Buchbinder Historia de La UUNN en Argentina
Buchbinder Historia de La UUNN en Argentina
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Las universidades
en la Argentina:
una brevísima
historia
Los orígenes extranjeros, en particular alemanes e italianos, cumplieron
En 1613, el Colegio Máximo que habían fundado los jesuitas en este contexto un papel fundamental. Durante la década
unos años antes en la ciudad de Córdoba comenzó a impartir de 1880, en el contexto de los procesos de secularización y de
cursos superiores. Los historiadores han sostenido que este separación –aunque limitada– entre Iglesia y Estado, los térmi-
acto dio origen a la universidad más antigua del actual territorio nos de la relación entre el mundo católico y el universitario se
argentino. Se trataba de una institución moldeada en el mode- reformularon sustantivamente. Los episodios que rodearon la
lo medieval. Durante más de un siglo y medio se orientó casi presentación de la Tesis de Ramón J. Cárcano en Córdoba mar-
exclusivamente a la enseñanza de la Teología. El título máximo can una cesura fundamental en la historia universitaria argen-
que otorgaba, el de Doctor, estaba reservado sólo a quienes se tina. La tesis, titulada “De la igualdad de los hijos adulterinos,
hubiesen ordenado como sacerdotes. Luego de 1767, a raíz de la incestuosos y sacrílegos”, fue rechazada inicialmente por los
expulsión de los jesuitas, fue controlada por los franciscanos. A profesores cordobeses por su contradicción con los principios
finales del siglo XVIII incorporó la enseñanza del Derecho. de la religión católica, pero luego, ante la presión del gobierno
La Universidad de Buenos Aires fue fundada dos siglos más tar- nacional, terminó siendo aceptada. Incidentes posteriores
de, en 1821, cuando el ciclo revolucionario había concluido. Su provocaron que algunas de las figuras más identificadas con el
creación y organización fue planificada por las autoridades de la catolicismo, como José Manuel Estrada, se vieran obligadas a
provincia en el marco de una activa reformulación de las bases abandonar la universidad.
del Estado local. A diferencia de la de Córdoba, la casa de altos
estudios porteña se creó cuando el modelo medieval se encon-
traba en crisis y en proceso de disolución. Aquí, la Teología
ocupó un lugar secundario. La UBA se construyó a partir de la
incorporación de un conjunto de escuelas existentes en la ciu-
dad y que habían sido fundadas desde finales del siglo XVIII para
resolver problemas concretos de la vida de la comunidad por-
teña integrada por comerciantes, navegantes y burócratas. Las
instituciones que surgieron del Protomedicato o de las Escuela
de Náutica o Dibujo conformaron las bases de los Departamen-
tos de Medicina y Ciencias Exactas que, junto a los de Primeras
Letras, Estudios Preparatorios, Ciencias Sagradas y Jurispruden-
cia integraron la casa de estudios.
Las dos universidades funcionaron de manera sumamente irregu-
lar y precaria durante toda la primera mitad del siglo XIX. Fueron
afectadas de manera recurrente por las guerras civiles y las luchas
facciosas que signaron esta etapa de la historia argentina. Pero
aun en condiciones sumamente precarias no dejaron de impartir
cursos y cumplir funciones de vital importancia en la vida política
e institucional de las provincias rioplatenses. En ellas se formó
gran parte del personal político y burocrático de los Estados pro-
vinciales. A pesar de nuclear a un muy reducido número de alum-
nos, eran el lugar que los hijos de las familias de la “gente decente”
pero sin fortuna elegían para preservar un sitio de privilegio en la
sociedad y obtener un puesto en la estructura política que, entre
otras cosas, permitía conseguir un ingreso fijo y seguro en un
mundo signado por la imprevisión y la inestabilidad.
Desde mediados del siglo XIX las casas de altos estudios ex-
perimentaron, lentamente, diversas transformaciones. Los
estudios modernos en el área de las Ciencias Exactas y Na-
turales fueron incorporados en forma progresiva. Científicos
La reforma se
impuso en las tres
La universidad moderna
universidades Se inició entonces en esa década la historia universitaria mo-
nacionales y luego derna de la Argentina. A mediados de ese decenio se sancionó
en las del Litoral y también la primera ley universitaria: la ley 1597 o ley Avellaneda.
