Historia Politica Social Latinoamericana

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HISTORIA POLÍTICA SOCIAL LATINOAMERICANA

Tomo 5 La independencia Leslie Bethell


PRIMERA ETAPA 1750-1807 Revolución Industrial-Ultimátum de Napoleón
Portugal durante el siglo 18 era una potencia de segundo orden, sin embargo, tenía
colonias en varios continentes, entre ellas, Brasil. Las materias primas, sobre todo el
algodón y la azúcar, que Portugal obtenía de Brasil y reexportaba a toda Europa, era sin
dudas un mercado muy beneficioso para Portugal. Sin embargo, este país dependía
militarmente de Gran Bretaña, que garantizaba su independencia, amenazada por otras
potencias europeas.
Llegada la mitad del siglo XIIX Portugal quiere dejar de depender tanto de Gran Bretaña
y por eso toma diversas medidas económicas y de centralización de poder en su colonia
más importante, Brasil. Entre las medidas adoptadas por Portugal se encontraba la
liberalización del comercio colonial, aunque solo parcialmente. Se hizo gran énfasis en el
aumento de la producción de materias primas para la exportación. Esto se debe en parte
a la Revolución Industrial, y también a la neutralidad que mantuvo Portugal en las
guerras Napoleónicas que surgieron luego de la Revolución Francesa. La gran cantidad
de exportaciones agrícolas de Brasil fue la causa principal del crecimiento económico de
Portugal y el establecimiento de Lisboa como una de las principales plazas comerciales
del mundo a comienzos del siglo 19. Algunos ministros de la corona Portuguesa
empiezan a considerar la posibilidad de una invasión del ejército napoleónico y ven como
posible solución el traslado del príncipe Joao hacia Brasil. Sin dudas no querían que otro
país tome control de su principal colonia o que esta sea víctima de revoluciones internas.
SEGUNDA ETAPA 1807-1815 Llegada de la corona portuguesa a Brasil-Caída de
Napoleón
Con el objetivo de destruir el comercio británico, Napoleón le dio un ultimátum a
Portugal, en el cual ordena que deban cerrar sus puertos a las embarcaciones británicas,
encarcelar a los ingleses que viven en Portugal y confiscar sus propiedades. En caso de
no seguir estas órdenes, Portugal debería afrontar una invasión francesa. Ante esta
situación, Inglaterra ofreció proteger el territorio portugués y escoltar al príncipe Joao en
caso de querer escapar a Brasil. Inglaterra
Quería que la corona portuguesa escape a Brasil ya que veían en esta situación posibles
beneficios de comercio. Finalmente Joao decide escapar y parte hacia Brasil con una
embarcación de casi 15 mil personas, protegido por Inglaterra y acompañado por sus
ministros, sus familiares, y miles de portugueses. La corona llego a Brasil y se instaló en
Rio de Janeiro, convirtiéndolo en la capital de un imperio mundial. Esta situación, para

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muchos historiadores, convertía a Brasil en la metrópoli y a Portugal en la colonia.
Portugal abrió los puertos Brasileros para que comercie con todas las naciones amigas,
mientras tanto Inglaterra esperaba que el gobierno portugués abriera el puerto para el
comercio directo entre Inglaterra y Brasil, sin la intermediación del puerto de Lisboa,
tomado por los franceses.
TERCERA ETAPA 1815-1830 Declaración de Brasil como reino-Independencia de
Brasil
Tras la caída de Napoleón y el cese de la invasión a Portugal, en Inglaterra creía que el
príncipe Joao debería regresar a Portugal a gobernar desde Lisboa, sin embargo, Joao
había disfrutado de su estadía en Brasil y decidió quedarse. Consecuentemente Brasil
fue elevado a la categoría de reino, misma categoría que tenía Portugal. A pesar de
tener la misma categoría que Portugal, muchos brasileños estaban descontentos porque
la situación económica empeoro luego de las guerras y el, ahora, rey Joao estaba muy
interesado en el virreinato del rio de la plata, por lo cual no gobernaba con total atención
las demandas del territorio brasileño. Además, hay que agregar que Portugal negociaba
y firmaba tratados para abolir el tráfico de esclavos, actividad económica de la cual
dependían muchos brasileños, ya que se trataba de una sociedad esclavista.
Los brasileños sabían que podían perder todo lo logrado desde 1808 hasta ese momento
si el rey Joao se trasladaba a Lisboa, y así sucedió en 1821, debido a una serie de
revoluciones en Lisboa y Oporto.
Ahora, ante esta complicada situación, los brasileños no podían hacer más que defender
sus intereses en la asamblea o cortes portuguesas. Es por eso que viajaron los
diputados brasileños electos hacia Lisboa, pero allí se encontraron con que los
portugueses de las cortes querían volver a poner a Brasil en lugar de colonia. Los
diputados volvieron en 1822 a Brasil con la intención de romper lazos E independizarse.
El príncipe Pedro, quien Joao había dejado a cargo, decidió no volver a Portugal, pedido
que le realizaba las cortes desde Lisboa. Finalmente, a fines de 1822 Pedro declaro la
independencia de Brasil, rompiendo todo lazo con Portugal, y fue declarado emperador
constitucional de Brasil. Ahora solo necesitaba que los demás países le reconozcan la
independencia, para de esta manera no correr riesgo de un avance portugués sobre el
territorio brasileño. Inglaterra necesitaba que Portugal reconozca la independencia de
Brasil para Obtener beneficios económicos a través del mercado de materias primas
producidas en ese país, y para abolir el comercio de esclavos. Finalmente Portugal
acepto que Gran Bretaña negocie con Brasil en su nombre, y se consiguió que Portugal
acepte la independencia de Brasil en 1825. Esto le costó a Brasil la abolición del
comercio de esclavos desde 1829 y una serie de medidas arancelarias que beneficiaban
a Gran Bretaña.

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LA INDEPENDENCIA DE BRASIL
A finales del siglo xv, Portugal era un país pequeño, atrasado económicamente y
culturalmente aislado, en el extremo de Europa occidental, con escasos recursos
naturales y con una modesta fuerza naval y militar, pero, al menos en apariencia, con
una gran ventaja: un imperio mundial que se extendía por tres continentes, incluyendo la
inmensa y potencialmente rica colonia de Brasil. Los territorios de Portugal en ultramar.
Constituían una fuente importante de rentas para la corona. Los impuestos sobre la
producción, el consumo y el comercio doméstico, los monopolios del reino, las
donaciones voluntarias (algunas más voluntarias que otras), y los derechos de
importación y exportación, proporcionaban ingresos superiores a los que se necesitaban
para administrar y sostener el imperio. Hasta donde le fue posible, Portugal mantuvo el
monopolio del comercio dentro de su imperio. Y Lisboa y Oporto, además de ser los
centros comerciales de los productos portugueses, servían de puerto para los bienes no
portugueses que se exportaban a las colonias, así como para las importaciones de las
colonias que se Reexportaban al resto de Europa. (El oro brasileño también fue un
importante artículo del comercio anglo-portugués, legal e ilegal, durante las tres primeras
cuartas partes del siglo xvm.) Iniciaron y pusieron en práctica una serie de medidas
económicas y administrativas destinadas a superar el atraso cultural y económico de
Portugal y a reducir su dependencia económica y política de Inglaterra. Esto significó
para el Brasil, en primer lugar, el establecimiento de mayores con-troles y en alguna
medida la centralización de la administración. El Estado de Grao Para e Maranhao, un
Estado aparte desde 1621, se integró al ampliado Estado do Brasil en 1774 bajo un
mismo virrey (cuya sede había sido trasladada de Salvador a Río de Janeiro en 1763).
En la práctica, sin embargo, el virrey sólo tenía poderes restringidos fuera de la capitanía
general de Río de Janeiro y sus capitanías subordinadas. La autoridad de los jueces de
distrito y municipales de la corona (ouvidores y juízes de f ora), quienes tenían funciones
tanto judiciales como administrativas, fue fortalecida a expensas, por ejemplo, de los
electos senados da cámara (concejos municipales). Y en particular se mejoraron los
métodos para recaudar impuestos. Pomba y sus sucesores no consiguieron que la
industria minera del interior se recuperara, pero en la década de 1780, en parte como
resultado de sus esfuerzos, la zona costera de Brasil comenzó a gozar de un
renacimiento agrícola. 1 Esta recuperación se vio reforzada a finales del siglo xvm por la
expansión constante del mercado de alimentos — el azúcar incluido — y de materias
primas — especialmente algodón, como resultado del crecimiento de la población, de la
urbanización y de los inicios de la industrialización en Europa occidental. Bahía siguió
exportando tabaco y azúcar. Y nuevas exportaciones florecieron en diferentes partes de
Brasil; por ejemplo:

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cacao en Para, arroz en Maranhao, Para y Río de Janeiro, trigo en Rio Grande do Sul. A
finales de la década de 1790, se exportaban por primera vez significativas cantidades de
café desde Río de Janeiro. (Las exportaciones de café de Río se multiplicaron por siete
entre 1798 y 1807, indicio de los modestos comienzos del ciclo cafetero en la economía
brasileña que duraría más de un siglo.) El comercio de Portugal con el resto del mundo
arrojó excedentes durante todo el período 1791-1807, con la excepción de dos años, y
de forma aún más notable, su comercio con Inglaterra estuvo en superávit desde 1798.
El crecimiento económico del Brasil entre 1780 y 1800, sin embargo, coincidió con, y fue
en parte el resultado de, la Revolución industrial en Gran Bretaña y, especialmente, del
desarrollo sin precedentes de las industrias británicas de textiles y siderúrgica. Algunos
historiadores consideran que las raíces de la conciencia nacionalista brasileña se
encuentran a mediados del siglo xvn, en la derrota a los holandeses en 1654 — quienes
ocuparon el noreste durante un cuarto de siglo o aún antes, en las exploraciones de los
bandeirantes de Sao Paulo en el interior del Brasil y los primeros conflictos con España
en el Río de la Plata. Un número mayor de brasileños se educaba en Coimbra y en otras
universidades europeas como Montpellier, Edimburgo y París. Comenzaron a
escucharse críticas en escala significante, primero, al sistema mercantilista y a las
restricciones que imponía al comercio colonial y, por consiguiente, a la producción
agrícola; en segundo lugar, a los impuestos excesivos; y por último, a la escasez y a los
altos precios de los bienes manufacturados de importación. Existía así en Brasil una
conciencia creciente de los conflictos de interés con la metrópoli — económicos y
políticos, reales y en potencia — y al mismo tiempo conciencia tanto del relativo atraso
económico de Portugal vis á vis su más importante colonia como también de su debilidad
política y militar. Su poder militar era, sin embargo, limitado. Aún en 1800, el ejército de
Brasil consistía sólo en 2.000 soldados, tropas da linha o tropa paga, comparados, por
ejemplo, con los 6.000 que había en Nueva España. Más aún, muchos de los oficiales
eran oriundos de Brasil, miembros de prominentes familias de terratenientes y militares,
y la mayoría de la soldadesca era reclutada en la colonia. La tercera formación militar,
corpos de ordenancas (unidades territoriales), responsables del orden interno y del
reclutamiento del ejército regular, también estaba dominada por la clase terrateniente
brasileña. El descontento por el control económico y político ejercido desde Lisboa y la
hostilidad entre los nativos de Brasil y los portugueses residentes en esta colonia,
quienes monopolizaban la mayoría de los altos cargos oficiales y quienes dominaban el
comercio del Atlántico, adquirió, indudablemente, mayor extensión e intensidad a finales
del siglo xvm. Pero no debería exagerarse. Los brasileños mantenían lazos más
estrechos con la metrópoli y tenían menos motivos de descontento que los criollos de la
América española, y por muchas diferentes razones. Se podía encontrar brasileños
trabajando en todos los rangos medios y bajos de la burocracia, e inclusive en los cargos

