Apunte 3° Año2024
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EL ANTROPOCENTRISMO
Hacia los siglos XIV y XV, en las ciudades costeras del Norte Italiano, absorbidas por el poder
del dinero, empieza a surgir una especia de nueva mentalidad sensiblemente diferente a la de la
época de la Cristiandad. Al calor de ciertas herejías y heterodoxias filosóficas como las de
Guillermo de Occam y Marsilio de Padua, se empieza a desplazar el centro de atención del universo
humano.
No es casualidad que se dé en esa zona, donde ya tenemos al poder del dinero instalado en el
poder político a partir de la práctica (encubierta) de la usura y el comercio a gran escala. La nobleza
negra veneciana maneja en esos momentos el poder económico europeo.
Así, el centro de atención se desplaza respecto a los fines del hombre desde lo sobrenatural al
mundo natural. Este proceso es muy conocido en la historia y se llama secularización. Se coloca en
el centro las cuestiones humanas y materiales, vinculadas con la vida terrena relegando a un
segundo plano las cuestiones relativas al fin ultraterreno del hombre. Así todo el accionar humano
empieza como a teñirse de esta mentalidad y modificar las actitudes hacia los diversos aspectos de
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la vida. Eso es lo que se llama substitución de una religiosidad por otra (religio es una palabra latina
que significa “volver a ligar”, es decir el vínculo del hombre con lo que es superior a él).
No obstante, y esto es importante tenerlo en cuenta, este comienzo (por decirlo así) del
reemplazo de una religiosidad teocéntrica (centrada en Dios) por una antropocéntrica (centrada en
el hombre), es muy restringida. Se da en cierta elite adinerada de las ciudades ricas italianas o
alemanas, ligadas generalmente a los viejos nobles y nuevos cristianos bautizados para poder
dedicarse oficialmente al comercio, y esta substitución es sólo inicial, y no altera significativamente
todos los aspectos humanos, sino que empieza a mostrar síntomas en las artes plásticas, la literatura
y en algunos casos la filosofía.
La cuestión a tener presente es que este sector social que dirige esta nueva manera de entender al
mundo (nobleza veneciana, burguesía comercial y bancaria), posee el poder del dinero, y por lo
tanto su influencia irá creciendo conforme pasen los siglos debido a los afanes que el mundo
medieval pondrá en el enriquecimiento material.
De esta manera, las
filosofías “nuevas” (en
realidad consiste en
falacias viejas), no se van
a preocupar por la verdad
como algo inmutable y la
búsqueda de la virtud a
partir de la práctica de
principios
sobrehumanos, sino que
van a tratar sobre una
nueva perspectiva,
humana no sujeta al
orden natural ni
sobrenatural. El centro
de todo pasará a ser el
hombre. Después
lógicamente se irá
desarrollando esta idea
hasta sacar sus últimas
consecuencias varios siglos después.
Estos temas van a constituir lo que se llamó Humanismo (más bien en literatura y letras
clásicas), y que es más correcto llamar ANTROPOCENTRISMO.
Esta especie de nueva cosmovisión originará sucesivamente las siguientes revoluciones del
pensamiento humano que se especificaron al comienzo:
El Protestantismo, El Racionalismo/Empirismo, La Ilustración, El Liberalismo, El Positivismo,
El Marxismo, El Nihilismo, etc. Y todas las relacionadas a éstas que no estén nombradas aquí.
La literatura humanista
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El 31 de Octubre de 1517, aparece Martín Lutero, sacerdote agustino de Sajonia, con amplios
estudios, pero formado en el ámbito de las ideas de Guillermo de Occam, de Nicolás de Lira y otros
pensadores de moda por entonces.
La corte vaticana tenía décadas de excesos y lujos. De modo que los gastos y los cuidados
temporales de la curia exigían sumas exorbitantes. Por ello, la cabeza de la institución eclesiástica
vivía una época realmente poco adecuada a los principios cristianos. Se cobraban los cargos
eclesiásticos, y hasta los perdones de pecados. Una decadencia que necesitaba desde hacía tiempo
una reforma. Cuando el Papa León X (Giovanni di Lorenzo de' Medici, hijo de Lorenzo el
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Zwinglio y Calvino
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Luego de Lutero llegó Zwinglio. Este líder protestante llega con su doctrina a sostener: "Dios es
el primer principio del pecado", pues sólo existe una voluntad libre en todo el universo que es Dios.
Este líder protestante suizo terminó por radicalizar los cambios luteranos, y junto con el francés
Calvino, terminaron postulando la llamada Predestinación: las almas ya están marcadas de
antemano por la Salvación o la Condenación, luego, de nada me vale ser lo que haga en la tierra, mi
suerte ya está echada. Por eso la predestinación de origen, que también era promulgada por Lutero,
suprime el Libre Albedrío o libertad. Dios es el que obra en lugar del hombre. Tanto el bien y el mal
son obrados por Dios a través del hombre, por lo tanto, no hay responsabilidad en los actos
humanos. De este modo, Calvino afirma esto así: "Dios excita al hombre a violar sus leyes, y que el
hombre cae, porque así Dios lo ha ordenado".
Algo importante para el mundo económico: las antiguas restricciones a la usura fueron
abandonadas, y la riqueza fue considerada una señal de predestinación: aquél al que Dios lo
enriquecía, quería decir que estaba predestinado a salvarse. Bajo esta influencia, todas las
regulaciones existentes en el mundo económico, deben desaparecer. Por eso, el capitalismo tendrá
todas las condiciones para desarrollarse en los países protestantes: Inglaterra, los Países Bajos,
Escocia, Suiza y Norte América entre otros.
Como vemos, una religión volcada enteramente a despreocupar al hombre de la salvación de su
alma y orientarlo a fines mundanos. Es el verdadero espíritu intelectual del protestantismo.
El Concilio de Trento
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Luego del protestantismo, los intentos de reforma de la curia vaticana habían terminado con el
envenenamiento del Papa Adriano VI (1523). Era muy difícil pelear contra intereses creados desde
hacía siglos. Pero de la mano de varones santos como San Carlos Borromeo, secretario de estado, se
procedió a la convocatoria de un concilio general en la ciudad italiana de Trento.
Aunque el concilio fue interrumpido varias veces, hasta durar unos 18 años (1545-1563), no se
llegaron a cumplir todas las sesiones deseadas por los reformadores. Principalmente se dedicaron
sus integrantes a condenar los principios teológicos protestantes, manteniendo una actitud defensiva
y de partido que se acentuó con el paso de los siglos. Las reformas de fondo en la estructura
vaticana no se hicieron. Por el contario, se endureció la persecución, y se eligió como defensa ante
el avance protestante la prohibición, la condena y no la discusión teológica. Se crearon instrumentos
de adoctrinamiento de masas como el catecismo. La teología entraría en una larga decadencia, con
una actitud de privilegiar la autoridad en detrimento de la argumentación. Se acrecentó el poder del
Santo Oficio y se creó el Índice de libros prohibidos (Index, en su vocablo latino), para evitar que se
lean los libros considerados perjudiciales para los fieles, según las autoridades religiosas.
La estructura eclesiástica se volvió
centralista, reacia a las reformas, y
abandonó la multiculturalidad
característica del catolicismo, en pro
de un romanismo marcado.
Papel fundamental de aquí en
adelante tendría la orden de la
Compañía de Jesús, fundada por
Ignacio de Loyola, y basada en el
predominio de la voluntad y la
obediencia sobre la inteligencia. Ese
espíritu marcó el catolicismo en los
siglos subsiguientes. Una
espiritualidad conocida como Devotio
Moderna1, que caracterizó a la Iglesia
hasta el siglo XX.
Lo más triste de todo esto es que no
sólo la unidad de la fe se rompió en
Europa, sino que católicos y
protestantes privilegiaron el
enfrentamiento de bandos sobre la
verdad. De ese modo ambas partes se llevaron cautivas verdades negadas por los “rivales”, como la
importancia de las Sagradas Escrituras de parte de los reformados, o el valor adecuado del
magisterio y la apostolicidad de la Iglesia de parte de los católicos.
Un proceso lento de infiltración en la nobleza hizo al sector financiero inglés cada vez más
poderoso y más cercano al poder político.
En 1534, se logrará la ruptura de Enrique VIII con la Iglesia Católica, y la adopción del
calvinismo, sustancia de la iglesia anglicana. Es allí cuando las familias de banqueros y
comerciantes se transforman en terratenientes apoderándose de las tierras de la Iglesia. Luego
nacería algo que se llama “la nobleza del dinero”, es decir surgirá un sector social nuevo que no
tendrá de noble nada más que el nombre, pues su inserción en la sociedad inglesa estará dada sólo
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https://www.quenotelacuenten.org/2016/10/22/la-devotio-moderna-caracteristicas-y-sintomas-de-un-
catolico-tradicional/
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por el poder del dinero, no por la sangre, ni las costumbres y ni siquiera la fe, pues eran “cristianos
nuevos”. El boicot de ese sector al estado inglés culminó en la guerra civil liderada por Oliver
Cromwell. La república (1649-1660) si bien terminó en un fracaso, depositó a esa nueva “nobleza”
en la cabeza del gobierno británico. El fracaso de la república fue denominado, falazmente, la
Restauración: decimos falazmente porque en realidad no se restauró nada. La situación había
cambiado por completo. Cierto que de nuevo había un rey, pero sólo de nombre. No era ya en modo
alguno un gobernante, sino sólo una figura.
El control ejecutivo estaba ahora firmemente en manos del Parlamento y el poder real servía a
las necesidades de los intereses mercantiles y a los financieros que los respaldaban. Una de las
condiciones que el Parlamento impuso al rey fue que debía renunciar a los antiguos tributos
feudales, sobre los que se había apoyado el poder real de la monarquía, a cambio de lo que, a fin de
cuentas, era un salario extraído de los impuestos. Carlos II fue en realidad un empleado asalariado
del Parlamento. Su impotencia política queda reflejada en su frívolo estilo de vida y en la negación
de sus esfuerzos encubiertos por restaurar el poder de la monarquía.
Cuando su hermano Jacobo, que accedió al trono después de él, realizó un esfuerzo más decidido
por restaurar el viejo orden, la respuesta inmediata del Parlamento fue la revolución: Guillermo, el
Príncipe de Orange que estaba casado con Mary, la hija de Jacobo II vino de Holanda para hacerse
cargo del trono. Los términos bajo los que debía acceder fueron dictados por el Parlamento y
mediante ellos fueron eliminados los últimos vestigios de poder político con que contaba la
monarquía.
Guillermo era, literalmente, el hombre que los banqueros estaban buscando. Se trajo consigo a
un banquero personal de Ámsterdam, Mennaseh Ben Israel y detrás de él vinieron muchos otros
financieros de esa ciudad, que en esa época era el centro financiero de Europa.
El rey Guillermo de Orange desembarca en Inglaterra en 1688, instalándose una monarquía que
debía respetar el llamado “Bill of Rights”, declaración de derechos que establecía la “soberanía
popular” como obligatoria. Fue el triunfo final de la burguesía, que ahora transformaba al rey en un
empleado o, mejor dicho, en un súbdito de la “soberanía popular” ejercida por los representantes.
Esa fue la famosa REVOLUCIÓN GLORIOSA.
Los cambios que se emprendieron demuestran quiénes tenían realmente el poder:
Toda ley del Parlamento debía ser acatada por el Rey
Bill de Tolerancia (Ley de la Tolerancia Religiosa): con la cual se conseguía de una vez
por todas que el estado no se viera ya ligado a ningún tipo de restricciones religiosas, ya
que ahora todos los puntos de vista religiosos tenían la misma validez ante la ley. Se
consagraba, un siglo antes de la Revolución Francesa, una especie de libertad religiosa de
parte del Estado. No obstante, el catolicismo fue perseguido acremente en la isla.
La idea del “gobierno de la justicia” que siempre había estado al menos implícita, fue
sustituida por la conveniencia económica como árbitro del sistema y como criterio de la
conducta política.
Mercantilización de las Tierras (ver siguiente apartado).
Disolución de los gremios o cofradías artesanales: Se abolieron los estatutos artesanales,
lo cual significó el triunfo del Contrato sobre el estatuto. Las grandes regulaciones de parte
de esas instituciones sin duda eran un obstáculo para el desarrollo industrial perteneciente
ya a una mentalidad que no existía. Se acabaron los límites protectores de la actividad,
establecidos por los estatutos del gremio; en pro de un sistema libre, donde las partes
negocien sus condiciones.
Apertura y control del crédito y las finanzas: Si bien se dará rinda libre a la creación de
bancos privados, se controla la actividad creando el primer banco central del mundo, el
banco de Inglaterra. El Banco de Inglaterra fue fundado en el año 1694, por una
concesión hecha por Guillermo II a un banquero de Amsterdam (el mismo Mennaseh Ben
Israel). La causa de la creación del Banco de Inglaterra fue un préstamo de un millón
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doscientas mil libras esterlinas a Guillermo III. El Banco de Inglaterra, cuyo nombre
auténtico era “The Governor and Company of the Bank of England”, empezó a emitir vales
por la cantidad que el Gobierno debía al Banco; un privilegio concedido al Banco por parte
de quien le debía el poder. De manera que, en agradecimiento a esos servicios al Banco se
le concedió la potestad de emitir dinero real, y no ya sólo promesas de pagar dinero, como
antes. Se legalizó el sistema llamado reserva fraccionaria.
Desde ese momento, sin embargo, Amsterdam entró en decadencia y Londres se convirtió
en el nuevo centro de las finanzas mundiales. Esta fue la "Gloriosa Revolución".
Todo estaba sobre rieles para la burguesía inglesa, que había logrado lo que siempre sucede en la
historia cuando domina el poder del dinero: el imperialismo económico. Inglaterra se transformaba
en el siglo XVII en la reina de los mares, y conquistaba colonias en todo el mundo, las más de las
veces a costa de su rival y enemiga España.
Los usureros habían ganado la batalla. El nuevo Banco
tenía licencia del gobierno para descontar letras de cambio e
imprimir todo el dinero que quisiera. Para rematar la obra, se
estableció la Deuda Nacional. El Gobierno encontró en el Banco
una enorme fuente de poder adquisitivo, a cambio de la promesa
de pagar interés a largo plazo. Una porción específica de los
impuestos recolectados fue asignada al pago de este interés.
En otras palabras, de ahora en adelante la población entera
estaba en deuda perpetua. Los más descabellados sueños de los
prestamistas se habían hecho realidad. De ahí en adelante, las
transacciones usurarias fueron tomando un papel cada vez más
importante en los asuntos económicos hasta llegar a nuestros días,
en los que han permeado de tal modo la existencia cotidiana, que
la vida sin ellas casi nos parece inconcebible.
El Capitalismo en Inglaterra
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
La moral protestante (calvinista) indicaba no sólo el deslinde de la culpa respecto a las acciones
humanas, sino que definió lo bueno como lo “útil”. Por lo tanto, la economía se separa de la moral.
Ya no se debate sobre la justicia o no de tal acción económica, sino de su utilidad. Mientras que
anteriormente todo el asunto de la usura estaba sujeto a un cuerpo de doctrina consagrado por la
tradición, ahora debía ser resuelto de acuerdo con las circunstancias que implicaran el beneficio
económico de las partes que intervenían.
Así fue que el maestro moral del anglicanismo inglés, Calvino, desechó aquellos pasajes del
Antiguo Testamento que tratan de la usura y también los precedentes judiciales del pasado, por
considerarlos inaplicables a las circunstancias de su época, y al dar su aprobación al argumento de
que cobrar interés sobre el capital es tan razonable como cobrar renta por la tierra, abrió las
compuertas a una inundación que desde entonces ha arrasado la tierra.
Se encargó personalmente de la legalización de los préstamos de dinero con interés, dando así
confirmación legal a una práctica que había sido considerada ilegal desde los tiempos más remotos.
El hecho de que permitiera sólo intereses moderados y de que matizara esta licencia suya con
condiciones estrictas, no vino a alterar nada, pues la mentalidad había cambiado.
La economía se rige por la ley del lucro, ya no por principios morales derivados de la ley
natural. Lo bueno en la economía pasa a ser lo conveniente, y todo se deja al determinismo
calvinista de la predestinación.
El comerciante y el banquero tenían ahora un precedente basado en la opinión de alguien que
hablaba con autoridad religiosa.
Por Capitalismo se conoce al sistema que en general establece
la libertad económica: libre juego de la oferta y la demanda,
ausencia de regulaciones en las transacciones económicas, libradas
a la libertad contractual de las partes.
Pero acá viene lo más importante: la rebelión anglicana no sólo
implicó un cambio de mentalidad y de los fines de la economía,
sino que legalizó las prácticas capitalistas. Puso al Estado como
garante de los poderosos. Eso rompe la ley de oferta y demanda, y
no es ya capitalismo puro, sino una especie de capitalismo de
estado. Una de las primeras cosas que hizo la Inglaterra anglicana
fue conseguir de los comerciantes de la City de Londres un
préstamo al diez por ciento anual, índice que fue fijado como el
límite del interés moderado poniendo así el sello de la aprobación
real y religiosa a la usura en Inglaterra (recordemos que para el
anglicanismo el Estado es la autoridad religiosa).
No debe pensarse que la antigua prohibición fue abandonada sin que se alzaran voces de
protesta. Durante más de un siglo se sostuvo un enfurecido debate sobre esta cuestión. Se
publicaron numerosos tratados y panfletos y se pronunciaron infinidad de sermones y de discursos.
Pero nada de esto pudo alterar realmente el curso que los acontecimientos estaban tomando
inexorablemente. La fuente del poder político había cambiado y los guardianes de la moralidad no
tenían ya acceso real a ella.
Oficialmente, redefinieron la usura para ajustarla a la práctica comercial en uso, de forma que
ahora era usura sólo imponer tasas de interés excesivas, pero qué constituía una tasa de interés
excesiva, quedó sin definir claramente: de esta forma, a efectos prácticos, los comerciantes tenían
fijado el interés por la ley.
Mientras que antes la práctica comercial estaba sujeta a la ley moral, ahora la ley moral podía ser
alterada por la voluntad de los representantes.
En un período de menos de dos siglos, la usura pasó de ser un delito condenado absolutamente
desde los tiempos más antiguos, castigado severamente por la ley y despreciado por todo el mundo,
a ser considerada como una forma reconocida y honorable de hacer negocios, cuyos practicantes
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recibían los más altos honores que un estado puede otorgar. Pero lo peor de todo es que con el
sistema de Banco Central, se protegía a los bancos justamente del libre juego de la oferta y
demanda, haciendo compulsivo el pago de préstamos sin respaldo y salvando a esas instituciones de
las corridas bancarias (cierre del banco por no poder afrontar con respaldo el dinero que emitió
como deuda),
En Inglaterra, desde tiempos remotos, la mayor parte del pueblo había vivido en y de la tierra.
Aunque muchos de los aspectos más rigurosos del sistema feudal instituido por los normandos ya
no se imponían, la situación seguía siendo la misma que en siglos pasados.
El Señorío era una unidad productiva autosuficiente, que disponía las tierras como patrimonio
heredable de los campesinos que la trabajaban. De tal modo que el paso de los siglos había llevado
lentamente un proceso que tendía a la generación de propietarios donde antes de la Edad Media
había esclavos o siervos. Pero la propiedad no consistía en la apropiación financiera de una
mercancía que yo pudiera usar a mi antojo o vender. Era un derecho familiar que surgía de las
obligaciones establecidas por las costumbres tradicionales de tal manera que el patrimonio era
intangible, intransferible y heredable. El señor era el dueño de la tierra respecto a la soberanía sobre
ella, pero el campesino sujeto a él por vasallaje, también era el dueño de la tierra respecto al uso. No
podía ser quitado ese derecho familiar.
La mentalidad económica del mundo cristiano orientaba la economía a la vida, no al lucro. El
trabajo no se ordenaba al enriquecimiento personal, sino que era un medio ordenado a fines más
altos a los que el hombre estaba llamado. La riqueza por tanto era un medio no un fin.
La tierra era cultivada en parcelas dentro de un sistema de campo abierto, o sea, sin cercados.
Además de esta tierra cultivada, existía un área de tierra comunal en la que todos tenían derecho a
apacentar sus propios ganados. No era una mercancía que se pudiera comprar o vender a voluntad.
En síntesis: el derecho del campesino y hasta del siervo sobre la tierra que trabajaba era
patrimonial, y no podía ser privado de ella por capricho del noble. Las tierras no podían ser puestas
como garantía de ningún préstamo ni hipoteca, y no se podían perder por dinero. El usurero miraba
con ansias el fin de este sistema que lo imposibilitaba de comprar las tierras a gusto o quedárselas
como garantía de algún préstamo. Su oportunidad fue la Inglaterra anglicana, guiada a través del
Parlamento por los financistas londinenses.
Empezó la alteración del marco legal acorde a la nueva mentalidad. Las prácticas capitalistas
anteriormente condenadas por la ley estatal pasan a ser leyes obligatorias para la población (lo cual
estrictamente deja de ser Capitalismo). De más está decir que la revolución económica inglesa no
fue dada por la máquina a vapor, sino que su origen estuvo en el protestantismo y el cambio de
mentalidad que supuso. El período comienza con el reinado de Isabel I a mediados del siglo XVI.
Se empieza a vender legalmente la tierra, proceso que continuó lo empezado por Enrique VIII,
cuando se procedió a expropiar y vender las tierras de la Iglesia al clausurarse los monasterios. Al
mismo tiempo, se alentó a los nobles para que salieran de sus haciendas y pasaran más tiempo en la
Corte de Londres.
El mantenimiento de grandes palacios en Londres y en el campo, junto con la extravagancia y el
gasto que traía consigo la vida en la corte, llevaron a muchos cortesanos a experimentar serios
problemas de liquidez. Dado que ahora se había hecho más fácil, a la vista de los acontecimientos
ya mencionados, conseguir préstamos con interés, el cortesano en apuros podía acudir a ciertos
financistas que por lo general estaban encantados de complacerle, tomando como garantía de la
deuda los títulos de una o dos fincas de sus propiedades.
Otra causa fue el deseo de lucro que empezó a dar valor de capital a la tierra que ahora valía por
metro cuadrado. El sistema tradicional de campo abierto no era un sistema agrícola que favoreciera
la explotación intensiva que ahora se exigía. Había que procurar producir lo máximo que se pudiera
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para ingresar al mundo de la competencia capitalista. Dado que los gastos que suponían las
operaciones necesarias para el cercado de las propiedades eran considerables: creación de setos,
taludes, zanjas, drenajes; la reubicación de edificios y caminos y muchas otras cosas; muy pocos
terratenientes fueron capaces de hacerles frente con sus propios recursos. De nuevo entra en escena
el usurero, dispuesto naturalmente a prestar dinero con interés para esos planes de mejora de la
tierra. Los campos se cercan y los que no pueden sostener ese ritmo de producción pierden la tierra
y se transforman en arrendatarios.
De este modo muchas propiedades empezaron a verse cargadas de deudas y cuando se incumplía
en el pago, la finca que garantizaba la hipoteca pasaba a manos del comerciante - prestamista.
Hasta aquí, la posesión de la tierra era patrimonial y no privada. Ahora, se invertía el proceso.
Para los aparceros, el sector más pobre y también el más numeroso de la sociedad, el resultado
fue catastrófico. Hasta ese momento habían sido en gran medida auto-suficientes: cultivaban sus
parcelas y apacentaban sus animales en las tierras comunales; pero esto había sido siempre por
consentimiento común, por lo que, llegado el momento, no pudieron demostrar derecho legal
alguno a la tierra que utilizaban. La propiedad se transformó en un contrato demostrado por un
papel, que se puede comprar y vender. La tierra pasaba a ser una mercancía más.
Como consecuencia de esto, muchos pequeños propietarios fueron obligados a abandonar sus
tierras por no contar con los medios necesarios para realizar ese cercado de la tierra. Un gran
número de ellos se vieron obligados a abandonar sus pueblos para buscarse el sustento en las
ciudades, convirtiéndose así en una fuerza laboral que fue captada por competencia capitalista.
Otros, quedaron ahora convertidos en arrendatarios de las mismas tierras que antes les pertenecían.
En el siglo XVIII, llamado también “Siglo de las Luces”, tomó forma un movimiento intelectual
llamado Ilustración o Iluminismo. Esta corriente de pensamiento es continuación del humanismo
renacentista del siglo XV, y aplicación de las tesis racionalistas en la cultura humana.
La Ilustración o Iluminismo se basa en poner como centro de todas las cosas a la razón humana.
