Emprendedores de Nuevos Mundos

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SOMOS EMPRENDEDORES

DE NUEVOS MUNDOS
Gerardo González Uribe.

¿COMO NOS DEFINIMOS COMO HUMANOS?


Me gusta concebir al ser humano como animal social que tiene la
posibilidad de inventar mundos, creando permanentemente espacios y
relaciones donde se puede lograr un mejor vivir y convivir. Ese es el
sentido esencial de lo que significa SER EMPRENDEDOR: inventar y mejorar
el mundo donde estamos viviendo.
Ser emprendedor no es una posibilidad, ni una competencia empresarial,
es lo que nos constituye como seres humanos: Somos creadores de
mundo. Innovamos en mejorar la vida cada día.
Hemos sido condicionados a creer que estamos condenados a la vida que
tengo. El destino lo ha definido así o debo sufrir esta vida para ganar un
espacio en el mas allá. O peor aun, le entrego mi soberanía personal a otro
ente, llámese mesías político o religioso para que me defina el destino de
mi vida.
Ahora, que emprender consista en armar una empresa, una familia o una
comunidad de contertulios que se convocan para reflexionar, para mí no
hay diferencia. Pero la noción de que estoy condenado a la vida que tengo,
que es la vida que me tocó por arte del destino, es para mí el gesto
inauténtico de no asumirnos creadores de mundos y solo ser mendigos de
lo que nos quieran dar.
Cuando el ser humano se conecta con el hecho de ser creadores de
mundos, adquiere un nuevo nivel de dignidad y hace que sus vidas sean
vidas que para ellos valen la pena de ser vividas. Y, por el contrario,
cuando no están en contacto con esos fenómenos, la gente se deprime y
pierde el contacto con el propósito de su vida y cae en angustia existencial.
Muy frecuentemente me encuentro con personas que no quieren ser
creadores de nada. No pretenden mejorar el mundo. No consideran que
la vida sea un espacio para construir nada. Simplemente quieren
subsistir, sobrevivir. Me hago entonces la pregunta ¿Por el solo hecho de
estar en sobrevivencia, sin capacidades cognitivas para avizorar un
destino diferente o aun, sin mayores capacidades emocionales de crear
un mejor mundo de mejor convivir, ese ser humano merece respeto y
tiene dignidad? Mi respuesta es contundente, merecen todo el respeto
como un ser vivo en este planeta y merece un sistema social que lo
reconozca y lo apoye, en sus posibilidades, para ampliar su mirada a
nuevos horizontes. Expresé claramente, ”ampliar su mirada a nuevos
horizontes”, y para nada utilizar su ignorancia para ser esclavo de
cualquier alucinación ideológica o religiosa.
“Ampliar la mirada” no significa imponer una mirada desde un poder
dominante, sino desde la serena libertad de la reflexión personal, en un
contexto social, ético y cultural. Este es el trabajo esencial de la
educación: Liberar el espíritu humano y construir la capacidad de realizar
su proyecto de vida. La educación debe formar seres humanos
autónomos, con capacidad de guiarse por sus criterios de vida y su
sensibilidad de construir mundos con otros seres humanos.
La educación, entonces consiste en liberar al EMPRENDEDOR y no
estimular al DEPREDADOR.
EL DEPREDADOR es el ser salvaje que esta latente en el subconsciente
humano, motivado solo por instintos de supervivencia, “matar o morir” y
que diseña su vida abriéndose a codazo limpio, masacrando dignidades y
erigiéndose en patrón y señor de voluntades.
Para el depredador el ser humano es un individuo que busca maximizar
su placer y evitar el dolor, utilizando todos los medios que lo hagan
posible. Las palabras moral y ética son huecas en su nivel de
consciencia. Solo existen resultados con los cuales consolidar su poder e
imagen.
El propósito principal del maestro, profesor, educador es el de servir al
estudiante para que amplíe su mirada, para que se ponga en contacto
con su valentía, para que pueda ver las creencias invisibles que también
forman parte de ella o de él, para que tenga la fuerza para elegir lo que
quiera elegir. Para que aumente su autorrespeto, su autoconfianza y su
autoestima, como bases del poder personal, siguiendo la teoría del
reconocimiento del alemán Alex Honneth, uno de los filósofos más
importantes de la Escuela de Frankfurt. Y mi experiencia es que cuando
eso ocurre, efectivamente, las personas optan por diseñar la vida que
quieren vivir y para crear su nuevo mundo y empezar a anticipar su
futuro, como auténticos emprendedores de mundos posibles.
DIMENSIONES DEL RECONOCIMIENTO
Tres dimensiones del reconocimiento: Honneth identifica tres formas de
reconocimiento que son fundamentales para el desarrollo humano:
reconocimiento afectivo, reconocimiento de derechos y reconocimiento
social. El reconocimiento afectivo se refiere a la necesidad de ser
