Civil I
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Civil I
TENDENCIA ACTUAL
Para muchos autores nos encontramos en una época de post codificación o de descodificación
de derechos que viene dada por:
1) La nueva ordenación política-administrativa del Estado Español en el que existen una
pluralidad de órganos legislativos con competencias similares que determinan la existencia de
una pluralidad de normas jurídicas sobre la misma materia.
2) Integración de España en la Unión Europea lo que tiene como consecuencia una pérdida de
soberanía nacional en favor de entidades u organismos de composición plurinacional que
imponen normas y principios idénticos a todos los estados miembros.
3) Frecuentes cambios en las necesidades sociales que hacen que en poco tiempo la utilidad de
una norma desparezca y deba ser sustituida por otras.
CONSECUENCIA: Se renuncia a la codificación en favor de las leyes especiales
En España, el proceso de codificación resultó más problemática por la tensión existente entre
el Derecho Común y los Derechos Forales. El verdadero punto de partida de la codificación civil
en España viene representado por el Proyecto de Código Civil de 1851, denominado también
proyecto isabelino. Este Código nació como uno de los primeros trabajos de la Comisión
General de Códigos.
La dos principales características de este Código fueron las siguientes:
• Afrancesamiento.- Seguía muy de cerca los patrones del Código Civil francés.
• Obviaba los derechos forales (de ahí buena parte de su fracaso).
El proyecto de 1851 no llegó a cuajar y su fracaso trajo consigo la necesidad de afrontar la
modernización de la legislación civil de modo fragmentario por lo que en las décadas
siguientes se fueron desgranando leyes especiales muy importantes que en pluralidad debían
de haber sido incorporadas al Código Civil:
En 1880 el entonces Ministro de Justicia, Alvarez Bugallal, instó a la Comisión de Códigos para
que en el plazo de un año redactara o elaborara un nuevo Código Civil sobre la base del Código
de 1851, si bien intentando un consenso con los territorios forales.
La fórmula que se buscó fue la de elaborar una Ley de Bases en la que se contuvieran los
principios fundamentales a desarrollar en el Código Civil. Esa Ley de Bases se sometería a la
aprobación de las Cámaras legislativas y una vez aprobada se entregaría a organismos técnicos
para su desarrollo.
También en este caso el proyecto fracasó y hubo que esperar hasta 1885, siendo ministro
Silvela, para que se aprobara esta Ley de Bases que, tras la consiguiente y lenta tramitación
parlamentaria fue aprobada en 1888.
Siguiendo la Ley de Bases se redactó el texto articulado del Código Civil publicado en La Gaceta
(actual BOE).
¿Cómo afectó la Constitución Española (CE) a la cuestión foral? La nueva ordenación política
introducida en la Constitución de 1978 va a incidir de forma notable en la configuración del
Derecho Civil Foral. Para empezar el Estado Español se ordena en un sistema de Comunidades
Autónomas a los que se reconoce competencia legislativa en determinadas materias, pero
establece una regla general en su artículo 149,1.8 CE “El Estado tiene competencia exclusiva en
la legislación civil”… Y añade una coletilla “sin perjuicio de la conservación, modificación y
desarrollo por las Comunidades Autónomas de los derechos Civiles forales o especiales allí
donde existan”
• Para otros, sólo las Comunidades Autónomas (CCAA) que tenían derechos forales en
el momento de aprobarse la CE.
Una reciente Sentencia del Tribunal Constitucional parece orientarse hacia esta última posición
que parece las más correcta.
• Cada vez con más frecuencia las Comunidades Autónomas (CCAA) legislan sobre materias
civiles sin límites.
Desde la Constitución Española, las compilaciones forales han ido evolucionando, plasmándose
fundamentalmente en leyes autonómicas sobre el Derecho civil propio de cada territorio foral.
Actualmente, se encuentran en vigor las siguientes disposiciones normativas que modifican el
texto de las compilaciones de derecho foral o regulan sus aspectos más sobresalientes:
CLASES
1. LA LEY
Norma jurídica escrita emanada de los órganos del Estado con competencia
legislativa y aprobada conforme a procedimiento establecido. Es la fuente de
derecho elaborada por las Cortes Generales conforme al procedimiento
legislativo regulado en sus Reglamentos Parlamentarios y que jerárquicamente
sólo está sometida a la Constitución. En el Derecho, la palabra Ley se utiliza en
muy diferentes sentidos, comprendiendo en general todas las normas dictadas
por los poderes públicos- ley material-, y asimismo, aquellas disposiciones
reservadas en exclusiva al poder legislativo- ley formal-. La CE consagra una
jerarquía normativa entre los diversos tipos de disposiciones a las que
genéricamente se las denomina leyes, y que son las siguientes:
-1.1. La Constitución Española (CE):
Es la norma jerárquica superior. Consta de las siguientes partes:
(Preámbulo, 169 artículos,4 Disposiciones Adicionales (DA), 9
Disposiciones Transitorias (DT),1 Disposición Derogatoria (DD),1
Disposición Final (DF).
La Constitución tiene gran incidencia en la determinación de las
fuentes del derecho ya que es la que concreta que la principal de las
fuentes es la Ley. Además determina con exactitud a través de qué
procedimiento puede aprobarse una ley y prevé una organización
territorial en virtud de la cual puedan constituirse Comunidades
Autónomas (CCAA) con órganos legislativos propios.
2. LA COSTUMBRE
Es la segunda de las fuentes del derecho, tras la Ley y se diferencia en que la
costumbre no procede de la organización política de la sociedad, sino que procede de
la propia sociedad no organizada, mediante la observancia reiterada de una conducta
que acaba imponiéndose preceptivamente. De aquí que la costumbre se caracteriza
por la existencia de: un elemento material: la reiteración de un comportamiento, y un
elemento espiritual: la elevación de ese comportamiento a modelo de conducta de
observancia preceptiva. Elemento, éste último que distingue esta figura jurídica de los
meros usos sociales. La costumbre se trata de una fuente del derecho de carácter
subsidiario, es decir, sólo tienen vigencia cuando no hay ley aplicable al caso, No
obstante, en Navarra, la regla es a la inversa, siempre que no vaya en contra de la
moral y del orden público, como también exige nuestro artículo 1.3 CC. Además, a
diferencia de lo que ocurre con la Ley y con los Principios generales del Derecho, aquí
se excluye la vigencia de la regla iura novit curia (principio por el cual el juez ha de ser
conocedor de las leyes que se alegan), por lo que, quien pretenda la aplicación de una
costumbre en un juicio, ha de alegarla y probar su existencia y vigencia. No obstante,
el art. 281.2 Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC) establece que la prueba de la costumbre
no será necesaria si las partes estuviesen conformes en su existencia y contenido y sus
normas no afectasen al orden público. De otro lado, se encuentran los usos
normativos, señalados en el art. 1.3 CC, que nos dice que hay determinados usos que
se equiparan a la costumbre, pudiendo ser invocados como tal.
4. LA JURISPRUDENCIA
Se identifica con los criterios sentados por los Jueces y Tribunales en su tarea de
interpretación y aplicación del derecho objetivo en los litigios. Aunque en sentido
estricto, la Jurisprudencia coincide por la doctrina sentada por el Tribunal Supremo. Y
éstos obviamente se encuentran sometidos a la Ley. Por lo tanto, desde el punto de
vista formal, la jurisprudencia no puede ser considerada como fuente del derecho, y en
este sentido, el apartado 6, del art. 1 CC, matiza lo siguiente: “la jurisprudencia
complementará el ordenamiento jurídico con la doctrina que, de modo reiterado,
establezca el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar la Ley, la costumbre y los
principios generales del derecho”. Siguiendo a Lasarte, la jurisprudencia puede
considerarse en términos materiales, no formales, fuente del derecho, pues en la
práctica, algunos criterios jurisprudenciales que se separan o superan lo expresamente
previsto en las normas jurídicas, son realmente el verdadero derecho vivido en nuestra
sociedad. Por lo tanto, aunque la primacía de la ley es innegable, la jurisprudencia
tiene una función trascendental.
Y puesto que sólo es Jurisprudencia la emanada del TS, es preciso citar el recurso de
casación ante éste, que responde a una función unificadora de la correcta
interpretación de las normas jurídicas por parte del conjunto de Jueces y tribunales del
país. Con lo que la finalidad esencial del recurso de casación es salvaguardar el derecho
objetivo de erróneas interpretaciones para evitar la desigualdad en la aplicación de la
ley. En derecho civil, se entiende por jurisprudencia, exclusivamente la doctrina que de
modo reiterado establezca la Sala 1ª del Tribunal Supremo. En el caso de que se trate
de normas de derecho foral, esta competencia unificadora corresponderá al Tribunal
Superior de Justicia respectivo. No obstante, todo esto, la denominada jurisprudencia
menor, es decir la que emana de los órganos inferiores como las Audiencias
provinciales también tiene su importancia, respecto de aquellas materias que por
determinados criterios no pueden acceder al TS.
CLASES
En cuanto a los tipos de normas, hay que diferenciar previamente entre norma jurídica
y disposición normativa, la norma jurídica es el precepto regulador de la conducta de
los ciudadanos, de carácter obligatorio y coercible, inspirado en un criterio de justicia,
(p. ej. art. 29 CC) y la segunda es lo que sirve de vehículo a través del cual hacemos
cumplir la primera, es decir, es el cuerpo normativo en su conjunto o completo (p.ej.
Código Civil). ambos conceptos no son asimilables o coincidentes; pues existen normas
jurídicas que no tienen que estar escritas para serlo, p. ej. la costumbre es una norma
consuetudinaria. De otro lado, las disposiciones normativas escritas no son todas ellas
portadoras de una norma jurídica, sino que requieren la combinación de varias normas
para delimitar el mandato jurídico.
-Según el tipo de Disposición: Disposiciones completas e incompletas. Las
primeras son portadoras de una norma jurídica propiamente dicha, y las
segundas requieren ser combinadas para tener el carácter de norma con otras
del mismo carácter, o con disposiciones completas a las que están referidas.
Éstas a su vez pueden ser: Disposiciones para aclarar o desarrollar conceptos o
ideas fijadas en otras normas jurídicas, disposiciones de remisión o reenvío y
las que se limitan a concretar la aplicación y eficacia en determinados casos de
una verdadera norma.
-Según su colectivo: Normas de derecho común y de derecho especial, que
sirven para evitar lagunas en el derecho y reiteraciones innecesarias, teniendo
en cuenta la generalidad de las normas y la especialización de determinadas
ramas del derecho. De esta forma, se denomina derecho común al sector
normativo que constituye el tronco común del derecho y que regula las
relaciones entre personas sin ulteriores calificativos (derecho civil), cuya
generalidad cumple una función supletoria del denominado Derecho especial,
que regula alguna cuestión o materia concreta donde la persona no viene
considerada en sí mismo, sino como integrante de ciertos colectivos sometidos
a un régimen jurídico propio.
