Jesus y Nicodemo. Notas para Predicar.

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E.

EL PRIMER DISCURSO – EL NUEVO NACIMIENTO

(3:1-36).
En este primer discurso, Jesús presenta el requisito para entrar en el reino de Dios a
una sola persona. MH
La conversación gira en torno a cómo se puede conseguir la vida eterna. Morris.
La historia de Jesús y Nicodemo está ligada lógicamente a la sección previa (2:23-25). Juan
2:23- 25 describe la negativa de Jesús a aceptar la fe superficial con base en las señales, pues Él
en su omnisciencia entendía los corazones de las personas. La historia de Nicodemo es un
buen ejemplo de ello, puesto que Nicodemo era uno de esos creyentes superficiales cuyo
corazón leyó el Señor como un libro abierto. En lugar de afirmar la profesión de fe de
Nicodemo, Jesús se negó a aceptarla, con la sola base en las señales de las cuales había sido
testigo (v.2). Jesús le señaló la naturaleza de la verdadera fe salvadora capaz de transformar
vidas. JM
Juan tiene como propósito que creamos en Jesús. En este capítulo Juan continúa trabajando su
propósito y recoge una conversación entre Jesús y Nicodemo, un representante del judaísmo
farisaico. Como tal, Nicodemo estaría a favor de una cuidadosa observancia de la Ley y de la
tradición, que era el camino a la salvación. Juan utiliza esta conversación para mostrar que esa
enseñanza no tiene nada que ver con la realidad. Ni una devota observancia de la ley, ni tan
siquiera una presentación reformada del judaísmo, sirven para alcanzar la salvación. Lo único
que sirve es un nuevo nacimiento2 . Esta idea aparece tres veces (vs. 3, 5 y 7). Así, no puede
haber lugar a dudas: para que alguien sea salvo no necesita la ley, sino que necesita que el
poder de Dios le renueve o regenere completamente. En un sentido, este capítulo ya acaba
determinantemente con las “obras de la ley”, idea que más tarde impregna todo el material de
Pablo. Morris.
La porción no pretende ser una biografía de Nicodemo, sino la presentación de una
importantísima verdad. Más importante aún que el estado espiritual de Nicodemo, es la
respuesta del lector actual: ¿Ha nacido usted de nuevo? ELA.

