La Felicidad Del Ahora
La Felicidad Del Ahora
La Felicidad Del Ahora
José-Tomás Navarro
Todos en algún punto de nuestra existencia nos hemos cuestionado cómo buscar la felicidad y
en qué medios o actividades podemos encontrarla, o si lo que estamos concibiendo como
felicidad realmente nos hace felices. En este ensayo se analizará la búsqueda de la felicidad
en la sociedad contemporánea, y de cómo bajo mi tesis la sobreexplotación y la materialidad
en la búsqueda de la felicidad no hace más que alejarnos de alcanzarla, pues esta corresponde
a un bien atemporal. Con sobreexplotación y materialidad refiero a que el humano
contemporáneo occidental fija y depende su felicidad en las metas que este se propone,
sacrificando tiempo y descanso para conseguirlas. Los argumentos que propondré para
defender mi tesis son los siguientes: el primero recae en que la constante seguidilla de metas
que proponemos para alcanzar esta felicidad perecible es un ciclo inutil en materia de
felicidad. El segundo argumento casi anexando con el anterior describe cómo este ciclo no
solo es ineficaz sino que debido al esfuerzo y tiempo que inútilmente gasta imposibilita la
búsqueda de la felicidad por distintas vías. Y por último el tercer argumento nos esclarece el
camino hacia la felicidad definiendo la naturaleza atemporal de este bien.
La idea capitalista de que la felicidad se alcanza por medio de una constante competencia y
crecimiento, haciéndonos creer ilusamente que la sobreexplotación nos hará felices solo nos
hace perseguir este bien espiritual tal como un perro busca y muerde absurdamente su cola
como justamente describe schopenhauer “La esencia del hombre consiste en que su voluntad
aspira a algo, queda satisfecha y vuelve de nuevo a ambicionar, y así continuamente; incluso
su felicidad y bienestar consisten únicamente en que aquel tránsito desde el deseo a la
satisfacción y desde ésta al nuevo deseo avance rápidamente”1. Pues es lógico entender que al
conseguir una meta y creer que esto nos hará feliz, el mismo pensamiento de que un objetivo
nos realizará, nos hará buscar y conseguir otro más complejo e inalcanzable que el anterior
para gozar de esa felicidad pasajera. Esto para byung chul-han nos deja hechos unas
máquinas de rendimiento que conciben la felicidad en la autoexplotación recurrente, lo que
en sus palabras “provoca el infarto del alma.”2, y asertivamente concuerdo con este
pensamiento pues estamos encerrados en un ciclo del constante paso del deseo a la
satisfacción y de allí nuevamente al deseo, dando todas nuestras energías y por este tan
ansiado bien llamado felicidad sin darnos cuenta que en términos de felicidad no hacemos
más que alejarnos y desgastarnos en el proceso como si estuviésemos corriendo a toda
potencia y utilizando todas nuestras fuerzas, pero sin darnos cuenta que esta ardua carrera la
hacemos en círculos, esperando ilusamente llegar a un destino que se encuentra muy pero que
muy lejos de tales actividades, y al mismo tiempo se encuentra frente a nosotros, aunque
seamos incapaces de verlo.
1
Ibid, ppp 155
2
Byung chul-han, la sociedad del cansancio,2012,Herder, Barcelona, ppp 72
Este ciclo descrito en el argumento anterior no solo es inutil en la búsqueda de felicidad sino
que además es requirente de tiempo esfuerzo y concentración, cosas obvias por supuesto y
tan asumidas que se toman por irrelevantes o necesarias, pero ¿que efecto tiene todo este
proceso en la búsqueda de la felicidad? la respuesta: nos enceguece. El tiempo, el esfuerzo y
todo lo que requiere la inapropiada búsqueda de este fin nos consume de tal manera que nos
impide ver otras vías, pues es ilógico y casi ridículo creer que la felicidad tiene el mismo
significado para todos, y si esto lo tomamos como obvio, ¿porque entonces seguimos los
estándares que la sociedad contemporánea concibe que nos otorgaran felicidad? Una vez
entendido lo contradictorio que es este comportamiento podemos entender el porqué de su
naturaleza ilógica, ya que si la felicidad no es concebida por todos de igual manera, tal como
explica Macarena Marey en su texto El rol de la felicidad ajena en la filosofía práctica de
Kant sobre las ideas kantianas donde menciona la “ indeterminabilidad absoluta del concepto
de la felicidad propia”3 entonces como planeamos encontrar todos este bien por los mismos
medios si el fin es tan variable, por lo que nuevamente llegamos a que este ciclo inutil nos
enceguece en la búsqueda de la felicidad impidiendo buscar las otras vías por las cuales si
puede efectivamente recaer este fin. Y es que es correcto afirmar que el enceguecimiento es
tal que nos impide detenernos a preguntarnos algo tan simple y fundamental como ¿que es
para nosotros la felicidad? pues estamos tan absortos que nos convertimos prácticamente en
máquinas de rendimiento como menciona byung chul-han en su libro la sociedad del
cansancio “ahora no solo el cuerpo, sino el ser humano en su conjunto se convierte en una
«máquina de rendimiento», cuyo objetivo consiste en el funcionamiento sin alteraciones y en
la maximización del rendimiento.”4. Y rescato de esta comparación la palabra “máquina”
pues es más profunda y exacta de lo que se puede entender en primera instancia y para
comprenderlo debemos plantearnos qué diferencia a una máquina del hombre, la respuesta
clara es la capacidad de razón que el hombre posee por lo que al referirnos que este ciclo nos
convierte en máquinas de rendimiento justamente hace referencia a que buscamos este
aumento de rendimiento sin utilizar la razón y preguntarnos si en serio tendrá el efecto
esperado, tal como lo haría una máquina programada para esta función. Por lo que nos
encontramos como un caballo en carrera pero que se le fue puesta su hípica y lo peor es que
ni siquiera somos conscientes de su existencia.
