Opuculo Suicidio

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En defensa de la vida,
¡SUICIDIO, NO!

“ Usted continuará viviendo


después de la muerte.
El suicidio es una ilusión.
Busque ayuda.”
EN
DEFENSA
DE LA VIDA,
¡SUICIDIO,
NO!
Traducción: Marcela Mónica Estévez
Copyright © by
FEDERAÇÃO ESPÍRITA BRASILEIRA – FEB
1.ª edición – 8/2022
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación
puede ser reproducida, almacenada o transmitida, total o parcialmente,
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Dados Internacionais de Catalogação na Publicação (CIP)


(Federação Espírita Brasileira – Biblioteca de Obras Raras)

F293s Federação Espírita Brasileira. Consejo Federativo Nacional


¡Suicidio, no! Consejo Federativo Nacional [de la] Fede-
ração Espírita Brasileira; [coordinación: Marta Antunes de
­Oliveira de Moura]; traducción: Marcela Mónica Estévez. – 1.ª
edición – Brasilia: FEB, 2022.
59 p.; 16 cm
1. Movimiento Espírita. 2. Campaña – En Defensa de la
Vida. 3. Espiritismo. I Federação Espírita Brasileira. II Título.
CDD 133.9
CDU 133.7
CDE 85.02.00
SUICIDIO

PREFACIO

“La calma y la resignación que se logran


mediante el modo espiritual de conside-
rar la vida terrestre, así como la fe en el
porvenir, otorgan al Espíritu una sereni-
dad que es la mejor prevención contrala
locura y el suicidio”.

Allan Kardec (El Evangelio según


el Espiritismo. Cap. V, it.14.)

Amigo lector,

Los mensajes contenidos en este


­opúsculo transmiten amor, coraje y fe a
­todos los que, en los momentos difíciles de
la Vida, necesitan apoyo para su fortaleci-
miento moral.
Son pequeños textos espíritas que
alaban la excelsitud de la Vida enten-
­
dida como una bendición concedida
por Dios, nuestro Padre y Creador, aún

3
SUICIDIO

encontrándose bajo el peso de desafíos y


pruebas existenciales.
El suicidio es una triste ilusión porque
somos seres inmortales y la Vida ­continúa
plena, más allá de la muerte del cuerpo
físico.
En este contexto, la Federação Espírita
Brasileira le invita a participar de la campaña
nacional:

¡Prefiero vivir! Suicidio, no.

4
SUICIDIO

¿POR QUÉ LAS PERSONAS


COMETEN SUICIDIO?

Existen varias causas que conducen al


ser humano al suicidio como el materia-
lismo severo, la soledad, la depresión, las
enfermedades incurables, la violencia,
los maltratos, los abusos de todo tipo, la
pobreza extrema, el fanatismo religio-
so, la negligencia y el abandono familiar,
las pérdidas afectivas, el alcoholismo, la
drogadicción, los trastornos mentales, la
desesperanza, la obsesión de Espíritus,
todas ellas indican el desconocimien-
to de cómo funcionan la Justicia y la
Misericordia Divinas.

5
SUICIDIO

EL SUICIDIO Y LA LOCURA

Allan kardec1
La incredulidad, la simple duda acerca
del porvenir, en una palabra, las ideas ma-
terialistas, son las más grandes instigado-
ras del suicidio, pues engendran la cobardía
moral. Cuando vemos a algunos hombres
de ciencia, que apoyados en la autoridad
de su saber se esfuerzan en demostrar, a
quienes los escuchan o leen, que el hombre
nada tiene que esperar después de la muer-
te, ¿no están tratando de convencerlos de
que, si son desdichados, lo mejor que pue-
den hacer es matarse? ¿Qué podrían decir-
les para desviarlos de esa consecuencia?
¿Qué compensación pueden ofrecerles?
¿Qué esperanza pueden darles? Ninguna,
sino la nada. De ahí es preciso concluir que
si la nada es el único remedio heroico, la úni-
ca perspectiva, más vale caer en ella cuanto

1
KARDEC, Allan. El Evangelio según el Espiritismo. Cap. V.
it.16.

6
SUICIDIO

antes y no más tarde, y de ese modo sufrir


durante menos tiempo.
La propagación de las ideas materialis-
tas es, por consiguiente, el veneno que ino-
cula la idea del suicidio en una gran cantidad
de personas, y aquellos que se convierten
en sus apóstoles asumen una tremenda
responsabilidad. Dado que con el espiritis-
mo no queda lugar para la duda, el concepto
acerca de la vida cambia. El creyente sabe
que la vida se prolonga indefinidamente
más allá de la tumba, pero en muy diferen-
tes condiciones. De ahí la paciencia y la re-
signación, que lo desvían naturalmente de
la idea del suicidio. De ahí, en una palabra, el
valor moral.

7
SUICIDIO

PREGUNTAS DE EL LIBRO
DE LOS ESPÍRITUS

Pregunta 943. ¿A qué se debe el hastío


de la vida que se apodera de algunos indi-
viduos, sin motivos plausibles?
“Efecto de la ociosidad, de la falta de
fe y, a menudo, de la saciedad. Para el que
ejerce sus facultades con un objetivo útil
y conforme a sus aptitudes naturales, el
trabajo no tiene nada de árido y la vida
transcurre más rápidamente. Soporta las
vicisitudes con mayor paciencia y resigna-
ción, a medida que obra con miras a la felici-
dad más sólida y duradera que lo aguarda.”

Pregunta 944. El hombre, ¿tiene dere-


cho a disponer de su propia vida?
“No; sólo Dios tiene ese derecho. El
suicidio voluntario es una transgresión de
esa ley”.

8
SUICIDIO

Pregunta 952. El hombre que perece


víctima del abuso de pasiones que sabe
que habrán de apresurar su fin, pero a las
que ya no puede resistir porque el hábito
las ha convertido en verdaderas necesi-
dades físicas, ¿comete un suicidio?
“Se trata de un suicidio moral. ¿No com-
prendéis que en ese caso el hombre es do-
blemente culpable? En él hay falta de valor
y bestialidad. Además, hay olvido de Dios”.

Pregunta 952-a. ¿Es más culpable que


el que se quita la vida por desesperación?
“Es más culpable, pues ha tenido tiempo
de razonar su suicidio. En el que lo comete
instantáneamente hay, a veces, una espe-
cie de extravío que se parece a la locura. El
otro será castigado mucho más, porque las
penas siempre son proporcionales a la con-
ciencia que se tiene de las faltas cometidas.”

