Salvador Paniker .Esntrevista

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Salvador Pániker es la inteligencia en estado superlativo.

Cualquier lector
que llegue con su atención al término de esta charla y no esté de acuerdo
con el aserto, puede utilizar el teléfono de reclamación.

Absténganse machistas, integristas religiosos, nacionalistas, marxistas,


neoliberales, codiciosos y necios. Su sabiduría alcanza la velocidad de la luz y tiene
el efecto de una ventosa que te adhiere. Va su cabeza aceituna colocada sobre un
cuerpo esbelto aún (73 años), tocado de la magrura de Oriente. Coqueto. Salvador
Pániker sería un narciso insufrible de no ser por su afiliación a la enfermedad.

Pero él, que lo sabe, se afilia: al punto de que uno ha de preguntarle si su síndrome
de fatiga crónica ("nihilismo endocrino") será imaginario o real (contesta que de
imaginario nada). La enfermedad le asoma a la finitud, por eso es desconfiado con
la vida, nunca alcanzará el ateísmo; la farmacopea le permite, aun así, volar por los
cielos de la gnosis; y la inteligencia, adaptarse de maravilla al medio: vive arropado
en los minutos como un niño en su cuna, homme-enfant, reconoce su elitismo, un
lujo. El resultado es un señor, filósofo, ingeniero industrial, escritor, editor,
melómano, profesor, autor de las entrevistas más vendidas (Conversaciones en
Madrid, Conversaciones en Cataluña) y un ciento de cosas más. Un señor de humor
seco y lucidísimo, con teoría para todo y un solo dios, así en minúscula, que es la
madera que toca: divinidad cómplice y particular. Apetece con Pániker hacer un
glosario de cavilaciones valiosas.

Arrecia la tormenta en el cielo de Barcelona y pronto llueve sobre la piedra


desvaída del monasterio en reformas. Pedralbes, barrio también elitista. Habita el
sabio una hermosa casa de líneas rectas, sesentista, patio cuadrangular con
palmera y salones como módulos tapizados de libros. Huele a papel viejo y a
memoria, archivada en álbumes de fotografías, y a un cierto conservante como
alcanfor, que retenga en sus paredes la historia. En las fotos, su padre tal que
salido de una aventura colonialista: Pániker, título nobiliario del sur de la India,
altísima casta de guerreros, generación de Nehru, "vino a Europa a estudiar y no
quiso regresar hasta que la India fuera independiente; entonces, ya no pudo". Allí
dejó un hijo y un matrimonio convenido. Hijos y amores o amores e hijos (lo
mismo). Amigos celebrísimos.

El filósofo (entrevistador best-seller) ha dicho que dejarse entrevistar es reducirse a


los límites mentales de quien te entrevista. Y claro, esto impone: imagínense,
jibarizar al sabio cabeza de aceituna. "No, no te tengo miedo", y su risa me
tranquiliza, "además yo soy muy taoísta, si las cosas no salen todo lo bien que
podrían salir, qué más da". Así que anduve tranquila, de atrás adelante las páginas
del Cuaderno amarillo que acaba de publicar (Areté) o tercera entrega de su diario,
desde niño hasta ayer. ¿Aún sigue? "Sigo, todos los días, escribo y vivo. Habrá
continuación". Porque tiene Pániker, entre otras, una fórmula contra la vejez:
ejercicio y curiosidad intelectual. "Los intelectuales envejecen mejor, los años no
deben medirse por la fecha de nacimiento sino por la curiosidad intelectual que uno
albergue. Pero la terapia tiene otros dos apartados más, la segunda es vivir aquí y
ahora. Y la tercera, ser creativo sin interrupción, en cuanto paras estás perdido:
aunque seas frívolo o disperso, hay que serlo con intensidad, siempre".