No existe por tanto un orden fuera de ella y que por tanto la limite. Por el contrario, todo el orden
natural sería para ellos creación y construcción de la razón del hombre. Por eso, todo el orden social
emana de ella sin tener que ajustarse a principios inmutables. Eso es lo contrario a lo que los
hombres habían sostenido desde los griegos, a saber: la existencia de una entidad superior que
habría dado origen a la razón y al hombre mismo, estableciendo las reglas y un Orden Natural que
respetar del cual el mismo hombre es parte. Para el ilustrado o iluminista, la razón crea, construye
la realidad.
- Por lo tanto, las leyes y el orden político, por ejemplo, no se sostienen más en la razón como
conocedora, sino como creadora. Los actos políticos entonces dependen ahora de la
voluntad humana, expresión de la razón pura o autónoma.
- La religión sería entonces para ellos una creación de la razón del hombre Ellos rechazaron
toda conclusión religiosa entendida como perteneciente a una esfera superior al hombre. De
más está decir que se negará todo lo que trascienda a lo material, o se vincule con lo
espiritual.
- El hombre de los siglos XVIII y XIX, elabora una nueva fe sostenida en las capacidades
humanas, y coincide esta época con el avance espectacular de la técnica, la tecnología y el
conocimiento del mundo, pero con un fin diferente al de otros momentos de la humanidad:
ahora se trata de construir, por decirlo así, el paraíso en la tierra a partir de la comodidad de
la vida que otorga la técnica.
- A la par sucedió un cambio del fundamento de la moral y las costumbres, que al pasar a
depender del hombre como primer principio y único fin, perderá la universalidad. Ahora los
actos humanos son buenos o malos según los hombres vayan cambiando a lo largo del
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Hay dos ideas erróneas que el hombre actual tiene cuando se encuentra ante el concepto
“Monarquía absoluta”. La primera es pensar que toda monarquía fue absoluta, la segunda es creer
que absoluto significa gobierno caprichoso de un hombre sobre el bien común.
Si bien hemos visto que los pensadores ilustrados hacían emanar teóricamente la ley y la política
de la razón y la voluntad humana, el absolutismo monárquico no fue más que un estadio de ese
proceso de divinización de la voluntad humana hecha ley. De hecho, podemos definir al
absolutismo como una etapa decadente de la monarquía en la que confluyen dos procesos que le dan
forma:
1) La doctrina de Derecho Divino del monarca: que no consiste como algunos creen en
considerar al monarca como Dios, sino en un exceso de las atribuciones reales sobre la
soberanía que en la edad media se entendía perteneciente al cuerpo social (estamentos).
Además, en un proceso opuesto al del papado, el monarca ya no es el servidor de la
soberanía divina en la esfera temporal, sino su intérprete en las dos esferas (temporal y
espiritual). No obstante, se sigue entendiendo al monarca como respetuoso del orden
natural al cual no puede conculcar. No podía por tanto aprobar leyes manifiestamente
contranaturales como hace hoy el estado moderno. Pero se va en camino de eso: divinizar
la voluntad humana.
2
El ateo es quien niega la existencia de Dios (Del Griego A = sin y Teos = Dios). En cambio, el agnóstico
dice no poder conocer a Dios, ni le interesa su existencia (Del Griego A = sin y Gnoscon = conocer).
3
“Obra de tal manera que tu comportamiento pueda ser enunciado en una ley universal”
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Los reyes de la época medieval (siglos V a XV) nunca dispusieron de todo el poder. La idea era que
el poder lo ejerce el cuerpo social, constituido por los estamentos (Clero, Nobleza, Pueblo Llano),
del cual el rey solamente es la cabeza. Salvo excepciones, siempre la nobleza, sector social cuya
función era la guerra y la política, dispuso de poder político en el territorio de su jurisdicción, que le
había sido otorgada como beneficio de vasallaje. Esos poderes eran principalmente los siguientes:
LA SOBERANÍA TERRITORIAL (Tener mando sobre una región o jurisdicción)
LEGISLACIÓN (Poder hacer leyes, generalmente derivadas de las costumbres)
JUSTICIA (A partir de los tribunales del Señor)
GUERRA (Posibilidad de reclutar tropas)
COBRO DE IMPUESTOS Y RENTAS
La unidad estaba dada por un cuerpo armónico de familias nobles vinculadas por lazos de
fidelidad. Esos lazos de vasallaje imponían reglas (costumbres), e impedían que cada noble hiciera
lo que quisiera. Siempre el noble era vasallo de algún otro, o del rey.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
El panorama que describimos cambia bastante hacia el siglo XVII. Entre las causas del cambio,
debemos mencionar la influencia del protestantismo, que elaboró de la mano de Calvino, una nueva
doctrina política que como dijimos anteriormente hace depender el poder de la voluntad humana por
ser idéntica a la voluntad divina (Ver Calvinismo pág. 5). Además, las guerras religiosas en países
como Francia y Alemania debilitaron a la nobleza, económica y políticamente. Otra causa de
importancia fue la penetración de la burguesía (banqueros y comerciantes) en las familias de la
nobleza.
La burguesía en la Europa de los siglos XVII- XVIII constituye lo que llamamos el poder del
dinero. Controlan el crédito y poseen deudas a favor de los monarcas y las naciones europeas.
Ahora, en los países protestantes sus actividades son legales e incluso han llegado a poseer tierras
por la apropiación que en esos lugares se hizo a los bienes eclesiales. Esa penetración rompe el
equilibrio existente entre el rey y la nobleza en favor de la concentración del poder en el estado. El
poder que la nobleza pierde, se centralizará en un aparato de funcionarios públicos llamado Estado.
Generalmente los burgueses influían bastante en las cortes de los reyes. Ya se habían infiltrado en
ellas. Esta infiltración la habían logrado de dos maneras:
Ayudando a los reyes con préstamos de dinero en las guerras a cambio de ser nombrados
consejeros o nobles (se normalizará la costumbre de comprar títulos de nobleza)
Endeudándolos para luego establecer alianzas matrimoniales.
Esto les dio a los burgueses la posibilidad de frecuentar las cortes y ganar la confianza de los
reyes. Los ejemplos fueron muchos. Podemos nombrar Colbert, ministro Luis XIV en Francia, o al
Duque de Olivares y Floridablanca en la corte de España. También hubo casos de clérigos
influenciados por las ideas modernas, que favorecieron todo este proceso: fue el caso de los
Cardenales Richelieu y Mazarino durante el siglo XVII.
Esta concentración del poder en un organismo centralizado, constituye el Estado Moderno. El
estado no está compuesto sino de funcionarios, que no poseen el cargo por herencia, sino que son
piezas intercambiables que se suele conocer con el nombre de “Burocracia”.
Ahora el Estado concentraba: el ejercicio de la Soberanía Territorial, el cobro de impuestos
(empieza a ser un peso muy alto sobre la población); se reservaba el derecho a crear ejércitos (con
la eliminación de los ejércitos privados de los nobles), y el poder de crear leyes aplicables a todo el
reino. Todos esos poderes fueron quitados a la nobleza. Ahora el Estado está compuesto de
funcionarios, hombres de confianza del rey o acreedores de él, como en muchos casos sucedía. De
esta manera la burguesía, a partir del poder del dinero pasa a influir poderosamente en el reino
desde un solo centro político y económico, que concentraba todas las funciones que nombramos.
Todo el Estado se sostendrá con el dinero público, que en casi todos los casos era controlado por
los funcionarios de cada país, que conformarán verdaderos clanes (nobles o nuevos nobles) que a
nivel continental constituían un poder secreto mucho más eficiente que los de las cortes. Ellos se
encargarán de llevar a las naciones a la guerra o desestabilizarlas a partir de conflictos internos,
como el de la Fronda (1649-1652), en Francia, financiada por los banqueros holandeses a través de
un tal Condé, jefe de los sublevados.
Las consecuencias que tuvieron estos cambios fueron muchas e importantes:
En primer lugar, las cortes pasaron a ser fastuosas y del gran costo, sostenidas por dinero
público. De hecho, los reyes adquirirán otra fisonomía (ver imagen arriba): ya no se trataba del rey
guerrero, primero entre pares. Ahora el rey era un objeto delicado y sacramentado, vivía en un
lujoso palacio, en vez de un castillo. Eso los alejó de sus actividades propias y los entregó a toda
serie de excesos y lujos, de altísimo costo para sus súbditos que pagaban impuestos. Pronto los
reyes, confiados en la maquinaria del estado, abandonaron el gobierno en manos de sus Ministros o
Favoritos, que gobernaban en su lugar. Además, ya no se dedicaban a la guerra, y se alejaron de los
campos de batalla. Por eso pasaron a ser nobles solamente de sangre, no de oficio.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Los principios caballerescos desaparecieron en los nobles, y muchos de ellos llevaron una vida
de excesos que hoy llenan las páginas de novelas, películas y anecdotarios.
Siguiendo al teórico Nicolás Maquiavelo, ahora la política se guía por lo útil, no por lo justo.
Por lo tanto, esa mentalidad nueva influyó decisivamente en la moral política.
Gran parte de la nobleza (duques, barones, marqueses, señores, lores, condes, etc.) quedó sin
posibilidad de guerrear y gobernar, tarea propia de los nobles desde la época de los reinos romano-
germánicos. Por lo tanto, la nobleza perdió razón de ser. Los nobles pronto se convirtieron en
negociantes, en oficiales del ejército o en funcionarios del Estado, en busca de alguna actividad;
cuando no terminaron siendo simples parásitos del trabajo de sus súbditos. Esta clase haragana
conservó sin embargo sus privilegios, lo cual sirvió de fermento a los movimientos revolucionarios
para fomentar la insurrección y el resentimiento de los sectores más bajos de la sociedad. A los
nobles les quedó sólo la sangre y el nombre. Esto favoreció enormemente a la burguesía, porque
desplazó a la nobleza de su importancia social.
Con toda esta situación, no tardaría la misma monarquía en caer como sistema político. Todo va
a desembocar en las revoluciones de los siglos posteriores.
Por eso decimos que la creación del Estado moderno fue desestabilizó el orden político
tradicional, creando una alianza del estado con el poder financiero que lo controlaba. Cuando ese
cuerpo político esté lo suficientemente enfermo, será liquidado por las Revoluciones Burguesas o
Liberales de los siglos XVIII y XIX.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Antes, el obrero o artesano era miembro de una corporación o gremio. Dentro de esta estructura
tenía sus derechos y deberes. Nadie podía darle menos de lo que le correspondía. Estaba sumamente
regulada su situación, con poco margen para el riesgo y la movilidad social.
Con los cambios operados durante los siglos XVII y XVIII, queda “libre” de su estado. Las
posibilidades de ingresar al mercado de trabajo van a depender del poder para negociar un contrato
con quien pudiera emplearlo como trabajador, según sus capacidades y no por derechos adquiridos
de antemano. Ningún estatuto impondrá regulaciones. Depende de su capacidad de negociación, y
de los méritos individuales.
La sociedad se organiza como un mecanismo de regulación propia, ya sea por la predestinación
divina (sociedad protestante moderna), o por los méritos y competencias individuales (sociedad
liberal).
En la ECONOMÍA, el cambio es similar. Con la desaparición del estatuto, y la introducción
progresiva de la mentalidad de lucro, el dinero pasó a ser regente de la vida económica. Al acabarse
los límites del estatus, aparece de a poco la idea de libre competencia. Según esta idea, todos deben
negociar su lugar en la sociedad libremente, sin restricciones ni límites. El equilibrio se produce
solo, de acuerdo al mérito del individuo.
Anteriormente, los estatutos de los gremios artesanales establecían precios mínimos y máximos,
intentando evitar los posibles abusos y buscando la noción de precio justo.
La noción de libre competencia sostiene que los precios deben liberarse, pues la competencia
hará que el equilibrio llegue solo. Por ejemplo, si alguien vende muy barato, quiebra; y si alguien
sube excesivamente el precio de algo, se arriesga a que otro gane a sus compradores vendiendo a
menor precio.
La libre competencia y la mentalidad de lucro (buscar el
enriquecimiento como fin de la economía), produjeron rápidamente un
crecimiento de las actividades económicas y de la riqueza. De ese
modo se consolidó el Capitalismo. A causa de lo anterior, los países
protestantes serán los primeros en convertirse en potencias capitalistas:
Inglaterra y Holanda.
Los fundamentos de este cambio en la economía, se encuentran en
la obra de economistas como Adam Smith, Quesnay y David
Ricardo, que proponían la Libertad de Comercio, la Libertad de
Trabajo (abolición de los gremios), y Libertad de la propiedad
patrimonial, entre otras cuestiones que constituyen el Liberalismo
Económico.
Por eso no nos equivocamos al principio al afirmar que el
Humanismo antropocéntrico y el protestantismo, terminan cambiando
y revolucionando todos los aspectos políticos, sociales y económicos
de la civilización cristiana occidental.
EL CAPITALISMO FINANCIERO
Las transacciones financieras que fueron agrupadas bajo el término de "banca", se habían
realizado antes, de una u otra forma, durante mucho tiempo, y dada la importancia central que esto
tiene para el tema que estamos tratando, sería útil en este punto echar una ojeada breve a cómo
nació la banca.
Los tres elementos principales que participan en su formación son transacciones que implican
usura: el cambio de moneda extranjera, la negociación de préstamos, y los depósitos bancarios, a los
que va asociada la creación de dinero.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Dentro de los tópicos sobre los caracteres de los pueblos nadie duda en asignar a los holandeses virtudes
como el pragmatismo o la sensatez en grado sumo. Desde su independencia de España, a finales del siglo
XVI, Holanda, apoyada en un importante poderío naval, se dedicó a la colonización de los inmensos
territorios que se iban descubriendo en América y en Asia, en donde establecía factorías, colonias orientadas a
la producción y al comercio, evitando en lo posible las costosas aventuras militares. Pieza clave fueron las
Compañías de Indias, financiadas por la naciente burguesía holandesa, que desarrollaron con eficacia el
comercio y la explotación de las riquezas coloniales. Sobre el talante de los holandeses es famosa la anécdota
de la compra de la isla de Manhattan a los indios por una ridícula cantidad, en vez de intentar someterlos
militarmente. A veces se ha dicho que fue la mejor inversión inmobiliaria de la historia vista la revalorización
posterior, aunque lo cierto es que los holandeses no han podido beneficiarse de ella: años después la isla fue
conquistada militarmente por los ingleses, quienes convirtieron Nueva Amsterdam en la actual Nueva York.
Dice mucho de la condición humana que tan sensato pueblo protagonizara el primer episodio de
especulación salvaje en la historia moderna, quizá el mayor habido jamás en términos relativos, episodio que
suele ser llamado con sarcasmo "la fiebre de los tulipanes".
Asociamos los tulipanes a Holanda, pero lo cierto es que no se trata de una planta autóctona. Los tulipanes
son de origen turco y llegaron tardíamente a Europa, más concretamente a Alemania, en 1559 adquiridos por
un tal Herwart, coleccionista de flores exóticas. Sobre su llegada a Holanda hay diversas versiones. Una de
ellas sostiene que un profesor de botánica los llevó a Leyden en 1593 con la intención de obtener una sabrosa
ganancia mediante su venta como una planta exótica para los jardines. Su especulación se frustró porque se
los robaron, vendiéndose después a un precio inferior, es de suponer que en algún mercado "gris", siendo
benévolos con el color. Según historiadores más prosaicos, el tulipán llegó pacíficamente a Amberes traído
por un mercante procedente de Constantinopla. En cualquier caso, se difundieron ampliamente y comenzó su
producción masiva que se ha mantenido hasta nuestros días.
[…] Era de muy buen gusto en las clases adineradas de Holanda tener una bonita colección de tulipanes
raros, como hoy se coleccionan cuadros, sellos o manuscritos de Leonardo da Vinci.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
La fuerte demanda comenzó a tirar de los precios para arriba. La economía holandesa había alcanzado el
suficiente grado de sofisticación como para desarrollar unos mercados financieros en la moderna acepción. Se
creó una especie de mercado de futuros sobre el tulipán en donde los especuladores empezaron a formalizar
contratos de grandes reservas de bulbos para anticiparse a las subidas de precios. Esto por sí mismo hacía
subir los precios, creándose el clásico círculo vicioso compra-ascenso precios-compra. A medida que los
especuladores iban obteniendo beneficios espectaculares en las operaciones con los tulipanes, sus amigos y
conocidos iban tomando conciencia de su estupidez al dedicarse al trabajo cotidiano, que solo permitía
obtener una ganancia pequeña y encima a costa de un gran esfuerzo. Entonces entraban en la rueda de la
especulación abandonando con frecuencia sus actividades anteriores.
La locura se había desatado y alcanzó grados increíbles, quizá consecuencia paradójica del tópico sobre el
carácter holandés: nadie más insensato que un sensato arrepentido. Charles Mackay […] Así describe la fiebre
de los tulipanes:
"La demanda de los tulipanes de una especie rara se incrementó tanto en el año 1636, que se establecieron
mercados para su venta en la Bolsa de Amsterdam, así como en Rotterdam, Haarlem, Leyden, Alkmaar,
Hoorn y otras ciudades... Al principio, como en todas estas manías de juego, la confianza estaba en su punto
culminante, y todo el mundo ganaba. Los traficantes de tulipanes especulaban con el alza y caída de las
existencias, y obtenían cuantiosos beneficios comprando cuando los precios bajaban y vendiendo cuando
aumentaban. Muchas personas se hicieron ricas súbitamente. Un cebo de oro pendía tentador ante los ojos de
los hombres que, uno tras otro, corrían hacia los mercados de tulipanes como las moscas en torno a un bote de
miel. Todos imaginaban que la pasión por los tulipanes iba a durar siempre, y que la riqueza de todas las
partes del mundo afluiría a Holanda y pagaría los precios que se quisieran. Las riquezas de Europa se
concentrarían en las orillas del Zuyder Zee, y la pobreza quedaría desterrada del suave clima neerlandés.
Nobles, burgueses, granjeros, peones, marinos, lacayos, sirvientas e incluso deshollinadores y traperas
especulaban con tulipanes. Personas de toda condición liquidaban sus propiedades e invertían el producto en
flores. Se ofrecían a la venta casas y campos a precios ruinosamente bajos, o bien se entregaban como pago en
las transacciones efectuadas en el mercado de tulipanes. Los extranjeros sucumbieron al mismo frenesí, y el
dinero se vertía en Holanda desde todas partes. Los precios de los artículos de primera necesidad se
incrementaron de nuevo gradualmente, y con ellos aumentaron de valor casas y campos, caballos y carruajes,
así como toda clase de manufacturas de lujo; durante unos meses, Holanda parecía la mismísima antecámara
de Pluto. Las operaciones mercantiles se tornaron tan amplias e intrincadas, que fue preciso promulgar un
código legal para que sirviera de guía a los comerciantes... En las ciudades más pequeñas, donde no había
lonja de contratación, solía escogerse la taberna principal como lugar de exhibición, donde poderosos y
humildes traficaban con tulipanes y cerraban sus transacciones con suntuosas fiestas. En ellas se reunían a
comer hasta doscientas o trescientas personas, y en las mesas y aparadores se colocaban, a intervalos
regulares, grandes floreros con tulipanes en sazón para su solaz durante el convite."
[…] Podemos hacernos una idea muy intuitiva del precio que llegaron a alcanzar los tulipanes debido a
que muchas transacciones no se formalizaron en dinero sino contra bienes que poseía el comprador. Hay
contratos alucinantes. Por ejemplo, un bulbo de la especie "Semper Augustas" llegó a cambiarse por 4.600
florines, un carruaje nuevo y "dos yeguas rucias con sus atalajes y arneses" (a modo de referencia, un buey
costaba 120 florines). Otro costó a su comprador 24 carretadas de grano, ocho cerdos cebados, cuatro vacas,
cuatro barriles de cerveza, 500 kilos de mantequilla y varias toneladas de queso. Un fabricante de cerveza
cambió su fábrica por tres bulbos. Se había llevado a sus últimas consecuencias el viejo dicho de los
especuladores: "el valor de algo es lo que el comprador está dispuesto a pagar por él".
El momento culminante de la especulación se produjo en enero de 1637. Según parece, en el transcurso de
dicho mes la locura hizo multiplicar por veinte los precios. En ese momento se desencadenó el clásico
mecanismo de los crash. Algunos especuladores, más listos que la mayoría, intuyeron la imposibilidad de
mantener la burbuja, empezaron a vender y el sentimiento de pánico se apoderó de la sociedad holandesa con
la misma violencia con la que había vivido la euforia.
De repente los antiguos propietarios de caballos, carruajes o fábricas de cerveza se encontraban sin sus
anteriores propiedades y con una "cosa" que nadie quería comprar y carente de todo valor intrínseco. Pero la
situación más dramática se dio con los contratos de futuros. Solían formalizarse con una garantía de entre el
10 y el 20%. A su vencimiento los vendedores exigieron el cumplimiento a los compradores. Estos no sólo no
tenían el importe del contrato, sino que en muchos casos se habían hipotecado para pagar la garantía. El
Gobierno intervino buscando algún compromiso para evitar que a la ruina de los compradores sucediera la de
los vendedores. Se declararon inválidos los contratos anteriores a noviembre de 1636 y los posteriores
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quedaron automáticamente reducidos al 10% de su valor nominal. Ni siquiera después de tan brutal quita los
compradores pudieron hacer frente a sus compromisos, y se produjo una oleada de bancarrotas: "comerciantes
prósperos quedaron reducidos casi a la mendicidad, y muchos miembros de la nobleza asistieron a la ruina
irremediable de sus casas".
La economía holandesa que probablemente era la más próspera y estable del mundo antes de la fiebre quedó
destrozada por la inflación y el desorden de la fase especulativa y por la posterior depresión que duró varios
años. Aunque no he visto ninguna referencia expresa en los libros de historia es probable que este episodio
influyera en la decadencia de Holanda a partir de la segunda mitad del siglo XVII, donde fue desplazada
como potencia emergente por Francia e Inglaterra.
Pero no todo fue malo como observa poéticamente Galbraith:
"El colapso de los precios de los tulipanes y el consiguiente empobrecimiento tuvieron como efecto
congelar la vida económica holandesa en los años que siguieron: se produjo, para expresarlo en terminología
moderna, una considerable y duradera depresión. Hubo un solo resultado que compensará de tanta pérdida: el
cultivo del tulipán prosiguió en Holanda, y con el tiempo se desarrollaron amplios mercados para flores y
bulbos. Todo el que haya contemplado en primavera los campos de tulipanes en ese tranquilo y agradable
país, no puede sustraerse al sentimiento de que la tulipamanía fue la precursora de un auténtico don de la
naturaleza".
Es propio de la mentalidad tecnolátrica moderna atribuir a los cambios técnicos los cambios
sociales, económicos o políticos. Sin embargo, hemos demostrado suficientemente que fue el
cambio de mentalidad lo que produjo la alteración significativa de la Europa Medieval en lo que se
llama la Europa Moderna.
Inglaterra hacía casi dos siglos era un país protestante y capitalista que había consagrado en la
ley y en las costumbres una nueva mentalidad en la cual predominaba el lucro y el interés.
Lo sucedido a fines del siglo XVIII es conocido erróneamente como “Revolución Industrial”.
Sin embargo, no hubo un cambio substancial como para llamar revolución a un cambio que sólo fue
de grado. Es decir, la aplicación de la máquina a la producción artesanal solamente aceleró y
agigantó un proceso ya consagrado por la ley inglesa: el capitalismo.
El Capitalismo Financiero dominaba todos los ámbitos de la producción británica.
El Concepto de propiedad era el de mercancía obtenible por dinero
No existían los gremios artesanales: el trabajador estaba en estado desregulado
La Usura estaba amparada por la ley
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
EL LIBERALISMO
El liberalismo afirma la libertad humana por sí misma, sin sujeción alguna a ninguna verdad, ni
orden natural que provenga desde fuera de la razón humana. La libertad de la cual el liberalismo
hace su principio supremo no es simplemente la libertad del albedrío humano, sino el DERECHO
de ese albedrío contra cualquier orden externo o naturaleza:
Por ende, el derecho y la ley son puras creaciones humanas, dependientes de la voluntad de
quienes hagan las leyes. De allí que para el liberalismo no pueden ser inmutables o permanentes,
pues como es “construido” por el hombre, puede cambiar según los tiempos. Según lo que los
hombres consideren como bueno y verdadero.
