Ficha Mercado de Trabajo

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INDICADORES DEL MERCADO DE TRABAJO

1.- Objetivos, usos y fuente de datos de las estadísticas sobre mercado de trabajo

El mercado de trabajo es el lugar de encuentro de quienes ofrecen su fuerza de trabajo


(los trabajadores) y quienes demandan trabajo (las empresas y organizaciones públicas y
privadas). Los sistemas estadísticos de los países realizan diversos esfuerzos por
recopilar información referida al mercado de trabajo, ya que la misma resulta de mucha
relevancia por distintos motivos.
Por un lado, el mercado laboral está estrechamente ligado con la actividad productiva de
la economía, los aspectos coyunturales del mercado laboral se explican por los vaivenes
de la actividad económica, y a su vez ayudan a dimensionar mejor estas fluctuaciones.
Por otro lado, el ingreso proveniente del mercado laboral constituye una parte
fundamental del ingreso de los hogares (alrededor del 70% en Uruguay), por lo que
resulta relevante la consideración de lo que acontece en el mercado laboral para evaluar
el bienestar de las familias, a través de los indicadores de pobreza y distribución del
ingreso. En el mismo sentido, el análisis de las variables vinculadas al mercado laboral
es imprescindible para el diseño de políticas económicas, y específicamente de políticas
de empleo y de capacitación laboral, y para definir la orientación del sistema educativo.
Las estadísticas de mercado laboral también pueden resultar útiles para una empresa
que, por ejemplo, esté evaluando la instalación o ampliación de sus actividades en
determinada zona. A esta empresa le será de gran utilidad contar con información
clasificada de la población que considere las áreas geográficas; de este modo podrá
prever posibles dificultades en la contratación de mano de obra, etc.
Además, el estudio del mercado laboral permite conocer el potencial productivo del país
en lo que refiere a los recuros humanos y su calificación. Para la concreción de la
producción de un país, uno de los factores productivos fundamentales es el capital
humano, entendido no sólo como el número de trabajadores disponibles sino
considerando también su “calidad”. El concepto de capital humano surge por analogía al
de capital físico. Así como las empresas invierten en capital físico, los individuos
invierten en capital humano, principalmente educación, para obtener mayores retornos
(salarios) en el futuro.
Se precisa una oferta educativa adecuada para proporcionar las calificaciones que se
demandan, y que varian con el cambio tecnológico.
Por las razones expuestas, todos los países realizan esfuerzos de recopilación de
información referida al mercado laboral, y lo hacen siguiendo criterios internacionales
que permiten la comparación de las estadísticas laborales de distintos países. En nuestro
país, el organismo encargado de la recolección de esta información es el Instituto
Nacional de Estadística (INE), que recopila esta información atendiendo a las
recomendaciones y definiciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Estas recomendaciones surgen de la Conferencia Internacional Estadísticos del Trabajo
(C.I.E.T.), donde se formulan y revisan criterios internacionales sobre diversos aspectos
de las estadísticas de mercado laboral (estadísticas e indicadores del trabajo decente,
horas de trabajo, medición del empleo informal, integración del género en las estadísticas del
trabajo, estadísticas de seguridad y salud en el trabajo, estadísticas de afiliación sindical y
acuerdos/convenios de negociación colectiva).
En Uruguay, la principal fuente de información para la elaboración de los indicadores
del mercado de trabajo es la Encuesta Continua de Hogares (ECH), que consiste en una
encuesta que se realiza durante todo el año a los hogares particulares con el cometido de
recolectar datos socioeconómicos de los hogares y sus integrantes. Es elaborada por la
División Estadísticas Socio-Demográficas del INE. La encuesta se releva desde 1968.
En 2006 pasó a representar, luego de muchos años de no hacerlo, a la totalidad de
hogares del país, ya que se incluyen las áreas rurales y las localidades urbanas menores.
También los Censos de Población y Vivienda, que se realizan aproximadamente cada 10
años, recogen información sobre la condición de actividad de los individuos, aunque no
relevan información sobre sus ingresos.

Clasificación de la población

A los efectos de obtener indicadores del mercado de trabajo y según las recomendaciones de la
O.I.T. se clasifica la población a distintos niveles siguiendo diversos criterios.

