Quien Se Ha Llevado Mi Queso

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¿ Quien se ha llevado mi Queso?

PARTES DE TODOS NOSOTROS


Lo simple y lo complejo
Los cuatro personajes
imaginarios presentados en
esta fábula, los ratones
«Fisgón» y «Escurridizo» y los
liliputienses «Hem» y «Haw»,
pretenden representar las
partes simples y complejas de
nosotros mismos,
independientemente de
nuestra edad, sexo, raza o
nacionalidad.
A veces, podemos actuar como
Fisgón
que fisgonea y detecta pronto
el cambio, o como Escurridizo
que se apresura hacia la
acción, o como Hem
que se niega y se resiste al
cambio, por temor a que
conduzca a algo peor, o como
Haw
que aprende a adaptarse a
tiempo, en cuanto comprende
que el cambio puede conducir a
algo mejor.
Al margen de la parte de
nosotros mismos que
decidamos utilizar, todos
compartimos algo en común: la
necesidad de encontrar
nuestro camino en el laberinto
y alcanzar éxito en unos
tiempos tan cambiantes.

por Kenneth Blanchard


La historia de la narración

Me entusiasma contarles la historia de como se creo la narración de ¿Quien se


ha llevado mi queso?, porque eso significa que el libro ya se ha escrito y todos
podemos leerlo, disfrutarlo y compartirlo con los demás.
Eso es algo que he deseado que sucediera desde que escuche por primera vez a
Spencer Johnson contar su magnifica fábula del «Queso», hace ya muchos anos,
antes de que escribiéramos juntos nuestro libro El ejecutivo al minuto. *
Recuerdo que en aquel entonces pense en lo buena que era esta historia y en lo
útil que seria para mí a partir de ese momento.
¿Quién se ha llevado mi queso? Es una narración sobre el cambio que tiene lugar
en un laberinto, donde cuatro divertidos personajes buscan el «Queso», siendo ese
queso una metáfora de lo que deseamos tener en la vida, ya sea un puesto de
trabajo, una relación, dinero, una casa grande, libertad, salud, reconocimiento, paz
espiritual, o incluso una actividad como correr o jugar al golf.
Cada uno de nosotros tiene su propia idea de lo que es el Queso, y nos
esforzamos por encontrarlo porque estamos convencidos de que nos hará felices. Si
lo conseguimos, a menudo nos vinculamos a él. Y si lo perdemos o nos lo arrebatan,
podemos pasar por una experiencia traumática.
El «laberinto» de la narración representa aquí el tiempo que cada uno de
nosotros dedica a buscar lo que desea. Puede ser la empresa u organización donde se
trabaja, la comunidad en la que se vive o las relaciones que se tienen en la vida.
En las conferencias que pronuncio por todo el mundo, suelo contar el relato del
Queso que usted se dispone a leer ahora y, con frecuencia, la gente me dice mas
tarde la gran diferencia que supuso para ellos.
Lo crean o no, lo cierto es que esta narración tiene fama de haber salvado
carreras profesionales, matrimonios y hasta vidas!
Uno de los muchos ejemplos extraídos de la vida real precede de Charlie Jones,
un afamado presentador de la NBC-TV, quien revelo que el hecho de haber
escuchado la narración de ¿Quien se ha llevado mi queso? salvó su carrera
profesional.
Su trabajo como presentador es singular, pero cualquier persona puede utilizar
los principios que el aprendió.
Esto fue lo que sucedió: Charlie había trabajado duro y realizado una gran tarea
en la transmisión de las pruebas de pista y campo a través de unos Juegos Olímpicos
anteriores, por lo que se sintió muy sorprendido y alterado cuando su jefe le
comunico que en los siguientes Juegos se le retiraría de la transmisión de esas
pruebas estelares y se le asignarían las de natación y saltos.
Al no conocer esos deportes tan bien, se sintió frustrado y poco apreciado, lo
que provocó en el un gran enfado. Dijo sentir que aquello no era justo. A partir de
entonces, su cólera empezó a afectar a todo lo que hacia.
Fue entonces cuando escucho el relate de ¿Quien se ha llevado mi queso?
Después de eso, aseguro haberse reído de si mismo y cambio por completo de
actitud. Se dio cuenta de que su jefe no había hecho sino «cambiarle el Queso de
sitio». Así pues, se adapto. Aprendió a conocer los dos nuevos deportes que se le
habían asignado y, a lo largo del proceso,
descubrió que hacer algo nuevo le permitía sentirse mas joven.
Su jefe no tardo en reconocer esta nueva actitud y energía, y pronto le ofreció
mejores cometidos. Charlie Jones empezó a tener mas éxito que nunca y mas tarde
quedo incluido en el apartado de presentadores del Salón de la Fama del Fútbol.
Esta no es mas que una de entre las muchas historias de la vida real que he oído
contar acerca del impacto que ha tenido esta narración sobre la gente y que ha
afectado desde su vida laboral a su vida amorosa.
Estoy tan absolutamente convencido del poder de ¿Quien se ha llevado mi
queso? que entregue un ejemplar de una edición previa a todos los que trabajan en
nuestra empresa (mas de doscientas personas). ¿Por que?
Pues porque, como toda empresa que no solo desea sobrevivir en el futuro, sino
seguir siendo competitiva, The Ken Blanchard Companies esta inmersa en un cambio
constante. Es decir, sigue cambiándonos el Queso de sitio. Aunque en el pasado
queríamos contar con empleados leales, hoy necesitamos gente flexible, que no sea
posesiva respecto de «como se hacen las cosas por aquí».
Y, sin embargo, como todos sabemos muy bien, vivir en una constante corriente
de aguas bravas, con todos los cambios que ocurren en el trabajo o en la vida, puede
ser algo muy estresante, a menos que la gente tenga una forma de considerar el
cambio que la ayude a comprenderlo. Es decir, que entre en la historia del Queso.
Cuando le cuento esta historia a la gente y luego leen ¿Quien se ha llevado mi
queso?, casi puede percibirse como empieza a producirse una liberación de energía
negativa. Uno tras otro, desde todos los departamentos de la empresa, se esfuerzan
por darme las gracias por el libro y decirme lo útil que ya les ha sido para ver, bajo
una luz diferente, los cambios que se están produciendo en la empresa. Créanme, se
necesita muy poco tiempo para leer esta pequeña parábola, pero el impacto que causa
puede ser profundo.
A medida que vaya leyendo, encontrara tres partes. En la primera, «Una
reunión», antiguos compañeros de escuela hablan en una reunión de clase sobre como
afrontar los cambios que están teniendo lugar en su vida. La segunda parte, que
constituye el núcleo del libro, es «La narración: ¿Quién se ha llevado mi queso?»
En «La narración» vera que a los dos ratones les va mejor cuando se enfrentan
al cambio, porque procuran que las cosas sigan siendo simples, mientras que los dos
liliputienses, con sus complejos cerebros y emociones humanas, no hacen mas que
complicarlo todo. No quiere ello decir que los ratones sean más listos. Todos
sabemos que las personas son más inteligentes que los ratones.
Sin embargo, a medida que se observa lo que hacen nuestros cuatro personajes
y se da uno cuenta que los ratones y los liliputienses representan partes de nosotros
mismos (lo simple y lo complejo), se termina por comprender que tendríamos muchas
mas ventajas si, cuando cambian las situaciones, hiciéramos aquellas cosas sencillas
que funcionan.
En la tercera parte, «Un debate», la gente analiza lo que significó «La
narración» para ellos y como van a utilizarla en su trabajo y en su vida.
Algunos lectores del manuscrito inicial de este libro prefirieron detenerse al
final de «La narración», sin continuar la lectura, e interpretar su significado por sí
mismos. Otros disfrutaron leyendo «Un debate» porque eso estimuló su pensamiento
acerca de como podrían aplicar lo aprendido a su propia situación.
En cualquier caso, confío en que cada vez que vuelva a leer ¿Quien se ha llevado
mi queso? encuentre algo nuevo y útil, como me sucede a mí, y que eso le ayude a
afrontar el cambio y alcanzar éxito, en aquello que usted mismo decida que es el
éxito.
Espero que disfrute con lo que se dispone a descubrir y le expreso mis mejores
deseos. Ah, y recuerde: ¡muévase con el Queso!

KEN BLANCHARD

San Diego (California)

Una reunión Chicago

Un soleado domingo, en Chicago, varios antiguos compañeros de clase que habían


sido buenos amigos en la escuela se citaron para almorzar después de haber asistido
la noche anterior a la reunión de su escuela superior. Deseaban saber mas detalles
sobre lo que sucedía en la vida de cada uno de ellos. Después de no pocas bromas y
un copioso almuerzo, iniciaron una interesante conversación.
Angela, que había sido una de las alumnas más populares de la clase, dijo:
Desde luego, la vida resulto ser muy diferente a como creí que seria cuando
estaba en la escuela. Han cambiado muchas cosas.
Ciertamente asintió Nathan. Todos sabían que se había hecho cargo del negocio
de la familia, que funcionaba del mismo modo y que formaba parte de la comunidad
local desde que tenían uso de razón. Por eso se sorprendieron al comprender que
parecía preocupado. Pero ¿os habéis dado cuenta de que no queremos cambiar
cuando las cosas cambian?
Supongo que nos resistimos al cambio porque le tenemos miedo observe Carlos.
Carlos, tu fuiste el capitán del equipo de fútbol intervino Jessica. ¡Nunca creí
posible oírte decir que tienes miedo!
Todos se echaron a reír al darse cuenta de que, a pesar de haber seguido
direcciones muy diferentes, desde trabajar en casa hasta dirigir empresas,
experimentaban unos sentimientos muy similares.
Todos trataban de afrontar los inesperados cambios que les estaban ocurriendo
en los últimos anos. Y la mayoría admitía no conocer una buena forma de manejarlos.
A mí me daba miedo cambiar dijo entonces Michael. Cuando se presento un gran
cambio en nuestra empresa, no supimos que hacer. Así que no nos adaptamos y
estuvimos a punto de perdería. Pero entonces oímos contar un divertido y breve
cuento que lo cambio todo. ¿De veras? pregunto Nathan. Bueno, el caso es que esa
narración transformó mi forma de considerar el cambio, de modo que en lugar de
verlo como la posibilidad de perder algo, empece a verlo como la oportunidad de
ganar algo y comprendí como hacerlo. Después de eso, las cosas mejoraron con
rapidez, tanto en el trabajo como en mi vida personal.
AI principio, me molesto la evidente simplicidad del relate porque parecía algo
que bien pudieran habernos contado en la escuela.
Fue entonces cuando me di cuenta de que, en realidad, me sentía molesto
conmigo mismo, por no haber visto lo evidente ni haber hecho lo que verdaderamente
funciona cuando cambian las cosas.
AI comprender que los cuatro personajes de ese cuento representan las
diversas partes de mí mismo, decidí cómo quería actuar y cambie.
Mas tarde, se lo conté a algunas personas de nuestra empresa, y ellas se lo
contaron a su vez a otras, y el negocio no tardo en mejorar considerablemente,
gracias a que la mayoría de nosotros aprendimos a adaptarnos mejor al cambio. Y, lo
mismo que me sucede a mí, son muchos los que afirman que también los ha ayudado
en su vida privada.
Por otro lado, fueron pocas las personas que dijeron no haber sacado nada en
limpio de esta narración. 0 bien conocían ya las lecciones y las vivían y ponían en
practica o, lo que era más habitual, creían saberlo todo y no deseaban aprender. No
se daban cuenta de la razón por la que tantos otros se beneficiaban de ella. » Cuando
uno de nuestros altos ejecutivos, que tenia problemas para adaptarse, dijo que el
relato só1o era una perdida de su valioso tiempo, otros se burlaron de él, diciendo
que sabían muy bien que personaje representaba en el cuento, refiriéndose con ello
al que no aprendía nada nuevo y no cambiaba.
¿Pero cual es ese cuento? Preguntó Angela.
Se titula ¿Quien se ha llevado mi queso? Todos se echaron a reír. Creo que esto
ya empieza a gustarme dijo Carlos. ¿Te importaría contárnoslo? Quizá podamos
sacarle partido. Pues claro contestó Michael. Me encantara y, además, no se necesita
mucho tiempo. Y así fue como empezó a contarlo.
¿Quién se ha llevado mi queso?

