcntc de la .«›cia1dcmocracla. El
legado original dcl Iflar.xismo era ainbivalente en el mrna
del inrfividua-
lislno frente at colecuiislno. Marx hablfi de la dcsupari-
cion del Estado coti el advciiimien to de una
socicdad socialista plenamente niadura, en la t{ue “el
librc dcsa- rrollo de cada cuaJ serâ la condicion ‹tel libre
desarrollo de todos”. Lri la prfictica, el socialismo y el
comunismo ponian igualmcntc un gran énfasis en cl
papel del F>ta- do para generar solidaridarl e igualdad.
El colectivismo se convirtio en uno de los rasg‹›s
principalcs que distin- guian a la socialdcmocracia ‹tel
conservadurismo, qoe ideologicamente acenniaba
mucho mâs la dimcnsion dcl “indiviiluo”. Una actitud
colectivista ha formado par- te mmbién durante mucho
ticmpo de la ideologia dv mocrata-cristiana en los
parses coiitinentales.
Gran parte de este havenido rctrocedieri‹lu desde fi-
nales de los sctcnta. Lns socialdemocratas tenian que
responder a1 reto dcl neoliberalismo, pero erm niâs im-
portantcs los cambios que ocurrian en los parses
occi-
dcntnles 7 sue ayudaron a dnr al thatcherismo su
sopor- ie idcologico. Simplificando irastante, podria
decide que la sociNdemocracia clâsica tuvn mâs éxito y
sc dcsa-
rrollfi mcjor en pairs pequcños, o en passes con
culruras nacionalcs liomogéne . Todos los parses
occidentales, sin embargo, sc lian vuelto mrs
pltiralistas ctilCuralmen- in, con ttna prolifciacion dc
estilos dc vida—uria conse- cuencia, en parte, dc la
propia prospcridad que la “so- ciedatl del bienestar”
ayudo a pr‹›diicir.
Al esiar en niievn postura mas 1 asada en un
rcnuente rcplicguc de las viejas ideas que
positivamente funda- mentada, no sorprende que los
socialdeiné-cratas se lia- jan tcnido que esfoczar para
adapmisc a ta crecicnte im- portancia del
individuali.smo y a la divcrsidad de estilos de vida.
Han sido incapace.s de aclararsc sobre cufil es la

47
medida en la que el niievu individualismo sc idcntifica
al individuo egoista retratado en la tcorfa cconomica
neoliberal, y se han vi.sto co»strcnidos por cllo.
Después de todo, la idea del “individuo autfinomo" era
precisa- mente el cuncepto que el socialismo fuc
combatiendu desde sts origenes.
H•r sue afrontar varios problemas bâsicos. ¿Qué
es cxactamente cl nucvo indiv5duaJismo? ¿Jué relacio»
tie- ne co» e1 papel crccicnte que juepari los mercados?
¿Es-
tamos prcscnciando el nacimiento ‹ie una
generacifin del Jo", que genera una sociedad del o
primcro“ que inevitablcmente destr•re los valores
comuncs y las preo- cupaciones piiblicas? Si los
socialdcmficratas van a ha- ccr mâs hincapié en la
libertad personal qite en el pasa- do, ¿como deberia
abordarsc cl antiguo problems de la
relaci0n entre libertad c i ialdad?
Tantn la izquierda como la derecha se han
preocupa- do per la sociedad dcl yo primero y sus
‹lesastrosas con- sec ue»cins para la solidariHad sucial,
pero scnalan cau- cus difcrcntcs. Los autores
socialdeinocratas vcn sus origcncs en las fuerzas del
mercado,junto con cl impac- to ideologico del
thatcherism, con ni cnfasis sobre la idea de que los
individuos de1›cn valcrse por st mismvs en lunar de
dcJ›enderdel Estado. Los neohberales y otr‹is
conservadores apuntan en su lugar a la perrnisividad
‹ie los scsenia, que prise en marcha un process de
‹leca- dencia moral.
Ninguna dc las hipotesis resists usr analisis minucio-
so. lnvcsñgaciones de Hiferentes passes sugicrcn que cl
debate en su conjuntu ha ‹ie ser reconducido. La
gene- racion del ‘Jo” cs una ‹lescripcion erronca del
nuevo in- dividualismu, que no indica un proccso de
decadencia
moral. Mâs bicn at contrario, las cncucstas mucstran que
las gcnciucioncs mâs jovcncs cslân scnsibilizaclas hoy
dia con una gama major dc prcocupacioncs morales
que genernciones anteriores '. h'o relacionan, sin em-
bargo, estos v;jlores con la tradicifin, ni aceptun que las
formas macticionaJes dc aiitoriclad legnslen en cuestioues
relations al estilo de side Algunos de estos val‹ires mora-
les son claraniente posrnaterialista.s en el sentidri que Ie
atribure Inglehart, referidos, por ejemplo, a los *fores
ecolfigicos, los dcrcchos humanos o la libertad sexual.
Tal como ohscria el socifilogo Ulrich Beck, cl nuc-
VO individualismo:

no cs ihaiclicrisino, ni indi›1dualismo dc mcrcado, ni ato-


mizacifin. AI contrario, signifier “ind vidoalismo institu-
cionalizado". lv mayoria tle los derechos y
titularidades rJue confiere el Estado de bienestar, por
ejemplo, estân destinados a individuos en lugar de a
famillas. En muchos casos presuponen el empleo. El
empleo, a su vez, implica educaciun, y ambos suponen
movilidad. Medlante todos eslns rcquisitos sc invita a la
gentc a constititlrsc coino 1n- dividuo< a organimrse,
cntcndcrsc, discnarsc homo indi- vidoos'.

El rnievri in‹tividiialismo, en xtima, ext asocia‹to a


la rlifurninacion de la trudicifin y de la costtmibre en mes-
tras vidas, un fenfimcno relacionado con el impacto de
la globalizacifin cntcndida dc un modo mas amplio que
la mcra influencia de los mcrcados. El Estado de bienes
tar hajugado su papel: instaurado hajo la égida del colec-
tivismo, las instituciones del bienestar han ayudado a Ji-
berar a l‹›s individuos dc algunas dc las fijczas dcl
pasado.

4S
En lugar de ver nucstro tiempo como una época dc
deca- dencia moiul tiene, pucs, sentirto contemplarla
como una época dc nansicifin moral. St indi idualismo
institii- cional no cs i ia1 a egoiwo, represcnta una
amenazn mcnor para la solidaridad social, pero st
imphca que nemos que buscar nuevos nicdios de
conseguir esa soli- daridad. Ia coheHon social no
puede garantirorse mv diante la acci6n vertical dcl
Estado ni rnediante eI apego a la tradici0n. Hemos dc
construirnos nuestras vitlas de un modo niâs activo que
las general ones anteriores, y memos que aceptar mâs
activamente responsabilidadcs per las consccuencias de
lo que haceinns y por los liâbi- Us de estilo de vida que
adoptainov El tema dc la rev ponsabilidad, u
obligacl6n motua, estaba prcscnte en Ta
socialdcmocracia a la antigua, pero estaba cn gran medi-
da latente, subsumido lino el concepto de provision c -
lectim Hoy dia heinos de encontrar un nuevo equilibrio
entre responsaliilidades individuales y colectivax.
$fuchos criticos de izquierda mantiencn tina actitud
resercada hacia el nucvo individuaJiwrio. La autorrcall-
zaciñn, la renlizacifin del potencial: ¿acaso no es csto mâs
que pura jcrga de terapia, o un capricho dc los rices?
Obviamcnte, puede que sixea, pero limitarsc a esta
per-
ccpcion equivale a 'b *• iin cambio de rumbo en las
actimdcs y aspiraciones ale la gentc. El nucvo
individuo- lismo estâ ligado a presinnes hacia una mayor
democrati-
zacifin. Todas henios de vivir dc una manera mas
abierta y refiexiva rJue las gencraciones anteriores. Pte
carnbio no es.Jln heneficioso: aparecen num•as
preoctipacioncs e inquietudes. Pero mmbién muchas
mls posibilidadcs
Desde sus inicios, a finales del siglo xvii, la
disuncifin en}re izquierda y derecha ha reuiltado
ambigua y dificil dc concrciar, pero se resists
obstinadainente a dcsapa- rcccr. En su historia de los
gr•r• y partidos politicos que sc lian dcscrito a st
mismos cor o “ni de izquierdas ni de derechas”, cl
historiador del fascisrno francés Zeev Sternheli señala
lo polémica que ha sido siempre la na- niraleza de la
division ’. La izquierda y la derecha tam-
bién han cambiado sus significados a lo Cargo del trem-
po. Una ojrada al desarrollo del pensamiento poliiico
muestra que las mismas ideas han sido considcradas de
izquierdas en deteoninados periodos y contcxtos y de
dcrcchas en oiros. Por ejemplo, los defensores dc las li-
losofias librccambistas eran considerados de izquicrda
en el siglo xfx, pero hoy se les sit a norrnaimente a
la derecha. La aFirmacifin de que la distincion
izquier- da/derecha estâ agotada fue hecha en la década
de 1890 por sindicalistas y defensorcs dcl solutarisine. La
afirma- ciñn ha sido repetida con freciiencia a trav s de
los anos. Jean-Paul Sartre razonaba en esos términos
en los .in senta, pero la tests ha sido desnrrollada mâs
a menudo pnr personas que proceden de la derecha.
En 1930, el historiador Alain (Emile Chartier)
comeniaba: “Cuaii- do sc mc prcgunia st la division
entre izquierda y dere- cha tiene todavia algiin
sentido, eI primer pensamiento que me viene a la
cabcza es que la persona que hace la r'*b*inta no es
de izquicrdas” .
El pcnsador politico italiano Norberto Bobbie publi-
rñ en 1984 el libro mas dcbatido sobre eI teina dc la i*-
51
quierda y la derecha en ticinpos recientes 10. El libro fuc
un h. Helen or publicacifin original en Italia,
vcndicn- do ii›* de 200.000 cjcmplares en su primer
año. Bob- bie trataba de defender la relevancia
perdurablc dc la disfinci›n l›aciendo frcntc a un
torrents de libros que la declai-al›ari obsoleta —que
venian esta ver principal mente de personas de
proccdcncia md izquierdista quc dc derecl›as-. Los
argumcntos de Bobbio mere- cen cscucl›arne. In
categories dc izquierda y derecha, dice, han
continuadu ejerciendo tanla influencia .hbre el
pensamiento politics porque la politics es necemria-
mente una actividad adversarial. La esencia dc la politi-
cs es la lucha dc concept:tones y politicas opucstas.
La ixquierda y la derecha proceden de los dos lados dc
un cuerpo. Aunqiic lo que esiâ “en la izquierda” o “en
la de- recha” puede cambiar, iuda puede estar en la
izquierda y en la rlerecha al mismo ticinpo. La
distincifin es polari- zadora.
Cuan‹lo los partidos o las idcologizs politicas
esuin mâs o menos igualados, argumenta Bobbie,
pocos cues tionan la relevancia He la distincion cntrc la
izrJuierda y la derecha. Pero en mementos en los quc
una u otra se hace tan fucrte que parece “el finico
casino de la citi- dad°, ambas partes tienen intcrés en
cuestionar csa re- levancia. La parte mas poderosa
tiene interés, como proclamara Maigaret Thatcher,
en declarar que “no hay aiternativa”. Al liabein lieehn
impopular su é/W, el lado débil intenta normalmcnte
adoptar aigunas de las conviceiones die sus oponcntcs
y propagarlas crimo opi- niones propias. lv estrategia
clâsica dcl lado perdedor es producir una “sintesis de
posturas opucstas con la in- tenciñn piaciica tie salvar
lo que se pucda salvar de la
propia posrura abricndo cspacios a la posture opiiesta
y, asi, neutralizarla" ' 1. Cada parte sc representa a st
miv rna como yendo mâs allâ dc la vicja distincifin
i‹quier- da/derecha o combinando mementos dc ella
para crear Una nueva y vital orientacion.
La derecha pc›lioca se vistifi con nucvos rop cs,
por ejemplo, en el periodo posterior a la IT Guerra
MundiaJ, tras la caida del fascisms. Part sobreiivir, los
parudos dc
derec lins tnvieron que a* r • *gunos de los valorcs
dc la izquierda, y acepiar eI marco bâsico del Estado dc
bicncstar. Dcsdc comienzos de los ochenta,.las cosas
han
sido al revés, debido at influjo i‹leo1figico crecicntc del
neoliberalismo y al colapso dcl comunismo. La afirma-
ciân de que Tony Blair ha adoptado lv mayoria ‹le
las ideas del chatcherismo, reciclândolas coino si
fueran algo nue*'o, w comprende fiicilmente dcsdc tal
piinto de vista. Esia vez e.s la izquier‹la la que mâs
tiene que ganm
‹liciei âo que las vie as categoñas pa no tiencn
scntido. La distincifin cntre izquierda y derecha se
rcafirmarâ, sc- gñn Bobbio, como ya liiciera con
antcrioridad. De este modo, dado que la
socialdemocracia estâ volviendo a la vida y la nueva
derecha cstfi râpidamente dejarido de ser tan nucva, los
socialdemfiaotas pronto pucden dejar ‹lc iludar snhre si
la izquierda y la derecha cstân o1›soletas. Ln diferencia
izquierda/derecha, en opinion dc llob- bio, no cs
solamente tina cuestifin de polaridad. Un criterio
importantc renparece continuamente al distin- gtiir la
izquierda dc la dcrcclia: las actitude.s rcspecto a la
iguaJdad. Ia izquierda favorccc una mnyor igualdad,
mienWs que la derecha ve la sociedad como inevitahlc-
men.e jerârquica. La igiialdad es un conccpto
relarivo. Dcbcmos preguntar: ¿igtiaidad entre quiéncs,
dc gits y

53
en qué grado? Ln izquierda busca reducir la dcsigual-
dad, pero esm mets puede entenderse be diferentcs
inaneras. No es quc la izquierda c{uiera disminuir
todas las desib'ualdades, inicntras que la derecha
quiere sicm- pre prebervarlas. La difercncia cs de
contexto. Per ejem- plo, en un pats con una recientc
poblaci‹Sn inmigrante, cl contrasts entre izquierda y
derecha pucdc expresarse en la cxtcnsifin en 9ue deba
otorgarse a los ininigrantes derechos basicos de
ciudadania y protecciñn material. A pesar dc
argumentar que la divisifio entre izquier- da y
derecha scguirâ cxistiendo, Bobbio concluye cn uria
“Respuesta” a los criticos dc su libro aceptando que
la distinci0n no posee ahora cl apoyo que solia tener:

Es innegable quc cl motivo de la actual falta de


direc- cion de la izquierda es qiic en cl mundo
moderno han siirgido problemas que l‹xs movimic Atos
tradicionales de la i*qiiiczda ntmca se habian
planteado, y algunas de las hipfitcais sobre las que
fundaban su fucrza y sts planes pam la transforinaci6n
de la sociedad no se han niatcriali- zado... Ningiin
izf{uierdista puede negar que la izquierda no es hoy Io
que era ’°.

Bobbie cstâ seguramente en to cierto al dccir quc


la distincifin izquierda/derecha to desaparecerâ, y al
con- sidebar la dcsigualdad como nuclco de ella.
Aunquc puede ser interpretada dc inaneras bastaotc
distintas, la idea de i dad o justicia social es bâsica
part la pcrs- pcctiva de la izquierda. Ha sido criticada
pcrsistentemen- tc- por personas de derechas. La
definicifin dc Bobbio necesita, no obsiante, aJglin
refinamiento. Las personas de izquierdas no s‹Slo
buscan justicia social, sino quc
54
ci‘cen que el gobierno dcbc jugar un papel clave en
fi»- inentarla. En lugar dc hablar de la justicia social
como lal es rnâs preciso dccir que estar en la izquierda
sigridi- cv creer en una polftica de la emancipacifin. La
igual- darl es importance sobre todo purque es
relevantc para las oportiinidadesvitales, el bienestar y
la autoestima de la gcntc. Como dice el filñsofo de
OxfordJoseph Rat:

LoQuchxe que nospreocipmnossobrc


difcr‹nixs
dcñpnUdtes:.eselhambredtloahambG<iito¿lanece-
sidad de los necesitados... el hccho dc que estân en
peor
simacion que sus vecinos en aspccios importances es rele-
vance. 1'ero es relevante no como un mal indeQendiente
de la desigualdad. Su rclcvancia estriba en mostxar que su
hambre es mayor, su ncmsi‹jad mâs aciiciante, sir siifri-
miento rr»is danino, y, per mnto, es nuestro intents por la
iyaldad cl que nos hace dotarlas de prioridad *°.

Tambitn hay otras razoncs para preocuparse per


fa iguaidarl. Una sociedad altamente desiguaJ se ve
perju- dicada por no haccr cl mejor uso de los taienms y
facul- tades de sus ciudadanos. Por otro lado, las
desigualda- des pucdcn amenamr la cohesion social y
tencr otras consccuencias socialrnente indeseahles
(como provo- car altas tasas de criminalidad). Es cierto
que ha habido sociedades que han aJl›ergado grandes
desigualdades y a peszr de cllo han permanccido
cstables —el sisterna tradicional de castas indio, por
ejemplo-. Pero en una tpoca de democracia de masas
las cosa.s son rnuy dife- renics. Una sociedad
democrâtica que genera desigual- dad a gran escala
produciri pmbablemeiiie dcscontcn- to y conBictos
generaJi doc
La gIobaIizar‹0n, junti• con la desintegiaci0n dcl co-
munisirio, hn altcrado low contornos de la izquierda y de
la derecha. En los parses i iclusuializados no hay extre-
ma izquierda de la que foal ‹r. Pero st hay uria extreme
derecha, que sc define ca‹*.a vez mâs en rcspuesa a la
globalizacion —un p*tron ci:mun que une a politicos
rlerechisias corno Pat Biich-oian en Lstados Unidos,
Jean-Marie In Pcn en Francia v Pauline Hanson en z\u+
traits. Lo mismo puede dcc: :e incluso de los yupos
indicates mâs fieros de la derecha, como los Pawiotns
en Estai1‹is Unidos, que yen en las Nationcs Unirlas y cl
go- bicrno federal complots ci›ntra su integridad
nacioiial. As tcHlas menu Yes dc la extreme derecha
son el pro- teccionismt3 econF›mico y cultural.
Buchanan, per ejem- plo, vocea “jAnlérica primcro!”.
Dcfiencte el aislacionis- rim› umcional y itna politics
inflexible en inmigracion como altcrnativas
apropiadas a la moda de to globai.
La distiilcicin izquierda/derecha sigue viva, pcm una
cucstion fundamental pars la socialdcmocracia cs si
la division cubre tanto espacio del espectro politico
come anics. iEstamos, como Dobbio parece siigerir,
simple- mente en un penodo dc iransicion, antes de
que ia iz- rjuierda y la derecha se rcstablezcan con total
fuerza, o
!›a habido un cambio cualitalivo en su aplicabilidad?
Sean dificil rcsistirse a la conclusion de que ma
existi- do tal camliio. LoS motivos lian sido lien
analizados en los rlebatcs socialdciriucratas de los
ultimos anos Esti> vieran o no directamentc influidiis
por e1 marxisms, la mayoria de los pens dores y
activistas dc la izquierrla adoptarun una vision
progresista de la lustoria. Se alia- ron csuechameiim no
solo con “cl prt›greso del socialis- mo”, sino con cl
avance dc la ciencia y la tecnologia. Los
conservadorcs, per otro lado, han sido escépticos sobre
los grandes proyectos y son pragmâticos respecto al dc-
sarrollo social, y han pucsto Cnfasis cn la
continuidact. Eston contrastcs se han hccho hoy menos
âsperos. Tin- to la izquierda como la derecha han
vcnido a acepuir la naturalezo dual de la cienc iz be la
tecnolngia, que ge- ncran grandes betieficios pero
crean tamhién nudes ricsgos e incertidumbres.
Con la ñehinciân del socialismo como teoria de
gcs- tié›n econfiinica ha desaparecido una de las
principalcs lineas divisorias enlre izquierda y
derecha, al menos para e1 fururo inmediato. Lit
izquicrda marxista qocria derrocar al capitalismo y ret
mpJazarlo por un sistcma difercoie. Much‹›s
socialdem‹âcmtas taml›ién crcian que c1 capitalismo
podia y dcbia ser progresivamentc mo- dificado, de
modo que perdiets la mayoria de sus ca- ractcristicas
defmitori;ts. Nadie tiene ya alternatives at capitalismt›
—Nos debates que se inantiencn atañen a la extensié›n
y las formas en que cl capitalisrno debiera scr dirigido
y regulad . Estos debates son ciertameiiic
significativos, pero se Quedari atrâs re.specto a las
discii- siones mâs fundamentales del pasado.
Al haber mudado estas circunstancias, se ha
puesto dc relieve toda una gonna de problemas y
posibilidades nucvos que no estân ml alcaiicc del
csQuema izquier- da/derecha. Estos incltiyen
ciiestiones ccolñgicas, per‹i tambicn asuntos que
tienen que seer con la naturalcza cambiante de la
familia, el trabajo y la identidml perso- not y cultural.
Por sitpuestu, los valores de justicia social
¿ emancipation csuin coneclndos a cllos, pero todax es-
ias cuestioncs frs endcn aqucllos valores. ›\ la
poLtica cmancipadora de la izquierda clâsica Jicmos ‹de
aiiadir In
5T
que he llamado en otra parte la pnlitica de la ‹ada 1#
El tériiiino pueile ser bueno o no. A lo que me refiero
con Al es a que, mientras que la politica emancipadora
atañe a lms oportunidades vitalcs, la poliuca dc la vida
atañc a decisiones vitalcs. Es una poliuca dc clcccifin,
ideritidad y rcciprocidad. ¿Cfiino dcbcriamos
reaccionar a la hip6- tests dcl calentamiento global?
¿Deberiamos o no acep- tar la energia nuclear? ¿Hasta
qué punto deberia seguir siendo cl trabajo un valor
central en la vida? ¿Debcria-
YES dP*V^° • devolocifin? * ¿£?uâl deberia ser el
futuro de la Union Europea? Ninguna de éstas es una
cuestifiii clara de izquie1’da/dcrccha.
Rsias considcraciones sugiercn que los
socialdcin6- cratas dcbci contcmplar de otra manera
el centro politico. Los pariidos socialdemficratas se han
acercado al centro fundamentalmente por motivos
oportunistas. RI centre politico, por supuesto, en eI
contexts de 1s iz-
quierda 7 a derecha sé›lo puede sigililirar compromise,
el “punto medio” entre dos alternatives mâs definidas.
Si la izquierda y la derccha abarcan ahora mcnos
quc
antcs, sin embargo, esta conclusifin ya no sirve. La idea
del Wedio activo” o “centro radical”, muy debatida en-
tre los socialdemñcratas recientemente, deberia scr
to- mada en serie.
Implica que “centre-izquierda” no es
inevitableinente igual a yuierrla moderaila”. Cast
tndas las cuestiones de la poliñca de la vida
mcncionadas mâs arriba rcquic- rcn soJuciones
radicales o sugieren politicas radicales, en niveles
diferentcs de poder. Todas son potencialmen-
* En cl Rcim› Unirh›, sc en ucndc per &rofuozin la traiixfcrcncia dv
faciiltades politics y administrations a las autoridados
regionalcs de sus territorios historicos. (N. ‹id T.)

58
Ie polémicas, pero las condiciones y aJianzas
rcqueridas para desarrollarlas no siguen
nccesariamente las pane
‹Ie aquellas basadas en divisioncs de intents
economico. ii M cti0um de to ccii/o‹xi@ cl cconomista
J. K. Gal- braith sugirifi que en las sociedades
contcmporâncas los ricos pierden interns en la suerte
dc los menos privi- legiados " Sin embargo,
investigaciones realiz as en parses europcos
demucstran que en muchos aspectos sucede lo
contrario. Riedcn formarse alianzas unâni- tries, que
pucden ofrecer una base parr politicas radica- les.
Afrontar los problemas ecolñgicns, por poner el caso,
‹lesde luego requiem con frecuencia una actimd
°*. rero ese radicalismo puede, en principio,
dicmr un amplio consenso. Lo mismo puede decirsc
de res- ponder a la globalizacion o la politics
familiar.
El término “centrmizquicrda” no es, pucs, una califi-
cacion inocua. Llna socialdeinocracia renovada ha cle
estar - la izquierda del centro, porqiie lajusticia social
y la politica einancipadora siguen constituyendo su
csen- era. Pero no deberia considerarse que el “centro”
no de- nc susnwcia. Hablamos inks bien de las alianzas
que los socialdcinocratas pueden tejer a partir dc la
diversidad de estilos dc vida. Los probJcmas politicos,
tmdicionaies y nuevos, ticnen que ser analizados de
este modo. Un Estado de bicnestar rcformado, por
ejemplo, ha de sa- tisfacer criterios de jmticia social,
pero también tiene due reconocer e incorpnrar una
clcccion activa de esti- lo dc vida, inttgmrse cn
estratcgias ecological y respon- der a nucvos
escenarios dc riesgo.
El Mdicalisino” solia concebirse coino la izquierda
arrcrnetiendo coiitr-a la derecha —y la izquierda coiitr-
a la izquierda, ya que los autoproclarnados
revoluciona-
rios y marxistas se conceptuaban bastaote lejanos dc
los quc considernbao ineros ‘rcformadores"—. Ln
ccuacifin entrc scr de irquierdas y scr radical ya no sc
sostiene, st es que alguna vex to hizo. Muchos
socialdemficralas en- cucntmn inc0mnda tal siruacion,
pem ofrcce inayores bcneficios, j›iies termite
intercambios a través de barre- r iticas cJoe eran
mucho inks altns. Consideremos
de nuevu el ejemplo de la reftjrma dcl sistema de bien-
estar. Ha7 Grandes difcrencias entrc socialdemt›cratas
y neolilierales accrca del futuro dcl Esiado de
bienestar,
y e.ms difcrcncias se concentran cn torno a la dix'ision iz-
quierda/derecha La mayoria de los socialdeinocrntas
quierc mantener un gasto clcvado en bienestar, mien-
tras que los neoJilierales apoyan una red dc sc iridad
public.a minima. £ 'n todo, hay tamliién cucsuones co-
munes con Jas que sc enfrentan tiidos los rcformadores
del bicnestar. La ciicstifin en t mo a qué hacer cun una
roblacic›n envejccida, r r ejemplo, no consists simple-
mentr en estnblcccr grades de pcnsiones. Requiere una
reflexifin mâs radical sobre la cainbiante naturaJeza dcT
en*'ejccimientn comm tal, los r• fles camhiantcs de sa-
lud y cnfermedad, y otros tcmas.

En todos los interims ‹ie renovacion J›olitica suigc


la cuestifin dc la o anizacion. Si puede configurarsc
un
programs r 1 ticti colicrcntc, ¿como ma dc scr imr
incnmdo? Iss partidos socialdcmé›cratns comenzmon
originariarnente siendo movirnientos sociales, a finales
del sigl‹i x 7 COmicnzos net xx. Hoy, adcmâs de sufrir
fi0
en crisis ideol0gica, se ven dcsbordados pot’ nue os
mu- imienti›s suciales y, como otros parudos,
en›meltos en una situaci0ri en la que la poliuca sc ha
de‹niuado y el gobierno ha sido aparenlemenlc
privndo de poder. El neoliberalismo ha armado una
critica continuada del pnpel del gobierno en la vida
social y econfimica, que parccc resonar en tendencies
exislentes en cl mundo real. Es hora de que los
socialdemficratas lancen un contraalaquc contra tales
ideas, que no resisten un anâ- lisis detenido.
Los temas del fn dc la politica, y de la inmersifin
del F-stado en el mercado glohal, han sido tan
‹testacados en la literatlirw reciente que mcrccc la pena
reiterar qué es lo que e b *'erno pilede lograr en cl
mundo contcm-
porâneo.
Al QObIerno existn para:

• sumiiiistrar medIos para la representncifin dc


intc- rescs divcrsos;
• ofrecer un foro para conciliar las demandas
rivales de estos inlereses;
• crear y proteger una esfera publIca abierta, en
la que pueda lleyorse a cabo un debate fibre
sf›lire cuestiones political;
• suministrar una vzriedN de bienes p0blicos, inch-
ycndo formas de sc iridad y bienestar mlcctivos;
• regular Nos mercados siguiendo el interés
publico y fomentar la competencia incrcantil
donde Maya amenaza dc monopolio;
• foinentar la paz social mediante el cnntrol de
los instrumentos de violencia y mcdiante el
mantcrii- miento dcl orden;
• promovcr cl dcsarrollo activo de capital humano
a uovcs dc en papel esencial en el sistema
educativo;
• mantcncr un sistemajudicial eficaz;
• tener un papel directninente econfimico, como
empleador pnncipal, en intcrvencifio macro y rrh-
croecfinomica, adem de la proxâsifin de infrae+
tructuras;
• mâs discutirlainente, tener una meta civilizadora
—eI gobierno refleja iiormas y valorcs ampliamcn-
te aceptados, pero también puede ayudar a mol-
dcarlas, en clsistcma educativo y fiiera de él;
• fomentar alianzas regionales y transnacionalcs y
pcrseguir objetivos globales.