En un primer nivel, la población total (P.T.) del país puede ser clasificada en dos grupos, de
acuerdo con su edad. Por lo tanto una primera distinción es entre población en edad de trabajar
(P.E.T.) y población no en edad de trabajar (P.N.E.T.).
P.T. = P.E.T. + P. N. E.T.
En Uruguay el INE estableció como límite para la PET los 14 años, es decir que la Población en
Edad de Trabajar en Uruguay son los individuos de 14 años y más. En ningún caso el
INE. ha fijado edad máxima, de modo que sin importar que tan anciana sea una persona siempre se
la considera en edad de trabajar. Otros países, respondiendo a las características propias de su
población, fijaron distintos topes. Por ejemplo la edad mínima para ser considerado en edad de
trabajar en Egipto son 6 años, en Brasil 10 años y en Suecia, Inglaterra y Estados Unidos 16 años.
Puede argumentarse que los distintos límites fijados por las oficinas estadísticas de cada
país introducen heterogeneidad en las mediciones y por ende invalidan las comparaciones
internacionales -por ejemplo para un mismo mercado laboral, un indicador que refleje el cociente
entre la población en edad de trabajar y la población total será mayor cuando menor sea la edad
mínima para ser considerado en edad activa.

En un segundo nivel de desagregación, se descompone la población en edad de trabajar


según su condición de actividad. Esta se determina mediante una clasificación general
de la población que permite establecer si una persona es o no económicamente activa.
Así, se distingue entre quienes ejercen o buscan ejercer alguna actividad económica y
quienes no trabajan ni realizan gestiones para obtener un empleo. El primer grupo
constituye la población económicamente activa (P.E.A.), que se define como el
conjunto de todas las personas en edad de trabajar que trabajan o buscan trabajo
activamente. El segundo grupo define la población económicamente inactiva (P.E.I.).
P.E.T. = P.E.A. + P.E.I.
En este nivel, es necesario hacer dos precisiones: una respecto al concepto de actividad
económica y otra respecto al período de referencia. A partir la decimotercera C.I.E.T.
(1982), se define el concepto de actividad económica en términos de la producción de
bienes y servicios tal como han sido establecidos en el Sistema Revisado de Cuentas
Nacionales (S.R.C.N.) de Naciones Unidas. Una persona será considerada
económicamente activa si y solo si contribuye o busca contribuir a la producción de
bienes y servicios que están dentro de los límites de producción del S.R.C.N. Por ejemplo, un ama
de casa que realiza tareas domésticas para autoconsumo del hogar al que pertenece será considerada
económicamente inactiva, mientras que una persona que venda sus servicios como
empleada doméstica a otro hogar será considerada económicamente activa en las estadísticas
laborales.