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de magistrados de la corona y gobernadores, no sólo en Brasil sino en otras partes del
imperio portugués, tales como Goa y Angola, y en el mismo Portugal habían accedido a
altos puestos administrativos. En mucha mayor medida que España, Portugal gobernaba
a través de una clase dominante local directamente comprometida si no en la
formulación por lo menos en la puesta en práctica de las políticas; los atrincherados
intereses coloniales rara vez eran desafiados. En tercer lugar, los lazos familiares y
personales que existían entre los miembros de las élites portuguesa y brasileña se
mantenían y reforzaban a través de una formación intelectual común —
predominantemente en la Universidad de Coimbra.
A diferencia de la América española, Brasil no tuvo universidades ni siquiera imprentas—
durante el período colonial. A diferencia de la mayoría de los hacendados
hispanoamericanos, los senhores de engenho y demás plantadores de Brasil mantenían
fuertes lazos con los comerciantes de la metrópoli, con el comercio del Atlántico y, a
través de los puertos metropolitanos de Lisboa y Oporto, con los mercados europeos.
Finalmente, el reajuste que hizo Portugal de sus relaciones políticas y económicas con
sus colonias y la reorganización imperial que se llevó a cabo durante la segunda mitad
del siglo xvm no tuvieron el alcance de las reformas españolas y no significaron una
amenaza directa para el statu quo ni para los intereses de la élite colonial. La
inconfidencia mineira fue sin lugar a dudas el más serio de los movimientos anti
portugueses de finales de siglo XV Minas Gerais era una de las capitanías más
importantes y pobladas de Brasil en la Década de 1780, pero estaba sufriendo una seria
recesión económica mientras se acomodaba a la caída de la industria minera desde
mediados del decenio de 1750 y a la transición a una economía mixta de agricultura y
ganadería. Era también una capitanía con una rica vida cultural e intelectual. Algunas de
las personas más acomodadas e influyentes de la región jueces de la corona,
fazendeiros, mercaderes, recaudadores de impuestos, abogados, sacerdotes, oficiales
del ejército— participaron en la conspiración. Eran en su mayoría brasileños, aunque
algunos también eran portugueses. La conspiración, sin embargo, fue un fracaso. Tras
su descubrimiento, sus principales dirigentes fueron arresta- dos, juzgados, desterrados,
y en el caso de Joaquim José da Silva Xavier (conocido como «Tiradentes», el
Sacamuelas) condenado a la horca. La conspiración que se llevó a cabo en Bahía diez
años más tarde fue predominantemente urbana y dio lugar a un movimiento mucho más
radical dirigido a provocar el levantamiento de los mulatos, los negros libres y los
esclavos. Sus líderes eran en su mayoría artesanos (sastres en particular) y soldados.
Un pequeño grupo de jóvenes brasileños, blancos y educados — de modo especial
Cipriano Barata de Almeida— también estuvo involucrado en la conspiración. La clase
dominante de Bahía, sin embargo, no estaba dispuesta a escuchar las exigencias de

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cambios políticos. La insurrección de los affranchis (negros libres) y esclavos en Saint-
Domingue había servido de severa advertencia a los dueños de esclavos en toda
América de las consecuencias de la propagación de las ideas del liberalismo, las
doctrinas de la igualdad y los derechos del hombre en las sociedades esclavistas y el
desafío al control metropolitano por parte de elementos revolucionarios entre la
población blanca. Cualquiera que fuese la fuerza de los lazos que unían a Brasil con
Portugal, existía ahora un conflicto fundamental de intereses, finalmente irreconciliable,
entre colonia y metrópoli. Y para Portugal existía siempre el peligro que las exigencias de
unos vínculos económicos más relajados desembocaran algún día también en
exigencias de independencia política. brasileños, como Manuel Ferreira de Cámara y
José Bonifacio de Andrada e Silva, en altos cargos de la administración metropolitana y
colonial. Al mismo tiempo, Sousa e Coutinho fue lo suficientemente inteligente para
darse cuenta que las reformas sólo podrían retardar, y hasta podrían precipitar, lo
inevitable. Además, las futuras relaciones de Portugal con Brasil estaban de alguna
manera a merced de factores externos. Si Portugal era arrastrada a la guerra, en caso
de una invasión por parte de Napoleón (y desde 1801 había indicios de que esto podría
suceder), dom Rodrigo había recomendado, antes de su dimisión a finales de 1803, que
en vez de correr el riesgo de perder Brasil, como resultado ya de una revolución interna
o de la ocupación de una colonia rival, el príncipe regente dom Joáo podría y debería
como último recurso abandonar Portugal, trasladarse a Brasil y establecer «un gran y
poderoso imperio» en Suramérica. Después de todo, Portugal no era «ni la mejor parte ni
la más esencial de la monarquía». Por otra parte, el gobierno británico, debido a una
combinación de razones estratégicas y comerciales, estaba a favor del traslado
portugués a Brasil frente a las circunstancias de una invasión francesa. Ya en 1801, lord
Hawkesbury, secretario de Asuntos Exteriores británico, había dado instrucciones al
embajador británico en Lisboa para que se hiciera saber que, de tomarse la decisión de
irse a Brasil, Gran Bretaña estaba lista para «garantizar la expedición y coordinar con (el
príncipe regente) los medios más eficaces para extender y consolidar sus dominios en
Suramérica».Fue después de Tilsit (el 25 de junio de 1807) cuando Napoleón tomó
finalmente la determinación de consolidar el régimen continental que había diseñado
para destruir el comercio británico con Europa. El 12 de agosto de 1807, Napoleón emitió
un ultimátum al ministro de Asuntos Exteriores portugués, Antonio de Araujo de
Azevedo: el príncipe regente debía cerrar sus puertos a los barcos ingleses, encarcelar a
los ingleses residentes en Portugal y confiscarles sus propiedades, o afrontar las
consecuencias de una invasión francesa. en septiembre la flota danesa en Copenhague)
y apoderarse de las colonias de Portugal, incluyendo Brasil, mientras que, por otro lado,
Canning prometió renovar los compromisos británicos de defender la Casa de Braganza

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y sus dominios contra ataques externos si el príncipe regente se mantenía firme. Por
algún tiempo, dom Joáo intentó satisfacer a Napoleón mediante la adopción de unas
medidas antibritánicas sin enemistarse del todo con Gran Bretaña para evitar así una
alternativa agonizante. El 23 de noviembre se recibieron noticias de que cuatro días
antes el ejército francés había cruzado la frontera portuguesa con España y que sólo se
encontraba ahora a cuatro días de marcha forzada de Lisboa. Al día siguiente, dom Joáo
tomó la decisión de abandonar el reino que no podía conservar a no ser como vasallo de
Francia (en efecto, la supervivencia de la Casa de Braganza estaba puesta en serias
dudas), y retirarse, cruzando el Atlántico, a su colonia más importante. Para la población
local, la decisión de trasladar la corte a Brasil fue una cobarde deserción, una fuga
desordenada e ignominiosa, un sauve-qui-peut. Es evidente que dom Joao se vio
forzado a ello, y hubo elementos de confusión, incluso de farsa. Tan pronto como los
vientos fueron favorables, el 29 de noviembre (el día anterior a la llegada de Junot), los
barcos levantaron anclas, descendieron por el Tajo e iniciaron la travesía del Atlántico
hacia Brasil escoltados por cuatro navios de guerra británicos. El viaje fue una
Pesadilla: la flota se dividió a causa de una tormenta; el grupo real sufrió de
congestionamiento, falta de alimentación y bebida, piojos (las damas tuvieron que
cortarse los cabellos), e infecciones; se improvisaron nuevos vestuarios con sábanas y
mantas proporcionadas por la marina británica. Aun así, la travesía se llevó a cabo con
buen éxito y el 22 de enero de 1808 la realeza fugitiva arribaba a Bahía, donde le
esperaba un cálido recibimiento: fue la primera vez que un monarca reinante pisaba el
Nuevo Mundo. Cualesquiera que fuesen las conclusiones sobre la condición política y
económica de Brasil, sus relaciones con la madre patria y los proyectos de su futura
independencia desde de 1808, no existen dudas sobre el profundo impacto que tuvo en
Brasil, y especialmente en Río de Janeiro, el arribo de la corte portuguesa. Se dejó la
administración provincial y local en manos de los gobernadores de capitanía y jueces
nombrados por la corona (muchos de ellos brasileños), aunque la misma presencia del
rey portugués y del gobierno portugués — en lugar del virrey — en Río de Janeiro
aseguraron un mayor grado de centralización del poder. Pero tampoco era un país
independiente ni podía controlar su propio destino. Sin embargo, el traslado de la corte
portuguesa a Río ha sido considerado generalmente como una de las más importantes
etapas en la evolución de Brasil hacia la independencia ya que, como veremos, probó
ser imposible restaurar el statu quo ante. Futuro vizconde de Cairú, natural de Bahía y
licenciado en Coimbra, un distinguido especialista en política económica y autor de
Principios de Economía Política (1804), obra que había recibido la marcada influencia de
los escritos de Adam Smith. Así, casi por casualidad, dom Joáo se identificó
inmediatamente de su llegada a Brasil con los intereses de los grandes terratenientes

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brasileños y concedió lo que los críticos del viejo sistema colonial habían exigido con
mayor afán. En la práctica, por lo menos hasta que la guerra concluyó, el comercio
directo con todas las naciones amigas se identificó con Inglaterra. Tal como Canning lo
había previsto, Río de Janeiro se convirtió en «un emporio para los productos británicos
destinados al consumo de toda Suramérica» 8 —no sólo Brasil sino también el Río de la
Plata y la costa pacífica de Hispanoamérica. Las exportaciones brasileñas de azúcar,
algodón y café que siguieron creciendo después de 1808 —y los precios de los
productos básicos fueron altos durante toda la duración de la guerra — eran ahora
transportadas en su mayoría a Europa en barcos ingleses. Gran Bretaña, sin embargo,
no se contentó con tener un comercio de puertas abiertas con Brasil. Aspiraba también a
la clase de derechos preferenciales que había disfrutado en Portugal durante siglos. Y
dom Joáo no podía rechazar ni esta ni otras exigencias: dependía por completo de las
tropas y del armamento británicos para derrotar a los franceses en Portugal y de la
armada inglesa para la defensa de Brasil y del Imperio portugués en ultramar. El único
comercio con Brasil aún bajo el dominio portugués era el tráfico de esclavos desde el
África portuguesa. Al mismo tiempo las ya baratas mercancías británicas se abarataron
aún más, y socavaron así en gran medida los esfuerzos realizados después de 1808
para establecer industrias brasileñas. Huelga decir que Gran Bretaña no estableció
medidas recíprocas, y no rebajó los impuestos de aduana, prácticamente prohibitivos,
que pesaban sobre el azúcar y el café brasileños — aunque no sobre el algodón en rama
— destinados al mercado británico. En 1810, el príncipe regente también concedió
oficialmente a los comerciantes británicos el derecho a residir en Brasil y a ocuparse en
las actividades de comercio, tanto mayorista como minorista. Además, el gobierno
británico obtuvo el derecho de nombrar judges conservators, es decir, magistrados
especiales encargados de asuntos que concerniesen a los subditos británicos en Brasil.
De acuerdo con el artículo 10 del tratado de alianza, el príncipe regente se comprometió
por primera vez internacionalmente a reducir y eventualmente acabar con el tráfico de
esclavos. En abril de 1807, a las tres semanas de haberlo abolido ella misma, Gran
Bretaña había invitado a Portugal a que siguiera su ejemplo — no es de sorprender que
no hubiese tenido éxito. Las nuevas circunstancias de la residencia del príncipe regente
en Brasil ofrecían a Gran Bretaña una oportunidad para extraer también concesiones en
este campo. El traslado de la corte portuguesa a Río de Janeiro en 1808 no sólo abrió la
economía brasileña sino que terminó asimismo con el aislamiento cultural e intelectual
de Brasil. Nueva gente y nuevas ideas llegaron a Brasil. En mayo de 1808 se estableció
por primera vez una imprenta en la capital (seguida de otras más en Salvador en 1811 y
Recife en 1817); y comenzaron a publicarse libros y periódicos. Se inauguraron
bibliotecas públicas, academias filosóficas, científicas y literarias, escuelas y teatros.