-Según su destinatario: Normas de derecho general y de derecho particular.
Las de derecho general son aplicables a todo el territorio nacional, y las de
derecho particular a límites territoriales más reducidos.
-Según su mandato: Las normas pueden ser imperativas o dispositivas. Las
imperativas, también denominadas de ius cogens, se caracterizan porque el
mandato normativo no permite modificación alguna por los particulares (art.
1261 CC), y las segundas, son mandatos normativos reguladores de supuestos
de hecho que pueden ser sustituidos por las personas interesadas debido a la
autonomía privada, es decir, son de derecho supletorio (ej: cambiar una
cláusula ) casi todas del derecho civil son imperativas.
Criterios interpretativos: 1º.- Art. 3 CC: El apartado primero de este artículo recoge los
criterios, que pueden clasificarse en los siguientes: “Las normas se interpretarán según
el sentido propio de sus palabras (criterio literal o gramatical), en relación con el
contexto (criterio sistemático), los antecedentes históricos y legislativos (criterio
histórico), y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas (criterio
sociológico), atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad (criterio lógico o
teleológico) de aquellas.” Dichos criterios no tienen un orden jerárquico, por lo que la
interpretación de cualquier norma jurídica requiere la combinación de diversos
criterios, aunque pueda que el uso de sólo uno de ellos, pueda resultar determinante.
La interpretación sociológica: Se identifica con el texto del artículo que se refiere a “la
realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas”. Viene a ser el contrapeso del
elemento histórico, es decir, no basta con saber por qué y para qué se dictó la norma
en concreto, sino también si las nuevas circunstancias son lo suficientemente sensibles
como para que la aplicación pueda producir un resultado indeseable.
3.- LA EQUIDAD: Esta posibilidad excepcional viene contemplada en el art. 3.2 CC: “La
equidad habrá de ponderarse en la aplicación de las normas, si bien las resoluciones de
los Tribunales solo podrán descansar de manera exclusiva en ella cuando la ley
expresamente lo permita”. Consiste por tanto, en resolver un conflicto sobre la base
de la concepción o intuición de lo justo y lo bueno que pueda tener el Juzgador. Su uso
es más habitual en el ámbito del arbitraje, en el cual el árbitro falla según su leal saber
y entender. También se refiere el art. 3.2 CC, a la equidad en la aplicación de las
normas, en este sentido, la equidad se utiliza como un mecanismo de aplicación del
derecho, para adaptar la generalidad y el rigor de las normas a las circunstancias del
caso concreto.
La violación de las normas y su sanción: Las normas pueden ser infringidas de diversas
formas.
Actos contrarios a las normas imperativas: Al art. 6.3 CC contempla que: “Los actos
contrarios a las normas imperativas y a las prohibitivas son nulos de pleno derecho,
salvo que en ellas se establezca un efecto distinto para el caso de contravención.”.
Actos en fraude de ley: caracterizados en el art. 6.4 CC: “Los actos realizados al amparo
del texto de una norma que persigan un resultado prohibido por el ordenamiento
jurídico, o contrario a él, se considerarán ejecutados en fraude de ley y no impedirán la
debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir”. Surgen cuando se
oculta la realización de un comportamiento que persigue infringir el ordenamiento,
bajo la apariencia de que las normas se cumplen adecuadamente. (p. ej. celebración de
matrimonio con el único fin de obtener la nacionalidad, o la compraventa de un bien
ficticia, para encubrir una verdadera donación)
3.1 EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS Y SUS LÍMITES. EL ABUSO DEL DERECHO Y LA BUENA FE
El poder de actuación que confiere la titularidad de un derecho subjetivo, mediante su
ejercicio, debe servir para satisfacer los intereses del titular. Ejercitar un derecho es hacer uso
del poder que comporta, y si bien no es preceptivo que los derechos se ejerciten, dicha
potestad viene marcada por unos límites temporales, así mismo, si el titular no puede
ejercitarlos personalmente, puede hacerlo por persona interpuesta que le represente. Esta
facultad del titular se encuentra circunscrita o limitada al abanico de posibilidades que
satisfaga su interés, sin detrimento de los derechos de los demás ciudadanos, en caso
contrario, en el que se produzca una extralimitación en el ejercicio de sus derechos, el
ordenamiento cuenta con mecanismos restauradores del ejercicio razonable de los derechos,
denominados límites de los derechos, y que se clasifican en extrínsecos, intrínsecos y
temporales.
-Los límites extrínsecos: son aquellos que vienen dados por un factor externo al
ejercicio del derecho propiamente dicho. Y los supuestos más típicos son la colisión de
derechos y las situaciones de cotitularidad. La colisión de derechos se produce cuando
determinados derechos, ostentados por diferente titular, tienen un mismo objeto o
contenido, y por lo tanto, su ejercicio simultáneo resulta total o parcialmente
imposible, por dicha concurrencia (derecho de informar de los periodistas con el
derecho a la intimidad de las personas). Para solucionar dicha colisión se acude a la
jerarquización, así por ejemplo, entre intereses generales y el carácter privado, priman
los generales, y entre derechos fundamentales y otros derecho, priman los
fundamentales. Luego están las situaciones de cotitularidad habitualmente sobre las
cosas, y se considera un subtipo de la colisión de derechos.
-Los límites intrínsecos: establecidos en el art. 7 CC, y exige que los derechos subjetivos
sean ejercitados conforme a su propia función y significado, es decir, en contra de un
ejercicio desordenado o contrario a los parámetros de conducta socialmente
asumidos. Tales límites se concretan en la buena fe y el abuso del derecho, y se trata
de principios generales del derecho.
a) La buena fe: el art. 7.1 CC dispone que: Los derechos deberán ejercitarse
conforme a las exigencias de la buena fe”. Es decir, conforme con el modelo de
conducta que socialmente es considerado honesto y adecuado. Se trata de un
concepto jurídico indeterminado (p. ej. Art. 1258 CC, obligación de los
contratos), con lo que su aplicación debe de adaptarse a la realidad según la
casuística. Dentro de este apartado, cabe mencionar la doctrina de los actos
propios, que es consecuencia del principio de la buena fe, e implica el rechazo
del ejercicio de un derecho cuando resulta incompatible con la conducta
anteriormente observada por su titular respecto del mismo derecho.
b) El abuso del derecho: también se trata de un concepto jurídico
indeterminado que requiere la consideración de la casuística, de hechos, en
ocasiones es compleja la distinción entre buena fe y abuso del derecho. De
creación jurisprudencial, resulta trascendente la Sentencia del Tribunal
Supremo: “La ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial del
mismo. Todo acto u omisión que por la intención de su autor, por su objeto o
por las circunstancias en que se realice sobrepase manifiestamente los límites
normales del ejercicio de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la
correspondiente indemnización y a la adopción de las medidas judiciales o
administrativas que impidan las persistencia en el abuso”. Por lo tanto, han de
darse dos presupuestos para considerar la existencia de abuso de derecho:
acción u omisión de carácter abusivo y la consecuencia dañosa para un
tercero. Sin embargo, la doctrina jurisprudencial limita un uso indiscriminado
de la prohibición del abuso de derecho; en primer lugar, por tratarse de un
recurso técnico, y cuyas circunstancias de aplicación han de ser acreditadas, en
segundo lugar, que sólo se aplique cuando no hay norma aplicable al supuesto
debatido, es decir, que el interés dañado no goce de una protección
determinada, y en tercer lugar, la aplicación de este principio debe ser
solicitado por quién lo estime aplicable.
- Clases de poder:
Especial: cuando se otorga el poder para un asunto concreto.
General: cuando se otorga para múltiples asuntos, o todos con carácter general.
Solidario: el otorgado a varias personas para un mismo asunto, tal que cada una
puedan celebrar individual y separadamente el negocio en cuestión.
Mancomunado: se designa a varias personas para que todas participen por igual.
Revocable: fruto de la autonomía privada que supone el propio otorgamiento del
poder.
Irrevocable: excepcional.
Por otro lado, cabe el caso de que una persona actúe en nombre de otra, sin contar con poder;
porque no le ha sido otorgado o porque ha sido revocado, o bien se extralimite en las
atribuciones que le habían sido conferidas por tal poder. En estos casos, el negocio o contrato
celebrado entre el representante y el tercero no producen efectos, y se considera ineficaz por
nulos (art. 1259.2 CC: “el contrato celebrado a nombre de otro por quién no tenga su
autorización o representación legal será nulo, a no ser que lo ratifique la persona a cuyo
nombre se otorgue antes de ser revocado por la otra parte contratante.”. Es decir, cabe la
posibilidad de que, a pesar de la actuación sin poder, el contrato o negocio jurídico surta
efectos, si el representado asume la actuación y se vincula con el tercero mediante una
declaración de voluntad denominada ratificación, que viene a suponer un apoderamiento a
posteriori con eficacia retroactiva. En el caso contrario, en el que no se ratifique el
representado, el tercero afectado podrá actuar frente al que se dice representante (falsus
procurator) (vía penal, delito de estafa), o bien a reclamar el resarcimiento de los daños y
perjuicios irrogados.
3.3 LOS LÍMITES TEMPORALES EN EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS: EL CÓMPUTO DEL TIEMPO
El titular de un derecho tiene la posibilidad de ejercitar los poderes que su derecho le confiere,
bien en un momento concreto –denominado término-, bien a lo largo de un periodo de tiempo
–plazo-, que puede haber quedado determinado o no en la relación jurídica de que se trate.
Estos límites temporales máximos del ejercicio de los derechos vienen impuestos por las
exigencias de la buena fe y de la seguridad en el tráfico jurídico, por lo que la finalización de los
plazos establecidos sin el ejercicio del derecho, acarrea la pérdida para el titular de la
posibilidad de poner en acción tal derecho. La regla sobre el cómputo del tiempo para
determinar el momento en el que nacen, se modifican o extinguen los derechos, viene
contenida en el art. 5 CC: “Siempre que no es establezca otra cosa, en los plazos señalados por
días, a contar de uno determinado, quedará éste excluido del cómputo, el cual deberá
empezar en el día siguiente; y si los plazos estuviesen fijados por meses o años se computarán
de fecha a fecha. Cuando en el mes del vencimiento no hubiera equivalente al inicial del
cómputo, se entenderá que el plazo expira el último día del mes. 2. En el cómputo civil de los
plazos no se excluyen los días inhábiles.” .Esta regla es de carácter supletorio, no se aplica en
caso de existir otra determinación distinta, es de carácter general, que se ve contradicha en
algunos otros artículos, los días inhábiles se computan como si no lo fueran. Y cabe decir que
en otros ámbitos, como por ejemplo, el procesal o el administrativo, los particulares se
encuentran vinculados por las disposiciones que se recojan en esos ámbitos sobre los plazos.
