Modulo Sexto 2024
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Fundación Fangio
Literatura
Sexto Año
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Escuela de Educación Secundaria Técnica Fundación Fangio – Literatura – Sexto Año – Lic. Prof. Verónica Serra
La palabra “humor” nos remite al concepto de los humores que tenían los griegos en la
Antigüedad. Estos eran, básicamente, cuatro: la bilis, la flema, la sangre y la bilis negra. Luego, el
término “humores” se extendió a todo lo que fuera alguna secreción del cuerpo, desde las lagañas
pasando por los mocos, hasta lo que usted quiera imaginar… Un asco.
Como ven, desde su origen, el humor no tiene nada de gracioso y eso de asociarlo a cosas que
despedimos del cuerpo es en realidad bastante repugnante. Tal vez así se intentará descalificarlo por
su carácter transgresor hacia una vida, que durante los siglos de preeminencia de la moral judeo-
cristiana, obligatoriamente debía ser grave y formal. ¿O leyeron alguna vez que Dios –cualquier Dios–
alguna vez se haya reído? Entonces, ¿por qué no usamos otra palabra para nombrar a lo que nos causa
gracia? No lo sé, no soy un teórico en estas cosas.
Sí, es cierto que el humor utiliza con frecuencia hoy imágenes y situaciones asquerosas. Pero más
allá del recurso, la palabra clave es: “reír”. El ser humano es el único animal que sabe –o puede– reírse.
Reírse es bueno, hasta los médicos, que son gente muy seria, lo dicen. También es sabido que es útil
para exorcizar la angustia, de aquí el humor negro y los chistes en los velatorios. Cada tanto aparece
alguna investigación de alguna universidad, pongamos la de Minessotta, que afirma que los sujetos
estudiados que se rieron 4 minutos diarios o más incrementaron sus posibilidades de sobrevida en un
6,7%. Eso sí, además de reírse, ayudaría bastante que no los manden a Irak.
Podríamos decir que el humor es sanador, aunque no es bueno confiarse demasiado. Debemos
recordar que el humor requiere de códigos compartidos. Si intentamos hacer reír a otro que tiene
códigos distintos a los nuestros, más que hacerlo reír, conseguiremos que ponga cara de bragueta. O
nos quiera sacar a patadas. (Algo que suele suceder con personas o doctrinas con poco sentido del
humor.) Así sucede con el llamado “humor a costa del otro”, que lamentablemente está muy difundido.
Mucha gente encuentra divertidísimo cargar, gastar al prójimo, sobre todo al distinto: a la gorda, al
negro, al rengo, al que se equivoca o a la víctima de una cámara oculta. El “reírse del otro”, no “con”, se
encuentra muy difundido en la televisión, ya que se supone que da más rating y eso es palabra santa.
No puede decirse que sea un humor inocente. Después de Freud, nadie puede hacerse el cándido frente
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a ciertos chistes que quieren mostrarse como herramientas de humor, pero son herramientas de
agresión. Y de las peores. Porque se dicen con una sonrisa, escondiendo la intencionalidad de decir lo
indecible, por cobardía, de otra manera. Cuando nos enojamos y le paramos el carro, el tipo nos sale con
un: “Che, que mala onda… si es un chiste…”. Sin embargo, el humor, el chiste y sus hermanitas, la ironía
y la sátira, pueden ser recursos válidos para restaurar la dignidad cuando corre peligro. En situaciones
de opresión, donde el dominado no puede liberarse, al apodar ridiculizando al carcelero, el humor ayuda a
resistir y a apuntalar la dignidad. No estamos derrotados, aún podemos burlarnos y eso no lo pueden
evitar por más grandes y poderosos que sean. Es más, cuanto más grandes y poderosos sean, más
flancos ofrecen para ser ridiculizados. Como dice el psicoanalista Eduardo Botero Toro: Quien apela a la
risa apela a la seriedad del drama por la vía de impedir quedar sometido a su imperio; que es
justamente lo que todos los fundamentalismos (y autoritarismos) procuran prohibir… Esto nos lleva al
humor político. Si bien es cierto que el humor político es naturalmente opositor, es fundamental tener
en cuenta que la oposición que dignifica es la que se ejerce contra el poder, y no siempre el poder coincide
con la figura del gobierno. Si nos equivocamos en esto, podemos pensar que se satiriza y se desgasta al
poder, cuando en realidad se apuntala al poder real que reside en los sectores hegemónicos del
establishment. En nuestra historia reciente no hay mejor ejemplo que cuando los humoristas se
ensañaron con el presidente Illia satirizándolo y comparándolo con una tortuga, suponiendo que se
encontraban en la vereda de los opositores, cuando en realidad colaboraban con el verdadero poder –que
no residía en el gobierno–. Inclusive el mismo Tato Bores, que ya trabajaba por aquellos años, estuvo
de acuerdo con que en el llamado Monólogo 2000, que yo escribiera en 1990, se incluyera el tema y a
modo de mea culpa dijera textualmente: “Ahí tuvimos un cacho la culpa todos porque los sindicatos, la
CGT le tiraba tortugas en Plaza de Mayo, los medios en contra, los periodistas en contra, los
humoristas le hacíamos chistes, éramos una manga de boludos”. Eventualidad que también nos puede
pasar a los que hoy estamos en este oficio de hacer humor: que por algún motivo, nos convirtamos en
una manga de boludos. Pero ésta sí es otra historia.
Actividades
Intenten hacer una lista de situaciones y razones por las cuales ustedes se suelen reír.
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Recursos de lo humorístico:
El humor no constituye ni un género literario específico ni una tipología textual, sino una serie de
rasgos propios y reconocibles que pueden presentarse en diversas circunstancias en distintos
géneros y en cualquier tipo de textos.
Para lograr el efecto humorístico, el autor dispone de distintos recursos, según el propósito que
persiga.
La sátira
Por ejemplo:
El personaje de Micky Vainilla interpretado por el actor Diego
Capussoto que ridiculiza y satiriza al ciudadano porteño de
clase media.
Otro ejemplo puede ser el personaje de la empleada pública que interpreta el actor cómico
Antonio Gasalla.
La parodia
Es la imitación burlesca de una obra literaria o artística de cualquier clase. El humor surge de la
confrontación entre ambos textos.
Por ejemplo:
El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha que parodia a las novelas de caballería, o las
películas de Scary Movie que parodian distintas películas de terror, o el periódico Barcelona que
parodia a los otros diarios tradicionales.
La industria cinematográfica, la televisión, la música y la literatura suelen realizar parodias de
hechos políticos o de otras obras.
En Los Simpsons se presentan varias parodias de películas muy conocidas. En algunos casos
los personajes de la familia imitan conductas y adquieren poses típicas de personalidades
famosas en la introducción de los capítulos. Otras escenas paródicas aparecen en medio de las
historias o ya están instauradas dentro de la serie, como la imagen que aparece al inicio del
video donde Homero imita a Tom Cruise en la película Ricky Business.
En consecuencia, el humor se produce cuando el jefe de familia (Homero) imita a un
adolescente (Tom Cruise) que aburrido en su casa decide bailar para pasar el rato.
El absurdo
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La exageración o la hipérbole:
Este recurso consiste en dar a entender lo contrario a lo que se dice. Es uno de los recursos
humorísticos más sutiles, junto con el sarcasmo, porque exige la interpretación de dos sentidos:
el que se muestra y el que está oculto, que en realidad es el verdadero. Esa es la ironía verbal.
Por ejemplo:
Decir: “Gracias por la multa, es lo que necesitaba”
En cambio existen otras ironías que podemos llamar situacionales:
Por ejemplo:
El incendio de una estación de bomberos.
El sarcasmo.
Burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo. El
sarcasmo, es una figura, principalmente oral, constituida como una burla intencionada y
disfrazada hábilmente por quien la realiza, con la que se intenta poner de manifiesto un hecho
contrario al que se expone, normalmente con intención de menosprecio o maltrato hacia la
persona o situación/ tema sobre el cual se habla.
Por ejemplo:
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Estamos en la Edad Media. La sociedad se caracteriza por ser una sociedad del miedo. La
dureza de la vida, la incertidumbre y la violencia son parte del mundo cotidiano. Sin embargo, en
ciertos días, los campesinos le daban la espalda al miedo y se reían del orden social injusto que
reinaba en esta sociedad feudal. Esos días, los sectores populares salían de las aldeas y de los
bosques para desfilar alegres ante castillos señoriales e iglesias. Todo parecía volverse fiesta: el
día de todos los santos, el día de los muertos, el de San Nicolás – que homenajeaba a la
infancia – la Navidad, la “fiesta de los locos”, el día de los reyes magos, la fiesta del asno, y
principalmente, EL CARNAVAL.
Todos eran momentos de encuentro y recreación.
La iglesia regulaba el tiempo del trabajo y de las festividades. Sus campanas marcaban el
comienzo y el fin del día. También los momentos importantes de la vida social se celebraban allí,
por ejemplo, los bautismos, los matrimonios y los entierros. El interior de la iglesia era también
un lugar de asamblea y de encuentro entre los aldeanos. Sus campanas en ocasiones se
escuchaban para advertir el peligro de invasiones o de incendios. El atrio podía ser un refugio
para un siervo (esclavo) fugitivo o cualquier perseguido, dado que ese lugar era inviolable y, por
lo tanto, un lugar seguro mientras allí se permaneciera.
La iglesia dictaba así el pulso de las actividades cotidianas, no sólo marcaba el ritmo de las
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festividades religiosas, había incorporado también otras actividades por medio de usos y
costumbres que provenían de la vida campesina y que estaban muy vinculados con los ciclos de
la tierra y de la naturaleza.
Las tradiciones y los conocimientos de los campesinos circulaban de familia en familia,
junto con el dominio de las habilidades para el trabajo: se transmitían de forma oral entre padres,
hijos y vecinos, ya que por lo general los sectores populares no sabían leer ni escribir. Los
religiosos y algunos nobles laicos tenían, en cambio, una competencia que los diferenciaba del
resto: dominaban la lectura y la escritura.
Es por eso que los curas párrocos, predicadores errantes y eruditos, hacían oír su voz en
campos y en ciudades, dando explicaciones para el funcionamiento de la naturaleza y la
sociedad y exhortando a los campesinos a cumplir con las prácticas religiosas. Recordemos que
la iglesia divulgaba que el orden de la sociedad se basaba en tres estamentos: los que oraban
(clero), los que luchaban (señores feudales/ejército) y los que trabajaban (campesinos,
artesanos y siervos).
Ese orden social era completamente subvertido los días de fiesta, donde todo era risa. Pero
antes de adentrarnos en las características de estos festejos que dan origen a la comicidad o a
lo cómico, expliquemos un poco cómo era la literatura de esa época.
♠ Los especialistas en estas artes, es decir, los cantantes o recitadores eran llamados “juglares”
y “trovadores” y eran portadores de un repertorio muy apreciado.
♠ No se daba mucha importancia a la autoría de los cantares. Cuando algún artista creaba una
obra que gustaba al público, corría rápidamente de boca en boca,muchas veces
transformándose según el gusto de quienes la transmitían quien creaban variantes de la obra.
Literatura Culta : dirigida a la nobleza / escrita por los nobles / de transmisión escrita tenía una
intención didáctica (pretendía enseñar a sus lectores por ejemplo las cuestiones religiosas)
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Dentro de la cultura oficial el tono religioso, erudito y serio había poco lugar para la risa.
Nada que subvirtiera el orden feudal era admitido, de ahí que el recurso del humor para la crítica
social fuera considerado tan perturbador y amenazante al orden establecido.
El poder de la comicidad se fundaba también en su gran arraigo popular, porque sólo en un
mundo paralelo otras cosas estaban permitidas. Había tiempos y espacios para huir de los
moldes oficiales, para rebasarlos. La alegría desbordaba la solemnidad y se reía de los miedos.
Era en el territorio de la cultura popular donde todas las amarras se podían cortar... al menos por
un tiempo.
Durante los meses de carnaval los campesinos
construían para sí y para los otros un mundo regido por
la libertad y la risa. En esos días de fiesta pública, por
tradición, estaba permitida la burla. Se cerraban las
calles de la aldea, se decoraban las fachadas de las
casas, y palacios. Se armaban los lugares para la comida
en común y para los músicos. Cuando el ambiente
estaba listo todo podía suceder.
En un estudio muy interesante sobre el tema, Mijail
Bajtín describe la atmósfera de esa festividad “(...) el caranaval era el triunfo de una especie de
liberación transitoria, más allá de la órbita de la concepción dominante, la abolición provisional
de las relaciones jerárquicas, privilegios, reglas y tabués”.
Como dijimos, los festejos de carnaval ocupaban un lugar muy importante dentro de la
sociedad feudal y llegaban a durar hasta tres meses. Era el reino de lo cómico, la risa, la burla,
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Actividades:
1. ¿Cuáles eran los festejos en los cuales, las personas de la Edad Media, se reunían en espacios
públicos a festejar? ¿Cuál de esos festejos era el de mayor importancia?
2. ¿Qué rol desempeñaba la iglesia en el medievo?
3. ¿Qué pasaba con el orden impuesto en los días de carnaval? ¿Qué sucedía durante esos festejos?
4. ¿Por qué Mijail Bajtín dice que el carnaval era un momento de liberación pero “transitoria”?
5. ¿Por qué puede decirse que la organización social, en carnaval, era entendida como una “rueda”?
"Con el carnaval me ocurre como a Borges con el infierno, cuando dijo que, al
revés de los católicos, le interesaba pero no creía -dice Alejandro García
Schnetzer, novelista argentino radicado en España desde 2001 y autor de tres
novelas publicadas por Entropía-. Más que la fiesta y su exaltación, me atraen sus símbolos y
convenciones: la máscara, la noche, la inconsciencia, la fuga de la razón y del tiempo. Su melancolía. Viví
eso de chico en Brasil, en los carnavales de rúa de Paraty y de Ilha Grande; pero lo entendí recién con
Bioy y cierta música que evoca al carnaval sin celebrarlo. Me sorprende su impronta en los viejos, que
suelen referirlo con nostalgia casi unánime, y me extraña igualmente la contracara de la fiesta, sus
fisuras de tristeza y realidad."
Los carnavales figuran en Requena y en Andrade, y de nuevo en Quiroga, de 2015,
transfigurados por un remoto antecedente dionisíaco. Schnetzer formula una genealogía literaria del
carnaval porteño: "El de tiempos fundacionales, que describe José Wilde en sus Memorias; el de los
umbrales del siglo XX, visto por Rubén Darío; y el de los clubes de barrio, que según el dictamen de los
abuelos no tuvo igual y agotó sus posibilidades".
¿Transgresión limitada?
Desde hace unos años, la mirada social sobre el festejo del carnaval se halla en una situación
"preartliana". En una de sus célebres aguafuertes para el diario El Mundo, Roberto Arlt reaccionaba
frente a las críticas de la crónica costumbrista sobre ese festejo. Al parecer, según aquellos cronistas,
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la cultura local había barbarizado el carnaval. Mientras denostaban a la mersa bulliciosa, soñaban con
bailes de máscaras y corsos venecianos, como si las calles de Boedo se hubieran podido transformar
mágicamente en canales y las viviendas populares en palacios. "Voy a escribir para alacranear
perfectamente, para sacarme la bilis que me baila en el hígado y en el píloro", advertía en las primeras
líneas de "Fiestas de Carnaval".
¿Por qué la fuerza transgresora de un festejo popular que, por pocos días, ponía el mundo cabeza
abajo y suspendía las jerarquías sociales perdió vigor? Las jerarquías prevalecen; sin embargo, el
carnaval sólo perdura en consignas cómicas, murgas o shows a los que se puede asistir con ticket en
mano. "El carnaval sólo puede existir como una transgresión autorizada", escribía en 1999 Umberto
Eco para mitigar las consignas de Mijail Bajtin, cuya obra sobre François Rabelais y la cultura popular
medieval fue clave para una nueva mirada sobre un viejo ritual. "Si bien el carnaval antiguo religioso
estaba limitado en el tiempo, el carnaval moderno multitudinario está limitado en el espacio: está
reservado a ciertos lugares, ciertas calles, o enmarcado en la pantalla de televisión", señala Eco con
ironía.
