Vazquez Daniel, La Perspectiva de Aby Warburg
Vazquez Daniel, La Perspectiva de Aby Warburg
Vazquez Daniel, La Perspectiva de Aby Warburg
1 Este trabajo fue presentado en el 1º Congreso Internacional de Arte. Revueltas del Arte UNA: Bs.As,
Noviembre de 2014.
2 Desde el año 2000, nos venimos desempeñando como docente-investigador en la materia Historia de la
de Roger Chartier, quienes han destacado la doble dimensión que constituye a toda representación. Por un
lado, toda representación nos refiere a un sujeto/objeto ausente, asumiendo una dimensión transitiva, y en
este sentido cabe destacar una neta distinción entre lo que representa y lo que es representado. Por otro lado, y
esta es su dimensión reflexiva, una representación exhibe una presencia: hay una imagen presente que se
plasma en la presentación pública de una cosa o una persona. Así, al anudar esas dos dimensiones, destacamos
cómo la imagen-representación que se presenta no queda desprendida de la realidad que pretende evocar.
(R. Chartier, 2002:57-58; R. Chartier, 1996)
1
Pues bien, la búsqueda de referencias teóricas que reconocieran a las
representaciones visuales en su lógica específica y en su dimensión histórico-cultural,
nos condujo al mundo teórico-experiencial de Aby Warburg. Allí nos encontramos con
valiosas y originales herramientas conceptuales para aquellos que hacen de las
producciones artísticas y las exploraciones histórico-culturales, su quehacer
fundamental. Además, los análisis warbugianos constituyen una alternativa a los
soportes teóricos que se sostienen a partir de la lógica de los textos y del protagonismo
de los discursos.
4 Justamente, la relación comitente-artista y los análisis de tipo indiciario constituyen las claves de los
estudios de Carlo Ginzburg para descifrar los significados de algunas de las obras de Piero della
Francesca. (C.Ginzburg, 1984.)
2
la cristiana5 que, mas allá de los intentos de quienes las producen por amalgamarlas,
generaban tensiones que nunca terminarían de resolverse. Esas tensiones irresueltas son
reconocidas por nuestro autor dentro de las obras, o en los procesos de
exhibición/recepción de las mismas.
Así, el análisis de la producción de Ghirlandaio en la capilla Sassetti6 le
posibilita a Aby tomar en cuenta la supervivencia de las prácticas etruscas-paganas de
la magia de la imagen en los propios frescos, al relacionar la inclusión de los retratos de
la familia Sassetti y de Lorenzo de Medicis en ellos, con la práctica medieval de colgar el
retrato en cera como regalo votivo ante un cuadro milagroso. Y asimismo advertir la
continuidad de la práctica en la prolífica fabricación de figuras de cera (exvotos), que se
daba en la misma Florencia, para hacer posible que los poderosos de la ciudad
accedieran a la colocación de la propia figura en fiel reproducción en cera, revestida con trajes
de verdad, dentro de la iglesia florentina de la Santísima Annunziata. (A. Warburg,
1902:25).
Ya en el análisis del lugar que ocupan Sassetti y sus hijos en los frescos, en
relación al papa y al colegio cardenalicio por un lado, y a Lorenzo el Magnífico por
otro, Warburg pone de manifiesto la impronta trágica de la obra y la confluencia en
tensión de las tradiciones que allí convergen, donde los elementos profano-clásicos y
religioso-cristianos pugnan, disputándose el terreno. Casi a modo de ejemplo, los
personajes que emergen y manifiestan:
el sentido valiente de lo nuevo que rodea a Sassetti parecen disputar el espacio estrecho que ha
quedado libre y sobre el cual se agolpan San Francisco, el papa y el consistorio, como si fuese una
arena de cosas mundanas. (A. Warburg, 1902:43).