En el tercer nivel de la clasificación, dentro de la población económicamente


inactiva, se distinguen estudiantes, amas de casa, pensionistas, jubilados, rentistas, etc.
siempre que no trabajen ni deseen hacerlo. El I.N.E. clasifica la P.E.I. en las siguientes
categorías: a) personas que se ocupan del cuidado de su hogar, b) estudiantes, c) personas que sin
desarrollar ninguna actividad económica, perciben ingresos (pensionistas, jubilados, rentistas, etc.).
Un estudiante que además trabaja, aún cuando sea a tiempo parcial, forma parte de la PEA para las
estadísticas laborales; lo mismo sucede con un jubilado que continúa trabajando.
Suele haber personas que desean trabajar y están disponibles para ello, pero han
abandonado la búsqueda de trabajo por creer que no lo encontrarán. Este fenómeno es
especialmente importante en las épocas de crisis económica. A este grupo se le llama trabajadores
desalentados (T.D.) o desocupados ocultos (D.O.) en contraposición con los demás inactivos,
inactivos plenos (I.P.), que no tienen vinculación actual ni potencial con el mercado de trabajo.
Estos trabajadores desalentados, al igual que los desempleados, representan recursos humanos
ociosos, pero no son captados por las estadísticas laborales, ya que figuran como inactivos. Es por
ello que se argumenta que la tasa de desempleo subestima el verdadero desempleo durante las
recesiones económicas. Es decir que dentro de la PEI se agrupan los trabajadores desalentados o
desocupados ocultos y los inactivos plenos, aún cuando no son distinguibles a los efectos de las
estadísticas.
P.E.I. = T.D. + I.P. = D.O. + I.P.
La población económicamente activa se divide en los ocupados (O.) y los desocupados abiertos (D.)
(a menos que se indique lo contrario, al referirse al desempleo se hace alusión al desempleo
abierto). Las personas ocupadas son todas aquellas personas en edad de trabajar, que se encuentran
trabajando en forma remunerada o no, o que no están trabajando por situaciones coyunturales (es el
caso de quienes no están trabajando por estar de vacaciones, por enfermedad, accidente,
conflicto de trabajo o interrupción del trabajo a causa del mal tiempo, averías, falta de
materiales o materias primas) pero retornarán a su trabajo a la brevedad.
P.E.A. = O. + D.
Dentro de los ocupados, el INE distingue diferentes categorías de ocupación. Así, se clasifica a los
ocupados en asalariados privados, asalariados públicos, miembros de cooperativa de producción,
patrón con personal a su cargo, trabajador por cuenta propia (con o sin local) y trabajador no
remunerado. Los asalariados son quienes trabajan en relación de dependencia, percibiendo
remuneraciones en dinero o en especie. Los trabajadores por cuenta propia son las personas que, sin
depender de un patrón, explotan su propia empresa sin ocupar a ningún trabajador remunerado. Se
distingue entre los que han realizado inversiones en bienes de capital (edificios, vehículos,
maquinaria o equipo), que se denominan trabajadores por cuenta propia con local, y los que no
(principalmente vendedores ambulantes).
Al interior de los ocupados se pueden distinguir los empleos que no presentan restricciones
(ocupados plenos) y aquellos donde existen algunas restricciones. Estas
restricciones se analizan en detalle en la sección siguiente.
O. = sin restricciones (O.P.) + con restricciones
Los ocupados plenos son quienes, teniendo alguna ocupación, declaran no estar en
capacidad o no tener deseo de trabajar más. Dentro de los ocupados plenos se incluyen
los trabajadores de tiempo completo y quienes trabajan a tiempo parcial voluntariamente.
O.P. = Tiempo completo + Tiempo parcial
Las personas desocupadas son todas las personas de 14 o más años de edad que durante
el período de referencia no estaban trabajando por no tener empleo, pero que buscaban
un trabajo remunerado o lucrativo, y que se encuentran disponibles para comenzar a
trabajar. Esta categoría comprende a las personas que trabajaron antes pero perdieron su empleo
(desocupados propiamente dichos) y aquellas que buscan su primer trabajo.
Dentro de los primeros, se incluyen quienes reciben un subsidio estatal (Seguro de Paro). El grupo
de desocupados que buscan trabajo por primera vez está compuesto mayoritariamente por jóvenes
que ingresan al mercado laboral.
D. = Desocupados propiamente dicho + Busca por 1a vez
Calidad del empleo

Tanto a nivel conceptual como en términos de los indicadores a considerar, el abordaje


de la calidad del empleo presenta distintas complejidades. Se han realizado diversos
intentos de conceptualizar y cuantificar aquellos empleos que presentan restricciones o
carencias de algún tipo, que suelen denominarse empleos de menor calidad.
Probablemente la noción más abarcativa y reciente en ese sentido es la de trabajo
decente, concepto adoptado por la OIT desde 1999. En su definición original, se
considera trabajo decente al trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad,
seguridad y dignidad, en el cual los derechos son protegidos y que cuenta con
remuneración adecuada y protección social. El concepto refiere tanto a la cantidad como
a la calidad del trabajo, es un concepto integrativo en cuya realización es necesario
combinar aspectos relativos a los derechos, el empleo, la protección y el diálogo social.
Se trata de un concepto relativamente nuevo y en construcción, y uno de los principales
desafíos es construir indicadores o medidas que reflejen los diversos aspectos
involucrados. No existe un único indicador que refleje estas diversas dimensiones
integrantes de la noción de trabajo decente, sino que es necesario considerar
conjuntamente distintos indicadores.
Se pueden realizar distintas aproximaciones a la temática, entre las más difundidas y de
larga data, se cuentan la informalidad, la desprotección social y el subempleo. Cada una
de estas problemáticas se operativiza a través de la definición de un indicador, que intenta
cuantificar la incidencia de los distintos fenómenos.
- Informalidad
La informalidad refiere así a trabajos de baja productividad en segmentos
marginales de la economía y a unidades económicas de subsistencia, con escasa o nula
capacidad de acumulación. En consecuencia, el concepto de sector informal se asocia a los
ocupados con ingresos insuficientes en actividades de baja productividad, pero funcionales al resto
de la economía. La persistencia de las actividades informales se debe a la insuficiencia de demanda
o de oportunidades laborales en el sector formal o moderno, lo cual crea un excedente de mano de
obra, ya sea por el escaso crecimiento económico y/o por el rápido crecimiento demográfico. Las
características típicas del trabajo informal que suelen destacarse se refieren a emprendimientos de
tamaño pequeño, que utilizan tecnologías simples, con escasa dotación de capital físico, con escasa
división en la propiedad de los medios de producción, y que operan generalmente fuera del marco
legal institucional (Tokman, 2001).
La 15a Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET) propone la cuantificación del
empleo informal como el que abarca una o más de las siguientes categorías: servicio doméstico,
autoempleo -excluyendo administradores y profesionales-, trabajo familiar no remunerado y trabajo
en pequeñas empresas que tienen menos de cinco empleados. La delimitación operativa no es
estricta, sino que se concede flexibilidad a los países para definir y medir el sector informal.

