Libro de Padres

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 65

Preparación al sacramento de.

la Eucaristía

Diócesis de Reconquista
Proyecto " , • ,
Diócesis de Reconquista

Dirección editorial * , *
Herminio Otero •

Edición
Paula Depalma

Diseño
Olga Peñaranda ~

Diagramación
Eugenia Pannaría

Cubierta
Estudio SM

Fotografía
Fidel Puerta, Sergio Cuesta / ARCHIVO SM; Glen Allison, Steve Colé / PHOTODISC; FANCY; PHOVOIR;
THINKSTOCK; Stockdisc; 123RF; SHUTTERSTOCK; ¡Stock; GETTY IMAGES

Ilustraciones
F J. Velasco Fano

Equipo redactor
Delegación de Catequesis de Reconquista

Título: ¡Encontrarse con Jesús!


Preparación al sacramento de la Eucaristía 1
Libro de los padres
Autor: Delegación de Catequesis - Diócesis de Reconquista

Primera edición: mayo de 2015


Primera reedición: marzo de 2016
Primera reimpresión: enero de 2019

ISBN: 978-987-740-062-5
© 2016, Diócesis de Reconquista
© 2016, PPC Argentina S.A.

PPC Cono Sur


Av. Callao 410, 2° piso
01022AAR I Ciudad Autónoma de Buenos Aires | República Argentina
t: +54 11 4000.0400 / f: 4-54 11 4000,0429
www.ppc-editorial.com.ar
e-mail de contacto: [email protected]

Queda heclio el depósito que marca la Ley 11723.

Esta tirada de 2500 ejemplares se terminó de imprimir en el mes de enero de 2019 en FP Compañía Impresora S.A. -
Beruti 1560 - Florida (1602) - Buenos Aires - Argentina

Libro de edición argentina / Made in Argentina


Impreso en Argentina / Prínted in Argentina

No está permitida ia reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de
ninguna forma o por cualquier otro medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos,
sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

EMPRESA ASOCIADA A LA CÁMARA ARGENTINA DEL LIBRO


El encuentro con Jesús:
fuente permanente de alegría
Queridos hermanos y hermanas:
El día del bautismo de su hijo, o de su hija, cada uno de ustedes vivió un
momento inolvidable, pero también se comprometió a "educar en la fe" a
quien era bautizado o bautizada. Seguramente, en estos años, una parte
de sus desvelos, de sus preocupaciones, ha sido buscar formas concretas de transmitir la
fe y hacerla crecer en el corazón de su hijo o de su hija. Tarea compleja en estos tiempos,
ya que el ritmo de vida, los hábitos de la cultura actual, el ambiente relativista reinante, y
tantas otras cosas, complican un poco ese compromiso asumido.
Hoy, esa persona que ustedes vieron crecer, está llegando a un momento fundamental
de su camino: el tiempo de experimentar personalmente el encuentro con Jesús. Y para
que se pueda dar esta experiencia, la Iglesia como comunidad de discípulos y discípulas
del Señor, le ofrece el espacio adecuado, el tiempo necesario, las personas idóneas y los
materiales especialmente preparados para alcanzar esa meta.
Pero ustedes no pueden permanecer ajenos a este acontecimiento tan especial. Acompa-
ñar a sus hijos en su preparación para la primera comunión es una de las cosas más lindas
que les puede suceder como padres, madres, o responsables de los chicos. Para que esta
experiencia sea realmente valiosa, y también inolvidable, no pueden permanecer como
meros espectadores, como quien va al estadio a mirar cómo juegan ellos. En este caso, la
realidad es diferente.
Para poder acompañarlos de la mejor forma, también ustedes están invitados a renovar
su encuentro con Jesús. De un modo diferente, con búsquedas distintas, con preguntas de
otro tipo, con vivencias diversas. Pero el mismo Jesús que viene al encuentro de su hijo,
de su hija, quiere también encontrarse con ustedes. En definitiva, quiere ser la presencia
más importante, que convoca, acompaña y consolida la vida familiar.
¡No se pierdan esta oportunidad! Cristo, el mismo que visitó a Zaqueo, el mismo que le
pidió agua a la Samaritana, quiere encontrarse con cada uno de ustedes. Cristo quiere
bendecir y renovar la vida de sus familias. Y no se olviden de una cosa: solamente en Jesús
Resucitado podemos encontrar la verdadera alegría y la paz duradera.

+ Monseñor Ángel José Macín


Obispo de Reconquista
La estructura de los encuentros
Los encuentros giran en torno a la Palabra y están centrados en ella.
A la hora de la lectura personal o del trabajo en grupo, conviene tener en cuenta la es-
tructura de cada tema.

Subjetivos
Los objetivos nos indican lo que queremos lograr y dan la perspectiva de cada encuentro.

S Oración inicial
Al comenzar los encuentros nos ponemos en presencia de Dios. Ello nos anima a co-
menzar en un clima de recogimiento.
n Vemos y contemplamos
Partimos siempre de nuestra experiencia. Por ello, se abre un diálogo, que puede partir
de una situación personal, familiar o social.

• Escuchamos la Palabra de Dios


A partir de la proclamación de la Palabra se ilumina cada situación de vida. La Palabra
es lo más importante.

• Reflexionamos y compartimos
Gracias a la Palabra, viene la iluminación, que es el desarrollo del tema que surge de esta
escucha de la Palabra. Se comienza desglosando brevemente el texto bíblico, mostrando
cómo se relaciona con lo que conversamos en el momento de la motivación.

• Ampliamos y profundizamos
Desarrollamos con más detalle los temas. Se pueden incorporar textos del magisterio o
de santos. Es bueno leer en casa los textos, para dedicar más tiempo a dialogar y debatir
las distintas cuestiones.

H Oramos y celebramos
Expresamos nuestra respuesta a la Palabra, lo cual puede hacerse de distintas maneras.
Lo importante es dar lugar para una pequeña y sencilla celebración.

• Nos comprometemos
Por último, hacemos algunas propuestas para seguir profundizando en nuestra vida.
Puede ser rezar en familia, ver una película, realizar alguna acción solidaria...

Junta Diocesana de Catequesis


Diócesis de Reconquista
El amor de Dios

"No hay amor más grande..."


Juan 15,13

Vamos a...
• Encontrarnos con Dios como Padre bueno y que hace bien a quien se
de)a saivar por su Amor,
® Com|,.i ender la gj-andeza del amor de Dios y descubrir cómo éste obra en
la Vida de cada uno.
• Asumir la exigencia de amar ai prójimo como Él nos amó.
• Comprometernos con acciones concreías a amar a nuestros hermanos.
• Agradecer a Dios el regalo de vida, en especial !a de nuestros hijos, y
planificar acciones para transformar los hogares en comunidades con
robustos lazos de amor.

Oración inicial
• Nos ponemos en presencia del Señor, invocando su amor, su sabiduría y su misericordia:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En tu presencia 1 !
Señor, aquí estamos, en tu presencia por amor a nuestros hijos,
porque es lo más profundo de nuestro ser.

Reconocemos que Vos llenas todos los vacíos y todas las carencias,
y queremos que seas parte importante en sus vidas y en la vida de nuestras familias.
Te necesitamos. Sin Vos, sin tu amor, sin tu consuelo, sin tu misericordia,
nada tiene sentido, nada nos llena.

Te pedimos que, en estos encuentros, reavives nuestro amor


para anunciarte y vivirte.
Para que seamos nosotros, los padres, los catequistas de nuestros hijos,
y así crezcan como hombres y mujeres libres, fuertes, confiados,
solidarios, compasivos, alegres, esperanzados, felices. ' *

Ayúdanos a amarte cada día más para que podamos enseñarles a nuestros hijos
a amarte y a buscarte con toda el alma, con toda la mente y con todas sus fuerzas.
Gracias, Señor, por tanto amor.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. A m é n .
Vemos y contemplamos
He descubierto la paradoja de que si amo hasta que duela,
entonces no hay daño, sino solo más amor.
Teresa de Calcuta

A m o r que genera amor

Hoy el amor quiere entrar en mi corazón, cambiarme desde dentro... si me dejo amar, si
me dejo encontrar, si me dejo perdonar.
El dinamismo del amor es sencillo: recibir amor lleva a dar amor. Y dar amor permite recibir
más amor y crecer en el amor.
La novedad cristiana consiste en que Dios "nos amó primero" ( i Jn 4,19). Nos amó cuando
estábamos lejos, cuando el egoísmo dominaba nuestros corazones, cuando no conocíamos
la senda de la esperanza.
Por encima de nuestras injusticias, de nuestros pecados, Dios tomó la iniciativa.
"En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado. Cristo murió
por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de
bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo,
siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (Rm 5,6-8).

Si el Amor dio el primer paso, si es posible el perdón al pecador arrepentido, si el cielo está
abierto y el banquete preparado, si el Cordero toma sobre sus hombros a la oveja perdida...
entonces es posible devolver amor, iniciar el camino de la caridad cristiana.
"El amor crece a través del amor", nos recuerda Benedicto XVI. "El amor es «divino» porque
proviene de Dios y a Dios nos une y, mediante este proceso unificador, nos transforma en
un «nosotros» que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que
al final Dios sea «todo para todos» (cf. 1 Cor 15,28)" (Deus cantas est 78).
También hoy el amor quiere penetrar en mi corazón, cambiarme desde dentro.
Si me dejo amar, si me dejo encontrar, si me dejo perdonar, me uniré más a Dios.
Desde Él miraré con amor a cada uno de mis hermanos, descubriré en ellos la presencia
del mismo Amor que me ha salvado. Los amaré en Dios, y a Dios en ellos, pues "amor a
Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento" (Deus caritas est i8).
El amor genera amor. Hoy me dejaré amar y buscaré amar. Tengo ahora este día, estos
momentos. Dios me espera y me susurra:
"Con amor eterno te he amado: por
eso he reservado gracia para ti" J^^^^M
(Jr3i,3).

P. Fernando Pascual LC
Fuente: Catholic.net
A l i a n z a de amor entre tú y yo

En la pobreza o la riqueza te amaré," Tú me amarás, yo te amaré


en la salud o en la enfermedad yo te amaré alianza eterna entre tú y yo.
en la tristeza o la alegría, Tú me amarás, yo te amaré
en la tormenta o en la paz, hasta que la muerte nos una más.
ante todo y sobre todo, te amaré.
Tú me amarás, yo te amaré
Tú me amarás, yo te amaré alianza eterna entre tú y yo.
alianza eterna entre tú y yo. Tú me amarás, yo te amaré
Tú me amarás, yo te amaré hasta que la muerte nos una más
hasta que la muerte nos una más. hasta que la muerte nos una más.

En las buenas o en las malas, te amaré Hermana Glenda,


en el pecado o en la gracia, te amaré Consolad a mi pueblo 2
en la noche o en el día
en la fuerza o la debilidad
ante todo y sobre todo, te amaré.

scuchamos la Palabra de Dios


Dios es amor

Hermanos queridos:

Amémonos unos a los otros,


porque el amor procede de Dios.
Todo el que ama ha nacido de Dios
y conoce a Dios.

Quien no ama no conoce a Dios,


porque Dios es amor.

Dios nos ha manifestado el amor


que nos tiene enviando al mundo
a su Hijo único para que vivamos
por Él.

Eljamor no consiste en que noso-


tros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó a nosotros
y envió a su Hijo como víctima
por nuestros pecados.
1 Juan 4,7-21
Dios cuida de nosotros
Después dijo a sus discípulos: «Por eso les
digo. No se inquieten pensando qué van a
comer para poder vivir, ni con qué vestido
cubrirán su cuerpo. Porque la vida es más
importante que el alimento, y el cuerpo más
que el vestido. Observen a los cuervos; no
siembran ni cosechan y Dios los alimenta.
¡Cuánto más valen ustedes que los pájaros!
¿Y quién de ustedes, por más que lo intente,
puede alargar su vida una hora? Por tanto,
si nada pueden hacer en estas cosas tan pe-
queñas, ¿por qué se inquietan por lo demás?
Fíjense cómo crecen los lirios; no se fatigan
ni tejen, pero les digo que ni Salomón en
todo su esplendor se vistió como uno de
ellos. Y si Dios viste a s í a la hierba, que hoy
está en el campo y mañana se echa al fuego,
¿cuánto más hará por ustedes, hombres de
poca fe? Así que ustedes no se inquieten
buscando qué comerán o beberán. Por todo
eso se inquieta la gente del mundo, pero su
Padre ya sabe lo que necesitan. Busquen más bien su reino y él les dará lo demás. No temas,
pequeño rebaño, porque el Padre ha querido darles el reino. Vendan sus posesiones y den
limosna. Acumulen aquello que no pierde valor, tesoros inagotables en el cielo, donde ni
el ladrón ronda ni la polilla destruye. Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón.»

Lucas 12,22-34

El mandamiento nuevo
Les doy un mandamiento nuevo: Ámense los unos a los otros. Como yo los he amado, así
también ámense los unos a los otros. Por el amor que se tengan los unos a los otros reco-
nocerán todos que son discípulos míos.

Juan 13,34-35

El amor cristiano
Aunque hablara la lengua de los hombres y de los ángeles,
si no tengo amor, soy como campana que suena o platillo que retumba.
Y aunque tuviera el don de hablar de parte de Dios *
y conociera todos los misterios y toda la ciencia;
y aunque mi fe fuera tan grande para trasladar montañas,
si no tengo amor, nada soy.
Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres
y entregara mi cuerpo a las llamas.
si no tengo amor de nada sirve.
El amor es paciente y bondadoso;
no tiene envidia ni orgullo ni arrogancia.
No es grosero ni egoísta, no se irrita ni es rencoroso;
no se alegra de la injusticia,
sino que encuentra su alegría en la verdad.
Todo lo disculpa, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta.
1 Corintios 13,1-13

Reflexionamos y compartimos
> ¿Cómo es el amor de Dios?
I ¿En qué circunstancias cotidianas sentimos que Dios nos cuida? ¿Somos
conscientes de su amor providente e ilimitado? ¿Confiamos plenamente en
su amoru providencia?
• ¿Q.ué características tiene el amor cristiano? Realicen una descripción de
las relaciones humanas en nuestros ambientes cotidianos (familia, trabajo,
barrio...) ¿Ponemos en práctica el amor cristiano? ¿Por qué? ¿Q,ué actitudes
deberíamos dejar de lado?
I Hagan una lista de compromisos para poner en práctica el amor en sus
hogares y en sus trabajos y vecindario.
I ¿Mediante qué acciones podemos enseñar a nuestros hijos que Dios es bueno
y nos hace bien? ¿Cómo les enseñamos a amar a los demás?

Ampliamos y profundizamos
E l amor es Alguien

Posiblemente en la vida de cada uno de nosotros hubo amores: grandes y pequeños, tiernos
y tormentosos. Hemos sentido la atracción del sexo, la ternura de la amistad, los lazos f a -
* miliares. Pero todos esos afectos siempre nos han dejado con sed de más, porque ninguno
de ellos ha llegado a lo más hondo de nuestra intimidad. Todos son débiles e imperfectos,
todos esos amores nos han dado algo, pero ninguno de ellos nos dio la vida.
Estamos acá para encontrarnos con un amor más fuerte que la muerte, el amor que nos
hace existir. Ese amor es Alguien.
- Alguien que por puro amor me está dando la vida y me hace despertar cada mañana
solo para quererme.
- Alguien que, incluso mientras dormimos nos contempla con ternura y nos sostiene.
- Alguien que nos ama, más allá, de toda posible respuesta.
- Alguien que solo sabe amar. Es el único amor indestructible, infinito, inagotable, eterno:
es el amor de Dios. Es Dios mismo.
El amor de Dios en la Biblia
Él me dice en la Biblia: . ' ;
Te amé con un amor eterno (Jer 31,3).