I. ¿Quién era este hombre?


A. Nicodemo (“vencedor sobre las personas”) era un nombre griego común entre
los judíos de la época de Jesús.

1. Nicodemo era miembro de los fariseos, el partido religioso de élite.


Fariseo significa “separar”; ellos eran los “separados” en el sentido de su
celo por la ley mosaica (y las tradiciones orales propias que ellos le
añadieron [cp. Mt. 15:2-6; Mr. 7:8-13]).
2. Los fariseos se originaron en el período intertestamentario, como una
rama de los (“los piadosos”), que se oponían a la helenización de la cultura
judía bajo el malvado rey seléucida Antíoco Epífanes.
a. Irónicamente, fue el mismo celo por la ley el que provocó que los
fariseos se volvieran ritualistas y externos. Teniendo corazones no
transformados, tan solo reemplazaban la religión verdadera con la
simple modificación del comportamiento y los rituales. En
respuesta a su espiritualidad aparente, Jesús señaló mordazmente:
(Mt. 23:23; cp. 6:1-5; 9:14; 12:2; Lc. 11:38-39).
b. Los fariseos creían que ellos estaban calificados para entrar en el
reino de Dios porque tenían muchas reglas que guardar. Nain
c. Sus escrúpulos no tenían límites, especialmente en lo concerniente
a la observancia de las leyes del sábado establecidas por el hombre
mismo.
i. Algunos decían, por ejemplo, que las mujeres no debían
mirarse en el espejo en sábado pues, podían verse alguna
cana y sentir la tentación de arrancársela, lo cual sería
trabajar.
ii. Estaba permitido tragar vinagre en sábado, para curar el
dolor de garganta, pero no se podían hacer gárgaras.
iii. El colmo, quizá, era aquella regla que permitía comer un
huevo puesto en sábado siempre que se tuviera la
intención de matar la gallina.76 Los fariseos debían su
influencia sobre el pueblo a la antipatía de las gentes
contra la casa de Herodes.
3. Pero Nicodemo no era un fariseo común y corriente; era un principal
entre los judíos. Esto es, era miembro del sanedrín (cp. 7:50), el consejo
de gobierno de Israel (bajo la autoridad final de los romanos).
a. Estaba constituido por setenta miembros presididos por el sumo
sacerdote. Incluía hombres de familias sacerdotales influyentes,
ancianos (líderes de familias y tribus), escribas (expertos en la ley)
y cualquier sumo sacerdote anterior que siguiera vivo.
b. Bajo los romanos, el sanedrín ejercía amplios poderes en los
asuntos civiles, penales y religiosos (aunque los romanos se
reservaban el poder de la pena capital [18:31]). Tenía la autoridad
para arrestar (Mt. 26:47; Hch. 4:1-3; 5:17-18) y juzgar (Mt.
26:57ss.; Hch. 5:27ss.). Aunque su influencia se extendía aún a los
judíos de la diáspora (cp. Hch. 9:1-2; 22:5; 26:12), la autoridad
directa del sanedrín parecía haberse limitado a Judea (al parecer,
no tenía ninguna autoridad sobre Jesús cuando Él estaba en
Galilea; cp. Jn. 7:1). JM
c. También era un escriba: es decir que su profesión era estudiar,
interpretar y enseñar la ley.
4. Pues bien, Nicodemo pertenecía a este partido de salvación por obras. Su
posición era prominente. Era un principal entre los judíos. Cf. también 1:10 y
7:50, lo cual indica que era miembro del Sanedrín, y también escriba: es decir
que su profesión era estudiar, interpretar y enseñar la ley.
5. A este personaje lo encontramos dos veces más en este Evangelio:
tímidamente procurando defender a Jesús (7:50–52) y cooperando con José de
Arimatea en la sepultura del cuerpo de Jesús (19:38–40). MH.
II. ¿Qué motivo a Nicodemo a venir a Jesús?
A. Nicodemo se dirige a Jesús de una manera muy halagadora (en cuanto al uso
respetuoso del título “rabí” ver el comentario de 1:38). También le llama
“maestro”9 , y le dice que “debe de venir de parte de Dios”1 0.
1. El título Rabí es uno de respeto y gran honor y, al usarlo, uno reconocía el
derecho del otro de ser oído como autoridad en asuntos de religión. MH
2. Notemos que solo ve a Jesús como un maestro, y que aún no ha
comprendido cuál es su verdadera naturaleza. Ha venido como maestro a
visitar a otro maestro para hablar de temas que les interesan a ambos1 1.
(7:15)1 2.
3. Aunque va a Jesús solo, sin nadie que le acompañe, habla en plural:
“sabemos”. Eso demuestra que pertenece a un grupo y que además puede
hablar de parte de todos los componentes del grupo. Morris
A. Los milagros que Jesús había hecho.
1. Como lo reconoció Nicodemo, nadie puede hacer estas señales que Jesús
hacía si no estaba Dios con él.
a. Tal como las personas de la sección previa (2:23), estaba
impresionado con el poder innegable que se manifestaba en los
milagros de Jesús y creía que eran divinos. Sin lugar a dudas,
también conocía el testimonio de Juan el Bautista sobre Cristo.
Tales cosas, junto con la evidencia de ellos, pudo causar que
Nicodemo se preguntara si Jesús era el Mesías. JM
b. Pero a Jesús no le interesaba hablar de sus señales, que solo
habían resultado en fe superficial. En vez de eso, fue directo al
grano: la transformación del corazón de Nicodemo por el nuevo
nacimiento. JM
B. El deseo que tenia de saber cómo obtener la salvación.
1. Jesús no permite que se alargue la introducción halagadora que no lleva a
ningún lado, y se mete de lleno en el tema que Nicodemo ha venido a tratar.
Está claro que Nicodemo quiere saber cómo alcanzar la vida eterna. Jesús le
responde ya en su primera intervención. (Basándonos en la contestación de
Cristo podemos suponer con seguridad que la pregunta de Nicodemo era muy