Interrupción del plazo de prescripción: Mientras no venza (o se cumpla por entero) el titular
del derecho puede ejercitar su derecho, aunque con anterioridad haya permanecido inactivo.
Así pues, se produce ante cualquier acto del ejercicio del derecho dentro del plazo, por el cual,
el plazo de prescripción previsto deja de correr, entendiéndose que comienza de nuevo. El art.
1973 CC, dispone las modalidades de interrupción del plazo de prescripción, que vemos a
continuación:
- El ejercicio judicial de la acción: cuando el transcurso del tiempo acarrea la pérdida o
decadencia del ejercicio de los derechos para su titular. La Jurisprudencia del TS,
reconoce validez para interrumpir el plazo de prescripción a los siguientes actos
procesales: presentación de conciliación previa, existencia de procedimiento penal
relativo a hechos que generen responsabilidad civil, y la presentación de la demanda,
principalmente.
- El ejercicio extrajudicial; del que si bien la norma no requiere formalidad, en la
práctica es muy aconsejable efectuarlo de forma tal que pueda acreditarse.
- El reconocimiento del derecho por el sujeto pasivo: cualquier acto de reconocimiento
de la deuda por el deudor.
d) Corporaciones.
Son personas jurídicas públicas, básicamente son asociaciones, con la diferencia de que su
capacidad civil se regulará por las leyes que las hayan creado o reconocido (art. 37 CC).
Este artículo demuestra que la agrupación de personas con un fin común puede tener su
origen o fundamentos en actos de muy diversa naturaleza; bien, por la libre iniciativa de sus
propios componentes personales, o bien por el dictado de la Ley e incardinadas dentro de las
Administraciones públicas, p. ej. las Universidades, los Colegios profesionales etc.
Las corporaciones son personas jurídico-públicas que deben su nacimiento al propio impulso
de la Administración pública y diferentes organismos políticos.
e) Las asociaciones.
- Concepto: Asociación puede ser definida como un conjunto de personas unidas
voluntariamente para la consecución de un fin de interés general y no lucrativo, que
responde a la existencia de un derecho subjetivo público: el derecho de asociación es
constitucionalmente reconocido en el art. 22 CE.
-Régimen jurídico: Con anterioridad a la CE, las asociaciones se regían por una Ley de
Asociaciones de 24 de diciembre de 1964, y como entraba en contradicción con los
principios constitucionales en la materia, en el año 2002, se aprueba la LO 1/2002, de
22 de marzo, reguladora del derecho de asociación (BOE de 26 de marzo de 2002), con
un carácter de régimen jurídico mínimo y común, y cuyo desarrollo reglamentario se
ha llevado a cabo por el RD 1497/2003, de 28 de noviembre, por el que se aprueba el
Reglamento del Registro Nacional de Asociaciones, y sus relaciones con restantes
registros (autonómicos).
-La constitución de la asociación: el presupuesto fundamental del nacimiento de una
asociación viene representado por la unión o agrupación de un número plural de
personas, que se asocian entre sí para conseguir un fin que por separado, devendría
imposible o inoportuno. Y si bien la CE no precisa un número mínimo de asociados
para ello, la LO 1/2002 establece en su art. 5.1, el requisito para su constitución del
acuerdo de tres o más personas físicas o jurídicas legalmente constituidas. Así mismo,
este mismo artículo, junto a su art. 3, se desprende que tanto las personas físicas,
como las personas jurídicas pueden constituir y formar parte de asociaciones, sean
éstas últimas públicas o privadas siempre que tengan capacidad de obrar. Según la LO
1/2002, exceptúa en la letra b) del citado art. 3, nos dice que los menores no
emancipados podrán ser partícipes de la asociación con correspondiente permiso del
tutor legal.
El primer paso para constituir una asociación será otorgar un acta fundacional,
documento suscrito por los socios fundadores que deja constancia de la voluntad
común y concorde de los asistentes de constituir una asociación. Este acta no exige
formalidad para su validez, puede ser otorgada en documento público (ante notario) o
en documento privado. El art. 6.1 de la LO 1/2002 regula el contenido mínimo del acta
fundacional: “a) El nombre y apellidos de los promotores de la asociación si son
personas físicas, la denominación o razón social si son personas jurídicas y, en ambos
casos, la nacionalidad y el domicilio. b) La voluntad de los promotores de constituir una
asociación, los pactos que en su caso, hubiesen establecido y la denominación de ésta.
c) Los Estatutos aprobados que regirán el funcionamiento de la asociación, cuyo
contenido se ajustará a las prescripciones del artículo siguiente. d) Lugar y fecha del
otorgamiento del acta, y firma de los promotores, o de sus representantes, en el caso
de personas jurídicas. e) La designación de los integrantes de los órganos provisionales
de gobierno”.
Por lo tanto, en ese mismo momento, han de aprobarse los Estatutos, en cuanto reglas
de autorregulación de la asociación, que han de comprender los extremos requeridos
por el funcionamiento de una organización (denominación, fines etc.) por lo que son
de gran importancia práctica, pues la ley establece un contenido estatutario mínimo,
que puede verse completado, y en este sentido, el art. 7.1 Ley 1/2002, lo determina en
los siguientes aspectos:
a) La denominación de la asociación, que no podrá ser idéntica ni tan parecida
que pueda generar confusión a la de otras asociaciones ya registradas, o con
denominaciones tradicionalmente reservadas a corporaciones jurídicas
públicas (colegios profesionales, universidad, etc.)
b) El domicilio y ámbito territorial de sus actividades.
c) La duración, cuando no se constituye por tiempo ilimitado.
d) Los fines, que habrán de ser lícitos y determinados, así como las actividades
previstas para su constitución. Tales fines han de ser explicados con detalle
suficiente, y en cuanto a la licitud, la CE se limita a declarar la ilegalidad de las
asociaciones que persigan fines o medios tipificados como delitos, y las
secretas y de carácter paramilitar (art. 22, y 22.5 CE).
e) Los requisitos y modalidades de admisión y baja, sanción y separación de los
asociados, y en su caso, clases de éstos. Podrán incluir también las
consecuencias del impago de las cuotas por parte de los asociados.
f) Los derechos y obligaciones de los asociados.
g) Los criterios que garanticen el funcionamiento democrático de la asociación.
h) Los órganos directivos y representación, su composición, reglas y
procedimientos para la elección de sus miembros, atribuciones, duración,
ceses, formas de deliberar, adoptar y ejecutar los acuerdos, quorum, etc…
i) Régimen de administración, contabilidad y documentación, y fecha de cierre
del ejercicio asociativo.
j) El patrimonio inicial y los recursos económicos de los que podrá hacer uso.
k) Causas de disolución y destino del patrimonio, que no podrá desvirtuar el
carácter no lucrativo de la entidad.
Asimismo, si bien la jurisprudencia del Tribunal Supremo (TS), viene afirmando que la
personalidad jurídica de la asociación nace desde el acto constitutivo de sus
promotores, sin necesidad de inscripción en un registro para ello, el art. 22.3 CE,
establece dicha obligación de inscripción en un registro a efectos de publicidad,
mandato reiterado en el art. 10.1 de la Ley 1/2002, y esta necesidad de publicidad se
da a los efectos de la responsabilidad frente a terceros, pues el art. 15 de la Ley
1/2002, dispone que las asociaciones inscritas responden de sus obligaciones con
todos sus bienes presentes y futuros, así como que los asociados no responden
personalmente de las deudas de la asociación, es decir, la inscripción supone la
separación entre el patrimonio de la asociación y el patrimonio de los asociados.
La inscripción en el Registro Nacional de Asociaciones (RNA) es la que determina la
responsabilidad por deudas frente a terceros, independizando la personalidad jurídica
de la asociación de la de cada uno de sus miembros.
f) Las Fundaciones
-Concepto: Puede ser definida como la personificación de un patrimonio establemente
adscrito a un fin de carácter general. Nuestra CE contempla en su art. 34.1, el derecho
de fundación para fines de carácter general.
-Regulación: Tras la Ley 30/1994, de 24 de noviembre, de fundaciones y de incentivos
fiscales a la participación privada en actividades de interés general, se aprueba la Ley
50/2002, de 26 de diciembre, de Fundaciones, derogando la anterior, y regulando los
incentivos fiscales como materia propia de las fundaciones en otra disposición
diferente (Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de régimen fiscal de las entidades sin fines
lucrativos y de los incentivos fiscales del mecenazgo). La vigente Ley 50/2002,
establece una regulación de carácter general aplicable a cualquier tipo de fundación,
frente a la anterior Ley de 1994, que distinguía entre fundaciones laborales, culturales
y religiosas (aunque ésta última se mantiene).
- La constitución de una fundación: puede efectuarse por personas físicas o jurídicas,
por un acto inter vivos, o mortis causa (a través de un testamento). En este caso, la
fundación no es una estructura abierta, sino que depende de la voluntad del fundador
y los designios que éste le dé a la fundación, incluso los estatutos han de ser
interpretados conforme a la voluntad del fundador , si bien existe un mínimo exigible
que todo fundador debe observar: en primer lugar, que la fundación ha de servir a
fines de interés general para la colectividad, presidida por la idea de altruismo, y pese
a que los Estatutos han de interpretarse conforme a la voluntad del fundador, éste no
tiene la facultad de decisión sobre la suerte de la fundación, debiendo tener en cuenta
lo regulado con carácter general en el art. 39 in fine CC.
De otro lado, dado que la fundación es un patrimonio adscrito a un fin, la dotación
patrimonial es un requisito sine qua non (Sine qua non= que es un requisito
indispensable.) de la existencia de la misma. Así, el art. 12 de la Ley 50/2002, prevé
que: “la dotación… ha de ser adecuada y suficiente para el cumplimiento de los fines
fundacionales” presumiéndose suficiente la dotación con un valor económico que
alcance los 30.000 euros, y en este sentido, no puede considerarse dotación el mero
propósito de recaudar donativos.
- La extinción de las fundaciones: Art. 31 de la ley 50/2002 recoge que: “La fundación
se extinguirá:
a) Cuando expire el plazo por el que fue constituida.
b) Cuando se hubiese realizado íntegramente el fin fundacional.
c) Cuando sea imposible la realización del fin fundacional, sin perjuicio de lo
dispuesto en los artículos 29 y 30 de la presente Ley.
d) Cuando así resulte de la fusión a que se refiere el artículo anterior.
e) Cuando concurra cualquier otra causa prevista en el acto constitutivo o en
los Estatutos.
f) Cuando concurra cualquier otra causa establecida en las leyes”. Debiendo
apuntar que ante la insuficiencia patrimonial de la fundación suele procederse
a la modificación o fusión de fundaciones, que requiere el acuerdo del
patronato y autorización del protectorado.
g) La sociedad civil: acuerdo entre dos o más personas para desarrollar una actividad con
ánimo de lucro.
