Cómo Ganar Una Discusión. El Arte de La Argumentación
Cómo Ganar Una Discusión. El Arte de La Argumentación
Cómo Ganar Una Discusión. El Arte de La Argumentación
Psicología
Práctica
Editorial Gedisa ofrece los siguientes títulos sobre
PSICOLOGÍA PRÁCTICA
Gael Lindenfield ¡Ten confianza en ti misma!
Una guía para perfeccionar la propia
autoestima
George Weinberg y Di anise Rowe Cómo somos y cómo nos ven los otros
Saber mirarse en el espejo
por
Nicholás Capaldi
Diseño de cubierta: Paolo Portaluri
© Editorial Gedisa, S. A.
Barcelona, España
Impreso en España
Printed in Spain
Índice
AGRADECIMIENTOS.......................................................................................... ....... 11
PREFACIO.............................................................................................................. ....... 13
CAPÍTULO I
Introducción ....................................................................................................15
¿Qué es la lógica?.....................................................................................................17
¿Qué es un argumento?..........................................................................................20
¿Cuándo es aceptable un argumento?.......................................................... .......23
Resumen ...................................................................................................................25
CAPÍTULO II
La identificación de los argumentos..................................................... ......27
Argumentos..............................................................................................................27
Dificultades para identificar los argumentos planteados.......................... .......29
Gramática, puntuación y comprensión de la lectura.........................................30
Reglas para identificar premisas y conclusiones................................................32
CAPÍTULO III
El análisis formal de los argumentos..........................................................39
El ideal de la lógica................................................................................................. 41
Silogismos ......................................................................................................... ...... 43
Reglas de los silogismos válidos.................................................................... ...... 47
Solidez y lógica informal....................................................................................... 50
7
CAPÍTULO IV
La presentación del argumento............................................................................ 53
Cómo ganarse el beneplácito del público..................................................... 57
Presentación de los hechos.............................................................................. 66
Subrayando la conclusión................................................................................ 88
Recursos no verbales........................................................................................ 92
La publicidad como ejemplo........................................................................... 93
CAPÍTULO V
Atacando los argumentos...................................................................................... 101
La reacción del público.................................................................................... 103
La anatomía de la refutación........................................................................... 107
Atacando la conclusión.................................................................................... 129
Debate frente a frente....................................................................................... 137
CAPÍTULO VI
Defendiendo los argumentos propios................................................................. 141
Contraataque..................................................................................................... 146
Ganar el argumento.......................................................................................... 160
En busca del empate......................................................................................... 165
CAPÍTULO VII
Razonamiento según causa y efecto.................................................................... 167
Historia del concepto de "causalidad"........................................................... 169
Definición de causa y efecto en Hume.......................................................... 171
El razonamiento causal en la práctica........................................................... 173
Los métodos de Mill......................................................................................... 175
Falacias del razonamiento causal................................................................... 178
Problemas con el concepto de "causalidad".................................................. 184
8
Ejercicio 3: Silogismos...................................................................................... ....225
Respuestas al ejercicio 1.......................................................................................225
Respuestas al ejercicio 2................................................................................... ....226
Respuestas al ejercicio 3................................................................................... ....227
SUGERENCIAS...........................................................................................................229
9
Agradecimientos
11
Prefacio
13
En segundo lugar, pensar críticamente es saber dónde y cómo rebatir
los argumentos que se nos plantean en la vida cotidiana. En relación
con la lógica, advierto que se ha convertido en disciplina técnica y que,
como tal, tiende a concentrarse en la estructura de los argumentos en
otras disciplinas técnicas, como la matemática. He procurado reducir la
terminología técnica a su mínima expresión, e introducir sólo aquellos
principios de la lógica necesarios para los fines cotidianos, incluidos
los académicos. En lugar de analizar falacias informales en un vacío
o insistir en minucias técnicas, he subrayado los contextos prácticos
dentro de los cuales suelen darse tales falacias.
En cuanto a la posibilidad de enseñar al lector a criticar argumentos
de manera constructiva y gratificante, de manera de profundizar su
comprensión, he empleado un recurso novel. Además de efectuar un
enfoque orgánico del tema, he escrito este libro tomando el punto de
vista de alguien que desea engañar, inducir a error o manipular a los
demás. Partiendo de la base de que hay que conocerse a sí mismo, he
descubierto que muchas personas pueden detectar los malos usos o
abusos de la lógica si ellas mismas son maestras en el arte del engaño.
El lector debería preguntarse cuán distinto sería el mundo si todos
supiéramos, realmente, cómo aplicar y, por lo tanto, cómo detectar los
malos usos de la lógica.
Aun después de completar un curso introductorio en lógica informal,
la mayoría de la gente es incapaz de identificar una falacia. Un factor
clave que explica por qué resulta difícil enseñar a encarar las falacias
con que tropezamos en la vida cotidiana se debe a que suele hacerse
hincapié en su reconocimiento. Habitualmente se pide al estudiante o al
lector que identifique las falacias en textos de terceros, y aunque deban
dar una respuesta, esa respuesta se encuadra dentro de una situación
primordialmente pasiva. Un enfoque tan estrecho exige que el autor o
el profesor se base en ejemplos particularmente obvios o sencillos. Pero
rara vez se los traspone a otros contextos.
A lo largo de mi propia experiencia como docente, he descubierto
que la aplicación de un método de elaboración activa, más que de
reconocimiento pasivo, resulta mucho más productivo. Es mi esperanza
que los lectores hallen también que este enfoque es más gratificante y
útil.
Nicholas Capaldi
14
Capítulo I
INTRODUCCIÓN
¿QUÉ ES LA LÓGICA?
A veces la mejor manera de explicar algo está en decir lo que ese algo
no es. El mejor modo de explicar qué es la lógica, entonces, reside en
presentar ejemplos ilógicos. Veanse los tres casos siguientes de ausencia
de lógica.
En primer lugar, ¿recuerda usted a una antigua pareja de comediantes
del cinematógrafo norteamericano, Abbott y Costello? imagíneselos
entonces a ambos en un programa de radio de Nueva York. ¡Ya en el
aire, Abbott dice poder demostrar a Costello que éste no está allí! En
apariencia, lo que Abbott sostiene resulta paradójico, por no decir
absurdo, puesto que para Costello mismo, y para todo el público, es bien
evidente que su compañero de fórmula está allíi presente. No obstante,
Abbott insiste: para empezar, logra que Costello admita no estar en San
Francisco; luego, que tampoco está en Chicago. Finalmente, Costello
admite que, puesto que no se encuentra ni en San Francisco ni en
Chicago, ha de estar en otro lado. Entonces Abbott llega a la conclusión
de que, como Costello está en otro lado, no puede estar en Nueva York.
El número cómico que acabamos de describir le resulta gracioso a todo
el mundo. Algunos de nosotros, sin embargo, sospechamos que hay algo
de capcioso en el postulado de Abbott y en el procedimiento seguido
para demostrarlo: la cuestión está en saber cómo desenmascararlo.
Una manera posible de impugnar dicho método está en señalar que la
expresión "en otro lado" nunca se emplea en un vacío, totalmente fuera
de contexto, sino puntualizando siempre el marco de referencia. Por lo
tanto, es absurdo decir que alguien está "en otro lado", puesto que no
hay lugar que se llame "otro lado". La expresión meramente significa
que ese alguien no está aquí, partiendo de que "aquí'" esté específica
o implícitamente definido; o bien que está en un lado distinto al lugar
o lugares explícitamente mencionados. En el citado ejemplo, las únicas
ciudades mencionadas específicamente son San Francisco y Chicago.
Costello está en un lugar que no es ni San Francisco ni Chicago: pero el
así admitirlo en modo alguno implica que Costello no se encuentre en
la ciudad de Nueva York.
Por cierto que no fue Abbott la primera persona del mundo que dio
un mal uso a las palabras, ni fuimos nosotros los primeros en sugerir
una regla para el empleo de la expresión "en otro lado". A decir verdad,
quizá ni siquiera exista una regla en sentido explícito: sólo llegamos a
ella cuando nos vemos obligados a examinar un ejemplo dudoso. La
mayoría de nosotros aprendemos a usar el idioma mucho antes de que
se nos enseñen sus reglas: tal vez éstas no sean más que formulaciones
explícitas de lo que es práctica corriente, formulaciones que nos son
impuestas cuando alguien descubre lo capcioso que puede ser un
argumento en ausencia de una regia estricta.
En segundo término, consideremos un ejemplo propio de la filoso
fía: el diálogo platónico del Protágoras, en el que Sócrates interroga a
éste acerca de la relación entre "sabiduría" y "autocontrol". Protágoras
manifiesta que no necesariamente hay un vínculo entre ambos térmi
nos. Sócrates formula entonces una extensa serie de interrogantes en
respuesta a los cuales Protágoras afirma tres cosas: que "sabiduría" es
lo opuesto a desatino; que toda palabra tiene un antónimo o término
opuesto, tiene sola y exclusivamente uno; y que desatino es lo opuesto
de "autocontrol". Sócrates interrumpe entonces a Protágoras y le hace el
siguiente cuestionamiento: si "sabiduría" es lo opuesto de desatino, y si
"autocontrol" es lo opuesto de desatino, entonces "sabiduría" y "auto
control" son los antónimos de una misma palabra, "desatino". Sin em
bargo, Protágoras ha admitido también que toda palabra que tiene un
antónimo, tiene sola y exclusivamente uno, y no más. O bien Protágoras
rechaza esta afirmación, o debe desdecirse de su aseveración inicial en
el sentido de que no necesariamente hay un vínculo entre "sabiduría" y
"autocontrol". Si estas dos palabras tienen un mismo antónimo, enton
ces son sinónimos, o tienen el mismo significado. Protágoras termina
por desdecirse de su afirmación originaria en el sentido de que no nece
sariamente hay relación entre los términos "sabiduría" y "autocontrol".
El citado ejemplo resulta interesante por dos razones. En primer
lugar, demuestra cómo a una persona relativamente inteligente le es
posible creer que entiende el sentido de aseveraciones aisladas, y luego
admitir que ellas entran en conflicto cuando alguien se las hace ver
conjuntamente. En segundo término, una de las dos aseveraciones
18
conflictivas formula una regla clásica de la lógica: la ley de que todo
término medio queda excluido. De acuerdo con esta ley, toda afirmación
es verdadera o es falsa. La aseveración de que toda palabra que tiene
su opuesto, tiene sola y exclusivamente un opuesto, dice esencialmente
lo mismo. El hecho de que Protágoras inmediatamente admitiera
esa afirmación y rechazara su planteo original (en el sentido de que
"sabiduría" y "autocontrol" no necesariamente estén relacionados)
parece indicar que ciertas reglas entran dentro de una categoría especial.
Protágoras se mostró mucho más dispuesto a aceptar la citada regla,
que a insistir en sus definiciones de "sabiduría" y "autocontrol" una vez
tomada conciencia del conflicto.
En tercer lugar, consideramos un ejemplo propio de la discusión
política contemporánea. Observe la siguiente argumentación:
(1) C es V
(2) L es V
(3) L es C.
79
(1) Todos los camellos son vegetarianos.
(2) Los corderos son vegetarianos.
(1) C es V
(2) L es V
(3) L es C
¿QUÉ ES UN ARGUMENTO?
20
lenguaje. La unidad más pequeña del lenguaje es la letra, y éstas van, en
nuestro abecedario, de la "a" a la "z". Las letras constituyen los ladrillos
a partir de los cuales se construye todo el resto del lenguaje. La siguiente
unidad por tamaño es la palabra. Las palabras están compuestas de
letras, y se las compone sobre la base de determinadas reglas. Las reglas
que rigen la combinación de letras en palabras se denominan reglas
de ortografía. La siguiente unidad, siempre hablando en términos de
tamaño, se denomina proposición, oración o aseveración. Las oraciones se
construyen a partir de palabras, y su construcción también está regida
por reglas: en este caso, las gramaticales.
Las oraciones suelen dividirse en cuatro tipos: expositivas,
exclamativas, imperativas e interrogativas. Algunos especialistas en
lógica han tratado de argumentar que existe una correlación entre el
tipo de oración y su función. Por ejemplo, suele argumentarse que
las oraciones expositivas transmiten información y, por lo tanto, son
verdaderas o falsas; y que las oraciones imperativas expresan órdenes,
por lo cual no son ni verdaderas ni falsas. Sin embargo, un examen más
detenido revela que determinado tipo de oración puede ser sustituido
por otro sin necesariamente modificar su función. Por ejemplo, puedo
decir "Cierra la puerta" (oración imperativa) o bien "Quiero que cierres
la puerta" (oración expositiva).
Es al llegar a este nivel cuando tomamos conciencia de lo compleja
que es la estructura del lenguaje. Si pudiéramos discutir el lenguaje
meramente en función de las relaciones entre símbolos (lo que se
denomina sintaxis), entonces sería fácil establecer la lógica o estructura
de nuestro pensamiento y nuestra habla. Sin embargo, además de la
sintaxis debemos considerar también la relación entre los símbolos y las
cosas u objetos existentes en el mundo (lo que denominamos semántica),
y la relación entre el lenguaje y el usuario de ese lenguaje (pragmática).
No es aquí fácil decir cuáles son las reglas o estructuras, sin entrar en
un profundo debate filosófico.
El mismo problema puede advertirse en la siguiente unidad del
lenguaje después de la oración: el párrafo. No existen reglas totalmente
faltas de ambigüedad para combinar las oraciones en párrafos. Por lo
general se nos advierte que debe haber cierto tipo de unidad o coherencia
en las oraciones que forman el párrafo, a menudo en relación con un
tema. Pero esto no es fácil de ver en un terreno puramente estructural.
Hay, por otra parte, ciertas combinaciones de oraciones, proposiciones
21
o aseveraciones que efectivamente poseen una evidente unidad. A una
de estas combinaciones se las denomina argumento. Un argumento puede
definirse como una serie de aseveraciones (oraciones, proposiciones),
sea dentro de una oración más amplia o dentro de un grupo de oraciones
gramaticalmente diferenciadas, que individualmente o en su conjunto
dicen "apoyar", "demostrar" o "dar prueba de" otra aseveración. La
aseveración que resulta apoyada, demostrada o probada se denomina
conclusión. Hay una sola conclusión para cada argumento. Pero puede
haber toda una serie de aseveraciones de apoyo. Las aseveraciones que
brindan apoyo, demostración o prueba se denominan premisas.
La clave para reconocer un argumento está en la conclusión: a una
conclusión, corresponde un argumento. Cabe advertir, asimismo, que
los términos "premisa" y "conclusión" son relativos: o sea que una
misma aseveración puede ser tanto premisa en determinado argumento,
como conclusión de otro. Ello se debe a que puede haber toda una serie
de argumentos entrelazados. En el siguiente capítulo analizaremos las
pautas que nos permiten identificar a los argumentos.
El paradigma clásico de un argumento es:
22
¿CUÁNDO ES ACEPTABLE UN ARGUMENTO?
23
aceptabilidad de las premisas. De manera análoga, una oración puede
ser gramaticalmente correcta pero, aun así, falsa. Un argumento puede
ser formalmente correcto o válido, pero, aun así, carecer de premisas
ciertas. Cuando un argumento es válido pero al menos una de sus
premisas es falsa, entonces se dice que el argumento no es sólido. Cuando
el argumento es formalmente válido y sus premisas son todas ciertas,
entonces dícese que dicho argumento es sólido. El argumento ideal es,
claro está, sólido.
La lógica formal atañe exclusivamente a la validez o falta de validez
de algo. La lógica por sí misma, o lógica formal, no determina la verdad
de las premisas. La lógica informal, por su parte, atiende a la solidez de
los argumentos.
Determinar la verdad o falsedad de ciertas premisas podrá parecer
algo obvio, reservado al ámbito de la ciencia o de la experiencia, más que
al de la lógica. Sin embargo, el asunto no es tan obvio como parece. Las
premisas propuestas en una argumentación pueden ser ciertas, pero no
ser pertinentes respecto de la conclusión. Importa que una verdad sea
pertinente. De manera alternativa, las premisas pueden tener toda la
apariencia de ser ciertas, pero no serlo realmente. El revelar o utilizar
argumentos engañosos también viene al caso. Finalmente, hay que
saber interpretar las verdades: entran también aquí a jugar juicios que
pueden ser rebatidos. Aunque la lógica informal no puede codificar y
clasificar todas las maneras posibles en que los argumentos resultan
poco sólidos y, a la vez, facilitarnos un mecanismo simple del mismo
modo en que lo hace la lógica formal, sí es cierto, empero, que aun aquí
se da una notable reiteración de pautas. Analizaremos algunas de ellas
en el resto del libro.
24
Resumen
LA IDENTIFICACIÓN DE LOS
ARGUMENTOS
ARGUMENTOS
29
GRAMÁTICA, PUNTUACIÓN Y COMPRENSIÓN DE LA
LECTURA
30
Analicemos otro elemento del mismo párrafo: "Esto es un acto
voluntario; y en los actos voluntarios de cada hombre, el objetivo es
alcanzar algún beneficio para si". Hay un punto y coma en medio de esta
oración; y la función de este signo de puntuación es conectar unidades
gramaticales de la misma jerarquía. Usamos, entonces, punto y coma
para conectar dos proposiciones que no están unidas por la conjunción
"y", "pero", o algún otro término similar; y colocamos ese signo entre dos
unidades que llevan comas. En nuestro ejemplo tenemos dos unidades
iguales, cada una de las cuales podría ser una oración independiente:
(1) "Esto es un acto voluntario", y (2) "en los actos voluntarios de cada
hombre, el objetivo es alcanzar algún beneficio para sí". Hobbes, el autor,
coloca ambas proposiciones en la misma oración aun cuando podrían
estar separadas; esto quiere decir que desea destacar la relación entre
ambas; las dos proposiciones han de ser consideradas conjuntamente,
la razón de que haya punto y coma antes de la conjunción “y" está en
que ya hay una coma en la segunda proposición.
¿Qué significa todo esto? Como veremos luego en nuestro análisis
de las reglas aplicadas para identificar a las premisas, la palabra "pues"
significa que todo lo que le siga en la misma unidad gramatical es una
premisa. En nuestro ejemplo, dos cosas siguen a la palabra "pues" en la
misma unidad gramatical. Por lo tanto, podemos llegar a la conclusión
de que en el párrafo de Hobbes hay por lo menos dos premisas: (1) "es un
acto voluntario" (premisa número uno); (2) "en los actos voluntarios de
cada hombre, el objetivo es alcanzar algún beneficio para sí" (premisa
número dos). El punto y coma o la coma antes de una conjunción
copulativa (por ejemplo, "y"), indica la existencia de una unidad. De
este modo, podemos identificar cuántas premisas siguen a la palabra
"pues".
A partir de nuestro análisis del papel jugado pro los pronombres,
sabemos que "esto" hace referencia a "la renuncia o transferencia de
un derecho". Si incluimos esta información en el texto, reemplazando
al pronombre "esto", obtenemos lo siguiente:
31
dado a la segunda premisa una forma más conveniente
sin modificar su sentido).
Conclusión:
"Cuando quiera que un hombre transfiere su derecho, o renuncia a
él, hace esto en consideración de algún derecho que, a la recíproca, le
es transferido a él, o en pos de algún otro beneficio que de ese modo
espera alcanzar".
32
Argumento I: Todos los hombres son mortales. Sócrates es un
hombre. Por lo tanto, Sócrates es mortal.
Argumento II: Ayer llovió, asi que confío en que el depósito de agua
esté lleno.
33
Regla cinco: Provea las premisas y conclusiones implícitas o /altantes.
Muchas veces un argumento queda planteado con tanta
claridad dentro del contexto, que el autor sólo lo enuncia
parcialmente. En estos casos queda librado al lector el que
agregue las premisas faltantes o presuntas, o aun la conclusión.
Este tipo de argumento se denomina entimema.
Regla seis: Toda proposición puede ser tanto una premisa como una
conclusión cuando hay más de un argumento enunciado en el mismo
pasaje. Se denomina sorites a una serie de argumentos interrelacionados.
La conclusión de un argumento puede ser la premisa del segundo
argumento.
Le forma corriente de presentación del sorites es la siguiente:
Argumento I:
Premisa (1): _______________________________________________
Premisa (2):_______________________________________________
Conclusión!:____________________________________________
Argumento II:
Premisa (1): (por lo general, conclusión del
Argumento (I)_____________________________________________
Premisa (2): _______________________________________________
Conclusión2: ______________________________________________
34
Ejemplo Problema Uno.
Argumento I:
Argumento II:
Argumento III:
36
Ejemplo Problema Dos.
37
retóricas (afirmaciones disimuladas), como se ve por el hecho de que
son parte de la misma oración, ya que ninguna de ellas comienza con
una mayúscula.
Estamos ya listos para plantear el argumento. Como hay tres
premisas, podríamos presentar el argumento como compuesto por tres
premisas y una conclusión. Sin embargo, en cuanto enumeramos las
dos primeras premisas queda sugerida la conclusión implícita. Por lo
tanto, tiene que haber al menos dos argumentos.
Argumento I:
Argumento II:
38
Capítulo III
EL ANÁLISIS FORMAL DE LOS
ARGUMENTOS
Este capítulo persigue un doble fin: sintetizar esa parte de la lógica
tradicional aristotélica que resulta útil para analizar argumentos, e
indicar en qué sentido la lógica informal puede visualizarse como una
subdivisión altamente desarrollada de la lógica tradicional.
EL IDEAL DE LA LÓGICA
42
SILOGISMOS
Tanto en este capítulo como a través de toda esta obra hemos aplicado
implícitamente la práctica de aplicar, por lo general, argumentos
consistentes en dos premisas. Dichos argumentos se conocen como
silogismos. La razón por la cual se los emplea tan a menudo va más
allá de la conveniencia y de la tradición. Todos los argumentos pueden
reconstruirse como silogismos, o sea, integrados por dos premisas y
una conclusión. Por añadidura, los argumentos reconstruidos de esa
manera son más fáciles de seguir. Y lo más importante de todo, como
veremos, es que en la lógica informal puede verse un útil ejercicio
en razonamiento silogístico que incluye algunas muy cuestionables
premisas suprimidas.
Aunque hay varias clases diferentes de silogismos, nos concentra
remos aquí en los llamados silogismos categóricos. Un silogismo
categórico es aquél en el que todas las aseveraciones, tanto premisas
como conclusión, son categóricas. Una aseveración es categórica si
adopta la forma de sujetopredicado; o sea que se trata de una afirmación
con cuatro partes distintivas; cuantificador, sujeto, cópula y predicado.
Las cuatro afirmaciones siguientes son categóricas:
43
aseveraciones. Esa cantidad está dada por la relación entre el cuantificador
y él término sujeto. Hay tres tipos de cantidad: universal, particular
y singular. Una afirmación tiene carácter universal cuando el término
sujeto hace referencia a la clase entera de objetos que denomina. Así,
en nuestro cuadro las afirmaciones uno y dos son universales puesto
que ambas hacen referencia a las X como clase total. Una afirmación es
particular cuando el término sujeto no hace referencia a la clase total de
objetos que menciona sino, más bien, sólo a alguna parte de esa clase.
Así, las afirmaciones tres y cuatro son particulares pues ambas hacen
referencia a una parte de la clase de las X
Una aseveración es singular cuando el término sujeto es un nombre
propio referido a un único individuo. Nuestro cuadro no incluye
ejemplos de afirmaciones singulares. Un ejemplo sería el siguiente:
"Aristóteles era un gran lógico". Otro ejemplo es "Bob Dylan no es
un lógico". Por convención, todas las afirmaciones singulares son
enfocadas como declaraciones universales partiendo de la base de que
hacen referencia a la totalidad del sujeto (todo Aristóteles, todo Bob
Dylan). Por añadidura, el ejemplo acerca de Aristóteles es afirmativo
y el de Bob Dylan es negativo. Aplicando el código de nuestro cuadro,
vemos que la afirmación acerca de Aristóteles es del tipo A, "Todas las
X son Y", mientras que la aseveración sobre Bob Dylan es del tipo E,
"Ninguna X es Y".
Utilizando nuevamente las letras A, E, I, O del código, podemos
resumir nuestra discusión, hasta aquí, del siguiente modo:
44
y el de una declaración O (algunas X) no están distribuidos. Pasemos
ahora a examinar los predicados.
El predicado de una afirmación A ("Todas las X son Y") no está
distribuido, puesto que no nos estamos refiriendo a todas las Y. El
predicado de una declaración E ("Ninguna X es Y") está distribuido,
pues estamos diciendo que en toda la clase entera de Y no encontraremos
a ninguna X. El predicado de una aseveración I ("Algunas X son Y") no
está distribuido, porque tampoco aquí nos estamos refiriendo a todas
las Y. El predicado de una declaración O ('Algunas X no son Y") está
distribuido, puesto que sólo podemos decir que algunas X han quedado
excluidas de la clase de las Y si las hemos excluido de la clase entera
de estas últimas. El análisis de la distribución cobra ahora el siguiente
aspecto:
Hay otra serie de relaciones entre las aseveraciones que también debe
ser tomada en cuenta. Entre dos declaraciones existe una contradicción si
no pueden ser ciertas ambas o si no pueden ser falsas ambas a la vez. A y
O son contradictorias: Si "Todas las X son Y" es cierta, entonces "Algunas
X no son Y" debe ser falsa, y viceversa. Dícese que dos aseveraciones
son contrarias si es posible que ambas sean falsas pero no es posible que
ambas sean ciertas al mismo tiempo. A y E son contrarias puesto que
es posible que tanto "Todas las X son Y" como "Ninguna X es Y" sean
falsas si se da el caso de que sólo algunas X son Y. A la vez, si "Todas
las x son X" es una afirmación cierta, entonces no puede ser cierto que
"Ninguna X es Y".