9
SUICIDIO

SUICIDIO – SOLUCIÓN INSOLUBLE

Manoel Philomeno de Miranda2,3

El suicidio es un mal terrible que aumen-


ta en la Humanidad y que debe ser comba-
tido por todos los hombres.
Esta rigidez mental, que elije la solución
trágica, es una dolencia compleja.
Concientizar a las criaturas respecto a
las consecuencias del acto, en el Más Allá de
la Tumba, de los dolores que mortifican a los
familiares y del ultraje a las Leyes Divinas, es
un método saludable para disminuir la inci-
dencia de esta solución insoluble.
Dialogar con bondad y paciencia con las
personas que tienen propensión al suici-
dio; sugerirles que se den un poco más de
tiempo, mientras el problema cambia su

2
FRANCO, Divaldo Pereira. Temas da vida e da morte. Cap. 1.
3
Nota de la traductora: traducción libre al español.

10
SUICIDIO

configuración; evitar ofrecer bases iluso-


rias para esperanzas fugaces que el tiempo
deshace; estimular la valorización personal;
encender una luz en el túnel de su deses-
peración, entre otros recursos, constituyen
una terapia preventiva que se fortalecerá
con el ejercicio de la oración, de las lecturas
optimistas, espirituales, en los pases y en el
uso del agua fluidificada.
Aquel que intenta suicidarse y no ve el
acto consumado es candidato natural a la
recidiva, que culmina tan pronto como se
le presenta el motivo desencadenante del
deseo…
El suicidio es el vestigio más grosero de
la fragilidad humana, que ata al hombre al
primitivismo del cual debe liberarse.
El hombre es realmente la más alta rea-
lización del pensamiento divino en la Tierra,
caminando hacia la gloria total, por medio
de las luchas y los sacrificios del día a día.

11
SUICIDIO

DECLARACIÓN

Hermano X4,5

Aquí va, mi amigo, la entrevista rápida


que Usted solicitó, al viejo periodista des-
encarnado, con una suicida común. Usted
sabe, como yo, que no existen casos abso-
lutamente iguales. Cada uno de nosotros
es un mundo en sí mismo. Sin embargo,
para nuestro esclarecimiento, debo decirle
que se trata de una joven señora que, hace
exactamente catorce años, dejó su cuerpo
físico, por deliberación propia, ingiriendo ve-
neno para hormigas.
Algunas notas más, ya que no podemos
transformar el doloroso asunto en una no-
vela de gran porte: ella se envenenó en Río,
a los 32 años de edad, dejando a su espo-
so y a su pequeño hijo en casa; no era una

4
XAVIER, Francisco Cândido. Estante da vida. Cap. 2.
5
Nota de la traductora: traducción libre al español.

12
SUICIDIO

persona de una cultura excepcional, desde


el punto de vista del cerebro, pero se carac-
terizaba, en la Tierra, por nobles cualidades
morales, como muchacha tímida, honesta,
trabajadora, de instrucción regular y extre-
madamente consagrada a los deberes de
esposa y madre.
Pasemos, no obstante, a sus once pre-
guntas y veamos las respuestas que ella
nos dio y que transcribo íntegramente:

¿La hermana tenía alguna fe religiosa, que


le diese convicción en la vida después de la
muerte?
Seguía la fe religiosa, como les suce-
de a muchas personas que acompañan a
los demás en el modo de creer, en la mis-
ma situación con la que uno responde a
los caprichos de la moda. Para ser sincera,
no admitía que fuese a encontrar vida aquí,
como la veo, tan llena de problemas o, tal
vez, más llena de problemas que mi exis-
tencia en el mundo.

13
SUICIDIO

¿Cuándo sobrevivió a la muerte del cuer-


po, quedó inconsciente o consciente?
No lograba ni siquiera mover un dedo,
pero, por motivos que aún no sé explicar,
permanecí completamente lúcida y por
mucho tiempo.

¿Cuáles fueron sus primeras impresiones


al verificar que estaba desencarnada?
Junto a terribles sufrimientos, un re-
mordimiento indefinible se apoderó de mí.
Escuchaba los lamentos de mi marido y de
mi pequeño hijo, gritando en vano y supli-
cando socorro. Cuando el coche fúnebre
me arrebató el cuerpo inmóvil, intenté que-
darme en casa, pero no pude. Tenía la im-
presión de que yacía amarrada a mi propio
cadáver con los nudos de una cuerda grue-
sa. Sentía en mí, un fenómeno de repercu-
sión que no sé definir, todos los estruendos
del cuerpo que caía en el vehículo en mar-
cha; arrojada con él a un compartimento
de la morgue, lloraba hasta enloquecer.
Después de algunas horas noté que alguien
me cargaba hacia la mesa de examen. De

14
SUICIDIO

repente me vi desnuda y temblé de ver-


güenza. Pero la vergüenza se fundió con el
terror que comencé a sentir al ver que dos
hombres jóvenes me abrían el vientre sin
ninguna ceremonia, a pesar del respetuoso
silencio con que se entregaban a la pavo-
rosa tarea. No sé lo que me dolía más, si la
dignidad femenina despedazada ante mis
ojos, o si el dolor indescriptible que me re-
corría la forma, en mi nuevo estado de ser,
cuando los golpes del instrumento cortante
me rasgaban la carne. Pero el martirio no se
detuvo en ese punto porque yo, que horas
antes me encontraba en la comodidad de mi
cama doméstica, tuve que aguantar duchas
de agua fría en las vísceras expuestas, como
si fuese un animal de los que había visto mo-
rir, cuando era una niña, en la finca de mi pa-
dre… Entonces, clamé aún más por socorro,
pero nadie me escuchaba, ni me veía…

¿Recurrió a la oración durante el


sufrimiento?
Sí, pero oraba a la manera de los locos
desesperados, sin ninguna noción de Dios…

15
SUICIDIO

Me encontraba en un franco delirio de an-


gustia, atormentada por dolores físicos y
morales… Además, para salvar el cuerpo
que yo misma había destruido, la oración era
un recurso al cual echaba mano muy tarde.

¿Encontró amigos o parientes desen-


carnados, en sus primeras horas en el plano
espiritual?
Hoy sé que muchos de ellos intenta-
ron ayudarme, pero inútilmente, porque mi
condición de suicida me ponía en plenitud
de fuerzas físicas. Las energías del cuer-
po abandonado me eran como devueltas
por él y me encontraba tan materializada
en mi forma espiritual como en la forma
terrestre. Me sentí completamente sola,
desamparada…

¿Asistió a su propio entierro?


Con el terror que mi amigo es capaz de
imaginar.