Erase una vez, hace mucho tiempo, en un país muy lejano, vivían cuatro pequeños
personajes que recorrían un laberinto buscando el queso que los alimentara y los
hiciera sentirse felices.
DOS de ellos eran ratones y se llamaban «Fisgón» y «Escurridizo», y los otros
dos eran liliputienses, seres tan pequeños como los ratones, pero cuyo aspecto y
forma de actuar se parecía mucho a las gentes de hoy día. Se llamaban «Hem» y
«Haw».
Debido a su pequeño tamaño, seria fácil no darse cuenta de lo que estaban
haciendo los cuatro. Pero si se miraba con la suficiente atención, se descubrían las
cosas más extraordinarias.
Cada día, los ratones y los liliputienses dedicaban el tiempo en el laberinto a
buscar su propio queso especial.
Los ratones, Fisgón y Escurridizo, que sólo poseían simples cerebros de
roedores, pero muy buen instinto, buscaban un queso seco y duro de roer, como
suelen hacer los ratones.
Los dos liliputienses, Hem y Haw, utilizaban su cerebro, repleto de convicciones
y emociones, para buscar una clase muy diferente de Queso, con mayúscula, que
estaban convencidos los haría sentirse felices y alcanzar éxito.
Por muy diferentes que fuesen los ratones y los liliputienses, tenían algo en
común: cada mañana, se colocaban sus atuendos y sus zapatillas de correr,
abandonaban sus diminutas casas y se ponían a correr por el laberinto en busca de su
queso favorito.
El laberinto estaba compuesto por pasillos y cámaras, algunas de las cuales
contenían un queso delicioso. Pero también había rincones oscuros y callejones sin
salida que no conducían a ninguna parte. Era un lugar donde cualquiera podía
perderse con suma facilidad.
No obstante, el laberinto contenía secretos que permitían disfrutar de una vida
mejor a los que supieran encontrar su camino.
Los ratones, Fisgón y Escurridizo, utilizaban el sencillo método del tanteo para
encontrar el queso. Recorrían un pasadizo y, si lo encontraban vacío, se daban media
vuelta y recorrían otro. Recordaban los pasadizos donde no había queso y, de ese
modo, pronto empezaron a explorar nuevas zonas.
Fisgón utilizaba su magnifica nariz para husmear la dirección general de donde
procedía el olor del queso, mientras que Escurridizo se lanzaba hacia delante. Se
perdieron mas de una vez, como no podía ser de otro modo; seguían direcciones
equivocadas y a menudo tropezaban con las paredes. Pero al cabo de un tiempo
encontraban el camino.
Al igual que los ratones. Hem y Haw, los dos liliputienses, también utilizaban su
capacidad para pensar y aprender de experiencias del pasado. No obstante, se
fiaban de su complejo cerebro para desarrollar métodos mas sofisticados de
encontrar el Queso.
A veces les salía bien, pero en otras ocasiones se dejaban dominar por sus
poderosas convicciones y emociones humanas, que nublaban su forma de ver las
cosas. Eso hacía que la vida en el laberinto fuese mucho más complicada y
desafiante.
A pesar de todo, Fisgón, Escurridizo, Hem y Haw terminaron por encontrar el
camino hacia lo que andaban buscando. Cada uno encontró un día su propia clase de
queso al final de uno de los pasadizos, en el deposito de Queso Q
Después de eso, los ratones y los liliputienses se ponían cada mañana sus
atuendos para correr y se dirigían al deposito de Queso Q. Así, no tardaron mucho
en establecer cada uno su propia rutina.
Fisgón y Escurridizo continuaron levantándose pronto cada día para recorrer el
laberinto, siguiendo siempre la misma ruta.
Una vez llegados a su destino, los ratones se quitaban las zapatillas de correr,
las ataban juntas y se las colgaban del cuello, para poder utilizarlas de nuevo con
rapidez en cuanto las necesitaran. Por ultimo, se dedicaban a disfrutar del queso.
Al principio, Hem y Haw también se apresuraban cada mañana hacia el deposito
de Queso Q, para disfrutar de los jugosos nuevos bocados que los esperaban.
Pero, al cabo de un tiempo, los liliputienses establecieron una rutina diferente.
Hem y Haw se levantaban cada día un poco mas tarde, se vestían con algo mas de
lentitud y, en lugar de correr, caminaban hacia el deposito de Queso Q. Después de
todo, ahora ya sabían donde estaba el Queso y como llegar hasta él.
No tenían la menor idea de donde provenía el Queso ni de quien lo ponía allí.
Simplemente, suponían que estaría donde esperaban que estuviese.
Cada mañana, en cuanto llegaban al deposito de Queso Q, se instalaban
cómodamente, como si estuvieran en su casa. Colgaban los atuendos de correr, se
quitaban las zapatillas y se ponían las pantuflas. Ahora que habían encontrado el
Queso empezaban a sentirse muy cómodos.
Esto es fantástico dijo Hem. Aquí hay Queso suficiente para toda la vida.
Los liliputienses se sentían felices; tenían la sensación de haber alcanzado el
éxito y creían estar seguros.
Hem y Haw no tardaron en considerar que el Queso encontrado en el deposito
de Queso Q era de su propiedad. Allí había tantas reservas de Queso que finalmente
trasladaron sus hogares para estar mas cerca y crear su vida social alrededor de
ese lugar.
Para sentirse todavía más cómodos, Hem y Haw decoraron las paredes con
frases y hasta dibujaron imágenes del Queso a su alrededor, lo que los hacía sonreír.
Una de aquellas frases decía:
Tener queso te hace Feliz

A veces, Hem y Haw invitaban a sus amigos para que contemplaran su montón de
Queso en el deposito de Queso Q, lo mostraban con orgullo y decían: «Bonito Queso,
¿verdad?». Algunas veces lo compartían con sus amigos. Otras veces no.
Nos merecemos este Queso dijo Hem, al tiempo que tomaba un trozo fresco y
se lo comía. Sin duda tuvimos que trabajar duro y durante mucho tiempo para
encontrarlo.
Después de comer, Hem se quedó dormido, como solía sucederle.
Cada noche, los liliputienses regresaban lentamente a casa, repletos de Queso, y
cada mañana volvían a buscar mas, sintiéndose muy seguros de sí mismos.
Así se mantuvo la situación durante algún tiempo.
Poco a poco, la seguridad que Hem y Haw tenían en si mismos se fue convirtiendo
en la arrogancia propia del éxito. Pronto se sintieron tan sumamente a gusto, que ni
siquiera se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo.
Por su parte, Fisgón y Escurridizo continuaron con su rutina a medida que pasaba
el tiempo.
Cada mañana llegaban temprano, husmeaban, marcaban la zona e iban de un lado
a otro del deposito de Queso Q, comprobando si se había producido algún cambio
con respecto a la situación del día anterior. Luego, se sentaban tranquilamente a
roer el queso.
Una mañana llegaron al deposito de Queso Q y descubrieron que no había queso.
No se sorprendieron. Desde que Fisgón y Escurridizo empezaron a notar que la
provisión de queso disminuía cada día que pasaba, se habían preparado para lo
inevitable y supieron instintivamente que tenían que hacer.
Se miraron el uno al otro, tomaron las zapatillas de correr que llevaban atadas y
convenientemente colgadas del cuello, se las pusieron en las patas y se anudaron los
cordones.
Los ratones no se entretuvieron en analizar demasiado las cosas.
Para ellos, tanto el problema como la respuesta eran bien simples. La situación
en el deposito de Queso Q había cambiado. Así pues, Fisgón y Escurridizo decidieron
cambiar.
Ambos se quedaron mirando hacia el inescrutable laberinto. Luego, Fisgón
levanto ligeramente la nariz, husmeo y le hizo señas a Escurridizo, que echó a correr
por el laberinto siguiendo la indicación de Fisgón, seguido por este con toda la
rapidez que pudo.
Muy pronto ya estaban en busca de Queso Nuevo.
Algo mas tarde, ese mismo día, Hem y Haw llegaron al deposito de Queso Q. No
habían prestado la menor atención a los pequeños cambios que se habían ido
produciendo cada día, así que daban por sentado que allí encontrarían su Queso,
como siempre.
No estaban preparados para lo que descubrieron.
¡Que! ¿No hay Queso? gritó Hem, y siguió gritando:¿No hay Queso? ¿No hay
nada de Queso?, como si el hecho de gritar cada vez mas fuerte bastara para que
reapareciese. ¿Quién se ha llevado mi Queso? Aulló. Finalmente, puso los brazos en
jarras, con la cara enrojecida, y grito con toda la fuerza de su voz: No hay derecho!
Haw, por su parte, se limito a sacudir la cabeza con incredulidad. El también
estaba seguro de encontrar Queso en el deposito de Queso Q. Se quedo allí de pie
durante largo rato, como petrificado por la conmoción. No estaba preparado para
esto.
Hem gritaba algo, pero Haw no quería escucharlo. No quería tener que
enfrentarse con esta nueva situación, así que hizo oídos sordos. El comportamiento
de los liliputienses no era precisamente halagüeño ni productivo, aunque sí
comprensible.
Encontrar el Queso no les había resultado fácil, y para los liliputienses
significaba mucho mas que, simplemente, tener cada día que comer.
Para ellos, encontrar el Queso era su forma de conseguir lo que creían necesitar
para ser felices. Teman sus propias ideas acerca de lo que el Queso significaba para
ellos, dependiendo de su sabor.
Para algunos, encontrar Queso equivalía a tener cosas materiales. Para otros,
significaba disfrutar de buena salud o desarrollar un sentido espiritual del
bienestar.
Para Haw, por ejemplo, el Queso significaba sentirse seguro, tener algún día una
familia cariñosa y vivir en una bonita casa de campo en la Vereda Cheddar.
Para Hem, el Queso significaba convertirse en un Gran Quesero que mandara a
muchos otros y en ser propietario de una gran casa en lo alto de Colina Camembert.
Puesto que el Queso era tan importante para ellos, los dos liliputienses
emplearon bastante tiempo en decidir que hacer. Lo único que se les ocurrió fue
seguir mirando por los alrededores del depósito Sin Queso, para comprobar si el
Queso había desaparecido realmente.
Mientras que Fisgón y Escurridizo se habían puesto en movimiento con rapidez,
Hem y Haw seguían con sus indecisiones y exclamaciones.
Despotricaban y desvariaban ante la injusticia de la situación. Haw empezó a
sentirse deprimido. ¿Qué ocurriría si el Queso seguía sin estar allí a la mañana
siguiente? Precisamente había hecho planes para el futuro, basándose en la
presencia de ese Queso.
Los liliputienses no podían creer lo que estaba ocurriendo. ¿Cómo podía haber
sucedido una cosa así? Nadie les había advertido de nada. No era justo. Se suponía
que las cosas no debían ser así.
Hem y Haw regresaron aquella noche a sus casas hambrientos y desanimados.
Pero antes de marcharse, Haw escribió en la pared:
Cuanto más importante es el Queso para ti, tanto mas deseas
conservarlo.