LA MINORÍA DE EDAD:
Antes de alcanzar los dieciocho años la persona es menor de edad y por tanto no tiene
plena capacidad de obrar, precisando complemento de la capacidad a través de la
patria potestad o tutela.
A pesar de esto, la minoría de edad no implica una absoluta incapacidad para realizar
actos con eficacia jurídica, el menor según va cumpliendo años puede ir adquiriendo
progresivamente de capacidad hasta la mayoría de edad. Así con 12 años puede
consentir su adopción, Art. 177.1 CC por ejemplo.
La Ley 11/1981, de 13 de mayo, modificó varios preceptos del CC relativos al menor,
como p. ej. Art. 154 y ss. CC, reconociendo una cierta capacidad al menor de forma
gradual y paulatina, p. ej. el art. 162.1.3 CC exceptúa de la representación de los
padres de sus hijos menores en: “los actos relativos a los derechos de la personalidad
que el hijo de acuerdo con su madurez, pueda ejercitar por sí mismo”, así como en:
“los relativos a bienes que estén excluidos de la administración de los padres”; el art.
164.3 CC exceptúa de la administración paterna que: “los bienes que el hijo mayor de
dieciséis años hubiera adquirido con su trabajo o industria. Los actos de administración
ordinaria serán realizados por el hijo, que necesitará el consentimiento de los padres
para los que excedan de ella.”, o el art. 317 CC, dispone el consentimiento del menor
con 16 años cuando sus padres pretendan emanciparle.
La LO 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor, resalta la adquisición
gradual de capacidad de obrar de los menores, estableciendo incluso que: “las
limitaciones a la capacidad de obrar de los menores se interpretarán de forma
restrictiva” (art. 2.2), y así ocurre con el reconocimiento de los siguientes derechos a
los menores: al honor, a la intimidad y a la propia imagen (art. 4), a la libertad
ideológica (art. 6), a la libertad de expresión (art. 7), y a ser oídos (art. 9).
LA EMANCIPACIÓN:
Concepto: emancipar o emanciparse equivale a independizar o independizarse de la
patria potestad o de la tutela a la que está sujeto el menor, aunque éste no haya
alcanzado la mayoría de edad, siempre que tenga los 16 años cumplidos.
Causas para emanciparse (art. 314 CC): La mayor edad, la concesión de los que
ejercen la patria potestad y la concesión judicial.
1.-La emancipación por concesión paterna o de los que ejercen la patria
potestad (art. 317 CC): Que el menor haya cumplido 16 años, consentimiento
del menor, habrá de otorgarse en Escritura Pública (EP) ante notario o
mediante comparecencia ante el encargado del Registro Civil, deberá
inscribirse en el Registro Civil (RC) pues sino no produce efectos frente a
terceros. Tal concesión es irrevocable.
2.-La emancipación por concesión judicial (art. 320 CC): Cabe a solicitud del
menor:
2.1. Al menor que haya cumplido 16 años y que lo solicite
expresamente a través de un proceso judicial, debe darse audiencia a
los padres y culmina con una resolución judicial. Además deben de
darse alguno de los supuestos sin los cuales no cabe la emancipación
por esta modalidad:
- Cuando quien ejerce la patria potestad sobre el menor que
solicita su emancipación contrajera nupcias o conviviera
maritalmente con persona distinta del otro progenitor.
- Que los padres del menor vivan separados.
- Que concurra alguna causa que entorpezca gravemente el
ejercicio de la patria potestad.
2.2. Al menor con 16 años pero sujeto a tutela y que también lo
solicitara, solo se requiere que la solicitud tenga fundamento, en este
caso lo que se concede por el juez es el beneficio de la mayor edad
(art. 321 CC). Pero produce iguales efectos que la emancipación.
3. - Vida independiente (art.319 CC): Tener 16 años, llevar vida independiente
(cierta independencia económica del menor), con el consentimiento de padres.
Es el único supuesto de emancipación en que tal concesión es revocable y en
principio no inscribible en el Registro Civil, al contrario que el resto (art. 318
CC).
Efectos (art. 323 CC): Habilita al menor para regir su persona y bienes como si fuera
mayor.
Limitaciones de la capacidad del menor emancipado (art. 323 CC): No puede tomar
dinero a préstamo, gravar o enajenar bienes inmuebles, gravar o enajenar
establecimientos mercantiles o industriales ni gravar o enajenar objetos de
extraordinario valor sin el consentimiento de sus padres y a falta de ambos, sin el de su
curador. Para el resto de los actos, tiene una capacidad plena asimilable a la del mayor
de edad.
Causas de incapacitación (art. 200 CC): Se denomina causas de incapacitación por las
que una persona carece de capacidad de obrar, para todos o solo para algunos actos
Tienen que darse las tres circunstancias que pueden originarla: “las enfermedades o
deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que impidan a la persona
gobernarse por sí misma.”
• Enfermedades o deficiencias físicas o psíquicas
• Persistencia de esas enfermedades o deficiencias (no cabe situación
transitoria o pasajera)
• Falta de autogobierno (que impidan gobernarse a la persona por sí misma)
conlleva por tanto gravedad en la enfermedad o deficiencia.
La declaración judicial de incapacitación: Según dispone el art. 199 CC: “Nadie puede
ser declarado incapaz sino por sentencia judicial en virtud de las causas establecidas en
la Ley”. Los efectos de la sentencia que declara la incapacidad se producen para el
futuro y por tanto no afectan a los actos anteriores del incapaz.
Dentro de este mismo Capítulo de la LEC, el art. 763 LEC regula el internamiento no
voluntario por razón de trastorno psíquico, que requerirá autorización judicial previa al
internamiento, o bien en un plazo de 24 horas posterior al mismo en caso de urgencia,
debiendo si es procedente, ratificar el internamiento el Juez en un plazo máximo de 72
horas, tras haber oído a la persona internada por sí mismo, y al facultativo designado.
La discapacidad: Que una persona tenga una discapacidad no significa que no pueda
gobernarse por sí misma, discapacidad no es equivalente a incapacidad, aunque la
incapacidad sí que implica una discapacidad. En este ámbito ha de destacarse el RDL
1/2013, de 29 de noviembre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley
General de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social,
aprobada en aplicación de lo previsto en la Disposición Final Segunda de la Ley
26/2011, de 1 de agosto de adaptación normativa a la Convención Internacional sobre
los derechos de las personas con discapacidad. Se trata de una norma que tiene por
objeto garantizar el derecho a la igualdad de oportunidades y de trato, así como el
ejercicio real y efectivo de derechos por parte de las personas con discapacidad en
igualdad de condiciones respecto al resto de ciudadanos, mediante la promoción de su
autonomía personal (art. 1).
Por lo tanto, no hay que confundir la solicitud de una minusvalía (es un acto
administrativo que exige que el solicitante tenga unas deficiencias físicas o psíquicas
pero no es preciso que le impidan gobernarse por sí mismo y no priva de la capacidad
de obrar) con la solicitud de incapacitación (que exige sentencia judicial firme, que
concurran los requisitos antes indicados y produce los efectos que se indican
anteriormente).
Por otro lado, el art. 184, en su segundo párrafo, designa como representantes
dativos a la persona solvente de buenos antecedentes que el Letrado de la
Administración designe a su prudente arbitrio, en defecto de las personas
anteriores. Por lo tanto, no ha de tener relación familiar y su nombramiento es
subsidiario, aplicándosele los preceptos reguladores de la tutela, causas de
inhabilidad, excusa y remoción de los tutores (art. 185.2 CC).
Reaparición del declarado fallecido (art. 197 CC): “Si después de la declaración
de fallecimiento se presentase el ausente o se probase su existencia, recobrará
sus bienes en el estado en que se encuentren y tendrá derecho al precio de los
que se hubieran vendido, o a los bienes que con este precio se hayan
adquirido, pero no podrá reclamar de sus sucesores, rentas, frutos, ni
productos obtenidos con los bienes de su sucesión, sino desde el día de su
presencia o de la declaración de no haber muerto.”. Desde el punto de vista
personal, recuperará la patria potestad sobre sus hijos, aunque respecto a su
ex cónyuge deberá de volver a celebrarse el matrimonio (Lasarte).
a) Los celebrados por personas sometidas a tutela son nulos de pleno derecho,
pues deberían de haber actuado a través de su representante: el tutor.
b) Los celebrados por personas a quienes se ha asignado curador o defensor
judicial, son anulables (art. 293 CC).
c) Los actos y contratos celebrados por el tutor sin contar con la autorización
judicial, cuando ésta sea preceptiva, serán nulos (art. 271 CC).
6.2 LA TUTELA
Personas sujetas a tutela (art. 222 CC):
- Los menores no emancipados que no estén bajo la patria potestad.
- Los incapacitados, cuando la sentencia lo haya establecido.
- Los sujetos a la patria potestad prorrogada, al cesar ésta, salvo que proceda la
curatela.
- Los menores que se hallen en situación de desamparo.
Régimen jurídico: El amplio régimen jurídico contenido en el CC (art. 222 a 285 CC), es
aplicable en términos generales con carácter supletorio a la curatela (art. 291.1 CC) y al
defensor judicial (art. 301 CC).
Las causas de inhabilidad para la designación de tutor: El tutor debe ser mayor de edad y
hallarse en pleno ejercicio de sus derechos civiles, no podrá concurrir en él ninguna de las
causas de inhabilidad, son aquellas circunstancias que fija la ley como excluyentes del posible
nombramiento, y que se encuentran relacionadas en los arts. 243, 244 y 245 CC, conformes a
los cuales, no podrán ser tutores:
1º- Los que estuvieran privados o suspendidos en el ejercicio de la patria
potestad o total o parcialmente de los derechos de guarda y educación, por
resolución judicial.
2º- Los que hubieren sido legalmente removidos de una tutela anterior.
3º- Los condenados a cualquier pena privativa de libertad, mientras estén
cumpliendo condena.
4º- Los condenados por cualquier delito que haga suponer fundadamente que
no desempeñarán bien la tutela.
5º- Las personas en quienes concurra imposibilidad absoluta de hecho.
6º- Los que tuvieren enemistad manifiesta con el menor o incapacitado.
7º.- Las personas de mala conducta o que no tuvieren manera de vivir
conocida.
8º.- Los que tuvieren importantes conflictos de intereses con el menor o
incapacitado, mantengan con el pleito o actuaciones sobre el estado civil o
sobre la titularidad de los bienes, o los que le adeudaren sumas en
consideración.