"Desde mediados de los años 60, la literatura y el arte latinoamericanos empezaron a ser
interpretados, a partir de la lectura que hizo Julia Kristeva de Bajtin, con las lentes de la
carnavalización literaria -dice Mario Castells, autor de la novela corta El mosto y la queresa y del libro
de crónicas Trópico de Villa Diego (EMR)?. Con Gilda de Mello e Souza y su lectura de Macunaíma, el
concepto se convirtió en un recurso que la crítica no ha parado de usar, y eso de que lo carnavalesco se
aparta de la tradición y el desarrollo cultural dominante en una sociedad, para burlarse de las
instituciones y estructuras que esta cultura propone, ha sido uno de los conjuros que han hallado esos
sectores de la intelligentsia para aplacar otras lecturas políticas de la novela y pasivizar lo revulsivo
del humor popular." De esas lecturas aplacadas, Castells rescata la cultura africana en América. "La
referencia al negro estalla en el inconsciente colectivo en momentos de festividad y teatralidad
burlesca. Los kambaraangáes, disfrazados de negros, con trapos y ropas viejas, a veces con vestidos
femeninos y el rostro cubierto con una máscara, en la representación de una especie teatral semejante
a los autos sacramentales del Medioevo, son esos agentes del pueblo que tienen vía libre para
acometer contra el statu quo, el comisario, la catequista, el intendente y las autoridades con la
invectiva que les otorga el humor."
En 2011, la antropóloga Alicia Martín, docente e investigadora de la UBA, publicó Fiesta en la
calle. Carnaval, murgas e identidad en Buenos Aires (Colihue). Allí estudia el lazo entre el retorno de la
democracia en los años 80 y la organización de los vecinos en murgas. Ella acerca otra posición sobre el
carnaval: "Detrás de eso se movían valores y estructuras organizativas informales muy interesantes
y poderosas, grupos autogestivos que se asentaban en redes barriales territoriales y familiares".
Martín considera que el carnaval porteño y la murga son espacios de resistencia.
Ricardo Talento dirige el Circuito Cultural Barracas y es uno de los fundadores del Grupo
Catalinas Sur, que impulsó el desarrollo del teatro comunitario en la Argentina. "El carnaval es parte
de la teatralidad humana. El teatro comunitario recupera su esencia, sus lenguajes, y esa vocación de
encuentro, comunicación y transgresión." Las temáticas surgen de la territorialidad y se construyen con
el aporte de los integrantes. "Además de crear una profunda empatía con el espectador, legitima lo
abordado, ya que es parte de la voz del barrio. En la obra Barracas al fondo se habla con ironía de la
exclusión y la xenofobia de los sectores medios hacia las nuevas inmigraciones; eso adquiere legitimidad
porque es el mismo barrio que vive el tema el que le da valor poético y lo transmite."
"Siempre intuí que la función del carnaval, más bien festiva, no era sólo la de ser una zona
indefinida entre los arcanos rituales y la razón. Su fuerza está en ser una zona donde el hombre es,
nada más", comenta Nicolás Correa, investigador y autor de Íncubo y Súcubo, novelas de terror
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ambientadas en el conurbano bonaerense. En sus ficciones el carnaval aparece como una fuerza
ambigua. "El carnaval le da a la escritura la posibilidad de fugarse de sí y, a la vez, de ser pura
potencia poética. En mi caso, los carnavales son amargos, más parecidos a procesiones trágicas donde
exponer, como en la Pasión, el drama personal o el colectivo, el cielo propio al alcance de la mano, hecho
de carne y barro."
La narradora Liliana Bodoc, autora de la novela Presagio de carnaval, dice: "El carnaval es una
interrupción del orden establecido, un espacio-tiempo liberado que nos permite desordenar los
paradigmas. Disputado por la tradición católica y la pagana, tironeado desde su etimología, el carnaval
no tiene dueños. Y si acaso lo tuviera, serían los demonios". Para Bodoc, el carnaval desata una fiebre
de control: "Pero por mucho que nos esforcemos en ponerle riendas, el carnaval es una fiesta
desmadrada, caliente, habitada por seres ambiguos". Por último, quien imagina una relación vital y
nómada con el carnaval como universal de la cultura es la autora de Diario de máscaras (Capital
Intelectual), la escritora Luisa Valenzuela: "El carnaval es un tiempo de transformaciones y
transgresiones. De tirar todo por la borda y saber que en esos días fastos podemos llegar a ser
quienes siempre quisimos. ¡Carne vale! Después vendrán los cuarenta días de ayuno. Pero por ahora la
cocinera será reina y el ladrón, una piadosa monjita. Al menos allí donde quienes tienen la manija
(Iglesia o Gobierno) entienden que el desahogo estacional es imprescindible para mantener la armonía.
Río de Janeiro, Venecia, Niza, Nueva Orleans, Oruro... Y yo ¿iré a festejar con las alegres murgas en los
barrios? ¿O vuelo a Tartagal y encaro la canícula junto a los chané que celebrarán su pin-pin o areté
guazú mientras dure al chicha? Los chané saben que las máscaras bailadas absorben el mal, por eso
después las queman. El fuego purificador forma parte del carnaval. Es decir, de la vida".
Actividades:
1. ¿Cuál es la idea principal del texto? (Relea su título y subtítulo para orientarse) Argumente.
2. ¿Qué sentía el escritor argentino Roberto Arlt sobre las críticas que algunos periodistas
hacían sobre los carnavales que se festejaban en el barrio porteño de Boedo? 2B.¿ Qué se le
criticaba al carnaval en aquel entonces?
3. ¿Qué afirmaba el escritor italiano Umberto Eco sobre la transgresión que opera en el
carnaval? Después de lo leído en esta unidad, ustedes ¿estarían de acuerdo o en desacuerdo
con eso? Argumenten.
4. ¿Por qué Umberto Eco señala que el carnaval está hoy limitado, pero de una manera
diferente a como lo estaba en la Edad Media? Compare las limitaciones en ambas épocas.
5. ¿Cómo considera a los espacios de carnaval la antropóloga Alicia Martín? ¿Ustedes qué
opinan al respecto? Relacione esto con lo que plantean sobre el carnaval las escritoras Liliana
Bodoc y Luisa Valenzuela.
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El carnavalito norteño:
Nota en diario Página 12
Fecha: 10/02/2013
Cuando llega el Carnaval, la tranquilidad habitual de los pueblos jujeños explota en una de las
fiestas más animadas del continente, con locales y visitantes mezclados en los desfiles de las
comparsas callejeras que entreveran el culto a la Pachamama con los ritos de la fiesta medieval de
origen europeo. Ocho días a puro baile de cumbia andina y carnavalito.
El desentierro del Carnaval es, cada año, uno de los momentos cumbre de la fiesta jujeña, el
momento en que cada comparsa de Tilcara recupera al diablo de manera ritual. El primer sábado de
Carnaval del año pasado, la comparsa Los Caprichosos desenterró su diablito Pujllay a las tres de la
tarde en su “fortín”, un espacio abierto con un tinglado que oficia de sede del grupo. Allí los miembros
de la comparsa y el público en general confluyen todas las noches a comer, beber y bailar en una gran
discoteca andina al aire libre (…) Allí estaba enterrado el diablito, que al ser liberado otorgaría a todos
licencia para hacer las cosas normalmente autocontroladas el resto del año.
Junto a la apacheta comenzó el baile, al son de una banda en vivo, y una hora después
aparecieron los coloridos diablos con sus máscaras y sofisticados disfraces. Luego de dar varias vueltas
con la multitud alrededor de la apacheta, el jefe de los diablos desenterró al Pujllay y se trepó a las
piedras blandiendo el muñeco como trofeo, señal que desató una apoteosis de gritos, saltos, serpentina,
talco y nubes de espuma nieve en spray. La euforia pasó a ser el estado natural de los participantes y
comenzó el desfile interminable por las calles, sin decaer un instante durante horas. Cada diablo agarró
de la mano a una chica del público –casi todas turistas– y se las llevó “raptadas” como pareja de baile
para recorrer las calles al ritmo del carnavalito.
Diabladas.
Una comparsa puede tener hasta un centenar de diablos que portan cascabeles y hablan con voz
aguda para que nadie los reconozca, perdiendo así la vergüenza. La desinhibición aflora gracias al
anonimato y al alcohol, dando origen a las clásicas declaraciones amorosas de Carnaval que, de otro
modo, no pasarían el tamiz de la timidez. En la ciudad hay alrededor de una decena de comparsas, entre
las que sobresalen Pecha Pecha, Los Gosairas, El Puente de la Diversión, Viejos Choclos, Los Ahijaditos,
Flor de Cortaderas, Pocos pero Locos y Los Caprichosos. Estas dos últimas compiten por el primer
lugar entre las más animadas y populares.
En el Carnaval de Tilcara se tiran bombitas de agua y principalmente talco –casi nunca en los
ojos– de modo que las prendas y cabellera de casi todos quedan blancas. La mayoría de la gente porta
sobre el sombrero o en las solapas alguna ramita de albahaca, hierba considerada afrodisíaca y cuya
fragancia es el perfume del Carnaval: “Como florcita madura, apegadita la enagua, qué lindo ver su
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Tilcara con una escenografía de marionetas gigantes. En la época del “uno a uno” las comparsas traían
bandas de bronces desde Bolivia, pero desde hace una década las hay propias de la zona. Y lo mismo
ocurre con bandas eléctricas que acompañan las “invitaciones” que hacen familias de Tilcara a las
comparsas para tocar frente a su casa o en los patios.
La fiesta abierta
La primera recomendación destinada a los viajeros que quieran participar del Carnaval de Tilcara
es abandonar de cuajo toda idea de pureza cultural. Aquí todo se mezcla con naturalidad, sin reglas
aparentes. Las cumbias andinas suenan a carnavalito con algo de murga y ska. Y la matriz boliviana en
esta música ya viene con su propia carga de intercambio cultural, porque los bronces son influencia de
las bandas militares del siglo XIX y comienzos del XX, que marcaron la formación de muchos músicos
andinos. En esos grupos de bronces ambulantes hay siempre una leve desafinación, como en la música de
los Balcanes.
Las comparsas van serpenteando por las calles de Tilcara con un itinerario preciso de
“invitaciones” a la casa de diferentes familias que las reciben con bebidas. Y cuando la comparsa llega a
la “invitación” ya la espera un grupo con guitarra, batería, bajo y teclado eléctricos, que se adelantan
en camionetas.
La bebida de la fiesta –que ancestralmente fue la chicha en América y el vino en Europa– es
también una singular mezcla de lo antiguo con lo nuevo, de lo global con lo local. El resultado es el
saratoga, que se prepara en grandes ollas con vino blanco, rodajas de naranja y limón y un variado
etcétera de gaseosas y jugos. También se sirve bastante chicha de maíz fermentado y a veces de
maní. Muchos miembros de las comparsas van con su vaso de plástico atado al cuello, para ir tomando
en cada invitación. “–¿Sabés cómo le dicen a él? –¿Cómo? –Vampiro sin ala. Porque en Carnaval siempre
sale corriendo a chupar.”
El entierro
El domingo de Carnaval, después de ocho días de bailar, tomar y comer a destajo, la fiesta
concluye con el entierro del diablo. Cada comparsa se dirige a su mojón en la falda de los cerros al
compás del carnavalito, con el Pujllay colgando de un palo. Cuando oscurece, cesa la música y los diablos
comienzan a llorar a lágrima suelta porque se les está acabando el tiempo de vida (las lágrimas detrás
de las máscaras delatan que no es teatro). El ritual del entierro es exclusivo de los diablos, mientras la
gente observa a la distancia. En medio de la oscuridad se enciende una gran fogata junto a la
apacheta y el Pujllay es enterrado. En ciertos casos al diablito lo cargan de explosivos y estalla por los
aires.
Un gran estruendo es la señal de que el Carnaval ha llegado a su fin. Se tapa con tierra el hoyo a
través del cual el Pujllay regresa al centro de la tierra y los diablos se quitan las máscaras
sacudiéndose el talco y el papel picado, ya que no deben quedar restos del Carnaval en el cuerpo.
Entonces dan vueltas alrededor del fuego tomados de la mano, mientras lanzan a la hoguera los trajes
más viejos para que ardan con la imagen del Pujllay. Junto con el diablito desaparece la ilusión de la
felicidad absoluta. Algunos se arrodillan llorando, abatidos por la congoja y el cansancio, luego de unos
días felices en los que nadie trabajó ni se privó de casi nada de lo que le gustaría disfrutar durante
todo el año.
Fueron ocho días en los que el tiempo estuvo como detenido. En muchos casos las sabias comadres
de Tilcara fueron a buscar a aquellos que estaban peleados y en plena fiesta los hicieron tomarse de la
mano y bailar. El Carnaval de Tilcara es como una gran limpieza colectiva del alma, como un reseteo
simbólico después del cual todo vuelve a empezar, tal como ocurría en los tiempos prehispánicos para la
misma fecha, cuando luego de las cosechas se hacía la gran Fiesta de la Abundancia. Para la ocasión se
repartían los alimentos y comenzaba otra vez el ciclo agrario, alrededor del cual giraba una gran
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cosmovisión cuyo eje era la Madre Tierra, la Pachamama, la misma a la que todavía se le da de comer a
través de un hoyo en la fiesta del Carnaval, por donde también se va ese diablito libertino de origen
europeo y medieval.
Actividades
Raúl castro habló de las causas comunes de argentina y Uruguay. Hoy, en lavardén, la murga presenta
"La Leyenda", el nuevo show
Por Pedro Squilacci.
"Yo escribo para Argenguay y Urutina", dice Raúl "Tintabrava" Castro, el líder de Falta y Resto,
que parecería que más por causalidad que por casualidad vive en una localidad balnearia ubicada a 40
kilómetros de Montevideo, llamada Villa Argentina. "A veces cuento anécdotas del pasado y la
actualidad, y largamos temas como el defensor de las causas perdidas. Y lo hacemos a través de un
payaso que se pregunta cómo anda el hombre nuevo y repite «No se olviden de Cabezas». Y al final,
cuando se va, te das cuenta que las causas tan perdidas no están". Esa batalla contra las injusticias
sociales y políticas que planteó la murga uruguaya a lo largo de 36 años toman en boca de Castro una
dimensión más amplia en estos días. "Lo de Cabezas pasó hace unos cuantos años y me quedó en el
corazón, sea uruguayo o argentino. Y todo lo que pasa en la Argentina repercute acá, porque Buenos
Aires es la metrópolis cultural de esta región, y tenemos la obligación de recordar a Cabezas, de no
darlo como una causa perdida mas allá de que se llegue al fin de una investigación. Ya, con nombrarlo,
estamos trayéndolo a la memoria, y si lo traemos a la memoria lo estamos haciendo bandera de lucha",
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bramó sereno pero contundente, como si fuera alguna de las canciones de La Falta.
Parece que las palabras de Castro hubiesen salido de un guión, cuyo común denominador es
conciencia colectiva-claridad ideológica-arte popular. Y lo mejor de todo es que puede hablar con la
misma profundidad de temas sociales eternos; de causas casi olvidadas por muchos, como el asesinato
del fotógrafo de la revista Noticias José Luis Cabezas; o de coyunturas actuales de rebote mediático.
La nota con Escenario vino a cuento de la presentación de hoy en Rosario (Plataforma Lavardén,
a las 21.30) del nuevo espectáculo de Falta y Resto "La leyenda", pero el diálogo telefónico justo
coincidió el día en que no se hablaba de otra cosa que no sea la renuncia de Messi tras la derrota en la
final de la Copa América Centenario. La polémica decisión del 10 de la selección argentina se inmiscuyó
en sus palabras cuando se le preguntó por dónde pasa el frente de lucha de la Falta y Resto: "La lucha
continúa porque la vida es la lucha, la vida es una lucha constante, y una lucha con alegría, porque la
lucha es de la alegría, tratar siempre de vencer la tristeza, tratar siempre de vencer la
desesperanza, tratar siempre de decirle a Lionel Messi «vos pibe vení, yo entiendo que estés caliente,
pero mirá que esta camiseta no se abandona jamás»".
"Hablo de luchar no sólo para la vida y para la política, sino también para una enfermedad, —
agrega—o para que un hijo te pida un consejo, o cuando pedís un consejo a un padre o a un amigo.
