Historia de España Estandares 79,84,83,89
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El siglo XIX fue el siglo del nacionalismo en toda Europa y que el sentimiento
nacionalista se reavivó entre una burguesía que estaba protagonizando la revolución
industrial.
En España la industrialización se concentraba especialmente en Cataluña y País
Vasco, hecho que atrae a numerosa población de otras comunidades españolas,
provocando una reacción de autoafirmación en ciertos sectores de las sociedades
receptoras de inmigración. El centralismo liberal de la Restauración y la crisis del 98
con la pérdida de las últimas colonias, revive en algunos territorios una reivindicación
de las propias peculiaridades (cultura, lengua, historia,...) y de autogobierno. Estos
movimientos tuvieron diferente fuerza y cariz (más radical o más moderado) según los
territorios. Los partidos dinásticos (el Liberal y el Conservador) de la Restauración no
fueron capaces de construir un nacionalismo español que abarcara a todos los
territorios y pueblos de España. Por el contrario, el nacionalismo centralista español
que forjaron se formó en contra de otros nacionalismos periféricos (Pais Vasco,
Cataluña...). Esta dinámica y sus consecuencias perviven aún hoy.
Así pues, la tendencia centralizadora y unificadora de los sucesivos gobiernos de
la Restauración buscaba la aplicación de leyes, impuestos, obligaciones tributarias y
militares comunes a toda España. Frente a esta tendencia unificadora, comenzaron a
surgir organizaciones que propugnaban un modelo de Estado más descentralizado,
especialmente allí donde perduraban elementos culturales propios, o se había
producido un desarrollo económico diferenciado. De esta forma encontramos que uno
de los fenómenos más destacados durante el periodo de la Restauración fue la aparición
de diversos movimientos regionalistas, en Galicia, Valencia, y nacionalistas, en
Cataluña y el País Vasco. Estos movimientos, inspirados en los movimientos
nacionalistas que se venían desarrollando por Europa a lo largo del siglo XIX,
defendían el particularismo lingüístico, cultural, institucional e histórico frente a las
tendencias centralistas del estado liberal.
El paso del Regionalismo al Nacionalismo se produjo así: el regionalismo es
una reivindicación de carácter cultural. Se reclama respeto, o se defiende la cultura
local o autóctona de la agresión castellanizadora del poder político de Madrid. De ahí
el auge durante la segunda mitad el siglo XIX de asociaciones y agrupaciones
defensoras del catalán, euskera/vasco, gallego, etc. Cuando ese regionalismo se
convierte en una reivindicación política, que pide autonomía, autogobierno o
independencia para ese pueblo entonces se convierte en Nacionalismo (ideología
política que surge de mano de la burguesía en Europa a principios de siglo XIX como
reacción a la ocupación Napoleónica, y que defiende el derecho de los pueblos a
formar un estado independiente).
La ineficacia del sistema de la Restauración para lograr la democratización del
país permitió que los partidos nacionalistas se presentasen como los únicos capaces de
regenerar el país e impulsar un desarrollo económico y cultural, articulado desde las
distintas nacionalidades.
El sentimiento nacionalista catalán tiene su primera manifestación en los años
treinta del s. XIX coincidiendo con el movimiento nacionalista europeo. Este
sentimiento busca sus señas de identidad en el pasado. Comenzó con un movimiento de
recuperación cultural conocido como la Renaixença, que intentará fortalecer la lengua
propia, el catalán,
convirtiéndola en una lengua no sólo hablada en la calle sino también literaria. El
movimiento literario propiciará el nacimiento de movimientos políticos.
La justificación de este nacionalismo político se busca en:
- La historia propia y diferenciada del resto del Estado español: Cataluña fue
una entidad política diferenciada hasta el siglo XV. Sólo el primer Borbón, Felipe V,
les quitó sus privilegios.
- En una lengua diferente, tan antigua como el propio castellano y conservada en
público y en privado.
- En una realidad económica diferenciada del resto de España: una importante
burguesía industrial y de negocios, una pequeña burguesía comercial urbana, unas
clases populares formadas por trabajadores independientes y a una clase obrera
moderna e industrial, serán los grupos sociales los que defenderán el autogobierno de
Cataluña.