9º.- Los quebrados y concursados no rehabilitados, salvo que la tutela lo sea
solamente de la persona.
10º.- Los excluidos expresamente por los padres en testamento, salvo que el
Juez en resolución motivada estime otra cosa en beneficio del menor o
incapacitado.
Motivos de excusa para ser nombrado tutor (art. 251 CC): Como principio general el cargo de
tutor resulta obligatorio, pero el CC prevé que: “por razones de edad, enfermedad,
ocupaciones personales o profesionales, por falta de vínculos de cualquier clase entre tutor y
tutelado o por cualquier otra causa, resulte excesivamente gravoso el ejercicio del cargo. Las
personas jurídicas podrán excusarse cuando carezcan de los medios suficientes para el
adecuado desempeño de la tutela.”. La concurrencia de uno de estos motivos habrá de
formularse en el plazo de los 15 días siguientes desde que tiene conocimiento de su
nombramiento, salvo que la causa se produjera sobrevenida mente cuando ya hubiere
comenzado a desempeñar el cargo. Admitida por el juez la excusa se procederá a nombrar
otro tutor.
La remoción del cargo de tutor: equivale al cese como tutor de la persona que previamente
había sido nombrada judicialmente (art. 249 CC: procedimiento de remoción), el CC, concede
legitimación activa, además de al MF, a cualquier persona interesada y el Juez de oficio,
siempre que concurran las circunstancias previstas en el art. 247 CC: “los que incurran en
causa legal de inhabilidad, o se conduzcan mal en el desempeño de la tutela por
incumplimiento de los deberes propios del cargo o por notoria ineptitud de su ejercicio, o
cuando surgieran problemas de convivencia graves y continuados.”. La remoción ha de
distinguirse de la extinción de la tutela, que supone la desaparición de las causas que
justificaron su existencia. Declarada judicialmente la remoción, habrá de procederse al
nombramiento de un nuevo tutor.
Rendición de cuentas de la tutela: Extinguida la tutela, el tutor debe rendir cuentas lo que ha
sido el ejercicio de su cargo mediante “cuenta general justificada de su administración ante la
autoridad judicial” (art. 279 y ss CC).
Obligaciones sobre el ejercicio de la tutela (arts. 268 a 270 CC): El tutor será el representante
del menor o incapacitado, salvo en los actos que pueda realizar por sí mismo (ya sea por
disposición legal expresa o porque lo recoja la sentencia de incapacitación). El tutor está
obligado a velar por el tutelado, debe procurar alimentos al tutelado, educación, promover la
recuperación o adquisición de la capacidad, e informar al Juez anualmente sobre la situación
del menor y rendir cuentas de su administración. Teniendo derecho a una retribución, si el
patrimonio del tutelado lo permite, que será fijada por el Juez (art. 274 CC).
6.3 LA CURATELA
La curatela únicamente se ciñe a la vertiente patrimonial y no personal a diferencia de la tutela
que abarca ambas vertientes. El curador, persona física o jurídica, simplemente complementa
una capacidad de obrar limitada en el aspecto económico, pero no es el representante del
curatelado. Son aplicables a los curadores las normas sobre nombramiento, inhabilidad, excusa
y remoción de los tutores.
Clases de curatela:
- Curatela propia: que corresponde a los supuestos de hecho que determina sólo el
nacimiento de la curatela y que están previstos en el art. 286 CC:
1. Los emancipados cuyos padres fallecieren o quedaran impedidos para el
ejercicio de la asistencia prevenida por la ley.
2. Los que obtuvieren el beneficio de la mayor edad.
3. Los declarados pródigos.
En estos casos, las funciones del curador se deben considerar limitadas a “los actos
que los menores o pródigos no puedan realizar por sí solos” (art. 288 CC). Es decir, el
curador debe prestar su asistencia en sentido técnico, pero no sustituye la voluntad de
la persona sometida a tutela.
- Curatela impropia (art. 287 CC): “igualmente procede la curatela para las personas a
quienes la sentencia de incapacitación, o en su caso, la resolución judicial que la
modifique coloquen bajo esta forma de protección en atención a su grado de
discernimiento.”, es decir, en este caso, depende de la valoración judicial, y las
funciones del curador consistirán en la asistencia para aquellos actos que
expresamente imponga la sentencia (arts. 289 y 290 CC).
Acogimiento familiar (arts. 172 a 174 CC): Protección de menores en caso de situación de
desamparo, aquella que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o
inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de
los menores cuando estos queden privados de la necesaria asistencia moral o material
(económica).
Tutela por la entidad pública (art. 172 CC): establece la obligatoriedad por ley para la entidad
pública con funciones encomendadas de protección de menores, de asumir la tutela de un
menor que constate en situación desamparo y deberá adoptar las medidas de protección
necesarias para su guarda, poniéndolo en conocimiento del Ministerio Fiscal y, en su caso, del
juez que acordó la tutela ordinaria. La resolución administrativa (no judicial) que declare la
situación de desamparo y las medidas adoptadas deberá notificarse en legal forma a todos los
implicados (los progenitores, tutores o guardadores y al menor afectado si tuviese suficiente
madurez y en todo caso al menor mayor de 12 años en un lenguaje comprensible y claro) en
un plazo máximo de 48 horas. La asunción de la tutela atribuida a la entidad pública lleva
consigo la suspensión de la patria potestad o de la tutela ordinaria. Sin embargo, los actos de
contenido patrimonial realizados por los progenitores o tutores en representación del menor y
que sean en interés de éste serán válidos. La entidad pública y el Ministerio Fiscal podrán
promover, la privación de la patria potestad y la remoción de la tutela.
Plazo para solicitar el cese de la suspensión (art. 172.2 CC): se dispone del plazo máximo de 2
años desde la notificación de la resolución administrativa por la que se declare la situación de
desamparo, para solicitar el cese de la suspensión de la patria potestad o de la tutela y la
revocación de la situación de desamparo del menor, por quienes se vieron privados de ella,
siempre que hubieren cambiado las circunstancias que la determinaron y se encuentren en
condiciones de asumir nuevamente la patria potestad o la tutela. Durante dicho plazo,
también puede oponerse a las decisiones que se adopten respecto a la protección del menor.
En caso contrario y habiendo transcurrido dicho plazo, perderán el derecho de solicitar u
oponerse a las medidas de protección adoptadas por la entidad pública de protección del
menor, pudiendo hacerlo únicamente el MF. Así mismo, la entidad pública podrá incluso
adoptar la propuesta de adopción del menor si existe un pronóstico fundado de imposibilidad
definitiva de retorno a la familia de origen.
Guarda provisional (art. 172.4 CC): Prevé la guarda provisional de un menor por la entidad
pública en la obligación de prestar atención inmediata, que deberá comunicarse al MF, para la
práctica de las oportunas diligencias urgentes de investigación. Pudiendo promoverse la tutela
del menor a favor de las personas relacionadas con el mismo y en interés de éste.
Desaparición de las causas que motivaron la declaración de desamparo del menor (art. 172.5
CC): En caso de desaparición de las causas que motivaron la declaración de desamparo del
menor:
- Que el menor es trasladado voluntariamente a otro país.
- Que el menor se encuentra en otra Comunidad Autónoma cuya entidad pública
hubiere dictado resolución sobre declaración de situación de desamparo y asumido su
tutela o medida de protección correspondiente o entendiera que no es necesario
adoptar medida alguna conforme a la situación del menor.
- Que hayan transcurrido seis meses desde que el menor abandonó voluntariamente el
centro de protección y está en paradero desconocido, la entidad pública cesara en la
tutela que ostente.
Situación por la cual son los propios progenitores los que, por circunstancias graves y
transitorias, solicitan a la entidad pública que asuma la guarda de los menores (art. 172 bis
CC): Esta guarda tendrá un plazo máximo de dos años, transcurrido el cuál sino puede regresar
con sus padres por persistir las causas que motivaron el acogimiento, será declarada la
situación legal de desamparo. Y el último supuesto (art. 172 bis.2 CC), es aquel por el que la
entidad pública asume la guarda de un menor por acuerdo del Juez que los casos que
legalmente proceda.
CARACTERES:
1.- La esencialidad o inherencia a la persona: es decir, los derechos de la personalidad
son inherentes a la persona, lo que conlleva diversas consecuencias; como que los
derechos de la personalidad corresponden a todo ser humano por el mero hecho de
serlo, sin necesidad de circunstancias, requisitos o situaciones sociales de orden
complementario, que los ha llevado a denominarse también como derecho innatos.
2.- La condición de derechos personalísimos: La referencia constitucional de derechos
inherentes a la persona puede ser parcialmente identificada con la categoría de
derechos personalísimos, es decir, aquellos que debe ejercitar necesariamente su
titular, sin posibilidad de transmitirlos o enajenarlos a otra persona. todos los derechos
de la personalidad son personalísimos, pero no todos estos son derechos de la
personalidad (P. ej. ejercicio de la patria potestad; es personalísimo pero no de la
personalidad). Pues los derechos personalísimos gozan de una serie de características
generales como la inalienabilidad (que no se pueden enajenar) , indisponibilidad,
irrenunciabilidad e imprescriptibilidad.
3.- El deber general de respeto: Dado que la dignidad de la persona y el libre desarrollo
de la personalidad, constitucionalmente hablando, constituyen fundamento básico de
la convivencia ciudadana, es evidente que los derechos de la personalidad deben ser
objeto de respeto general. Es decir, si son conculcados o desconocidos, su titular
puede ejercitarlos y reclamar su protección frente a todos (erga omnes).
4.- La extrapatrimonialidad: Por cuanto los derechos los derechos la personalidad, en sí
mismos considerados, deben ser excluidos del “comercio de los hombres” (p. ej. Art.
1271.1 CC: “pueden ser objeto de contrato todas las cosas que no están fuera del
comercio de los hombres, aun las futuras”.), porque carecen de valoración económica
concreta. No se pueden expropiar, embargar, ni ejercitar por otro.
LAS LIBERTADES
La verdadera existencia de un Estado de Derecho se evidencia en el reconocimiento de la
libertad de los ciudadanos, de ahí que el párrafo 2º del art. 9 CE disponga que: “Corresponde a
los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y
de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o
dificulten su plenitud y facilitar la política económica, cultural y social”. En congruencia con
ello, la propia CE contempla diversas manifestaciones de la libertad a lo largo de su articulado:
1.- La libertad religiosa y de culto (art. 16 CE) desarrollado por Ley Orgánica.
2.- La libertad personal (art. 17 CE), en cuya virtud nadie puede estar sometido a
detención preventiva por plazo superior a 72 horas sin ser puesto a disposición judicial,
lo que se garantiza por el procedimiento denominado habeas corpus, regulado por LO.