Porque Dios te plantea estos momentos de los pueblos y de las personas para ver de qué madera
estás hecho, y cuando hablo de Dios no hablo de religión, hablo del alma. Y no hay cosa más linda que
darse cuenta que uno está hecho de buena madera, aunque te toque sufrir algún hachazo, porque
cuando uno está hecho de buena madera algún leñador viene para darte y ver si te puede voltear".
Castro dijo que "La leyenda" hace foco en "la realidad rioplatense", algo que es habitual en los
espectáculos que traen a la Argentina. "No hacemos un espectáculo para un lado o para otro del río,
hablamos de lo que esta sucediendo y entramos en determinados temas que se adaptan muchísimo a lo
que está pasando de los dos lados", indicó.
Y agregó: "Hay muchas cosas que argentinos y uruguayos tenemos en común y otras que no, pero
de las que tenemos en común, a lo largo de estos 36 años, la gente ha priorizado cuestiones de esta
realidad de época y el tema del poder".
Para graficar más literalmente su idea, Castro recordó un tema clave dentro de "La leyenda" que
es "El cuplé del poder". "Ahí se refleja que de la izquierda y de la derecha están las mismas cojeras",
indicó y trascartón se largó a tararear ese tema que habla de los "viejos ladinos" y de los "mercaderes
que han sembrado división".
En tiempo de murga y sin perder el pulso emotivo, cantó: "Para poder cambiar la historia de esta
nueva humanidad/ es importante escuchar a los de abajo/ comprendernos y juntarnos sin quererlos
dominar/ porque el poder que sólo sirve y dignifica/ es aquel que hace posible el servir a los demás".
"Siempre tratamos de meter el dedo en la llaga, porque la murga tiene que hacer reír, tiene que hacer
pensar, tiene que divertir, pero también tiene que hacer reflexionar".
Para reflejar el fenómeno de las murgas, Raúl Castro remitió a su historia: "Sería un poco
soberbio decir que tuvimos que ver, pero pecaré de inmodesto. Cuando cruzamos con Falta y Resto
hacia la Argentina por primera vez en 1983, que fue la primera vez que una murga uruguaya llegó a
ese país en la vieja Trastienda de Thames y Gorriti, y vimos que la gente entendía perfectamente las
letras que cantábamos en el carnaval de Montevideo y que aplaudían con la misma o más pasión
todavía porque nunca lo habían visto, dijimos «esto hay que llevarlo al mundo, hay que hacerlo conocer,
tiene que ser nuestra huella digital de identidad cultural, la murga uruguaya tiene que ser una
revolución»".
Tintabrava recordó que "hay periodistas que dicen que la murga uruguaya es la revolución
cultural de principios del siglo XXI", y desde esa expresión agregó que "no hay otra expresión que prenda
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tanto, que se arraigue tanto en las clases populares, no La Falta, la murga uruguaya, la que hace que
se cante en conjunto, en forma gregaria".
Y remató: "Me planteé con el paso de los años una meta más ambiciosa y que es hacer murga por
todo el mundo, capaz que no es murga a nuestro estilo, pero que haya teatro musical político en los
barrios, en los sindicatos, en los clubes. Porque la murga lo que hace es lograr opiniones comunes y los
pueblos que cantan juntos son los pueblos pacíficos, los pueblos que resuelven sus problemas con
inteligencia y sobre todo con amor. Yo creo que la salvación de la humanidad es el canto, el día que nos
demos cuenta los seres humanos que cantando podemos llevar adelante nuestras ideas va a estar todo
mucho más armonizado".
Actividades:
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Luego de leer el material teórico presente en las páginas anteriores (p. 1 a 17),
realizá las siguientes actividades.
1. Hacé una lista de situaciones o razones por las que te solés reír. Desarrollá y
contá por qué te causan gracia.
4. A vos qué te parece, ¿el humor es algo nuevo o habrá existido siempre? ¿Por
qué?
5. ¿Cuáles eran los festejos en los cuales, las personas de la Edad Media, se
reunían en espacios públicos a festejar? ¿Cuál de esos festejos era el de mayor
importancia?
7. ¿Qué pasaba con el orden impuesto en los días de carnaval? ¿Qué sucedía
durante esos festejos?
8. ¿Por qué Mijail Bajtín dice que el carnaval era un momento de liberación, pero
“transitoria”?
9. ¿Por qué puede decirse que la organización social, en carnaval, era entendida
como una “rueda”?
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13. Buscá en las redes al menos tres memes e identificá qué recursos propios
del humor son utilizados (páginas 4 y 5 del módulo). Desarrollá la explicación, no
solo enuncies el recurso.
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Mafalda, esa niña cabezona que nació indignada con el mundo y para hacer preguntas
incómodas a los adultos. Mafalda llegaba al planeta un septiembre de 1964, y aunque en principio
tenía tintes de personaje meramente infantil, pronto se convirtió en un pequeño e inteligente altavoz
del descontento político y la desigualdad social.
Sus valores, inocencia y frescura, la convirtieron en una pequeña Juana de Arco y en una especie
de voz de la conciencia del ciudadano medio.
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Mafalda es lista, soñadora e idealista, y aspira a una democracia real para las sociedades del
mundo. Su realismo la convierte en una niña a veces cínica y pesimista.
Destaca su preocupación por la miseria, las injusticias, sus dudas sobre la condición humana, las
clases sociales. Nos encantan sus irónicas observaciones y comentarios sobre la política, ya sea
tanto nacional como internacional.
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Según el mismo Quino, la política en Mafalda es “más bien una política de la condición humana, no
de ciertos regímenes. Landrú dice que el humor es una válvula de escape, que el tipo que quiere
poner una bomba ve un chiste que lo hace reír alrededor del asunto que lo tenía irritado y, entonces,
ya no necesita poner la bomba.”
El humor de Quino es típicamente ácido y hace al lector enfrentarse a la burocracia, los errores de
la autoridad, las instituciones inútiles, la estrechez de miradas, etc.
Por otra parte, Mafalda ha sido una tira que se ha animado a decir cosas que muchos medios
callaban en épocas en dónde era complejo decir ciertas cosas.
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Otro recurso típico es la reducción al absurdo de situaciones conocidas. Con frecuencia, los
chistes buscan la sonrisa como medio de enfrentarse a la cruda realidad. El mismo Quino afirmaba
en una entrevista: “Mis dibujos, sumados a piezas de teatro, a películas, a canciones, a libros,
conforman una obra que podría ayudar a cambiar, pero yo tengo mis dudas. Mis dibujos son
políticos, pero en relación a situaciones humanas más que políticas en sí. Esas situaciones se
vienen repitiendo desde que el hombre es hombre.”
Mafalda refleja también el espíritu de su tiempo. La personalidad contestataria de Mafalda y su
inconformismo con el Status Quo la empuja a un cuestionamiento constante de la realidad. El
personaje coincidió en el tiempo con el caos geopolítico de la invasión estadounidense a Vietnam,
lo que hace entender las constantes apelaciones a la defensa de los derechos humanos y
llamados a la paz mundial a lo largo de las tiras.
Mafalda también refleja el progresismo de su época con comentarios feministas que reflejan su
apoyo a las conquistas sociales de la mujer: no sólo demuestra tener ambiciones profesionales, sino
también critica agudamente las elecciones de su mamá (del mismo modo en que Lisa Simpson
critica las elecciones de Marge, su mamá), lo que podría interpretarse como simpatía al feminismo
de segunda ola, tan propio del pensamiento del momento.
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Actividades:
1. Analicen las viñetas de Mafalda que aparecen en el texto anterior tratando de buscar los
recursos humorísticos que priman en la obra de Quino. Justifiquen sus respuestas.
2. Busquen en internet tres tiras de Mafalda en las que primen tres recursos humorísticos
diferentes y luego justifique su elección argumentando por qué ve que dichos recursos aparecen
en esas tiras. Nota. Las tiras deben ser incorporadas al trabajo para que la docente pueda
corregir la historieta junto con el trabajo de análisis realizado por ustedes.
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Mafalda feminista
❖ Muchos sostienen que Mafalda fue la primera feminista de la literatura argentina.
Leamos el siguiente artículo.
La obra de Quino ya tiene más de cincuenta años, pero no pierde vigencia. Las denuncias de la
niña rebelde pusieron a la vista las desigualdades de género. Algunas de ellas, vigentes hasta hoy.
Por Mercedes Rivero.
Trascender el tiempo, las culturas y los límites geográficos es una cuestión difícil. A más
de cincuenta años de su creación, esta dificultad no parece tal para “Mafalda”, la
cuestionadora niña que nació de la siempre venerada pluma de Quino.
La nena en cuestión representó a la emergente clase media argentina de los años sesenta
y dejó plasmados los conflictos que se daban, tanto en el país como en el mundo. Pero si hubo
algo que “Mafalda” supo documentar fue el nuevo rol de la mujer, que ya no se conformaba con
ser madre y esposa. La oposición con estas señoras que tenían todo su universo en el hogar
sigue siendo hoy su marca registrada.
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¿Cuántas veces oímos la afirmación ‘vos sos muy Mafalda’ o ‘vos sos muy Susanita’? Esto
se explica porque la obra, gracias a su temática y a su modo de expresarla, quedó grabada en
el ADN de los argentinos. Pero también, porque muchas de sus denuncias aún no fueron
resueltas. Isabella Cosse, investigadora del CONICET y autora del libro “Mafalda: historia
social y política”, dialogó con Entremujeres para dilucidar el porqué de la vigencia de esta
historieta.
Cosse definió a “Mafalda” como “un fenómeno social, es decir, como una creación artística
que tiene sentido para las personas por fuera de la fantasía, fuera de los propios cuadros de
la historieta”. Sin embargo, aclaró que “sus significaciones no eran las mismas, por ejemplo, en
1966 cuando la historieta se convirtió en un emblema antiautoritario, que en la actualidad, en
donde es un mito contemporáneo”
La niña rebelde de Quino reflejó las nuevas aspiraciones profesionales e igualitarias de
las mujeres. “Lo referido a los roles de género ayuda a entender la vigencia de ‘Mafalda’”, dijo
Cosse. Y agregó: “El personaje en sí mismo catalizó el prototipo de las jóvenes rebeldes y/o
intelectuales de los años sesenta. Expresó las fracturas generacionales en torno a los
mandatos de género: del carácter doméstico de la mujer y de su condición débil, dulce, pasiva.
Por entonces, ese era un prototipo emergente pero que aún hoy permea nuestra realidad
contemporánea”.
La investigadora detalló que “‘Mafalda expresaba un nuevo modelo femenino que
reclamaba por la igualdad y por un nuevo tipo de horizonte de vida (con realización profesional,
intervención en lo púbico y en lo político) y rechazaba estar constreñida al casamiento y los
hijos”. Esto se dio en medio de cambios históricos y sociales que incluían el mayor número de
ingresantes femeninas a la universidad y al mundo laboral, la libertad sexual y el
cuestionamiento del movimiento feminista a la sociedad patriarcal.
Pero si bien las mujeres conquistaron espacios, aún existen mujeres que representan al
modelo más conservador, dedicadas exclusivamente a sus hijos y su marido. Este
enfrentamiento entre “Mafaldas” y “Susanitas”, Cosse lo explicó así: “Ambas figuras han dado
lugar a una representación de la oposición en sí misma de prototipos femeninos. Y esta
oposición tiene vigencia. Muchas mujeres me contaron en mi investigación que las llamaban
‘Mafalda’ de chicas porque eran cuestionadoras o intelectuales; y muchas me dijeron que ellas
eran un poco ‘Susanitas’, para referirse a los valores de la familia y lo sentimental”.
Ahora bien, ¿cuáles de las desigualdades de género denunciadas por “Mafalda” siguen
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existiendo en la actualidad? Según la entrevistada, este personaje “denunciaba la desigualdad
de las mujeres y la limitación de su identidad a la condición maternal y periférica al hogar. En
ese sentido, las mujeres seguimos sufriendo la desigualdad y sus reclamos siguen vigentes”.
Por todo esto, “Mafalda” es mucho más que la historieta, la escultura, la estampa
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de una remera o el souvenir que un turista se lleva del país. Quino creó a una niña
que se convirtió en parte de la identidad argentina, de sus conflictos y también de sus
aspiraciones.
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Actividades:
3. Expliquen por qué el texto anterior define al humor de Quino como un tanto “cínico”.
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Formas humorísticas IV
El humor político
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Esa enérgica crítica que propiciaban las caricaturas fue objeto de censura
en varias oportunidades. Durante los dos primeros gobiernos de Juan
Domingo Perón, el humor político fue prohibido. “No se podía hacer ni un
chiste político”, recuerda el humorista Landrú, que además fue apresado
por el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía por caracterizar al
dictador como una morsa. “La noche antes del golpe, un amigo de Onganía
me dijo: `Ya que a Illia lo dibujabas como una tortuga, a Onganía tenés que
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• El Estado
• Los políticos
• Los funcionarios públicos.
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Sus canciones son xenófobas y atacan a los pobres, a los indigentes, a los
inmigrantes latinoamericanos y a los obesos. Sin embargo, en la superficie
pareciera ser él y los “suyos” las víctimas de los discriminados.
Ejemplos:
“Podríamos brillar por toda la
pobres”
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Actividades:
https://www.youtube.com/watch?v=ONMmmu_x97Q&t=120s
https://www.youtube.com/watch?v=7APGqjXqu1o
https://www.youtube.com/watch?v=K9oDpwU273I
2. Identifiquen los tópicos o temas de los que se hablan con intención de burla
y correctiva.
3. ¿Qué recurso humorístico prima/n en los sketchs vistos? Justifiquen.
4. ¿Se ven ustedes interpelados en ese discurso? Justifiquen.
5. ¿Creen que ustedes discriminan de algún modo? Expliquen.
6. Propongan un micro-guión a ser interpretado por este personaje. Deberá
mantener el estilo y espíritu del mismo.
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La falsa biografía
6 marzo, 2014
Este relato apareció por primera vez en el blog Orsai, de Hernán Casciari, el 6
marzo, 2014 y está incluido en el libro Messi es un perro y otros cuentos.
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Le dije varias veces a la madre que ese chico iba a necesitar las
riendas cortas, pero en su casa nadie se las puso. Ni mi hija, por
demasiado compasiva, ni mucho menos mi yerno Roberto, un buen
muchacho, pero incapaz de pegar un golpe sobre la mesa.
Por culpa de esta educación informal, que muchos creen que
es moderna, a Chichita los dos hijos les salieron torcidos: el varón un
drogadicto, un roñoso, un bufón de circo, y la más chica se tuvo que
casar embarazada muy joven. Yo estuve a punto de no ir a ese
casamiento; me dolía en el alma que mi nieta arruinara su futuro.
Pero fui, porque algunas cosas en la vida hay que hacerlas. Y en
ese salón de fiestas vi la decadencia de mi nieto mayor. Él tenía
entonces más de veinte años, estaba gordo, con un traje prestado que
le quedaba corto de mangas, en una mesa con otros impresentables.
Había un amigo suyo con el que era carne y uña —se llama Chupi, o
Chipi— y este amigo le tiraba aceitunas de una punta a la otra de la
mesa. Mi nieto las cazaba al vuelo, con la boca abierta.
Se me encogió el corazón de tristeza al verlo, pero sobreviví un
tiempo a esa noche. Supe algunos otros dislates sobre su vida: que
escribía o quería ser escritor, que se escapaba por las madrugadas de
los departamentos donde vivía para no pagar el alquiler, que fumaba
y no creía en Dios, que a veces no tenía domicilio fijo, que apostaba.
Su madre jamás me informaba estas cosas, yo las sabía porque
paraba la oreja en las conversaciones; Chichita se cuidaba mucho de
contarme lo malo, únicamente me informaba sobre algún logro
literario del hijo.
Tampoco creo que eso fuese cierto: yo leí algunos cuentos de mi
nieto, en una breve época que vivió en mi casa, y me decepcionaron
muy mucho. Escribía groserías, había temas sexuales y casi ningún
valor ético a resaltar.
Puedo hablar sobre él solo hasta el momento de mi muerte, a
finales del siglo pasado. Desconozco qué habrá hecho después.