16
SUICIDIO

¿No había Espíritus benefactores en el


cementerio?
Sí, pero no podía verlos. Estaba men-
talmente ciega del dolor. Sentí que estaba
bajo la tierra, siempre vinculada a mi cuerpo,
como alguien debatiéndose en un cuarto
sofocante, lodoso y oscuro…

¿Y luego qué sucedió?


Hasta ahora, no puedo saber cuánto
tiempo estuve en la celda del sepulcro, si-
guiendo, hora tras hora, la descomposición
de mis restos… Sin embargo, hubo un ins-
tante en que la cuerda magnética cedió y me
vi liberada. Me puse de pie sobre la tumba.
Me reconocí delgada, hambrienta, sedienta,
dilacerada… No había tomado posesión de
mis propios razonamientos, cuando me vi
rodeada por un grupo de hombres que, más
tarde, supe que eran obsesores crueles. Me
dieron voz de arresto. Uno de ellos me noti-
ficó que el suicidio era una falta grave, que yo
sería juzgada en la Corte de Justicia y que no
me quedaba otra salida, sino acompañarlos
al Tribunal. Obedecí y luego fui encarcelada

17
SUICIDIO

por ellos en una cueva tenebrosa, donde


pude oír el llanto de muchas otras víctimas.
Esos malhechores me mantuvieron en cau-
tiverio y abusaron de mi condición de mujer,
sin cualquier noción de respeto o misericor-
dia…. Solamente después de mucho tiempo
de oración y remordimiento, obtuve el so-
corro de Espíritus misioneros, quienes me
retiraron de la cárcel, después de enormes
dificultades, con el fin de internarme en un
campo de tratamiento.

¿Por qué razón decidió matarse?


Celos de mi esposo, que había llegado a
simpatizar con otra mujer.

¿Cree que su actitud le trajo algún


beneficio?
Solo complicaciones. Después de seis
años de ausencia, herida por terribles nos-
talgias, obtuve el permiso para visitar la re-
sidencia que consideraba que era mi casa
en Río. ¡Tremenda sorpresa!…El suplicio
fue inútil. Mi esposo, aún joven, necesitaba

18
SUICIDIO

compañía y había elegido como segunda


esposa a la rival que yo aborrecía... Él y mi hijo
estaban bajo los cuidados de la mujer que
me despertaba odio y rebelión… Sufrí mu-
cho con mi orgullo abatido… Me desespe-
ré. Sin embargo, auxiliada, pacientemente
por instructores caritativos, adquirí nuevos
principios de comprensión y conducta…
Ahora estoy aprendiendo a convertir aver-
sión en amor. Comencé a proceder así por
devoción a mi hijo, a quien ansiaba exten-
derle mis manos y en el hogar solo poseía
las manos de ella, habilitadas para hacerme
semejante favor… Poco a poco, noté sus
nobles cualidades de carácter y corazón, y
hoy la amo, de verdad, como la hermana de
mi alma… Como pude observar, el suicidio
me intensificó la lucha íntima y me impuso
de inmediato duras obligaciones.

¿Qué espera para el futuro?


Tengo hambre de olvido y de paz. Trabajo
con buena voluntad en mi propio mejora-
miento y cualquiera que sea la prueba que me
espere, en las correcciones que merezco,

19
SUICIDIO

ruego a la Divina Compasión que me permita


nacer en la Tierra, otra vez, cuando entonces
pueda retomar el punto de evolución en el
cual me estacioné, para reparar las terribles
consecuencias del error cometido.
*
Aquí, mi querido, termina la curiosa de-
claración en la cual figuré en la posición de
su secretario.
Sinceramente, no sé por qué Usted de-
sea semejante entrevista con tanto empe-
ño. Si es para curar la ansiedad enferma en
una persona querida, inclinada a matarse,
es posible que Usted alcance el objetivo
deseado. ¿Quién sabe? El amor tiene fuer-
za para convencer e instruir. Pero si Usted
supone que este mensaje puede servir de
instrumento para alguna transformación en
la sociedad terrena, sobre los fundamentos
de la verdad espiritual, no estoy muy segu-
ro en cuanto al éxito del intento. Digo esto
porque, si estuviese ahí, en mi cuerpo de
carne, entre el pollo asado y el café caliente,
y si alguien me trajera para leer la presente
documentación, sin duda pensaría que se
trataría de un cuento fantasioso.

20
SUICIDIO

SUICIDIO Y OBSESIÓN

Por el Espíritu Hilda6,7

Os habla la humilde compañera que


aún sufre, después de la aflictiva tragedia
del suicidio, alguien que conoce de cerca
la responsabilidad por la caída a la cual se
arrojó, infeliz.
El pensamiento delictivo es como un
fruto podrido que ponemos en la casa de
nuestra mente.
[…]
Joven caprichosa, contrariada en mis
impulsos afectivos, acaricié la idea de la
fuga, menoscabando todos los favores que
la Providencia Divina me había concedido en
el camino primaveral.

6
XAVIER, Francisco Cândido. Vozes do grande além. Cap. 39.
7
Nota de la traductora: traducción libre al español.

21
SUICIDIO

Alimenté la idea del suicidio con vo-


luptuosidad y, con eso, por medio de ella,
fortalecí los vínculos deplorables con los
desafectos de mi pasado, que hablaban
más alto en el presente.
[…]
Reflexionaba sobre el suicidio con la ex-
pectativa de quien se dirigía hacia una puer-
ta liberadora, intentando inútilmente huir de
mí misma.
Y, en ese paso desacertado, se recons-
tituyeron todas las cadenas de mi pasado,
reconectándome a las oscuridades inte-
riores, hasta que en una noche de supremo
infortunio empuñé la copa fatídica que me
liquidaría la existencia en la carne.
[…]
[En la] penumbra del cuarto, rostros si-
niestros se materializaron ligeramente y
brazos hirsutos me rodearon.
Voces inolvidables y cavernosas me in-
fundieron un extraño pavor, exclamando:
“Es necesario beber”.
[…]

22
SUICIDIO

Me sentí desequilibrada y, aunque man-


tuve la conciencia de mi actitud, bebí, casi
sin querer, la poción con la que mi cuerpo se
rindió al sepulcro.
De hecho, estaba obsesa.
Sufría la persecución de adversarios,
residentes en la sombra, pero persecución
que yo misma sustenté con mi desidia y
ociosidad mental.
[…]
En razón de eso, padecí, después de la
tumba, todas las humillaciones que pueden
rebajar a una mujer indefensa…
Ahora, que mis energías se renuevan,
recibí la gracia de despertar en los amigos
encarnados la noción de “responsabilidad”
y “conciencia”, en el campo de las imágenes
que nosotros mismos creamos y alimenta-
mos […].