Podríamos poner en figurillas a un adversario atacando el
argumento contrario, más que el contradictorio. Consideremos el
siguiente ejemplo: Usted desea argumentar que "Todos los comunistas
son malos", afirmación del tipo A, y su adversario quiere argumentar
que "Algunos comunistas no son malos", declaración del tipo O. Al
atacarlo, usted simula que la posición del otro es E en vez de O, y ataca
con facilidad la propuesta E, "Ningún comunista es malo". Si bien no
45
pueden estar ambos en lo cierto —o sea que uno de los dos tiene que
estar equivocado—> el ataque a E posibilita que ambos se equivoquen.
Esta es una válvula de escape en caso de verse usted acorralado.
El cuadrilátero tradicional de la oposición nos lleva a las siguientes
relaciones:
-------------- contrarios--------------- g
AVct°^ ^
c°nt ^ oS
ra
o
Ahora que hemos examinado y definido las propiedades de las
declaraciones categóricas, es hora de volver nuestra atención hacia
los silogismos categóricos. Cada aseveración posee dos términos, un
sujeto y un predicado. Puesto que un silogismo tiene dos premisas y
una conclusión (un total de tres aseveraciones), hay un total final de
seis términos. Sin embargo, en un silogismo cada uno de esos términos
aparece dos veces. Así, un silogismo categórico posee tres términos,
cada uno de los cuales aparece dos veces. Por ejemplo:
Como vemos, "pez" aparece dos veces, "sardinas" aparece dos veces,
y "están en el agua" también dos veces.
A continuación, cabe distinguir entre término mayor, menor y medio.
El término mayor es el que aparece como predicado de la conclusión;
en nuestro ejemplo: "están en el agua". La premisa en que aparece la
otra mención del término mayor se denomina premisa mayor, que
en nuestro ejemplo es "Todos los peces están en el agua". El término
menor es el que aparece como sujeto de la conclusión: en nuestro ejemplo,
"sardinas". La premisa en la que aparece la otra mención del término
menor se denomina premisa menor, que es, en nuestro ejemplo, "Todas
las sardinas son peces". En consecuencia, todo silogismo categórico
incluye una premisa mayor, una premisa menor, y una conclusión. El
46
término medio es el que aparece en ambas premisas; en nuestro ejemplo,
es "peces".
Sócrates es mortal.
47
Existen tres reglas, la violación de una de las cuales automáticamente
hace que el silogismo categórico quede invalidado.
48
adversario emplea un argumento con una premisa suprimida.
Supongamos que su adversario utiliza el siguiente argumento: "Puesto
que ningún conservador es radical, los primeros no pueden estar en
favor de la reforma". La respuesta suya tendrá dos partes. En primer
lugar, usted reconstruye el argumento de su contendiente con el fin
de tornarlo válido; provea la premisa faltante que lo validaría ("Todos
los que están en favor de la reforma son radicales"), y pregúntele si
es esto lo que él quiere decir. Si dice que sí, entonces evidentemente
está haciendo una declaración falsa, y quedará descolocado frente al
público. Presumiblemente, todo el mundo sabe que los radicales no
son los únicos que están en favor de la reforma. En segundo lugar,
reconstruya el argumento de su adversario para dejarlo invalidado,
y provea la premisa ausente que lo invalidaría ("Todos los radicales
están en favor de la reforma"), para dejar entonces en evidencia que el
argumento no es válido, y que su contendiente es un ignorante en el
terreno de la lógica.
49
Todos los países anticapitalistas respetan al trabajador.
El País X es un país anticapitalista.
50
válido automáticamente posea premisas ciertas. Los argumentos pueden
ser válidos y, aun así, partir de falsas premisas.
No obstante, cuando un argumento es válido (o sea que no viola
las reglas) y se sabe que sus premisas son ciertas, decimos que es un
argumento sólido.
Tengo la certeza de que rara vez chocamos con argumentos que
no sean válidos en la vida cotidiana; por otra parte, sin embargo,
damos con increíble cantidad de argumentos carentes de solidez. Por
eso, precisamente, es tan útil saber de silogismos. Al reconstruir los
argumentos del contendiente para tornarlos válidos, y, por ende, sacar
a relucir la premisa implícita (por lo general, la mayor), puede ponerse
el dedo en la llaga al descubrir alguna generalización lo suficientemente
endeble como para ser atacada. Esto lo hemos visto en el caso de la
segunda y tercera regla expuestas. Cuando usted ataca una premisa
diciendo que es falsa, está acusando a su contendiente de exponer un
argumento poco sólido.
Por añadidura, la mayor parte de las tradicionales falacias de la lógica
informal, por no decir todas ellas, pueden visualizarse como argumentos
válidos pero con una premisa mayor inaceptable y, por ende, como
argumentos faltos de solidez. Por ejemplo, la falacia de composición estriba
en creer que lo que es cierto de todas las partes es cierto del todo:
51
La segunda premisa es cierta si uno se basa en las listas de best
sellers. Pero la conclusión es considerada falsa por muchos especialistas
en literatura. A la vez, el argumento es lógicamente válido. La única
manera de invalidar la conclusión está en argumentar que la premisa
mayor ("Todo libro que le guste a la mayoría de la gente es una gran obra
literaria") es falsa y, por lo tanto, que el argumento carece de solidez.
El ad baculum, o apelación a la fuerza, puede también ser visualizado
como ejemplo de argumento poco sólido. Analicemos el siguiente
argumento:
55
a su disposición o la manera de intentarlo (el medio de comunicación),
estará entonces mejor preparado para lograrlo. Sin duda, hay todo
tipo de ideas inteligentes o brillantes que puede ensayar, pero tampoco
cabe duda de que muchas de ellas no vienen para nada al caso, con
lo cual pueden desviar la atención de su objetivo central o, incluso,
resultar contraproducentes. Si usted recuerda que lo importante es
ganar aprobación para su postura, entonces es menos probable que se
diversifique en varias direcciones. De manera análoga, no hay razón
para lanzar un relumbrante aunque desastroso ataque de caballería
(por más que se hayan inmortalizado en el corazón de los poetas),
cuando el simple fuego concentrado de artillería podrá lograr el fin
perseguido.
En el siguiente análisis del tema, presupondremos que hay público
presente, en cuyo caso se hará una presentación oral de los argumentos,
o que se llega a ese público por los medios periodísticos. Cuando se trate
de un público más especializado, apuntaremos las técnicas especiales
requeridas. Caso contrario, se dará por sentado que el público escucha
su discurso o lo lee.
Al plantear usted su argumento, dividirá la presentación en tres
etapas básicas: procurará ganarse el beneplácito de sus oyentes o lectores;
presentará los datos necesarios, o hechos que se interpreten como tales,
para apoyar sus argumentaciones; y formulará una conclusión certera.
Las tres primeras partes de este capítulo considerarán cada uno de esos
pasos detalladamente; en la cuarta se expondrán algunas técnicas no
verbales que son útiles para la presentación del argumento.
Parte de la razón por la cual resulta tan complejo defender un
argumento estriba en que los públicos no son monolíticos: por lo tanto,
hay que tratar de ganar la aprobación de personas cuyos intereses no
son uniformes. Hay por lo menos seis tipos diferentes de públicos,
considerados desde el punto de vista de sus intereses:
56
usted. Lo que para usted es un fin, entonces, puede ser un medio para
los demás.
4. Tal vez el público coincida con sus medios pero procure la
consecución de otros fines. En otras palabras, lo que ustedes tienen en
común con los medios pero no los fines.
5. Hay, por supuesto, combinaciones posibles en que parte del
público coincide con los fines y parte sólo con su objetivo como medio
de alcanzar otros fines distintos. Se trata de una combinación de (1) y (2).
6. Puede tratarse de un público complejo para el que los fines que
usted persigue son sólo medios, aunque el fin que ellos persiguen sea
también aceptable para usted. Se trata de una combinación de (3) y (4).
En este caso, deberá usted argumentar en favor de algo considerado, a
la vez, tanto medio como fin último.
Apelando a la compasión
57
público, o cuando éste todavía no tiene una postura definida sobre el
tema a plantear.
Los casos más frecuentes en que se apela a la compasión se dan en le
curso de los juicios, donde el abogado intenta hacer un alegato que gane
favor para su cliente. Un ejemplo extremo es el de un joven incriminado
por incendiar la casa de sus padres mientras éstos dormían, y acusado,
por ende, de homicidio. ¡Su defensor pide compasión partiendo del
argumento de que el muchacho es ahora huérfano!
Sócrates hizo el más célebre alegato—tan sagaz como irónico, en
cierto modo—apelando a la compasión del jurado que lo juzgaba
por las acusaciones de impiedad y de corrupción de los jóvenes de
Atenas. El famoso juicio es descripto en el diálogo de Platón titulado
Apología:
Tal vez haya quien se sienta ofendido por mí cuando recuerde cómo él
mismo, en ocasión similar o aun menos grave, rogó y suplicó a los jueces
con abundantes lágrimas en los ojos, y presentó a sus hijos en el juzgado,
en conmovedor espectáculo, junto con un sinnúmero de parientes
y amigos; mientras que yo, probablemente en peligro de muerte,
no hago nada de esto. En su mente puede planteársele el contraste,
predisponerse en contra de mí, y votar lleno de cólera porque así inspiro
su animadversión. Pues bien; si hay entre vosotros alguien así—fíjense
que no digo que necesariamente lo haya—, a él puedo replicarle con
ecuanimidad; Mi amigo, yo soy un hombre, y como todos los hombres,
un ser de carne y hueso y no "de madera o piedra", como dice Homero; y
tengo una familia, sí, e hijos, oh, atenienses, tres en número; uno que es
casi un hombre, y otros dos todavía niños; y sin embargo, no traeré aquí
a ninguno de ellos con el fin de peticionar vuestra absolución. ¿Y por
qué no? No por arrogancia o falta de respeto hacia ustedes... Sino que,
teniendo consideración por la opinión pública, siento que semejante
conducta me desacreditaría a mí, y a vosotros, y a todo el Estado... Y
digo que no deben hacer estas cosas aquéllos que, de entre nosotros,
poseemos una reputación; y si se hacen, no debéis permitirlas; sino más
bien demostrar que estáis mucho más dispuestos a condenar al hombre
que monta una escena dolorosa y pone en ridículo a toda la ciudad, que
al que mantiene la calma.
58
discursos pronunciado por Marco Antonio en Julio César, la obra de
Shakespeare (Acto III, Escena II):
59
gente. Por el contrario, quienes favorecen una política y preparación
militar fuerte podrían iniciar su alegato con una descripción del
bombardeo de Pearl Harbor o del campo de concentración de Ausch
witz, señalando cómo ellos fueron en parte resultado del aislacionismo
político.
Apelando a la autoridad
60
Naturalmente, esto va en desmedro de su credibilidad. En ciertos
campos técnicos, es casi imposible interpretar erróneamente los datos.
Por ejemplo, en el caso del análisis grafológico, balístico o químico,
es difícil pensar que las autoridades sean parciales. De todos modos,
siempre es posible dar con autoridades imparciales si usted está
convencido de que los hechos hablan en su favor.
Por otra parte, hay ciertas esferas en las que es casi imposible dar con
una autoridad totalmente imparcial. Consideremos, específicamente, el
terreno de la política. Dejando momentáneamente de lado la cuestión de
determinar incluso si existe eso llamado autoridad en temas políticos,
se plantea el permanente problema de tener que separar el análisis
imparcial de una situación política, de los intereses, deseos, necesidades
o expectativas de la persona que efectúa dicho análisis. En un área tal, lo
más cercano a una autoridad sería alguien con un distinguido historial
de pronósticos ya realizados, aun cuando dichos pronósticos fuesen
contrarios a los intereses conocidos de quien los efectuó.
Damos a continuación ejemplos de individuos cuyos posibles
intereses podrían descalificarlos como autoridades dignas de ser
invocadas. Un corredor de Bolsa cuyas ganancias provienen del
volumen de acciones vendidas no puede considerarse una autoridad
imparcial en materia de predicciones del mercado. Esa visión sólo
podría ser contrarrestada si dicho operador pudiera sustentar el hecho
de que ha efectuado pronósticos válidos en el pasado, y aconsejado a
la gente contra la posibilidad de invertir en determinado momento:
estará, así, dando pruebas de su integridad. Al analizar fondos para
el presupuesto miliar, debe recordarse que los altos mandos poseen
intereses creados que los llevaran a buscar la máxima asignación
posible. A la vez, los académicos e investigadores que tradicionalmente
protestan en contra del mayor gasto militar tienen mucho que ganar con
su recorte, pues habría más fondos disponibles para la educación y la
investigación. De ahí que también ellos podrían tener intereses creados
en esa controversia.
En tercer lugar, el público debe estar convencido de que la autoridad
citada está indiscutiblemente versada en el campo en que dice tener
experiencia. Alguien que no se muestre cuidadoso con los detalles
pronto dejará de ser considerado una autoridad en la materia. Por
añadidura, un experto que dependa de la ayuda de un numeroso
equipo debe estar seguro de su diligencia. Un funcionario que tiene a
61
sus órdenes un extenso cuerpo de burócratas fácilmente puede verse
tentado a aceptar un informe y presentarlo al público sin someterlo
a cuidadoso escrutinio. La mayoría de nosotros hemos advertido el
minucioso trabajo de verificación que se toman algunos científicos
antes de anunciar un descubrimiento, o la medida en que circunscriben
el alcance de sus investigaciones. Por lo general, son los periodistas en
busca de primicias quienes se anticipan a dar la noticia.
En cuarto lugar, cuando se invoca el nombre de una autoridad en
determinado tema, mejor es estar seguros de que dicha autoridad sea
bien conocida. No resulta eficaz citar a autoridades que no sean tenidas
por tales en sus respectivos campos, o que sean desconocidas para el
público. Por ejemplo, al hablar de la crianza de los niños, causará más
efecto referirse a los doctores Gesell o Spock que al doctor Juan Pérez.
"Conocido", en este caso, siempre será algo a determinar en referencia a
un público específico. Aunque determinada persona sea en general muy
conocida, podrá no serlo en cierta esfera o ante un público especifico. A
la inversa, cuando nos dirigimos a un público específico. A la inversa,
cuando nos dirigimos a un público específico, tal vez sea mejor citar al
experto local que al de fama internacional.
En quinto lugar, la autoridad citada debe ser un experto en el campo
específico que se trate. El doctor Spock puede ser un muy conocido
experto en puericultura, pero ¿puede honestamente decirse que lo sea
en el ámbito de las relaciones internacionales, en particular, y la política
en general? Al hablar de física, parecería natural esgrimir el nombre
de determinados físicos como autoridades en la materia; al analizar las
posibilidades de recurrir al mar para cultivar alimentos, las autoridades
pertinentes serán los biólogos marinos; y así sucesivamente. Invocar la
autoridad del experto en un campo como especialista en otro, quizá
totalmente inconexo, nos vuelve vulnerables a todo tipo de perniciosos
ataques, por ejemplo, en cierta ocasión alguien sostuvo haber inventado
un filtro realmente eficaz para el cigarrillo y se propuso promocionarlo
con el patrocinio de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Columbia puede en general poseer una notable reputación como centro
de estudios, pero esto no implica que todo lo que con ella se asocie sea
de primer orden. Aunado a la falta de conciencia de algunas autoridades
de la Universidad, semejante descuido provocó todo tipo de situación
embarazosas. Por lo que sabemos, el filtro nunca llegó a estar al alcance
del público.
62
En lo que a citar autoridades respecta, la única excepción de nota
está en la participación de ciertas celebridades, sea destacados artistas
del mundo del espectáculo o miembros de la "aristocracia". En cierto
sentido, esta gente no necesariamente es experta en nada. Sin embargo,
su propio brillo atraerá más la atención hacia una causa o postura que
la que se logre por cualquier otro medio. Suponiendo que podamos
contar con los respectivos expertos, nada de malo hay en complementar
su nombre con el de celebridades que no son especialistas en la materia.
Viene al caso la campaña de la Sociedad Norteamericana contra el
Cáncer, dirigida a desalentar el consumo del tabaco. No cabe duda de
que dicha Sociedad puede recurrir a autorizados expertos en las ciencias
médicas que apoyen su causa; pero además, también ha recurrido a
conocidos actores para dramatizar la relación entre el cigarrillo y el
cáncer. La campaña resultó sumamente eficaz. Piénsese en el actor Yul
Bryner diciendo: "Cuando ustedes vean esto, yo estaré muerto.
Vemos así cómo el requisito número cuatro (bien conocido) y el
número cinco (experto en la materia) pueden complementarse entre sí.
A la vez, no hay que olvidar el requisito número tres (indiscutible). Uno
de los actores empleados en la campaña contra el cigarrillo lanzada por
la Sociedad Norteamericana contra el Cáncer fue luego arrestado en
Londres por tenencia de marihuana.
En sexto lugar, de ser posible las autoridades citadas deben ser
tanto figuras contemporáneas como históricas. Cuanto más técnico
sea el tema que se trate, más importante es que se recurra a figuras
de actualidad como autoridades en la materia. En el campo de la
cardiología, por ejemplo, posiblemente el doctor Christian Barnard
haya sido más respetado como autoridad que Galeno o Hipócrates.
Los estudios estadísticos, en particular, deben ser lo más recientes
posibles. Por otra parte, si podemos contar con fuentes históricas como
complemento, nuestra argumentación quedará reforzada. En Estados
Unidos, el nombre de George Washington suele reiterarse en todo tipo
de debates, asociado a veces al senador Fulbright (aquél como figura
histórica de peso, éste como autoridad más contemporánea) como
experto en alegatos contra intrincadas alianzas internacionales.
También he podido ver cómo el nombre de Washington se invocaba, al
menos implícitamente, en defensa de la marihuana, pues aquél habría
cultivado cáñamo en sus campos, y durante el siglo XVIII su uso era
muy difundido en el tratamiento de la bronquitis. Así, el nombre de
63
Washington podía esgrimirse en pareja con el de cualquier actual
figura popular que defendiera el consumo de la droga.
En séptimo lugar, la autoridad citada debe tener una opinión que
es representativa de la generalidad de los expertos en su campo. La
palabra "representativa" es difícil de definir, pero tal vez el concepto
pueda aclararse por medio de algunos ejemplos. Un físico destacado
puede compartir muchas opiniones con sus colegas, pero, a la vez,
sostener muchas otras opiniones sumamente personales que no son
compartidas o ni siquiera impugnadas por aquéllos, especialmente
en áreas polémicas. Un físico nuclear que literalmente crea en la
existencia de la vida en otros planetas está sosteniendo una opinión
poco representativa. En 1936, cuando Franklin D. Roosevelt presentó
su candidatura a la presidencia de Estados Unidos, más de las dos
terceras partes de los periódicos del país se oponían a su reelección
en sus editoriales. Este porcentaje de ninguna manera representaba
el verdadero sentir de la comunidad, y ni siquiera el de la gente que
trabajaba en esos mismos diarios. Era una opinión que, simplemente,
reflejaba la postura de los propietarios de los periódicos.
El octavo requisito exige que las autoridades citadas sean tan
numerosas, diversas y diferentes como sea posible. Si usted da con el
nombre de dos autoridades cuyas opiniones en otros temas se contradicen,
pero que en este tema específico coinciden con su postura, ello tenderá
a impresionar al público, creído de que tan correcta es su posición que
prácticamente todo el mundo debe coincidir con usted. Por ejemplo,
sería poco hábil citar dos veces la opinión editorial de un periódico para
apoyar su argumentación: evidentemente, con una vez basta. Por otra
parte, si vive usted en una zona donde hay dos o más periódicos que por
lo general presentan en sus editoriales marcos de referencia opuestos
entre sí, pero que esta vez sustentan la misma postura que usted, será
muy conveniente citarlos a todos.
64
por lo menos, el que integra su público— se inclina reverente. Si duda,
algunas personas toman esos ideales más en serio que otras, pero
todo el mundo dice respetarlos. He aquí un importante principio de la
argumentación, porque constituye uno de esos principios que establece
el marco de referencia de la discusión. Si usted no puede hallar ese
elemento en común, entonces ninguna argumentación será posible.
(Recuerde que no se trata aquí de apelar al precedente, tema que
analizaremos bajo el siguiente subtítulo.)
Un ejemplo que ilustra la importancia de apelar a la tradición es el
de Martin Luther King invocando el principio de la no violencia. Si bien
hay, por cierto, quienes en similares circunstancias no recurrirían a la
no violencia, e incluso aquéllos que no adhieren a este principio en su
fuero íntimo, ocurre que muy pocos se atreverían a atacar abiertamente
la propuesta de no violencia propugnada por alguien. Apelar a la no
violencia significa apelar a una tradición con profundas raíces morales,
políticas, sociales y religiosas, que se extienden más allá de cualquier
cultura o período histórico. Invocar la no violencia permite obtener una
increíble reacción de apoyo de parte de todos los públicos. Cabe añadir,
asimismo, que con frecuencia este principio suele también desarmar a
los enemigos.
Apelando al precedente
65
que "la violencia es tan norteamericana como el pastel de manzana",
estaba apelando aun precedente, no a la tradición.
Con suma frecuencia se apela al precedente en las cortes de justicia,
cuando los abogados deben buscar casos sobre los que hay ya un
veredicto previo para sustentar sus alegatos. Si las altas cortes de
justicia, en particular, han emitido en el pasado veredictos favorables a
"determinada" situación, y si un abogado considera que el caso que tienen
entre manos entra dentro de esa "determinada" categoría, podrá
entonces citar aquel veredicto o serie de veredictos como precedentes.
Huelga decir que otros abogados podrán hallar precedentes distintos o
demostrar que el caso no entra dentro de esa "determinada" situación
o categoría.
Recordemos la historia de un bocadito de higos que cuenta un
ex juez de la Corte Suprema de EE.UU. Una empresa productora de
galletitas y productos de pastelería le entabló juicio a otra en relación
con los derechos de fabricación de determinado producto. La Empresa
A sostiene tener derechos exclusivos de fabricación de determinada
galletita, que la Empresa B habría violado al elaborado una galletita
similar. La Empresa B sostiene que su producto es diferente, puesto que
no se trata de una galletita sino de un bocadito frutado. ¿En qué reside
la diferencia? Si el juez favorece a la Empresa A dictaminará que la
exclusividad de los derechos ha sido violada, mientras que si dictamina
en favor de la Empresa B podría decir que el producto realmente es un
bocadito frutado y no una galletita, por lo cual no se ha violado ningún
derecho. Hay un sinfín de precedentes en la materia, y dar con el más
conveniente para la postura que usted defiende entraña (a) ingenio para
investigar, y (b) saber qué puede conmover a su público. No sólo los
jueces poseen un gusto definido.
Estadísticas
66
En la era en que vivimos, el tipo más convincente de pruebas está en
las estadísticas. ¿Qué niño no sabe cuántos goles ha hecho en el año su
club favorito? ¿Cuántas veces hemos oído elogiar un automóvil porque
gasta menos combustible por mayor número de kilómetros recorridos
que uno parecido de otra marca? En nuestro empleo de estadísticas
numéricas, al parecer partimos del supuesto de que un número mayor
automáticamente indica que algo es mejor. No se puede discutir con
cifras, salvo en relación con otras cifras.
Daremos a continuación algunas reglas generales sobre el empleo
de las estadísticas. De poder recurrir a ellas, siempre deberá hacer lo
siguiente: En primer término, asegúrese de que provengan de fuentes
confiables. Vuelve a aplicarse aquí todo lo dicho en relación con la cita
de autoridades. La fuente más adecuada de datos estadísticos puede
resumirse en la expresión "laboratorio independiente". En segundo
lugar, como los datos estadísticos rara vez son uniformes, puede
agrupárselos o "interpretárselos" de diferentes modos. No vacile en
emplear sólo esa parte de los datos estadísticos que sustenten su postura,
especialmente si no espera que sea rebatida. Por ejemplo, una encuesta
nacional sobre el sentir de la gente acerca del aborto podrá indicar que
la mayoría está en contra. Pero cuando las estadísticas se desglosan por
estado o provincia, pude ocurrir que en la suya la mayoría de la gente
esté en favor. Así, si lo que desea usted es propugnar una legislación
favorable al aborto, deberá citar las estadísticas de su zona; si, por el
contrario, desea que se apruebe una ley en contra del aborto, citará las
estadísticas a nivel nacional. En ambos casos, estará diciendo la verdad.
Esto nos lleva a la tercera regla general, la de "treparse al carro
de la victoria". De poder demostrar usted que la mayoría de la gente
apoya su postura u opinión, no sólo podrá invocar esa información
como prueba de que está en lo cierto, sino también invitar al público,
por lo menos implícitamente, a unirse a esa mayoría. A nadie le gusta
quedarse afuera.
Una importante variación de esta regla general está en la frase "más
gente". ¡Con cuánta frecuencia hemos oído decir que "A más gente le
gusta la Marca X que ninguna otra"! ¿Qué significa esto con exactitud?
Puede querer decir que el 51 por ciento de la gente usa la Marca X; pero
también, que el 12 por ciento de la gente usa esa marca. ¿Cómo es posible?
Supongamos el caso en que hay dieciséis marcas competitivas de cerveza
(o dieciséis postulantes para un puesto). ¿No es acaso posible que ninguna
67
marca (o postulante), de entre los dieciséis, cuente con un respaldo
absolutamente mayoritario, y que la marca (o postulante) preferido sólo
tenga un 12 por ciento de los votos? Entonces no sólo sería posible sino
también cierto decir que la Marca X (o el postulante X) tiene más respaldo
que cualquier otra marca (o postulante). La frase "más gente..." puede
invocarse con el sentido de opinión de una mayoría no absoluta.
Una cuarta regla general hace referencia al empleo de cifras elevadas.
Invariablemente, los números altos impresionan a la gente mucho
más. Añadido a ello el hecho de que en nuestra sociedad la mayoría
de las personas no comprende realmente el empleo de las estadísticas,
porcentajes y fracciones, por lo general resulta más eficaz citar un alto
número que un porcentaje. Suena mejor decir que el candidato López
obtuvo seis millones de votos, que decir que obtuvo el 52 por ciento
de los votos. Casi la mitad de la gente votó en contra de López, pero el
efecto es mayor si decimos que lo respaldan seis millones de personas.