Al día siguiente. Hem y Haw abandonaron sus hogares y regresaron de nuevo al


depósito Sin Queso, confiando, de algún modo, en volver a encontrar Queso.
Pero la situación no había variado; el Queso ya no estaba allí. Los liliputienses no
sabían que hacer. Hem y Haw se quedaron allí, inmovilizados como dos estatuas.
Haw cerro los ojos con toda la fuerza que pudo y sé cubrió las orejas con las
manos. Lo único que deseaba era bloquear todo tipo de percepciones. No quería
saber que la provisión de Queso había ido disminuyendo gradualmente. Estaba
convencido de que había desaparecido de repente.
Hem analizó una y otra vez la situación y, finalmente, su complicado cerebro, con
su enorme sistema de creencias, se afianzo en su lógica.
¿Por que me han hecho esto? Pregunto. ¿Que esta pasando aquí?
Haw abrió los ojos, miro a su alrededor y dijo:
Y, a propósito, ¿donde están Fisgón y Escurridizo? ¿Crees que ellos saben algo
que nosotros no sepamos?
¿Que demonios podrían saber ellos? Replico Hem con sorna. No son mas que
simples ratones. Escasamente responden a lo que sucede.
Nosotros, en cambio, somos liliputienses. Somos más inteligentes que los
ratones. Deberíamos poder encontrar una solución a esto.
Sé que somos más inteligentes asintió Haw, pero por el momento no parece que
estemos actuando como tales. Las cosas están cambiando aquí. Hem. Quizá también
tengamos que cambiar nosotros y actuar de modo diferente.
¿ por que íbamos a tener que cambiar? Replico Hem. Somos liliputienses. Somos
seres especiales. Este tipo de cosas no debería habernos ocurrido a nosotros y, si
nos ha sucedido, tendríamos que sacarles al menos algún beneficio.
¿Y por que crees que deberíamos obtener un beneficio? pregunto Haw.
Porque tenemos derecho a ello afirmo Hem.
¿Derecho a que? Quiso saber Haw. Pues derecho a nuestro Queso. ¿Por que?
Insistió Haw. Pues porque no fuimos nosotros los causantes de este problema
contesto Hem. Alguien lo ha provocado, y nosotros deberíamos aprovecharnos de la
situación.
Quizá lo que debamos hacer sugirió Haw sea dejar de analizar tanto las cosas y
ponernos a buscar algo de Queso Nuevo.

Ah no, exclamo Hem. Estoy decidido a llegar hasta el fondo de este asunto.

Mientras Hem y Haw seguían tratando de decidir que hacer, Fisgón y


Escurridizo ya hacia tiempo que se habían puesto patas a la obra. Llegaron mas lejos
que nunca en los recovecos del laberinto, recorrieron nuevos pasadizos y buscaron el
queso en todos los depósitos de Queso que encontraron.
No pensaban en ninguna otra cosa que no fuese encontrar Queso Nuevo.
No encontraron nada durante algún tiempo, hasta que finalmente llegaron a una
zona del laberinto en la que nunca habían estado con anterioridad: el depósito de
Queso N.
Lanzaron gritos de alegría. Habían encontrado lo que estaban buscando: una gran
reserva de Queso Nuevo.
Apenas podían creer lo que veían sus ojos. Era la mayor provisión de queso que
jamas hubieran visto los ratones.
Mientras tanto, Hem y Haw seguían en el deposito de Queso Q, evaluando su
situación. Empezaban a sufrir ahora los efectos de no tener Queso. Se sentían
frustrados y coléricos, y se acusaban el uno al otro por la situación en que se
hallaban.
De vez en cuando, Haw pensaba en sus amigos los ratones, en Fisgón y
Escurridizo, y se preguntaba si acaso habrían encontrado ya algo de queso. Estaba
convencido de que debían de estar pasándolo muy mal, puesto que recorrer el
laberinto de un lado a otro siempre suponía un tanto de incertidumbre. Pero también
sabia que, muy probablemente, esa incertidumbre no les duraría mucho.
A veces, Haw imaginaba que Fisgón y Escurridizo habían encontrado Queso
Nuevo, del que ya disfrutaban. Penso en lo bueno que seria para él emprender una
aventura por el laberinto y encontrar Queso Nuevo. Casi lo saboreaba ya.
Cuanto mayor era la claridad con la que veía su propia imagen descubriendo y
disfrutando del Queso Nuevo, tanto mas se imaginaba a sí mismo en el acto de
abandonar el deposito de Queso Q.
¡Vamonos! exclamo entonces, de repente.
Nó, se apresuro a responder Hem. Me gusta estar aquí. Es un sitio cómodo. Esto
es lo que conozco. Además, salir por ahí fuera es peligroso. No, no lo es le replico
Haw. En otras ocasiones anteriores ya hemos recorrido muchas partes del laberinto
y podemos hacerlo de nuevo.
Empiezo a sentirme demasiado viejo para eso dijo Hem. Y creo que no me
interesa la perspectiva de perderme y hacer el ridículo. ¿Acaso a ti te interesa eso?
Y, con ello, Haw volvió a experimentar el temor al fracaso y se desvaneció su
esperanza de encontrar Queso Nuevo.
Así que los liliputienses siguieron haciendo cada día lo mismo que habían hecho
hasta entonces. Acudía al deposito de Queso Q, no encontraban Queso alguno y
regresaban a casa, cargados únicamente con sus preocupaciones y frustraciones.
Intentaron negar lo que estaba ocurriendo, pero cada noche les resultaba más
difícil dormir, y al día siguiente les quedaba menos energía y se sentían más
irritables.
Sus hogares ya no eran los lugares acogedores y reconfortantes que habían sido
en otros tiempos. Los liliputienses tenían dificultades para dormir y sufrían
pesadillas por no encontrar ningún Queso.
Pero Hem y Haw seguían regresando cada día al deposito de Queso Q, donde se
limitaban a esperar.
¿Sabes? Dijo un día Hem, si nos esforzásemos un poco mas quizá descubriríamos
que las cosas no han cambiado tanto. Probablemente, el Queso esta cerca. Es posible
que lo escondieran detrás de la pared.
Al día siguiente, Hem y Haw regresaron provistos de herramientas. Hem
sostenía el cincel que Haw golpeaba con el martillo, hasta que, tras no poco esfuerzo,
lograron abrir un agujero en la pared del depósito de Queso Q. Se asomaron al otro
lado, pero no encontraron Queso alguno.
Se sintieron decepcionados, pero convencidos de poder solucionar el problema.
Así que, a partir de entonces, empezaron a trabajar mas pronto y más duro y se
quedaron hasta mas tarde. Pero, al cabo de un tiempo, lo único que habían conseguido
era hacer un gran agujero en la pared.
Haw empezaba a comprender la diferencia entre actividad y productividad.
Quizá debamos limitarnos a permanecer sentados aquí y ver que sucede sugirió
Hem. Tarde o temprano tendrán que devolver el Queso a su sitio.
Haw deseaba creerlo así, de modo que cada día regresaba a casa para descansar
y luego volvía de mala gana al deposito de Queso Q, en compañía de Hem. Pero el
Queso no reapareció nunca.
A estas alturas, los liliputienses ya comenzaban a sentirse débiles a causa del
hambre y el estrés. Haw estaba cansado de esperar, pues su situación no mejoraba
lo mas mínimo. Empezó a comprender que, cuanto más tiempo permanecieran sin
Queso, tanto más difícil seria la situación para ellos.
Haw sabia muy bien que estaban perdiendo su ventaja.
Finalmente, un buen día. Haw se echo a reír de sí mismo.
Fíjate. Seguimos haciendo lo mismo de siempre, una y otra vez, y encima nos
preguntamos por que no mejoran las cosas. Si esto no fuera tan ridículo, hasta
resultaría divertido.
A Haw no le gustaba la idea de tener que lanzarse de nuevo a explorar el
laberinto, porque sabia que se perdería y no tenía ni la menor idea de donde podría
encontrar Queso. Pero no pudo evitar reírse de su estupidez, al comprender lo que le
estaba haciendo su temor.
¿Dónde dejamos las zapatillas de correr? Le preguntó a Hem.
Tardaron bastante en encontrarlas, porque cuando habían encontrado Queso en
él deposito de Queso Q, las habían arrinconado en cualquier parte creyendo que ya
no volverían a necesitarlas.
Cuando Hem vio a su amigo calzándose las zapatillas, le pregunto:
No pensaras en serio en volver a internarte en ese laberinto, ¿verdad? ¿Por que
no te limitas a esperar aquí conmigo hasta que nos devuelvan el Queso?
Veo que no entiendes nada contesto Haw. Yo tampoco quise verlo así, pero ahora
me doy cuenta de que nadie nos va a devolver el Queso de ayer. Ya es hora de
encontrar Queso Nuevo.
Pero y si resulta que ahí fuera no hay ningún Queso? Replico Hem. Y aunque lo
hubiera, ¿y si no lo encuentras? Pues no sé contesto Haw. El también se había hecho
esas mismas preguntas muchas veces y experimentó de nuevo los temores que le
mantenían donde estaba.
«¿Dónde tengo mas probabilidades de encontrar Queso, aquí o en el laberinto?»,
Se pregunto a sí mismo.
Se hizo una imagen mental. Se vio a sí mismo aventurándose por el laberinto, con
una sonrisa en la cara.
Aunque esta imagen le sorprendió, lo cierto es que le hizo sentirse bien. Se
imagino perdiéndose de vez en cuando en el laberinto, pero experimentaba la
suficiente seguridad en sí mismo de que encontraría finalmente Queso Nuevo y
todas las cosas buenas que lo acompañaban. Así que, finalmente, hizo acopio de todo
su valor.
Luego, utilizó su imaginación para hacerse la imagen más verosímil que pudiera
concebir, acompañada por los detalles más realistas, de sí mismo al encontrar y
disfrutar con el sabor del Queso Nuevo.
Se imagino comiendo sabroso queso suizo con agujeros, queso cheddar de
brillante color anaranjado, quesos estadounidenses, mozzarella italiana, y el
maravillosamente pastoso camembert francés, y entonces oyó a Hem decir algo y
tomo conciencia de hallarse todavía en él deposito de Queso Q.
A veces, las cosas cambian y ya nunca mas vuelven a ser como antes dijo Haw. Y
esta parece ser una de esas ocasiones. ¡Así es la vida! Sigue adelante, y nosotros
deberíamos hacer lo mismo.
Haw miro a su demacrado compañero y trato de infundirle sentido común, pero
el temor de Hem se transformo en cólera y no quiso escucharle.
Haw no tenía la intención de ser grosero con su amigo, pero no pudo evitar
echarse a reír ante la estupidez de ambos.
Mientras se preparaba para marcharse, empezó a sentirse mas animado,
sabiendo que finalmente habrá logrado reírse de sí mismo, dejar atrás el pasado y
seguir adelante.
Haw se echo a reír con fuerza y exclamo: ¡Es hora de explorar el laberinto! Hem
no se rió ni dijo nada. Antes de partir, Haw tomo una piedra pequeña y afilada y
escribió un pensamiento muy serio en la pared, para darle a Hem algo en lo que
pensar. Tal como era su costumbre, trazo incluso un dibujo de queso alrededor,
confiando en que eso le ayudara a Hem a sonreír, a tomarse la situación mas a la
ligera y seguirle en la búsqueda de Queso Nuevo. Pero Hem no quiso mirar lo escrito,
que decía:

si no cambias, te puedes extinguir.


Luego, Haw asomo la cabeza por el agujero que habían abierto y miro ansioso
hacia el laberinto. Penso en como habían llegado a esta situación sin Queso.
Durante un tiempo había creído que bien podría no haber nada de Queso en el
laberinto, o que quizá no lo encontrara. Esas temerosas convicciones no hicieron sino
inmovilizarlo y anularlo.
Sonrío. Sabía que, interiormente, Hem seguía preguntándose: ¿Quién se ha
llevado mi queso?, pero Haw, en cambio, se preguntaba: ¿Por que no me levante antes
y me moví" con el Queso?.
Al empezar a internarse en el laberinto, miro hacia atrás, en dirección al lugar
de donde había venido y donde tantas satisfacciones había encontrado. Casi notaba
como si una parte de sí mismo se sintiera atraída hacia atrás, al territorio que le
resultaba familiar, a pesar de que ya hacía tiempo que no encontraba allí nada de
Queso.
Haw se sintió mas ansioso y se pregunto si realmente deseaba internarse en el
laberinto. Escribió una frase en la pared, por delante de el, y se quedo mirándola
fijamente durante un tiempo:

¿Que harías si no tuvieras miedo?

Penso en ello.
Sabia que, a veces, un poco de temor puede ser bueno. Cuando se teme que las
cosas empeoren si no se hace algo, puede sentirse uno impulsado a la acción. Pero no
es bueno sentir tanto miedo que le impida a uno hacer nada.
Miro a la derecha, hacia la parte del laberinto donde nunca había estado, y
sintió temor.
Luego, inspiró profundamente, giró hacia la derecha y empezó a internarse en el
laberinto, caminando lentamente en dirección a lo desconocido.
Mientras trataba de encontrar su camino, Haw penso que quizá había esperado
demasiado tiempo en el deposito de Queso Q. Hacía ya tantos días que no comía
Queso que ahora se sentía débil. Como consecuencia de ello, le resulto mas laborioso
y complicado de lo habitual el abrirse paso por el laberinto. Decidió que, si volvía a
tener la oportunidad, abandonaría antes su zona de comodidad y se adaptaría con
mayor rapidez al cambio. Eso le facilitaría las cosas en el futuro.
Luego, esbozo una suave sonrisa al tiempo que pensaba: «Mas vale tarde que
nunca».
Durante algunos días fue encontrando un poco de Queso aquí y allá, pero nada
que durase mucho tiempo. Había confiado en encontrar Queso suficiente para
llevarle algo a Hem y animarlo a que lo acompañara en su exploración del laberinto.
Pero Haw todavía no se sentía bastante seguro de si mismo. Tenía que admitir
que experimentaba confusión en el laberinto. Las cosas parecían haber cambiado
desde la ultima vez que estuvo por allí fuera.
Justo cuando creía estar haciendo progresos, se encontraba perdido en los
pasadizos. Parecía como si efectuara su progreso a base de avanzar dos pasos y
retroceder uno. Era un verdadero desafío, pero debía reconocer que hallarse de
nuevo en el laberinto, a la búsqueda del Queso, no era tan malo como en un principio
le había parecido.
A medida que transcurría el tiempo, empezó a preguntarse si era realista por su
parte confiar en encontrar Queso Nuevo. Se pregunto si acaso no abrigaba
demasiadas esperanzas. Pero luego se echo a reír, al darse cuenta de que, por el
momento, no tema nada que perder.
Cada vez que se notaba desanimado, se recordaba a sí mismo que, en realidad, lo
que estaba haciendo, por incomodo que fuese en ese momento, era mucho mejor que
seguir en una situación sin Queso. Al menos ahora controlaba la situación, en lugar
de dejarse llevar por las cosas que le sucedían. Entonces se dijo a si mismo que si
Fisgón y Escurridizo habían sido capaces de seguir adelante, ¡también podía hacerlo
el!
Mas tarde, al considerar todo lo ocurrido, comprendió que el Queso del deposito
de Queso Q no había desaparecido de la noche a la mañana, como en otro tiempo
creyera. Hacia el final, la cantidad de Queso que encontraban había ido
disminuyendo y lo que quedaba se había vuelto rancio. Su sabor ya no era tan bueno.
Hasta era posible que en el Queso Viejo hubiera empezado a aparecer moho,
aunque él no se hubiera dado cuenta. Debía admitir, no obstante, que si hubiese
querido, probablemente habría podido imaginar lo que se le venia encima. Pero no lo
había hecho.
Ahora se daba cuenta de que, probablemente, el cambio no le habría pillado por
sorpresa si se hubiese mantenido vigilante ante lo que ocurría y se hubiese
anticipado al cambio. Quizá fuera eso lo que hicieron Fisgón y Escurridizo.
Decidió que, a partir de ahora, se mantendría mucho mas alerta. Esperaría a que
se produjese el cambio y saldría a su encuentro. Confiaría en su instinto básico para
percibir cuando se iba a producir el cambio y estaría preparado para adaptarse a el.
Se detuvo para descansar y escribió en la pared del laberinto:

Olfatea el Queso con frecuencia para saber cuando comienza a


enmohecerse.

Algo mas tarde, después de no haber encontrado Queso alguno durante lo que le
parecía mucho tiempo, Haw se encontró finalmente con un enorme deposito de
Queso que le pareció prometedor. Al entrar en el, sin embargo, se sintió muy
decepcionado al descubrir que se hallaba completamente vacío.
«Esta sensación de vacío me ha ocurrido con demasiada frecuencia», penso. Y
sintió deseos de abandonar la búsqueda.
Poco a poco, perdía su fortaleza física. Sabia que estaba perdido y temía no
poder sobrevivir. Penso en darse media vuelta y regresar hacia el deposito de Queso
Q. Al menos, si lograba llegar hasta ella y Hem seguía allí, no se sentiría tan solo.
Entonces se hizo de nuevo la misma pregunta: «¿Que haría si no tuviera miedo?».
Haw creía haber dejado el miedo atrás, pero en realidad experimentaba miedo
con mucha mayor frecuencia de lo que le gustaba tener que admitir, incluso para sus
adentros. No siempre estaba seguro de saber de que tenía miedo, pero, en el
debilitado estado en que se hallaba, ahora ya sabía que se trataba, simplemente, de
miedo a seguir solo. Haw no lo sabia, pero se retrasaba debido a que sus temerosas
convicciones todavía pesaban demasiado sobre él.
Se pregunto si Hem se habría movido de donde estaba o si continuaba paralizado
por sus propios temores. Entonces, recordó las ocasiones en que se sintió en su
mejor forma en el laberinto. Eran precisamente aquellas en las que avanzaba.
Consciente de que se trataba mas de un recordatorio para si mismo, antes que
de un mensaje para Hem, escribió esperanzado lo siguiente en la pared:

El movimiento hacia una nueva dirección te ayuda a encontrar


Queso Nuevo

Haw miro hacia el oscuro pasadizo y percibió el temor que sentía. ¿Que habría
allá delante? ¿Estaría vacío? 0, lo que era peor, ¿le acechaban peligros ignotos?
Empezó a imaginar todas las cosas aterradoras que podían ocurrirle. El mismo se
infundia un miedo mortal.
Entonces, se echo a reír de si mismo. Se dio cuenta de que sus temores no
hacían sino empeorar las cosas. Así pues, hizo lo que haría si no tuviera miedo. Echo a
caminar en una nueva dirección.
Al iniciar el descenso por el oscuro pasadizo, sonrío. Todavía no se daba cuenta,
pero empezaba a descubrir que era lo que nutria su alma. Se dejaba llevar y confiaba
en lo que le esperaba mas adelante, aunque no supiera exactamente que era.
Ante su sorpresa. Haw empezó a disfrutar cada vez mas. «¿Cómo es posible que
me sienta tan bien? se pregunto. No tengo Queso alguno y no sea donde voy. »
Al cabo de poco tiempo, supo por que se sentía bien. Se detuvo para escribir de
nuevo sobre la pared:
Cuando dejas atrás tus temores, te sientes libre.

