Prevencion de Ulceras Por Presion
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Capítulo 3.3
INTRODUCCIÓN
La problemática de las úlceras por presión (Upp) en el territorio español es una
realidad, según los datos que se desprenden del primer Estudio Nacional de Preva-
lencia de úlceras por presión realizado por el GNEAUPP. Situación que acarrea gra-
ves repercusiones en diferentes terrenos: se verá afectada la salud del paciente por-
tador, su calidad de vida y la del entorno de cuidados, el consumo de recursos pa-
ra el sistema de salud e incluso en el plano legal al tratarse de lesiones de carácter
evitable como apuntan al respecto numerosos autores: “El 95% pueden prevenir-
se” (Pam Hibbs).
El interés por el control y disminución de su presencia en nuestro entorno de cui-
dadores nos lleva a la necesidad de disponer de estrategias de educación y prevención
basadas en las mejores evidencias científicas disponibles e integrarlas en guías de prác-
tica clínica interdisciplinares que consideren las distintas realidades asistenciales.
Martínez F, Soldevilla JJ, Novillo LM, Segovia T. En: Soldevilla JJ, Torra JE (eds). Prevención de úlceras por presión.
En: Soldevilla JJ, Torra JE (eds). Atención Integral de las Heridas Crónicas, 1ª Ed. Madrid: SPA; 2004; 197-208.
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dados, y también como única salvaguarda legal consistente ante posibles deman-
das por mala praxis.
Los principales documentos de consenso, tanto a nivel nacional como interna-
cional, recomiendan el uso sistemático de Escalas de Valoración del Riesgo a desa-
rrollar úlceras por presión (EVRUPP).
Las EVRUPP son instrumentos objetivos que nos facilitan la cuantificación del ries-
go global de desarrollar Upp y los factores de riesgo específicos de cada paciente.
La identificación individual de los factores de riesgo nos permite iniciar precozmen-
te programas preventivos basados en la individualización de los cuidados según las
necesidades de cada paciente.
Las EVRUPP deben adaptarse a la idiosincrasia del contexto asistencial en el que
nos encontremos; estar validadas respecto a su sensibilidad, especificidad, valor pre-
dictivo y variabilidad interobservador y, en ningún caso, deberían modificarse sin
proceder a su validación. Para una mayor profundización en el tema puede revisar
el capítulo 3.4 dedicado a las EVRUPP.
CUIDADOS ESPECÍFICOS
LA PIEL
La piel, como órgano más externo de nuestro organismo, se ve influida por la
edad y un conjunto de factores medioambientales en el desarrollo normal de su fun-
cionamiento. El control de estos factores nos permitirá optimizar sus condiciones,
prolongar “su vida” y prevenir procesos indeseables.
Los cuidados de la piel requieren como premisa previa, realizar al menos una ins-
pección diaria, especialmente de las zonas de riesgo, tales como prominencias óseas
(sacro, talones, caderas...), zonas expuestas a un exceso de humedad (por inconti-
nencia, estomas, secreciones...) o por presencia de sequedad, escoriaciones, erite-
mas, induración, etc. También debemos tener en cuenta las zonas en contacto con
dispositivos terapéuticos especiales, tales como sondas nasogástricas y vesicales, mas-
carillas, férulas, órtesis, etc.
La higiene diaria nos permite mantener la piel del paciente limpia y seca. Para
ella, utilizaremos jabones neutros o sustancias limpiadoras que no irriten ni alteren
el pH de la piel, agua tibia, aclarando bien los restos de jabones y realizando un se-
cado minucioso por contacto, evitando friccionar esas zonas más vulnerables.
Para potenciar la hidratación de la piel nos valdremos de cremas hidratantes, ase-
gurándonos cuando se aplique su completa absorción y evitaremos la utilización de
cualquier producto que contenga alcohol (colonias, alcohol de romero...), ya que re-
secan la piel y pueden producir una vasoconstricción.