Cabe agregar, asimismo, que cuando de cifras elevadas se trata, el
repetirla suele tener un efecto matemáticamente acumulativo. Se dice
que cuando la Unión Soviética concede ayuda a un país extrajero, le está
asignando por lo menos el triple de lo que realmente le entrega. ¿Cómo
puede ser? Por ejemplo, primero se anuncia a través de la prensa que
la Unión Soviética concederá ayuda por valor de un millón de dólares.
Luego, al entregarse esa suma, vuelve a anunciarse que la Unión
Soviética concede ayuda por valor de un millón de dólares. Finalmente,
una vez entregada esa suma, se anuncia que la Unión Soviética ha
concedido ayuda por valor de un millón de dólares. Mucha gente tendrá
la impresión de que se concedieron tres millones de dólares.
En quinto lugar, así como las grandes cifras suelen impresionar,
los números pequeños tienden a soslayarse. Esto significa que usted
puede abiertamente pasar por alto un número bajo, o restarle toda
importancia. Un ejemplo de ello fue el suministrado por el mariscal Tito,
de Yugoslavia. Al tocar el tema de los partidos políticos, Tito observó en
cierta oportunidad que Estados Unidos tiene dos, y Yugoslavia uno. ¡La
diferencia era insignificante, de sólo uno!
Podemos ahora enfocar algunos casos verídicos sobre el empleo
de datos estadísticos. Ninguna cifra importa de por sí: sólo adquiere
significado en relación con alguna otra cifra o marco de referencia. De
ahí que lo importante no sea limitarse a recoger datos, sino seleccionar
el marco de referencia dentro del cual se planea aplicarlos.
68
En nuestro caso, supongamos que una importante empresa publica
su informe financiero anual. Las cifras importantes, todas reales, son
las siguientes:
69
Tomemos otro ejemplo. En el siguiente diagrama, damos ingresos
promedios de una persona desglosados según nivel de educación. Yendo
de izquierda a derecha, los ingresos aumentan, y el nivel educacional
sube de arriba hacia abajo.
70
término, a la mediana geométrica, el punto medio entre el número de
personas o entidades involucradas; tercero, puede hacer referencia
estadística al valor de más alta frecuencia, el punto de la escala en que hay
concentradas mayor cantidad de personas o entidades que en cualquier
otro.
Nuestro ejemplo de los diferentes usos del término "promedio"
fue tomado de las calificaciones obtenidas en lectura por alumnos de
un séptimo grado. Se administra un test para determinar el nivel al
que leen los alumnos. El nivel del grado es aquél que se espera de los
alumnos de séptimo en lectura. Estar por debajo de ese nivel significa
estar incapacitado para leer lo que comúnmente se espera del alumno
de séptimo grado. Estar por encima de ese nivel implica poder leer no
sólo lo que se espera de un alumno de séptimo grado sino textos mucho
más difíciles.
71
Supongamos que estoy contemplando la posibilidad de mudarme,
y que busco un clima más estable. Empiezo a leer avisos, y descubro
que hay dos zonas con una temperatura media anual de 15 grados.
Suena aceptable. Sin embargo, una de estas zonas tiene temperaturas
que oscilan entre los 10 y los 20 grados, en tanto que en la otra las
temperaturas van de los 0 a los 30 grados. Evidentemente, no es lo
mismo.
El importante principio que vemos funcionar reiteradamente es
el que nos dice que la misma información puede ser presentada de
diferentes maneras. La cuestión está en elegir la más apta para el fin
perseguido. Pregunta: ¿Conviene utilizar números totales o porcentajes?
Respuesta: Depende. Supongamos que lo que se desea es denunciar la
corrupción en el departamento de policía o cualquier otro organismo del
gobierno, lo cual será útil como herramienta para socavar la confianza
del pueblo en las actuales autoridades. Supongamos, también, que el
año pasado hubo un convicto por soborno y este año, dos. En vez de
esgrimir números totales, en este caso conviene utilizar porcentajes.
Ha habido un 100 por ciento de aumento en el número de convictos
por sobornos, y sólo Dios sabe cuántos casos quedaron sin descubrir.
Por otra parte, si usted publicita un medicamento para el resfrío que
cura al 2 por ciento de los usuarios, y el principal producto de la
competencia cura al 1,5 por ciento, convendrá mencionar el número
total de casos y sostener que su remedio cura a más gente que cualquier
otro.
Resulta difícil seguir estadísticas que son largas, complicadas,
y exigen que todos los miembros del público efectúen mentalmente
comparaciones. A fin de facilitar el enunciado de sus argumentos,
conviene presentar sus estadísticas en forma de gráfico. Pero no tiene
sentido utilizar gráficos a menos que le sirvan de ayuda, de modo que
a continuación le daremos algunas reglas para mejorar la presentación
de datos por ese medio.
En primer lugar, con el objeto de exagerar un aumento o disminución
sobre los que desea llamar la atención del público, usted tiene dos
opciones: o bien presentar un gráfico en que falte la leyenda escrita, o
ampliar parte del gráfico. Recuerde que en ningún momento estamos
presentando cifras falsas. Se trata puramente de un ejercicio en el arte
de dar énfasis.
Como ejemplo, imaginemos que alguien procura llamar la atención
72
hacia el aumento de la criminalidad en determinadas zonas. El
verdadero gráfico de la situación presenta el siguiente aspecto:
73
Además de estos gráficos lineales, podrá también presentar simples
diagramas. Una manera apropiada de aliviar la ansiedad del público
está en enfatizar lo que quiere decir por medio de cortes. A continuación
se presenta en forma espectacular el aumento en el presupuesto
educacional:
74
llamativa la presentación de datos estadísticos/ consiste en traducir los
datos de un medio a otro. Tal vez el caso más común sea la ecuación
de población con geografía. No hay, claro, ninguna relación uniforme
entre la superficie de una zona en kilómetros cuadrados y la densidad
poblacional de dicha zona. Muchas regiones vastísimas poseen muy
escasa población en tanto que algunas áreas muy reducidas cuentan
con altísima densidad poblacional.
75
usted demostrar que ello ocurre en provecho de los ricos. Una manera
de hacerlo es superponer un gráfico de la porción correspondiente a la
clase media del total de los ingresos del país, a un gráfico que indica la
proporción de esos ingresos que van a parar al 20 por ciento superior
(los ricos). El gráfico señala dos aspectos: (1) que la proporción de
ingresos de la clase alta va en aumento mientras que desciende la de la
clase media; (2) que existe un abismo entre las dos clases.
La superposición le ayudara a disfrazar astutamente el hecho de
que en el curso de treinta años (1950-1980) la proporción de ingresos
de la clase media bajó menos de 5,0 por ciento en tanto que el aumento
de los ingresos de la clase alta sólo ha sido de un 0,1 por ciento. Estas
variaciones estadísticamente insignificantes se pierden a la vista del
público que sólo ve el "abismo" indicado del lado derecho del gráfico.
55%— —43%
Elaboraciones teóricas
76
el color de un automóvil, fechas, etc. Los datos puros pueden ser
sucintamente caracterizados como toda información que haya
sido verificada por la observación, o pueda así verificársela. Las
elaboraciones teóricas, por el contrario, no pueden verificarse por la
simple observación; son producto de la actividad intelectual y se las
utiliza libremente para contribuir a integrar datos puros. En la anterior
sección sobre estadísticas, analizábamos a éstas como si fueran datos
puros; en este apartado analizaremos las elaboraciones teóricas y su
aplicación.
Acentuemos la distinción viendo de qué manera se emplean
más eficazmente las disquisiciones teóricas, como, por ejemplo,
en el campo de la física. Los científicos distinguen entre términos
observables, como color, peso, presión, etc. (en referencia a entidades
que pueden observarse), y términos teóricos, como electrón, función
psi, etc. (no referidos a entidades observables). Las elaboraciones
teóricas se emplean para explicar los datos puros que observamos. La
lay de Boyle, por ejemplo, hace referencia a términos observables: a
una "temperatura" constante el "volumen" de una cantidad dada de
cualquier gas es inversamente proporcional a la "presión" del gas. Por
el contrario, la teoría de los gases ideales, que afirma que un gas ideal
estaría constituido por moléculas perfectamente elásticas, y que el
volumen ocupado por las moléculas reales y las fuerzas de atracción
entre las moléculas es cero o soslayable, no hace referencia a nada
que sea observable, pero se la utiliza para explicar por qué hay algo
denominado ley de Boyle. Inferimos que los gases se comportan de este
modo porque presuponemos que un gas está constituido por moléculas
perfectamente elásticas.
Abundan ejemplos de elaboraciones teóricas. Cuando los
psicoanalistas freudianos hablan del "complejo de Edipo", no se
están refiriendo a nada que podamos observar, sino empleando una
teoría para explicar datos puros. Cuando los marxistas hablan del
"imperialismo" económico, esta expresión no se refiere a algo visible
sino a una teoría que explica algo que sí se ve: por ejemplo, colonias.
Cuando los historiadores hablan de la "Revolución Francesa" no se
están refiriendo a un hecho único, como la toma de la Bastilla, sino que
están invocando una elaboración teórica para explicar toda una serie
de acontecimientos. Cuando los estudiantes radicalizados de la década
de 1960 hablaban contra el "Sistema", no se estaban refiriendo a una
77
persona o hecho específico sino postulando una teoría para explicar
todo un espectro de hechos y actividades.
Lo interesante de las elaboraciones teóricas es que no se refieren
a algo observable, aunque sí las utilizamos para explicar algo que
observamos. Puesto que no se refieren a nada observable, es imposible
demostrar literalmente que sean falsas. Por ejemplo, si alguien utiliza
un término que es producto de la observación, como "rojo", por ejemplo
en la frase "tu coche es rojo", podemos verificar si la afirmación es cierta
mirando ese automóvil. Si el coche no es rojo, sino azul, entonces la
aseveración será falsa. Por el contrario, no hay manera de verificar en
forma concluyente una elaboración teórica, ni siquiera en el ámbito de la
ciencia. Aunque el tema es demasiado complejo para tratarlo aquí, cabe
señalar que si diéramos con un gas que no obedeciera a la ley de Boyle,
nuestra reacción inicial sería presuponer que hay alguna obstrucción,
o alguna otra causa o variable que no hemos tenido en cuenta. Contar
en el propio arsenal con teorías que no pueden ser refutadas equivale a
poseer un arma mortífera.
Ejemplifiquemos una elaboración teórica en acción. Supongamos
que deseo defender la tesis de que nuestra sociedad es corrupta.
Puedo invocar la teoría de que nuestra sociedad está gobernada por
una camarilla secreta, o que es la víctima de una vasta conspiración.
Supongamos, entonces, que se me pide aportar pruebas de esa
conspiración. Mi respuesta es que todas las pruebas han sido destruidas
por los conspiradores.
Otro ejemplo, empleando esta vez algunas pruebas que lo apoyen, es
la argumentación a los efectos de que Abraham Lincoln nunca existió:
Lincoln era una figura mítica inventada por un grupo de industriales del
norte de Estados Unidos, que deseaban asumir el control de todo el país.
Pruebas: Las historias de Lincoln en una cabaña de leños son demasiado
increíbles. Nadie puede haber escrito todos los hermosos discursos
atribuidos a Lincoln; evidentemente, eran obra de todo un equipo de
redactores. La cuidadosa observación de los retratos de Lincoln muestra
una gran cantidad de cambios con el curso de los años: obsérvese cómo
su barba varía de un período al otro: esto sólo pudo ocurrir porque
se contrató a una serie de actores diferentes para "encarnar" el papel
de Lincoln. Finalmente, cuando el asesino de "Lincoln", el actor John
Wilkes Booth, le disparó un tiro, realmente estaba apuntando contra
un actor rival que había obtenido el "papel" en vez de él: adviértase
78
que Booth no fue capturado vivo, sino que se le pegó un tiro antes de
que pudiera revelar la verdadera historia de la conspiración. ¿Todo esto
suena plausible?
Consideremos un ejemplo final, que compararemos con los
anteriores. En un manicomio hay un hombre que sostiene estar muerto.
En un esfuerzo por volverlo a la realidad, un médico le hace un pequeño
tajo deliberadamente, con la intención de demostrarle que sangra. El
médico encara triunfante al paciente y declara: "Usted tiene que estar
vivo, porque sangra". El paciente se limita a replicar: "Eso sólo prueba
que a veces los muertos pueden sangrar".
Es improbable que la mayoría del público acepte la teoría del loco
en el manicomio. Por el contrario, la idea de una conspiración siempre
atrae a la gente. El ardid consiste en buscar teorías que ya se utilicen
y sean ampliamente aceptadas por nuestro público, y esgrimirlas
como si fueran datos puros. A pesar de que no hay coincidencia plena
entre todos los integrantes de la comunidad científica, el psicoanálisis
freudiano se ha adueñado hasta tal punto de la mente del público que
la mayoría, o buena parte de la gente, literalmente cree en cosas tales
como el inconsciente, la represión y el complejo de Edipo. Generaciones
de estudiantes universitarios han aceptado implícitamente las teorías
marxistas de la historia, la economía y la política aun cuando no sean
conscientes de que dichas disquisiciones teóricas tienen su origen en
Marx. En el arte de la argumentación, siempre es cuestión de saber qué
es lo que el público acepta ciegamente.
Clasificación
Todos y algunos:
79
como si la estuviera utilizando, en vez del término "algunos". Este
último término deberá evitarse en la presentación del argumento,
porque sólo logrará debilitarlo. La palabra "todos", aun implícita, suena
mucho más poderosa. A la vez, al no emplear abiertamente la palabra,
deja abierto el camino para decir que en realidad sólo quiso significar
"algunos", especialmente si un adversario objeta sus aseveraciones.
Continuo:
80
Un consejo final: hay una variedad infinita de clasificaciones posibles.
El único límite es su propia imaginación.
Definición
81
sobre la base de determinadas pautas. Puede decirse que una persona
sabe discriminar en su elección de vestimenta. Pero "discriminación"
posee una connotación negativa en los casos en que significa negar
algo a alguien con bases puramente arbitrarias. Dícese de alguien que
discrimina cuando se niega a servir a personas de raza negra en su
restaurante. Cuando usted emplea términos equívocos, y no hay nada
intrínsecamente de malo o aunque pueda evitarse en esos casos, deberá
tener conciencia de esa ambigüedad, y de cuál es el sentido preciso en
que pretende que se interprete el término. A veces conviene especificar
el sentido exacto por anticipado, si no existe un término alternativo y
desea usted aprovechar el valor posible de ese determinado vocablo
equívoco.
Por otra parte, a veces resulta ventajoso no especificar el sentido
exacto que deseamos darle a un término. Aquí los motivos pueden ser
que dicho término tienen una connotación positiva para todo el mundo,
que usted desea aprovechar, aunque a la vez desea dejar abiertas
algunas alternativas sobre su interpretación. Los políticos en general,
y los diplomáticos en particular, parten del uso estricto de equívocos
en el lenguaje. Consideremos, por ejemplo, el vocablo "neutralidad".
El término posee una connotación positiva: todo el mundo respeta a
alguien neutral. Pero, ¿qué quiere decir exactamente? La neutralidad
puede significar una política oficial nominal opuesta a la práctica real.
También, un estricto no intervencionismo, tanto de hecho como de
palabra. O, incluso, la negativa a ayudar a una de las partes mientras
se deja perpetuar un estado de cosas que, por omisión, está ayudando
a la parte contraria.
Un tercer aspecto de la definición concierne a la posibilidad de
un verdadero pensamiento creativo (eufemismo). El progreso del
conocimiento humano exige que el hombre invente nuevos conceptos;
ello es evidentemente cierto en el caso de las ciencias, tal como lo
atestigua la importancia del invento del cálculo por Newton como
medio de explicar el movimiento a través del tiempo. Sin el invento del
cálculo no podríamos hablar de física moderna. Ciertamente, no hay
razón para no alentar la creatividad también en otros campos.
La siguiente es una lista de algunos de los conceptos más creativos
con que hemos dado en los últimos tiempos. Se trata de frases que
incorporan (a) un término tradicional con una connotación altamente
positiva, y (b) la expansión del término para cubrir nuevos casos.
1. "Facsímil auténtico": como figura la palabra "facsímil", nadie puede
reclamar que se lo esté engañando; a la vez, el término "auténtico"
tiene un poderoso efecto. La frase, como un todo, simplemente hace
referencia a una imitación muy esmerada.
2. "Artista invitado permanente": un artista invitado no puede
pertenecer a un elenco estable; pero, si es permanente, en realidad
pertenece a ese elenco. En realidad, se trata de una categoría especial
para destacar la presencia de alguien que aparece con regularidad y
pertenece al elenco permanente, pero no está circunscripto a las reglas
que se aplican a los demás.
3. "Departamento de Defensa": la expresión sustituye el término
Departamento de Guerra; ¿alguien oyó alguna vez de declarar la defensa?
Se trata de un eufemismo para un mal necesario y, presumiblemente,
quiere indicar que el país sólo hace la guerra en defensa propia.
4. "Pacifismo selectivo": todos sabemos que los pacifistas se niegan
a combatir en toda circunstancia; pero, al mostrarse selectivos, se deja
abierta la posibilidad de combatir cuando uno así lo desea, y de retener
toda la aureola moral del pacifista. ¿Hay alguna manera de distinguir,
por medio de la conducta y no de la retórica, entre un pacifista del tipo
selectivo, un belicista, y el tipo corriente de conducta?
5. "Fuerza no violenta": usted puede ahora hacer lo que quiera, aun
emplear la fuerza, pero ésta va acompañada por la retórica que apela a
la no violencia.
6. "Discurso simbólico": cualquier conducta, fuera de la verbal,
que sea ilegal o inmoral, puede reclamar la protección de la primera
enmienda de la Constitución norteamericana aduciendo que se trata
de un lenguaje simbólico.
7. "Censura selectiva": quien apela a ella no está en favor de la
censura; simplemente, hay ciertos libros y ciertas personas que no
deberían permitirse públicamente. ¿Hay alguna diferencia entre esto
y la censura lisa y llana?
8. "Asimilación grafológica" (también conocida como falsificación).
9. "Sustraer a la sociedad" (lo que también se conoce como el acto
de asesinar).
83
en su pensamiento, le sugiero entonces que incorpore conceptos que
al menos suenen parecidos a los que su público ya tiene aceptados.
Preferiblemente, debe empalmarlos con los mismos conceptos o ideas
de las que se valió al presentar su argumento.
Analogía
85
las circunstancias, ni tampoco, por el otro lado, una playa de arena
lentamente destruida por el poder de erosión de las olas. Se parece más
bien a una plataforma flotante, que, aunque firmemente sostenida por
sus amarras y, por lo tanto, a salvo del capricho de las olas, sin embargo
se eleva o baja con la marea del tiempo y las circunstancias".
86
los débiles y enfermos era la única manera de impedir la expansión de la
debilidad y la enfermedad, y que el sufrimiento infligido al acusado era
diez veces prevenido en otros, a la larga, mediante la aparente severidad
de hoy. Pude entender perfectamente, por lo tanto, el que infligiera todo
dolor que considerara necesario a fin de impedir que tan mal ejemplo se
difundiera aun más y bajara la moral de los erewhinianos; pero parecía
casi pueril decir al prisionero que podría haber gozado de buena salud si
hubiera tenido una complexión más afortunada, y de niño se lo hubiese
expuesto a menos penurias.
87
SUBRAYANDO LA CONCLUSIÓN
1. evidentemente
2. ciertamente
3. no hay duda de que...
4. por supuesto
5. con seguridad
6. es perfectamente claro que...
¿Y esta mujer a la que asesinaron? ¿Una mujer blanca? Pensé que nunca
llegaría a ver el día en que los comunistas, los negros, los blancos-
negros y los judíos se congregaran bajo la bandera de las Naciones
Unidas, y no bajo la bandera norteamericana por la que luchamos...
Yo estoy orgulloso de ser un hombre blanco, orgullos de estar de pie
representando la supremacía blanca; no la supremacía negra, ni la
mezcla y mestización de las razas... ni los sionistas que gobiernan a ese
hato de negros. Los blancos no van a correr tras ellos, y cuando algunos
blancos se les unen se convierten en blancos-negros...
91
POLICIA MONTADA MASACRA ESTUDIANTES
DOS ESTUDIANTES MUERTOS
EN TIROTEO CON LA POLICIA
ASESINATO EN LA UNIVERSIDAD
RECURSOS NO VERBALES
92
su escritorio cuando por primera vez se presentaba ante 61 un agente. El
principio implícito sería el de que la altura también parece traslucirse
moralmente, y es cierto que a todos nos impresionan los hombres
altos.
El canciller prusiano Otto Bismarck tenía gran reputación como
diplomático. Con frecuencia, convertía en sus víctimas a hombres
menos duchos que él insistiendo en servir champán durante el curso
de las negociaciones. Parte de su secreto residía en su capacidad para
consumir grandes cantidades de alcohol sin perder el autocontrol o el
control de la situación.
El aprovechamiento más cabal del ambiente de que tenga noticias
podía verse en la labor del evangelista Bill y Graham. Los vastos sitios
públicos donde hablaba estaban decorados con flores y banderas, y su
público se preparaba con cánticos y demás hasta que, lentamente, se
producía un crescendo en medio del cual se elevaba su propia voz.
Al exponer el uso de técnicas no verbales debe recordarse siempre
el empleo de innovaciones tecnológicas, como videos y casetes. La gran
ventaja de los videos es que al efectuarse el montaje de lo filmado pueden
hacerse cortes y empalmes para realzar su efectividad, y, por otra
parte, grabaciones y videos no pueden ser sometidos a interrogatorio.
Esto es especialmente importante si su grabación sigue ese estilo
semidocumental tan de moda. La única manera de contrarrestar su
efecto es mostrando otro video o grabación empalmada de manera tal
de exponer el punto de vista opuesto.
Abundan los ejemplos de la utilización de filmes. El director francés
Jean Luc Godard siempre pareció obsesionado por utilizar el medio
con exclusivos fines de propaganda. Durante la Convención Nacional
Demócrata de 1964 en Estados Unidos, se pasó una película que
mostrada a una niñita jugando con una flor, seguida rápidamente por
una explosión atómica. El film se utilizó contra el candidato republicano
Barry Goldwater.
93
positivos. Observemos el siguiente esquema y veamos hasta qué punto
la publicidad ejemplifica cada uno de los principios expuestos.
Para empezar, el avisador debe identificar a su mercado, desglosarlo
en sus componentes más significativos (por ejemplo, geografía, edad,
sexo, etc.), y fijar los objetivos que espera cumplimentar mediante
su aviso. En segundo término, debe identificar a su producto, con la
doble meta de (1) exponerlo en función de los deseos y necesidades de
los consumidores, y (2) destacar la individualidad o superioridad del
producto sobre otros productos rivales. Importa advertir, sin embargo,
que esto último debe hacerse en forma sutil.
Cómo ganar el beneplácito del público:
En el caso de la publicidad, esto significa crear una necesidad
consciente del producto, o hacer que dicha necesidad se sienta.
(b) Apelar a la autoridad: Este recurso debe ser el primero o segundo más
utilizado en le mundo de la publicidad. Los ejemplos son innumerables.
Un medicamento para jacquecas y malestares afines puntualiza que
contiene mayor cantidad de los ingredientes más recomendados por
los médicos. Sean cuales fueren esos ingredientes, el hecho de que
son recomendados por alguien en posición de autoridad —medica,
en este caso— permite que se apele a dicho elemento. Algunas pastas
dentífricas llevan "algo así" como una recomendación de la Asociación
Dental Norteamericana. Para quienes son demasiado cínicos para
respetar la autoridad médica, o faltos de la sutileza necesaria para
que ello les importe, hay siempre algún otro producto, como el pan
enriquecido con vitaminas recomendadas por un atleta famoso.
94
(c) Apelar a la tradición: Hay algunas variaciones de interés sobre el
tema. En primer lugar, es conocido el nombre del brandy favorito de
Napoleón, y si la leyenda napoleónica le resulta atractiva, también le
atraerá la bebida (que es buena, a pesar de Napoleón).
Apelar a la tradición intentando demostrar que un producto es
coherente con un ideal vastamente aceptado, permite, a la vez, apelar a
hechos concretos. Ahora los detergentes tienen componentes químicos
que evitan la polución de la aguas. Los primeros avisos de estos
productos no sólo apelaban a un valor tradicional sino que, en forma
sutil, hacían notar la superioridad de un producto sobre otro. Sin algún
tipo de publicidad, la mayoría de nosotros nunca estaría al tanto de
estos hechos.
Como ejemplo final, algunos productos llevan el nombre de la
cooperativa que los fabrica: todos los partidarios del cooperativismo
se mostrarán bien dispuestos hacia ellos. Lo mismo ocurre con la
nacionalidad del producto: a veces, se apela al público para que dé su
apoyo a la industria nacional.
95
Presentación de los hechos:
96
"La carne de vaca sólo tiene 80 miligramos de colesterol por cada
porción de 100 gramos", y que una persona saludable podía ingerir si n
problemas hasta 300 miligramos por día. Lo que el aviso no decía es que
en cada porción de carne se había extirpado, como en una operación
quirúrgica, hasta el último milímetro de grasa, y que la porción media
de carne que se sirve en la mesa es de 150 gramos.
La información proporcionada por la industria de la carne es correcta.
Pero lo que se soslaya es, evidentemente, crucial para el consumidor.
A nuestros fines, lo más importante es que la campaña publicitaria
cite información correcta en sus ejemplos dirigidos a crear actitudes
o a influir sobre ellas; pero estas actitudes serían muy diferentes si
también se contara con otros datos. No es mentir lo que nos interesa,
sino presentar adecuadamente la información.