23
SUICIDIO

EL TRÁGICO DESENLACE

Manoel Philomeno De Miranda8,9

Ustedes me dieron la vida corporal y se


sacrificaron durante toda su existencia, con
el fin de que su hija fuese honrada y feliz.
Nunca midieron los esfuerzos en favor de mi
felicidad primero y luego la suya. Me propor-
cionaron el título universitario y el excelente
trabajo al que me he entregado con respon-
sabilidad y conciencia del deber. Les debo
todo y los amo con total empeño del alma…
Sin embargo, sufro mucho, experimentan-
do un dolor desconocido, extraño, que me
mortifica revelarles. Soy frágil en esta área,
que es la del Amor. A pesar de que nunca
me ha faltado en sus sentimientos dirigidos
hacia mí, la adolescencia y la edad de la ra-
zón me llevaron a buscarlo en una expresión
diferente. Hace poco, cuando lo encontré,
8
FRANCO, Divaldo Pereira. Loucura e obsessão. Cap. 24.
9
Nota de la traductora: traducción libre al español.

24
SUICIDIO

en el mismo momento comencé a vivir un


cielo y un infierno que ahora alcanzan su es-
tado máximo. Lamentablemente para mi,
el hombre que amo y que dice amarme es
casado y padre generoso.
Nuestro amor es imposible en la Tierra,
excepto que estemos dispuestos a gozarlo
en el mar de lágrimas de los demás, que no
merecen la deserción del hogar… Fui forjada
en los metales de la dignidad que su cariño
de padres modeló en mi carácter… No es
necesario dar más detalles. No pudiendo vi-
vir con él, ni siendo posible seguir sin él, me
retiro de la escena, prefiriendo sufrir y hacer
llorar vuestros amados corazones por una
hija digna de permanecer, para desespera-
ción de muchos, inclusive de Ustedes, que
derramar lágrimas por una hija alucinada…
Perdónenme, ángeles de mi vida. No
piensen que me comporto de forma egoís-
ta, que me olvidé del amor de Ustedes. Al
contrario, actúo en homenaje a su amor y
por amor también. No aprecio, en profundi-
dad, la tragedia del suicidio. Lo tengo en la
mente hace algún tiempo y no puedo pos-
tergarlo más, u optaré por el suicidio moral,

25
SUICIDIO

que culminará, seguramente, más tarde, en


esta forma infeliz…
Él, el hombre amado, quedará tan sor-
prendido con mi actitud delirante como
Ustedes al leer esta carta.
Una vez más, bendíganme e intercedan
ante la Madre de Jesús, que tanto sufrió, por
la hija que los ama, pero que ya no soporta
más vivir…”
[...]
El suicidio es la culminación de un esta-
do de alienación que se instala sutilmente.
El candidato no piensa con equilibrio, no se
da cuenta de los males que su actitud pro-
duce en aquellos que lo aman. Como pierde
la capacidad de discernimiento, se le apega
como única solución, olvidando que el tiem-
po siempre reduce todos los problemas,
muchas veces, mejor que la precipitación.
La prisa nerviosa por huir y la desesperación
que se instala en lo íntimo empujan al enfer-
mo hacia la salida sin retorno…”

26
SUICIDIO

TIPOS DE SUICIDIO

El suicidio puede ser


clasificado como: directo
o intencional e indirecto.

El suicidio intencional El suicidio indirecto


resulta de un acto resulta de hábitos y
consciente. Hay comportamientos
planificación de la viciosos que dañan
muerte, a veces, con la salud física o
detalles. psíquica, o ambas.

27
SUICIDIO

SUICIDIO

Emmanuel10

En el suicidio intencional, sin los ate-


nuantes de la enfermedad o la ignorancia,
se debe considerar no solamente el proble-
ma de la infracción a las Leyes Divinas, sino
también el acto de violencia que el ser hu-
mano comete contra sí mismo, a través de
la premeditación más profunda y del mayor
remordimiento.
Atormentada por el dolor, la conciencia
despierta en el nivel de sombra al que se
precipitó y debe soportar compulsivamen-
te las compañías que eligió para sí misma,
durante el tiempo indispensable para la
adecuada renovación. Sin embargo, los re-
sultados no se circunscriben a los fenóme-
nos del sufrimiento íntimo, porque surgen

10
XAVIER, Francisco Cândido. Religión de los Espíritus. Cap.
Suicidio.

28
SUICIDIO

los desequilibrios consecuentes en las si-


nergias del cuerpo espiritual, con necesida-
des de reparación en existencias próximas.
Es así que luego de un determinado
tiempo de reeducación en las regiones de
trabajo fronterizas a la Tierra, los suicidas
son habitualmente conducidos otra vez
a la internación en el medio carnal, en un
régimen de hospitalización dentro de la
celda del cuerpo, que refleja sus penurias
y angustias en forma de enfermedades e
inhibiciones.
Fácil nos será entonces identificarlos en
la cuna donde vuelven a la vida, sugiriendo la
expiación en la que se resguardan.
Los que se envenenaron, según los tó-
xicos de que se valieron, renacen con afec-
ciones valvulares, malestares del aparato
digestivo, enfermedades de la sangre y dis-
funciones endocrinas tanto como otros
males de etiología imprecisa; los que incen-
diaron su propia carne padecen los ardores
de la ictiosis o el pénfigo; los que se asfixia-
ron, sea en el lecho de las aguas o con las
emanaciones de gas, muestran procesos

29
SUICIDIO

mórbidos de las vías respiratorias, como en


el caso del enfisema o los quistes pulmo-
nares; los que se han ahorcado son porta-
dores de dolorosos disturbios del sistema
nervioso, como las neoplasias diversas y
la parálisis cerebral infantil; los que se des-
trozaron el cráneo o entregaron su propia
cabeza a las ruedas destructoras, experi-
mentan desarmonías de la misma especie,
en especial las que se relacionan con el cre-
tinismo, mientras que los que se arrojaron
desde gran altura reaparecen como porta-
dores de los padecimientos de la distrofia
muscular progresiva o de la osteítis difusa.
Según fuera el tipo de suicidio, directo
o indirecto, surgen las distonías orgánicas
derivadas, que corresponden a diversas ca-
lamidades congénitas, incluso la mutilación
o el cáncer, la sordera, la mudez, la ceguera
y la locura, que representan la terapia provi-
dencial para la cura del alma.
Junto a tales cuadros de prueba rege-
neradora, funciona la ciencia médica como
misionera de la redención, que consigue
ayudar y mejorar a los enfermos, de con-
formidad con los créditos morales que

30
SUICIDIO

alcanzaron o según el merecimiento de que


dispongan.
Cuida pues la existencia como un don
inefable, porque tu cuerpo siempre es un
instrumento divino, para que en él aprendas
a crecer hacia la luz y a vivir para el amor, en
relación con la gloria de Dios.