Nos ama desde siempre y para siempre. No porque lo amemos o nos portemos bien. Nos
ama porque no puede no amar. Es el amor mismo.
¿Una madre puede olvidar al hijo de sus entrañas?
Pues aunque ella se olvidara, dice el Señor, Yo nunca te olvidaré (Is 49,15).

Dios no se olvida de nadie


Cada uno de nosotros somos
inolvidables para Él. De nadie
se puede olvidar. No olvida
jamás a ninguno de sus hijos
Quizá los años, los dolores de
la vida, las malas experien-
cias, las cosas del mundo que
nos atrapan, nuestro egoís-
mo e indiferencia, nos hacen
olvidar esta maravillosa ver-
dad; el corazón se nos seca,
se nos endurece porque no
nos sentimos amados en se-
rio por nadie, nos llenamos
de nerviosismos, de amar-
guras, de tristezas interiores.
Todo porque olvidamos ese
amor que sostiene nuestra
vida.

Cuando san Francisco des-


cubrió ese amor, dejó todo,
inmensamente feliz y prefirió
vivir como mendigo, libre de
todo, para que su corazón se llenara con la alegría inmensa del amor divino. Desde ese día
que se liberó de sí mismo, todos los que lo veían encontraban en sus ojos un brillo de paz
y de alegría que los invitaba a todos de liberarse del odio y del egoísmo.

Si no descubrimos ese amor de Dios es porque nos hemos hecho una falsa imagen de Él. La
educación que recibimos, las cosas que escuchamos, nuestros pecados, sin darnos cuenta
nos fueron formando otra imagen de Dios: un Dios vengativo, vigilador, que destruye, per-
seguidor. Y ese, no es el Dios de Jesucristo.

Tu Dios está en medio de ti como un poderoso salvador.


Él grita de alegría por ti, te renueva con su amor,
y baila por ti con gritos de alegría (Sof 3,17).
Como leemos: Dios no es triste. El motivo de su alegría es el hecho de vernos a nosotros,
en el bien, siendo felices. Entonces Él, que es capaz de amarnos en serio, baila de alegría
por mí: nadie me ama así.

Toda alegría de este mundo es como una gota de su alegría infinita; toda ternura de este
mundo, es como una gotita de su ternura infinita. Mi vida es un reflejo, una chispa de su Vida
infinita. Si a veces, caemos en la tentación de creer que no servimos para nada, tenemos
que recordar que somos amados por Dios. La condición es dejarnos amar por Él.

Cuando eras un niño, yo te amé...


Y yo te enseñé a caminar tomándote por los brazos.
Pero no te diste cuenta que yo te cuidaba.
Con cuerdas humanas te atraía, con lazos de amor
y era para ti como el que levanta un niño contra su mejilla.
Me inclinaba hacia ti y te daba de comer...
Pero mi pueblo ama su infidelidad.
Cuando lo llamo a lo alto ninguno se quiere levantar.
De todos modos, ¿cómo voy a dejarte, como te voy a abandonar?
Mi corazón está trastornado y se estremece mi alma.
Pero no me dejaré llevar por la ira y no te destruiré,
porque yo soy Dios, no soy un hombre. : P

' Oseas 11,1. 3-4.7-9

Todos necesitamos que Dios nos ame con un corazón humano como el nuestro y que nos
mire con ojos de ternura. Dios ama con corazón de carne, capaz de compasión y de ternura.

Jesús hace visible el amor del Padre


Jesús nos hace visible y cercano el amor y la ternura del Padre. Aceptó morir en la cruz para
hacernos saber con hechos que nos ama en serio. Nos ama así como estamos, como somos,
con lo que tenemos y con lo que nos falta.
Lo primero es descubrir el amor del Señor, dejarme querer por Él, para poder transmitir ese
amor a los demás. El secreto del amor es descubrir que Él nos amó primero, que Él siempre
me gana, y que antes de que yo haga algo bueno. Él ya me amó. (1 Jn 4,19; Jn 15,16)
Y si Él me ama más allá de mi perfección, aunque yo esté en pecado, lo mismo puedo hablar
con Él, lo mismo puedo orar.
Jesús nos cuenta el ejemplo de un hombre perfecto y de un hombre pecador. Los dos habían
idp al templo a orar. El perfecto le daba gracias a Dios porque no tenía defectos y el pecador
le pedía ayuda a Dios. Jesús dice que la oración que le gustó a Dios fue la del pecador. El
pecador a pesar de su pecado, hablaba con Dios, porque él sabía que Dios no nos escucha
por nuestros méritos, sino porque nos ama.

El perfecto miraba su perfección, el pecador miraba el amor de Dios. A pesar de todas nuestras
imperfecciones, hablemos con Él, dejémonos amar. Imaginemos su mirada que nos mira con
serenidad, con comprensión, con paciencia, y dejemos que Él mire con amor nuestra vida.

Adaptado de Víctor Manuel Fernandez,


Dejarme amar, San Pablo
Oramos y celebramos
• Agradecemos que el amor de Dios supere nuestros fallos y caídas y nos tiende la mano
para que nuevamente nos pongamos de pie, para corresponder cada día mejor a su
amor que no defrauda.

Nos comprometemos
• Cada uno reflexiona seriamente sobre
cómo descubre el amor de Dios en
su vida y lo agradece.
• Nos comprometemos a:
- Enseñar a nuestros hijos, o so-
brinos o nietos, a descubrir los
detalles de amor que Dios tiene
- cada día para con nosotros, y en-
señarles a ser agradecidos.
- Y a corresponder a ese amor
amando a los que se cruzan en
nuestro camino.
• Compartimos el cortometraje "El
abrazo" para pensar juntos el po-
der transformador del amor en la
sociedad.

Oración final

O Danos la libertad del amor


Señor, libéranos del espíritu de orfandad,
y danos el espíritu de hijos tuyos y hermanos de los demás.
Danos la libertad del amor, .
capaz de donarse a sí mismo hasta que duela. Amén.
• Rezamos el Padrenuestro, Avemaria y Gloria. \
ENCUENTRO
Jesús celebrado
2 en la comunidad
Porque donde hay dos o más reunidos e n m i Nombre,
yo estoy presente e n medio de ellos.

M a t e o 18,20

Vamos a...
• Descubrir la necesidad de celebrar, expresar y fortalecer la fe en Comunidad.
• V'ivenciar la certeza de que Dios se hace presente en la Eucaristía.
• Estimular la adoración eucarística asidua, profunda y devota en todos
los miembros de la familia cristiana.
«'Abrazar la Eucaristía sintiendo profundamente la presencia de Dios
on nosotros.
» Invitar a participar en familia de la fiesta dominical de la Eucaristía.

Oración inicial
• Invocamos la presencia de Dios, confiando en su Palabra que nos dice: "Cuando hay dos
o más reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ustedes". Y lo hacemos:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. A m é n .

O En comunidad
Señor, aquí estamos otra vez, en tu presencia, '
porque te amamos, porque te necesitamos. ^
Enséñanos a descubrirte,
a celebrarte en comunidad, en comunidad creyente,
a ponerte siempre en el centro:
de este momento y de todos los momentos.
En el centro de nuestra vida y en el centro de nuestra familia,
en el centro de nuestra comunidad,
para que seamos renovados en la fe, en la esperanza y en el amor
y así nos convirtamos en instrumentos de tu redención.
Danos la gracia de contagiar
la alegría de tu presencia en medio nuestro
y de vivir de manera agradable a Ti,
que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vemos y contemplamos
Celebramos la Eucaristía

Descubrimos que Jesús está


vivo y presente en medio
nuestro, que obra maravillas
en su Pueblo Santo, y esto es
motivo de celebración.
Cuando la Iglesia celebra la
Eucaristía, realiza el memorial
de la Pascua del Señor, en el
que Cristo se hace misterio-
samente presente, y nosotros
podemos participar (decimos
"comulgar") en su p a s i ó n ,
muerte y resurrección. Así, la
Eucaristía nos configura de
modo único y profundo con
Jesús, renovando nuestro corazón, nuestra existencia y nuestra relación con él y con los
hermanos, y nos hace pregustar la comunión con el Padre en el banquete del Reino de los
cielos.

Escuchamos la Palabra de Dios


Así celebraban las primeras comunidades cristianas a Jesús Resucitado:

Todos reunidos

Todos se reunían asiduamente para es-


cuchar la enseñanza de los Apóstoles y
participar de la vida común, en la fracción
del pan y en las oraciones. Un santo te-
mor se apoderó de todos ellos, porque los
Apóstoles realizaban muchos prodigios
y signos. Todos los creyentes se mante-
nían unidos y ponían lo suyo en común:
vendían las propiedades y sus bienes, y
distribuían el dinero entre ellos, según las
necesidades de cada uno. íntimamente
unidos, frecuentaban el Templo, partían
el pan en sus casas, y comían Juntos con
alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo.
Y cada día, el Señor, acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.

Hechos 2,43-47
R e f l e x i o n a m o s y compartimos

I ¿ C u á n d o v o y a m i s a ? ¿ Q u é s i g n i f i c a p a r a m í e l s a c r a m e n t o de l a E u c a r i s t í a ?
í ¿Celebro a J e s ú s c o n v e r d a d e r a a l e g r í a e n l a s a n t a m i s a o es u n a o b l i g a c i ó n
que m e i m p o n e n , algo fastidioso que trato de e v i t a r ?

I ¿Tengo c o n o c i m i e n t o de lo que r e a l m e n t e s i g n i f i c a p a r t i c i p a r de l a
c e l e b r a c i ó n de l a E u c a r i s t í a ? ¿ H a y algo que no c o m p r e n d o ?
I ¿ Q u é recuerdos tengo del día de m i P r i m e r a C o m u n i ó n ?
I Este m o m e n t o de e m o c i ó n , t a n grande y especial, ¿tuvo c o n t i n u i d a d e n m i vida?
I ¿ P r o f u n d i c é e n este m i s t e r i o de a m o r , o dejé p a s a r l a m i s a porque t e n í a cosas
" m á s u r g e n t e s " que a t e n d e r ?
I ¿Inculco la devoción a Jesús Eucaristía a m i s hijos? ¿Cómo?

I ¿ S é que, por ser b a u t i z a d o , formo u n a c o m u n i d a d de fe?

Ampliamos y profundizamos
, L a comunidad

¿Qué es una comunidad? Es el conjunto de personas vinculadas entre sí, por intereses co-
munes. Es así como encontramos distintas comunidades con distintos intereses: la familia,
la comunidad religiosa, los clubes, las sociedades de fomentos, la comunidad educativa...
En una comunidad, cualquiera sea su fin, todos los integrantes unen sus fuerzas y talentos
para alcanzar un objetivo: todos cooperan; si aparecen dificultades, tratan de solucionarlas
juntos; están abiertos al diálogo, a la reflexión, a la superación.

L a comunidad cristiana
¿Y qué es una comunidad cristiana? Es una congregación de fieles cristianos en virtud del
Bautismo; por lo tanto, una comunidad convocada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
No nos convocamos a nosotros mismos, sino es el mismo Dios que nos convoca con su amor.
Somos en verdad una familia, hijos de un mismo Padre que ama a todos, y por lo tanto,
somos realmente hermanos. Y por eso, en esta comunidad, nosotros buscamos parecemos
a Jesús, vivir como vivió Jesús, pasar haciendo el bien, como Él nos enseñó; nosotros, como
comunidad creyente, celebramos a Jesús Resucitado vivo y presente en nuestra vida y en
nuestra comunidad. Colocamos al Señor en el centro de nuestra vida, en el centro de nuestra
familia, en el centro de nuestro trabajo, en el centro de nuestra Iglesia. Jesús constituye el
centro y fin de la Iglesia de todos los tiempos.

L a misa
La expresión más perfecta y completa de esta celebración es la santa misa, la Eucaristía, la
Acción de Gracias. En la misa, nos encontramos con Jesús: con su Palabra; con su Cuerpo
y con su Sangre, alimento de vida eterna; nos encontramos con nuestros hermanos; pedi-
mos perdón; suplicamos por nuestras necesidades y por las del mundo entero; alabamos,
glorificamos y damos gracias a Dios, por su presencia en medio nuestro.
Y cuando nosotros celebramos con piedad sincera a Jesús en la Eucaristía, progresivamente
notamos su obra en nuestra vida cotidiana. Son frutos pascuales: la comunión, la alegría, la
paz, la solidaridad, la Justicia, la generosidad, el diálogo familiar, la fortaleza en las dificul-
tades y problemas... En la misa, nos encontramos con Jesús: con su Palabra; con su cuerpo
y con su sangre, alimento de vida eterna; nos encontramos con nuestros hermanos; pedi-
mos perdón; suplicamos por nuestras necesidades y por las del mundo entero; alabamos,
glorificamos y damos gracias a Dios por su presencia en medio nuestro.
Y cuando nosotros celebramos con piedad sincera a Jesús en la Eucaristía, progresivamente
notamos su obra en nuestra vida cotidiana. Son frutos pascuales: la comunión, la alegría,
la paz, la solidaridad, la justicia, la generosidad, el diálogo familiar, la fortaleza en las difi-
cultades y problemas...

Rezamos y celebramos
En nuestra comunidad de fe, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra capilla, todos
buscamos vivir como vivió Jesús.

Q Tú eres el pan de vida

Tú eres el Pan de Vida para nuestro pueblo peregrino.


Conscientes de tu presencia real en el Santísimo sacramento,
te alabamos y adoramos,
te celebramos y proclamamos,
te recibimos y compartimos.
En el bicentenario de la Independencia de nuestra Patria,
agradecemos tu presencia constante en nuestra historia.
pedimos tu gracia para forjar el presente guiados por tu Evangelio
y ponemos en tus manos nuestro futuro con esperanza y compromiso.
Con la alegría que nos da tu Palabra,
Salimos al encuentro de todos los argentinos, sin excluir a nadie,
para gestar juntos una cultura del encuentro en la Patria
siendo auténticos discípulos misioneros.
Con nuestra Madre, la Virgen María,
y unidos a los santos, que son nuestros modelos,
nos ponemos en camino
dejándonos conducir por la Providencia del Padre
y animados por el fuego del Espíritu Santo. Amén.

Oración del Congreso Eucarístico para el 2016

Desde los inicios de la Iglesia, la catequesis siempre estuvo muy unida a la liturgia (Celebra-
ción Eucarística y otros sacramentos) y a la caridad (obras de misericordia). Desde siempre,
son los tres pilares de la fe cristiana, inseparables uno del otro. Si se los separa, se atrofia
la fe. Estos son precisamente los tres pilares que orientarán nuestra vida en este tiempo de
formación: catequesis, liturgia y caridad.
Por eso, a partir de ahora nuestro compromiso será participar de las Celebraciones (misa)
de la comunidad cristiana a la que pertenecemos. No como un agregado secundario de
la catequesis sino como una dimensión esencial de este camino de preparación. Ese será
entonces, nuestro compromiso semanal.