97
champagnes norteamericanos se fermentan en grandes cubas, no en
las botellas. Peor cuando el champagne es fermentado en cubas, debe
aclarárselo en la etiqueta mediante la leyenda "procesado en cubas". Sin
embargo, esto no impide que algunos fabricantes inescrupulosos digan
"naturalmente fermentado y procesado en cubas": aquí, la palabra
"natural" es casi una contradicción, pero el inescrupuloso fabricante
aprovecha el equívoco y la natural credulidad del comprador.
Subrayando la conclusión:
98
lanolina, están vendiendo esperanzas... Nosotros compramos algo
más que un automóvil, compramos prestigio", Aunque algo exagerada,
hay bastante de verdad en esta afirmación. Si un hombre no siente la
necesidad de un automóvil, es improbable que usted pueda vendérselo.
Por otra parte, dada la naturaleza humana, el mercado de coches y los
productos de la competencia que técnicamente son muy similares al
que usted exhibe, debe ofrecerse algún beneficio residual. De modo que
usted podrá decir que cualquiera puede comprar un coche X, pero que
si compra la marca que usted ofrece, no sólo estará adquiriendo un auto,
sino también un símbolo de virilidad. La relación entre automóviles
y sexo no puede haber sido inventada por los publicitarios: ya tiene
que haberse hecho la asociación previa en la mente del público. Desde
el punto de vista sociológico, debemos advertir que esta asociación
específica entre coches y sexo es resultado del hecho de que los hábitos
del cortejo amoroso han cambiado notablemente en el curso de los
últimos cincuenta años en Estados Unidos, precisamente debido a la
existencia de automóviles.
El mejor ejemplo de lenguaje emotivo, tan astuto que es casi
increíble, es el de un aviso que no publicitaba un producto específico
sino, sencillamente, "Marcas de Fábrica". En este caso, usted está siendo
condicionado para responder a la publicidad en sí, o al condicionamiento
mismo. ¡Asombroso!
Algunas marcas se han convertido en símbolo de elevado status.
Otras, como la cinta Scotch, ya han dejado de ser una marca a en la
mente del público, para pasar a ser el término genérico utilizado por
los consumidores de ese producto. Ante semejante grado de asociación
connotativa, es improbable que la competencia pueda hacer algo. La
publicidad siempre puede enseñarnos mucho.
Capítulo V
ATACANDO LOS
ARGUMENTOS
Dos son los motivos principales que nos llevan a aprender técnicas
útiles para atacar argumentos. En primer lugar, puede así elaborarse un
alegato más sólido en favor de la propia postura, si, además de presentar
consideraciones positivas hacia ella, se demuestra que hay falencias
graves en los argumentos de los adversarios. Ha de recordarse, en este
sentido que son pocos los argumentos prácticos que pueden demostrarse
de manera concluyente; por lo tanto, mientras que es improbable que usted
pueda demostrar cabalmente los argumentos propios, sí podrá reforzar
su postura demoliendo los de la oposición.
En segundo término, una vez que haya usted dominado el arte de
tomar la ofensiva, sin duda será más ducho en defender su postura
original. Si logra prever los ataques en su contra, el origen y sus avances,
tendrá ganada media batalla.
LA REACCIÓN PÚBLICO
7 03
usted mismo comparte esa percepción. Aquí, estará usted combinando
la crítica de la oposición con halagos al público. A continuación, cuando
sienta que tiene al público de su lado, podrá pasar a emplear las técnicas
y reglas que analizamos a continuación, apelando al sentido del humor
y del ridículo. Advierta que el sentido del humor y del ridículo sólo son
eficaces contra un adversario si usted está convencido de tener al público de
su lado. De lo contrario, no hará más que ofender a todo el mundo.
Ad hominem
104
errores gramaticales, de dicción, pobre elección de metáforas (o
entremezclamiento de ellas). Dará así a entender que si alguien
entremezcla inadecuadamente las metáforas, en la mente de ese alguien
ha de reinar la confusión y, por lo tanto, no se lo puede tomar en serio.
Hay que ser cuidadoso con el empleo de esta táctica porque a veces
los integrantes del público cometen también ese tipo de errores, y se
sentirían ofendidos si sostiene usted que una metáfora confusa invalida
totalmente un postulado. Sin embargo, podrá dejar en evidencia dicha
confusión expresándose en una vena humorística, exponiendo esos
puntos débiles en el discurso de su adversario a la par que se gana el
beneplácito del público.
Un error tradicional es el denominado anfibología, producto de la
ambigua estructura de la oración. Hay ejemplos famosos: cuando el rey
Creso consultó al oráculo de Delfos para saber si debía invadir o no al
reino vecino, el oráculo le respondió: "Si Creso va a la guerra, destruirá
un poderoso reino". Recordemos también la predicción hecha a Macbeth
en la obra homónima de Shakespeare: "Nadie que haya nacido de mujer
podrá dañarte". Macbeth fue muerto por Macduff, que no había "nacido
de mujer" en parto natural, sino por cesárea.
Falacia genética
'105
castigo puede "producir" claustrofobia; inculcársele a alguien la visión
del sexo como algo sucio puede "producir" frigidez o impotencia, o
requerir de complejos juegos masoquistas para aliviar la tensión sexual.
Por su parte, los marxistas sostienen poder explicar no sólo la historia
del desarrollo económico, sino también las determinadas pautas que
adopta, como los períodos florecientes o de depresión, y la causa de la
alienación de los trabajadores en el sistema capitalista. Por añadidura,
tanto freudianos como marxistas pueden explicar por qué algunas
personas no aceptan sus teorías. Aquel que se niegue a aceptar
que el sexo lo imbuye todo, revela síntomas de una represión sexual
victoriana. Tal vez lo aqueja un complejo de Edipo, y busca ocultarlo
negando su existencia. Por su parte, el que niega sentirse explotado es
una herramienta de la represión capitalista. Manifestarse en contra de
estas teorías es exponerse al escarnio público en algunos círculos.
Las explicaciones genéticas abundan en algunos planteos
difundidos. El desdén que el mundo empresario siente por el mundo
académico se expresa con la frase que dice que "los que pueden, hacen;
los que no pueden, enseñan". Por su parte, el desdén que el mundo
académico siente por el mundo de los negocios se expresa diciendo que
este último tiene como único motor la codicia, nunca la benevolencia.
Los adolescentes no pueden hablar con nadie que tenga más de
veinticinco años: funciona aquí la edad como explicación genética de
una ceguera política, social y cultural. La rebeldía de los jóvenes es
siempre achacada a la actitud permisiva de los padres. De contar con el
favor del público, podrá siempre hallar alguna manera de explicar por
qué sus adversarios son tan estúpidos, y ahorrarse el trabajo de tener
que enfocar sus argumentos desde un punto de vista lógico.
Llegamos ahora a la segunda posibilidad, en que el público
todavía se halla indeciso. En este caso deberá usted abstenerse de
aplicar la mayoría de las técnicas mencionadas hasta aquí. Por el
contrario, una vez más deberá tratar de descubrir qué elementos
eran los más sólidos y cuáles los más débiles en la argumentación de
su adversario. Si puede atacar los argumentos más sólidos, hágalo;
caso contrario, actúe como si ni siquiera hubiesen sido mencionados.
En todos los casos podrá explotar los puntos débiles de la
argumentación. Poco más adelante analizaremos la anatomía exacta
de los procedimientos a seguir.
La tercera posibilidad es la de que su oponente haya sido exitoso.
106
Para empezar, una postura moral destinada a avergonzar tanto a su rival
como al público es muy eficaz cuando usted se encuentra en situación de obvia
desventaja en una discusión. Si el éxito logrado por su adversario se debe
a que él mismo ha utilizado técnicas engañosas como las que estamos
analizando, probablemente pueda usted obtener algunos puntos a favor
poniéndolo en descubierto y acusándolo (con mayor o menor suavidad)
de ser un tramposo. Pero si su público es tan corto de entendederas
que no alcanza a ver adonde quiere ir usted a parar, recurra entonces
usted mismo a esas técnicas engañosas. Por sobre todo, no se muestre
excesivamente duro con su oponente, pues podrá aumentar la
simpatía del público por él, ni dé la sensación de estar recurriendo a
ardides o tretas. En la mayor parte del público suele provocar inmediato
desagrado todo aquel que parece demasiado convencido de su propia
capacidad para la discusión, de modo que evite parecer que se está
ufanando demasiado, y no se muestre demasiado complacido con sus
propios argumentos incisivos o ingeniosos. Acuse cierta debilidad,
como si se hallara injustamente en situación de desventaja, pero
tampoco se exceda en esto. ¡Aprenda a conocer al público!
Si su público es medianamente sofisticado, pero tal vez se muestra
impresionado por la hábil presentación de los argumentos de su rival,
convendrá, dejar a éste en evidencia como un tramposo sofista que está
insultando la inteligencia de ese público. Emprenda entonces la crítica
de cada uno de sus ardides. Finalmente, tras ponerlos en descubierto,
deje en claro que usted no se rebajará a emplear medios tan deshonestos.
LA ANATOMÍA DE LA REFUTACIÓN
107
Todo argumento entraña un tema central o una conclusión apoyada
por premisas o razones que supuestamente sirven de pruebas. Al
atacar determinado argumento, estamos sosteniendo uno de entre dos
postulados, o tal vez ambos: (1) que el argumento es deficiente cuando
las pruebas contradicen la conclusión, o (2) cuando las pruebas son falsas
o inadecuadas. Puesto que en nuestro diagrama A queda subdividido,
pasemos primero a examinar B.
108
de piedad propuesta por Eutifro, el mismo acto puede ser piadoso e
impío al mismo tiempo. Y Eutifro, claro está, se contradice a sí mismo.
109
muchacho puede ser llamado para hacer el servicio militar, éste es el
factor determinante que sustenta su derecho a ingerir alcohol. Por lo
general, se lo plantea en tono altamente emotivo, a los efectos de que
"somos bastante maduros para morir por la patria pero no para beber
alcohol".
La primera forma de atacar esta premisa consiste en (1) agregar otra
premisa que se sepa cierta, y (2) llegar entonces a una conclusión falsa.
Evidentemente, con esto queda invalidada la premisa. Por ejemplo, las
señoritas no son llamadas a cumplir con el servicio militar: por lo tanto,
quedarían excluidas de la posibilidad de ingerir bebidas alcohólicas. Es
obvio que la posibilidad de ser reclutado no puede ser el único factor
determinante que permita establecer una edad socialmente aceptable
para beber alcohol.
La segunda forma de atacar esta premisa consiste en llegar a otra
conclusión, que sería incoherente con la conclusión dada o con alguna
otra conclusión que pudiera extraer su adversario. Por ejemplo, si la
edad para cumplir el servicio militar se redujera a los dieciséis años,
entonces los jovencitos de dieciséis años (o de doce, o cual fuere la edad
para ser reclutados) tendrían derecho a beber alcohol. Pero su oponente
ha argumentado que la edad para permitir que se inicie el consumo de
bebidas alcohólicas es de dieciocho años. El mismo tipo de conclusión
no pertinente funcionaría en el caso de un ejército voluntario: entonces,
sólo los voluntarios tendrían derecho a ingerir alcohol.
Por lo general, toda suposición puede ser atacada por uno de tres
medios: o bien soslaya los hechos, los evade, o los distorsiona.
Soslayamos los hechos cuando no advertimos que hay excepciones
110
a ciertas reglas; cuando aplicamos una regla en una situación en que
otra es más aplicable; cuando incurrimos en vastas generalizaciones (y
sostenemos que lo que es cierto en algunos casos, lo es en todos); cuando
efectuamos generalizaciones apresuradas (con bases insuficientes); o
cuando bifurcamos un tema sin argumentos suficientes. Por ejemplo,
declarar que "o estás conmigo, o en contra de mi" plantea el caso en que
las alternativas pueden no ser tan excluyentes. A veces observamos este
tipo de argumentos en el postulado de que, o bien se está en favor de
una acción decidida en contra de la discriminación, o de lo contrario
no se está dispuesto a combatirla. Evidentemente cabe aquí una tercera
alternativa, el deseo de adoptar medidas anti-discriminatorias que no
impliquen de por sí discriminación en el sentido inverso.
Evadimos los hechos, en nuestras suposiciones, cuando damos por
sentado algo que todavía no ha sido probado (por ejemplo, reafirmando
nuestra postura originaria en lugar de brindarle apoyo adicional),
cuando apelamos a consideración especial, o cuando caemos en la
falacia de modificar el tema (o sea, argumentando en favor de lo que en
realidad es un tema diferente). Ejemplo de esto último sería alguien que
dice: "Muy bien, discutamos el tema de la defensa nacional. ¿Gastaremos
más en misiles, o dedicaremos más fondos a las fuerzas tradicionales?"
La cuestión original era si gastaríamos algo, más, menos, o lo mismo:
pero en la pregunta aquí planteada se da dor sentado que ya hemos
decidido incrementar los gastos de defensa.
Distorsionamos los hechos cuando empleamos analogías falsas que
inducen a error ("registrar todos los encendedores e impedir incendios
en los bosques"), identificamos causas falsas (por ejemplo, que todas
las guerras en que Estados Unidos participó en el siglo XX tuvieron
lugar con gobiernos del partido demócrata), o proponemos una tesis no
pertinente como medio de desviar la atención (algo que analizaremos
luego).
111
medida favorece ese tipo de argumento. De ahí que su refutación debe
seguir uno de dos caminos; o bien apelamos a un argumento de la
misma naturaleza pero de orden más elevado, o procuramos dar vuelta
a los argumentos.
Si su rival ha apelado a la compasión, usted deberá actuar como si
ese ejemplo de compasión fuese una premisa general. Añada entonces
alguna premisa propia que crea aceptable para el público, pero llegue
a una conclusión que no coincida con la de su rival. Por ejemplo,
supongamos que su adversario ha argumentado que deberíamos
destruir todos los armamentos atómicos, e iniciado su argumento con
un detallado examen de las consecuencias de Hiroshima. Asimismo,
supongamos que ha logrado su propósito de apelar a la compasión
del público: éste evidentemente siente piedad por los que sufren. La
única manera posible de contraatacar tal apelación está en señalar
que si Estados Unidos no hubiera poseído o utilizado armas atómicas
contra Japón (argumento de su rival), y que si la guerra hubiera tenido
que ser definida por una invasión de las islas japonesas, entonces
(añadiendo aquí la premisa suplementaria) según todo cálculo
las bajas de ambos lados, incluidos civiles y militares, habrían sido
astronómicas. Agréguese entonces la pregunta: ¿Cuántos niños
japoneses y norteamericanos—y sus padres—están vivos gracias a la
valiente decisión de arrojar esa bomba? El empleo de armas atómicas
en verdad redujo el sufrimiento.
Como segundo ejemplo, imaginemos a un abogado que defiende
a un delincuente juvenil aduciendo que, como su defendido es joven,
debemos entonces hacer concesiones. Está apelando a la compasión de
acuerdo a la siguiente estructura: debido a x, se desprende que y.
Aquí debemos dar vuelta el argumento llegando a una conclusión
diferente a partir de la misma premisa: debido a x, no se puedo llegar a
y. Como se trata de un joven, no debemos hacer ninguna concesión; eso
contrario estaríamos alentando la mala conducta juvenil y sentando
un precedente.
Refutación de la autoridad
11.2
que alude, o trayendo a colación autoridades contrarias. Existen por lo
menos seis tipos diferentes de ataques ad hominem contra una autoridad.
En primer lugar, si se cita a determinado nombre como autoridad
y, a la vez, se sabe que aquél posee opiniones poco a tono con las
apelaciones a la compasión, ad populum, o el precedente esgrimido por su
adversario, deberá usted entonces lanzarse contra dicha incoherencia.
Volvamos a un ejemplo previo. Si su rival ha argumentado en contra
del almacenamiento de armas nucleares y, aun más, ha ejemplificado
su argumento apelando a la compasión del público por lo ocurrido
en Hiroshima, amén de citar como autoridad sobre los efectos de las
explosiones nucleares a algún analista científico o militar, deberá usted
proceder de la manera siguiente: Si el analista militar o científico es
experto en las consecuencias de los desastres provocados como corolario
de las explosiones nucleares y, a la vez, está en favor de acumular dichos
armamentos, deberá lograr que lo admita de inmediato. Si el experto
al que acudió su oponente no comparte su conclusión final, usted lo
pondrá en un verdadero aprieto.
En segundo término, si el presunto experto pertenece a una
agrupación o defiende una causa hacia la cual, según ya sabe usted,
el público se muestra hostil, socave entonces su autoridad aduciendo
su culpa por asociación: con toda seguridad, alguien que pertenezca
a organizaciones cuestionables no puede ser una autoridad digna de
confianza. Por ejemplo, si un policía es acusado de disparar contra un
hombre negro desarmado, y se llama a un experto en balística para
testimoniar que la bala fue efectivamente disparada por el revólver de
ese policía, verifique a qué agrupaciones puede pertenecer dicho experto.
Si éste, por ejemplo, colabora con regularidad con una agrupación de
defensa de los derechos civiles de la gente de color, y usted sabe que
está ante un público o jurado racista, divulgue esa información a los
efectos de sembrar dudas acerca de la honestidad del análisis efectuado
por el experto.
En tercer lugar, puede socavarse la autoridad de un experto señalando
la diferencia entre teoría y práctica. Muchísimas cosas pueden sonar
formidables en teoría, como el decir que las computadoras han llegado
para salvar al hombre, para juego resultar totalmente fallidas en la
práctica. Por ejemplo, al tratar de obtener apoyo público para un
programa espacial, se convocó a muchos expertos para que hablaran
de los beneficios de la investigación efectuada en dichos programas.
Algunos de esos beneficios en realidad todavía no se han dado. Muchos
de ellos se basaban en supuestos teóricos que podían ser atacados con
facilidad. Por añadidura, al enfocar la problemática humana, por
lo general se nos inunda de absurdas teorías acerca de su solución,
y ya sabemos cuántas de las soluciones propuestas han fracasado.
Además, todos sabemos muy bien que los expertos mencionados por
su adversario son gente que vive en una torre de marfil (su universidad
o recinto académico), totalmente alejados de la realidad.
En cuarto lugar, toda autoridad que encare abstracciones extremas
puede ser socavada si acentuamos la distinción entre teoría y práctica.
El pueblo suele no tener conciencia de dicha diferencia, pues los medios
periodísticos indiscriminadamente anuncian todo pronunciamiento
cientifico como hecho real ya consumado. Se trata, en muchos casos
de tesis puramente teóricas. Por ejemplo, por inteligente que alguien
sea, ¿puede realmente explicar el comienzo del universo? Si hubo un
comienzo, entonces algo debió de precederlo. Todas las teorías se basa n
en algún hecho, elemento o estado preexistente, como un gas expansivo.
No hay, literalmente, un comienzo del universo si ya algo estaba allí.
Además, ¿podríamos jamás verificar tal hecho? Por añadidura, la
historia de la ciencia abunda en nombres de grandes científicos que
llegaron a alentar creencias falsas, por no decir absurdas. Galileo, por
ejemplo, quería explicar las mareas en función del sol. Un poco difícil
de verificar, especialmente con las mareas nocturnas! Kepler, a pesar de
su genio, alentaba toda una serie de creencias extrañísimas acerca del
misticismo de los números. Muchos hombres ganaron fama elaborando
teorías que fueron luego rebatidas.
En quinto lugar, y como recurso último contra cualquier experto,
puede usted emprender un ataque generalizado contra la especíalización
toda. Por ejemplo, puede desestimar o desvalorizar los conocimientos de
un experto apelando a una verdad más amplia. Supongamos que debe
usted vérselas con un supuesto experto en medicina cuyo testimonio
no es de su agrado. Podrá señalar entonces que el conocimiento en
general es incierto, entonces, con toda seguridad algún tipo especifico
de supuesto conocimiento, incluso el conocimiento médico, será
incierto. Finalmente, podría usted llegar a insinuar el hecho de que
existe una conspiración entre todos los expertos presentados por su
rival, especialmente si todos ellos tienen una visión coincidente.
La otra forma generalizada de ataque contra expertos y autoridades
114
reside en presentar expertos que sustenten la opinión contraria.
Hay aquí, también, dos posibilidades. En primer lugar, si cree usted que
ha podido socavar la confianza del público en los expertos presentados
por su adversario, presente entonces a sus propios expertos, que
apoyarán su postulado. En segundo término, si ha tenido que recurrir
al quinto método esbozado anteriormente—una crítica general de
toda autoridad y especíalización—-, introduzca entonces expertos en
el postulado opuesto al de su rival, no necesariamente en apoyo de su
propio postulado, sino como simple manera de causar impresión. Con
seguridad, si todos los expertos están en desacuerdo, ¡no tendrá sentido
alguno recurrir a ellos! El arma final, en este caso, es la del ridículo.
Por ejemplo, le sugiero que consulte cualquier debate entre expertos
sobre la crianza de los niños. Bien haríamos en recordar aquí la befa de
William F. Buckley, cuando dijo que preferiría ser gobernado por los
cien primeros nombres que aparecieran en la guía telefónica de Boston
antes que por el cuerpo académico de la Universidad de Harward.
775
al tener un representante de un grupo específico de intereses estamos
alentando el faccionalismo, precisamente ese mal que deseamos evitar.
Hemos intentado aquí socavar una apelación ad populum por medio de
otra que parecería tener atractivo más vasto.
Hay una segunda manera de atacar el método de apelación ad
populum de su oponente: pero solo deberá recurrirse a ella si a usted
no se le ocurre un modo eficaz de apelar al argumento ad populum
contrario. Lo que hará entonces es lunzar un ataque generalizado sobre
toda apelación ad populum. Deberá señalar al público la medida en que lo
que la mayoría de la gente acepta como cierto, realmente es falso. Podrá
hacer que lo entiendan bien dando ejemplo, como el de que alguna vez
mucha gente creía que la Tierra era plana, y ciertamente en ese caso
la opinión mayoritaria era la errónea. En el reino de los valores, más
apropiado para las apelaciones ad populum, puede señalarse que alguna
vez fue muy mal visto cobrar intereses sobre un préstamo (algo llamado
usura), mientras que hoy una economía en movimiento es impensable
sin un sistema crediticio que dependa del cobro de intereses.
Una variante del tema está en apelar a un valor que, a la vez,
contradiga la postura ad populum generalizada pero, no obstante, sea
compartido por los intereses más reducidos de su público. Por ejemplo,
aunque la democracia o gobierno de la mayoría es parte de nuestro
repertorio general ad populum, cuando se trata de intelectuales en
general y académicos en particular podrá usted apelar al elitismo, la
creencia de que sólo a personas superiores (supuestamente, a cargo
de la educación superior) puede permitíreseles tomar las decisiones
cruciales. En este caso, mofarse de las creencias de las masas resulta lo
más apropiado y persuasivo.
116
sostuvieron que la empresa no debía ser responsabilizada por un auto
defectuoso, pues dicha responsabilidad afectaría económicamente a
la Buick en particular y a toda la economía en general. El precedente
era, aquí, la seguridad del sistema de libre empresa. Los abogados del
señor Keswick argumentaron que su invalidez le impedía ganarse la
vida y, por lo tanto, mantener a su familia. Aquí el precedente era la
conservación de la familia como institución. El señor Keswick ganó el
juicio.
La segunda manera de atacar un precedente reside en demostrar
que no se aplica al caso que tenemos entre manos debido a la presencia
de circunstancias atenuantes o diferencias significativas. Imaginemos
un naufragio, y los sobrevivientes en un bote salvavidas lejos de la
civilización. Además, hay demasiados sobrevivientes para le pequeña
lancha y, por añadidura, amenaza un temporal. A fin de que algunos
puedan sobrevivir, los ocupantes del bote salvavidas deben remar
unos dos mil kilómetros hasta la tierra más próxima. De acuerdo con
el precedente, el capitán debería tratar de salvar a todo el mundo y, en
orden de preferencia, a mujeres y niños primero. El capitán violó ese
precedente, al no permitir, primero, que todo el mundo subiera al bote
salvavidas, condenando así a algunos a que se ahogaran, y, en segundo
término, aceptando solamente a los hombres y mujeres físicamente
aptos. Fue enjuiciado entonces, por asesinato e incumplimiento de su
deber. Su defensa se basó en que el precedente no se aplicaba en ese
caso porque había circunstancias atenuantes. De haberse atenido al
precedente, todos los náufragos habrían perecido. Haciendo lo que hizo,
algunos, al menos, pudieron sobrevivir.
La tercera manera de criticar un precedente radica en demostrar qué
ocurre cuando ese precedente es llevado a sus extremos. Por ejemplo, el
procedimiento democrático constituye un excelso precedente, aunque
inapropiado en algunos casos. Imagínese qué ocurriría si hubiera que
realizar elecciones para determinar quién debe purificar el agua para
consumo de la ciudad, o por qué método purificarla. Esto no es cuestión
de democracia, sino de experiencia y de química.
117
presentados por un contrincante al presentar sus argumentos. Sus
datos o informaciones pueden, sencillamente, ser falsas. Por otra parte,
la información puede ser correcta, pero incorrectamente interpretada.
¿Cómo interpretar correctamente los datos estadísticos? Para
empezar, esgrimimos información estadística sólo cuando no podemos
formular algo directamente. Por ejemplo, no puedo examinar en forma
directa el tiempo para mañana, pero sí presentar datos estadísticos
en apoyo de mis pronósticos. Lo que deseo conocer puede ser
determinado objeto, persona, dato (el tiempo de mañana), o todo un
conglomerado de cosas (por ejemplo, todos los cisnes del mundo). El
grupo de objetos examinados se denomina población, y la parte que
examino en forma directa, muestra. Cuando extraemos una conclusión
acerca de la población, a partir de la muestra, estamos infiriendo un
dato estadístico. Para que la inferencia sea útil, entonces la muestra no
debe estar distorsionada o sesgada en determinada dirección. Puede
expresárselo también diciendo que la muestra debe tomarse al azar, en
el sentido de que represente un sector transversal de toda la población.
