Anónimo. 7 Aspectos de La GRACIA DIVINA
Anónimo. 7 Aspectos de La GRACIA DIVINA
Anónimo. 7 Aspectos de La GRACIA DIVINA
de la
GRACIA
DIVINA
Anónimo
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7 aspectos
de la
GRACIA
DIVINA
Anónimo
2
E
Prefacio
l corazón del creyente se regocija en muchos aspectos
de la gracia de Dios, ya sea que se relacione con los
santos de esta dispensación o de dispensaciones
anteriores. Los tratos de Dios con Enoc, Noé, Abraham y
David, y los santos de aquellos tiempos, manifestaron la gracia
de Dios aun cuando el gobierno de Dios probó al hombre
según la carne para mostrar su incapacidad de recibir la
bendición divina por sus propios esfuerzos. La gracia de Dios
se manifestó incluso cuando Israel aceptó el yugo de la Ley,
pues si Dios no los hubiera perdonado, por gracia todos
habrían perecido al pie del Sinaí después de adorar al becerro
de oro. Posteriormente, la ordenanza de los sacrificios
demostró que Israel no estaba bajo una ley pura, porque la
gracia proporcionaba un sacrificio para los pecados por
ignorancia.
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Cuando el Hijo hablaba, los hombres bien podían
maravillarse ante las «palabras de gracia que salían de su boca»
(Lucas 4:22), pues no se trataba de los requisitos legales del
Sinaí, sino de las buenas nuevas de curación, de liberación y
de libertad, del «año de gracia del Señor» (4:19). En el pozo
de Sicar, vemos algo de las maravillas de la gracia divina que
revela a una pobre pecadora el deseo del Padre de tener
adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. Solo la
gracia, manifestada en el Hijo, podía proporcionar
adoradores; serían como los que el Señor encontró aquel día:
pecadores expuestos a la luz reveladora de Dios, pero que, por
la fe, confesaron que Jesús era el Cristo.
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arrepentido: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas
23:43), y cuando grita: «Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen» (Lucas 23:34).
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interés» (1 Pe. 1:10). Todo lo que somos: «casa espiritual, un
sacerdocio santo… linaje escogido, sacerdocio real, nación
santa» (2:5, 9), se lo debemos a Aquel que «él mismo llevó en
su cuerpo nuestros pecados sobre el madero» (2:24). Estas
bendiciones y privilegios, como todos aquellos de los que
habla el apóstol, se resumen de la siguiente manera: «La gracia
en la que estáis es la verdadera gracia de Dios» (5:12). Nada
puede arrebatarnos esta posición de gracia, todo nos es dado
en Cristo de parte de Dios; y todos los recursos que moran en
Cristo están a nuestra disposición para que podamos caminar
en la luz y el poder de la gracia de Dios para con nosotros,
pues hemos sido puestos aparte por el Espíritu Santo «para
obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo» (1 Pe. 1:2).
Para nuestro caminar en este mundo, Dios no nos ha dado
otro modelo que la vida de obediencia santa y perfecta de
Jesús; la medida en que lo sigamos mostrará hasta qué punto
nos damos cuenta de nuestra posición en gracia ante Dios.
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hallemos gracia para el oportuno socorro» (Hebr. 2:18; 4:16).
Qué consuelo es saber que Jesús ha recorrido el camino antes
que nosotros, que su corazón se compadece de todas nuestras
penas y que tiene la fuerza para sostenernos en toda nuestra
debilidad. Nuestros nombres están escritos en su corazón de
amor y en sus poderosos hombros. Además, él nos conducirá
sanos y salvos por el desierto, porque «puede salvar
completamente a los que por se acercan a Dios por medio de
él, viviendo siempre para interceder por ellos» (Hebr. 7:25).
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hiciera consciente de su propia debilidad en el servicio para
el Señor. Al principio, el apóstol, sintiendo que su debilidad
sería un gran obstáculo en su servicio, clamó al Señor. Su
respuesta fue: «Mi gracia te basta; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad» (2 Cor. 12:9).
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Cristo, para representarlo correctamente en todas nuestras
palabras y acciones.
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honra de su amado Hijo. Así, la gracia que está en Cristo nos
une a lo que es eterno y estable, y que no puede ser afectado
por la ruina del testimonio confiado a la responsabilidad del
hombre. Si nos fortalecemos en esta gracia, la gracia eterna de
Dios en Cristo, no nos sacudirán los fallos humanos, aunque
no seremos insensibles a ellos.
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Al decir: «¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien
haga yo misericordia por amor de Jonatán?» (2 Sam. 9:1, 3),
David ilustra la piedad de Dios para con los que son enemigos
por naturaleza. El pacto de David con Jonatán (1 Sam. 20:14-
15) era la razón de sus palabras y acciones, pero los pecadores
culpables no tenían derecho a la bondad de Dios. En su amor
soberano, Dios tomó a pecadores culpables como Saulo de
Tarso, a usted y a mí, y nos dio las bendiciones de hijos y
herederos al asociarnos con su propio Hijo, para mostrar al
universo en qué consiste su bondad.
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