De La Integración A La Inclusión Educativa

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DE LA INTEGRACION A LA INCLUSION EDUCATIVA

Un viaje de ida. Desde una opción a un derecho.


María José Borsani (Fragmento)

De la integración a la inclusión educativa


La escuela integradora constituye un momento de apertura de la escuela tradicional donde ésta,
aún conservando el eje homogeneizador, puede dar cabida a aquel alumno que no responde al perfil
del alumno esperado, considera que se lo puede “integrar” teniendo en cuenta sus N.E.E.
Este proceso representa un modelo superador del perfil segregacionista que predominó
históricamente en la educación de los niños, niñas y adolescentes con discapacidad donde imperaba
el trato “diferente”, “especial”, de neto sesgo rehabilitatorio impuesto por el modelo del paradigma
médico.
El modelo educativo integrador enfatiza las N.E.E. de los sujetos a “integrar” y propone una serie de
intervenciones técnicas para “compensarlas” y lograr el objetivo. El desencuentro entre la
propuesta educativa del dispositivo escolar tradicional y el alumno se zanjea con la implementación
de proyectos integradores, la formulación de adecuaciones curriculares y cierta flexibilidad en los
tiempos curriculares.
El intento se centra en correr la mirada del déficit y dirigirla a la atención de esas necesidades
educativas especiales que presenta cada alumno para posibilitar posibilita el aprendizaje.
La escuela integradora abre un horizonte superador del modelo médico y psicométrico, que
diagnostica y clasifica, dando paso a un enfoque pedagógico. Aun así, el trastorno, la discapacidad,
lo que no se llega a hacer o a aprender conservan un protagonismo clave en las propuestas y en los
programas educativos tradicionales que persiste en su afán homogeneizante. El alumno “diferente”
es integrado al grupo clase que conserva el tinte de la escuela tradicional.
Podemos ubicar la integración como un momento de transición entre el paradigma de la
segregación y el paradigma inclusivo. Lo que en un momento fue punto de llegada se constituye
entonces en punto de partida para una nueva construcción: la inclusión educativa.
La Inclusión Educativa es comprendida como la capacidad del Sistema Educativo de atender a todos,
niños y niñas, sin exclusiones de ningún tipo. Para ello es necesario abordar la amplia gama de
diferencias que presentan los estudiantes y asegurar la participación y el aprendizaje de cada uno
de ellos en el marco de los servicios comunes y universales. En definitiva la educación inclusiva
apunta a que todos los estudiantes de una determinada comunidad aprendan juntos
independientemente de sus condiciones personales, sociales y culturales.
Educación común y especial, se complementan y constituyen como garantes de trayectos y
recorridos escolares novedosos e innovadores al generar el mejor itinerario posible que le permita
a cada estudiante el cumplimiento de la educación obligatoria, en función de las necesidades y las
posibilidades de cada uno.
La escuela inclusiva da respuesta a las necesidades educativas de todos sus alumnos y alumnas, sin
distinción ni exclusión, entiende la diversidad de su alumnado como un valor educativo, respeta y
comprende los diferentes tiempos y modos de aprender y propone una enseñanza diversificada.
Segregación o Inclusión
A pesar que durante mucho tiempo se pensó que los niños, niñas y adolescentes con discapacidad
difícilmente pudieran escolarizarse en aulas regulares, las nuevas miradas sobre el sujeto, sus
derechos y sus vicisitudes han confirmado que estos niños y jóvenes como cualquier otro, no sólo
pueden sino que deben educarse en instituciones escolares.
La educabilidad es un concepto amplio que no necesariamente se restringe a la figura de “la
capacidad de aprender” de un individuo sino que se vincula también con los modos de enseñar, con
los dispositivos y prácticas de enseñanza, con los condicionantes escolares. Esta mirada abarca al