El golpe más devastador que puede asestarse contra los datos
estadísticos está en proclamar que no parten de una muestra al azar,
o sea que la muestra está distorsionada, o no es representativa. El más
famoso ejemplo es el de las encuestas presidenciales norteamericanas
de 1936 realizadas por el Literary Digest. Todos hemos llegado a aceptar
la confíabilidad general de las computadoras, que, sobre la base del uno
por ciento de los votos en Oshkosh, pueden predecir toda una elección
a nivel nacional. Sin embargo, no siempre ocurrió así, especialmente en
épocas de menor desarrollo. Encuestando a personas elegidas a partir
de una guía telefónica, a las que se llamó por teléfono, los encuestadores
del Literary Digest predijeron que Alfred Landon derrotaría fácilmente a
Franklin D. Roosevelt. La muestra consistía en más de dos millones de
llamadas telefónicas. Como sabemos, Roosevelt superó a Landon por
abrumadora mayoría, con 523 contra 8 electores. La muestra, aunque
amplia, estaba distorsionada, porque se basaba en personas que podían
pagar un teléfono en épocas de la Depresión, cuando gran parte de los
votantes de Roosevelt no tenían teléfono.
El ardid a emplear aquí consiste en declarar, no importa de qué se
trate, que las estadísticas de su rival no se basan en una muestra al
azar. Identifique un factor, cualquiera que sea, y diga que ese factor
es crucial, pero que se lo ha pasado por alto. Aquí se requerirá cierto
118
ingenio de su parte. Siga buscando hasta dar con algún factor que haya
sido soslayado, independientemente de que en realidad sea importante,
y macháquelo. A continuación le damos algunos ejemplos:
779
Los candidatos políticos de la oposición suelen patrocinar encuestas
privadas con el fin de persuadir a los potenciales partidarios y votantes
de que ellos mismos, como candidatos, realmente llevan la delantera y
son los potenciales ganadores.
Un tipo especialmente importante de estadística contrapuesta no
es la que contradice a la serie de estadísticas originales (su encuesta
demuestra que Suárez lleva la delantera; la de su oponente se la atribuye
a Jiménez), sino la que complemente a la serie original de manera tal que
pueda extraerse una conclusión distinta. Por ejemplo, los empresarios
podrán señalar que los sueldos han subido a ritmo acelerado. Esto
puede ser muy cierto. A la vez, usted puede presentar una estadística
que demuestre que el costo de vida ha subido en forma descomunal; de
ahí que el verdadero poder adquisitivo de los salarios puede ser mucho
menor que cuando los sueldon eran inferiores. Este tipo de estadística
contrapuesta es muy eficaz para combatir una comparación ilícita o
que induzca a error. Cuando la oposición ha utilizado un gráfico para
presentar una comparación que induzca a error, debe utilizarse otro
gráfico que incorpore nuevas estadísticas en contraposición con las
primeras.
120
superpuesto la línea de puntos que indica el costo de vida, para
demostrar el "verdadero" estado de las cosas.
Al presentar estadísticas, podrá suplementárselas con un argumento
ad hominem. Por ejemplo, si su contrincante no está al tanto de la existencia
de estadísticas con datos contrarios a los que sustentan su postulado,
usted podrá dar a entender que aquél no ha investigado cuidadosamente
el caso: esto tiende a socavar la confianza del público también en lo que
respecta al resto de sus argumentaciones. Si su contrincante sí está al
tanto de esas estadísticas que contradicen sus argumentos pero no las
ha citado, entonces podrá usted intentar desenmascararlo: es un bribón
(o, peor aun, un mentiroso) que engaña a su público suprimiendo
información pertinente. Puesto que nadie en realidad puede presentar
hasta el último dato existente sobre un tema, a usted siempre le vendrá
bien recurrir a esta técnica. Si está seguro de contar con las simpatías
del público, plantee reiteradamente una pregunta retórica: "¿Por qué no
se mencionó este dato?"
Si no encuentra falla alguna en las estadísticas de su adversario ni
puede presentar datos que las contradigan, deberá entonces emprender
un ataque generalizado contra el empleo mismo de estadísticas: algo
que podrá hacer sosteniendo primero ante el público que toda persona
informada sabe muy bien que los datos estadísticos se prestan a malos
usos. Esto, por otra parte, es cierto. Proceda entonces a ejemplificar
algunos casos.
Para empezar, la información estadística se basa en datos acerca
de una clase de personas, rubros, hechos, objetos, etc. No se trata, en
realidad, de información acerca de una persona, rubro, hecho u objecto
a título individual: de ahí que siempre sea posible que lo que se aplica al;
grupo no necesariamente es cierto respecto de un miembro individual
de dicho grupo. Decir que la familia norteamericana promedio tiene 2,
5 hijos no significa afirmar que los Smith de la casa de al lado tengan
2, 5 hijos: algo, de todo modos, literalmente imposible. El hecho de
que los conductores de menos de veinticinco años constituyan, desde
el punto de vista estadístico, un riesgo mayor para los aseguradores,
no quiere decir que todo conductor de menos de veinticinco años sea
imprudente.
Si su contrincante ha presentado datos estadísticos acerca de
un individuo, usted siempre podrá elaborar algunas pruebas para
demostrar lo opuesto. Supongamos, por ejemplo, que su adversario está
121
tratando de demostrar que Sánchez se encuadra dentro de la tipología
delictiva, y que ofrezca los siguientes datos estadísticos:
122
de 742 años el bajo Misisipí sólo tendrá una extensión de una milla y
tres cuartos, y las ciudades de Cairo y Nueva Orleans habrán unido
sus calles, y subsistirán cómodamente con un alcalde único y un solo
consejo vecinal. La ciencia tiene algo de fascinante: con muy pocos
datos, pueden extraerse conjeturas apabullantes.
123
En relación con estos votos, tal vez querramos formular las siguientes
preguntas: (a) ¿se trataba de votaciones sobre temas importantes, o
directamente relacionados con el distrito? (b) ¿la ausencia del legislador
alteró considerablemente los resultados? Muchas veces, el resultado ya
se conoce de antemano, de modo que la presencia de algunos integrantes
de la legislatura no esencial.
Un segundo caso es el atinente a la importancia relativa de la clase
social, por comparación con religión, en el resultado de las votaciones
a las que se presentaron candidatos nazis en Alemania desde 1929 en
adelante. Es difundida creencia la de que los nazis fueron llevados al
poder por la pequeña burguesía (con lo cual la importancia de la clase
social sería crucial). Richard F. Hamilton, por su parte, ha estudiado
en mayor profundidad el asunto y cita datos estadísticos en el sentido
de que la religión desempeño un papel mucho más importante. Los
campesinos alemanes comúnmente son considerados miembros de
la clase media baja, pero en tanto que los campesinos protestantes
apoyaron a los nazis, no lo hicieron los campesinos católicos.
Ya que estamos en el tema de las verificaciones estadísticas, podríamos
señalar algunos aspectos en relación con el elemento probabilidad. Flay,
para comenzar, una larga historia de controversias filosóficas acerca de
su interpretación. ¿La probabilidad es un atributo de los hechos, de
afirmaciones, o de la actitud del agente (jugador, perspectiva social)?
Se han presentado argumentos en favor de cada una de estas posturas.
Para nuestros fines, cabe advertir que el cálculo de probabilidades
toma como base la matemática y, por lo tanto, da un engañoso aire
científico a algo que en realidad es cuestionable. La verdadera matemática
de la probabilidad se basa en situaciones en las cuales conocemos todos
los resultados probables, contando con que hay cincuenta y dos naipes
en un mazo o seis lados en un dado. Por añadidura, cuando calculamos
las probabilidades complejas en función del valor de otras más simples
interrelacionadas, debemos recordar que la ponderación original
proviene de juicios efectuados fuera del terreno de la matemática.
Aun el empleo del concepto de frecuencia relativa, que establece lo
que ha ocurrido en el pasado (es decir, por ejemplo, la probabilidad
de que mañana llueva), puede ser cuestionado sobre la base de que
no constituye una guía confiable acerca de hecho singulares (como el
tiempo para mañana), o de que la idea de muestra al azar no es clara.
Un ejemplo al caso es el de dos jugadores que no concluyen un
124
partido de póquer y deciden dividir "en forma equitativa" el pozo. ¿Qué
es lo equitativo? ¿Retirar el cincuenta por ciento cada uno? ¿O tal vez la
persona que iba ganando más hasta el momento se lleva todo el pozo,
arguyendo que tenía mayores probabilidades de ganar? Comenzarán a
ver ustedes lo difícil que es tomar una decisión.
125
de ahí que exista una falla en la clasificación efectuada por su rival,
puesto que ha soslayado un nombre.
Eliot puede servir de ejemplo de un segundo tipo de problemas.
Supongamos que alguien clasifica a los poetas por nacionalidad. ¿Eliot
debe ser clasificado como norteamericano o como británico? Nació en
Estados Unidos, pero luego se hizo subdito británico. Por el contrario,
W.H. Auden nació en Gran Bretaña y se hizo ciudadano norteamericano.
Este último podría muy bien entrar dentro de ambas categorías y,
nuevamente, complicar la clasificación.
12 6
difícilmente aceptaré como prueba la definición de que la Biblia es la
palabra de Dios. El argumento es circular, por cuanto da por sentado de
entrada lo que en realidad tiene que demostrar; o sea que el argumento
en cuestión parte de un supuesto que es el mismo que intenta probar:
así, toda la controversia gira en torno de una definición.
Tomemos la siguiente definición de "democracia" propuesta por
Daniel Ortega Saavedra, el presidente sandinista de Nicaragua:
"Democracia es alfabetización, democracia es reforma agraria,
democracia es educación y salud pública". Podría preguntarse aquí si
la democracia no significa también gobierno de la mayoría, candidatos
de la oposición en las elecciones y prensa libre.
Refutación de analogías
127
Por añadidura, si tomamos en serio la analogía, entonces la existencia
del mal en el mundo nos obligaría a llegar a la conclusión de que Dios
no es todopoderoso. Cuanto más asimilamos Dios a un agente humano,
más riesgos corremos de caer en el antropomorfismo. En sus Diálogos
sobre religión natural dice Hume:
Pero si este mundo fuese un producto tan perfecto, aun así sigue siendo
incierto el que todas las excelencias de la obra (el mundo) puedan
atribuirse con justicia al artífice (Dios). Si examinamos un barco, ¿cuán
excelsa es la idea que debemos formarnos de la destrenza del carpintero,
quien enmarcó una maquinaria tan complicada, útil y hermosa? ¿Y cómo
hemos de sorprendernos cuando descubrimos en aquél a un estúpido
mecánico, que imitó a otros, y copió un arte que, a través de largo
tiempo, y tras múltiples pruebas, errores, correcciones, deliberaciones
y controversias ha ido perfeccionándose gradualmente? Muchos
mundos pueden haberse intentado y estropeado chapuceramente, a
lo largo de una eternidad, hasta darse con este sistema: se perdieron
muchas horas de trabajo, se efectuaron muchos ensayos infructuosos,
y se logró una lenta pero continua mejora a lo largo de infinitas eras
en el arte de hacer el mundo. En termas tales, ¿quién puede conjeturar
dónde reside la verdad; y no sólo eso: quién puede conjeturar dónde
radica la probabilidad, entre un gran número de hipótesis que pueden
proponerse, y un número aun más grande que es dable imaginar?
¿Y qué sombra de argumento... puede usted generar, a partir de su
hipótesis, para probar la unidad de la Deidad? Gran cantidad de
hombres se unen para construir una casa o un barco, levantar una
ciudad, formar una asociación de naciones: ¿por qué no podrían
combinarse varias Deidades, para diseñar y forjar un mundo? Hay en
esto una semejanza mucho más grande con los asuntos humanos. Al
compartir a labor entre varios, podemos limitar mucho más los atributos
de cada cual, y liberarnos de ese exhaustivo poder y conocimiento que
debe suponerse atribuible a una Deidad y que, según ustedes, sólo
puede servir para debilitar la prueba de su existencia. Y si criaturas
tan tontas y viciosas como el hombre pueden, sin embargo, unirse a
menudo para estructurar y ejecutar un plan, ¿cuántos más no podrían
haberlo hecho esas Deidades o Daimones, a quienes suponemos varios
grados más perfectos?
.. .los hombre son mortales, y renuevan su especie por la generación...
128
¿Por qué esta circunstancia, tan universal y tan esencial, habría de ser
excluida como atributo de esas numerosas y limitadas Deidades?
¿Y por qué no volverse completamente antropomórfico? ¿Por qué no
afirmar que la Deidad o deidades son corpóreas, y tienen ojos, nariz,
boca, oídos, etc.?
En una palabra... un hombre a que siga vuestra hipótesis puede, tal vez,
afirmar, o conjeturar, que el universo, en algún momento, surgió de
algo parecido aun designio: pero más allá de esto no puede determinar
ni una sola circunstancia... Este mundo, por lo que se sabe... fue tan
sólo el primer intento torpe de alguna Deidad infantil, quien luego
abandonó su obra, avergonzada de su pobre ejecución; no es más que
la obra de alguna Deidad dependiente e inferior, y es objeto de burla
para las superiores: es el producto de la vejez y la chochera de alguna
Deidad muy entrada en años, y desde su muerte, ha seguido un camino
azaroso...
ATACANDO LA CONCLUSIÓN
discriminación = prejuicio
cambio = innovación radical
129
orden existente = prejuicio anticuado
celo religioso = fanatismo
ley y orden = represión política
Por añadidura, deberá ser usted lo bastante astuto como para enfocar
las palabras mismas, más que su significado. Esta tarea le resultará
especialmente fácil si su oponente se toma el trabajo de procurar dar
a sus planteos una forma algo estilizada o literaria. Por ejemplo, si
habla de economía y menciona los misterios de la Bolsa, deberá usted
aferrarse a la idea de "misterio" y declarar que no está interesado en
misterios o novelas policíacas, dando a entender que el otro no sabe de
qué está hablando.
Finalmente, al ofrecer una caracterización general de los argumentos
de la otra persona, deberá menospreciarlos o encuadrarlos, desde el
punto de vista emotivo, dentro de una perspectiva que sabemos rechaza
su público. Así, con ciertos públicos, determinada posturna podrá ser
denostada en su integridad como paparruchada marxista, idealismo
pasado de moda, liberalismo anticuado, racista, o fuera de lugar.
Tras una caracterización general del argumento, deberá usted atacar
el camino seguido por su rival para llegar a la conclusión. Aquí, estará
usted criticando los medios que empleó para pasar de los fundamentos
a la conclusión. Sea o no culpable de ellas, puede acusarlo de haber
incurrido en ciertas tradicionales falacias formales. Además, dentro
de lo posible, ha de citar los nombres en latin de esas falacias, puesto
que así el público quedará convencido de que usted es experto en su
identificación, y porque el error suena mucho peor, como una extraña
enfermedad, cuando se lo describe en latin.
130
Generalizaciones apresuradas
Composición
131
de masas y organizan manifestaciones populares. Personas que
individualmente son muy racionales se tornan irracionales y tienden a
los desbordes emocionales cuando forman parte de un grupo. ¿O habría
que decir una pandilla?
La diferencia entre composición y generalización apresurada está
en que en la generalización apresurada estoy realizando un pronóstico
acerca del siguiente individuo con que me enfrentaré, a partir del
examen de otros individuos de la misma índole. Así, inferir que el
próximo cuervo que veré será negro sobre la base de los anteriores
cuervos que he visto en el pasado podría ser una generalización
apresurada. En el caso de la composición del grupo, estoy hablando del
todo y de sus partes. Si grandes arquitectos a título individual diseñan
edificios individualmente hermosos, ¿significa esto que una ciudad
entera compuesta de edificios individualmente hermosos también será
hermosa? No necesariamente, puesto que la arquitectura de cada edificio
puede no integrarse armónicamente con la de los demás. También cabe
pensar que un entremezclando apiñamiento de fealdades puede, en su
conjunto, dar por resultado algo muy atractivo.
Podrá acusar usted a su rival de falacia de composición siempre que
aquél dé a entender que un todo posee (o no posee) una propiedad
porque las partes también la poseen (o dejan de poseerla). Por
ejemplo, su contrincante podrá argumentar que una organización es
antidemocrática porque su rama ejecutiva es designada por grupos
diferentes, pero no elegida por votación. Por otra parte, aquí no ha
mencionado que las decisiones de dicha rama ejecutiva se toman por
mayoría de votos. La rama ejecutiva, entonces, es democrática: no es
necesario que cada parte de una organización sea democrática para que
a la organización toda se la considere democrática.
División
132
todo es automáticamente propiedad de cada parte de ese todo. Por
ejemplo, una obra de arte puede ser hermosa, pero esto en modo alguno
significa que cada parte de esa obra de arte sea hermosa y, por lo tanto,
indispensable. ¿La Venus de Milo deja de ser hermosa porque le falten
los brazos? Otro ejemplo es el de un gran equipo deportivo que, sin
embargo, no cuenta con ningún jugador estrella. La cualidad del todo,
que es la de ser un gran equipo, no necesariamente es cualidad de cada
uno de sus miembros. También ocurre lo opuesto, en el sentido de que
quienes son individualmente grandes jugadores tal vez no consigan
adaptarse a los demás para formar un gran equipo. Vemos así cómo la
falacia de división es lo opuesto a la falacia de composición.
Accidente
133
Otro ejemplo de accidente está en la argumentación de que algunas
personas no deberían ser castigadas por cometer delitos (principio
general) porque (circunstancias accidentales) se trata de insanos, o
porque son víctimas de su ambiente. Analizaremos este tema más
adelante.
134
Las afirmaciones A y B son contradictorias; las afirmaciones B y C
son contrarias. A y B no pueden ser a la vez ciertas o falsas ambas. B y
C pueden no ser falsas a la vez, pero no pueden ser ciertas ambas.
Si usted está planteando el argumento B, en el sentido de que
McCarthy representaba una gran amenaza, y su oponente sostiene A,
que McCarthy no era una gran amenaza, entonces usted puede aducir
que en realidad su contrincante está afirmando C, que McCarthy no
representaba una amenaza. De hecho, he visto cómo se utilizaba este
argumento en una reseña del New York Times Book Review. Un hombre
procuraba minimizar, pero no negar, la amenaza planteada por
McCarthy, y quien firmaba la reseña lo acusaba, sencillamente, de no
ver ninguna amenaza. Si este tipo de formulaciones vale para el New
York Times, también valdrá para usted.
Una de las mejores maneras de concluir la refutación del argumento
de otro está en plantear un dilema. La estructura del dilema será
planteada primero, para luego ser ejemplificada y analizada.
135
embargo, ocurre siempre que algunos dilemas son mejores que otros.
Los más eficaces se construyen a partir de argumentos que usted ya
ha formulado. Así, en la estructura que vimos usted deberá tratar de
argumentar la relación entre St1 y S2 o la relación entre S3 y S4 en la primera
parte de su ataque. Si parecen satisfactorias, entonces podrá utilizarlas
planteando un dilema. Esta técnica tiene el sentido de reforzar todo su
planteo en la mente del público. Por añadidura, S1 y S3 deberán plantear
una dicotomía que, a su modo de ver, el público aceptará.
Por ejemplo, en sus argumentaciones contra la existencia de dos
cámaras legislativas, el famoso abate francés Sieyes machacó el hecho
de que ambas significaban gran pérdida de tiempo al duplicar los
esfuerzos de cada una. Señaló luego las dificultades que surgirían si
cada cámara estuviese en desacuerdo con la otra. Pudo entonces resumir
limpiamente su oposición con un dilema: si la segunda cámara está
de acuerdo con la primera, entonces la segunda de ellas es superflua;
y si la segunda cámara está en desacuerdo con la primera, entonces
la segunda resulta perniciosa. La segunda cámara tiene que estar de
acuerdo o en desacuerdo con la primera. Por lo tanto, la segunda cámara
es superflua, o es perniciosa.
Recursos no verbales
136
todos los que estaban en la sala, incluido el jurado, comenzaron a mirar
el cigarro de Darrow esperando ansiosamente que cajera la ceniza. Pero
la ceniza nunca cayó, y el jurado nunca, realmente, prestó atención al
fiscal. El secreto estaba en un fino alambre insertado en al centro del
cigarro, de modo de sostener la ceniza.
Además de las técnicas que hemos mencionado ya, hay algo muy
especial que debe tomarse en cuenta en un debate frente a frente, un
interrogatorio de sus adversarios, o el toma y daca de las discusiones
habituales.
Un debate frente a frente persigue tres objetivos: primero y principal,
usted está tratando de lograr que sus contendiente se contradiga;
segundo, procura dejar mal parada públicamente a la oposición; tercero,
está tratando de convencer al público de su propia capacidad.
Interrogatorio
137
Trasímaco: Las leyes son confeccionadas por el partido gobernante
en su propio interés; una democracia formula leyes democráticas, un
déspota, leyes despóticas, y así sucesivamente. Al formular estas leyes
definen como "bueno" para sus súbditos todo aquello que lo sea para
su propio interés, y llaman a todo aquel que quiebra esas leyes, un
malhechor, y lo castigan en consonancia. Esto es lo que quiero decir:
en todos los Estados lo "bueno" tiene el mismo sentido, el de que va en
interés del partido en el poder, que es el más fuerte...
Sócrates: Sin duda, también piensas que es bueno obedecer a los
hombres que ejercen el poder.
Trasímaco: Así es.
Sócrates: ¿Son infalibles en todo tipo de Estado, o algunas veces
cometen errores?
Trasímaco: Por supuesto, pueden cometer un error.
Sócrates: Al formular las leyes, entones, ¿pueden hacer su trabajo bien
o mal?
Trasímaco: Sin duda...
Sócrates: ¿Pero los súbditos deben obedecer toda ley que establezcan, y
entonces estarán obrando bien?
Trasímaco: Claro.
Sócrates: Entonces, por lo que tú dices, estará bien nacer de lo que no va
en el interés del partido más fuerte, así como lo que sí va en su interés.
Trasímaco: ¿Cómo es eso?
Sócrates: Lo que tú dijiste, creo...¿No has admitido que los
gobernantes., .a veces confunden sus mejores intereses, y que a la vez
está bien que los súbditos obedezcan...?
Trasímaco: Sí, supongo que sí.
Sócrates: Bueno, pues eso equivale a admitir que está bien hacer lo que
no va en interés de los gobernantes o del partido más fuerte.. .Tú, con tu
inteligencia, tienes que ver lo que de ahí se desprende.
138
o informal, intente entonces provocar la furia de su contrincante: el
público asistente siempre está dispuesto a reír, y si su oponente es presa
de la ira puede verse arrastrado a decir tonterías.
Si descubre usted que su interrogatorio está logrando los fines
perseguidos, y que su contendiente lo sabe, tal vez ocurra que éste se
niegue a aceptar cualquier cosa que usted diga sin hacer permanentes
objeciones: de ese modo procurará obstaculizar el avance de este
interrogatorio. De ser así, convendrá que usted agregue de tanto en
tanto una pregunta retórica cuya respuesta es obvia, como ser "¿Usted
no se llama...?" u "¿Hoy no es...?" El otro podrá responder que sí, en
cuyo caso usted podrá felicitarlo por ser por una vez capaz de responder
una pregunta en forma directa, y proseguir entonces con su linea de
argumentación; o seguirá respondiendo que no, con lo cual no hará sino
ponerse en ridículo.
Otra manera de obtener la respuesta deseada está en formular una
pregunta capciosa, enunciada de modo tal que cualquier respuesta resulte
incriminatoria. En realidad, toda pregunta capciosa comprende varias
preguntas en una. Por ejemplo, si yo pregunto "¿Sigue siendo usted
miembro del partido comunista?", las respuestas posibles son dos. Si la
respuesta es que no, entonces la persona interrogada habrá admitido
que anteriormente era miembro del partido comunista. Si la respuesta es
que si, también. De un modo u otro, habrá admitido su pertenencia a ese
partido. ¿Qué debe hacer su rival si es una persona inteligente y nunca
ha sido afiliado al partido comunista? En vez de contestar rápidamente
por sí o por no, se limitará a decir que nunca perteneció a ese partido.
Respuestas
139
instancia, su contrincante lo está conduciendo, le conviene cambiar de
tema rápidamente, o bien irse por la tangente y desviar el debate hacia
otro tema.
Si el debate gira en torno de algún asunto crucial cuya respuesta
podría entrañar una contradicción, entonces, en vez de negar que sea
verdad (lo cual podría dejarlo mal parado si se equivoca), limítese a
declarar que no se considera juez competente sobre el tema, y absténgase
de expresar una opinión. Por lo general no está bien visto admitir la
propia ignorancia, pero en este caso lo más importante es evitar caer
en contradicciones.
Uno de los ardides empleados por su adversario para lograr que
usted se confunda, enoje o quede en ridículo, será declarar que no
entiende lo que usted está diciendo. Por lo general, esto se dice de
modo de dar a entender que usted es poco claro, o confuso. Se trata
de un recurso frecuentemente utilizado en el aula por el profesor
contra los estudiantes, y en reuniones académica por los colegas de
mayor antigüedad contra los más novatos. Enfrentado a la acusación
de falta de claridad, debe usted replicar de acuerdo con los siguientes
lineamientos:
"Le ruego me disculpe (cortesía irónica), pero con su gran intelecto,
tendría que resultarle fácil entenderlo todo. Tal vez yo no sea juez cabal
en el tema."
Agregue a continuación una descripción muy simple del asunto en
cuestión, explicándolo con aire condescendiente, como si quien hizo
las preguntas fuese un oligofrénico. Si el otro insiste en objetar que su
planteo es poco claro, termine diciendo: "Algunos lo ven con claridad,
otros no".