• Cantamos eend/ía Eucaríst/fl.

^ Bendita Eucaristía

A ti el más inocente, Yo puedo recibirte, tomarte


a ti el omnipotente, y hacerte parte de mí,
a ti, mi rey y mi Dios, mi Dios y salvador sí, eres mi Dios, tan pequeño,
te crucificaron, en ese pedazo de pan.
tus manos y pies clavaron,
Bendita Eucaristía, bendito Señor,
y tú lo aceptabas, mas no te bastó con morir
adoro tu cuerpo,
sino que te quedaste aquí.
que me entregaste por amor.
Bendita Eucaristía, bendito Señor, Bendita Eucaristía, bendito Señor,
adoro tu cuerpo, te consagro mi vida, y tuya es mi voz...
que entregaste por amor. y todo mi amor.
Bendita Eucaristía, bendito Señor, Sandy Caldera
ya no soy yo quien vive,
eres tú quien vive en mi.

• Personalmente podemos descubrir la riqueza de la oración frente al Santísimo.


¿Podríamos visitar el Santísimo en esta semana con nuestros hijos y explicarles
con amor este Divino Misterio?
Oración final

O Te has quedado entre nosotros


Señor Jesús, te damos gracias porque te has quedado entre nosotros,
especialmente en las especies del pan y del vino.
Sabemos que estás ahí, vivo y presente,
que nos esperas para acompañarnos y alimentarnos
durante nuestra vida larga y llena de obstáculos.
Te valoramos profundamente;
queremos servir como Vos serviste,
queremos donarnos como Vos te donaste.
Tu presencia eucarística es el principal alimento de nuestra fe,
y la humildad con que te has quedado entre nosotros
nos invita a encontrarte.
Amén.
ENCUENTRO
Fragilidad y necesidad
3 de Dios
V e n g a n a mí los que están afligidos y agobiados y yo los aliviaré.
Mateo 11,28

Vamos a...
• Reconocer con serenidad, la propia y constitutiva situación de debilidad
personal.
• Comprender que nuestras debilidades y miserias pueden ser ocasión
para la o b r a de Dios.
• Descubrir la bondad d e Dios y su gran misericordia de Padre.
•Acercarse a su misericordia para hallar la fortaleza que nos ayuda a ser
cada vez mejores discípulos de j e s ú s .
• R e c o n o c e r l a i m p o r t a n c i a de una c o n c i e n c i a "bien formada".

Oración inicial

O Ven, Señor!
Aquí estamos. Señor, juntos como hermanos,
buscando tu voluntad en nuestras vidas.
Queremos conocerte y conocernos más y mejor.
¡Ven, Señor!
Ayúdanos a abrir el alma
a la grandeza de tu amor paternal.
¡Ven, Señor!
Ayúdanos a reconocer nuestra pobreza y debilidad.
Ayúdanos a aceptarlas con serenidad y confianza.
¡Ven, Señor!

^ Ayúdanos a reconocer con fe nuestros errores y faltas


para que sean oportunidad de recibir tu misericordia
y salvación.
Ayúdanos a sentir la necesidad de tu perdón.
¡Ven, Señor!
Ayúdanos a aceptar nuestras limitaciones,
para que también en nosotros se realice la victoria de tu gracia.
¡Ven, Señor! Amén.
En e l nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. A m é n
Vemos y contemplamos
Reflexionamos y compartimos desde nuestra vida:
- ¿Qué situaciones de conflicto, de pecado, de desamor, vivimos en nuestras vidas?
- ¿A quién recurrimos para revertir estas situaciones que nos duelen y enferman?
- ¿Qué actitudes humanas asumimos frente a estas realidades?

Escuchamos ia Palabra de Dios


• Leemos el texto de la parábola del hijo pródigo que nos ayuda a comprender lo que sig-
nifica el alejamiento del amor tierno de Dios en nuestras vidas.

El hijo pródigo '

Me levantaré, iré a mi padre y le diré:


—Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no me-
rezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno
de tus jornaleros.
Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él
todavía lejos, lo vio el padre y, conmovido, corrió,
se echó a su cuello y lo besó efusivamente.
El hijo le dijo:
—Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no me-
rezco ser llamado hijo tuyo.
Pero el padre dijo a sus siervos:
—Traigan rápido el mejor vestido y vístanlo, pónganle un anillo en su mano y unas sandalias
en los pies. Traigan el novillo cebado, mátenlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque
este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.
Y comenzaron la fiesta.

Lucas 15,18-24

En el fondo de cada pecado, de cada mal cometido, hay una desconfianza del amor mise-
ricordioso de Dios y una seducción a vivir como nosotros queremos, lo que lleva a poner
en riesgo nuestra realización personal y nuestra felicidad. En definitiva, es no conocer el
proyecto de amor de Dios en nuestras vidas y aceptarlo como camino seguro de salvación.

20
Reflexionamos y compartimos
I Después de leer el texto respondemos:
- ¿Cómo se sintió el hijo durante l a historia? •
-¿Cuándo nos comportamos como el hijo que se va?
- ¿ Q u é puede alejarnos de Dios para "hacer l a nuestra"?
- ¿Somos conscientes de que alejarnos del proyecto que Dios tiene para nosotros
no nos permitirá alcanzar la felicidad que tanto ansiamos?
- ¿En qué circunstancias actuamos como el hijo que se queda?
- ¿Cómo recibe el padre al hijo que vuelve?
- ¿Somos conscientes de l a infinita misericordia de nuestro Padre Dios, que, a
pesar de habernos alejado tantas veces, nos espera con s u amor?
•••ttiiiiwi^^itwiai^^ I iiiiiiiwiiiiiiiii lililí

Ampliamos y profundizamos
, U n regalo de D i o s

Nuestra vida es un don, un regalo de Dios. Y, por eso, es un misterio profundo y hermoso.
Sin embargo no dejamos de ser conscientes de que también somos débiles y frágiles. Y a
veces, afeamos y rebajamos la belleza con la que hemos sido creados. Incluso, llegamos a
apartarnos de Él y sus caminos de salvación.
Sin embargo, Él no desiste, no se asusta de nuestra debilidad y miseria. ¡Al contrario! Busca.
Llama. Sana. Libera. Fortalece.

Comenzar de nuevo

Dios es quien nos da la fuerza para comenzar de nuevo. Al


descubrir la grandeza del amor de Dios, nuestro corazón se
estremece ante el horror y el peso del pecado y comienza a
temer ofender a Dios y verse separado de Él.
Catecismo de la Iglesia Católica 1432

Sabemos que todo pecado es una lejanía de Dios.


Jesús expone la mentira, el pecado que hay en mí, no para con-
denarme sino para salvarme.

El perdón de Dios

Dios no se cansa nunca de perdonar; somos nosotros los que nos cansamos de acudir
a su misericordia. Aquel que nos invita a perdonar setenta veces siete, nos da ejemplo.
Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez.
Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos
desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría.
Papa Francisco
Rezamos y celebramos
Frente al mal, el Salmo 103 nos ayuda a descubrir la bondad de Dios.

Q Himno a la bondad de Dios


Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga
a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía
y nunca olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas


y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura;
Él colma tu vida de bienes
y tu juventud se renueva
como el águila.

El Señor es bondadoso y compasivo,


lento para enojarse
y de gran misericordia;
no acusa de manera inapelable, " , •*
ni guarda rencor eternamente;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.

Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,


así de inmenso es su amor
por los que le temen;
cuanto dista el oriente de occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.

Como un padre cariñoso con sus hijos,


así es cariñoso el Señor con sus fieles;
Él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo. %

Pero el amor del Señor permanece para siempre,


y su justicia llega hasta los hijos y los nietos
de los que le temen y observan su alianza, = ^ Í -
de los que recuerdan sus preceptos , .
y los cumplen.

Salmo 103

22
© Gracias, Señor
Te damos gracias, Señor, por tu amor y tu misericordia.
Te damos gracias, porque nos abres los ojos
para ver lo que no está bien en nosotros,
porque nos amas tanto, nos comprendes tanto,
que nuestra fragilidad y pecado no te alejan de nuestro lado;
al contrario: han logrado que tu Hijo viniera a este mundo
para mostrarnos que solo él es camino, verdad y vida.

Te damos gracias, Señor, por el regalo de la Iglesia.


Porque por medio de ella nos regalas el sacramento de la Reconciliación
y te damos gracias por nuestros sacerdotes, instrumentos de tu perdón.
Te pedimos. Señor, que aunque nosotros nos alejemos de Ti
a causa de nuestra debilidad y pecado,
Tú nunca te alejes de nosotros.

Gracias, Señor, porque siempre nos escuchas. Amén.

Nos comprometemos
W Nos comprometemos a:
- Realizar un momento diario
de oración pidiendo fortaleza
para enfrentar las debilidades
cotidianas y confianza al Señor
para seguir adelante.
- Recordar el compromiso del
mes anterior de participar de
la Eucaristía dominical, ya que
ella es fuente de virtud y gracia.

Oración final
<Cl Perdón
Amadísimo Jesús, te pido perdón por todos mis pecados
y por el dolor y las heridas que he causado a los demás con mis faltas de amor.
Te pido la gracia de evitar lastimarte otra vez.
Te pido la gracia de que crees en mí un corazón puro.
Renueva mi espíritu, devuélveme la alegría de la salvación.
Yo te glorifico y alabo, mi Señor;
quiero ser digno de entrar en tu Reino para toda la eternidad.
Yo te amo, Jesús. Yo te necesito. Amén.
Jesús, salvador del hombre

No vine a juzgar a l m u n d o sino a salvarlo.


Juan 12,47

Vamos a...
• Encontrarnos con Jesús, el liberador de todas las ataduras humanas; e! único
camino posible para vivir en libertad y ayudar a los padres a descubrir que
somos realmente libres cuando optamos por la propuesta de j e s ú s , quien
nos salvó por medio de la cruz.
• Comprender que formamos parte de un plan de salvación y asumir la tarea
de educar a nuestros hijos en la fe para que Dios pueda realizar elproyecto
que tiene para ellos.
• Entender que la liberación y la salvación que el Reino de Dios trae consigo
alcanzan a la persona humana en su dimensión tanto física como espiritual.
• Sentir e l llamado a la conversión y a creer en el amor misericordioso de Dios.

O E n tu presencia
Aquí estamos, Señor, en tu presencia.
Estamos felices de encontrarnos nuevamente con Vos
y de compartir entre nosotros este momento de oración y reflexión.
Te damos gracias por tu bondad, por tu sabiduría;
te damos gracias porque nos elegís a cada uno de nosotros
como elegiste a cada uno de tus discípulos.

Te damos gracias porque nos liberas de nuestras esclavitudes,


de nuestros afectos desordenados, de nuestros pecados,
de nuestros miedos, de nuestra soledad, de nuestro sin sentido;
, sos Vos el único que nos salva de la muerte y la condenación eterna.
Gracias, Señor, por tanto amor;
gracias porque, en medio de nuestros sufrimientos y cruces,
estás a nuestro lado para sostenernos, para aconsejarnos con tu Palabra,
para confortarnos con tus sacramentos, para levantarnos con tu misericordia.
Te amamos y te pedimos la gracia, para nosotros y para nuestra familia,
de corresponder siempre a tu amor.
Que nuestra vida sea para aumentar tu gloria. Amén.
Vemos y contemplamos
• Reflexionamos y compartimos:
- Qué cosas me esclavizan?
- ¿Vicios o adicciones? (cigarrillo, alcohol, dinero, pornografía...)
- ¿Consumismo y materialismo? (auto, moto, plasma, ropa...)
- ¿Dependencia de la tecnología? (celular, internet...)
- ¿Pasiones desordenadas? (ira, pereza, gula, lujuria, soberbia, mal carácter, impaciencia,
envidia, egoísmo...)
- ¿Deseos de ser aceptado por los demás, aunque eso signifique cambiar mi forma de
pensar, de relacionarme, de vestirme?
- ¿Deseo o necesidad de estar acompañado a cualquier costo, con tal de no sentirme sola/o?
- ¿Personas de las que no puedo desprender o alejar, aunque no me hagan bien?

Escuchamos la Palabra de Dios


Nada nos separa del amor de Dios

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?


El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿ n o nos concederá con él toda clase
de favores? ¿ Q u i é n podrá acusar a los elegidos de
Dios? Dios es el que justifica. ¿ Q u i é n se atreverá
a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que
murió, más aún, el que resucitó, y está a la
derecha de Dios e intercede por nosotros?
¿Quién podrá entonces separarnos del amor
de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias,
la persecución, el hambre, la desnudez, los
peligros, la espada? Como dice la Escritura:
«Por tu causa somos entregados conti-
nuamente a la muerte; se nos considera
como a ovejas destinadas al matadero.»
Pero en todo esto obtenemos una am-
plia victoria, gracias a aquel que nos
amó. Porque tengo la certeza de que
ni la muerte ni la vida, ni los ángeles
ni los principados, ni lo presente ni lo
futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto
ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá
separarnos jamás del amor de Dios, manifestado
en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Romanos 8,31-39
Reflexionamos y compartimos
I Jesús viene a salvarnos
A n t e l a realidad de pecado, Jesús viene
a liberarnos de todo m a l y toda esclavitud.
S u amor infinito es capaz de hacernos
hombres y mujeres nuevos, y a que el amor
de Dios hace nuevas todas las cosas.
Nuestra actitud será l a de aceptar
esta infinita misericordia, que supera
todos nuestros cálculos.

Jesús vino a darnos l a verdadera libertad


y salvación. Tenemos numerosas pmebas
de ello en el Evangelio:

- ¿Vino a salvarnos de nuestras necesidades? ¡Sí!


M e 6,35-44 L a multiplicación de los panes
- ¿Vino a salvarnos de nuestras enfermedades? ¡Si!
L e 7,1-10 L a curación del siervo del centurión
M e 1,40-45 L a curación de u n leproso
M e 2,1-12 L a curación de u n paralítico
M e 6,53-57 L a curación de muchos enfermos

- ¿Vino a salvarnos de nuestras cegueras? ¡Sí!


Me 10,46-52 L a curación de Bartimeo
M t 23,24 Los guias ciegos que cuelan
el mosquito y se tragan u n camello

- ¿Vino a salvarnos de las catástrofes? ¡Sí!