parecida a la que encontramos en Mt. 19:16)
a. Subraya la importancia de sus palabras introduciéndolas con la
solemne expresión: “En verdad, en verdad te digo” A continuación, y
solo en una frase, echa por tierra todo aquello que Nicodemo
representaba, y le exige que tiene que ser regenerado por el poder de
Dios1 5. La expresión “de nuevo” podría traducirse también por “de
arriba”1 6. El original recoge los dos significados (Barclay recoge los
dos sentidos: «si no nace de nuevo de arriba»).
b. El que quiera entrar en el reino de Dios tiene que volver a nacer de
una forma radicalmente nueva, y ese segundo nacimiento viene del
Cielo.
1. Por cierto, la metáfora “nacer de nuevo” o “de arriba” capta
notable y simbólicamente lo radical y profundo de la
experiencia de salvación; en Cristo uno llega a ser una nueva
creación (2 Cor. 5:17). MH
c. No se consigue entrar en el reino gracias al esfuerzo humano (cf.
1:13), sino gracias al nuevo nacimiento que Dios efectúa en los que
depositan su fe en Él. Morris
El Espíritu Santo debe implantar en su corazón la vida que tiene
su origen no en la tierra sino en el cielo.
d. No puede ver el reino de Dios constituye la segunda parte de una
frase condicional, o sea, la apódosis. Sino cumplimos con el requisito
no podemos tener el beneficio.
El reino de Dios es el ámbito en que su dominio se reconoce y
obedece, y en el que prevalece su gracia.
e. El hecho de que Jesús haya exigido una transformación total a este
miembro del gran Sanedrín, en vez de recibirlo gustoso y con brazos
abiertos, indica lo radical del reino que estaba iniciando y que no
bajaba los requisitos para ganar a “un gran pez”. MH
f. No importa cuán activo pueda ser alguien en lo religioso, nadie
puede entrar al reino de Dios sin experimentar la regeneración
personal del nuevo nacimiento (cp. Mt. 19:28). JM
g. Nicodemo, como los otros judíos, anticipaba con ansias ese reino
glorioso. Desdichadamente, creían ellos que por ser descendientes de
Abraham, observar la ley y realizar ritos religiosos externos (la
circuncisión particularmente), obtendrían la entrada al reino. JM
2. La respuesta de Jesús es otro mashal (cf. 2:19). A Nicodemo debió parecerle
algo semejante a una adivinanza.
a. En su respuesta Nicodemo demuestra que no había comprendido en
absoluto el profundo significado del divino mashal “¿Cómo puede un
hombre nacer cuando ya es viejo?”
b. Nicodemo, como si quisiera mostrar el carácter absurdo de estas
palabras, toma un caso extremo: ¡a quién se le ocurriría pensar que un
hombre viejo realmente tenía que nacer otra vez! Así pues, Nicodemo
prosiguió: No puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre
y nacer, ¿verdad? Solo el pensarlo le parece a este fariseo totalmente
imposible. La respuesta que él espera a esta pregunta retórica es, por
supuesto, negativa. (Véase 2:19 para otros ejemplos de una crasa
interpretación literal.)
B. Las implicaciones de las palabras de Jesús a Nicodemo eran asombrosas.
Toda su vida él había observado la ley diligentemente (cp. Mr. 10:20), así
como los rituales del judaísmo (cp. Gá. 1:14). Se había unido a los fariseos
ultra-religiosos e incluso se había hecho miembro del sanedrín. Ahora
Cristo le estaba diciendo que se olvidara de eso y comenzara de nuevo;
que abandonara todo el sistema de justicia por obras en el cual había
puesto su esperanza; que se diera cuenta de la impotencia de los esfuerzos
humanos para salvarse. JM
En el versículo 4 se ve la ignorancia de Nicodemo en cuanto a cómo entrar en el reino de Dios.
III. Jesús le dice a Nicodemo la única manera de entrar al reino. 4-8.
4 La respuesta de Nicodemo2 2 refleja que ha entendido que Jesús le está hablando de un
nacimiento físico (véase otras malinterpretaciones en el comentario de 2:20). En una
situación como aquella, lo más normal hubiera sido no tomar las palabras de Jesús de
forma literal. ¿Por qué optó Nicodemo por aquella curiosa interpretación? Quizá
simplemente porque temía que su dignidad se viera atacada. Sabemos que en aquella
época había prosélitos que eran aceptados en la comunidad judía como hijos recién
nacidos2 3. Nicodemo debió de creer que el término que se usaba para los gentiles era la
última palabra que debía escogerse para designar a alguien que, además de judío, era
fariseo y miembro del Sanedrín2 4. Así que, en vez de seguir el hilo de la conversación, opta
por malinterpretar las palabras de Jesús. Probablemente la mal interpretación fue causa de
sus prejuicios, y no de su torpeza. Quizá pensara:
«Un hombre es la suma de sus vivencias, de las cosas que le han ocurrido a través de los
años. Es un cúmulo de dudas, incertidumbres, deseos, esperanzas, miedos y costumbres –
buenas y malas – que ha ido adquiriendo con el paso de los años. Sería fantástico poder
olvidarlo todo, y poder empezar de nuevo. Pero, ¿cómo puede ser posible?2 5 ¿Puedo2 6
volver a entrar en el vientre de mi madre2 7? Si un milagro así, en el ámbito físico, es
irrealizable, ¿cómo va a ser posible rehacer el ser de una persona? ¡La regeneración es algo
inverosímil!».
El v. 5 amplía y aclara la exigencia inicial de Jesús. MH
Sin embargo, en esta ocasión no habla simplemente del que “es nacido del Espíritu” (como
hace en los vv. 6 y 8), sino que habla del que “nace de agua y del Espíritu”. Las explicaciones
que se han dado a esta expresión tan poco usual son muchas, pero la mayoría quedan
recogidas en una de estas tres agrupaciones.