Por supuesto, estas tareas pueden ser


interpretadas de maneras muy diferentes, y siempre
hay âreas de sola- pamientu con organizaciones no
estatales. La lista cs tnn impresionante que suponer que
el Estado y cl gobicrno
.se lian voelto irrelevantes no tienc sentido.
Los mercados no pueden rccmplazar al gobierno en
ninguna dc cstas ârcas, pero tampoco pueden
hacerlo los movimicntos sociales u otras clases de
organizacifin no giibernamental (ONGs), por muy
significations que se hayan vuelto. Los movimicntos
sociales y los I1arnado.s “pariidos antisistema” no han
jugado un papel tan iir›- portante en el Reino Uinido
en los años oclienta y co- mien*os de l‹›s nvvcnta
cnmo en muchos parses conti- nentaies. No olsiante,
los cambios producidos por la glohalizacifin hair
amenazado cn todas partcs con debi- liiar a los partidos
politicos ortodoxoz Los socialdemñ- cratas sc vicmn en
los años ochenta sin un marco ideo- logico cfectivo
con el que responder, micnrrus que los
movimientos sociales y otros grupos pusieron de
relieve las cuestiones que caian fiicra dc la polftica
sociédem - crata uadicional -la ecologia, los
dcrechos de los ani- mates, la sexuaJidad, los derechos
dc los consumidore.s y inuchas otras.
Lo que a aJgunos les parecia un proceso dc dcspoliti-
mcifin —la pérdida.de influencia de gobiernos nacio-
nales y partidos politico era para otros una
extensién del coinproiniso y activisino politicos.
Ulrich Beck ha- bla del surgimiento dc la "subpol:tica"
—la politica que ha emigrado del parlamcnto hacia
grupos de "irtterés unico" {Angle-ten) en la sociedad ’*
—. Muchos de estos grupos, como Greenpeace u
Oxfam, operari a iina esca- la global. Un episudio
clave para Beck y muchos otros fue cl de Brent Spar.
In compania de pctrñlco Shell pla- neo cn 1995
deshaceme be la plataforma pctroliferu. Brent Spm
hundiéndola en el océano. Crupos dc defen- se del
mcdio ambience organizaron protestas enérgicas y
consumidorcs dc muchos parses dejaron de comprar
gasolina Shell. Los cambios en la actitud de la
compa- ñia desde entonces han sido profundos.
En 1998 Shell publicfi un interesante informe dcscri-
biendo sus nuevas ac6tudcs hacia la responsabilidad
corporativa. El informe habla dc implicarse en iin
"de- bate glohal", java aprender dc otros” y *explicar
nucv tias acciones”. Acepta que hay una
‘rcsponsabilitlad de asegurar que nuesims ncgocios se
llevan dc una mane- ra que sea éiicamente aceptable
para ct resto del iui- do" y que ‘dcbcmos mostrar
que Io estamos haciendo ofreciendo garantias
siisceptibles de verificacion inde- pendicntemente”.
Shell rcclama ser la primers gmn compaiha energética
que apoya publicainente Ia Decla-
racion Universal dc Derechos Hvmanos de la £JN U. Se
formo un Comité dc Responsabilidad Social en 1997
para rcissar lv politica y la conducts de los negocios
Shell ".
Un discurso pronunciado per £:or Hcrksuotcr, cI
prcsidente sundial dc Shell, es rmelador. De los grupos
defensores del me6iii amhiente y dc los
consumidores dice que limos algo leutos en
comprender que estos grupos tenctian a adqiiirir
autoridad. Infrnvaloramos la extension ale estos
cambios —errnmos en no irnplicar- nos en un diâlogo
scrio con estos niimos grupos‘. Añadc que
“scncillamente, las instituciones de la socie- dad global
cstân siendo reinxentadas u metlida que la tecnologia
redefine lms relaciiines entre individuos y or-
ganizaciones”.
Los niievos movimientns, grupos y ONGs son, pues,
capaces de tcnsar sae mñsculos en la cscena mundial
y hasta lms corporaciones mundiaJcs lian de tomar
nota. Beck comyara “el ininovilismo del aparato
gubernamen- tal” con la hnovilidad dc los agentes en
todos los nivele.s [›txiililes de lv sociedad” y “el decliye
dc la politica” con “la activacifin dc la subpolitica”. Its
grupos de iniciativa ciudadana, arguments, han
arlc{uirido poder unilatcral- mente, sin csperar a los
p‹iliticns. Ell‹ s, no los politicos, han incluido las
cuestiones ecnlé›gicas, y otras muclias prcocupaciones
nuevas, en los prog Grupos de
ciudadanos origiñaron las tiunsicioncs en Europa del
Rste en l9b9: “Sin fotncopiadoras ni teléfonos, fueron
capace.s de torzar a los grupos dirigentes a retinue y
caer por el simple hccho dc reunirse en tina plaza 1'.
El critico cultural Hans 6'fagmus Rnxenshergcr ascribe
de Alcniania —y por infcrencia también de otros
parses:

G4
Se injliria a los politicos dicicndo 9•e el piiCblo se inte-
rest menos y menos por eIIov.. [pero] las innovaciones
y decisioncs sobre el hituro no provienen dc la cms
politi- cs dculc hace ya algñn tiempo... El Gobicrno
Federal [alcmfin) es relativainciite estable y tieiic rclau
'o éxito, a pcsar de ) no debido at hecho de que cstâ
dirigido por CA 9•vcnos sonrien dcsdc los carteles de
cain- yaña... Alemania yuede permit}tsc un gobierno
iticoin-
petente, porquc en definitiza has personas que nos abu-
rren en las noticias dramas no iinportan en r‹ralidad '°.

Tales comentarios son coherences con


investigacio- rics sobre la decrecienie confianza en
los politicos y en la maquinaria dc la politica
ortodoxa, similar en la ma- yoria tie los parses
industriales. En Estadus Unidos, el 76a de )a gcnte
contests en una encuesta de opinifin en l 9S4 “todo”o
‘la major parte de1 tiempo“ cuando se le pregiinmba
“¿Cuânta parte del tiempo confia usted en que cl
gobierno de Washington haga lo correcto?". La
encuesta repefida en 1994 mostraba que la propor-
tion habia dnscendido hasta eI 2ñ&o De aquellos
que cxpresaban una confianza continuada en el
gobierno, cl 61&o habia votado en has eleccioncs
presidenciales anteriores, comparado con eI SS&o dc
los menos contra- dos. In gente joven tiene una actitud
mâs reservada ha- cia la pohtica parlamcntaria que las
generaciones mayo- res, aunque los jfivenes tiencn
mâs interés que sus mayorcs en cucstiones de
‘subpolitica". La ‘largn gene- nacion civica” nacida
entrc 1910 y 19 es mâs procln'e a confiar en los
politicos y a vomr . Una encuesta reaJizo- da en once
parses europcos occidentales en 1981 y rcpe-
uda en 1990 mostraba que la confianza en las
institucio- ries gubcrnamentales habia dismin uido en
sets parses, cra cstable pero bastantc baja en cuatro y
habia aumcn- mdo solo en uno (Dinamarca). No es
solo que la gentc exprese menos confianza en los
polfticos dc la que solia tener: lo mismo puede decirsc
dc sus actinides hacia otras figures de autoñdad,
como la policia, los aboga- dos o los métlicos ".
Li›s '@arñdos aiitisistema" han busmdo explotar es-
tos sentimientos atacando a los partidos ortt›doxos
di- recinmcntc. Los partidos verdes y los partidtis
populis- ms dc cxtrcma derecha han disputado por una
porcion dc poder en la mayoria de ltjs parses
industrialcs. Am- bos tipos de parodo estan ligados a
rnovimicntos socia- les mâs amplios y amlios protestan
cxplicitamente con- tra los partidos y .sistemas dc
gobierno cstablecidos. Err 1998, los verdes iienen
dipumdos en once parlamentos nacionales en Eiiropa.
Los partidos populistas dc dere- chos, que se formaron
principalmente en los ochenta, tienen iina
rcprcscntacifin mâs variada, hasta un ?0&o de apoyo
en Ngiinos parses, come aJcanza el Freilieidi- chc Partei
en Austria, y prâcticarnente riinguna prcscn- cia en
otros, como el Reino Unido, España, lIolanda o
Noruega.
No hay serial de que estos partidos iayan a ganar
mâs apoyo electoral del que lian logrado hasta
ahora, aun- que esto Yes coloca a xrccs en una posicion
de comisiw sises del poder. Al igual que los
movimientos snciales y gr upos activistas, su
importancia es en gran parte sim- bfilica: prcsionan
para incluir untos en la agenda poli- tica, y dan forma
concreta a lms conflicios quc lcs rodcan. Los partidos y
movimicntos de extrema derecha serian
66
peligrosos si se convirtieran en aigo mls r}ue
inquietudes rninoritarias. Los verdes, por otro lado,
plantean cueSuO•
nes idcoléigicns que son i r ibles de ignorar, y que
po- ncn en tela de juicio algunas de las oñentacioncs
bfisi- cas de la socialdemocracia. A pesar de Ins
discusiones de
diez años sobre la finodernizacifin ccolfigica", no
pue- de decirse que los socialdeméicratas hayan sido
capa- ces de asiinilar adecuadamcntc cl pensamiento
ecologi- co. “I ncluso en la oposicifin, la izquierda
estabJeciHa en la inayoria dc parses no habia
demostrado convincente- mente haber cambiado su
posture respects a los nuevos problemas” . En parte,
la dificultad es que los proble- mas inteJectliales y
politicos relacionadns son dc una magnitud cnorme..
Adeinâs, gran partc dc los partidos socialdemocratas
estâii divididos, una consccuencia de estar en iina
iransicifin cn la que las siejas ideas de iz- quierda
sigucn sicndo importances y ninguna alternati- va
plcna sc ha formado.
jEn qué medida reemplazorâ la “subpolitica” a las e.
+ fcras mâs convencionales be la politics y cl
gobierno? Beck tiene re.On al sostener que el interés
dccrccicntc en la politica partidisia y parlamcntaria no
significa des- politimcifin. Los movimicntos sociaJcs, los
grupos de in- terés, las ONGs y otras asociaciones de
ciudadanosjuga- rân seguramcntc un papel en
politica sobre una base continuista —dcsdc un nivel
local hasta un rivet sun- dial—. Los gobiernos
tendrân que cstar dispuestos a aprender de ellos,
rcaccionar ante las cuesñones que susciten y
ncguciar con ell‹xs, como harân las grandcs
empresas y otros agentes economicos.
Pero la idea de que tales grupos pueden suceder a
los gobiernos alli donde cstos fallan, o sustituir a los
parti-

Li7
dos Poliucos, es una fantasia. El fitado-nacifin y el go-
bierno nacional pueden cstar carnbiando su Korma,
r• ambos inantienen una importancia decisiva en el
mundo actuai. Las personas que nos aburren en las no-
ticias diarias“ sI impiortan, y lo liarân durante el futuro
indefinido. Los cambios de 1989 en Eu••r• delEste de-
pendieron, al menos, dc la connivencia de Estados y di-
rigentes de Estados —en rectal la decision del poder
sovictico ‹Ie no e.nviar tropas para rcprimir las
marines- Facione . Pur miiy importantes que
pueckui ser los
movimienfo.s y s bros dc intents rio pueden gobernar
como tales. Una etc las funciones princirales del
gobier- no consistc precisamente en reconciljar las
dcmandas ilivergentes de ros de interns, en la r circa
y en las leyes. Pero ‘gobierno" aqiii deberia
entendersc en un
seniido mâs gericral que solo gobicrno nacional. Los
so- cialdemñcratas tienen que anaJizar cfimo podria ser
cJ gobierilo mejor reconstruido para afrontar las necesi-
dadcs de la época.

La importancia de la pol'tica ecol ca va mucho mâs


all5 de la infiuencia que los movimicntos sociales
verdcs piicdati cobrar, o dc la prop‹ircifin del votn que
los par-
tidos vcrden ruedan captar. En • r litica concrete, la
influencia de los w•ros ccologistas ha sido ya
conside-
rable, espcciaimcntc en Alemania —no sorprcnde qoe
la nocion de “subpolitica” se originara alli—. Err sit obra
Le iefda a rizz, Andrei MarkoviLs y Phjlip Goinki
seiiaian que “duraiite los anos oclienta los verdes se
cunwrtieron en cl agente socializador de la izquierda
alemana cn cl scntido de que prâcticamente tt›das sirs
nuevas idcas, innovnciones politicns, formiilaciooes e+
tratégicas, cstilo de vida... provinieroo de los verdes y
so medio“ **. Al canciller \Yilly Brandt ie g3istaba decir
que los vcrdes eran Nos niiios perdidos del SPD", pero
en rea- lidad los socialdemocratas micron revimlizados
per su inevitable confrontaciñn con el movirniento
ecologista. Las consecuencias sort palpables. Alemania
es uno de los parses lideres dci mundo en cuarito a
medidas am- bientales como la eficiencia energética (la
cantidad dc energia reqiierida para producir una
unidad dc rcnta nacional) o las emisiones fa de
containinantcs ta- les como eI diñxido de carhono o el
difixido dc azufrc. Iss movirnientns ecologistas no
cstân todos corta- tlos, por supuesto, por clmismo
patron, y el âmbito eco- logisia esui repleto de
controvcrsias. Las premoniciones tie una posible
catâstrofe global sc cxprcsaron por prime- rs *'vz en los
scscnta, y pronto cristalimron en prediccio-
rics acahadn Los reciirsos de la tierrn, se proclamaba,
cr tân siendo consumidos a un ritmo aiarmantc,
micntras que la contaminaciñn esta destruyendo el
l›alarice ecu logico del que depends la continiii‹lad de
la naturaleza. Estas mrribles arlveriencias provocaron
una respuesta vigorosa per parte de los entices, que
afirmaban que el crecimientt› eetinénnico indefinido es
posible. Lo hicic- run apoyândose sobre todo en la
teoria cconomica rice- liberal. Los principios dcl
mcrcado ascgui n que no
liaya liinitcs al crccimicnto. Al igual que otros bienes,
si cualquicr rccurso natural se vuelve mâs escaso,
aumen- tail su precio y descenderâ su consumo. Si
dewienHe el precio de los bienes, cllo significa que la
oferta cstâ dcv
hurdandu la ilemanda. El cconoinismJulian Simon hizo
una fainosa apuesia con cl ccologisia Paul Ehrlich en
r98o. simon apostfi que, para cualquier conjunto de re-
sumes natuiules que Ehrlich 9 siera esc‹ger, los pre-
cies serlan infcriorcs en un determinado momento dcl
futuro. Ehrlich cscogifi 1990, y eligi0 eI sobre, eI cromo,
el niquel y ct tungsteno. En who, us precios de estos
matcrialcs cran de un 24 a uq 78a mâs bajos dc lo que
habian sido diez anos aotes. Ehrlich pagfi
puntiialmente. En cuanto a la contamination, Simon y
otras perso- nas que sosoenen opiniones similarcs
ticnden simple- mente a negar que haya causa alguna
para la preocupa- cifin. El calentamiento global, por
ejemplo, o bien no estâ ocurriendo, o bien es un
fcnomeno natuml y no csta producido per aciividadcs
humanas. La naturalczo tie- ne propiedades
restnuiudoras con tin alcance mucho mayor que
cualquicr impacto que los scres hiimanos
]›ue‹1an caiisar sobre cl medio ambiente —por
ejemplo, la naturaleza cst sicmpre creando nucs
especies a la vez que dcslruyéndolas*’.
tEs tal visifin defendible? No to creo. Las soliiciones
dcl mercado son posibles para una divcrsidad de pro-
blemas ecologicos, pero, cnmo en otms areas, esto no
deb'eria implies opiar por el fundamenmlismo del mcr-
cado. Ser confiado sobre los pcligros ambientales serta
por si misma trna estraiegia altamente peligrosa. Reco-
nocer este hecho signifier comprometcrsc con las ideas
de desarrollo sosicnible y moderni aciñn ecolñgica,
como han rcconocido apropiadamente la mayoria de
los partidos socialdemficratas.
Dcsdc ni incliisifin en cl informe dc la Comisifin
Briindtland en 1987, cl de.mrollo sosicnible se ha
con-
70
vertido en la preocupaciñn dominante de los grupos
ecologistas, y politicos de la ma n'a de las ideologies
aparentan estar de acuerdo con ello. Brundtland
ofre- cio una dcfinicifin cngafiosamente simple de
desarrollo sostcnible, como la capacidad dc la
gencracifin actual asegiirar la satisfaccifin de las
neccsidades dcl pre-
sence sin comprometer la capacidad de lms
generacio- nes futuras para snDsfacer sus propias
necesidades" ”. Ya que no sabemos cufiles serân las
necesidades de las ge- neraciones futures, o c0mo se vet
afectada la utilizacion de to.s recursc›s por el cambio
tecnol0gico, la nocion de dcsarrollo sostenible no
puede ser precisada —no sor- prendc Que se hayan
contabilizado hasta cuarenta defi- nicioncs difcrcntcs
de ella.
El desarrollo sostcniblc cs, por tanto, niâs un
princi- pro guia que una ffirmula prccisa. Ko obstantc,
fuc apro- bado en la Agenda 21, un programa
patrocinado por la ONU como continuacion minuciosa
de los esfuerzos de Rrundtland. Varios parses han
hecho grandes esfiierzos
Para integrarlu en su pensamiento econfimico.
Asom- hrosnmente, el gobierno conservador del Reino
Unido afirmfi en 1988 Que la polirica economica
britânica cum-
plia con los principios dc dcsarrollo sostcnible, mos-
trando ciifin ductil es el concepto.
La actitud de Gran Brcmña afinales dc los años
ochcn- ta y comienzos de los noventa contrastaba
nitidamcntc con la de algunos parses continenmles —
por ejemplo, Holantla, que en 1989 put en marcha
un plan national para integrar criterion ecolñgicos en
el funcionamiento nitinano de todas los depariarnent‹
s gtibernamenta- let. Cada departamcnto tiene
objetivos de calidad medioambicntal y un calcndario
establecido para lo-
b ^£IDS.II desarrollo sostenible cs definido como cl evi-
^• ••r icaci0n de tecnologias ”extenuantes" a fasor
de mo‹los de producciñn que estén disei'iados deule el
prin- cipio para evitar o limitar la contamination.
Cirupos de
ciudadanos y representantes de la industria tnman par-
te en has rcuniones para llcgar a la planificacion de
objc- uvos. El proyccto ha tcnido la acostumbrada
iacion dc rcvcscs y dificiilmdes, pero ha cumplido su
papel a la hora de convertir a Holanda en iin pais
con uno de los mejores registros ambientales
I in noci0n de desarrollo sostenible encaja bien con la
nits amplia de modernizacion ecolugica. Maarten
Ha- jer, uno de see teoricos principales, considers que
la mo- dernization ecolfigica refine para un propé›sito
coniñn vaiias ”lineas de desarrollo creibles y
atractivas”: dem- rrollo sostcniblc en lugnr dc
“crecimiento*dcfinitivo"; una prcfcrcncia por la
prcvcncié›n antcs que la rcstau- racion; iguNar
coniarninacié›n con incficacia. y tmtar la regulacié›n
medioambicntal y el crccimiento cconomi- co como
mutuamente beneficiosos *‘. Mientras que la
intervenci6n del gobierno sea necesaria part
promoter priiicipitis ecologistas firines cxigirâ la
co‹ipecaciun ac- tiva de la industria —y, ojaJa, en
cooperacitin vuluntaria, n iravés del reconocimiento
de que la modernizaciñn ecologica es beneficinsa para
la economia—. “La nioder- nizacifin ecologica implica
iin consorcio en el qoe go- biernos, cmprcsas,
ccologistas modcradns y cicntificos cooperan en la
reestniceiracion de la economic politi- cs capitalista
con arreglo a criterios mâs defendibles eco-
Iñgiramente""’.
¿D masiado bueno para scr cierto? Si. No hay duda
de que la nindernizaciñn ecolñgica une los intcreses .in
2
cialdemficratas y ecol6gicos mâs estrechamente de lo
que parecia posil›le. Tiene a su espalda logros reales:
los parses inâs infl tfIdos por la idea de m‹›rlernizacion
ecu logica son los mâs limpios y verdes cfc las
naciones in- dustrioli7adas. Sin embargo, exigientlo el
mejor mundo dc los posiblcs, la modernuacifin
ecol6gica elude algii- nos dc los principalcs desnfios
que los prel›lemas ccu16- gicos plantean al
pcnsamicntn socialdem6crata No es realmente
convincentc dar por scntado que la protec- cion
medioambiental y el dcsarrollo cconoinico encajan
cumodarnente —algunas veces, una cntrarâ con seguri-
dad en conflicto con el otro-. Por otro lado, la niodcr-
nizacion ecol6gica es r*ncipalmente una cucstion dc
politica nacIonal, pero la rnayoria de los peligros am-
bicninlcs atraviesan las fruntcras de lms naciones y algu-
nos ticncn alcance m ndial.
Las hipotcsis algo cñmodas de la modernizacion
eco- lfigica dcsvian la atcncion respects de dos
ciiesriones fundamcntalcs suscitadas por
consideraciones ecologi- cms: nuestra relacifin con cl
avance cieiitifico y n uestrn respuesta al riesgo. En
parte como consecuencia dc la globaliz;ici0n, el
cambio cicntifico y tccnol gico se lia acelerado, y su
influencia sobre nucstras vidas sc ha vuel- to ten
inmediata como profunda. Podcmos pcnsar en el
*medio aml›ienie” como el mundo natiii 1, pero, por
supuesto, ya no es es‹i. Mucho de to que antcs cra natu-
ral cs ahora cl producio de, o cstâ infiuido por, la activi-
dad humana —no solo el inundta exterior, incluyendo
pusiblemente el clima dc la Tierra, .sint› cl “medic
am- liientc intcrno” del cucrp . i ara lien o para mat,
la ciencia y la tecnologia han invadido cl cuerpn
liumano, y hmi v'uelto a trazar la frontera cntrc lo Que
puede hu-
manainente coriseguirse y Io que simplemcnte
hcmos ale ‘aceptar‘ de la naturalcza.
Ciiencia y tecnologia solian considcrarsc fucra de
la politica, pero este conccpcion ha dcvenido
obsoleta. Todos vivimos cn una rclacifin mâs
“interrogatim" con la ciencia y la innovacion
industrial que antes. uevas autopisms, plantas
incineradoras de residuos, fâbricas quirnicas, nucleares
o biotécnicas e institiitos de investi- gacifin encuentrao
la resistcncia de los grupos de polala- cion
inmediatamentc afectados. Eso, y no [como en la
temprana inilustriaJizacion] regocijarse por este pro-
green, es to que ha veriido a scr prcdcciblc" . Ln
torna ale ilecisiones en estos contextos no puede
dejarse a los “expertos", sino que tiene que involocrar
a politicos y ciudadanos. Resumiendo, ciencia y
tecnologia no pue- dcn qucdar fuera de los procesos
democrfiticos. No sc puede confiar automfiticamente
en los expertns para sa- ber to que es bueno para
nosotr s, oi puede» ofrecer- nos siempre verdades
inequivoca.s; Weberian estar obli- gados a justificnr
sus conclwsiones y politicas antc el e.scrutinio
pul›lico.
I o crisis del BSF. * en cl Reino Unido es visia por
mu- chos como un caso puntual —como un problema
brirâ- nico o, a los ojos de algunos izquierdistas, como
un SoHo de regulacifin thatchcris . No es ninguno de
Nos Nos, o no sñlo cso. El episodio del BSE deberia
coosiderarsc mms bicn tipico de las siniaciones de
ricsgo que se origi- nan cuando la naturaicz ya no es
la naturaleza”. Ca- racteristico de las nuevas
situaciones de riesgo es que los
’ En c siclkuio, LEB (Eiicefniopatia espongiforme bovina); he
m antenidn I as aighs inglcsus debido a la difusifin generaliznda
que han aimnzndo. (N. dclT.)
74
cxpcrtos discrepari entre st. En lugar de existir una
serie bien dcfinida de haJlazgos a los que rccurrir por
parte de los politicos, las in›-estigaciones generaii
concIusio- nes ambiguas e interpretaciones
encontradas.
Con muchos riesgos corrientes, las tendencies
estân establecidas histfiricamente. In riesgos pueden
caicii- Parse sobre la base de la experiencia anterior.
El riesgo de que itn conductor se sea envuelto en un
accidente de tr‹ifico en un detcrminado periodo de
tiempo puede calcularse fâcilmente sobre una base
estadistica. Las nuevas situaciones de riesgo no son asi.
No tenemos ex- pcricncia anterior para guiarnos, c
incluso el que exis- tan ricsgos puede discutirse a
voccs. La inayoria de los cientificos del ramo cree que
el calcntamientn global estâ ociirricndo, que tiene un
origen humano, y que tie- ne reservados dcsastres
posibles para la hiiinanida‹t. Nu obstante, una minoria
signification de espccialistas no cree ninguna de csms
co.sae y, como hemos visto, args- nos colaboradorcs dc
la literatur‹t medioambicntal es- tân de acuerdo.
Los socesos del BSE estân por ahora leos de haber li-
nalizado. Nadie sabe en cu*ntos otros parses puede
apa- reccr cl DSE, o ches puedan ser sus
consecuencias a rnâs largo pJazo. El modo preciso dc
su traiisrnisi0n en- tre espccics es iin mistcrio y puede
icner un periudo de gestacifin laigo. Su impacto
puramcntc cconomica ya ha sido considerablc. La
ñltima estimacifin dc la investi- gacion del BSE en 1998
señaia, per el momento, un com te part la economic
britânica de 3.000 milloncs de li- bras, calculado s6lo
en tcrminos ale compensacioncs pagadas a los
granjeros y de los costes derry-ados de sacri- hcar vacas
infectadas y eliminar sus rested. El consumo
7o
de vacunu ha caido en algunos parses no ‹lirectamentc
afectadn ha.sta ahora por el BSE.
El episodic del BSE ofrece abundante evidencia, si
fuera necesaria, dc que los riesgos ecologicos no pue-
den “dejarse a un lado”, pues inundan las âreas ccntra-
les be la politica modcrna. Es obvio, per ejemplo, que
las politicas sanitarias no pueden diseriarse como si
con- trolar la coniaminacifin fuera un firea distinta dcl
“me- dic ambience”, o como st esmviemi separadas
de los procesos dc cambio tecnolñgico. Hacer frente
at riesgo ecolfigico sew un asunto prol›lernâtico en cl
futuro pre- visible.
En la litcratura de lv modernizacion ccologica, el
prin- cipio precaiitorio se otrece normalmente como
medio de tramr las amen mm ecolfigicas. El concepts
parece haber sido utilizado per primcra vez en Airman
ia cii los años ochenta, y hasta cierto punto ha formmlo
parte dc la politica pulilica en aquel pats. Muy
simplificado, csra- blece que delieria actuarse sobre las
cuestiones incdio- ambieiitales incluso aunque exista
incertidumbrc cien- titica sobre cllas. Asi, en Marios
parses contincnmles se
iniciaroix prog- r••a conibatir la lluvia acida en Its
ochcnta, mientras que en tiraii Brctaña la falta dc evi-
dcncia concluyente se u.Lilizfi para justificar la inactivi-
dad en éste y otros problemas dc contaminacifio,
Sin einlrargo, eJ principio prccautorio no es siempre
6ul o siquiera aplical›le. El ricsgo ecologico nn se
nor- malizarâ con frecuencia dc esm inaneua, porquc
cn mu- chas situaciones ja no tcnemos la opcic›n de
“cstar ccrca dc la natuiuleza”, o porquc el balance de
bcncficios y pe- ligros del avancc cientifico y
tecnolfigico cs iinpondera- l›le. Puede que
necesitcmus con cicrta frecuencia ser
76
mâs a«daccs que cautelosos a la hora de apoyar la inno-
vaciñn cientilica y tecnol0gicm
El complejo carâcter de las nuevas situaciones de ries
go se exttende incluso a la manera en la que entran
en el debate piiblico. Consideremos de nuevo cl
ejemplo del BSE. El gobierno dc aquel momento ha
sido general- mente culpado, antcs que nada, por
negar que el BSE presentara un riesgo sanitario para
los hunianos, y pos- tcriormente cambiara su postura a
la luE de nucva evi- dencia cientifica. Es demasiado
fâcil despachar tel inco- herencia como incompetencia
gubernamental. Donde existen r›ucvos riesgos, y la
evidcncia cientifica es in- completa, los gobiernos
han de tomar decisiones que son por definiciéin un
mlto en la oscuridad. Existe una incertidumbre
elemental en cuândo y cfimo anunciar posibles
peligros que han sido revelados a trax‘és be la
information cientifica. El anuncio piiblico dc itn nuevu
escenario de riesgo, como demuestra el episodio
BSE, puede tener consecuencias profundas. Si un
ricsgo se divulga —o se ie da estatus “oficial”
mediante la intcr- venciñn del gobierno y resulm
haber sido exagerado o ser inexistente, los criiicos
dirân que es Warmismo“. Supéingase, no obstante,
que las auioridades green que cl riesgo es bajo, o son
cautelosas respecto a haber un anuncio. Lns criticos
diNu “encubrimiento”—¿por qué no sc informñ at
piiblico antes?
Los problemas involucrados aqui son aun mâs com-
plicados. En ocasiones, asustar a la gente puede scr
ncce- Mario pera perniadirles a cambiar su
comportamiento, o para que aceptcn los pasos que
debcrian daxse para pre- vents un peligro o scrie de
peligros concretes. Una ac- cion sundial eficaz para
combatir el calcntamiento glo-
bal, por ejemplo›, es probable que se inicie solo si los go-
biernos y otras instancias sc ven sensiblenientc afcctados
por los desastres quc, en otro caso, pueden sobrm'enir.
Can totlt›, hAy prcsumiblemente tin limitc al niimero
de temores que pucdcn o deberian ser fomcntados pJ
blicmnente. Si hay dernasiados, existc la posibilidad de
que ninguno sca tornado en serio.
£lfreccr seq+iridad a los ciudadanos ha side desde
hace mucho tiempo una f'reocupacion de Nos socialdm
m0cratas. El Estado de biencstar ha sido vistn como c1 vc-
liiculo de dicha seguridad. Una de las principales lcccim
ncs a sacar de los problemas ecolñgicns es quc la
misma atcncion ha de conccdcrse ml riesgo. La nucva
promi- nencia dcl riesgo conecta la autonomia
individual, por un lado, con la inlluencia arrolladora
dcl cambio cienti- fico y tecnolñgico, por otro. El riesgo
llama la atcncifin subre los pcligros que afronWnos—
los mâs importantes de los cualcs hemos creole
nc'sotro , pero también w l›re las
oportnnidades que corrcn parejas cnn cllos. El riesgo
no es silo un tenfimcno negath'o—ulgo a scr pre
vcnido o minimñad . Es al mismo tienipo cl
principio kinético de una sncicdad que hatots con la
tradiciñn y la naturaleza.
Tratlicion y naturalez.a se parcccn en el senñdo de
que muchos dccisiones Uenen dadas”. Las
acññdades y acontecimicntos ‘Ociirren sicmpre asi”, o
son accpta- das como “natucalcs” Una vcz que la
tratlicion y la na- turalcza son transformadas, hay
que tomar decisiones progresivas, y teiienios
responsabilidad por sus const cuencias. Quiéii
debcria cargar con la rcsponsabilidad de las
consecucncias futura.s de activldades presences (ya
sean de indiiiduos, naciones u otros grupos) es rna
8
de las principales preocupacioncs dc la nucva politics,
como es quién proporcione seguridad si las cosas van
inai, como y con qué recursos.

Oporiuriidad Innomcion

Rcsponsabilidud

La oportunidad y la innovacifin son el lado positive


del riesgo. Nadie puede escapar al riesgo, por supucsto,
pcro hay una diferencia bésica entre la expcriencia past-
va dcl ricsgo y la exploraeion activa de los entornos dc
riesgo. Un compromiso convencido con cl riesgo es un
components ncccsario de la movilizacion social y cco-
nomica. Aigunos ricsgos los queremos mirtimiznr cuan-
to sea posible; otros, como los dcrivados de decisiones
in*'ersoms, son una parte positiva c inevitable del biien
funcionamiento de la ecooomia de mcrcado.
Ricsgo no es exaciamente igual a pcligro. El ricsgo
sc rcfiere a los peligros que tratamos actw ente de
afron- iar y analizar. En una sociedad como la nuestra,
oricnm- da hacia el fiituro y saturada de informacion, el
tema tlel riesgo unifica varias ârcas de la politica, que
de otro morlo serian bastante distinms entrc st: la
reforms del Estado de bienestar, el compromiso
respecto a los mer- cados financieros mundiales, las
respucsms al cambio tccnolfigico, los problemas
ecolfigicos y las transforms- cioncs gcopolitic .’r‹nos
necesitamos protcccifin con-

79
tra el ricsgo, pero tainbién la capacidad dc afrontar y
cnntracr riesgos de un modo productivo.