31
SUICIDIO

SUICIDIO SIN DOLOR

Manoel Philomeno De Miranda11,12

Luchar para vencer las vicisitudes es


inevitable, ya que el propio requerimiento
biológico es una constante faena, en que
nacimiento, muerte, transformación y re-
surgimiento se dan a través de automatis-
mos en la maquinaria fisiológica, enseñando
a la conciencia la técnica del esfuerzo para
la preservación de la Vida.
El presunto suicida que consumó la
trágica fuga de la responsabilidad, como
es natural, jamás se libera de los nefastos
resultados de su actitud, siempre enlo-
quecido, por herir, en la agresión furiosa, al
mecanismo del instinto de conservación de
la Vida, que gobierna la existencia animal y
lo posee como factor para su preservación.

11
FRANCO, Divaldo Pereira. Temas da vida e da morte. Cap. 1.
12
Nota de la traductora: traducción libre al español.

32
SUICIDIO

Orgulloso o pusilánime, irresponsable


o vanaglorioso, el suicida no se evade de sí
mismo, de su conciencia; se convierte, ade-
más, en su propio verdugo cuyas penas o
actitud le impone y que rescatará en impo-
siciones mil veces más aflictivas que en la
forma en que ahora se presentan.
La burla que se permite, por medios su-
puestamente indoloros para sufrir la des-
encarnación, lo hiberna por algún tiempo,
en espíritu, hasta el momento en que des-
pierta más vilipendiado y agónico, vivo, lleno
de vitalidad, padeciendo los martillazos que
le provocó la superlativa imprudencia.
Es obvio que nadie engaña a la
Conciencia cósmica que se expresa en la
armonía del Universo y vigoriza, palpitante,
la conciencia humana individual.
Es necesario que el hombre asuma las
responsabilidades de la Vida y se instruya
en las leyes que rigen su existencia, perfec-
cionándose y reuniendo valores de los que
pueda disponer en los momentos-desafío,
con el fin de superarlos y reorganizarse para
las acometidas futuras hasta el instante en

33
SUICIDIO

que se cierre su ciclo biológico. Estará, en-


tonces, liberado de la materia, pero susten-
tado en la Vida…
En las aparentes muertes sin dolor, pro-
vocadas por quienes desean huir u olvidar,
el sufrimiento moral comienza cuando se
elabora el programa de la evasión y jamás se
puede prever cuándo terminará.
La conciencia humana es indestruc-
tible, por lo tanto, el suicidio de cualquier
tipo es una locura rematada, un salto al
desconocido abismo de la imprevisible
desesperación”.

34
SUICIDIO

CONSECUENCIAS DEL SUICIDIO

El suicidio, independientemente de la
forma como se manifieste, siempre
produce sufrimientos a corto, medio o
largo plazo, en ambos planos de la Vida:
el espiritual y el físico.

35
SUICIDIO

SUICIDAS

François-Simon Louvet13

La siguiente comunicación fue transmi-


tida espontáneamente en una reunión es-
pírita de El Havre, el 12 de febrero de 1863:
“¡Tened piedad de un pobre miserable
que hace mucho tiempo sufre crueles
torturas! ¡Oh!, el vacío… el espacio… cai-
go, caigo… ¡Socorro!… ¡Dios mío, tuve
una vida tan miserable!… Era un pobre
diablo. ¡Cuánta hambre sufrí en mi ve-
jez! Por eso me habitué a beber, y todo
me daba asco y vergüenza… Quise mo-
rir y me arrojé… ¡Oh, mi Dios! ¡Qué mo-
mento!… ¿Para qué semejante deseo,
cuando el término de la vida estaba tan
cerca? Orad para que yo no vea sin ce-
sar este vacío debajo de mí… ¡Voy a des-
pedazarme contra esas piedras!… Os lo

13
KARDEC, Allan. El Cielo y el Infierno. 2ª parte, cap. V.

36
SUICIDIO

suplico, a vosotros que conocéis las mi-


serias de los que ya no pertenecen a ese
mundo. No me conocéis, pero sufro tan-
to… ¿Por qué más pruebas? ¡Sufro! ¿Eso
no es suficiente? Si tuviese hambre –en
lugar de este sufrimiento más terrible,
aunque invisible para vosotros–, no vaci-
laríais en aliviarme con un pedazo de pan.
Así pues, os ruego que oréis por mí… No
puedo permanecer más tiempo en este
estado… Preguntad a cualquiera de esos
dichosos que están aquí, y sabréis quién
fui yo. Orad por mí.”

37
SUICIDIO

PREGUNTAS DE
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS

Pregunta 956. Aquellos que, dado que


no pueden soportar la pérdida de los se-
res queridos, se quitan la vida con la es-
peranza de ir a su encuentro, ¿alcanzan su
objetivo?
“Para ellos, el resultado es muy diferen-
te del que esperan. En lugar de reunirse
con el objeto de su afecto, se alejan de él
por mucho más tiempo, pues Dios no pue-
de recompensar un acto de cobardía, ni el
insulto que se le dirige al dudar de su pro-
videncia. Pagarán ese instante de locura
con penas más graves que las que creen
abreviar; y no tendrán, para compensarlas,
la satisfacción que esperaban.” (Véase el §
934 y siguientes.)

38
SUICIDIO

Pregunta 957. ¿Cuáles son, en gene-


ral, las consecuencias del suicidio para el
estado del Espíritu?
“Las consecuencias del suicidio son muy
diversas. No hay penas fijas y, en todos los
casos, siempre son relativas a las causas
que lo ocasionaron. Con todo, una conse-
cuencia de la que el suicida no puede es-
caparse es la contrariedad. Por lo demás, la
suerte no es la misma para todos, sino que
depende de las circunstancias. Algunos ex-
pían su falta de inmediato; otros lo hacen
en una nueva existencia, que será peor que
aquella cuyo curso interrumpieron”.