M e 6,45-52 L a tempestad calmada
- ¿Vino a salvarnos de nuestros demonios? ¡Sí!
L e 7,36-50 y L e 4,31- 37
- ¿Vino a salvarnos de nuestros pecados? ¡Sí!
L e 7,36-50: y J n 8,1-11 L a mujer pecadora
- ¿Vino a salvarnos de la muerte? ¡Sí!
J n 11,32-44 L a resurrección de Lázaro
Me 5,21- 4 3 L a resurrección de l a hija de Jairo
- ¿Vino a salvarnos de nuestra ignorancia? ¡Sí!
M e 6,34 y Me 7,17-18
Ampliamos y profundizamos
Jesús nos salva
¿Quiere decir que Jesús vino a íiacer todos los milagros
que nosotros creemos necesitar? ¿Quiere decir que Je-
sús nos v a a ahorrar todos los sufrimientos, todas las
enfermedades, todo el hambre, toda la injusticia, todos
los miedos, todas las dudas, todas las traiciones, todas
las soledades? ¡No!
Jesús nos salva asumiendo nuestra humanidad. Jesús nos
salva enseñándonos a vivir en sintonía con la voluntad
del Padre. Jesús nos salva dejándose clavar en la cruz. Y
nos pide que colaboremos, con nuestro amor y nuestra
libertad, para aliviar el hambre y las necesidades de los
demás, enseñar al que no sabe, acompañar al que está solo, visitar al enfermo y al privado
de libertad, ayudar al sufre, construir la paz.
Y aunque nosotros no necesitáramos ser salvados de nada - d e ninguna enfermedad, de
ninguna necesidad, de ningún pecado- Jesús tendría que haberse encarnado para salvarnos
del sin sentido. Cristo es quien le da sentido a toda nuestra vida, le da sentido a la familia, al
amor, al sacrificio, al sufrimiento, a la alegría, a la solidaridad, al perdón, al volver a empezar,
a la castidad, a la pobreza, a la obediencia. Cristo le da sentido a todo.
El mejor milagro que le podemos pedir a Dios es que sepamos amar y aceptar su querer en
nuestras vidas teniendo la certeza de que lo que Él permite en nuestras vidas siempre será
para bien, aunque a veces tenga apariencia de mal o de castigo.

Rezamos y celebramos
Agradecemos a Dios la libertad y la nueva vida que nos ha dado.
• Agradecemos el hacernos personas libres para que vivamos más felices.
»• Cada uno, en el silencio de su corazón, eleva una oración espontánea.
^ Después meditamos y cantamos Déjame nacer de nuevo.

Nos comprometemos
Nos comprometemos a tener quince minutos de oración en familia antes de acostarse, para
agradecer al Señor todas las bendiciones que recibieron durante el día y pedir su protec-
ción y misericordia, como también la determinación y perseverancia para luchar contra las
cadenas que nos esclavizan.

Oración final
W Hacemos una oración espontánea de agradecimiento a Dios por todas las maravillas de
misericordia y libertad que nos da.
pll^^gíl; La Palabra como alimento
•lii^^H de la familia cristiana
Y l a Palabra se hizo carne.
Juan 1,14

Vamos a...
® T o m a r c o n c i e n c i a de !a centraüdad que debe tener la Palabra de Dios en las
familias cristianas como alimento espiritual que guía la vida cotidiana.
• hitender que, solo formándonos y estudiando la Palabra de Dios, podremos
d e f e n d e r nuestra fe.
• C r e e r que, en la Palabra de Dios, coinciden verdad y amor.
• Madurar nuestra fe y convertirla en acción evangelizadora al servicio de
nuestros h e r m a n o s .

• Cantamos y meditamos Tu Palabra, de Marcela Gándara, o escuchamos Vida eterna, de


Ricardo Montaner.

4Ji Gracias por t u amor


Señor, te damos gracias por este nuevo encuentro,
por tu amor sin límites, por tu escucha atenta a nuestros ruegos.
Hoy queremos agradecerte el regalo de la familia,
y especialmente por la nuestra.

Así como la mamá se ocupa de preparar el alimento cotidiano


tratando de hacerlo atractivo a la vista y al olfato, y a la vez nutritivo,
para que sus hijos crezcan sanos y fuertes,
de mejor modo Tú quieres alimentarnos con tu Palabra,
tu Palabra que cumple lo que dice, tu Palabra que nos da vida,
tu Palabra que, en la plenitud de los tiempos, se hizo carne: Jesucristo, %
verdadera comida y verdadera bebida.

Como los discípulos de Jesús, también hoy nosotros queremos pedirte:


Señor, danos siempre de ese pan;
que nunca nos falte el pan de tu Palabra, ni el pan de la Eucaristía;
que nunca nos falte el pan de tu amor, de tu alegría y de tu misericordia.
Concédenos la gracia de saber alimentar a nuestras familias con el verdadero pan,
con el pan que no se pone duro ni se enmohece, con el pan que se parte y se reparte, con
el pan de la generosidad, con el pan de tu amistad.
Gracias, Señor, porque nos escuchas. Amén.
Vemos y contemplamos
W Tomamos la Biblia en nuestras manos.
Reflexionamos y compartimos:
- ¿Hemos descubierto la riqueza que es tener en un libro lo que Dios quiere decirnos?
- ¿Somos conscientes de que tenemos aquí lo que Dios nos comunica?

Escuchamos la Palabra de Dios


Parábola del sembrador

Entonces Jesús les habló extensamente


por medio de parábolas. Les decía:
- E l sembrador salió a sembrar. Al es-
parcir las semillas, algunas cayeron
al borde del camino y los pájaros las
comieron. Otras cayeron en terreno pe-
dregoso, donde no había mucha tierra,
y brotaron en seguida, porque la tierra
era poco profunda; pero cuando salió
el sol, se quemaron y, por falta de raíz,
se secaron. Otras cayeron entre espi-
nas, y estas, al crecer, las ahogaron.
Otras cayeron en tierra buena y dieron
fruto: unas cien, otras sesenta, otras
treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!

Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra
del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en
su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno
pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero
no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o
una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla
entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y
la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra
fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien,
ya sesenta, ya treinta por uno.

Mateo 13,3-9.18-23

Fecundidad de la Palabra

Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la
tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el
pan al que come; así sucede con la palabra que sale de mi boca, ella no vuelve a mí estéril,
sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.

Isaías 55,10-11
Refíex«oiiafii«s y campartimos
¿Qué me dice la Palabra?
I E n l a p r e s e n c i a de Dios, e n u n a l e c t u r a reposada del texto, es b u e n o
preguntar, p o r ejemplo:
- Señor, ¿qué m e dice a m í este texto?
- ¿Qué quieres cambiar de m i vida con este mensaje?
- ¿Qué m e molesta e n este texto? ¿Por qué esto no m e interesa?
- ¿Qué m e agrada? ¿Qué m e estimula de esta Palabra?
- ¿Qué m e atrae? ¿Por qué m e atrae? ~,

¿Me atrae la Palabra?


C u a n d o u n o i n t e n t a e s c u c h a r a l Señor, suele haber t e n t a c i o n e s . U n a de ellas
es s i m p l e m e n t e sentirse molesto o a b r u m a d o y cerrarse; otra t e n t a c i ó n m u y
c o m ú n es c o m e n z a r a p e n s a r lo que el texto dice a otros, p a r a evitar aplicarlo
a l a p r o p i a v i d a . T a m b i é n sucede que u n o c o m i e n z a a b u s c a r e x c u s a s que le
p e r m i t a n d i l u i r e l m e n s a j e específico de u n texto. Otras veces p e n s a m o s que
Dios n o s exige u n a d e c i s i ó n d e m a s i a d o grande que n o estamos t o d a v í a e n
c o n d i c i o n e s de tomar. Esto l l e v a a m u c h a s personas a perder e l gozo e n s u
e n c u e n t r o c o n l a Palabra, pero sería olvidar que n a d i e es m á s paciente que e l
Padre Dios, que n a d i e c o m p r e n d e y espera c o m o Él (EG153).
- ¿ M e siento atraído por l a l e c t u r a de l a P a l a b r a de D i o s ?

- ¿ S o y dócil a s u m e n s a j e ?
- ¿ M e dejo c o n d u c i r por s u Palabra, o prefiero h a c e r m i v o l u n t a d a d a p t á n d o l a
a m i s intereses y a m i c o m o d i d a d ?
- P e n s e m o s entre todos: ¿De q u é m a n e r a puedo disfrutar m á s de l a P a l a b r a de
Dios y h a c e r l a fructificar e n m i v i d a c o t i d i a n a ? ¿ C ó m o pongo e n p r á c t i c a l a
P a l a b r a de D i o s e n m i a m b i e n t e f a m i l i a r y de trabajo?
- ¿ E s posible u n a v i d a coherente c o n e l E v a n g e l i o ? ¿ C ó m o hago p a r a v i v i r de
acuerdo a lo que creo?

Ampliamos y profundizamos
L a P a l a b r a celebrada

Escribe el Papa Francisco sobre la Palabra: cómo nos refuerza y alimenta.

La Palabra de Dios escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y re-


fuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténtico testimonio
evangélico en la vida cotidiana. Ya hemos superado aquella vieja contraposición entre
Palabra y sacramento. La Palabra proclamada, viva y eficaz, prepara la recepción del
sacramento, y en el sacramento esa Palabra alcanza su máxima eficacia.

Evangelii gaudium 174


Dios se revela

L,a Constitución Dogmática De/" Verbum dice:


• Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a sí mismo y manifestar el misterio
de su voluntad: por Cristo, la Palabra hecha carne; y con el Espíritu Santo, los hombres
pueden llegar al Padre y participar de la naturaleza divina. En esta revelación, el Dios
invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos, para
invitarlos y recibirlos en su compañía (n. 2).
• Dios habló a nuestros padres en distintas ocasiones y de muchas maneras por los profetas.
Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo. Pues envió a su Hijo, la Palabra
eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara
la intimidad de Dios. Jesucristo, Palabra hecha carne, hombre enviado a los hombres,
habla las palabras de Dios y realiza la obra de salvación que el Padre le encargó (n. 4).
• La Iglesia, esposa de la Palabra hecha carne, instruida por el Espíritu Santo, procura
comprender cada vez más profundamente la Escritura para alimentar constantemen-
te a sus hijos con la Palabra de Dios, por eso fomenta el estudio de los Padres de la
Iglesia, y el estudio de la liturgia... de manera que se multipliquen los ministros de la
Palabra capaces de ofrecer al pueblo de Dios el alimento de la Escritura, que alumbre
el entendimiento, confirme la voluntad y encienda el corazón en el amor a Dios (n. 23).

Alimentados con la Palabra


Toda la Sagrada Escritura es una mesa abundantemente servida. "Con manjares suculentos,
con vinos añejados" nos alimenta, nos conforta, nos consuela, nos instruye, nos educa, nos
muestra la voluntad de Dios en nuestras vidas, nos habla de alegría, de perdón; nos invita al
canto, a la alabanza, a la acción de gracias; nos fortalece, nos anima a pedir con confianza;
nos abre a la esperanza, nos fortalece para asumir la cruz de cada día.
San Jerónimo decía sobre la actitud que se debe tener respecto a la Eucaristía y la Palabra
de Dios:
El Evangelio es el Cuerpo de Cristo

Nosotros leemos las Sagradas Escrituras. Yo pienso que el Evangelio es el Cuerpo de


Cristo; yo pienso que las Sagradas Escrituras son su enseñanza. Y cuando Él dice: "quien
come mi carne y bebe mi sangre" (Jn 6,53), aunque estas palabras puedan entenderse
como referidas al misterio eucarístico, sin embargo, el cuerpo de Cristo y su sangre es
realmente la palabra de la Escritura, es la enseñanza de Dios. Cuando acudimos a la
Eucaristía, si cae una partícula, nos sentimos perdidos. Y cuando estamos escuchando
la Palabra de Dios, y se nos vierte en el oído la Palabra de Dios y la carne y la sangre de
Cristo, mientras que nosotros estamos pensando en otra cosa ¿Cuántos graves peligros
corremos? Que dicho más brevemente significa: cuando no escuchamos la Palabra, es
como si la hostia cayera al piso y fuera pisoteada.

Cristo e s t á presente
Cristo, realmente presente en las especies del pan y el vino, está presente también, en la
Palabra proclamada en la Liturgia, en las celebraciones donde se reúne la comunidad.

El Papa Francisco dice también en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudiunn la necesi-


dad de acercarnos a la Palabra. Más adelante continúa haciendo referencia a la alegría que
produce el Evangelio.

El Evangelio, donde deslumhra gloriosa cruz de Cristo, invita insistentemente a la ale-


gría. ¿Por qué no entrar también nosotros en ese río de alegría?

La alegría del Evangelio es para todo el pueblo; no puede excluir a nadie. Así se lo anun-
cia el ángel a los pastores de Belén: «No teman, porque les traigo una Buena Noticia,
una gran alegría para todo el pueblo» (Le 2,10).

Evangelii gaudium s y

Este acercamiento a la Palabra también es para todas las familias. San Pedro dice:
Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para
la salvación.
1 Pedro 2,2

La Palabra en el silencio
Destacada importancia y maravillo-
sa tarea tienen las mujeres cristia-
nas, las madres cristianas. María,
la Madre de Jesús, se preocupó de
proveer con lo mejor que tenía a su
Hijo y a su esposo, pero no solo las
necesidades materiales: alimento,
vestido, limpieza, cobijo. Se dedicó
en el silencio a escuchar a Dios; se
dispuso a conocer y cumplir el de-
seo de Dios, para ella, para su Hijo,
para su esposo.
Nuestro tiempo no favorece el recogimiento. Tantas cosas buenas (televisión, celular, inter-
net, música), con su uso exagerado, no ayudan al silencio, la escucha, el diálogo.
La Palabra solo puede ser pronunciada y oída en el silencio exterior e interior. María "escuchaba
y guardaba esas cosas en su corazón". La tradición de la Iglesia enseña que los misterios de
Cristo están unidos al silencio, y solo en él la Palabra puede encontrar morada en nosotros,
como ocurrió en María, mujer de la Palabra y del silencio inseparablemente (Cfr. VD 66).
El Papa Benedicto escribió sobre la importancia de la familia en la educación y en la
catequesis
El papel indispensable de las mujeres en la familia, la educación, la catequesis y la
trasmisión de los valores. En efecto, ellas saben suscitar la escucha de La Palabra, la
relación personal con Dios, y comunicar el sentido del perdón y del compartir evangé-
lico, así como ser portadoras de amor, maestras de la misericordia y constructoras de
paz, comunicadoras de calor y humanidad en un mundo que valora a las personas con
demasiada frecuencia según los criterios fríos de explotación y ganancia.
Verbum Domini 85

Nos comprometemos
1^ Nos comprometemos a:
' - Meditar durante la semana el Evangelio
proclamado en la misa del domingo
anterior y a compartirlo con la familia.
- Traer, para el próximo encuentro, una
oración que les guste acerca de la f a -
milia.

Oración final

O Gracias porque nos hablas


Gracias, Señor, porque eres un Dios vivo,
porque nos hablas, nos escuchas, nos miras con amor.
Gracias por tu Palabra que nos enseña, nos protege y nos alimenta.
Gracias por tu Palabra que llena de sentido nuestras vidas.
Te pedimos la luz del Espíritu Santo para educar a nuestros hijos
en el amor y la obediencia a Jesús, Palabra encarnada.

Que sepamos enseñarles a gustar y ver la dulzura


y la sabiduría que brota de la Sagrada Escritura.

Danos la determinación y la entrega necesarias


para cumplir lo que nos pediste:

«Vayan y anuncien el Evangelio.»


Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
ENCUENTRO

Jesucristo, centro de la vida


6 de la familia
Y yo estoy siempre c o n ustedes
h a s t a el fin del m u n d o .
Mateo 28,20b

Vamos a...
• D e s c u b r i r q u e , para q u e la vida familiar se desarrolle sana y feliz, es
i m p e r i o s o q u e J e s ú s sea i n v i t a d o a p a r t i c i p a r de la v i d a familiar (sea t e n i d o
en c u e n t a e n las decisiones a tomar; sea alabado en los cumpleaños; esté
p r e s e n t e e n la bendición de la mesa; se le pida ayuda en las dificultades; se
le d i g a gradas p o r t o d o lo q u e nos regala a diario...)
• Comprender la importancia de que Dios sea el c e n t r o del hogar p a r a que las
relaciones familiates se construyan y crezcan en e l amor, el r e s p e t o mutuo, la
paz y la alegría.
® Santificar la familia día a día con un cariño auténtico.
® Ejercitar en la familia ¡as virtudes cristianas de fe, esperanza y caridad, y luego
prudencia, lealtad, sinceridad, humildad, trabajo, alegría...