5 En las producciones renacentistas Warburg llama la atención de cómo la Historia del Arte no está
acostumbrada a ver juntas la concepción oriental-práctica, la nórdica-cortesana y la italiana-humanista de la
Antigüedad como componentes de igual relevancia en el proceso de formación del nuevo estilo. ( A. Warburg,
1929:5)
6 Se trata de una serie de frescos sobre San Francisco de Asís, que Doménico Ghiriandaio pintara en la
Capilla Sassetti de la Iglesia Santa Trinita en Florencia ( ha.1485) Aca nos estamos refiriendo al que
representa y presenta a San Francisco recibiendo del papa Honorio III la aprobación de la regla de su
orden. (Ver Imagen 1 )
3
erigidas en vida, estaban realizadas en un estilo pagano-romano con una imitación
cuidadosa de esculturas e inscripciones antiguas en la capilla. (A. Warburg, 1902:42)
Lo dijimos: tradiciones culturales diferenciadas que generan tensiones en las
mismas producciones y en los contextos de exhibición. A propósito de estas tensiones,
Aby nos diría años después que la introducción en una obra de una forma figurativa
de radical extraño terminaría generando una intensificación del significado original (A.
Warburg, 1929:3).
De esta manera, la investigación de Warburg des-cubre en las obras una trama
densísima de hombres y objetos, de comitentes, artistas, textos y pinturas (J.E. Burucúa,
2002:19), y además de tradiciones divergentes, reconociendo las diversas capas
significativas que encierra una producción visual y los distintos sujetos que participan
en su producción social. Las alusiones que ellas guardan, muchas veces ocultas al
simple contemplador de obras de arte, pueden ser develadas a partir de los auxilios de la
investigación archivistica y literaria. Así, el cotejo de la obra con testimonios y
producciones externos a la misma permite su comprensión abarcadora. Y aparece acá,
el sentido histórico e historiográfico que las representaciones visuales adquieren para
Warburg. Por un lado, son cabalmente comprendidas en la manera que se acceda al
fondo contemporáneo como potencia que ejercita una acción propia y particular. Por otro lado,
las producciones visuales aparecen como fuentes privilegiadas para la reconstrucción
histórica, en tanto la labor del historiador vuelva a conferir un timbre a las voces
inaudibles, mientras no desdeña la fatiga de reconstruir la unidad natural de la palabra y la
imagen (A. Warburg, 1902:21).
4
En ese sentido, cabe detenerse en el proyecto inconcluso Mnemosyne (1924-
1929), a través del cual Aby intentaba construir un atlas de la expresión humana, sostenido
en un repertorio muy amplio de imágenes y otro mucho menor de palabras (Checa, 2010:138).
Según Warburg, la base material de imágenes reunidas pretendía trazar un inventario de
formas expresivas demostrablemente preexistentes que, devenidas de la Antigüedad,
actuaban como una suerte de herencia expresiva y oportuno aliciente para los artistas de
la Temprana Modernidad. Conviene detenerse en la referencia que Aby nos hace sobre
la herencia expresiva del lenguaje gestual desplegado en el culto del thiasos:
(…) en los cortejos de los dioses de la ebriedad, comprende toda las de manifestaciones de la
vida fóbico-estremecida de la humanidad desamparada hasta el límite del frenesí sangriento, con
todas las acciones mímicas que en medio pueda haber, como las de caminar, correr, danzar, asir,
llevar o portar (A. Warburg, 1929:4)
Por otro lado, como destaca Burucúa, el programa se sostenía en una lógica casi
exclusivamente visual buscando rastrear continuidades de formas y sentidos a partir de
correspondencia de contornos, analogías de formas expresivas, aproximaciones cromáticas y
congruencias compositivas. (J.E. Burucúa, 2002:34)
5
Así, se plantea la hipótesis de una memoria colectiva e individual, que
sostenidas en la circulación y portación de imágenes y gestos, subyacen en toda
producción cultural y artística.
