Antropología
Antropología
Antropología
Las facetas diversas del ser humano implicaron una especialización de los campos de
la Antropología. Cada uno de los campos de estudio del ser humano implicó el
desarrollo de disciplinas que actualmente son consideradas como ciencias
independientes, aunque mantienen constante diálogo entre ellas. Se trata de la
Antropología física, la Arqueología, la Lingüística y la Antropología social. Con mucha
frecuencia, el término Antropología solo se aplica a esta última, que a su vez se ha
diversificado en numerosas ramas, dependiendo de la orientación teórica, la materia
de su estudio o bien, como resultado de la interacción entre la Antropología social y
otras disciplinas.
Desde el final del siglo XIX el enfoque adoptado por los primeros antropólogos fue
puesto en tela de juicio por las siguientes generaciones. Después de la crítica de
Franz Boas a la antropología evolucionista del siglo XIX, la mayor parte de las teorías
producidas por los antropólogos de la primera generación se considera obsoleta. A
partir de entonces, la Antropología vio la aparición de varias corrientes durante el siglo
XIX y el XX, entre ellas la escuela culturalista de Estados Unidos, el Estructural-
funcionalismo, el Estructuralismo antropológico, la Antropología marxista, el
Procesualismo, el Indigenismo, etc.
La antropología es, sobre todo, una ciencia integradora que estudia al hombre en el
marco de la sociedad y cultura a las que pertenece, y, al mismo tiempo, como
producto de éstas. Se la puede definir como la ciencia que se ocupa de estudiar el
origen y desarrollo de toda la gama de la variabilidad humana y los modos de
comportamientos sociales a través del tiempo y el espacio; es decir, del proceso bio
social de la existencia de la especie humana.
Índice
1 Antecedentes
2 Historia
6 Historia de la Antropología
10 Véase también
11 Notas
12 Referencias
13 Enlaces externos
Antecedentes
Se atribuye al explorador François Perón haber sido quien uso por primera ocasión el
término antropología. Perón recogió en esa obra un conjunto de datos sobre los
aborígenes de Tasmania, que fueron casi exterminados en los años que siguieron al
paso de Péron por la isla. Sin embargo, Péron no fue el primero ni el más antiguo de
quienes estaban interesados en la cuestión de la diversidad humana y sus
manifestaciones.
El estudio del ser humano viene de muy antiguo. Ya Herodoto (484-425 a.C.) en sus
Historias nos cuenta las diferencias entre los distintos habitantes del mundo (libia,
Egipto, Grecia, Asia Menor), y nos habla de las diferencias de cráneo entre egipcios y
persas. Hipócrates (460-377 a.C.) lanza la teoría de que el medio influye en los
caracteres físicos del hombre, y llama la atención sobre las diferencias de quienes
habitan climas distintos. Aristóteles (384-322 a.C.) estudia al hombre por ser el animal
más complejo. Llama la atención sobre el tamaño de su cráneo, mucho mayor que en
el resto de animales, así como sobre su carácter bípedo y que es el único animal
capaz de deliberar y reflexionar
Historia
Por razones que tienen que ver con el proyecto de la New Republica norteamericana,
y sobre todo con el problema de la gestión de los asuntos indios, la antropología de
campo empezó a tener bases profesionales en Estados Unidos en el último tercio del
s. XIX, a partir del Bureau of American Ethnology y de la Smithsonian Institution. El
antropólogo alemán Franz Boas, inicialmente vinculado a este tipo de tarea,
institucionalizó académica y profesionalmente la Antropología en Estados Unidos. En
la Gran Bretaña victoriana, Edward Burnett Tylor y posteriormente autores como
William Rivers y más tarde Bronisław Malinowski y Alfred Reginald Radcliffe-
Browndesarrollaron un modelo profesionalizado de Antropología académica. Lo mismo
sucedió en Alemania antes de 1918.
En todas las potencias coloniales de principios de siglo (salvo en España) hay esbozos
de profesionalización de la Antropología que no acabaron de cuajar hasta después de
la II Guerra Mundial. En todos los países occidentales se incorporó el modelo
profesional de la Antropología anglosajona. Por este motivo, la mayor parte de la
producción de la Antropología social o cultural antes de 1960 —lo que se conoce como
modelo antropológico clásico— se basa en etnografías producidas en América, Asia,
Oceanía y África, pero con un peso muy inferior de Europa. La razón es que en el
continente europeo prevaleció una etnografía positivista, destinada a apuntalar un
discurso sobre la identidad nacional, tanto en los países germánicos como en los
escandinavos y los eslavos.