.- Desprotección social

Una de las características salientes del empleo informal es la desprotección social, entendida como
la falta de acceso de los trabajadores a las prestaciones de la seguridad social, por no realizar los
aportes correspondientes. Sin embargo, y como fuera discutido en el punto anterior, la concepción
tradicional de informalidad se asocia más al tipo de establecimiento y no necesariamente implica
falta de protección social. Sin embargo, el indicador de trabajadores sin cobertura de la seguridad
social, sin importar el tamaño del establecimiento o la categoría ocupacional, es sin duda relevante
para reflejar la calidad del empleo. En muchas ocasiones este indicador se denomina también
informalidad, aunque en un sentido diferente a la concepción tradicional.
Subempleo

De acuerdo con la Conferencia Internacional de Estadísticas del Trabajo de 1966, el subempleo


existe "cuando la ocupación que tiene una persona es inadecuada respecto a
determinadas normas o a otra ocupación posible”. Intenta reflejar la subutilización de la mano de
obra en el mercado de trabajo.
La categoría de subempleo se aproxima a través de los conceptos de subempleo invisible (S.I.) y
subempleo visible (S.V.). El subempleo invisible es un concepto analítico que refleja una mala
distribución de los recursos de mano de obra o un desequilibrio fundamental entre la mano de obra
y otros factores de producción. Sus síntomas característicos son el bajo nivel de ingresos, el
aprovechamiento insuficiente de la calificación del trabajador y la baja productividad. A modo de
ejemplo, un abogado que trabaje en un estudio jurídico pero sacando fotocopias, es un subempleado
invisible, aunque a los efectos de las estadísticas del mercado laboral figura como un
ocupado. El subempleo visible es un concepto estadístico que refleja insuficiencia del
volumen de empleo y puede medirse directamente por medio de encuestas.
En la práctica, la medición del subempleo se limita al subempleo visible. La XVI
Conferencia de Estadística del Trabajo de la OIT define operativamente el concepto de
subempleo visible. Se considera subempleados visibles a las personas con trabajo, que
trabajan menos de cuarenta horas semanales y desean y están disponibles para trabajar
más horas.

El desempleo

¿Qué es y qué tipos existen?


El desempleo surge cuando la oferta de trabajo, que representa a todas las personas que desean
trabajar, supera a la demanda de trabajo, la que determina el número de personas efectivamente
empleadas.
La tasa de desempleo (TD) compara el total de desempleados de la economía con respecto a la
población económicamente activa (PEA).