140
Capítulo VI
DEFENDIENDO LOS
ARGUMENTOS PROPIOS
Entre los sofistas se ha dado un antiguo debate acerca del grado en
que debe ya hacerse la propia defensa en la presentación inicial de un
argumento. Algunos creen que usted debería defender automáticamente
su planteo refutando toda posible objeción en la mente del público antes
de que siquiera la enuncien, de modo de no dejar ningún espacio
abierto a las maniobras de la oposición. Sin embargo, combinar la
propia defensa con la presentación inicial de un argumento puede
objetarse sobre la base de que el planteo tiende a tornarse más confuso
si se da aunado a la defensa misma, la cual inevitablemente incluye un
ataque contra las alternativas posibles. Por añadidura, hará que usted
parezca a la defensiva, como si su planteo no pudiera tenerse en pie por
sí mismo. También tiene que haber quedado en claro, a partir de una
cuidadosa lectura del capítulo II, que siempre hay maneras de atacar un
argumento, no importa cómo sea su presentación inicial, no es posible
desmantelar de antemano todo aparato del atacante.
Los puristas, además, querrán presentar su argumento sin verse
obstaculizados por ninguna necesidad de defenderlo. Por otra parte,
se precian de su habilidad para rebatir toda objeción, por lo cual
las acogerán de buen grado: incluso las objeciones de índole más
capciosa, pues ello les da la oportunidad de contraatacar y pasar así a
cuestionar a quienes los cuestionan a ellos. Puntualizarán con orgullo
el hecho de que la mayoría de las discusiones formales les permiten
este accionar "en sube-y-baja". Todo debate por lo general incluye
tres partes: la presentación de los argumentos, un período dedicado
a las preguntas (una forma de ataque y defensa), y una oportunidad
para la refutación. En los juicios se da tanto al fiscal como al defensor
oportunidad para enunciar el caso, hacer su presentación detallada,
efectuar el correspondiente interrogatorio y presentar un resumen de
los argumentos. Este procedimiento, sin embargo, puede dar pie a dos
objeciones generales. En primer lugar, no siempre es posible refutar a
la oposición. La forma de exposición, el público o el medio empleado a
143
veces permite exponer una sola vez. Por añadidura, algunas personas
carecen de la rapidez mental necesaria para responder de inmediato
en ese toma y daca, y prefieren basarse de lleno en una enunciación y
defensa medulosa de sus argumentos. Cabe agregar que si usted toma
en cuenta también su defensa cuando organiza la presentación de su
argumento, podrá mejorar tanto dicha presentación como la defensa
misma, puesto que se habrá anticipado a las posibles objeciones.
La moraleja de todo esto es que deberá dejar que las circunstancias
determinen la medida en que podrá usted combinar la presentación
del caso con su defensa. De todos modos, sigue siendo útil separar las
diferentes técnicas de cada una, de modo de ser más consciente de ellas,
poder utilizarlas mejor y también descubrirlas cuando las emplean
otros.
Como siempre ocurre cuando se trata de ganar, lo primero que hay
que buscar es la reacción del público. Procure determinar la medida en
que su objeto ha logrado quebrar su línea de defensa. ¿Qué elementos
de su argumentación fueron rebatidos más fácilmente, cuáles siguieron
en pie y resistieron todos los ataques, y, en particular, cuáles fueron
ignorados por la oposición? A veces, pasar por alto un aspecto o aspectos
específicos resulta sintomático de la incapacidad de la oposición?
A veces, pasar por alto un aspecto o aspectos específicos resulta
sintomático de la indica que el contrincante reconoce que determinado
elemento es tan sólido que mejor será llamar el menor grado de atención
posible que no, determinará los aspectos que usted decida destacar, los
que refiera pasar por alto, y los nuevos elementos que deba introducir
en la defensa de su caso.
Hay, empero, un elemento personal especifico que debe ser tomado
en cuenta cuando organizamos a la defensa: su propia reacción
emocional ante el ataque. Una cosa es ser espectador en un combate,
y muy otra ser uno de sus participantes. Las reacciones variarán con
la persona, pero en todos los casos deberá usted aprender a controlar
sus reacciones emocionales y a concentrarse en ganar finalmente. Esto
sugiere la posibilidad de aplicar varias reglas generales para facilitar su
propio control:
144
Si el público detecta que está con la moral baja, entonces presupondrá
automáticamente que su contrincante ha ganado el debate. Hay varias
formas de lograrlo: por ejemplo, siéntese con las manos dobladas una
sobre otra, no se retuerza en el asiento, ría más fuerte que nadie cuando
el otro hace un chiste, sonría, tome puntes—pero no demasiados, y
deje de tomarlos hacia el final—-, o saque un ejemplar de una revista
y póngase a leerla, ignorando totalmente a su contrincante si cree que
podrá salirse con la suya.
No subestime a la oposición:
145
La defensa es también ataque:
CONTRAATAQUE
746
Jugarse a todo o nada
Apelando a la ignorancia
747
Acentúe el hecho de que algunas de las cosas que usted dijo, aunque
triviales, son ciertas, y que la oposición no puede refutarlas.
Hay dos adecuados ejemplos de esto. En primer lugar, ¿cómo
procederá alguien para refutar la existencia de Dios? Es casi imposible
hacerlo en este caso.
En segundo término, es imposible refutar la teoría de una conspiración
o conjura. ¿Cómo demostrar que todas las explicaciones acerca de una
conspiración para matar al presidente John F. Kennedy eran incorrectas?
Mientras las teorías conspiratorias sean compatibles con las pruebas
existentes, es imposible refutarlas. Claro está que compatibilidad no
significa lo mismo que prueba, por la sencilla razón de que puede
inventarse un número infinito de posibilidades compatibles. No
obstante, en la mente popular surge la tentación irresistible de dar la
compatibilidad por un hecho probado.
Estadísticas
74*
grupos son más propensos al delito? ¿Que hay de parte de la policía
una conspiración para arrestar o perseguir más encarnizadamente a los
miembros de ciertos grupos étnicos? ¿Que hay una causa o causas ocultas
(otro factor) que podrían inducir a los miembros de determinado grupo
étnico a cometer más delitos? Podemos emplear datos estadísticos para
descubrir un problema (se advierten altas correlaciones que pueden
o no significar algo), o para respaldar cierta teoría acerca de por qué
ocurren determinados hechos. Pero sin la teoría, los datos carecen de
sentido. De ahí que la información estadística de por sí no pruebe o deje
de probar nada, sino que puede ser significativa al darse aunada a otros
elementos. Todo aquel que ataque sus datos estadísticos pero pase por
alto el resto de su argumentación, podrá verse en situación de que se le
señale el hecho, del que también se advertirá al público.
Por un lado, si su rival ataca el empleo de las estadísticas en general,
usted podrá esgrimir un ejemplo en sentido contrario para demostrar
lo absurdo de así hacerlo. Supongamos la existencia de una temible
enfermedad que no existe entre determinado porcentaje de la población
que ingiere cierto alimento. Dicho en otros términos, existe una
elevada correlación estadística entre un alimento y la ausencia de una
enfermedad. ¿No estaría usted dispuesto a ingerir ese alimento aunque
desconozca la relación directa existente?
En cuanto a la acusación de que usted pasó por alto u omitió ciertos
datos, contraataque del mismo modo sacando a relucir otros datos no
mencionados antes, y devolviendo la pregunta a su adversario. ¿Por qué
no mencionó él esa información? Esto, a propósito, refuerza un anterior
elemento que destacamos, el de reservar algunos cartuchos para el final
en lugar de dispararlos todos en la argumentación inicial.
149
que la letra de algunas canciones y el consumo de drogas durante los
conciertos, tanto por parte de los músicos como del público, forman
parte del ambiente generalizado. Su opositor puede señalar que
algunos astros del rock se mantienen totalmente al margen de la cultura
de las drogas. Lo que su rival dice es cierto, pero tal vez no afecte a su
generalización o su afirmación de que existe algún vínculo profundo
entre ambas cosas. Con toda seguridad, se ha descubierto que algunos
grandes atletas consumen drogas, pero nadie proclama que el deporte
sea parte de la cultura de la droga. Sin embargo, el consumo de drogas
no es parte del comportamiento normal del público, por ejemplo en un
partido de basketball, y los valores expresados por el deporte profesional
no giran en torno de los placeres de la droga.
En segundo término, usted podrá aducir que la excepción citada
no lo es realmente, y acusar a su adversario de parcializar lo que alega.
Aduzca que los argumentos que utiliza para proclamar una excepción
(ataques basados en la acusación de accidente o división) no son válidos.
Por ejemplo, durante el juicio efectuado en 1970 a Bobby Seale, líder de
las Panteras Negras, William Sloan Coffin, capellán de la Universidad
de Yale, sostuvo que Seale no debía ser juzgado, sentenciado ni
castigado aun cuando se lo hallara culpable, puesto que era la sociedad
la que lo había convertido en delincuente. Esta excepción parte de
una explicación genética, y cabría argumentar que es un alegato
parcializado. ¿Estaría dispuesto Coffin a dejar en libertad a un racista
sureño que encabezara una turba de linchamiento aduciendo que la
sociedad (con la denominada Reconstrucción) lo había convertido en
criminal? Aducir una explicación genética en un caso pero no en el otro
es ser culpable de alegatos parcializados.
La tercera línea de defensa contra la acusación de generalización
apresurada (o existencia de una excepción que invalidaría su
generalización) estriba en recurrir al sabio dicho de que "la excepción
hace la regla" y cruzar los dedos. Esto, a propósito, implica (pero no se
lo diga a nadie) que cuantas más excepciones haya, mejor será la regla.
¡Muy extraño! En realidad, la frase original es de Francis Bacon, que dijo
que la excepción "hace" la regla en el sentido de que la pone a prueba.
Uno pone a prueba una generalización buscando excepciones a ella. En
lugar de reforzar la generalización, la excepción la invalida.
En defensa de las definiciones
151
origen de la palabra), (b) condiciones de su uso, o(c) consecuencias de
su uso.
Consideremos, por ejemplo, la acusación de lo que usted ha dicho es
tautológico, o sea, cierto por definición. Supongamos que ha dicho que
aumentar el circulante (locual disminuye el valor del dinero al haber
más cantidad circulando) produce un aumento de precios (inflación). En
un sentido obvio, esto no es una relación de causa y efecto, sino verdad
por definición. Sin embargo, esta definición, en conjunción con algunas
teorías económicas, puede permitir extraer todo tipo de pronósticos
útiles. En sí mismas las definiciones poco significan, pero aunadas a
otros elementos pueden ser sumamente significativas. Por lo tanto, no
es solamente la definición lo que está en juego sino también los demás
elementos con que usted la acompaña.
7^9
Las mentes legalistas, especialmente las de expertos constitucionalistas,
suelen entrar dentro de este tipo de interpretación. Algunos interpretan
una Constitución "en forma flexible", otros, "en forma estricta" o al
pie de la letra. Mucho se habla de esta diferencia, pero en realidad no
es mucho lo que puede decirse al respecto. Si alguien fuese realmente
estricto nunca extendería o aplicaría la Constitución a un caso único.
Toda lectura entraña una interpretación. Cuando hablamos del espíritu
de la ley, estamos propugnando una interpretación mucho más amplia.
Pero ¿qué querían decir exactamente los autores de la Constitución con
algunas de las cosas que dijeron? Para entenderlo, debemos consultar
algunos de sus otros escritos, y esto es exactamente lo que suele hacerse.
Pero, ¿qué otros escritos? ¿Cuál es el contexto apropiado? Este es un
problema real, aun cuando no pretendamos irnos por las ramas.
Incoherencia
153
Según sea la situación y el público, puede haber ocasiones en que la
incoherencia no está del todo mal. Después de todo, no contradecirse
nunca puede ser signo de estrechez mental. Pues bien, me contradigo.
¿Y qué?
Esta técnica es especialmente útil cuando usted invoca una verdad
más elevada que aquéllas tan limitadas a las que se aplican las leyes
de la coherencia. En una vena más seria, podemos advertir que existe
una diferencia entre incompatibilidad y contradicción. En el caso de
una contradicción, o la acusación hecha por su oponente de que usted
está haciendo formulaciones incompatibles, la incompatibilidad existe
sólo en relación con algún marco en particular, que usted no tiene
por qué aceptar. Por ejemplo, los Estados Unidos son una democracia
en que gobierna la mayoría. Sin embargo, con el fin de enmendar la
Constitución se requiere la aprobación de los dos tercios de los estados,
que es más de la mayoría y no guarda relación con la población real. Una
minoría de poco más de la tercera parte de los estados puede bloquear
un cambio. ¿Esto no es una contradicción? ¿Se trata de incompatibilidad?
La refutación de estas acusaciones está en que normalmente la mayoría
gobierna, pero en el caso de grandes cambios necesitamos una muy
amplia mayoría con el fin de asegurar la estabilidad y ser coherentes
con el acuerdo originario. ¡Después de todo, las dos terceras partes de
los estados podrían votar para abolir el gobierno de los dos tercios!
Desviando la atención
Condenando el dilema
157
civiles; y si a la policía no se le da mano libre, no podrá combatir la
delincuencia. O bien se da mano libre a la policía, o no. Por lo tanto, la
policía dejará de respetar nuestras libertades civiles, o bien no podrá
combatir la delincuencia.
La primer manera de superar un dilema está en aferrarse a una u
otra posibilidad. Al hacerlo, rechazamos la validez de una u otra
proposición condicional ("si...entonces"). En nuestro ejemplo tenemos
dos proposiciones condicionales: si a la policía se le da mano libre, no
respetará nuestras libertades civiles; y si no se le da mano libre, entonces
no podrá combatir la delincuencia.
Fácilmente podremos rechazar esta última condición señalando que
en la actualidad la policía no tiene mano libre, pero aun así combate la
delincuencia, aunque no pueda contra toda ella.
La segunda manera de refutar un dilema está en soslayar las alternativas,
o sea, rechazar la segunda premisa por no brindar alternativas que
se excluyan mutuamente. Nuestra segunda premisa era: o bien a la
policía se le da mano libre, o no. La segunda mitad de la premisa supone
que la policía está totalmente limitada en lo que hace. Sin embargo,
existe una tercera alternativa: podemos aplicar algunas restricciones
a la conducta de la policía (como invocar el habeas corpus, insistir en la
estricta observación de las leyes, etc.) pero otorgarle algunos poderes
discrecionales. En verdad, esto es lo que hacemos.
La tercera manera de refutar un dilema es la más hermosa. Así
como un dilema era un recurso retórico muy eficaz para poner fin a
una serie de objeciones, un contradilema es un recurso hermoso y eficaz
para desbaratar todo el argumento de la oposición. En primer lugar,
consideremos la estructura del anterior dilema, y observemos luego
cómo un simple cambio brinda una fórmula segura para construir un
contradilema.
GANAR EL ARGUMENTO
Refutando la alternativa
7 ¿en
que la alternativa no existe porque, caso contrario, su adversario la
habría presentado. Así, usted gana por omisión.
Como ejemplo, podemos tomar su defensa de una "sociedad abierta"
(en el sentido social, político y económico). Sin duda, una sociedad
abierta puede presentar muchas falencias, pero sin duda, también,
usted podrá defender algunas de ellas diciendo que en realidad no
son falencias, o como males necesarios. Por ejemplo, en una sociedad
abierta existe la competencia, y buena dosis de controversias que
pueden representar una pérdida de tiempo. Sin embargo, éste es un
pequeño precio que pagar por la enorme liberación de energía creativa
que esa sociedad posibilita. Pero, además de su defensa de una sociedad
abierta, usted puede honestamente preguntar: ¿cuál es la alternativa?
¿Las llamadas ventajas de una sociedad totalitaria no son ilusorias, por
no decir represivas? Ninguna defensa de una sociedad abierta tiene
que negar sus falencias: basta con preguntar si hay alternativas viables.
161
Otro ejemplo de esto es la abolición de los derechos de libre expresión
de algunas personas, basándose en que esas mismas personas propugnan
la censura. Por ejemplo, los comunistas no propugnan la libertad de
expresión en su filosofía de la sociedad: negarles a ellos el derecho a
la libre expresión en nuestra sociedad, porque ellos nos la negarían a
nosotros, equivale a aducir que dos enturertos hacen un derecho.
Ad hominem
Se trata de una técnica sumamente útil que parece darse por doquier.
En vez de atacar los elementos específicos de un argumento, se ataca
al hombre mismo que lo sostiene. La versión especial que podemos
utilizar aquí estriba en hacer creer al público que ya hemos refutado
convenientemente cada parte del ataque del adversario, y que ahora ha
llegado el momento de acabar con él. Se trata de algo así como un juicio
de posguerra para los perdedores, en que se documentan las maldades
cometidas por el oponente. Se le pregunta la público cómo alguien
podría caer en el desatino de creer a semejante farsante.
Apelando a la ignorancia
163
sombrías consecuencias en que derivaría la adopción de la propuesta
del otro. En este caso, está usted apelando al miedo.
Ejemplo de ello es el pronóstico hecho por los vendedores de seguros
acerca de la muerte de un padre y el consiguiente sufrimiento de esa
familia. De fallar todo lo demás, esta temible consecuencia permitirá
sellar el contrato. ¿Qué padre responsable quiere pensar en el sufrimiento
de su esposa e hijos si él fallece? ¿Después de todo, no le ocurrió a
XX, a la vuelta de la esquina...? En caso de que el padre se mantenga
inconmovible, el vendedor de seguros, si tiene alguna habilidad, se
extenderá sobre sus argumentos ante la esposa. Corresponde aquí
poner un poco de fuerza en tratar de persuadirla.
Imaginemos otro caso, el de los padres que dicen a sus hijos: "Los
que dicen no creer en Santa Claus no recibirán ningún regalo de
Navidad traído por él". Se trata aquí de una amenaza, por humorística
o fantasiosa que sea la intención.
En los argumentos atinentes a la conducta humana, un elemento de
interés introducido en los pronósticos de sombrías consecuencias es la
posible amenaza de una profecía que se cumple. Aquí usted no sólo está
prediciendo la sombría consecuencia, sino insinuando, con el mayor
tacto posible, que usted podría llegar a provocarla si no se adopta su
postura. Por ejemplo, cuán a menudo hemos oído voceros de la gente
de color decir: "Si no mejoran la suerte de los negros y satisfacen sus
demandas, habrá levantamientos". Y con qué frecuencia hemos oído
decir a quienes rechazan esos petitorios: "Si cedemos a las exigencias
de los extremistas negros, provocaremos una reacción furiosa de los
blancos". Ambas declaraciones no son meras predicciones, sino veladas
amenazas.
Abandonar la discusión
Nadie tiene todas las de ganar consigo. Usted puede tener un mal
día, en tanto que su opositor está de suerte, o ser el público asistente
un hato de perfectos cuadrúpedos. Por ende, no podrá usted alentar
esperanzas de ganar todos los aspectos de la discusión. Supóngase que
ha contraatacado en la medida de lo posible, y que, aunque procuró
ganar, no puede alcanzar una victoria absoluta y decisiva. ¿Qué hacer
entonces? ¡Trate de empatar!
No admita la derrota:
Previendo el desacuerdo:
Tal vez una técnica más eficaz, cuando usted busca un empate, esté
en. argumentar que en realidad su adversario coincide con su postura.
165
Así, no habrá ninguna formulación real del argumento, ni ningún
verdadero desacuerdo. Esta táctica es tan sorprendente para algunos
que, si tras haber demolido al oponente, encuentran que éste proclama
que todo el mundo está de acuerdo, pueden caer de inmediato en la
trampa. Por lo general, las personas que se interesan por la verdad caen
en ella.
El hombre que con mayor éxito utilizó esta técnica era Paul Tillich, el
famoso teólogo. El ofrecía pruebas de la existencia de Dios, y argumentos
en favor de una nueva visión religiosa. Al ser atacado, y en ocasiones
fuertemente criticado y correctamente refutado, él recurría a la técnica
de aducir que su opositor realmente estaba de acuerdo con él. Hasta
el mismo respeto de a lógica por parte de su crítico era, en opinión de
Tillich, señal de su profunda preocupación y, por ende, prueba de la
existencia de Dios.
Resulta difícil esgrimir argumentos en contra de esta técnica. La
única manera de mantenerse al margen es insistir en las diferencias de
postura. El riesgo que usted corre cuando trata de zafarse en casos así,
es el de ponerse al público en contra. Después de todo, su contrincante
está tratando de ser cortés, y usted da muestras de total descortesía.
Lo que usted debe hacer en este caso es volver a dejar por sentado el
argumento de alguien que se anticipa al desacuerdo, dejar fijada su
postura de manera tal de aparecer como vencedor, y acoger de buen
grado el supuesto arrepentimiento de su rival. Diga, por ejemplo: "En
tanto Tillich no extraiga implicaciones morales o sociales a partir de su
postura, admita sus diferencias con la teología tradicional y... de buena
gana acepto su conversión".
Invitación:
Cuando vea que no puede hacer otra cosa, efectúe una síntesis de los
progresos alcanzados en su argumentación, incluyendo las posturas
de ambas partes. Trate de que ese resumen sea tan positivo y amistoso
como sea posible. Elabórelo de manera tal que realmente parezca
demostrar que ha efectuado usted progresos en determinada dirección,
casi por acuerdo previo. Termine diciendo que no hemos llegado al final
o a la conclusión definitiva, e invite a su rival a unirse a usted en la búsqueda
en común de la verdad.
Capítulo VII
RAZONAMIENTO SEGÚN
CAUSA Y EFECTO
HISTORIA DEL CONCEPTO DE "CAUSALIDAD"
7 69
ser idénticas. La identidad de las causas formal, final y eficiente permite
a todo aquel que aplica la teoría de Aristóteles sobre objetos naturales
volver, por inferencia, del efecto a la causa, o, también por inferencia,
avanzar de la causa al efecto. Para decirlo con mayor precisión, conocer
algo es captar su causa formal, y puesto que la causa formal es idéntica
a las causas final y eficiente, conocer algo es poder inferir de dónde vino
y hacia dónde va.
Este principio de identidad de las causas formal, eficiente y final
dominó el pensamiento de Occidente durante muy largo tiempo, y dio
base a muchas importantes argumentaciones. Para ilustrar la presencia
divina, por ejemplo, consideremos la prueba de la existencia de Dios
propuesta por Descartes. Según el filósofo, en nuestra mente existe una
idea de un ser perfecto, al que llamamos Dios. ¿De dónde proviene esta
idea, o sea, cuál es su causa? Hay tres posibilidades: (1) la idea proviene
de nuestra experiencia; (2) la idea fue inventada por el hombre; (3)
la idea fue causada por algo perfecto, que es Dios mismo. Descartes
argumentó, por proceso de eliminación, que (1) y (2) son falsos, y, por lo
tanto, (3) debe de ser cierto. Por consiguiente, hay un Dios que provoca
en nosotros la idea (efecto) de un ser perfecto.
Con el fin de poder eliminar convenientemente (1) y (2), Descartes
debe demostrar que son falsos. Eliminar a (1) es bien fácil. ¿Pero cómo
elimina Descartes a (2)? El hombre, según el filósofo, no podría inventar
(causar) la idea de algo perfecto (un efecto), porque el hombre no es en sí
mismo perfecto. La razón por la cual el hombre tendría que ser perfecto
está en que la causa eficiente debe ser idéntica a la causa formal; o sea
que no puede haber nada, ninguna propiedad en el efecto, que ya no
esté presente en la causa. Si el efecto es perfecto o tiene la propiedad de
"perfección", entonces también la causa debe poseer la propiedad de
"perfección".
Descartes, al igual que quienes lo precedieron y que sus
contemporáneos, empleaba la concepción aristotélica de causalidad.
Sin embargo, dicha concepción derivaba, en última instancia, de la
física de Aristóteles. Por ironía, uno de los más importantes avances
en la física moderna (durante los siglos XVI y XVII) se produjo con el
desplazamiento de la física aristotélica por la teoría de Isaac Newton.
Esto, como veremos, condujo a cambios fundamentales en nuestra
comprensión y empleo del término "causalidad".
La premisa básica de la física aristotélica residía en la tesis de
170
que el estado de reposo es el estado natural de un objeto. En la física
newtoniana, por el contrario, el movimiento es el estado natural del
objeto. Ese solo cambio conduce, en la física de Newton, a la eliminación
de las causas formal y final. En la física newtoniana hay sólo dos causas
eficientes: así, no puede haber ninguna identidad de causas formal,
eficiente y final. Sin tal identidad, tampoco puede volverse del efecto
a la causa, por inferencia, sin una experiencia previa. David Hume fue
el primer filósofo que entendió las implicaciones filosóficas del cambio
que iba de la física aristotélica a física newtoniana y pudo demostrar
con gran claridad el empleo ilegítimo de todos los argumentos causales
basados en el análisis aristotélico de la causalidad.
Una de las razones por la cual el análisis aristotélico suena tan
extraño al lector moderno radica en que nos hemos acostumbrado
a emplear el concepto de "causalidad" en el sentido único de causa
eficiente. Sencillamente, esto refleja el triunfo de la física de Newton
por sobre la de Aristóteles.
El análisis de Hume, claro está, debe ser limitado: para nuestros fines,
sólo tomaremos la parte que nos concierne. Hablamos siempre de que la
causa precede al efecto por razones prácticas. Queremos poder controlar
los hechos por anticipado a fin de poder buscar condiciones que tienen
lugar en el tiempo anteriormente al hecho que deseamos controlar.
En un sentido técnico, algunas causas se dan simultáneamente a sus
efectos, como cuando decimos que raspar un fósforo es la causa de que
777
el fósforo se encienda. Sería hilar demasiado fino insistir en que el acto
de rasparlo precedió a su encendido, puesto que claramente en cierto
sentido ambos ocurren al mismo tiempo. Por lo tanto, podríamos tratar
de ser un poco más precisos y decir que la causa debe preceder o ser
simultánea al efecto, o, tal vez, que la causa nunca puede ser posterior
al efecto.