Oración inicial

O Oración a la Sagrada Familia


Te agradecemos. Señor, este tiempo de gracia que nos regalas;
por estar junto a nosotros: en este espacio, con estos hermanos,
en esta situación que hoy nos toca vivir, en mi familia.
Te damos gracias porque nunca nos abandonas,
porque te quedas en medio nuestro.

Hoy queremos pedirte que nos enseñes a ponerte en el centro de nuestras vidas,
en el lugar de privilegio.
Sin Vos, nuestra vida pierde sentido, pierde trascendencia.
Con Vos, retomamos el camino, renovamos nuestra esperanza,
seguimos amando, perdonando, valoramos todo lo bueno que nos ofreces cada día.
Vos, hablando o callando, sos el que sostiene y guía nuestra familia.

Así como María y José te pusieron en el centro de sus vidas, '


hoy nosotros queremos hacer lo mismo.
Sagrada familia de Nazaret, ruega por nosotros.
Amén.
Vemos y contemplamos
Contemplamos la presencia de Jesús entre nosotros
y conversamos:
- ¿Siento la presencia amorosa de Jesús en todos los
momentos de mi vida?
- Si soy cristiano, ¿por qué algunas veces me visita
ese sentimiento de soledad que me entristece?
- ¿Tengo siempre presente la necesidad que los demás
tienen, de nutrirse de mi alegría cristiana?
- Si soy consciente de su presencia constante en
nuestras vidas, ¿ m e preocupo por irradiar a Cristo
contagiando alegría, esperanza, consuelo?

Escuchamos la Palabra de Dios


Jesús nos da su Espíritu

Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se
postraron delante de Él; sin embargo, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo:
- Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos
sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes
hasta el fin del mundo.
Mateo 28,16-20

El Espíritu de la verdad

Y yo rogaré al Padre, y él les dará


otro Paráclito para que esté siempre
con ustedes: el Espíritu de la verdad,
a quien el mundo no puede recibir,
porque no lo ve ni lo conoce. Uste-
des, en cambio, lo conocen, porque
él permanece con ustedes y estará
en ustedes. No los dejaré huérfanos,
volveré a ustedes.
Reflexionamos y compartimos
•;.a alegría cristiana
6 D i s t r i b u i d o s e n grupos de f o r m a e s p o n t á n e a , b u s c a m o s las siguientes citas
e n el E v a n g e l i o y las r e f l e x i o n a m o s y c o m p a r t i m o s :
- "Para que e n ustedes esté m i alegría, y l a alegría de ustedes sea perfecta" (Jn
15,11).
- "Que la paz de Cristo triunfe e n sus corazones" (Col 3,15).
- "Gloria a Dios e n lo m á s alto de los cielos, y paz e n l a tierra a los hombres de
buena voluntad" (Le 2,14). - -

I Respondemos
- ¿Cómo definimos l a alegría cristiana?
- ¿Qué aspectos de nuestra familia debemos trabajar m á s profundamente para
que l a alegría cristiana se manifieste m á s e n ella?
- ¿ A y u d a m o s a nuestros niños, desde m u y pequeños, a descubrir sus dones y
capacidades para que puedan discernir s u verdadera vocación a través de la cual
servirán a los demás?
- ; Es Cristo el centro de nuestra familia?

Ampliamos y profundizamos
L a familia

La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos
sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente
grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a
convivir en la diferencia y a pertenecer a otros, y donde los padres transmiten la fe a sus
hijos. El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva
que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo a la sensibilidad
de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel
de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja. Como dicen los
Obispos franceses, no procede «del sentimiento amoroso, efímero por definición, sino
de la profundidad del compromiso asumido'por los esposos que aceptan entrar en una
unión de vida total.» El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de
vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas y que
desnaturaliza los vínculos familiares.

Papa Francisco, EvangeUi gaudium 66-67

E l desafío de la vida en familia


Es sabido que la vida en familia es un desafío. Valores que cambian, horarios sobrecargados,
exceso de informaciones, presiones culturales y económicas, todo hace difícil formar una
familia actualmente. Sin embargo, no hay nada tan importante como la familia, porque en
ella nos formamos hasta ser lo que somos.
Nuestras características particulares, talentos personales y capacidades pueden ser e n -
cauzados y estimulados de muchas maneras dentro de la estructura familiar pero también
pueden ser ignorados o reprimidos. Además, en la familia aprendemos a amarnos a nosotros
mismos, a los demás y a Dios.

E l Espíritu asiste a la familia


Cada familia es la consecuencia única de innumerables elecciones llevadas a cabo durante
generaciones y generaciones. Por eso, es tan importante pedir la asistencia del Espíritu
Santo: en el noviazgo, para que me muestre si es el hombre o la mujer que Dios quiere para
mí; si ya estoy casado, para que me ayude a crecer en el amor, la fidelidad, el perdón; si me
separé, para que me regale la luz y la sabiduría para que mis hijos se desarrollen seguros y
amados a pesar de que sus padres no están juntos.

Si ponemos a Jesús en el centro, podemos, a pesar de las pruebas,


celebrar el especial milagro de ser una familia única.

Las familias se reúnen para celebrar fiestas, cumpleaños, aniversarios, acontecimientos


extraordinarios. Las familias cambian: se mudan, celebran la llegada de nuevos miembros,
se afligen con la pérdida de los que parten. Es necesario admitir las expresiones de tristeza,
decepción, enojo y hablar sobre el modo de cómo adaptarse a la nueva situación. Recuerda:
la familia que cambia unida, crece unida.
I

Si invitamos a Jesús a ser parte de nuestra familia,


él la fortalecerá y animará.

L a comunicación en familia
Es necesario tomarse tiempo en las reunio-
nes familiares, en las comidas y en conver-
saciones privadas, para hablar, escuchar y
comprender. La comunicación acrecienta
la confianza y la confianza la unión.
Jesús siempre se tomaba un tiempo para
estar a solas con sus discípulos, para escu-
charlos, para preguntarles (Ver Mt 13,10-11;
13,36; 16,13-15; 17,1)
• Fortalece la fe de tu familia haciendo
oración: la misa del domingo, la bendición
de la mesa, oraciones espontáneas en
momentos de temor, tristeza o alegría.
La oración en familia transforma los co-
razones, cura las heridas y restablece la
paz. Recordamos una clásica frase que
dice que la familia que reza unida per-
manece unida.
• Las manifestaciones de cariño calan hon-
do, llegan hasta el alma. Una sonrisa,
un abrazo, un beso antes de acostarse,
una caricia, infunden seguridad, dan ánimo y reconfortan. El contacto dice "Te quiero"
de innumerables maneras. Los gestos sencillos de amor: antes de salir al trabajo y a la
escuela, al regresar al hogar después de una jornada llena de actividades, pueden llegar
directo al corazón, dibujar una sonrisa y alentar el espíritu. Eso le agrada a Jesús, que nos
invita a amar siempre.
• Los errores, malentendidos y decepciones son muy frecuentes e.i la vida familiar. Es nece-
sario ser tolerante y paciente. La vida en familia proporciona grandes oportunidades para
perdonar y ser perdonado. Si estalló la ira y quedan heridos los sentimientos, es bueno
decir: "lo siento" o "te perdono". Así darás una nueva oportunidad al amor.
• Una vez Pedro le preguntó al Señor cuántas veces debía perdonar a su hermano. Jesús le
respondió: setenta veces siete; o sea, siempre (Ver Mt 18,21-22).
• Es muy bueno cultivar el asombro observando las maravillas que Dios creó: la variedad de
colores y aromas de las flores y animales; la belleza del arco iris; el murmullo de un arroyo;
la majestad de una montaña; la bondad de las personas; los delicados hilos de una telaraña.
Todo eso hace brotar la admiración y nos provoca verdadera oración y reverencia a la sabi-
duría de Dios. (Ver Mt 6,26 "Vean las aves del cielo"; Mt 6,28-29 "Vean los lirios del campo")
• El tiempo que cada uno pasa por su cuenta es tan importante como el que se pasa en
familia. Procura que tus familiares dispongan de un tiempo para estar a solas consigo
mismos y con Dios. La soledad serena la mente y enriquece el alma, dando luego un
sentido más profundo al tiempo que se pasa juntos. Jesús también buscaba momentos
de soledad (Ver Mt 14,13)-
• Abre tu hogar a los viejos amigos y también a los nuevos. Aumentarán tus conocimientos,
pondrán a prueba tus prejuicios y te proporcionarán momentos llenos de alegrías. La Sa-
grada Escritura dice: "Quien ha encontrado un amigo, ha encontrado un tesoro." Procura
que tu familia acepte y celebre la variedad de nuestra "familia mundial". La intolerancia,
la discriminación, el fanatismo, la hostilidad y el temor a las diferencias, se aprenden o
previenen en el seno de la familia.

Adaptado de Kass Dotterweich, Saber vivir en familia, San Pablo

Rezamos y celebramos
Dios regaló al mundo la familia. Dios quiere h a -
bitar en el corazón de tu familia. Si Jesús vive en
tu familia, la vida familiar es mucho mejor. No lo
dejes afuera.
' Rezamos juntos la Oración por la familia.

Nos comprometemos
A incluir a Jesús cada vez más en la vida familiar por
medio de una oración, de un consejo cristiano, de un
acto de caridad hacia algún familiar, la visita a algún
abuelo o tío que esté solo, a celebrar juntos como
familia la misa del domingo...
Oración final
Oración por la familia
A Cristo, a María y a José encomiendo cada familia.
Que san José, hombre justo, trabajador incansable,
custodio integérrimo de los tesoros a él confiados,
las guarde, proteja e ilumine siempre.

Que la Virgen María, como es Madre de la Iglesia,


sea también Madre de la «Iglesia doméstica»
y, gracias a su ayuda materna,
cada familia cristiana pueda llegar a ser
verdaderamente una "pequeña Iglesia"
en la que se refleje y reviva
el misterio de la Iglesia de Cristo.

Sea ella servidora del Señor,


ejemplo de acogida humilde <fs
y generosa de la voluntad de Dios;
sea ella Madre dolorosa
á los pies de la cruz,
la que alivie los sufrimientos
y enjugue las lágrimas de cuantos sufren
por las dificultades de sus familias.

Que Cristo Señor, Rey del universo,


Rey de las familias,
esté presente, como en Cana,
en cada hogar cristiano
para dar luz, serenidad y fortaleza.

A él pido que cada familia sepa dar


generosamente su aportación original
para la venida de su Reino al mundo,
«Reino de verdad y de vida.
Reino de santidad y de gracia.
Reino de justicia, de amor y de paz»
hacia el cual está caminando la historia.

Juan Pablo II,


Familiarís consortio
ENCUENTRO

La oración en familia
7
Señor, enséñanos a orar.
Mateo 28,20b

Vamos a...
• C o n o c e r q u é s i g n i f i c a orar.
• T o m a r c o n c i e n c i a d e l i m p o r t a n t e r o l de la f a m i l i a c o m o e s c u e l a d e
oración.
• A p r e n d e r a a s u m i r n u e s t r o rol de p r i m e r o s e v a n g e l i z a d o r e s de n u e s t r o s
hijos.
• E n t e n d e r q u e la o r a c i ó n p r i v a d a es f u n d a m e n t a l e n la v i d a d e p i e d a d d e
todo católico.
• A y u d a r a los p a d r e s a d e s c u b r i r e l v a l o r d e ia o r a c i ó n e n f a m i l i a y a
c o n f i a r e n las b e n d i c i o n e s q u e D i o s d e r r a m a c u a n d o la familia o r a u n i d a .

Oración inicial

O Señor, enséñanos a orar


Aquí estamos, Señor, en tu presencia.
Te amamos, necesitamos tu auxilio y fortaleza.

En este encuentro te pedimos la gracia de aprender a orar


para pedir lo que nos conviene, lo que te agrada, lo que es justo.
«Señor, enséñanos a orar», dijeron tus discípulos.

Enséñanos a bendecirte, a alabarte, a darte gracias;


enséñanos a orar para que tu voluntad
se cumpla en nuestras vidas,
y para no perdernos en nuestros caprichos '
o falsas necesidades. %

Ayúdanos a descubrir qué es lo que quieres decirnos


por medio de la oración.
Enséñanos a confiar en tu Providencia amorosa
que no desampara, que no se olvida.
Que nuestra vida y la de nuestros hijos
sea una oración que suba hasta ti y que descanse en ti.
Amén.
Vemos y contemplamos

Observamos las imágenes y nos preguntamos.


- ¿Rezo en casa?
- ¿Me avergüenza rezar en familia, bendecir la mesa?
- ¿Hablo con mi familia de lo que es agradable o no a los ojos de Dios?
- ¿Tengo imágenes religiosas, mis hijos me ven besar la cruz de Cristo o a la Virgen?
- ¿Tomo con amor, con ternura, la Biblia, o es un libro más en la biblioteca?

Escuchamos la Palabra de Dios


• Tomamos nuestras Biblias y leemos el texto del Evangelio,

Jesús e n s e ñ a a orar

Cuando oren digan:


Padre, santificado sea tu nombre; venga tu Reino
, danos cada día el pan que necesitamos.

• Ver Lucas 11,1-13

Reflexionamos f compartimus
- ¿Cómo rezamos (solos, e n familia, e n l a Iglesia...)?
- ¿Rezamos con la Biblia? ¿ C ó m o ?
- ¿Rezamos con las oraciones (Padrenuestro, Avemaria...)?
Ampliamos y profundizamos
L a oración

Santa Teresa decía: "Orar es tratar de amistad frecuente estando a solas con Aquel que nos
ama".
También lo afirma el papa Francisco:
Uno solo le dedica un tiempo gratuito y sin prisa a las personas que ama; y aquí se trata
de amar a Dios que ha querido hablar. A partir de ese amor, uno puede detenerse el
tiempo que sea necesario, con una actitud de discípulo: "Habla, Señor, que tu siervo
escucha" (i Sam 3,9).

EvangeUi gaudium ^46

La oración surge del corazón del hombre, es el lugar del encuentro con Dios. Si vivimos
alejados o peleados con Dios, se nos hace difícil orar.
Dios es quien primero llama al hombre. Ya sea que el hombre lo olvide, o se esconda lejos
de su rostro, o corra detrás de sus ídolos, o acuse a Dios de haberlo abandonado, el amor
tierno y misericordioso de Dios llama incansablemente a cada persona al encuentro con Él
mismo. Este encuentro misterioso se da en la oración y de manera plena en la celebración
de la Eucaristía. Al Dios fiel y cercano se lo escucha en un clima de silencio y oración. Este
encuentro entre Dios y el hombre en la oración es un llamado recíproco, un hondo aconte-
cimiento de alianza, un encuentro de los que se aman.
Jesús se retiraba a la montaña y oraba a solas con su Padre. De ahí surge la oración del
padrenuestro, modelo de toda oración. Ahora, con Jesús, podemos llamar a Dios diciéndole
"Padre".