Pero el liberalismo teórico de libertades individuales, no se dio nunca en la historia. Una
sociedad puramente liberal sería anárquica en su propia concepción. Lo que existió es la
apropiación por parte del estado, de la ejecución y definición de los derechos de los individuos a los
cuales representa. Eso cambia toda definición de Liberalismo.
En el orden de las ideas el Liberalismo origina lo que se llaman principios liberales, con las
consecuencias lógicas que de ellos se derivan.
Principios liberales son:
1. La soberanía del estado (no del individuo como se cree) con entera independencia cualquier
otra autoridad;
2. Soberanía de la sociedad con absoluta independencia de lo que no nazca de ella misma;
3. Soberanía nacional, es decir, el derecho del estado para legislar y gobernar con absoluta
independencia de todo criterio que no sea el de su propia voluntad;
4. Libertad de pensamiento (regulada por las leyes del estado);
5. Libertad de imprenta (regulada por las leyes del estado);
Estos son los llamados principios liberales que vamos a ver imponerse a través de las
revoluciones.
Derívanse de ellos en las sociedades liberales del siglo XIX:
1. La libertad de cultos (regulada por las leyes del estado);
2. La supremacía del Estado en sus relaciones con cualquier otro organismo;
3. La enseñanza decidida y regulada por el estado;
4. Los hechos de la vida del hombre: nacimiento, matrimonio y defunción pasan por la
intervención única del Estado: su última palabra, la que todo lo abarca y sintetiza, es la palabra
secularización, es decir, la no intervención de la Religión en acto alguno de la vida pública, última
consecuencia del Liberalismo. Si bien el liberalismo entiende a la sociedad como una reunión de
grupos e individuos libres e independientes, los individuos no ejercen ni el poder ni los derechos
sino a través del estado.
Por eso, como advierte Pío XI, de este liberalismo de estado (como podría llamarse) nacen,
como hijos suyos naturales, el socialismo y el comunismo (Carta Encíclica Divini Redemptoris 38:
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
1937), y otras más radicales todavía, como lo serán en el siglo XX el nazismo o el fascismo. El
principio de todos ellos es el mismo: la emancipación del hombre de toda autoridad que esté fuera
del orden humano, pero a través de la representación estatal, no por sí mismo. En todos los casos es
la libertad del hombre o el estado, sin referencia al orden natural creado, de cuyos fines juzga la
moral lo bueno y lo malo; como lo era en las sociedades llamadas “tradicionales” o del “antiguo
régimen”. Por eso todas las revoluciones liberales se han dirigido contra el Antiguo Régimen; es
decir, contra la civilización grecorromana cristiana.
EL LIBERALISMO POLÍTICO
Esta idea tuvo su realización en la Política: en el mundo moderno la política y la ley emanan de
la voluntad humana. Da lo mismo que esa voluntad sea de un solo hombre (Absolutismo) o de las
mayorías populares (Republicanismo).
No obstante, el liberalismo político edifica como modelo el Sistema Republicano, que sujeta en
teoría los poderes del estado al número por la Democracia de partidos. Coloca al Número (la
mayoría de individuos) como criterio de acceso al poder y como criterio de verdad. Esta fascinación
por la cantidad, tiene como consecuencia que sea el tener más cantidad de votantes el que le otorgue
legitimidad a las decisiones políticas.
En todos los países, merced siempre a revoluciones políticas más o menos violentas; más tarde o
más temprano, va a aparecer la forma de gobierno republicana y democrática en su versión
moderna.
Cuando Aristóteles en la Política (Libro III) describe las formas diferentes de gobierno, hace una
advertencia: ya que puede darse el gobierno de uno (monarquía), el de pocos (aristocracia) o el de
muchos (politeia o república), recuerda que el menos virtuoso de todos ellos es el último, ya que
“un número mayor es difícil que alcance la perfección en toda clase de virtud” (1279b).
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
El Estado pasa a ser ahora un absoluto. El intérprete de la voluntad humana. Por lo tanto crece
enormemente en sus atribuciones respecto a la familia y el individuo. Ya no tiene que regir
solamente el ámbito público sino que interfiere en la esfera privada también (esto se ve claramente
en la Revolución Francesa).
La palabra "política" cambió su significación: si antes describía los medios para alcanzar el bien
común, ahora pasa a ser el esfuerzo competitivo de los partidos para ocupar posiciones en el
gobierno. Política vino a significar competencia de partidos.
Entre los precursores del liberalismo político deberíamos nombrar al humanismo y al
calvinismo. Sin embargo, hay filósofos y escritores que terminan dando forma a los principios que
se aplicarán en Francia en la Revolución de 1789. Entre ellos citaremos a Maquiavelo, Voltaire,
Montesquieu, D’Alembert, etc. Pero analizaremos a dos importantes el más célebre es Jean
Jacques Rousseau. Él establece los fundamentos teóricos del sistema representativo. La multitud
de individuos delegan en los representantes su “Voluntad General”, a través de lo que él llama
contrato social. El contrato social es el acto por el cual el conjunto de individuos asume entregar su
voluntad al representante.
No hay que sorprenderse que con esta concepción del estado y el poder surja en el siglo XX lo
que se llama el Estado Totalitario. De hecho, y como bien apunta Leonardo Castellani, todo Estado
ajustado a las definiciones que hemos dado es totalitario, pues consiste en la tiranía absoluta de los
representantes, que hasta que cesen de sus funciones sólo están sujetos a su propia voluntad. El
perfecto gobierno democrático (y así lo han sostenido siempre) es el Estado Comunista, donde éste
asume perfectamente la voluntad de los representados.
Los territorios de la actual Costa Este de los Estados Unidos, fueron poco a poco apropiados por
los ingleses, que paradójicamente, fueron los últimos en llegar a tales territorios
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Se encontraron variedades de pueblos, algunos amistosos, y otros muy belicosos, que incluso
practicaban la antropofagia.
Las colonias francesas se fueron desarrollando más y más por los Grandes Lagos, el Misisipi y
las costas de la bahía del Hudson, zonas recorridas por los misioneros, los comerciantes y los
tratantes en pieles. Al mismo tiempos, las colonias inglesas iban acogiendo en las costas del
Atlántico más y más inmigrantes, no sólo de ingleses, sino también de irlandeses, escoceses,
alemanes y otros europeos.
Las tensiones entre franceses e ingleses, en las que se involucran naciones indias más o menos
aliadas, acaban estallando en 1756 en la guerra de los Siete Años, cuyos efectos fueron decisivos.
Cincuenta mil soldados ingleses, ayudados por los iroqueses, tras una guerra atroz, acaban
eliminando casi por completo a los franceses.
Tanto los puritanos como los católicos eran perseguidos en la Inglaterra del XVI por cuestiones
religiosas, y en América del norte buscaron una tierra de refugio. En 1634 se fundó una colonia para
los católicos, Maryland, la tierra de María, y su capital, Baltimore, fue la primera sede episcopal de
lo que había de ser Estados Unidos. De todos modos, la Corona inglesa limitó y controló la
emigración de fieles y sacerdotes católicos a sus colonias americanas, y en el nuevo mundo los
católicos fueron objeto durante largo tiempo de persecuciones, injusticias y marginaciones, hasta el
punto de que llegó a prohibirse en todas las colonias la celebración de la misa.
La fundación de la ciudad de San Agustín, fue la base de la evangelización y población de la
zona de Florida por los españoles, y la manera de alejar a los franceses protestantes. 4
La conquista inglesa
El desarrollo de la marina y el comercio inglés a principios del siglo XVII hizo que la corona
inglesa autorizara Compañías de banqueros y comerciantes, mediante cartas, para que colonizaran
esas regiones. Esas compañías eran de capital privado, y funcionaban como sociedades anónimas.
Como todas ellas eran de religión cristiana protestante calvinista, la prosperidad económica no se
hizo esperar.
Las principales colonias fueron las de Virginia (1607), que se unió a Plymouth (1620) y
Massachussets (1628). Se disponían autoridades para ejercer el mando y la justicia. Luego nacerían
las colonias de Rhode Island (1636), Connecticut (1636) y New Haven (1638), (estas dos se
unieron) y New Hampshire (1639)
Posteriormente, se fundaron las colonias de las Carolinas (Carolina del Norte y del Sur, en
1663). Por esa época, los holandeses se habían instalado en el este, y fundado la colonia de Nueva
Holanda y la población de Nueva Ámsterdam (1623). Pero los ingleses rechazaron a los holandeses,
4
Cf. IRABURU, R. P. J., Los Hechos de los Apóstoles en América, Cap. 31
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
y transformaron Nueva Ámsterdam en Nueva York, y al sur erigieron la ciudad de Nueva Jersey
(1664).
Luego, un tal William Penn, un banquero cuáquero5, que heredó una deuda de 16.000 libras
contra el rey Carlos II, recibió en pago las tierras de la futura colonia de Pennsylvania (1681), en
donde los puritanos fundaron Filadelfia, próspera colonia entre todas las demás. También se fundó
la colonia de Delaware, en el mismo año. La última colonia fue la de Georgia (1732).
En tanto, los franceses se habían apoderado de toda la zona interior, que iba desde el Golfo de
San Lorenzo (este de Canadá) hasta el Golfo de México, a la que llamaron Luisiana; en un arco que
evitaba toda expansión de territorios hacia el oeste por parte de las colonias inglesas. Ya vimos lo
sucedido en la llamada Guerra de los Siete Años (1756-1763). El Tratado de París, en 1763, pone
fin a la presencia de Francia en América como potencia civilizadora y evangelizadora. Además,
Francia perdió todo el Canadá a favor de los ingleses, y cedió a España toda la Luisiana,
obteniendo Inglaterra a cambio la Florida.
Estas trece colonias prosperaron enormemente, sobre todo por el espíritu capitalista calvinista
que las inspiraba, y además por la enorme riqueza de los territorios poseídos. Pronto se convirtieron
en Estados muy poderosos.
La Independencia
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
su sucesor Jorge III. Enojado por estas medidas, en 1764 Benjamin Franklin fue comisionado a
Londres para pedir que el Parlamento levantara esa prohibición.
La sorpresa de Franklin en las calles de Londres (pobres, desocupados, mendigos y vagabundos)
le hizo decir: “En las colonias nosotros no tenemos casas para pobres; y si tuviéramos alguna no
habría a nadie a quien alojar en ellas, en la medida que allí, en las colonias, no hay ni una sola
persona desempleada, ni mendigos ni vagabundos… Esto es simple. En las colonias emitimos
nuestra propia moneda. Se la denomina “Colonial Scrip” (Vale Colonial). La usamos para pagar
los gastos aprobados del gobierno y las instituciones de caridad. Nos aseguramos de emitirlas en la
proporción apropiada para hacer que los bienes pasen fácilmente de los productores a los
consumidores … de esta manera, creado el papel moneda por nosotros mismos, controlamos su
poder de compra, y no tenemos que pagar intereses a nadie. Como usted ve, un gobierno legítimo
puede hacer ambas cosas, gastar y prestar dinero en circulación, mientras que los bancos sólo
prestan significativas cantidades de sus promesas de pago bancarias, dado que ellos no pueden ni
regalar ni gastar sino una diminuta fracción del dinero que el pueblo necesita”… “En
consecuencia, cuando sus banqueros aquí en Inglaterra ponen el dinero en circulación, hay
siempre un principal de la deuda que debe ser devuelto y usura que debe ser pagada. El resultado
es que usted siempre tiene muy poco crédito en circulación para dar a los trabajadores pleno
empleo. Ustedes no tienen demasiado trabajadores, ustedes tienen muy poco dinero en circulación,
y eso que circula, soporta la carga interminable de la deuda impagable y de la usura”6.
El banco de Inglaterra, a través de su influencia en el Parlamento hizo aprobar en 1764 el
“Currency Act” que condenó como ilegal toda emisión de dinero por parte de las colonias. Los
“colonos” fueron obligados a pagar sus impuestos en plata u oro, por lo tanto, los que no podían
obtenerlo, debían pedir prestado a interés a los bancos.
Un año después ocurría en las colonias lo mismo que Franklin había visto en Londres.
El volumen de dinero se redujo en un 50%, no habiendo suficiente cantidad para pagar los
bienes y servicios ofrecidos.
La verdadera causa de la revolución Norteamericana, según B. FRANKLIN:
“… la pobreza causada por la mala influencia de los banqueros ingleses sobre el parlamento es
el motivo de que los colonos odien a los Ingleses y …. de la Guerra de la Revolución”.
“las colonias habrían soportado de buena gana el pequeño impuesto sobre el té y sobre otras
cuestiones si no hubiera ocurrido que Inglaterra dejó sin su dinero a las colonias, lo cual creó
desempleo e insatisfacción”.
El problema del Té
Los empresarios de las colonias empezaron a pasar el té de contrabando desde Holanda para
evitar pagar los impuestos británicos. Mediante el Acta del Té de 1773, Gran Bretaña anuló el
arancel que pagaban los comerciantes de té en los puestos ingleses en su camino desde Oriente
hasta América, haciendo, de este modo, que el precio del té británico fuese más bajo que el del
holandés.
6
Citado por el legislador Charles Binderup en un discurso en 1941: “How america Created Its Own Money in
1750: How Benjamin Franklin Made New England Prosperus”; http://reactor.core.org/america created
money.html – Citado en “Web of Debt”, Ellen Hodgson Brown, J.D.; Third Millennium Press; Baton Rouge;
2007; Pág. 40 y 41
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
de las colonias iba creciendo, y en señal de protesta, se negaron a comprar el té inglés. El único
puerto en el que el té fue descargado fue en Charleston, pero el té fue amontonado en un almacén y
dejado ahí.
El 16 de diciembre de 1773, un grupo de colonos disfrazados como los indios Mohawk,
liderados por Samuel Adams, abordaron los barcos ingleses y tiraron 340 cajas de té, con un valor
estimado de unas 10.000 libras, a la bahía de Bostón.
El enfurecido gobierno británico respondió emitiendo varias actas que se llegaron a conocer
como las Actas de la Intolerancia de 1774. Estas actas incluían, entre otras medidas, el Acta del
Puerto de Boston que clausuraba este importante puerto hasta que la Compañía de la India Oriental
fuera compensada por las pérdidas sufridas por la destrucción del té y el rey fuera satisfecho con la
orden restablecida.
Las severas medidas promovidas por las Actas hicieron aún más difícil el gobierno de las
colonias, aumentó aún más la resistencia hacia Bretaña y suscitó simpatías hacia Massachusetts, el
resultado de lo cual fue la fundación del Primer Congreso Continental. Las medidas discutidas en
las reuniones del Congreso incluían el acuerdo formal de boicotear los productos procedentes de
Gran Bretaña hasta que fuesen abolidas las Actas de la Intolerancia; asimismo, se hizo un
llamamiento de prestar apoyo a Massachusetts en el caso de una intervención militar por parte de
los ingleses.
Las hostilidades comenzaron el 19 de abril de 1775 en el Condado de Middlesex, provincia de
Massachusetts Bay adonde fue enviado un regimiento británico para confiscar armas y arrestar a los
revolucionarios. Esto marcó el inicio de la Guerra de Revolución Americana, más tarde identificada
como la Guerra de la Independencia.
Para ello usaron la actividad de las Sociedades Secretas, entre ellas la de los Illuminati, que sería
el alma de los independentistas norteamericanos. La idea era crear un gran país capitalista y liberal
que se constituyera en garantía del proceso revolucionario hispanoamericano.
El 4 de julio de 1776, los delegados de los trece Estados de Nueva Inglaterra proclamaban la
Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. Las causas inmediatas de esta
independencia radicaban en cuestiones menores, como:
La autoridad del Rey inglés sobre las colonias
El problema de la elección de representantes americanos en el Parlamento inglés
La suba de los impuestos en productos como el Té y la limitación del comercio colonial
No eran éstas sino causas accesorias o detonantes. La independencia había sido pensada años
atrás y tenía causas más profundas. Sin embargo, Estados Unidos se va a convertir en el país
modelo de los estados liberales modernos.
La actuación de las Sociedades Secretas dejó su marca en la historia estadounidense. De los trece
firmantes del Acta de Independencia, nueve eran masones (Ellery, Franklin, Hancock, Hewes,
Hooper, Paine, Stockton, Walton y Whipple). Idéntica condición compartían nueve de los trece
delegados que rubricaron los artículos de la nueva Confederación (Adams, Carroll, Dickinson,
Ellery, Hancock, Harnett, Laurens, Roberdau y Bayard Smith), así como los trece firmantes de la
Constitución estadounidense (Bedford, Blair, Brearley, Broom, Carroll, Dayton, Dickinson,
Franklin, Gilman, King, McHenry, Paterson y Washington). La gran mayoría de los congresistas
que ratificaron dichos acuerdos eran igualmente miembros de la hermandad masónica, lo mismo
que la práctica totalidad de los mandos del ejército republicano que combatió a las tropas realistas
de la metrópoli inglesa.
Esa influencia se haría patente desde el principio en todos los ámbitos del incipiente Estado,
modelando sus componentes ideológicos y políticos e inspirando buena parte de su simbología.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Antes de hablar de la Revolución Francesa, que fue la última, pero la más importante y
significativa de las llamadas revoluciones burguesas, ya que no sólo acabó con la monarquía
7
Se puede leer la correspondencia original en https://founders.archives.gov/documents/Washington/06-02-02-
0435
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
francesa, sino que inauguró el estado moderno. Fue una revolución que trascendió el ámbito político
exclusivamente.
Ya en el siglo XVIII, e incluso antes, la burguesía francesa dominaba por completo el panorama
político y económico de aquel país, situándose a la cabeza tanto del comercio como de la industria y
las finanzas. Habían logrado una decadencia de la monarquía, con el absolutismo, que ya los reyes
no gobernaban, los nobles no tenían qué hacer, y el clero estaba deslegitimado y decadente por el
excesivo poder con el que contaba.
Era la situación perfecta para la revolución. Luis XVI, uno de los reyes más tibios de la historia,
no caía en cuenta de los planes de los ministros que lo acompañaban, y contribuía, con sus torpes
políticas, a la fermentación del resentimiento popular, hábilmente manejado por los burgueses, que
distribuían por todas partes folletos antimonárquicos, y convencían a los intelectuales de la época de
las conveniencias del liberalismo. Entre ellos hay que citar a Jacques Necker, director general de
Finanzas y primer ministro de Luis XVI; a Etienne Delessert, propietario de la principal compañía
aseguradora francesa y destacado financiero, y Nicolás Cindre, agente de cambio. El primero de
ellos había provocado una crisis económica terrible en 1778, con sólo emitir moneda en forma de
préstamos. Era tanto el volumen de dinero sin respaldo que circulaba, que toda esa burbuja ficticia
explotó al poco tiempo.
Pero, para que la caída sucediera en 1789 se precisó de algo más. Hizo falta, además, la
presencia de una estructura organizada capaz de llevar a cabo una labor sistemática de demolición
cultural. El tan largamente invocado papel de las masas no fue sino el de mera compañía, como los
acontecimientos sucesivos demostrarían hasta la saciedad.
Además de la experiencia histórica (y de la lógica más elemental), que ha acreditado sin
excepción que las revueltas populares verdaderamente espontáneas jamás rebasaron el grado de
simple motín, se cuentan por centenares los datos y los testimonios que no dejan lugar a dudas sobre
la autoría de la orquestación.
Esa estructura pacientemente organizada a través de la cual la burguesía alcanzó sus objetivos no
fueron otras que las Sociedades Secretas, organizadas sincronizadamente y de decisiva participación
en aquel suceso.Bien podría empezarse, pues, significando el hecho de que todos los dirigentes
políticos e ideológicos de la Revolución, fueron integrantes de las logias. Desde los teóricos y
propagandistas de la primera hora, como
D'Alembert, Montesquieu, Rousseau,
Condorcet o Voltaire, hasta los activistas
más destacados del proceso revolucionario,
como Mirabeau, Desmoulins,
Robespierre, Danton, Saint-Just, Marat,
Hebert, Fouché, Siéyès, o el propio
Napoleón. Todo ello sin contar, claro está,
los innumerables clérigos afiliados a la
misma. Masónicos igualmente eran los
símbolos republicanos (gorro frigio,
cocarda republicana) y el himno
revolucionario (la marsellesa), compuesto
por el adepto Rouget de L'Isle. Lo mismo
podría decirse de las consignas ideológicas,
comenzando por la más famosa de todas ellas ("libertad, igualdad, fraternidad"), artificio que
bastante antes era ya la divisa de las logias masónicas.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
La Asamblea Constituyente
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Artículo 8º - La ley no debe establecer más penas que las estricta y evidentemente necesarias, y nadie puede ser
castigado si no es en virtud de una ley establecida y promulgada con anterioridad al delito, y aplicada legalmente.
Artículo 9º - Todo hombre será considerado inocente hasta que haya sido declarado culpable. Si se juzga
indispensable detenerlo, la ley reprimirá severamente todo rigor que no resultare necesario para asegurar su arresto.
Artículo 10º - Nadie debe ser perseguido por sus opiniones, incluso religiosas, en la medida en que sus
manifestaciones no alteren el orden público establecido por la ley.
Artículo 11º - La libre comunicación de pensamientos y opiniones es uno de los derechos más valiosos del hombre.
Por consiguiente, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, haciéndose responsable de los abusos de
esa libertad en los casos previstos por la ley.
Artículo 12º - Para garantizar los derechos del hombre y del ciudadano es necesaria la fuerza pública. Por
consiguiente, se ha instituido esta fuerza en beneficio de todos y no para la utilidad particular de aquellos a quienes se la
confía.
Artículo 13º - Para mantener esta fuerza pública y para los gastos de administración, es indispensable establecer una
contribución común que debe distribuirse equitativamente entre los ciudadanos, de acuerdo a sus posibilidades.
Artículo 14º - Los ciudadanos tienen derecho a verificar por sí mismos o a través de sus representantes la necesidad
de la contribución pública, de consentirla libremente, de controlar su empleo y determinar las cuotas, la base tributaria, la
recaudación y la duración de dicha contribución.
Artículo 15º - La sociedad tiene derecho a exigir a todo agente público que le rinda cuentas de su administración.
Artículo 16º - La sociedad en donde no estén garantizados los derechos ni esté establecida la separación de los
poderes, carece de una constitución.
Artículo 17º - La propiedad es un derecho inviolable y sagrado del que nadie puede ser privado, excepto si la
necesidad pública, legalmente establecida, lo exige claramente y con la condición de una justa y previa indemnización.
Efectivamente, lo primero que reclamaba la burguesía emergente era la libertad, pero no tanto la
libertad política, sino también la libertad social y económica, es decir, la desregulación de la
economía y los órdenes sociales que venían desde la Edad Media. Las principales medidas tomadas
por la Asamblea fueron:
La ley Allarde del 2 de marzo de 1791 suprimió las corporaciones y asociaciones
gremiales, base de la economía productiva artesanal.
Simultáneamente fueron decretadas la libertad mercantil y la libertad laboral, por la ley Le
Chapelier del 14 de junio de 1791, quedaron excluidos del nuevo marco "libertario" los
derechos de asociación.
En el ámbito rural, la redención de las rentas establecida por el Decreto del 3 de mayo de
1790, y la supresión de los diezmos decretada el 11 de marzo de 1791, fueron un
malabarismo que trasladó los tributos desde la nobleza y la Iglesia al Estado. Los nuevos
tributos fueron tales, que abocaron al campesinado francés a una situación aún más
costosa que la que padecía antes.
Con anterioridad a todas esas medidas, ya en noviembre de 1789 habían sido confiscados
todos los bienes eclesiales, a los que se sumarían tiempo después los recursos
expropiados a los enemigos del sistema. Fueron los denominados “bienes nacionales”.
A los miembros del Clero católico, se los obligó a someterse al Gobierno (Constitución
Civil del Clero), y ponerse fuera de la autoridad del Papa. Esto provocó una oleada de
asesinatos de los sacerdotes que no juramentaran contra Roma.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
El estamento burgués, auténtico promotor de dicho proceso, estaba integrado por dos grandes
grupos, girondinos y jacobinos. Los primeros se ubicaban a la derecha de la asamblea. Los otros a
la izquierda. Las ideas de ambos grupos coincidían en sus principios, aunque variaban en la manera
de aplicarlos. De entonces arranca la conocida división entre izquierdas y derechas de la que tanto
se habla hoy. Sobra decir que la mentalidad de las dos facciones que se disputaron el poder
(jacobinos y girondinos) era esencialmente la misma, aunque sus intereses inmediatos resultaran
contrapuestos.