Haw se dio cuenta de que había permanecido prisionero de su propio temor. El


hecho de moverse en una nueva dirección lo había liberado.
Ahora noto la brisa fría que soplaba en esta parte del laberinto y que le
refrescaba. Respiró profundamente y se sintió vigorizado por el movimiento. Una vez
superado el miedo, resulto que podía disfrutar mucho mas de lo que hubiera creído
posible.
Haw no se sentía tan bien desde hacía mucho tiempo. Casi se le había olvidado lo
muy divertido que podía ser lanzarse a la búsqueda de algo.
Para mejorar aun mas las cosas, empezó a formarse de nuevo una imagen en su
mente. Se vio a si mismo con gran detalle realista, sentado en medio de un montón de
sus quesos favoritos, desde el cheddar hasta el brie. Se imaginó comiendo tanto
queso como quisiera y se regodeo con esa imagen.
Luego, penso en lo mucho que disfrutaría con estos exquisitos sabores.
Cuanto mas claramente concebía la imagen de si mismo disfrutando con el Queso
Nuevo, tanto mas real y verosímil se hacia esta. Estaba seguro de que terminaría por
encontrarlo. Escribió entonces:

lmaginarme disfrutando de Queso Nuevo antes incluso de


encontrarlo me conduce hacia él.

Haw siguió pensando en lo que podía ganar, en lugar de detenerse a pensar en lo


que perdía.
Se preguntó por que siempre le había parecido que un cambio le conduciría a algo
peor. Ahora se daba cuenta de que el cambio podía conducir a algo mejor.
¿Por que no me di cuenta antes?», se pregunto a si mismo.
Luego, siguió caminando presuroso por el laberinto, infundido de nueva fortaleza
y agilidad. Al cabo de poco tiempo distinguió un depósito de Queso y se sintió muy
animado al observar pequeños trozos de Queso Nuevo cerca de la entrada.
Encontró tipos de Queso que nunca había visto con anterioridad, pero que
ofrecían un aspecto magnifico. Los probo y le parecieron deliciosos. Se comió la
mayor parte de los trozos de Queso Nuevo que encontró y se guardo unos pocos
para comerlos mas tarde y quizá compartirlos con Hem. Empezó a recuperar su
fortaleza.
Entro en el deposito de Queso sintiéndose muy animado. Pero, para su
consternación, descubrió que estaba vacía. Alguien mas había estado ya allí, dejando
solo unos pocos trozos de Queso nuevo.
Llego a la conclusión de que, si hubiera llegado antes, muy probablemente habría
encontrado una buena provisión de Queso Nuevo.
Decidió regresar para comprobar si Hem se animaba a unirse a el en la búsqueda
de Queso Nuevo.
Mientras volvía sobre sus pasos, se detuvo y escribió en la pared:

Cuanto mas rápidamente te olvides del Queso Viejo, antes


encontraras el Queso Nuevo.

Al cabo de un rato, Haw inicio el regreso al deposito de Queso Q y encontró a


Hem, a quien ofreció unos trozos de Queso Nuevo, que este rechazo.
Hem apreció el gesto de su amigo, pero le dijo:
No creo que me vaya a gustar el Queso Nuevo. No es a lo que estoy
acostumbrado. Quiero que me devuelvan mi propio Queso, y no voy a cambiar hasta
que no consiga lo que deseo.
Haw se limitó a sacudir la cabeza con pesar, decepcionado. Algo mas tarde, de
mala gana, volvió a marcharse solo. Mientras regresaba hasta el punto mas alejado
que había alcanzado en el laberinto, echó de menos a su amigo, pero esos
pensamientos desaparecieron en cuanto se dio cuenta de lo mucho que le agradaba lo
que estaba descubriendo. Antes incluso de encontrar lo que confiaba fuese una gran
provisión de Queso Nuevo, si es que la encontraba alguna vez, ya sabía que no era
únicamente el tener Queso lo que le hacia sentirse tan feliz.
Se sentía feliz por el simple hecho de no permitir que el temor dictaminara sus
decisiones. Le gustaba lo que estaba haciendo ahora.
Consciente de ello, Haw no se sintió tan débil como cuando estaba en el deposito
de Queso Q, sin Queso. Experimento la sensación de tener nuevas fuerzas por el
simple hecho de saber que no iba a permitir que su temor le detuviera, y que había
tornado una nueva dirección, alimentado por ese conocimiento.
Ahora, estaba convencido de que encontrar lo que necesitaba solo era cuestión
de tiempo. De hecho, tuvo la impresión de haber descubierto ya lo que andaba
buscando. Sonrió al darse cuenta:

Es mas seguro buscar en el laberinto que permanecer en una


situación sin Queso.

Tal como le sucediera antes, comprendió que aquello de lo que se tiene miedo
nunca es tan malo como lo que uno se imagina. El temor que se acumula en la mente es
mucho peor que la situación que existe en realidad.
Al principio de su nueva búsqueda experimento tanto miedo de no encontrar
nunca Queso Nuevo que ni siquiera deseo empezar a buscarlo. Pero lo cierto es que,
desde que iniciara su viaje, había encontrado en los pasadizos Queso suficiente para
continuar la búsqueda. Ahora, esperaba con ilusión encontrar mas. El simple hecho de
mirar hacia delante ya resultaba estimulante.
Su antigua forma de pensar se había visto nublada por sus preocupaciones y
temores. Antes solía pensar en no tener Queso suficiente o en que este no durase
tanto como deseaba. Pensaba mas en lo que pudiera salir mal que en lo que podía salir
bien.
Pero eso cambio por completo desde que saliera por primera vez del deposito de
Queso Q.
Antes pensaba que nunca deberían haberles cambiado el Queso de sitio y que
ese cambio no era justo.
Ahora se daba cuenta de que era natural que el cambio se produjese
continuamente, tanto si uno lo espera como si no. El cambio solo le sorprende a uno si
no lo espera ni cuenta con el.
Al comprender repentinamente que había cambiado sus convicciones, se detuvo
para escribir en la pared:

Las viejas convicciones no te conducen al Queso Nuevo.

Haw no había encontrado aun Queso, pero mientras recorría el laberinto penso
en todo lo aprendido hasta entonces.
Ahora comprendía que sus nuevas convicciones estaban favoreciendo la adopción
de nuevos comportamientos. Se comportaba de modo muy diferente a como lo hacia
cuando regreso al deposito sin Queso, en busca de Hem.
Sabia que, al cambiar las convicciones, también se cambia lo que se hace.
Uno puede estar convencido de que un cambio le causara daño y resistirse por
tanto al mismo; o bien puede creer que encontrar Queso Nuevo le ayudara, y
entonces acepta el cambio. Todo depende de lo que uno prefiera creer. Así que
escribió en la pared:

Comprender que querer encontrar Queso Nuevo y disfrutarlo,


cambias el curso que sigues.

Haw sabia ahora que habría estado en mejor forma si hubiera afrontado el
cambio mucho mas rápidamente y abandonado antes el deposito de Queso Q. Se
habría sentido mas fuerte de cuerpo y espíritu y podría haber afrontado mucho
mejor el desafío de encontrar Queso nuevo. De hecho, quizá ya lo habría encontrado
a estas alturas si hubiese esperado el cambio y permanecido atento, en lugar de
desperdiciar el tiempo negando que ese cambio ya se había producido.
Utilizó de nuevo su imaginación y se vio a si mismo descubriendo y saboreando el
Queso Nuevo. Decidió continuar por las zonas mas desconocidas del laberinto y
encontró pequeños trozos de queso aquí y allá. Haw empezó a recuperar su fortaleza
y seguridad en si mismo.
Al pensar en el lugar del que procedía, se sintió contento de haber escrito
frases en la pared, en tantos lugares diferentes de su andadura. Confiaba en que eso
sirviera como una especie de sendero marcado que Hem pudiera seguir a través del
laberinto, si es que alguna vez se decidiera a abandonar el depósito de Queso Q.
Haw solo confiaba en estar dirigiéndose en la dirección correcta. Penso en la
posibilidad de que Hem leyera las frases escritas en la pared y encontrara su
camino.
Escribió en la pared lo que venia pensando desde hacia algún tiempo:

Observar pronto los pequeños cambios te ayuda a adaptarte a los


grandes cambios por venir.