Solamente sé que no estuvo en mi entierro y que la última vez que
pensé en él, antes de morir, vino a mi memoria aquella escena del
casamiento: a mi nieto, a Hernán, alguien le tiraba aceitunas verdes
como en un circo, y él las atrapaba en el aire, haciendo un sonido
gutural con la boca. Cada vez que tragaba una, los otros drogadictos
de la mesa le aplaudían la gracia.
Eso es todo lo que puedo decir sobre él. Que Dios lo ayude.
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El humor en el teatro
¡Hola a todos!
El humor, como vimos hasta ahora, atraviesa todo tipo de
géneros, aparece en la historieta, en el cuento, en la novela, en el
cine y, por supuesto, en las publicaciones periodísticas que, a través
de él, buscan provocar la crítica social.
Nos queda abordar un género relacionado de manera directa
con el humor. Ese género es el teatral.
El teatro surgió, en nuestro país, estrechamente asociado al
humor y, precisamente, al circo.
Con el tiempo, el teatro argentino creció, tomó propuestas de
diferentes lugares del mundo y las adaptó a nuestra idiosincrasia.
En esta clase, vamos a comenzar a conocer algunas
características y géneros del teatro de nuestro país y del mundo.
La comedia
Comedia del latín comoedĭa. Una comedia es una obra que presenta una mayoría de
escenas y situaciones humorísticas o festivas.
La comedia es un género dramático que se caracteriza porque sus personajes
protagonistas se ven enfrentados a las dificultades de la vida cotidiana, movidos por sus
propios defectos hacia desenlaces felices donde se hace escarnio de la debilidad humana.
La comedia se origina en el mundo griego, pero se va desarrollando por el medievo y por la
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Es también el género que agrupa a todas las obras de dichas características. Aunque
parezca contradictorio, la comedia pertenece al género dramático, en el sentido de que se
trata de un género que presenta distintos episodios de la vida mediante el diálogo de los
personajes quienes actúan sus papeles frente a un público.
El personaje principal de una comedia suele representar un arquetipo (ser mentiroso
o avaro, por ejemplo). Sus actuaciones pueden responder a un estereotipo, donde la
exageración de las conductas divierte al espectador o lector.
Una comedia de situación (situation comedy o sitcom) es un formato televisivo que
nació en los Estados Unidos con “I love Lucy” o “Yo amo a Lucy”, protagonizada por
Lucille Ball. El nombre de sitcom proviene de la audiencia sentada frente a los actores,
cuyas risas quedan grabadas en los capítulos o, en el caso de que la emisión sea en vivo,
es captada en el momento por los micrófonos.
Origen de la Comedia:
El origen de la comedia se remonta a la antigua Grecia. La comedia más antigua de la
que se tiene constancia es "Los Acarnienses", de Aristófanes, que se representó por primera
vez en el año 425 Antes de Cristo (a. C.)
Rasgos de la comedia:
Finalidad: La comedia muestra exageradamente nuestros vicios y defectos, con una
intención moralizante y educativa. La comedia, entonces, pone en ridículo los vicios o malas
costumbres para corregirlos mediante la risa. Sin embargo, no trata de corregirlos en
quienes los practican, sino que los representa con un método preventivo para evitar que lo
adquiramos los demás.
Tema: Si bien en la comedia los temas recurrentes son el engaño, el robo, la burla y la
estafa, los temas suelen ser problemas de personas comunes que tienen defectos,
debilidades y vicios.
Conflicto: Comúnmente es generado por un vicio de carácter del protagonista. Este vicio de
carácter es contrario al bienestar social de la comunidad en la que vive el protagonista. El
bienestar social es relativo a la época y al lugar. El vicio de carácter del personaje protagónico
lo lleva a ser un transgresor de esa sociedad, pues rebasa los límites de lo "conveniente" y
por ello debe ser castigado; esto significa que el personaje vicioso es castigado socialmente,
o sea, es puesto en ridículo.
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Protagonista: Es básicamente un personaje de baja calidad moral que encarna algún vicio
o defecto de los seres humanos —la avaricia, la irreverencia o rebeldía, etc.— pero
sumamente complejo. En el caso de Tartufo, lo que Molière critica es la hipocresía que se
representa en este personaje, prototipo del mojigato que finge vivir valores que en verdad
no tiene y que sólo persigue su bienestar a costa del daño que produce a los demás. En
pocas palabras, un personaje vicioso que es ridiculizado.
Desenlace: Es feliz para alguna de las fuerzas que se oponen al protagonista o para todas,
menos para aquel que encarna el defecto que debe ser castigado, es decir, puesto en
ridículo.
Nueva York - Días antes del estreno de la comedia con Will Ferrell y Amy Poehler "The
House", el productor Adam McKay pudo ver la señal de advertencia. El pronóstico de taquilla para
el film no era nada bueno. Al final, "The House" terminó recaudando apenas 8,7 millones en su
primer fin de semana, y se sumó a la larga lista de comedias fracasadas. La película tenía sus
problemas (Warner Bro. ni siquiera la exhibió por anticipado a la crítica), pero lo que llamó la
atención fue lo desalentadoramente típico de sus resultados.
"Esto ha estado pasando mucho. Si no son nuestras comedias, son otras comedias de amigos
nuestros que están defraudando de forma consistente", dijo McKay, cuya compañía productora
con Ferrell hace un puñado de películas de humor al año. Si el público no acude a ver
próximamente "Girls Trip" -publicitada como la versión femenina y negra de "Qué pasó ayer" este
verano pasará sin un gran éxito de comedia. "Hasta que el cuerpo aguante", ''Baywatch" y
"Snatched" decepcionaron todas pese a contar con estrellas como Scarlett Johansson, Dwayne
Johnson y Amy Schumer, respectivamente. La única sensación ha sido "The Big Sick", encabezada
por Kumail Nanjiani y producida por Judd Apatow; un estreno de Lionsgate-Amazon que facturó
6,8 millones en un lanzamiento limitado de tres semanas en cartelera.
Las risas se han apagado en los multicines y la tendencia va más allá del verano. El año
pasado, el mal desempeño de "Popstar" de Andy Samberg (9,6 millones de dólares en total)
presagió los problemas que estaban por venir. Hubo algunos éxitos ("El club de las madres
rebeldes", ''La fiesta de las salchichas", ''Esta chica es un desastre", ''Un espía y medio", ''Spy: Una
espía despistada"), pero ha pasado mucho tiempo desde una verdadera sensación cultural como
"Virgen a los 40", ''Qué pasó ayer" o "Damas en guerra".
Esto lleva a Hollywood a plantearse una pregunta angustiante: ¿podrán sobrevivir las
comedias la era de los superhéroes? Mientras los estudios se enfocan cada vez más en franquicias
que se apoyan en propiedades intelectuales de atractivo mundial, las comedias están
desapareciendo. Aunque suelen ser propuestas relativamente baratas, muchas veces no encajan
en la agenda de superproducciones, que cada vez es más adversa a los riesgos. "Realmente quieren
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que estas películas funcionen en China y Rusia, y las comedias no siempre lo hacen", dijo Apatow.
En entrevistas con varios nombres prominentes de la comedia y numerosos ejecutivos de
estudios, muchos en Hollywood expresaron optimismo. Pero también describieron un sentimiento
de que la era de "Supercool", ''Superfumados" y "Hermanastros" había acabado, y que un
panorama cada vez más restrictivo en Hollywood era el responsable. "No me preocupa porque
parece que los estudios no están desarrollando tantos guiones de comedia", agrega Apatow.
"Antes solían comprar muchos guiones y desarrollarlos; ahora los tiempos han cambiado. A
menos que uno les traiga un guion con un actor o actriz y un director y todo el paquete, no hay
muchos chances de que se hagan las comedias. Tenemos una buena reputación, así que la mayoría
de las veces logramos hacer nuestras películas, pero siento que no hay muchos guionistas jóvenes
escribiendo comedia. Creo que muchos de ellos se están yendo a la t e l e v i s i ó n ".
Muchas de las comedias que han logrado hacerse reciclan fórmulas familiares que han funcionado
en el pasado. McKay ha visto que cada vez más los departamentos de mercadeo son los que
deciden si se hace o no una película. "Eso es lo suyo: '¿Cuál es la fórmula para que podamos ir al
salón de conferencias?'", dice McKay. "De repente empiezo a notar que la gente sigue pidiendo
comedias que se parecen a otras comedias y nosotros seguimos diciendo, 'sí, pero las comedias
tienen que ser originales'".
"Original" puede ser una palabra aterradora hoy en Hollywood. De ahí las nuevas versiones
de "Los cazafantasmas" o "Baywatch". Al mismo tiempo, otros formatos clásicos como películas
de fiestas, por ejemplo, se han vuelto obsoletos por el sobreuso. "Creo que en los últimos tres
años hemos visto simplemente una fatiga con esas estructuras", dice McKay. "Hicieron lo peor que
una comedia puede hacer: empezar a sentirse familiar. Realmente creo que esto no es algo
permanente. Terminará, pero van a hacer falta tres o cuatro accidentes, como 'Austin Powers' y
'El reportero: la leyenda de Ron Burgundy'". Esas dos películas también dependieron de una vida
después de la pantalla grande, en video; históricamente las comedias se venden muy bien después
que han estado en el cine. Pero "uno realmente no puede hacer eso ahora", dice Michael De Luca,
quien produjo "Austin Powers" y "Rush Hour". "Uno tiene que lograr ser un acontecimiento
cinematográfico cuando estrena". De Luca recordó la experiencia explosiva que fue leer el guion
de "American Pie", la película que dio estallido a la comedia de clasificación R (restringida para
adultos) en 1999. "Yo siento que estas cosas son cíclicas", dice De Luca. "Cada generación descubre
su propia comedia punk-rock. No habrá ocurrido aún para la generación detrás de Seth Rogen, que
vino después de Judd Apatow". Pero la próxima generación podría gravitar hacia HBO o FX o
Netflix en vez. Ahí es donde se encuentran muchas de las voces más emocionantes de la comedia
de hoy, como Donald Glover ("Atlanta"), Lena Dunham ("Girls") e Issa Rae ("Insecure").
Actividades:
1. Expliquen la idea principal del artículo. ¿En qué se basa el artículo para
sostener esa idea? ¿Estás vos de acuerdo con eso? ¿Por qué?
Argumentá con claridad tu posición a partir de tus consumos (o no)
habituales de comedias.
Recordá que brindar una opinión implica fundamentar con claridad.
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LITERATURA – SEXTO AÑO
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A fines del siglo XIX, dentro del teatro rioplatense, surgieron dos vertientes. Una de ellas fue
el teatro popular realista, originado en el circo, en el cual se destacaron los hermanos
Podestá, especialmente en su versión de Juan Moreira. La otra fue una corriente más culta
o elitista que representaba las obras clásicas europeas, vertiente conocida como el “teatro
grande”.
Con la inmigración de principios del siglo XX se introdujo el “género chico” español: la
zarzuela y el sainete. Eran formas teatrales breves, costumbristas de tono humorístico y
personajes estereotipados. Además, en ambos casos prevalecía la música y el canto.
El sainete original era una pieza de un acto que se representaba en los intermedios de otra
obra, como ocurría en los antiguos entremeses españoles. En la Argentina, combinado con
las formas del circo dio como resultado una modalidad original conocida como “sainete
criollo”. El sainete criollo se caracterizó por reflejar las costumbres de la vida en los
conventillos, agregando a los elementos humorísticos un conflicto sentimental y una nota
trágica. Esta forma teatral se afianzó durante la década de 1920. En esta época se
destacaron Florencio Sánchez (M' hijo el doctor), Gregorio de Laferrere (¡Jettatore!) y Roberto
Payró (Canción trágica).
El sainete criollo consiste en una pieza breve, de un acto, dividida generalmente en tres
cuadros. Los cuadros primero y tercero suelen transcurrir en el patio del conventillo, y el
segundo, en la puerta o en una calle, como se puede observar en las obras “El diablo en el
conventillo”, de Carlos Pacheco, o “El conventillo de la Paloma”, de Alberto Vacarezza.
Los inmigrantes que llegaban a Buenos Aires se asentaban en los márgenes de la ciudad.
Las viviendas – antiguas mansiones abandonadas por las clases más pudientes y
convertidas en precarios refugios, en las que comenzaron a surgir los conventillos –
albergaban a personas de distintas nacionalidades, la mayoría de ellos italianos y españoles.
El escenario del sainete fue entonces el patio de estos lugares que era donde los distintos
vecinos se cruzaban. Recordemos también que estas casonas tenían varias habitaciones,
pero espacios comunes como cocina, baño, lavadero y patio.
Los conventillos eran también habitados por criollos pobres, marginados de la gran ciudad.
En esos orígenes sociales tuvieron lugar el guapo o compadrito y la percanta (mujer humilde
y soñadora, incluso algunos la definen como una mujer liberal) estereotipos que aparecen
tanto en los sainetes como en los tangos. En el patio, era frecuente escuchar peleas por
dinero, por amor o por poder entre todos aquellos que habitaban allí.
El sainete criollo mostraba, como pieza teatral, las preocupaciones del público del momento
y así se convirtió en un éxito comercial, el primero en cantidad de espectadores y funciones
como de obras escritas.
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El grotesco criollo
Si bien mantiene las notas de humor del sainete, tiene una mirada mucho más cruda y
pesimista sobre el presente y el futuro de los inmigrantes que habitaban nuestro suelo.
El grotesco criollo, proveniente del grotesco italiano, surge en la Argentina también hacia la
década de 1920. Son las obras teatrales de Armando Discépolo las cuales transforman al
grotesco italiano en grotesco criollo.
Los rasgos más destacados del grotesco criollo son: La acción se desarrolla en espacios
cerrados y oscuros. La acción se traslada así del patio del conventillo hacia el interior, hacia
sus habitaciones.
Los problemas son intrafamiliares. Se presentan conflictos que atraviesa una familia y no
las peleas entre vecinos de un conventillo.
El fracaso del sueño del progreso económico es algo que está presente de modo
preponderante en los grotescos criollos, el haber fracasado económicamente en la vida.
Esto sumado a que los vínculos con los familiares tampoco son buenos y prima la
incomprensión. El grotesco genera en el espectador risa, pero también angustia y tristeza.
ACTIVIDADES
1. Realizar el visionado de los siguientes videos:
Ver:
https://www.mateamargo.com.ar/?page_id=2585
2. Escribir un informe en el que se explique con claridad qué es el GROTESCO
CRIOLLO.
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Mustafá
Armando Discépolo
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El humor en el teatro
El grotesco criollo
La nona de Roberto Cossa
Grotesco Criollo
La nona de Roberto Cossa
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➢ Argumento
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➢ Autor
➢ Tragicomedia
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➢ Grotesco (Repaso)
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grupos sociales.
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➢ Neogrotesco
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➢ Arquetipo
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➢ Personajes
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Responder:
1. Roberto Cossa integró la Comisión Provincial por la Memoria. Averigüen de
qué se encarga esa comisión y quién es su presidente.
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“Se basa en la idea de que el hombre posee una máscara o apariencia que le
permite vivir en sociedad, bajo la cual se oculta el verdadero rostro íntimo.
Lo grotesco se produce cuando ese individuo, por diversas circunstancias
intenta hacer coincidir la máscara y el rostro simultáneamente. El conflicto
entonces se establece entre la máscara (galán, doctor, esposo, etc.) y el rostro
(el cobarde, el humillado, el soberbio)”.
¿Solo ocurre esto en el teatro? ¿No usamos máscaras a veces? ¿Cuándo? ¿Es
malo usar máscaras? ¿Debemos mostrarnos de igual manera ante todos? ¿Qué
significa ser auténtico? Las preguntas son una guía para que se animen a
escribir un breve texto argumentativo en el que sostengan su punto de vista.
No necesitan responderlas una por una, sino hacer referencia a ellas a través
de tu texto.
4. ¿Cuál es el conflicto principal de esta obra? ¿Cuáles son los ardides que usa
cada integrante de la familia para deshacerse de la nona? ¿Cómo acaban?
6. ¿Qué pasará con la nona? Imaginen y escriban un final para este personaje.
Primero de forma narrativa. Luego, adaptando el texto al género dramático,
pensando en los parlamentos y en las acotaciones escénicas.
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Diario La Capital
Viernes 17 de Julio de 2015
Un clásico. Pepe Soriano, en el rol que popularizó en cine, en 1979. Hoy y mañana cierra la gira en Rosario, tras
presentarse en Mar del Plata y Buenos Aires.