Comentario de Allan Kardec


La observación muestra, en efecto, que
las consecuencias del suicidio no siempre
son las mismas. No obstante, las hay que
son comunes a todos los casos de muerte
violenta y resultan de la interrupción brus-
ca de la vida. Se trata, en primer lugar, de
la persistencia más prolongada y tenaz del
lazo que une el Espíritu al cuerpo, dado que
ese lazo casi siempre posee toda su fuerza

39
SUICIDIO

en el momento en que se quiebra; mientras


que en la muerte natural se debilita gradual-
mente y suele estar desatado antes de que
la vida se extinga por completo. Las conse-
cuencias de ese estado de cosas son la pro-
longación de la turbación espírita y, luego, la
ilusión que durante un tiempo más o menos
prolongado induce al Espíritu a creer que
aún forma parte de los vivos.
La afinidad que persiste entre el Espíritu
y el cuerpo produce, en algunos suicidas,
una especie de repercusión del estado del
cuerpo en el Espíritu. Así, el Espíritu siente,
a pesar suyo, los efectos de la descompo-
sición, y experimenta una sensación llena
de angustia y de horror. Ese estado puede
persistir tanto tiempo como debería haber
durado la vida que esos suicidas interrum-
pieron. Dicho efecto no es general. Con
todo, en ningún caso el suicida se libra de
las consecuencias de su falta de valor, y tar-
de o temprano expía su falta de un modo
u otro. Así, algunos Espíritus, que han sido
muy desdichados en la Tierra, dijeron que
se habían suicidado en la existencia ante-
rior y que voluntariamente se sometieron

40
SUICIDIO

a nuevas pruebas para intentar soportarlas


con mayor resignación. En algunos, la prue-
ba consiste en una especie de apego a la
materia, de la que en vano tratan de desem-
barazarse para volar hacia mundos mejores,
pero en los que el acceso les está vedado.
En la mayoría, es el pesar de haber hecho
algo inútil, puesto que con eso sólo experi-
mentan decepción.
La religión, la moral, todas las filoso-
fías condenan el suicidio como contrario
a la ley natural. Todas nos dicen, en princi-
pio, que nadie tiene el derecho de abreviar
voluntariamente su propia vida. Pero ¿por
qué no tenemos ese derecho? ¿Por qué no
somos libres de poner término a nuestros
padecimientos? Estaba reservado al espiri-
tismo demostrar, con el ejemplo de los que
sucumbieron, que el suicidio no sólo es una
falta entendida como infracción a una ley
moral, consideración de poco peso para al-
gunos individuos, sino también un acto es-
túpido, puesto que con él no se gana nada,
sino todo lo contrario. El espiritismo no nos
enseña esto en teoría, sino con los hechos
que presenta ante nuestros ojos.

41
SUICIDIO

EL VALLE DE LOS SUICIDAS

Camilo Cândido Botelho14,15

Precisamente en el mes de enero del


año de gracia de 1891, había sido sorpren-
dido con mi encarcelamiento en una región
del Mundo Invisible cuyo desolador panora-
ma estaba compuesto por valles profundos,
sobre los que presidían las sombras: gar-
gantas sinuosas y cavernas siniestras, den-
tro de las cuales aullaban, como bandas de
demonios enfurecidos, Espíritus que fueron
hombres, enloquecidos por la intensidad y
extrañeza, verdaderamente inconcebibles,
de los sufrimientos que los martirizaban.
En ese paisaje aflictivo de la contem-
plación, con la vista torturada del grillete,
ni siquiera distinguiría la dulce figura de una

14
PEREIRA, Yvonne, A. Memórias de um suicida. Primera
­Parte, cap. O vale dos suicidas.
15
Nota de la traductora: traducción libre al español.

42
SUICIDIO

arboleda que testimoniase sus horas de


desesperación, tampoco paisajes recon-
fortantes que pudiesen distraerlo de la fa-
tigosa contemplación de esas gargantas
donde no penetraba otra forma de Vida que
no sea la traducida por ¡el supremo horror!
[...]
No había entonces allí, como nunca lo
habrá, ni paz, ni consuelo, ni esperanza: todo
en su ámbito marcado por la desgracia era
miseria, asombro, desesperación y horror.
[...]
¡Aquí, era el dolor que nada consuela,
la desgracia que ningún favor ameniza, la
tragedia que ninguna idea tranquilizadora
llega a rociar de esperanza! ¡No hay cielo,
no hay luz, no hay sol, no hay perfume, no
hay treguas!
¡Lo que hay es el llanto convulsivo e in-
consolable de los condenados que nun-
ca se armonizan! ¡El asombroso “crujir de
dientes” de la prudente y sabia advertencia
del sabio Maestro de Nazaret! ¡La blasfemia
provocadora del réprobo acusándose en
cada nuevo rebate de la mente flagelada

43
SUICIDIO

por los recuerdos penosos! ¡La locura in-


alterable de consciencias laceradas por el
infame flagelo de los remordimientos! ¡Lo
que hay es la rabia envenenada de aquel
que ya no puede llorar, porque quedó ex-
hausto bajo el exceso de lágrimas! ¡Lo que
hay es desilusión, la sorpresa aterradora de
aquel que se siente vivo a pesar de haber-
se arrojado a la muerte! ¡Es la rebelión, la
maldición, el insulto, el aullido de corazones
que la repercusión monstruosa de la expia-
ción transformó en fieras! ¡Lo que hay es la
conciencia agitada, el alma ofendida por la
imprudencia de las acciones cometidas, la
mente revolucionada, las facultades espiri-
tuales envueltas en las tinieblas oriundas de
sí misma! [...].

44
SUICIDIO

PREVENCIÓN ESPÍRITA
DEL SUICIDIO

Son acciones de apoyo que general-


mente se encuentran disponibles en el
Centro Espírita, como la oración, el pase,
el estudio, el trabajo en el Bien, el diálogo
fraterno, el esclarecimiento doctrinario a
Espíritus obsesores, entre otras.

45
SUICIDIO

PREVENCIÓN CONTRA EL SUICIDIO

Emmanuel16, 17

Cuando la idea de suicidio, por ventura,


se asome a tu cabeza, reflexiona, antes que
nada, en la infinita bondad de Dios, que te
instaló en la residencia planetaria, sólida-
mente estructurada, a fin de sustentarte
seguridad en el Espacio Cósmico.
En seguida, reza, pidiendo socorro a los
Mensajeros de la Providencia Divina.
Medita en el Amor y en la necesidad de
aquellos corazones que disfrutan de tu con-
vivencia. Aunque no conozcas, del todo, el
afecto que te consagran y a pesar de la im-
posibilidad en la que te reconoces de me-
dir cuánto vales para cada uno de ellos, es
razonable que consideres cuántas lesiones

16
XAVIER, Francisco Cândido. Pronto-socorro. Cap. 30.
17
Nota de la traductora: traducción libre al español.

46
SUICIDIO

de orden mental les causarías con la violen-


cia practicada contra ti mismo.
Si la idea perniciosa continúa torturán-
dote, aunque te sientas enfermo, refúgiate
en el posible trabajo, en el cual te muestres
útil para quienes te rodean.
Visita un hospital, donde puedas valorar
las ventajas de las cuales dispones, en com-
paración con la gran cantidad de compañe-
ros portadores de molestias irreversibles.
Ve personalmente al encuentro de algún
instituto benéfico que ampara hermanos
necesitados de apoyo total, para los cuales
algunos momentos de diálogo amistoso se
transforman en preciosa medicación.
Recuerda a alguien que sepas que está
en penuria y busca la forma de encontrarte
con ese alguien, intentando aliviar la carga
de su aflicción.
Preséntate espontáneamente a los
contactos con amigos que se están ree-
ducando, que se encuentren internados en
presidios de tu conocimiento, de manera
que le proporciones a ese o a aquel algún
pequeño favor.