(i) El “agua” representa la purificación (cf. 2:6). Si esta es la explicación correcta,


quizá podría ser que se tomara como referencia el bautismo de Juan. Aquel era
“un bautismo de arrepentimiento” (Mr. 1:4), que tenía que ver con la purificación
(v. 25), y se podía contrastar de forma explícita con el Bautismo del Espíritu (1:33).
El significado sería, pues, que Nicodemo tendría que pasar a formar parte de todo
lo que el “agua” significa (el arrepentimiento, etc.), y que también tendría que
pasar a experimentar lo que puede resumirse como “nacido del Espíritu”; así, ya
podría estar totalmente seguro de tener la vida divina que Jesús imparte3 0. Las
dos exigencias son radicales. Los fariseos rechazaron el bautismo de Juan (Lc.
7:30), y también se opusieron a Jesús y todo lo que Él representaba. Así que
esperar que Nicodemo aceptara los dos bautismos era pedirle un esfuerzo
enorme.
(ii) El “agua” podría estar relacionada con la procreación. Este concepto nos puede
resultar bastante extraño. Pero Odeberg ha reunido una larga lista de pasajes de
fuentes rabínicas, mandeístas y herméticas3 1 que demuestran que términos como
“agua”, “lluvia”, “rocío” y “gota” se usaban para referirse al semen del hombre. Si
el “agua” en este texto tuviera este significado, cabrían dos posibles
interpretaciones. Nacer “de agua” sería el nacimiento natural, después del cual se
tendría que dar el nacimiento “del Espíritu”, es decir, la regeneración espiritual. O
mejor aún, podríamos interpretar que la conjunción de ambos, el “agua” y el
“Espíritu”, significan algo como “semilla espiritual”3 2. En este caso, ser nacido “de
agua y el Espíritu” no se diferencia mucho de ser nacido “del Espíritu”3 3. Lindars
no está de acuerdo porque cree que “si Juan hubiera querido decir eso, habría
escrito ‘de sangre’, como hizo en 1:13”. ¡Pero cómo va a saber nadie la forma en
que Juan iba o no iba a expresarse! Es una declaración demasiado pretenciosa. La
hipótesis de Oderberg sería más aceptable.
(iii) El “agua” podría referirse al bautismo cristiano3 4. A favor de esta hipótesis, puede
decirse que no sería de extrañar que los cristianos de aquel entonces – cuando se
publicó el Evangelio – hubieran asociado el agua con el Bautismo3 5. Además,
seguro que Juan jugó con las palabras sabiendo que esta era una asociación
bastante previsible. Sin embargo, ¿cómo iba a percibir Nicodemo una alusión a un
sacramento que aún no existía? Asimismo, cuesta aceptar que Jesús hablara de
forma totalmente incomprensible. Su propósito no era ser misterioso, sino
iluminar3 6. Sea como sea, el énfasis del pasaje no recae sobre un rito de la Iglesia,
sino que recae sobre la obra o actividad del Espíritu.

Parece que la segunda explicación es la más probable, en la que se toma el “agua” y el