La nona se devora todo lo que ve, come sin razón, sin deseo, sólo por comer. Roberto
“Tito” Cossa creó el personaje como una metáfora social abierta a varias
interpretaciones, pero también para que se haga cuerpo y alma en un sólo actor, Pepe
Soriano. El experimentado intérprete, que había encarnado “La nona” en 1979, nunca
la había hecho en teatro. Una vez prometió en broma que la haría cuando cumpliese 85
años, y ahora le tocó. “La nona” sube al Auditorio Fundación hoy y mañana, a las 20.30,
con dirección de Jorge Graciosi, y un elenco integrado por Hugo Arana, Miguel Habud,
Sabrina Carballo, Miguel Jordán, Patricia Durán y Mónica Villa. “«La nona» es una obra
bizarra, porque esta nona no existe, es una metáfora. Acá no juega la piedad, sino el
sálvese quien pueda”, dijo Pepe Soriano a Escenario.
—La estrenó Ulises Dumont en teatro, estaba escrita para mí, pero como yo estaba
trabajando y Cossa quería estrenar, lo hizo Ulises Dumont. Posteriormente, en el 79,
hicimos la versión cinematográfica con Héctor Olivera, y después Carlos Rottemberg
un día me recordó que yo le dije «cuando cumpla 85 años la hago» y él lo tomó al pie
de la letra. Y un día me llamó y me dijo «¿cuántos años cumplís?» y le dije «85». «Bueno,
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hay que hacer ’La nona’”. «Bueno, está bien, hagámosla», dije. Así que debutamos en
Mar del Plata, después fuimos a Buenos Aires y lanzamos una pequeña gira que culmina
esta semana en Rosario.
—¿Qué diferencias notó en hacer ese rol en los 70 a interpretarlo ahora, cuando su
edad se acerca más a la del personaje?
—(Risas) Sí, la nona tiene 100 años, yo tengo 85, así que no hay tanta diferencia. En
aquel tiempo, con la película, tuve que hacer largas sesiones de maquillaje, muy largas,
porque además no había tantos especialistas como ahora, como se ve en la televisión.
Eso a mí me llevaba tres o cuatro horas por día y me había quedado la cara a la miseria,
en cambio ahora no necesito ponerme nada (risas).
—La nona se come todo y a partir de ahí cada uno le da la inserción que le venga en
gana o necesita. Lo que es importante, para mí, es que la obra queda abierta a la
interpretación de cada espectador. No es un cuentito donde los príncipes se enamoran
y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Esta es una historia que no sabemos si
tiene fin.
—No tengas ninguna duda, esto tiene que ver con los potenciales que el hecho cultural
ha reprimido en cada uno de nosotros. En “El malestar en la cultura” (Sigmund Freud,
1930), una de las lecturas es la lucha del hombre contra el hombre, se tienen que dictar
leyes de convivencia. Bueno, yo creo que esta familia empieza diciendo “somos pobres,
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pero somos honestos”. Y no son ni tan pobres ni tan honestos (risas), en algún lugar
hasta pueden llegar a matar, porque la quieren envenenar a la nona. Entonces
evidentemente no son lo que enuncian solamente, uno enuncia “soy una buena
persona, me gano la vida laburando”, pero potencialmente ¿qué es uno? Ese es el tema,
¿no?
—¿Qué sobresale en “La nona” en la faz interpretativa?
—¿Usted dijo que esta obra nació como un grotesco, pero para la época actual es una
obra bizarra?
—Sí, yo creo que sí, el teatro en general tiene más que ver con problemáticas sutiles,
digamos chejovianas, que esta obra, que de alguna manera es bizarra, porque esta
nona, en la realidad, no existe, es una metáfora. Siempre van a rescatar en la familia
algo bueno de esa abuela que les ha tocado en suerte. Creo que acá no juega la piedad,
lo que juega acá, al final, es sálvese quien pueda.
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12. La nona es una caricatura grotesca y casi bestial. Con su voracidad brutal
se parece más a una sabandija que parasita sin límites a la familia que a una
típica abuelita. Comparar brevemente a La Nona de Roberto Cossa, con la
dulce abuelita de estos temas musicales.
A LA NONNA
Cuarteto Berna y Carlitos "La Mona" Jiménez
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13. ¿Se animan a escribir la cumbia de La nona? Intenten escribir una canción
que haga referencia al personaje tan particular que posee la obra de Roberto
Cossa.
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La mujer en la literatura
¡Hola a todos!
Les cuento que vamos a comenzar a trabajar con el eje de
la literatura de no ficción; por eso les pido que terminen la
lectura de Chicas muertas de Selva Almada.
Hoy comenzaremos a preguntarnos cuál ha sido el papel de
la mujer en la literatura y, en particular, en la literatura
argentina.
No ha sido sencillo para la mujer ser reconocida y aceptada
en un lugar que, durante muchos años, fue ocupado
exclusivamente por hombres. Es interesante conocer cuál ha sido
el camino que muchas mujeres escritoras tuvieron que transitar
para ser aceptadas.
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ACTIVIDAD N° 1
(…) Así, pues, a finales del siglo dieciocho se produjo un cambio que yo, si volviera a
escribir la Historia, trataría más extensamente y consideraría más importante que las
Cruzadas o las Guerras de las Rosas. La mujer de la clase media empezó a escribir. Porque
si Orgullo y prejuicio tiene alguna importancia, si Middlemarch y Cumbres borrascosas
tienen alguna importancia, entonces tiene más importancia que lo que es posible demostrar
en un discurso de una hora el hecho de que las mujeres en general, no solo la aristócrata
solitaria encerrada en su casa de campo, se pusieran a escribir. Sin estas predecesoras,
ni Jane Austen, ni las Brontë, ni George Eliot hubieran podido escribir, del mismo modo
que Shakespeare no hubiera podido escribir sin Marlowe, ni Marlowe sin Chaucer, ni
Chaucer sin aquellos poetas olvidados que pavimentaron el camino y domaron el salvajismo
natural de la lengua. Porque las obras maestras no son realizaciones individuales y
solitarias; son el resultado de muchos años de pensamiento común, de modo que a través
de la voz individual habla la experiencia de la masa. Jane Austen hubiera debido colocar
una corona sobre la tumba de Fanny Burney, y George Eliot rendir homenaje a la robusta
sombra de Eliza Carter, la valiente anciana que ató una campana a la cabecera de su cama
para poder despertarse temprano y estudiar griego. Todas las mujeres juntas deberían
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echar flores sobre la tumba de Aphra Behn, que se encuentra, escandalosa pero
justamente, en Westminster Abbey, porque fue ella quien conquistó para ellas el derecho
de decir lo que les parezca.1
c) ¿Por qué les parece que la lectura y la escritura eran considerados una “pérdida de
tiempo” para una mujer?
e) Woolf sostiene que las obras literarias son el producto de una tradición a la que las
escritoras fueron aportando durante muchos años. Pensando en esto, ¿por qué afirma
que “Todas las mujeres juntas deberían echar flores sobre la tumba de Aphra Behn”?
¿Quién era? Investiguen.
1
Las distintas mujeres que menciona Virginia Woolf (Jane Austen, Charlotte y Emily Brontë, Fanny Burney,
George Eliot —seudónimo masculino para ocultar el nombre de Mary Anne Evans—) son escritoras inglesas que
vivieron en los siglos XVIII y XIX. Aphra Behn (1640-1689) es considerada como la primera escritora profesional
de la historia inglesa.
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Actividad 2
Espiritismo
Una pobre costurerita de la calle de Santa Fe salió una noche de su casa, entre
once y doce, para desperezar el cuerpo y dar un poco de aire a sus pulmones
rendidos por el trabajo.
La calle estaba desierta y la muchacha iba a retirarse, cuando vio pasar delante
de ella un joven, casi un niño, que deteniéndose a pocos pasos, púsose a tocar una
flauta dulcísima que cautivó su oído, fijándola inmóvil con un pie en el umbral de la
puerta y el otro en la vereda.
El joven se alejó así afuera, tañendo siempre el melodioso instrumento, y la
muchacha quedose escuchándolo en un extraño arrobamiento.
De repente, creyó ver que las casas se movían y caminaban, dirigiéndose al
interior; y tras de ellas la campiña, que cual una marea, invadió la ciudad.
Y escuchaba siempre la flauta de dulce voz que tañía alejándose…
… Los rayos del sol, cayéndose perpendiculares sobre su cabeza, despertaron
a la joven costurera, que se encontró vagando en un campo desierto, roto el calzado
y los vestidos mojados con el rocío de la noche.
Unos pastores vascos que acertaron a pasar por allí dijéronla que se hallaba
una legua más allá de Saavedra.
Eran las doce del día. ¿Qué había sido de ella en ese espacio de doce horas
del que no tenía conciencia alguna?
¡Misterio!
b) Dentro del cuento, ¿hay alguna hipótesis sobre el origen y la naturaleza de ese hecho?
Juana Manuela Gorriti es una de las primeras cultivadoras del relato fantástico argentino
e hispanoamericano del [siglo] XIX. Los cuentos fantásticos más divulgados de Gorriti son
"Quien escucha su mal oye. Confidencia de una confidencia", incluido en Sueños y
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realidades (1865), y "Coincidencias" (1867), serie compuesta por cuatro relatos breves,
"El emparedado", "El fantasma de un rencor", "Una visita infernal" y "Yerbas y alfileres",
pertenecientes a Panoramas de la vida (1876).
e) Vemos entonces, a partir de esta cita, la importancia de Juana Manuela Gorriti en los
inicios de la literatura fantástica en América Latina. ¿El breve cuento que leyeron puede
incluirse dentro de la categoría de literatura fantástica? ¿Por qué?
Actividad 3
También en el terreno de la poesía la presencia de escritoras ha sido notable en
nuestra literatura. Si bien escribir poesía parecía más vinculado con las características
tradicionalmente “femeninas” (sensibilidad, intuición, delicadeza), no por eso las poetas
tuvieron menos dificultades para publicar sus obras o para ser tomadas como
profesionales de la literatura.
Les presento un poema de una de nuestras autoras más conocidas, Alfonsina Storni,
(1892-1938) “La loba”.
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c) Lean este fragmento que, sobre el poema, escribió el historiador Felipe Pigna:
Cuando Alfonsina Storni dio a conocer el poema “La loba”, incluido en su primer
libro, La Inquietud del rosal, publicado en 1916, no tuvo gran repercusión inicial
en el mundillo literario, pero sí en su actividad cotidiana: debió renunciar a su
trabajo de ofi-cina. Para sus patrones, que fuese madre soltera podía pasar, pero
que lo proclamara desafiante en versos “escandalosos” era demasiado. Con el
tiempo, la propia Alfonsina dirá: “¡Dios te libre, amigo, de La inquietud del rosal!
Pero lo escribí para no morir” en el encierro oficinesco, donde “el sol pasa por el
techo, pero no puedo verlo”. No obstante, en esa Argentina en proceso de cambio,
mujeres que como Alfonsina rompían el molde tradicional, por momentos se sentían
como “lobas” frente al “rebaño de ovejas” que, al mismo tiempo, se burlaba de ellas
y les temía.
Disponible en https://tinyurl.com/ydxbxqmo
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vida privada y en su carrera como escritora. Analicen la frase que cita Pigna: “Lo escribí
para no morir”. A partir de esto, ¿qué función les parece que cumplía la escritura para
Alfonsina? ¿Qué importancia tenía en su vida?
Actividad 4
Desde hace tiempo se viene reflexionando y discutiendo acerca de si existe o no una
“literatura femenina”, que tenga algunas características propias y particulares. En 1989,
el escritor argentino Mempo Giardinelli organizó unas jornadas para debatir este tema y
numerosas escritoras presentaron trabajos donde se pronunciaron a favor o en contra de
esa categoría. Transcribimos aquí fragmentos escritos por dos autoras, Angélica
Gorodischer y Vlady Kociancich.
¿Existe la literatura femenina? Siempre que se hace esa pregunta siento lo mismo. Un
asombro angustioso. Como si me dijeran que la casa donde vivo no es realmente mi casa,
que van a mudarme a otra, acorde con mi sexo. Hasta ese momento, he habitado una casa
con toda naturalidad, he he-cho uso de sus cuartos, de sus muebles, de sus rincones lu-
minosos o sombríos, a gusto y a disgusto. No sé por qué in-tuyo que la casa que se me
destina por sexo es más chica.
Porque la pregunta ¿existe la literatura femenina? es solo triste recordatorio del papel
secundario de las mujeres que es-cribimos. ¿Existe la literatura masculina? No hay
antologías ti-tuladas: Hombres que escriben. A veces creo que la insistencia en enmarcar
lo femenino en literatura es un ardid machista. En todo caso, un arma de doble filo.
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a) Ustedes, ¿con cuál de las dos posiciones acuerdan? ¿Cómo podrían fundamentar su
opinión?
b) Mirar el siguiente video y escribir un informe donde se indiquen los aspectos más
importantes.
https://www.youtube.com/watch?v=0gFQn3FkxSA
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¡Hola a todos!
En la clase anterior, empezamos a preguntarnos acerca del papel
que la mujer ha tenido a lo largo de la historia de la literatura.
En esta clase, vamos a profundizar en el análisis del este género
particular que es el de la no ficción y de la construcción de la novela.
Pero, sobre todo, la idea de esta clase es poder leerlos y escucharlos a
ustedes, ya que tendrán algunas actividades de producción. Este
trabajo puede realizarse por duplas.
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Una verdadera sorpresa resultó este año el Premio Nobel de Literatura. Mientras nombres
como los de Philip Roth, Adonis, John Banville o Julian Barnes siguen a la espera de ese
reconocimiento, los académicos optaron por premiar a la periodista rusa Svetlana Alexievich,
una persona mucho menos conocida. Y la premiaron por sus grandes reportajes, que dan cuenta
de algunos de los conflictos más impactantes del siglo XX: la guerra de Afganistán, la serie de
suicidios provocada por la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o la explosión
nuclear de Chernóbil […]. Es la primera vez que el Nobel de Literatura se otorga a una obra
periodística, en golpe a la ortodoxia que opina que el periodismo es una cosa y la literatura, otra.
Sin embargo, mucha tela hay aquí para cortar y muchas preguntas interesantes que hacer.
Diferencias entre periodismo y literatura, claro que las hay.
La forma de servirse de la realidad, por ejemplo. Cuando hablamos de escritores —
dejando aparte, por un momento, a los poetas— pensamos en personas que construyen
mundos autónomos que, aunque estén inspirados en la realidad, son producto de la
imaginación. Basta pensar en Shakespeare, Cervantes, Proust, Balzac. Mientras al escritor le
interesa sobre todo la verosimilitud, al periodista le interesa la verdad, hasta donde esta puede
alcanzarse, por supuesto. Me lo confirman mis amigas periodistas. “La materia prima de un
periodista no es la imaginación sino la realidad”, acota Ana Cristina Restrepo. “El periodismo
narrativo es un género literario —afirma Patricia Nieto—. Su grandeza está en contar un cuento
de la vida real, un relato imperfecto si se mira desde la crítica literaria ortodoxa. Pero es un texto
vivo, habitado de lo que somos: olvido, vacío, historias que no se cierran. El reportero no puede,
según el canon, imaginar la situación para llenar el drama o redondear el argumento. Tenemos
un límite ético que es también un reto estético”. “En periodismo hay que oír, mirar, contrastar
y dudar”, añade Ana Cano. “Tres años me he pasado viajando, preguntando a trabajadores de
la central, científicos, exfuncionarios del partido, médicos, soldados…”, dice Svetlana Alexeievich
en una entrevista que se hace a sí misma, donde habla de la escritura de su libro de Chernóbil.
“Un suceso contado por una persona es su vida, pero contado por muchos es ya historia”.
Actividad 1
a) ¿Cuál es el hecho sin precedentes que se menciona en esta nota? ¿Por qué este hecho se
vincula, a la vez, con la literatura y con el periodismo?
b) ¿Qué diferencias y qué semejanzas se plantean, según esta nota, entre periodismo y
literatura?
c) Una de las periodistas que se cita en este texto dice: “Tenemos un límite ético que es
también un reto estético”. ¿Podrían explicar qué significan estas palabras?