Hasm ahora he abordad‹a los “cinco dilemas" rle


for- ma sepwarla, como st fueran indcpcndientcs
entrc *. Por siiptiesto, no to inn, y en éstc y en los
siguientcs capi- mlos hemos dc atar l‹›s cabos.
Io meta gcneml de la politics de la tcrceravia deberia
ser ayudar a los ciudadanos a guiarse cii las grandes revo-
luciones dc nuestro dempo: la las him/omtn-
dt /o y nuestra club mn fj natttralma.
La poliuca de la tercera via debcria adoptar una actitud
positive hacia la glohalizacifio —pero,
necmriamente, sñlo como ur› fenorncno con un
alcance mucho inayor que e1 mercado glohal—. Iss
socialdcmocratas necesitnn rcs9c›ndcr al protcccionismo
econfimico y cultural. cl te- rritorio de la cxtrerna
derecha, que ve la globalizacion como una amenaza a
la intngridad nacinnal y a los valo- res iradicionales.
Evidentcmente, laglohalizacion econ6- mica pucdc
tener electos destrucsvris sobre la autcisufi- ciencia
local. Peru e1 proteccionismo no es sensatn ni
deseable. Incluso st sc consiguicra que funcionara, crea-
rim un mundo de bloques ec‹in‹imicos cgoistas y
proha- blcrnente belicosos. La politica de la tcccera vfa
no dcbe- i-ia identificar globalir cion con un apoyo
universal at librc comercio. El fibre comercio puede.or
un motor del dcsarrollo cconomica, pero dado eI
:yvHer mcial cuJtu- raimentc destructive de los
mermdos, sirs consecuencias rnâs gcncrales han de scr
siempre examiiia
I n politics de la tercern via dcbcria mantener
come preocupacion esencial lajiisucia social, y aceptar
que la gania de cuestiones que escapan a la divisoria
izquicr- da/dcrccha es mayor que nunca. Igualdad y
hberiad in- dividual pueden colisionar, pero las
medidas i ialim- rias también aumentan a meñudo la
gama de libertades accesibles a los indiiiduos. Ln
libertad deberia significar para Nos socialdemficratas
autonomia de acci0n, que a sii vez. exige la
implicacifin dc la comunidad sncial en sentido
amplio. Habiendo abandonado el colectivisrno, la
politica de la tercec‹t via busca una nucva rclacifin en-
use individuo y comunidad, una redefinicifin dc
dere- chos y obligaciones.
Uno podria sugerir como lerna principal part la nuc-
va politica: nin@n dicho sin s«bilida‹L El gobier-
no iiene iina mulutud dc responsahilidades respecto
a sirs ciudadanos y respecto a otros, iricluida la
protcccifin de los débiles. La socialdcmocracia a la
antigua, sin em- bargo, tendia a considerar los derechos
como exigencies incondicionalcs. Cc›n el
individualismo crecicnte del›e- ria vcnir una extension
de las obligaciones indiisdiiales. Las prcstaciones por
deseinple , por ejemplo, debcrian acarrear la
obligacion de buscar m‹tbajo activamentc, y depende
de los gobiernos asegurar que los sistemas de bienestar
no desalientcn la bFuqueda actira, Como prin- cipio
ético, “ningiin dcrccho sin responmbilidact” debe
aplicarse no solo a los destinatarios del bienestar, sino a
todo cl muntlti. Es muy importantc quc los socialdem -
cratas rccalquen esio, porque, de otro modo, puede
consideinrsc que el precepto sc refiere sñlo a los pobrcs
o a los neccsitados —como tiende a ocurrir con la dere-
cha poliuca.
81
En la sociedad actual, un segundo prcccpto
deberia scr: Magnus autoNdad ñn democracia La
derecha ha re- buscado siempre entre los simbolos
tradicionales come medios principaJe.s dejustificar la
autoridN, ya sea en la nacion, el gobierno, la familia o
otms instituciones ^.
Pcnsadore• r iticos dc derecha maritienen que sin
tradiciéin y formas tradicionaJes de respeto la
autoridad se desmoroim —la gente pierde la faciiltad
de difcrcn-
ciar entrc lo que estâ bien y In que estâ rrial—. En
conse- cucncia, la deinoccacia nonca puede dcjar de
ser in- completa. Los socialdemocratas dcberian
oponerse a esta conccpciñn. En una sociedad donde
la tradiciñn y la costumbre estân perdicndo su
fuerza, ia Gnica ruta para establecer la autoridad es
la democracia. El nue›o individualismo no corroe
inevitabJemente la autoridad, pero reclama que sea
reconfigurada sobre una base ac- tiva o participativa.

Valoxes de la tercera via

lN•otecci6n de los d6biles


Libertad c nmo autoriomia
Ning n ilerecho sin responsabilidad
Ninguna autoridad sin democracia
Pluraiisaio cosmopolita
Conscrcadurismo filosoficr›

Otras cucstiunes de las que sc ocupa la politics de la


tercera la no pertenecen al marco de la politics eman-
cipadnra, o solo parcialmcnte afectan a dicho marco.
Incltiyen rcspucstas a la globalizacion, al cambio
cicnti-
fico y tecnologico, y a nuestra relacié›n con el mundo
natural. Las preguntan a hacer agm no son sobrejusticia
social, sino sobre como dehen'amos vivir tras el decline
de la tradicifin y la costumbre, cñmo recrear la solidari-
dad social y como reaccionar ante los problemas ecolñ-
gicos. En rcspuesta a estas prcguntas hay que poner
gran Cnfasis en los vaJores cosmopolitas, y en lo que
puede fiamarse conservadurismo filos6fico. Err una era
de ries go ecolé›gico, la modernizacion no pucdc ser
purainen- te lineal y desde luego no puede equivaJer
simplemcntc a crecimiento econumico,
k1 tema de la modernizaciun es bâsico para la nueva
politica. La modernizaciun ecolñgica es una versifin,
pero también hay otras. Los discumos de Tuny Blair,
por ejemplo, cstân salpicados de referencias a la
moderni- zacifin. t@ié dcberia entenderse por
inodernizocion* Una cosa que significa, obviamentc, es
la modernizacion de la propia socialdemocracia —la
ruptuia con las po.+ turas sociaJdemficratas cJâsi .
Como programa mas amplio, sin embargo, una
estrategia modernimdora pue- de funcionar sñlo si los
socialdemficratas tienen una comprensifin sutil del
concepts.
Una modernizacion ecologicamente sensible no sig-
nifica “mâs y mâs modernidad”, sino que es conscience
de los problemas y limitaciones de los procesos moder-
nizadorcs. Estd atnnta a la neeesidad de restablecer la
continuidad y dcsarrollar la cohesion social en us mun-
do de tmnsformacifin errâtica, donde las energias ir-
trinsccamente impredecibles dc la innovacifin cientJfi-
ca y tecnologica tienen un papel tan importantc.
El tema del conservadurismo filosñfico es cscncial.
Modcrmzacion y conservadurismo, por supuesto, son

83
normalmente considerados como opuestos. to
obstan- tc, debemos utilizar las herrarnicntas de la
modernidad paiw poder vivir en un mundo Wâs aha
de la tradicifin" y "ml otro lado de la naturaleza", en el
que el riesgo y la respoosabilidad forman rna nucva
mezcla.
El "conservadurismo", en este sentido, ucnc sñlo inta
vaga afinidad con cl modo en que ha sido cntcndido en
la derecha politics. Sugierc una actitud pragmatics a
la more dc afronmr el cambio; una conccpcion matte da
de la cicncia y la tecnologia, reconociendo nis
consecuen- cias ambiguas para nosotros; un respeto aJ
pasado y a la historic; y en el âmbito mcdioambiental,
una adopcifin del r*••'rio precautorio alli donde sea
factiblc. Estas metas no solo no son incompatibles
con un progrania modernizador; lo presupouen. t?
iencia y tccnologia, c‹iino se ha afirmado antes, no
pueden dcjarsc J'a fuera ile la csfcra dc la democracia,
pues influycn en ntiestras vidas dc un modo mâs
directo y timccndenml que en gencraciones
anteriores.
Como otro ejemplo, tomeinos la familia, 'que figura
en algunos be lms mayorcs contencio.sos de la
poliuca moderns. Mantener la continoidad en la virla
familiar, especialmente protcgcr cl bienestar de los
niños, cs inta de lms principalcs objctivos de la politica
familiar. Esto no puede lograrsc, sin embargo,
me‹tiante una posrura reaccionaria, un intcnto de
rein.staurar la "familia tradi- t-irinal". Como intcnmré
mostrar despucs, cxige un pro- grams dc
dcinocratizacion mnñernizador.
d4
3
EL ESTADO Y IN SOCIEDAD CIVIL

ideas desarrolladas a continuacitin presentan cl


perfil —y no es mâs que un perfil—de un Programa po-
litico intcgindo, que cubre cafla iino dc los
principales sectorcs de la sociedad. La reforina dcl
Estado y deI go- bicrno deberia or un principio
orientador bâsico dc la politica de la tercera via —un
proceso de profundiza- cion y exten.sit›n de la
dcmocracia—. El gobierno puede actuar en asociacifin
con insiancias dc la sociedad civil para fonientar la
renovacifin y el desarrollo de la comu- nidad. Ln base
econfimica de taI asociacion cs lo que 11a- marc la
nueva economic mixta. Lsa cconomia sñlo pue- de ser
eficaz st las instituciones dcl bienestar exismnte.s se
modern izan completamcntc. La politica de la tercera
via es politica de una nacifin. Ln nacion cosrnopolita
ayuda a promoter la inclusifin social, pero tarnbién tie-
ne un papel clave cn fomentar los sistem as isnacio-
nales de gobierno.
Cada uno de estos concepios serân discutidos con al-
gim detalle en las seccinnes siguientcs. No quiero
inSi- nuar que ninguna de las ideas que propondré sea
proble- niatica. \l ct›ntrario, cast todas son discutibles y
tliliciles. No sabcinos si snrcinos capaces de controlar
adecuada-
mente las fuerzas que la globaJizacifin y el cambio tec-
nolfigico lian desatndo. Los nucvos escenarios de
riesgo presentan una mezcia cnigmfitica de peligros y
ventajas. El marco aqui’ propucsto equivaJc, de este
modo, a un programa que este confcccionândose.

El programa de la tereera via

El centro radic.nl
El nuevo Estado democrâticn (el Estado sin encmigos)
Una sociedad civil acGva
La familia demncr;iiica
La nuar economra mixia
Igualdad cnmo iriclusifin
Biencstur positivo
El Fztndo s iai inversor
lv micron cosinopolita
Dcmocracia cosmopnliia

Los neoliberalcs quieten rcducir el Estado; los social-


‹1emocrata.s, histfiricamente, han biiscado insistence-
mente cxpandirlo. La iercera via sostiene que Io nccesa-
rio es reconstruirlo —ir rnâs alla de aquellos derechisms
“que dicen que el gobicrno es cl cnemigo” y de aquellos
izquierdistas “que dicen que e1 gobicrno es la soluciñn”.
Si hey hay una crisis dc la democracia liberal, no es,
cemo hace medio xiglo, porcJue esté amenazada por ri-
votes hosiiles, sino, al contrario, porque no tiene rivales.
Tras el Min de la era bipolar, la mayoria de los Rstados no
tienen enemigos claros. Los Estados que afrontan peli-
gros en lunar de encmigos han dc buscar fuentes dc lc-
giiimidad diferentes de las del pasado. El Estado mo-
demo fire forjado en las tribulaciones de la gucrra, y la
guerra o su preparaciñn induyo en la mayoria de los
ras- gos dc las instiruciones estatalcs. Los derechos de
ciuda- dania y lps programme de bicnestar fueron
cstablecid s principalmente aJ tratar los Estados de
auuer a sus po- blacioncs y mantener en apoyo, un
fenomeno que con- tinué› durante el periodo de la
Guerra Frim Este hecho ha sido ignorado por muchos
autorcs socialdemocraias
—cntre ellos quizâ el mâs influyente, T. H. Marshall
—, que ven cl desarrollo de la democracia liberal y dcl
Esta- do de bienesmr como procesos mâs autonomos de
lo que realmente fueron.
El avance del mercado global yet replicgue de la
gue- rra a gran escala no son los unice factored que
afectan a la estructura de los Estados o a la legitimidad
de los go- biernos. Onas inducncias son la propia
extensifin dc la democratizncion, que estâ
estrechamente ligada a la in- fluencia declinnnte de la
tradicifin y la cosiumbre. El apego a la democracia no
proviene silo, o incluso prin- cipalmente, del triunfo dc
las institucioncs democrâti- ctrliberales sobre otias, sino
de las fuerzas mâs profun- dam que cstân remodelando
la sociedad global, entre ellas la demanda de autonomia
individual y la ernergen- cia dc rna ciudadania mâs
reflexive- La democratizacifin cstâ desbordando la
democraria, y la desproporcifin ha de ser consignada.
In crisis dc la democracia viene de nn ser suficiente-
mente democrâtim Mientras que, como se lia explicado
en el capitulo anterior, la proporcion de gcnte que ex-
preku sir confianza en los poliucos lia cargo en lms tres
ñlti- rnas ‹léradas, la fe en la dcmocracia en st no lo ha
hecho. Dc la pnblaci6n ‹Ie Estados Unidos, un 90Wo estâ
“sadsfe- cha con una forma democniuca dc gobierno” '.
Una en- cucsta en once pai'ses europeos durantc cl
periodo 1581 - 1990 también mostrñ que mâs del 90%
dahan por huenu “el sistema dcmocrâtico etc gobierno”.
La misina propor- cion estaba de acuerdo en r{ue
“deheriamos biiscar ma- i1era.s be desarrollar inâs
anipliamentc la ciemocracia”.
La cuesson no es mas o menos gobierno, sino
reco- nocer que el gobierno dcbe austarse a I must
cir- cunstancias de la ccc global; y quc la autori‹la‹l,
incJuida la lcgitimida‹l del Fstado, ha de ser
positivainente rcno- vada. En una socie‹lad
pustmdicional, la autorii1a‹l yr no puede lcgitiniarse
iiiediante simbolos tradicionales o diciendo “asi es
coiiio st• han hecho sieinprc las cosa.s”.
¿Pur qué reformas dcbcriam s presionar* ¿Cfiino
pode- trios democratizar la dcinocracia? Las respuesms
dcpcn-
den en parte del contcxto, ya que r es distintos han
seguido trayectorias difercntes, y Lienen antecedentcs
constitucionales variables. Pero Nos Cnfasis generales de-
bieran scr igoales en ti›das parted Ptiederi resuinirse de
la siguientc manera:

(1) El Esiado dcbe responder estructuralmcnte a


la glubalimcion. La democratizacion de la
dcmocracia implica antes que nada descents-
alizacion —pero no como process unidircccional—.
La globalizacion da un impulse y una logica fuertcs a
la dev'olimion de po- der hacia ahajo, pero también
a la atrihucic'n hacia
arriha. En lugar ‹le si r emenic dcbilitar la autriri-
dad del Estado-nacifin, este doble movimicnto —un

88
moxâmiento de doble derrlocratizacion— es la
condi- cifin para reafirmar esa auioridad, ya que este
iovâ- iniento puede hace al Estado inâs sensible a
inIlucn- cias que, en otro caso, ie desbordan por
todas pm tes. Err cl contcxto de la Uniun Europes,
esto signilica considerar la suhsidiarieda‹t como algo
mâs que un término doctrinal: cs la forma de
construir un orden politico que no sea ni un
superestado ni unicamente un Area de libre
comercio, y al mismo tieinpo otorgue at £stado una
influencia renovaM

(2) £1 Esiado delmria aumentar el papel dc la csfcra


publics, que implica una reforms constitiicional diri-
gida n inta niayor transparencia e
impamialidad,junto a la inlroduccifiii de nueras salt-
inrdas contra la corrupcié›n. No cs casuaJidafl que
gobiernos de todo cl mundo hayan afrontado
cusaciones de currupci0n en aiios recientes. Ln razon
no es que la corrupcion csté aumentando, sino que la
naturaleza del entnrno piili- tics ha cambiado.
Sitpuesminentc bastante abIertas, las institiiciones
dem dcas hberales de la inayoria de los parses han
dependido en la prâctica de aciier- dos cntrc
bastidores, prerrog-ativas y prebendas. Uno de los
mayores cambios qtie afecta a la esfera politica es
que losgobicrnosy los ciudadanos ssven ahora casa
vez mâs en un entorno unico de infñrinacion. Las
for- mas existcntes de hacer las cosas se soineten a
escruti- nio y se amplia la puma de to que es
corisiderado co- rrupto o inaceptal›le.
Una de las dificultades cspccificas —¿o se trata
de una oportunidad?— para el Reino UniHo cs que
cl pats necesita un doblc process rle
modernizacion
88
constitutional. Una reforma constitucional extensa
ha estado en la agenda desde que la Carta 88 la invo-
co hace diez años, y ha formado parte del programa
politico laborism. Cuando se deba0fi por primera
vez, la reforms cstaba inspirada en la idea de que
Gran itretaña tcnia que equipararse a modclos
constim- Cionalcs existentes mâs avanzados. Ahora
necesita, ademâs, reaccionar a tendencia-s mâs
generales.
A diferencia de prâcticamente todas las demâs
dc- mocracias liberalcs, Gran Bretaña no tiene
Consum- cion escrita. Solo en la costumbre, y en
algunos casos la ley, estân expuestas las hinciones
del gobierno y los derechos y deberes de los
ciudadanos. El cambio constitucional no silo
deberia aspirar a hacer expli- citos estos
principios, sino a combatir la culniru del
secrctismo qtic ha invadido to.s nivclcs mâs altos
de las instituciones britânicm. El @ccutivo ostenta
dc- masiado puder, y las formas existcntes de
responsnbi- lidad son deficientes; los comités
parlarneniarios re- Oejan la eomposicion de la
Câmara de los Comunes, y rara vez tienen mucho
efecto. Ex su estado acruaJ, la f•âmara de los lures
cs on anacronismo en una so- ciedad democrâaea.
A primera vistn, una reforma en ctialquiera de es-
tas ârcas parece enormemente dificil, por no
hablar dc una general Dcspués dc todo, la reforms
han dc rcalizarla las mismas institucloncs que
constituyen el problema. Sin embargo, el
laborismo en el poder ha hecho ya un intents
audaz, y es pasihle que lo que
parecen modos r• ndamente arraigados de hacer
las cosas puedan mostrarse abierios al cambio st
se les aborda aciivamcnte.
(3) Para conservar o recobrar legitimi‹lad, los
Esta- dos sin enemigos han de eievnr or eficiencia
admini+ trativa. Se desconfia del gobierno, a todos
los nivelcs, en parte porque es engorroso e ineGcaz.
En un mun- do en el que las organizaciones
econñmicas respon- den râpidamentc at cambio y
son muy âgiles por st mismas, el poder puede
quedarse rwzagado. Después de todo, el termino
fiurocracia“, con sus connotacio- nes concomitantes
de papeleo, fue inventado para referirse al
gobierno. La reestructuracifin del gobier- no debiera
seguir el principio ecolfigico de “obtencr mâs dc
menos“, entendido no como una despedida de
empleados sino como iina rneiora del valor produ-
ctdo. La mayoria de los gobiernos tiene todavia
mu- cho que aprender de la mayor eficiencia de las
empre- sas —por ejemplo, controles de objctivos,
auditorias eficares, estructuras de decisifin flcxiblcs
y rnayor participaciiin de los empleado , siendo cl
iilurno de éstos un factor de democratizacifin. Los
socialdc- mficratas dehen responder a la critica de
que, sin dis- ciplina de mermdo, tas insñtuciones
estatales se vuel- ven indolentes y los servicios que
pmveen de mala calidad.
Como indica el comentarista potitico norteameri-
cane E. J. Dionne, el argumcnto puede convertirse
en una parndia de si mismo, como si gobierno
fuera sinonimo de ineficiencia, ignorando la
existencia dc buenas escuelas, hospitales pñblicos o
parques *. La respiiesta apropiada no es introducir
rnecanisrnos de mercado, o cuasiinercados, ally
donde se vea la mini- ma posibilidad. La idea de
que cl gohierno deberia
91
imiiar al mercado constitute cl einbatc principal del
li- bro de Davitl Osborne y Tell Gacblcr &itimf«ndo
ct gods*. Su obra influjfi en las pobticas de
Clinton a comien zws ‹ie los novenJ Reinvcntnr el
gobierno sig- n ibc< feces, dcsde luego, acioptar
soliicioncs basa- dos en el mcrcado. Pero también
deberia significar re
‹iñrniar la cficncia del gobicrno frente a los mercadns.

(4) La preslfin hacia abajo de la globalimclfiri ink


ducc no solo la posibilidari, sino la nccesidad, de for-
mas demucrâticas distinta.s al proceso ortodoxo de
votacion. El gobierno puede rcstnbleccr un contacto
mâs directo con los ciudadanos, y Nos ciudadanos
con el gol›ierno, mediante los “cxperimentos de
demo coacia" —democracia lots} directs,
refercndos elec- tronicos, jurados fiiiidadanos y
ozs posibilldadc . F-stos no
sustituirân a los mecanisinos de votu norina- les en cl
poder local y central, pero podrian con 'cr- tirsc en
un romplcmento perdurable de ellos. Un modclo
es el planteamientri utilizndo en Suecia hace veintc
anos, cuando cl gobicrno invc›liicrñ directa-
mente al publico en la formulacitjn de la politico
energética. El gobienio, sindicatos, partidos y orpani-
naciones cducativas pusicion en marcha mirsos ‹Ie
iin dia sobrc energña Cualquier persona que asistiera
a tal curso podia hacei’ recomendaciones formaies
al gobicrno. Setenta mil personas participaron cn
una prâctica que influyo decisivamcnte en la
politico.

(5) Iss Estados sin enernigos depcnrlen mâs que an-


tee,.si quicken c‹in»ervar su legitiniiclad, de su capaci-
‹tad para la gestir›n dcl iiesgu. La gcstifin clel riesgo,
como se svbrai'6 antcs, no concierne solo a la
pruvi- sifin de seguridad, que es la forma en lv que
se ha en- tcndido e1 riesgo en el contexts dcl
Estado de bien- esiar. Ni se reficre sñlo a riesgos
cconémicos: otros riesgos, que provienen, por
ejemplo, de la ciencia y la tecnologfa tambitn
afectan directamente al go- bierno. Gobernar tiene
que x'er necesaria e intrinse- camentc con regular
el cambio cieriofico y tecnolñ- gico, a la ver que
con nbordar lms cuestiones éticas que suscim.
Definir el riesgo, como se aHrinfi antes, no puede
dejarse iinicamcnte a los expertos. Requiem ‹lesdc cl
principle un compromise publico. Entre las
muclias situaciones diferentes que pucden
producirsc cstân aquellas en las que et peligro es
serie, pero la con- fianxa cn la oigaiiixaciñn
rcsponsable es baja. Se ne- cesitan en cada
momento procedimientos deliberati- vos que lleven
a decisiones de riesgo, y normalmente deberian
incluir a experts, al gobicrno y a indivi- duos
legos. El objctivo de la camctcrizacifin del rics- go
es alumbrar clecciones prâcticas y fox liinitcs del
conocimiento cientifico o tccnico apro 'echable. La
naturalmm compleja de miichas situacioncs de
riespo jmplica que el marco dcl debate ha de scr
con fre- ciiencin amplio.
El Proyecto de Riesgo Comparativo dc California
es on ejemplo instructivo de como pueden combi-
narsc la evaltiaCion dcl riesgo y la participation dia-
léctica ciudadana. Se formaron trcs comités técnicos
sobre salud, proteccifin medioambiental y
bicncsiar social, qtie trabajarian indepcndientemente
para gra- duar los ricsgos en sus categorias. Se
esiablecieron
otros tree cornices para anale c6rno podrian admi-
nisuurse los riesgos y sus implicaciones legales y
eco- nomical. Los dos grupos dc cornices fiieron
despucs rcunidos e incitados a llegar a conclusiones.
Los co- mités logos plantearon muchas inquietudes
que los técnicos siinplemente ignoraban, y que
condujeron a un debate publico provechoso sobre los
criterion de riesgo, algunos de los cuales
alimentaron luego la politica publics.

(6) La ciemocrntimcifin de la dernocracia no puede


ser solo low-ml o nacional —cl Estado debe tencr una
perspective cosmopolita, mientras que la democrati-
zacifin ascendentc no debiera detenersc en el nivel
regional—. La ‹lernocratizacion descendente supo-
ne la renovacion de la sociedad civil, de la que se ha-
l›lani mâs tardc. En conjunto, estos puntos defines
iina forma de gobierno que deberia coiistituir el oh-
jeiivo que los socialdem‹›crutas han dc promover: cl
nuevr› Estado demociatico.

DnuevoEñadodcmocrAdco(eE&tm]odoenemigoQ

Eimolucion
Doble democratizmion
Renovacifin de la esfcra pitblica —transparencia
}g ciencia adminislmtiva
Me‹nmismos be dcinocracia directa
EJ gobierno coino gestor del riesgn
El noe*o Estado dcmocrâtico es tin ideal, iin tantn
impreciso adcmâs. No pretendo desentrañar
ninguno de los detallcs que serian necesarios para
darle verdade- ro cuerpo. Ademâs, todas las reformas
tienen sus pro- pias complicaciones.
Descentralizacion y devolucifin, por ejemplo, suenan
airactivas —jdevolvcr cl poder a las rcgiones, las
ciudades, los barrios!—. Como todos los procesos
dem cratizodores, sus ventajas llcvan apare- jadas
cierms condiciones La devolution puede conducts a la
fragrnentacion st no se cquilibra con una transferen- cia
de poder *hacia arriba”. No es intrinsecamente de-
mocratizadora: tienc que ser convertida en ello.
Demo señalan algunos criticos, la devoluciñn puede
añadir co-
tas de poder burocrâtico local a las Y• existentes en
el centro politico. Las “ciudades pohres, tristes” de
Gran Brctaña, se ha dicho, podrfan regenernrsc
mcdiantc un mayor autogobierno, y esto es
seguramentc cierto ‘. En-
tre los peligros odes, sin emhargo, cstâ que
alglirias ciudades o regiones podrian valcrse de ello
part ade- lantar a otras, agravando las marcadas
desigualdades re- gionales ya cxistcntes en el Reino
Unido.

LV CUEST1Oi't DE L/Y IEI3An CfVIL

La promotion de una sociedad civil acdva es una


par- te bâsica de lv politica de la ierccra via. En
contrasts cun la vieja izquierda, que tcndia a aparmr las
preocupacio- nes sobre iina dccadcncia civica, la nucva
politica acep- ta que tales inquictudcs son
verdaderas.
La dccadcncia civica es real y visihle en muchos scc-
torcs de las sociedades contcinporâneas, y no solo
un

95
inventr› de politicos conscrxudores. Se observe ert el de•
bilitado snntiniicnto de solidaridad en algi mas coinuni-
dadcs locales y vccindarios urbarios, en lo.s altos nivclcs
de criminalidad y en las ruptiiras inatrimoniales y fami-
liarcs.
Ln derecha tiende a negar que la carcstia cconé›mica
csté asociada a estos problemas. Pero cs igual de errñ-
neo redUcir la decadencia clvica a la cconomia, como
hacia con frecuencia la vicja izquierda, que negar la in-
fluencia de la pobrcza y cl dcsamparo. No podemos
cul- par de la erosié›n dcl cnismo al Estado de
bienestar, ni suponcr que puede revertirse dejanrlo a la
sociedad ci- vil funcionar a sus an ches. El gobierno
puede y dcbc jii- gar un papel principal en renocar la
culture civica.

La renovacion dela sociedad civil

Asociac@n dc gobic no y sociedad civil


Renovuciun de la coiminidad mediante
el aprov'ecliamicnto dv la nciauva meat
I mplicaci6n del sector tcrcia ao
ProiecciSn de la esfeca publics
lost PrevenciSn comunitaria del
criincn Ia Iamilia democNtica

F *• 7 la sociedad civil Weberian actuar


asociados, carla iino para ayudar, pero iambién pars
ciintr‹ilar, la
accion dcl otro. El tema de la comunidm es fundamen-
tal para la nueva politics, pero rni .Plc como lcina ab+
tiacto. El avance de la globali/acion hace que un foco
comunitario sea riccesarin y pnsible, debido a la
presion
96
que e)erce hacia abajo. “Comiinidad” no implies tratar
de rccobrar formas perdidas be solidaridad local; se re-
fierc a medios prâcscos de apoya.r la restauraciñn
social
7 terial dc barrios, ciudades y âreas locales
mayores. No hay fronteias permanentes entre
gobierno y socie- dad civil. Dependiendo del contcxto,
el gobierno neccsi-
ta a x-eces scr atraido mâs profundarnente a la arena civil,
otras veccu debe retirarse, Donde ct gobicrno se aleja
de la implicaciéin dirccm, sts recursos pueden ear
todavia necesarios para mantener actividades que los
grupos locales asumen o introduces—sobre todo en
las *reas mâs pobrew. Petro es sobre todo en las cor
unidades mâs pobre.s donde el Momento de la
iniciativa local y el corriproiniso pueden gcnerar un
mayor rendimiento.
La confianza disminuida en los politicos y otras figu-
ras de autoridad es considerada en ocasiones como
in- dicator dc apatia social general. Como ya sc ha
dicho, no to es—quizâ to contracts. Una sociedad
crecientc- mente rcflexiva es también una sociedad
camcterizada per altos niveles de aut‹›organizaciñn.
Investigaciones en kstados Unidos, el Reino Unido y
otros lugares pare- cen mostrar una esfera civil
floreciente, al menos en aJ- gunos Seas y contextos.
Algunas formas mâs antiques de asociaciñn civil y
compromiso civico estân perdien- do sir arraigo, pero
otras modalidades de energia comi- nal las estân
reemplazando. La cuestiéin es aproyechar éstas en pro
de fines sociales mâs amplics de manera que
beneficien tanto a las coinunidades locales como a la
sociedad en su conjunto.
Robert Wuthnow ha estudiado la evoluciñn del movi-
miento de grupos pequcños en Fstados Unidos Por
grupos pcqueiios enticnde cantidades pequcñas de
gente qoe se reune de iiiodo regular pure elesnrrollar
in- tcrcscs combines. A partir de una extensa in
e.stigaciñn, concluye que el 40&o dc los
norteainei1cano.s —unos 7fi inillone pcrtcncccn al
menos a wn gropo pequeiio 9iie se reins con
rcgularidad. Err tales grupos sc genera un sentimiento
de comvtnidad, pero no sñlo en el vicjo scntido de
formar parte de vtn ârca local. La gcnte con
in9uietiiHes similares se junta mâs bicn para hacer un
"viaje p‹ir la vida":

A los grupos pequeiios ie.s va mejrir de Io que a mi-


chs ñe sus criticos les giistaria pensar. Las comunidatles
que crean rara szz son frâgi1e.s. La gcnte se stents queri-
fla. ilptflan cube st... Los vlnculos que nacen entre los
inicinbros de grupos pequeñus demiiestran clammente
qiic no somos una sociedad etc individualist:is iiriscos
que dcscan vivir co nplctn ncntc solns, sino, ink bicn,
que... incluso en incdio dc las tendencies discordantcs de
nuee- era sociedacl, soinos cop res dc apiñarnos en
lavas clc a}ruda mutua*.