Para entonces. Haw ya se había desprendido del pasado y se estaba adaptando


con efectividad al presente.
Continuo por el laberinto con mayor fortaleza y velocidad. Y, entonces, no tardo
en suceder lo que tanto anhelaba.
Cuando ya tenía la impresión de estar perdido en el laberinto desde hacia una
eternidad, su viaje, o al menos esta parte del mismo, termino felizmente y con
sorprendente rapidez.
Haw siguió por un pasadizo que le resultaba nuevo, doblo una esquina y allí
encontró el Queso Nuevo en el deposito Queso N.
Al entrar en ella, quedo asombrado ante lo que vio. Allí amontonado estaba el
mayor surtido de Queso que hubiera visto jamas. No reconoció todos los que vio, ya
que algunas clases eran nuevas para el.
Por un momento, se pregunto si se trataba de algo real o solo era el producto de
su imaginación, hasta que descubrió la presencia de sus viejos amigos Fisgón y
Escurridizo.
Fisgón le dio la bienvenida con un gesto de la cabeza, y Escurridizo hasta lo
saludó con una de sus patas. Sus pequeños y gruesos vientres demostraban que ya
llevaban allí desde hacia algún tiempo.
Haw los saludo con rapidez y pronto se dedico a probar bocados de cada uno de
sus Quesos favoritos. Se quito las zapatillas de correr, les ato los cordones y se las
colgó del cuello por si acaso las necesitaba de nuevo. Fisgón y Escurridizo se echaron
a reír. Asintieron con gestos de cabeza, como muestra de admiración.
Luego, Haw se lanzo hacia el Queso nuevo. Una vez que se hartó, levanto un
trozo de Queso fresco e hizo un brindis ¡Viva el cambio!
Mientras disfrutaba del Queso nuevo, reflexiono sobre lo que había aprendido.
Comprendió que en aquellos momentos en los que temía cambiar, no había hecho
sino aferrarse a la ilusión de que el Queso Viejo ya no estaba allí.
Entonces, ¿que le había hecho cambiar? ¿Acaso el temor de morir de hambre?
No pudo evitar una sonrisa al pensar que, en efecto, eso le había ayudado.
Luego se echo a reír al darse cuenta de que había empezado a cambiar en cuanto
aprendió a reírse de si mismo y de todo lo que hacía mal. Comprendió que la forma
mas rápida de cambiar consistía en reírse de la propia estupidez, pues solo así puede
uno desprenderse de ella y seguir rápidamente su camino.
Era consciente de haber aprendido algo útil de sus amigos ratones, Fisgón y
Escurridizo, algo importante sobre seguir adelante. Ellos procuraban que la vida
fuese simple. No analizaban en exceso ni supercomplicaban las cosas. En cuanto
cambio la situación y el Queso cambio de sitio, ellos también cambiaron y se
trasladaron con el Queso. Eso era algo que nunca olvidaría.
Haw también había utilizado su maravilloso cerebro para hacer aquello que los
liliputienses saben hacer mejor que los ratones.
Se imaginó a si mismo, con todo detalle realista, encontrando algo mejor...,
mucho mejor.
Reflexiono sobre los errores que había cometido en el pasado y los utilizó para
planificar para el futuro. Ahora sabia que se puede aprender a afrontar el cambio.
Se puede ser mas consciente de la necesidad de procurar que las cosas sean
simples, de ser flexible y moverse con rapidez.
No hay necesidad alguna de supercomplicar las cosas o de confundirse uno
mismo con temerosas creencias.
Hay que permanecer atento para detectar cuando empiezan los pequeños
cambios y estar así mejor preparado para el gran cambio que puede llegar a
producirse.
Conocía ahora la necesidad de adaptarse con mayor rapidez, pues si uno no se adapta
a tiempo, es muy posible que ya no pueda hacerlo. Debía admitir que el mayor
inhibidor del cambio se encuentra dentro de uno mismo, y que nada puede mejorar
mientras no cambie uno mismo.
Y, quizá lo mas importante, se dio cuenta de que siempre hay Queso nuevo ahí
fuera, tanto si uno sabe reconocerlo a tiempo como si no. Y que uno se ve
recompensado con él en cuanto se dejan atrás los temores y se disfruta con la
aventura.
También sabia que es necesario respetar algunos temores, capaces de evitarle a
uno el verdadero peligro. Pero ahora comprendía que la mayoría de sus temores eran
irracionales y que le habían impedido cambiar cuando mas lo necesitaba.
En su momento no le gusto admitirlo, pero sabia que el cambio había resultado
ser una bendición disfrazada, puesto que le condujo a encontrar un Queso mejor.
Había descubierto incluso una mejor parte de si mismo.
Al recordar todo lo aprendido, penso en su amigo Hem. Se pregunto si habría
leído algunas de las frases escritas en la pared del deposito Q y a lo largo de todo el
camino seguido a través del laberinto.
¿Había tomado Hem la decisión de desprenderse del pasado y seguir adelante?
¿Había entrado en el laberinto y descubierto que podía mejorar su vida?
¿0 se encontraba todavía paralizado porque no quería cambiar?
Haw penso en regresar al depósito de Queso Q, para ver si podía encontrar a
Hem, confiando en su capacidad para regresar de nuevo hasta aquí. Pensó que si
hablaba con Hem podría mostrarle como salir de la difícil situación en que se hallaba.
Pero entonces comprendió que ya había intentado que su amigo cambiara.
Hem tendría que encontrar su propio camino, ir mas allá de sus propias
comodidades y temores. Eso era algo que nadie podría hacer por el, de lo que nadie
podría convencerlo. De algún modo tenia que comprender la ventaja de cambiar por
si mismo.
Haw sabia que había dejado atrás un rastro para Hem, y que si éste quería,
encontraría el camino limitándose a leer las frases escritas en la pared.
Se acerco ahora a la pared mas grande del depósito de Queso N y escribió un
resumen de todo lo aprendido. Dibujó primero un gran trozo de queso y en su
interior escribió las frases. Luego, al repasar lo escrito, sonrió

El cambio ocurre
EI Queso no cesa de moverse
Anticípate al cambio
Prepárate para cuando se mueva el Queso
Controla el cambio
Olfatea el Queso con frecuencia para saber cuando se
vuelve rancio
Adáptate al cambio con rapidez
Cuanto mas rápidamente te olvides del Queso Viejo, antes
podrás disfrutar del Queso Nuevo.
Cambia
Muévete con el Queso
¡Disfruta del cambio!
Saborea la aventura y disfruta del sabor del Queso Nuevo
Prepárate para cambiar con rapidez y para disfrutarlo una
y otra vez

El Queso no cesa de moverse

Haw comprendió lo lejos que había llegado desde la ultima vez que estuviera con
Hem, en el deposito de Queso Q, pero sabia que le resultaba muy fácil volver atrás
si se dormía en los laureles. Así que cada día inspeccionaba con atención el depósito
de Queso N, para comprobar en que estado se encontraba su Queso. Estaba
dispuesto a hacer todo lo que pudiera para evitar verse sorprendido por un cambio
inesperado.
Aunque disponía de un gran suministro de Queso, realizó frecuentes salidas por
el laberinto, dedicándose a explorar zonas nuevas, para mantenerse en contacto con
lo que estaba sucediendo a su alrededor. Sabia que era mucho mas seguro conocer lo
mejor posible las verdaderas alternativas de que disponía, antes que aislarse en su
zona de comodidad.
En una de tales ocasiones, escucho lo que le pareció fue el sonido de un
movimiento allá al fondo, en los recovecos del laberinto. A medida que el sonido se
hizo mas intenso, se dio cuenta de que se acercaba alguien.
¿Podía ser Hem, que llegaba? ¿Estaría a punto de doblar la esquina mas cercana?
Haw rezo una breve plegaria para sus adentros y se limito a confiar, como
tantas veces hiciera últimamente, en que quizá, por fin, su amigo fuera finalmente
capaz de moverse con el Queso y disfrutarlo!
Fin...
¿0 acaso es solo un nuevo principio?