8
Cf. DE VIGUERIE, Jean. Cristianismo y Revolución, Ed. Rialp, 1991, pp. 194-195
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Los Girondinos
representaban a la gran
burguesía comercial, cuyos
intereses no estaban en romper
totalmente con las estructuras
sociales tradicionales. Su
deseo del primer momento fue
una solución a la inglesa, es
decir, un régimen monárquico
parlamentario comandado y
compartido por los notables de
la nobleza y la burguesía. Eso
no implicaba que no fueran
revolucionarios. Eran liberales
“conservadores”.
Los Jacobinos pensaban hacer todo de la manera más radical. Eran los que más invocaban el
papel de las masas y se presentaban como defensores del pueblo como intérpretes de su voluntad.
Fue de esta forma como el bando jacobino consiguió hacerse con las riendas de la Revolución. A
través de ello pudo aplastar cualquier oposición disidente y aprovechar las pretensiones y los
excesos de las masas pobres (llamados sans-culottes por su vestimenta sencilla) cuando era preciso.
Ese papel fue hábilmente interpretado por personajes de la talla de Danton o Robespierre.
EL TERROR
A finales del invierno de 1794, ahogada en sangre la oposición interna y conjurada la amenaza
exterior, los acontecimientos se precipitaron en la dirección prevista. Primero se usó a los
descamisados para actos de vandalismo, y luego, se los eliminó dejándolos sin defensa contra las
tropas realistas antirrevolucionarias.
No había transcurrido mucho tiempo desde que el Comité de Salud Pública fuese creado cuando,
en el verano de ese mismo año, comenzó a gestarse la dictadura jacobina que muy pronto se iba a
implantar. Baste con significar que el Club de los Jacobinos llegó a contar con una red de 3.000
sociedades y alrededor de 40.000 comités repartidos a todo lo ancho del país.
Los pretextos esgrimidos por los defensores de la dictadura jacobina, no fueron nunca otra cosa
que palabras sin fundamento real alguno. Las excusas por las que se habría recurrido al terror se
resumen en dos: la amenaza exterior, representada por los ejércitos realistas extranjeros, y el peligro
interno, encarnado en los elementos contrarrevolucionarios. Sin embargo, en el interior, los últimos
restos de tibia resistencia habían sido definitivamente eliminados tras la caída de la municipalidad
de Burdeos (18 Septiembre 1793) y la toma de Lyon. Y respecto a los problemas externos, la
amenaza de invasión había desaparecido por completo en los comienzos del otoño de 1793.
La represión y las matanzas se prolongaron bastante tiempo después de que la rebelión hubiese
sido aplastada. Gran cantidad de templos fueron saqueados, obras de arte quemadas, Iglesias
profanadas, etc., etc., etc. La famosa abadía de Cluny, que databa del siglo X, fue derribada
completamente. No quedó una sola iglesia románica o gótica que no haya sido mutilada en sus
estatuas o en sus ornamentos.
El 21 de enero de 1793 es decapitado el Rey Luis XVI. Recibió todos los sacramentos y murió
valientemente, rogando para que su sangre no recayera sobre Francia. Luis, último rey que recibió
la Unción Sagrada de Clodoveo, era descendiente de San Luis Capeto, rey francés que murió en
1270.
El Directorio (1795-1799)
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
En agosto de 1795 era promulgada una nueva Constitución, que retornaba al sistema de censos
y consagraba explícitamente el poder de unos pocos “representantes” y el beneficio como pilares
del régimen republicano. Este régimen consagró la arbitrariedad como norma, y elevó a la más alta
burguesía comercial y financiera al gobierno.
En 1799, agotadas las maniobras revolucionarias para mantener vivo el gobierno, surge la figura
de un curioso general corso, jefe de los ejércitos revolucionarios. Se llamaba Napoleón, y se
encargaría de unificar el mando revolucionario y extenderlo por toda Europa con la fuerza de las
armas, y un genio brillante que lo acompañó siempre.
Un régimen que había entrado en decadencia por siglos (la monarquía francesa con el apoyo de
la Iglesia Católica) dio lugar a un estallido violento, que como suelen ser las reacciones
emocionales de los seres humanos; engendró otro régimen más absoluto y violento que el que
pretendió abolir.
La Revolución Francesa marca, sin embargo, el comienzo de una nueva era en el cual los
sistemas heredados de la época medieval, van a sufrir un trastorno severo y una reforma que llevó a
las estructuras actuales políticas, sociales y económicas. Por eso los historiadores reclaman este
suceso como el que inaugura la Edad Contemporánea.
La Iglesia y la Revolución
La Revolución fue una reacción violenta principalmente contra lo que se dio a llamar el
“Antiguo Régimen”. Pero estuvo dirigida especialmente contra el poder temporal (político-
económico) de la Iglesia Católica, que en Francia oficiaba como poder casi tan fuerte como la
monarquía.
Hay que tener en cuenta primero que la Iglesia Católica fue el principal sostén de la monarquía
francesa desde Pipino el Breve en 751. Se había transformado con el tiempo en una institución
poderosa, que tenía amplias propiedades en todo el territorio francés. El pago del diezmo (10% de
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
los ingresos) era prácticamente obligatorio, y el poder político eclesial era tan grande como el de la
época medieval.
En 1790 la asamblea votó la nacionalización de los bienes eclesiásticos, la supresión de las
órdenes contemplativas y decretó la “constitución civil del clero”. Ésta era una medida radicalmente
antirreligiosa. Además de que rompía el concordato de 1516, comportaba una separación de la
iglesia de Francia del papado, y su total sometimiento al estado. Aunque al principio, solamente 4
obispos de los 133 prestaron el juramento civil, de a poco el clero católico irá acomodándose a la
nueva situación.
En 1791 el Papa Pío VI condenó la “constitución civil del clero” como contraria a la esencia
misma de la iglesia. En represalia la asamblea legislativa, impulsada por la comuna revolucionaria
de París, adoptó una serie de medidas contra los sacerdotes. Eran encarcelados, y cuando Prusia
amenazó con invadir Francia, se acusó a los sacerdotes de traidores y se les condenó a la muerte.
Fue el momento del “terror” de septiembre de 1792. En ese mismo mes fue abolida la monarquía y
el mismo calendario gregoriano, que era el seguido por la iglesia. Fue éste un intento insensato de
abolir el cristianismo y de substituirlo con una nueva religión. De hecho en 1793 se celebró la
entronización solemne de la “diosa razón” en la catedral de París.
El Papa Pío VI, que condenó la “constitución civil del clero”, fue secuestrado por Napoleón, y
murió en poder del secuestrador a los ochenta y dos años de edad, cuando el pánico cundió en la
Iglesia. Sobre la tumba de Pío VI –en Francia- podía leerse: “Pío VI, último Papa”.
Sobre un exceso, se constituyó otro, de casi las mismas características censuradoras y
dogmáticas. Francia pasó del dominio del clero al dominio del Estado, que tiene atribuciones cuasi
absolutas sobre la población como hemos visto.
Hacemos un paréntesis para dedicarnos a las reformas que durante el gobierno de los Borbones,
dinastía posterior a la de los Habsburgo en España; le dieron una fisonomía tal a América, que
terminarían provocando la insurrección de los territorios americanos. La dinastía borbónica instauró
algo parecido al “Absolutismo” francés, pero en versión española. Y fue el prólogo de las
revoluciones del siglo XIX.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
varios Estados Alemanes. El objetivo era evitar la unión de los reinos francés y español, que sin
duda hubieran traído problemas a los intereses protestantes y liberales ingleses.
La victoria fue de los aliados, que hicieron firmar la Paz de Utrecht (1713), en la cual, luego de
hacer renunciar a Felipe al trono francés, lograron las siguientes condiciones para América:
Inglaterra se apropió de los territorios de Nueva Escocia y Terranova (actual Canadá)
Inglaterra adquirió “Privilegios Comerciales” en Sudamérica española: derecho a un asiento
para el tráfico de esclavos negros (que fue la ciudad uruguaya de Colonia del Sacramento), más sus
tierras “a distancia de un tiro de cañón”; a un “navío de permiso” para comerciar legalmente en
América (ya lo venía haciendo ilegalmente desde el siglo XVI). Ese navío se convertirá pronto en
una flota de barcos de mercaderes que inundaron de productos ingleses y pusieron en aprietos a las
artesanías virreinales.
Los reyes borbones en España fueron los siguientes:
Entre 1700 y 1788: Felipe V, Fernando VI y Carlos III. Entre 1788 y 1808: Carlos IV y
Fernando VII.
Estos reyes eran absolutistas e iluministas, y siempre estuvieron rodeados (cuando no
directamente gobernados), por consejeros de origen burgués, que manejaban las políticas de los
reyes con su beneplácito. Estos nobles ministros y regentes del rey ya estaban imbuidos de las ideas
liberales, e intentaron aplicarlas en una España de mentalidad más medieval que moderna. Muchos,
como Aranda, Floridablanca y Campomanes eran miembros de los clubes y logias secretas
europeas. Por eso estos reyes fueron llamados “déspotas ilustrados”.
La expulsión de la Compañía de Jesús
De las medidas tomadas en América, hay que destacar la expulsión de los jesuitas. Entre la
noche del 31 de marzo y la mañana del 2 de abril los miembros de la Compañía de Jesús fueron
expulsados de todos los Reinos de España, incluyendo los Reinos de Ultramar. Le habían precedido
las expulsiones de Portugal (1759) y Francia (1762).
Ésa fue idea del ministro de Carlos III, Aranda, quien entendía que la citada Compañía mantenía
una estructura interna que difería bastante de la idea del fundador San Ignacio. El poder alcanzado,
el secretismo, sumado al voto de doble obediencia, habían hecho de la Sociedad de San Ignacio
ambiente propicio para la infiltración de las sociedades secretas. Las ideas suarecianas (del teólogo
Francisco Suárez), cercanas al liberalismo en ciertos aspectos, por supuesto eran contrarias al
absolutismo imperante en España.
No quiso dar grandes razones el Rey Carlos, quien menciona «gravísimas causas relativas a la
obligación en que me hallo constituido de mantener en subordinación, tranquilidad y justicia mis
pueblos, y otras urgentes, justas y necesarias que reservo en mi real ánimo; usando de la suprema
autoridad económica que el Todopoderoso ha depositado en mis manos para la protección de mis
vasallos y respeto de mi corona...». Sea cual fuera la razón, el decreto de expulsión fue dictaminado
por el fiscal Campomanes y aprobada por una sala reducida de Consejeros Reales el 29 de enero de
1767 y ratificado con decreto Real el 20 de febrero. La orden se ejecutó la noche del 31 de marzo en
Madrid, y al amanecer del 2 de abril en el resto de España. En un cerrar y abrir de ojos todas las
casas jesuitas fueron clausuradas y sus miembros incomunicados. Por supuesto, el ambiente fue
propicio para la persecución religiosa que ya ejecutaba la masonería en los gobiernos europeos.
La Compañía fue suprimida por el papa Clemente XIV el 21 de julio de 1773 mediante el breve
“Dominus ac Redemptor” y restaurada en 1814 por el Papa Pío VII.
REFORMAS POLÍTICAS
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
REFORMAS ECONÓMICAS
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
A poco de fundada Buenos Aires, el 1 de marzo de 1588, el licenciado Ruano Téllez, fiscal de la
Audiencia de Charcas, escribe:
"En las provincias del Río de la Plata se ha descubierto una nueva navegación del Brasil. Si este
puerto (Buenos Aires) no se cierra, se ha de henchir por allí el Perú de portugueses y otros
extranjeros... porque cada día vienen navíos de portugueses con negros y mercaderías".
Hacia 1590 el recio campamento de la Santísima Trinidad, que Garay había fundado con sesenta
vecinos diez años atrás, era ya "el puerto de Buenos Aires" poblado por quinientos o seiscientos
habitantes. No había crecido por la prosperidad de sus chácaras labradas por los vecinos
aparentemente "feudatarios", que sólo mandaban en el trabajo de sus mujeres e hijos, pues no tenían
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
indios encomendados, ni con la riqueza de sus suertes de estancias para ganado vacuno, poco menos
que abandonadas y donde los cimarrones pastaban libremente. Había sido imposible someter a
"encomiendas" a los indios pampas, y apenas si el cacique Bagual y los suyos aceptaron el
Evangelio superficialmente, pero mostrándose reacios a trabajar la tierra o pastorear el ganado por
cuenta ajena. La población había crecido por el lugar excepcional que ocupaba en la boca occidental
del Plata y cerca de la desembocadura del Paraná. La mayoría era todavía de los vecinos "de la
ciudad de la Santísima Trinidad" que formaban en el registro del cabildo y acudían a los alardes de
la milicia; pero había muchos domiciliados entre menestrales y artesanos y algunos estantes del
"puerto de Santa María de Buenos Aires", llegados por beneficios marítimos o comerciales.
Porteños, que no trinitarios. El puerto empezaba a avanzar sobre la ciudad.
Para suplir la falta de brazos indígenas, que amenazaba convertir rápidamente la ciudad de
feudatarios en una factoría de mercaderes, el adelantado Vera había pedido a España la introducción
de quinientos negros de Guinea que suplirían el trabajo inexistente de los indígenas pampeanos. La
necesidad de mantener poblada y defendida una "ciudad" en el estuario, movió al Consejo de Indias
a despartirlo favorablemente en 1591 a pesar de los problemas sobre la esclavitud debatidos entre
teólogos y jurisperitos. Deberían traerse los negros en barcas portuguesas (de tres años atrás
posesión del rey de España) que podían llevar en retorno la harina de las chácaras y el sebo de los
potros de la pampa.
No se limitaron los portugueses a traer el número fijado de esclavos, ni los vendieron
exclusivamente en Buenos Aires, ni llevaron en retorno solamente harina y sebo. Validos del
permiso, desembarcaron miles de negros en forma constante y no interrumpida, que arreaban en
recuas para venderlos en el riquísimo Potosí y hacerse pagar con la codiciada plata potosina que
luego sacaban "en retorno" por el escasamente vigilado puerto de Buenos Aires.
Potosí era entonces la Villa Imperial donde corría abundante la plata de su cerro inagotable. Era
en 1590 una metrópoli de 160.000 habitantes, cuando Buenos Aires tenía poco más de quinientos y.
Lima no llegaba a diez mil. Poseía todos los lujos: desde palacios a escuelas de danzas y también —
como ocurre donde el dinero se gana fácilmente— todos los vicios: había treinta y seis casas de
juego donde se apostaban hasta cien mil patacones de plata a un naipe o un golpe de dados. Es
comprensible que los portugueses quisiesen vender allí los esclavos, donde alcanzaban precios
fabulosos que ni aproximadamente podían igualar los míseros vecinos de Buenos Aires.
Los "portugueses".
Esclavos en Brasil
Además del tráfico negrero, los "portugueses" hicieron todo aquello que permitía un rápido
enriquecimiento. Se quedaron con los mejores solares urbanos, porque prestaban dinero a interés a
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
los siempre apurados pobladores con garantía de sus propiedades. Las rurales —las chácaras,
porque las estancias no se poblaron por falta de encomendados— no les interesaban por entonces;
luego sí, para aparentar un feudalismo que les daría posición y señorío ante la vieja sociedad. Los
"portugueses" fueron propietarios antes de ser vecinos, cosa no permitida por las leyes, pero que
arreglaron haciéndose dar por los obligados regidores "cartas de vecindad” que les permitirían,
además de confirmarles sus propiedades, tener rol y grado en la milicia comunal como cualquier
hijo de vecino, y hasta entrar en el cabildo como regidores y alcaldes. El desprecio de los cristianos
viejos no llegaba a impedir, por lo contrario, el matrimonio de sus hijas con los hijos de cristianos
nuevos que las arrancaban de la azada y los ranchos de barro de las chácaras, permitiéndoles
desenvolver en las casas de ladrillo del "centro" una vida regalada de señoras "de posibles".
La cabeza de la colectividad en 1599 era el converso Bernardo Sánchez, que retirado más tarde
de los negocios con una gran fortuna se haría llamar el "Hermano Pecador" y haría pública
penitencia de su vida pasada; mientras su hijo convertido en vecino de influencia y casado con una
hija de viejos pobladores —Diego de Trigueros– llegaba a ser bajo el apellido irreprochablemente
castellano de Barragán, regidor perpetuo del cabildo y una de las figuras señeras de la sociedad.
Otra figura importante era hacia 1606 el portugués converso Diego López de Lisboa, hombre de
gran fortuna que había sido gerente de la empresa negrera en Córdoba y luego en Potosí, padre del
jurisconsulto Antonio de León Pinelo. Otro contrabandista de nota era el obispo del Tucumán, fray
Francisco de Victoria, cristiano nuevo ligado á sus correligionarios en el negocio.
La creciente actividad de los negreros al fin del siglo XVI, moverá al virrey del Perú, conde del
Villar, a ordenar al gobernador Fernando de Zárate el cierre del puerto de Buenos Aires al arribo de
barcos cargados de negros y géneros flamencos y holandeses. Ya se había colmado con exceso lo
permitido por el Consejo Supremo para Buenos Aires, y abusado suficientemente llevándolos más
allá. Pero Zárate encontró una manera fácil de burlar la ley y ganar dinero en la pobre gobernación
que le había tocado en suerte: si en Buenos Aires no se encontraba plata en los cerros como en
Potosí, la había y abundante en el río epónimo a condición de saberla recoger. Ordenado el cierre,
encontró la trampa —o se la sugirieron los hábiles "portugueses"— por el medio sencillo de aceptar
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
la entrada de barcas negreras en "arribadas forzosas", decomisar la carga por contraria a las leyes
vigentes, rematarla en subasta pública y comprarla él mismo:
"Yo he sido informado -dice una cédula de Felipe III del 30 de noviembre de 1595— que don
Fernando de Zárate, gobernador que fue de esas provincias, envió a Angola y Guinea por negros y
por haberse hecho sin licencia mía se le tomaron por perdidos y, aunque se sacaron en almoneda
nadie los quiso pujar sabiendo que eran suyos, y así se vendieron en bajos precios".
Dentro de poco ese procedimiento, que se haría común, recibiría el nombre de contrabando
ejemplar.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
en la sociedad porteña, lo meterán preso por contrabandista y tendrá problemas con la Inquisición
porque lo traicionaron sus socios cristianos para quedarse con el negocio.
Llega a Buenos Aires en 1605 el juez pesquisidor pedido a la Audiencia de Charcas, Juan
Pedrero de Tejo, para averiguar el motivo de que tantos esclavos negros llegaran al Alto Perú
provenientes del Río de la Plata, y tanta plata potosina escapase por la boca falsa del puerto de
Buenos Aires. Lo acompaña un hábil secretario, el escribano Juan de Vergara, que mostrará gran
perspicacia para descubrir las maniobras dolosas: comprueba la compra de licencias de exportación
por "portugueses", que la salida de productos al exterior es menor al ingreso (muestra suficiente de
la extracción disimulada de metálico), la negligencia de Cabrera y culpa grave de Hernando de
Vargas, a quien se descubre en asociación con los traficantes.
Hernandarias separa a Cabrera, expulsa a Vargas, y como no puede hacer nada contra los
traficantes, espera de una vigilancia enérgica y honrada la extinción del contrabando. Pide al
Consejo de Indias que le mande oficiales reales de intachable reputación y honradez. A principios
de 1606 llegan al puerto Simón de Valdez y Tomás Ferrufino, el primero tesorero real y el
segundo contador, que habían acreditado honestidad y diligencia en sus destinos anteriores. El
gobernador se apoya en ellos y en junio hace a Valdez su teniente en Buenos Aires en reemplazo de
Cabrera contra el texto expreso de la ley que no admitía la tenencia por oficiales reales. Protesta el
Cabildo, pero Hernandarias mantiene a Valdez. Tres años más tarde, como Valdez había
renunciado, Hernandarias nombrará teniente al hábil y honrado Juan de Vergara, el que fue
secretario de Tejo, que se había casado en Buenos Aires y obtenido carta de vecindad, como
también un registro notarial.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
porcentaje con el alguacil de mar, vedado por su empleo de cobrar porcentaje alguno. Vergara entra
en el enjuague. La subasta tendría que hacerla Simón de Valdez como tesorero real. Y el resultado
es que nadie hace ofertas, salvo Diego de Vega, a quien se adjudica el lote, y los negros son
remitidos legalmente a Potosí.
El primer paso es el que cuesta. Ya enredados Vergara y Valdez con los negociantes no tardarán
en asociarse con Diego de Vega y gestionar la llegada de más buques negreros en "arribada
forzosa", denunciar a la carga ilegal, sacarla en subasta, comprarla y mandarla a Potosí.
El contrabando ejemplar tomará un gran vuelo en el período de Marín Negrón, que por confiar en
los oficiales reales —y ser impermeable a toda corrupción— no se daba cuenta del estado moral en
que había caído el puerto, y no advertía el negociado ilícito bajo las apariencias de la legalidad.
Los "confederados".
La amenaza de la Inquisición.
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"el gran desorden en la entrada de portugueses... está el lugar tan lleno de ellos... la mayor parte
de los habitantes ya lo son, y me dicen que también lo está de esta mala semilla la provincia del
Tucumán". Un Tribunal de la Inquisición establecido en Buenos Aires, "con fuerza suficiente para
hacerse respetar... evitaría daños en este puerto y todas las provincias del Reino del Perú alejadas
del Tribunal de Lima".
No hay pruebas, en realidad, de una falsa conversión de los cristianos nuevos llegados a Buenos
Aires que hacían en todo momento gala de una ferviente devoción: eran los mejores donantes de la
Santa Cruzada, y algunos —como el Hermano Pecador— exteriorizaban una fe cristiana traducida
en fervorosas penitencias públicas. El obispo Loyola, como más tarde monseñores Carranza y
Aresti, prelados de Buenos Aires, los tuvieron en gran estima y defendieron —algunas veces con el
arma de la excomunión— contra los gobernadores exigentes o los viejos pobladores demasiado
despechados. Por lo demás todos, o casi todos, se casaron, o casaron a sus hijos, con cristianísimas
hijas de pobladores y educaron a su descendencia en la estricta ortodoxia de la Iglesia. A decir
verdad los cristianos nuevos no fueron los peores ni más enredistas: Juan de Vergara, que después
de ser el gran enemigo del tráfico se convertiría en la cabeza local, pero invisible, de la asociación,
era cristiano viejo, notario del Santo Oficio, y tesorero de la Santa Cruzada.
De cualquier manera, un Tribunal de la Inquisición en Buenos Aires, donde sólo había una
inoperante delegación cuyo notario era precisamente Vergara, molestaría con sus averiguaciones la
vida de los cristianos nuevos; y lo que era más temible, podía incautarse bajo pretexto de inquirir
prácticas judaizantes de pruebas decisivas del tráfico negrero y sus responsables. Pero la solicitud
de Marín Negrón quedó demorada en el Consejo Supremo de Indias; conjeturablemente se
movieron secretas y poderosas influencias, y Buenos Aires no tuvo su Tribunal del Santo Oficio.
En julio de 1613 Marín Negrón ha tomado en serio a los confederados. No solamente está en
trámite el Tribunal de la Inquisición solicitado, sino que en julio da un golpe fuerte al contrabando
ejemplar al establecer que las subastas de cargas ilegales por "arribadas forzosas" (donde nadie
osaba hacer ofertas contra los confederados) se hiciesen previa tasación del gobernador, y a su
"justo precio". El 26 de julio moriría repentinamente. Una información posterior del pesquisidor de
la Audiencia de Charcas, Enrique de Jerez, reuniría presunciones que fue envenenado por orden de
su amigo Juan de Vergara.
Al justicia mayor de Buenos Aires, Mateo Leal de Ayala, le correspondía ocupar el gobierno
mientras no llegase alguien con título de España o Lima. Ayala había sido un buen vecino —
un benemérito en el léxico de entonces— pero no pudo resistir el ambiente general. Durante su
gobierno las actividades de los confederados se ejercieron a la vista de todos y la corrupción llegó a
extremos nunca alcanzados.
Los buques negreros llegaron en gran número en "arribadas forzosas". Corrió el dinero en
abundancia, que patrones de barcas, capataces de recuas, peones y marineros gastaban en
numerosas casas de juego y prostitución. Ya se habían tirado por la borda los escrúpulos, y el
mismo tesorero real y antiguo justicia mayor, Simón de Valdez, abriría una sala de juego en su
mismo domicilio, donde personalmente recogía "la coima de los naipes" como se establecerá en el
proceso que abriría Hernandarias.