“Espíritu” como una referencia a la misma realidad. Nicodemo era fariseo. Estaba
acostumbrado a aquella manera de hablar, así que la alusión debió de ser, para él, algo
natural. Deberíamos entender, pues, que el pasaje habla de “nacer del agua espiritual”, e
interpretar que es otra forma de definir “nacer del Espíritu”. Jesús está hablando del milagro
que tiene lugar cuando la obra o la actuación divina regeneran a la persona. Esa persona nace
de nuevo por la acción del mismo Espíritu de Dios. Como a Juan le gusta usar expresiones que
pueden interpretarse en más de un sentido, también cabe la posibilidad de que quiera que
entendamos de igual forma los otros sentidos. Pero, sea como sea, el significado principal
tiene que ver con la regeneración que Dios realiza. Morris
En el versículo 3 Jesús ha hablado de “ver” el reino de Dios; aquí, habla de “entrar” en él.
Puede que no haya una gran diferencia de significado 3 8. Pero en los dos versículos Jesús
enfatiza que la regeneración espiritual es indispensable si queremos ser de Dios. La herejía
perenne de la raza humana es pensar que podemos entrar en el reino de Dios por nuestros
propios esfuerzos. Jesús deja claro que esto es imposible y que, para entrar en el reino, es
necesario que el poder del Espíritu nos regenere completamente. Estas solemnes palabras
eliminan para siempre la salvación por méritos humanos. Nuestra naturaleza está tan
contaminada por el pecado, que la única solución es que el Espíritu de Dios nos cambie
totalmente para estar en condición de entrar en el reino de Dios. Morris
5. Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que a menos que uno naciere de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. La clave para la interpretación de estas palabras
se encuentra en 1:22. (Cf. también 1:26, 31; y Mt. 3:11; Mr. 1:8; Lc. 3:16) donde el agua y el
Espíritu aparecen juntos en relación con el bautismo. Así, pues, el significado evidente es éste:
el ser bautizado con agua no es suficiente. La señal ciertamente, es de gran valor. Tiene mucha
importancia como una representación visible y como sello. Pero la señal debe ir acompañada
de la cosa significada: la obra purificadora del Espíritu Santo. Esto último es lo indispensable
para la salvación. Téngase en cuenta que en los versículos 6 y 8 ya no se dice nada sobre el
nacimiento de agua sino solamente acerca del nacimiento del Espíritu, el único indispensable.
Es cierto, no obstante, que la obra purificadora del Espíritu Santo no termina sino
hasta que el creyente entra en el cielo. En un sentido, el llegar a ser hijo de Dios es un proceso
que dura toda la vida (cf. 1:12), pero en el presente pasaje se trata de la limpieza inicial
derivada de la implantanción de una nueva vida en el corazón del pecador, y esto se deduce
claramente de la afirmación hecha de que uno no puede entrar en el reino de Dios si no ha
nacido de agua y del Espíritu. (Para el significado de el reino de Dios véase 3:3.)
6. Por consiguiente, se insiste mucho en el hecho de que el nacimiento físico (véase
1:13) no da a nadie prerrogativas en la esfera de la salvación. Por esta misma razón Jesús
prosigue: Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
(Acerca de los diversos significados de la palabra “carne” en el cuarto Evangelio, véase 1:14.)
Este versículo se podría parafrasear del siguiente modo: La naturaleza humana pecadora
produce naturaleza humana pecadora (cf. Job 14:4, “¿Quién puede sacar lo limpio de lo [p
145] inmundo? Nadie”. Cf. También Sal. 51:5). El Espíritu Santo es el autor de la naturaleza
humana santificada.
Respondió Jesús a la confusión de Nicodemo elaborando más la verdad que introdujo
en el versículo 3. JM
v. 5. De agua y Espíritu.
Debe de haber algo que Nicodemo sintiera conocido, pues Jesús esperaba que Nicodemo
entendiera esta verdad (v. 10). El agua y el Espíritu suelen referirse simbólicamente en el
Antiguo Testamento a la renovación y la limpieza espiritual (cp. Nm. 19:17-19; Is. 4:4;
32:15; 44:3; 55:1; Jl. 2:28-29; Zac. 13:1). En uno de los pasajes más gloriosos de todas las
Escrituras donde se describe la restauración de Israel al Señor por el nuevo pacto, Dios dijo
por medio de Ezequiel: (Ez. 36:24-27). JM

Con seguridad era este el pasaje que Jesús tenía en mente para mostrar que la regeneración es
una verdad del Antiguo Testamento (cp. Dt. 30:6; Jer. 31:31-34; Ez. 1:18-20) que Nicodemo no
desconocía para nada. Sobre este telón de fondo del Antiguo Testamento, la enseñaza de
Cristo era inequívoca: sin el lavado espiritual del alma—limpieza alcanzada solo por el Espíritu
Santo (Tit. 3:5) por medio de la Palabra de Dios (Ef. 5:26) —, nadie puede entrar a su reino. JM
Jesús continuó recalcando aún más que esta limpieza espiritual la hace Dios completamente,
no es resultado de los esfuerzos humanos: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es
nacido del Espíritu, espíritu es”. Tal como la naturaleza humana solo puede engendrar
naturaleza humana, así también solo el Espíritu Santo puede efectuar la transformación
espiritual. El término carne (sarx) aquí se refiere solamente a la naturaleza humana (como en
1:13-14); en este contexto no tiene la connotación moral negativa que Pablo le atribuye
frecuentemente en sus escritos (p. ej., Ro. 8:1-8, 12-13). Aun si el nacimiento espiritual fuera
posible, este solo produciría carne. De modo que solo el Espíritu puede producir el nacimiento
espiritual requerido para entrar en el reino de Dios. La regeneración es completamente una
obra suya, sin ayuda de esfuerzo humano alguno (cp. Ro. 3:25). JM

Parece que Jesús mismo quiso interpretar el v. 5 con las palabras del v. 6. Hay dos clases de
nacimiento: el físico y el espiritual. El tiempo aoristo de los verbos (vv. 3, 4, 5, 7) establece el
hecho del nacimiento, pero el tiempo perfecto aquí (v. 6) marca el estado existente y continuo
de lo que nació. El término carne (sarx4561), que a veces se refiere a la condición pecaminosa
del hombre, especialmente en los escritos paulinos, aquí se refiere solamente a la naturaleza
humana. Jesús emplea una analogía para explicar lo que es necesario para entrar en el reino
de Dios. El ser humano recibe un cuerpo adaptado para funcionar en el mundo material por el
nacimiento físico de padres humanos. En una manera parecida, el ser humano que cree en
Cristo recibe una naturaleza espiritual del Padre celestial, efectuada por el Espíritu Santo y
adaptada para funcionar en el reino de Dios. MH