Como dice el texto, las relaciones entre literatura y periodismo son múltiples y, en buena
medida, se fundamentan en qué tipo de acontecimientos son narrados. Frente a la escritura
periodística, la posibilidad mucho más libre de la creación literaria garantiza la oportunidad de
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Actividad 2
El siguiente fragmento forma parte del prólogo que Rodolfo Walsh escribió para Operación
masacre. Les pido que lean con atención para responder las consignas que siguen:
La violencia me ha salpicado las paredes, en las ventanas hay agujeros de balas […] pero
es solamente el azar lo que me ha puesto eso ante los ojos. Pudo ocurrir a cien kilómetros, pudo
ocurrir cuando yo no estaba. Seis meses más tarde, una noche asfixiante de verano, frente a un
vaso de cerveza, un hombre me dice: –Hay un fusilado que vive. No sé qué es lo que consigue
atraerme en esa historia difusa, lejana, erizada de improbabilidades. No sé por qué pido hablar
con ese hombre, por qué estoy hablando con Juan Carlos Livraga. Pero después sé. Miro esa
cara, el agujero en la mejilla, el agujero más grande en la garganta, la boca quebrada y los ojos
opacos donde se ha quedado flotando una sombra de muerte […]. Livraga me cuenta su historia
increíble; la creo en el acto.
Así nace aquella investigación, este libro. La larga noche del 9 de junio vuelve sobre mí,
por segunda vez me saca de “las suaves, tranquilas estaciones”. Ahora, durante casi un año no
pensaré en otra cosa, abandonaré mi casa y mi trabajo, me llamaré Francisco Freyre, tendré una
cédula falsa con ese nombre, un amigo me prestará una casa en el Tigre, durante dos meses
viviré en un helado rancho de Merlo, llevaré conmigo un revólver, y a cada momento las figuras
del drama volverán obsesivamente: Livraga bañado en sangre caminando por aquel
interminable callejón por donde salió de la muerte, y el otro que se salvó con él disparando por
el campo entre las balas, y los que se salvaron sin que él supiera, y los que no se salvaron. Porque
lo que sabe Livraga es que eran unos cuantos y los llevaron a fusilar, que eran como diez y los
llevaron, y que él y Giunta estaban vivos. Esa es la historia que le oigo repetir ante el juez, una
mañana en que soy el primo de Livraga y por eso puedo entrar en el despacho del juez, donde
todo respira discreción y escepticismo, donde el relato suena un poco más absurdo, un grado
más tropical, y veo que el juez duda, hasta que la voz de Livraga trepa esa ardua colina detrás
de la cual solo queda el llanto, y hace ademán de desnudarse para que le vean el otro balazo.
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a) ¿Cómo describe Rodolfo Walsh el proceso de escritura de su obra? ¿Por qué creen que habla
de que las personas que protagonizaron esa historia volvían “obsesivamente” a su memoria?
b) Walsh afirma que, una vez concluido, no encuentra posibilidad de publicar su libro. ¿A qué
puede atribuirse este desinterés? ¿Por qué les parece que, como afirma el autor, la historia
nunca apareció referida en los diarios?
c) El autor presenta en este prólogo dos maneras de reaccionar frente a los hechos:
denunciarlos o callar. ¿Pueden explicar cuáles son esas dos posiciones a las que se refiere?
d) Expliquen el siguiente fragmento, que Walsh enuncia en relación con el editor: “él tampoco
es un héroe de película, sino simplemente un hombre que se anima, y eso es más que un héroe
de película”.
El género de no-ficción propone una escritura que excluye lo ficticio y trabaja con
material documental sin ser por eso realista, pone el acento en el montaje y el modo de
organización del material, rechaza el concepto de verosimilitud como ilusión de realidad, como
intento de hacer creer que el texto se conforma a lo real y puede reflejar fielmente los hechos.
Entre la noticia periodística y la escritura del relato, se encuentra la reproducción mecánica, es
decir, los medios técnicos. Ha cambiado la categoría de reproducción: de la noción de reflejo
realista se ha desplazado a las técnicas.
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Si los relatos se presentan como un espacio en que entran en contacto diversos códigos,
en ese encuentro exhiben su construcción y sus normas: sus referencias son entonces múltiples,
no sólo se trata de la referencia a lo real, sino también a la literatura, sus códigos, sus géneros,
al periodismo.
Dice Tom Wolfe, periodista y escritor estadounidense, uno de los representantes más
influyentes del nuevo periodismo: “Lo que me interesó no fue solo el descubrimiento de que era
posible escribir artículos muy fieles a la realidad empleando técnicas de la literatura y el cuento,
sino descubrir que en un artículo periodístico se podía recurrir a cualquier artificio literario,
desde los tradicionales diálogos, hasta el monólogo interior, para provocar al lector de forma a
la vez intelectual y emotiva”.
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El nuevo periodismo se convirtió en una actitud, una postura ante el trabajo de informar.
Por primera vez, se pretendió mostrar en la prensa algo que hasta entonces sólo se encontraba
en las novelas o cuentos: historia más emoción.
Selva Almada es una escritora argentina nacida en 1973 en Villa Elisa, en la provincia
de Entre Ríos. Realizó sus estudios en Paraná y se encuentra radicada en Buenos Aires
porque, según comentó en alguna oportunidad, prefiere la ciudad para vivir. Es
importante detenernos un momento para internalizar estos datos. Serán esencia de su
discurso: su condición de mujer joven y el hecho de haber convivido con determinadas
realidades propias de una cultura, la del interior de su país, como la misoginia o la
violencia de género naturalizada, el paisaje hostil, la soledad de los pueblos y sus
creencias, mitos y silencios.
La autora consiguió llamar la atención de lectores y críticos con dos de sus obras: El
viento que arrasa (2012) y Ladrilleros (2013). Ella misma nos sitúa en su intención a la
hora de escribir: manifiesta que, a pesar de su acercamiento a la realidad documentada,
muestra un universo que ha sido variado: “Cada vez que me dicen: ‘Tu literatura es
hiperrealista’, no estoy de acuerdo. Tiene mucha conexión con la realidad, pero es un
universo transformado, no es un documental. Yo no hago documentalismo literario”.1
Lo que hay en Almada es un compromiso que ella decide comunicar buscando al lector,
para lo que la investigación de periodismo parece no alcanzarle; necesita más. Esta
cuestión tiene su historia en la relación periodismo y literatura. Hay precedentes
importantes que se pueden citar.
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Selva Almada se ubica en esta línea. Todos pretenden dar cuenta de una verdad que
perciben. Mostrar diferente de la manera como lo hace el periodismo informativo. La
escritora intenta, desde su enunciado, levantar una voz y hacer pensar la realidad en la
que está inmersa, de la que es parte, para —parafraseando a Saer (2010)— hacer que
quede en evidencia lo complejo de ésta y esperar alguna respuesta.
“Selva Almada reinventa el imaginario rural de un país. (…) Una autora dotada de una
potencia y una sensibilidad poco frecuentes”. Revista Rolling Stone.
“Original y novedosa, Selva Almada ha seducido con un estilo entre poético y realista.
Su literatura pone los pelos de punta, pero no llega al aguijón del horror”.
Suplemento Babelia, El País.
“La expresión coloquial, el habla popular de la zona en la que se despliegan sus historias
convive naturalmente con un lenguaje literario de enorme elegancia y precisión”. El País.
“Lo que parece fantástico de pronto se vuelve hiperrealista, un poco como en los cuentos
de Rulfo o de Sara Gallardo”. La Nación.2
Claramente, podemos ubicar la obra literaria de la joven escritora (una chica) dentro de
la narrativa de no ficción por la que muestra los aspectos a veces salvajes de esa parte
del interior del país donde ella vivió. Cuestión que de alguna manera es también realidad
de otros (regiones, zonas, países) porque los receptores pueden entender el mensaje
elaborado.
Generalidades de la obra
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Este último “es una novela de no ficción, como le llaman algunos. Hice entrevistas,
consulté los expedientes de los casos, revisé la prensa de la época, entrevisté a
familiares, jueces y fui con una tarotista a que me echara las cartas. Y una vez que hice
todo ese trabajo de campo, guardé el material bastante tiempo y cuando apareció una
editorial interesada en el libro me puse a escribir”, explica Selva Almada para dejar claro
que es la única obra que ha hecho limitada por algo que realmente sucedió.3
El tercer caso es Sarita Mundín. Una mujer cordobesa, prostituta, quien mantenía a su
hijo, a la madre enferma y a una hermana. El hecho había ocurrido en Villa María, donde
desapareció luego de salir a dar un paseo con su amante.
El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito
una novela, que es una máquina de generar interpretaciones? Sin embargo, uno de los
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principales obstáculos para respetar ese sano principio reside en el hecho mismo de
que toda novela debe llevar un título.
La palabra “chicas” puede interpretarse no solamente como persona joven del sexo
femenino, chica de edad. “Chicas” acostumbran a decirse entre sí las adolescentes
como un tratamiento de confianza o igualitario. Pero también suele llamarse de ese
modo a las jóvenes que desempeñan todo tipo de trabajo, especialmente de ayuda en
las casas de familia, para ganarse la vida. Además podemos apreciar diferencia entre
la nominación “chicas” y lo que puede connotar decir “mujeres”, “señoritas”,
“adolescentes” o “muchachas”.
Pero la palabra “chicas” lleva el adjetivo “muertas”. ¿Porque les han quitado la vida?
¿Porque no tienen vida en el sentido de que son ignoradas? ¿Porque no tienen voz?
¿Porque son una carga pesada para la sociedad, algo que no debe destaparse?
Siguiendo lo que citamos de Eco sobre los títulos, podemos afirmar que en el caso
de Chicas muertas no solamente se designa la obra, sino que, además, nos permite un
acercamiento al contenido sin expresarlo del todo, lo que justamente nos hace leerla
como literatura.
Digamos primero que este epígrafe comenta el título en tanto habla de mujeres que
gritan y se procura no escucharlas entreteniendo con otras cosas: son las chicas
muertas a las que presta atención Almada. Esa mujer que grita puede ser también la
autora que pretende llamar la atención sobre hechos que fueron ignorados hasta por el
periodismo, que no tuvieron proyección mediática, porque ocurrieron cuando era más
redituable hablar de otras cosas, o por tratarse de protagonistas que no tenían
importancia social.
En segundo lugar, decimos que comenta el contenido ya que esos porqués son la
búsqueda de investigación de parte de la autora. Búsqueda que resulta infructuosa
porque no consigue arribar a resultados positivos sobre los casos, pero sí, es útil al dejar
en la superficie de la obra, para apreciación del lector, la impunidad, la violencia, el
silencio social frente al abuso de la mujer.
Y en tercer término, al citar a Thénon y sus versos, Almada expresa que no es, de
ninguna manera, solitaria su escritura: la inscribe en la literatura. Literatura de
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El estar allí propio de ciertos modos del periodismo es manifiesto en Chicas muertas al
incluirse la autora ficcionalizada en el relato literario. Sabemos que el escritor elige
desde qué punto contará la historia. En este caso, Selva Almada utilizará la primera y la
tercera persona.
Veamos sobre el uso de la primera persona. En el primer capítulo aparece para contar
cómo llega a enterarse el narrador de los tres asesinatos. Lo hace involucrándose en el
escenario donde ocurren, mostrando cómo le afectan. Así dice del caso Andrea Danne:
Se aprecia, también, cuando dice: “No sabía que a una mujer podían matarla por el solo
hecho de ser mujer, pero había escuchado historias que, con el tiempo, fui hilvanando.
(…) Las había oído de boca de mi madre”. Y esos serán los relatos, ficcionalización de
lo extraído de la realidad que vive, desde las investigaciones y los recuerdos personales.
Así aparecerán también, en otras partes de la obra, sus experiencias como estudiante
de pocos recursos económicos que la hicieron correr riesgos sin que fueran éstos el
resultado de llevar una vida ligera; razón a la que suelen adjudicar el motivo de los
hechos violentos ocurridos a las chicas. Leemos entonces: “Teníamos poca plata,
vivíamos en una pensión, bastante ajustadas. Para ahorrar empezamos a irnos a dedo
(…). De vez en cuando había algún episodio incómodo (…). Sin embargo, una sola vez
sentí que realmente estábamos en peligro” (14).
José Bertoni, un tío solterón de mi madre, también tenía una mujer, la Chola, que lo
visitaba a domicilio. (…) entre sus hijos, había una chica un poco más grande que yo
(…) una de esas tardes la que se encerró en la casa con José Bertoni fue ella (…).
Visitar a un hombre solo a cambio de ayuda con plata es una forma de prostitución que
está naturalizada en los pueblos del interior. (…) lo he visto (…) nadie pregunta nada
(29).
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Ciertamente, es una manera de hacer pensar al mostrar que a cualquier mujer pueden
sucederle estas cosas.
En este fragmento de la obra leemos: “Ahora tengo cuarenta años y, a diferencia de ella
y de las miles de mujeres asesinadas en nuestro país desde entonces, sigo viva. Sólo
una cuestión de suerte” (92).
La autora, al hacer uso del narrador de primera persona, se ficcionaliza y aparece como
un personaje más de la novela que llega vivo al final. No ha hecho méritos para ese
privilegio ni para lo contrario. Y expresa así su pensamiento sobre las muertes
investigadas: sólo están muertas por ser mujeres.
Veamos ahora la tercera persona. Se utiliza también desde el primer capítulo. Se aplica
para contar hechos que aunque no hayan terminado en muerte, como los tres que se
presentan, son terribles casos de abuso sobre mujeres jóvenes. Entendemos que esta
forma de narrador viene a incorporar otras voces para apoyar el relato. Es así como a
lo largo de la obra se relata la desaparición de María Luisa Quevedo, Andrea Danne y
Sarita Mundín, otros hechos de abuso y las versiones de los familiares de las víctimas.
Construcción de literatura
Como venimos mostrando, Selva Almada construye su texto trabajando con los datos
verdaderos que le aportan su vida personal y las investigaciones, pero lo arma en el
mundo de la literatura que no es ni tiene intención de ser verdadero o falso. Para ello,
como sabemos, debe contar con la complicidad del lector, pero también, para poder
sumirlo en ese mundo virtual, con la capacidad de autor.
una vieja muy vieja que vive en algún escondite del alma. Una vieja chúcara que cacarea
como una gallina, canta como los pájaros y emite sonidos más animales que humanos.
Su tarea consiste en recoger huesos. Junta y guarda todo lo que corre el peligro de
perderse (25).
Dicho desde la tarotista: “Tal vez esa sea tu misión: juntar los huesos de las chicas,
armarlas, darles voz y después dejarlas correr libremente hacia donde sea que tengan
que ir” (25), la autora justifica su ficción y le da sentido a la elaboración del relato. Almada
describirá la realidad con letras de literatura. Porque contará con palabras fuertes la
realidad, puede entenderse como metáfora eso de ser la gallina que cacarea, que canta
como los pájaros, que emite sonidos más animales que humanos. Los sonidos serán
originales en tanto son propios del arte, y, de esa manera, juntará y guardará en su
trabajo todo lo que corra el peligro de perderse sobre tres casos reales de muerte
violenta de mujeres.
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La mujer del tarot, a quien en realidad consultó, dispone las cartas sobre la mesa y lee
para la autora; la obra nos presenta los casos, los archivos y las experiencias personales
a nosotros a través del narrador. La Señora ve en el dibujo de las cartas los hechos
ocurridos a las chicas muertas y Almada ve más allá. La intuición propia del artista le
moviliza el entendimiento, la capacidad creadora y la memoria. Nos ubica en la literatura.
Esto también puede decirse cuando se asocia la fotografía de una de las chicas, tomada
donde la encontraron muerta, con la pintura de John Millais: Ofelia. Vale la lectura de
este segmento:
Como el personaje de Hamlet, María Luisa yace boca arriba. Como en el cuadro, las
hojas planas de los juncos se inclinan sobre la laguna, la superficie está cubierta de
pequeñas plantas acuáticas. No son esas flores lilas que la reina Gertrudis llama Dedos
de Muerto, con las que Ofelia había tejido sus coronas, sino esas otras a las que les
dicen Lentejas de Agua. Un árbol, que no es el sauce del que cae la pequeña Ofelia,
sino uno de copa achaparrada, echa su sombra sobre el cuerpo de María Luisa. La
muerte, para las dos, llena de angustias (55).