Muchos dc los grupos sc formaron en los sesenta,


y re0ejan ideas sobre cl sistcma griipal que se
difundie- ron por entonces. Algunos practican
cxplicitaincnte las clases de i lores que Inglehart
dcnomina posmatcriali+ tae, In modelos terapétiticos
han influido a la mayoria tle estns grupos,
indcpenHientemente dc ctiâJes scan sus fiinbitns
especilicns rle interés. Ltis grupos de auto- ayuda son
cspccialmente llamatisns. ffinin tndo grupo o
comiinidad, los grupos peqiicnos oRiainente ñenen
sus limitaciones y problemas, pero cvidcncian iina vida
civica floreciente.
En su estudio del Reino Unido en cl perioilo
poste- rior a 1950, Peter Hall niuestr-a que la acuvidad
en cl sec- tor icrciario —trabajo x'ol in tart ha crecido
durante los ultimos cuarenta años. Its grupos mâs
tradicionalcs hair dcc.aido, pero han sido niâs que
cumpensados pur otros niievos, espccialmente grrtpos
dc autoayuda yeco- lr›gistas. Un cambio importante es
el aumcnto de parti- cipacié›n de las mi eres. Los
grupos dc caridad han mostrado un incremento
considerable —habia mâs dc
160.000 grupos caritativos registrados en Gran Bretaña
en l 991—. Casi eJ 20&o de Ja peiblaciñn se
coinpromete cum alguna furma dc tralnjo voluntario
durantc el añu, y aproximadamentc el 10&o lo hace
semanalmcnte. Hall cnmprobé que la gente jcven se
involucra ho ' dia en trabajos voluntarios aJ menos
en igual proporcién que las generacioiics anteriores.
Significauvamente, sin embargo, la niayor porte
dcl aumciito dc la actividad civica se ha dado entre
los cs- tmtos mâs ricos. La gentc de entnrnos mâs
pc›l›res sucle cen mar sus contactos socialeg informales
en los parien- tes y allegadus. Proporciones mucho
menores dc gente pcrteneciente a los grupus inâs ricos
sufre una ausencia total de apoyo social comparados
con las personas dc cstratos inâs pobres '.
Una dc *• rre‹›cupaciones r ncipalcs del gobicrno
deberia scr contribuir a restaurai‘ el orden
citidadano en tales grupos. La comunidad intcgrada
de la clase tra-
l›ajadora es una imagen rcciirrcnte, r••• lioy dia perrc-
ncce principalmcnte at pasado. El coinpromiso
ciuda- dano estâ menos dcsarrollado en areas y
vecindarios
ma 'inados por la estela del cambio cconé›mico y so-
cial. La rcnovacion dc comiinidadcs locates pobrcs su-
pone incentivar la iniciatixa economica como mcdio
para generar una recupcincion civica mâs amplia.
Las lecciones de la ingenicria social de los scsenta se
han aprendido ya en todas partcs. Estudios recientes
indi- can que con un adecuado apoyo externo la ir
iciativa lo- cal pucde iniertir procesot de declive,
incluso aquellos profundamente arraigados 7.
Estos cstudios provienen de muchas partes del mun-
Ho, no sélo dc Friropa o EstaHos Unidos. Ccaia, al nor-
este de Brasil, cs un ejemplo 8. Las reformas en la
zona fueron iniciadas por un grupo de jovenes
empresarios que trabajabao en sectorcs como la
television, el comer- cio minorista o los servicios. Los
élites tradicionales de Ccara exportaliao productos
agricolas al exterior, y esta- ban mâs interesados en
mantener los hajos salarios que en el desarrollo local.
Los reformadores sejuntaron segiiidamcnte con ins-
fascias guberimmentâles, uolirando técnicas dc planih-
cacic'n participativas y reuniéndose con organizaciones
comunales. Pam fomcntar el desarrollo indigena sc
la- wn iaron proyectos para introducir iiuevas empresas
en la rcgifin. A las familias mfis ncccsitadas se les
asignfi un empleo con saiario ininimo por vivicnda.
Se construe ron centros de asistcncia diaria, regidos no
por el gobier- no, sino por xoluiiiarios con, al menos, el
salario minimo garantizado. Se ofrecierori rccursos a
grupos vecinaies y o aniraciones comunitarias para
hacer préstamos a peqiieña escala —por cjcmplo,
prestar dinero a una mu- jcr para comprar iina maquina
de coser y que asi pudim ra ganarse la vida—. Entre
1987 y 1994, la ecor oinia de Ceara creci‹S a una tasa
del 4$», comparada con el 1,4a del conjunto dc Basil.

100
La emprcsa social es otro eemplo que viene al
caso. Se han dcsarrollado una extraordinaria variedad
de pro- yectos dc cmpresa social en diferentes parses
‹lcsdc fina- les dc los ochenW Uno es eI “crédito de
servicio”, intro- ducido en una serie de ciudades en
Estados Unidos y Japéin. Los volunarios que
participan en obras de cari- dad son @agados" en
tiempo donado por otros trabaja- dores voluntarios. Un
sisteina informâtico registra cada “déilar temporal”
ganado y gasiado y proporciona a los parDCi antes
factiiras rcgulares. Los dfilares temporales estân libres
de impiicstos y pueden acumularse para pa- par la
asistcncia sanitaria y otros servicios de mlud, in-
cluyendo la rcduccifin del coste del st•guro sanitario.
El Instituto Time Dollar de Nuer York estâ
desarrollando iina agcncia de empleo que ofrezca
acceso a oportuni- dadcs laborales, formaci0n y
prngramas de apoyo. Los individuos pueden usar la
agencia para obtcncr infor- maciñn laboral y teci&i
un dolar temporal per cada hora adicional trabajada
sobre cualcsquicra que sean los salarios ortodoxos
que rcciban del trabao. Estos puerien ser juntados y
utilizados para cursos formatixxis o como recurso si la
persona pierde su empleo. Un pm- yecto iniciado en
1888 establecerâ centros en cincuenta y dos ciudadcs
del mundo para ofrecer programas de voluntariado,
apoyados por empresarios, relacionados con cducacion
y sanidad. Rasadus en prngrainas de d6- lar temporal,
trata de fomentar una economia dc ticm- po
voluntario, utilizando tecnologia informâtica sofis-
ticada.
El gobierno debcria cstar dispuesto a colaborar
con estas tentativas, al igual que cstimular otras
formas de adopcion conscnniada de decisiones y
autunumia lo-
cal. Iss programas dc microcréditos, por eeniplo, tie-
nen iiiia probada cficacia como medio de estimular ini-
ciativas econfiinicas locales. Algunas actividadcs
pueden ser desarrollndas por comiinidades locales, pcro
necesi- tan a menudo ser autorir da.s o revisadas por el
gobier- no. Esto cs obviamentc ask en la educacifin, por
ejemplo, cn la que las escuelas pueden recibir una serie
de nue- vas potestades, pero el modo en cl que éstas son
titilizw das ha de ser rcgulatlo por el Estado.
La inversi6n coiitinuada en zonas rec0ndiias de la
ciudad puede engendrar ttcnicas de trabajo aplicablcs,
desarrollar la prupicdad cconfimica local y surninistrar
capital para la rcsmuiocifin del activo inmobiliario. El
gobierno pucdc suministrar capital de inancra directn,
pero tambitn crear incentivos para que las sociedades
privadas hagan inversiones, ofrecer programas de for-
macifiri y fomentar la iniciativa local. California, entrc
otros estados de fistados Unidos, tiene areas ernprc.m-
rialcs production en funcionamicnto, y otras planifica-
das. Se han hecho varias propucstas ulteriores. Una es
renpnciar al impuesto sobre las ganancias del capital si
lus benelicios sc rcinvierten en ncgocios dc rnancra
r}ue las accioncs sean adquirida. por einplcados resi-
nentes en zonas empresarialrs. £3tra es iiaccrlo st las
ga- nancias sc rcinvierten en organi ncioncs no
lucratiwas Que ofrczcan formacion JaLoral u otros
bienes comuni-

Lns political de renovation comunitaria no ‹leben


ignorar la esfera pñblica. Una esfera publica aliierta cs
tan irnpurtante a nivel local como naci‹inai, y es una
ina- ncra en la qtie la dcmocratimcifin coneeta
dircctaincn- te con el desarrollo comunitario. Sin ella,
los programas
102
de renovacifin comuniraria corren cl riesgo de separar
la comunidad de la soc eilad globalmente considerada,
ysun susceptibles de corrupcion. blico" incluye aqui
el espacio fisico r6blico. La dcgeneraci0n He las
comu-
nidades locales este inarcada normalmente no sñlo r •
la ruina general, sino per la desapariciiin dcl esracio
publico seguro —callcs, rlazas, parques y otras areas
donde la gcnte puede sentime a salvo.
El Estado puede ahogar a la sociedad civil. Rsto oco-
rrifi en lms economias comunistas dc Eu»r• del Este y
la Union Sovictica, donde no habia una esfera publica
desarrollada y donde Ja sociabilidad coti‹1ia‹ia estaba
en gran parte reservarla a la casa —habia normalmcnte
pocos rcstaurantcs, rafés o cntornos p6blicos para la in-
teiaccifin social—. Una sociedad civil saludablc rrote-
ge or individuo He un poder es0otal abrurnador. Pero
la sociedad civil no cs, como alb nos quicken inn 'nuar,
una fuente de ordcn y ammonia esponNneos. In rege-
neracion coinunitaria ruede producir sus r•• i •
blernan y tensiones. ¿Cuânin poder deberian tener las
organizaciones de vigilancia vccinai? ¿Jié ncurrc cuan-
do grupos activists locales tienen interprctaciones
iniiy diferentcs ile1 futuro de la comunidad? ¿Quién
decide dfinde terinina “la comunidail" y cmpiezan lms
otras? El gobierno debe pronunciarse sobre éstas y
otros
cuesiiones ilificilcs. El Estado deberia tainbién rrote-
ger a ltys individuos dc los conllicios dc interés
sieinpre r•esentes en la sociedad civil. El Estado no
ruede uw+ mutarse cn sociedad civil: “Si cl Estado
Msm en todas
Paries, no estâ en ninguna“ .
1 tl3
DEf.IWCUtñClSYC:O*L+NIDAD

Prevenir la delincuencia, y rcducir cl iniedo al


crimen, escin ambos esu'cchamcntc fijados a la
regeneracifin comonifnria. Una dc Ins innovaciones
mâs significations en criminologia en años recienles
ha sido el descubri- micnto de que la decadencia del
civismo cotidiano est dircctamcnte rclacionada con la
criminaiidad. Durance basante tiempo se presto
atencion casi exclusivamente a los delitos graves —
robe, agre.siñn o violencia—. Sin embargo, lps defiles
menores y algunas formas de dcs- orden pñlilico
suelen tener un efecto cumulativo. En la.s ciudarles
european y ainericanns, cuando sc lcs pide que
describan sus problemas, los rcsidentes en s<cinda- rios
problcmaticos mencionan los coches abandona- dos,
los gro/Jfi, la prostimcifin, lâs bandasjuveniles y fc-
nénncnfi simitares.
La gente acNia movida por la iriquietud sot›re estas
realidades: se van de las areas en cuesti0n, si pueden, o
compran pesadas cerraduras para sus poertns y rejas
para sus ventaiias, y aLandonan las instaiacioncs publi-
can. Las alteraciones desnnfrcnadas dcl orden
publico son un indicador para los ciudadanos de que
el ârea es inscgura. Los ciudadanos temerosos se al@an
de las ca- lies, cvitan cicrtos barrios y restringen sus
actividadcs y asociacioncs normales. A la vez que se
retiran fisica- mente, se spartan también de los roles dc
mtitua ayuda respecto a sus conciudadanas, con In coat
reniuician a los controles societies qtie en ntro tiempo
ayudaron a man- tcricr cl civisrno en la comunidad.
*En dcfiniuva, el re- suIta‹ln para tm barrio cuya red
dc vida urbana y trato social lia sido socavada cs una
crcciente vulnerabilidad
at inBujo de un mayor desortlen publico y crimenes

Las implicaciones de esta tests deberian comprcn-


derse fâcilniente. No significa aumcntar los podercs dc
la policia para harrer a los indeseables dc la callc. Mfis
bien al contrario, signifier que la policia dcbcria cola-
borar cstrcchamcntc con los ciudadanos para mejorar
los nivclcs comunimrios locales y la conducm civica,
uti- lizando la educacion, la persuasion y cl
asesoramiento en lugar de la denuncia. En su recientc
libro, el aboga- do Stephen Carter ha trazado el
derrotero del civismo en las sociedades mmlernas.
Define el civismo como “la suma de los muchos
mcrificios que nos corre.sprinkle ha- cer para poder
vivir juntns". Trata sobre nuestras rela- clones cor
extraños —seniirse seguro en encueiitms en lugares
publicos con individuos que pucdc que no vca- mos
nunca mâs ''.
Se dice con frecuencia que la gentc niele tener un
miedo irracional ml crimen. Ln gcnte mayor, en
especial la que vive en âreas mâs pobres, se angustia
a menudu ante la posibilidad de in atracados, cuando
las oportu- iiidades tie que esto ocurra son bajas. Los
hoiniares mâs jovenes tienen muchn mnyor
probabilidad de ser victi- mas dc iina agrcsion que los
mayorcs. No obstantc, csto no tienc cn cucnta cl hccho
dc que la gcnte que tcmc cl crimcn altcra su
comportamicnto para evitar situacio- ries
potcncialmente peligrosas —no mlir dc noche, y
demâs-. Ei riesgo de ser unavictima de la
delincuencia parece, por ello, menur he to que
realmente es
Una lahnr rle pnlicia colal›oradora requiere no séiln
ganar la cooperacifin de los propios cindailaiios, sino
cainbiar la actitud caracteristica dc las fuerzas policia-
lcs. Ln mayoria de los parses lin adoptado el
Worlelo profcsiorial de jn›licia”, introdHcido a partir
de finales de los años cincuenta. In @olicia
profcsional" implies conccntrarse principaJmentc en la
delincucncia grave y atnjarla a traves de la
centraiizmifin de Ja actoridad poli- cial, también a nivel
transnational. Sin embargo, las im- plicaciones
dcvolutivas de la globalization atañen a la policia
tanto como a otras esferas. Un Cnfasis renovado en la
prevencion del crimcn antes que en el endureci-
miento de las leyes puede ir acompañado de la
reinte- gration ale la poiicia en la comunidad. El
aislamiento dc la policia respects a aquellos a los quc
supuestamcn- ie sirvc origins a menudo una
mentnlidad de sitio, ya 9iic la policia ñene poco
contacts regular con los ciuda- danos comiines.
Para quc funcioiien, los cunsorcios entrc las instan-
cias gubernaincntalcs, e1 sistema dejusticia criminal, las
asociaciones locales y las orgariizaciones comuriiiarias
1›an de ser completos —todns Ins grupos economicos y
étnicos loan de ester incluidos ' . El gobierno y los
cmpresari‹xs pu‹xlen actuarjuntos para ayuzlar a
enmen- dar la dccadencia iirbana. Un modclo cs la
creation de disiritos dc aprovechamiento
empresarial que conce- dan rebajas fiscales a las
s‹icicdades que participen en una planificacion
cstratégica y aportcn inversiones a las Areas
designadas. form tcner éxitn, tales programas ext- gen
un compromiso a largo plazo con ubjetivos sociales.
Hacer hincapié en estas cstratcgias no sigriifica negar
los vinculos existcntes entre desemplco, pohres y dclin-
cucncia. De hecho, la lucha contra estos males
sociale.s deberia cstar conrdinada cOn programas
comunitarios dirigidos a la prevenciñn del crimcn.
Estos programas
*06
pueden, en verdad, contribuir directa e
indircctamente a fomentar lajmticia social. Donde e1
ordcn ciudadano
ha decaido a la ver quc los servicios publi 7 el capital
inmobiliario, otras oportunidades tarnbién disrninuyen.
Mejorar la calidad dc vida en un barrio puede
revivirlas.

In familia es una insñtucifin bâsica de la sociedad ci-


vil. La poliuca familiar es un test clave para la nuevn
litica: thay una poliñca familiar mls alia dcl neolihcra-
lismo y dc la socialdemocracia a la antigua?
Como en tantos otros fit bit s, e1 tclon de fondle
es e1 cambio. lv estadisticas son bien conocidas. El
divOr- cio ha aumen tado cxorbitanteoientc en c;tsi
tijdns los parses occidentales, aunque las tasas en
afghan.s de cllos son mucho mâs altas que en otros. Ln
proportion dc fa- miliar monoparentales y de nifios
nacido.s dc padres softens ha crccido
considerablcmente. En el Reino Uni- do, en 1994, el
S2& de los nacimientns ociirrian fucra del
matrimonio. Mientras que en Italia la tarn era s6lo del
7&, en Francia era dc135a, en Dinamarca del 42&o y en
Succia del 50a. El n6mero de gentc que vive sofa
tain- bicn se ha incrcincntado. En muchos parses, silo
una minoria de niños crece en un contcxto
“traditional”, donde el padre y la madre estân
casados y sivcn en la misma casa que sixs hijos
biolfigicos, en la que el padre es el sustcnto economico
y la madre ama dc casa.
Muchos bablan ahora de la desintegracion de la
fa- milia. Si tal desintegracion este ocurricndo, es
cxtreina- damente significativa. La fnmilia es punto de
encuentro
dc una serie de pautas que estân afecmndo a la
sociedad en su conjiinto —creciente ig‹ialdad entre los
sexos, en- rada generaliz da de las miieres en la
fuerza de traba- jo, cambios en el comportamicnto y
exPectntivas sexiqm
les, relation carnbiante entrc hogar y empleo.
La derecha ñene una historia particular que contar
accrm dc las consecuencias de estos cambios. La familia
cstâ en crisis porquc la familia traditional esiâ dasintm
grândose. Los rcmcdios propucstos brotan de este
anâJi- sis. Del›eria reaiirmarse la inviolabilidad dcl
matrimonio. El matrimonio es el principal campo de
entrcnamicnto em‹›ciooal para los machos descarriados,
comprometién- doles a dehcres y responsabiJidades
que en otro caso ahan‹lonarian. In ausencia de padre,
scgiin esta vision, “es la tendencia demogrSca md pc
udicial de esta ge- neracifin... As tainbién el motor
que impulm nuestros problemas sociales mms urgentes,
destie la delincuencia a los cmbarazos adolcscentes,
pamndo por el abuso sexual infantil y la violcncia
doméstica contra tae inujeres" ** Para preservar la
familia, cl divorcio deberia liacerse inâs dificil be
obtener. Las relaciones familiarcs hctcrodoxas, comv las
homosexuales, no deberian recibir apoyo ni dcl
gobierno ni de las autoridades religiosas, o deberian scr
activamente ‹lilicultadas. El matrimonio homosexual
debe seguir estando leg£mente proscrito. In medidas
socialcs que incentivan los hogares monoparcntaies de-
hcrian scr rcforinadas para erradicar este efecto.
ivfuchos socialdcmocratas dc izquicrda, y también
al- gjinos libertarios, mantienen una posnira muy
difcrcn- tc. Para cllos la historia de la familia
contemporânea es iina saludablc prolifccacion. Después
de todo, si diversi- dad y eleccion .son lv lemas dc la
época, tpor qué debe-
108
Can detenerse en el umbral de la famiIia* Deberiamos
aceptar que la gente pueda vivnr junta felizmente sin
e+ iar casada, que los homosexuales pucdan criar niños
con igual compctcncia que la poblacifin heterosexual, y
que, con los rccursos adccuados, los padres soltcros
scan capaces de criar niños inal desntisfactoriamentc
que las parejas.
¿Como puede la nuevw politica afrontar la cuestifin
de la familia? Deberiamos tener claro en primer lugar
Io poco plausible que es la idea de regresar a la
farniTia tradicional. Merece la pena enumerar las
razones:

• Esiamos asistiendo a profundos procesos de cam-


bio en la vida cotidiana, que tienen un alcancn
mucho mayor que la capacidad de ninguna inc
tancia politica para invertirlos.
• Io nostalgia de la familia tradicional idealiza el
pa- sado. Las familias rotas eras casi tax
comunes en el Reino Unido en eI siglo xix
corno ahora, aun- qoe el motivo principal era la
miierte de on conyu- ge en lugar de la separation
o el divorcio. La inves- tigacifin histories cstâ
dcn'clando muclias cosas sobre el lado oscuro dc
la familia tradicional, en la que la violencia y el
abuso sexual contra niños eran mucho mâs
frecuentes de lo que la mayoria de los
historiadores creim
• La familia tradicional era ante todo una unidad
economica y de parentesco. Lns lazos
matrimonia- lcs no cstaban individualizados
como ahora, y e1 amor o ct compromiso afcctivo
no eran la hasc fun- damental del matrimonio, al
como se han con- vertido con posterioridad.
• El mau imonio tradicional cstaba basado en la dcc
igualdad de los sexos y la posesion legal de las
mu- jeres por parte de los maridos —las
mujeres fee- non vasallas en la ley inglesa hasta
bien entrado este siglo-. De manera similar, los
rtiñ‹›s tt•nian es- ca.«xs ilereclios females.
• La tarnilia trailicional xnplicaha generalmente un
doblc rasero sexual. Las mujeres casadas
debian scr fiirtiiosas”, en parte por la imporiancia
dc ase- gurar la patcrnidad. A los hombres lcs
csmba pcr- mitida trna mayor libertad seximl.
• I.os minus eran la Maison d etre ñe1 matrimonio.
I•its families numerusas eras o deseadas o
aceptarFas romo In normal. Ahora vivirnos en la
era del “mini tasado", en la que los nifios no
constitujen ya on hcneficio econornico, sino en su
lugar un gran cos- te cconfimico. La natiiralcza
dc la infancia y dc la cducacion infantil ha
cambiado profu ndamentc.

Recobrar la fnmilia tradicionai no es posiblc.


Poicti- camentc clmlquiera de estos puntos tomadus
indivi- dualinente serta suficiente para derrihar tal
proyectn. No sorprende, pot tanto, que cuando los
criticos de de- rcchas habian de la familia traditional
no sc rcficran en rcalidad a la familia tradicional en
absoliito, sino al csta- do transicional dc la familia en
cl periodo inmed ram- mente posterior a la guerra —la
familia (idealizada) de los anos cinciienta—. Jr
fainilia madicional habia des- aparccido
prâcticamcntc en ente momento, pero las mu- jeres no
habimi entrarfo tndavia rnasivamenie en la fuer- za de
trabajo, y las desigualdades sexualcs scguian siendo
pronunciadas.
¿Es atractivn la xisifin alternative a la perspective dc-
recliista? 'o, porqiie la idea de que la prolifciucifin
de difercntes formas de familia es deseablc y nada
proble- matica no es, sencillamente, convinccntc. Los
efectos del divorcio sobre las vidas de los niños
siempre ser n dificiles de evaluar, porque no sabcmos
qué habria pa- sado s› los padres hubieran
pcrmanecido juntos. La se- rie mls exhaustiva dc
cstudios realizados hasta la fecha rechaza, sin
embargo, “la afirmacion de que los niños criados por
un solo padre Karen igual de bien parados que los
niños criados por ambos padres“ *^. Gran parte dc las
razones son econc micas —la caida rcpentina de
ingrcsos asociaHa con el disnrci . Pero aproximada-
mente la mitad de la desventaja procede de la
inadecna- da atencion parental y de la falm de vinculos
sot’iaIc.s. La separaci0n o el divorcio, demuestran los
ampere.s, dehili- tan la conexifin entrc el niño y el
padre, aI igual que cl vinculo entrc el niño y la red de
amigos y conocidos dcl padre. Sobre la base de una
amplia investigation empi- rica, los autores concluyen
que es un mito que haya nor- inalmcnte ñiertes redes de
apoyo o lazos familiares ex- tensos accesibles a las
madres solteras.
No todo marcha bien respecto al macrimonio, la
fa- milia y el cuidado de los niños, pero la pregunta
es qiié estrategias political eficaces podrian mcjorarlos
y qiic cs- tado idea de la familia deberiamos eñor os
por al- canzar. En primer lugar y fundarncntalmente,
debemos partir del principio de igiialdad entre los
sexos, del que no puede haber marcha aLrâs. S‹Slo
hay una historia que contar sobre la familia hoy dia,
y es la de la demo- cracy Ia familia se estâ
deinocratizando, en formas que siguen la pauta de los
procesos de democracia publics;
y tnl democratizacifin sugicre el modo en cl que la vida
familiar podn'a combinar la elecci0n indisadual y la
soli- dariilad social.
Los ciitcrios son sorprendentemente parccidos. La
dmnocracia en la esfera piiblica implica igualdad
formal, derechos individuales, la discusifiii piiblica de
cuestio- nes sin violcncia y una autoridad apoyada mâs
en la ne- gociacifin que asentada en la tradicifin. Ln
familia de- mocratizada comparte estas caracteristicas,
alguoas de las cuales estân y protegidas en la ley
nacional e inter- nacionaJ. m ctemocratizacion en e1
contexto de la fami- lix replica igualdad, rcspeto
mutuo, autonomia, toina de decisiones mediante la
comunicaci‹in y ausencia dc violencia. Caractcristicas
bastante similares ofreccn iam- bién iin modclo para
las relaciones padre-h o. Los pa- dres, por supuesto,
todavia reclamarân autoridad sobre los niños, y con
razfin; pero ésta serâ mâs negociada y abicrta que
antes. Estas cualidades no se aplican sélo a las
famiiias heterusexiia4rs—tienen cxactamente el mis-
mo implants en las relaciones homosexuales.
I fanilia democratizada es, de nuevo, tin ideal.
¿Como deberiaix los socialdemficratas tratar de fomcn-
tar ese ideal, y qué puede hacer especificamcntc cl
go- bierno* Como en otros âmbitos, e1 Cnfasis debe
ponerse seguramente en garantizor tin balance cntrc
autono- mia y responsabilidad en el que formas
positivas de esti- mulo corran parejas con otras
sanciones. Hay un anhelo generalizodo de que la
familia proporcione estabilldad en un mundo
cambiantc, pero en realidad es or proba- ble que
refleje otras cualidades de este mundo como que las
compcnsc. Se pone mucho acento en la ficxibili- dad y
adaptabilidad en el lugar de irabao: lo mismo ha
112
dc ser cierto de las capacidadcs que los individuos
apor- mn aJ matrimonio y a las rclaciones familiares. La
capa- cidad de mantcncr rclaciones a través del cambio,
inclu- so camliios radicales como el divorcio, devienc
ccntral nu »é›lo para la felicidad de los individuos, sino
parn lo- grar la continuidad en las relaciones con los
niños.
La proteccion y el cuidado de los niños cs el hilo
fun- damental que deberia guiar a la politica familiar.
No es una soluciñn pruponer que la obtencion del
divorcio sea dificultada. Tal medida podria disminuir
las tasas de divorcio formal, pero no mitaria la
separaci6n y acarrca- ña casi con segriridad que incluso
menos gente se casa- rtt —el efccto opucsto al
deseado por los que propug- nail uilas lcycs
divorcistas mâs estricta.s.
Las rclaciones familiares democrâticas implican trna
responsabilidad compartida en el cuidado dc los ninos,
espccialmeiiie un mayor reparto entrc mujeres y
hom- brcs, y entre padres.y no padrcs, pues en la
sociedad en general las madres estân cargando con
uoa parte des- proporcii inada de lms cargas (y
disfrutaodo de una par- te desproporcionada dc las
recompenm emocionalcs) de los ilifios. El
matrimonio y la paternidad sicmpre se hon
considerado vinculados, pero en la familia destra-
dicionalizada, en la que tener un hjo cs una decision
toialmcnte diferente que en el pasado, se estan
descn- rcdando. La proporci‹›ii dc innos nacidos fuera
del ma- irimonio pruliablementc no dccrecerâ, y las
uniones sexuales vitalicias sciJ casi con certeza cada
vwz menos combines. Al compromiso contractual
con un hijo po- dna, asi, scpararse del matrimonio, y
ser asumido por cada progenitor como una cuestion
de dcrccho obliga- toria, con padres solteros y camdos
con los mismos de-
rechos y las mism;ss obligaciones I*. Arnbos sexos ten-
‹lriaii que recouucer que los encuentros scxuaies tienen
el ricsgo de respniisabilidades para toda la vida,
inch- ycndo la protection frcnte at abuso fisico. En
comliiiia- cion con otros cambios ciilturaJes que
promueveii urea imagen mls positiva de la paterriidad,
tal reestructitio- cion de la patcrnidad socavaria la
idea misma del ‘pa- dre ñnico“. Rcforzar los
coritratos de patcrnidad no e+ tuna exento de
problemas. Obviamente, otros modos
‹le iratar dc equilibrar ricsgo y responsabilidad mm-
bién podrian ser insñtuidos.