En segundo término, tiene que haber alguna relación más o menos
clara, en el tiempo y el espacio, entre los dos hechos que estamos
vinculando causalmente. Decimos que un fuego específico es la causa de
un efecto específico, el humo, y podemos ver el humo que sale del fuego
específico (espacio y tiempo). Cuando decimos que un germen como la
dolencia tienen lugar en el organismo del señor Méndez, tanto el germen
como la dolencia tienen lugar en el organismo del señor Méndez. Anu
cuando dos hechos distantes están causalmente relacionados, hablamos
de la serie de causas y efectos que intervienen, formando una cadena
entre los dos hechos. Por ejemplo, el asesinato del archiduque Franz
Ferdinand en Sarajevo es una (presunta) "causa" de la Primera Guerra
Mundial debido a toda la serie de hechos diplomáticos y militares
que incidieron. Aun cuando no conocemos a ciencia cierta la relación
exacta, sospechamos siempre alguna vinculación espacio-temporal
que esperamos descubrir luego. Sin duda, el concepto de contigüidad
tendría que ser redefinido en función de la física contemporánea, pero
su sentido cotidiano es bien comprendido.
En tercer lugar, lo más importante de todo es la historia de la
regularidad. Hume distingue entre una tendencia psicológica natural
a sospechar una relación causal, y la justificación lógica de creer que
hay ahí una conexión causal (la que depende de una extensa historia
de regularidad). Por ejemplo, si mientras estoy bebiendo vino se apagan
repentinamente las luces, puedo sentirme psicológicamente tentado
a pensar que el hecho de beber vino hace que se apaguen las luces.
Sin embargo, no existe ninguna experiencia pasada que justifique
esta creencia. La relación entre el hecho de apagar la luz presionando
el interruptor y el que las luces se apaguen, se ha dado con tanta
regularidad histórica que sería irracional no creer en su conexión
causal. Es esa regularidad histórica la que por lo general resulta crucial
para resolver el conflicto acerca de qué causó que: por eso, la pasada
experiencia resulta tan importante para documentar el caso o postura
que deseamos defender.
272
EL RAZONAMIENTO CAUSAL EN LA PRÁCTICA
173
podemos entonces impedir que suceda (prevención). Al eliminarse
alguna de las condiciones necesarias, su efecto no tiene lugar. Así,
podremos hablar de condición necesaria como causa, o una de las
causas, de un hecho.
Una condición suficiente es aquella (estado de cosas, objeto, proceso,
etc.) que automáticamente lleva a la producción de otro hecho. Ingerir
cianuro es condición suficiente para que se dé la muerte. La diferencia
entre una condición necesaria y otra suficiente está en que, aunque la
condición necesaria debe estar presente, de por sí no basta para producir
un efecto. La condición suficiente "basta" de por sí para producir el
efecto. Por lo general, la condición suficiente es, en realidad, una serie
de condiciones necesarias, todas las cuales deben estar presentes en
el mismo momento y lugar. Por ejemplo, un material combustible, el
oxígeno, y el punto de combustión, son todas condiciones necesarias
para producir un fuego. En su conjunto, las tres constituyen las
condiciones suficientes para un fuego. Pero si conocemos la condición
suficiente de un hecho, entonces podremos producirlo a voluntad. Así,
podemos hablar de una condición suficiente como la causa de un hecho
determinado.
Hay varios otros sentidos en que causas y efectos pueden estar
relacionados. Existe algo denominado cadena causal. Por ejemplo, si
A es la causa de B (en que A puede ser la causa sea en el sentido de
condición necesaria o suficiente) y B es la causa de C (en que B puede
ser causa en el sentido de condición necesaria o suficiente), entonces,
en un sentido muy importante, también podemos decir que A es la
causa de C. Por ejemplo, si la presencia de diarios viejos en el sótano de
mi casa (los diarios son material combustible y, por lo tanto, condición
necesaria para un incendio) es la causa de que mi casa se incendie, y
si usted resulta quemado como efecto de ese incendio (el incendio es
condición suficiente para que usted se queme), entonces, a través de la
cadena causal, los diarios son la causa de que usted resulte quemado.
Los historiadores pueden hacer un interesante uso de las cadenas
causales, como cuando dicen que si la nariz de Cleopatra hubiera sido
un centímetro más larga el curso de la historia del mundo habría sido
diferente.
LOS MÉTODOS DE MILL
Método de la coincidencia
"Si dos o más ejemplos del fenómeno que se investiga tienen una sola
circunstancia en común, la circunstancia sola en que todos los casos coinciden
es la causa (o efecto) del fenómeno dado."
Supongamos que usted da una fiesta en la que se sirven diversas
comidas y bebidas. Al cabo de un tiempo, un grupo de invitados
comienzan a actuar de manera extraña: hablan en voz muy fuerte, se
ríen de cualquier cosa, comienzan a desvestirse, y hacen todo tipo de
diabluras. En una palabra, están borrachos. ¿Cuál es la causa de que
esos invitados a su fiesta se emborrachasen? ¿La comida? No, porque
todo el mundo ingirió la misma comida y muchos no se embriagaron.
¿Las bebidas? Usted examina las bebidas y descubre que son todas
alcohólicas (todas las bebidas coinciden en tener una circunstancia
en común), y que todas las personas que se embriagaron bebieron las
bebidas alcohólicas. Por lo tanto, puede llegar usted a la conclusión
de que las bebidas alcohólicas fueron la causa de que sus invitados se
emborracharan.
El método de coincidencia es eficaz debido a ciertos supuestos y
antecedentes operativos en cualquier análisis. Mili ha subrayado, en su
definición del método, que sólo hay una circunstancia en común. Por
ejemplo, supongamos que la gente que se embriagó había bebido gin y
soda, whisky y soda, ron y soda, y varias otras bebidas mezcladas con
soda. Entonces la soda sería una circunstancia en común. Es porque
sabemos ya que la soda no causa embriaguez, o porque la hemos
eliminado debido a que alguien bebió soda sola y no se embriagó, que
finalmente llegamos al alcohol.
Lo que el método de coincidencia logra con mayor eficacia es eliminar
de la consideración ciertos factores, por no ser condiciones necesarias
para producir determinado efecto. Por ejemplo, alguien podría pensar
que estar parado bajo una rama de muérdago en la fiesta es causa de
embriaguez. Sin embargo, al darse el caso de una persona que está ebria
pero que no se ha parado bajo el muérdago, estamos ante una instancia
en que se dio el fenómeno sin estar presente la condición sospechada.
Como el efecto puede darse sin la condición, entonces la condición
(estar parado bajo el muérdago) no puede ser condición necesaria del
hecho de embriagarse.
Método de la diferencia
176
podría haber argumentado que el cóctel tomado en el avión antes del
almuerzo podría haber sido la causa de la descompostura. Sin embargo,
puesto que ambos hermanos tomaron el mismo cóctel, y u no de ellos no
se descompuso, entonces beber el cóctel no conduce automáticamente,
de por sí, a enfermarse. Por lo tanto, el cóctel no es condición suficiente
para provocar el malestar en el avión.
"Si dos o más casos en que se da el fenómeno tienen sólo una circunstancia
en común, mientras que dos o más casos en que el fenómeno no se da nada tienen
en común salvo la ausencia de esa circunstancia, la única circunstancia en que
las dos series de casos difieren es el efecto, o la causa, o parte indispensable de
la causa, del fenómeno."
Supongamos que estaba usted en una fiesta donde se sirvieron cinco
tipos de ponche, y cada ponche tenía sus ingredientes marcados en el
respectivo bol. En su conjunto, había cinco ingredientes:
A. jugo de arándano
B. gajos de naranja
C. azúcar
D. agua seltzer
E. whiskey de centeno
177
aplicar el método de coincidencia. Sin embargo, cuando tomamos en
cuenta el ponche 3 podemos ver por el método de coincidencia que el
ingrediente E, el whiskey de centeno, podría ser la causa del buen gusto.
¿Podemos utilizar el método de la diferencia para verificar si la ausencia
del whiskey de centeno producirá el mal gusto? Sólo si podemos
elaborar dos ponches con todo en común salvo E, podremos aplicar
el método de la diferencia. Sin embargo, no podemos aplicarlos aquí,
pues aunque a los ponches 4 y 5 les falta E, son diferentes, también, en
muchos otros sentidos. Sin embargo, el método conjunto sí nos dice que
E es la causa (necesariamente) del buen gusto. Así, el método conjunto
funciona cuando el método de la diferencia no puede utilizarse. El
método conjunto elimina a D, B, C y A como condiciones necesarias
del buen gusto en el ponche, y elimina a A, C, B y D como condiciones
suficientes del buen gusto.
Variación concomitante
178
La correlación estadística entre el cáncer de pulmón y el cigarrillo es
aceptable como ejemplo de razonamiento casual porque sí satisface los
citados criterios: el fumar precede al cáncer de pulmón, la investigación
independiente sobre los efectos de la nicotina en la piel de ratones
permite imaginar una conexión espacial, y actualmente existe una
prolongada historia de tal correlación.
¿Qué ocurre con la relación entre noche y día? ¿El día no sigue a
la noche y la noche al día con inequívoca regularidad? ¿Significa esto
que la noche es la causa del día o el día la de la noche? La respuesta
es evidente: si bien la noche y el día satisfacen los dos criterios de una
historia de regularidad y conexión espacial, no satisfacen los criterios de
prioridad temporal, porque no podemos decir si la noche precede al día
o si el día precede con regularidad a la noche. Puesto que nadie puede
decirlo, entonces no tenemos derecho a afirmar que sea así, y, por ende,
el ejemplo no se ajusta a los tres criterios.
Hay otro ejemplo famoso, llamado ejemplo de los relojes ocasionales.
Imaginemos dos relojes, A y B, en que supuestamente el reloj A está
adelantado cinco minutos respecto del reloj B. Cada sesenta minutos,
los relojes dan la hora. Puesto que A da la hora con regularidad antes
que B, ¿la implicación de esto es que A es la causa de B?
179
Un conocido ejemplo en contrario
Post hoc
7 80
Orden irreversible
Negando el antecedente
Usted puede ver ahora la diferencia entre los dos argumentos. Una
oración de la forma de "si... entonces" se denomina oración condicional.
La parte de la oración condicional que sigue al "si" se denomina
antecedente. En el segundo ejemplo que dimos, el antecedente es
negado, por eso hablamos de negar el antecedente. Ahora bien:
debiera ser obvio que el segundo ejemplo es el de un razonamiento
pobre o falaz, en tanto que el primer ejemplo es un auténtico ejemplo
de razonamiento causal. ¿Por qué? La respuesta es simple. El segundo
ejemplo está equivocado porque hay otras causas de muerte, fuera del
ingerir cianuro. Aun cuando no tome cianuro, algún día moriré. En
función de las condiciones necesarias, la falacia de negar el antecedente es
la falacia de creer que S;| (cianuro) es condición necesaria de la muerte cuando
Afirmando la consecuencia
Esta falacia es muy similar a la que analizamos antes. Todavía
estamos frente a oraciones condicionales (si... entonces), y la parte de la
oración condicional que sigue al "entonces" se denomina consecuencia.
182
Esquemáticamente, el argumento se ve así:
Falacia genética
183
caído un rayo, un fósforo encendido o lo que fuere, no podría haberse
producido un incendio. En otras palabras, cuando se presupone
que una, de entre varias condiciones necesarias, era la causa única y
exclusiva de un efecto, estamos ante una falacia genética.
El mismo tipo de falacia se da cuando se disculpa a un delincuente
por su acto delictivo sobre la base de que (genética y necesariamente)
cometo el delito como resulta do de factores ambientales. En respuesta
podemos advertir que el sistema legal (genética y necesariamente) debe
hallar culpable al acusado, y condenarlo. Tendríamos que "entender"
al juez, jurado, fiscal y verdugo porque ellos, también, son víctimas de
su ambiente. Tal vez una cuestión más interesante no sea qué causó
el delito, sino cuál sería el efecto de castigar o dejar de castigar al
inculpado.
7 84
intervención humana en su totalidad o (c) negado que el nuevo punto
de vista mecanicista de la causalidad se aplicara al hombre.
No es éste el contexto en el que podemos revisar todas las dimensiones
filosóficas de la controversia. Sin embargo, hay algunos elementos que
el lector deberá recordar. En primer lugar, queda abierto el interrogante,
que de ningún modo se ha resuelto, acerca de la aplicación del punto
de vista mecanicista de la causalidad a los seres humanos. Nadie ha
brindado nunca ni un único ejemplo de caso en que podamos demostrar
las necesarias y suficientes condiciones de la acción humana. En
segundo término, con el fin de aplicar el punto de vista mecanicista de
la causalidad a la acción humana, ha sido necesario, desde la época del
mismo Hume, pasar por alto el criterio de contigüidad espacial entre
causa y efecto sencillamente porque no tenemos idea de cómo funciona
esto con los seres humanos. Como consecuencia, podría decirse que
todos los intentos por aplicar la visión mecanicista de la causalidad son
susceptibles de caer en una falacia post hoc, y tal vez en otras también.
Por consiguiente, debemos tratar con cautela y cierto escepticismo la
difundida aplicación del punto de vista mecanicista de la causalidad
por profesionales de las ciencias sociales, tales como psicólogos y
sociólogos. Cuando se alega que la visión de filmes violentos es la
"causa" de que los niños actúen de manera violenta, o de que la pobreza
"causa" la delincuencia, debemos ser cuidadosos al aceptar este tipo de
interpretación.
Cuando analizamos un hecho físico tiene sentido aplicar el concepto
mecánico de la "causalidad". En esos casos existe una necesidad
natural: dadas ciertas condiciones (como la presencia de oxígeno y una
temperatura suficientemente elevada), y dada la ausencia de condiciones
que interfieran, arderá un objeto. Las condiciones son conjuntamente
causa suficiente para producir ese efecto, podemos deducir el efecto
a partir de la causa, y racionalmente podemos efectuar predicciones
sobre la base de la información.
En cuanto llegamos a los fenómenos biológicos, la situación ya es
más complicada. Los sistemas biológicos u orgánicos, a diferencia de
los casos de sistemas físicos citados en los libros de texto, existen tanto
en el tiempo como en el espacio; o sea que los fenómenos orgánicos se
dan en constante estado de intercambio con las condiciones ambientales
que los rodean. Por ejemplo, sea cual fuere la relación exacta entre el
cigarrillo y el cáncer, no se trata de un ejemplo simple y lineal come
185
el de la causalidad físicomecánica. Hay, por ejemplo, muchos grandes
fumadores que no desarrollan cáncer de pulmón, y aquellos que dejan
de fumar tienen diferentes experiencias, según el momento en que
lo hacen. De manera análoga, hay personas con inmunidad natural a
ciertas enfermedades y otras que son alérgicas a sustancias que para
el resto de nosotros son inocuas.
Cuando pasamos al nivel de la acción humana, la situación puede
ser totalmente distinta. Una vez más, sin ir en perjuicio del tema,
permítaseme esquematizar un punto de vista que puede hablar de la
causalidad humana sin negar la intervención humana y la libertad. O
sea, que vamos a argumentar que en el caso de los seres humanos no
hay estímulos socio-fisiológicos suficientes para causar toda acción
humana. Volveremos aquí a algunos de los elementos en el análisis de
Aristóteles:
I. ¿Cuál es el problema?
A. ¿Cómo está formulado el problema?
B. ¿Por qué es importante este problema?
C. ¿Cuál es la historia de este problema?
D. ¿Qué personalidades destacadas se han interesado en este
problema?
III. Evaluación.
A. ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de las formulaciones
alternativas del problema?
B. ¿Alguna vez la importancia o historia del problema ha sido
representada equivocadamente?
C ¿Existen soluciones lógicamente relacionadas a las premisas?
D. ¿Los dates son ciertos? ¿Los supuestos son aceptables? ¿Las
objeciones tienen respuesta?
I. ¿CUÁL ES EL PROBLEMA?
192
de que hay maneras alternativas de plantear una pregunta, y que
las alternativas tienen consecuencias de suma importancia. En un
comienzo, cuando alguien ha leído sólo unos pocos autores, le resultará
difícil elaborar alternativas; pero una vez que el lector esté familiarizado
con varias alternativas, le será fácil concebir otras. Por ejemplo, una vez
que usted haya leído a Platón y Aristóteles, podrá pasar a leer Descartes.
Mientras lee a Descartes y observa de qué modo plantea interrogantes,
usted automáticamente se preguntará: "¿Cómo habría interpretado esta
pregunta Platón? ¿Cómo hubiera enfocado este problema Aristóteles?",
y así sucesivamente. Cuanto mayores sean los conocimientos básicos
acumulados, tanto en el campo de la filosofía como en otros temas,
mayores serán las posibilidades que se planteen. Al cabo de un tiempo,
la única limitación será su propia imaginación.
193
que parece ser el mismo problema cobra un sesgo histórico interesante,
porque en épocas diferentes un mismo problema puede ser importante,
pero por distintas razones.
(1) Respuesta directa: Tal vez un autor tenga una respuesta directa
que dar a un problema específico. De ser así, debe usted buscarla y
enunciarla.
195
(3) Apuntando al reconocimiento: A veces, determinado autor no tiene
una solución para un problema específico. Será su objetivo, más bien,
señalar que el problema realmente existe. De por sí esto puede ser
un enorme aporte, puesto que no podemos resolver problemas si no
sabemos que existen, y aun así debemos ser capaces de reconocerlos
en el tiempo.
196
también distintas. Muchos argumentos, así, resultan "perimidos",
en el sentido de que lo que resulta aceptable en una época y lugar no
necesariamente lo es en otro. Presumiblemente, esto también ocurre
con algunas de nuestras propias creencias favoritas.
Existe otro distingo que vale la pena trazar, siempre que no sea
demasiado abruptamente. Podemos distinguir entre hechos y supuestos.
Los hechos son las pretendidas creencias que, entendemos, pueden ser
fácilmente verificadas por la experiencia, como ser el color de un objeto,
la temperatura de un líquido, la fecha de un onomástico. Los supuestos
son aquellas creencias que, o bien no pueden ser verificadas en forma
directa, o, en principio, no son de índole verificable. Por ejemplo, no es
verificable la temperatura en el centro del al, por lo menos por ahora,
porque ningún termómetro podría resistir ese calor. Más interesante
aun, la creencia de que el futuro se parecerá al pasado, o la creencia de
que la humanidad algún día podrá entenderlo todo, no son en absoluto
verificables. Ese tipo de supuestos guían nuestro pensamiento acerca
de otras cosas. Los filósofos están muy preocupados por el estatus de
tales premisas últimas. Para nuestros fines, en esta etapa lo importante
es tratar de reconocer cuándo un autor está enunciando un hecho que
considera verificable, y cuándo apela a una premisa última.
197
III. EVALUACIÓN
C. Véase IIC. ¿Está de acuerdo con los datos a que se apela? Como hemos
señalado ya, las conclusiones surgen a partir de las premisas. Si a usted
no le gusta la conclusión, entonces debe rechazar uno o más de los datos
esgrimidos o los supuestos de que se parte. Aquí, expresar una opinión
en disenso puede ser una respuesta lógicamente sofisticada de su parte,
no sólo una reacción emocional.
198
D. Véase IID. ¿Puede responderse a las objeciones? Se dan aquí varias
posibilidades. Si el autor A ataca al autor B, y usted coincide con el
autor B, ¿por qué no tratar, entonces, de demostrar cómo respondería
el autor B? Responda, entonces, por él. El hecho de que un autor sea
atacado no significa que el ataque sea correcto, y usted puede demostrar
adónde falla. Por añadidura, el hecho de que un autor considere
objeciones por anticipado a su solución no significa que las haya
rebatido satisfactoriamente. Si usted siente que la réplica es insuficiente,
procure refutarlas usted mismo. Finalmente, si coincide con un autor,
tal vez desee presentar argumentos adicionales en apoyo de su caso,
puesto que él tal vez no haya estado en condiciones de considerarlos.
Para cuando haya hecho todo esto, su lectura no será un mero resumen
o una opinión personal elemental, sino una muestra de pensamiento
lógico por propio derecho.
7.9.9
problema entraña un contraste: la sociedad, por un lado, y el individuo por
el otro. Mili traza así un claro distingo entre el individuo y la sociedad.
Como descubriremos luego, otros filósofos no están de acuerdo con
esta separación. Mili, claro está, representa el pensamiento básico
anglosajón. Cabe también advertir que Mili no se está preguntando
por los actuales límites (tema de la sociología), sino por lo que deberían
ser los límites, en un sentido legítimo: se trata de una cuestión moral.
Finalmente, adviértase que Mili no menciona al gobierno, sino, más
bien, a la sociedad.
200
que había que tolerar que el gobernante ejerciera sobre la comunidad;
y era esta limitación la que tenía para ellos el sentido de libertad. Se lo
intentaba de dos maneras. Primero, obteniendo el reconocimiento de
ciertas inmunidades, llamados libertades o derechos políticos, que el
gobernante no debía infringir so pena de violar su deber, y en el caso de
que las infringiese, hacía que se considerase justificada una resistencia
específica o rebelión generalizada. Un segundo expediente, por lo general
posterior, era el establecimiento de controles constitucionales; mediante
los cuales el consentimiento de la comunidad o de algún tipo de cuerpo,
que representaría sus intereses, se tornaba condición necesaria para
algunos de los actos más importantes del poder gobernante. A la
primera de esas formas de limitación, el poder gobernante en la mayoría
de los países europeos estaba más o menos obligado a someterse. No
ocurría así con la segunda; y lograrlo, o cuando ya se lo tenía en cierta
medida, alcanzarlo en forma más completa, se convirtió por doquier
en el principal objetivo de los amantes de la libertad. Y mientras la
humanidad se contentara con combatir a un enemigo por otro, y ser
gobernada por un amo, a condición de que se le dieran garantías más o
menos eficaces contra la tiranía, no llevaban sus aspiraciones más allá
de este punto.
201
norteamericana era un producto del siglo dieciocho y de la anterior
influencia de Hobbes, Locke, Hume y Montesquieu sobre los padres
fundadores de la patria. Mili escribía en el siglo diecinueve, y era
heredero de esta tradición (ID).
202
Párrafo 3: Mili vuelve aquí a la importancia del problema (IB). ¿Cuáles
son las nuevas circunstancias que requieren que nuestro problema
sea reevaluado? Al tornarse más representativos algunos gobiernos,
la antigua relación antagónica desaparecía. Ahora, en vez de limitar
el poder del gobierno, crecía la idea de aumentarlo. "La nación no
necesitaba ser protegida contra su propia voluntad."
El lector debe comparar la diferencia entre el "antiguo" liberal que
busca limitar el poder del gobierno y el "nuevo" liberal que busca
aumentarlo. ¿Qué personas piden hoy que el gobierno ejerza su control
en temas tales como seguridad social, atención médica, subsidios de
desempleo, salarios y precios? ¿Puede el mismo gobierno evitar el
fraude en programas públicos, sin recurrir, por ejemplo, a arbitrios
tales como el de interceptar ilegalmente las líneas telefónicas? ¿Estamos
formulando peticiones contradictorias?
203
activa del pueblo; la mayoría, o quienes logran hacerse aceptar como
la mayoría: el pueblo, en consecuencia, quizá desee oprimir a una parte
de su número; y se necesitan tantas precauciones contra esto, como
contra cualquier otro abuso del poder. Por lo tanto, la limitación del
poder del gobierno sobre los individuos no pierde importancia alguna
cuando quienes detentan el poder deben responder con regularidad a
la comunidad, o sea, al partido más fuerte dentro de ella. Esta visión de
las cosas, que se recomienda a sí misma por igual a la inteligencia de
los pensadores y a la inclinación de aquellas clases importantes de la
sociedad europea para cuyos intereses reales o supuestos la democracia
es adversa, no ha tenido dificultad para establecerse; y en las conjeturas
políticas, "la tiranía de la mayoría" ahora por lo general se incluye entre
los males contra los cuales la sociedad debe .estar en guardia.
2 04
sus medios para tiranizar no se limitan a los actos que puedan hacerlo
a manos de sus funcionarios políticos. La sociedad puede y debe
ejecutar sus propios mandatos: y si emite mandatos erróneos en vez
de los correctos, o mandato alguno en aquellos temas con los que no
debería entrometerse, practica una tiranía social más formidable que
muchos tipos de opresión política, ya que, aunque por lo general no se la
sustenta por tales penalidades extremas, deja menos medios de escape,
penetrando mucho más profundamente en los detalles de la existencia,
y esclavizando al alma misma. Por consiguiente, la protección contra la
tiranía del magistrado no basta: se requiere también protección contra
la tiranía de la opinión y el sentir dominante; contra la tendencia de
la sociedad a imponer, por otros medios que no sean las penalidades
civiles, sus propias ideas y prácticas como reglas de conducta a quienes
disienten con ellos; contrarrestar el desarrollo, y, de ser posible, impedir
la formación de cualquier individualidad que no esté en armonía con
sus propias modalidades, y obligar a todos los caracteres a modelarse
según el modelo propio. Hay un límite a la legítima injerencia de la
opinión colectiva en la independencia individual; y hallar este límite,
y mantenerlo frente a toda intromisión, es tan indispensable para la
buena condición de los asuntos humanos como is protección contra el
despotismo político.
205
control social—es tema sobre el que prácticamente todo ha quedado
por hacerse. Cuanto hace que la existencia sea valiosa para alguien,
depende de la aplicación de restricciones a los actos de otras personas.