La antropología es una ciencia que estudia las respuestas del ser humano ante el
medio, las relaciones interpersonales y el marco sociocultural en que se desenvuelven,
cuyo objeto va a ser el estudio del hombre en sus múltiples relaciones; además
estudia la cultura como elemento diferenciador de los demás seres humanos. Estudia
al hombre en su totalidad, incluyendo los aspectos biológicos y socioculturales como
parte integral de cualquier grupo o sociedad. Se convirtió en una ciencia empírica que
reunió mucha información, además fue la primera ciencia que introdujo el trabajo de
campo y surge de los relatos de viajeros, misioneros, etc. Autores como Manuel
Marzal (1998: 16), sostienen que Antropología Cultural, Antropología Social y
Etnología son la misma disciplina.
Campos de acción de la Antropología
La Antropología, como ciencia que pretende abarcar los fenómenos del ser humano
como parte de una sociedad, se ha diversificado en sus métodos y sus teorías. La
diversificación obedece al interés por rendir mejor cuenta de los procesos que enfrenta
la especie en diversas dimensiones. De acuerdo con la American Anthropological
Association (AAA), los cuatro campos de la Antropología son la Antropología biológica,
la Antropología cultural, la Arqueología y la Antropología lingüística.
Roman Jakobson plantea que «los antropólogos nos prueban, repitiéndolo sin cesar,
que lengua y cultura se implican mutuamente, que la lengua debe concebirse como
parte integrante de la vida de la sociedad y que la lingüística está en estrecha
conexión con la antropología cultural». Para él, la lengua, como el principal sistema
semiótico, es el fundamento de la cultura: «Ahora sólo podemos decir con nuestro
amigo McQuown que no se da igualdad perfecta entre los sistemas de signos, y que el
sistema semiótico primordial, básico y más importante, es la lengua: la lengua es, a
decir verdad, el fundamento de la cultura. Con relación a la lengua, los demás
sistemas de símbolos no pasan de ser o concomitantes o derivados. La lengua es el
medio principal de comunicación informativa».
Ramas y subramas
Autores como Lorena Campo (2008: 38), consideran a la arqueología como rama que
se desprende de la antropología cultural. En todo caso, de la Arqueología se pueden
citar las siguientes subramas:
Cada una de las ramas ha tenido un desarrollo propio en mayor o menor medida. La
diversificación de las disciplinas no impide, por otro lado, que se hallen en interacción
permanente unas con otras. Los edificios teóricos de las disciplinas antropológicas
comparten como base su interés por el estudio de la humanidad. Sin embargo,
metonímicamente en la actualidad, cuando se habla de antropología, por antonomasia
se hace referencia a la antropología social.
El origen de la pregunta antropológica
A pesar de que todos los pueblos comparten esta inquietud, es en Occidente donde,
por condiciones históricas y sociales particulares, adquiere una importancia superior.
Es innegable que ya Hesíodo, Heródoto, y otros clásicos indagaban en estas
diferencias. Sin embargo, cuando Europa se halló frente a pueblos desconocidos y
que resultaban tan extraordinarios, interpretó estas exóticas formas de vida ora
fascinada, ora sobrecogida.
Antropología moderna
Para el establecimiento de una ciencia que incorporase las teorías filosóficas y los
programas generales ya elaborados, serían necesarios ciertos avances metodológicos
que no tuvieron lugar hasta finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. En esta
época se producen las primeras clasificaciones raciales sistemáticas, como las de
Linneo (1707-1778) y J. Blumenbach (1752-1840). Durante este mismo período surgió
la lingüística moderna, dominada durante el s. XIX por la idea de que los idiomas
podían clasificarse en familias y que los pertenecientes a una misma familia eran
ramas de un tronco común más antiguo. Ello dio lugar al desarrollo de métodos
comparativos sistemáticos con el fin de poder reconstruir el idioma ancestral.
Por otro lado, la reacción romántica contra el movimiento ilustrado —que tuvo su
corazón en Alemania— fue el contexto en el que filósofos como Herder y,
posteriormente, Wilhelm Dilthey, escribieron sus obras. En ellas se puede rastrear el
origen de varios conceptos centrales en el desarrollo posterior de la antropología.
Estos movimientos intelectuales en parte lidiaron con una de las mayores paradojas de
la modernidad: aunque el mundo se empequeñecía y se integraba cada vez más, la
experiencia de la gente del mundo resultaba más atomizada y dispersa. Como Karl
Marx y Friedrich Engels observaron en la década de 1840:
Todas las viejas industrias nacionales, han sido o están siendo destruidas a diario.