"Los ateos tienen menos angustia que los creyentes. hay que
creer en el aquÍ y en el ahora. es evidente que cuando mueres
sales fuera del tiempo y del espacio, y la aventura se acabó.
creer que no es de una ingenuidad tal... mecanismos de
consolación"

Tanto de la vida y tanto de la muerte. El filósofo, que fue profesor en la


Universidad de Barcelona de Metafísica y Filosofía, ha dedicado gran
parte de su trabajo a una aproximación a la muerte. Tal vez haya llegado
el momento de preguntarle si tememos, si acaso él teme más despedirse de
los otros o de sí mismo: "Sin ego no hay muerte", dice, "sin ego, uno no es
el protagonista de la historia. El protagonista somos todos y la culpa es
colectiva. Sin ego desaparece la ansiedad y la angustia de la muerte, y tú
eres como un perro que se va a morir". Remedios contra la angustia.
Saber taoísta: "Hay que dedicar la primera mitad de la vida a crear un
ego muy fuerte, convicciones, autoestima, una ventaja para defenderte. Y
la segunda mitad, a deshacerse de él, porque las desventajas son
superiores: esto se acaba". Saber biológico, contrario al mito del alma,
porque dice Pániker que nadie cree en el alma: "Yo soy un animal más
que he brotado del mundo, y llega un momento en que desaparezco. Pero
ahí siguen mis hijos, mi gente, lo que he hecho".

Habla también Pániker en sus estudios sobre las bondades de la


libertad, que si anteponemos a la ley natural, llámese azar, destino,
divina providencia, ¿dejaríamos así de temer a la muerte,
profesor? "Seguro que sí. Si uno no teme, es libre. Las obediencias
que han creado los estados y las iglesias proceden del temor. En
cierto modo, el budismo mahayana fue una cultura sin temor a la
muerte, una cultura de la libertad, que dice que cuando uno está
liberado brota espontáneamente la solidaridad, la compasión,
karuna. El budismo es la liberación de cada cual, no hay iglesia, no
se deja institucionalizar: las iglesias sólo sirven para gentes
religiosamente débiles. Creo que por todo esto el budismo tiene
tanto éxito hoy en día en el mundo occidental". Y, llegados al
extremo, si nos convenciéramos de que no hay nada más allá, ¿por
qué preocuparse entonces, o cuánto hay de incertidumbre en la
angustia ante la muerte? "Está claro que los ateos tienen menos
angustia que los creyentes, pero hay que superar las disyuntivas,
creer o no creer en el más allá. Hay que creer en el aquí y el ahora.
Es evidente que cuando te mueres sales fuera del tiempo y del
espacio, y la aventura se acabó. Cuantos creen que no, quieren
creer que no se acabó. Es de una ingenuidad tal... Mecanismos de
consolación". Hay una pregunta que por serlo no tiene respuesta y
que el profesor Pániker formula de la siguiente manera:

- Todo lo que ha sido, lo que será, ¿vaga eternamente en alguna


parte?

Se responde a sí mismo: Es una pregunta pertinente. Fuera del


espacio-tiempo, lo que ha sido, siempre es.

- ¿Y lo que va a ser?

- Siempre es.

Salvador Pániker es presidente de la Asociación por Derecho a


Morir Dignamente (DMD), una lucha denodada que encuentra su
más feroz batalla precisamente frente a los que viven en la fe del
más allá, cristianos integristas que les llama el filósofo. Y uno
podría preguntarse, simplemente, ¿por qué aferrarse a una vida
mala habiendo otras mejores, como dicen que hay? "La religión
católica ha querido siempre monopolizar el miedo a la muerte, a las
postrimerías, es su arma para conseguir tu obediencia. Por eso se
opone a la eutanasia, porque es una forma de desdramatizar la
muerte, es un derecho a dimitir cuando mi vida se degrada más allá
de ciertos límites, porque la vida no es un valor absoluto". Otro
contrasentido: según las encuestas, un 70% de los españoles (más
aún en otros países europeos), está a favor de un derecho que no
consigue su reconocimiento, "porque los moribundos no votan",
zanja. "A mí siempre me ha impresionado por qué esos obispos
integristas se oponen tan ferozmente a la eutanasia, pero cada vez
se les hará menos caso, en nombre precisamente de un sentimiento
religioso".