Tipos de desempleo: friccional, estructural y cíclico


El origen del desempleo no es uno solo, sino que existen varios tipos, que reflejan la distinta
naturaleza del mismo.

i) El desempleo friccional. En todo momento en la economía existen personas que están


transitoriamente desempleadas: algunas dejan su empleo para buscar uno mejor, otras se mudan de
región para buscar un nuevo trabajo, otras están desempleadas porque la empresa donde trabajaban
está atravesando un período de crisis, otras porque se están incorporando por primera vez al merca-
do de trabajo y no consiguen un empleo en forma instantánea. Lo importante es que este tipo de
desempleados lo son en forma transitoria: en un período más o menos breve encontrarán otra
ocupación, aunque la duración del desempleo varía según cada situación. Sin embargo, aunque los
desempleados en esta categoría no son los mismos, siempre habrá nuevos trabajadores en esta situa-
ción. Este tipo de desempleo surge porque los ajustes en el mercado de trabajo no se dan en forma
instantánea, sino que existen fricciones que retrasan la obtención de un nuevo puesto de trabajo. Las
principales fricciones están dadas por la falta de información completa sobre las condiciones del
mercado, los costos de transacción que suponen cambiar de trabajo y la rigidez de los
contratos salariales.
ii) El desempleo estructural. Este tipo de desempleo surge por un desajuste entre la calificación
requerida por las empresas y la calificación de los trabajadores. El cambio técnico y la mayor
automatización de la producción hace que se requiera una mayor y más específica calificación de la
mano de obra; pero si ésta no se realiza, los puestos de trabajo para personas calificadas pueden
quedar vacantes por un tiempo prolongado. Desde el punto de vista del empleo, los trabajadores que
no cumplen los requisitos de calificación demandados pueden enfrentarse a largos períodos de
desempleo. Esto implica la coexistencia de vacantes que no pueden ser llenadas con trabajadores
desempleados.
De esta forma, el desempleo estructural es relativamente más permanente que
el friccional.
iii) El desempleo cíclico. Este tipo de desempleo depende de la marcha de la economía: cuando el
PBI se expande rápidamente, la mayor producción provoca la necesidad de contratar más
trabajadores, por lo que el desempleo disminuye. En cambio en las recesiones, al disminuir el gasto
total, la producción también lo hace, con lo que se despiden trabajadores, por lo que, el desempleo
aumenta.
Al desempleo friccional se le suele agrupar junto con el estructural en la llamada tasa natural de
desempleo. Esta tasa muestra el nivel mínimo de desempleo que experimenta una economía, aún en
períodos de crecimiento pues, a diferencia del desempleo cíclico, éste no depende del nivel de
actividad. En la realidad, la tasa de desempleo nunca es cero: siempre hay trabajadores que
están cambiando de trabajo y otros que no tienen las calificaciones necesarias
para ocupar los puestos ofrecidos.

4.- Indicadores del mercado de trabajo

Con el objetivo de medir las diferentes categorías descritas en los apartados anteriores,
se define una serie de indicadores del mercado laboral. En esta sección se describen
estos indicadores.
.- Indicadores de oferta de mano de obra
Se denomina oferta de trabajo a las personas que están dispuestas a trabajar al salario
vigente en el mercado. Tanto los individuos que trabajan como los que buscan trabajo
integran la oferta laboral. Una persona que ofrece su fuerza laboral en el mercado está
demandando un puesto de trabajo.
Para medir el tamaño relativo del factor productivo trabajo se utilizan tasas de
participación. Si la comparación se hace entre la población económicamente activa
(P.E.A.) y la población total (P.T.), se obtiene, la tasa bruta de participación (T.B.P.):

TBP = PEA
PT *100

Este indicador muestra que porcentaje de la población está en capacidad y disposición


de ejercer actividades económicas y por consiguiente, es una medida del tamaño
relativo de la oferta laboral de la población. Un problema de la T.B.P. como indicador
de oferta de mano de obra, se observa al comparar dos poblaciones similares salvo en el
tramo de menor edad, de forma que una tenga una mayor cantidad de niños, la sociedad
con más niños tendrá una menor T.B.P.
Más común es establecer la comparación entre la P.E.A. y la población en edad de
trabajar (P.E.T.), obteniendo un indicador que se conoce con el nombre de tasa global
de participación o más comúnmente tasa de actividad (T.A.):

TA= PEA *100


PET

.- Indicador de demanda de mano de obra

La demanda de trabajo es la cantidad de personas que las empresas están dispuestas a


ocupar al salario vigente. Es decir que las empresas al demandar trabajo están
ofreciendo los puestos de trabajo vacantes.
Una medida del tamaño relativo de la demanda laboral, es la tasa de empleo (T.E.) o
tasa de ocupación (T.O.) que se define como el cociente entre el total de ocupados (O)
y la población en edad de trabajar e indica que parte de todos los que podrían tener
trabajo efectivamente lo tienen.
TE = TO = O
PET *100