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sujeto que aprende en su educabilidad y al que enseña en las posibilidades de ejercer la
educatividad.
Cabe entonces preguntarnos educabilidad en relación a qué?. A la homogeneización de la escuela
tradicional que define como educable al alumno que cumple con las expectativas de aprendizaje
planteadas en ciertas y determinadas condiciones y atrapa al sujeto desde una única modalidad de
instituir las prácticas educativas?
Por lo general cuando se cierne la sospecha acerca de la posibilidad de ser o no ser educado en aulas
regulares el análisis se enfatiza en el aprendiz y sus NEE y no en las condiciones y ofertas
socioeducativas que por lo general suponen homogeneidad de expectativas, de logros y de
metodologías.
Tampoco se articula la mirada con el contexto socio histórico en el que el sujeto se desarrolla, lo
que da por resultado una evaluación sobre su educabilidad muy sesgada y unidireccional.
La mera etiqueta con que se mencione lo que acontece con cada alumno en conflicto con el
aprendizaje, no define, por sí misma, un criterio de educabilidad ni de escolarización.
El principio de inclusión educativa presupone la disponibilidad de un entorno escolar amplio y
democrático y no hay duda que se aprende mejor en contextos inclusivos.
En el ámbito educativo el debate se ha centrado en si los alumnos con dificultades progresan más y
mejor en contextos integrados o en contextos segregados, y si bien aún suele haber división de
opiniones y respuestas a la pregunta de si es preferible y más provechosa la escuela ordinaria o la
escuela especial, la postura inclusiva supera a la separatista.
Los alumnos matriculados en la escuela ordinaria establecen relaciones que les brindan
oportunidades de adquirir habilidades sociales y comunicativas más amplias, están constantemente
expuestos a modelos de pares que les proporcionan vías para relacionarse y aprender, generalizan
con más facilidad sus adquisiciones educativas y aumentan sus probabilidades de un mejor
desempeño social a largo plazo.
La cuestión primordial no es si los alumnos con trastornos deben recibir educación especializada
aislados o junto a un grupo de pares lo más heterogéneo, sino que pasa por cómo se puede
responder mejor a sus necesidades educativas teniendo en cuenta que la condición del diagnóstico
no puede ni debe determinar el tipo de compañeros con quienes compartir, total o parcialmente,
un proyecto escolar, sino que señala el tipo de apoyo necesario para lograr el aprendizaje.
La inclusión educativa no implica, bajo ningún aspecto, la adaptación pasiva del aprendiz a las
modalidades y / o pretensiones de los otros o de la institución, exigiéndole que cambie
forzadamente lo que no se puede modificar. Se trata de la construcción de una instancia posible de
sujeción subjetiva dentro de la institución escolar, no de adiestramiento coercitivo, normalización o
sumisión.
La idea es que en la escuela haya un lugar posible para cada alumno, lugar a encontrar, a construir,
a disputar, a sostener, donde cada alumno sea único desde su propia historia, pero a la vez sea uno
más, uno más en tanto pertenece a la comunidad educativa como alumno.
Las instituciones educativas producen subjetividad, construyen y ofrecen conceptos, modelos de
salud y de enfermedad, proponen al alumno formas vinculares que se suman como condiciones de
humanización a través de espacios de diálogo, de juego, de vida, donde poder instalarse y crecer
con otros.
La calidad educativa de la escuela inclusiva no se ubica en clasificar a los aprendientes según sus
“faltas”, sus diagnósticos, o por lo que no pueden hacer o alcanzar con respecto de lo que sí pueden
lograr otros sino que reconoce aquello que puede hacer cada aprendiz y brinda ocasiones de
encuentros y desarrollo con eso que cada uno puede, ofertando y sosteniendo cronologías de
aprendizaje subjetivantes.