No todo el ambiente está corrompido, y un grupo de antiguos pobladores —Hernandarias los
llamará los beneméritos— a quienes se ha sumado un oficial real incorruptible, el depositario
Domingo de León, trata de resistir la envilecida atmósfera del "puerto". Mantienen correspondencia
con Hernandarias, que vive en Santa Fe y desde allí los incita a no ceder posiciones. Son el
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remanente de los antiguos pobladores, pues gran parte se han plegado a los confederados por
alianza de familias o conveniencias personales, pero ellos —Francisco de Salas, alcalde de 1er. voto
en el Cabildo de 1613, Gonzalo de Carvajal, su yerno, el escribano del Cabildo Gonzalo Remón, y
los Higueras de Santana, Gribeo, Nieto de Humanes, muchos de los cuales vinieron con Garay—
quisieran volver a los buenos y viejos tiempos sin mercaderes y donde el honor valía más que el
dinero. Son todavía dueños del Cabildo, y constituyen un obstáculo al libre desenvolvimiento de la
banda.
Tanto dinero corre, y tan buenas perspectivas ofrece la plaza, que tres abogados —Gabriel
Sánchez de Ojeda, Jusepe de Fuenzalida y Diego. Fernández de Andrada— llegaron para instalarse
en Buenos Aires, que hasta entonces había carecido de ellos. El Cabildo, último reducto de los
beneméritos, temió que aumentaran la corrupción ambiente y no quiso admitirlos.
Los confederados necesitaban apoderarse del Cabildo, sobre todo de las varas de alcaldes, que
por distribuir y averiguar la justicia podían ser peligrosas en manos enemigas.
El 1 de enero de cada año el Cabildo saliente elegía al entrante. El de Buenos Aires estaba
formado por dos alcaldes y seis regidores con voto, y por una práctica aceptada votaban también los
tres oficiales reales: el tesorero Simón de Valdez, el contador Tomás Ferrufino, y el depositario
Bernardo de León. Para elegir el Cabildo de 1616 los confederados contaban con sólo dos votos
(Valdez y Ferrufino) contra ocho: los dos alcaldes (Francisco de Salas y Francisco Manzanares),
cinco regidores (Domingo Gribeo, Felipe Naharro, Gonzalo de Carabajal, Miguel del Corro y
Bartolomé de Frutos) y el depositario —y a la vez alférez real— (Bernardo de León), pues el sexto
regidor (Juan Quinteros) estaba preso en la cárcel "por un caso crimen". ¿Cómo se transformó una
minoría de dos votos contra ocho en una mayoría? La labor fue ingeniosa. Se empezó por intentar la
corrupción de los mayoritarios —como lo denunciarían el día de la elección el alcalde de 1er. voto y
tres de los regidores—, pero la maniobra dio sólo dos votantes: el alcalde de 2º voto, Manzanares,
que se entrega con la promesa de hacerlo procurador general y mayordomo de propios, y el regidor
Felipe Naharro, que se pasa por el cargo de alcalde de hermandad. Son, por lo tanto, cuatro votos
contra seis. Tampoco era mayoría.
Llega el 1 de enero, día de la elección, y los beneméritos al entrar a la sala capitular se enteran
que han sido apresados la noche anterior el escribano del Cabildo, Cristóbal Remón, y uno de sus
regidores, Domingo Gribeo, y en cambio está presente el detenido por "caso crimen", Juan
Quinteros. Francisco de Salas protesta por las detenciones malisiosas de Gribeo y Remón, la
presencia del dilincuente Quinteros y denuncia las tentativas para "sacar otro alcalde que querían
sacar". Tacha de nulo lo que va a hacerse. Lo acompañan en la protesta "una, dos y tres bezes"
León y Carabajal, mientras del Corro con prudencia declara "que no se entrometía en si abían sido
las prisiones del dicho Escribano y Regidor malisiosas, ni si avían pedido botos o no"; los demás
callan. Ayala, que en su carácter de gobernador interino preside el acto, explica que detuvo a Gribeo
y Remón "por causas criminales que ha fulminado contra ellos", negándose a una solicitud de Salas
de que en tal caso fuesen traídos “con custodia”; en cuanto a Quinteros "estaba en libertad bajo
fiado" que acababa de concederle, y por lo tanto podía presentarse al Cabildo y votar. Dice que por
la ausencia de Remón, ha debido nombrar "para legalizar el acto" al escribano de registro Gaspar
de Azevedo.
Acto seguido, como era de práctica, el presidente empieza la elección recomendando "toda paz,
quietud y sosiego, dando su boto libremente a quienes les paresciese". Deben elegirse
primeramente los alcaldes: los cinco beneméritos votan a Gonzalo de Carabajal y Domingo Gribeo,
y los cinco confederados a Juan de Vergara y Sebastián de Orduña. El escribano de registro tacha el
voto que acaba de darse Carabajal a sí mismo, y dice que por haber sido empatada la elección entre
Gribeo, Vergara y Orduña con cinco votos cada uno (a Carabajal le computa solamente cuatro) el
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independencia espiritual y material indiana, solamente perturbada por factores no españoles: piratas
ingleses, contrabandistas holandeses, negreros "portugueses".
Después de Utrecht, los Borbones tratarán de establecer el coloniaje del Nuevo Mundo para
salvar al Viejo. Tenían ante sí el espectáculo de una España miserable, que era la consecuencia de la
conquista de Indias. Era justo que éstas restablecieran la salud de la metrópoli.
Empezó la reina Isabel Farnesio y sus ministros extranjeros, demasiado ocupados en recobrar el
lugar "al sol" que España había perdido en Europa: en 1720 se toman las primeras medidas para
proteger la exportación española a América. En el reinado de Fernando VI sé siguió mirando hacia
Indias con el fomento de las construcciones navales para disponer de mayor tonelaje y aumentar el
comercio con ultramar. Seguirían los ministros de Carlos III, especialmente el asturiano Gaspar de
Campomanes, con su propósito de hacer de España un emporio industrial que abasteciera el
consumo del Nuevo Mundo, y paralelamente hacer del Nuevo Mundo por el fomento de su
agricultura y riquezas primarias, y desde luego abandono de su producción artesanal, el emporio de
materias primas y víveres del Viejo.
Es decir, hacer de las Indias lo que debieron haber sido siempre: verdaderas colonias de España.
Después de Utrecht, acabado el peligro de bucaneros, disminuido el tráfico de metales y
suprimida la flota de galeones, era el momento de fomentar el intercambio entre España y sus '
posesiones" de la manera como se desenvuelven las relaciones de una metrópoli y sus colonias en
todas las partes del mundo. Vino a ayudar el afrancesamiento de la cultura y la convicción para los
españoles de la península de ser los "dueños" de ultramar, como lo eran los franceses del Canadá y
habían sido de Luisiana explotadas por compañías comerciales. Por ver las cosas desde París, los
españoles afrancesados usaron el vocabulario francés: llamaron colonias en los documentos
oficiales a los que en derecho eran "reinos", usaron la palabra no española (y hasta
antiespañola) América para designar a la tierra llamada Indias por Colón, y calificaron
despectivamente como criollos a los nativos de su raza en el Nuevo Mundo, como llamaban los
franceses creóles a los nacidos en Luisiana de los confinados penales y las mujeres deportadas por
razones de moralidad.
El centralismo borbónico
Las ideas políticas francesas sustituyeron a las españolas. En tiempos de los Reyes Católicos, la
unidad había sido nacional más que política: los reyes casi todo lo podían, en principio, aunque
nada hacían sin el asesoramiento de sus Consejos y sin rozar las costumbres regionales traducidas
en los "fueros", solamente dejados de lado cuando se mantenían en la letra pero habían
desaparecido en la realidad viva. Los monarcas españoles podían decir "la nación soy yo", pero no
gobernaban por su sola autoridad y voluntad. En Indias, la primera limitación estuvo en los
municipios, que consiguieron a poco de la conquista privilegios medievales y los mantuvieron con
celo: las "repúblicas" indianas respetaban al rey pero con derecho a no acatarlo. Los "reinos" se
consideraban unidos al monarca por el vínculo personal representado por un virrey que ocupaba su
lugar. Era grande la unidad del "imperio" español, en cultura, en lengua, en propósitos, pero cada
uno en su lugar en lo que tocaba a administrarse. El rey era de España e Indias; España tenía sus
leyes, sus consejos, sus autoridades; Indias, las suyas. El Nuevo Mundo no era "dominio" ni
"pertenencia" del Mundo Viejo, repetían cuidadosamente las Leyes de Indias.
El advenimiento de los Borbones trajo, entre otras consecuencias que señalan una diferencia
fundamental entre antes y después de -- Utrecht, que el centralismo "imperial" de España fuese
sustituido por un centralismo político. El rey Borbón podía decir como su abuelo Luis XIV "el
Estado soy yo": el "Estado", la organización política, que no la "Nación", el espíritu patriótico. El
rey, aunque fuera tan débil de carácter como Felipe V o Fernando VI, era toda la administración en
principio, y ante su voluntad omnímoda, ejercida en su nombre por ministros poderosos, no había
consejos, ni leyes ni costumbres, ni fueros, ni estamentos que prevalecieran.
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El Consejo Supremo de Indias siguió actuando, pero reducido a tribunal de justicia y órgano de
consulta. No intervino en el nombramiento de funcionarios, ni siquiera —salvo que creyera
conveniente oír su consejo el Secretario del Despacho para Indias— en la elaboración de cédulas y
decretos. Tampoco los funcionarios que llegaban a "América", como se empezó a llamar a Indias,
gobernaron a los "americanos" como lo habían hecho sus antecesores.
Antes hubo, y muchos, gobernadores venales, sobre todo en Buenos Aires. En su mayoría
caballeros de Santiago y héroes de Flandes, débiles ante la formidable conjura de los
contrabandistas "portugueses" dueños del cabildo, unidos al obispo, los vecinos "de posibles" y la
Compañía de Jesús. "Su valor era para otras cosas", dice Ernesto Palacio con gracia y exactitud;
acabaron por aceptar la corrupción ambiente y esa formidable conjura de intereses, tal vez para
salvarse de las calumnias y persecuciones de no hacerlo, y de paso llenarse de patacones el resto de
sus vidas. Posiblemente estuvieron convencidos que los recursos de la empresa dueña del tráfico
clandestino compraría a los jueces de su residencia. En eso, se equivocaron. Los vecinos de la
gobernación, los regidores del cabildo, el obispo, los padres de la Compañía y los frailes de las
órdenes mendicantes no pudieron salvarles. Los pesquisidores resultaron inflexibles y no tuvieron
en cuenta que la complacencia de los gobernadores era una consecuencia —en Buenos Aires, el
puerto corrompido— del ambiente general.
Después de Utrecht las cosas cambiaron. Ya no hubo corrupción, sino alejamiento de los
gobernados de los gobernantes. Ni el "juicio de residencia" tuvo los caracteres de antes, ni llegaron
visitadores, sino por rara excepción, a instruirla: se reducía a acumularse en España los cargos,
clasificarlos con benevolencia y pasarlos en vista al residenciado. Éste pudo fácilmente descargarse
atribuyéndolos a la animosidad criolla. Pues no tenían buen concepto de los "americanos" los
ministros del Despacho ni los consejeros supremos; España y "América" empezaban a andar cada
una por su lado.
Las sublevaciones
Índice de este divorcio fueron las sublevaciones contra los funcionarios reales en el siglo XVIII.
En el Tucumán los tumultuarios deponen al gobernador, marqués de Haro, a poco de Utrecht: es
un levantamiento de las milicias de Jujuy y Salta apoyadas por las de La Rioja contra un
funcionario que no cumplía sus obligaciones y dejaba desguarnecida la frontera. Algo semejante a
los movimientos del siglo XVI, cuando los adelantados no habían comprendido que en las Indias lo
importante era contar con "la gente": el marqués de Haro recorre el camino de Cabeza de Vaca. No
pasaron las cosas a mayores porque el virrey Castelfuerte —todavía un hombre a la antigua— da
razón a las milicias y confirma la deposición. Tras Haro vendrá Baltasar de Abarca, cortesano de
Felipe V e indudablemente de nuevas ideas: choca con las milicias, pero no espera que éstas lo
depongan, pues atina a comprender que todavía el poder estaba en los criollos, y se va. Lo mismo le
ocurrió al tercero: Armasa y Arregui, que debió aguantarse la sublevación de las milicias salteñas y
será separado por Castelfuerte; e igual al cuarto, Martínez de Tineo, con las milicias tucumanas y
riojanas. Todos los gobernadores de nombramiento real resultaban un fracaso, a excepción del
prudente Juan de Santiso y Moscoso, que gobernó entre 1738 y 1743; en cambio los designados por
la Audiencia o el virrey (Alonso de Alfaro, Manuel de Areche, Matías de Anglés, Juan de Pestaña
Chamucero) gobernaron con prudencia. Aquéllos, los reales, se manejaron por regla con desprecio
e ignorancia de los gobernados; éstos en cambio lo hicieron a la antigua, sintiéndose intérpretes de
una comunidad y, por lo tanto, acomodando sus actos a la voluntad general.
El gobernador Fernández Campero, nombrado por Carlos III en 1764, demuestra en
su Memoria publicada por Juan María Gutiérrez, que se siente representante de un poder —el del
rey— en lucha contra "tumultuarios" criollos que osan levantarse sobre la majestad. Debió sufrir
atropellos y hasta fue remitido de mala manera a la Audiencia de Charcas. No era un funcionario
deshonesto y tenía lealtad al monarca; pero no podía entenderse con los criollos que a su juicio "no
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tienen celo por los intereses y honor del Rey... sólo porque lo han oído creen que tienen rey... cada
uno quiere vivir con independencia". Debió honrárselo por su lealtad con el hábito de Santiago,
pero separarlo de la gobernación sublevada.
Lo que ocurría con los tumultuarios de Tucumán, limitado por la prudencia del virrey y la
Audiencia, se hará cataclismo en Asunción con los comuneros de 1732, y en Corrientes con
los vecinos de 1764, donde juega un elemento que no pesó tanto en Tucumán: la Compañía de Jesús
enfrentada al elemento nativo, no tanto por estar con los oficiales reales sino por acompañar a los
"hombres de posibles", su mejor apoyo. El Común fue aniquilado y sus jefes murieron en el
patíbulo, porque en el siglo XVIII no podían alzarse contra el gobierno gritando ¡Viva el Rey! como
en los tiempos en que el rey era una cosa y el gobierno otra. Los caudillos de la Vecindad correntina
no corrieron la misma suerte, solamente porque la expulsión de los jesuitas desorientó a los mismos
jueces que habían pedido sus condenas a muerte.
Esos alborotos, demostrativos del divorcio del pueblo con los gobernantes, eran presagio de una
crisis. Alguna vez comuneros o tumultuarios llegarían al triunfo. Habrían de ser los orilleros de
Buenos Aires reunidos en el cuerpo de Patricios, quienes con el grito comunero ¡Viva Fernando VII
y muera el mal gobierno! iniciarían la Independencia en mayo de 1810.
Napoleón, jefe del ejército revolucionario, habiéndose dado cuenta de que la Revolución iba a
terminar perdiéndose sin un liderazgo fuerte, se convirtió en el primer cónsul (1799). El emperador
no era un hombre de fe, pero sí de orden. Él necesita unir a Francia y para eso precisa de la Iglesia;
necesita pactar con ella: dar y recibir. Se llegó a un concordato el 15 de julio de 1801. Dicho
concordato trajo la paz religiosa, restableciendo los vínculos con Roma. Las cláusulas del
concordato son éstas:
Napoleón, hecho Emperador por el Papa, en 1801, se dedicará a desparramar por toda Europa las
ideas anticlericales y antimonárquicas de la Revolución.
Los monárquicos, encabezaron una alianza contra Napoleón, pero tomaron como aliada a
Inglaterra, que aprovechará todos los sucesos a su favor. De un lado o del otro, el nuevo orden de
ideas ha desterrado al Antiguo Régimen.
Pero lo importante de toda la odisea napoleónica, que terminará en un desastre en 1814, fueron
estas consecuencias que alterarían la política europea y americana:
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(por medio de la imprenta9) y las reuniones secretas y públicas en los salones (lugares de reunión de
los “ilustrados”), donde los intelectuales liberales de la época se reunían.
2. LA ACCIÓN DE INGLATERRA: Los grandes comerciantes de Inglaterra (manejados
desde la banca de Londres), lograron insertarse en el mercado y comercio americanos, más allá del
monopolio que les impedía tal cosa. Mientras los territorios de las Indias siguieran vinculadas al
monopolio, y a la corona española, el negocio era malo. Por eso les convenía que estos países se
separaran de su Madre Patria, para poder ingresar en sus mercados. Esta idea era buscada por los
mercaderes ingleses desde el siglo XVI. La mayoría del dinero para las expediciones de
independencia vino de la banca inglesa.
Hay que recordar que los ingleses habían pensado invadir directamente América. El plan de la
invasión inglesa a Buenos Aires, coordinada con otra llevada a Venezuela, fue presentado por
Francisco de Miranda (ver más adelante) al ministro inglés Pitt confiando en la existencia en
Caracas y en Buenos Aires, de fuerte núcleos de partidarios de Inglaterra entre los residentes. Sin
embargo, no era tal ese apoyo, y gracias a la obra del luego Virrey Liniers y Martín de Álzaga, se
pudo expulsar a los ingleses de América (1806-1807).
3. LA ACCIÓN DE LAS SOCIEDADES SECRETAS: Las logias masónicas europeas, se
habían introducido en América desde principios del
siglo XIX. La principal de ellas era la “Gran
Reunión Americana”, hecha por el venezolano
Francisco de Miranda en los años 1798 o 1799, ins-
talada en Graf ton Square, Londres. Esta Logia
tuvo filiales en Paris y Madrid, las que llevarán el
nombre de Juntas de las ciudades y de las
Provincias de la América Meridional. Es en Cádiz
donde ella llevará el nombre de Sociedad de
“Lautaro”10 o “De los Caballeros”. Los masones
iniciados personalmente por Francisco de Miranda
fueron los siguientes:
Simón Bolívar (Actuó en Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Perú);
José de San Martín, Actuó en Argentina, Chile y Perú;
Bernardo O'Higgins, Actuó en Chile;
Carlos Mantufar, militar ecuatoriano;
Vicente Rocafuerte, presidente del Ecuador;
Bernardo Monteagudo, jacobino argentino;
José Cecilio del Valle, político y jurisconsulto de Honduras;
Pedro José Caro, político cubano;
Servando Teresa de Mier, Jurisconsulto mexicano;
Antonio Mariño, Precursor de la emancipación de Nueva Granada;
General José Miguel Carrera, primer Presidente de Chile;.y
Andrés Bello, gramático, jurisconsulto y primer Rector de la Universidad de Chile.
Todos y cada uno de estos personajes americanos (con distintos propósitos cada uno) fueron los
que aportaron en las tierras del Continente, las ideas de Rousseau, Montesquieu y Locke,
transformando a los católicos países americanos en países más o menos liberales. Hay que tener en
cuenta que algunos de ellos como San Martín, si bien colaboraron con la masonería, no estaban de
9
Luego de la expulsión de los jesuitas (1767), la monarquía liberal española se había adueñado de las
imprentas que la congregación mantenía en el Colegio Monserrat y en las Misiones orientales. Ello le
permitió a los liberales disponer de la impresión a voluntad, algo muy costoso en esa época.
10
Se llamó así por el destino del plan de emancipación, que era Chile. Lautaro es un indio araucano
personificado en la novela “La Araucaria” de Ercilla.
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acuerdo con todas las ideas que sostenía la asociación. Sin embargo, eso no impidió que fueran
usados para los fines buscados por las logias.
4. LA DECADENCIA DE ESPAÑA: La España de los Borbones había entrado en una
decadencia terrible, todo debido al agotamiento de la mentalidad católica moderna. España verá
acabada su presencia internacional, a punto tal que en 1898 perderá con EEUU todos sus territorios
en América y Asia. Esta decadencia sirvió para convencer al partido revolucionario y a quienes
veían una España decadente, y pensaban en la Independencia como el mejor camino.
5. LAS REFORMAS BORBÓNICAS: Dejaron sin defensas al sistema español antiguo, y
le quitaron poder a todas las instituciones autónomas americanas, como los Cabildos, las
Audiencias y las milicias de hispánicas. La centralización del poder llevó a aumentar el despotismo
y las resistencias americanas contra el poder absoluto de los monarcas ilustrados españoles. En ese
contexto se enmarcan los levantamientos vistos en la clase anterior.
6. LA EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS: Si bien la mentalidad de obediencia ciega y
contraprotestante de la Compañía fue responsable de la mentalidad apocada del catolicismo
americano, su expulsión permitió adueñarse a los liberales de los centros de enseñanza, e influenciar
de esa manera la literatura de la época, que durante la existencia de la congregación de San Ignacio
de Loyola llegaba a las universidades, pero de manera atenuada o de autores de dudosa ortodoxia
como Francisco Suárez. Un ejemplo de ello es la Universidad de Córdoba, que en 1808 pasa a
depender del Episcopado, en ese momento a cargo del Deán Gregorio Funes, de tendencia liberal,
responsable de la penetración de las Ideas Ilustradas. La Universidad gestó a Juan José Paso, y
Castelli, entre otros líderes de los movimientos revolucionarios.
El detonante de las revoluciones, dadas ya las circunstancias favorables para las rebeliones, lo
dio el problema de la invasión napoleónica. Napoleón Bonaparte e Inglaterra comienzan una serie
de intrigas en la corte española en ese entonces gobernada por Carlos IV. Éste abdica en nombre de
su hijo Fernando VII, llamado “el deseado” entre los españoles por ajustarse a los modos españoles
y no franceses como era costumbre entre los Borbones. Bonaparte no acepta dicha abdicación y se
propone reunir a los dos reyes en la ciudad francesa de Bayona, en el sur de Francia. Allí se logra la
abdicación de ambos reyes a favor de la familia Bonaparte. José, hermano de Napoleón queda como
Monarca.
La entronización de José Bonaparte inicia algunos conflictos que fueron conocidos como
Guerras Napoleónicas. Guerra en la que el aliado de la resistencia española pasa a ser Inglaterra,
como dijimos, enemiga histórica de España desde el reinado de Isabel I 11. Esta situación anómala es
aprovechada por los liberales revolucionarios españoles, que constituirán juntas. Estas juntas tenían
las siguientes características:
- Eran compuestas en su mayoría por miembros de la masonería
- Invierten el concepto de soberanía (soberanía popular)
- Se hacen de la soberanía real sin ninguna prerrogativa
- Toman decisiones de importancia, no acordes a un gobierno de emergencia 12
- Todas juran en nombre del Rey Fernando VII impedido de gobernar
- Implantan el liberalismo en la Península
Así se produce la revolución en España. Bajo el amparo de las logias británicas empieza un
proceso de introducción del liberalismo en las leyes españolas. Se formaron varias juntas, pero la
mayor de ellas era la Junta Central de Sevilla, pero su soberanía no fue acatada por todos (Nueva
España, desde México se rehusó a aceptar la soberanía de cualquier junta).
11
Se da la curiosa situación de que combaten brazo a brazo juntos generales como Beresford y Whitelocke,
dos años antes involucrados en las invasiones inglesas al Río de la Plata
12
Por ejemplo decretar el reemplazo del Virrey Liniers por Baltasar Hidalgo de Cisneros
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Cuando la Junta de Sevilla se desarticule por la caída de esa ciudad en manos francesas, se
organizará otra en Cádiz, que en 1812 elaborará una Constitución de clara ideología liberal y de
influencia masónica.
La mayoría de las personas creen que las invasiones inglesas fueron las que se registraron en el
Río de la Plata en 1806-1807. Pero se ignora que hubo otra anteriormente a la ciudad de Cartagena
de Indias. Ambas invasiones pertenecían a un plan por parte de las logias inglesas, que buscaba
dividir de las provincias del Reino de Indias, separándolas de España. Al no ser logrado este plan
por vía militar, se buscó fomentar revoluciones locales.
La mayor flota reunida jamás antes hasta el siglo XX, fue la inglesa que sitió la ciudad de
Cartagena de Indias y que fue derrotada por un puñado de españoles liderados por un hombre
extraordinario llamado Blas de Lezo, y cuya victoria permitió a España conservar las provincias
americanas durante un siglo más.
En septiembre de 1739 un capitán de guardacostas español, Juan León Fandiño, interceptó el
buque corsario Rebbeca al mando de Robert Jenkins y le hizo cortar a éste una oreja; después de lo
cual le liberó con este mensaje: “Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”.