7 Warburg utilizó por primera vez el concepto, hacia 1905, en un texto sobre la producción de Alberto
Durero. Sin embargo, al no haberlo definido de manera explícita surge el problema de las posibles
interpretaciones que puedan hacerse. Aca nos apoyamos en la valiosa aproximación que sobre el concepto
warbugiano desarrolló José Emilio Burucúa, suscribiendo a su interpretación que, como historiador,
aparece fundada en la temporalidad. El propio Burucua nos advierte que es posible pensar “la formula de
pathos” como una noción atemporal de significados, formas y emociones mas por lo sugerido que por lo dicho
por Warburg. (J. E. Burucua, 2006:13)
8 El concepto de esquizofrenia en Warburg entraña una noción fuerte de desgarramiento y tragedia. Es usado
para explicar la coexistencia en tensión y conflicto de perspectivas y emociones que nunca terminan de
resolverse. (J. E. Burucua, 2002:24)
6
de esa mujer joven y en movimiento, con sus cabellos flotando y los paños de sus
ropas que se adhieren al cuerpo. Así, la encontró de manera explícita en el mundo
helenístico o en estado de latencia en el Mediterráneo feudal y destacó su vuelta a la
vida en las representaciones renacentistas. Nuestro autor consideraba la Ninfa como la
formula que sintetizaba la experiencia de la vida joven y en movimiento. La ninfa
exultante, alegre y dinámica, expresando todas las formas posibles del movimiento
corporal, pero tambien evocando el opuesto de la distensión necesaria del reposo.9 La
irrupción de la bella y misteriosa mujer con su canasta de frutas en el contexto
cristiano del nacimiento de San Juan Bautista, que pintara Ghirlandaio, es una muestra
explícita de esa presencia arrolladora y trágica a la que nos venimos refiriendo (Ver
Imágenes 2 y 3)
Ese estudio detenido que Warburg hiciera de las múltiples modalidades de la
pathosformeln de la Ninfa, y la presentación de las pathos del Héroe y del Sufriente en su
Atlas Mnemosyne, muestran un camino que merece ser tenido en cuenta en el
conocimiento y reconocimiento de las producciones artísticas como portadoras de esas
formas representativas y significantes. Conviene aquí plantearnos algunas cuestiones.
Por un lado, pareciera obvio señalar las dificultades que presenta el rastreo de
una pathosformeln: la base documental aparece como inmensa y el trabajo de indagación
se presenta como interminable. Sin embargo, vamos a destacar dos trabajos llevados a
cabo que, mas allá de su distinta envergadura teórica y empírica, muestran la riqueza
de la perspectiva metodológica-teórica de la formula de pathos.
En este sentido, Burucúa ha podido demostrar cómo la versión homérica del mito
de Ulises se ha convertido en una de las Pathosformeln más tenaces de la civilización occidental:
la del viajero que padece los infortunios del hombre desarraigado y representa al mismo
tiempo la exaltación del aventurero a quien el contacto con los otros, lo convierte en un
individuo sabio y tolerante (J.E. Burucúa, 2006:15). El exhaustivo, complejo y
fundamentado recorrido de largo plazo de Burucúa incluye representaciones visuales y
textuales, y además nos ofrece la presentación de ocho paneles que, a la manera
warbugiana del Atlas, establece esa cadena vinculante de representaciones visuales en
el largo plazo10
9
Para una sucinta pero abarcadora síntesis del rastreo warbugiano de la Ninfa, ver J. E. Burucua, 2002: 29-
32.
10 La pathosformeln del viajero fue inicialmente presentada en J.E.Burucúa, 2006, y desarrollada con mayor
complejidad empírica J. E. Burucua, 2013. En esta última entrega es dónde aparecen los paneles a los que
hemos hecho referencia.
7
En un nivel distinto de producción, Daniela Abbatte ha propuesto a manera de
conjetura, la hipótesis de la pathosformeln de la mariposa, como formula expresiva y
emotiva que parecería portar junto a la fuerza arrolladora de la vida esa sombra que conlleva la
fugacidad del instante vital. Así la autora se pregunta, si no se portan en la imagen-mariposa
el latido de duelo y el de deseo, el de eternidad y el de finitud. Es una conjetura, pero el
recorrido visual realizado es interesante y alentador. Y tiene el valor agregado de haber
surgido de un análisis, con cierta impronta warbugiana, sobre su propia obra pictórica
donde la artista plástica des-cubre la posibilidad de la presencia de una formula de
pathos, de la que no había sido consciente en el momento de pintarla. (D. Abbate,
2014)11 Y esto nos lleva a otra cuestión teórica significativa.