7. Jesús continúa, No te maravilles (o, no te empieces a maravillar) de que te dije: Os es


necesario nacer de nuevo. A Nicodemo todo aquello le parecía sumamente extraño. Estaba
acostumbrado a la idea de salvación por medio de las obras de la ley; es decir, por un acto del
hombre. Pero la enseñanza que ahora recibe es que la salvación es un don de Dios, y que, en su
primera etapa, tiene lugar por medio de un acontecimiento en el que el hombre es
necesariamente pasivo. Una persona no puede hacer nada en cuanto a su propio nacimiento. Y
sin embargo Jesús había dicho: “Os es necesario nacer de nuevo”. Con frecuencia, en la
predicación de nuestros días, se interpreta mal la expresión es necesario. Se debe entender
claramente que, en concordancia con todo el contexto, no se refiere a la esfera de la
obligación moral sino a la del decreto divino. Cuando Jesús dice: “Os es necesario nacer de
nuevo”, no significa, “Haced todo lo posible para nacer de nuevo”. Por el contrario, lo que
quiere decir es: “Algo tiene que sucederos: el Espíritu Santo debe poner en vuestro corazón la
vida de lo alto”. Y Nicodemo debía haber tenido un conocimiento lo suficientemente profundo
de su propia incapacidad y corrupción para comprender esto inmediatamente. Entonces no
hubiera mostrado con su expresión o con sus palabras que le resultaba tan extraña y
sorprendente la enseñanza de Jesús acerca de la absoluta necesidad y del carácter soberano
de la regeneración.

v. 7. Aunque las palabras de Jesús tenían su base en la revelación del Antiguo Testamento, iban
en la dirección completamente opuesta de lo que se le había enseñado a Nicodemo. Él había
creído toda su vida que la salvación venía por sus propios méritos externos. Ahora le resultaba
muy difícil pensar de otra manera. Consciente de su asombro, Jesús continuó: “No te
maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”. El verbo que se traduce es
necesario es un término fuerte; Juan lo usó en otra parte de su Evangelio para referirse a la
necesidad de la crucifixión (3:14; 12:34), a la inferioridad de Juan el Bautista comparado con
Cristo (3:30), al método apropiado de adorar a Dios (4:24), a la ejecución del ministerio de
Jesús (4:4; 9:4; 10:16) y a la necesidad de la resurrección (20:9). Era absolutamente necesario
que Nicodemo superara su perplejidad por estar tan equivocado en cuanto a cómo funciona la
aceptación en el reino de Dios y buscara nacer de nuevo si quería entrar. Y nunca lo podría
hacer con base en sus obras de justicia. JM

8. El carácter soberano de la regeneración se aclara con una ilustración tomada de la acción


del viento. En la primera cláusula del versículo 8 el vocablo πνεῦμα significa viento y no
Espíritu, como lo demuestra la última cláusula, “… así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.
Esta cláusula—y especialmente la palabra así—indica que se trata de una comparación. Jesús,
entonces, dice: El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido; pero no sabes de dónde viene,
ni a dónde va. No hay nadie en la tierra que pueda dirigir el viento. Actúa con independencia
completa. Ni aun se lo puede ver. Sabemos que está ahí porque produce un sonido al chocar
con los objetos. Nadie conoce su origen ni su destino.77 Jesús añade: … así es todo aquel que
es nacido del Espíritu. La relación del viento con respecto al cuerpo se asemeja a la del Espíritu
con el alma. El viento actúa según le place. Así también el Espíritu. Su acción es soberana,
incomprensible y misteriosa. ¡Qué gran lección era ésta para un hombre que se había criado
en la creencia de que una persona podía y debía salvarse [p 146] a sí misma mediante una
obediencia perfecta a la ley de Moisés y a una multitud de preceptos fabricados por el
hombre!
Hay algo misterioso en la operación del viento: oímos su sonido, sentimos su movimiento y
vemos el efecto que tiene en objetos, pero no podemos verlo, ni precisar de dónde viene, ni
exactamente hacia dónde se dirige. Tampoco podemos ver al Espíritu Santo, ni saber cómo
opera en el ser humano, pero podemos sentir su movimiento en nuestra vida y observar el
efecto de su presencia y operación en la vida de personas que han nacido de nuevo. MH