Son desplazadas por nuevas industrias, cuya introducción, se convierte en un tema de
vida o muerte para las naciones civilizadas, por industrias que no trabajan sólo con
materias primas locales, sino también, con materias primas traídas de los lugares más
remotos; industrias cuyos productos, no son consumidos solo por la población local,
sino también por gente de todo el globo. En lugar de las antiguas demandas de
consumo, satisfechas por la producción del país, encontramos nuevas necesidades,
requiriendo para su satisfacción, productos de lugares y climas distantes. En lugar del
antiguo aislamiento nacional y la auto-suficiencia, tenemos relaciones en todas las
direcciones, interdependencia universal de naciones.
Tanto basándose en los métodos de las ciencias naturales, como también creando
nuevas técnicas que involucraban no solo entrevistas estructuradas sino la consabida
«observación participante» desestructurada, y basada en la nueva teoría de la
evolución a través de la selección natural, propusieron el estudio científico de la
humanidad concebida como un todo. Es crucial para este estudio el concepto de
cultura. La cultura ha sido definida en la antropología de las formas más variadas,
aunque es posible que exista acuerdo en su conceptualización como una capacidad
social para aprender, pensar y actuar. La cultura es producto de la evolución humana y
elemento distintivo del Homo sapiens y, quizás, a todas las especies del género Homo,
de otras especies, y como una adaptación particular a las condiciones locales que
toman la forma de credos y prácticas altamente variables. Por esto, la «cultura» no
solo trasciende la oposición entre la naturaleza y la consolidación; trasciende y
absorbe peculiarmente las distinciones entre política, religión, parentesco, y economía
europeas como dominios autónomos. La antropología por esto supera las divisiones
entre las ciencias naturales, sociales y humanas al explorar las dimensiones
biológicas, lingüísticas, materiales y simbólicas de la humanidad en todas sus formas.
La antropología francesa tiene una genealogía menos clara que las tradiciones inglesa
o estadounidense. Muchos comentaristas consideran falsamente a Marcel Mauss
como el fundador de la tradición antropológica francesa. Mauss era un miembro del
grupo del Annee Sociologi que, la revista dirigida por su tío Émile Durkheim y mientras
Mauss estudiaba la situación de las sociedades modernas, Mauss y sus colaboradores
(como Henri Hubert y Robert Hertz) recurrieron a la etnografía y filología para analizar
las sociedades que no estaban tan diferenciadas como las naciones-estado europeas.
En particular, en el Ensayo sobre los dones se probaría de relevancia permanente en
los estudios antropológicos acerca de la redistribución de los bienes y la reciprocidad.
Sin embargo, fue sobre todo Claude Lévi-Strauss quien ayudó a institucionalizar esta
ciencia en Francia. Además de la trascendencia del estructuralismo, Lévi-Strauss
estableció vínculos con antropólogos estadounidenses e ingleses. Al mismo tiempo
estableció centros y laboratorios por toda Francia para proveer de un contexto
institucional para la antropología mientras entrenaba a estudiantes influyentes como
Maurice Godelier o Françoise Héritier que se volvería muy influyente en su escuela.
Muchas particularidades de la antropología francesa actual son consecuencia de que
se investigue en laboratorios privados más que en universidades.
El culturalismo estadounidense
La publicación del libro Anthropology (Antropología), escrito por Alfred Kroeber, marcó
un punto clave en la antropología estadounidense. Tras décadas de recopilación
crecieron las ganas de generalizar. Eso fue más evidente en los estudios sobre cultura
y personalidad llevados a cabo por boasianos como Margaret Mead (1967), Ralph
Linton (1972) y Ruth Benedict (1964). Influenciados por Sigmund Freud y Carl Jung.
Estos autores analizaron cómo las fuerzas socio-culturales forjan la personalidad
individual.
El funcionalismo británico
Mientras que el antropólogo particularista Franz Boas insistía en prestar atención a los
detalles, en Gran Bretaña la antropología moderna fue formada mediante el rechazo
de reconstrucción histórica en el nombre de una ciencia de la sociedad que se
concentraba en analizar cómo se mantenían las sociedades en el presente.
Las dos personas más importantes en esta tradición fueron Alfred Reginald Radcliffe-
Brown y Bronislaw Malinowski, quienes lanzaron sus obras seminales en 1922. Las
investigaciones iniciales de Radcliffe-Brown en las islas Andamán fue realizada al
estilo antiguo, pero luego de leer a Émile Durkheim publicó el relato de su
investigación (simplemente titulado Andaman Islanders) que estaba muy influenciado
por el sociólogo francés.