Los padres enseñan a rezar


En virtud de su dignidad y misión, los padres cristianos tienen el deber específico de educar
a sus hijos en la oración, de introducirlos progresivamente al descubrimiento del misterio
de Dios y del diálogo personal con Él. Elemento fundamental e insustituible de la educación
a la oración es el ejemplo concreto, el testimonio vivo de los padres; solo orando junto con
sus hijos, el padre y la madre, mientras ejercen su propio sacerdocio real, calan profunda-
mente en el corazón de sus hijos dejando huellas que los acontecimientos posteriores de
la vida no lograrán borrar.

El papa Pablo VI se dirigió a las madres y padres con estas palabras:


Madres, ¿enseñan a sus niños las oraciones del cristiano? ¿Preparan, de acuerdo con los
sacerdotes, a sus hijos para los sacramentos de la primera edad: confesión, comunión,
confirmación? ¿Los acostumbran, si están enfermos, a pensar en Cristo que sufre? ¿A
invocar la ayuda de la Virgen y de los santos? ¿Rezan el rosario en familia? Y ustedes,
padres, ¿Saben rezar con sus hijos, con toda la comunidad doméstica, al menos alguna
vez? Su ejemplo, en la rectitud del pensamiento y de la acción, apoyado por alguna
oración común, vale una lección de vida, vale un acto de culto de un mérito singular:
llevan de este modo la paz al interior su hogar.
Jesús enseña a orar
Cuando Jesús terminó de orar con su Padre, uno de sus discípulos le dijo: "Maestro, e n -
séñanos a orar". Es sobre todo al contemplar a su Maestro en oración cuando el discípulo
de Cristo desea orar. Es entonces que aprendemos mirando al Maestro de oración, ya que,
contemplando y escuchando Jesús, modelos de oración, nuestros hijos aprenden a rezar.
Es también mirando a sus padres que los hijos aprenden a rezar.
El Catecismo de ¡a iglesia Católica nos describe la manera de rezar de Jesús:
• Jesús se retira con frecuencia en soledad a orar: Me 1,35; 6,46; Le 5,16.
• Jesús ora en los momentos decisivos de su vida: Antes de su bautismo, Jesús ora: Le
3,21. En su transfiguración, ora: Le 9,28. Antes de su Pasión, ora: Le 22,39- 46. Reza
antes de elegir y llamar a los Doce: Le 6,12.
• Jesús busca siempre cumplir la voluntad del Padre: Le 22,42.
• Jesús nos enseña a orar por los enemigos y por los que nos persiguen: Mt 5,44-45.
• Nos enseña a orar con humildad: Mt 6,5.
• A orar al Padre en lo secreto (Mt 6,6) y a no gastar muchas palabras: Mt 6,7.
• Nos enseña la oración del Padrenuestro: Mt 6,9-14.
• A perdonar desde el fondo del corazón al orar: Mt 6,14-15; Me 11,25.
• Jesús nos enseña a orar con confianza: Me 9,23; Me 11,24; Mt 21,22.
I • Jesús nos enseña que Dios siempre nos escucha: Jn 4,41- 42.
• Jesús intercede con la oración: Ora por Pedro para que no desfallezca en la tentación:
Le 22,32. Ora por sus discípulos: Jn 17,9-11. Ora por nosotros: Jn 17,20. Jesús ora para
que Dios nos envíe el Espíritu Santo: Jn 14,16.

L a lectio divina
Siendo la oración tan importante en la vida del cristiano, la Iglesia recomienda orar con la
Palabra y propone practicar la lectura orante de la Palabra o lecí;o divina. El Papa Francisco,
en su exhortación Evangelii gaudium (152-153), nos enseña los pasos a seguir.

1. Preparación
Pedir al Espíritu Santo que disponga
nuestro corazón para escuchar
y entender lo que el Señor me quiere
decir hoy a través de este texto.

2. Lectura
Leer el texto bíblico y preguntar:
¿Qué dice el texto? Para eso reflexiono
sobre el mensaje principal del texto,
los personajes, el ambiente, el contexto literario
(leer un poco antes y un poco después del texto elegido).
3- M e d i t a c i ó n y o r a c i ó n
¿ Q u é me dice a mí el texto? Es bueno preguntarle
al Señor: ¿Qué querés cambiar de mi vida con 3 'i
este mensaje? ¿Qué me molesta en este texto?
¿Por qué me molesta? ¿Por qué esto no me interesa?
O bien: ¿Qué me agrada? ¿Qué me estimula
en esta Palabra? ¿Qué me atrae? ¿Por qué me atrae?
Y aquí hay que tener en cuenta que, cuando uno intenta
escuchar al Señor, suele haber tentaciones: / .
puedo sentirme molesto, abrumado, cerrarme,
buscar excusas; en lugar de pensar lo que el texto
me dice a mí, busco aplicarlo en otros.
Hay que recordar que Dios simplemente, quiere
que miremos con sinceridad la propia existencia
y la presentemos sin mentiras ante sus ojos,
que estemos dispuestos a seguir creciendo
y que le pidamos a Él lo que todavía
no podemos lograr.

4. Acción
¿ Q u é le respondo? ¿Cómo aplico el texto a mi vida?
¿Qué debo cambiar? ¿Cómo debe ser mi actuar
de ahora en adelante?

Rezamos y celebramos
•^Como respuesta a la Palabra de Dios de hoy, hagamos una oración espontánea, ya sea
de pedido, de agradecimiento o de alabanza.
Después rezamos juntos:

O Gracias por tu Palabra


Gracias, Señor, por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece,
alegra, consuela y compromete.
Enséñame a rezar con tu Palabra, Señor,
y concédeme vivir conforme a ella. A m é n .
Nos comprometemos
Nos comprometemos a practicar la lectio divina en familia, o personalmente, con el Evan-
gelio de la misa del domingo siguiente.

Oración final

O Anda conmigo
Dios, dame fe el día de hoy para seguir adelante.
Dame grandeza de espíritu para perdonar.
Dame paciencia para comprender y esperar.
Dame voluntad para no caer.
Dame fuerza para levantarme si caído estoy.
Dame amor para dar.
Dame lo que necesito y no lo que quiero.
Dame elocuencia para decir lo que debo decir.
Haz que yo sea el mejor ejemplo para mis hijos.
Haz que yo sea el mejor amigo de mis amigos.
Haz de mí un instrumento de tu voluntad.
I

Hazme fuerte para recibir los golpes que me da la vida.


Déjame saber qué es lo que tú quieres de mí.
Déjame tu paz para compartirla con quien no la tenga.
Por último, anda conmigo y déjame saber que así es.
Amén.
ENCUENTRO
La familia, expresión
8 del amor de Dios
Á m e n s e los u n o s a los otros
como yo los he amado.
J u a n 13,34

Vamos a...
' D e s c u b r i r q u e ia familia e s e l á m b i t o p r i v i l e g i a d o d o n d e s e a p r e n d e a vivir
y a t e s t i m o n i a r e l v e r d a d e r o amor, q u e e s c o m p a r t i d o , d e s i n t e r e s a d o y
entregado.
' {Para los que tienen el sacramento del Matrimonio) Reafirmar las p r o m e s a s
matrimoniales considerando al diálogo c o m o punto de encuentro para
e d u c a r a n u e s t r o s W j o s e n s i n t o n í a c o n e l Evangelio.
' D e s c u b r i r cuál e s la p r o p u e s t a d e l E v a n g e l i o para la f e l i c i d a d e n e l hogar.
' {Para los que tienen un compromiso de vida en pareja:) E m p e z a r a c o n s t r u i r
relaciones m á s sólidas.
' {Muy especialmente para los padres solteros y los que se quedaron solos)
R e n o v a r la e s p e r a n z a e n n u e s t r a m i s i ó n .

Oración inicial
O Vivir el amor
Te damos gracias. Señor, por este nuevo encuentro,
porque estás presente en nuestras vidas, en nuestras familias.
Te bendecimos y alabamos por el amor que derramas sobre nosotros.

Ayúdanos a vivir y a hacer realidad ese amor,


el que Vos nos manifestaste desde tu encarnación, desde tu nacimiento,
hasta tu entrega en la cruz.

Danos la gracia de poder vivirlo, experimentarlo, demostrarlo •%


y compartirlo en nuestras familias,
para que seamos, aunque más no sea, un pálido reflejo
del amor que nos enseñó tu Sagrada Familia.

Queremos amarnos, necesitamos hacer carne el amor que nos enseñaste.


Jesús, María y José: Rueguen por nosotros. Amén.
Vemos y contemplamos
Pensamos y expresamos nuestras opiniones:
- ¿Qué actitudes son necesarias para construir un amor para siempre?
- ¿Qué oración diaria propone realizar parafraseando al padrenuestro?
- ¿Cuáles deben ser los "cimientos" sobre los que se construya el amor matrimonial?

Escuchamos la Palabra de Dios


Tomamos nuestras Biblias y leemos:
- Carta de Pablo a los Efesios, capítulo
5, del 21 al 33.
- J u a n , el capítulo 15 del 12 al 15.

Como yo los a m é

Ámense unos a otros como yo los he ama-


do. Nadie tiene amor más grande que
quien da la vida por los amigos.

' • Ver Juan 15,12-15

Reflexionamos y compartimos
- ¿Cómo expresamos nuestro cariño en la familia?
- ¿Por qué crisis hemos pasado como familia? ¿Cómo las hemos superado?
- ¿Rezamos en familia? ¿Cómo?

mm mm " mm m » íT

Ampliamos y profundizamos
L a familia cristiana

La familia cristiana está fundada en el sacramento del matrimonio entre un varón y una
mujer, signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo por su esposa,
la Iglesia. Desde esta alianza de amor, se despliegan la paternidad y la maternidad, la
filiación y la fraternidad, y el compromiso de los dos por una sociedad mejor. Creemos
que 'la familia es imagen de Dios que, en su misterio más íntimo no es una soledad,
sino una familia'. En la comunión de amor de las tres Personas divinas, nuestras familias
tienen su origen, su modelo perfecto, su motivación más bella y su último destino"

Nuestros obispos, en Aparecida 433-434


L a importancia de la familia
Con tristeza y esperanza, reconocemos que muchas familias pasan por crisis que, en algunos
casos, la llevan a la división, y en otros, al fortalecimiento. Además, la propia identidad de
la familia es cuestionada y, frente a ella, se proponen modelos alternativos de vida familiar.
En algunos ambientes permanece la 'familia patriarcal', en la que los consejos y enseñanzas
de los abuelos y los padres son tenidos en cuenta, respetados e integrados a la vida familiar.

El Papa Juan Pablo II, en un documento llamado Familiarís consortio, hizo un llamado a to-
dos los miembros de la Iglesia a acompañar a las familias y personas que viven situaciones
particulares, sobre todo para acompañar a las familias en segunda unión matrimonial y los
padres, o madres, que han quedados solos en la educación de sus hijos. ., ,

La familia es importante para la educación, la salud y la vida espiritual de los hijos. Sin un
núcleo familiar fortalecido se corre el riesgo de que niños y adolescentes sufran graves
problemas y desequilibrios. Pero no solo en estos casos; incluso en familias constituidas
de forma estable, aparecen problemas con los hijos frente al ritmo de vida impuesto por la
sociedad de consumo. No es difícil encontrar familias cuyo padre apenas tiene contacto con
sus hijos, como consecuencia de un horario de trabajo excesivo, o cuya madre, incorporada
al mundo laboral, apenas tiene tiempo de atender a sus hijos, quedando estos al cuidado de
otros por excesivo tiempo. Todo esto va lastimando poco a poco la salud familiar y puede
estallar, años más tarde, en conflictos graves con el hijo o la hija ya adolescentes.

Para ello es necesario reflexionar sobre qué es amar, sobre todo amar en el matrimonio o en
la vida familiar. Amar es entregar la propia vida por amor al otro. No es buscar que el otro
me haga feliz sino yo querer hacer feliz al otro. Es aceptarlo como es, con sus virtudes y sus
defectos, sin exigirle que cambie. Amar no es buscar el placer del cuerpo, aunque, cuando
uno ama, lo experimente. Don Bosco no se cansaba de repetir esta frase a los jóvenes: "No
basta amar. Es necesario que el otro se sienta amado".

Jesús nos dice: No hay mayor amor que dar la vida (Jn 15,13). Y dar la vida es dejar, muchas
veces, lo que "yo quiero", lo que "yo necesito", lo que "a mí me gusta", o el "yo pienso así",
para buscar lo que el otro quiere, lo que el otro necesita, lo que al otro le gusta y escuchar lo
que el otro piensa o siente. Es escuchar para comprender las razones del otro y no para retru-
car, tanto a la pareja como a los hijos. Y el amor responde con amor: todo lo que va, vuelve.

E l sacramento del Matrimonio


El Papa Francisco, cuando celebró el sacramento del Matrimonio, les dijo a las parejas:
"Hay que ser valientes para casarse. El matrimonio es símbolo de la vida real; no es
una novela. Es sacramento del amor de Cristo a su Iglesia, amor que encuentra en la
cruz su garantía y su prueba."

El sentido del amor auténtico lo expresa san Pablo en 1 Cor 13,4-7 cuando escribe:
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envane-
ce, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta
el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija en la verdad. El amor
todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Tal definición de amor solo halla su cumplimiento en Dios y en aquellos a quienes Dios
mismo regala su Espíritu Santo en el Bautismo y en todas las circunstancias de la vida que
lo pidan. Por eso, si conno bauti-
zados hemos de ser testigos del
amor de Dios en nuestra vida,
la primera tarea de los padres
es trasmitir este amor de Dios
a los hijos.
Amar no es fácil ni es sencillo,
pero es el camino más seguro
para vivir una vida plena. Y a
amar se aprende, como veremos
el año próximo, en otro encuen-
tro. Y los que siempre deben dar
el ejemplo son los padres. Estén
juntos o separados. A q u í v a n al-
gunas claves que pueden ayudar
a vivir el amor y el diálogo con
tu pareja:
- Pide lo que necesites, pregunta lo que quieras saber; tu pareja no puede leer tus
pensamientos.
I - Agradece a tu pareja; sé sincero. Alaba a tu pareja en presencia de otros; el agradeci-
miento en público es reconfortante.
- Respeta el derecho de tu pareja a su vida privada; el espacio individual es importante,
pero muy importantes son los momentos compartidos mutuamente. La intimidad del
diálogo es vital; es preciso dejar por momentos las actividades y el cuidado de los hijos.
- Discutan razonablemente, sin amenazas, sin acusaciones, sin palabras ofensivas. Sean
generosos en pedir disculpas; el amor requiere que seamos capaces de decir "lo sien-
to". Perdona afectuosamente con una palabra que se puede extender con un abrazo.
El amor no es orgulloso.
- Rían juntos y lloren juntos: la risa es sumamente recomendable para acercar grandes
distancias y las lágrimas compartidas unen los corazones. Compartan sus sueños, sus
anhelos más profundos.
- Permítete ser débil: el matrimonio es dependencia mutua. Permítete ser fuerte: el
matrimonio es dependencia mutua.
- Respeta a la familia de tu pareja; tú mismo ahora formas parte de ella.
- Gocen juntos del silencio, ya que éste genera el diálogo sincero y, en consecuencia, se
• fortalece y crece el amor. El silencio en la pareja es espacio sagrado.
- Recen juntos y alaben a Dios por la vida que comparten. Compartan su fe con sus hijos:
es vital para su sano crecimiento.
- Sean pacientes el uno con el otro; continuamente se están eligiendo.
- No se desautoricen frente a sus hijos.
- Los hijos aprenden a tratar con los demás observando cómo se tratan sus padres en-
tre sí. Mostrar respeto por la madre o el padre de tus hijos es una buena manera de
enseñarles a tratar a la gente con dignidad.
Adaptado de Kass Dotterweich, Ser felices en el matrimonio, San Pablo
L a paz e m p i e z a e n e l hogar

Al entregársele el Premio nobel de la


paz, preguntaron a la Madre Teresa de
Calcuta:
—¿Qué podemos hacer para pro-
mover la paz en el mundo?