El primer partido que se formó para reclamar la autonomía para Cataluña fue La
Centre Catalá creada por el federalista Valentí Almirall. Este proyecto político liberal y
laico fracasó y se inició un catalanismo conservador.
En 1891 se constituyó la Unió Catalanista, de tendencia unitaria. Prat de la Riba
(autor del texto a comentar) fue uno de los elementos más destacados. Elaboraron el
primer programa político del catalanismo, las “Bases de Manresa”, que defendía el
autogobierno para Cataluña, dentro de posturas autonomistas y nunca independentistas,
recogiendo esta idea en el texto.
Este proyecto autonomista continuará en 1901 con la creación de la Lliga
Regionalista en la que Prat de la Riba agrupará a todos los sectores conservadores del
catalanismo, iniciándose así un proyecto unitario y duradero en la defensa de los
intereses catalanes. Los dos objetivos primordiales de la Lliga consistían en demandar
la autonomía política de Cataluña dentro de España y defender los intereses
económicos, sobre todo reclamando mayor protección para las actividades del
empresariado industrial catalán.
El nacionalismo del País Vasco tenía peculiaridades respecto al catalán, aunque
su fundamento ideológico era el mismo que el catalán, es decir una lengua propia, el
euskera, y la defensa de sus fueros históricos, derogados durante la Restauración en
1876. A esto hay que unir la industrialización que conoció el País Vasco, la formación
de una burguesía industrial y financiera vinculada al sistema canovista y al
españolismo, la llegada de inmigrantes de otros territorios (maketos), obreros a los que
se les vinculaban al socialismo. Todos estos hechos favorecieron el desarrollo del
sentimiento nacionalista ya que interpretaban que se estaban poniendo en peligro sus
costumbres y tradiciones. Estas ideas se recogen en el texto.
El propulsor del nacionalismo vasco, Sabino Arana, autor del texto que
comentamos, configuró el primer programa político nacionalista y fundó en 1895 el
Partido Nacionalista Vasco (PNV) en el que se recogen los siguientes fundamentos
teóricos, que aparecen reflejados en el texto que comentamos:
1.- Defensa de la recuperación de la independencia vasca.
2.- Radicalismo antiespañol.
3.- Exaltación de la etnia vasca, oposición a los matrimonios entre vascos y
foráneos. 4.- Integrismo religioso católico.
5.- Promoción del idioma y recuperación de las tradiciones culturales
vascas. 6.- Apología del mundo rural vasco
Estos principios los podemos ver recogidos en el lema del partido, “Dios y Ley
Antigua” y en la creación de una nueva bandera, la Ikurriña.
El PNV se definía como un partido muy conservador, opuesto al liberalismo, a
la industrialización, al españolismo y al socialismo. En los primeros momentos tuvo
escasa presencia, pero a partir de 1898-99 la base social se amplió y tuvieron los
primeros éxitos electorales en el ámbito local y provincial. Desde entonces convivieron
dos tendencias: una posibilista, que propugnaba la reforma del Estado y la autonomía y
otra radical y seguidora de los postulados independentistas de Sabino Arana.
El nacionalismo gallego es más débil. Aunque desde mediados de siglo XIX hay
un fuerte desarrollo del regionalismo, que reivindican el gallego como lengua, las
tradiciones, costumbres y folclore, tras los procesos de castellanización no hay una
reacción política nacionalista contundente y consolidada. Se constituyen a principios de
siglo XX, con retraso con respecto a los otros nacionalismos periféricos, y no alcanzan
un apoyo ni popular, ni e la burguesía importante. Estas organizaciones fueron: “La
Irmandade Dos Amigos da Fala” y “A Nosa Terra”, fundadas en 1916. Las causas del
escaso desarrollo del nacionalismo gallego están en el predominio de la población
rural, o dedicada al marisqueo y pesca, muy controlada por un caciquismo muy
arraigado, y acomodado en los partidos dinásticos de la Restauración.
Estándar 84.- Analiza las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y
campesino español, así como su evolución y estrategia política, durante el último
cuarto del siglo XIX.