La familia democrâticn

IguNdad emotional y sexual


Derechos y obligee on ex reciprucns en ly relaciones
Gopater nidad
Gonuatos vitalicios dc patcrnidad
Air loridad negociadii sobre ie s nine s
Obligacionex de los ninns con Its padres
La I.amil a socialmenle intcgrada

Ln democracia cs dificil de lcgrar y puede ser


dum de aceptar, eix la familia como en otras *reas, En
lo que concierne a1 cuidado de lo.s niños, implica la
copatcrni- dad, pnr lejano que esto pueda cstar er› las
cirtunstan-
‹:ias actualcs. La cuncepcifin derechista de la desinte-
gracifin de la familia iradicional suele ir acomra*
dc una iesis especifica sobre las limitacioncs de los hoin-
brcs: los hombres son intr/nsecainenic incompetences y
moralrnente ii responsables; a menos que estén encc-
114
rra‹los a buen recaudo en iiri matrimonio de tipo tradi-
cinnal, son una fricrza sociaJmentc subversive.
Six embargo, las *ivestigacioncs no apoyan esta idea
", Para la mayona dc los hombres, como de las niujcres,
eJ rlivorcio es uiia cxperieiicia dolorosa y
perturbadora. La gmn tnajoria de I‹›s hombrcs no
siente alivio por ha- bcrse quitado de encima las
responsabilidades com sus hijos. La inayoria intents n
tener sus refectories con cllos, incluso ante Grandes
dificultades. Muchos de Nos que picrdcn cl contacto
lo hacen debido a los traumas emocionales
subsigtiicntes, o a la hostilidad manificsca
‹le1 antigiio c0nyuge, mâs que al dcseo de scguir un
csu- lo dc vida errante.
Como serials un investigador, hay una linea rnuy
fina entre aquellos padres que sigucn estaodo tnuy
implica- dos con Sus hijos tras un divorcio y ar{uel1os
que no. El factor determinants niâs inn portante nn es la
actitud del padre, sino las respuestns de los otrun,
adcrnâs de acon- tecimientos forniitos que inclinan
las cosas hacia un lado en lugar de hacia otro.
Muchos padres picr‹1en cl contacto con sus hijos y
no les manticnen econornica- nientc. Contrariamcntea
la vision dcl "macho descarria- do", sin embargo, csta
no parecc ser ma cuestifin de gcnero. Us estudio de
la Oficina del Censo dc Estados Unidos comprobfi
que has mmdrcs sin rmtodia eran me- ios proclises que
los padres en situacifin anâloga a pagar la mariutencion
infan dl asignada por los tribunales ".
In copatcrnidad p‹idna scr fomentada mcdiantc una
serie de innovaciones. Al igual que el dc "madre unica",
eI término @aflre ausente”, muy aiilizado en dicho,
a7•da a perpetiiar una situ;tcion en la que un
J›rogcni- tor, nortnalmcrite cl padre, es visio y tratado
como pcri-
férico. Los factored economicos también son relevances.
¿Por qué no son la atencion al nino y el cuictndo extract
colar ig+ial dc accesibles a los padres to residentes que
a las madres unicas? Los padres debenan tener
mayorcs derechos de patcrnidad que en el prescribe,
pero se les dcberia proporcionar, cuando sea necesario,
los medios para desemreñar sus rcsponsnbilidades.
Los politicos hablan a mcnudo de la necesidad de
que las fâmilias fuertes fomenten la cohesion social.
'o sc cquivocan al hacerlo, pero deberian liaccrse
algunas prccisioncs. En primer lugar, la familia no sc
refiere solo a padrcs que crian niños. In ninos
deberian tcncr responsabilidades frente a sus padres,
no sñlo al rci‘és. Merece la pena al menos consirlerar
si esto deberia scr lcgaimente obligatorio. El Gobierno
Federal de Estados Unidos, en 1983, trato dc compeler
a hijos a ayndar a inantcner padres de edad avanzada,
come parte dcl pro- grama Metlicaid. La propucsta
nunca fue implements- da, aunque veintiséis estados
tienen ahora reglamentos que exigen a los niños
ofrecer protcccion a padres ne- ccsitados *8. E•sttis
apenas hon entmdo en vigor, pero qui- zâ haya llcgado
ya el momento part este proyccto. Por ejemplo, tales
obligaciones podrian ser engranadas en contratos dc
patcrnidad vitaiicios,
En segundo lugar, no ienerrios que mirar muy
lejos part ver quc lms families fuerte.s to cream
inevitable- mente sohdaridad social. Italia
meridional ofrece un ejemplo a gran escala, pcro
algo similar puede ocurrir en otros escenarios. Los
barrios pobrcs, por ejemplo, pueden tener sus
propias families dclincucntcs, en las que lazns y
obligacioncs fuertes son la base misma dc sus
actiudades delictivas. Incltisu families escrupulommcntc
1 16
observadoras de la Jey pucden cerrarsc al murine cxtm
rior y abandonar sus rcsponsabilidadcs frente a él.
Los lazos familiares fiiertes sñlo pueden scr una eficaz
fucn- te de cohcsiñn civica si se provectan hacia el
extcrior a la vez que hacia el iiltcrior —esto cs a lo
que mc refieru cun familia soci imcnte integiada—.
Iss rel ciones fa- rniliarcs son parte dcl tejido mâs
amplia de la nada social.

17
4
ML ESTADO SOCIAL INVERSOR

socialdeinocracia clâsica consideraba la creation


de riqueza combo casi accemria a sus prencupaciones
ba- sicas por la seguridad y la rcdistribucifin
econ0micas. Los neoliberalcs hacian mucho m;is
hincapié en la coin- petitividad y en lv generacifin de
riqucza. La politica de la tercera via mmbién pone
mucho Cnfasis en estas vir- mdes, que tienen una
itnportancia decisivu dada la na- mrairza del mercado
global, No scrân estimuladas, sin embargo, si se dea a
los individuos navegar o hundirse en un torbellino
cconñtnico. El gobierno tiene un pa- pel csencial que
ciimplir invirtiendo en los recursos hu- inanos y la
infraestructura rcqiieridos para desarrollar una
ciiltura empresarial.
La polftica dc la terccra via, podria sugerirse,
pro- piigna una are wotmniñ Existian dos versiones
diferentes de la vieja cconomia r ixta. Una
iinplicaba trna sepamciñn entrc cl Estado y los
sectures privados, pero con gran parte de la indtistria
bajo control p6bli- co. La otra era y cs cl mercado
social. En cada una de ellas, los mercados
permancccn en gran medida siibor- dinados al
gobicrno La nucva economia mixta busca en lugar
dc eso una sincrgia entrc scctores r^blicos y
prixodos, aprovechanHo el dinamismo de los
mercados pero teniendo en c uenta el interés pñblico.
Requiem iin equihbrio cnu c regulacifin y
dcsrcgulacion, tan to a nivel transnacional como
national y local;y un cquiIi- brio entrc lo econfimico
y lti no economico en la vida social. L‹› segundo cs at
meno.s tan importantc como lo primers, pero se
alcanzn cn party a través dc cllo.
Una alta tasa de formacion y di.wIucion dc ncgocios
es caracteristira be una economic dinâmica. Estc flujo
no es compatible con ma socicdad en la que
preHomi- nan hâbiios inculcmlos, incluidos los
producidos por sistem as de bicncstar. Lns
seciaJdemficratas han de varier la relation enuc Ago y
.prided existcntc én el FztaHo de Tiencsear, part
constr air rna sociedad dc “tomatlores dc riesgo
rcsponsablcs” cn lms esferas Hel gobicrno, los
ncgociO8 7 el mercado dcl trab@o. I sentc nccesita
protection cuando las cosas van mai, pero cambién
las facultadcs inateriaJes y morales para supernr
grandcs
periodos dc uansici0n en sus vidas.
El concepto de iguaidafl ha de scr pensazlo minuciosa-
mente. Igualdad y libertad individual pueden entmr
en contlicto, ydc nada sirve pretender que la igitaldad,
cl pluialisvno y el dinamismo econ0vnico soix siempre
com- patiblez linpulsada como csiâ por cambios
estructurales, la dcsiguaitlad crecientc no es i-acil de
combatir. Los so- ciaJdcmâcratas no debcriaii acepiar,
en ctialquicr cnso, que alios niveles de desigualdad
son funcionales para la prosperidad economics, o que
son ineviiaLles Weberian alejarse de lo que en el
pasado ha constituidO a races jjna olxwsion con la
dcsiguaJ‹lad, aJ igual que rcflcxionar so- bre quo es la
igualdad. La igtialtlad debe contribuir a la divcrsidatt,
no ponerse en su earning.

1 20
Por razones que explicnrc dcspués, la re0istribucifin
no dcbe desaparccer del progrania de la socialdemo-
cracia. Pero el debate recientc cntre sociaJdemñcratas
ha dirigido el Cnfasis, bastante imonablcmente, hacia la
"redistribucifin de posibilidades". El cultivo del poten-
cial huniano dcberia reempl zar en cuando fiiera post
ble a la redistribucifiii "tras los hechos".

EL SfrNfrfGADO DE EA IGUALOAD

Muchos apuntan que el 6nico modelo de igualdad


dcbcrfa ser tioy en die 1s igualdad de oportunidudes, o
meritociacia —este es, el modclo ncoliberal—. Fs im-
portaiiic tcncr clam por que esta posture no es
i1et'encii- ble. En priincr lugar (si luera alcanzablc), una
socieila‹l radicalmente mcritocrârica pre diiciria
profundas dev igualdades de resultados, que
amenazarian la cohesion sociai. tknsidércse, por
ejcmplo, el fenomeno de todo- para-cl-ganador, un
efccto dcmnsirat›Ie en I‹›s merca- dos de trabajo.
Alguien sñlo marginalmente mâs domdo qiic otra
persona puede disponcr dc un salario inayor que el
otro. Un tcnista o caritnnte dc opcra de Elite gana
muchisimo mâs que nut› que to es mn bucno, y este
ocurre no a pcsar de, sino debido at hecho dc que
con- curre un principio mcriiocrâtico. Cuando
margcnes apenas perceptibles maman la diferencia
entrc quc cl rcsuhado see un txito o un fracaso, los
riesgos para un ncgocio son enormcs. Eos individuos
de los que sc per- cibe quc hacen esia difercncia
marginal son recompen- sndos
desproporcionadamcnte. Constiruycn una nueva
cutegoria de los "famosos clesconocidos" '.
}2}
A menos que cslé acumpañada de un cambio cstruc-
turul en lv distribiici0n ile enlpleos, que per
dcfinicion sñlo puedc ser transitorio, una sociedad
meritocratica tainbicn tcndrfa una acusnda
movilidad dcscendentc, Muchos han de de.tender
para que otros asciendan. Sin embargo, como han
inostrado muchas investigaciones, una movilidad
desccndente generalizada tiene cone cucncias
socialmentc destructivas, y produce sentimien- tos
de ;jJienacion cntre los afectados. La moviJidad dcs-
ccndente a gran cscala amenazaria la cohesiñn social cn
igual medida que la exintencia dc una clase desafccta
de excluidos. De hecho, una mcritocraci•« tend
produciria un ejemplo extreme de una clase de esta
naturalcza, una clasc dc intocables. Pucs no solo se
trata dc que grupos dc personas estén en cl nivel mâs
bajo, sino que éstos sa- brian que su inta ‹ie capacidad
liizn Que esta situation sca justa y adecuada: es
dificil inlaginar algo mâs des- alentador.
Rn cualquicr caso, una socicdad totalmente
merito- crâtica no cs solo irrealizablc; cs una idea
contradictoria cii st mismo Por las razones yr
ofreci‹las, una sociedad mcritocrâtica sem
probableinentc desigual en sus resul- todos. En un
ordcn social asi, Ins privilcgiados scgura- mente serân
capaccs de otorgar xenmjas a sus hijos—aca- bando, de
esta mancra, can la meritocracia—, Después de toda,
incluso cn las rolativamcntc igualitarias socieda- des de
estilo soviético, en las quc la riqueza rite podia asc- gufar
cl progreso de los rhinos, los grupos privilcgiados
podian trarismitir ventajas a su descendencia.
Estas observacioncs no impJican quc los
principios ineritocrâticos scan irrelevantes para la i
ialdad, pero st sigmifican quc cstos principios no son
exhamstivos, o
122
no pueden uolizarse para definirla. ¿Q ñ demria enten-
derse, entonces, por igualdad? La nuevz pnlitica detine
b *cladcorno inzfitsifi y la ilesiguaJdad como mclv
aunque estos términos necesitan algun prccisifin. In-
clusion sc refierc en en scntido inâs amplio a la
ciudada- ma, a los derechos y dcbcrcs civiles y politicos
que todos los miembros de una sociedad deberian tener,
no solo formalmente, sino como una realidad de sus
vidas. Tam- bién se refiere a las oportunidades y a la
integracifin en el espacio p6blico. Err una sociedad en
la que el trabajo sigue siencio esencial para la
autoestima y eI nivel de vida, el acceso al trabajo es uii
âmbito principal de opor- tiinidades. La educacifin es
otro, y lo serta incluso aun- que no fuera tan importance
para las posibilidadcs dc empleo, para las que es
determinaiite.
Dos formas de excl isifin se esuin manifestando
espe- cialmente en las sociedades contemporâncas. Uria
es la exclusion de los que estan abao, aislados dc la
corrien- tc principal de oportunidades que una societlad
ofrece. Em la cñspide estâ la exclusion voluntaria, ”la
rebelion dc las c1itcs”: una rctirada de las iiistituciones
péiblicas por parte de los grupos mâs ricos, que eligen
vivir sepa- rados del resto de la sociedad ’. Los grupos
privilegiados empiezmn a vivir en comunidades
fortificadas, y sc apar- tan de los sistem as publicos de
educaciñn y sanidad.
Inclusion y exclusion se han converiido en concep-
tos importantes para analizar y responder a la igoaldad
debido a los cambios quc cstân afcctando a la estnictu-
ra de clases de los parses industriales, a los que antes se
hizo brevemente referencia. Place un cuartn de siglo,
una mayoria de la poblacifin lahoral estaba emplcaHa
en trabajos manuaies, sobre todo en la rnanufactuw La
1 23
tccnologia informfiuca ha alterado d ticamente la
na- turalcza dc la prodiiccifin manuFacturera, y ha
dismi- nuido dc forma dramfitica la demanda de
mano dc obio no cualificada. El diseño y la fabrication
computc- rizados, ct almacenarnientri y los sisteinas
dc distribu- cifin automatizodi is, y la integracifin dc la
produccifin con los provee‹lores y consumidorcs han
reemplazado al trabajo manual anterior. Hoy dia,
menos del 20a de la fuerza de iraba}o en la mayoria de
las economies cte- snrrolladas csifi en las Uabricas, y la
propc›rci‹›n sigue ba- jando. La clasc trabajadora
tradicional ha desaparecido en gran parte y las viejas
comunidarles de clnsc uobaja- dora, concentradas por
ejemplo en torno a la produc- cifin del carbon, dcl
hierro y del acero o la consu'uccion naval, han
cambiado so perfil.
Algunas se han revitalizado, mientras que otras han
cai‹lo en decline. Como barrios deprimidos
interiorcs, se lian ais)ado dc la sociedad globalmente
considerada- Alli donde hay una fucrte presencia de
grupos minori- iarios, los prcjuicios éinicos pueden
reforzar los proce- sos éxcluyentes. Al i rat que han
hecho durantc mucho uempo las ciuHades
nt›rteainericarins, las ciudades eu- ropwas estas
acogiendo gmndcs cantidades de inmi- gr rites,
creando iin *nucvo pobrc” en Londres, Paris, Rerlin,
Rnma y out ârcas urbanas. La exclusion econ0- mica
es, de este modo, también con frecuencia fisica y
cultuml. En ârcas decadentes, la vivienda se detcrioru,
y la falia de opor'unidarles de trabajo desinccntiva la
cdu- cacié›n, to que condiice a la incstabilidad y
desorganiza- cicn sciciales. Mls del 60 o dc los
habiantes de una hilera de viviendas oficialcs akcdedor
de la City dc Lrindres, la milla ciiadrada mas rica de
Gran Rretafia, esuin descm-
124
pleados. Sin embargo, el aeropuerto dc la ciudad, muy
cercano, no es capaz de encontrar suficientes uubnjado-
res cualificados pada sus necesidades'.

INCLUSION YEXCLUSION

La cxclusifin no sc rcfiere a niveles de desiguédad,


sino a mecanismos que opcran para apartar a grupos
de personas de la corriente principal dc la socicdad.
En la cñspide, la exclusifin voluntaria estâ impulsada
por trna diversidad de factored Tener los medios
econfimicos para aislarse de la sociedad global es la
condicifin ncce- saria para ello, pero iiunca la
explicacion compleca del

Iguaidad cnmn inclixslon


Meritocracia limitada
Renovncion dcl cspacio pivbhcn (liter:il1sinu clvicu)
”Mâs allfi dc 1s mcicdad dcl tmbajo”
Bicncstnr positivo
El Estado wciai inverter

porqué los grupos cligen liaccrlo. La exclusion en la


cdv pide no es sñlo mn peligrosa para cI cspacio
publico, o la mlidaridad comun, como la excltisifiii en
la base; cstâ cammlmente vinculada a ella. Que lms dos
van juntas se ve fficilinente en los ejemplt›s mâs
extrcmos ocurridos en aigunns parses, como Brasil y
Surâfrica. Limiter la ox-
clusion voluntaria de las élites cs esencial para crear
rna sociedad mfis inclusive en la base.
Muchos sugieren que la ac imulacifin de privilegios
en Ja cuspidc es imparablc. Las de.sigualdades de renta
pareccn crecer de modo generalizado. En Estados Uni-
‹los, por ejemplo›, el 60% de los aumcntos de
ingrcsos en cl periods enirc 1980 y i 990 fue a pacar
Al two mâs rico de la poblHion, mientras que la
renm real dcl 25 o rnas pobre lia pcrmanecido estatica
durante rnas o me- nos treinta años. El Reino Unido
muestra pautas simila- res, aunque menos extremas. La
brecha entrc los traha- jadores mejor pagados y peor
rmdos cs mayor de lo que Isa sido durante at menos
cincuenta años. Mientras la gran n ayoria de la
poblacion It-ab@adom este mejor pagada cn términos
rc£es que hace vcinte años, cl 10a mls pobrc ha vistn
como sus ingresos reales disminuyen.
tin todo, nu se sigue que tales pautas vayan a con ti-
nuar o cmpeorar irrcfutablemcnte. La innovacion tcc-
nologica es imponderable, y es posible que en algiin
punto la tendencia hacia una mayor desigualdad pueda
virar hacia el titro lado. Estas tendencias son. en cual-
Quicr caso, mâs compl as dc lo que pmcce a primcra
vista. Como lian calculado algunot de los estudios
mâs completes, la desigualdnd de renta ha decrecido
en vez dc aumentar en algunos parses desarrolladns
durantep los ultimos ircinta anos. Per siipuesto, no
sa.hcmos exac- mmente cuân fiables son los datos
sobre la rcnta —Ins intentos dc medir la economia
sumergida son pura adi- vinacion—. Esa economic
poede aumentar la desigual- d;ul, pero es mas
probable quc acne en cl otro sentido, J›orQue las
actividades economical informales, los trie- qucs y las
tr-ansacciones monetarias no oficiales son mâs
I2G
comunes entre los grupos inâs dcsfavorccidos.
P'inal- mente, los paiscs con perimlos diiradcros de
gobierno neoliberal han ni‹istrado mayorcs
aumentos dc la dcs- iguaJdad cconomica que oiros, con
Estados Unidos, Nue- ve Zelanda y Reino Unido a la
cabcza.
Escrihiendo sobrc Estados Unidos, cl periodista poli-
tics Mickey Kaus ha sugerido rna distinCion entrc c1
"li- beralismo cconfimico" y el 'âibccalismo ciiico" 4. Ln
brc- cha entrc ricos y pobrcs mfi creciendo y nadie
puede cvitai‘1o. El reino de In publico, no obstantc,
puede re- construirse a través del "liberalisino civico".
Kaus tienc seguramente razsn at afirmar que el
vaciamientu del en pacio publico puede rm'ertirsc, y
que abordar ta exclu- sion social en la ciispidc no cs
sñlo una cuesti‹›n econ0- mica. Sin embargo, las desi
ialdades ec‹inomicas no son, ciertaincnte, irrelevances
para ms mecanismns cx- cluyentes y no hemos de
desistir en reducirlas.
En e1 contcxto europeo, un elements clavc cs mante-
ner toe nivcles de gasto piibJitw. El Estado dc bienesmr
pucdc necesitar una rcforma radical, pcro los
sistemas de bienesmr infiuyen, y deben haccrlo, en la
distribu- cié›n de la riquezo. Tmnhién pucdcn
contemplarsc otras estrategias, algunos de cllas
susceptibles de aplicacitin generalizoda, tales coino
programas de suscripcit›ii de capital per parte de los
cmplcados, que podrfan tener importances
implicacioncs rcdistributuras. Una influen- cia esencial
para la distribiicifin de la renta es la crc- ciente
igualdad sexual. Aqui la denigualdad dc rcnm
decrcce, no aumenta, contradiciendo dc nucvo la
afir- macifin simple de que la soCiedad sc cstâ
haciendo mâs desigual. Its camiaios en la familia
afcctan a las estriic- turas dc desigualdad. Por
cjcmplo, en el Reino Unido
en 1894-1895, la mitad dc los incluidos en cl Q0&o
supe- rior dc los ingresfis eran o bien trabajadores
soltcros a ticmpo complete o parcjas en las que ambos
trabajaban
a iicmr co r em. Los nuev • r•trones dc dcsiguaJ-
dad no vieoen siinplcmenle datlos. Pueden scr
afecta- dos por political gubernamentales, como las
que esti-
mm an la inclusifin de los padres solteros cn la fuewa de

El “liberalismo civico”—la rccuperaciñn dcl espacio


pñLlic debe ser, en todo caso, parte bâsica de una
so- ciedad inclus*va en la cuspidc. ¿Cñ • ruede
renovarse
o inantenerse este libcrnlismo? El cultivo cxitoso de la
nacié›n cosmopolitn cs una manera La gentc que se
sien- ie miembro de una comunidad national cs mls
procli- ve a re‹:oiiocer un compromise› con otros
denrro dc ella. El desarrollo dc un nfii emprcsarial
responsalile es también inn portante. En términos de
solidarida‹l social,
los gi upos mas imPortantes no son sñlo los oue›os
ricos incorporados, sino tambicn los miembrtis de la
clasc media profesiooal y adinerada, pries estân mas
ccrca de
las franjas que amenazan con apartarse del cspacio pit-
blico. Mejorar la calidad de la education publica, soste-
ner iin .servicio sanitai5o sñJido, pmniovcr Pres€nlt›nes
publican virus y controlar l‹xs nis'e1cs de criminall‹lad,
todo cute es rclcvanie. Por estas razoncs es por to que la
reforma dcl Estado de bienestar no dcberia redurlrlo
a iina red dc sc nidad. Sr›lo un sisicma de bienestar
quc bencficie a la may‹ar par ie dc la pobIaci‹io
generarâ una moral comun de ciudadania. AHi donde
cl “bicnestar” asume sé›lu una connotacié'n nepatnva y sc
dirige mayor- mente a Ins pobrcs, como ha .'›olido
ocurrir en Estados Unidos, los resultados son
divisnrios.

128
Estados Unidos tiene un nivel mayor dc desigiialdad
econfimica que ningfin otro pats industrializado. Con
todo, incluso en era sociedad, la tierra nai I del indivi-
dualismo competitivo, hay motivo para la esperanza en
que la “rcbeliñn de Ins élites” pueda contenene. En su
recientc invesopaci6n, el sociologo Alan Vfilfe cncon-
try escasa evidencia de que las personas de clasc media
alia cstuvieran separândose de la sociedad globalmente
consideratia. Dcscubrifi un amplio respaldo a lajusticia
social en America, “compartido con tanta probabilidad
por conservadores cristianos como QOF liberates de la
Costs Estn“^. La nayoria cree que la dcsigualdail
econé- mica en Esiados Unidos se este extreinando
deinasiado:

Los cmnomisms que adoptan inn cnfoqiie latest fnire


hacia sir disriplina han tcndido a sostcncr que los sucldos
elecados ‹te aitns directives, incluso cuando son aparente-
mente abusivos, acaban por bencficiar a todo cl mundo,
ya que las companias ineficientcs o lo.x ejecutivos infrapa-
gados no sirven a los interests dr nadie. Pcro rlesde la
(›erspectivu dc la América dc clase medin, los salarios cor-
porativos altos sun mâs susceptibles de her considerados
egoistas, y las personas y organizacioncs egoistas, por c+
tar fuera de equilibrio, ponen en peligro la fragilidad del
orden social ‘.

Ko es dificil pensar en politicas que tengan un


efecto positive sobre el espacio publico en lugar de
corroerlo. La atencifin mnitaria, por ejemplo, deberia
responder a las necesidades de un clcctorado amplio.
“Atcncifin sani- taria”, en este contcxto, deberia
entcndewe en scntido cxtenso, de mndo proporci‹inado
a la idea del bienestar
1 29
positivo que sc disciitirâ posteriormente. In reduccién
de la containinacién mcdioainbientaJ, pnr ejemplo,
es un juicio general. Ciertamcntc, las esiraiegias
ecolñ- greys sun un elemento central dc los acuerdos
sobre cali- dad de vi‹la, pucs la mayoria de los
bcncficios ccoiñgicox rcpcrcuten sol›re las disontas
closes.
Al igual que la exclusion social cn la cuspidc, la
cx- clusifin en la base tieride a rcproducirsc a st misma.
Dc- beria scguirsc cualquier estrategia que rompa los
ciclos de pobreza:

Fa.. at»olittaincnte escncial ayudar a los admin's sin


haf›iIidadcs o citalificaciories ñisic s a que las adquieran,
a rlar a las ycrronas cup habiTidades esrân anticuadas
a que las acrualiccn, y ;tiinici1tat la confiuriza en st
mismo de cualquiera ciiya moral hays sido niinada por
un perio- do larger sin empleo. Las personas s@
citalificaciun oenen ciiico veces mâs probabilidades de
qiicdarsc sin empleo
iluc iiquelios con unas cualificaciones dc mayor nis'cl
‹xiu- cativo; al fnial, el empleo va a los empteables

La educacion y el aprendizajc sc han convertido en


el nucvo mantra para los politicos socialdcmocratas.
Tony Blair dcscribe notoriamcnte sirs tres prioridadcs
princi- palcs en el gobieriiri como “educacifin,
cducacifiri, cdu- cacifin”. La necesidad de mcjores
técnicas educativas y aprcndizajc cualificado es
aparente en la mayoria de los parses indiistriolizados,
cspecialment• i=ra los grupos
mls pobres. ¿Quién podrJa ncgar que ima pnblaciñn
bien formado es deseablc para cualquicr sociedad?
La invcisifin en ediicacic›n es hey tin imperativo para
cI go- bicrno, uiia clase par-a la 4edistribucifin dc
posibilida-
dev". Sin embargo, la idea de que Ia cdiicacioo
pue‹Ie reducir las desigualdades de mancra directs
rleberia contcmplarse con cierto esccpucismo. Gram
cantidad de cstudios comparados, en Estados Unidos
y Europa, dcmucstran que la educacifin tiende a
reflejar dest ial- dades economicas inâs amplias, y
que betas han dc scr aborda en sir origen.
La participacié›n en la fuerza de trabajo, y no sñlo en
empleos sin proycccié›n, es clarainerite vital para acacar
la exclusié›n involuntaria. El trabajo tienc miiltiples bc-
neficios: gcneiu ingresos para e1 Individuo, da iina sen-
sacié›n dc estabilidad y dircccifin en la vida, y crea
riqoe- za para la sociedad en general. Pero la
inclmion ha de extcnderse mucho r âs alia del
trabajo, no solo porque hay much a gente en cunlquier
moments incapaz dc cs- tai en la fuerza dc tmbajo,
sino porque Etna sociedad dominada eix cxceso por la
ética del trabajo serta un lu- gear l›asiantc dcsagradable
en el que vivir. Una sociedad inclusive debe proveer to
suficientc para las neccsida- des bâsicas dc los que no
pueden trabajar, y debe reco- noccr la mayor
diversidad dc metas que la vida ofrcce.
Los programas convcncionales ‹x›ntra la pobrcza
han de ser reeinplazados por enfoques basados en la
comu- nidad, que perniiten inayor participation'
democmtica a la vez que son inâs eficaccs. Los
inccntivos a la cone truecion coinuniiaria mantienen
las rcdcs, la autoapida y el sostcnimiento dcl capital
social coino medios para gcncrar la renuvacion
econfimica en barrii›s de rentns bajo Luchar contra la
pobreza rcquiere una iilycccifin de recursns
economicos, pero aplicados a apoyar la ini- ciativa
local. Dcjar a la gente cnredada en prcstaciones
ticnde a excluiila de la sociedad globalmente
confide-
13.1
radm Rcducir pre.staciones para forzar a lox individuos
aI tmbajo !cs cmpuja a mercados dc trabajo precario ya
saturados. Las inicintivas de constniccion comunitaria
.in coricentran en los mul•r es problemas a toe que se
enlrentan individuos y families, incluyendo la calidad
del iraliaju, atencion sanitaria e inPantil, educacion y
isporte ^.