Porque Pániker está convencido de que la crisis evidente de las


religiones institucionales tiene como consecuencia un aumento del
sentimiento de religiosidad. Curioso. Aunque, tal vez haya llegado
tarde la religiosidad (tan implantados ya los templos del consumo,
el dios televisado, la gran ceremonia del fútbol, etcétera) y nos pille
demasiado agnósticos a los de aquí. "El agnosticismo es un buen
preámbulo para la verdadera experiencia religiosa, o estética, o
trascendente. El que tiene sus creencias muy definidas en dogmas
queda inutilizado para la religión. Toda persona que tiene una
experiencia estética profunda, o erótica (que no es frecuente porque
el amor completo es muy poco frecuente), se da cuenta de que ya
hay algo trascendente. Que luego a eso no quieran darle la etiqueta
de religioso, pues que no se la den: esto forma parte de la estafa de
la Iglesia, de su pretendido monopolio sobre lo trascendente. La
gente irá comprendiendo que la palabra agnosticismo sólo tiene
que ver con el no creer en las enseñanzas de la Iglesia".

Recomienda el filófoso un menú supervivencia, filosofía y religión a


la carta que cada uno se confecciona a su gusto y voluntad. Para
esta temporada (siglo XXI) él (sin ánimo proselitista, educado en el
cristianismo de los Jesuitas, dado voluntariamente de baja en la
tierna juventud, hijo de padre indio, estudioso de sus raíces) ha
optado por una suculenta combinación que da lugar a una sabia
fórmula de trascender el ego (común al hinduismo, budismo e
incluso a cierta mística cristiana o Santa Teresa sin leer a San
Agustín), apoyada en prácticas tántricas, porque "creo que no hay
que reprimir el cuerpo, que ha sido el gran castigado". Trascender
el ego para, de nuevo, asumir la muerte: "Volcarse en una obra que
te importe más que ti mismo ya es trascender el ego". Ya sea la
obra de arte, científica, humanitaria: formas de mística, les llama el
filósofo. Alternativa, el páramo: ateísmo o vacío budista, "o la pura
trivialidad, pero el trivial tiene miedo". Éstas son las fórmulas de
superar la angustia de la muerte. A partir de ahí, "¡que cada uno se
defina en función de lo que mejor se le acomode!", proclama, como
si la filosofía de la vida consistiera en el trabajo de oficina y el
fútbol de los domingos... "¿Por qué no?, es incluso una metafísica".

Observa Pániker que lo que más nos une al reino animal es la


capacidad de sufrimiento, y yo le pregunto qué diablos le importa
eso al hombre de hoy, volcado en el placer: "El sufrimiento no sirve
para nada", ratifica. El placer en cambio, la sensualidad en muchos
casos, se presenta como sustituto de religión: interesa más que el
sentido último de las cosas. "Yo esto no lo considero del todo
insano. Cito a un gran maestro como es Alan Watts: la vida no es
un problema a resolver sino una realidad a experimentar. Mucha
gente, en lugar de preguntarse por el sentido de la vida, que es una
pregunta sin sentido, intenta experimentarla: forma parte de todo
vitalismo, y es sano, y ésta es hoy la actitud de la gente. Yo tampoco
soy intelectualista: la pregunta por el sentido sólo aparece cuando
el flujo dinámico, el apetito de vivir ha sido interrumpido".