Y ella respondió:
—Vayan a casa y amen a su familia.

Si aceptamos que una madre puede


suprimir al fruto de su seno, ¿qué
nos queda? El aborto es el princi-
pio que pone en peligro la paz del
mundo.

La paz y la guerra empiezan en el


hogar. Si de verdad queremos que
haya paz en el mundo, empece-
mos por amarnos unos a otros en el
seno de nuestras propias familias.
Si queremos sembrar alegría en
derredor nuestro, precisamos que
toda familia viva feliz.

Algunos padres están llenos de


amor y ternura hacia sus hijos. Recuerdo el ejemplo de una madre que tenía doce
hijos. La más pequeña de todos, que era niña, estaba afectada de una profunda minus-
valía. Me resulta difícil describir su aspecto, tanto desde el punto de vista físico como
emocional. Cuando se me ocurrió brindarme a acoger a la niña en uno de nuestros
hogares, donde teníamos otros en condiciones parecidas, la madre prorrumpió en
sollozos: ¡Por Dios, Madre Teresa, no me diga eso! Esta criatura es el mayor regalo que
Dios ha hecho a mi familia. Todo nuestro amor se centra en ella. Si se la lleva, nuestras
vidas carecerán de sentido.

No debemos vivir en las nubes, en nivel de superficialidad. Debemos empeñarnos en


comprender mejor a nuestros hermanos y hermanas. Para comprender mejor a aque-
llos con quienes convivimos, es necesario que antes nos comprendamos a nosotros
mismos. Jesús es nuestro modelo en todo; lo es también en la obediencia. Yo estoy
convencida de que siempre pedía permiso para todo a María y a José. En los integrantes
de la Sagrada Familia de Nazaret, se nos brinda un magnífico ejemplo para la imitación.
¿Qué fue lo que hicieron?

José era un humilde carpintero, ocupado en mantener a Jesús y María, proveyéndoles


de alimento y vestido: de todo lo que necesitaban para subsistir. María, la madre, tenía
también una humilde tarea: la de ama de casa con un hijo y un marido de los que ocu-
parse. A medida que el hijo fue creciendo, María se sentía preocupada porque tuviera
una vida normal, porque se sintiera a gusto en casa, con ella y con José. Era aquel un
hogar donde reinaban la ternura, la comprensión y el respeto mutuo. Como he dicho:
un magnífico ejemplo para nuestra imitación.

E l mundo necesita paz


La paz mundial empieza a quebrarse en el interior de los propios hogares. Hoy todo el
mundo da la impresión de andar acelerado. Nadie parece tener tiempo para los demás: los
hijos para los padres, los padres para sus hijos, los esposos el uno para el otro. De vez en
cuando, deberíamos plantearnos algunos interrogantes para saber orientar mejor nuestras
acciones. Interrogantes como éste: ¿Conozco a los pobres? ¿Conozco, en primer lugar, a
los pobres de mi familia, de mi hogar, a los que viven más cerca de mí: personas que son
pobres, pero acaso no por falta de pan?
Existen otras formas de pobreza, precisamente más dolorosa en cuanto más íntima. Tal
vez mi esposa o mi marido sean pobres, o carezcan mis hijos, mis padres, no de ropa ni de
alimento, sino de cariño, porque yo se lo niego.
¿Dónde empieza el amor? En nuestros propios hogares ¿Cuándo empieza? Cuando oramos
juntos. La familia que reza unida permanece unida.
A veces, cuando tropiezo con padres egoístas, me digo: "Es posible que estos padres estén
preocupados por los que pasan hambre en África, en India o en otros países del Tercer Mun-
do. Es posible que sueñen con que el hambre desaparezca. Sin embargo, viven descuidados
de sus propios hijos, de que hay pobreza y hambre de naturaleza diferente en sus propias
familias. Es más: son ellos quienes causan tal hambre y tal pobreza".

Amamos a los que están a nuestro lado


El amor empieza al dedicarnos a aquellos a quienes tenemos a nuestro lado: los miembros
de nuestra propia familia. Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto para
que la felicidad llene el corazón del que amamos.
Tal vez nuestro marido, nuestra esposa, nuestros hijos o nuestros padres vivan aislados de los
demás, o no se sientan queridos, incluso viviendo con nosotros. ¿Nos damos cuenta de eso?
¿Dónde están hoy los ancianos? Están en los asilos (si es que los hay). ¿Por qué?
Porque no se los quiere, porque molestan, porque...
Empieza diciendo una palabra amable a tu hijo, a tu marido, a tu mujer. Empieza ayudando
a alguien que lo necesite en tu comunidad, en tu puesto de trabajo, en tu escuela...
El mundo está saturado de sufrimientos por falta de paz. Y en el mundo falta paz porque
falta en los hogares. Hay muchos ¡demasiados! hogares divididos.
La mujer ha sido creada para amar y ser amada. La mujer es el centro de la familia. Si hoy
existen problemas graves, es porque la mujer ha abandonado su lugar en el seno de la
familia. Cuando el hijo regresa a casa, su madre no está allí para acogerlo.
¿Cómo podemos amar a Jesús en el prójimo si no empezamos a amarlo en las personas
que tenemos a nuestro lado, en nuestro propio hogar? No es necesario desplazarse hasta
los suburbios para tropezar con la carencia de amor y encontrar pobreza. En toda familia y
todo vecindario existe alguien que sufre.
Háganme caso: si no prestan un sacrificio gratuito a quienes están a su lado, tampoco se
lo podrán ofrecer a los pobres.
La palabra "amor" es tan mal entendida como mal empleada. Una persona puede decir a
otra que la quiere, pero intentando sacar de ella todo lo que pueda, incluso cosas que no
debería. En tales casos no se trata en absoluto de verdadero amor. El amor verdadero puede
llegar a hacer sufrir.
Si queremos verdaderamente la paz, debemos adoptar una resolución firme: no consentir
que un solo niño viva privado de amor.

No e x i s t e c o n c i e n c i a d e lo i m p o r t a n t e q u e es l a f a m i l i a .
Si s e i n s t a l a s e e l a m o r e n e l i n t e r i o r d e l a f a m i l i a , e l m u n d o c a m b i a r í a p a r a b i e n .

Los jóvenes de hoy, como los de cualquier tiempo, son generosos y buenos. Pero no debemos
engañarlos estimulándolos a consumir diversiones. La única manera de que sean felices es
ofrecerles la ocasión de hacer el bien. El amor comienza por el hogar. Si la familia vive en
el amor, sus miembros esparcen amor en su entorno.
Necesitamos ayudar con nuestro testimonio a los matrimonios que han enfriado su relación
de amor esponsal. Transmitir en nuestra sociedad el valor del matrimonio. Cuidar el amor
en nuestro matrimonio. >•

Nos comprometemos
Ayudamos con nuestro testimonio a los matrimonios que enfriaron su relación de amor
esponsal. Transmitimos a nuestra sociedad el valor del matrimonio.
Cuidamos el amor en nuestro matrimonio. ; i : ;

Oración final
0 Enséñanos a amar
Señor, enséñame a no hablar
como un bronce que retumba,
o una campanilla aguda, sino con amor.
Hazme capaz de comprender
y dame la fe que mueve montañas,
pero con amor.

Enséñame aquel amor que es siempre


paciente y siempre gentil: nunca celoso,
presumido, egoísta y quisquilloso.
El amor que encuentra alegría
en la verdad, siempre dispuesto
a perdonar, a creer, a esperar, a soportar.

En fin, cuando todas las cosas finitas


se disuelvan y todo sea claro,
haz que yo haya sido el débil pero constante
reflejo de tu amor pe/fecto. Amén.
La vida como don de Dios:
los hijos
H a n recibido gratuitamente; d e n gratuitamente.
Mateo i o , 8 b

Vamos a...
• Agradecer a Dios el regalo de la vida.
• A s u m i r ia v i d a d e l o s h i j o s como u n don q u e r e c l a m a n u e s t r o
c o m p r o m i s o para d e f e n d e r l a , c u i d a r l a , d i g n i f i c a r l a y a y u d a r l a a c r e c e r e n
sabiduría y en gracia.
• C o m p r e n d e r q u e n u e s t r o s hijos s o n fruto de la P r o v i d e n c i a d i v i n a q u e
dispone todas las cosas con infinito amor y sabiduría.
• Retlexionar sobre los lazos que Dios nos pide que construyamos en el
seno familiar.
• Robustecer las relaciones de amor, de ternura, de c o m p r e n s i ó n , de
ayuda, de cuidado y de diálogo entre padres e hi)os.

Oración inicial

Gracias por tantas bendiciones


Te damos gracias y te alabamos,
Señor del amor y de la vida,
por las bendiciones que nos
regalas cada día.

Hoy queremos agradecerte por nuestros hijos,


por el maravilloso don de sus vidas,
por las alegrías, sonrisas,
y esperanzas que ellos nos ofrecen día a día.
Y queremos pedirte por sus necesidades,
sus preocupaciones, sus fallos, sus sueños.

Ayúdalos, Señor, asistilos, protégelos.


Son tus hijos, son tuyos. Señor.
Ilumínanos a nosotros, sus padres,
para que los ayudemos
a crecer en gracia y sabiduría,
para que se conviertan en hombres
y mujeres que aspiren a vivir en santidad.
Amén.
0 Queremos ser testigos
Dios todopoderoso y eterno, de quien procede toda paternidad
en el cielo y en la tierra, ayúdanos, como padre y madre,
para que nos empeñemos con todas nuestras energías
en la educación de nuestros hijos.

Que nos esforcemos, con tu ayuda, a crecer en la santidad,


para que aquellos que dependen de nosotros
descubran el verdadero ideal de la vida;
te pedimos. Señor, que nuestro amor sea transparente,
para que los hijos que nos regalaste
contemplen tu amor como una luz orientadora.

Dios nuestro, destruye en nuestros corazones las tinieblas del mal,


y haznos crecer permanentemente en la gracia
que ilumina a todo hombre que viene a esta tierra.
Queremos ser guías y no obstáculos para dar testimonio de
ti a nuestros hijos. ¡Ayúdanos! Amén.

Vemos y contemplamos
W Compartimos, con libertad, cuántos hijos tienen, sus edades, cómo es la vida familiar,
cómo se las arreglan para vivir en armonía, si les hubiera gustado tener más o menos
hijos de los que tienen.
^ T a m b i é n compartimos las fotos que se pidieron en el encuentro anterior.

Escuchamos la Palabra de Dios


B' Tomamos nuestras Biblias y leemos el texto de la Carta de Pablo a los Efesios, capítulo
6 del 1 al 4.
También podemos tomar del Evangelio de Marcos, capítulo 1 del 9 al 11.

Hijos y padres

Y ustedes, padres, no exasperen


a sus hijos, sino eduquenlos,
corrijanlos y enséñenles
tal como lo haría el Señor.
Reflexionamos y compartimos
¿Qué significado tienen los hijos para un matrimonio cristiano?
E l Catecismo de la Iglesia Católica, al tratar este tema, t o m a textos del Concilio
Vaticano I I :
Por s u naturaleza m i s m a , la institución m i s m a del m a t r i m o n i o y el amor
con3Aigal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y con ellas
son coronados como s u culminación (GS 48,1) (CEC1652).

Continúa el documento del Concilio Vaticano I I :


E l matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza
a la procreación y educación de la prole. Los hijos son, sin duda, el don más
excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios
padres... De aquí que el cultivo auténtico del amor conyugal y toda la estructura
de l a v i d a familiar que de él deriva, sin dejar de lado los demás fines del
matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar con fortaleza de
espíritu con el amor del Creador y del Salvador» (GS 50).

E l Papa J u a n Pablo I I , enFamiliaris consortio, dice:


L a tarea fundamental del matrimonio y de l a familia es estar al servicio de l a vida
(FC28).

E l Catecismo de la Iglesia Católica continúa:


Sin embargo, los esposos a los que Dios no h a concedido tener hijos pueden
llevar u n a vida con3Ajgal plena de sentido, h u m a n a y cristianamente. S u
matrimonio puede irradiar u n a fecundidad de caridad, de acogida y de
sacrificio" (CEC 1654).

Notemos que el Concilio m e n c i o n a a los hijos como el don m á s excelente, pero no


deja de lado los otros fines del matrimonio, como son el bienestar de los esposos y
el desarrollo del amor mutuo, los cuales son de s u m a importancia para el m i s m o
bienestar de los hijos.

Es importante notar que se nos habla de los hijos como u n "don" y no como u n
"derecho" de dominio sobre ellos. A d e m á s , invita a las parejas que no pueden
concebir a irradiar u n a fecundidad de caridad (ayuda a los demás), de acogida
(adopción) y de sacrificio que da vida.

- ¿Cuál es nuestra tarea fundamental como matrimonio? ¿Cómo l a


desarrollamos?
- ¿Cuáles son los fines del matrimonio? ¿Cómo los vivimos nosotros?
Ampliamos y profundizamos
L a v i d a a los ojos de D i o s

Hemos reflexionado sobre qué significan los hijos dentro del matrimonio cristiano: don
excelente, gozo, bendición. Sin embargo, la realidad nos muestra facetas diferentes, que,
justamente, por ser diferentes, deben ser iluminadas. Muchas veces, los hijos no son bus-
cados ni deseados; muchas veces las madres son niñas, apenas adolescentes. Otras, el hijo
llega como consecuencia de una vida sexual desordenada, sin madurez ni compromiso real.
Otras tantas, en medio de una carrera profesional que amenaza con truncarla o retrasarla.
Muchas veces, los embarazos son frutos de una violación dentro de la misma pareja.
Muchas veces el hombre alcoholizado o drogado fuerza a su pareja a tener relaciones, y
ese embarazo, en lugar de ser motivo de alegría, se vuelve sentimiento de rechazo. Pero,
contradictoriamente, toda vida es preciosa. Toda vida es valiosa a los ojos de Dios; sea
en la circunstancia que sea, esa vida que fue concebida, debe ser respetada y protegida.

La Iglesia, siguiendo el pedido y el mandato de Jesús, que dio su vida para que tengamos
vida, propone el mandamiento del amor. Si los padres aman, escuchan, se interesan por
sus hijos, es poco probable que los hijos busquen amor fuera de la casa, colocándolos en
situaciones de riesgo. Si los padres y madres enseñan el valor de la castidad, tanto en hijos
varones, como en hijas mujeres, muchos embarazos y abortos adolescentes desaparecerían.
Si educamos en valores cristianos y humanos, si nos sentimos amados y valiosos a los ojos de
Dios y de nuestras familias, muchas adicciones y aberraciones de conducta desaparecerían
y, con eso, desaparecerían muchas formas de abuso.