Hemos señalado que en las producciones artísticas las formulas de pathos serían
puestos en acto por los artistas que rememoran, responden o imitan. Pero, ¿cuánto de
conciencia hay en estas apropiaciones hechas por los artistas o por los sujetos-que-
contemplan las obras? Así, la memoria individual o colectiva se manifestaría y se
perpetuaría en la mayorìa de los casos de manera inconciente. Justamente, Warburg
consideraba que el movimiento expresivo se debía a los impulsos llegados al artista desde el
pasado” y destacaba las “predisposiciones heredadas inconscientes: allí radicaba la
consideración del arte como órgano de la memoria social (E .H. Gombrich, 1986: 227). Así,
las conexiones entre los distintos lenguajes: imágenes, palabras, gestos, sonidos,
pueden dar cuenta de la presencia de una pathosformeln.
Casi a manera de ejercicio visual, con cierto dejo de perplejidades, aquí
ensayamos algunas reapariciones y apropiaciones de la pathosformeln del Héroe y del
Sufriente, en algunas representaciones visuales, cercanas a nuestra experiencia
histórico-social. No deja de sorprendernos reconocer en imágenes cercanas, distintas
como diversas, la presencia de la forma expresiva y emotiva que en Occidente evoca el
máximo grado de entrega heroica y desinteresada, la que conduce a una sufriente
derrota que siempre pareciera augurar una victoria final. (Imágenes 4, 5, 6, 7, 8, 9,10)
11 El
trabajo de Abbatte ha sido realizado en el marco de una tesis de Licenciatura, lo que a nuestro juicio le
otorga un valor especial al aporte de investigación realizado por la autora.
8
expresivas y simbólicas aparecen como engramas portadores de esa energía mnemica
potencial. El concepto de engrama, es tomado de la obra del psicólogo Ewald Hering
y refiere a huellas adquiridas por la experiencia humana, dotadas de energía potencial
que se conserva, y se cargan o descargan de acuerdo a las situaciones experienciales
por las que atraviesa un individuo. Aby la traslada a su visión del símbolo:
Los dynamoengramas del arte antiguo se mantienen en un estado de máxima tensión pero
despolarizado en relación con la carga de energía pasiva o activa en artistas que
rememoran, responden o imitan. Sólo el contacto con la nueva era da como resultado la
polarización. Esta polarizacion lleva a un cambio radical (inversión) en el sentido que éstos le
dan a la antigüedad clásica 12
Así, las formas simbólicas son engramas de experiencia pasional que sobreviven
como patrimonio conservado en la memoria (A. Warburg, 1929: 3) pero son los sujetos
históricos los que los reactivan y vuelven a la vida en la nueva era, pudiendo lograr una
inversión energética del sentido antes otorgado. De esta manera, se insiste en las
posibles metamorfosis de una forma simbólica en el largo plazo: una tradición cultural
aparece dinámica, sostenida en cambios y continuidades, y contradictoria.
Además, esta perspectiva teórica del símbolo desafía ciertas visiones que suelen
estar muy presentes en los análisis visuales de las producciones artísticas. Por un lado,
se opone a las generalizaciones en la interpretación de las formas simbólicas y a
sostener la cuestión del estilo como expresión de una época, al destacar la relevancia del
individuo involucrado en situaciones de elección y conflicto (G. Siracusano, 2005: 26).
Por otro lado, el desafío parecería alcanzar a aquellas concepciones que
sobrestiman explicaciones desmaterializadoras de los símbolos y los lenguajes
artísticos. Si para Warburg las representaciones funcionan como dispositivos
trasmisores de una energía neutral y bipolar nunca exenta de la necesidad de ser
puesta en acción ¿por qué suponer a esa energía, ajena o distante de la materialidad
que la porta?13 Siracusano ha destacado la dificultad que el propio Warburg habría
experimentado en llevar la presentación de estos engramas al orden del lenguaje discursivo.
(G. Siracusano, 2005:26). El mismo Aby, en su visita a Nuevo México (1895-1896) y
ante la reveladora contemplación de los rituales de las serpientes llevadas a cabo por
12La explicación que estamos citando es textual de Warburg, y aparece en E. Gombrich, 1989:242.