Desde la perspectiva jurídico-civil, puede completarse con que nadie puede quedar
vinculado contractualmente con otra persona de forma tal que su libertad quede
excluida de forma vitalicia (art. 1583 in fine CC: el arrendamiento hecho por toda la
vida es nulo).
5.- La libertad de producción y creación literaria, artística, científica y técnica (art. 20.1
b) CE) (propiedades industriales e intelectual).
6.- La libertad de cátedra (art. 20.1.c) CE) desarrollada por el art. 3 de la LO.
7.- La libertad informativa (art. 20.1.d) CE), que recibe el oportuno contrapeso por la
LO 2/1984, de 26 de marzo, reguladora del derecho de rectificación, en cuya virtud:
“toda persona, natural o jurídica, tiene el derecho de rectificar la información
difundida, por cualquier medio de comunicación social, de hechos que la aludan, que
considere inexactos y cuya divulgación pueda causarle perjuicios” (art. 1).
La LO 1/82, subraya que las ideas sobre el honor, la intimidad y la imagen son contingentes y
variables, dependiendo del momento y de las circunstancias sociales de cada época. A esta
idea responde el art. 2 de la ley conforme al cual: “la protección civil del honor, de la intimidad
y de la propia imagen quedará delimitada por las leyes y por los usos sociales, atendiendo al
ámbito que, por sus propios actos, mantenga cada persona reservado para sí misma o su
familia”. De aquí cabe destacar las siguientes cuestiones:
- Los criterios generales para acceder a dicho análisis son de dos tipos: generales y de
carácter objetivo, y de otro de carácter más subjetivo:
- Los criterios objetivos vienen determinados por las propias leyes vigentes y
por los usos sociales de carácter general, que delimitan la protección del
honor, intimidad e imagen.
En términos positivos puede definirse el honor como la estimación y el respeto que la persona
se profesa a sí misma y que le reconozca la comunidad en la que se desenvuelve.
De otro lado, la intimidad personal (y familiar, en su caso) debe de identificarse con el ámbito
de actuación de cualquier persona (y familia) intrascendente para los demás y que debe ser
respetado por todos. Es decir, la intromisión en el circulo privado de cualquier persona, o
revelación pública de datos íntimos, deben considerarse conductas atentatorias contra la
intimidad personal.
Por su parte, el derecho a la propia imagen significa que para hacer pública la representación
gráfica de una persona mediante cualquier procedimiento técnico de reproducción es
necesario contar con su consentimiento.
Cuando se realice el tratamiento de imágenes con fines de seguridad a través de los diversos
sistemas existentes de captación, debe valorarse en primer lugar la legitimación para utilizar
dichos sistemas de captación. El Reglamento general de protección de datos (RGPD) establece
varios supuestos en su artículo 6 que legitiman el tratamiento de datos de carácter personal,
entre los que se encuentra permitir el tratamiento cuando sea necesario para el cumplimiento
de una misión de interés público Por lo tanto, y puesto que la finalidad de la videovigilancia
consiste en garantizar la seguridad de personas, bienes e instalaciones, el interés público
legitima dicho tratamiento.
Doble nacionalidad: El art. 11.3 CE prevé que el Estado podrá concertar tratados de doble
nacionalidad con los países iberoamericanos o con aquellos que hayan tenido o tengan una
particular vinculación con España. En esos mismos países, incluso cuando ellos no reconozcan
a sus ciudadanos un derecho recíproco, los españoles podrán adquirir la nacionalidad sin
perder su nacionalidad de origen española. Entre esos países se encuentran Chile, Perú y
Paraguay, Uruguay, Guatemala, Nicaragua y Bolivia, Ecuador y Costa Rica, Honduras….
8.3. EL DOMICILIO
El art. 18 CE recoge la inviolabilidad del domicilio, que se identifica con la vivienda en la que
reside la persona, para garantizar que, salvo flagrante delito, nadie puede penetrar en ella sin
autorización judicial o consentimiento del propio interesado. Por otra parte, el art. 19 CE
reconoce a los españoles el “derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el
territorio nacional”. El CC regula el domicilio en sus arts 40 el domicilio de las personas físicas y
41 el domicilio de las personas jurídicas. En esta línea, el art. 40.1 CC establece que “Para el
ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones civiles, el domicilio de las
personas naturales es el lugar de su residencia habitual, y en su caso, el que determine la LEC”.
Este enfoque, ha generado que la doctrina distinga entre los siguientes tipos de domicilios:
- El domicilio real o voluntario: Este sería el domicilio identificado al comienzo del art.
40.1 CC, considerado como domicilio real en cuanto se asienta en la circunstancia de
ser una derivación de la residencia efectiva, como domicilio voluntario, dado que la
fijación del lugar de residencia depende exclusivamente de la voluntad de la persona.
Es la residencia habitual.
El art. 41CC regula el domicilio de las personas jurídicas: Cuando ni la ley que las haya creado o
reconocido, ni los estatutos o las reglas de fundación fijaren el domicilio de las personas
jurídicas, se entenderá que lo tienen en el lugar en que se halle establecida su representación
legal, o donde ejerzan las principales funciones de su instituto. Por lo tanto, en primer lugar
será el domicilio de las corporaciones, asociaciones o fundaciones el establecido por la ley que
las haya creado o reconocido, los estatutos o las reglas de fundación. En su defecto el lugar
donde se encuentre su representación legal o donde ejerzan la principales funciones.
- La edad desde una doble perspectiva: la mayor edad porque otorga plena capacidad
de obrar a quien la alcanza; la menor edad a sensu contrario.
Siguiendo a Lasarte, las restantes situaciones de las personas no deberían ser consideradas
estados civiles por su carácter transitorio en relación con la capacidad de obrar, como por
ejemplo; la ausencia declarada o el desempeño de cargos y funciones, como la patria potestad
o el ejercicio de la representación legal. Cabe añadir que la cuestión del estado civil carece de
importancia, dado que su finalidad es simplemente descriptiva, para referirse a extremos
relacionados con la persona que puedan afectar a su dignidad conectado con el principio de
igualdad (arts. 10 y 14 CE), es decir, se trata de un concepto que se mantiene heredado del
derecho romano y la sociedad estamental, que precedió a la construcción del derecho civil
contemporáneo, desde la Revolución Francesa y la Codificación. Actualmente, nuestro CC y
LEC utilizan la expresión estado civil en diversos artículos, como el 9.1 CC.
El REGISTRO CIVIL:
a) RC como oficina pública, formado por las oficinas generales, la oficina central y las
oficinas consulares.
2. El Registro Civil tiene por objeto hacer constar oficialmente los hechos y actos que
se refieren al estado civil de las personas y aquellos otros que determine la presente
Ley.
El artículo 4 de la Ley señala que tienen acceso al Registro Civil los hechos y actos que
se refieren a la identidad, estado civil y demás circunstancias de la persona. Son, por
tanto, inscribibles, en este sentido la numeración es un número clausus:
1. El nacimiento.
2. La filiación.
3. El nombre y los apellidos y sus cambios.
4. El sexo y el cambio de sexo.
5. La nacionalidad y la vecindad civil.
6. La emancipación y el beneficio de la mayor edad.
7. El matrimonio. La separación, nulidad y divorcio.
8. El régimen económico matrimonial legal o pactado.
9. Las relaciones paterno-filiales y sus modificaciones.
10. La modificación judicial de la capacidad de las personas, así como la que
derive de la declaración de concurso de las personas físicas.
11. La tutela, la curatela y demás representaciones legales y sus
modificaciones.
12. Los actos relativos a la constitución y régimen del patrimonio protegido de
las personas con discapacidad.
13. La autotutela y los apoderamientos preventivos.
14. Las declaraciones de ausencia y fallecimiento.
15. La defunción
c) Inmuebles por analogía: Según el art. 334.10 del CC son bienes inmuebles las
concesiones administrativas de obras públicas y las servidumbres y demás derechos
reales sobre bienes inmuebles. Atendiendo a su carácter incorporal, los autores
actuales dudan de que los derechos puedan ser calificados como bienes, mucho más
distinguir entre bienes inmuebles y bienes muebles, atendiendo a la naturaleza del
bien sobre el que recae el derecho.
d) Bienes muebles: Son todos aquellos bienes que no se encuentran relacionados en el
artículo 334CC y, se pueden transportar de un punto a otro sin menoscabo de la cosa
inmueble a que estuvieren unidos (335 CC). Cuando entre el mueble e inmueble exista
una verdadera adherencia o inseparabilidad estamos ante un inmueble por
incorporación, en caso contrario, se tratará de un bien mueble, por existir una unión
meramente pasajera o temporal.
El CC considera también bienes muebles por analogía a determinados derechos entre los que
se encuentran “las rentas o pensiones, sean vitalicias o hereditarias”.
Según su consumo:
Según su sustitución:
Fungibles: aquellas que pueden sustituirse por otras en caso de ser necesario,
dado que son entre sí homogéneas o equivalentes (un libro, el dinero, un
coche, cinco litros de aceite).
Infungibles: los que no se pueden sustituir por otros (un libro dedicado por su
autor para alguien en concreto, una obra de arte).
El dinero, como tal, es una cosa material, representada por papel moneda o
por monedas fraccionadas, de naturaleza absolutamente fungible, y por lo
tanto sustituible en las relaciones jurídicas. En casos excepcionales puede
considerarse infungible, cuando por cualquier circunstancia, la numeración y
otros signos alcancen valor de coleccionista (o como prueba en un juicio).
Según su división:
Según su relación:
Cosas simples: son aquellas que, una vez formadas (natural o artificialmente)
traen consigo la imposibilidad de fragmentar los diversos elementos de la cosa
sin provocar de forma simultánea la destrucción de la propia cosa simple (p. ej.
una hoja de papel, un pan).
Las cosas compuestas: se caracterizan por estar formadas por la adición de una
serie de cosas simples, pero susceptibles de separación (p. ej. automóvil).
Los bienes de dominio público (art. 338 y 339 CC): Los destinados al uso
público, como los caminos, canales, ríos, torrentes, puertos y puentes
construidos por el Estado, las riberas, playas, radas y otros análogos. Los que
pertenecen privadamente al Estado, sin ser de uso común, y están destinados
a algún servicio público o al fomento de la riqueza nacional, como las murallas,
fortalezas y demás obras de defensa del territorio, y las minas, mientras que
no se otorgue su concesión.