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Generalmente se había esperado que, tras la liberación de Portugal y el fin de la guerra
en Europa, el príncipe regente regresaría a Lisboa. En septiembre de 1814, lord
Castlereagh, entonces secretario de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, envió al
contralmirante sir John Beresford a Río de Janeiro con dos navios de alto bordo y una
fragata para que condujeran a dom Joáo de regreso a casa. A su arribo a fines de
diciembre de 1814, Beresford puso el HMS Achules a disposición del príncipe regente
para su viaje de retorno. Pero dom Joáo había disfrutado su residencia en Brasil. No era
simplemente un rey en el exilio; dom Joáo había traído consigo todo el aparato del
Estado portugués, así como a varios millares de miembros de la clase gobernante
portuguesa, muchos de los cuales, aunque de ninguna manera todos, habían echado
raíces en Brasil y se negaban a regresar. Es verdad que, por un lado, los lazos entre la
corona y la élite terrateniente brasileña se habían fortalecido después de 1808, ya que
ambos encontraron un interés común en el librecambio. En particular, tanto Río de
Janeiro, en realidad la región sur-central en su conjunto, como Bahía bajo la gobernación
«ilustrada» del conde de Arcos (1810- 1818) habían visto crecer sus exportaciones de
azúcar, algodón y, en el caso de Río, de café, aunque durante la posguerra los precios
internacionales, especialmente del algodón (tras el crecimiento de la producción en
Estados Unidos) y del azúcar (con la aceleración de la producción cubana), comenzaron
a descender. Pero la política económica de la monarquía no estaba aún completamente
libre de privilegios y monopolios mercantilistas irritantes, ya que dom Joáo hacía lo que
podía para proteger los intereses de los comerciantes portugueses residentes en Brasil y
en Portugal. Además, los brasileños sabían en el fondo que todavía existía la posibilidad
de que se restaurase su condición colonial, y se perdiesen todos los logros posteriores a
1808, si dom Joao tomara la decisión de regresar a Lisboa. En el fondo, sin embargo,
acechaban las aspiraciones políticas liberales y, aún más acérrimas, antiportuguesas.
Con el gobierno portugués absolutista en Río, se sintió más de cerca el dominio
metropolitano. El camino hacia alguna forma limitada de poder compartido se había
cerrado. La discriminación en favor de los portugueses fue más pronunciada ahora que
su número se había incrementado. La carga fiscal fue también más pesada ya que los
brasileños estaban ahora obligados a mantener solos la corte y una mayor nómina
burocrática y militar. Además, los brasileños se vieron llamados a pagar por las
ambiciones dinásticas de dom Joáo y de su esposa Carlota Joaquina (así como por los
intereses de los esíancieiros del sur de Brasil) en el Río de la Plata. Las revoluciones de
independencia en Hispanoamérica, y especialmente la lucha entre Artigas y Buenos
Aires, le habían ofrecido a Portugal la oportunidad de recobrar el control sobre Colonia
do Sacramento, la que finalmente había sido cedida a España en 1778 tras un siglo de
conflictos. Ya en 1811 tropas portuguesas habían cruzado la frontera española, pero

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entonces se habían retirado.Hubo otros ejemplos de sacrificios de los intereses
brasileños en beneficio del Estado portugués por parte del gobierno en Río. Entre ellos,
el más obvio fue el tratado comercial angloportugués, pero también los varios tratados
con Inglaterra para la abolición del tráfico transatlántico de esclavos. Por algún tiempo, la
armada británica malinterpretó el tratado de 1810 — que estipulaba la restricción del
comercio portugués de esclavos a los territorios portugueses — mientras consideró que
tal tráfico era ilegal al norte del ecuador. Así, hasta 1813, cuando se les impidió seguir
haciéndolo, los barcos de guerra británicos capturaron varios buques negreros
portugueses. Comerciantes de Pernambuco y Bahía, dedicados al tráfico de esclavos,
sufrieron fuertes pérdidas, y los precios de los esclavos se incrementaron. Aunque
indudablemente existió, y quizá estaba aumentando, el descontento brasileño hacia el
régimen portugués, que ahora parecía haberse instalado definitivamente en Río de
Janeiro, no debería exagerarse. Aún no existían fuertes demandas, ni mucho menos
generalizadas, de cambios políticos. La crítica más persistente al absolutismo portugués
y al sistema político impuesto en Brasil provino de Hipólito José da Costa, quien entre
junio de 1808 y 1822 publicó en Londres un periódico liberal sumamente influyente — el
Correiro Brasiliense. Sólo hubo una franca rebelión, y ésta se produjo tanto contra la
subordinación política —y fiscal— a Río como contra el propio dominio portugués. No
obstante, en marzo de 1817, una revuelta militar a la que se unieron plantadores y
dueños de esclavos — cuyos ingresos económicos habían mermado a consecuencia de
bajas en las exportaciones de azúcar y aldogón y los altos precios de los esclavos
algunos comerciantes prós- peros, jueces de la corona y sacerdotes, así como
moradores (pequeños granjeros inquilinos y colonos), y artesanos, desembocó en la
proclamación de la república de Pernambuco. Dos navios mercantes convertidos en
barcos de guerra bloquearon Recife desde el mar. Finalmente, se congregó un ejército
procedente de Bahía que permaneció leal bajo la gobernación de Arcos— y de Río de
Janeiro, y el 20 de mayo de 1817 los rebeldes se rendían. La república del noreste había
durado dos meses y medio. El resto de Brasil permaneció tranquilo. Sin embargo, la
revolución de 1817 había revelado la existencia de ideas liberales y nacionalistas,
incluso dentro del ejército. Se trajeron ahora tropas de Portugal para guarnecer las
principales ciudades y, dentro de las unidades ya existentes, por ejemplo en Bahía, los
portugueses recibieron a menudo promociones por encima de los brasileños. La rápida
evolución de las revoluciones de independencia en ambos extremos de la Suramérica
española sirvió de advertencia a los portugueses, cuyo régimen dio señales de volverse
más represivo. Thomaz A. Villa Nova Portugal (1817-1820) fue ciertamente el más
reaccionario y proportugués de todos los primeros ministros de dom Joáo durante su
residencia en Brasil. La independencia de Brasil fue precipitada, después de todo, por
los acontecimientos que tuvieron lugar en Portugal en 1820-1821. El 24 de agosto de

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1820, estalló en Oporto una rebelión liberal y nacionalista, seguida de otra en Lisboa el
15 de octubre. Provocadas por los militares, recibieron el apoyo de muchos sectores de
la sociedad portuguesa, pero especialmente de la burguesía, profundamente insatisfecha
con las condiciones económica y política de Portugal tras la guerra. El monarca
absolutista Joao VI seguía en Río de Janeiro, al parecer insensible a los problemas de
Portugal; los papeles de la metrópoli y la colonia se habían invertido. Ante la continua
ausencia de dom Joáo, el gobierno de Portugal estaba en manos de un Consejo de
Regencia presidido por un inglés, el mariscal Beresford, quien después de la guerra
permaneció como comandante en jefe del ejército portugués. vigente otra vez en España
tras la revolución liberal que allí tuvo lugar en enero-marzo de 1829 — mientras se
redactaba una nueva constitución portuguesa, para cuyo propósito se convocaron
precipitadamente unas Cortes Gerais Extraordinarias e Constituintes. De acuerdo con
una orden de 22 de noviembre, las Cortes serían elegidas —para todo el mundo
portugués— sobre la base de un diputado por cada 30.000 subditos libres. (A Brasil le
adjudicaron entre 70 y 75 escaños en una asamblea de más de 200.) En las varias
capitanías (ahora provincias) de Brasil se establecerían juntas gobernativas
provisionales, leales a la revolución portuguesa, destinadas a supervisar las elecciones
para las Cortes de Lisboa. Sin embargo, detrás de estas medidas liberales y anti
absolutistas se manifestaba también una decisión portuguesa de restituir la condición
colonial que pesó sobre Brasil antes de 1808. Las noticias de la revolución de los
constitucionalistas liberales en Portugal provocaron disturbios de importancia secundaria
en muchos pueblos de Brasil. Pero, como en Portugal, fueron los militares quienes en
Brasil dieron los primeros pasos significativos contra el absolutismo. El 1 de enero de
1821, las tropas portuguesas en Belém se rebelaron y establecieron una junta
gobernativa liberal en Para, a la que posteriormente se adhirieron Maranháo (el 3 de
abril) y Piauí (el 24 de mayo); la junta se declaró inmediatamente dispuesta a organizar
las elecciones para las Cortes de Lisboa. En Bahía, el 10 de febrero, una conspiración
militar similar, de tropas liberales contra sus oficiales absolutistas, produjo la remoción
del gobernador, el conde de Palma, y el establecimiento de una junta provisional que
propugnó una constitución liberal para el Reino Unido de Portugal y Brasil. Un serio
conflicto político surgió, sin embargo, al exigir las Cortes el regreso del rey a Lisboa. Una
facción portuguesa en Río de Janeiro, compuesta de oficiales de alto rango del ejército,
burócratas de importancia y comerciantes que dependían todavía fundamentalmente de
Portugal, y estaban ansiosos de recuperar su condición monopólica, favorecía
naturalmente el regreso del rey, aunque muchos de sus integrantes eran más
absolutistas o antibrasileños que liberales. De otro lado, una facción o partido

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«brasileño» surgió ahora en oposición al regreso. Sus principales integrantes eran los
grandes terratenientes a todo lo largo y ancho de Brasil, pero especialmente en las
capitanías más cercanas a la capital, y los burócratas naturales de Brasil y miembros de
la rama judicial. La clase dominante brasileña era en su mayor parte conservadora, o a lo
sumo liberalconservadora. Aspiraba a conservar la estructura social y económica de la
colonia basada en el sistema de plantación, la esclavitud y la exportación de productos
agrícolas tropicales al mercado europeo. Pero también había liberales, incluso liberales
radicales, y algunos revolucionarios auténticos en la ciudad de Río de Janeiro y en Sao
Paulo, así como en Salvador y Recife. La mayoría de ellos trabajaba en las profesiones
liberales abogacía y periodismo, especialmente o eran artesanos sastres, barberos,
mecánicos y también pequeños comerciantes, soldados y sacerdotes. Eran blancos en
su mayoría, aunque muchos eran mulatos y negros libres. Esperaban cambios profundos
en la sociedad y en la política: soberanía popular, democracia e incluso una república;
igualdad social y racial, hasta reforma agraria y abolición de la esclavitud. Mantenían una
posición ambigua sobre si dom Joáo debía regresar a Portugal o permanecer en Brasil.
Los «brasileños» no tuvieron ahora alternativa sino organizarse para la defensa de los
intereses brasileños en las Cortes. Las elecciones tuvieron lugar, en su mayor parte,
entre mayo y septiembre. Se destacaron por el hecho de que los elegidos eran casi
todos oriundos de Brasil, incluidos varios radicales eminentes que habían participado en
la revolución de 1817: por ejemplo, Cipriano Barata (Bahía), Muniz Tavares
(Pernambuco), Antonio Carlos Ribeiro de Andrada Machado e Silva (Sao Paulo). Entre
los seis diputados elegidos por Sao Paulo, se encontraban, además de Antonio Carlos,
el padre Diogo A. Feijó, Francisco de Paula Sousa e Meló y el Dr. Nicolau Pereira de
Campos Vergueiro, quienes llegaron a ser distinguidos políticos liberales después de la
independencia.Las elecciones y las instrucciones dadas a los diputados elegidos
también se destacaron porque, aparentemente, la independencia para el Brasil no fue
considerada como un punto serio en la agenda política. La burguesía portuguesa, en su
determinación de reestablecer su hegemonía sobre Brasil y en particular de negarle a
Gran Bretaña acceso directo a Brasil, no pudo darse cuenta de las dificultades del pacto
colonial tras el desarrollo político, económico y demográfico de Brasil, ante todo después
de 1808, y de los cambios económicos, políticos e ideológicos que habían tenido lugar
en Europa y en América. Era bastante improbable que Portugal fuese la única potencia
europea capaz de conservar sus colonias en el continente americano. Y el 1 de octubre
se anunció el nombramiento de gobernadores militares para cada provincia con poderes
independientes de las juntas provinciales y directamente responsables ante Lisboa. Por
último, el 18 de octubre, se le ordenó al mismísimo príncipe regente regresar a casa. Tan
pronto como los diputados brasileños comenzaron por fin a llegar a Lisboa, durante los

12
últimos meses de 1821 y la primera mitad de 1822, fueron recibidos o así lo adujeron
(podría quizá argüirse que estuvieron muy celosos de su rango) con ridiculizaciones,
insultos, amenazas, y una buena dosis de abierto antagonismo. En las famosas palabras
de Manoel Fernandez Thomas, uno de los líderes de la revolución liberal portuguesa,
Brasil era una «térra de macacos, de negrinhos apanhados na costa da África, e de
bananas». No es de sorprender que las exigencias brasileñas presentadas, por ejemplo,
por Antonio Carlos, en marzo de 1822 en los Apontamentos e Lembrangas de la junta de
Sao Paulo, de igualdad económica y política con Portugal y de órganos paralelos de
gobierno, con una monarquía que quizá alternase su sede entre Lisboa y Río de Janeiro,
encontraran pocas respuestas. Los acontecimientos en Brasil estaban avanzando veloz
e inexorablemente hacia una ruptura definitiva con Portugal. En octubre de 1822, siete
diputados brasileños cuatro paulistas, incluido Antonio Carlos, y tres bahianos, incluido
Cipriano Barata abandonaron ilegalmente Lisboa, primero rumbo a Londres y después a
Brasil, antes de jurar fidelidad a la constitución de 1822 y pasar a ser miembros de las
Cortes ordinarias que debían reunirse por primera vez en diciembre. Y pronto les
siguieron los otros diputados brasileños, muchos de ellos dispuestos a asumir posiciones
políticas radicales a causa de su desafortunada experiencia en Lisboa. Como
consecuencia, se produjo un realineamiento significativo en las fuerzas políticas de
Brasil. La facción «portuguesa» (lo que quedaba de ella tras el regreso a Lisboa de dom
Joáo) y la facción «brasileña» se dividieron final y definitivamente. Las fuerzas
divergentes del partido «brasileño» en la región centro-sur —portugueses nacidos en Río
de Janeiro con intereses en Brasil, brasileños tanto conservadores como liberales
moderados, especialmente en Sao Paulo y Río de Janeiro, liberales de extrema
brasileños y radicales en Río de Janeiro cerraron filas para hacerle oposición conjunta a
las Cortes portuguesas. Como era evidente qué el rey no podía garantizar la continuidad
de los acuerdos de 1808, los brasileños, cada vez más seguros de sí mismos, retiraron
sus lealtades al rey Joáo VI, que trasladaron al príncipe regente dom Pedro. En abril de
1821 se había perdido la batalla para conservar a dom Joáo en Brasil. La clave de la
futura autonomía de Brasil era ahora persuadir a dom Pedro para que se quedara. En la
correspondencia privada entre dom Joáo y dom Pedro existen algunos indicios para
pensar que el primero, al prever el curso de los acontecimientos a su regreso de Brasil a
Portugal, le habría aconsejado a su hijo que se comprometiera con los brasileños para
que así por lo menos la Casa de Braganza pudiese conservar las dos partes del imperio
con la posibilidad de su futura reunificación. Dom Pedro, por su parte, le escribió
francamente a dom Joáo ya en Lisboa: «Portugal es hoy un Estado de cuarta categoría,
lleno de necesidades y, por tanto, dependiente; Brasil lo es de primera clase e
independiente»." Podría también interpretarse que, dada la amenaza de los liberales