13Gabriela Siracusano ha desarrollado en su formidable El poder de los colores una clara demostración de
las operaciones simbólicas en torno a la carga e inversión de la energía en representaciones visuales
andinas de los Siglos XVI y XVII. Allí mismo ha demostrado la importancia de abordar la materialidad de
las representaciones en los análisis para des-cubrir el sentido de las prácticas andinas. Gabriela Siracusano,
2005
9
los pueblo, subrayaba la naturaleza mediadora del símbolo advirtiéndolo como
elemento de conjunción entre las fuerzas naturales y el hombre, destacando que:
Lo que hemos aprendido hoy sobre el simbolismo de la serpiente puede darnos una idea, por
breve que esta sea, del proceso de transición de un simbolismo corpóreo y tangible, que se
apropia físicamente de sus objetivos, hacia otro meramente espiritual y mental. (A.
Warburg, 1923: 61)
10
Entre el “captar” con la fantasía y el contemplar a través del concepto está el palpar y
manipular el objeto con el consecuente reflejo escultórico o pictórico que se llama acto artístico
(A. Warburg, 1923: 61)
11
indígena americana que fueron construidas hacia el siglo XVI.14 Esos caminos de
impronta indiciaria, posibilitan el develamiento de significados escapando de las
cadenas interpretativas circulares y de asociaciones libres que generalmente se basan en una
presunta interpretación de símbolos. Se trata siempre de pesquisar y reconstruir la
intricada red de relaciones microscópicas que toda representación presupone, para
enriquecer la documentación externa de las producciones analizadas, y acceder de
maneras ciertas y fundadas a sus contextos de producción y circulación. (C.Ginzburg,
1984: Prefacio)
Bibliografía
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producción a partir de la obra Te recuerdo como eras”, tesis de
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WARBURG Aby, 1923 El ritual de la serpiente, México, FCE: ed. 2004
WARBURG Aby, Arte del retrato y burguesía florentina, (1902) en BURUCUA José E (ed.),
Historia de las imágenes e historia de las ideas. La escuela de Aby Warburg,
Bs As: CEAL, 1992
14 Bajo el título Racionalidad e irracionalidad en las representaciones de los primeros viajeros europeos al mundo
americano, los abordajes a la que nos referimos se remiten a representaciones que fueron construidas en
torno a algunas prácticas culturales indígenas: la antropofagia, los sacrificios rituales, la poligamia.
12
IMÁGENES REFERIDAS
Imagen 2
13
I 5
Índice
8
14
10
Índice de imágenes visuales
1. Ghiriandaio Doménico, 1485, “La aprobación de la regla de San Francisco por el
Papa Honorio III”, uno de los frescos pintados en la Capilla Sassetti de la Iglesia
Santa Trinita en Florencia, cuyo comitente fue Francesco Sassetti.
2. Ghiriandaio Doménico, ha.1486-90, “El nacimiento de Juan Bautista “ uno de los
frescos pintados en la Capilla Tornabuoni, cuyo comitente fue Giovanni
Tornabuoni.
3. Ghiriandaio Doménico, ha.1486-90, “El nacimiento de Juan Bautista “, detalle
4. Velázquez, Diego, ha 1632, “Cristo crucificado”, Pintura al oleo sobre lienzo,
Museo del Prado
5. Mantegna Andrea, ha. 1457-1501,“Lamentación sobre Cristo muerto”, Tempera
sobre tela, Pinacoteca de Brera, Milán
6. Fernández Gregorio, 1634, “Cristo yacente” Escultura de bulto redondo, Iglesia
de San Miguel y San Julián, en Valladolid
7. Fotografía de Ernesto Che Guevara yacente, 1967, La Higuerita, Bolivia.
8. Fotografía de Ernesto Che Guevara yacente, 1967, La Higuerita, Bolivia
9. Favio Leonardo,1973, “Juan Moreira”, fotografía de escena final
10. Portada del diario Página 12, 27 de Junio de 2002, Asesinato de Maximiliano
Kosteki y Darío Santillán, Avellaneda
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