IV. Jesús reprende a Nicodemo por no aceptar su enseñanza.

Aunque Nicodemo era un profesor reconocido, probó ser un mal aprendiz. Su pregunta indica
el poco progreso que había hecho desde el versículo 4: “¿Cómo puede hacerse esto?”. A pesar
de la aclaración adicional de Jesús en los versículos 5-8, Nicodemo aún no podía aceptar lo que
estaba oyendo. No podía dejar ir su sistema religioso legalista y darse cuenta de que la
salvación era una obra soberana y por gracia del Espíritu de Dios. JM

¿Cómo puede suceder eso? es una pregunta de Nicodemo que expresa su perplejidad ante la
explicación de Jesús, sin un intento de refutarla. La traducción lit. sería: “¿Cómo es posible que
estas cosas lleguen a suceder?”. “Estas cosas” se refiere al nuevo nacimiento. El fariseo pide
una explicación más comprensible de este gran misterio. MH

9. Debe haber sido muy difícil para Nicodemo despojarse de lo que siempre había creído. Por
eso respondió y le dijo: ¿Cómo puede ser esto? Siempre hace la misma pregunta: ¿cómo
puede?, no puede, ¿verdad?, ¿cómo puede? (3:4, 9). Se ve claramente que este líder religioso
carecía del más elemental conocimiento del camino de salvación. Su preparación farisaica
parece haberle hecho inmune a la percepción espiritual. ¿Seguía todavía pensando que las
palabras de Jesús se debían entender en un sentido completamente literal?
10. Respondió Jesús y le dijo: Tú eres maestro de Israel, y sin embargo, con todo ¿no sabes
esto? Tanto Israel como maestro van precedidos del artículo definido, de forma que esta
exclamación se podría parafrasear del siguiente modo: ¿Y tú, el tan conocido e importante
maestro del muy favorecido pueblo de Israel, quieres realmente decir que tú eres ignorante en
cuanto a estos asuntos? Nicodemo disponía del Antiguo Testamento, de las enseñanzas del
Bautista, y de las palabras de Jesús dadas en 3:3–8; pero hasta ahora la verdad no parece
haber penetrado en su mente.
Dada su posición como maestro de Israel, era de esperar que Nicodemo supiera esto que
Jesús decía. Su falta de entendimiento era inexcusable, considerando su conocimiento del
Antiguo Testamento. El uso del artículo definido antes de maestro indica que Nicodemo era un
maestro reconocido y establecido en Israel. A Jesús le pareció inexcusable que este erudito
prominente no conociera el fundamento bíblico de la enseñanza sobre el nuevo pacto
concerniente a la única forma de obtener la salvación (cp. 2 Ti. 3:15). Tristemente, Nicodemo
es un ejemplo claro del efecto adormecedor que tiene la religión legalista y externa en la
percepción espiritual de una persona… hasta el punto de oscurecer la revelación de Dios. JM
El Rabí se sorprende por la falta de conocimiento de otro rabí, representante de los más
eruditos y de la suprema autoridad del judaísmo. Había exhortado a Nicodemo a dejar de
maravillarse de sus enseñanzas (v. 7), pero ahora en el v. 10 él mismo se maravilla de la falta
de conocimiento del maestro de Israel (ver Mar. 6:6). En el texto gr. hay un artículo definido
ante maestro, traducido “el maestro de Israel”, indicando que Nicodemo sería miembro del
Sanedrín y tendría un puesto oficial de gran importancia. Con más razón, él tendría que haber
comprendido que el hombre no podría obtener la justicia de Dios, o entrar en el reino de Dios,
basado en su propio esfuerzo, méritos o justicia. MH
11. El diálogo se transforma ahora en un discurso. Jesús habla y Nicodemo escucha. Jesús dice:
De cierto, de cierto (cf. 1:51) te digo, lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto
testificamos. En contraste con el “sabemos” de Nicodemo (3:2), conocimiento producido por
la reflexión humana, el Señor presenta su propio “sabemos”, que expresa un conocimiento
resultante de su estrecha comunión con el Padre (5:20; 14:10). Jesús, por consiguiente, quiere
que Nicodemo sepa que no existen dudas acerca de la doctrina del bautismo y de la
regeneración que acaba de comentar, ni tampoco en relación con la doctrina del decreto
eterno de Dios para la salvación de pecadores, que está a punto de desarrollar.