13
brasileños, dom Pedro — cuyas inclinaciones políticas eran decididamente autoritarias
decidió dirigir él mismo el proceso antes de dejarse arrollar por un movimiento que cada
vez se asimilaba más a un movimiento de independencia. A comienzos de 1822, José
Bonifacio era sin lugar a dudas el personaje central del proceso político en Brasil. Sus
opiniones sobre temas de interés social eran extraordinariamente progresistas estaba a
favor de la abolición gradual del comercio de esclavos e incluso de la esclavitud, de la
libre inmigración europea y de la reforma agraria pero, políticamente, José Bonifacio era
conservador y profundamente hostil a la democracia. Apenas triunfó la campaña para
que dom Pedro se quedara en Brasil lo que había motivado, temporal y artificialmente, la
unificación del partido brasileño , José Bonifacio se distanció de inmediato no sólo de los
liberales y demócratas de extrema (les llamaba «anarquistas e demagogos»), algunos de
ellos republicanos, sino también de muchos liberales más moderados y emprendió la
tarea de conseguir el apoyo de los terratenientes conservadores y liberales-
conservadores, burócratas de alto rango y jueces (muchos licenciados en Coimbra) y
comerciantes de Río de Janeiro, Sao Paulo y Minas Gerais para el establecimiento de
una monarquía independiente en Brasil. Si la lucha por el poder tuvo un elemento
ideológico, éste se concentró en el interrogante de si se debía o no convocar una
asamblea constituyente. El 16 de febrero de 1822, José Bonifacio, quien se oponía
fuertemente a la representación popular en una asamblea nacional por elección,
persuadió a dom Pedro de que todo lo que se necesitaba era un Conselho de
Procuradores da Provincia formado de homens bons y designados por medio de
procedimientos tradicionales. El movimiento brasileño por la independencia de Portugal
había basado su fortaleza en las más importantes provincias del centro-sur —Río de
Janeiro, Sao Paulo, Minas Gerais y especialmente de la capital, Río de Janeiro.
Pernambuco, donde la clase dominante brasileña era antiportuguesa pero recordaba la
revolución de 1817 y los intentos de establecer una república, y donde la guarnición
militar, en cualquier caso relativamente pequeña, mostró pronta disposición de trasladar
su lealtad a dom Pedro, aceptó en seguida la autoridad del imperio independiente de
Brasil. Las otras provincias del noreste y del norte, donde por lo menos en las ciudades
costeñas — aún existían una presencia militar portuguesa considerable, una comunidad
numerosa de comerciantes portugueses y una buena dosis de sentimiento pro
portugués, permanecieron leales a las Cortes de Lisboa. A comienzos de 1823, Bahía
sufrió una cruda división, en términos generales, entre el Recóncavo y la ciudad de
Salvador. Esta división se originó por el nombramiento de Ignacio Luís Madeira de Mello,
un coronel portugués y conservador, como gobernador militar de la provincia en febrero
de 1822, que fue rechazado por miembros de la junta de gobierno, oficiales del ejército
brasileño, senhores de engenho del Recóncavo y por radicales de extracción urbana. El

14
movimiento de resistencia fracasó y Madeira de Mello había conseguido establecerse en
el poder. En marzo arribaban a Salvador las tropas portuguesas que habían sido
expulsadas de Río en enero, las que posteriormente se vieron reforzadas desde
Portugal. Madeira de Mello tenía entonces en Salvador a su disposición una guarnición
de 2.000 soldados del ejército regular además de una milicia de 1.500 — la mayor
concentración de fuerzas militares portuguesas en Brasil. Pero primero en Santo Amaro
el 22 de junio, y posteriormente en Cachoeira, los barones conservadores del azúcar en
el Recóncavo se rebelaron en contra de los intentos de recolonizar Brasil. Retiraron su
lealtad hacia Joao VI y, conjuntamente con un grupo de jueces brasileños, establecieron
en Cachoeira un Consejo Interino de Gobierno, para todo Bahía, leal a dom Pedro y al
gobierno de Río de Janeiro. Las fuerzas militares brasileñas, inferiores en número,
mandos y equipos, no fueron, sin embargo, suficientemente fuertes para expulsar al
ejército portugués, aunque sí iniciaron el sitio de la ciudad de Salvador. Por su parte,
Madeira de Mello en dos oportunidades el 8 de noviembre de 1822 y el 6 de enero de
1823 fracasó en romper el cerco sobre Salvador. El juego estaba en tablas. Fue en estas
circunstancias cuando dom Pedro se dirigió a lord Cochrane, el futuro 10.° conde de
Dundonald. Arrogante, malhumorado, atravesado, belicoso, Cochrane fue uno de los
más osados y afortunados capitanes de fragata de su época. Había sido excluido de la
nómina de la marina británica tras un escándalo en la Bolsa de valores en 1814, pero
pocos años después comenzó una nueva carrera como mercenario, vendiendo sus
servicios al mejor postor, aunque generalmente, es cierto, del lado de la libertad y de la
independencia nacional. En 1818, Cochrane ya había organizado la marina chilena y,
con San Martín, había jugado un papel principal en la obtención de la independencia de
Chile y en la liberación de por lo menos las áreas costeñas de Perú del dominio español.
Temporalmente semirretirado en su estancia en Quintera, Chile, ahora recibía la
invitación de dom Pedro para estar al servicio de Brasil. Una vez que el convoy
portugués 13 barcos de guerra y cerca de 70 veleros mercantes y de transporte con
5.000 soldados, vastas cantidades de provisiones militares y cierto número de prestantes
familias portuguesas abandonó el puerto, Cochrane lo persiguió implacablemente hasta
las Canarias, hundiendo noche tras noche barcos de la retaguardia hasta reducir su
número a menos de una cuarta parte. Además, la fragata brasileña Nitheroy, bajo el
mando de otro inglés, John Taylor, quien había servido con Nelson en Trafalgar y que
había desertado en Río para unirse a Cochrane a comienzos de año, siguió tras los
restos del convoy portugués hasta la desembocadura del Tajo y quemó allí otros cuatro
veleros bajo la misma artillería del Dom Joño VI, el orgullo de la armada portuguesa. El
nuevo gobierno brasileño, sin embargo, estaba todavía ansioso de obtener el
reconocimiento internacional de independencia defacto de Brasil. Y ello por dos razones

15
principales: en primer lugar, prevenir un último intento de ataque por parte de Portugal, la
que una vez Más como resultados de la Vilafrancada (mayo de 1823) estaba gobernada
por un Joáo VI absolutista, alentado, y posiblemente aconsejado por los poderes
reaccionarios de la Santa Alianza en Europa, a reafirmar de todas maneras su autoridad
sobre Brasil; en segundo lugar, y lo que era más importante, fortalecer la propia
autoridad del emperador en Brasil contra legitimistas, separatistas y republicanos.Es
evidente que la actitud de Gran Bretaña —cuya armada dominaba el Atlántico, y que tras
las guerras napoleónicas había adquirido preeminencia no sólo en Europa sino en todo
el mundo, además de su notoria influencia en Lisboa— sería decisiva. En julio de 1813,
Felisberto Caldeira Brant Pontes (futuro marqués de Barbacena), agente de dom Pedro
en Londres desde julio de 1821, escribía: «con la amistad de Inglaterra, podemos
olvidarnos del resto del mundo no será necesario mendigar más el reconocimiento de
ninguna otra potencia porque todos querrán nuestra amistad». En circunstancias
normales, habría podido pensarse que era imposible persuadir al nuevo Brasil
independiente (uno de los mayores importadores de esclavos del África al Nuevo Mundo;
«el niño y campeón del comercio de esclavos, es más, el comercio de esclavos
personificado», a los ojos de Wilberforce) que aboliera dicho comercio. Pero así como
Gran Bretaña había logrado concesiones, aunque limitadas, de un Portugal reticente en
pago por el apoyo británico durante la guerra y los años inmediatos que le sucedieron,
de la misma forma Canning no tardó en darse cuenta de la ansiedad brasileña por el
inmediato reconocimiento británico. En cualquier caso, el transporte de esclavos a
territorios fuera del imperio portugués había sido ya prohibido por la legislación
portuguesa desde 1761, así como por recientes tratados anglo-portugueses. Además,
los miembros ultra tories del gabinete y el rey Jorge IV impidieron que Canning tomara
decisión alguna demasiado apresurada respecto de Brasil. A pesar del mantenimiento de
la monarquía, el régimen brasileño era, después de todo, revolucionario, y la coronación
de dom Pedro como emperador tenía connotaciones populares y napoleónicas. (En
realidad el título provino sobre todo de la tradición liberal masónica y, a los ojos de José
Bonifacio, reflejaba simplemente el tamaño de Brasil.) Además, Gran Bretaña tenía que
tener en consideración sus tradicionales intereses económicos y estratégicos en
Portugal. Por su parte, Brant no podía acceder a la immediate abolición del comercio de
esclavos. Aunque tanto dom Pedro como José Bonifacio aborrecían personalmente el
tráfico de esclavos — y muchos miembros de la Asamblea Constituyente que se
congregó en mayo de 1823 se opusieron a él—, no se atrevían a enajenar a los grandes
terratenientes brasileños, los principales soportes de la monarquía independiente de
Brasil, quienes no contaban con una fuente de mano de obra alternativa. Los peligros
políticos — y económicos — que podían surgir de una abolición prematura eran mayores

16
que los que podrían derivarse del no reconocimiento. Lo máximo que los brasileños
podían ofrecer, por consiguiente, era una abolición gradual —en cuatro o cinco años— a
cambio del inmediato reconocimiento británico. En septiembre de 1823, Portugal solicitó
los buenos oficios de Gran Bretaña para establecer relaciones con Brasil, y Canning
aceptó intermediar. Sin embargo, Canning dejó bien claro que no estaba preparado para
esperar indefinidamente por el reconocimiento portugués de la independencia brasileña:
de ser así se pondrían en peligro los intereses comerciales y la influencia política de
Gran Bretaña en Brasil. En particular, Canning sabía que en 1825 debería renovarse el
tratado comercial angloportugués de 1810, que había sido aceptado por el nuevo
gobierno brasileño, y sería entonces imposible seguir eludiendo las negociaciones
directas con Brasil. Cuanto más se aplazara el reconocimiento internacional, mayores
serían las dificultades de obtener de un Brasil agradecido la contraprestación no sólo de
privilegios comerciales para Gran Bretaña en Brasil, sino también la abolición del
comercio brasileño de esclavos. Las conversaciones entre Brasil y Portugal, fomentadas
por Gran Bretaña y Austria, se iniciaron en Londres en julio de 1824, se suspendieron en
noviembre y, finalmente, se rompieron en febrero de 1825. Canning decidió entonces
que para Gran Bretaña era el momento de actuar sola. Stuart llegó a Río el 18 de julio y
el 29 de agosto firmaba el tratado por medio del cual Portugal reconocía la
independencia de Brasil. 15 A cambio, Brasil acordó pagarle a Portugal una
compensación de 2 millones de libras esterlinas. Dom Pedro también prometió defender
la integridad del resto del imperio portugués y de no permitir nunca que ninguna otra
colonia portuguesa — por ejemplo, Luanda y Benguelea en el África portuguesa, que
históricamente habían mantenido lazos estrechos con Brasil — se uniera al imperio
brasileño. (En febrero de 1823, José Bonifacio ya le había expresado al chargé británico
en Río, «respecto de las colonias en la costa de África, no queremos ninguna, ni en
ninguna otra parte; Brasil es lo suficientemente grande y productivo para nosotros, y
nosotros estamos contentos con lo que la Providencia nos ha dado».) 16 Por otra parte,
dom Pedro conservó los derechos de sucesión al trono portugués dejando abierta la
posibilidad, tal como fue la intención de Canning, de que algún día Brasil y Portugal
pudiesen reunificarse pacíficamente bajo la Casa de Braganza. Concluía así el proceso
iniciado en 1808: Gran Bretaña había trasladado con buen éxito la posición económica
que gozaba en Portugal, sumamente privilegiada, a Brasil. La separación brasileña de
Portugal, así como la de las colonias norteamericanas de Inglaterra y la de las
hispanoamericanas de España, puede en cierta medida explicarse en términos de la
crisis general — económica, política e ideológica — del viejo sistema colonial en todo el
mundo del Atlántico a finales del siglo xv y Comienzos del xix. La independencia de
Brasil, aún más que la de Hispanoamérica, fue también el resultado de una combinación