Era la excusa que largo tiempo estaba esperando Inglaterra para acabar con el poderío español en
América. En octubre de 1739 Inglaterra declara la guerra a España; guerra que sería conocida como
la de “la oreja de Jenkins”.
Inglaterra busca esta vez asestar un golpe mortal al imperio español con la intención de
conquistar la ciudad de Cartagena de Indias, ciudad que era uno de los puertos más importantes de
todo el Caribe. Y así el 13 de marzo de 1741 se presenta ante la ciudad una flota de 186 barcos, 8
grandes navíos de tres palos. 28 navíos de línea, 12 fragatas de combate, 130 transportes y algunos
brulotes que sumaban una potencia de fuego de 2.000 cañones comandada por el almirante sir
Edward Vernon, además de un contingente de infantería de casi 29.000 hombres al mando del
general Wentworth y compuesto por 15.000 marinos, 9.000 soldados de desembarco, 2.000
macheteros de Jamaica y un contingente de 2.763 “marines” de las colonias de América del norte a
cuyo mando estaba Lawrence Washington, hermano de George Washington. Lo que da cuenta de
las intenciones de los ingleses. No se trata de una operación de saqueo, sino de una auténtica
invasión.
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Por parte española las fuerzas defensoras de la ciudad, lideradas por Blas de Lezo y el Virrey
Sebastián de Eslava, estaban compuestas por 2.000 hombres: 1.100 veteranos, 400 bisoños y 300
milicias, a los que había que sumar 600 indios flecheros traídos del interior y 6 buques de guerra: el
Galicia, el San Felipe, el África, el San Carlos, el Dragón y el Conquistador.
Tan 600 hombres bajo el mando de Lezo y Des Naux, serían los encargados de afrontar la
resistencia final en la fortaleza de San Felipe, ante el asalto nocturno de Vernon con la práctica
totalidad de sus efectivos. Al amanecer el desastre inglés es evidente y yacen a los pies de las
murallas más de 1.300 ingleses, entre los que se incluían sus mejores oficiales. El rey inglés Jorge II
prohibió toda publicación sobre el asalto a Cartagena que quedó así sepultado en la historia.
De vuelta a España al Virrey Don Sebastián de Eslava le fue otorgado el título de "Marqués de la
Real Defensa de Cartagena de Indias". Y el cuerpo de Blas de Lezo, verdadero artífice de la victoria
permaneció en Cartagena en el más absoluto olvido. Ni siquiera hoy se sabe dónde está su tumba.
Su figura se suma a las de muchos grandes hombres que la historia ha olvidado porque poderosos
intereses se unen contra la difusión de ciertos episodios históricos.
Los ingleses no podían estar más equivocados, cuando pensaron que la conquista de Buenos
Aires iba a ser fácil y segura. El comodoro Home Riggs Popham, estaba convencido de que la
llegada de las fuerzas inglesas seria celebrada por los habitantes, oprimidos por el poder español, de
Buenos Aires y los partidarios del libre comercio. La realidad no fue tan fácil para los invasores.
El 14 de abril de 1806 zarpa de la ciudad del El Cabo la expedición al mando del comodoro
Popham, transportando un ejército dirigido por el general William Carr Beresford, que sería
nombrado vicegobernador, para excluir la posibilidad de que Popham quisiera independizar al Plata.
El 25 de junio las naves inglesas están frente a Buenos Aires, y entre las once y las doce
comenzaron a desembarcar sus efectivos, en las playas de Quilmes, con toda tranquilidad y sin la
menor oposición. Esto ocurría a la vista de todos los testigos que miraban desde la Fortaleza, la
Alameda y desde algunos techos. Un oficial ingles escribiría años más tarde "Nuestro ejército
efectivo, destinado a conquistar una ciudad de más de 40.000 habitantes, con un inmenso cuerpo
para disputarnos la entrada en ella, se componía solamente de setenta oficiales de toda graduación,
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
setenta y dos sargentos, veinte tambores y 1466 soldados; haciendo un total general de 1635."
Mientras las chalupas iban y venían desembarcando ingleses, las embarcaciones de guerra porteñas
permanecieron ancladas sin recibir orden alguna.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
la ciudad comienzan a abrirse los cafés y las tiendas, y comienza a haber movimiento en la ex
capital virreinal. El primero de julio se celebra una comida en la casa de Martín de Sarratea a la que
son invitados los jefes ingleses, noticia que escándalo a la ciudad. Muchas familias invitan a los
oficiales ingleses a las tertulias, estos participan, como si nada hubiera pasado, de la vida social
porteña. La mayoría de los oficiales de Beresford han sido alojados en casas de familia, sin que se
las hubiera obligado. El pueblo llano detesta a esta gente y los considera traidores, así será que
luego de la reconquista muchos los quieren ajusticiar. "...parecía que teníamos en la ciudad algunos
amigos ocultos, pues casi todas las tardes, después de oscurecer, uno o más ciudadanos criollos
acudían a mi casa para hacer el ofrecimiento voluntario de su obediencia al gobierno británico [...]
El número llego finalmente a cincuenta y ocho" dice el capitán inglés Gillespie. El día 3 de junio los
ingleses comienzan a tomar juramento a todos los oficiales españoles ante el antes citado capitán
que es comisario de prisioneros. El 7 de junio prestan juramento de fidelidad a Inglaterra las
autoridades de Buenos Aires y a partir del 10 lo tenían que hacer los vecinos más importantes y
principales de la ciudad. Manuel Belgrano huye de la ciudad hacia su campo en Uruguay, para
evitar la jura de fidelidad, ya que él era secretario del Consulado, muchos siguen su ejemplo. Casi
todos querían sacarse de encima al gobierno inglés, mucha gente comenzó a organizar intentonas.
Los catalanes más arriba nombrados, al mando de Felipe de Sentenach, se reunieron una semana
después de la conquista, para planear la reconquista, y predomino la idea de minar el Fuerte y el
cuartel de la Ranchería y acampar en las inmediaciones de Buenos Aires con una fuerza de 1000
hombres voluntarios que invadirían la ciudad luego de la voladura de los bastiones ingleses. Otros
planes más improvisados e ingenuos se barajaron pero el primero predomino. Más tarde se reúnen
en la casa de Martín de Alzaga, donde debaten como reclutar a la gente. Pasan los días y los
catalanes siguen con su emprendimiento, sin que los ingleses se enteren. Había quienes querían
sorprender a los ingleses y degollarlos. Estos liderados por Juan Trigo y Juan Vazquez Feyjoo son
invitados a unirse a los catalanes, más que nada para que no se delaten por tanta imprudencia. Se
reunían dinero y armas en casas particulares, en los almacenes y barracas. Para poder cavar la mina
debajo del Cuartel de la Ranchería los catalanes alquilan una casa cercana donde se ubica la boca
del túnel. Se dice que el mismo Sentenach entro disfrazado en el cuartel de la Ranchería para
estudiar la disposición y ubicación de los dormitorios de la tropa inglesa.
Estos mismos catalanes se comunican con el gobernador de Montevideo, y este les responde el
18 de julio que ya ha tomado las prevenciones necesarias para la reconquista de la ciudad y que
dispone de mil hombres, 12 lanchas cañoneras y cinco goletas. La tropa será embarcada en Colonia
y desembarcara en Olivos, aunque luego tendrá que desembarcar en el Tigre.
En la noche del 21 de julio llego a San Isidro Juan Martín de Pueyrredón y otros. Llegan con las
órdenes del gobernador de Montevideo de reclutar voluntarios de la campaña de Buenos Aires y
estar listos para apoyar a la expedición de auxilio que llegara de Uruguay. Establece su campamento
en la villa de Luján, sin recatarse de sus acciones que ya son conocidas por los ingleses a través de
sus espías.
Los ingleses, mientras tanto, imaginan algo y ponen centinelas en muchas esquinas de la ciudad.
Además, para impresionar a los ciudadanos, intensifican el trabajo constante a que someten a la
tropa, maniobras en la Plaza o por la ciudad, todo dando grandes griteríos al son de las gaitas.
Tienen muchos espías y soplones.
Ya el 23 de julio los catalanes envían a todos los voluntarios a una chacra que habían alquilado a
la sazón, que se llama de Perdriel. El 29 reciben un requerimiento de Liniers, que estaba al mando
de las tropas de Montevideo, de que reúnan fuerzas para su desembarco inminente, pues ya estaba
en Colonia listo para cruzar el río. Esto no les cayo nada bien a los catalanes, ya que frustraba sus
sueños y esperanzas, arrebatándoles los laureles merecidos. Hoy todos saben quién reconquistó la
ciudad, Liniers, pero de los catalanes nadie se acuerda. El 2 de agosto le piden a Liniers que detenga
su marcha en Colonia hasta que ellos estén listos para la acción: volar el fuerte y el cuartel. Temían
que Liniers se llevara toda la gloria.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Santiago de Liniers
El 2 de agosto los ingleses atacan a Pueyrredón y a los voluntarios reclutados por los catalanes
en Perdriel, dispersándolos a los cuatro vientos. Si bien lucharon con coraje y valentía, la mayoría
estaban muy mal armados. Por estos días se sabe que el Virrey Sobremonte, que está en Córdoba, se
prepara para marchar sobre Buenos Aires, un poco tarde.
El 6 de agosto Liniers desembarca en el Tigre con más de 1000 hombres y artillería. Dos días
antes, el gobernador inglés, Beresford, manifiesta que ha concluido el nefasto sistema del
monopolio y que la población podrá gozar de los beneficios de las producciones de otros países.
Pero los días en que Buenos Aires formó parte del Imperio Británico llegan a su fin.
En la tarde del 12 de agosto de 1806 los ingleses, ahora acantonados en el fuerte, se rinden ante
las fuerzas de Liniers y la increíble cantidad de voluntarios que llenaron la Plaza pidiendo las
cabezas de los ingleses. Los ingleses se defendieron duramente, cada calle cada esquina, muchos
cuerpos quedaron en las calles porteñas como saldo.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Ya prisioneros los oficiales y tropa reciben sus sueldos, pagados por las autoridades de Buenos
Aires y durante los primeros tiempos que viven en la ciudad de Buenos Aires, se alojaban en el
Fuerte, en la «Ranchería» fuera del Fuerte, y en los cuarteles abandonados de la ciudad, mientras
que los oficiales se alojaban en casas de familias importantes, comiendo en las posadas y cantinas
de la ciudad.
Los heridos ingleses, algunos se encontraban alojados en «casas de familia» bajo atención
médica y los más en el Hospital de Belén (creado para estos fines), donde llegaron a estar
hospitalizados 37 ingleses.
Bajo la dirección de Fray José Vicente (de San Nicolás), el enfermero mayor Fray Blas (de los
Dolores) y como secretario y ayudante Fray José (del Carmen).
Ante las noticias previas y posteriormente la nueva Invasión Inglesa a Maldonado y Montevideo
(en la Provincia Oriental del Uruguay), el Cabildo de Buenos Aires le ordena a Liniers el traslado y
la Internación de la totalidad de los prisioneros.
Muchos de ellos ya se encontraban «detenidos» en los Fortines de la Campaña como la Guardia
del Salto, Rojas, San Antonio de Areco, la Villa de Luján y otros fortines más.
Traslado al interior
Se decide internar bajo fuerte custodia, a 500 prisioneros a los fortines del Oeste del País, a 500
presos al Norte y a otros 500 prisioneros al Litoral y las Misiones, a cargo de los Húsares de
Pueyrredón.
Los principales Jefes de la Primera Invasión, que ya se encontraban internados en la Villa de
Luján, con amplias facilidades y consideraciones; fueron destinados a Catamarca en forma
«urgente», al recibir los integrantes del Cabildo el informe que «Montevideo estaba en manos
inglesas».
El 10 de febrero de 1807, se inicia la marcha a caballo desde la Villa de Luján de los siguientes
prisioneros ingleses:
- El Gral Williams Carr Beresford., Comandante de la Fuerzas Invasoras,
- el Jefe del Regimiento 71 «Highlanders», Coronel Dennis Pack,
- el Cap y asistente Robert Williams Patrick, del Cuartel Maestre General,
- el My de Brigada Alexander Forbes,
- el Capitán de Dragones y Edecán del Gral Beresford, Roberth Arbuthnot, del Regimiento 20
de Dragones Ligeros,
- el Teniente Alexander Mac Donald, de la Real Artillería,
- el Teniente Edgard L´Estrange, del Regimiento 71 «Highlanders»,
- el Cirujano Santiago Evans, del Regimiento 71 «Highlanders».-
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
La conjura
Debemos mencionar que el día 6 de febrero, Saturnino José Rodríguez Peña secretario, ayudante
y confidente de Santiago de Liniers (Comandante de las Fuerzas militares), mantuvo una entrevista
con Juan de Dios Dozo, capitán de la Primera Compañía del Cuerpo de Voluntarios Patriotas de la
Unión, al que ambos pertenecían, siendo Dozo secretario y de la íntima confianza de Martín de
Álzaga.
Saturnino José Rodríguez Peña, Manuel Aniceto Padilla y Antonio Luis de Lima (patrón de la
balandra portuguesa «Flor del Cabo»), fueron gratificados con una pensión de trescientas libras
anuales hasta su muerte.
Agregó que lo conveniente era cambiar de medios y de partido para salvaguardar sus vidas, la de
sus familias, y «preservar sus patrimonios».
Que ya había mantenido charlas con el General Beresford en varias oportunidades y que
esperaba que éste los ayudase a independizarse de España.
Rodríguez Peña pretendía obtener el apoyo del partido español en Buenos Aires, que dirigía
Álzaga.
La reunión entre Martín de Álzaga y Saturnino José Rodríguez Peña se realizó en la noche del 7
de febrero.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
El 16 de febrero Saturnino José Rodríguez Peña y Manuel Aniceto Padilla, llegaron a la Estancia
Grande de los Hermanos Betlemitas.
Acompañados por los soldados Machuca y Medina del Batallón de los Cuatro Reinos de
Andalucía participantes de la Reconquista de Buenos Aires, a revienta caballos desde la Ciudad.
Cabe acotar que la hermana de Manuel Luciano Martinez de Fontes, María Magdalena estaba
casada con Juan Ignacio Rodríguez Peña, hermano de los mencionados Saturnino J. y Nicolás
Rodríguez Peña.
Este vínculo familiar estaba acrecentado porque Manuel Luciano se había casado con María de
la Concepción Amores, hermana de Gertrudis Amores, quien se había casado a su vez con
Saturnino José Rodríguez Peña.
Al llegar manifestaron que debían entregar una carta de Liniers al Gral Beresford y que le tenía
que transmitir una orden verbal impartida por Liniers y por el Cabildo de Buenos Aires que decía
«que debía entregar bajo su custodia al general inglés y a otro oficial prisionero», con la finalidad
de trasladarlos a Buenos Aires, que así lo exigían «razones del servicio, el bien del monarca español
y los intereses de la Patria».–
Comunicado esto último el general inglés eligió para que lo acompañase a su amigo y futuro
cuñado, el Coronel Dennis Pack. (El Cnel inglés contrajo matrimonio con Lady Isabel Luisa
Beresford, en 1816).
Se le informó que debía esperar en la Estancia de Fontezuelas durante seis días, y que recibiría
órdenes.
A los seis días Martinez de Fontes, recibió una carta de Saturnino José Rodríguez Peña, en la
que se le avisaba que al llegar a Buenos Aires, encontraron tan mal la situación, que debieron viajar
con los oficiales ingleses a Montevideo.
Entonces advirtió Martínez de Fontes el engaño que había sido víctima.
Martínez de Fontes se presentó detenido el día 8 de marzo ante el teniente Mariano Gazcón.
Quién lo condujo arrestado a sus órdenes hasta Buenos Aires, donde fué entregado a las
autoridades.-
Al enterarse de la «fuga y traición», la clase media y baja que fueron el núcleo de las fuerzas que
reconquistaron Buenos Aires, se encontraba totalmente irritada y contrariada con los dos Oficiales
ingleses que se fugaron de Buenos Aires.
Ellos habían dado su palabra de honor de NO escaparse, ni volver a tomar las armas contra la
ciudad, el virreinato del Plata y de España.
Se les habían dado todo tipo de facilidades y libertades, bajo «su palabra de honor y de
caballeros que eran».
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
«todo» el Regimiento prisionero, al llegar a Montevideo toma nuevamente las armas contra los
criollos del Plata.
En la segunda invasión cae nuevamente prisionero bajo rendición incondicional en la Iglesia de
Santo Domingo, donde se había refugiado, pidiendo clemencia por su vida.
Cuentan que los soldados y el pueblo lo quería fusilar «allí mismo», por su «falta de honor y
hombría de bien», pero que fue salvado por el Párroco y Jefes prestigiosos como Liniers y
Belgrano.
Mientras tanto los dos ingleses y sus cómplices en la fuga, llegaron a Buenos Aires y se
escondieron en la casa del Celador del Cabildo Francisco González, quien dejó la casa vacía
llevando a su familia a la quinta de Mercedes Bayo, prima de su señora, próxima a la ciudad, donde
también se encontraba Mariano Moreno, que era el abogado representante de los hacendados
ingleses instalados en el Plata.
El veinte de febrero cruzaron la ciudad de noche, pero en la desembocadura del Riachuelo,
ninguna tripulación los quiso llevar, regresando a la casa de González.
Al día siguiente 21 de febrero, hicieron el mismo camino donde los esperaba un lanchón de la
balandra portuguesa «Flor del Cabo«, cuyo patrón era Antonio Luis de Lima.
Pagaron por anticipado al doble de lo estipulado y los marineros los llevaron hasta Ensenada.
A las ocho de la mañana atracaron contra la corbeta de la marina de guerra inglesa «Charwell»,
quién se hizo a la vela de inmediato.
Llegaron a Colonia del Sacramento y por tierra se dirigieron a Montevideo, donde llegaron el 25
de febrero.
En el Memorial elevado a Wellesley (Primer Ministro Inglés) el 8 de abril de 1808 por el criollo
Manuel Aniceto Padilla, desde Londres donde se había instalado, mencionaba como partícipes en la
fuga del General Beresford a: Nicolás Rodríguez Peña hermano menor de Saturnino, Juan José
Castelli, Hipólito Vieytes, Antonio Luis Berutti, y prestando su consentimiento miembros de las
clases altas de Buenos Aires.
Posteriormente el general inglés Beresford, en señal de agradecimiento, obsequió un «juego de
mesa de loza del Cabo» a Juan J. Castelli.
El 21 de marzo de 1807, la Real Audiencia dictó un decreto iniciando juicio a los imputados del
delito de «independencia y fuga de William Carr Beresford».
Se resolvió remitir a los imputados con escolta y la seguridad del caso a la Capitanía de Chile,
para mantenerlos arrestados hasta que fuese posible su retorno a Buenos Aires, para continuar las
causas y el trámite debido.
Los presos eran los siguientes: Pedro José Zabala, Antonio Luis Lima y su criado Cleto,
Francisco González, Antonio de Olavaria (Jefe de Frontera), Manuel Luciano Martínez de Fontes,
José Presas y Marull, Felipe Sentenach, y el sargento Juan de Vent.
El Juicio concluyó el 7 de octubre de 1808, se había sobreseído de la causa a don Antonio de
Olavaria y a don Manuel L. Martínez Fontes, a Francisco González, Antonio Luis Lima y José
Zabala.
Ordenando su libertad, y levantando el embargo sobre sus bienes, los que serían devueltos.
El proceso final a los verdaderos culpables, lo inicia el Fiscal Caspe el 6 de diciembre de 1808,
encontrándose algunos de ellos prófugos.
Queda en la duda, si la orden que transmitió Saturnino J. Rodríguez Peña al Capitán Martínez de
Fontes fue una orden falsa o verdadera, dado los intachables antecedentes del Secretario privado de
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Liniers, Saturnino J. Rodríguez Peña y del Secretario privado de Martín de Álzaga, Juan de Dios
Dozo.
Final:
LA REVOLUCIÓN DE MAYO
La Revolución de Mayo fue una continuación de los movimientos revolucionarios que en los
últimos 4 siglos venían socavando las bases del llamado Antiguo Régimen, o modelo de sociedad
teocéntrica abandonada luego de la Edad Media.
Todos los movimientos revolucionarios hispanoamericanos, si bien tienen su desarrollo
particular y difieren en cuestiones accidentales, coinciden en lo fundamental: representan el triunfo
del liberalismo antropocéntrico (un estatismo liberal solamente en algunas leyes) sobre la tradición
hispánico-católica que ya venía decayendo desde un siglo atrás por el absolutismo de los Borbones.
Todo esto fue ideado en las logias inglesas, no porque fuera un proyecto nacional británico, sino
por el carácter anti-teocéntrico y anticristiano de las sectas masónicas.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Fue el golpe de gracia al Reino de Indias, y tomaron parte diferentes personajes, de los cuales
sólo unos pocos conocían el objetivo completo, pero actuaron a favor del mismo.
Su desarrollo aparece condicionado por una situación externa: el problema napoleónico en
España.
ANTECEDENTES
Entendiendo primero el marco europeo se ven dos cosas: cómo es en realidad el mismo contexto
histórico, y cómo lo que pasó en el Reino de Indias fue un coletazo de lo sucedido en el Viejo
Mundo.
Europa luego de la revolución francesa estaba dividida tácticamente en dos bandos
revolucionarios:
- El bando napoleónico, continuación del proceso de la revolución francesa. Proponía el
modelo francés, parecido al norteamericano, y perseguía a las monarquías. Dominaba el
continente europeo habiendo hecho caer la mayor parte de las monarquías europeas.
- El bando británico, mal llamado monárquico. Representaba la revolución inglesa: una
monarquía de cartón, dirigida por las logias y el capitalismo internacional europeo.
Dominaba los mares e intervenía en las monarquías que luchaban contra Napoleón.
El continente se veía inmerso en una especie de ensayo de lo que sucedería un poco más de un
siglo después en todo el mundo: la revolución dominaba el escenario a través de dos opciones: o la
revolución liberal (USA) o la revolución comunista (URSS). Ahora era parecido.
Ambas opciones eran revolucionarias, y eso es lo que hay que notar: ambas antropocéntricas, de
raíz liberal una y calvinista la otra. Ambas propugnaban al hombre como divinidad rectora, por
sobre orden natural y sobrenatural, e intentaban imponer (siempre se impuso de manera arbitraria,
nunca surgió solo) el estado liberal, sea con monarquía o sin ella. Lo que sucedió es que no hubo
varias revoluciones. La revolución es una sola, y procede de las mismas causas que generaron la
decadencia y destrucción interna de las monarquías europeas, llamadas cristianas.
Como dicen los manuales de historia, el mar era británico y el continente, de Napoleón. Los
reinos europeos estaban de uno u otro bando. La revolución triunfaría de todos modos. El dinero de
los Rothschild y la nobleza negra europea financiaban a ambas revoluciones, boicoteando al que
querían y ensalzando al que les convenía.
Portugal y España estaban en situaciones distintas. El reino portugués era una especie de satélite
del gobierno británico desde su independencia a mediados del siglo XVII. Aconsejado por el
mismo, su casa real había huido a Brasil en 1807, dejando el país bajo control del ejército francés (y
la ayuda española) liderado por Junot.
A raíz de la prepotencia del ejército napoleónico, y la toma de una España débil y servil a manos
del ministro Manuel Godoy, se produce el motín de Aranjuez: patentiza la crisis del Antiguo
Régimen, ciertos grupos dirigentes
liberales aprovechan la lucha abierta para
instaurar un orden nuevo. La invasión
napoleónica ocasiona el hundimiento del
aparato institucional borbónico y
determina un aparente “vacío de poder”,
más momentáneo que real.
La nueva institucionalización española
o antibonapartista se hizo con rapidez,
aunque bien planeada por las logias
residentes en España. Se actuó
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
revolucionariamente en nombre de Fernando VII o bien de una soberanía nacional inventada por
una minoría liberal de élite bien organizada en las anómalas Cortes de 1812. Se atribuían
arbitrariamente la soberanía de un rey ausente.
Era el fruto de la llamada “farsa de Bayona”. Luego de una abdicación sugerida desde
Inglaterra al rey Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII (como el caso portugués), la presión
francesa hace que el débil rey se arrepienta de la misma y luego de una reunión en la localidad
francesa de Bayona Napoleón logra, aunque en un curioso desorden, la abdicación de ambos a su
favor. La familia Bonaparte (Napoleón), depositaria del trono, designa a Luis como Rey de España.