La familia tiene un rol funda-


mental en la sociedad, ya que
es el lugar natural donde crece
la vida y es la Iglesia doméstica
donde se pone a Jesucristo en
el centro. Cuando falta su amor,
que da paz y alegría, la familia
y el mundo se convierten en un
lugar que tiende a convertirse en
una especie de infierno. En este
esquema gana el más fuerte y
muere el más débil.
Por lo tanto, debemos decir sí
a la vida para no apoyar pro-
puestas de eliminar la vida que
viene en el seno materno. El sí
a la vida significa también ayu-
dar a los que están pasando por
esa difícil situación, con nuestro
apoyo, nuestro tiempo y nuestro
amor, que siempre es capaz de
generar vida.
, E l m i l a g r o de la ¥ i d a

Un recién nacido es un milagro de amor y de vida. Felicidades por este gozoso acontecimiento.
- Fueron destinados por Dios a ser padres de esta hija, este hijo. Tengan confianza en
Él y en ustedes.
- Desde el mismo momento en que abrazas por primera vez a tu hijo recién nacido,
comprendes que todo el dolor y la ansiedad valían la pena.
- Goza el olor, los sonidos y el tacto de tu bebé, de tu hijo: el perfume, los balbuceos, los
arrullos, la suavidad de su piel. Tómate tiempo para estar con él, para abrazarlo, amarlo.
- El hijo pequeño depende absolutamente de los padres. Se sorprenderán al comprobar
los sentimientos de ternura y protección de que son capaces.
- La responsabilidad de cuidar a los hijos puede ser motivo de preocupación: confíen en
que sabrán hacer lo necesario para sacar adelante al pequeño que Dios les ha confiado.
- Aunque hayas llevado en tu vientre durante nueve meses a ese niño, no por eso deja
de ser un recién llegado a la familia. Con el tiempo irás conociendo su temperamento,
sus horarios y sus gustos.

Cada hijo tiene desde el principio su propia personalidad, diferente de la de cualquier otro.
Trátalo como el que es, dándole el cuidado y el amor que necesita. Goza de su individualidad.
, - Enséñenles a rezar, sean su ejemplo, oren con ellos, compartan las celebraciones re-
ligiosas en familia, ayuden a sus hijos a descubrir la presencia constante de Dios que
los ama, guía y protege.
- Padres, alaben los esfuerzos y logros de sus hijos.
- Recuerden que ustedes son los expertos de sus hijos; nadie sabe tanto acerca de ellos
como ustedes; trabajen junto a los maestros y profesores para aumentar sus talentos,
energías y posibilidades.
- Guía y ayuda a tu hijo estableciendo cuidadosamente límites. Aprenderá disciplina
cumpliéndolos y responsabilidades cada vez que desobedezca.
- La familia es el punto de referencia más importante en la vida del niño. Es el ambiente
en que tus hijos aprenden a tratar y respetar a los otros, a amar y ser amados. Protege
y cuida a tu familia como el lugar ideal para educar y apoyar a tus hijos
- Valora los preciosos años de la infancia. Lo importante de los niños no son sus éxitos,
títulos, exámenes ni trofeos, sino su inocencia, sus ocurrencias, su entusiasmo y su
risa. Deja que tus hijos disfruten de ser niños, sin necesidad de compararse con otros.
Dios les regaló el privilegio y la responsabilidad de ser padres. El amor cotidiano que
les dan a sus hijos determina el valor de esta experiencia. ¡Amen a sus hijos y disfruten
de tan grande oportunidad!
Adaptación de Lisa Engelhardt,
Laa/egnade ser padres, San Pablo
Rezamos y celebramos
^ Pensamos tres cosas buenas o lindas de su hijo o hija para hacer una oración que se
compartirá con el grupo.
Completamos personalmente lo que falta:

Q Gracias por nuestra familia


Señor jesús,
Yo
mamá o papá de ,
te doy gracias por la vida de mi hija/o.
Te doy gracias por todo lo bueno que depositaste en ella/él: •
(decir en voz alta las virtudes de su hijo).
Te pido que la/o protejas y que nunca lo abandones.
Dame la gracia de ser la mamá o el papá que él/ella necesita, para que viva en santidad y
feliz. Gracias, Señor, porque sé que me escuchas.
María, Madre de jesús y Madre nuestra, ruega por nosotros.

• Rezamos el Avemaria.

Nos comprometemos
B- Dedicamos un tiempo especial a cada uno
de nuestros hijos y a compartir en el en-
cuentro próximo, si este ejercicio cambió
o mejoró en algo nuestra vida familiar.

Oración final
Adoramos el Santísimo y rezamos juntos:

O Estás aquí presente


Gracias, Señor, por tu presencia santa y viva
en este momento, en este lugar...
, Gracias, porque nos das la oportunidad de adorarte, de bendecirte,
de darte gracias. Señor, porque Vos sos un Padre bueno,
tan bueno y tan misericordioso que, por nosotros,
tu Hijo murió en la cruz para salvarnos
y, más aún, lo resucitaste y hoy está aquí, vivo y presente.
Hoy queremos agradecerte. Señor...
Gracias por este día, porque podemos caminar, porque podemos ver.
Gracias por el pan de cada día, gracias por el sol,
por la lluvia, las plantas, gracias por nuestra familia.
Gracias por el trabajo, gracias por la salud
y gracias también porque, cuando estamos en dificultades,
sin trabajo o con alguna enfermedad. Vos no nos abandonas...;
siempre hay alguien a nuestro lado para escucharnos, para acompañarnos.
Vos los enviás para cuidarnos, Señor... Gracias, Señor.
Gracias por la vida de nuestros hijos.
Vos sabes lo que significan para nosotros;
la bendición tan grande de poder formar una familia.

Presentémosle ahora a Jesús nuestros problemas... Él siempre nos escucha; él siempre


está en los momentos de dificultad.
Abrí tu corazón con fe y preséntale lo que te preocupa en este momento. Tal vez un pro-
blema familiar (discusiones, alejamientos, peleas, dificultades en el trabajo), un problema
de salud, un problema económico...

Ayúdanos, Señor
Ayúdanos con esta dificultad. Señor.
Danos luz y sabiduría para resolverla y fortaleza y paciencia para esperar la solución.
Ayúdanos, Señor, a no desesperarnos y trae la paz que nuestro corazón necesita.
Durante este encuentro conversamos sobre la necesidad
de hablarles a nuestros hijos de Vos.

Te pedimos que nos ayudes a hablarles de tu amor.


Danos las palabras adecuadas para que comprendan
que Vos sos la verdadera luz del mundo, el verdadero camino.
Te pedimos que nos acompañes para educarlos.
Vos conoces todas las dificultades y peligros de hoy.

Te pido tu protección; cuídalos, bendecilos, ilumínalos, para que sean personas de bien.
Envía tu bendición sobre nuestro hogar, el pan de cada día, nuestro trabajo.
Especialmente sobre mi esposo (o esposa), a mi pareja
y todos los que nos ayudan con el cuidado de nuestros hijos.

Queremos agradecerte por la vida de nuestros niños,


que inundan de alegría e inocencia nuestras vidas.
Gracias por haber confiado en nosotros para realizar
el proyecto de felicidad que pensaste para ellos.
Tepedimos especialmente por la salud física y espiritual de nuestros hijos.
Regálanos para ellos paciencia, ternura, capacidad de diálogo
pero también firmeza, responsabilidad y autoridad para educarlos....
Pero sobre todo. Señor, no permitas nunca que nos olvidemos de abrazarlos,
de decirles que los queremos, aun cuando ya sean hombres y mujeres.
Que nuestra familia sea s una Iglesia doméstica donde siempre reine Cristo.
Amén.
ENCUENTRO

lO
Pero el padre le dijo:
«Hijo mío, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo».
Lucas 15,31

Vamos a...
• Pensar nuestra vida familiar, y la relación de los padres con los hijos, a la luz
d e la Palabra d e Dios.
• Reflexionar sobre la los lazos que Dios nos pide que construyamos en el
seno familiar.
• Robustecer las relaciones de amor, de ternura, de comprensión, de ayuda,
de cuidado y de diálogo entre padres e hijos.

Oración inicial
• Nos ponemos en la presencia del Señor, invocando su luz y su sabiduría, para descubrir
en este encuentro la voluntad de Dios en nuestras vidas y lo hacemos rezando.

O Aprender a vivir como familia


Señor Jesús, . . ,
elegiste para vivir entre nosotros una mamá y un papá
asumiendo el lugar de hijo en el seno de un hogar.
Nos enseñaste a vivir como familia.
Te pedimos que nosotros logremos construir una bella familia
con una madura relación entre padres e hijos,
sabiendo que esto depende mucho más de los padres que de los hijos.
Que sepamos entretejer las relaciones entre todos los miembros de nuestra familia
con el lazo indestructible del amor,
que genera la anhelada unidad. Amén.

Vemos y contemplamos
• Compartimos con la pequeña comunidad que
conformamos qué cambios percibimos en
nuestros hijos y en nuestra relación con ellos
luego de haber transitado esta primera etapa
en la catequesis.
Escuchamos la Palabra de Dios
• Escuchamos atentamente la Parábola del Hijo Pródigo, también llamada Parábola del Padre
misericordioso (le ^s,'\^-32).

Parábola del Padre misericordioso

- E s t e hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y lo hemos encontrado.
Y se pusieron a celebrar la fiesta.

• Ver Le 15,11-32

• Hacemos un momento
de oración personal
para comenzar a saborear
la Palabra.

Reflexionamos y c o m p a r t i m o s
Estas preguntas pueden ayudar a la lectura orante (Lectio divina) de la Palabra de Dios:
- ¿Quiénes son los personajes?
- ¿Qué conflicto se presenta?
- ¿Respeta el padre las decisiones de sus hijos?
- ¿Guarda rencor, porque l a voluntad de su hijo es distinta a l a suya?
- ¿Espera s u vuelta para recriminarle, maltratarlo, echarlo, burlarse, o para decirle;
Yo te lo dije?
- ¿Cómo es la relación entre los hermanos?
- ¿Por qué el he r mano "obediente", no puede alegrarse con el regreso de s u
hermano menor, que viene avergonzado y humillado?
- ¿Por qué se enoja con su padre? ¿Por qué se enoja por l a bondad y misericordia
de s u padre?
- ¿Por qué el hermano mayor se siente tratado de m a n e r a injusta? ¿ A m a ?
- ¿Qué hace el padre con cada uno de sus hijos?
- ¿Trata de igual m a n e r a a los dos?
I A l a luz de l a Parábola, volvemos sobre nuestra propia vida, nos preguntamos con
cuál de los hijos de la parábola nos identificamos.
I Podemos leer de nuevo el Evangelio para escuchar qué nos dice Dios a cada uno.
Ampliamos y profundizamos
L a m i s e r i c o r d i a de D i o s ^

El capítulo 15 del Evangelio de Lucas contiene las


tres parábolas llamadas "de la misericordia": la
oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo.
Esta última parábola no es sino la historia de una
reconciliación entre un padre y un hijo.
Todos sabemos lo vital que es una reconciliación.
Y, en nuestro caso, para la unidad, la armonía y la
felicidad de padres e hijos.

Cuando padres e hijos dejan de entenderse, el su-


frimiento es recíproco. No es como en la parábola,
donde la culpa es toda y solo del hijo. Hay padres
cuyo sufrimiento más profundo en la vida es ser
rechazados o directamente despreciados por ios
hijos. Y hay hijos cuyo más profundo y no confe-
sado sufrimiento es sentirse incomprendidos, no
estimados o francamente rechazados por el padre
o la madre. Otros hijos llevan dentro de sí un dolor
inmenso, incapaces de ser felices, por heridas que
arrastran desde la más tierna de sus edades. Hijos cuyos padres hipotecaron la felicidad por
una educación fundamentada en los criterios materialistas del mundo.
Como vemos, esta parábola tiene una implicancia humana y existencial, sobre todo para la
vida familiar. Pero no se trata solo de mejorar la calidad de vida en este mundo, en la relación
intrafamiliar. La iniciativa de una gran reconciliación entre padres e hijos, y la necesidad de
una profunda mejora en su relación, es parte de un nuevo esfuerzo de la nueva evangelización.

Se sabe cuánto puede influir, positiva o negativamente, la relación con el padre de familia
en la relación con el Padre de los cielos y, por lo tanto, en la vida cristiana misma.
¿Cómo decirle a un niño o a un joven que Dios Padre lo ama, si siempre ha visto la cara
amargada del padre o de la madre?
Hermoso sería que cada hijo pueda decir, como respondió aquella niña, en el jardín de
infantes, ante la pregunta de cómo se imaginaba a Dios: "Dios es como mi mamá".

. 4
Rezamos y celebramos
• Respondemos a estas preguntas y después convertimos en oración nuestros comentarios.
- ¿Cómo definiríamos la relación con nuestros hijos? . .
- ¿Cuáles son nuestras fortalezas y debilidades en la relación con nuestros hijos?
- ¿Como padre o madre, mis acciones se parecen a la del padre del Evangelio?
- Como padre, ¿impongo mis decisiones, o escucho las necesidades de mis hijos, sus
peleas, sus rivalidades, sus celos, y las oriento con justicia y amor de acuerdo a las
62 individualidades de cada uno?
- ¿En qué se nota que se ha debilitado la relación de padres e hijos en nuestros tiempos?
- ¿Cómo se pueden revertir esas debilidades y convertirlas en oportunidades de creci-
miento familiar?

Nos comprometemos
Nos comprometemos a:
- Escuchar realmente a nuestros hijos, a prestar atención a las necesidades de cada uno de
acuerdo a su edad, a sus diferencias, a su carácter, a su nivel de comprensión.
- Amar a todos sin excepción ni diferencias que lastimen. Oración final

Oración final

0 Gracias, Señor, por tu amor


Te damos gracias, Señor, por tu amor y misericordia.
Te damos gracias por tu Palabra
que ilumina toda nuestra vida y toda nuestra realidad.
Te damos gracias por cada uno de nuestros hijos,
especialmente por éste que se está preparando
para hacer su primera Comunión contigo.
Danos la gracia de imitarte en todo,
de ser los padres y madres que nuestroshijos necesitan.
Danos la gracia de ser buenos hijos para nuestros padres
y buenos hijos tuyos. Señor.
Que nuestro hogar sea un recinto de paz, de justicia,
de amor, de perdón, de memoria agradecida,
donde todos podamos crecer en fe, esperanza y caridad.
Gracias, porque sabemos que siempre nos escuchas. Amén.
; 4

Índice
El Encuentro con Jesús 3
*

La estructura de los encuentros 4

Encuentro i . El amor de Dios 5

Encuentro 2. Jesús celebrado en la comunidad 13

Encuentro 3. Fragilidad y necesidad de Dios : 19


I

Encuentro 4 . Jesús, salvador del hombre 24

Encuentro 5. La Palabra como alimento de la familia cristiana 28

Encuentro 6. Jesucristo, centro de la vida de la familia 34

Encuentro 7. La oración en familia u 40

Encuentro 8. La familia, expresión del amor de Dios 46

Encuentro 9. La vida como don de Dios: los hijos 53

Encuentro 10. Relación padres e hijos 60

También podría gustarte