47
SUICIDIO

No desprecies la lectura de alguna pá-


gina esclarecedora, capaz de renovar tus
pensamientos.
Entrégate al servicio del Bien al prójimo,
cualquiera que sea, y esfuérzate en olvi-
darte de ti mismo, porque la destrucción
voluntaria de tus posibilidades físicas no
solo representa un acto de desconsidera-
ción con las bendiciones que te enriquecen
la Vida, sino también será tu recogimiento
compulsorio a la intimidad de ti mismo, en el
cual, por tiempo indefinido, permanecerás
envuelto por tus propias perturbaciones.
La oración es de un valor inestimable
para quienes sufren. Debemos orar siem-
pre que estemos ante un desafío existen-
cial, siempre que seamos alcanzados por
las pruebas de la Vida.
En este sentido, el Espíritu suicida o alguien
que quiera huir de la Vida, independientemen-
te de las causas que generen su sufrimiento,
debe buscar consuelo espiritual en la oración.
A continuación, presentamos algu-
nos fragmentos de El Evangelio según el
Espiritismo a modo de ilustración.

48
SUICIDIO

EL PODER DE LA ORACIÓN

Allan Kardec

El poder de la oración reside en el pensa-


miento. No depende de las palabras, ni del
lugar, ni del momento en que se hace. Se
puede, pues, orar en todas partes y a toda
hora, a solas o en conjunto. La influencia
del lugar y de la duración está relacionada
con las circunstancias que favorecen el re-
cogimiento. La oración en conjunto ejerce
una acción más poderosa cuando todos los
que oran se asocian de corazón a un mismo
pensamiento y se proponen el mismo obje-
tivo, pues equivale a que muchos eleven su
voz conjuntamente y al unísono. Pero ¡qué
importancia tendría que estuviese reunido
un gran número de personas, si cada una
obrara aisladamente y por su propia cuenta!
Cien personas reunidas pueden orar como
egoístas, mientras que dos o tres, unidas
por una aspiración en común, rogarán como

49
SUICIDIO

verdaderos hermanos en Dios, y su oración


tendrá más poder que la de las otras cien
(Cap. XXVII, ítem 15).

A través de la oración el hombre atrae


la asistencia de los Espíritus buenos, que
se acercan para sostenerlo en sus buenas
resoluciones y para inspirarle pensamien-
tos de bien. El hombre adquiere así la fuerza
moral necesaria para vencer las dificultades
y regresar al camino recto, en caso de que
se haya desviado. Del mismo modo puede
también apartar de sí los males que atraería
a causa de sus propias faltas. Un hombre,
por ejemplo, que comprende que su salud
está deteriorada por los excesos que ha co-
metido, y que arrastra hasta el fin de sus días
una vida de sufrimiento, ¿tendrá derecho a
quejarse si no consigue la curación que se
propone? No, pues habría podido encontrar
en la oración la fuerza necesaria para resistir
a las tentaciones (Cap. XXVII, ítem 11).

Si dividimos en dos partes los males de


la vida, una parte constituida por los males

50
SUICIDIO

que el hombre no puede evitar, y la otra por


las tribulaciones de las cuales él mismo es
la principal causa, tanto por su indolencia
como por sus excesos [...], se verá que la
segunda supera en un gran número a la pri-
mera. Así pues, es evidente que el hombre
es el responsable de la mayor parte de sus
aflicciones, y que estaría librado de ellas
si procediese en todas las circunstancias
con sabiduría y prudencia. […] La oración
es recomendada por todos los Espíritus.
Renunciar a la oración es ignorar la bondad
de Dios; es rechazar, en cuanto a nosotros
mismos, su asistencia; y en cuanto a los
otros, es despreciar el bien que podemos
hacerles (Cap. XXVII, ítem 12).

51
SUICIDIO

ORACIÓN PARA UN SUICIDA

Allan Kardec18

El hombre nunca tiene derecho a dispo-


ner de su propia vida, porque sólo a Dios
le cabe retirarlo del cautiverio terrenal,
cuando lo juzgue oportuno. Sin embargo,
la justicia divina puede atenuar su rigor de
acuerdo con las circunstancias, aunque
reserva la mayor severidad para aquel que
quiso evitar las pruebas de la vida. El suici-
da es como el preso que se escapa de la
cárcel antes de cumplir la condena y que,
cuando es apresado de nuevo, recibe un
trato de mayor severidad. Lo mismo suce-
de con el suicida, pues supone que se ha
escapado de las miserias del presente y,
por el contrario, se sumerge en desgracias
mayores.

18
KARDEC, Allan. El Evangelio según el Espiritismo.
Cap. XXVIII, Ítem 71.

52
SUICIDIO

Sabemos, ¡oh Dios mío!, cuál es la suer-


te reservada a los que violan tus leyes
cuando abrevian voluntariamente sus días.
Pero también sabemos que tu misericordia
es infinita. Dígnate entonces derramarla
sobre el alma de N... ¡Que nuestras oracio-
nes y tu conmiseración alivien la amargura
de los padecimientos que experimenta,
por no haber tenido el valor de esperar la
finalización de sus pruebas!
Espíritus buenos, que tenéis la misión
de asistir a los desdichados, tomadlo bajo
vuestra protección, inspiradle arrepen-
timiento por la falta que ha cometido, y
que vuestra asistencia le dé fuerza para
sobrellevar con más resignación las nue-
vas pruebas por las que deberá pasar para
repararla. Apartad de él a los Espíritus ma-
los, que podrían impulsarlo nuevamente
al mal y prolongarían sus padecimientos,
al hacerle perder el fruto de sus pruebas
futuras.
En cuanto a ti, N…, cuya desgracia es
motivo de nuestras oraciones, ¡que nues-
tra conmiseración endulce tus amargu-
ras y haga nacer en ti la esperanza de un

53
SUICIDIO

futuro mejor! Ese futuro está en tus ma-


nos. Confía en la bondad de Dios, que am-
para a todos los que se arrepienten y sólo
rechaza a los corazones empecinados en
el mal.