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La educación inclusiva resignifica el valor de la representación social atribuida al concepto
discapacidad y postula que depende de la relación que cada persona establece con su entorno
social. En este proceso histórico, se avanza en la consideración del alumno con alguna discapacidad
desde objeto de cuidados y prácticas rehabilitadoras propuesto por el modelo médico a sujeto de
derecho en consonancia con el modelo social de la discapacidad.
El concepto de sujeto, y de su posible discapacidad, depende del paradigma desde el cual se lo
piense.
El correlato de esta nueva conceptualización de la discapacidad en el campo de la educación se
vislumbra en la posibilidad de considerar que el aprendizaje de cada niño, niña o adolescente, sus
posibilidades y sus dificultades, está determinado por la interacción que se establece entre el
alumno, sus posibilidades, sus dificultades y el entorno.
Todo sujeto que llega a la escuela es concebido como un aprendiente. Ya no es un enfermo ni un
paciente, mucho menos un “atrasado”. Esto obliga a privilegiar las intervenciones que se establecen
en la escena educativa. El énfasis se traslada del problema del aprendizaje, al problema de
enseñanza y en todo aquello que obstaculiza y hace barrera acrecentando y complicando la
problemática.
Accesibilidad, Barreras, Ajustes
Hoy, al hablar de escuela inclusiva hablamos de accesibilidad, ajustes razonables, barreras al
aprendizaje y a la participación, trayectoria educativa integral, cronologías de aprendizaje y otros
conceptos que redefinen la educación.
La Accesibilidad es el grado en el que todas las personas pueden utilizar un objeto, visitar un lugar
o acceder a un servicio, independientemente de sus capacidades técnicas, cognitivas o físicas. Es
indispensable e imprescindible, ya que se trata de una condición necesaria para la participación de
todas las personas independientemente de las posibles limitaciones funcionales que puedan tener.
Impone el análisis y la debida consideración de toda barrera que impida o condicione la
accesibilidad.
Las Barreras al Aprendizaje y la Participación hacen referencia a las dificultades que experimenta
cualquier alumno/a en su itinerario escolar. Surgen de la interacción entre los aprendientes y sus
contextos: las personas, las políticas, las instituciones, las culturas y las circunstancias sociales y
económicas que afectan a sus vidas.
El concepto de accesibilidad nos lleva inevitablemente a superar las barreras a través de Ajustes
Razonables que son: “Cualquier cambio, ajuste o modificación desde el punto de vista técnico,
económico o cultural, que se realiza en un espacio, bien, servicio, etc., para que sea posible su
utilización autónoma por cualquier persona con discapacidad. De esta forma las personas con
discapacidad pueden participar social, laboral y culturalmente en igualdad de oportunidades que el
resto de los ciudadanos. (ONU Conv. Inter. Derechos Personas con Discapacidad 2006)
Para promover la accesibilidad se implementan facilitaciones y ayudas técnicas que posibilitan
salvar los obstáculos o límites de accesibilidad al entorno, consiguiendo que la persona con
discapacidad realice la misma acción que pudiera llevar a cabo una persona sin ningún tipo de
discapacidad. Estos Ajustes Razonables consideran desde cuestiones arquitectónicas y urbanísticas
hasta lingüísticas como el alfabeto Braille, la lengua de señas, o el transporte, las sillas de ruedas,
las señales auditivas en lo semáforos, o las adecuaciones curriculares y demás modificaciones que
se realicen a tal fin. La más de las veces no son las barreras arquitectónicas o de comunicación las
que condicionan la inclusión educativa de un alumno con discapacidad a la escuela común sino las
barreras ideológicas y pedagógicas con las que se maneja la comunidad.
El sistema educativo propone Configuraciones de Apoyo para efectivizar la inclusión de los alumnos
con discapacidad u otras dificultades que condicionaran el aprendizaje y /o la socialización,
garantizando su ingreso, permanencia y egreso.

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Las Configuraciones de Apoyo son el conjunto de andamiajes planificados por el sistema educativo
para hacer posible la inclusión de alumnos con discapacidad, restricciones o dificultades, que
tiendan a minimizar las barreras que les impiden desarrollar una trayectoria educativa integral. En
este caso las restricciones no se refieren en exclusividad a condicionantes o limitaciones propias de
los alumnos sino que se consideran como la resultante entre las capacidades y posibilidades de los
sujetos y las barreras de la propuesta pedagógica.
Estos dispositivos se materializan en las tareas de capacitación, apoyo y orientación sostenidas
desde la educación especial en las escuelas comunes para el logro de trayectorias educativas
integrales. Suponen acuerdos de trabajo entre los equipos directivos y docentes de las escuelas
intervinientes para establecer pautas comunes enfoques, metodologías y prácticas pedagógicas.
Así, “especial y común”, se encuentran en una nueva forma, superadora de instancias previas, para
construir una respuesta acorde al momento.
En este “entre” de las dos modalidades se ubican los vínculos, redes, emprendimientos, equipos
interdisciplinarios, entidades públicas y o privadas, que haciendo eje en la enseñanza, colaboran en
la identificación de las barreras y diseñan dispositivos, alternativas y estrategias válidas para evitar
sus efectos obstaculizantes y propiciar la participación activa del sujeto de aprendizaje.
La implementación de Configuraciones de Apoyo tiende a aumentar el nivel de habilidades de los
estudiantes para participar, aprender y superar las metas establecidas y a generar un menor grado
de dependencia y mayor grado de autonomía.
Aulas inclusivas
La escuela plural reconoce la diversidad como un valor educativo que se manifiesta a través de las
diferencias étnicas, religiosas, lingüísticas, cognitivas, sociales, culturales, subjetivas, y propone
aulas inclusivas donde alojar a sus aprendientes.
El aula inclusiva se soporta en el modelo educativo interaccionista, que propicia estrategias de
intercambio, supone un sujeto en permanente construcción y progreso, susceptible de modificación
cuando encuentra las condiciones adecuadas para un verdadero aprendizaje.
El sustento constructivista se basa en la perspectiva de construcción que cada sujeto puede realizar
que, a su vez, debe ser referenciado en un contexto socio histórico específico y necesariamente
articulado con la subjetividad de cada aprendiente.
Es la escuela la que se adapta al alumno, no el alumno a la escuela. La escuela renuncia a su espíritu
homogeneizador y se posiciona como garante de la educación de todos y cada niño, niña,
adolescente que llega a sus aulas. Al claudicar a su fuerza homogeneizadora se destierra la idea de
anualización que guía la promoción escolar que indica que al término de cada ciclo lectivo se debe
llegar con ciertos contenidos mínimos establecidos, independientemente de los procesos
subjetivos. Se desnaturaliza la idea de gradualización y simultaneidad masiva en los procesos de la
población estudiantil que comparte cierta franja etaria.
La escuela inclusiva puede considerar que no todos aprenden lo mismo, de la misma manera, mucho
menos en los mismos tiempos. Entiende los “problemas de aprendizaje” desde la óptica de los
problemas enseñanza.
El aula inclusiva supone una propuesta curricular abierta, de base flexible, contextualizada y
adaptada a las necesidades de los aprendices.
Adaptar una propuesta no es desprestigiarla, empobrecerla ni hacerla fácil, sino todo lo contrario,
supone un claro intento de articular el currículo al alumno para favorecer la construcción del
conocimiento.
Diversificar la propuesta educativa es avanzar con una propuesta superadora encaminada hacia la
escuela inclusiva. La diversificación curricular intenta trabajar tanto desde lo heterogéneo como
desde lo común y compartido que se encuentra en todo territorio áulico. Diversificar es singularizar
dentro de lo contextual y plural.