3
Macarena Marey, El rol de la felicidad ajena en la filosofía práctica de Kant, Universidad de buenos
aires, Buenos aires, ppp 1-4
4
Byung chul-han, la sociedad del cansancio,2012,Herder, Barcelona, ppp 72
Una vez se han comprendido estos argumentos es inevitable cuestionarse ¿qué hacemos
entonces?, si estas vías nos enceguecen y alejan del fin ¿entonces cuál es el camino para
finalmente alcanzar el fruto?, la respuesta está frente a nosotros, bajo nuestras narices y posee
una simpleza elegante que contrasta con una dificultad enorme. Ignoro si estamos tan
absortos como máquinas de rendimiento que realmente somos incapaces de ver el camino o
si en verdad estamos más cómodos viviendo la realidad y visión que socialmente se nos ha
inculcado, no obstante sea cual sea la respuesta el camino se esclarece al filosofar, pues la vía
efectiva del fin recae en el descansar, estar aquí en el presente. Al practicar la filosofía es
muy común encontrarse con problemáticas conceptuales, aquí se presenta una muy clara,
¿que es y cómo definimos el presente? o más allá ¿qué es y cómo definimos el tiempo?. Para
San Agustín de Hipona “Tres son los tiempos, presente de las cosas pasadas, presente de las
cosas presentes y presente de las cosas futuras. Lo presente de las cosas pasadas, es la actual
memoria o recuerdo de ellas; lo presente de las cosas presentes, es la actual consideración de
alguna cosa presente; y lo presente de las cosas futuras es la actual expectación de ellas”,
definiendo el tiempo como una mera ilusión e interpretación de nuestras mentes y al pasado y
futuro como memoria y expectativa respectivamente. Aquí y con estos conceptos a la palma
de la mano es donde podemos comprender a la felicidad como un bien que se alcanza al
descansar. Para llegar a esta conclusión os voy a guiar por una seguidilla de razonamientos y
lógicas, primero debemos entender que la sobreexplotación es atractiva pues trae
recompensas a futuro, ya sea alcanzar metas, reconocimiento, bienes materiales, dinero, etc,
osea nos sobreexplotamos por expectativas del futuro, segundo si bien las memorias y el
pasado son importantes para el desarrollo humano su excesiva aparición en nuestras
reflexiones del presente tienden a agobiarnos y hasta en casos específicos deprimirnos,
además utilizar el presente para visualizar las memorias y recuerdos nos imposibilita el “estar
ahora”, es decir las memorias nos impiden el estar en el presente, en tercer lugar al
comprender las anteriores dos etapas del razonamiento llegamos a que para poder estar en el
presente debemos eliminar tanto expectativa como memoria osea tanto pasado como futuro,
Ahora si llegamos a nuestra conclusión, pues el eliminar expectativa y memoria para alcanzar
el “estar ahora” lo conseguimos a través del descansar, pues en el más puro y profundo
descanso es donde conseguimos apaciguar las preocupaciones y arrebatos que muchas veces
trae la memoria y expectativa. Y esque tal descanso lo describe con exactitud Byung Chul
Han en su libro la sociedad del cansancio donde nos presenta el cansancio fundamental que
en palabras del propio autor “es ese cansancio que hace posible que uno se detenga y se
demore” o “el cansancio permite al hombre un sosiego especial, un no-hacer sosegado. No
consiste en un estado en que se agoten todos los sentidos” o en otras palabras es un cansancio
que permite el descansar en su máximo esplendor. Por lo que el camino efectivo para alcanzar
el fruto subyace en apaciguar las tensiones entre memoria y expectativa alcanzando así el más
puro y espléndido descanso, el cual se recibe como un vaso de la más refrescante agua en el
medio del más árido y solitario desierto.
Con estos argumentos a disposición de la razón podemos comprender porque refiero a que la
visión resultadista y la sobreexplotación de la felicidad nos aleja de conseguir este bien
espiritual y porque es ilógico buscar este bien por medios de esta naturaleza. Pero una vez
comprendido (que creo que no es difícil su comprensión), ¿qué hacemos entonces? ¿nos
abandonamos a una existencia placentera y al descanso eterno alejándonos completamente
de las metas y aspiraciones ya que estas son inútiles en materia de felicidad? Pues para mi,
esta no es la vía. Y si bien se me puede cuestionar que en el último argumento de manera
explícita recalque que el camino hacia la felicidad era el descanso no hay que olvidar que
todo se comprende dentro de un contexto, pues si analizamos un concepto tan antropocéntrico
como la felicidad también debemos tomar en consideración al individuo y su contexto. Para
ilustrar lo que deseo explicar plantearé las siguientes preguntas, ¿Es feliz el que se esclaviza
en la autoexplotación y fija su bienestar en las metas y bienes materiales? pues a lo largo de
este ensayo se ha dejado en claro la respuesta; en lo absoluto, pero ¿Es feliz el que abandona
su vida por seguir un descanso eterno escapando completamente de sus responsabilidades y
metas o aspiraciones como individuo? Obviamente tampoco alcanza este bien por esta vía, y
ni siquiera es una pizca más feliz que el individuo de la autoexplotación. Y es que concluyo
que lo que debe regir nuestro camino a la felicidad es el equilibrio entre descanso y
aspiración, entre las metas y la libertad, entre las responsabilidades y la tranquilidad, entre
pasado futuro y presente. Pues nada transmite más paz, tranquilidad y felicidad que una
balanza perfectamente equilibrada.