En este versículo observamos un paralelismo: paralelo a “lo que sabemos” está “lo que hemos
visto”, que tiene más fuerza. Y de igual modo, “hablamos” queda explicado por “testificamos”,
que es también una expresión más poderosa y definida. (Véase 1:7 para los términos
testimonio y testificar.) Jesús habla en plural y no en singular. Con toda probabilidad no se
refiere a sí mismo y a los profetas. Es más natural que la referencia sea al mismo Jesús y a Juan
el Bautista. El término testificamos nos recuerda inmediatamente lo que se había dicho con
relación al Bautista (cf. 1:7, 8, 34). No hay que olvidar tampoco que 3:5 apunta a la obra del
precursor.
Jesús continúa: … pero no aceptáis nuestro testimonio. Nicodemo había mostrado con sus
preguntas y con toda su expresión que no estaba preparado para aceptar las enseñanzas de
Jesús referentes a la [p 147] necesidad de la regeneración. Además, Jesús podía leer lo que
había en su corazón (2:25). Y Nicodemo no era el único que vacilaba en creer esa extraña
doctrina. Cristo usa el plural vosotros. Los miembros del Sanedrín rehusaron admitir que el
Bautista estaba en lo cierto al testificar sobre Jesús. Este cuerpo tampoco quiso creer que Jesús
era lo que decía ser. En consecuencia, todos estos pontífices, ancianos y escribas rechazaron la
enseñanza de Jesús acerca de la regeneración.
12. El Señor prosigue: Si os he hablado de cosas terrenales—implicando que ha estado
haciendo eso—y no creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las celestiales? Jesús había estado
hablando de cosas terrenales; es decir, de cosas que, aunque de carácter y origen celestiales,
tienen lugar en la tierra; p. ej., la regeneración. Pero en 1:11, 26; 2:4, 9, se ve claramente que,
aunque tales verdades aparecen incluso en el Antiguo Testamento, fueron, no obstante,
rechazadas por hombres como Nicodemo. Tales doctrinas, en el mejor de los casos, eran
consideradas como muy raras. No eran bien recibidas.
Ahora bien, lo que Jesús hace resaltar es esto: si se consideran increíbles estas cosas
terrenales, que suceden dentro de la esfera de la experiencia del hombre (no decimos
experiencia consciente) y cuya necesidad debiera hacerse evidente de inmediato a cualquiera
que reflexionara sobre su propia incapacidad natural de agradar a Dios, ¿no se rechazarán con
mayor prontitud las cosas celestiales—p.ej., el plan eterno de Dios de enviar a su Hijo al
mundo para la redención de la humanidad (cf. 3:16)? Estas cosas celestiales están
completamente fuera del alcance de la experiencia del hombre. Son tan majestuosas y
trascendentes en su concepción y origen que nunca hubieran pasado por la mente finita del
hombre. Si, pues, las cosas terrenales han sido rechazadas, ¿cómo se puede esperar que se
acepten las cosas del cielo que son mucho más misteriosas? Esta pregunta sirve, al mismo
tiempo, como una llamada de atención a Nicodemo. Tenía que pensar y reflexionar. Hasta
ahora las enseñanzas de Cristo le parecían increíbles. ¿Podría ser que este silencio de
Nicodemo, es decir, su incapacidad para interrumpir con otro “cómo puede ser ésto” (3:4, 9),
muestra que la llamada de atención ha surtido efecto?
13. Y nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre. Para tener
información de primera mano sobre esas cosas celestiales se tiene que haber estado presente
en el salón del trono de Dios cuando se tomaron las decisiones. Pero, nadie ha subido al cielo.
Por esta razón, el decreto de Dios referente a la redención de su pueblo está totalmente fuera
del alcance del conocimiento del hombre a menos que le sea revelado. ¿No había realmente
nadie con el Padre cuando se trazó el plan que se centra en el decreto de enviar [p 148] al Hijo
al mundo para sobrellevar la maldición y libertar a los hombres? Sí, había uno, el que
descendió del cielo, a saber el Hijo del Hombre. (Referente a ὁ ἐκ τοῦ οὐρανοῦ καταβάς, véase
también sobre 6:41.) Sobre Hijo del Hombre véase 12:34. Sobre que está en el cielo, véase nota
458.
Su ignorancia sirve de ejemplo a la bancarrota espiritual de Israel (cp. Ro. 10:2-3). En palabras
de Pablo, los judíos no reconocieron “la justicia de Dios, y procurando establecer la suya
propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Ro. 10:3). Por lo tanto, su “celo por Dios… no
se [basaba] en el conocimiento” (Ro. 10:2, NVI), lo cual quiere decir que todo fue por nada. JM
Aunque nada sugiere en este pasaje la conversión de Nicodemo en aquella noche (y el v. 11
implica fuertemente que no ocurrió), él nunca olvidó su conversación con Jesús. Más adelante,
lo defendió audazmente ante el sanedrín (7:50-51) y ayudó a José de Arimatea a preparar su
cuerpo para la sepultura (19:38-39); acciones que indican la presencia de la fe genuina en su
vida. En algún momento posterior a aquella noche memorable con Jesús, pero antes de la
crucifixión, Nicodemo entendió la gracia soberana y experimentó la realidad del nuevo
nacimiento. JM

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