En base a sus disposiciones, las casas de altos estudios refor-
Tucumán, creadas mularon sus estatutos. Las universidades quedaron divididas
en facultades que gozaban de un grado alto de autonomía con
sobre la base de respecto a la administración central formada por el rector y el
casas de estudios Consejo Superior. Los órganos de gobierno de las facultades, de-
nominados por lo general Academias, estaban integrados por 15
provinciales en 1919 y miembros. Los profesores solo conformaban una tercera parte
1921, respectivamente. de los académicos. El resto estaba integrado por figuras repre-
sentativas de la vida pública, política o profesional. El propósito
Más tarde se propagó de esta disposición era evitar que la universidad quedase presa
por gran parte de del interés corporativo del cuerpo de profesores. Los académi-
cos eran vitalicios y la elección de los nuevos miembros, cuando
América latina. algún puesto quedaba vacante, les estaba también reservada.
Aun cuando no representaban al conjunto de la comunidad
académica, los organismos que gobernaban las facultades se
desenvolvían con cierta autonomía evidenciada, entre otros as-
pectos, en su potestad para elegir a los decanos, a los delegados
al Consejo Superior y –reunidos todos en asamblea– al rector.
La limitación más relevante impuesta entonces a la autonomía
universitaria estaba dada por la potestad –que la ley reservó el
poder ejecutivo– de elegir a los profesores titulares a partir de
ternas elevadas por las mismas casas de estudios.
La ley no establecía las funciones de la universidad. A finales
del siglo XIX, en un contexto en el que la fisonomía del país
se modificaba aceleradamente, se definieron con claridad. La
universidad se ocupaba fundamental y casi exclusivamente de
la formación profesional. Era la institución que certificaba, en
nombre del estado, la aptitud de un individuo para el ejercicio de
una profesión liberal. Formaban médicos, abogados e ingenieros
y constituían instancias centrales para el ascenso social en una
sociedad signada por procesos rápidos e intensos de movilidad
social. Cumplieron así un papel fundamental en la constitución
de las numerosas y prósperas clases medias de la Argentina de
principios del siglo XX.
Pero este modelo contó muy tempranamente con fuertes críti-
cas y detractores. La insatisfacción con la orientación profesio-
nalista que no contribuía a consolidar una sólida conciencia na-
cional, a promover el desarrollo de la ciencia o a formar adecua-
damente a la clase política fue expresada de manera frecuente
por las elites. Las iniciativas de cambio se estructuraron durante
estos mismos años. Probablemente las más relevantes fueron la
creación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires en 1896 y, sobre todo, la fundación de la Universi-
dad Nacional de La Plata en 1905, pensada originalmente para Algunos de ellos, como Deodoro Roca, autor del Manifiesto Li-
desarrollarse en base a un modelo distinto del de Buenos Aires y minar, consideraban que los cambios universitarios solo podían
Córdoba. Pero las iniciativas para modificar sustantivamente el llevarse a cabo en un contexto signado por profundas reformas
sistema a partir de estas creaciones originales tuvieron un éxito sociales. Otros, como Osvaldo Loudet, preferían insistir en las
limitado. En definitiva, el profesionalismo era el resultado de la cuestiones académicas. Todos estaban convencidos de la nece-
presión de las clases medias en ascenso que lo que exigían de sidad de impulsar cambios profundos. Querían una universidad
la universidad era, sobre todo, un título profesional que hiciese con un fuerte compromiso con la cultura, que renovase sustanti-
realidad el sueño del ascenso social. vamente a su mediocre, arcaico y dogmático cuerpo profesoral y
La estructura, el modo de funcionamiento, la administración que impulsase el desarrollo de la ciencia. El balance de los resul-
y el gobierno de las universidades también fueron objeto tem- tados de la transformación reformista no fue siempre positivo.