54
SUICIDIO

REFERENCIAS

FRANCO, Divaldo Pereira. Loucura e obsessão.


Por el Espíritu Manoel Philomeno de Miranda. 12.
ed. 6. imp. Brasilia: FEB, 2016.
______. Temas da vida e da morte. Por el ­Espíritu
Manoel Philomeno de Miranda. 7. ed. 2. imp.
­Brasilia: FEB, 2013.
KARDEC, Allan. El Evangelio según el
­Espiritismo. Trad. Gustavo N. Martínez y M
­ arta
Haydee G
­ ­ azzaniga. Brasilia: Consejo Espírita
­Internacional (CEI), 2009.
______. El Cielo y el Infierno. Trad. Gustavo N.
Martínez y Marta Haydee Gazzaniga. Brasilia:
Consejo Espírita Internacional (CEI), 2010.
______. El Libro de los Espíritus. Trad. Gustavo
N. Martínez. Segunda edición 7/2011. Brasilia:
Consejo Espírita Internacional (CEI), 2008.
PEREIRA, Yvonne, A. Memórias de um suicida.
Por el Espíritu Camilo Cândido Botelho. 27. ed. 7.
imp. Brasilia: FEB, 2017.

55
SUICIDIO

XAVIER, Francisco Cândido. Estante da vida. Por


el Espírito Irmão X. 10. ed. 7. imp. Brasilia: FEB,
2017.
______. Pronto-socorro. Por el Espíritu
­Emmanuel. 1. ed. 1. imp. Brasilia: FEB; São Paulo:
CEU, 2015.
_______. Religión de los Espíritus. Por el Espíritu
Emmanuel. 1era edición - 02/2021. Brasília: FEB,
2006.
_______. Vozes do grande além. Espíritus diver-
sos. 6. ed. 1. imp. Brasilia: FEB, 2013

56
¿QUÉ ES EL ESPIRITISMO?

El Espiritismo es un conjunto esa asociación, algunas de sus


de principios y leyes revelados enseñanzas parezcan incom-
por Espíritus Superiores al edu- prensibles o sean interpretadas
cador francés Allan Kardec, que erróneamente. El Espiritismo
compiló el material en cinco surge entonces como una lla-
obras que serían conocidas poste- ve, que esclarece y explica las
riormente como la Codificación: palabras del Maestro.
EI Libro de los Espíritus, EI Libro
La Doctrina Espírita revela
de los Médiums, EI Evangelio se-
conceptos nuevos y profun-
gún el Espiritismo, EI Cielo y el
dos sobre Dios, el Universo,
Infierno y La Génesis.
la Humanidad, los Espíritus y
Como una nueva ciencia y las leyes que rigen la vida. Ella
con pruebas indiscutibles, el merece ser estudiada, analiza-
Espiritismo vino a presentar a da y practicada todos los días
la Humanidad la existencia y la de nuestra existencia, pues su
naturaleza del Mundo Espiritual, valioso contenido servirá de
además de sus relaciones con el gran impulso para nuestra
mundo físico. A partir de estas evolución.
evidencias, el Mundo Espiritual
deja de ser algo sobrenatural y
pasa a ser considerado como
una fuerza inagotable de la
Naturaleza, fuente viva de innu-
merables fenómenos hasta hoy
incomprendidos y, por ese mo-
tivo, vistos como fantasiosos y
extraordinarios.
Jesucristo resaltó la relación en-
tre el hombre y el Espíritu varias
veces durante su jornada en la
Tierra y tal vez por no percibirse
LITERATURA ESPÍRITA

En cualquier parte del Los textos son trabajados


­mundo, es común encontrar con ahínco, presentan bue-
personas interesadas en asuntos nas historias e informaciones
como la inmortalidad, la comu- coherentes, pues se basan en
nicación con los Espíritus, la hechos reales.
vida después de la muerte y la
Las enseñanzas espíritas traen
reencarnación. La creciente po-
el mensaje consolador de que
pularidad de estos temas se pue-
existe la vida después de la
de apreciar en el éxito de varias
muerte, y esta es una de las
películas, series, novelas y piezas
mejores noticias que pode-
teatrales que incluyen en sus
mos recibir cuando tenemos
guiones conceptos relacionados a
seres queridos que ya no ha-
la Espiritualidad y al alma.
bitan más en la Tierra. Las
Cada vez más, la prensa evidencia conquistas y los aprendizajes
la literatura espírita, cuyas obras adquiridos en vida siempre
impresionan incluso hasta a los formarán parte de nuestro
grandes medios de comunica- futuro y proseguirán de forma
ción, debido a su gran cantidad ininterrumpida en toda la jor-
de ventas. El principal motivo nada personal.
de la búsqueda de las películas y
Divulgar el Espiritismo, a
libros de este género es simple: el
través de la literatura, es la
Espiritismo es capaz de respon-
misión principal de la FEB,
der, de forma clara, preguntas que
que desde hace más de cien
se ciernen sobre la Humanidad
años selecciona contenidos
desde el principio de los tiempos.
doctrinarios de calidad para
¿Quiénes somos? ¿De dónde ve-
difundir la palabra y el ideal
nimos? ¿Para dónde v­ amos?
del Cristo por todo el mundo,
La literatura espírita presenta ar- rumbo al camino de la felici-
gumentos fundamentados en la dad y de la plenitud.
razón, que terminan atrayendo
a lectores de todas las edades.
Consejo Editorial:
Jorge Godinho Barreto Nery – Presidente
Geraldo Campetti Sobrinho – Coord. Editorial
Cirne Ferreira de Araújo
Evandro Noleto Bezerra
Maria de Lourdes Pereira de Oliveira
Marta Antunes de Oliveira de Moura
Miriam Lúcia Herrera Masotti Dusi
Producción editorial:
Fernando César Quaglia
Luciana Vecchi Martins Cunha
Equipo de elaboración:
Marta Antunes de Oliveira de Moura – Coordinación
Cylene Dalva Sousa Guida
Janice Luzia Oliveira Schultz Barbosa
Nilva Polônio Craveiro
Traducción al castellano:
Marcela Mónica Estévez
Revisión:
Josefa Elcónida Zambrano Gómez
Portada:
Diego Feitosa
Diagramación:
Luciano Carneiro Holanda
Normalización Técnica:
Biblioteca de Obras Raras e Documentos Patrimoniais do Livro
Apoyo:
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DISTRIBUCIÓN GRATUITA
SUICIDIO
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