17
fortuita de acontecimientos políticos y militares acaecidos en Europa durante el primer
cuarto del siglo xix y de su repercusión en el Nuevo Mundo. La clase dominante
brasileña (que incluía muchos portugueses de nacimiento) se vio forzada a seguir el
camino de la independencia por las revoluciones portuguesas de 1820, el regreso de la
corte portuguesa a Lisboa en 1821 y la determinación portuguesa de revertir los logros
políticos y económicos conquistados para Brasil desde 1808. Y en todo esto, José
Bonifacio de Andrada e Silva, quien había pasado casi toda su vida de adulto en
Portugal, jugó un papel crucial. La existencia en Brasil de un príncipe de la Casa de
Braganza dispuesto a asumir gustoso el liderazgo del movimiento de independencia, fue
aquí decisivo. Dom Pedro era un símbolo de autoridad legítima y un instrumento
poderoso de estabilidad política y social y de unidad nacional. El país también se
mantuvo unido debido a su sistema burocrático y judicial sumamente centralizado. Sin
embargo, puede decirse que en 1822-1823 la independencia brasileña era incompleta. Al
emperador Pedro I pronto le granjeó el recelo de los brasileños, sobre todo por negarse
a cortar los lazos con la facción portuguesa en Brasil e incluso con Portugal. Fue sólo
con la abdicación de don Pedro el 7 de abril de 1831 a favor de su hijo de cinco años
nacido en Brasil, el futuro Pedro II, cuando se concluyó Finalmente el proceso de
separarse Brasil totalmente de Portugal. Como medida de emergencia se emitió un
decreto (18 de noviembre de 1797) que permitía el comercio legal y cargado de
impuestos con Hispanoamérica en navíos neutrales o, como lo formulaba el decreto: «en
Buques nacionales o extranjeros desde los Puertos de las Potencias neutrales, o desde
los de España, con retorno preciso a los últimos» El objetivo era hacer de los neutrales
un instrumento de comercio con las colonias para eludir mejor el bloqueo inglés y cubrir
la falta de barcos españoles. La autorización fue revocada el 20 de abril de 1799. La
medida resultó aún más perjudicial para España Fueron los barcos neutrales los que
salvaron el comercio colonial y también fueron los que obtuvieron beneficios. Este
comercio también resultó beneficioso para las colonias, ya que así se proveyeron de
productos importados mejores y la demanda de exportaciones recibió un nuevo impulso.
El gobierno español prohibió de nuevo el comercio con neutrales por el decreto de 18 de
julio de 1800, pero para entonces América se había habituado a tratar directamente con
sus clientes y proveedores, y el comercio con los extranjeros ya era imparable. Los
últimos restos del poderío naval español fueron barridos. El 5 de octubre de 1804,
anticipándose a la guerra formal con España, unas fragatas británicas interceptaron una
gran flota que transportaba metales preciosos desde el Río de la Plata. Al año siguiente,
en Trafalgar, se completó el desastre; sin una flota transatlántica, España quedaba
aislada de América Y de nuevo otros países corrieron a sustituir a España. La
decadencia del comercio americano de España coincidió con el desesperado intento

18
británico de compensar el bloqueo de los mercados europeos efectuado por Napoleón
en el continente. Así pues, la situación favorecía de nuevo la expansión del contrabando
inglés En 1805 se autorizó de nuevo este tipo de comercio, pero esta vez sin la
obligación de regresar a España En 1807, la metrópoli no recibió ni un solo cargamento
de metales preciosos.En 1806, una fuerza expedicionaria británica procedente del cabo
de Buena Esperanza ocupó Buenos Aires. En la segunda mitad del siglo xv, las nuevas
oportunidades existentes en la administración colonial y en el comercio llevaron a un
creciente número de españoles a América. Los americanos se sentían víctimas de una
invasión, de una nueva colonización, de un nuevo asalto español sobre el comercio y los
cargos públicos. Durante la primera mitad del siglo XVIII las necesidades financieras de
la corona dieron lugar a la venta de cargos a los criollos, La mayoría de los oidores
criollos estaban conectados por lazos de amistad o de interés con la élite de los
terratenientes, y las audiencias se habían convertido en un dominio seguro de las
familias ricas y poderosas de la región, así que la venta de cargos dio lugar a una
especie de representación criolla. El gobierno imperial salió de su largo compromiso con
los americanos y desde 1750 empezó a reafirmar su autoridad, reduciendo la
participación criolla tanto en la Iglesia como en la administración. Si bien esto les alejó de
la política borbónica, no necesariamente les hacía partidarios de la independencia. En
toda América, las guerras de independencia «fueron guerras civiles, entre defensores y
oponentes de España, y hubo criollos tanto en un lado como en el otro. A partir de la
idea rectora de que América Latina es una construcción histórica que se constituye
desde su origen como unidad estructuralmente desigual y diversa, Waldo Ansaldi y
Verónica Giordano despliegan en este libro un análisis de la realidad histórica, social y
política de la región, que puede leerse de dos maneras complementarias: como una
historia social de lo político y, también, como una historia política de lo social. A
diferencia de la perspectiva que adopta el pensamiento conservador, el pensamiento
crítico puesto en acto en este volumen propone que el orden es una construcción
histórica, colectiva, política y conflictiva. La formación del Estado, la creación de la
nación y la constitución de las condiciones que posibilitaron la inserción internacional de
nuestra economía son los procesos sobre los que se enfoca y desarrolla el riguroso
análisis de los autores. América Latina. La construcción del orden no pretende
reconstruir paso a paso la historia de la región, sino advertir sobre la compleja trama de
procesos en la construcción del orden, en el que las cuestiones del poder, la explotación
y la dominación se encuentran en un primer plano. En palabras del destacado
investigador Norbert Lechner, si el orden no es concebido como acción colectiva, “la
diversidad no logra ser asumida como pluralidad, sino que es vivida como una
desintegración cada vez más insoportable”. Pensada en dos volúmenes, esta primera

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entrega de América Latina. La construcción del orden se convertirá sin duda en un
clásico de obligada referencia para los estudios acerca de la región.
Desenvolvimiento de la ciudadanía en Brasil (Murilo de Carvalho)
La herencia colonial pesó especialmente en el campo de los derechos civiles, el nuevo
país heredó:
La esclavitud: que negaba la condición humana del hombre
Los latifundios: prácticamente ajenos a la acción de la ley
Un Estado comprometido con los intereses privados
Estas tres barreras a los derechos civiles tardaron mucho en desaparecer. Hubo que
esperar hasta 1888 para que se aboliera la esclavitud; los latifundios aun hacen fuerza
en algunas regiones del país y la privatización del poder público es un tema actual en la
agenda de las reformas.
La esclavitud
En un principio, en los siglos XVI y XVII, la esclavitud se concentró en la zona azucarera,
sobre todo Pernambuco y Bahía. En el siglo XVIII muchos fueron llevados a la zona
aurífera de Mina Gerais. A partir del segundo decenio del siglo XIX se concentró en la
región cafetera: Mina Gerais, Rio de Janeiro y Sao Pablo La esclavitud, luego de la
abolición del tráfico de esclavos, ya era un blanco de crítica de sus enemigos y aliados y
además apareció como un peligro para la defensa nacional, pues impedía la formación
de un ejército de ciudadanos y debilitaba la seguridad en la retaguardia.En 1871 se
aprobó la ley que declaraba libres a los hijos de esclavos que naciesen de ese año en
adelante (aunque los propietarios podían aprovechar del trabajo gratuito de estos hasta
los 21 años) La abolición llega en 1888, Brasil fue el último país de tradición católica y
occidental que libero a los esclavos. Sin embargo, EEUU había más de del doble de
esclavos que en Brasil y cabe preguntarse si no fue una exageración la importancia que
se le dio a la esclavitud en Brasil como obstáculo para los derechos civiles. La respuesta
se divide en dos partes:
a) En Brasil esclavización estaba más difundida, En Brasil no había manera de huir de la
esclavitud, había esclavos en todo el territorio esto demuestra que casi toda la sociedad
aceptaba los valores de la esclavitud Todo indica que los valores de la libertad individual,
base de los derechos civiles presentes en la modernidad europea y en los fundadores de
EEUU, no tenían mucho peso en Brasil. b) Pensamiento abolicionista
El pensamiento abolicionista en Brasil, siguiendo la tradición portuguesa, se baso en
argumentos diferentes al abolicionismo europeo y anglosajón. El abolicionismo
anglosajón tuvo como fuentes principales la religión (declaración de los derechos de

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Inglaterra). La interpretación tradicional de los católicos, vigente en Portugal y en Brasil,
era que la biblia admitía la esclavitud y que el cristianismo no lo condenaba → La
esclavitud que debía evitarse era a del alma, que era causada por el pecado, no la
esclavitud del cuerpo Fuera del terreno religioso, el principal argumento que presentaba
en Brasil en favor de la abolición era “de razón nacional” La razón nacional asentaba que
la esclavitud impedía que se formase una verdadera nación, pues permitía que una parte
de la población subyugase a la otra; que la esclavitud impedía la integración social y
política del país y la formación de una fuerza armada poderosa. Se insistía poco en el
argumento de la libertad individual como derecho inalienable, carecía de la fuerza que lo
caracterizaba en la tradición anglosajona. No lo favorecía la interpretación católica de la
biblia n la preocupación de la elite en lo relativo a un Estado Nacional. El coronelismo no
representaba un mero obstáculo al libre ejercicio de los derechos políticos, de hecho
impedia la democracia porque en primer lugar, negaba los derechos civiles. En las
haciendas imperaba la ley del coronel, los trabajadores no eran ciudadanos del Estado
Brasilero, sino súbditos del coronel. Cuando el Estado intervenía, debía hacerlo dentro
del sistema coronelista. En esta forma, el coronel daba su apoyo político al gobernador a
cambio de que se le permitiera nombrar autoridades como el delegado de la policía, el
juez, el recaudador de impuestos, etc → con estos cargos, el coronel premiaba a sus
aliados, controlaba la mano de obra y se libraba de pagar impuestos.
Todo esto hacía imposible el ejercicio de los derechos civiles:
La justicia privada es la negación de la justicia
El derecho de propiedad, de trasladarse, la inviolabilidad del domicilio, la protección de la
honra y la integridad física, el derecho a expresarse dependían del poder del coronel La
Ley, que debía ser garantía de igualdad para todos, por encima del arbitrio del gobierno
y del poder privado, se convertía en instrumento de castigo, en arma contra los
enemigos. No había justicia, no había un poder público, no había ciudadanos civiles. En
estas circunstancias, no podía haber ciudadanos políticos Ciudadanía obrera Desde el
punto de vista de la ciudadanía, el movimiento obrero constituyo un progreso innegable,
sobre todo en lo relativo a los derechos civiles. El movimiento luchaba por los derechos
básicos, como el de organizarse, manifestarse, escoger trabajo, declararse en huelga.
Los trabajadores lucharon por una legislación laboral que regulase el horario de trabajo,
el descanso semanal, las vacaciones y los derechos sociales, como el seguro ante
accidentes laborales y de retiro. Los escasos derechos civiles que se habían conquistado
no pudieron ponerse al servicio de los derechos políticos. De un lado predomino el
rechazo total del Estado propuesto por los anarquistas (mayoritario en Sao Pablo por la
gran presencia de extranjeros italianos) y del otro, la estrecha cooperación defendida por