4.3.- Desajuste entre la oferta y la demanda de trabajo: el desempleo


Como resultado de la interacción entre la oferta y la demanda de trabajo surge una
variable fundamental del mercado de trabajo: la tasa de desempleo. La tasa de
desempleo (T.D.) o tasa de desempleo abierto (T.D.A.) se define como el cociente
entre el desempleo abierto y la P.E.A.
TDA = TD = D
PEA *100

Inserción laboral de los profesionales en Uruguay

¿En qué medida los trabajadores con estudios universitarios presentan inserciones
laborales específicas con respecto a los trabajadores con otros niveles educativos?.
Llevar a cabo estudios universitarios implica prolongar el período de inversión en
capital humano luego de culminar secundaria, es por ello que una señal del grado de
absorción de estas calificaciones en el mercado es encontrar un premio –en término de
retribuciones- para los trabajadores con estudios universitarios respecto a los egresados
de secundaria. Los resultados del análisis realizado por Bucheli (2000) indican que los
egresados universitarios adquieren calificaciones específicas que resultan rentables en el
mercado laboral.
La revisión de la evidencia empírica reciente señala que invertir en educación es rentable y que en
particular, esta rentabilidad ha sido mayor en los años noventa que en los ochenta, ampliándose la
pirámide salarial por niveles educativos. En las épocas de crecimiento económico, las
remuneraciones de los calificados crecieron más que las de los no calificados, y en la crisis, se
redujeron en menor medida que las de los no calificados. Por otra parte, los trabajadores con nivel
universitario están afectados en menor medida por la desocupación. A modo de ejemplo, en 2006 la
tasa de desempleo global (para las localidades urbanas mayores de 5000) ascendió a 11.4%,
mientras que para los trabajadores con educación terciaria completa, la tasa de desempleo específica
es 3.6%. Estos comentarios generales sugieren que los conocimientos adquiridos por
los egresados universitarios son demandados en el mercado de trabajo.
Los profesionales universitarios trabajan en promedio 44.5 horas semanales, mientras que el
promedio de horas trabajadas por el total de ocupados asciende a 42 horas semanales. Una mayor
proporción de profesionales tiene más de un trabajo (44% frente a 10% cuando se
considera el total de ocupados). Se debe señalar que en el pluriempleo de los profesionales pesa
considerablemente la situación de los médicos. En esta profesión, la remuneración que corresponde
solamente a la ocupación principal y la remuneración total difieren considerablemente, ya que por
la naturaleza de las tareas que realizan, el pluriempleo está muy extendido.
Existen considerables diferencias entre las remuneraciones de los distintos profesionales. En ese
contexto, tanto contadores como economistas perciben las mayores remuneraciones. Ambos grupos
trabajan alrededor de 40 horas semanales en su ocupación principal, pero la tenencia de más de un
empleo está más extendida entre los economistas (54% de los economistas encuestados tiene más de
un empleo) que entre los contadores (22% posee más de un empleo). Debido a esto, los economistas
trabajan en promedio 46 horas semanales en total, mientras esta cifra es 42.6 para los contadores.
Estadísticas para Uruguay

En esta sección se presenta información sobre el mercado laboral uruguayo. El objetivo


es ilustrar sobre la situación de Uruguay utilizando los conceptos y definiciones
planteados en las secciones anteriores.
Indicadores generales
Durante los últimos quince años, la tasa de actividad, que refleja la oferta laboral,
muestra una leve tendencia creciente, aunque con oscilaciones. La tasa de empleo, que
sufre una importante caída durante la crisis económica de 2002, comienza a repuntar en
los últimos dos años. En ese marco, la tasa de desempleo abierto, más allá de
fluctuaciones asociadas a los ciclos económicos, se ha mantenido en los últimos años en
niveles elevados. En efecto, como consecuencia de la evolución conjunta de la
participación laboral y la ocupación, la tasa de desempleo trepó a 17% en 2002, para
comenzar en 2004 su tendencia decreciente. En 2006 se sitúa en 11.4, un nivel todavía
elevado si lo comparamos con las tasas vigentes al comienzo de la década del noventa.