FIN
Un debate

Algo mas tarde, ese mismo día


Cuando Michael termino de contar la historia, miro a su alrededor y observe que sus
antiguos compañeros de clase le sonreían.
Varios le dieron las gracias y le aseguraron que sacarían buen provecho de aquella
narración.
¿Que os parecería si nos reuniéramos mas tarde para comentar un poco? le
planteo Nathan al grupo.
La mayoría de ellos contestaron que les encantaría hablar sobre lo que acababan
de escuchar, así que dispusieron encontrarse mas tarde para tomar una copa antes
de cenar.
Esa noche, reunidos en el salón del hotel, empezaron a bromear unos con otros
acerca de encontrar su «Queso» y verse a si mismos metidos en el laberinto.
Entonces, con toda naturalidad, Angela pregunto a los miembros del grupo:
Y bien, ¿quienes erais cada uno de vosotros en la narración? ¿Fisgón,
Escurridizo, Hem o Haw?
Precisamente esta tarde me dedique a pensar en eso contesto Carlos. Recuerdo
con claridad una época, antes de que iniciara mi empresa de artículos deportivos, en
la que tuve un duro encontronazo con el cambio.
»En aquella situación no fui Fisgón, desde luego, porque no husmee la situación ni
detecte a tiempo el cambio que se estaba produciendo y ciertamente tampoco fui
Escurridizo: no entre en acción inmediatamente.
»Mas bien fui como Hem, que quería permanecer en territorio conocido. Lo
cierto es que... Lo cierto es que no quería tener nada que ver con el cambio. Ni
siquiera deseaba verlo.
Michael, para quien el tiempo no parecía haber transcurrido desde los anos que
el y Carlos fueron tan buenos amigos en la escuela, pregunto:
¿De que estas hablando, amigo? De un inesperado cambio de trabajo contesto
Carlos.
¿Te despidieron? pregunto Michael echándose a reír.
Bueno, digamos que no quería salir ahí fuera a buscar Queso Nuevo. Creí tener
una buena razón por la que el cambio no me ocurriría a mí. Así que, cuando sucedió,
me sentí bastante alterado.
Algunos de los antiguos compañeros, que habían guardado silencio al principio, se
sintieron mas cómodos ahora y empezaron a hablar, incluido Frank, que pertenecía a
las Fuerzas Armadas.
Hem me recuerda a un amigo mío dijo Frank. iban a cerrar su departamento,
pero el no quiso darse por enterado. No hacían mas que reubicar a su gente en otros
departamentos. Todos tratamos de convencerlo de las múltiples oportunidades que
existían en la empresa para quienes estuvieran dispuestos a ser flexibles, pero a el
no le pareció necesario cambiar. Fue el único sorprendido cuando finalmente
cerraron su departamento. Ahora lo esta pasando muy mal, tratando de adaptarse a
un cambio que no creía que pudiera producirse.
Yo tampoco creí que me pudiera suceder a mí dijo Jessica, pero lo cierto es que
también han cambiado mi «Queso» de sitio en mas de una ocasión, sobre todo en mi
vida personal, aunque de eso podemos hablar mas tarde si queréis.
Algunos del grupo se echaron a reír, excepto Nathan.
Quizá se trate precisamente de eso dijo Nathan. El cambio es algo que nos
ocurre a todos. Me habría gustado que mi familia escuchara mucho antes esta fábula
del Queso. Lamentablemente, no quisimos ver los cambios que se nos avecinaban en
nuestro negocio y ahora ya es demasiado tarde, porque vamos a tener que cerrar
muchas de nuestras tiendas.
La noticia sorprendió a muchos miembros del grupo, convencidos de que Nathan
era muy afortunado por dirigir un negocio en cuyos beneficios y buena marcha podía
confiar, ano tras ano.
¿Que ocurrió? quiso saber Jessica. Nuestra cadena de pequeñas tiendas se quedo
repentinamente anticuada cuando llegaron los grandes supermercados a la ciudad,
con sus enormes existencias y bajos precios. Simplemente, no pudimos competir con
ellos.
» Ahora me doy cuenta de que, en lugar de ser como Fisgón y Escurridizo,
fuimos como Hem. Nos quedamos donde estabamos y no cambiamos. Tratamos de
ignorar lo que estaba sucediendo y ahora nos vernos metidos en graves problemas.
Podríamos haber aprendido un buen par de lecciones de Haw ya que, ciertamente, no
fuimos capaces de reírnos de nosotros mismos y cambiar lo que estabamos haciendo.
Laura, que había llegado a convertirse en una importante mujer de negocios,
había escuchado con atención, pero sin intervenir. Ahora dijo:
Esta tarde también he pensado en esa narración. Me pregunte cómo podía ser
mas como Haw y ver que estaba haciendo mal, reírme de mi misma, cambiar y
conseguir que las cosas fuesen mejor. Siento curiosidad añadió tras una pausa.
¿Cuantos de los presentes tenéis miedo al cambio? Nadie respondió, así que sugirió:
¿Que os parece si levantáis la mano? Sólo se levanto una mano. Bueno, por lo menos
contamos con una persona sincera en el grupo dijo Laura. Quizá os guste mas la
siguiente pregunta: ¿cuantos, de los aquí presentes, creéis que los demás le tienen
miedo al cambio?
Prácticamente todos levantaron la mano. Fue entonces cuando se echaron a reír.
¿Que nos enseña eso? Negación contesto Nathan. Desde luego admitió Michael. A
veces ni siquiera somos conscientes de que tenemos miedo. Yo se que no lo tuve. Al
escuchar el cuento por primera vez, me encanto aquella pregunta que Haw se hace en
un momento determinado: «¿Que harías si no tuvieras miedo?».
Lo que yo he sacado en claro dijo Jessica es que el cambio ocurre en todas
partes y que haré mucho mejor en adaptarme a el con rapidez en cuanto ocurra.
»Recuerdo lo sucedido hace anos, cuando nuestra empresa vendía las enciclopedias
que producíamos como un conjunto de mas de veinte libros. Una persona intento
convencernos de que debíamos introducir toda la enciclopedia en un solo disco de
ordenador y venderlo por una fracción del precio que cobrábamos. Nos aseguro que
de ese modo seria mas fácil de actualizar, nos costaría mucho menos de fabricar y
habría mucha mas gente capaz de compraría. Pero todos nos resistimos a aceptar la
idea.
¿Por que os resististeis? quiso saber entonces Nathan.
Porque todos estabamos convencidos de que la espina dorsal de nuestro negocio
se encontraba en nuestro gran equipo de ventas, dedicado a visitar a la gente puerta
a puerta. El mantenimiento del equipo de ventas dependía de las grandes comisiones
que se ganaban, gracias al elevado precio de nuestro producto. Llevábamos haciendo
lo mismo con éxito desde hacia muchos anos, y criemos poder seguir haciéndolo para
siempre.
Quizá la historia de Hem y Haw se refiriese a eso cuando había de la arrogancia
del éxito comento Laura. No se dieron cuenta de que necesitaban cambiar algo que
hasta entonces les había funcionado muy bien.
Y pensasteis que vuestro viejo Queso era vuestro único Queso.
En efecto, y quisimos aferrarnos a eso. Al pensar ahora en lo que nos ocurrió,
comprendo que no se trata únicamente de que «nos cambiaran el Queso de sitio»,
sino de que el Queso parece tener vida propia y, finalmente, se acaba.
»En cualquier caso, lo cierto es que no cambiamos. Pero un competidor si cambio
y nuestras ventas se hundieron. Pasamos por momentos muy difíciles. Ahora se esta
produciendo otro gran cambio tecnológico en la industria y parece como si en la
empresa no hubiera nadie dispuesto a tomar conciencia de ello. Las perspectivas no
son nada buenas y creo que pronto me quedare sin trabajo.
¡Es hora de explorar el laberinto! exclamó Carlos.
Todos se echaron a reír, incluida Jessica. Carlos se volvió hacia ella y le dijo:
Es bueno que seas capaz de reírte de ti misma.
Eso fue precisamente lo que yo saque en claro del relato intervino Frank. Tiendo
a tomarme demasiado en serio a mi mismo. Observe como Haw cambio cuando
finalmente pudo reírse de si mismo y de lo que estaba haciendo. No es nada extraño
que lo llamaran Haw.¿Creéis que Hem cambio alguna vez y encontró el Queso Nuevo?
pregunto Angela. Yo diría que si contestó Elaine. Pues yo no estoy tan segura dijo
Cory. Algunas personas no cambian nunca, y pagan por ello un precio muy alto. En mi
consulta medica veo a gente como Hem. Se sienten con derecho a disfrutar de su
«Queso». Cuando se les arrebata, se sienten como víctimas y le echan la culpa a
otros. Enferman con mucha mayor frecuencia que aquellas otras personas que dejan
atrás el pasado y siguen avanzando.
Entonces, casi como si hablara consigo mismo, Nathan dijo en voz baja:
Supongo que la cuestión es: ¿de que necesitamos desprendernos y hacia que
necesitamos seguir avanzando? Durante un rato, nadie dijo nada. Debo admitir siguió
diciendo Nathan que me di cuenta de lo que estaba sucediendo con tiendas como las
nuestras en otras partes del país, pero confiaba en que eso no nos afectaría a
nosotros. Supongo que es mucho mejor iniciar el cambio mientras aun se puede, en
lugar de tratar de reaccionar y adaptarse a el una vez que ha ocurrido. Quizá
seamos nosotros mismos los que debamos cambiar de sitio nuestro Queso. ¿Que
quieres decir? pregunto Frank. No dejo de preguntarme donde estaríamos hoy si
hubiéramos vendido la propiedad donde se hallaban instaladas nuestras viejas
tiendas y hubiésemos construido un gran supermercado capaz de competir con el
mejor de ellos.
Quizá Haw se refirió a eso al escribir en la pared algo así como: «Saborea la
aventura y muévete con el Queso» comento Laura.
Creo que algunas cosas no deberían cambiar dijo Frank. Por ejemplo, deseo
aferrarme a mis valores básicos. No obstante, ahora comprendo que estaría mucho
mejor, si me hubiera movido antes en la vida, siguiendo al «Queso».
Bueno, Michael, ha sido una bonita paradoja intervino Richard, el escéptico de la
clase, pero ¿como la pusiste en practica en tu empresa?
El grupo no lo sabía aun, pero el propio Richard también estaba experimentando
algunos cambios. Recientemente se había separado de su esposa y ahora trataba de
compaginar su carrera profesional con la educación de sus hijos adolescentes.
Bueno contesto Michael, pense que mi trabajo consistía simplemente en
gestionar los problemas cotidianos tal como se presentaban. Lo que debería haber
hecho, en realidad, era mirar hacia delante y prestar atención a lo que sucedía a mi
alrededor.
»¡Y vaya si gestionaba los problemas! ¡Durante veinticuatro horas al día! No
resultaba muy divertido estar a mi lado. Me encontraba en medio de una
competencia feroz de la que no podía salir.
Lo que hacías era gestionar le dijo Laura, cuando deberías haberte dedicado a
dirigir.
Exactamente asintió Michael. Entonces, al escuchar el cuento de ¿Quien se ha
llevado mi queso?, me di cuenta de que mi trabajo debía ser el de trazar una imagen
del «Queso Nuevo» que todos deseáramos alcanzar, para que pudiéramos disfrutar
cambiando y teniendo éxito, ya fuese en el trabajo o en la vida.
¿Que hiciste en el trabajo? pregunto Nathan.
Bueno, al preguntar a la gente de nuestra empresa con que personajes de la
narración se identificaban, comprendí que en nuestra organización se hallaban
representados los cuatro personajes. Empece a ver a los Fisgones y a los
Escurridizos, a los Hem y los Haw, a cada uno de los cuales había que tratar de un
modo diferente.
»Nuestros Fisgones eran capaces de olfatear los cambios que se estaban
produciendo en el mercado, así que nos ayudaron a actualizar nuestra visión
empresarial. Los animamos a identificar en que podían desembocar aquellos cambios,
en cuanto a nuevos productos y servicios deseados por nuestros clientes. Eso les
encanto, y nos hicieron saber que les entusiasmaba trabajar en una empresa capaz
de reconocer el cambio y adaptarse a tiempo.
»A los Escurridizos les gustaba hacer las cosas, así que se los animo a hacerlas,
basándose en la nueva visión empresarial. Solo necesitaban un poco de control para
que no se apresuraran a seguir una dirección equivocada. Se los recompenso
entonces por aquellas acciones que nos aportaban Queso Nuevo, y a ellos les encanto
trabajar en una empresa que valoraba la acción y los resultados.
¿Y que me dices de los Hem y los Haw? pregunto Angela.
Lamentablemente, los Hem eran las anclas que nos dificultaban el avance
contesto Michael. 0 bien se sentían demasiado cómodos, o bien le teman demasiado
miedo al cambio. Algunos de ellos solo cambiaron cuando captaron la visión razonable
que les presentamos, en la que se demostraba como el cambio funcionaría en su
propio beneficio.
» Nuestros Hem nos dijeron que deseaban trabajar en un lugar en el que se
sintieran seguros, de modo que los cambios habían de tener sentido para ellos y