21
los amarelos (más próximos al gobierno, que votaban en clave más clientelista) En
ninguno de los dos casos podía formarse la ciudadanía política.
Derechos Sociales Con derechos sociales precarios y sin derechos civiles, es difícil
hablar de derechos sociales. La asistencia social estaba casi en su totalidad en
asociaciones particulares (hermandades religiosas y sociedades mutualistas)
El gobierno poco pensaba en la legislación laboral y en la protección al trabajador. Más
aun, la constitución de 1891 libero al Estado de la obligación de proporcionar escuela
primaria. Predominaba un liberalismo ortodoxo → no tocaba al Estado intervenir en las
relaciones laborales ni promover asistencia social.
En 1926 se aprobaron las primeras enmiendas en la constitución, por fin se autorizó al
gobierno federal a legislar sobre cuestiones laborales. Se llega, por tanto, a la conclusión
que hasta 1930 no había en Brasil un pueblo organizado políticamente dentro de un
sentimiento nacional consolidado. La participación en la política nacional, inclusive en los
grandes acontecimientos, se limitaba a pequeños grupos. La gran mayoría del pueblo
sostenía con el gobierno relaciones a distancia, llenas de sospechas, que llegaban a ser
antagónicas. Era una ciudadanía negativa: el pueblo actuaba políticamente contra la
arbitrariedad de las autoridades. Para el no había lugar en el sistema político, ni en la
monarquia, ni en la república. Para el pueblo el Brasil seguía siendo una realidad
abstracta. Explique y desarrolle, siguiendo el texto de Murilo de Carvalho, qué es la
ciudadanía y cómo es el proceso de ciudadanía en el Brasil independiente y monárquico
del siglo XIX. Las medidas adoptadas dentro de la nueva experiencia parlamentaria
emprendida en Cádiz influirán fuertemente en el mundo luso, dentro de una concepción
liberal en el nuevo orden político-social. Algo del trato constitucional dispensado al tema
de la ciudadanía en el imperio hispánico y sus resoluciones, pasara al imperio portugués
y luego al imperio brasileño. Pero sufriendo una simbiosis de elementos propios. A lo
largo del siglo de dominación portuguesa, según Murilo de Carvalho, en Brasil quedo una
sociedad que residía en una unidad territorial, lingüística, cultural y religiosa. El mismo
autor dirá que el elemento más negativo para la ciudadanía fue la esclavitud; no había un
ambiente favorable al desarrollo de una ciudadanía o de una ciudadanía en los modelos
que teorizaba entonces. A la vez, no se podía decir que los terratenientes en Brasil
fuesen considerados ciudadanos dado que les faltaba un elemento primordial que
enmarcaba la ciudadanía y era la igualdad de todos ante la ley. Antes, eran potentados
que detenían un poder jurisdiccional en sus territorios, ellos administraban la justicias,
pero no eran ciudadanos. Esclavitud y latifundio no eran buenos antecedentes para la
formación de futuros ciudadanos; se negaba a los esclavos También en el periodo
colonial la designación natural del reino en las ordenaciones filipinas tampoco dejaba
margen imaginar o formas un ciudadano. Eran visto como naturales los nacionales del

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reino de Portugal y los miembros de las otras partes del reino. Murilo de Carvalho se
refiere a tres derechos: civiles, políticos y sociales. Los derechos civiles son los
derechos fundamentales para la vida, la propiedad y para la igualdad frente a la ley. Los
derechos políticos se refieren a la participación en el gobierno de la sociedad y se
ejercitan por medio de la posibilidad de discutir problemas de gobierno, de llevar a cabo
unas manifestaciones políticas, de organizar partidos, de votar y ser votado. Los
derechos sociales garantizan la participación en la riqueza colectiva, incluyendo al
derecho a la educación, al trabajo, al salario justo, a la salud, a la jubilación.
EL DESARROLLO DE LA CIUDADANÍA HASTA FINALES DEL SIGLO XIX (marchal)
El autor en primera instancia propone dividir la ciudadanía en tres partes, civil, política y
social. El elemento civil consiste en los derechos necesarios para la libertad individual —
libertad de la persona, libertad de expresión, de pensamiento y de religión, el derecho a la
propiedad, a cerrar contratos válidos, y el derecho a la justicia—. Este último es de una
clase distinta a la de los otros porque es el derecho a defender y hacer valer todos los
derechos de uno en términos de igualdad con otros y mediante los procedimientos
legales. Esto nos demuestra que las instituciones asociadas más directamente con los
derechos civiles son los tribunales. Con el elemento político me refiero al derecho a
participar en el ejercicio del poder político como miembro de un cuerpo investido de
autoridad política, o como elector de los miembros de tal cuerpo. Las instituciones
correspondientes son el parlamento y los concejos del gobierno local. Con el elemento
social me refiero a todo el espectro desde el derecho a un mínimo de bienestar
económico y seguridad al derecho a participar del patrimonio social y a vivir la vida de un
ser civilizado conforme a los estándares corrientes en la sociedad. Las instituciones más
estrechamente conectadas con estos derechos son el sistema educativo y los servicios
sociales. La fusión de las instituciones y derechos políticos y civiles quedan bien
demarcados, pero también los derechos sociales de una persona formaban parte de la
misma amalgama que los complementa, y se derivaban del status que también
determinaba el tipo de justicia que podía conseguir y dónde la podía conseguir, y la
manera en la que podía participar en la administración de los asuntos de la comunidad de
la cual era miembro. Pero este status no era un status de ciudadanía en nuestro sentido
moderno. En la sociedad feudal el status era el sello de clase y la medida de desigualdad.
La evolución de la ciudadanía supuso un doble proceso de fusión y separación. La fusión
fue geográfica, la separación funcional. El primer paso importante data del siglo XII,
cuando se estableció la justicia real con fuerza efectiva para definir y defender los
derechos civiles del individuo —tal como se entendían entonces— con base no en las
costumbres locales, sino en el common law del país. Finalmente, el cambio económico

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también disolvió paulatinamente los derechos sociales, que estaban arraigados en la
pertenencia a la comunidad de la aldea, la ciudad y el gremio, hasta que no quedó nada
más que la Poor Law, una vez más una institución especializada que adquiere una
dimensión nacional, aunque siguiese estando bajo administración local. El resultado de
este proceso parejo de fusión y de separación fue que la maquinaria que daba acceso a
las instituciones de las cuales dependían los derechos de la ciudadanía tuvo que
recomponerse de nuevo. En el caso de los derechos políticos, la historia es la ya
conocida del sufragio y de las cualificaciones para ser miembro del parlamento. En el
caso de los derechos civiles, la cuestión tiene que ver con la jurisdicción de los diferentes
tribunales, con los privilegios de la profesión legal y, sobre todo, con la capacidad de
afrontar los costes de los litigios. En el caso de los derechos sociales, el centro del
escenario está ocupado por la Law of Settlement and Removal, y las distintas formas de
comprobación de los recursos. Todo este aparato se combinaba para decidir no
solamente qué derechos se reconocían en principio, sino también hasta qué punto los
derechos reconocidos en principio podían disfrutarse en la práctica.Tras separarse, los
tres elementos de la ciudadanía en seguida perdieron el contacto, esto ocurrió en distintos
periodos, los derechos civiles al siglo XVIII, los políticos al siglo XIX, y los sociales al siglo
XX. La historia de los derechos civiles en su período de formación es la de una inclusión
gradual de nuevos derechos a un status que ya existía y que se consideraba que afectaba
a todos los miembros adultos de la comunidad o quizás habría que decir a todos los
miembros varones, ya que el status de las mujeres, al menos de las casadas, era peculiar
Todorov es europeo nacido en Bulgaria y educado bajo la tradición francesa.
Nacimiento: 1 de marzo de 1939, Sofía, Bulgaria Fallecimiento: 7 de febrero de 2017,
París, Francia
Todorov se concentra en la historia del descubrimiento de América, la conquista de
México y los misioneros que llegan posteriormente; el marco temporal de esta historia es
el siglo XVI; y un marco espacial, que aunque no excluya otros lugares, se va a
concentrar en la región de México y el Caribe. Colón realmente no quiere conocer al otro,
él lo que ve es la imagen "retorcida" de sí mismo en los otros, cuando la encuentra.
Cuando ésta no puede ser vista, los otros son vistos como figuras negativas (caníbales,
salvajes). A Colón solo le importa lo que ve, o mejor lo que él interpreta que ve; no lo que
los otros ven, ni siquiera quiere ver lo que sus otros compañeros de expedición (otros
europeos) observan: Colón es una especie de coleccionista, tal vez una especie de
turista, donde lo exótico se tiene que llevar al hogar, en este caso el hogar es Europa;
por lo que lleva muestras de fauna, objetos y por supuesto, indios, que además serán la
prueba de que estuvo en esas tierras. El otro no ha de interesar; por lo cual a Colón no le

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interesa la cultura, o para dar un ejemplo más concreto, la lengua del otro, ya que la
lengua es necesaria para establecer una identidad; por lo tanto son los indígenas los que
deben aprender la lengua de Colón, y no al contrario. Colón lleva a estas tierras
"paganas" la palabra de Dios; es decir, el cristianismo Los españoles se creen seres
superiores, por lo menos más que los indígenas (tal vez en cierta manera es verdad); así
que son los indígenas para los españoles "seres inferiores", sean estos buenos o malos.
Son estos indios los que deben asimilar la cultura española y no al contrario. En el plano
de las comunicaciones Colón realiza sus interpretaciones desde tres enfoques, divino,
natural y humano. Sin embargo, "solo hay dos intercambios reales, el que se produce
con la naturaleza y el que se produce con los hombres" Tres argumentos apuntalaban
las convicciones de Colón, la abundancia de agua dulce (natural), la autoridad de los
libros santos (divina) y la opinión de otros hombres (humana). Como vemos no es casual
que el autor encuentra tres móviles para la conquista: la riqueza (humano), las creencias
propias (divino) y el disfrute de la naturaleza (naturaleza).El enfoque divino fue llevado a
cabo desde una óptica de autoridad, en donde Colón conoce de antemano aquello que
encuentra, basándose en la voluntad de Dios, en las profecías y leyendas de las cuales
es un ferviente creyente. Por otro lado la interpretación de la naturaleza, se realiza desde
la admiración y el disfrute, y hace que realmente se "observa" solo en la navegación y
cuestiones meteorológicas. Lo que le interesa al autor es la interpretación que Colón
hace respecto al otro, esta interpretación se basa en la no comprensión, y cuando los
percibe es desde una óptica cambiante. Por un lado, piensa en los indios como seres
humanos completos, que tienen los mismos derechos que él, y tan parecidos a él los ve
que proyecta sobre ellos sus propios valores (asimilacionismo). Por otro lado, parte de la
diferencia, que termina siendo una visión de superioridad y respecto a los indios, niega la
existencia de sustancia humana y termina con una ideología esclavista, que lleva al indio
a ser visto no como un sujeto, sino como objeto- productor de objetos. Todorov dice
que Colón a pesar de descubrir América, no logra descubrir a los americanos, la relación
que tiene con ellos es de superioridad y nunca de pares, esto es sin duda la no-cultura.
En Colón hay una relación segura entre la forma de su fe en Dios y la estrategia de sus
interpretaciones. La más notable de las creencias es de origen cristiano: el paraíso
terrenal. Creencias influyen en sus interpretaciones. No se preocupa por entender las
palabras de los q se dirigen hacia él, pues sabe de antemano lo q va a encontrar
(ciclopes, sirenas, hombres con cola, amazonas) → Relata explicación de Plinio. Colón
practica una estrategia finalista de la interpretación (de la misma manera que los padres
de la iglesia interpretaban la biblia): el sentido final está dado desde un principio (es la
doctrina cristiana), lo que busca es el camino que une el sentido inicial (la significación

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aparente de las palabras del texto bíblico) con este sentido último. No es empirista ni
moderno, el argumento decisivo es un argumento de autoridad, no de experiencia. Sabe
de antemano lo q va a encontrar, la experiencia concreta está ahí para ilustrar una
verdad q posee, no para interrogarla. Encontrar confirmación para una verdad conocida
de antemano. Signos = sentidos. Nombre propio: preocupación de Colón por su nombre
propio. Texto de Las Casas: revelan sentidos de los cambios, dice que quiso llamarse
Colón para obrar lo que su nombre significaba (nombre como indicio, voluntad divina).
Cristóbal = Christum ferens = traedor o llevador de Cristo, Colón = poblador nuevo,
descubridor de nuevas gentes, poblador, hacedor de colonias, nueva cristiana iglesia y
feliz república. Colón y Las Casas creen que el nombre de las personas excepcionales,
deben constituir la imagen de su ser, y Colón había conservado en su persona 2 rasgos
dignos de figurar hasta en su nombre: evangelizador y colonizador. Atención extrema a
su nombre encuentra prolongación en su actividad de nominador. Colón nominador: se
apasiona por la nominación de los nombres. Nominar es poseer. Establece una especie
de diagrama: orden cronológico de los nombres se corresponden al orden de importancia
de los objetos asociados con esos nombres. Orden: Dios, virgen María, el rey de
España, la reina, etc. Jerarquías divinas = jerarquías terrenales. Acto de nominación
extendido. Las palabras son imagen de las cosas. Colón reconoce que es diferente la
lengua de los indios pero se niega a admitir que se trate de otra lengua. Luego admite
que tienen una lengua y busca familiaridades. Nunca llega a comprenderlos, porque no
le interesa. . Colón tendría varias visiones de los pobladores nativos de las tierras
descubiertas y de las mismas tierras, sin embargo todas demuestran su poco o ningún
conocimiento del otro. La primera de las visiones, es la del paraíso terrenal y la de sus
pobladores siendo buenos e inocentes; la otra es la de la maldad que profesan los
indios; realmente nunca va a conocer a esos otros, realmente nunca va a querer
comunicarse con ellos. "La única comunicación verdaderamente eficaz que establece
con los indígenas se efectúa sobre la base de su ciencia de las estrellas”. Se debe
recordar que Colón posee amplios conocimientos de astronomía y de hecho es uno de
los primeros que la utiliza para la navegación. A partir de la lectura de escritos de Colón
(diarios, cartas, informes) parece ser que su móvil era hacerse rico. El oro, la búsqueda
de oro, esta omnipresente en el transcurso del viaje. Los indicios que cree encontrar la
presencia de oro es lo que decide su recorrido. Al leer la totalidad de sus escritos se
convence q no es así. La Promesa de oro para tranquilizar a los demás en momentos
difíciles en las islas, y señuelo para q los reyes aceptaran financiarlo. La codicia no es el
verdadero móvil de Colón: si le importa la riqueza, es porque significa el reconocimiento
de su papel de descubridor; pero prefería el burdo hábito de monje. Oro valor demasiado
humano para interesarle a Colón. Diario del 4º viaje, quiere encontrar al Gran Kan o