DNA SOCIED m DR bi KNCsr\fi POSITIVO

Ning in asunto ha polarir&o a la izquierda y a la de-


recha tan claramente en añc's recientcs conio el Estado
de liienestar, ensalzado por un lado y vitupcrado por el
otro. Lo que llegfi a scr ‘el Estado de bienestai’” (un
tér- mino no usado extcnsamente hasta los años
scscnta, y que a William Beveridge, el arquitecto del
Esmdo de biencstar britânico, ie disgustaba
pmfundamente) tie- ne en icalidad una historic
ajctrcada. Sus origenes esni- vieron bastante leos de los
ideales dc la izquierda —en ver dcd, fue crcado en parte
para disipar la amenaza so- riaJista—. Los grupos
dirigentcs que lcvannaron el siste- ma de seguridad
social en la AJemania imperial a finales dcl siglo xix
despreciaban la ecnnomia del kñssmfaire tanto come el
socialismo. Sin embargo, eI modelo de Bis- marck fue
copiarlo por muchos parses. Beveridge visito lemania
en 190? para estudiar cl modelo ’. El Estado de
bienestar, ml como exi.etc hoy en Europa, ftie creado
en y pur la gucrra, como lo fueron mntos aspcctns de la
ciudadanfa umcional.
El sistema que Bismarck creo en Alemania cs consi-
derado usuaJmente como la forma clñsica del Estado de
bicncstar. No obstante, el Esco de bienestar alemân
ha tcnido siempre una red cornpleja tie grupos y
asocia- ciones del sector tcrciario, de la que lian
depcndido las autoridades para poner en prâctica las
politicas dcl bicn- cstar. La meta es aydar a éstas a
alcanzar sus objctivos sociales. En Areas como la
atencifin infantil, los grupos del sector terciario tienen
cast un rnonopolio. El sector no liicrasvo en Alemania
sc cxpandio, en lugar de men- guar, a medida que cl
Estado de bienestar crecfm Los Estados de biencsmr
varian en el grado en que incorpo- ran o dependcn del
sector terciario. En Holanda, por ejemplo, las
organimciones no lucrativas constituyen el principal
sistema de provisifin de servicius sociaie.y mieii- mas que
en Suecia casi no se utilize ninguna. En Bélgica y
Austria, como en Alemania, casi la mitad de los servi-
cios sociales son asegurados por grupos no lucrativos.
El ciencifico poiitico holandés Kees van
Kcrsbcrgcn sostiene que “uno de los grandes
disccrniinicntos del debate contempoJieo (sobre el
Estado dc bienestar] es que igualar socialdcmocracia
y Esmdo de bienestnr puede haber sido un crror” ".
Examina en detalle la in- floencia de la dcmocracia
cristiana sobre el desarmllo de los sistcmas de
bienesmr continentales y el mercado social. Los
partidos dem6crata-cristiano.s tlescienden de los
partidos catfilicos que fiieron importances en el pe-
riodo dc entreguerras en Aiemania, Holanda, Austria y,
en menor grado, Francia e ltaiia. Lns unionistas
catoli- cos veian al socialisms› cnmo el eiiemigo y
trataron dc desbordarlo en en propio terreno
subrayando la code- tcrminacifin y la rcconciliacifin
dc clascs. La opinion de Rnnald Reagan, cxprcsada en
1981, de que “hemos per- mitido al gobicrno
arrcbatarnos aquellas cosas que an-
133
tes podiainos hacer vol«niarimnente“ ucne un eco muy
an error en Europa en la tradicion catñlica. Igleéa, fami-
lia y amigos son las principales fuentcs de solidaridad so-
cial. El Estado deberia intervenir sñlo cuar«lo nsas insu-
tiicioncs no cumplan enteramcnte con sus obligaciones.
Rcconociendo la historia problemfitica del Estado de
biencstar, ia politica ‹ie la tcrcera via deberia aceptar al-
gunas de las criticas que la derecha hace al Estado.
Es cscncialmente no dcmocrâoco, dependicndo efectis-
a- mente ‹le una distribucion vertical dc prestacipnes.
Su fiieczn mouiz cs la protccci‹x1 y la atcncié›n, pero no
da sidicientc cspacio a la libermd personal. /¥lgunas
formas rle institucionalimci0n del bienestar son
burocmucas, alienantcs e ineficientes, y las prcstnciones
del bienestar pueden producir conseciicncias pcrversas
que socavan aqiicllo para In ‹fue esiaban disenadas.
ho obstante, la polirica de la terceio via no ve estos
problemas como una serial para desmantclar cl Estado
dc bienestar, sino
como una parte dc la nccesidad de reconstruirlo.
In rlificultadcs del Rstadt› de bicncsmr son s‹ilo
en parte econfimicas. En la mayoria dc las sociedades
occi-
‹lentalcs, ct ga*• r t›rcional en sistemxs tie biencstar
ha pcrmanecido bastantc cstable durante los ñltimos
diez años. En cl Reino Unido, la porciñn de PIB invcrti-
da en cl Estado de biencstar aumentu regularmcnte dii-
ranic gran parte del siglo, hasta finales dc los años
se- tcnta. Desde entonccs se ha estabilizado *1,
aunque las figiicas brutes csconden cambios en la
distribuci‹in dcl paste y lms fucntcs de ingresos. La
clasticidad de los prc- siipuestos dcl sistema de
biencstar en el Reino Unido cs tanto mâs notable dada
la dctcrminacion de los gobier- nos dc Margaret
Thatcher por recortarlos.
El pro en educacion, como porcentaje del PIB, cay0
entre 1970 y 1995 del 6,7&o at 5,2d. EJ gasto en cl
servi- cio sanitario, sin cmbargo, crecié durante este
periodo. Err 1975 era cquivalente aJ 3,6&o del PIB. En
1995 habia aumentado hasta el 5,7d (un porcentaje
menor que cn la inayoria de los demâs pai'scs
indiistriales). Lavivienda pñblica experimento el mayor
recorte, caycndo del4,2& del PIB en 1975 aI 2,1 to
veinte años mâs tarde. Como ocurrio en otrog
lugares, el gasto cn seguridad sociai fue el que mâs
aumenté. En 1873-1974 llegaba at 8,2&o del PIB. En
1995-1996 alcanzo el 11,4d. El gastri en se- guridad
social crccié› mâs del l00& en términos rcalcs
riurante esc periodo. Los principales factored que sib-
yacen a cste aumento fueron el aito rlesemplco, tin ccc-
cimiento del ntimero de empleadne pobrcs y
cambios en los patrones demugr-Leos, especialmcntc
un creci- miento del ntimem roe padres soltcros y de
ancianos. Todos los sistemas de bienestar han
seguido evolu- ciones muy .similares, pues csiân
ligados a cambios en tructurales intensos. Estân
causando problemas funda- mcntales a los Estados
de bienestar mâs completos, coino los cxistentes en
EscanHinavia. El igualitarismo nfirdico tiene raices
hist0ricas y culturales, no cs sñlo products de un
Estado d« hienestar univcrsalista. Hay una mayor
aceptacion puhlica de altos niveles de im- pnestos
que en la maynria de los parses occidentales. Pero el
sistema de prestacioncs sufre tensiones cuando el
desempleo crece, coino ocurrifi en Finlandia esto a
pesar del hccho dc Que los paises ri0rdices iniciaron
po- liticas activas de mercado de trabajo-. Dado su
tamaño rclativo, el Estado de bienestar escandinavo cs
un em- pleador principal, particularmenfe dc mujeres.
Sin em-
bargo, su resultado es 9ue cl grado de segregaciñn se-

Rl gran auinentri del gasto en seguridad sncial es


una de las fuentes principaJes del ataqiie a los
sisteinas de biencstar por parte dc los ncolibcrales, que
ven en é1 c1 dcsarrollo gcncinlizado dc la
dcpcndcncia dcl bienes iar. Tienen scguramcntc
razén al prcocuparsc por la cantidad de gente 9ue
vive de las prestaciones estatales, rero hay una maoera
mâs sofisticada de ver lo 9ue estâ pasan‹lo. reglas
del bienestar devienen con clerta frecuencia
ineficientes, u originan sitiiaciones de riesgo moral. La
idea de riesgo moral se uuliza mucho en la.s
discusioncs sobre riesgo en el seguro privado. El riesgo
moral cxistc cuando la gcnte utilize la proteccifin del se-
gtiro para cambiar su comportamiento, rcdcfinicndo
asi el riesgo para el que estân asegurados. No sc trata tan-
to de que algunos formas de provision del bienesmr
creen cultural de la depeodencia corno de que ia
gente tnina x'cntaja racional de las oportunidades
ofrecidas. Prcstaciones establecitlas para contr-arrcstar
el desem- plco, por ejemplo, pueden llegar a producir
ilescmpleo st sc usan activamcntc conio protcccion
mente al merca- do dc trabajo.
Escribicndo contra los fundamentns del sistema
de bienestar succo, cl economists Assar Lindbcck
senala que puede hacerse una fuerte defcnsa
humanitaria dcl apoyo generoso a las personas
afectadas por el desem- pleo, enfermedadcs,
discapacidad o los demâs riesgos cubicrtos por el
E•sia‹ln ‹ie biencstar. RI dilema es que cuanto
niayores semi las presiaciones, maynr serâ la
oportunidad dc riesgo more, al igual qtie de fraude.
UG
Sugicre que eJ riesgo moral tiende a ser mayor a largri
plazo que en periodos mâs cortos. fito suede porque a
largo plazo se formari hâbitos sociaJes que vienen a defi-
nir to que es "normal". La erdadera dependcncia dc
las prestaciones ya no se ve entonces como ta1, sino quc
sc conñerte sencillainente en comportaniicnto ‘espera-
do”. Una tendencia creciente a solicitar asistencia in
ciai, major absentisino laboral alcgando rnotivos de sa-
lud y un mcnor nivcl dc busqueda de empleo pueden
encontrarsc entre los reniltados ".
Una vez estabJecidas, las prestacioues tienen su pro-
pia autonomia, independientemente de que sirvan o
no a los propñsitos pars los que fueron
originaJmente disenadas, Al ocurrir e•tn, las
expectativas se “fortifi- can" y los grupos de interés
se atrinchcran. Paiscs que han matailo de reformas
sus sistemas dc pcnsioncs, por ejemplo, se han
encontrado una rcsistcncia concercada. Deberiainos
tcncr nucstras pcnsiones porque somos lejos“ (una
cdad de sescnta o sesenta y cinco), hemos pagado
nuestras cuotas (aunque no cubran los costcs) , otras
personas anteriormente las han tenido, tocto el
mundo tiene la vista puesta en lajubilaci0n, etc. Pero tal
estancamiento instituc›onal refleja por si mismo la
ne- cesidad de una reforma, pues eI sisiema de
bienestar ha de ser tan dinâmico y sensible a las
tendencias sociales generates como cualquier oiro
sector de la Adminis- traciñfl.
No es Uncil de llcvar a cabo la reforms dcl sistema de
biencstar, debido prccisamcntc a los intereses afianza-
dos quc crcan los sistemas de bienestar. Sin embargo,
cl perfil de un proyecto radical para el EstaHo‘de
biencstar puede ser csbozado sin demasiada dificultatl.

i3T
El Estado de bienestar, como se indico antcs, cs
mâs una mancomunidad dc riesgos que de recursos.
Lo que hamodeladu la snlidaridad de la pulitica social cs
que‘gru- pos por otra pai'te privilegiados descubricron
que com- partian cn interés comiin en distribuir dc
nuevo el riesgo con lps desfavorecidos” I*. No
obstante, el Esmdo de bienestar no cstâ prepara‹to
para cubrir riesgos nove- dosos coino los referente.s at
cambio tecnologico, la ex- clusifin social o la creciente
proporcion de hogares mo- noparcniales. Fsu›s
desajustcs son de dos clases: cuando los riesgos
cubiertos no sc adecuan a las neccsidades y cuando
se pmtege a grupos equivocados.
Ln reforina del blcnesmr debcria reconocer los argu-
mentos sobre el riesgo anteritirinentc suscicados en
la discu.siF›n: la gcstion eficaz del riesgo (individual o
co- lectivo) no sñlo significa inininiizar o proreger
contra l‹is riesgos; significa tainhién aprovechar cl lado
positivo o eiicrgético del riesgo y suministrar
recursos para la adopcion del riesg‹i. La adopcion
activa de riesgos sc re- conoce como inhereixtc a la
actividad enipresarial, pero to mismo puede dccirse de
la fuerzn de trab@o. Decidir ir at trabajo y renunciar a
l‹ts ptestacioncs, o aceptar un emPleo en urea
determinatla iridiistria, son actividmles
de riesgo infundidas —pero tal adopcion de riesgos es
con freciicncia beneficial tnnto para el individun como
para la sociedad globalmente.
Cuando Beveritlge escribio en 1942 su Inf‹zrmrsobre
la Spread Sci:inl y Sermons Cotaxos, hizo en cclcbre de-
claracion de guerra a la Indigencia, a la Fiifcrmedad,
a la Ignorancia, a la Miseria y a la lndolencia. En otras
pa- labras, en enfoquc em casi coinplctamente
negative. Huy deberiainos hablar de m posilioq
at qtie con-
138
tribuyen los propios individuos y otros agcntcs adcmâs
de la Administracion —y que es funcional pam la crea-
cion de riquem—. El bienestar no cs en esencia un
con- cepto econfiinico, sino uno psiquico, que amñe,
come Jo hace, al estar-bien. Las prcstaciones o ventnjas
economi- cs no son, por tanto, cast nunca suficientes
por é mis- mas para producirlo. El bienesmr no solo
es generado en muchos contextos y por muchos
inCuencias distintas al Estado de bienestar, sino que las
institiiciones dcl bien- cstar deben ocuparse de
promover mcjoras psicol6- gicas a la ve* que
economicas. Pueden ofrccersc ejem- plos bastante
mundanos: ct ascsoramiento, per ejemplo, puede or en
ocnsioncs mâs 6til que ct apoyo economics

Aiinquc estas proposiciones piiedao sonar remove a


las prcociipaciones terrenas de los sistemas de
bienes- tar, no hay iina sola firea de la reforina del
biencstar’ para la que no sean relevantes o que no
puedaii contribuir a csclarecer. El principiri guia es la
invcrsifin en m@/nf humane alli dontle sea pnsible,
mâs que la provision di- rccta de sustento economico.
En lugar del Estado be bienesiar debcriamos colocar
el blade social invmor, liincionando cn cl contexto de
iina sociedad de bienes- tar positivo.
La idca de que el “Estado de bienestar" deheria
ser rccmplazado por la ‘sociedad del bienestar” se ma
repe- tido regularmentc en la literature reciente sobre
tcinas de bienestar. Donde las instancias del sector
terciario no estan todas5a bien reprcscntadas
dcberian tener un mayor papel en la provision dc
scrvicios de bienestar. La disiribucion vertical de
beneficios deberia ccder paso a sistcmas de
distribiicion mâs locttiizadas. Mls
ncralmente, deberiamos reconocer que la reconstruc-
cion de lms provisioned del bienestar han de integrarse
con programas para el desarrollo activo de la sociedad
civil.

Dado que son tantas las institucioncs y servicios co-


mñnmcntc agrupados bajo la rubrica de Estado de
bien- cstar, mc limitaré aqui a comeniar la seguridad
social. tA qué aspiraria el Estndo social inversor en
relaci0n a sus sistcinas de seguridad social*
Considerernos dos âreas bâsicas: provision para la
tercera edad y desempleo.
En cuanto a la tercera edad, una perspectiva
radica! aconsejaria saline de los limited entre los que se
desen- vnelvc normalrnente el debate acerca del
pago dc las pensioner. La majoria de las sociedades
industrialcs tiene una poblacién env@ecida, y este es
un gran proble- ma, ne dice, debido a la bomba dc
ticmpo dc las pensio- nes. Los compromisos con las
pensiones de algunos paf- ses, como Italia, Alcmania o
Japon, siiperan con creces lo que pueden permitirse,
incluso admitiendo un creci- miento economico
razonable. Si otras sociedades, como Gran Bretana,
han evitado en cierta medida estas difi- cultades es
porque han rcducido actin-amente see com-
promises respecto a las Pcnsiones estatales —en
Gran Rretana, por cjempln, austaiido las pensioner a
los prc- ci‹›s medic.s en lugar de a los ingrcsos mcdios.
Un nivel adecuado dc pension cstatal gaizntizada es
una neccsidad. Hay bucnas razoncs pam apoyar
tarn- bicn los programas dc aliorro obligatorio. En el
Reino
Unido, cl efccto de relacionar l‹›s aiimentos en las pen-
stones con Nos precios en lugar de con los ingrcsos, sin
otras disposiciones legates, dejarâ probablemcntc a mu-
cliosjubiladosempobrecidos. Un hombrc dc cincuenta
años en 1998 que dea el mercado dc trabajo a los
sesen- tn y cinco recibiN una pension cstatnl que
alcanzarâ sñlo
el l0& de los ingresos masculinos medios. Mucha
gente no tiene tampoco pcnsioncs profcsionales o
privadas I'. fltros parses lian scguido estraiegias mâs
eficacez. Exit
ten una serie de ejemplos de fondos de pensioner com-
binados entre el sector publico y privado, algunos de
los cuales pueden ser generaiizndos. El sistema
finlandcs, por ejemplo, combine una renta minima
bâsica garanti- zada por ct Pztado y una pension
dependientc dc los in- greens can una provision
regulada dcl sector privado.
Rl interés del tema dc las pcnsiones, sin embargo, se
extiende rnâs alla dc las cuestiones de quién deberia
pagar, en qué nivel y con qué medios. Debeña ir acom-
panado dc una reBexion sobre la tercewa edad y sobre
corno los cambios en la sociedad global aféctan a la
posi- cion de la gente anciana. RI hienestar positivo es
tan per- tinente en este contexts como en cualquicr
otro: no be ta ptmsar séilo en términos dc prcstaciones
economicas. La tercera edad es un riesgo nuevo que
se hace pasar per uno antiguo. El cnvcjecimiento solia
ser mâs pasivo de lo que cs ahora: el cuerpo decadente
err simpIemen- ie algo que tenia que ser aceptado. En
una sociedad mâs acuva, reBexivu, cl cnvcjecimienio
se lia convcrtido en un proceso mticlin mas abierio,
tanio a nivel fisico corno psiquico. Hacerse mayor
ofrecc al menos tanias oportu- nidailes como
problemas, pam los individuos y paru la cnmunidad
social globalinente considerada.

141
El concepts do una r••sion que cmpieza a la edad
de jubilacion, y cl adjetivo Qensionista”, fuer‹in irivcn-
tos del E•stado. dc bienestar. Pcro éstos no Rio no sc
ajiistan a las nucvas realidadcs dcl envejeciiniento, son
cl caso inâs claro de dcpeildcncia del bienestar que uno
puede cncontrnr. Sugieren incapacidad, y no
sorpren- de que para much a gente la jubilaciiin
conduzca a una pérdida dc autoestiina. Cuando lv
jubilacifin fijfi por primcra we ‘7a terceia cdad" a los
sescnm o scsenta y cinco años, la sitnacifin de la gente
major era muy difc- rcnte de la actual. En 1900, la
espcranza media de vida
rara un wmn dc veinte afios en Inglaterra era dc solo
sesenta y dos aiios.
Dcl›eriainos avanZar hacia la abolici0n de la cdad
fija de jul›ilacifin, j' debcriainos contempt at a la
gcnte ma- yur como un recumii y no como un
problema. La cate- goria dc pensionista dc}arâ
entonces dc cxistir, porque es separable de las
pensioiles como tales: no tienc semi- do rctener los
fondos de r••sioncs hasta alcanzar la
“cdad dejuliilacion”. La gente debcria r der utilizar
In- les fondos coino dcsee —no silo r dejar la
fucrza de trabajo a cualquier edad, sino r • *nanciar
la educa- cioii, u horas redimitlas dc trabao, cuando
cstén crian-
Plc niiios pequenus "—. Abolir la jubilacifin legal
pro- bablcincnte serta neutral resrccto a has
rlicacinnes del mcrcado He trabajo, dads que los
individuos po- drian dejar antes cl tmbajo del mismo
modo que pcr- manecer inâs ticm o en Al. Estas
cstipulacioncs no ayu-
daNan como tales a r• las pensioner en un pats
qtve hays tensado dem iado sus compromisos funiros,
y esia perspcctiva es indifcrcntc respecto al
cquilibrio que
‹lcha biiscame enire fondos rtiblicoy r*'ados.Pero st

142
sugiere que hay espacio para un pensamiento innova-
tor sobre el lema de las pensiones.
Una sociedad que separa a la gente mayor de la
mayo- ria en un guetu dejubilados no puede llamarse
inclusive. El precepto del conwwadurimo filos fico es
aplicable aqiii como en otros liigares: la tercera edad no
debcria verse como una época de derechos .sin
responsabilida- des. He alif la célebre observacifin de
Burke de que “la sociedad cs una comunidad no solo
entre los que x'iven. sino entre Nos que vivcn, los
mucrtos y los que hari dc nacer” '6. Tal comunidad se
presume, en un contcxto relativamente mundano, per
la idea misma de pensio- nes colectivas, que act6an de
conexifin entre generacio- ries, Pero un contrato
intergeneracional claramcnte ne- cesita or mâs
profundo que este, Iwj cue.s deheriar
bixscar modclos ence los ancianus, y la gente inaytir
de- beria verse como sir viendo a las generaciones
futures **.
¿Son realistas iales aspiraciones en una sociedad que sc
lia apariado del respcto, y en la que la cdad ya no
parccc portar sabiduria? Vaiios factorcs apuntan a que
pueden scrlo. Ser “anciano” dura mâs de lo que solia.
Hay much a mâs gente mayor en ia poblacion y, por
tanttj, los ancia- nos son mâs visibles sociaJmente.
Finalmente, en impli- cacifin crec en te en eI tralmjo y
la comunidad tleberia servir pars vincularles
tlirectaniente con las gencracio- ne.s masjovenes.
La posicion dc los ancianos fiagilcs, gcnte que nece-
siia atcncion continua, suscita cuestiones mâs peIiagu-
dos. Hoy hayveinte veces mâs gente mayor dc nchenta
y cinco aiios en cl Reino UniHo de la que haliia en
1900. Muchos dc los “ancianosjtivenes” pueden estar
en una situaciñn liastante distinia a la de aqucllos
pcrtcnccicn-

143
tes at mismo griipo de edad hace un par de
generacio- ncs. El problema es difercntc pam los
“ancianos viejos”, algunos de los cuales lo pasnn mat ”-
Ln cue.stion de quc rccursos colecti os dcbcrian
ponerse a disposicifin de los anciano* Frâgilcs no es
s6Io de racionamiento. Hay que afrontar cicrtos
temas, incluidas cuesuones éticas lxe;tante
fundainentales, que sobrepasan en mucho el aJcance
dc csla discusion.
¿Ycl empleo? ¿Significa algo todavia la mem del
pleno empleo? ¿Hay una relacifin dirccta, coino dicen
los neoli- berales, entrc empleo y mcrcados laborates
desregula- dos, contrastando el “inilagro laborai” de
Estadns Unidos con la Puroewlerosis? Deberiamos
seiialar, antcs de nada, que no hay mia scncilia
comparacion posiblc cntre ‘Wtadns Unidos" y el
Wodelo europeo". Como ha mos- trade el econoniista
Stephen Nickell, los mcimdos labo- rales en Eoropa
imiestr‹tn una gran dh•ersidad. Durance eI periodo entrc
l9B3 y 1')96 hubo grandes variacione* en las tasas de
desernplen en la Europa de la OCDE, dee• dc un 1,89c en
Suite hasta mâs del 20a en Esparia De los parses de la
OCDE, el 80&o tuvo durante estns añc's tasas de
desernpleti menorcs que Estad‹›s Unidos. Aqucllos con
lms menores tasas no destacan pnr tener los merca- dos
tle trabajo mâs desregulados (Austria, Portugal, No-
ruega). Las rigideces del mcrcatlo laboral, al igual que
una legislation estrica sobre e1 empleo, no infiuyen
fucr- teincntc cn el desemplco. El alto dcscrnpleo ester
ligado a prcsmciones gcnerosas quc contin6an
indcfinidaincntc y a pobrcs niveles educativos en el
extreme inferior del mercado laboral—cl fenfimeno dc
la exclusifin '°.
La posture dc la tercera via deberia scr que la Hesre-
gulacion general no es la soliiciñn. El gasto en bienestar

144
tleberia pcrmanecer en niveles europcos y no estado-
unidcnscs, pero habria de desonarse en cuanto fucra
po- sible a la inversiñn en capital liurnano. Los sistemas
de prcstaciones deberian reformarse cuando
induzcan al riesgo moral, y deberia estimularse una
actitud de adop- cion de riesgos mâs activa, alli
donde sea posible me- diamincentives, pero donde
sea necesario mediante obligaCiones legalcs.
Merecc la pena, quizâ, llegados a este punto, comen-
iar brcvcmcnte el Wodelo hoJandés”, citado a veccs
coino adaptacié›n exitosa de la socialdemocracia a
las nucvas condiciones sociale.s y econfimicas. En un
acuer- do concluido en Wassenaar hace unos dicciscis
años, los sindicatos del pats accedieron a la
modcracié›n salarial a cambio de una reduccion
gradual de horas de trabajo. Como resultado, los
costcs laborales han caido en mâs de un 90&o
dliraixtc los ultimos diez aiios, mientras que la
econoniia lia prosperado. Esto se ha logrado con una
la.sa de dcscmplco menor del 6 o en I 997-
Exaininado mâs de cerca, sin embargo, el modelo
ho- landés es menos impresiooante, por lo menos en
térmi- nos de creacifin de empleo y reforms dcl sistcma
de bien- estar. Cantidades importances de personas que
en otros pairs contarian como descmplcados vivcn de
presta- crores per incapacidad —cl pats, dc hccho,
tiene mâs gente registrada coino no apta para el trabajo
que como o1›cialmentc dcscmplcada—. En el 51 to, la
pmporcifiii dc la poblacifin con edades entre quince y
sesenta y cua- tro años trabajando a tiempo completo
es mcnor quc en 1970, cuando era casi tlel fi0To y estâ
bastantc lejos de la media eurupeñ del fi7&o. De los
cmplcos creados du- Dante los iiliimos diez anos, el 90a
son a tiempo parcial.
1 45
Holancla gasta la proporcifin mâs alta de renta de los par-
ses europeos en seguridad social, y su sistema de
bienes tar estâ sometido a una tcnsifin considerable "
Las estrategias para la creacifin de empleo y el
future del trabajo han dc ester basados en una
orientacifin ha- cia las nucvas cxigencias econfimicas.
Ernpresas y con- suniidorcs operan crecientemente a
exala sundial si- gliiendo los criterios exigidos para los
bienes y servicios. Los consumidores compran a escata
sundial, en e1 scn- tido de que la distribuciñn es global
y, por tnnto, “lo me- jor” ya no tiene conexion
genérica con cl lugar en que se protiucen los bienes y
scrvicios. Las presiones part cumplir estos criterios
alcanzarân tainbién cada vez mâs a las hierzns dc
tmbajo. En algunos contextos, tales pre- stones
profiindizarân probablemente los procesos de
cxcliisifin social. La diferenciacifin no serâ s61o entre
tea- bajadores manuales y con estudios, o entrc alta y
baja mialificacifin, sino entre aquellos cnn una
perspecuva lo- cal y aqiiellos mâs cosmopoliWs.
I -a inwrsiñn en reeursos humanos estâ
dcmostrando scr la fuente principal de cficacia dc las
cmpresas en sectores economicos clavc. Un cstudio
en Estados Uni- dos comparfi 700 grandcs cmpresas de
industrias di€e- rentcs. Los rcsiiltados mostraron que
incluso una dife- rencia marginal en un indice de
inversifin en personas aumcntaba las ganancias de
los accionistas en 41.000 dfilarcs *1. El analista
financicro Rosabetli Mo•ts Kanter identifica cinco
areas principales en lms que la politica
gubernamcntai puede contrihuir a la creacion dc em-
pleo. Dcbcria haher apo}c a iNriafivos ariab•s reIa-
tivas a la puesta en marcha de pc9ucños negocios y a la
innovacion tecnologica. Muchos parses, particularmen-
11G
te en Etiropa, ponen todax4a demasiada fe en que las
insfituciones economicas establccidas, incluido el
sec- tor pñblico, creen cmpleo. En un mundo ”en cl
que los consumidores pueden literaimente comprar
trabajado- res", sin las nue›as ideas a›aladas per el
einpresariado hay ausencia de cornpetencia. La
empresa es una fuente direcm de empleos. Tarnbién
cstimula el dcmrrollo tec- nologico, y da a la gente
oportunidades para el autoem- pleo en épofas dc
transicion. La poliuca gubcrnamental puede ofrecer
apoyo directo al empresariado, ayudan- do a crear
capital empresarial, pero también reestructu- rando los
sisternas de bienesmr para dar seguridad cuando los
negocios arriesgados vayan mal —por ejem- plo, dando
a la gente la opcion de declarar su.s impues- tos en
ciclos de dos o trcs años en lugar de solo anual-
mente.
Los gobiernos han de impulsar la edumci‹in duranH
toda ñ desarrollando programas educativos que
comiencen en los primeros años de tin in‹lividuo y con-
tinucn incluso a una edad madura. Aunqiic cl aprendi-
zajc de conocimicntos especific rtlt•da scr necesario
para muchos cambios de empleo, mâs importantc es el
dcsarrollo dc la competencia cognitive y crnocional. En
lugar de descansar en prcstaciones incondicionadas, las
politicas dcberian orientarse a estimular el ahorro, cl
uso de reciirsos educativos y otros oportunidades de
in- versifin personal.
Las asoâaci Para i bhcos pueden otorgar
a la cmpresa privada un papel mayor en actividades de
las que antes se ocupaban los gobiernos, a la vez que
ascgurar que e1 interés pulilico st ie siendo c1
superior.
El sector pñblico puede a su vez pros'eer rcciirsos que
ld7
rueden ayudar a Oorcccr a la cmpresa y sin los
cuales l‹›s proyectos conjuntos pucdcn fracasar. Moss
Kanter seiiaia que los programas dc biencstar para cl
tmbajo ei› Estados Unidos han fracasado por cl
problema del tra»sporte. In empresas ofrecen
emplcos en zonas que las personas dispuestas a cllos
no pueden alcanzar fficil- mente del›ido a la ausencia
de infraesmtcturas adccua- das de transporte.
Las poliñcas gubernarnentales pueden acrecentar la
Slided, ya sea mediante niveles comunes de educa-
cifin o mcdiaiite derechos iransferihles de pensiones.
Una inayor armonizacifin de prâcticas y niveles
educati- vos, por cjcmplo, cs dcscable para una fuerza
de trabajo cosmopolita. Algunas sociedades mundiales
lian estable- cido ya requisitos de cntrada
cstandarizados, pero los gobiernos han de llevar la
pauta. Como en otras âreas, la arinoniz.acton no es
necesariamente cncmiga dc la di- rersitlatl ertucativa y
puede incluso ser la condicion dc su mantenin iento.
Pinalinente, lox gobiernos debeñan estimular pofiti-
cue de lugar de lrahaju c znflutible con In famil, ulgo
que mmbién pucdc realizarse metliante
cnlaboroiones pñ- blico-priiadas. Los parses varian
considerablemente en el nivel dc atencion infantil quc
ofrcccn, por ejemplo. at igual que las empresas. No
sñlo la atcncion infantil, sino otras oportunidades
laborales, como la tclccomuni- cariñn o lms años
snbâticos, pueden ayudar a reconciliar empleo y vida
domcstica. Cuanto mâs hincapié hagan las empress en
los recursus humanos, md competencia habrâ part
tener los menres ambiences laborales com- patiblcs
con la familia. Lfis gobiernos que las ayuden
tendcrân tambicn a atraer inversion inierna .

{48
t
Pueden producir estas estrategias una vuclta al ple-
no empleo en el sentido corricntc: suficicntcs bucnos
empleos para todos los que quicrcn uno? Nadia lo
sabe, pero parccc poco probable. La proporcifin de em-
pleos duraderos a ucmpo complcio estâ
descendiendo cn las economias occidentales. Lns
coniparaciones entre las “cconomias de pleno empleo",
como Estados Unidos
o e1 Reino Unido, y las sociedades ”con alto
descmpleo", como AJemania o Francia, sun menos
inequivricas char- do comprararn‹›s no el nñmero de
empleos sino las lioras de traliajo realiza La creacion
neta de emplco cuaJifi- cado segoro y bien pagado
durnntc la década 198*>1996 due la misma en
Alcmania que en Estados Unidos, un 2,6d. La
productividad del trabajo se duplico en Alema- nia
durante ese periodo, mientras que en Esrados Uni-
dos auinento sñio un 259’o ".
Ya que nadie puede decir st el capitalismo g1ol›al
ge- nerari o no suficiente iraliajo en el futuro serta
absurdo proce‹ler como si lo fuera a hacer. jEs pnsible
la “rcdis- tribuc ion activa” dcl trahajo sin
consccucncias contin- produccntcs? Probablcmentc
no en la forma de limitcs a la scmana laboral fijados
por el gobierno —las dificul- mdes de tales proyectos
son bien conocid s-. Pero si la contemplainos en us
Contcxto md amplio, no tcnemos
que preb nos si es posible la redistribucion del tra-
bajo. Rstâ ticurriendo ya de modo generalizado, y la
cla- ve es fomentar sus aspectos positivos. Un
cxperimento inuy citado cs cl dc la planta dc 1-Imvlctt
Packard en Gre-
ioble. Ln plania se manuene abierta en un ciclo de 24
horas siete dras a la semana. Los empleados tienen una
semana laboral jiisto por ericima de 30 horas, pero reci-
ben los mismos saJarios que cuando trabajaban 37,5 h‹r

149
ras semanales. r•oductividaddcl trabajo he aumen-
tado sustanciaLnente"’.
Puesto que el renacimicnto de la cultura civica es
una ambiciéin bâsica de la politica de la tcrccra via,
el compromiso retry-o ‹iel gobierno en la economfa
social tiene scntido. De hecho, algunos nos han
presentado la
eleccifin en terininos rigurosos, dado cl esta r -
matico del pleno empleo: o bien una mayor participa-
cion en la economfa social, o bien afronmr el surgimicn-
to de “cultures proscritas". Las posibilidades son divcrsas,
incluyendo los programas del dfilar tcrnpoial
mcncio- nados an ieriorincnte y ins sa!ai ios indirectos
—rebajas fiscales por horas trabaacku; en la
ecoiiorriia social—. Como mucstran diversos
csmdios en Europa, Wâs y mâs personas buscan un
trabajo con *gnificado propio y oportonidades r el
coinrromiso fucra del trabajo.
hi la sociedad puede valorar mâsy recoinpensar ese com-
promiso, ronerlo al nivel del empleo rcmunerado,
pucdc crear tanto rna idcntidad individual como cohe-
sifin social°".
En stima, ¿qiic apariencia tcndria un Fstado de bien-
estar reforinado radicalmentc, e1 Rstado social inversor
en la sociedad de bienestar positivo? El gasto en bienes-
tar, entcndido como bienestar posiñvo. no scrâ genera-
do y distribuido tntalmcnte a través dcl Estado, sino
per el Estado actuando en combination con otros
agentcs, inclujcndo el mundo financiero. La sociedad
dcl bien- cstar en este contexto no es solo la nacion,
sino que se cxtiende por encima y debajo de clla. El
control de la contaminaciéin medir›ambicntaJ, por
cjemr , nunca ruede scr asunto del gobicrno umcional
solamcnte, pcro es, sin doda, cfireciamcnte relevantc
para el biencstar.
En la sociedad de bienestar positivo se altera cJ
contratn entrc individuo y gobierno, pues la autonomia
y el desa- rrollo personal —el medio de cxpandé la
responsabili- dad indifidual— se convierten en el
foco principal. El bienesmr, en este sentido blico,
atañe a los ricos igual que a los pobres-
El bienestar positivo sustituiria cada aspecto
negativo de Beveridge por xino positive: en lugar de
Indigencia, autonomia; no Enferinedad, sino salud
actiia; en lugar de lgnorancia, educacion, coino
clemento duradero be la vida; en ›'vz de Miseria,
bienestar-, y en lugar de Indo- lencia, iniciativa.