Estudios recientes han demostrado la efectividad de los ácidos grasos hiperoxi-
genados (Corpitol® y Mepentol®) en la prevención de Upp, al posibilitar una óptima
hidratación de la piel, lo que mejora la resistencia de la piel frente a la fricción y pre-
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EXCESO DE HUMEDAD:
INCONTINENCIA, TRANSPIRACIÓN O DRENAJES DE HERIDAS
La presencia de incontinencia, estomas, fístulas, drenajes o heridas muy exudati-
vas al igual que padecer una sudoración profusa, si no están controladas pueden ge-
nerar un exceso de humedad que favorezca la deshidratación de la piel y el reblan-
decimiento del estrato córneo de la epidermis. Este exceso de humedad puede ser el
factor coadyuvante o desencadenante de una pérdida de continuidad en la piel.
Para evitarlo, realizaremos después de cada episodio de micción o defecación o an-
te la presencia de un exceso de humedad de cualquier otro origen, una adecuada hi-
giene de la zona. Siempre que sea posible tendrá que procederse al tratamiento de la
incontinencia o en su defecto será necesario seleccionar adecuada e individualmente el
amplio arsenal de absorbentes, colectores, etc., para mitigar sus efectos indeseables.
Existen en el mercado productos barrera que protegen la piel contra el exceso de
humedad o exudados, siendo eficaces tanto en situaciones de incontinencia como
en el resto de procesos ya enunciados. Comercializado en España como Cavilon®, se
presenta un derivado polimérico, libre de alcohol, que forma una película transpa-
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MANEJO DE LA PRESIÓN
El conjunto de cuidados a emprender para realizar un emprender efectivo de la
presión pasa por tener en cuenta cuatro elementos clave para su control: la movili-
zación, los cambios posturales, las superficies especiales para el manejo de la pre-
sión y las protecciones locales ante la presión.
MOVILIZACIONES
La movilidad y la actividad son dos factores predictivos del desarrollo de Upp,
muestra de ello es que forman parte ineludible de los indicadores valorados por un
gran número de EVRUPP. Es preceptivo elaborar un plan de cuidados que potencie
y mejore la movilidad y la actividad del paciente.
CAMBIOS POSTURALES
Los cambios posturales se realizarán a aquellos pacientes que no pueden cam-
biar de posición por sí mismos. La frecuencia de estos dependerá del riesgo que
presente el paciente para desarrollar Upp y la disponibilidad de superficies espe-
ciales y otros dispositivos de manejo de la presión, si bien como norma general se
aconseja su realización cada 2-3 horas en pacientes encamados, siguiendo una ro-
tación programada (decúbito supino, lateral derecho, lateral izquierdo) e indivi-
dualizada, que nos permita una continuidad y adecuación de los cuidados. Debe-
remos asegurarnos de que el paciente no apoye sobre sus lesiones en el caso que
proceda, no exista contacto entre distintas prominencias óseas, no se sobrepase los
30º de inclinación en los decúbitos laterales1 y si fuese necesario incorporar la ca-
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Existen evidencias de que inclinaciones superiores a los 30 grados pueden producir fenómenos de
isquemia en las zonas de apoyo (trocánteres).
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CUIDADOS GENERALES
El control y tratamiento de las distintas entidades que pueden predisponer al desa-
rrollo de úlceras por presión será una norma básica en el programa de prevención de
éstas.
El seguimiento de pacientes crónicos, especialmente aquellos con moderadas o
graves dependencias relacionados con trastornos respiratorios, circulatorios, meta-
bólicos o neurológicos es un aliado valioso en el proceso de prevención de estas le-
siones.
Dentro de los cuidados generales para la prevención de Upp, la dimensión nu-
tricional cobra una gran importancia.
Es preciso identificar y corregir, si se precisaran, los diferentes déficits nutricio-
nales relacionados con el aporte de calorías, proteínas, vitaminas y minerales.
El mayor conocimiento del rol que operan los cuidados nutricionales en el pro-
ceso de cicatrización de las heridas crónicas, ha trascendido al espectro profiláctico,
recomendándose la administración de una dieta hipercalórica e hiperproteica en
aquellos pacientes con riesgo elevado de desarrollar úlceras por presión.
La necesidad de garantizar el ingreso de macro y micronutrientes específicos en unas
determinadas proporciones en el caso de que el paciente presentara alguna de estas le-
siones, está anclada en numerosas y recientes evidencias científicas como podrá des-
cubrir de manera detallada en el capítulo referido a la nutrición y heridas crónicas.