Bienes demaniales y bienes patrimoniales Los bienes y derechos que pertenecen a los
entes públicos pueden serlo como:
Los frutos
Fruto es todo rendimiento o producto que genera cualquier cosa, sin perder su propia
individualidad y sustancia. Puede hablarse de bienes (o cosas) fructíferos y no fructíferos,
división que tiene un valor fundamentalmente descriptivo, pues el problema radica en
determinar a quién corresponden los frutos de una cosa; Los frutos pertenecen al propietario
de la cosa principal (o fructífera).
1. Frutos naturales son las producciones espontáneas de la tierra, y las crías y demás
productos de los animales. P. ej. Frutos de un árbol.
2. Frutos industriales son los que producen los predios de cualquiera especie a
beneficio del cultivo o del trabajo.
3. Frutos civiles, tienen tal carácter: El alquiler de los edificios, el precio del
arrendamiento de tierras y el importe de las rentas perpetuas, vitalicias u otras
análogas. Son denominados o calificados así, para resaltar que no son productos que
se deriven directamente de la cosa, sino “como consecuencia de haberla hecho objeto
de una relación jurídica de la que nace el derecho a obtener el fruto”. P. ej. Intereses.
a) Los frutos son bienes que llegan a tener independencia y propia autonomía
desde el momento en que son separados de la cosa matriz (las frutas o los
intereses de una cantidad depositada en el banco).
b) Sólo se entienden por frutos los beneficios o productos de una cosa que se
generen conservando la cosa matriz su propia sustancia y funcionalidad
económica (el peral sigue siendo tal y la cantidad sigue íntegra).
Tipos de patrimonios:
5) El patrimonio digital: Según Alberto Díaz, puede definirse el patrimonio digital como
“el conjunto de bienes, derechos y obligaciones de un usuario, independientemente de
su representación en el ciberespacio, que podrán reflejar contenido económico y que
constituyen una universalidad jurídica, mismo que debe ser atribuible a las persona
física o moral que cuenta con capacidad de goce y ejercicio para interactuar en la red
de redes”.
De tal forma que, si deseamos conocer el parentesco de A con sus ascendientes, o con
sus descendientes, se aplica la regla del art. 918 CC, en cuya virtud, hay tantos grados
como personas, descontando una.
Por otro lado, el cálculo de la línea colateral requiere localizar el tronco común de las
personas cuyo parentesco se desea conocer. Por ejemplo, dos hermanos estarán en
segundo grado de línea colateral (se sube al tronco común que son sus padres y
después se baja a su hermano, tres personas en total, descontando una):
En el caso del parentesco entre los primos carnales, se encuentran en cuarto grado de
la línea colateral:
Como último ejemplo, los primos segundos, es decir, los hijos de los primos carnales
están en sexto grado de la línea colateral:
CLASES DE FILIACIÓN
Tal y como se ha adelantado, el art. 108 CC, establece que la filiación puede tener lugar por
naturaleza y por adopción, la primera puede ser matrimonial y no matrimonial.
En primer lugar, la filiación por naturaleza presupone una relación biológica entre el padre y el
hijo, que posibilita su determinación legal y el correspondiente acceso al Registro Civil. La
atribución de la cualidad de matrimonial depende de diversos factores según una serie de
preceptos legales que son apuntados por Serrano como los siguientes:
- Cuando el hijo es concebido y nace durante el periodo de vigencia matrimonial (art.
108 CC).
- Cuando es concebido antes de la celebración del matrimonio, pero nace después de
ésta (art. 116 CC).
- Cuando es concebido durante el matrimonio, pero nace tras su disolución, si el
nacimiento se produjo antes de los 300 días siguientes a dicha circunstancia (art. 116
CC).
- Cuando los padres contraen matrimonio tras el nacimiento del hijo (art. 119 CC).
Como resulta obvio, el hijo extramatrimonial es aquél que nace cuando sus padres no están
casados entre sí.
Cabe citar la filiación por adopción, que surge de la realización de dicho acto jurídico, con la
consiguiente virtualidad de crear una relación de filiación similar a la fundada en lazaos de
sangre, con idénticos efectos jurídicos de parentesco entre la familia adoptante y el hijo
adoptivo.
En último lugar, debe hacerse mención a la filiación del hijo concebido mediante técnicas de
reproducción asistida. Éstas se encuentran reguladas en la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre
técnicas de reproducción humana asistida, cuyo artículo 7 remite a la normativa vigente lo
relativo a la filiación que, como se deduce, pertenece a la filiación por naturaleza.
Cabe citar la situación jurídica respecto de la filiación en cuanto a la denominada maternidad
por sustitución se refiere, pues a día de hoy, el uso de dicha técnica se encuentra prohibida en
nuestro país (art. 10 Ley 14/2006), sin embargo, la disparidad de régimen jurídico a nivel
internacional sobre materia, ha derivado en la necesidad de emitir un criterio, respecto de la
filiación de aquellos menores que eran traídos por españoles como sus hijos desde un país
extranjero en que tal práctica está permitida. A este respecto, y sin desdeñar la complejidad
que entraña dar una solución jurídica en tales supuestos, fundamentalmente de cara a la
protección debida del menor de edad, la Dirección General de los Registros y del Notariado,
permitía en su Resolución de 5 de octubre de 2010, la inscripción de la filiación en estos casos,
siempre que esté previamente autorizada mediante resolución judicial que determine dicha
filiación. Cabe advertir que ya El Tribunal Europeo de Derechos Humanos argumentó en su
Sentencia de 24 de junio de 2014, que negar el reconocimiento biológico en estos casos atenta
contra el art. 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos, reconocedor del derecho
fundamental a la vida privada. Y en esta línea, se pronunció posteriormente nuestro TS, en
Sentencia en Pleno, de 15 de enero de 2014.
LA DETERMINACIÓN DE LA FILIACIÓN
Régimen contenido en el art. 115 CC, según el cual la filiación matrimonial quedará
determinada legalmente, bien por la inscripción del nacimiento, junto con la del matrimonio
de los padres, o bien por sentencia firme.
Respecto al primero de los modos, se establece una presunción de que el hijo es matrimonial,
que facilita la prueba de la paternidad, como contiene el citado art. 116 CC, es decir, si el hijo
nace tras la celebración del matrimonio y antes de los trescientos días siguientes a su
separación, se presume iuris tantum que el padre es el marido de la madre. Dicha prueba en
contrario sobre tal presunción cabe a través del ejercicio de las acciones de impugnación de la
filiación, y en esta línea, el art. 117 CC, permite al marido de la madre, destruir la presunción
de paternidad mediante declaración auténtica, si el hijo naciere dentro de los ciento ochenta
días siguientes a la celebración del matrimonio, y tal declaración se formaliza dentro de los seis
meses siguientes al conocimiento del parto. Ello, salvo ciertas excepciones, como el
reconocimiento de la paternidad o el conocimiento previo a la celebración del matrimonio, del
embarazo. Sin embargo, el marido, también podrá instar una acción de impugnación de la
paternidad para el supuesto de no poder acogerse a la opción del art. 117 CC.
Según dispone el art. 156 CC, la patria potestad será ejercida por ambos progenitores de forma
conjunta, o por uno de ellos con el consentimiento del otro, siendo también válidos los actos
realizados por uno de ellos según las circunstancias, la situación de urgencia, etc. (p. ej. la
autorización de una intervención quirúrgica de tipo urgente al menor).Y en caso de desacuerdo
entre los progenitores, la decisión se trasladará al Juez, pudiendo incluso atribuir total o
parcialmente a uno de los progenitores el ejercicio de la patria potestad, durante un plazo no
superior a dos años (en relación con el ejemplo anterior: la divergencia de criterio entre ambos
progenitores respecto de un tratamiento médico a seguir por el menor)
También podrá ejercer la patria potestad uno de los progenitores de forma exclusiva en los
siguientes casos: por ausencia, incapacidad o imposibilidad del otro progenitor, o en caso de
separación de los padres según la decisión judicial adoptada al respecto.
Asimismo, existen una serie de supuestos que implican la exclusión de la patria potestad,
regulados en el art. 111 CC, que son: cuando el progenitor haya sido condenado a causa de las
relaciones a que obedezca la generación, según sentencia penal firme, o cuando la filiación
haya sido determinada judicialmente contra su oposición. Si bien, quedan a salvo la obligación
del progenitor de prestar alimentos al hijo (que se verá en una epígrafe posterior), así como la
del hijo de ostentar el apellido de dicho progenitor, salvo que él mismo lo solicite.
Por otro lado, y en cuanto a quienes están sometidos a dicha patria potestad de los padres,
son los hijos con las siguientes condiciones:
- Que sean menores de edad y no estén emancipados (art. 154 CC). Hasta la mayoría
de edad o la emancipación.
1º. Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una
formación integral.
Si los hijos tuvieren suficientes madures deberán ser oídos siempre antes de adoptar
decisiones que les afecten. Los progenitores podrán, en el ejercicio de su función,
recabar el auxilio de la autoridad.”
La precitada reforma del año 2015 sobre este artículo supuso la supresión de la potestad que
se concedía a los padres para corregir razonable y moderadamente a los hijos, es decir el
mantenimiento de un principio de autoridad de los padres sobre los hijos.
Una de las funciones atribuida a los padres que ostenten la patria potestad, sobre la que
mayor énfasis pone el CC, es la de representación legal de sus hijos (art. 162 CC). Debido, como
ya sabemos, a la falta de capacidad de obrar de los menores en el tráfico jurídico, si bien, con
determinadas excepciones enumeradas en el art. 162 CC (también reformado por la LO
1/2015), y que son las siguientes:
1º. Los actos relativos a los derechos de la personalidad que el hijo, de acuerdo con su
madurez, pueda ejercitar por sí mismo (p.ej. consentimiento a tratamientos médicos
según regula la Ley 41/2002, de 21 de noviembre, reguladora de la autonomía del
paciente, y derecho y obligaciones en materia de información y documentación
clínica). No obstante, los responsables parentales intervendrán en estos casos en
virtud de sus deberes de cuidado y asistencia.
2º. Aquellos en que exista conflicto de intereses entre los padres y el hijo. En cuyo
caso, se nombrará al menor un defensor que represente al menor en juicio y fuera de
él, así como si los progenitores tienen un interés opuesto al del hijo (art. 163 CC). Esta
figura del defensor judicial es llevada cabo por el Ministerio Fiscal.
3º. Los relativos a bienes que estén excluidos de la administración de los padres.
Para celebrar contratos que obliguen al hijo a realizar prestaciones personales se requiere el
previo consentimiento de este si tuviere suficiente juicio, sin perjuicio de lo establecido en el
art. 158 CC.