Vemos con claridad, en este fragmento lleno de poesía, la intertextualidad con otra obra
del discurso literario, una manera de universalizar la situación.
Otro técnica es que Almada ha elegido que las palabras de sus protagonistas estén
incluidas en el texto sin destacarlas paratextualmente; aparecen referidas de manera
indirecta, sin las rayas que caracterizan los parlamentos: “En algún momento de esta
relación, que duró poco, le dijo a Jim que por ahí se decía que él había matado a la
chica Danne” (82), “…el rubio envuelve el arma en un pañuelo. Dale, dale, dice Jim”
(82), “También el relato de Yogui Quevedo (…) transita (…) fragmento de telenovela.
Su asesino perfecto será siempre Jesús Gómez, el hombre rico y poderoso” (78). Este
recurso provoca un acercamiento de las voces a la construcción de la historia que se va
hilvanando también con la colaboración del lector, a quien se le exige implicarse con
atención a los cambios narrativos.
La obra de Selva Almada permite determinar que, aun utilizando los medios
propios del periodismo, como el reportaje a los involucrados o el uso de
archivos legales recuperados, se puede construir ficción literaria.
Y son las descripciones las que terminan de convencer sobre la realidad en la que
estamos ubicados. Las descripciones de las costumbres dan ambientación a los hechos:
cómo se trata a las mujeres (28, 30, 34), las versiones sobre los gitanos (23), el carnaval
y sus consecuencias (41), los lugares que indican la vida miserable (38), las creencias
(17, 20), el trabajo de las niñas (55), etc. Selva Almada conoce estos lugares y esta
cultura, pero al novelar como datos de investigación tienen toda una belleza humana
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comprensible para cualquier ser del mundo, más allá de las visiones personales
regionales.
También consideramos el uso del lenguaje como un recurso que hace a la apreciación
de la realidad: “calientabraguetas”, “mamados”, “le entraron”, “cuidado que hay ropa
tendida”, “la sangre en el ojo”, “hacer un becerro”, “cogoteo”, “tomando el pelo”. Estos
términos no son vocablos sólo léxicos; encierran un contenido cultural, están cargados
de significaciones.
Es importante notar que el narrador hace uso de ciertos datos para crear suspenso o
expresarlos como indicios. Así, por ejemplo, la dificultad y la demora de uno de los
testigos al momento de entrevistarlo (47) hace pensar que puede estar tramando algo
contra quien investiga, también mujer. De igual forma, cuando finaliza un segmento
narrativo con la oración “De nuevo, la idea del sacrificio” (36) para instalar en el lector la
posibilidad del sacrificio sectario, ya fijado en el inconsciente colectivo de la sociedad.
O cuando deja para el final del relato sobre Sarita Mundín detallar que el cuerpo
encontrado no le pertenecía y que aún no se sabe qué fue de ella (64). También cuando
hace pensar en lo que pudo haber ocurrido:
Andrea se habrá sentido perdida cuando se despertó para morirse. Los ojos, abiertos
de golpe, habrán pestañeado unas cuantas veces en esos dos o tres minutos que le
llevó al cerebro quedarse sin oxígeno. Perdida, embarullada por el repiqueteo de la lluvia
y el viento que quebraba las ramas más finas de los árboles del patio, abombada por el
sueño, completamente descolocada (19).
Y hay en este fragmento toda una manera de apreciar desde los sentimientos el
momento de la muerte de una de las chicas. Una verdad que no está en los datos
recopilados, sino que se desprende de ellos o que es transmitida desde el lugar donde
se los mira.
Terminaremos con una consideración sobre el epílogo: el discurso, como todos, debe
cerrarse. Las cartas no hacen su ritual: “El mazo de tarot estaba (…), pero no lo
desarmamos, no giré las cartas con la mano derecha, no hice preguntas. Me dijo (…)
que no es bueno andar mucho tiempo vagando de un lado a otro, de la vida a la muerte”
(92), y las chicas deben descansar. Y hay que dejarlas correr libremente. Es como lanzar
la verdad con la flecha de la literatura que no tiene límites de espacio ni de tiempo.
La obra de Selva Almada permite determinar que aun utilizando los medios propios del
periodismo, como el reportaje a los involucrados o el uso de archivos legales
recuperados, se puede construir ficción literaria, aunque sabemos que los personajes
han existido y los lugares y fechas son también reales.
Bibliografía
Corpus analizado:
Almada, S. (2014): Chicas muertas, Buenos Aires: Penguin Random House Grupo Editorial,
edición formato digital.
Libros:
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Taller de producción
1. Imaginá que sos un periodista que, en los años ´80, trabaja en un diario de la Ciudad
de Buenos Aires y recibís la información de la desaparición de una de las chicas de las
que Selva Almada refiere en su novela y te pide tu editor que escribas la noticia de la
desaparición y del avance de la investigación.
Escribí el texto periodístico respetando todas sus características y paratextos.
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Conservas
Samanta Schweblin
Pasa una semana, un mes, y vamos haciéndonos la idea de que Teresita se adelantará a
nuestros planes. Voy a tener que renunciar a la beca de estudios porque dentro de unos meses
ya no va a ser fácil seguir. Quizá no por Teresita, sino por pura angustia, no puedo parar de
comer y empiezo a engordar. Manuel me alcanza la comida al sillón, a la cama, al jardín. Todo
organizado en la bandeja, limpio en la cocina, abastecido en la alacena, como si la culpa, o qué
sé yo qué cosa, lo obligara a cumplir con lo que espero de él. Pero pierde sus energías y no
parece muy feliz: regresa tarde a casa, no me hace compañía, le molesta hablar del tema.
Pasa otro mes. Mamá también se resigna, nos compra algunos regalos y nos los entrega
–la conozco bien– con algo de tristeza. Dice:
–Este es un cambiador lavable con cierre de velcro… Estos son escarpines de puro
algodón… Esta es la toalla con capucha en piqué… –papá mira las cosas que nos van regalando
y asiente.
El tercer mes me siento más triste todavía. Cada vez que me levanto me miro al espejo y
me quedo así un rato. Mi cara, mis brazos, todo mi cuerpo, y por sobre todo la panza, están cada
vez más hinchados. A veces llamo a Manuel y le pido que se pare a mi lado. A él, en cambio, lo
veo más flaco. Además, cada vez me habla menos. Llega del trabajo y se sienta a mirar televisión
sosteniéndose la cabeza. No es que ya no me quiera, ni que me quiera menos. Sé que Manuel
me adora y sé que –como yo– no tiene nada en contra de nuestra Teresita, qué va a tener. Pero
es que había tanto que hacer antes de su llegada.
A veces mamá pide acariciar la panza. Me siento en el sillón y ella con voz suave y cariñosa
le dice cosas a Teresita. A la mamá de Manuel, en cambio, se le da por llamar a cada rato para
saber cómo estoy, dónde estoy, qué estoy comiendo, cómo me siento, y todo lo que se le pueda
ocurrir preguntar.
Tengo insomnio. Paso las noches despierta, en la cama. Miro el techo con las manos sobre
la pequeña Teresita. No puedo pensar en nada más. No puedo entender cómo en un mundo en
el que ocurren cosas que todavía me parecen maravillosas, como alquilar un coche en un país y
devolverlo en otro, descongelar del freezer un pescado fresco que murió hace treinta días, o
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pagar las cuentas sin moverse de casa, no pueda solucionarse un asunto tan trivial como un
pequeño cambio en la organización de los hechos. Es que simplemente no me resigno.
Entonces olvido la guía de la obra social y busco otras alternativas. Hablo con obstetras,
con curanderos y hasta con un chamán. Alguien me da el número de una comadrona y hablo
con ella por teléfono. Pero cada uno a su manera presenta soluciones conformistas o perversas
que nada tienen que ver con lo que busco. Me cuesta hacerme a la idea de recibir a Teresita tan
temprano, pero tampoco quiero lastimarla. Y entonces doy con el doctor Weisman.
El consultorio queda en el último piso de un edificio antiguo del centro. No tiene secretaria,
ni sala de espera. Sólo un pequeño hall de entrada, y dos habitaciones. Weisman es muy amable,
nos hace pasar y nos ofrece café. Durante la conversación se interesa en especial por el tipo de
familia que formamos, por nuestros padres, por nuestro matrimonio, por las relaciones
particulares entre cada uno de nosotros. Contestamos todo lo que pregunta. Weisman entrecruza
los dedos y apoya las manos sobre el escritorio, parece conforme con nuestro perfil. Nos cuenta
algunas cosas sobre su trayectoria, el éxito de sus investigaciones y lo que nos puede ofrecer,
pero entiende que no necesita convencernos, y pasa a explicarnos el tratamiento. Cada tanto
miro a Manuel: escucha con atención, asiente, parece entusiasmado. El plan incluye cambios en
la alimentación, en el sueño, ejercicios de respiración, medicamentos. Va a haber que hablar con
mamá y papá, y con la madre de Manuel; el papel de ellos también es importante. Anoto todo en
mi cuaderno, punto por punto.
–Tenemos lo que necesitamos para que todo salga bien –dice Weisman.
Al día siguiente Manuel se queda en casa. Nos sentamos en la mesa del living, rodeados
de grillas y papeles, y empezamos a trabajar. Anotamos lo más fielmente posible cómo se han
ido dando las cosas desde el momento en que sospechamos que Teresita se había adelantado.
Citamos a nuestros padres y somos claros con ellos: el asunto está decidido, el tratamiento en
marcha, y no hay nada que discutir. Papá va a preguntar algo, pero Manuel lo interrumpe:
–Tienen que hacer lo que les decimos –dice. Entiendo lo que siente: tomamos esto en
serio y esperamos lo mismo de los demás–, en la hora y al tiempo que corresponda.
Están preocupados y creo que no llegan a entender de qué se trata, pero se comprometen
a seguir las instrucciones y cada uno vuelve a su casa con una lista.
Cuando concluyen los primeros diez días las cosas ya están un poco más aceitadas. Tomo
mis tres pastillas diarias en horario y respeto cada sesión de “respiración consciente”. La
respiración consciente es parte fundamental del tratamiento y es un método de relajación y
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Manuel no puede ser muy cariñoso conmigo todavía. Tiene que ser fiel a las listas que
hicimos y por lo tanto, hasta dentro de un mes y medio, mantenerse alejado, hablar sólo lo
necesario y volver tarde a casa algunas noches. Cumple su parte con esmero, pero lo conozco,
y sé que, secretamente, ya está mejor, y que se muere de ganas de abrazarme y decirme lo
mucho que me extraña. Pero así hay que hacer las cosas por ahora; no podemos arriesgarnos
a salirnos ni un segundo del guion.
Al mes sigo progresando en la respiración consciente. Ya casi siento que logro detener la
energía. Weisman dice que no falta mucho, que apenas hay que esforzarse un poco más. Me
aumenta la dosis de las pastillas. Empiezo a notar que la ansiedad disminuye y como un poco
menos. Siguiendo el primer punto de su lista, la madre de Manuel hace su mejor esfuerzo y trata
de, gradualmente –esto último es importante y se lo subrayamos repetidas veces–,
gradualmente, decía, ir haciendo menos llamados a casa y bajar la ansiedad por hablar todo el
tiempo sobre Teresita.
El segundo es, quizás, el mes de más cambios. Mi cuerpo ya no está tan hinchado, y para
sorpresa y alegría de ambos, la panza empieza a disminuir. Este cambio tan notable alerta un
poco a nuestros padres. Quizás es ahora cuando entienden, o intuyen, en qué consiste el
tratamiento. La madre de Manuel, sobre todo, parece temer lo peor y, aunque se esfuerza por
mantenerse al margen y seguir su lista, siento su miedo y sus dudas y temo que esto afecte el
tratamiento.
Empieza el tercer mes, el anteúltimo. Es el mes en el que más protagonismo van a tener
nuestros padres; estamos ansiosos por ver que cumplan con su palabra y que todo salga a la
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perfección, y lo hacen, y lo hacen bien, y estamos agradecidos. La madre de Manuel llega a casa
una tarde y reclama las sábanas de colores que había traído para Teresita. Quizá porque había
pensado en este detalle durante mucho tiempo, me pide una bolsa para envolver el paquete. Es
que así lo traje, dice, con bolsa, así que así se va, y nos guiña un ojo. Después les toca a mis
padres. También vienen por sus regalos, los reclaman uno por uno: primero la toalla con capucha
en piqué, después los escarpines de puro algodón, por último, el cambiador lavable con cierre
de velcro. Los envuelvo. Mamá pide acariciar por última vez la panza. Me siento en el sillón, ella
se sienta al lado mío, y habla con voz suave y cariñosa. Acaricia la panza y dice: “Esta es mi
Teresita, cómo voy a extrañar a mi Teresita”, y yo no digo nada, pero sé que, si hubiera podido,
si no hubiera tenido que limitarse a su lista, habría llorado.
Los días del último mes pasan rápido. Manuel ya puede acercarse más y la verdad es que
su compañía me hace bien. Nos paramos frente al espejo y nos reímos. La sensación es todo lo
contrario a lo que se siente al emprender un viaje. No es la alegría de partir, sino la de quedarse.
Es como si al mejor año de tu vida le agregaras un año más, bajo las mismas condiciones. Es la
oportunidad de seguir en continuado.
Estoy mucho menos hinchada. Eso alivia mis actividades y me levanta el ánimo. Hago mi
última visita a Weisman.
–Se acerca el momento –dice él, y empuja sobre el escritorio, hacia mí, el frasco de
conservación. Está helado, y así debe mantenerse, por eso traje la vianda térmica, como
Weisman recomendó. Debo guardarlo en la heladera en cuanto llegue. Lo levanto: el agua es
transparente pero espesa, como un frasco de almíbar incoloro.
Una mañana, durante una sesión de respiración consciente, logro pasar al último nivel:
respiro lentamente, el cuerpo siente la humedad de la tierra y la energía que lo envuelve. Respiro
una vez, otra vez, otra vez, y entonces todo se detiene. La energía parece materializarse a mi
alrededor y podría precisar el momento exacto en el que, poco a poco, comienza a circular en
sentido inverso. Es una sensación purificadora, rejuvenecedora, como si el agua o el aire
volviesen por sí mismas al sitio en el que alguna vez estuvieron contenidas.
Entonces llega el día. Está marcado en el almanaque de la heladera, Manuel lo rodeó con
un círculo rojo cuando volvimos del consultorio de Weisman por primera vez. No sé cuándo
sucederá, estoy preocupada. Manuel está en casa. Estoy recostada en la cama. Lo escucho
caminar de un lado a otro, intranquilo. Me toco la panza. Es una panza normal, una panza como
la de cualquier mujer, quiero decir que no es una panza de embarazada. Al contrario, Weisman
dice que el tratamiento fue muy intenso: estoy un poco anémica, y mucho más flaca que antes
de que el asunto de Teresita empezara.
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Espero toda la mañana y toda la tarde encerrada en mi cuarto. No quiero comer, ni salir,
ni hablar. Manuel se asoma cada tanto y pregunta cómo estoy. Imagino que mamá debe estar
trepándose por las paredes, pero saben que no pueden llamar ni pasar a verme.
Ahora hace rato que siento náuseas. El estómago me arde y late cada vez más fuerte,
como si fuera a explotar. Tengo que avisarle a Manuel, pero trato de incorporarme y no puedo,
no me había dado cuenta de lo mareada que estaba. Tengo que avisarle a Manuel para que
llame a Weisman. Logro levantarme, me siento mareada. Me dejo caer al piso y espero un
segundo de rodillas. Pienso en la respiración consciente pero mi cabeza ya está en otra cosa.
Tengo miedo. Temo que algo pueda salir mal y lastimemos a Teresita. Quizás ella sepa lo que
está pasando, quizá todo esto esté muy mal. Manuel entra a la habitación y corre hasta mí.
–Yo sólo quiero dejarlo para más adelante… –le digo–, no quiero que...
Quiero decirle que me deje acá tirada, que no importa, que corra a hablar con Weisman,
que todo salió mal. Pero no puedo hablar. Me tiembla el cuerpo, no tengo control sobre él. Manuel
se arrodilla junto a mí, me toma de las manos, me habla, pero no escucho lo que dice. Siento
que voy a vomitar. Me tapo la boca. El parece reaccionar, me deja sola y corre hacia la cocina.