151
5
CIX IU ERA GLOBAL

Los .socialdcmocratas deberian buscur un nucvo pa-


pela la nacion en un mundo c smopolita. El ordcn
gl‹» bal cmergentc no puede sostenerse como un
‘mcrca- do pure". El mercado fracciona tanto coino
unifica: un mundo de mil ciudades-estado, que algunos
lian prcdi- cho, scria inestablc y peligrosn. Una
reafirmacifin del papel dc la naciñn * es importante
como fucrza cstabili- zadora, constituye una Carrera
frente a la fragmcnta- cion completa. In idcnñdad y la
pertenencia sari puten- ciaiinente dit'isIww ¿Cufin
realista es suponcr que la afiliaciñn a la nacion pucdc
ser iina fuerzo benigna? Al fin y at cabo, el Esiado-
nacion y cl nacionaiismo es sabi- do que Lienen un
rostro dcJano —las naciones propor- cionan un
mecanisino integrator de la ciudadania, pero el
nacionalismo puedc liacerse betigerante, y las
aspiraciones nacionaiistas han alimentado muchos con-
llictus dcstructivos duraiite el ultimo siglo y medic.

• Rn cl texto inglés original se uulizz aquJ la patabrn nzifiors


C‹›mo cs s bido. en dicha lengua sc refier e er› general a en
sentido de Es- odo-nac un o pais. Col› todo. Iie»os yreferido
uactncirlo coi»o nacion. (N. dtl T. j
Lns aspectos divisivos dcl nacionalismo no dcsapa-
recerân. desrle luego. Pero precisamos exactamcnte de
una version mâs cosmopolita de la nacionalidad para ir
controlândolos. Dicho cosrnopolitismo es causa y
condi- cion de la posible desaparicifin de la guerra
agran escala enue Estado+naci6n. M Mtado fuerte”
solia estar bien pertrechado para la guccr;t. Hoy dia
debe significar algo distintu: urea nacion
siificienteincnte segum de st misma como pm aceptar
los mievos limited a la soberanin

}v\NAOONCO MDPOLITA

Los Estados-nacifin se forrnaron rcalmente cuando


consolidaron ”fronteras” claras, en lugar de los
‘limited" mls imprecisos caracteristicos de los Estados
mâs tradi- cionales. Iss fronteras son lineas precisas
dibujadas so- bre iin mapa, que designan el territorio de
la nacion. y cualquier violncié›n de ellas es
considerada'como or ata- que a la integridad de la
nacion. Los Rstados estân vol- vicndo a tcner limites
mâs que fronteras, pero no por las miseries razones que
en el pnsado. Los Estndos mâs an- tiguos tcnian limitcs
porque tcnian tin aparato politics inadecuado: no
podian hacer que su autoridad Riviera efecto en sus
perimetros extcrnos Las fronteras de los Estados
actuated cstân convirtiéndose cn tinnitus debido a sus
lazos con otras regioncs y a en integrocion en agm-
Naciones transnacionalcs de totlo tipo. La Unifin Euro-
pea es el prototipu, pero el debilitniniento de las fronts-
ras este ocurriendo iambién cii otras parrcs del mundo.
In identidad national .'Ohio puede ser una influcncia
benigria si es tolerante con la ambivalencia o con la
afi-
)iacié›n miiltiplc. Los individuos que son
simultânea- mente inglcscs, britânicos, europcos y que
tienen algñn scntido general de ciudadania global
piierlen conside- rar a alguna de éstas como su
identidad doininante, pero esto no ha de evitar
necesariainente que acepten tam- bién las otms. El
nacionalismo xenfifobo es In opuesto: ia nacion es Nina,
indivisible". E-s culturalmente proteccin- nista,
asumiendo que la noon tiene un “destine"—que no
est 6nicainente separada de, sino que es superior a,
oaas nacion . Pero las naciones no tienen desunos, y
todas las nacioncs, sin excepcié›n, son “naciones hibri-
das". La nacifin no cs algo dado por naturaleza, y
por rcmotas que scan las concxioncs quc pucdan
tcncr con comunidades émicas anteriores, las
naciones son un producto relativamente recientc dc
la historia. Todas han sido construidas a partir de una
diversidad de frag- mentor culturales.
En su obra sobre el nacionaiismo, el fil6wfo
politico David Miller se afana en combatir dos
opiniones sobs la nacion y e1 nacionalismo
ampliamente extendidas entre la izquierda. Una es
que el nacionaiisino es ante todo una ciicstifin dc
scntimicnto o cmocifin, dcsprovi9• ta de contenido
racionaJ. La segunda es quc cl naciona- lismo es
intrinsecamente una doctrina de la derecha poliuca,
hosDl a los valores de la izquierda. Los que sos- tienen
tales opiniones, afirma, tienden a tratar el nacim
nalisrno como si fuera de una pieza, mientras que,
en realidad, pfidemos distinguir sin mucho
dificultadcs Luc poscc formas distintas. El principio
de nacionali- dad“ descansa sobre una serie de
posiulados. Las identi- dades nacionales son una
fuentc vâlida dc idcntidad personal; los individuos
que experimentan scr partc dc
nun nacion como elcinento de sir idcnudad no sufren
una ilusion. Es moralmente defcndiblc que deseen pro-
teges su identidad contra las fuerzas qiic piicdan ame-
nazarla. In naciones son comunidades éticas, en las
que a‹juelIos incluidos en elms tienen ciertas obligacio-
ncs respects a los otros mIembros que no siempre son
rcconocidas frente a personas de fiiera. Las naciones
proporcionaii un foco para la aiitudcterniinacifin:la na-
cifin dcbcria dcsarrollar estructuras esiatales que per-
mitan a los ciudadanos dccidir por st niisrnos
cuestiones de importancia general.
In naciones congregan estos tres clcmcntos con
pariiciilar hieira debido a otras detcrminadas
cualida- des especialcs:

las naciones no son asociaci‹nnm voluntarias, sino coinu-


nidadcs en las que la mayoria de lms miembros nacen, vi-
ven y mueren, de rnanera que estamos unidos con
nuev tros compatriotas en una comunidad de
destino, mâs elm, estas coinunidades... sc conciben a é
mismns como histoi icamctilc cxtcndidas, asi que
nucstros deherrs no son sr›1o cm nuestros
contcmponincos, sino tainhién re pecto a miembros
pretéritos y fnturos... debcr»os asirnos al principio de
nacionalidad, mienms procuramns lobar identidades
naci‹nnales que puedan acomodar e1 plurativ mo yla
mutabilidad de la culmra contemporânea '.

¿Pero cfimo puede esto nicedcr* tPiiedc la idca dc


nacion ser cc›mpatible con el pliiralismo étnico y
cultu-
ral? En resl›ucsta a esta pregunta, el nacionalismo con-
servador maiitiene ‹r|tie la “naci‹m tinitaria" debe
seguir siendo la iinIdad suprema —la Nacion trna" se
hereda
*56
del pasado 7 debe scr protegida de la contaminaciñn
cultural—. El coste dc la comunidad nacional, ml como
lo expone un autor de dcrcclias, es ”santidad, intolernn-
cia, exclusion y un sentido dc que el significado de la
vida depende de la obediencia, y tnmbién de la vigilan-
era frcnte al enemigo" '.
El mulñculturalismo radical dc los libcrtarios, y de
al- gunos izquierñistas, sigue una senda muy diferente,
abrazando cl pluralismo culcoral cualquiciu que sea el
coste que tcnga para la solidaridad global. Dcsdc esta
perspectiva, la idcntidad national no tiene prioridad so-
bre otras demandas culturales —de hecho, la identidad
nacit›riaI se considera a menudo como be r•ocedcncia
dudosa, artificialmcnte construIda, al servicio de los in-
tereses de los grupos dirigentcs.

Ahora bicn, afiliaciones grupales cspecialcs no me-


nuscaban, obviaincntc, la itlentidad nacional. i\Iiqchas
adhe.siones que manticncn individuos y grupos, como cl
barrio o la religifin, no clxocail iiievitablemente con la
pcrtenencia umcional. Debido a su cualidad inclusive, ét-
nica y, a veces, religiosa, las idcntidades plantean el ma-
yor problema. Min embargo, respecto a tales grupos las
demandas del inulticiiJniralismo son bastantn engaciu-
Las idcntidades éinicas estân tan socialmcntc cone
truidas como las identidarles nacionales —toda idciiti-
dad étnica es, en parte, products Her uso del poder y cs
erearla a partir de divcrsos origenes cuIturales-. En cl
âmbito de la etriicidad, como en e1 del nacic'nalismo, no
liay sangre.s pues. Por otra partc, cl mul0culturalismo
radical r sumc la misma comuiudad nacional que pare-
ce rechazm. La metn de la politica multiculturalism es
compleiainentc loable —combatir la explotacifin de los
grupos oprimidos-. Peru csto no puede liaccrse sin e1
apoyo dc la comurñdad nacionN rubs amplia, o sin un
sciitido dcjusticia sf›cia1 que debe trascendcr las
deman- das y rescntimientos de cuaJquier grupo
cspecifico. “Al- l›erga mucho mps eI sentido de la
equidad de la mayoria de lo que el muJticulturalismo
aprecia, y ese sentido de la equidad es susceptible de
reducirse st los grupos que ha- ccn demands rechazan
la ideniidad por la que pertcnc- ccn aha misma
comunidad que la mayoria"
Podria afirmarse, por supuesto, que las actualcs ten-
dencies socialcs socavao la posibilidad de construir la
nacic'o cosmopolita. ¿No es acaso una realidad la frag-
mentacifin antes aludida, con la identidañ nacional dev
gajandosc frente al trihalismo étnico, per tin lado, y la
desintegracifin regional dc los Estados, per otro* En
Eu- ropn, Yugoslavia y Checoslovaquia se han
subdivietido.
¿Q_uién sabe si Bt•lgica se maotendrâ unida, el norte dc
Italia se separaiñ dcl sur o los vascos formaNan un Esia-
do separudo?
Sin emhaiyo, no todo es fragmentaciñn. En Alcma-
nia, en lugar dc dos estados ahora hay uno, y lo mismo
acalrara sucndiendo probablcmente en Circa. El “tri-
bNismo“ cstâ disminuyendo en algunas ârcas y contex-
toe cix vcz de ir aumenumdo. Los conflictos étjjicos en
lrlanda del Norte, por ejemplo, son cxcepcioo'ales en
Europa, y en el momento de escribir csms linca.s
parccc que se ha encoiitrado un arreglo constitucional
que los pueda deterred.
188
La nacifin cosmopolita es una naci6n activa; pero
la construccifin de naciones la de tener un sigr»ficado
di- ferente ahora que en gerieraciones anteriores,
cuando erw parte de un sistema Walista‘ de relaciones
interna- ciooalev En el pamdo las naciones estaban
construidas en gran parte desde el antagonismo hacia
otros—en el caso de Gran Bretaña, como Linda Colley
ha demostra- do, la hostilidad hacia la Francia
catfilica 4—. Hoy dia, las identidades nacionales han
de sostenerse en tin en- torno tolcrantc, en el que no
tendrân el nivel de incliisi- vidad que una vez mvieron,
y donde existen otras leaita- dcs paralelas. Lo que se
quiere dar a extender, como en otras esfems de la
sociedad, es uoa construccifin mâs abierta y reflexiva
de la iden6dad umcional —que .stibra- ye lo distinsvu
de la nacion y sus aspiraciones, pero de un modo
menos heredado que antes.
A medida que las fronteras se vuclvcn inâs difusas,
y las riemandas de autonomia local mâs insistences,
viejas formas ‹Ie identidad national han de ser
reestructura- La prcgunta de "¿quiénes somos?"
deviene confñsa, pcro presiona, sin embargo, hacia una
respucsta cohe- rence. La firitanidad” es de to mâs
confuso. Anno suhra- ya e1 pensador politico Barnard
Crick, ". ›y ciudadano de un pats sin un nombre
coloquial aceptado”*. Muchos di- cen “Inglaterra"
cuando quieren decir "Gran Bretaiia", y a veces al revés.
"Bretaña" no es técnicameiite lo mismo que "Gran
Bretnña" (lnglaterra, Escocia y Gales), o que el "Reino
Unido" (Gran Bretaña c Irlanda del Norte). La
dcvolucifin agudizar el sentimiento nacional de
Escocia y Gales —de hecho, puede que Escocia reclame
la indc- pendencia total—. Si el actierdo cristaiiza alli,
Irlanda del Norte tendrâ vinculos tan to con Irlanda
comn con el
«ontincnte britânico. No solo esto: Gmn Bretafia
tiene grander Ininorias étnicas e inmigrantes, en parte
un le- gado de su pa.sado imperial. Estn
hcterogeneidad puede vcncer cualquier intents de
rcmodelar una identidad nacional OiRrficonipren.siva,
pcro no es en st iriisma una barrera. Mâs bicn, es partc
integral del significado mie- mo de fiiacion
cosmopnlita“ corno tai.
Uno de los grandee temas que afruntan muchos par-
ses es la inmigraci0n. Estados Unidos ha sido desde sus
coinienzos una st›ciedad inmigrantc. Los parses eiro-
pens, sin embargo, tienen ahora poblaciones mucho
ni5s hcierogéneas que hace veintc años. Aleinania,
por ejemplo, es un pats inmigrante dc hecho si no dc
ru- iac‘ion. Su composicion deinogrâfica ha variado en
bas- tante poco tiempo. Cuatro veccs inâs inmigrantcs
fueron a Alemania qtic a Francia en 1990, y ocho veccs
mâs que a Gran Rretaña. Alemania accptfi 1,1
niillones de inmi- grantee en 1995, mientras que la
inmigracisn a F>tados Unirlos fuc de 720.000
pcrsonas‘.
La ininigracion ha sido ducante mucho tiempo siiclo
ffirñl para el racisino, a pesar del hccho de que csnidios
r1e todo el mundo deniuestmn que la ininigracion es
norinalmente ventajosa parx el pats anfitrifin. Habitial-
mcnte, los inmigrantes quieren trabajar y son con
fre- cuencia inâs aplicados que la poblacion
autfictona. Quieren pi‘ospcrar, y al haccrlo se
cunviertcn en consu- midores, crcando emplcos en
ltigar de usurparlos. Lns propias diferencias culturales
que pucdcn causar rescn- tiiniento u odio tiendcn a
protlucir un efecto vigoriza- rlor sobre la sociedad en
su ct›njunio.
Los parses que firmarori el acucrdo de fichengen de
1985 part tener fronteras abiertas estân apelando a lOs

*60
miembros de la UE con “fronteras cxternas" paru
que las vigilen con rriayor rigor. En junio de 1998,
Francia envio refucrzos policiaJes a su lrontcra
italiana para impedir que entraran refugiados kurdos.
Alemania so- licito quc se establecieran controlcs de
carretera en Italia; ha intensificado el control cn su
frontera con Polonia. No obstante, el acucrdo de
Schengen ha so- brevivido at flujo ale refugiados de
Yugoslavia y, des- pués, de Albania.
Gosmopolitismo y rnulticulturalismo se fusionan cn
el tema de la inmigraci6n. Una perspectiva cosmopolita
es conrlicion neccsaria para una sociedail multicultural
en un orden globalizador. El naciooalismo cosmopolita
es la ñnica forma de identidad naci Anal compatible
con ese orden. Incluso mâs que la mayoria dc los
otros parses, Alemania se estâ viendo furzada a revisar su
idcn- tidad nacional. Fire la mica sociedad rcalmentc
frac- cionada en dos por el mundo bipolar. El pais ha
de moldcar una nueva ider tidad, romo otros en
Europa, micntras cede un tantn rle autonomia
economica y cul- tural a la UE—en la que es el
primcro cntre iguales.
Alemania es una especie dc caso de prueba para el
nacionaJismt› cc'smopo1ita en el contexto europeo,
pties el pats niega oficialmcnte su multiculturalisrno.
La na- ruralizocion se basa acnialmente en la
dcscendencia, no en el lugar de nacimiento.
Generaciones de niños inmi- grantes nacidos en
Alemania siguen siendo extranjeros, mientras que
aquellos de origen alemân nacidos en otros parses
piicden reclamar la nacionahdad alemana. Para
promoter una identidad cosmopolita han de cam-
biarse las lcycs de nacionalidad y rcalizarsc un gran
giro cultural. Una nacion cosinopolita ncccsita valores
con
161
los que todos cstin comprometidos, y una identidad
con la que lo.x ciuda‹1anos se sientan cfimodos, pcro
también ha de aceptar la ambigiiedad y la divcrsidad
cultural.
¿Es un nacionalismo bcnigno, cosmopolim,
posible realmente? Como sucede con otras ideas
abordadas an- tcriormcntc, se tram dc un ideal, pero
dada la naturaie- za cambiantc del orden sundial no
esta tan disante de la realidad. Los discursos existentes
en e1 Reino Unido sobre la Gran Bretana "que mola"
*, y sobre "recrear el Code to NJn", denotan, por
balbuceantes que pue- dan so, on reconocimiento de
que la idcnudad nacio- nal ha de ser activamente
analizada en difilogo con otras identidades.
Seg in la tcoria "realism", las naciones y los
bloques de poder, quc actñan egoislamente
siguiendo sus inte- rests, son los ârbitros del poder
en la arena sundial. Es obvio, sin embargo, que esta
es una teoria que se reim- alimenta. Los lideres de
Estados que piensan asi actua- rân asi. El fin de la era
bipolar, junto con eI impacto de la globalizacifin, han
éterado radicalmente la nanirale- za de la soberariia
esatal. Globalizacion, dcbcria subra-
Y ‘ , no es igual a internacionalizacion. No signilica
silo lazns mâs estrechos entrc las naciones, sino
proce- sos, como la emergcncia dc la sociedad civil
global, que traspasan has frontnras nacionales Estados
que afrontan
riesgos y peligros, en lugar de enemigos, no tienen por
• Los términos Gx I Bnf ›iiun y sling M i ns c
gcneratimron en este pais a raiz del libro deljoven neolaboñsta
Mark I mnarrl fr- ñrorufing Pattern, Londres, Demos, 1997. Aliiden
a la necesidad de rehabilitaz kt conciencia nacional a r dv
nuowas sec as de iden- tidad, como esla nueva explosion de
creatividad —que sr manifics- ta xotirc todo en el campo del
disc to y la mFisica ocurrida en
iodo e1 Reino Unido. tx. If'/'j

1G2
qué ver el mundo en términos reaJistas —healismo” es
un térrrtino equivocado, pues la mentalidad a la que sc
refiere estâvolviéndose arcaica.

El nuevo Estado democrâuco y la nacion cosmopoli-


ia estân ligados a on campo politico mucho mayor, que
no puede ser abordado durante mâs tiempo como mc-
ramente “extcr no”. La naclfin cownopohta replica una
democracia cosrnopolita, funcionando a escala global’.
Pero normalmente tales cuestiones sc mantienen bas-
iante separadas de los dehates pobrc politica nacional e
incluso regional. El resto del ntundo cstâ lejos, sc dice,
y tcnernos suficientes problemas en nuestra propia casa,
mientras que la idca de una democracia.supcrior a la ca-
tegoria del Estado-naciñn es uto lH En e1 discurso aca-
démico, esta sepamciñn ma estado formalimda desde
hace mucho por la existcncia dc la disciplina de las
Wla- ciones Jnternaciona3es‘, cuyo âmbito de csrudio
es preci- sarnente este “mmpo externo”. En un orden
glohaliza- dor, sin embargo, taI difercnciaciñn tiene
poco sentido. Algunos dicen que el mundo estâ
retrayéndosc del gobierno global, no avanzando hacia
clla —la dcsmte- gracion del mundo bipolar ha
generado mâs desorden que intcrdependenci .
Aunque rcconoce que cl ‘cans global cs completamcnte
evitablc”, cl periodism Robert Harvey afirma quc ‘al
acabar e1 milenio, las... semillas del dcsorden global,
inch la anarquia... se estân sem- brando‘ . El
pcnsadorfranccsAlain Minc ha bablado en términos
parccidos de un rctorno a una nueva Edad Me-
dia, caracteriznda por una profusion de conflictos, ene-
mistadesy zonas griies carentes de autoridad’.
Sin embargo, en lugar de descnbir el mundo ml y
como es, lo que por el momento es obvio que no hacen,
tales interpretaciones deberian contemplarse como dJ
eI lado catastrñfico de las posibilidades positives
que existen. Ciunsidñrese, por eemplo, el impacto de la
guerra. Mucha md gente ha muerto en el campo de
Natalia describe los ñltimos cien años que en ningñn si-
glo anterior. Si se incluycn las mucrtcs dc civilcs, una
proporcifin mayor de la poblacion mundial murio en la
guerra que en ningñn periodo anterior. Unos 10 millo-
nes de personas morieron en combate en la I Guerra
Mundial; mâs millones murieron directa o indirecta-
mente a resultas de la guerra. La II Guerra lvfundial
tuvo una proporciñn mucho mayor de victimas civiles:
de los 50 millones de fallecidos, menos de la mitad
eran solrlados. Sc ha calriilado que 10 millones de
personas mls han miierto en otras conflictos desde
1945 hasta hey. En tiempo• •7 recientes, las matanzas
en Bosnia
7 Ruanda han a iadido otro inillñn dc victimas ".
Con todo lo espantosos que fucron cstos ultimos
episodios dc violcncia, indican un cambio en el esque-
ma dc la guerra, que cstâ lejos dc las primeras guerras
gcopoliticas entrc Estado+nacion. La obsolescencia de
la guerra a gran cscaia, accidentes aparte, habia queda-
do ya clara durante la era bipolar. La invencion de las
armas niicleares invirtio el teorema ‹rie Karl von Cilau-
sewitz on lugar de ser Ta guerra cI instruments final
de la diplumacia, el objctiv‹i predominance de la diplo-
macia fue cvitar la guerra, al menos en la forma dc
conflicts nuclear—. Mijail Gorbachov reconocio cxpli-
citamente la obsolescencia de la guerra at proponer
que se detuviera la careers arniamentisuca, una cues-
tion que iba mucho refs alla de la mcra convcniencia
por su parte I'
Hay ozs varias razones por las que ya no es irreal
de- cir que la guerra a gran cscala entre naciones
tiene me- nos probabilidadesde ocurrir en e1futuro. El
mundo ya no estâ dividido en dos bloques de poder
mili izados. Las fronteras entre naciones han sido
fijadas y acorda- das cn casi todo el mundo por
consenso internacional. En la era de la information,
el territorio ya no imporia mnto a los Estado>nacion
como en el pasado. El cono- cimiento y la capacidad
competitiia cuentan mâs que los recursos naturales, y
la soberania se ha vuelto coiifii- sa o multiple. La
democracia se estâ generalizando, y hay algo de
verdad en la idca dc que las democrncias no van a la
guerra entrc st. Finalmente, e1 mundo esta infi-
nitamente mâs interconecmdo de lo que nunca In fucra
con antcrioridad, incluido el periodo de finales del
si- glo xIx.
Ante este trasfondo, ya no es utopico conectar asun-
tos de gobierno nacional y global, pues ya estân
intima- mente conectados en la prâctica. Bajo la
inquietud de los mercados y la Enema estimulante de la
innovacion tecnologica ha habido un twcimientn
inasivo en cl nu- mero de orgariizaciones cooperantes
que trabajan a ni- vel globai. A comienzos de este
siglo, por ejemplo, habia unas veinte organizacioncs
gubcrnamentales interna- cionales y 180
organizaciones no giibernamentales trans nacionales.
Hoy hay inâs de 500 de las primeras y casi
5.000 dc las ñltimas. Hay ya gobierno globai y ya hay uoa
socicdad civil glohal '*.
Hay formas importances de cosmopolitismo que vie-
ne “de abajo”. Grupos coino Greenpeace o Amnistia In-
ternacionai pcrsiguen objetivos rclacionados con la hu-
manidad en en conjunto. Amnistia International, por
ejemplo, siglie el principio dc “estricta iinparcialidad e
independencia”, asegurândose de que sus miembros no
se involucren en casos en sus propios parses. Las ONGs
han rccogido la llamada reunificadora, convocando
rna sucesifin de cuinbres, la mayor de las cuales reunio
en Pekin en was « so.oo0 delegados.
Los procesos glohalimdores han transferido poderes
de las naciones al espacio globat despolitizado. Pero
como en cuaiqoier otro entorno social, o incluso en ma-
yor medida datia su importancia universal, este espacio
nuevo necesita rcglilacifio, la introduccifin de derechos
y debvres: ‘itf›i socntas,ibi ins“,- “donde hay sociedad, de-
beria haber lcycs” *'.
En el momento actual hay una disyuncion entre go-
bierno regional y global. Regionalmente, en especial en
la torina de la Uni‹in Europes, el Tratado de Libre Co-
mercio Norteamericano y otros agrupamientos, la co-
opcracifin se esta desarrollando en instituciones de gran
influencia. Ademâs dc la UR estan la OUA, la ASRAN, la
Liga de Estados Obes, el GARICOM y MERCOSUR
Todas son ejemplo de colaboracion social y econémica
entre praises que loan tcnido divisiones y conflictos en
cl pasflo. A un nivel verdaderamentc sundial, por el
con- trerto, las instituciooes existences son todavia
intergu- bernamcntales —dependen del acuerdo entrc
los Esta- dos para funcionari tienen poco poder para
intervenir per st mismas-. La ODU es esptx;ificamcnte
una aso- ciacifin de naciones, coino lo son las instancias
relacio-
nadas con cl coincrcio y el intercambio economico —la
OMC, cl GATT, el FMI y el Banco MundiaL

LxUnion EuROFEA

La Unifiri Europea empe*6 siendo parte del sistema


bipolar, pero deberia entenderse hoy coino una
r’espue+ ta a la globa1i*acion. Lo que importa no es
tanto que dc- fina un ente, “Europa”, coino que csté
dcsarrollando insñtuciones socialcs, political y
cconomicas que us cienden al Estado-nacifin y
llegan liasm cl individuo. Crcada por la coopcracifin
entre gobiernos nacionales, cs mucho mas que una
asociacifin regional de Estados Por supuesto, la UE
tiene sus problemas —se ha dicho que si ella misma
soJicitara incorpocarsc se ie den a
la entrada, porque no cs suficientcrnente democrâtica
—. No obstantc, incluso con su actual perfil, ofrece un
mo- dclo susceptible de una aplicaci6n inâs general, y
podria tener un papel directo en ofrecerlo.
La UE ha adquirido una crccicnte importancia en las
vidas dc sus ciudadanos al mismo tiempo que pierde
rcspaldo popular. Es responsable de mâs del 75&o de la
lcgislacifin econfimica que afecta a sus Estados
miem- bros, y del 50&o de toda la legislacion
interna. A pesar de ello, las enciiestas muestran que en
la mayoria de los parses miembros hay menos entusi
mo por la UE del 9ue solia haber—con dos o tres
sociedades moviéndose en sentido conirari . Las
razones que normalmente se aportan sun la falta de
democracia en la UE y so leja- nia de las
preocupacioncs de la gentc corrientc. Pero vista cn el
contexto dc la globalizacion, y vuelta mâs sen-
tG7
sible a Jas preociipaciones cotidianas dc los
ciudadanos, la UE es tan iniportante por su papel
politico como por el ect›nomico, porque en este
aspeclo va por delantc del restn del mundo. Estâ
pronioviendo formas dc go- bierno que no se ustan
a nin in molde tmdicional. Los parses miembms de la
UE tienen una fuertc motiva- cion para conipottarsc
como naciones cosmopolitas, Inn to fuera como
dentro del contexts europeo.
Jos de Ben.s, autor del Programa Electoral de 1994
dcl Partido Laborism holaridñs, dice que hay tres tram-
pas que lps tocia1dcmficrat;ts Weberian cvitar aJ conside•
rar el futuro de la UE:

• el pensamiento sujeio a prcsiones —la


globaliza- tion significa que la UE dche
sucumliir a las pre- sioncs del mundo global, en
lugar de tratar dc in- fluir en cl de forrria
indepcndiente;
• el pc nsamiento ilosorio —cl mercado unico, el
curoy el Banco fkntral Europeo fomentnrân auto-
inâticamente idealcs dcmocfiticns;
• cl fatalismt› —la UE es enemiga de la socialdcmo-
cracia, asi que la meta de los sncialdemficratas de-
beria ser devolvcr el pudet a las naciones
indivi- duales I’.