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SITUACIONES ESPECIALES
Hay una serie de situaciones especiales en las que el paciente puede ver noto-
riamente aumentado el riesgo de desarrollar úlceras por presión, también enferme-
dades que aumentan la probabilidad de necrosis. En esos casos, sólo son necesarios
breves períodos de tiempo para que la presión sobre determinadas áreas pueda con-
cluir en lesiones definitivas.
Cabe citar la disminución de la sensibilidad y movilidad, la sedación, el dolor, la
insuficiencia vasomotora, la presión arterial baja, la vasoconstricción periférica, la in-
suficiencia cardiaca, la deshidratación, la septicemia, las alteraciones endoteliales,
los déficits nutricionales o el uso de fármacos simpaticomiméticos como situaciones
de extremo riesgo.
Estas circunstancias tendrán que ser tenidas en consideración al tiempo de pla-
nificar los cuidados preventivos.
De igual modo, ciertos grupos de pacientes encajan en un patrón de especial vul-
nerabilidad y deberán ser contemplados como tales desde el mismo momento en
que se incorporen al sistema sanitario o social en cualquiera de sus niveles.
Son pacientes muy susceptibles de desarrollar úlceras por presión:
• Todos aquellos que tienen limitada su capacidad de movilizarse de forma au-
tónoma: pacientes con alteraciones neurológicas, lesiones medulares (pacientes cua-
dripléjicos hospitalizados).
• Ancianos frágiles (por su edad elevada, aislamiento, altas recientes de institu-
ciones, consumidores de varios fármacos…), ancianos ingresados en instituciones
residenciales poco controladas y muy especialmente, pacientes ancianos ingresados
por fractura femoral.
• Personas mayores que permanecen durante largo tiempo en camillas en servi-
cios de urgencias o unidades de pre-ingreso.
• Pacientes de cualquier edad en unidades de cuidados intensivos.
• Pacientes sometidos a cirugía de larga duración, intervenciones quirúrgicas con
técnicas especiales (circulación extracorpórea, hipotermia…) o medicamentos va-
sopresores.
El rápido inicio de los cuidados y el rigor en la implementación de este pro-
grama de prevención de úlceras por presión debe garantizarse. De forma muy
especial en servicios hospitalarios, que paradójicamente no son considerados co-
mo de riesgo o donde la evitación de estas lesiones no es la prioridad en su fun-
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EDUCACIÓN
En la planificación, ejecución y seguimiento de los cuidados de prevención tie-
nen que estar implicados todos los miembros del equipo asistencial, los gestores, el
propio paciente y la red de cuidadores informales.
El programa de educación sobre Upp debe ser organizado, estructurado y adap-
tado a las características del paciente, previa valoración de su capacidad para par-
ticipar en su programa de prevención. También debe tener en cuenta a la familia y
a la red de cuidadores informales.
El programa de prevención tiene que estar adaptado a las necesidades y recur-
sos de cada paciente, teniendo en cuenta el nivel asistencial en el que se encuentra
y debe disponer de mecanismos de evaluación sobre su eficacia.
Disponer de información por escrito a través de guías de recomendaciones para
el autocuidado y guías para los cuidadores es un buen medio para reforzar el pro-
grama preventivo a desarrollar.
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Debemos recordar que la problemática de las lesiones por presión debe ser abordada
desde un enfoque interdisciplinar implicando necesariamente a las estructuras de gestión.
Los indicadores epidemiológicos que nos cuantifican los resultados de las medi-
das preventivas respecto a las úlceras por presión son la prevalencia (P= nº de pa-
cientes con úlceras por presión/total de pacientes a estudio en esa fecha) e indi-
dencia (I= nº de pacientes que desarrollan úlceras por presión en un período deter-
minado / total de pacientes en estudio durante ese período) de úlceras por presión.
Los estudios de incidencia (indica el nº de casos nuevos que aparecen en una po-
blación en un tiempo determinado) y prevalencia (indica el nº de Upp en un mo-
mento dado) tienen que realizarse periódicamente, aunque la idealidad pasaría por
la monitorización e integración dentro de una política local sobre úlceras por presión.
También es interesante tener en cuenta otros indicadores como puede ser el nú-
mero de lesiones por paciente, el porcentaje de estas lesiones por estadios y el por-
centaje de úlceras según la unidad y/o nivel asistencial donde se produce la forma-
ción. Información que nos permite conocer un poco mejor la realidad sobre la pre-
vención de úlceras por presión.
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