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La diversificación curricular, en tanto instancia posibilitadora, ofrece nuevas dimensiones al
considerar las variables poblacionales como una realidad de nuestros días, con derecho a una oferta
educativa que respete sus necesidades.
La consecuencia lógica de la apertura curricular es que todos los alumnos encuentran una oferta de
aprendizaje y de producción diseñada a su medida por lo que, de ser necesario, sólo se realizan
algunas adecuaciones puntuales para aquellos aprendientes que lo necesiten específicamente.
El trabajo diversificado supone agrupamientos heterogéneos, modalidades variadas y flexibilidad
temporal y espacial.
El propósito para cada uno de los sujetos en particular y para el grupo en general es maximizar el
potencial de aprendizaje y expandir su nivel independiente.
La plataforma de trabajo es de amplio espectro y se despliega en propuestas de diferente
complejidad, lo que permite convidar a cada alumno con una actividad que ponga en juego sus
potencialidades, las desafíe, y lo invite a superar su nivel de aprendizaje.
Este modelo pedagógico exige a cada docente un profundo conocimiento acerca de su alumno, de
sus necesidades específicas, de sus potencialidades, de sus dificultades para, en función de éstas,
ubicar las barreras que obstaculizan el aprendizaje y la participación para generar la ayuda técnica
que permita trazar una hoja de ruta a recorrer. Las metas y objetivos fijados se amplían en forma
paulatina, adecuadas a las posibilidades y logros subjetivos y a las del grupo y no en relación a un
estándar poblacional o a un diseño curricular descontextualizado, anónimo y des subjetivado. Se
diseñan y ofrecen múltiples y variadas vías y canales de aprendizaje de alta calidad, con tareas que
suponen cierto grado de dificultad que representan un desafío posible, alcanzable, que se
complejiza continuamente para que cada alumno se encuentre con sus propias posibilidades de
desarrollo.
Criterios similares se establecen en torno a la evaluación, se diseñan instancias diversificadas en
función de los objetivos, contenidos, procesos y producción previamente establecidos.
Conclusiones
Estamos transitando un momento de transformación profunda, inmersos en el paradigma de la
complejidad, donde conviven la escuela tradicional, la escuela integradora y en el mejor de los casos
la escuela inclusiva, amplia y plural que impone el reto del tercer milenio. Por momentos una toma
más fuerza que otra y quizás esta realidad sea muy compleja de superar. Lo importante es poder
reconocer esta situación, interpretarla, ubicarla en el contexto y operar en consecuencia. La escuela
de la diversidad es una novel construcción que no resulta sencilla, que ya está en marcha, sacó
pasaje de ida y no tiene regreso.
Las leyes, normativas y decretos son indispensables, marcan lineamientos nacionales y regionales,
deben ser estudiadas, comprendidas y gestionadas al interior de las escuelas, ordenan rumbos y
definen acciones. Pero no bastan, es necesario trabajar al interior de las instituciones para lograr un
cambio de paradigma en los adultos, docentes, porteros, directivos, padres, que conforman la
comunidad educativa, que permita construir una escuela plural inmersa en un proyecto superador
que es una cultura inclusiva.
La inclusión educativa no es una opción, es un derecho.
María José Borsani
Maestra Especializada en Educación Diferencial
Terapista Ocupacional (U.N.R.)
Contacto:
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Educación a Distancia: www.e-campopsi.com.ar

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