pranamente de críticas. Las casas de altos estudios estaban La reforma introdujo una nueva, activa, democrática y plebeya
gobernadas por figuras que desconocían aspectos sustantivos vida política y electoral en las universidades. Creó una carrera
de la enseñanza. El carácter vitalicio de los cargos chocaba académica que posibilitó el ingreso de nuevas figuras, vincula-
con los valores democráticos y republicanos sobre los que das muchas de ellas a las corporaciones profesionales. En alguna
buscaba conformarse el sistema político argentino. Los miem- medida estimuló la vida científica a partir, entre otros aspectos,
bros de las academias tomaban disposiciones arbitrarias en del desarrollo de Institutos de Investigación. Bernardo Houssay
muchos planos, sobre todo en lo referente a regímenes de llevó a cabo las investigaciones que le permitirían obtener en
exámenes, sistemas de regularidad o correlatividades. Los 1947 el Premio Nobel de Medicina en el Instituto de Fisiología
estudiantes se organizaron gremialmente a través de sus cen- que reorganizó en la Facultad de Medicina de la UBA a partir de
tros desde los primeros años del siglo XX. En Buenos Aires 1919. Pero la universidad mantuvo todavía entonces su tónica
protagonizaron fuertes conflictos con las Academias, que fuertemente profesionalista. La formación de profesionales li-
permitieron una primera modificación de los estatutos en berales siguió constituyendo el eje de su función y la actividad
1906 que suprimió el carácter vitalicio de sus integrantes y cultural y científica no terminó de perder su carácter hasta cier-
estableció que fueran electos a partir de la propuesta del cuer- to punto marginal en la vida académica durante aquellos años.
po de profesores. Esta transformación amortiguó el nivel de
los conflictos.
Pero, en cambio, en Córdoba, los estatutos no se modificaron.
La resistencia de los académicos era aquí más sólida ya que se
jugaba, entre otros aspectos, el acceso a la elite gobernante defi-
nida esencialmente por su condición doctoral. Además, era más
difícil conmover a la opinión pública y movilizarla a favor de una
reforma. Pero a principios de 1918, en el contexto signado por
la elección del primer gobierno democrático encabezado por
Hipólito Yrigoyen y por la crisis internacional desencadenada
por la Primera Guerra Mundial se presentó la oportunidad. Los
estudiantes cordobeses se rebelaron contra su arcaico gobierno
universitario e iniciaron la gesta conocida hoy como la Refor-
ma Universitaria. Los profesores se manifestaron incapaces
de promover los cambios y la solución consistió en asegurar
la participación de los estudiantes en la elección del gobierno
de las casas de altos estudios. La reforma se impuso en las tres
universidades nacionales y luego en las del Litoral y Tucumán,
creadas sobre la base de casas de estudios provinciales en 1919
y 1921, respectivamente. Más tarde se propagó por gran parte de
América latina.
El mundo de los reformistas incluyó a grupos heterogéneos
animados por distintas perspectivas políticas e ideológicas.
El peronismo
Con alteraciones significativas y con interrupciones provocadas
por las intervenciones, entre ellas las llevadas a cabo a raíz del
golpe militar de 1930, los estatutos reformistas mantuvieron su
vigencia hasta finales de 1943. El golpe militar de ese año provo-
có nuevas intervenciones. Los sectores que hegemonizaron este
gobierno rechazaban las modalidades de gestión signadas por
la activa presencia estudiantil. La oposición de la comunidad
académica al gobierno militar se trasladó luego a quien fuera su
heredero forzado, Juan Domingo Perón. Los universitarios, junto
a gran parte de las clases medias, las corporaciones empresarias
y los partidos políticos tradicionales participaron de las movili-
zaciones de la Unión Democrática y se opusieron al ascenso de
Perón a la presidencia. El primer peronismo mantuvo una actitud
en principio hostil hacia la comunidad académica. Durante los
años 1946 y 1947 se produjo un desplazamiento masivo de pro-
fesores a través de cesantías, algunas de ellas encubiertas bajo
la figura de jubilaciones anticipadas y otras a partir de presiones
explícitas o veladas. El mundo de los universitarios se quebró a
partir de la división entre quienes debieron abandonar sus cargos
y quienes los reemplazaron o avalaron el nuevo orden.
El peronismo impulsó un nuevo esquema legal para las universida-
des. Suprimió la autonomía y dispuso que los rectores fueran ele-
gidos por el Poder Ejecutivo. La representación estudiantil en los