No demora más que unos segundos: regresa con el vaso desinfectado y el envase plástico que
dice “Dr. Weisman”. Rompe la faja de seguridad del envase, vierte el contenido translúcido en el
vaso. Otra vez siento ganas de vomitar, pero no puedo, no quiero: no todavía. Tengo una arcada,
y otra, y otra, arcadas cada vez más violentas que empiezan a dejarme sin aire. Por primera vez
pienso en la posibilidad de la muerte. Pienso en eso un instante y ya no puedo respirar. Manuel
me mira, no sabe qué hacer. Las arcadas se interrumpen y algo se me atora en la garganta.
Cierro la boca y tomo a Manuel de la muñeca. Entonces siento algo pequeño, del tamaño de una
almendra. Lo acomodo sobre la lengua, es frágil. Sé lo que tengo que hacer pero no puedo
hacerlo. Es una sensación inconfundible que guardaré hasta dentro de algunos años. Miro a
Manuel, que parece aceptar el tiempo que necesito. Ella nos esperará, pienso. Ella estará bien:
hasta el momento indicado. Entonces Manuel me acerca el vaso de conservación, y al fin,
suavemente, la escupo.
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Bloque 2:
Territorios alegóricos
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Escuela de Educación Secundaria Técnica Fundación Fangio – Literatura – Sexto Año – Lic. Prof. Verónica Serra
LA ALEGORÍA EN LA LITERATURA:
La alegoría en obras literarias es una obra o composición literaria de sentido alegórico.
Ejemplo de una alegoría literaria:
Las fábulas son alegorías de distintos valores morales. Ej. La fábula del pastor mentiroso
es la alegoría de que las mentiras tienen consecuencias negativas.
“Alicia en el País” es una canción de Charly García interpretada por el grupo Serú
Girán compuesta en el año 1980 cuando la Argentina atravesaba uno de los momentos
más oscuros de su historia, la última dictadura cívico militar.
La canción de rock hace referencia a la última dictadura militar, originalmente
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Escuela de Educación Secundaria Técnica Fundación Fangio – Literatura – Sexto Año – Lic. Prof. Verónica Serra
compuesta para una obra de teatro, luego reformada con la intención de reflejar la
realidad vivida en los años '70. El autor, queriendo evitar que su tema fuera censurado
por el gobierno de facto, trazó metáforas con la novela Alicia en el país de las maravillas
de Lewis Carroll
La canción presenta frases como “Se acabó ese juego que te hacía feliz”, “No
cuentes lo que viste en los jardines, el sueño acabó”, “Enciende los candiles que los
brujos piensan en volver a nublarnos el camino” y “un río de cabezas aplastadas por el
mismo pie juegan cricket bajo la luna” que intentan reflejar el contexto de Argentina entre
1976 y 1983, año de retorno de la democracia.
La frase "El juego que te hacía feliz" era una alegoría a la democracia y a la libertad
(en todos sus sentidos). Ese juego terminó en el momento en el cual comenzó a ejercerse
el terrorismo de Estado.
Por otro lado, la canción nombra a morsas y las tortugas. Al nombrar a estos dos
personajes del cuento "Alicia en el País de las Maravillas" se está refiriendo a la
contraposición de gobiernos de facto y de gobiernos democráticos, ya que Juan Carlos
Onganía (Presidente de facto entre 1966 y 1970) era apodado "La Morsa", mientras que
Arturo Illía (Presidente elegido democráticamente, que gobernó entre 1963 y 1966,
derrocado por Onganía) era apodado "La Tortuga"
Al decir "un río de cabezas aplastadas por el mismo pie" se está refiriendo a toda la
sociedad y el pueblo siendo "aplastado" por la misma institución del Estado autoritario y
antodemocrático.
Por otra parte, cuando nombra “El rey de espadas”, que en el cuento de Lewis
Caroll, era un personaje ignorante, al cual no le importaban los actos que habían cometido
los acusados, se los condenaba igual. Hace referencia a los jueces de la dictadura, o tal
vez al presidente de facto, Jorge Rafael Videla, que cuando las madres de los
desaparecidos reclamaban información sobre sus hijos, sobre su salud, sobre su
ubicación y sobre el motivo por el cual los habían llevado, él solo respondía con la frase
"Algo habrán hecho".
"Enciende los candiles que los brujos piensan en volver a nublarnos el camino" Al
decir esa frase, se está haciendo referencia a José López Rega (Apodado "El Brujo"),
creador de la Alianza Anticomunista Argentina (La Tripe A). En 1975 él renunció a su
cargo de Ministro de bienestar social del gobierno de Estela Martínez de Perón y se exilió
en España. Por ese entonces (1980, año en que fue compuesta esta canción) tenía
pensado volver al país (cosa que finalmente no sucedió).
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Charly García
Alegoría de la Vida:
Hoja seca solitaria
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LA ALEGORÍA EN LA FILOSOFÍA:
La alegoría es un recurso muy utilizado en los libros de filosofía.
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La hormiga
Marco Denevi
Un día las hormigas, pueblo progresista, inventan el vegetal artificial. Es una papilla fría y
con sabor a hojalata. Pero al menos las releva de la necesidad de salir fuera de los hormigueros en
procura de vegetales naturales. Así se salvan del fuego, del veneno, de las nubes insecticidas. Como
el número de las hormigas es una cifra que tiende constantemente a crecer, al cabo de un tiempo
hay tantas hormigas bajo tierra que es preciso ampliar los hormigueros. Las galerías se expanden, se
entrecruzan, terminan por confundirse en un solo Gran Hormiguero bajo la dirección de una sola
Gran Hormiga. Por las dudas, las salidas al exterior son tapiadas a cal y canto. Se suceden las
generaciones. Como nunca han franqueado los límites del Gran Hormiguero, incurren en el error de
lógica de identificarlo con el Gran Universo. Pero cierta vez una hormiga se extravía por unos
corredores en ruinas, distingue una luz lejana, unos destellos, se aproxima y descubre una boca de
salida cuya clausura se ha desmoronado. Con el corazón palpitante, la hormiga sale a la superficie
de la tierra. Ve una mañana. Ve un jardín. Ve tallos, hojas, yemas, brotes, pétalos, estambres, rocío.
Ve una rosa amarilla. Todos sus instintos despiertan bruscamente. Se abalanza sobre las plantas y
empieza a talar, a cortar y a comer. Se da un atracón. Después, relamiéndose, decide volver al Gran
Hormiguero con la noticia. Busca a sus hermanas, trata de explicarles lo que ha visto, grita:
“Arriba… luz… jardín… hojas… verde… flores…” Las demás hormigas no comprenden una sola
palabra de aquel lenguaje delirante, creen que la hormiga ha enloquecido y la matan.
(Escrito por Pavel Vodnik un día antes de suicidarse. El texto de la fábula apareció en el
número 12 de la revista Szpilkiy le valió a su director, Jerzy Kott, una multa de cien znacks.)
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las personas están dispuestas a hacer lo que se les ordena. Al final, la gente siempre
hace lo que las autoridades deciden. Gambaro problematiza la actitud sí que demuestra la
mayoría de la gente frente al poder del gobierno.
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Cabecita negra
GERMÁN ROZENMACHER
El señor Lanari no podía dormir. Eran las tres y media de la mañana y fumaba enfurecido, muerto de frío,
acodado en ese balcón del tercer piso, sobre la calle vacía, temblando encogido dentro del sobretodo de
solapas levantadas. Después de dar vueltas y vueltas en la cama, de tomar pastillas y de ir y venir por la casa
frenético y rabioso como un león enjaulado, se había vestido como para salir y hasta se había lustrado los
zapatos.
Y ahí estaba ahora, con los ojos resecos, los nervios tensos, agazapado escuchando el invisible golpeteo de
algún caballo de carro de verdulero cruzando la noche, mientras algún taxi daba vueltas a la manzana con sus
faros rompiendo la neblina, esperando turno para entrar al amueblado de la calle Cangallo, y un tranvía 63
con las ventanillas pegajosas, opacadas de frío, pasaba vacío de tanto en tanto, arrastrándose entre las casas
de uno o dos a siete pisos y se perdía, entre los pocos letreros luminosos de los hoteles, que brillaban
mojados, apenas visibles, calle abajo.
Ese insomnio era una desgracia. Mañana estaría resfriado y andaría abombado como un sonámbulo todo el
día. Y además nunca había hecho esa idiotez de levantarse y vestirse en plena noche de invierno nada más
que para quedarse ahí, fumando en el balcón. ¿A quién se le ocurría hacer esas cosas? Se encogió de
hombros, angustiado. La noche se había hecho para dormir y se sentía viviendo a contramano. Solamente él
se sentía despierto en medio del enorme silencio de la ciudad dormida. Un silencio que lo hacía moverse con
cierto sigiloso cuidado, como si pudiera despertar a alguien. Se cuidaría muy bien de no contárselo a su socio
de la ferretería porque lo cargaría un año entero por esa ocurrencia de lustrarse los zapatos en medio de la
noche. En este país donde uno aprovechaba cualquier oportunidad para joder a los demás y pasarla bien a
costillas ajenas había que tener mucho cuidado para conservar la dignidad. Si uno se descuidaba lo llevaban
por delante, lo aplastaban como a una cucaracha. Estornudó. Si estuviera su mujer ya le habría hecho uno de
esos tés de yuyos que ella tenía y santo remedio. Pero suspiró desconsolado. Su mujer y su hijo se habían ido
a pasar el fin de semana a la quinta de Paso del Rey llevándose a la sirvienta así que estaba solo en la casa.
Sin embargo, pensó, no le iban tan mal las cosas. No podía quejarse de la vida. Su padre había sido un
cobrador de la luz, un inmigrante que se había muerto de hambre sin haber llegado a nada. El señor Lanari
había trabajado como un animal y ahora tenía esa casa del tercer piso cerca del Congreso, en propiedad
horizontal y hacía pocos meses había comprado el pequeño Renault que ahora estaba abajo, en el garaje y
había gastado una fortuna en los hermosos apliques cromados de las portezuelas. La ferretería de la Avenida
de Mayo iba muy bien y ahora tenía también la quinta de fin de semana donde pasaba las vacaciones. No
podía quejarse. Se daba todos los gustos. Pronto su hijo se recibiría de abogado y seguramente se casaría con
alguna chica distinguida. Claro que había tenido que hacer muchos sacrificios. En tiempos como éstos,
donde los desórdenes políticos eran la rutina había estado varias veces al borde de la quiebra. Palabra fatal
que significaba el escándalo, la ruina, la pérdida de todo. Había tenido que aplastar muchas cabezas para
sobrevivir porque si no, hubieran hecho lo mismo con él. Así era la vida. Pero había salido adelante. Además
cuando era joven tocaba el violín y no había cosa que le gustase más en el mundo. Pero vio por delante un
porvenir dudoso y sombrío lleno de humillaciones y miseria y tuvo miedo. Pensó que se debía a sus
semejantes, a su familia, que en el vida uno no podía hacer todo lo quería, que tenía que seguir el camino
recto, el camino debido y que no debía fracasar. Y entonces todo lo que había hecho en la vida había sido
para que lo llamaran "señor". Y entonces juntó dinero y puso una ferretería. Se vivía una sola vez y no le
había ido tan mal. No señor. Ahí afuera, en la calle, podían estar matándose. Pero él tenía esa casa, su
refugio, donde era el dueño, donde se podía vivir en paz, donde todo estaba en su lugar, donde lo respetaban.
Lo único que lo desesperaba era ese insomnio. Dieron las cuatro de la mañana. La niebla era más espesa. Un
silencio pesado había caído sobre Buenos Aires. Ni un ruido. Todo en calma. Hasta el señor Lanari tratando
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había hecho lo posible para no pisar una comisaría. Era un hombre decente. Ese insomnio había tenido la
culpa. Y no había ninguna garantía de que la policía aclarase todo. Pasaban cosas muy extrañas en los
últimos tiempos. Ni siquiera en la policía se podía confiar. No. A la comisaría no. Sería una vergüenza inútil.
-Vea agente. Yo no tengo nada que ver con esta mujer -dijo señalándola. Sintió que el vigilante dudaba.
Quiso decirle que ahí estaban ellos dos, del lado de la ley y esa negra estúpida que se quedaba callada, para
peor, era la única culpable.
De pronto se acercó al agente que era una cabeza más alto que él, y que lo miraba de costado, con desprecio,
con duros ojos salvajes, inyectados y malignos, bestiales, con grandes bigotes de morsa. Un animal. Otro
cabecita negra.
-Señor agente -le dijo en tono confidencial y bajo como para que la otra no escuchara, parada ahí, con la
botella vacía como una muñeca, acunándola entre los brazos, cabeceando, ausente como si estuviera tan
aplastada que ya nada le importaba.
-Venga a mi casa, señor agente. Tengo un coñac de primera. Va a ver que todo lo que le digo es cierto -y
sacó una tarjeta personal y los documentos y se los mostró: -Vivo ahí al lado -gimió casi, manso y casi
adulón, quejumbroso, sabiendo que estaba en manos del otro sin tener ni siquiera un diputado para que
sacara la cara por él y lo defendiera. Era mejor amansarlo, hasta darle plata y convencerlo para que lo dejara
de embromar.
El agente miró el reloj y de pronto, casi alegremente, como si el señor Lanari le hubiera propuesto una gran
idea, lo tomó a él por un brazo y a la negrita por otro y casi amistosamente se fue con ellos. Cuando llegaron
al departamento el señor Lanari prendió todas las luces y le mostró la casa a las visitas. La negra apenas vio
la cama matrimonial se tiró y se quedó profundamente dormida.
Qué espantoso, pensó, si justo ahora llegaba gente, su hijo o sus parientes o cualquiera, y lo vieran ahí, con
esos negros, al margen de todo, como metidos en la misma oscura cosa viscosamente sucia; sería un
escándalo, lo más horrible del mundo, un escándalo, y nadie le creería su explicación y quedaría repudiado,
como culpable de una oscura culpa, y yo no hice nada mientras hacía eso tan desusado, ahí a las cuatro de la
mañana, porque la noche se había hecho para dormir y estaba atrapado por esos negros, él, que era una
persona decente, como si fuera una basura cualquiera, atrapado por la locura, en su propia casa.
-Dame café -dijo el policía y en ese momento el señor Lanari sintió que lo estaban humillando. Toda su vida
había trabajado para tener eso, para que no lo atropellaran y así, de repente, ese hombre, un cualquiera, un
vigilante de mala muerte lo trataba de che, le gritaba, lo ofendía. Y lo que era peor, vio en sus ojos un odio
tan frío, tan inhumano, que ya no supo qué hacer. De pronto pensó que lo mejor sería ir a la comisaría porque
aquel hombre podría ser un asesino disfrazado de policía que había venido a robarlo y matarlo y sacarle
todas las cosas que había conseguido en años y años de duro trabajo, todas sus posesiones, y encima
humillarlo y escupirlo. Y la mujer estaba en toda la trampa como carnada. Se encogió de hombros. No
entendía nada. Le sirvió café. Después lo llevó a conocer la biblioteca. Sentía algo presagiante, que se cernía,
que se venía. Una amenaza espantosa que no sabía cuándo se le desplomaría encima ni cómo detenerla. El
señor Lanari, sin saber por qué, le mostró la biblioteca abarrotada con los mejores libros. Nunca había
podido hacer tiempo para leerlos pero estaban allí. El señor Lanari tenía su cultura. Había terminado el
colegio nacional y tenía toda la historia de Mitre encuadernada en cuero. Aunque no había podido estudiar
violín tenía un hermoso tocadiscos y allí, posesión suya, cuando quería, la mejor música del mundo se hacía
presente.
Hubiera querido sentarse amigablemente y conversar de libros con ese hombre. Pero ¿de qué libros podría
hablar con ese negro? Con la otra durmiendo en su cama y ese hombre ahí frente suyo, como burlándose,
sentía un oscuro malestar que le iba creciendo, una inquietud sofocante. De golpe se sorprendió que justo
ahora quisiera hablar de libros y con ese tipo. El policía se sacó los zapatos, tiró por ahí la gorra, se abrió la
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Bloque 3:
Territorios de ruptura y experimentación
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