"Es muy penoso que a veces las mujeres, en lugar de reconciliar sus
dimensiones, se masculinizan. En el machihembrado está la
verdadera comunicación. si yo fuese un puro macho y tú fueses una
pura hembra, ni nos entenderíamos ni nos atraeríamos"
Más bien es tantrista. Una experiencia que le ha llevado a una
conclusión muy práctica, que el tantrismo (espiritualidad del
cuerpo, del sexo y de la tierra) es un recurso de gran utilidad para
acabar con el machismo. "¿Digo yo eso?". Absolutamente. "Yo soy
muy feminista. El tantrismo recupera el cuerpo y la mujer ha sido
asociada con el cuerpo. Hasta las virtudes de la Virgen María son
todas corporales: virgen, incorrupta, fecundada por la luz. Mitos
patriarcales. Para cualquier religión monoteísta y espiritualista,
Dios es espíritu en contraposición a la materia. El tantrismo no es
espiritualista y por eso es un aliado natural del feminismo y de la
recuperación, porque el macho injustamente se apropió de la razón
dejando a la mujer como ser irracional, oscuro, meramente
material. Estamos en la era de la recuperación del cuerpo, de la
mujer, de la materia: de la superación de la dualidad". Se remite a
la historia. Historia de culturas machistas que han dejado un saldo
empobrecido: hombres caricaturizados como ficciones a la
defensiva y mujeres masculinizadas, abstractas y agresivas. "Es
muy penoso que a veces las mujeres en lugar de reconciliar sus
dimensiones femeninas y masculinas, se masculinizan. Hoy las
cosas van cambiando, con un feminismo de tercera generación". O
lo que para Pániker es lo mismo: liberación del hombre. ¡Cómo!
"Yo también soy feminista por la cuenta que me trae: estoy harto
de ir por el mundo sacando pecho. Oiga, usted es un seductor. Qué
va, yo no he buscado más que la comunicación profunda, pero no
por dominar ni poseer". Para plantear el objetivo recurre al mito
del andrógino de Platón o la fusión de los contrarios: "En el
machihembrado está la verdadera comunicación. Si yo fuese un
puro macho y tú una pura hembra, ni nos entenderíamos ni nos
atraeríamos".

¿Cómo será la reacción de los hombres cuando lean en el Cuaderno


amarillo que el machismo es la demostración del miedo del hombre
ante el sexo femenino permanentemente estimulado o que el
patriarcado con su represión del sexo y su exaltación del poder es el
germen del mal? "No lo sé, veremos". ¿Usted tiene más de
femenino que de masculino? "Yo no lo sé, esto dicen las mujeres
que ha habido en mi vida. He sido un enfant-gaté y tal vez mi
talante religioso proceda de ahí: siempre me ha gustado ser
querido, que es el resultado de ser un niño mimado y muy brillante.
Yo, a los 16 años, era inteligentísimo y además muy rebelde, los
Jesuitas no sabían cómo tratarme. Entonces, lo reconozco, necesito
gustar. No reprimo mi sombra, uno tiene que reconciliarse con lo
que no le gusta de sí mismo, hay que compensar con los opuestos:
energía y dulzura, genio y candor. No me gusta el puro macho ni la
pura hembra. Felizmente, esta civilización posmoderna que yo
llamo retroprogresiva tiende a acabar con los estereotipos y
conciliar los contrarios: yo por ejemplo soy un adulto responsable y
soy un niño". Un híbrido y un mestizo (medio indio, medio
catalán), Salvador Pániker, contrario a los postulados de la
evolución darwinista, considera que la naturaleza no selecciona al
mejor sino a la diversidad. "Las cosas, cuanto más impuras,
mejor".

Desmontando a Salvador Pániker. Siete contradicciones


concatenadas:

1) Defiende la mundialización como forma de llegar al mestizaje, la


pluralidad. "La globalización no tiene que ver con el
neoliberalismo, sino que debe ser un sistema mundial con control
político de la economía, que pueda permitir que al bajar los
subsidios a la agricultura en Europa pueda subir los seguros
sociales de Indonesia, por ejemplo". Frente a ello, el nacionalismo
es para Pániker "un fundamentalismo sustitutivo de la mística,
como todas las grandes palabras con mayúsculas, llámese Patria,
Proletariado, Dios o lo que sea: ahí comienzan los crímenes, la
muerte individual queda neutralizada por la causa colectiva".