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emperador de la China., pero más adelante queda de lado este objetivo. Colón quiere
abrir el camino que permitirá cumplir el deseo de enseñar en la fe de Cristo. La
expansión del cristianismo está más cerca en Colón que el oro, lo que explica su carta al
Papa. Móvil que anima verdaderamente a Colón: es la victoria universal del cristianismo,
hombre profundamente piadoso, se considera elegido, encargado de una misión divina,
viendo la intervención divina en todas partes. En la necesidad de dinero y el deseo de
imponer al verdadero Dios no hay exclusión, sino una relación de subordinación: la 1º
(búsqueda de oro) es un medio y la 2º (evangelizar) un fin. Colón tiene un proyecto más
preciso (revelador de su mentalidad): Colón quisiera ir a las cruzadas a liberar Jerusalén.
Realizar una cruzada en el s XV. Descubrir América para obtener medios necesarios.
Religiosidad arcaica→ Es un rasgo de la mentalidad medieval de Colón la q lo hace
descubrir América. Pero no es totalmente un hombre moderno (por el desarrollo del
descubrimiento). También hay en Colón rasgos de una mentalidad moderna: por una
parte somete todo a un ideal externo y absoluto (la religión cristiana) y toda cosa
terrestre es un medio con miras a la realización de este ideal. Encuentra en el
descubrimiento de la naturaleza un placer que hace que esta actividad se baste a sí
misma, deja de tener utilidad y pasa de ser un medio a un fin .Es decir Es "la victoria
universal del cristianismo… el móvil que anima a Colón" a realizar su travesía. "Así pues,
paradójicamente, es un rasgo de la mentalidad medieval de Colón el que lo hace
descubrir América e inaugurar la era moderna. Cortés no es el típico conquistador; él no
quiere riquezas temporales, él quiere vencer al otro, y la mejor forma de vencerlo es
conocerlo. Aquí se confrontan dos personajes distintos, con dos culturas y visiones
totalmente distintas. Uno será Cortés, el conquistador, y el otro será el conquistado,
Moctezuma; cada uno representante de su sociedad. Para Cortés, la conquista del
saber lleva a la del poder. Conservo de él la conquista del saber, aun si es para resistir al
poder. Hay cierta ligereza en conformarse con condenar a los conquistadores malos y
añorar a los indios buenos, como si bastara con identificar al mal para combatirlo.
Reconocer la superioridad de los conquistadores en tal o cual punto no significa que se
les elogie; es necesario analizar las armas de la conquista si queremos poder detenerla
algún día. Porque las conquistas no pertenecen sólo al pasado. Todorov, en su obra "La
conquista de América: el problema del otro", analiza las diferencias entre Cristóbal Colón
y Hernán Cortés en el contexto de la conquista de América. A continuación, se presentan
algunas de las diferencias destacadas por Todorov: Motivación y objetivos: Todorov
señala que Colón estaba motivado principalmente por el deseo de encontrar una nueva
ruta hacia Asia y establecer contactos comerciales con los países orientales. Por otro
lado, Cortés tenía un objetivo más ambicioso: la conquista y el sometimiento de los
territorios americanos para el beneficio de la Corona española. Actitud hacia los nativos:

27
Todorov destaca que Colón inicialmente mostró una actitud más respetuosa hacia los
nativos americanos, buscando establecer relaciones pacíficas y comerciales con ellos.
Sin embargo, Cortés adoptó una actitud más agresiva y violenta, utilizando la fuerza
militar para someter a los pueblos indígenas y obtener riquezas. Interacción cultural:
Según Todorov, Colón tenía una visión más abierta y curiosa hacia las culturas
indígenas, mostrando interés en aprender de ellas. Por el contrario, Cortés tenía una
actitud más dominante y etnocéntrica, buscando imponer la cultura y la religión española
sobre los nativos americanos. Es decir Hernán Cortés fue un conquistador español que
lideró la expedición que resultó en la conquista del Imperio Azteca en México. Cortés
llegó a México en 1519 y estableció una alianza con los enemigos de los aztecas, lo que
le permitió derrotar al imperio. Su principal intérprete fue la Malinche, una india a quien
toma como amante que fue un elemento indispensable para la conquista de México. Más
tarde, muchos españoles aprendieron la lengua de los indios y Cortés supo sacar
provecho de ello. Al asegurarse de comprender la lengua pudo recoger nuevas
informaciones Su conquista de México tuvo un impacto significativo en la historia de
América Latina y en la formación del imperio español en el Nuevo Mundo. Cortés
buscaba riquezas y poder, y su conquista resultó en la colonización y explotación de las
tierras y los recursos de México. Cristóbal Colón fue un navegante y explorador
genovés que realizó cuatro viajes al Nuevo Mundo en nombre de los Reyes Católicos de
España. Colón es conocido por haber llegado a América en 1492, creyendo que había
alcanzado las Indias Orientales. Su llegada a América marcó el inicio de la era de los
descubrimientos y el encuentro entre Europa y América. En resumen, Colón fue un
explorador que abrió el camino hacia el descubrimiento de América, mientras que Cortés
fue un conquistador que lideró la conquista y colonización de México. Ambos tuvieron un
impacto duradero en la historia de América y en las relaciones entre Europa y el Nuevo
Mundo. Legitimidad de la conquista: Todorov argumenta que Colón justificaba la
conquista de América en base a la expansión del cristianismo y la búsqueda de riquezas
para financiar una nueva cruzada. En cambio, Cortés justificaba la conquista en base a
la superioridad de la cultura y la religión española sobre las culturas indígenas .Estas son
solo algunas de las diferencias que Todorov destaca entre Colón y Cortés en su análisis
de la conquista de América.

28
. Conquistar.
1)Razones de la victoria de los conquistadores sobre los indígenas:
La conquista se trata del resultado mismo del combate. Generalmente se proponen
algunas explicaciones para la victoria de Cortés. La primera razón es el comportamiento
ambiguo y vacilante de Moctezuma que casi no le impone ninguna resistencia a Cortés
(mas adelante sé vera que Cortés contribuye concientemente a cultivar esa vacilación).
Moctezuma trata de impedir por todos los medios que se instale la guerra en su ciudad:
prefiere abandonar su poder, sus privilegios y su riqueza. Luego muere misteriosamente y
sus sucesores declaran inmediatamente a los españoles una guerra feroz.
El segundo factor es la exploración que hace Cortés de las disensiones internas entre las
diferentes poblaciones que ocupan las tierras mexicanas. Durante la fase final, Cortés
tiene a sus órdenes un ejército de Tlaxcaltecas y de otros indios aliados numéricamente
comparable con el de los mexicanos. Los españoles eran la fuerza de mando las
unidades estaban compuestas por diez jinetes españoles y diez mil indios a pie; los
indios de las regiones que atravesó Cortés al principio no se sienten especialmente
amenazados por sus objetivos de conquista porque esos indios ya han sido
conquistados y colonizados por los aztecas. El tercer factor es la superioridad de los
españoles en materia de armas. Los aztecas no saben trabajar el mental y sus
armaduras y flechas y también sus espadas son menos eficientes. Además, los
españoles son más rápidos para desplazarse pues mientras los aztecas van a pie o
canoas. Ellos usan caballos y bergantines. Por último, sin saberlo, los españoles
inauguran la guerra bacteriológica al traer la viruela que hace estragos en el ejercito
enemigo. Sin embargo, estas superioridades no bastan para explicar todo (aunque son
indiscutibles) si se toman en cuenta la relación numérica de cada bando.
2) Hipótesis: El éxito de los españoles se debió a un factor que ha sido descuidado hasta
el momento y que sirve de base común para articular y comprender los otros tres a
saber. <Todo ocurrió porque los mayas y los aztecas perdieron el dominio de la
comunicación= en otras palabras, los españoles vencieron a los indios con ayuda de los
signos.
Esta es la respuesta que se encuentra en las crónicas indígenas y que el autor analiza
para sostener la hipótesis.
3) Ejes de la argumentación:
a) Relación de Moctezuma y los aztecas con los signos.
Los indios y los españoles practican la comunicación de distinta manera. Los indios
dedican una gran parte de su tiempo y sus fuerzas a la interpretación de mensajes; estas
interpretaciones están relacionadas con la adivinación. A veces, la adivinación toma

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forma de presagio: todo acontecimiento fuera de lo común se toma como anuncio de otro
generalmente nefasto que esta por ocurrir. Los aztecas están convencidos de que estas
previsiones se cumplan y solo excepcionalmente tratan de resistirse a su suerte. Muchas
veces, además, la profecía se formulaba retrospectivamente.

El mundo se plantea como sobredeterminado y la vida social esta reglamentada


minuciosamente, la sociedad decide la suerte del individuo. El porvenir del individuo está
ordenado por el pasado colectivo, el individuo no construye su porvenir sino que este se
revela, por ello ante una situación sorpresiva es lógico preguntarse <¿cómo saber?= en
lugar de <¿qué hacer?=.Existen dos grandes formas de comunicación: una entre
individuos, la que relaciona a una persona y su grupo social; y otra entre el hombre y el
mundo. Esta última es la predominante en la vida del hombre azteca que interpreta lo
divino, lo natural y lo social por medio de indicios y presagios. Por tanto, los aztecas se
especializan en la recolección de información pero no tienen gran dominio de la
comunicación interhumana. Durante la primera fase de la conquista, Moctezuma envía
espías para recolectar información pero no permite que haya intercambio de mensajes.
Según los conquistadores, los primeros mensajes de Moctezuma afirman que está
dispuesto a ofrecer todo lo que hay en su reino si renuncian a ir a verlo. Moctezuma
recibe la información pero castiga a sus portadores fracasando en el plano de las
relaciones humanas, de modo que cada vez eran más escasos los voluntarios
dispuestos a informar sobre el comportamiento de los españoles. Además, cuando la
información le llegaba, Moctezuma la interpretaba dentro del marco de la comunicación
con el mundo, no de la comunicación con los hombres, pide consejo a sus dioses. El
problema radicaba en que la identidad de los españoles era totalmente diferente y su
comportamiento imprevisible; Moctezuma sabía como informarse acerca de sus
enemigos cuando estos eran tlaxcaltecas o huastecas, pero con los españoles se
sacude todo el sistema de información. Todas las acciones de los españoles toman a los
indios por sorpresa. La llegada de los españoles fue tomada por los aztecas no como un
encuentro puramente humano, sino que fue integrado dentro de una red de relaciones
naturales, sociales y sobrenaturales. Ellos perciben la conquista inscribiéndola en una
historia concebida según sus exigencias. Su forma particular de practicar la
comunicación, descuidando la dimensión interhumana y dando preferencia al contacto
con el mundo, es responsable de la imagen deformada que tenían los indios de los
españoles y sobretodo de la idea de que estos eran dioses.La palabra privilegiada entre
los aztecas es la palabra ritual, la palabra memorizada y citada, discursos que cubren
una amplia variedad de temas y corresponden a distintas circunstancias sociales. La
función de la palabra es materializar la memoria social que se transmite generación tras
generación. La falta de escritura es un elemento importante y revela el comportamiento
simbólico en general y la incapacidad de percibir al otro. La escritura es un indicio de la