Ante esto se crean las juntas españolas. No fue una sola, sino varias, pero sobresalió entre ellas
la de Sevilla. La misma designaría en Buenos Aires a Baltasar Hidalgo de Cisneros, en lugar del
Virrey interino Santiago de Liniers, por su origen francés. La revolución liberal había encontrado
lugar en España.
La caída de esta junta por la toma de Sevilla en las guerras napoleónicas españolas, daría ocasión
a la búsqueda del mismo mecanismo en Hispanoamérica, ya no como movimiento nacionalista, sino
independentista.
La situación rioplatense es poco propicia para que la revolución pudiera encontrar un obstáculo.
Los dos lugares donde Sudamérica va a estallar en sedición son justamente los dos nuevos
virreinatos establecidos por los Borbones: el Río de la Plata y Nueva Granada. Ambas regiones
marginales respecto a la posición de Perú, eran centros de contrabandistas que habían intentado
como en la ciudad de la Santísima Trinidad (hoy llamada Buenos Aires), controlar el cabildo a
través del fraude electoral. Lo mismo en Nueva Granada, pues el centro contrabandista de
Cartagena y La Guaira, o Puerto Cabello en Venezuela, influían en los gobiernos de Santa Fe de
Bogotá y la Capitanía venezolana de Caracas. Allí tenemos estas consecuencias que hablan de que
las cosas no suceden solas ni por casualidad:
Las invasiones inglesas de
- 1741: Cartagena de Indias
- 1806-07: Buenos Aires
Los gritos revolucionarios de
- 19 de Abril de 1810 (Caracas)
- 25 de Mayo de 1810 (Buenos Aires)
- 20 de julio de 1810 (Santa Fe de Bogotá)
El contrabando en Buenos Aires había dejado dominado el Cabildo ya en 1614 con la actuación
de los personajes de Diego de la Vega, Simón Valdés, Juan de Vergara y otros menos conocidos.
Evidentemente las prácticas contrabandistas se fueron legalizando con el paso del tiempo y por lo
tanto el Cabildo era un fuerte centro sus los intereses en la
zona del Plata.
Las invasiones inglesas de 1806-07, sobre todo la
primera, habían dejado indicios de que algo se tramaba en
Buenos Aires. La actitud de las familias como los Castelli,
Vieytes, Sarratea y los Rodríguez Peña, de bienvenida y
halago al gobierno invasor inglés, podrían haber sido
interpretadas como debida a intereses comerciales, si ellos
mismos no se hubieran transformado desde 1810 en adelante
en “entusiastas patriotas”. El mismo Rodríguez Peña arregló
con Beresford en prisión la entrega pacífica de Buenos Aires
a cambio del reconocimiento inglés. O como cuenta Rodolfo
Terragno en su Maitland & San Martin, el fomento de una
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
revolución interna, plan que ya estaba diseñado por la Compañía de Indias Orientales por parte del
Gral. Thomas Maitland.
El Plan Maitland
Plan recibido y considerado seriamente por el gobierno de William Pitt El Joven. El Gral.
Thomas Maitland (de la East India Co.) elevó un texto preliminar al Secretario de Guerra, Henry
Dundas (más tarde primer Vizconde Melville), quien lo citó para discutir detalles. De la entrevista
Dundas-Maitland surgió el plan definitivo, que fue puesto en posesión del Secretario de Guerra a
mediados de 1800.
El gobierno de Pitt cayó el 3 de febrero
de 1801. El Plan Maitland pareció quedar,
entonces, en el olvido. Los originales
permanecerían ocultos durante 181 años.
A diferencia del venezolano Francisco
de Miranda y otros militares británicos,
Maitland no creía que un ataque sobre
Caracas y Buenos Aires pudiera –aun
siendo exitoso– quebrar el dominio
español en América:
Una Expedición a Caracas desde las
Antillas, y una fuerza enviada a Buenos Aires, podrían realmente proveer a la emancipación de los
Colonos Españoles en las posesiones orientales, pero el efecto de tal emancipación, aunque
considerable, no podría jamás ser tenido por seguro en las más ricas posesiones de España en la
costa del Pacífico, y es menester observar que la razón por la cual los españoles han asignado
importancia a sus posesiones orientales, es que ellas sirven como defensa para proteger sus más
valiosas posesiones occidentales.
La costa del Caribe y las pampas no tenían oro ni plata. En cambio, los territorios que Francisco
Pizarro les había arrebatado a los incas, valían “un Perú”.
A fin de tomar esas “más valiosas posesiones”, Maitland propuso:
1. Ganar el control de Buenos Aires. “He concebido un ataque sobre Buenos Aires”, informó
Maitland a Dundas. Para eso, calculó que harían falta 4.000 soldados de infantería y 1.500 de
caballería, con “una proporción de artillería”.
2. Tomar posiciones en Mendoza. “Una vez capturada Buenos Aires el objetivo debería ser
enviar a un cuerpo a tomar posiciones al pie de la falda oriental de los Andes, para cuyo propósito la
ciudad de Mendoza es indudablemente la más indicada”.
3. Coordinar acciones con un ejército en Chile. Este otro ejército debía consistir en 3.000
soldados de infantería y 400 de caballería “con una proporción de artillería”. La mitad de la
infantería debía “dirigirse de Inglaterra al Cabo de la Buena Esperanza en barcos destinados en
última instancia a Sudamérica”. La otra mitad debía ser provista por India, desde donde debía salir,
apenas estuviera lista, “directamente a la Botany Bay”, en Australia, a los efectos de navegar luego
a Sudamérica. El objetivo era “indudablemente Chile”. Debía atacar Valparaíso y Santiago o, “si
encontrara que los españoles tienen la fuerza suficiente para hacer que un inmediato ataque sobre
Valparaíso o Santiago resulte inoportuno”, la fuerza debía “dirigirse al Río Bío-Bío y obtener
refuerzos mediante un trato con los indios”.
4. Cruzar los Andes. “El cruce de los Andes desde Mendoza hacia las partes de Chile es una
operación de alguna dificultad [...] Aun en verano, el frío es intenso, pero con tropas a ambos lados,
cuesta suponer que nuestros soldados no pudieran seguir una ruta que ha sido adoptada desde hace
tiempo como el canal más apropiado para importar negros a Chile”.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
5. Derrotar a los españoles y controlar Chile. El objetivo de esta etapa era “destituir al actual
gobierno [español] de Chile” y convertir a ese territorio en “un punto desde el cual podríamos
dirigir nuestros esfuerzos contra las provincias más ricas”. Esta era la tarea a cumplir por las fuerzas
unificadas del ejército que debía cruzar los Andes y el que llegaría por mar.
6. Continuar por mar a Perú. “Si el plan fuera exitoso en toda su extensión, el Perú quedaría
inmediatamente expuesto a ser ciertamente capturado” y “últimamente podríamos extender nuestra
operación hasta desmantelar todo el sistema colonial, aun por la fuerza si resultare necesario”. Lo
indicado era evitar toda violencia innecesaria: “Un coup de main sobre el puerto del Callao y la
ciudad de Lima podría resultar probablemente exitoso, y los captores podrían obtener mucha
riqueza, pero ese triunfo, a menos que fuéramos capaces de mantenernos en el Perú, terminaría
provocando la aversión de los habitantes a cualquier conexión futura, de cualquier tipo, con Gran
Bretaña”.
7. Emancipar al Perú. “El fin de nuestra empresa sería indudablemente la emancipación del Perú
y (Quito)”. (El original dice “México” en vez de Quito. Como he explicado en la Introducción, se
trata de un error)
Tomado de Rodolfo H. Terragno, Las Fuentes Secretas del Plan Libertador de San Martín,
(1988) publicado en “500 Años de Historia Argentina”, con la dirección de Félix Luna, Buenos
Aires. Ed. Abril S. A.
Los oficiales invasores ingleses (Popham, Beresford, Whitelocke, et.al.), merced al pacto
británico-español contra el gobierno Napoleónico en España, entraron en contacto con los militares
que luego liderarían la guerra de independencia, agrupándolos en una sociedad secreta con sede en
Londres llamada “La Gran Reunión Americana”. El ejército británico estaba dirigido por el general
Sir Arthur Wellesley, luego duque de Wellington (quien derrotaría a Napoleón en Waterloo).
Popham acababa de llegar desde el Río de la Plata a España. Había participado, en Londres, de
varias discusiones con Pitt, Dundas y Miranda acerca de posibles expediciones a Sudamérica,
destinadas a promover la independencia de los reinos españoles. En tanto, Wellesley entró en
España. San Martín formaba parte de un batallón que actuaría codo a codo con los ingleses y, en
ocasiones, bajo mando británico. El correntino trabó relación con oficiales de ese ejército, hasta
entonces enemigo, que ahora venía a reforzar la resistencia contra Napoleón.
Directa, o indirectamente, San Martín tomó contacto con ingleses que habían participado en
planes para atacar Sudamérica y aun con oficiales que habían participado en los intentos frustrados
de controlar Buenos Aires.
James Duff (más tarde, cuarto conde de Fife), estaba incorporado al ejército español donde
conoció a San Martín, y jugó un papel de gran importancia en la decisión de San Martín de venir a
Sudamérica.
Los dos hombres pelearon hombro a hombro y desarrollaron una “profunda y duradera amistad”.
Se ha sugerido que fue Duff quien urgió a San Martín a abandonar España, ir a Londres y de allí
embarcarse para Buenos Aires a fin de iniciar la lucha por la independencia sudamericana.
Incluso los libertadores de Beresford, Manuel Aniceto Padilla y Saturnino Rodríguez Peña,
recibieron pensiones pagadas por el gobierno británico en Río de Janeiro. Cuando en 1814, S.
Rodríguez Peña regresó al Río de la Plata, el Directorio lo designó teniente coronel de artillería. Fue
enviado a Río para cumplir misiones diplomáticas con Inglaterra. La estancia fue breve y el 21 de
julio emprendió el regreso en un viaje costeado por la embajada inglesa trayendo una nota de
Strangford en la que urgía el envío de diputados a España para tramitar la paz. El 13 de agosto
arribó a Buenos Aires y en septiembre fue nombrado administrador de la Aduana de Montevideo.
Todo ello es un claro indicador de cómo las revoluciones se apoyan unas en otras: la británica y
la francesa desembocaron en la revolución rioplatense y de todo el Reino de Indias.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Agitaciones revolucionarias14
Los impresos, proclamas y bandos no calman la opinión, sino por el contrario la exaltan.
Dos corrientes coinciden en la Revolución, con propósitos diferentes. El partido criollo formado
por la inmensa mayoría del pueblo y la casi totalidad de las milicias, y el núcleo de intelectuales
(Belgrano, Castelli —ambos ausentes en ese momento—, Vieytes, Rodríguez Peña, Paso, etc.). A
13
Resumen extraído de José María Rosa, Historia Argentina, Ed. Oriente, 1963, Tomo II
14
Lo ocurrido en Buenos Aires entre el 17 de mayo, en que circuló el primer impreso, y el 22 cuando se reúne el "Cabildo abierto o
congreso vecinal", ha sido narrado contradictoriamente en las "Memorias" de algunos protagonistas que escribieron con posterioridad
a los sucesos (Belgrano en 1814, Saavedra en 1829, Martín Rodríguez en trance de muerte contando sus recuerdos a Rivera Indarte
y éste escribirá en 1844, Guido en 1855), y otros que los presenciaron (Manuel Moreno en la introducción a las "Arengas del Foro" de
su hermano, Francisco Saguí en sus recuerdos "Los últimos cuatro años de la dominación española'' escritos medio siglo después, la
tradición oral de Vicente López, recogida por su hijo Vicente Fidel en su ''Historia", los "diarios íntimos" de Gervasio Antonio de
Posadas, Juan Manuel Beruti y los anónimos dados á conocer por algunos institutos e historiadores, diversas piezas epistolares de la
época y crónicas de periódicos extranjeros, y finalmente los informes de Cisneros y las actas del cabildo.
Este vasto material tiene un valor disímil y debe someterse á un severo examen crítico. Las "Memorias" tienen los errores,
intercalaciones y omisiones propias de esta clase de fuentes históricas, donde juega la posición política del que escribe y los
trocatintas por el paso de los años; los diarios, correspondencias, gacetillas y tradiciones orales, la relatividad de las "cosas sabidas de
oídas", y las piezas oficiales se resienten de parcialidad.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
este último se sumarán los rezagos de los partidarios de Álzaga (Incháurregui, Larrea, Matheu,
Mariano Moreno).
Más allá de las diferencias particulares y las posturas personales, hay una guía del proceso, dada
por las sociedades secretas, eso explica el papel preponderante unos años después, de la Logia
Lautaro.
La noche del 18 se reúnen los dirigentes que traman la caída del virrey. Son dos grupos
separados: los jefes y oficiales de Patricios (Viamonte, Chiclana, Díaz Vélez, pues Saavedra está
ausente) conferencian en el cuartel de las Temporalidades y en la casa de Viamonte. Los ilustrados
liberales Vieytes, Rodríguez Peña, Paso, French, Beruti (Castelli y Belgrano no están en la ciudad),
se reúnen en casa de Rodríguez Peña.
Saavedra llegó de San Isidro, muy retrasado, la mañana del 20. Fue hablado por los ilustrados.
Al mismo tiempo Castelli entrevista al síndico Leiva para ponerlo del lado de un “cabildo abierto”.
Leiva y Villota debieron aconsejar al virrey que aceptase el cabildo abierto para poder diferir la
sustitución del virrey a la reunión del Congreso general de todo el virreinato anunciado por
Cisneros en su Proclama.
El virrey quiso congraciarse con Saavedra, pero éste ya estaba del lado de los revolucionarios.
Sin apoyo de la fuerza, Cisneros condesciende "a esperar el resultado del Congreso del vecindario,
librando el éxito al voto de los buenos".
El lunes 21; los líderes quieren la suspensión del virrey.
"Día 21 de mañana —dice el diario anónimo que se conserva en el Archivo Nacional— se
comenzaron algunos patricios a juntar en la plaza, sabedores y hablados de lo que iba a ocurrir,
todos en corrillos muy alegres, y se apareció uno de ellos repartiendo cintas blancas para divisa de
la unión, y el infeliz retrato de Fernando VII para que les sirviera de apoyo, y ninguno les decía
nada debido a que ellos tenían la fuerza". Una carta que obra en el Archivo de Montevideo dice: 'la
mañana del lunes (21) French, Beruti, oficial de las Cajas, y un Arzac que no es nada, fueron a la
plaza como representantes del pueblo y repartieron retratos de Fernando VII y unas cintas blancas
que la tropa traía en el sombrero y atadas en los ojales de la casaca" (citada por Marfany).
Llegó la autorización del virrey. Era
retaceada, pues permitía el cabildo abierto con la
condición "que nada se ejecute, ni acuerde que
no sea en obsequio de la integridad de estos
dominios al Sr. Dn. Fernando VII y completa
obediencia al Supremo Gobierno Nacional que
lo representa en su cautividad... (por ser) la
monarquía una e indivisible... y por tanto debe
obrarse, aun en la hipótesis arbitraria que la
España se hubiese perdido enteramente y faltase
un Gobierno Supremo... con conocimiento y acuerdo de todas sus partes". El cabildo se puso a la
tarea de convocar la "parte principal y sana del vecindario" por 450 esquelas distribuidas entre
funcionarios, jefes y oficiales militares, obispo, canónigos, curas párrocos y priores de las órdenes
religiosas, "profesores" de derecho y medicina, alcaldes de barrio, comerciantes y propietarios
principales. El virrey se quejará después por haberse incluido "algunos hijos de familia, bolicheros
y otras personas sin arraigo de vecindad".
Se ha dicho que hubo invitaciones fraudulentas. No es cierto; se imprimieron 606,
distribuyéndose 450, y se anotaron en el Congreso vecinal 251. Es conjeturable que los del partido
de Cisneros se retiraron sin anotarse al advertir que la plaza se encontraba custodiada por los
Patricios, desobedeciéndose las órdenes del virrey'.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Daba marco al Congreso Vecinal una "multitud —dice Guido, que estuvo allí pues era joven
para concurrir como vecino principal— que en la plaza servía grandemente a los agentes
revolucionarios" a pesar de la lluvia que habría de prolongarse toda la semana. Cisneros menciona
en su informe "gentes que con estudio habían introducido a la plaza, los cuales esperaban la
resolución y eran avisados con señales que le daban los facciosos desde la galería del cabildo para
que aclamasen los votos favorables"; Belgrano, "que una porción de hombres estaban preparados
para la señal de un pañuelo blanco, a atacar a los que quisiesen violentarnos".
Es posible que Patricios no dejaran entrar a todo el mundo. Pero lo hicieron con la Legión
infernal —llamados "chisperos" en algunas crónicas— de jóvenes de la clase principal (entre ellos
Guido) que acaudillaban French y
Beruti. A esta porción de hombres
preparados debe referirse Belgrano.
French habla de "seiscientos" con
superlativa imaginación, pero no
debieron pasar de dos o tres docenas.
La cinta con dos colores, azul y
blanca, como la historia del saldo
comprado en la bandola de Álvarez
por French y Beruti, es una
confusión con el distintivo de la
Sociedad Patriótica que sólo se
empezó a usar en marzo de 1811. El
21 y 22 de mayo la divisa fue la cinta
blanca, acompañada del retrato de
Fernando VII; el 25 se vieron
también cintas coloradas y azules acompañando a la blanca, posiblemente por ser los colores de los
cuerpos de milicias. Pero el color de la Revolución fue el blanco.
La reunión se haría en el largo y estrecho corredor exterior del piso alto del Cabildo, a ese efecto
protegido por cortinados de la lluvia y el frío. A las nueve de la mañana se inició la sesión. Empezó
el acto con la lectura de una Proclama redactada por el síndico Leiva "al vecindario de Buenos
Aires" que aconsejaba no tomar resoluciones hasta reunirse un congreso de las posesiones españolas
en América o por lo menos de las ciudades del virreinato.
Después —dice el acta— "se promovieron largas discusiones" sobre la proposición a votar.
Opinión del obispo Lué.
Habló el obispo. Su discurso, como todos los pronunciados allí, debe reconstruirse por los
testimonios pues no se recogieron versiones de los debates. Era la doctrina del centralismo
borbónico expuesta en su crudeza colonial: América pertenecía a España y debía gobernarse desde
España, y a falta de España por españoles emigrados. No reparaba Lué que esa doctrina, no fundada
precisamente en "las leyes del Reino" sino en prácticas administrativas de un siglo de Borbones.
Algunos suponen que el prelado no pudo expresar tesis tan absurda, atribuyendo la versión de sus
palabras a una interpretación errónea de Saavedra. Sin embargo, era la idea corriente del
colonialismo español, y el fundamento de la resistencia.
Rebate Castelli.
Las palabras del obispo eran imprudentes e impolíticas, y así lo entendieron los partidarios de la
permanencia del virrey. Quiso corregirlas el fiscal Villota, pero Castelli se adelantó a rebatirlas.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Dijo "¿debe subrogarse otra autoridad a la del virrey, que dependerá de la metrópoli si ésta se salva
de los franceses, y será independiente si la España queda subyugada?".
La moción de Castelli iba directamente a establecer un gobierno independiente, pero no fue
apoyada por la mayoría criolla por considerar poco prudente hablar de "independencia".
Opinión de Villota.
Oponiéndose a esta proposición habló el fiscal en lo civil de la Audiencia, Dr. Manuel Genaro
Villota, jurisconsulto respetado por todos. Empezó por decir que estaba de acuerdo con las palabras
de Castelli y "el virreinato de Buenos Aires tiene derecho a complementar su gobierno". Debieron
iluminarse las caras de quienes querían la deposición del virrey al oír a un ilustre partidario de éste,
y además amigo personal, decir semejantes palabras. Pero Villota era un hábil jurista: si aceptaba la
posición de Castelli, era para articular lo que en derecho formal se llama una excepción de
incompetencia de jurisdicción.
Sólo se ha conservado el recuerdo de sus palabras (pues no se tomó versión, ni se transcribieron
en el acta), que debieron ser así: "Tiene razón el Dr. Castelli: el virreinato de Buenos Aires está en
el derecho de velar por su seguridad y establecer que el Sr. Virrey ha cesado al caducar la autoridad
legítima en la península, y designar, por lo tanto, quien lo reemplace,.. Pero he dicho el virreinato
de Buenos Aires, y ¿quiénes somos nosotros, vecinos de la ciudad de Buenos Aires, para resolver lo
que compete al virreinato entero? Nuestras resoluciones no pueden ir más allá de lo puramente
municipal, ni trascender los límites del municipio. Esperemos, pues, como lo pide el Sr. Virrey en
su proclama, a la reunión de un Congreso General del virreinato, y disolvamos nuestra reunión
vecinal que nada puede ni debe hacer en esta emergencia".
Las palabras de Villota "hicieron una impresión tremenda en la asamblea", dice López.
Palabras de Paso.
Acababan de enredarse los abogados ilustrados en la trampa preparada por ellos y aprovechada
por adversarios más hábiles. Es presumible el enojo de los oficiales de Patricios (Díaz Vélez y
otros) que estaban en la plaza, y en esos momentos empezaron a gritar: "¡Junta, Junta!" desde la
vereda ancha, como dicen las crónicas.
Castelli, confundido, no atinaba a encontrar la réplica. Según la tradición, Escalada y Rodríguez
Peña lo incitaban a hablar, y Paso a su lado le insinuaba al oído un argumento posible. Castelli,
entonces, según Mitre, "tomó convulsivamente al Dr. Paso, hombre pequeñísimo de formas, y lo
lanzó al medio del recinto": ¡Doctor Paso, sálvenos! Paso era un abogado conocido por sus hábiles
recursos procesales.
Aceptó la tesis de Villota. Pero... no siempre se necesita mandato expreso para gestar derechos
ajenos. Así como se presume la voluntad de quien no puede expresarla, por ausente o menor de
edad, y se admite que un tercero vele por su derecho sin tener mandato, debía admitirse que Buenos
Aires como capital del virreinato —"hermana mayor en ausencia de las menores"— presumiese la
voluntad de las otras ciudades y resolviese en gestión de negocios la situación de hecho de la
acefalía del gobierno virreinal. "Una prolongada salva de aplausos" rubricó sus palabras salvadoras
de la revolución.
La votación
Una moción de votar "en secreto" formulada como última tabla de salvación por los partidarios
del virrey, fue rechazada. El procedimiento fue largo. Cada votante se acercaba a la mesa del
escribano y decía en alta voz su decisión. Unos lo hicieron directamente; otros, más discretos, se
adhirieron a un voto anterior. Hasta las doce de la noche de esa jornada fría y lluviosa de invierno,
estuvieron los vecinos en el desguarnecido corredor exterior a la espera de su turno: doscientos
veinticuatro consiguieron votar, veintiséis, cansados por el frío y la lluvia, se retiraron sin hacerlo.
La mayor parte de los votos fue por la deposición del virrey.
En total: ciento sesenta votos por la cesantía del virrey y reversión de su poder al cabildo para
que designase una Junta (6 funcionarios, 25 comerciantes, 51 militares, 18 eclesiásticos, 26 vecinos,
17 abogados, 3 escribanos, 6 médicos, 10 alcaldes de barrio y 2 de Hermandad).
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Miércoles 23 de mayo.
Desde las 10 de la mañana los capitulares estuvieron entregados al complicado escrutinio del
congreso vecinal. Separar al virrey absolutamente le parecía un acto revolucionario. En Buenos
Aires podía pasar, por hallarse pronunciada la opinión, pero no ocurriría lo mismo en el resto de las
ciudades. Seguramente Montevideo, más por decisión de sus vecinos que por la de su timorato
gobernador Soria, habría de resistirlo; y no había duda lo harían el brigadier Velazco en Paraguay,
Gutiérrez de la Concha en Córdoba, Nieto en Charcas, y Paula Sanz en Potosí; y, desde luego, el
virrey Abascal en Perú, que ocupaba con Goyeneche a La Paz desde los acontecimientos del año
anterior.
Uno de los votos del cabildo abierto —el del presbítero Bernabé de la Colina— dio la solución a
las cavilaciones de Leiva. El presbítero ofrecería al virrey la presidencia, y a cuatro del partido
criollo las vocalías: Saavedra, como la figura de más prestigio en las milicias, representaría a éstas;
el presbítero Sola, cura de San Nicolás, al clero; Castelli, el defensor de Paroissien15, a los
15
Según Wikipedia su nombre original era James Paroissien, y descendía de lejanos antepasados de origen protestante francés. Se
doctoró en medicina en 1806.
