Eterno Padre
Eterno Padre
Eterno Padre
Eterno Padre, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha salvado, aún contra mi propia
voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios mío,
por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mí. La única recompensa que puedo darte
en retribución de todo lo que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria.
Estoy delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y quiero permanecer en tu
adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi consagración y
entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.
Jesús bendito, estoy frente a Ti y quiero arrancar a Tu Divino Corazón innumerables gracias para
mí y para todas las almas, para la Santa Iglesia, tus sacerdotes y religiosos. Permite, oh Jesús, que
estas horas sean verdaderamente horas de intimidad, horas de amor en las cuales me sea dado
recibir todas las gracias que Tu Corazón divino me tiene reservadas.
Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, me uno a Ti y te suplico me hagas partícipe de los
sentimientos de Tu Corazón Inmaculado.
¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no
esperan y no te aman.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el
preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los
Sagrarios del mundo, en reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El
mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón
de María, te pido la conversión de los pobres pecadores. Amen
2. Oh Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, aquí presente en el Santísimo Sacramento del altar,
creo todo lo que Vos, mi Señor, me habéis revelado.
Arrepentido de todos mis pecados, esperando en Vos que nunca permite que sea confundido,
agradeciendo por este don supremo, amándoos sobre todas las cosas en este Sacramento de
vuestro amor, adorándoos en el misterio profundo de vuestra humildad, os manifiesto y hago
patente todas las heridas y miserias de mi pobre corazón y os pido me deis todo lo que necesito y
deseo.
Pero tan solo os necesito a Vos, oh Dios mío, tan solo os deseo a Vos, vuestra gracia y la gracia de
usar debidamente vuestras gracias, poseeros en esta vida y poseeros en la otra.
Bendito seáis, oh poder divino de vuestro paternal Corazón, que aunque todo lo podéis, sin
embargo, no podíais darnos un don más precioso que este Santísimo Sacramento.
Oh Pan celestial, gran Sacramento, os adoro y os alabo en todo momento. (repítase después de
cada alabanza.)
Bendita seáis, oh Sabiduría del Verbo Divino, que todo lo sabéis y lo ordenáis, y sin embargo no
sabíais prepararnos una comida más exquisita, que este Santísimo Sacramento.
Bendito seáis, oh Dios mío, que en vuestra inefable dulzura de amor os habéis transformado en
este pan para dárosnos como el más dulce manjar.
Bendito seáis, oh Dios mío, que habéis encerrado todos vuestros misterios en esta humilde forma
de pan terrenal. ¡Oh Trinidad Santísima! Amén
3. Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las misas
celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas animas del purgatorio por todos los
pecadores del mundo.
Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. Amen.