De Bens tiene razon al sugerir quc el future de la UE


es abierto. Durante cl periodo dc la Guerra Fria, las
linii- naciones democrâticas de la UE no eran una
barrcra sign nificativa a en evolucir›n. Las decisiones
arordadas por los gobiernos nacionales “en Bruselas°
eran aceptadas por los votantcs. En lets años noxenta
esta situacion ya no se mantiene. Parte de la solucifin,
como sugieren mii-
chos, deberia consistir en atribuir un mayor poder aI
Parlamento Europeo (PE) con una organizocion
trans- nacionai de partidos mâs cficaz. Las fcderaciones
transna- cionales de partidos probableinente se hagan
mâs fuer- trs. Err la actuaiidad, las elecciones al PE se
libran como
*torneos nacionales de segundo orden* en lugar de
como "elccciones european". La cvidencia
provenientc de encucstas en parses diferentes de la UE
scñala que cs la perccpciñn de la falta de importancia
de las eleccio- ries alPE la que aparia a la gente de las
urnas.
La prevista incorporacifin de parses de Europa Cen-
tral y dcl Este a la UE es obviarnente un gran reto.
Los parses que aguardan una pronta entrada
incliiyen a la Republics Chcca, Estonia, Hungria,
Polonia y Eslovenfi A otros cinco parses —Bulgaria,
Romania, Eslovaqiua, Lctonia y Lituania— se les han
asignado recursos part ayudarles a preparar la entrada.
La mayoria de estos par- ses tienen un PIB que alcanzo
un tercio o mcnos de ta media actual de la UE. Por
otra parte, se estân esforzm- do casi sin excepcié'n por
introducir instituciones libera- tes dcmocrâbcas y
principios de mercado. Incluso aquc- llos que parecian
estar liaciendo la transiciñn con el mayor desahogo,
corno la Republica Chcca y Polonia, es- tân encontrando
prot›1emas tanto a nivel politico como econfimico.
Laa tensiones que inevitablemente causarâ la "am-
pliacion" podrian hacer que tndo el proyerto
europeo fracasara. Pero la ampliacifin podria
beneficiar a Ja UE aJ añadir fuerza a los procesos de
reconstrucciñn. Des- pucs de todo, como se menciono
anteriormente. no deja de scr irñnico que una
organization no democrâti- ca imponga criterios de
democracia a otras. La incorpo-

163
racion de las .sociedades dc Euriipa Central y
Oriental podria scr url e.stimulo para demorratimr y
rcmodelar las instinicioiies de la UE. ‘Si la anipliacifin
quicrc tener éxit‹i, la UE det›e abordar las complejns
y cspinosa.s cuestiones dc la identidad social y
cultural, funcion y le-
gitiinidad y las dudes e inquietudcs Que provocan
en Europa” !°

tic la configuration bâsica de las ins0tucioncs de


la UE vayn a cambiar sustancialmente durnnte los
proxi- mos años cs algo que no sabcmos. La division de
podcres en la UE pucde necesitar una
rccstructuracion proiun- da, a tenor dc los eleine tos
quc sc acaban de mencio- nar. Pero ambién cs posible
que un sistcrrta in*s complc- to de gobierno global
tuviera el mismo sistenia formal Que ya posee la UE:
un cuerpo representative (el Parla- mcnto), uno
administrativo (la Comisifin), inta a'›ocia- cion
inteigubernamcntal (el tfinsejo) y tribunales fede-
rules (ci mo«nal deJusticia). Este enquema inscimcional
por siipucsto tliliriña, a un nivel mwidiai, en el papcl
y la funcifin de lc›s cuerpos que hoy existen. En
principio, sin eml›argo, no es dificil ver cñmo podrian
ser reforma- Atos en esta direcciñn. Por ejemplo, la
OMf?, eI FiJT y cl Banco Mundial pochâan estar
integradns en un solo cuerpo, mientras quc lo que es
actiialmcntc la ONU po- dna divi‹lirsc en un
parlamentn y un conscjo. La ONCE

* Reciiérdesc lo ya mcncionado en fa noia dc la pâgina lâ en lo


re- lativo at use. rim: lv términos pay pm'. (N. Al T. j

1 711
podria inciiiso ser una posible cabeza de puente hacia
un ordcn g1ob'aJ mayor, si absorbiera a la UE y
extendicra los misinos poderes dc los que disfruta ya la
UE al resto dc sus miembros. Para los prises del Our. csta
podria ser unaju arla position, por9•e bra no serta un club
exclisi- vo, sino iin griipo al qite pueden incorporarse
come
iniembros todos los parses que cuinplan los requisites.
La idea dc que pudiera erigirsc una niiev
asamblea. o parlamcnto, en conjuncion con la ONU,
sc lia debau- do mucho en los ultiinos aiios ". El
Parlamento Euro- peo porlria ser un modclo para la
formaci5n de tai asam- blea parlamentaria. Podria
cstablecerse inicialmente como cuerpo subsidiario de
la Asamblea General, am- parade por el articulo 22
de la tata dela Ohm. Los par- lamented de los
Estados miembros cnviarian writes de nada
represcntanies que elevarlaii propuescas para una a
blca élegida directamente. El sistema electoral se- rta
similar al del ParJamento Europeo, con ct nuinero de
dipumdos por cada pats proporcional a str pobla- cié
n, y iina medida corrective establecida en favor dc
los paises mls peQucños ".
In institucié n dc un tribimaJ dejusticia cfcctivo
serta un peso crucial para acompaiiar a la asamblea
sundial. El Tribunal Intcrnacional deJiisticia sigtic
represcntan- Plc una conccpcié n intergtihernamcntal
del derecha, a
P dcl hecho de qtie los Tribiinalcs de N6remberg j
rokio establecicmn el principio dc jurisdicciñn sobre
los individuos y sns Estados. El tribunal erigido pain in-
vestiges y perseguir las violaciones de las lcycs intcrna-
cionales de derechos humanos en la aixtigua Yugoslavia
tiene podcrcs anâlogos. Ptidria, y dcbcria, fomar un
vinculo con el sistema del dereclio cosmopolita, cube
eleinento bâsico es que la jurisdiccifin del tribunal
de- berfa cxtendcrse a las relaciones entre !os Estados y
sus ciudadanos. El hccho dc que la mayorfa de los
Estados liaya apoyado, a fccha dc 1998, la formacifin
dc un Tri- bunal Penal Intcrnacional es serial de un
conscnso cre- ciente sobre estas necesidades.
CSon fnctibles estns propuest s* tse encontrarfa la dv

mocracia globalizada, cristalizada en asambleas repre-


sentatiwas, can lps mismos problemas de apasu y
hosoli- dad con los que tropieza a nivel nacionai?
Respects a la segunda pregunta, es esencial subrayar de
nuevo la difii- sifin bidircccional dcl poder. La
democracia cosmopoli- la no cs solo el movimiento del
gobierno hacia un nivel mundial, sino también su
difusifin descendente hacia los entes locales Los que
dudan sobre tales posibilida- des Weberian analizar
to que se ha lograHo en la Union Europca. Hace s6lo
medio siglo fiuropa estaba postra- da, recu ândom
de una guerra friito de tensiones du- raderas entre
los Estados europeos. Pero esos Estados lian
colaborado para crear un nuevo sistcma dc poder
transnational y transfcrido, han ccdido aspcctos de
su soberania y han erigido tribunales eficaces de
justicia Lo han hecho, por otra parte, no sñlo por
idealismo, sino por interés propio, e interests parccidos
incumben hoy a todos los Estados en el gobierno
global l8.
In expans:or de la democracia cosmopoJita es una
condicion para regular eficazmente la econornia mun-
dial, comhatiendo las desigualdadcs cconfimicas globa-
lcsy controlando los ricsgos ccolégicos. h'o tiene sentido
competir con el fundamenmlismo de mercado a
nivel local mientras se permite que rija en el ambito
global:
1†2
Elb /oiieglob£ es un rnonicnto en la historia de
la economia mundial nacientc, no su momento
final... lo que csv mas alta de la duda razonable es que
organizar la economi'a mundial como un unico
mercado libre global promiiev< la inestabilidad. Fuerza a
los trabajadorcs a so- portar el coste de lms riucvas
tecnologfas y del librc corner- cio sin trap Ko include
medios con los que poder conve- ner las actividades
que pongan en peligro cl cquilibrio economico global...
supone, en efccto, poner en juego el funirn del planets
bajo la suposicion dc que cstox enor- mes peligros sc
resol*crân como consecucncia auiomâd- ca de la
b6squeda natural de beneficios. Es dificil perisar en una
pnstura mâs temeraria 1°.

El fundamentalismo de mercado ha édo forzado a


re- plegarse er lapolitica nacionai debido a su
naruralem es- trecha y contradictoria. Sin embargo,
continua rigiendo a nivel global, a pesar de que alli
surgen los mismos pre bleinas quc en âmbitos mas
locales. En la ortodoxia neo- liberal, dar total libertad a
los rnercados globales es lñgi- co, porque, como tmlns
los rnertados, son rneCanismos que rcsuehen
problemas y tienden at equilibrio. Flie- tuaciones
aparcnternente irracionales son en realidad
actividades condeiisadas dc resolucion de problemas,
que conducen muy pronto a un nuevo y rcaustado
equilibria. Uma dcscripcifin mâs convinccnte de la
dinâ- mica de los mcrcados mundiuJes siigierc, sin
embargo, que son las cxpectativas dc lms fliicmaciones
de los pre- cios, mâs que los precios en si, las Que
impiilsan las deer-
173
*'••• rcctntivas .son habirualmcntc inducidas
mls por fené›menos psicologicos que por los Purarnente
cconomicos Crisis, fliictuaciones errâ0cas, la rcpentina
afluencia de rital que cntm y sale de deterininadns
pai- scsy regimes—éstos no son rasgos marginaJes, sino
ccn- walcs, de los iriercados descc'ntro1ados.
La rcgulacifin de los mercados financieros es la cues-
tion mâs aprerniante de la economia sundial, a rniz
dc la crisis mexicana de 1994 y los sucesivos problemas
en ct surestc asi*tico. Aqui, como en out
partes, desregu-
lacifin no cs igual a libertad, y un compromiso global
con el fibre comcrcio depende de la rcgulacion eficaz.
en lugar de hacer caso omiso be su neccsidad. Los olijc-
ti*'os rle tal intervcncion son fâciles be idcntificar, pero
qué politicas concrcias debleran seb'uirse, y cñmo puc-
dciser implementadas, cs obvimnente mâs problcm*-
uco. Lns necesidades son: rcstringir los exccslvos movi-
micntos de capitales y controlai los exre‹tentcs; separar
la espcculacion monetaria a corto plazo de la inversion;
y fiindar una mayor responmbilidad curre las o
aniza- crores
trainnacionales involiicrndas en la gesti‹›ii ecu
n0mica mundial, a la vex que reestructurarlas.
Del bill on de clfilarcs USA en d›visas qtie se intcrcam-
bia a rliario, solo cl 5&o dcriva rfel t omercio y otras
tran- sacciones economicas sustantivas. EI otro 95a esia
com-
puesto por esreculacioncs y arliitrajes, al biiscar los
ncgociantes que manejan suinas enormes beneficios râ-
pidos cn fluctuafiiores de tipos dc cambio y diferencia-
Yes de ros dc interés. Rstas actiwdadcs distorsionan las
senales que dan los mert'ados r•ra las opcraciones a
far- m r azo y el comercio. RI capital en valorcs tiene
una movilidad esrcctacular —ciente's de miles dc
millones
174
de ”dinero caliente” pueden abandonar un mcrmdo o
uri pats en un dix-. Los bancos centrales no tienen re
servas suficientes para soportar la presifin colectiva
de los espcculadores jugando con la devaluaciñn de
las monedas mâs débiles.
Tras la crisis mcxicana, muchos cscribieion sofire la
necesidad de crcar instrumentos mâs eficaces de go
bicrno finariciero —per-o se instituyeiori pocos
cambios slistanciale . Ins trastornos siifridos por las
economies del tigre asifitico has hecho mucho mms
aparcnte la ne- cesidad dc nuevas formas dc
regulacion. Rccuérdese que los parses asiâticos pasaron
de la nochc a la mañana de reprcscntar modelos dc éxito
industrial a ser ecunn- miss en apiiros. Antes dc estos
acoiitecimientos, no era tan obvio que los movimientos
‹Ie capiml pudieran nerai‘ crisis con tanta facilidazl. En
1996, 93.000 millo- nes de dñlares afluyeron haria
Indonesia, Curea dcl Sur, Malaria, Tailandia y Filipinos.
De repents, em 1997, la si- tuaciñn se iixviruo, con un
fliijo salience de 12.000 millo- ries de dfilarcs .
La rcspueslu nenJihernl, liberaliz r añii rnas los mer-
cados dc capitales, solo sirve de receta para unos tras-
tornos incluso rnayorcs de los que se han sufrido en los
Mñmos años La idca de que conirolar la librc iflNvtll-
dnd de capital produce una pérdida de eficiencia no
toma en cuentn los costes sociales y econfimicos dc las
crisis. Asegmm la rentabilidail dcl capital significa
habl- tualmentn subir los tipos de mtcrés y ven‹Ier
activos na- cionales. Por otru parte, las afirinaeiones
frecucntemen- te realizadas sobre los beneficios be la
librc movilidarl
‹le capitales son, cuando menos, cuesiionables. China y
Japon, entrc otros parses, han tcnido altas tasas de
creci-
miento sin corlvertibilidad de la ciienta de capitales. En
Europa, ha ocurrido Io mismo en Irlanda y Portugal,
que no avanzaron resuelamente en este direccion
has- ia comienzos de los noventa.
¿Cémo pueden regularse los mercados financieros?
Un aspccto clave es la especuJacion monetaria. La
entra- da dcl curo significa que habrâ tres monedas
mundiales, con rna intcrrogacion sobre el yen. Esta
situation po- dna llevar a enfrenmmicntos cntrc los
bloques rnoneta- rios, pero tarnbién iinplica una
coordinacifin crccicntc en la economia rnundial que
podria volverse en coope- racion activa. El financiero
George Soros ha sugerido que eI euro y eI dñlar
estadouniHense podrian unirse for- malinente come
inecanisino esabllizador.
Los tipos de cambio estaliles ‹1el›erian beneficiar
por igual n las instituciones financieras, a las einpre.in, a
Tom invcrsorcs y a los gobiernos. La inversifin a Cargo
plazo y el préstaino son cstimulados por rna mayor
estabilidad. Los costes para los exportadorcs c
importadorcs scrân menores, pues no existirâ la
necesidad de protegerse contra las fiuctuaciones en
los tipos de cambio. Por otm parte, tax to los parses
industrialir&os homo los que es- iân en vies de
demrrrillo tienen gut ganar, ya que am- bos buscan
una mayor autonomia gul›ernamental y una inter
vencifin eficaz de los bancos centrales.
Una alternañva at regimen fijo de tipos de cambio es
el muy disciitido irnpucsto Tobin, cuyo creador
propuso hace mâs de tin cuarto de siglo *'. El iinpucsto
podria cs- tablecerse a un nivel que desincentivara la
especulacifin financiers pura, en tanto que no evitaria el
intercambio inorietario necc.sarit› para la financiacion
del comercio y la inversion rlirecia. Una tasa dcl
0,5&••rlicada en 1996

1 G
habrfa producido 150.060 millones de dfiIare.s si se
hu- biera recaudado a escala mundial. Sus detractnres
afir- man que no serta viable, porquc los ncgociantes
encon- trarian maneras de evadirlo. El obstâciilo
principal, siii embargo, no atañe a problemas de
evasifin, o, en gene- ral, de implemenmcifin, sino a la
falta —por cl momcn- to- de vuluntad politica. A un
nivel mâs local, cl sistc- ma de reservas en Chile ha
atraido, merecidamcntc, mucha atenciñn. Aquellos que
desean invertir en el pats estan obligados a et'ectuar un
deposito sustnncioso, al 0&o de interés, en el banco
central durante un año, sien- do el efccto scparar la
inversifin ver‹tadcra de los nego- cios financicros mâs
especulativos.
El Banco MundiaJ, ct FMI y el GATT iueron
creados para lidiar con los trastornos globales de !os
años veintc y treinta, no con los de hoy. El sistcma
Bretton WoorL+
€iATT fue introducido para evimr las dificidtades
surgi- dat tras la I Guerra Mundial, incluidos has
political co- merciales restrictivas y la Gran Depresion
—el periodo conocido comñnmente cumo “la era de la
catâstrofc”—. El objctivo cra estimular la coopcracifin
economics in- ternacional a travcs dc iina economia
sundial abierta y en expansifin. Estos obetivns han sido
en gran medida logrados. El nacionalismo cconomico
virulentn no ha reaparecido y no ha habido gi udcs
guerras entre los par.ses que forman el néiclco dcl
sistcma. in parte, es ese mismo éxito el que ha
generado una nucva serie com- pleta de pmblenias.
Dcbciia considerarse scriamente el establecimicnto
dc un Coiisejo de Seguridad Cconomica en el seno de
las Naciones Unidas. Hacerlo serta tan ciificil como
otras reformas, o inâs, pcro serta con plicado rchitar
en im-

17 ‹
poriancia. Rcqueriria un cambio en la Carta de la ODU
y dna s•olunta‹l politica dc proporciones heroicas“ ”.
Ll G8 podria seguir jugando su papel actual en la
coordi- nttci0n ale las estructuras politicas de los
parses indu+ trializWos. 1-lay muchos asuntos, como
el gobicrno de los inercados dc capitales y la rcspuesta
a los ricsgos eco- li3gicos, que no pueden resol erse sui
una accion colec- tivn que involucre a muchos paises y
grupos. Ni siquiera la economia national mls
liberulizada funciona sin una coordinacion
macrcieconfiinica; no tiene sentido sups ncr que la
economia niundial cs diferente.
El tema de la gesLion ccolfigicn global se solapa
en gran medida con el de la profunda diinsi6n
economics en la suciedail niundiai. Hay un
pac‹tlelisino real entrc la exclusion Centro dc las
naciones y regiones y la exclusion a escala iimndial. Una
prosPeridad crecientc para mu-
chi›s aleja a otros sin recursos y niarginados. Los veinte
par.as niâs ricos dcl mundo han experimcnmdo un
cons- tame avancc en riqiieza desrle 1980.
Aproxiinadamente, un ciiai‘to de la poblaci6n mundial
vive en estos parses. El cstancainiento ecnnfiinico, o
incluso el decline aRsolu- to, ha caractcrizaclo a inuchas
de las sociedmles inâs po- bres. Un 30a ale la poblacifin
miindial vive en e1 uinbral de la renta tle pobrtza
equivalents a un rlfilar USA dia- rio. El Attica
subsaliariana, con la excepcion parcial de Sunâfrica,
iilfcgra prâcticamente tin continence comple- te tle
excluidoz Incluso en Ins parses inâs pobres hay
uunbicn exclusion en la cñspidc. Pcqucñas élites, a
veces objctivamcnte ricas, viven lisica y culniralmcnte
aisladas de la gran may‹iria. t'on bastantc frccuencia
sacan sus m- gresos abicrtaineiiie dcl blanqueo de
dinero, cl trâfico de armas o el rle drogas.

t7D
Los problemas rclacionados con la reduccion fie la
desigualdad inundial son verdadcrainente intimidailr»
res. Parcce inuy improbable, sin embargo, quc pueda
causarsc un impacto significativo sobre elms sin un
pro- greso hacia In mayor gobierno global. Lo mismo
ocu- rre con el ricsgo ecolfigico. La cuestifin no es sñlo
como contuner los peligros mediozunbicntaJes, sino los
efectos
del desarrollo econ6mico de los r • pobres, stipo-
niendo que aqucllo .w consiga. La modernization
ecol6-
gica, taJ como cs cntendida acmalmeote, no proporcio-
na cstrategias para la transicifin desde una economic
agrai‘ia a una indusuial. In gesti‹Sn econfirnica global,
como minimo, no scra Pâcil, y no solo debido a lms
pre- siones a fai'or de un crecimiento ccont›m ico
mcdioam- bientalmente nocivo, sino debido a que los
riesgos ec‹r lñgicos. y mls ampliainente los asociailox
al cambio tecnologico, son tan intrinsecamentc
contrrivertidos.
Las acusaciones de alarmismo inncccsario no
provie- nen silo de la derecha, y mucha gente sc
alaandona a la opinion He que “las cosas acal›arân
salicitdi i bien”. Pucsto que por dcftniciñn nadic pre.de
calcular los ries gos, y cl cambio tecixologico futuro es
imposiblc de pre- decir, no pueden dcscribirse
cscenarios plcnarnente ronvinccntes. Los problemas
globales respondcn a in i- ciativas locales, pero cxigen
tambicn snluciones glolra- les. No podeinos dejar talen
problemas a naerccd del crrâtico torbcllinn de los
mercados mundiaies y dc los rclativainente impotcntes
cuerpos intcrnacinnales si qiiercmos crear un mundo
que combinc cstabilidad, eqiiidad y prosperidad.
A comicnzos de los novcnta, participantes en cl
deba- te sobre el futuro de la socialdcmocracia
hablaban del arse de desilusiñn qoe haiodeado ala
tenovaciñn social- demficrata '. Los socialdernñcratas
en Europa, y tam- bicn en otras zonas del mundo,
perdicron confianza a la vista del ascenso de la filosnfia
del librc mercado y el co- lapso dcl “socialismo
actualmente existente” en Huropa del Este. Rnnald
Reagan y George Bush ostentarun el poder cn
Estados Unidos, mientras dos de los grandes
partidos socialdem6cratas, cn Gran Bretaña y
Alemania, patron largos perindos en la oposiciñn.
Aunque los so ciaidemñcratas inantuvieron el tipo en
Europa mcridio- nal, tanto electoral cnnso concepts
linente la socialde- mocracia entrfi en un estado de
dcprcsion”*.
Una serie de acontecimientos clave, como la elec-
cifin dc Bill Glinton a la presidencin de Estados Unidos
en 1992, ayudaron a quc cambiara la suerte. Wim
Rok ne convirtio cn primer ministro de H‹ilanda,
LionelJos- pin accedis at poder en Francia, Romano
Prodi en lta- lia. La *4ctoria dcl laborismo cn cl Reino
Unido fuc con- siderada tambicn cn muchos paiscs
como un nuevo comicnzo. “iV entonces llegfi Tony!”,
proclamaron los
181
autores de tin libro sobre el estado de la sociaidcmocra-
cia en Europe en 1998, aiiadicndo que Tony Blair de-
rrot6 “al sfmbolo mismo de la crisis socialdcinñcrata dc
los años ochcnm, cl conscriudurismu thatchcrista" ^,
No o1›stante, muchos dc los que ensalzan la proper-
tI(dii dc la victoria tambicn ven liueco cl proyectri
del Nuevo Lubor.smo. La mayoria aplastante con
guida por clNuevo I Uni o fue cl resultado de uoa
carnpana muy activa y profesional, en la quc sc utiliz
in técnicas dcsarrolJailas cn Estados Unidos. Se
picnsa gcncral- mente que el Nuevo I l;›orismo
depende dc una politi- co orientada hacia lms medios,
y que ester crcando un
°socialismo de diseño*. “La images› personal, las
csce- nificacioncs simt› licas, los efectos de sonido, los
gags vi- suales* cuentan mls que Nos temas dc
discusi6n, los ar- gumcntos, los pmycctos y Ja
evaluation de las prnincsas de campaiia°’.
Una regla de la publicidad cxitosa es, .sin
cmbargo, que la imagen sofa no es suficicntc. Debe
haber algo sñ- lido tras el montaje, pues si no cl p6blico
vc muy pronto lo que hay dctr s de la apmicncia Si
todo lo que eJ Nue- vv Lnborismo tuinera qrtc ofrecer
fuera asmcia mediati- ca, su pcrmanencia en la escena
pntitica serta corta, y su coritribucifin a la rexitalizaci‹›n
de la socialdeinocracia Jimiiada. Espcro que éste nt›
sea el caso.
Coino he intentado mostinr cn este lil›ro, cstâ sur-
gicndo uoa agenda sustanciosa de los debatcs socialde-
mficraras, una agenda a la que el Reino Unido tiene
mucho quc ofrecer. £?uanto mâs vcrdadcramente trans-
nacionales se convierian estos debates, mejor.
Incluso denlro de Europa, no lia habido tanta
mteraccir›n entre eoittcxtos nacionales como pndria
haber. V un diâlogo
1 R2
dcl centro-izquierda deberia tcner mucho rnayor alcan-
ce, corrlo dc hecho exige una oricntacion hacia la glo-
balizacion.

183
NOTAS

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INDICE

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lS9,I49,l5&16l pipit humano, 63, PI. 159
Ann›Gatniernionâ,16d' capitalismo, I5•J S. I9•20. 57
awncionsaniuwia t20,J35
cicncia y tecriologia. 57, ‘79. Jet

Banco bliindial, t67, 170. 177 Ciausm'ñtz, Karl von, 164


8eck. Ulrich, 10, d9, 6S, 67 Gintori. Bill, 37, 92, 181
cohesion social, 2S, S\, *6, \ I G
15 I <omeccio, 4t, 46
b'ienestnr, 60, 129, 188, I3l. 150 camuniJad, g6, \02-fd7, l24, \âl
biencstar para et trahojo, 8, comunsmo,LLlS,28,3O.36,47
147
consewa‹Jurismo. IS, \6, 22.26,
bipolar, mundn, 99, 36. 86,
39, 89, 143
161,
contarninacirin. 69, 130. lfib
cosmopoliusmo. 83, ft5, 04, 146,
BTfir, Tony. 8, 1 T , 9g-3J, 37, 38.
154-I 56. 1 9. 161 167
fi3. @, T&, IB I . 2d2
creation de empleo, 145, 149
Bobbio, Norbezto, Al-54, VG
crc-acifiii de riqucza. 100, 119,
Grande, Willy, W
I3P
Bu 1c, Edmund. 92, 2G, 14a
BU, George, 181
Eslado social ins*rsor. 1S9. 150
Lurop;i, 17, 28, 30. 66, 100. I SI
,
108 144, 1 8: uid. io Europa
‹kaeclios/iesponsabilirtadcs. 81, dcl Es‹e

dwrrobo wsicssible, 69
devclur i0 n. 95, 159 r1umén,l22, 130,146
desempleo. ISO. 130, 144, 149
desigual dad, 12, 2S, 95. 1 t0, hmm a, SS, 27, R4, 10 i-117
1u2, lz7-i29, 17† FMI, 167, 170. 177
divisi6ii izquierJa/’dorecha, 33, l'andos dc p<nsiones, 4i?
fuewm del mcmdo, U, 174. 17ñ
d0›' rcio, 1O7, 187-115, 115
dñlares tciiiporalcs, 101, 150 ‹OMhriflujoTiK„59
xmpubtco,l27
ccol ngia, 24, 29-31, C›f›•60 glokilizaciñn, 2ñ, 40-46, 56, 80,
‹xiiicaciiin, 101, 128. ISO, US, 147 S7, 1 61, 105, 152
Estados Unidos, S, -37, 41. o"0, gob'crnancia, 4:$, 165. I z0
ltd, .I 29, 148, I 8u, 18I, lb2 got›iemo, 44, 4S, til, i4i£ Rm&in
empleo, 27, 12$, 144, 147-148
empresaria'âo. 147 Gorhachov. MijaiT. 164
Mensbcrger. H:me Magnus, 64 Gt n I\retaña, 8, 9, I2, 14, 2 I,
26, gg, S4, 44, Y6, 83, 90, 9 ,
Escoria, 44, 159 97. 99, 194. 134, 140. 1S9,
cspacio pi›blicu. 10.8, 128 jG0, SGD, JOE
Esjmñz, 44, 66. 144 op:ice. 6ñ, 16a
F-stado, 18, 22. 80, ION: m
ft gobicrno
Eslado be biencstar. 12, 14. l7, Hayek. Friedrich von. 13
20, 21, 24, 87, 93, t 32, 1.8.8, Hargreaves, lan, 9
15ñ, 13fl. 140. I i›0 Held. Fiavid. J 0
He-wleii Pac);ard, 1d9

196
Holanda, b6, 72, 133, 145. 181 modem izncion ecolñgica, 67,
72, 76. &3, 1.79
idcntidad, 44. 137, mod; mientos ecolc'gistas, 69, 165
idcnudad nacionaJ, 104. f Al(it movimiento dc grupoi
iguaidad. 20, 24. 'iS. 81. 112, pequeiios, 97
120 Mulgan, Gcoif, 9-10
multiculturalisms. 2$, 157. 161

Inglehart, R, 31, f9, 98 nacionnlismo, 44, 153, I 'iS- I S(i,


1(i2
intromieiñn cstaial, 18. 91. 77 Estado-n scion, 41 , 44. i8, 1SP.
15d, I Râ, 167
Jmpin. Lionel. 181 Naciones IJnidxn. 64, 166, 170,
177, 178
Kenbe en,Kwsaan,1S3 neolihcrafismo, 8, IS, 18, i?3, 23,
KqmevjlC.20.27 9d,47,l9l,I27,182
con n:‹dunstno.ld2G.39
liberalises, 16, I P7, 126 futr dt1 M€ dO. 1 f 9.
1ibecades,99, 120 120. 174
libcnaño*,l6,9I35,108 democracia soci at, 1.7,
-i'id. iyinlien thatclierismo
major, John, 8. 24 nin os, l07•117. I 3P. 161
Marshall, T. I I.. 21. 87 nuevo e‹xinomia mixtn, 8ii, 119
hlarx. Karl, 11. l3, 14, 19, TO, niiesos movimicntos socialcs,
24, 47. VG 61, 66, 67
matrimonio, 107, 117
mercados, 15, 19, 23, 26, 60, OCUl,41l44.170
91,
OMC. 167, 1i 0
119, 155, 173
ONCs, 4S. 62, Art. G7, I Râ. l6fi,
mcwcailus financieros 174
I G7
mcrcado de uulmjo. 8, 27. 132,
19(i, 1q4
pape1dehsmucr«s,52,99
meritoc raria, 121

197
patermdad. 105, 111, 114 mutido bipolar, i?1, 22, 36
Partido Ialx›risia, 9, 16, 20, 20. nlñsica, 16, l7, 18, 4fi. 119
gg, m. 90, 181 ecologia, 40, 68-80
pariidos. antisistcma, 62. Gfi igualdad, 20
pensioner, 137, 140, 142 familia, 98
poblaciéin cnvcjccida. 60, 140 Aicniaiiia, 30
pobrcza, 126, 1$1, 13ñ, 178 divi›i‹in izqii ie derecha,
poder, SS, 88, lG2 33. 40, r 1-TO
politic a. 12, g2-$o, 53, 81, 64, 97 neolibcralFsmo. 8, l5, S3, 38.
politita de la tercera via, 8, 37, 1.2.1 , 127
38, 80-B4, 1.19, 134, 150 a la antigua, l9, 28
posmaierialismo, 31, 32, f8, !)8 (•oder,
35 preslaciones del biencstar, 19, riesgo,
ISO
gi, i to visio», i i, is. 9s, o. ss,
Prodi, Romano, l6l 182
sociedad civil. 22, 8'i, 9 -10.3,
Rai,joscph, 55 165
Reagnn, Ronald, 16. 13$. 181 subpolitica, 63. 67
Reino Unido, Gran Bretafia Succia. 3ii, 97. 92. 133, 136
ricst,'u, 72, 7S. 79, 92. 120, 138

seclores publico y prisado, 120. th atcherismo, 16, 18, 2'2, 2& 29,

segurirLarl «icial, 135, 140


sexualidari, 34, 109, 112 IJniéin Europra, 44. 89, 134,
Shell, compañia pcnolera. G3. M lsl, 166. 167. 17.1
Sik, ‹it:i, 37
sober:min, 27, q4, I R6
suciaidernocracia, IN. 28, 39, 4tl-
4S, 91, I @ Wt¥fh nnw, Robert, 97

198
¿ ¿ tercera v ía íc irrim n ó d e im prim ir í n ju n io d e 2 0 0 5 ,
en Pr¡7, Im presos, S.A. de C .V . Su r 113-A , M nz, 3 3
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