valorado emocionalmente por los demás, el reconocimiento de derechos
implica ser reconocido como un agente moral con derechos legales y
políticos, y el reconocimiento social se relaciona con ser reconocido como
miembro legítimo de una comunidad o grupo.
Las luchas sociales y políticas son, en última instancia, luchas por el
reconocimiento. Estas luchas pueden manifestarse en diversos ámbitos,
como movimientos por la igualdad racial, de género o de orientación
sexual, y en movimientos sociales más amplios por la justicia y la
inclusión.
El reconocimiento de los demás es fundamental para la formación de la
autoestima y la identidad personal. Cuando los individuos son reconocidos
de manera adecuada en las tres dimensiones mencionadas, desarrollan
una autoestima positiva y una sensación de identidad segura para
emprender nuevos mundos. Por el contrario, la falta de reconocimiento o
el reconocimiento distorsionado lleva a la alienación y la autoestima
negativa.
INCUBADORA DE EMPRESAS, INCUBADORA DE
PROYECTOS O INCUBADORA DE PERSONAS.
El gobierno, cámaras de comercio y universidades, tienen áreas
funcionales enfocadas en incubación de empresas y proyectos, con el
propósito de impulsar el emprendimiento.
El emprendimiento como capacidad de generar empresas orientadas a
producir bienes o servicios y acumular la mayor riqueza posible del
emprendedor y de paso crear empleo, así simplemente. No le ponemos
el adjetivo de empleo digno porque eso no esta en los cálculos del
proyecto.
Si es una incubadora, o un gobierno, o una universidad, y se apuesta
por el emprendimiento y si el emprendimiento no funciona, se pierde
perdiste todo el trabajo y los recursos invertidos, y hay que partir de la
base de que el 90% de ellos terminan fracasando. Pero si en vez de
apostar por el emprendimiento, se estaba apostando por la persona,
por el emprendedor, entonces el hecho de que el emprendimiento haya
fallado da lo mismo, porque lo que tenemos ahora es un emprendedor
más sabio, que tiene más capacidades, que al haber fracasado es
mucho más hábil. Por lo tanto, cuando estamos comprometido con el
desarrollo sostenible de una región y para ello se fortalece su
ecosistema de emprendimiento e innovación, apostando por el
emprendedor y no por el emprendimiento, todo fracaso es una gran
noticia que hay que celebrar.
Mientras más fracasos haya en un ecosistema, tendremos más
emprendedores que realmente tienen la experiencia de darlo todo y
perder, y más posibilidades de que surjan emprendimientos y
emprendedores exitosos, que actúan desde una experiencia y saben
navegar en la incertidumbre.
Se aprende principalmente de nuestros fracasos, no de nuestros
aciertos.
Entonces, lo que estábamos tratando de decir es, que, desde el punto de
vista del ecosistema, cuando evaluemos, no evaluemos la inversión como
una apuesta a un emprendimiento, evaluemos la inversión como la
apuesta en el emprendedor. Y, por lo tanto, miremos lo que estamos
haciendo para incubar a nuestros emprendedores, que redes de soporte
les estamos proveyendo, cómo les estamos ampliando sus visiones de
mundo, cómo les estamos fortaleciendo sus habilidades de gestión y
cómo los estamos integrando a comunidades globales donde se cultive el
espíritu emprendedor. El emprender es un ecosistema en donde el
emprendedor fortalece su visión y amplia su mirada en conversaciones
con otros emprendedores.
Ahora bien , hay una dimensión quizás más profunda, y es que tenemos
que pensar en cuáles son los roles, cuáles son los compromisos
existenciales, cuáles son las estructuras emocionales, cuáles son las
profesiones, cuáles son las mentes, en definitiva, cuáles son las personas
que estamos incubando para los desafíos que se nos vienen.
Tenemos un sistema educacional que está súper comprometido con
entregarnos, bien regular o pésimamente, todo el conocimiento que,
según ellos, necesitamos para que tengamos todo lo que necesitamos
saber para danzar hábilmente en el siglo XXI. Pero queda la pregunta:
¿quiénes necesitamos ser para danzar hábilmente en el siglo
XXI? Y en eso, mi sensación es que el sistema educacional tradicional
tiene una reflexión muy limitada. Está ciertamente en las discusiones
filosóficas de las instituciones, pero en la práctica, el currículum está
diseñado no para ayudarnos en quienes necesitamos ser, sino para
asegurarse de que sepamos qué necesitamos saber. Nos entregan un
saber, sin ser y mucho menos sin un ser ético.
Cuando pienso en emprendimiento, no lo entiendo como algo vinculado
al mundo empresarial. Lo distingo como una conversación más profunda
sobre en qué consiste ser humano. Un ser humano construyendo
el mundo en que quiere vivir y convivir.

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