Respecto al contenido patrimonial del ejercicio de la patria potestad (arts. 164 a 168 CC), cabe
destacar que siempre pertenecen al hijo tanto los bienes adquiridos por éste, como los frutos
de los mismos (art. 165 CC), así como que no todos los bienes de los hijos están sujetos a la
administración de los progenitores. Y si bien la regla general es esa; es decir, que los bienes de
los hijos serán administrador por los progenitores que ejerzan la patria potestad, el art. 164 CC
regula las siguientes excepciones:
1º. Los bienes adquiridos por título gratuito por el propio hijo, cuando el disponente
los hubiere ordenado de forma expresa (regla contenida también en el art. 227 CC).
2º. Los adquiridos por sucesión en que uno de los progenitores o ambos, han sido
justamente desheredados, o no pudieren heredar por concurrir en causa de
indignidad, en cuyo caso, tales bienes serán administrados por quien designare el
causante, por el otro progenitor o por un administrador designado judicialmente. 3º.
Los bienes que el hijo mayor de 16 años haya adquirido con su trabajo o industria. Si
bien, respecto de aquellos actos de administración que excedan de lo ordinario, el hijo
necesitará el consentimiento de los padres.
Además de la facultad de administración de los padres sobre los bienes de los hijos, también
gozan de facultad de disposición sobre los mimos, que, si bien no consta regulado
expresamente en el CC, si se deduce del contenido del art. 166 del mismo Código. Y en este
sentido, los padres no pueden renunciar a derechos de los hijos, ni enajenar o gravar sus
bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o industriales, entre otros, sino por causas
justificadas de utilidad o necesidad, y previa autorización judicial, con audiencia del Ministerio
Fiscal (como defensor de los intereses del menor). Los padres también necesitarán
autorización del Juez para repudiar una herencia o legado (bien específico que se lega a favor
de una persona en testamente) a favor del hijo, pues en caso contrario, la herencia solo podrá
ser aceptada a beneficio de inventario (es decir, que sólo se acepta el remanente que queda
de una herencia tras haber liquidado las deudas de la misma con los bienes de la misma). Sin
embargo, no es necesaria dicha autorización judicial, si el menor tiene dieciséis años cumplidos
y consiente en documento público (escritura pública otorgada ante Notario) para todos estos
casos anteriores, ni tampoco, en ningún caso será necesaria autorización judicial, para que los
progenitores puedan enajenar valores mobiliarios si su importe se reinvierte en bienes o
valores seguros (por ejemplo; un cuadro de determinado valor, heredado por el hijo, cuyo
importe de la venta se ingresa en una cuenta bancaria de ahorro para sus estudios
universitarios).
La administración de los padres sobre los bienes de los hijos puede estar sujeta a rendición de
cuentas, a la finalización de la patria potestad, y si de la misma, se acreditare una pérdida o
deterioro de los bienes por dolo o culpa grave, los progenitores responderán por los perjuicios
sufridos (art. 168 CC).
Respecto al contenido de la patria potestad en relación con los hijos, el art. 155 CC, establece
que los hijos deben de obedecer a sus padres, así como contribuir equitativamente, según sus
posibilidades, al levantamiento de las cargas familiares mientras convivan, contribución
respecto de la que cabe posterior rendición de cuentas (art. 165 CC).
PRÓRROGA Y EXTINCIÓN DE LA PATRIA POTESTAD
Cabe citar sucintamente, los diversos supuestos en los que procede la prórroga de la patria
potestad, que se dan, cuando el menor es incapacitado, así como cuando, una vez alcanzada la
mayoría de edad, es incapacitado, está soltero y convive con sus progenitores (art. 171 CC).
Por otro lado, la patria potestad se extingue; bien por el fallecimiento de los padres o del hijo,
la emancipación o la adopción de éste (art. 169 CC), o bien por la privación de la patria
potestad a los padres por el incumplimiento de sus deberes, que se determinará por Sentencia
(art. 170 CC). En relación con esto, el art. 160 CC, modificado por la precitada LO 26/2015,
concede a los hijos el derecho de relacionarse con sus progenitores aunque éstos no ejerzan la
patria potestad, salvo que lo contrario se determine por Sentencia.
En cuanto a los caracteres del deber de prestar alimentos, cabe señalar, los siguientes:
3º. Es indisponible, pues el art. 1814 CC, prohíbe la transacción sobre alimentos
futuros. Ni susceptible del derecho a compromiso.
4º. Es inembargable, es decir, no puede ser considerado como parte del patrimonio de
quien lo recibe.
- Los cónyuges.
- Y los hermanos, sólo respecto de los auxilios necesarios para la vida, siempre que
esta necesidad no sea por causa imputable al alimentista, pudiendo extenderse, si se
diere el caso, a las necesidades en educación.
- También puede darse la circunstancia de que sean varios parientes los obligados a
prestar los alimentos, en cuyo caso, el alimentista deberá reclamarlos siguiendo el
orden excluyente del art.144 CC: cónyuge, descendientes, ascendientes y hermanos, y
conforme a una regla de reparto proporcional en atención a la fortuna de cada uno de
ellos (art. 145 CC).
Finalmente, las causas que dan lugar a la extinción de la obligación de alimentos, son las
siguientes:
Cabe hacer una última mención al régimen contenido en los precitados arts. 1791 a 1797 CC,
sobre el contrato de alimentos, en cuya virtud, una de las partes se obliga a proporcionar
vivienda, manutención y asistencia de todo tipo a una persona durante su vida, a cambio de la
transmisión de un capital en cualquier clase de bienes y derechos (art. 1791 CC). Es decir, no
surge como obligación por ley, sino a través de pacto contractual entre las partes, cuya
extensión y calidad dependerá de los estipulado en el mismo.
Requisitos de los adoptantes (art. 175 CC): Deben de tener la capacidad de obrar necesaria
para tal fin, y en este sentido, el art. 175 CC exige que sea mayor de 25 años, al menos uno de
los dos, en caso de ser dos adoptantes. Además, la diferencia de edad entre adoptante y
adoptando debe de estar entre los dieciséis y los cuarenta y cinco años, salvo si están en
disposición de adoptar grupos de hermanos o menores con necesidades especiales, en cuyo
caso, la diferencia de edad máxima podrá ser superior. En último lugar, no pueden ser
adoptantes los que tampoco pudieran ser tutores de conformidad con lo regulado en el CC.
Requisitos de los adoptandos: Únicamente podrán ser adoptados los menores no
emancipados. Por excepción, será posible la adopción de un mayor de edad o menor
emancipado cuando inmediatamente antes de la emancipación hubiere existido una situación
de acogimiento con los futuros adoptantes o de convivencia estable con ellos, de al menos, un
año.
Art. 175.3 CC: Establece quienes no pueden ser adoptados, y se refiere a los descendientes, a
un pariente en segundo grado de la línea colateral por consanguinidad o afinidad (p.ej. entre
hermanos), a un pupilo (tutelado) por su tutor hasta que fuere aprobada la rendición de
cuentas por su tutela.
Nadie puede ser adoptado por más de una persona, salvo que la adopción se realice conjunta
o sucesivamente por ambos cónyuges o por una pareja unida de análoga relación. Aunque
aconteciese un divorcio o ruptura, si el adoptando se encontrase en acogimiento o guarda con
los mismos, ello no impedirá la adopción conjunta, si se acredita la convivencia con el
adoptando durante al menos dos años anteriores a la propuesta de adopción. También, si se
diese la muerte del adoptante, será posible una nueva adopción del adoptado (art. 175.4 CC).
El procedimiento de adopción: Dado que la adopción es una garantía social y legal que el
ordenamiento jurídico ofrece a los menores necesitados de protección, dicha medida es
ofrecida por la Administración Pública y decidida en última instancia por la autoridad judicial,
que tendrá en cuenta siempre el interés del adoptado (art. 176.1 CC). El inicio de un
expediente de adopción se inicia con una propuesta previa de la Administración Pública a favor
del adoptante/s que dicha administración haya declarado idóneo para el ejercicio de la patria
potestad (valoración psicosocial sobre la situación familiar, personal y social, capacidades
educativas, etc..). La declaración de idoneidad deberá ser previa a la propuesta y se
formalizará por resolución. Dicha declaración de idoneidad no será necesaria si el adoptando
es huérfano y pariente del adoptante en tercer grado por consanguinidad o afinidad, si es hijo
del cónyuge o persona unida al adoptante por análoga relación, si lleva más de un año en
guarda con fines de adopción o bajo tutela del adoptante, o si es mayor de edad o menor
emancipado. No podrán ser declarados idóneos para la adopción quienes se encuentren
privados de la patria potestad o tengan suspendido su ejercicio, ni quienes tengan confiada la
guarda de su hijo a la entidad o administración pública.
La adopción requiere una serie de manifestación de voluntades, el art. 177 CC distingue casos
en los que deba consentirse, asentirse o darse audiencia por el juez con carácter previo a
constituir la adopción. Los consentimientos y asentimientos deberán otorgarse libremente, en
la forma legal requerida y por escrito, previa información de sus consecuencias.
1º.- Los progenitores que no hayan sido privados de la patria potestad, cuando
su asentimiento no fuera necesario para la adopción.
1. Cuando el adoptando sea hijo del cónyuge o de la persona unida por análoga
relación de afectividad al adoptante, aunque el consorte o la pareja hubiera fallecido.
2. Cuando sólo uno de los progenitores haya sido legalmente determinado por
solicitud del adoptante, por el adoptado si éste es mayor de doce años y por el
progenitor cuyo vínculo haya de persistir.
3. O cuando el interés del menor así lo aconseje (el mantenimiento de esta relación y
sus condiciones serán determinadas por el Juez).
Además, el adoptado, llevará los apellidos de sus adoptantes o adoptante, cuyo cambio de
filiación se inscribirá en el Registro Civil, y se desplegarán todos los efectos de las relaciones
paterno-filiales (p. ej., patria potestad, etc…). Así mismo las personas adoptadas cuando
alcancen la mayoría de edad o durante su minoría de edad a través de sus representantes
legales, tendrán derecho a conocer los datos sobre sus orígenes biológicos cuya garantía de
conservación de dicha información le corresponde a la Administración Pública (art. 180.5. CC).
A estos efectos, cualquier entidad privada o pública tendrá la obligación de facilitar a las
entidades públicas y al Ministerio Fiscal, cuando les sean requeridos, los informes y
antecedentes necesarios sobre el menor y su familia de origen.
La extinción también puede ser solicitada por el Ministerio Fiscal, por el adoptado o su
representante legal, si el adoptante que hubiere incurrido en causa de privación de la patria
potestad quede excluido de las funciones tuitivas y de los derechos que por ley le
correspondan respecto del adoptado o sus descendientes, o en sus herencias.
Si bien la extinción de la adopción produce el efecto de cambiar el estado de adoptante y
adoptado, por cuanto pierden la relación jurídica paterno-filial, ello no afecta a la nacionalidad,
ni a la vecindad civil, ni a efectos patrimoniales anteriormente adquiridos.