2) Mestizaje sí, pero no es partidario de la apertura total de las


fronteras. "No me gustan las fronteras, soy defensor de leyes
abiertas, pero no comparto una política suicida de inmigración.
Hay una solución que sería invertir en los países de origen,
subdesarrollados".

3) Por los dos asertos anteriores, parece Pániker un señor de


derechas que, sin embargo, fue introductor en España del
movimiento de la contracultura americana a través de la editorial
Kairós. "Yo soy muy libertario en lo religioso, ahora, en lo político,
soy pragmático: hay que probar, autorregular, como en la Física,
para encontrar un nuevo equilibrio mundial". Sobre la colección
de Kairós, que se llamó La fiesta de los sesenta: "Me
impresionaron mucho los autores de la contracultura que descubrí
en California, porque atacaban el judeocristianismo. Me traje los
derechos y se vendieron muy bien".

4) Contracultural al mismo tiempo que parlamentario de la UCD


(1975). "Era amigo de Paco Fernández Ordóñez y fui el diputado
más breve de la historia de España: 24 horas. La política me
aburría".
5) Se considera Salvador Pániker un ser enfermizo, nihilista
endocrino, infantil, pájaro de poco fiar (sic), y al tiempo mantiene
un elevado concepto de sí mismo. "Salvando la opresión de la
Iglesia durante mi adolescencia, cada vez he tenido más autoestima.
Pero el síndrome de fatiga crónica me ha impedido la insolencia, si
no me hubiese frivolizado mucho más. A los 30 años yo era un
hombre rico, joven y guapo, o al menos me lo creía (ríe). Estaba al
punto de un narcisismo insoportable. Entonces vino el handicap de
mi poca salud y me dio profundidad. Desconfíe usted de las
personas demasiado sanas. Es bueno que te pongan contra las
cuerdas de tu propia finitud o fragilidad".

- Bueno, al menos esto le ha permitido vivir como un homme-


enfant, una pose de fragilidad que le ha ido muy bien con las
mujeres, al menos.

- Hombre..., yo he sido competitivo en la vida, no soy un ser


indefenso, como Kafka. No me ha ido mal, me puedo permitir el
lujo de mantener la infancia: soy un elitista. El haber adquirido un
cierto status te permite no luchar por lo que lucha la mayoría. A mí
la codicia me aburre, me apasiona en cambio la aventura de la
ciencia y la filosofía.

- ¿Siempre le ha ido bien con las mujeres, a pesar de lo infrecuente


que es el amor?

- Lo que es infrecuente es el amor completo (sexo, mente, espíritu,


cuerpo y todo a la vez), casi como la explosión de una supernova.
Lo que hay mucho es el amor al amor, el amor romántico.

- ¿No compartirá el concepto pessoano del amor: amamos la idea


que inventamos del otro?

- Pessoa, gran poeta pero tan deprimente, tan pesimista. No, yo


creo que no hay nada más bello que el encuentro real entre dos
seres humanos: te libera de ti mismo.

6) Le salva la farmacopea pero está en contra de las drogas. "Sí".


¿Tiene que ver con alguna experiencia familiar? "Sí, claro, con
varias. Pertenezco a aquella generación del pobre Eduardo Haro...
(M., mi apaleada hija)".

7) Se identifica con los escritores depresivos (como Sartre,


Camus...) y, sin embargo, se muestra como un optimista a ultranza
sobre el futuro posmoderno, pluralista radical (sic). "No soy un
pesimista melancólico: intento estar vivo". Tiene una fórmula para
la felicidad ("la lucidez mística") y, sin embargo, desconfía de los
felices frente a la lucidez de los deprimidos. Pero, Salvador Pániker
no quiere bromas sobre la depresión. "Lo que hay que hacer a cada
momento es decirse: bueno, y ahora ¿qué es lo que hay que hacer?"
Pues eso.

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