Algunas reglas de conducta, por lo tanto, deben ser impuestas, por la
ley en primer lugar, y por la opinión en muchas esferas que no son
campo apto para el accionar de la ley. Cómo deben ser estas reglas,
es la cuestión principal en los asuntos humanos; pero si exceptuamos
unos pocos de los casos más evidentes, se trata de uno de aquéllos en
que menos progresos se han hecho para resolverlo. No hay dos épocas,
y difícilmente dos países, que hayan decidido por igual; y la decisión
de una época o un país deja pasmado a otro. Sin embargo, el pueblo de
cualquier época y país dados no sospechan ninguna dificultad en ello,
como si fuese un tema sobre el cual la humanidad siempre hubiese
estado de acuerdo. Las reglas imperantes entre ellos les parecen de por
sí evidentes y justificadas por sí mismas. Esta ilusión universal es uno de
los ejemplos de la mágica influencia de la costumbre, la cual no es sólo,
como dice el proverbio, una segunda naturaleza, sino que continuamente
se la confunde con la primera. El efecto de la costumbre, al impedir todo
resquemor respetando las reglas de conducta que los seres humanos
imponen unos a otros, es tanto más completo porque sobre el tema por
lo general no se considera necesario dar razones, sea por una persona
a otra, o por cada una a sí misma. La gente está acostumbrada a creer, y
ha sido alentada en esa creencia por algunos que aspiran al carácter de
filósofos, que su sentir, en temas de esta índole, es mejor que las razones,
y considera a éstas innecesarias. El principio práctico que los guía en sus
opiniones sobre la reglamentación de la conducta humana, es el sentir,
en la mente de cada persona, de que a todo el mundo debiera exigírsele
actuar del modo en que a él y sus simpatizantes les gustaría. Nadie, por
cierto, reconoce para sí que su patrón de juicio es su propio gusto; pero
una opinión sobre un aspecto de la conducta, sin el sustento de razones,
sólo puede interpretarse como la preferencia de una persona; y si las
razones, cuando se las da, meramente apelan a una similar preferencia
sentida por otra gente, aun así sigue siendo el gusto de muchos
en vez del de uno solo. Para un hombre común, empero, su propia
preferencia, así sustentada, no sólo es razón perfectamente satisfactoria,
sino por lo general la única que tiene para cualquiera de sus ideas de
moralidad, gusto o propiedad, que no estén expresamente escritas
en su credo religioso; y su principal guía aun en la interpretación de
206
esto. Las opiniones del hombre, en consecuencia, sobre lo que es digno
de encomio o de acusación, se ven afectadas por todas las múltiples
causas que influyen sobre sus deseos en referencia a la conducta de los
demás, y que son tan numerosas como las que determinan sus deseos
sobre cualquier otro tema. A veces, su razón; otras, sus perjuicios o
supersticiones; a menudo sus pautas sociales, pero con no poca frecuencia
antisociales, su envidia o celos, su arrogancia o desdén: aunque más
comúnmente, sus deseos o temores por sí mismos, su propio interés,
legítimo o ilegítimo. Dondequiera que haya una clase ascendente, una
amplia proporción de la moral del país emana de sus intereses de clase,
y sus sentimientos de superioridad de clase. La moral entre espartanos
e ilotas, entre dueños de plantaciones y esclavos negros, entre príncipes
y súbditos, entre nobles y plebeyos, entre hombres y mujeres, ha sido,
por su mayor parte, creación de estos intereses y sentimientos de clase;
y los sentimientos así generados, chocan a su vez con el sentir moral
de los miembros de la clase ascendente, en sus relaciones unos con
otros. Donde, por un lado, una clase, antes ascendente, ha perdido su
ascendiente, o éste es impopular, los sentimientos morales prevalentes
suelen llevar la impronta de un impaciente disgusto por la superioridad.
Otro vasto principio determinante de las reglas de conducta, tanta en
el acto como en el comportamiento, que ha sido impuesto por la ley o
la opinión, ha sido el servilismo de la humanidad hacia las supuestas
preferencias o aversiones de sus amos temporales, o sus dioses. Este
servilismo, aunque esencialmente egoísta, no es hipocresía; da lugar a
sentimientos de odios perfectamente genuinos; hizo que los hombres
quemaran a magos y herejes. Entre tantas influencias más viles, los
intereses generales y obvios de la sociedad por supuesto han tenido su
parte, bien grande, en la dirección de los sentimientos morales: menos,
sin embargo, como resultado de la razón, y por su propia cuenta, que
como consecuencia de las simpatías y antipatías que surgieron de ellos:
y simpatías y antipatías que poco o nada tenían que ver con los intereses
de la sociedad, se han hecho sentir en el establecimiento de morales con
idéntica fuerza.
2 07
(a) costumbre
(b) sentimientos personales
(d) propio interés
(d) prejuicio religioso
2 08
a retener posesión del terreno que ya ocupaba; las minorías, viendo
que no tenían posibilidades de convertirse en mayorías, se vieron en
la necesidad de apelar a quienes no podían convertir, para obtener su
permiso para diferir. Es, por lo tanto, en este campo de batalla, casi
exclusivamente, donde los derechos del individuo contra la sociedad
han sido afirmados sobre amplias bases de principio, y abiertamente
controvertida la pretensión de la sociedad a ejercer autoridad sobre
los disidentes. Los grandes escritores a quienes el mundo debe toda
libertad religiosa que posea, por lo general han afirmado la libertad
de conciencia como derecho inalienable, y negado absolutamente que
un ser humano deba responder a otros por sus creencias religiosas.
Sin embargo, tan natural es la intolerancia para la humanidad, en todo
aquello que realmente le importe, que la libertad religiosa rara vez ha
sido puesta en práctica, salvo allí donde la indiferencia religiosa, que no
gusta de ver su paz perturbada por riñas teológicas, ha añadido su peso
a la balanza. En la mente de casi todas las personas religiosas, aun en los
países más tolerantes, el deber de la tolerancia es admitido con tácitas
reservas. Una persona tolerará el disenso en cuestiones del gobierno
eclesiástico, pero no de dogma; otra puede tolerar a cualquiera, salvo
a un papista o un unitario; otra, a todo aquel que cree en la religión
revelada; unos pocos extienden su caridad un poco más allá, pero se
detienen ante la creencia en un Dios y en un estado futuro. Allí donde el
sentir de la mayoría es todavía genuino e intenso, poco ha abandonado
de sus pretensiones de obediencia.
2 09
que hasta ahora no están acostumbrados a que se los controle; y ello,
sin discriminar mayormente si el tema entra o no dentro de la esfera
legítima del control legal; en la medida en que el sentimiento, en general
altamente saludable, suele estar mal encaminado con tanta frecuencia
como bien dirigido en las instancias específicas de su aplicación. No hay,
en realidad, un principio reconocido por el cual suela ponerse a prueba
la propiedad o impropiedad de la injerencia gubernamental. La gente
decide de acuerdo con sus preferencias personales. Algunos, siempre
que ven que hay algún bien por hacer, o al que remediar, de buena
gana instigarían al gobierno para emprender esa misión; mientras
que otros prefieren soportar prácticamente cualquier medida de mal
social antes que agregar sólo uno más a los departamentos de intereses
humanos pasibles de ser controlados por el gobierno. Y los hombres se
alinean de uno u otro lado en todo caso específico, según esta dirección
general de sus sentimientos; o según el grado de interés que tienen en
ese algo en particular que se propone que haga el gobierno, o según
su creencia de lo que le gobierno hará o dejaría de hacer en el sentido
de sus preferencias; pero muy raramente a raíz de alguna opinión
que sostengan en forma coherente, acerca de qué cosas corresponde
que haga el gobierno. Y me parece a mí que en consecuencia de esta
ausencia de regla o principio, un lado, al presente, suele equivocarse tan
a menudo como el otro; la injerencia del gobierno es, con casi idéntica
frecuencia, tan inapropiadamente invocada como inapropiadamente
condenada.
270
opinión pública. Ese principio estriba en que el único fin por el cual se
justifica que la humanidad, individual o colectivamente, interfiera en la
libertad de acción de cualquiera de sus miembros, es la autoprotección. O
sea, que el único propósito por el cual puede con todo derecho ejercerse
poder sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada contra
su propia voluntad, está en impedir el daño que cause a los demás.
El propio bien, de ese individuo, sea físico o moral no es justificativo
suficiente. No puede por derecho obligárselo a hacer o tolerar algo
porque será mejor para él, porque lo hará más feliz, o porque, en opinión
de otros, hacerlo sería bueno o correcto. Son éstas buena razones para
recriminarlo, o razonar con él, o persuadirlo, o suplicarle, pero no para
obligarlo, o hacer recaer sobre él algún mal en caso que actúe de otra
manera. Para que se justifique, la conducta que se desea evitar en él tiene
que estar dirigida a producir mal en un tercero. La única parte de la
conducta de cada uno por la cual se hace responsable ante la sociedad,
es la atinente a terceros. En la parte que concierne a uno mismo, la
independencia o derecho son absolutos. Sobre sí mismo, sobre su propio
cuerpo y mente, el individuo es soberano.
Párrafo 9: Mili da su respuesta (IIA): "El único fin por el cual se justifica
que la humanidad... interfiera en la libertad de acción de cualquiera de
sus miembros, es la autoprotección... (para) impedir el daño que cause
a los demás". La esfera privada es definida por Mili como "el cuerpo y la
mente". Mili específicamente excluye la posibilidad de interferir cuando
está en juego "el propio bien, sea físico o moral" de la persona. Esto no
significa que no podamos intervenir cuando el cuerpo de alguien pone
en peligro a terceros. Quienes padecen enfermedades contagiosas no
son libres de descuidar sus propios cuerpos.
Adviértase también que Mili no propugna la indiferencia hacia los
demás en la esfera privada: "Son éstas buenas razones para recriminarlo,
o razonar con él, o persuadirlo, o suplicarle, pero no para obligarlo, o
hacer recaer sobre él algún mal en caso de que actúe de otra manera".
10. Quizás esté de más decir que esta doctrina se aplica solamente a los
seres humanos en la madurez de sus facultades. No estamos hablando
de niños o personas jóvenes, por debajo de los años que pueda fijar la ley
como mayoría de edad. Quienes todavía están en situación de requerir
el cuidado de los demás, deben estar protegidos contra sus propias
211
acciones así como contra el daño externo. Por la misma razón, podemos
dejar fuera de consideración esos estadios retrógrados de la sociedad
en que la raza misma puede considerarse en su infancia. Las tempranas
dificultades en el campo al progreso espontáneo son tan grandes, que
rara vez hay opción de medios para superarlas; y un gobernante lleno de
espíritu de perfeccionamiento se ve justificado en el empleo de cualquier
recurso que permita llegar a ese fin, tal vez de otro modo inalcanzable.
El despotismo es una forma legítima de gobierno en el trato con los
bárbaros, siempre que la finalidad sea su propio mejoramiento, y los
medios se justifiquen al permitir realmente llegar a ese fin. La libertad
como principio no tiene aplicación a ningún estado de cosas anterior al
momento en que la humanidad fue capaz de ser mejorada mediante el
debate libre y en condiciones de igualdad. Hasta entonces, no les queda
otra cosa que la implícita obediencia a un Akbar o un Carlomagno, si
tiene la suerte de hallar uno. Pero en cuanto la humanidad ha obtenido
la capacidad de ser guiada hacia su propio mejoramiento mediante la
convicción o la persuasión (período alcanzado hace tiempo en todas las
naciones por las cuales debemos interesarnos), la compulsión, sea en
forma directa o mediante penas y penalidades por el no cumplimiento,
ya no es admisible como medio de alcanzar el propio bien, y sólo se
justifica por la seguridad de los demás.
222
de los imperios, señala que en "la comunidad del sujeto también hay
opresores y oprimidos", y sostiene que nadie sabe todavía, en realidad,
cómo establecer un despotismo benévolo y temporario. Quienes se
interesan por introducir la democracia en otros países bien harían en
considerar esta dificultad.
11. Es apropiado aclarar que dejo de lado toda ventaja que podría
obtener mi postulado a partir de la idea de bien abstracto, como algo
independiente de la utilidad. Yo considero a la utilidad como apelación
última en todas las cuestiones éticas; pero debe ser utilidad en el sentido
más amplio, basada en los intereses permanentes del hombre como
ser que progresa. Esos intereses, sostengo, autorizan la sujeción de la
espontaneidad individual al control externo, sólo respecto de aquellas
acciones de cada uno que atañen al interés de otras personas. Si alguien
comete un acto dañino para otros, hay un argumento prima facie para
castigarlo, por la ley o, allí donde las penalidades legales no pueden
aplicarse en forma segura, por la desaprobación general. Existen
también muchos actos positivos para el beneficio de los demás, que con
derecho puede ser obligado a ejecutar; tales como prestar testimonio
en tribunales; hacer su justa parte en la defensa común, o en cualquier
otra tarea conjunta necesaria a los intereses de la sociedad de cuya
protección goza; y realizar cierto actos de beneficencia individual, tales
como salvar la vida de uno de sus congéneres, o intervenir a los efectos
de proteger a los indefensos contra el mal trato; cosas que, siempre
que evidentemente es deber del hombre hacer, pueden llevarlo a ser
justamente incriminado ante la sociedad por dejar de hacerlas. Una
persona puede hacer mal a otras no sólo por sus acciones sino por su
inacción, y en cada caso es justamente responsable ante ellos por el daño
causado. El último caso, cierto, exige un ejercicio mucho más cauteloso
de la compulsión que el primero. Hacer que alguien sea incriminado
por causar daño a otros es la regla; incriminarlo por no impedir ese
daño es, en términos comparativos, la excepción. Sin embargo, hay
muchos casos lo suficientemente claros y graves como para justificar
esa excepción. En todas las cosas atinentes a las relaciones externas del
i individuo, él es de jure responsable ante aquéllos cuyos intereses estén
enjuego y, de ser necesario, ante la sociedad que los protege. A menudo
hay buenas razones para no hacérselo responsable; pero estas razones
deben surgir de las circunstancias especiales del caso: sea porque se
223
da un caso en que es probable que actúe mejor si se lo deja librado a
su propia discreción, que si es controlado por alguno de los medios
al alcance de la sociedad para hacerlo; o porque el intento de ejercer
control provocaría otros daños, mayores que los que evitaría. Cuando
razones como éstas impiden responsabilizar a alguien por la fuerza,
la conciencia del agente mismo debería ocupar el sillón vacante del
juez, y proteger los intereses de los demás que no tienen protección
externa; juzgándose a sí mismo con tanta mayor rigidez, porque el caso
no admite que sea pasible de someterse al juicio de sus congéneres.
12. Pero hay una esfera de acción en la cual la sociedad, a diferencia del
individuo, sólo tiene un interés indirecto, si es que lo tiene: abarca toda
esa parte de la vida y conducta de una persona que sólo afecta a sí misma
214
o, de afectar también a otros, sólo con su consentimiento y participación
libre, voluntaria y sin engaños. Cuando digo sólo a sí misma, quiero decir
de manera directa, y en primera instancia: porque todo lo que afecta a
la persona misma, puede afectar a otros por su intermedio; y la objeción
que puede fundarse en esta contingencia, recibirá consideración en la
secuela. Es ésta, entonces, la apropiada esfera de la libertad humana.
Comprende, primero, el dominio interno de la conciencia; exige libertad
de conciencia, en el sentido más amplio; libertad de pensamiento y
sentimiento; absoluta libertad de opinión y sentir en todos los demás,
prácticos o especulativos, científicos, morales o teológicos. La libertad
de expresar y publicar opiniones podría creerse encuadrada bajo un
diferente principio, puesto que corresponde a esa parte de la conducta
de un individuo que concierne a otras personas; pero, siendo casi de
tanta importancia como la libertad de pensamiento misma, y basándose
en gran medida en las mismas razones, es prácticamente inseparable
de ella. Segundo, el principio requiere libertad de gustos y aficiones;
para estructurar el plan de vida que se adecúe a nuestro propio
carácter; para hacer lo que nos plazca, sujeto a las consecuencias que
ello tenga; sin impedimento de nuestros congéneres, en la medida en
que lo que hacemos no los perjudica, aun cuando puedan pensar que
nuestra conducta es tonta, perversa o equivocada. Tercero, a partir de
esta libertad de cada individuo, sigue la libertad, dentro de los mismos
límites, de asociación entre los individuos; libertad para unirse, para
cualquier fin que no implique perjuicio para los demás; se supone que
las personas así asociadas son mayores de edad, y no han sido obligadas
o engañadas.
Párrafo 12: En este párrafo Mili hace dos cosas. Primero, sigue
aclarando lo que implica su respuesta; segundo, considera objeciones
a su teoría.
La esfera de privacidad ya ha sido establecida en el párrafo 9 como
la mente y el cuerpo. Esto significa, específicamente: (1) libertad de
pensamiento y expresión (elaborada ulteriormente en el capítulo dos);
(2) libertad para escoger el propio estilo de vida (elaborada ulteriormente
en el capítulo tres); y (3) libertad para "asociarse entre individuos" para
hacer otro tanto con el requisito de que no implique "perjuicio para los
demás".
El lector advertirá con qué cuidado el primer capítulo de Mili prepara
215
la escena para sus posteriores capítulos. Aparentemente, siempre se
preguntaba a sí mismo cómo respondería el lector a lo que acaba de
decir. Debe de haber trabajado con un esquema, y haberse preguntado
siempre a sí mismo: "¿Por qué escribir esto en lugar de lo otro; por qué
ubicar este párrafo aquí y no allá?"
Llegamos ahora a IID. ¿Qué objeción contra su teoría considera Mili?
Considera algo que se ha convertido en respuesta clásica: ¿Existe una
acción que sólo concierna al individuo? De entrada admite que "todo lo que
afecta a la persona misma, puede afectar a otros por su intermedio".
Su respuesta está en postergar la respuesta directa a esta objeción. La
retoma dándole amplia consideración en el capítulo cuatro. Véase el
siguiente párrafo:
216
conocimiento infalible de parte de los opositores de Mili. Este demolerá
el supuesto de infalibilidad en el capítulo dos.
14. Aunque esta doctrina dista de ser nueva, y, para algunas personas,
puede tener cierto aire de verdad consabida, no hay doctrina que en
forma más directa se oponga a la tendencia general de la opinión y
la práctica existente. La sociedad ha invertido tantos esfuerzos en el
intento (según sus luces) de obligar a la gente a adecuarse a sus ideas de
excelencia personal, como de excelencia social. Las antiguas asociaciones
de naciones se creían con derecho a practicar, y los antiguos filósofos
aceptaban la reglamentación de cada parte de la conducta privada por la
autoridad pública, sobre la base de que el Estado tenía profundo interés
en toda la disciplina corporal y física de cada uno de sus conciudadanos;
modo de pensar que puede haber sido admisible en pequeñas repúblicas
rodeadas de poderosos enemigos, en peligro constante de ser víctimas
del ataque externo o la conmoción interna, y para las cuales hasta un
breve intervalo de aflojamiento del poder y de autogobierno podrían
tan fácilmente ser fatal, que no podían darse el lujo de aguardar los
permanentes efectos saludables de la libertad. En el mundo moderno, el
mayor tamaño de las comunidades políticas, y, sobre todo, la separación
entre autoridad espiritual y temporal (que colocaba la dirección de la
conciencia de los hombres en manos distintas a las que controlaban
sus asuntos de este mundo) impedía tan grande injerencia de la ley en
los detalles de la existencia privada; pero las máquinas de la represión
moral han sido aplicadas con más fuerza contra toda divergencia
respecto de la opinión reinante en asuntos privados que aun en los
sociales; la religión, el más poderoso de los elementos que participa
de la formulación del sentimiento moral, casi siempre ha sido regida
por la ambición de una jerarquía, que busca ejercer control sobre cada
departamento de la conducta humana, o por el espíritu del Puritanismo.
Y algunos de estos modernos reformistas que se han colocado en la
más fuerte oposición a las religiones del pasado, ahora están detrás de
iglesias o sectas en su afirmación del derecho al dominio espiritual: M.
Comte, en particular, cuyo sistema social, tal como se desarrolla en su
Traite de Politique Positive, aspira a establecer (aunque más aplicando la
moral que la ley) un despotismo de la sociedad sobre el individuo, que
supera cuanto haya sido contemplado en el ideal político del más rígido
disciplinario entre los antiguos filósofos.
Párrafo 14: En este párrafo Mili considera la objeción (IID) que
sería planteada por quienes formularían el problema de manera
diferente (IIA) y (IID). Hay quienes argumentarán que "el Estado"
tiene "profundo interés en toda la disciplina corporal y física de cada
uno de sus ciudadanos". Mili piensa en el individuo, en relación con
la sociedad, del modo en que una persona puede o no ser miembro de
un club. Presumiblemente, los individuos pueden elegir y ser elegidos.
Sus oponentes tienen una concepción orgánica del individuo y la
sociedad. O sea, que argumentan que un individuo es como una parte
del cuerpo, una extremidad, por ejemplo, y no puede sobrevivir o tener
una identidad separada de su función social. El lector debe decidir cuál
de estas alternativas es más plausible.
Mili atribuye los puntos de vista de sus oponentes a las condiciones
inseguras de la vida en la antigüedad, las que ya no existen para él.
¿Es ésta una explicación correcta de por qué otros sostienen una visión
orgánica (IIIB)? Mili cita como ejemplo al pensador francés Comte (ID).
Otros ejemplos no mencionados serían Marx, Hegel y, en Inglaterra, T.
H. Green.
218
Párrafo 15: Mili repite que el problema es importante para su propia
época. ¿Lo es para la nuestra?
223
17. Hágale una oferta que no pueda rechazar.
18. Todo el mundo es producto de su ambiente; así que realmente no
podemos culpar a los delincuentes. Los verdaderos culpable son
los miembros del sistema que crearon el ambiente.
19. Nuestro país nunca debería verse implicado en ninguna guerra,
porque todas las guerras ofrecen demasiadas oportunidades para
la conducta criminal e inmoral de parte de las propias tropas.
20. No estableceremos cupos, estamos contra los cupos. Simplemente,
estamos fijando metas que creemos pueden ser alcanzadas
mediante un esfuerzo de buena fe dentro de los tiempos asignados.
Naturalmente que la mejor manera de demostrar su buena fe es
alcanzar la meta.
21. Esto es recesión, no depresión.
22. Las pruebas de CI no son confiables: no miden la inteligencia, sino
sólo la capacidad para comprender y manejar símbolos. Además,
nadie sabe qué es, realmente, la inteligencia.
23. Nuestra sociedad presenta dos problemas centrales: primero,
muy poca gente obtiene lo justo; segundo, nuestra sociedad es
demasiado materialista.
24. Los esquimales no son bajos. Conozco a uno que mide dos metros.
25. Las mujeres ganan menos que los hombres; así que su esposa ha
de ganar menos que usted.
26. Tradicionalmente se ha discriminado contra las mujeres. Es hora
de que los hombres prueben su propia medicina.
27. Algunos han acusado a mi gobierno de fracaso. Pero yo lo veo
como una copa llena a medias, no vacía a medias.
28. Fiscal: "Sé que los especialistas llamados por el acusado sostienen
que de ninguna manera podría ser el padre del niño de mi dienta,
pero se sabe que a veces los especialistas se equivocan. Además,
merece ser castigado por tener relaciones sexuales fuera del
matrimonio".
29. En vez de optar entre el grado de excelencia y los cupos, lleguemos
a una avenencia: a cada grupo se le asignará un cupo, pero dentro
de cada grupo habrá competencia en base a la excelencia.
EJERCICIO 2: FALACIAS INDUCTIVAS
EJERCICIO 3: SILOGISMOS
RESPUESTAS AL EJERCICIO 1
1. Ad populum.
2. Apelación errónea a la autoridad. Las Actas del Congreso de EE.UU.
contienen todas las declaraciones efectuadas por los congresales,
sean corroboradas o no.
3. Composición.
4. Ad hominem.
5. Ad hominem.
225
6. Apelando a una verdad superior.
7. Generalización apresurada.
8. Ad hominem. Abandone la discusión.
9. Desviando la atención: haciendo un llamamiento a la perfección;
nada más que objeciones; apelando al propio interés, etc.
10. Apelando al precedente.
11. Números más altos.
12. Argumento circular.
13. Incoherencia.
14. Apelando al propio interés.
15. Pregunta capciosa.
16. Ad hominem.
17. Apelando a la fuerza (ad baculum).
18. Incoherencia.
19. Desviando la atención; apelando a la compasión.
20. Equívoco; pensamiento creativo.
21. Equívoco.
22. Equívoco; incoherencia.
23. Incoherencia.
24. Composición.
25. División.
26. Dos entuertos hacen un derecho.
27. Analogía figurativa; desviando la atención.
28. Ataque a la experiencia; desviando la atención.
29. Dorado término medio.
RESPUESTAS AL EJERCICIO 2
1. Afirmando la consecuencia.
Si no tengo apoyo público, fracasaré. Fracasé.
2. Post hoc o violación de los Métodos de Mili.
3. Afirmando la consecuencia.
4. Post hoc (dos veces por lo menos).
5. Variación concomitante.
6. Estadísticas que inducen a error.
RESPUESTAS AL EJERCICIO 3
231
afuera que le sea posible. Como proyecto para ese período de clases, Ie
permitirá al estudiante incorporar todos los temas y técnicas elaboradas
en el curso del semestre.
A lo largo de este libro he sostenido que buena parte de la lógica
informal entraña argumentos formalmente válidos, pero que contienen
una o más premisas que no serán aceptadas como ciertas. O sea, que gran
parte de la lógica informal se aplica a argumentaciones poco sólidas. Hay
dos maneras de transmitir este conocimiento. En primer lugar, como he
indicado en el capítulo VI, la mayoría de las falacias informales, por no
decir todas, pueden ser reconstruidas como argumentos poco sólidos.
Consideremos la denominada falacia de afirmar una disyuntiva:
232
argumento sea formalmente válido, pero a la vez expone su premisa
o premisas débiles. Sugiero que todos los ejemplos de falacias
informales tradicionales, como composición, división, etc., se asignen
a los estudiantes o sean retomados por los lectores y reconstruidos de
manera simple.
Libros, diarios—especialmente editoriales—, periódicos
estudiantiles, revistas y aun programas de televisión son fuentes
inagotables de potenciales argumentos a ser reconstruidos. Creo que
es mucho más conveniente elegir temas de actualidad e interés público
que proveer ejemplos artificiales. No obstante, expondré a continuación
algunos argumentos en forma de afirmaciones condensadas, con la
sugerencia de que los lectores los reconstruyan a fin de dejar expuestas
las premisas:
233