Si consideramos la distribución de los ocupados por categoría ocupacional, más de la


mitad de los ocupados son asalariados del sector privado. Los trabajadores
del sector público representan 16,5% del total de ocupados en 2006. Esta estructura
ocupacional ha sufrido algunas modificaciones durante los noventa. Así, al comienzo de
la década los asalariados del sector público representaban 21% del total de ocupados. El
descenso en el peso de los asalariados públicos es el resultado de las políticas de
reforma del Estado implementadas durante la década. Por otro lado, durante la crisis
económica, el peso de los trabajadores por cuenta propia sin local aumentó considerablemente
(llegando a 10.3% en 2002), volviendo a descender en los últimos
años.

La estructura del empleo por rama de actividad también se modificó a lo largo de la


década. La industria manufacturera representaba el 21,9% a comienzos de los
noventa, mientras que en 2006 representa 14.4% del empleo total. Simultáneamente con
esta caída en el peso del empleo industrial, se evidencia un incremento en el peso del
empleo en servicios (comercio, restaurantes y hoteles, servicios financieros). Otro aspecto que
merece destacarse es la diferente estructura del empleo que surge cuando analizamos el país en su
conjunto (incluyendo áreas rurales); para el total país la rama
de agricultura, silvicultura y pesca representa 10.8% del empleo.

Trabajo infantil
La Encuesta Nacional de Hogares ampliada relevada por el INE durante 2006 cuenta
con un módulo específico que busca aproximarse a la problemática del trabajo infantil
en Uruguay. En ese módulo, se releva información sobre las actividades de corte
económico que realizan los niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años, así como
sobre otra atividades que desarrollan en el contexto del hogar.
No hay una definición universalmente aceptada del concepto de trabajo infantil, las
posiciones de los investigadores e incluso de los organismos encargados de la temática
(UNICEF, OIT) sobre lo que debe considerarse trabajo infantil, difieren. Para el análisis
de la información sobre trabajo infantil relevada por el INE, se distinguió entre trabajo
infantil propiamente dicho, asociado a las actividades económicas en su sentido más
tradicional, y el trabajo intensivo dentro del hogar, con el objetivo de captar la situación
de los niños que presentan una dedicación a las tareas domésticas que potencialmente
puede poner en riesgo su desarrollo.
El trabajo infantil propiamente dicho muestra una incidencia algo superior al 5% entre
los niños de 5 a 17 años de edad y el fenómeno tiende a ser algo mayor en el interior del
país, en particular en las localidades urbanas pequeñas y el medio rural.
La mayor incidencia se observa entre los adolescentes (12 a 17 años), donde más de 9%
declara realizar algún tipo de actividad económica (Arim y Salas, 2007).

Por otro lado, la información relevada señala que 22% de los niños entre 5 y 17 años
realiza tareas dentro del hogar. Si bien es cierto que una fuerte participación en las
actividades domésticas puede tener un impacto importante sobre el bienestar infantil, la
cifra captada parece aproximarse a la proporción de menores que colaboran en la
realización de los quehaceres domésticos, pero no necesariamente implica un nivel de
dedicación excesivo con potenciales efectos nocivos sobre el desarrollo de los niños. En
efecto, las actividades que los niños desarrollan dentro del hogar están asociadas
fundamentalmente al mantenimiento del hogar así como a la realización de mandados,
tareas que deberían identificarse como una colaboración más que como trabajo.Las
horas promedio que se dedican a esas tareas no son elevadas, entre 6 y 9 horas
semanales en promedio aproximadamente (Arim y Salas, 2006).

Bibliografía
Amarante V. y Espino A. (2007). “Informalidad y protección social en Uruguay: elementos
para una discusión conceptual y metodológica”. Documento de trabajo 1/07, Instituto de
Economía, Facultad de Ciencias Económicas y de Administración.
Abramo L. y Valenzuela M. E. (2006) “Inserción laboral y brechas de equidad de género en
América Latina”. En Laís Abramo (ed.) Trabajo decente y equidad de género en
América Latina. Santiago de Chile, Oficina Internacional del Trabajo.
Amarante V. y Arim R. (2005) “El mercado laboral: Cambios estructurales y el impacto de la
crisis, 1986-2002”. En: Uruguay: empleo y protección social; de la crisis al

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