Tanto Malinowski como Radcliffe-Brown tuvieron éxito gracias a que, como Boas,
entrenaron activamente a sus estudiantes y desarrollaron instituciones que ayudaron a
sus ambiciones programáticas, en especial en el caso de Radcliffe-Brown, que
esparció sus planes para la antropología social enseñando en universidades a lo largo
de toda la Mancomunidad Británica de Naciones. Desde fines de los años 1930 hasta
el período posguerra se editaron una serie de monografías y volúmenes editados que
establecieron el paradigma de la antropología social británica. Las etnografías más
famosas incluyen Los Nuer, de Edward Evan Evans-Pritchard, y The Dynamics of
Clanship Among the Tallensi por Meyer Fortes, mientras que los volúmenes más
conocidos que fueron editados incluyen Sistemas africanos de parentesco y
matrimonio y Sistemas políticos africanos.
Durante las siete décadas que duró la experiencia socialista en la extinta URSS, se
desarrolló un particular método de etnografía, en particular analizando el impacto de la
experiencia socialista en la cultura, así como el estudio de la diversidad cultural en la
URSS. Uno de sus exponentes más importantes es Pavel Ivanov Kouchner.
La antropología en Latinoamérica
En la década de los años 1980 la cuestión del poder —analizada por Eric Wolf en
Europa y los pueblos sin historia— fue central en la disciplina. Libros como
Anthropology and the Colonial En counter consideraron los vínculos entre la
antropología y la inequidad colonial, al tiempo que la amplia popularidad de teóricos
como Antonio Gramsci y Michel Foucault llamaron la atención hacia los temas del
poder y la hegemonía. El género y la sexualidad se convirtieron en temas centrales. Lo
mismo ocurrió con la relación entre historia y antropología, relación analizada por
Marshall Sahlins, que llevó a Lévi-Strauss y Fernand Braudel a examinar la relación
entre la estructura social y el agente individual.
A finales de los ochenta autores como George Marcus y Clifford Geertz cuestionaron
la autoridad etnográfica, particularmente en el cómo y el por qué es posible el
conocimiento y la autoridad de la antropología. La crítica de estos autores se centra en
la supuesta «neutralidad» de los etnógrafos. Forma parte de la tendencia
posmodernista contemporánea. En los últimos años (1990–2006) los antropólogos han
prestado más atención a la medicina y biotecnología, la globalización, los derechos
indígenas y la antropología urbana. Es importante señalar que, en especial, los dos
últimos temas (derechos indígenas y antropología urbana) se encontraban presentes
en la discusión antropológica de los países latinoamericanos. Como ejemplo tenemos
el análisis de la cultura de la pobreza, emprendido por Oscar Lewis en la ciudad de
México en la década de los cincuenta, y los trabajos de la corriente indigenista
latinoamericana surgida a partir de la década de 1930 y que concluye con el México
profundo de Guillermo Bonfil.
Algunos problemas éticos surgen de la sencilla razón de que los antropólogos tienen
más poder que los pueblos que estudian. Se ha argumentado que la disciplina es una
forma de colonialismo en la cual los antropólogos obtienen poder a expensas de los
sujetos. Según esto, los antropólogos adquieren poder explotando el conocimiento y
los artefactos de los pueblos que investigan. Estos, por su parte, no obtienen nada a
cambio, y en el colmo, llevan la pérdida en la transacción. De hecho, la llamada
escuela británica estuvo ligada explícitamente, en su origen, a la administración
colonial.
Por último, la antropología tiene una historia de asociaciones con las agencias
gubernamentales de inteligencia y la política antibelicosa. Boas rechazó públicamente
la participación de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, lo mismo que la
colaboración de algunos antropólogos con la inteligencia de Estados Unidos. En
contraste, muchos antropólogos contemporáneos de Boas fueron activos participantes
en esta guerra de múltiples formas. Entre ellos se cuentan las docenas que sirvieron
en la Oficina de Servicios Estratégicos y la Oficina de Información de Guerra. Como
ejemplo, se tiene a Ruth Benedict, autora de El crisantemo y la espada, que es un
informe sobre la cultura japonesa realizado a pedido del Ejército de Estados Unidos.
Los antropólogos, junto con otros científicos sociales, han trabajado con los militares
de EE.UU. como parte de la estrategia del Ejército de EE.UU. en Afganistán. EL
Programa se denomina Human Terrain System (Sistema de Terreno Humano).