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evolución de las estructuras mentales, al estar ausente no puede asumir el rol de apoyo
a la memoria que incumbe por tanto la palabra. Los discursos, entonces, vienen del
pasado, su producción y su interpretación están más dominados por el pasado que por el
presente. La referencia al pasado es esencial para la mentalidad azteca dominada por la
tradición. La llegada de la conquista

es un acontecimiento imprevisible y único que trae aparejada es una concepción del


tiempo opuesta a la que tenían los indios.El calendario azteca se basa en la convicción
de que el tiempo se repite, hay una sucesión de ciclos que se repiten cada vez y cada
secuencia es idéntica a la otra. No solo se parecen las secuencias del pasado, también
las del porvenir, por eso los hechos se remiten al pasado como en crónica y al futuro
como profecías. La mayor parte de los comunicados dirigidos a los españoles son
ineficaces. Por ejemplo, para convencerlos de que dejen el país, Moctezuma les envía
oro. Justamente lo que los hacía querer quedarse. Los aztecas eran ineficaces en los
mensajes que iban dirigidos hacia los españoles así como tampoco lograban ya la
comunicación con otros indios.Otros hechos desafortunados logran efectos contrarios a
los buscados por los aztecas. Ellos son incapaces de disimular la verdad. Ejemplo de
ello es el grito de guerra que lanzan con el objetivo de asustar al enemigo, lo que
consiguen es que los españoles se orienten a revelar su presencia.Otro inconveniente es
que al ser maestros en el arte de la palabra ritual, no tienen éxito ante la necesidad de
improvisar y esa era precisamente la situación de la conquista. La invasión crea una
situación radicalmente nueva, en la que el arte de la improvisación importa mas que el
del ritual.
Para los aztecas los signos son consecuencia automática y necesaria del mundo, no un
arma destinada a manipular al otro; esta es la característica de la comunicación de los
indios que hace que la victoria sea de los españoles. Puesto que estos últimos son
indiscutiblemente superiores a los indios en la comunicación interhumana y el encuentro
entre indios y españoles fue ante todo un encuentro humano es lógico esperar que
triunfen los especialistas en comunicación humana. b)Relación de Cortés y los europeos
con signos:
El primer comportamiento de los españoles es tomar la mayor cantidad posible de oro en
el menor tiempo, sin tratar de saber nada acerca de los indios. Pero Cortés, que fue el
primero que tuvo una conciencia política e incluso histórica de sus actos, primero quería
comprender, no tomar. Lo que más le interesan son los signos. Su principal interprete
fue la Malinche, una india a quien toma como amante que fue un elemento
indispensable para la conquista de México. Más tarde, muchos españoles
aprendieron la lengua de los indios y Cortés supo sacar provecho de ello. Al
asegurarse de comprender la lengua pudo recoger nuevas informaciones. Gracias
a un sistema de informaciones perfectamente instalado Cortés llegó a enterarse de la

31
existencia de desacuerdos entre los indios y esto tuvo un papel fundamental, como se ha
dicho, para la victoria final. Se puede afirmar que la conquista de la información lleva a la
conquista del reino .Mientras la comunicación entre los aztecas es ante todo una
comunicación con el mundo y las representaciones religiosas tiene un papel esencial, la
religión española tiene dos diferencias importantes. La primera es que es universalista e
igualitaria, no designa a un dios sino al dios único y por ello es intolerante. Los indios en

cambio querían integrar al dios cristiano a su propio panteón. Este hecho contribuye a la
victoria de los españoles ya que la intransigencia siempre a vencido a la tolerancia. La
segunda diferencia radica en que el dios de los españoles es mas que un señor, es un
medio para asegurar el éxito de la conquista ya que, en teoría, el objetivo de la conquista
era evangelizar a los indios, extender la religión cristiana. Se puede decir que el hecho
mismo de asumir el papel activo en el proceso de interacción asegura a los españoles
una superioridad indiscutible. Son los únicos que actúan en esa situación, mientras los
aztecas se conforman con reaccionar. Los aztecas no se quieren comunicar ni quieren
cambiar nada de su vida y eso va de la mano con su valorización del pasado y de las
tradiciones; en cambio, los otros pueblos sometidos participan de manera mas activa en
la interacción y sacan provecho del conflicto. Con respecto al ámbito de la producción de
los discursos y símbolos, Cortés tiene la preocupación constante de la interpretación que
darán los indios a sus gestos. Por eso castiga severamente a los saqueadores de su
ejército. Los mensajes que dirige obedecen a una estrategia coherente, pues lo que
busca es que ellos interpreten sea lo que él envía. Recurre a menudo a estrategias para
disimular sus verdaderas fuentes de información para hacer creer que lo que sabe no
viene del intercambio con hombres sino con lo sobrenatural. Su comportamiento es
contradictorio a veces pero lo es con una finalidad: enredar el mensaje y dejar perplejo a
su interlocutor. Cuando es débil su preocupación es hacer creer que es fuerte, nunca
deja que se descubra la verdad. Además Cortés tiene fama de hablar bien, se preocupa
por la reputación de su ejército. Prefiere las acciones espectaculares por su valor
simbólico por eso hace uso de las armas con una eficacia simbólica mas que práctica La
conducta de Cortés hace pensar en la enseñanza de Maquiavelo, no se trata de una
influencia directa sino mas bien el espíritu de una época. Una de las mejores pruebas de
la capacidad de Cortés para entender y hablar el lenguaje de otro es su participación en
la elaboración del mito del retorno de Quetzacoatl (pág. 127). Gracias al dominio que
tiene Cortés de los signos de los hombres asegura su control del antiguo imperio azteca.
El comportamiento de Cortés es característico de su lugar y su época en si el lenguaje
no es un instrumento univoco: sirve tanto para la integración en el seno de la comunidad
como para la manipulación del otro. Moctezuma otorga primacía a la primera función y
Cortés a la segunda consiguiendo así la victoria.

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Love estudia el federalismo y el regionalismo en Brasil en la etapa republicana. Explique
y desarrolle qué significaban las categorías federalismo y regionalismo, y cómo fue el
proceso del paso de la monarquía centralista a la república federal a fines del siglo XIX.
Joseph Love realiza una apreciación conceptual pertinente a la hora de analizar el
termino Federalismo, considerando que dentro del mismo se debe diferenciar el
concepto de regionalismo, como una forma de comportamiento político íntimamente
asociado al

primero. Entiende por federalismo, a un sistema de gobierno en que los asuntos de


importancia nacional se reservan a la autoridad central: el cumplimiento de la ley
constitucional y federal, la regulación de la moneda, el control de la política exterior, etc.
Asimismo, también se caracteriza por ser un régimen en que los estados o provincias
conservan poderes extensos, Incluyendo el gobierno local autónomo, esferas de
competencia legislativa propias, y el control sobre actividades fiscales y financieras
internan. Nuevamente, es importante resaltar la distinción entre federalismo y
regionalismo. El prime implica un sistema de gobierno en que los asuntos de importancia
nacional se reservan a la autoridad central. Aquí los estados conservan poderes
extensos. En el caso brasileño, estos últimos poderes, incluyendo el derecho de los
estados a gravar el comercio entre ellos y obtener créditos en el exterior constituyeron
una fuente de conflicto con el gobierno federal Joseph Love, “federalismo y regionalismo
en Brasil, 1889-1937” La constitución de 1891 otorgó amplios poderes fiscales y
financieros a las unidades de la federación. El Federalismo será para el autor, un
sistema de gobierno en que los asuntos de importancia nacional se reservan a la
autoridad central (regulación de moneda y política exterior). Pero también es un régimen
en que los estados o provincias constituyentes conservan poderes extensos. En el caso
de Brasil, los estados tenían derecho a gravar el comercio entre ellos y obtener
préstamos del exterior. Esto constituyó una fuente de conflicto con el gobierno federal
durante la rea mencionada. El regionalismo es una pauta de comportamiento político
característica de un gobierno federal. En este los actores regionales aceptan la
existencia del Estado Nación mayor, pero buscan el favoritismo económico y las
prebendas políticas de la unidad política mayor, incluso a riesgo de poner en peligro el
propio régimen político. En Brasil, durante la etapa estudiada, los Estados eran las
unidades cohesionadoras de la organización política: los partidos permanentes existían
solo a nivel estatal y además solo en algunos estados. Para 1910 tres de las veinte
unidades de la federación representaban más de la mitad del voto nacional total en las
elecciones presidenciales directas y aportaban una parte similar del producto fisco bruto.
Las riquezas y los poderes fiscales de los tres estados les proporcionaban. En 1870, las
aspiraciones ideológicas de las elites regionales habían aumentado y exigían la
descentralización y federalización del Imperio de Brasil. Específicamente deseaban una

33
monarquía federal ya que el Imperio era vinculado al centralismo. Una vez demolida la
monarquía parlamentaria en Brasil que pone fin al reinado de Pedro II en 1889, se
proclama la República de los Estados Unidos de Brasil. A partir de entonces y hasta
1930 las presidencias se alternaron entre representantes de los estados de São Paulo y
Minas Gerais porque el centro económico y el poder se habían trasladado de
Pernambuco y Bahía, es decir el café había desplazado al azúcar.Las regiones exigían
“descentralización, unidad” y así quedó plasmado en el lema republicano de la
constitución de 1891 pero como consecuencia de este federalismo, atravesado por

fuertes regionalismos, los estados más ricos se fortalecieron y los más pobres se
volvieron más dependientes y pobres. Las regiones favorecidas obtuvieron libertad para
imponer impuestos de exportación entre los estados, para redactar sus códigos de
procedimientos, autoridad sobre sus recursos minerales, autorización para negociar
préstamos extranjeros y vender bonos fuera del país. Los estados más fuertes como Sao
Paulo, Minas Gerais y Río Grande do Sul con marcado regionalismo ofrecían al poder
central más de la mitad de los votantes a través de sus coroneles y lo mismo en aportes
económicos, además de fuerzas policíacas paramilitares para acallar cualquier
sublevación. En el aporte de votantes residía el poder de cada estado ya que podían
emitir el sufragio los varones alfabetizados; entonces a mayor población, mejor
educación, más poder. Existían dos grandes aparatos políticos entre los que se
alternaron el poder presidencial hasta 1930: el Partido Republicano Paulista y Partido
Republicano Mineiro; la política del café con leche. El tercer bloque fue el Partido
Republicano Riograndense a partir de 1906 pero recién logró ganar una elección en
1930. Para 1907, la mitad del café del mundo se producía en São Paulo; también era el
primero en producción industrial que estaba al mismo nivel que la agricultura. Había
salvado la crisis de la mano de obra en las fazendas (fin de la esclavitud) mediante su
autonomía pidiendo crédito al extranjero para financiar la inmigración italiana. El interés
del Partido Republicano Paulista fue dominar las políticas federales sólo en la esfera que
le era favorable como el control de la política monetaria y de tipo de cambio, garantías de
los préstamos y representación diplomática. Sus dirigentes cooperaban con otros
estados y con el gobierno nacional siempre y cuando hubiera intereses compartidos; por
eso obtenían la protección del café. La expansión económica llevó a la demográfica con
una tasa de alfabetismo del 50% que influía en los sufragios. Para evitar intervenciones
del gobierno nacional contaba con la Forca Pública, policía paraestatal. Minas Gerais era
un estado que duplicaba en extensión a São Paulo o Río Grande do Sul y tuvo el mayor
aporte en población a la hora de los sufragios, pero su economía no era tan fuerte como
la de São Paulo. Su economía estaba basada en el ganado y productos lácteos. El
Partido Republicano Mineiro era más conservador y centraba su accionar en la
participación de las obras públicas, como los ferrocarriles, el patronazgo federal y la

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capacidad de unirse para una acción común. Los partidos políticos de São Paulo como
Minas Gerais tenían en común la dependencia de los grandes industriales y sus
coroneles, pero el Partido Republicano Paulista tenía una capacidad de pago superior
así que la relación cliente-voto era más segura .El tercer bloque provenía de Río Grande
do Sul cuya economía se basaba en la carne seca y en arroz. Las divisiones que
existieron entre los bloques de Minas Gerais y São Paulo fueron los que dieron
oportunidad al Partido Republicano Riograndense de abrirse paso además de su alianza
con el ejército. La base ideológica del mismo era el positivismo comtiano que sostenía
que el régimen

republicano debía basarse en las verdades científicas para asegurar el orden y lograr el
progreso. El poder debía venir del saber y no del voto, de la instrucción militar para
ordenar,modernizar y educar a los habitantes para la vida en común. El Partido
Republicano Riograndense adquirió poder sobre los coroneles a diferencia de São Paulo.
El interés por la política federal se asemejaba a la de los mineiros, es decir a las obras
públicas y ventajas pastorales, pero en asuntos que afectaban al mercado
nacional.Como mencioné anteriormente, sólo una división en el bloque paulista y mineiro
podía ser aprovechada para que los riograndenses den un paso adelante. Esta
oportunidad se dio en 1929 cuando la alianza política del café con leché se quebró
debido a que el presidente en funciones era un paulista, Washington Luis Pereira da
Souza y eligieron futuro candidato a Luis Prestes, otro paulista. Los estados satélites del
Norte más Minas Geráis se unieron al Gobernador Getulio Vargas de Río Grande do Sul
para romper el monopolio presidencial paulista. A este factor hay que sumarle la crisis
mundial de 1930 y su impacto sobre la economía del café, aunque la dependencia de un
solo rubro en la exportación ya se había resentido. Recordemos que el ejército estaba a
disposición de los riograndenses cuando estaban en desacuerdo con el presidente
electo. Derrotado Vargas la revolución no se hizo esperar y el PRM sumado al PRR con
el apoyo de oficiales militares derrocaron a Washington Luis colocando en el poder a
Getulio Vargas como presidente provisional dando origen a la Segunda República. Los
republicanos paulistas y los demócratas intentaron infructuosamente derrocar la
dictadura de Vargas quien amplió el padrón electoral a las mujeres y las personas
mayores de 18 años. Se aprobó una constitución en 1934 y Vargas fue electo presidente
por la asamblea constituyente. En 1937, con un golpe de Estado crea el Estado Novo
donde dio fin al federalismo, a la democracia federal, los estados fueron
administraciones de un régimen unitario, reemplazó a los gobernadores por interventores
y abolió los partidos políticos.

Texto iglesias

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