aumentar su sensación de seguridad. Al comprender el verdadero peligro que les
acechaba si no cambiaban, algunos lo hicieron y les fue bien. La visión empresarial
nos ayudo a transformar a muchos de nuestros Hem en Haw.
¿Que hicisteis con los Hem que no cambiaron? pregunto Frank.
Tuvimos que despedirlos contesto Michael con pesar. Queríamos conservar a
todos nuestros empleados, pero sabíamos que si nuestro negocio no se transformaba
con suficiente rapidez, todos sufriríamos las consecuencias y tendríamos graves
problemas.
»Lo mejor de todo es que, si bien al principio nuestros Haw se mostraron
vacilantes, fueron lo bastante abiertos para aprender algo nuevo, actuar de modo
diferente y adaptarse a tiempo para ayudarnos a tener éxito.
»Pasaron a esperar el cambio y hasta lo buscaron activamente. Al comprender la
naturaleza humana, nos ayudaron a pintar una visión realista del Queso Nuevo. Una
visión que tenía sentido común prácticamente para todos.
»Nos dijeron que querían trabajar en una organización que diera a la gente
seguridad en si misma y herramientas para el cambio. Y nos ayudaron a conservar
nuestro sentido del humor, al tiempo que íbamos tras nuestro Queso Nuevo.
¿Y sacaste todo eso de un cuento tan sencillo? pregunto Richard.
No fue el cuento, sino aquello que hicimos de modo diferente, basándonos en lo
que tomamos de el contestó Michael con una sonrisa.
Yo soy un poco como Hem admitió Angela, así que, para mi, la parte mas poderosa
de la narración fue el momento en que Haw se ríe de sus propios temores y se hace
una imagen en su mente en la que se ve a si mismo disfrutando de «Queso Nuevo».
Eso le permitió adentrarse en el laberinto con menos temor y disfrutar mas de la
aventura. Y finalmente le fueron mejor las cosas. Eso es lo que casi siempre deseo
hacer.
De modo que hasta los Hem comprenden a veces las ventajas del cambio comento
Frank con una sonrisa burlona.
Como la ventaja de conservar sus puestos de trabajo dijo Carlos echándose a
reír.
0 incluso la de conseguir un buen aumento de sueldo añadió Angela con picardía.
Richard, que no había dejado de mantener el ceno fruncido durante toda la
conversación, dijo ahora:
Mi director no hace mas que decirme que nuestra empresa necesita cambiar.
Creo que me quiere dar a entender que soy yo el que necesita cambiar, pero quizá no
lo haya querido comprender así hasta ahora. Supongo que en ningún momento me di
cuenta de que era eso del «Queso Nuevo», o de lo que el director trataba de
decirme. Oh, creo que haberlo comprendido me va a venir muy bien.
Una ligera sonrisa cruzo por la cara de Richard, que al cabo de un rato añadió:
Debo admitir que me agrada esa idea de ver «Queso Nuevo» y de imaginarme
disfrutando con su sabor. Eso me anima mucho. En cuanto uno comprende como se
pueden mejorar las cosas, se interesa mas por conseguir que se produzca el cambio.
Quizá pudiera utilizar eso en mi vida personal añadió. Mis hijos parecen pensar que
nada en su vida debería cambiar nunca. Supongo que actúan como Hem y que se
sienten coléricos. Probablemente, temen lo que les depare el futuro. Quizá no les
haya pintado una imagen muy realista del «Queso Nuevo», probablemente porque ni
siquiera yo mismo la he podido ver.
El grupo guardo silencio, mientras varios de los presentes pensaban en sus
propias vidas.
Bueno dijo finalmente Jessica, la mayoría de la gente había sobre puestos de
trabajo, pero mientras escuchaba contar la historia pense en mi vida personal. Creo
que mi relación actual es «Queso Viejo» que esta muy enmohecido.
Cory se echo a reír, mostrándose muy de acuerdo.
A mi me ocurre lo mismo. Probablemente necesito desprenderme de una mala
relación.
0, quizá, el «Queso Viejo» no sea mas que viejos comportamientos intervino
Angela. De lo que realmente necesitamos desprendernos es del comportamiento que
provoca nuestra mala relación, y pasar luego a una mejor forma de pensar y de
actuar.
Buena observación reacciono Cory. El Queso nuevo puede ser una relación nueva
con la misma persona.
Empiezo a pensar que en todo esto hay mucho mas de lo que me imaginaba dijo
Richard. Me gusta la idea de desprenderme del comportamiento antiguo, en lugar de
dejar la relación. Repetir el mismo comportamiento no hará sino obtener los mismos
resultados.
»Por lo que se refiere al traba)o, quizá en lugar de cambiar de puesto de trabajo
debería cambiar mi forma de hacer el trabajo. Probablemente, si lo hubiera hecho
antes así, ahora ya ocuparía un mejor puesto.»
Becky, que vivía en otra ciudad, pero que había vuelto para participar en la
reunión, dijo:
Mientras escuchaba la narración y los comentarios que hacíais, no he podido
evitar reírme de mi misma. He sido una Hem durante mucho tiempo, temerosa del
cambio. No sabía que hubiera tanta gente que hiciera lo mismo. Temo haber
transmitido esa actitud a mis hijos, sin siquiera saberlo.
»Ahora que lo pienso, me doy cuenta de que el cambio puede conduciría a una
realmente a un lugar nuevo y mejor, aunque en el momento en que se avecina no lo
parezca así y tengamos miedo.
»Recuerdo lo que sucedió el año en que nuestro hijo ingresó en el primer curso
de la escuela superior. El trabajo de mi esposo nos obligo a trasladarnos desde
Illinois a Vermont y nuestro hijo se altero bastante porque tenía que dejar a sus
amigos. Era muy buen nadador y la escuela superior de Vermont no contaba con
equipo de natación. Así que se enojo mucho con nosotros por obligarlo a
acompañaron.
»Resultó que se enamoro de las montañas de Vermont, empezó a esquiar, ingreso
en el equipo de esquí del colegio y ahora vive felizmente en Colorado.
»Si todos hubiéramos disfrutado juntos de esta historia de Queso, tomando una
buena taza de chocolate caliente, le habríamos ahorrado mucho estrés a nuestra
familia.
En cuanto regrese a casa se la contare a mi familia dijo Jessica. Les preguntare
a mis hijos quien creen que soy, si Fisgón, Escurridizo, Hem o Haw, y quienes creen
ser ellos mismos. Podemos hablar sobre lo que nuestra familia percibe como Queso
viejo y cual podría ser para nosotros el Queso Nuevo.
Esa si" que es una buena idea admitió Richard, sorprendiendo a todos, incluso a
si mismo.
Creo que voy a parecerme mas a Haw comento Frank. Procurare cambiar de sitio
con el Queso y disfrutarlo. Y también les voy a contar esta narración a mis amigos, a
los que les preocupa abandonar el Ejercito y lo que ese cambio puede significar para
ellos. Eso podría conducirnos a algunas discusiones bastante interesantes.
El caso es que así fue como mejoramos nuestra empresa dijo Michael.
Mantuvimos varias reuniones de análisis acerca de lo que podríamos sacar en limpio
de la fábula del Queso y como podíamos aplicaría a nuestra propia situación.
»Fue estupendo porque, al hacerlo así, tuvimos a nuestra disposición una forma
de hablar y de entendernos acerca de como afrontar el cambio que hasta resulto
divertida. Fue algo muy efectivo, sobre todo después de que empezara a difundirse
mas profundamente por la empresa.
¿Que quieres decir con eso de «mas profundamente»? pregunto Nathan.
Bueno, cuanto mas lejos llegábamos en nuestra organización, tanta mas gente
encontrábamos con la sensación de tener menos poder. Comprensiblemente, sentían
mas temor ante lo que el cambio pudiera imponerles desde arriba. Por eso se
resistían al cambio.
»En resumidas cuentas, que un cambio impuesto despierta oposición. Pero
cuando compartimos la narración del Queso con prácticamente todos los que
trabajaban en nuestra organización, eso nos ayudo a transformar nuestra forma de
considerar el cambio. Ayudo a todos a reír, o al menos a sonreír ante los viejos
temores y a experimentar el deseo de seguir adelante.
»Solo desearía haberla escuchado antes terminó diciendo Michael. ¿Como es
eso? pregunto Carlos. Porque resulta que cuando empezamos a hacer frente a los
cambios, el negocio iba ya tan mal que tuvimos que despedir a parte del personal,
como ya he dicho antes, incluidos algunos buenos amigos. Fue algo muy duro para
todos nosotros. Sin embargo, los que se quedaron, y también la mayoría de los que
tuvieron que marcharse, dijeron que la narración del Queso les había ayudado mucho
a ver las cosas de modo diferente y a afrontar mejor las situaciones.
»Los que tuvieron que marcharse y buscar un nuevo puesto de traba)o dijeron
que les resulto duro al principio, pero que recordar la narración que les habíamos
contado les había ayudado.
¿Que fue lo que mas les ayudo? pregunto Angela.
Una vez que dejaron atrás sus temores contestó Michael, me dijeron que lo
mejor de todo fue el haberse dado cuenta de que ahí fuera había Queso Nuevo que,
simplemente, estaba esperando a que alguien lo encontrara.
» Dijeron tener una imagen del Queso Nuevo en sus mentes, viéndose a sí
mismos progresando en un nuevo puesto de trabajo, lo que los hizo sentirse mejor y
les ayudo a realizar mejores entrevistas laborales y a obtener mejores puestos.
¿Y que me dices de la gente que permaneció en tu empresa? pregunto Laura.
Bueno contesto Michael, en lugar de quejarse por los cambios cuando se
producen, la gente se limita a decir ahora «Ya han vuelto a llevarse el Queso.
Busquemos el Queso Nuevo». Eso nos ahorra mucho tiempo y reduce el estrés.
»La gente que hasta entonces se había resistido no tardo en comprender las
ventajas de cambiar y basta ayudaron a producir el cambio.
¿Por que crees que cambiaron? preguntó Cory.
Cambiaron en cuanto vario la presión de sus compañeros en nuestra empresa.
Después de mirar a los presentes, pregunto: ¿Que creéis que sucede en la mayoría
de organizaciones en las que habéis estado, cuando la alta dirección anuncia un
cambio? ¿Os parece que la mayoría de la gente dice que ese cambio es una gran idea
o una mala idea? Una mala idea contesto Frank. En efecto asintió Michael. (:Y por
que?
Porque la gente quiere que las cosas sigan igual contesto Carlos, y esta
convencida de que el cambio será malo para todos ellos. En cuanto alguien dice que el
cambio es una mala idea, los demás dicen lo mismo.
Así es. Cabe incluso la posibilidad de que no sientan realmente de ese modo
corroboro Michael, pero se muestran de acuerdo con tal de llevarse bien con los
demás. Esa es la clase de presión de los compañeros que lucha contra el cambio en
cualquier organización.
¿Cómo cambiaron las cosas después de que la gente escuchara esta narración del
Queso? pregunto Becky.
La presión de los compañeros cambio contesto Michael, ¡sencillamente porque
nadie quería parecer un Hem! Todos se echaron a reír. Querían husmear los cambios
y detectarlos con antelación, ponerse rápidamente manos a la obra, en lugar de
demostrar indecisión y quedarse atrás.
Esa es una buena consideración dijo Nathan. En nuestra empresa nadie quiere
parecer un Hem. Con tal de no serlo, hasta puede que cambien. (:Por que nos has
contado esta fábula en nuestra ultima reunión? Esto podría funcionar.
Puedes tener la seguridad de que funciona reafirmo Michael. Funciona mejor,
claro esta, cuando todos los miembros de una organización conocen el relate, tanto si
se trata de una gran empresa como de un pequeño negocio o de la familia, porque una
organización só1o puede cambiar cuando hay en ella suficientes personas dispuestas
a cambiar.
Luego, tras una pausa, les ofreció una ultima idea:
-l darnos cuenta de lo bien que había funcionado para todos nosotros,
empezamos a contarle la historia a todos aquellos con los que hacíamos negocios,
conscientes de que ellos también teman que habérselas con el cambio. Les sugerimos
que nosotros podíamos ser su «Queso nuevo», es decir, mejores socios que
contribuyeran a su propio éxito. Y eso, en efecto, nos condujo a nuevos negocios.
Aquello le dio a Jessica algunas ideas y le recordó que a la mañana siguiente tema
que hacer varias llamadas de ventas a una hora muy temprana. Miro su reloj y dijo:
Bueno, creo que ya va siendo hora de que me retire de este deposito de Queso y
encuentre algo de Queso Nuevo.
Todos se echaron a reír e iniciaron las despedidas. Muchos de ellos deseaban
continuar con la conversación, pero teman que marcharse. Al hacerlo, le dieron de
nuevo las gracias a Michael.
Me alegro mucho de que este cuento os haya parecido tan útil les dijo, y confío en
que pronto tengáis la oportunidad de contárselo a otros.

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