Finit Ud
Finit Ud
Finit Ud
El pato y la muerte
Wolf Erlbruch
Perdóname, por favor –dijo-. Necesito salir de este lugar tan húmedo.
- ¿Tienes frío? –preguntó el pato-. ¿Quieres que te caliente?
Nunca nadie se había ofrecido a hacer algo así por ella. A la
mañana siguiente, muy temprano, el pato fue el primero en despertarse.
“¡No me he muerto!”, pensó. Le dio a la muerte un golpecito en el costado:
- ¡No me he muerto! –graznó henchido de felicidad.
La muerte levantó la cabeza: -Me alegro por ti –dijo desperezándose.
- ¿Y si me hubiera muerto…?
Entonces no habría podido descansar tan bien -contestó la muerte bostezando.
“Esa respuesta no ha sido nada simpática”, pensó el pato. A pesar
de que el pato se había propuesto, a partir de ese momento, no volver a
decir nada, no aguantó mucho tiempo callado:
- Algunos patos dicen que te conviertes en ángel. Te sientas en una
nube y desde ahí puedes mirar la tierra.
- Es posible –la muerte se incorporó-, pero de todas maneras tú ya tienes alas.
- Algunos patos también dicen que en las profundidades de la tierra hay
un infierno en el que te asan si no fuiste un pato bueno.
- Es asombroso todo lo que se cuenta entre los patos, pero quien sabe…
- ¿Entonces tú tampoco lo sabes? –graznó el pato. La muerte sólo le miró.
- ¿Qué hacemos hoy? –Preguntó de buen humor.
- Hoy no iremos al estanque –exclamó el pato-. ¿Qué te parece si
hacemos algo verdaderamente emocionante?
La muerte se sintió aliviada.
- ¿Subirnos a un árbol? –preguntó burlonamente. El estanque se veía
muy, muy abajo. Ahí estaba, tan silencioso… y solitario. ¡Así que eso es
lo que pasará cuando muera”, pensó el pato!, “El estanque quedará…
desierto. Sin mí.” A veces, la muerte podía leer los pensamientos.
- Cuando estés muerto el estanque también desaparecerá; al menos para ti.
- ¿Estás segura? –Preguntó el pato desconcertado.
- Tan segura como seguros estamos de lo que sabemos –dijo la muerte.
-Me consuela, así no podré echarlo de menos cuando…
- … hayas muerto –terminó la muerte.
Le resultaba tan fácil hablar sobre la muerte.
- ¿Por qué no bajamos? –Le pidió el pato un poco después-. Subidos a
los árboles se piensan cosas muy extrañas.
Durante las siguientes semanas, fueron cada vez menos al
estanque. Se quedaban sentados en cualquier lugar que tuviera hierba y
casi no hablaban. Hasta que un día, una ráfaga de aire fresco despeinó
las plumas del pato y este sintió frío por primera vez.
- Tengo frío -dijo una noche-. ¿Te importaría calentarme un poco?
La nieve caía. Los copos eran tan finos que se quedaban
suspendidos en el aire. Algo había ocurrido. La muerte miró al pato.
Había dejado de respirar. Se había quedado muy quieto. Le acarició para
colocar un par de plumas ligeramente alborotadas, lo cogió en brazos y
se lo llevó al gran río. Allí, lo acostó con mucho cuidado sobre el agua y
le dio un suave empujoncito. Se quedó mucho tiempo mirando cómo se
alejaba. Cuando le perdió de vista, la muerte se sintió incluso un poco
triste. Pero así era la vida.
FIN.
Finitud se refiere a los atributos del ser o de los seres finitos, es decir,
describe la configuración limitada del ser humano. Los conceptos
aceptan ciertas variaciones dependiendo de su punto de vista. Podemos
señalar varios tipos de finitud como la ontológica, la gnoseológica, la
existencial y la práctica14.
Hegel explica que el que se conoce a sí mismo, sabe de su finitud, primeramente, se quiere
a sí mismo y se
feliz se dice, aquel que se haya en armonía consigo mismo, el que sabe de su
responsabilidad en la sociedad