Al recibir la noticia del éxito de las Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata, se embarcó como parte de la expedición que
debía reforzar esa conquista. Cuando llegó allí, la ciudad de Buenos Aires había sido reconquistada por su propia población; asistió a
la captura de Montevideo, donde se instaló como médico y comerciante. Cuando, tras el nuevo fracaso en Buenos Aires, los ingleses
abandonaron también Montevideo, se embarcó hacia Río de Janeiro.
En el Brasil se encontró con Saturnino Rodríguez Peña, un criollo que había colaborado con los invasores a Buenos Aires, que lo unió
al proyecto carlotista, de coronar a la princesa Carlota Joaquina de Borbón como reina – o al menos como regente – del Río de la
Plata, en reemplazo de Fernando VII, prisionero de Napoleón Bonaparte. Carlota era la esposa de Juan VI de Portugal, que estaba
instalado en Río de Janeiro.
Viajó a Buenos Aires como jefe de una comisión exploradora minera enviada por la compañía británica "La Potosí, La Paz and
Peruvian Mining Association". Sin embargo, es casi seguro que su misión era de espionaje a favor de las posibilidades del carlotismo
o de una tercera invasión inglesa. Al llegar a Montevideo fue reconocido y arrestado por el gobernador Francisco Javier de Elío, que
se apoderó de las cartas de Carlota para sus simpatizantes en Buenos Aires. Acusado de alta traición, fue procesado con pedido de
ejecución.
Cuando llegó al Río de la Plata el nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros, fue trasladado para su enjuiciamiento a Buenos Aires.
Allí fue defendido por Juan José Castelli; como al estallar la Revolución de Mayo éste fue elegido miembro de la Primera Junta,
Paroissien recuperó rápidamente la libertad.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
abogados; y el comerciante José Santos Incháurregui, a los suyos. Los cuatro habían votado por la
deposición del virrey y representaban matices del partido revolucionario.
A las dos de la tarde fueron dos regidores a notificar a Cisneros su cesantía. Cisneros entregó el
bastón y la banda, insignias del mando, y por fórmula hizo una protesta.
Se hizo un Bando el 23, sobre el resultado del Cabildo Abierto.
A la mañana siguiente fue fijado el bando haciéndose pública la integración de la nueva Junta.
La Junta con Cisneros causó pésima impresión en los líderes revolucionarios: el virrey mantenía
su tratamiento, sueldo, honores y sobre todo el mando de las tropas.
Los jóvenes de "las luces" iniciaron la resistencia a la nueva Junta recién la noche del 24 al 25
cuando había la logia dado veredicto sobre el modo de operar.
A las 4 de la tarde juró la Junta con gran solemnidad.
Pero esa tarde del 24, apenas corrió la noticia que "el virrey quedaba", dio muestras de existir.
Empezó a notarse conmoción en los cuarteles. La inquietud se hizo mayor en Patricios; el inquieto
Chiclana dirá: "Al pueblo no le acomoda que el virrey quede bajo ningún aspecto". Cosa tan
absurda desconcertó y molestó a Leiva: "El pueblo había depositado su autoridad en el Cabildo y
éste obrado en virtud de ella", y ordenó a Chiclana se fuese a su cuartel "arrestado por impostor".
Eran dos ideas distintas de lo que era el pueblo. Ambos llamaban “pueblo” a una minoría distinta:
los partidarios del virrey a los notables bonaerenses, los revolucionarios a los ilustrados que
manipulaban la multitud. Hay que entender bien el significado confuso de algunos términos.
A las ocho de la noche un grupo de oficiales patricios fue al Fuerte a advertirle a Saavedra la
gravedad de la situación. A la misma hora, Castelli es llamado desde la casa de Rodríguez Peña,
donde funcionaba la logia que impondría la situación. Renuncian por tanto Saavedra y Castelli. Éste
a lo de Rodríguez Peña, aquél al cuartel de Patricios, donde al entrar debe hacer frente a un tumulto.
Para calmar a los suyos les dice que ha renunciado conjuntamente con la Junta en pleno. No habrá
necesidad de marchar sobre el Fuerte y sacar al virrey y a la Junta como lo querían en las
Temporalidades.
Viernes 25 de mayo.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
dentro de quince días quinientos hombres a las provincias interiores... debiendo temer en caso
contrario resultados muy fatales''...
Era indudable que la deposición del virrey seria resistida por algunos intendentes, y se hacía
ineludible mandar una tropa que se impusiera al interior. El cambio político se hace movimiento
armado, y agresivo: la expedición se costeaba con los sueldos del virrey y de quienes habían votado
el mantenimiento de su autoridad. La Junta se mantiene sin el virrey.
El cabildo al recibir la nota de los vocales, les pidió que detuvieran la fijación del bando pues
acababa de exigirse el nombramiento de una nueva Junta. Rogó a los del Fuerte estar a la espera "de
las ocurrencias sobrevenidas".
Se presenta el petitorio, firmado por "un número considerable de vecinos, religiosos,
comandantes y oficiales de los cuerpos".
Presentado el petitorio, aun Leiva pide "que se congregase al pueblo en la plaza... pues el cabildo
debía oír del mismo pueblo si ratificaba el contenido de aquel escrito". "Al cabo de un gran rato",
dice el acta, salieron los señores al balcón del Cabildo "viendo congregado un corto número de
gente", que hizo preguntar al síndico "¿Dónde está el pueblo?".
En respuesta se oyeron voces "que si hasta entonces se había procedido con prudencia, echarían
mano de los medios violentos". Leiva y el cabildo convienen que no hay más remedio que ceder a la
violencia "por los que han tomado la voz del pueblo. Se procede sin pérdida de tiempo a instalar la
nueva Junta.
Entre repique de las campanas y salvas de artillería, los componentes de la Junta de Mayo pasan
al Fuerte a hacerse cargo de sus puestos. No los acompañan los capitulares, dice el acta, "a causa de
la lluvia que sobrevino". Eran las ocho de la noche del viernes 25 de mayo de 1810.
La Junta de Mayo.
Estaba compuesta por:
Presidente y comandante general de armas: teniente coronel Cornelio Saavedra, jefe de Patricios.
Vocal: Dr. Juan José Castelli, abogado.
„ Licenciado Manuel Belgrano, abogado.
„ Teniente coronel Miguel de Azcuénaga, sin mando de tropa.
„ Pbro. Manuel Alberti, cura de San Nicolás.
„ Domingo Matheu, del comercio.
„ Juan Larrea, del comercio.
Secretario: Dr. Juan José Passo, abogado.
„ Dr. Mariano Moreno, abogado.
¿Cómo surgieron esos nombres? Guido, al escribir medio siglo después sobre cosas presenciadas
en su extrema juventud, dice que Beruti escribió los nombres como inspirado de lo alto, tal vez
porque lo vio escribir de corrido el petitorio. En realidad la Junta del 25 era una remodelación de la
Junta del 24 promovida en la reunión secreta en casa de Rodríguez Peña. Al ascender a Saavedra a
presidente se lo reemplazaba como representante del ejército por Azcuénaga, que tenía el mismo
grado de teniente coronel en la milicia aunque no mandaba tropas.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
LA PRIMERA JUNTA
El "Plano de Operaciones".
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
"decapitados", y "desterrados los españoles y patricios que no hayan dado alguna prueba de
adhesión a la causa".
Con Inglaterra debería procederse en forma "benéfica... proteger su comercio, aminorarle sus
derechos, tolerarla, aunque suframos algunas exacciones... los bienes de Inglaterra deben ser
sagrados". La supone favorable a la revolución porque "a la corte inglesa le interesa que América o
parte de ella se desunan o dividan de aquella metrópoli (España) y formen por sí una sociedad
separada donde la Inglaterra... pueda extender más sus miras mercantiles y ser la única por el
señorío de los mares".
Consideraba indispensable la ayuda británica para el triunfo de la revolución, y la pagaba al
precio de "sufrirle algunas exacciones"; también para impedir que los portugueses se anexasen la
Banda Oriental aprovechando la guerra.
El 20 de junio Strangford informaba a Wellesley haber hablado con "un agente de la Junta de
Buenos Aires" (indudablemente Matías Irigoyen), que tenía instrucciones de ofrecer "liberalidad en
asuntos de comercio... (para) ganar la buena voluntad de la Nación (inglesa)", gestionar "un
compromiso público de protección y ayuda, y si fuera inconveniente una convención secreta,
recibiendo en justo precio todo beneficio y favor que la gratitud nacional pueda acordar, o que
pueda ser requerida por su gobierno o sus mercaderes".
El objeto del plan era "que el ciudadano obedezca respetuosamente a los magistrados, que los
magistrados obedezcan ciegamente a las leyes", diría Moreno en el artículo Miras, aclarando que
estas leyes serían semejantes a las de "Inglaterra, esa gran nación, modelo único que presentan los
tiempos modernos de los pueblos que desean ser libres", donde se combinaban "sabiamente" los
principios de la autoridad y la libertad.
Tres días después de la orden de arcabucear a Liniers y compañeros, cuya ejecución se hizo el 26
de agosto, la Junta dictó un decreto de "medidas extraordinarias" propuesto por Moreno. Como "la
moderación y la templanza no producen fruto alguno" confisca los bienes de quienes se ausenten
"sin necesidad de otro proceso que la sola constancia de su salida"; los patrones de buques que
transportasen pasajeros sin licencia irían a cadena por cuatro años y el barco quedará confiscado.
Quienes tuviesen armas del rey, "serán castigados con todo géneros de penas sin exceptuar el último
suplicio"; los que propalasen rumores "serán castigados con las penas del delito de sedición";
quienes mantuviesen correspondencia "sembrando divisiones, desconfianzas o partidos contra el
actual gobierno serán arcabuceados sin otro proceso".
El 27 de mayo de 1810 la Junta Gubernativa de entonces disponía comunicar a los “pueblos del
interior” del territorio del Virreinato del Río de la Plata los sucesos acontecidos en la ciudad capital
y su instalación en el carácter indicado y ordenar se nombren y se lleguen a Buenos Aires los
diputados para incorporarse a ella, para lo cual se vale del instrumento institucional indicado en el
título, el cual es suscrito por la totalidad de sus integrantes.
La imposición popular del 25 de mayo contemplaba el envío de una columna de 500 hombres al
interior. Su jefe sería el comandante de Arribeños, coronel Ortiz de Ocampo, segundo el coronel de
blandengues Antonio González Balcarce, y comisionado de la Junta Hipólito Vieytes. Sería auditor
de guerra Feliciano Chiclana, que se incorporaría más tarde.
Las noticias de una resistencia en Córdoba y Alto Perú, hará que el ejército amplíe sus fuerzas
con esclavos comprados y levas de vagos.
Resistencia de Córdoba.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
La noticia de lo ocurrido en Buenos Aires el 21 y 22 de mayo, llegó a Córdoba el 30. Esa noche
se reúnen en casa del intendente Juan Gutiérrez de la Concha, éste, Liniers (que vivía en Alta
Gracia y estaba de paso en la ciudad), el obispo Orellana, Victoriano Rodríguez, tesorero Moreno,
jefe de milicias provinciales Allende, el deán Gregorio Funes y los alcaldes Piedra y Ortiz entre
otros. La reunión sólo tuvo objeto informativo, y no se tomó ninguna resolución. El 4 de junio
llegan noticias de lo ocurrido el 25 de mayo, con los pliegos oficiales y circular de Cisneros.
La noche del 4 se reúnen otra vez los mismos concurrentes del 30 de mayo en casa del
intendente. Según Funes, Concha habló de desconocer la Junta "contando con el apoyo del
vecindario y el ayuntamiento". Funes se manifestó en favor de ella motivando una airada reacción
de Liniers, que habría provocado el retiro del deán.
El 8 se reúne el cabildo de Córdoba para contestar las notas del similar de Buenos Aires y de la
Junta. El cabildo, con la presidencia del intendente, reconocerá el 20 al Consejo de Regencia,
aunque los capitulares con prudencia no lo harían constar en actas.
El mismo 20, Funes manda un informe a la Junta con minuciosos detalles de las reuniones en
casa de Gutiérrez de la Concha, y opinión sobre cada uno de los concurrentes; también del voto del
Cabildo.
A principios de julio, Liniers, ya al frente de los trabajos contrarrevolucionarios, adopta el plan
de reunir en Córdoba la mayor cantidad de cañones, pertrechos de guerra y milicias y retirarse al
Alto Perú para unirse con Goyeneche y Nieto, pues la opinión abajeña estaba en favor de la Junta.
Trata de tomar contacto con Velazco (intendente de Paraguay) y Jacinto Romarate (jefe de la
escuadra de Montevideo), pero su hijo Luis que llevaba las comunicaciones cayó en poder de la
Junta. No obstante el parecer de Liniers, prevalece la opinión de Gutiérrez de la Concha de resistir
en Córdoba.
A fines de julio llega
la noticia de haber
desconocido la Junta el
virrey Abascal del Perú e
incorporado el 13 de julio
"preventivamente" las
intendencias del
virreinato a su
jurisdicción; debiendo
depender de la audiencia
de Charcas las provincias
"de abajo", y no
aceptando la sustitución
de los oidores por conjueces hecha en Buenos Aires. El cabildo de Córdoba reconoce a Abascal y la
dependencia de la audiencia de Charcas. Mientras tanto Liniers, con la base de las milicias de
Allende, adiestra 1.000 hombres de caballería y el batallón de milicias provinciales de infantería,
hace traer 14 cañones del fuerte de San Carlos, cerca de Mendoza, fabrica 600 granadas de mano,
etc. Todo resulta inútil, porque Tucumán, Santiago del Estero, Santa Fe, se han pronunciado por la
revolución, y los partidarios del Consejo de Regencia se encuentran solos y aislados. El 31 se
retoma el plan de Liniers, y las pocas tropas se retiran al Alto Perú: en carretas se llevan las
municiones seguidos por 400 hombres —los únicos que restaban— acarreando 9 piezas de artillería.
No irán lejos. A todas partes ha llegado la orden de la Junta de capturarlos; los milicianos desertan,
y los jefes se separan para escapar mejor. Todos caerán en poder de Ocampo: el 6 de agosto el
capitán Urien se apodera del último, Liniers, refugiado en la sierra.
La orden de fusilar a Liniers y sus compañeros llega a Ocampo, que la considera impolítica y la
somete a la "junta de comisión" integrada por él y Vieytes (por no haberse incorporado todavía
Chiclana). Resuelven no aplicarla y mandar los prisioneros a Buenos Aires.
80
HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
En el Alto Perú.
Cotagaita y Suipacha
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Nieto ordena al general Córdoba situarse en Tupiza para detener a la vanguardia del ejército que
viene al mando de Balcarce. Aunque ésta no pasa de 500 hombres (el grueso está rezagado),
Córdoba, que encuentra falta de moral en los suyos, se retira a la protegida garganta de Santiago de
Cotagaita donde Balcarce comete el error de atacarlo el 27 de octubre. Será derrotado. Debe
retirarse hasta el río Suipacha, donde se le incorporan los refuerzos salteños al mando de Güemes.
Allí lo atacará Córdoba el 7 de noviembre no sabiendo la llegada de los refuerzos, para ser
derrotado esta vez. Las tropas de Córdoba luchan sin entusiasmo; no es en realidad una batalla, sino
un combate donde muere un solo revolucionario y unos pocos enemigos; pero todo el armamento
cae en poder de Balcarce, como también muchos prisioneros. Sus resultados serán trascendentes:
Potosí se subleva el 11 y depone y apresa a Paula Sanz, formándose una junta de gobierno
revolucionaria; el 12 una revolución popular en Charcas se impone y detiene a Nieto y a Córdoba;
el 13 el intendente Tristán, de La Paz, cede a la presión del pueblo y se pronuncia por la revolución.
Todo el Alto Perú queda en poder de los revolucionarios.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
insiste "no quede en el Alto Perú ningún europeo militar o paisano que haya tomado las armas
contra la capital".
El peor efecto de esta intervención armada, además de la relajación moral y faltas de disciplina
del campamento de Laja, será la propaganda antirreligiosa inspirada por Bernardo de Monteagudo,
alto masón agregado al ejército y que gozaba do la confianza de Castelli. Ignacio Núñez dice que en
la iglesia de Laja se cantaban por diversión y espíritu volteriano misas sacrílegas, y Monteagudo
predicó desde el pulpito y vestido de sacerdote un sermón con el tema "La muerte es un largo
sueño". En otras partes del Alto Perú se hará algo semejante: Facundo Zuviría habla de
profanaciones en la iglesia de Biacha; en Charcas, más tarde, unos oficiales porteños arrancan una
cruz y la arrastran en burla por el suelo hasta la plaza mayor. Esos excesos levantaron la
indignación general, sobre todo de los indios creyentes, y permitirán a Goyeneche predicar una
reacción contra los "porteños herejes" que tendrá eco en todas las clases sociales. Ya no fue una
lucha de criollos contra españoles, sino de cristianos contra herejes que pondría a todos contra los
revolucionarios. De allí nació el resentimiento del Alto Perú contra Buenos Aires.
Situación de Paraguay
Expedición de Belgrano.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
a) Política y social: reemplazó a los miembros de la Audiencia y del Cabildo, como también a
los Alcaldes de barrio. Intentó ganar la voluntad de los indios, concediéndoles algunas ventajas.
b) Propagandística: Fundó un periódico llamado La Gazeta de Buenos Ayres a través de cuyas
páginas se influyó a la población con las ideas liberales. También dispuso la creación de una
biblioteca pública (el control de las lecturas es muy importante, por eso detrás de toda revolución
hay siempre una obra tendiente a la formación intelectual en orden a la misma).
c) Militar: reorganizó al ejército, transformando los escuadrones de infanteria de milicia en siete
Regimientos de veteranos y el de Blandengues se denominó Regimiento de Caballeria de la Patria.
La Junta Grande
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Moreno quiso aprovechar el incidente para quitar del medio a Saavedra. Esa misma noche
redactó el decreto llamado de "supresión de honores" fundándolo en que al hallarse "privada la
multitud de luces necesarias para dar su verdadero valor a todas las cosas, reducida por la
condición de sus tareas a no extender sus meditaciones más allá de sus primeras necesidades...
confunde los inciensos y homenajes con la autoridad y jamás se detiene a buscar al jefe por los
títulos que le constituyen, sino por el voto y las condecoraciones con que lo ha visto distinguido...
Es verdad que consecuente a la acta de su erección decretó al Presidente, en orden del 28 de mayo,
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
los mismos honores que antes se habían dispensado a los virreyes, […] pero fue preciso ceder a la
necesidad".
La parte dispositiva suprime los honores del presidente "debiendo darse a la Junta reunida en
actos de etiqueta"; le quitaba su escolta y "aparato que lo distinguía de los demás ciudadanos";
prohibía los "brindis, vivas o aclamaciones públicas en favor de individuos particulares de la
Junta; si éstos son justos vivirán en el corazón de sus conciudadanos ... sólo se podrá brindar por
la patria, sus derechos, gloria de nuestras armas y objetos generales concernientes a la felicidad
pública", entre otras disposiciones tendientes a disipar lo sucedido con el incidente de Duarte.
French había formado, respaldado por la mayoría de la Junta, el regimiento, llamado de la
Estrella por llevar este distintivo en la manga, con la base de su legión infernal" de jóvenes
chisperos que actuó en la semana de Mayo. Era el respaldo militar de Moreno. Según Saavedra, sus
enemigos se proponían separarlo de la presidencia "creyendo que la fuerza del coronel de la
Estrella y el pequeño grupo de sus partidarias —el Club— serían bastantes a conseguirlo". Pero el
golpe les falló por la habilidad de Saavedra de firmar el decreto y publicarlo, que levantó una
indignación general contra Moreno.
Estaban por entonces en Buenos Aires nueve de los diputados elegidos por las ciudades del
interior para formar el Congreso General conforme al reglamento del 25 de mayo. Eran:
Por Córdoba: el deán Gregorio Funes. Por Mendoza: Manuel Ignacio Molina (en reemplazo de
Bernardo Ortiz, fallecido). Por Salta: Francisco de Gurruchaga (anulada la elección anterior de
Tomás Sánchez). Por Jujuy: el canónigo Juan Ignacio Gorriti. Por Tarija: Dr. José Julián Pérez.
Por Tucumán: Manuel Felipe de Molina. Por Catamarca: José Antonio Olmos (anulada la
elección anterior de Francisco de Acuña). Por Corrientes: Simón García de Cossio. Por Santa Fe:
Juan Francisco Tarragona.
Ya se ha dicho que la circular del 27 de mayo ordenaba su incorporación. No obstante
previamente a la reunión del Congreso, los diputados tendrían un adoctrinamiento político. En
instrucciones de Moreno a los cabildos se dice que los diputados "instruirán a la Junta de los
arbitrios convenientes a cada una de sus jurisdicciones". Moreno había cambiado de opinión sobre
el ingreso automático. Los diputados se limitarían a informar a las Juntas de las cuestiones locales,
y sólo entrarían en funciones al constituirse el Congreso General.
El 18 se presentan a la Fortaleza los nueve diputados que están en Buenos Aires, y " tomando
uno la voz de los demás" —dice el acta— reclamó el derecho que les correspondía de incorporarse a
la Junta "hasta la celebración del Congreso", fundándolo:
1º) en que "la capital no tenía títulos legítimos para elegir por sí sola gobernantes",
2º) "el oficio circular de la convocación había ofrecido expresamente a los diputados que serían
incorporados a la Junta", y
3º) "la necesidad de restituir la tranquilidad pública grandemente comprometida por un general
y público descontento con la Junta".
Se opusieron los vocales pues les parecía que perdía la revolución el control de la situación,
creyendo que en las demás ciudades predominaban posturas contrarias al liberalismo. Pero no
obstante cedieron a tratar el pedido de los provincianos.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
La dimisión que había presentado Moreno en oposición a los diputados fue rechazada
inmediatamente. Se le asignó entonces una gestión de Moreno ante Saavedra que se lo nombrase
agente en Londres en reemplazo de Vieytes que estaba por salir, manteniendo el cargo de secretario
nominal de la Junta.
Después del 18 de diciembre, y hasta el momento de embarcarse, Moreno asistió a las reuniones
de la Junta y firmó distintas resoluciones. El objeto principal de la misión era adquirir armas y
sugerir un acuerdo secreto que protegiese la revolución; también se dio poderes para Brasil, que
cumpliría en caso de considerar conveniente esa escala, conducentes a dar a conocer los propósitos
de mantener la monarquía de Fernando VII e impedir un avance portugués sobre la Banda Oriental.
Se embarcó el 24 de enero en el buque de guerra inglés Mistletoe que lo trasbordó a la fragata
mercante inglesa Fama en Ensenada.
El viaje fue penoso por los temporales y vientos contrarios. Según su hermano, "debilitado su
sistema sufrió un mareo demasiado fuerte, después del cual cayó en una languidez profunda": sin
embargo encontró ánimo para practicar el inglés traduciendo algunas páginas del Joven Anacarsis.
A los treinta días la Fama, que navegaba en convoy, no había salido del golfo de Santa Catalina.
Como las dolencias de Moreno seguían, el capitán (no había médico a bordo) le administró un
emético "al que siguió una terrible convulsión... aunque quisimos estorbarlo, desamparó su cama y
con visos de mucha agitación, acostado sobre el piso de la cámara... tres días estuvo en esa situación
lamentable", dice Manuel. La "terrible convulsión" que siguió al purgante, los dolores y la muerte
son el cuadro de una peritonitis, llamada entonces cólico miserere. La leyenda de un
envenenamiento no tiene asidero.
Murió al amanecer del 4 de marzo de 1811 a la altura de la isla Santa Catalina. Sus últimas
palabras, según Manuel, fueron "¡Viva mi patria aunque yo perezca!". Envuelto en la bandera
inglesa fue arrojado al mar a las 5 de la tarde. La prensa británica hizo su elegía; la " British Review"
lo llamó the Burke of South America. La noticia de su muerte llegó a Buenos Aires el 14 de octubre
de 1811.
Por ausencia de Moreno la Junta Grande, en uso de las atribuciones dadas por el Reglamento del
25 de mayo, designó secretario sustituto a Hipólito Vieytes.
La Junta Grande que se ha integrado con Marcelino Poblet, diputado de San Luis, José Ignacio
Maradona de San Juan, y Francisco Antonio Ortiz de Ocampo de La Rioja, se ha puesto a la obra.
Una labor legislativa tan ideológicamente orientada al liberalismo como la de Moreno proyecta el
deán Funes, ahora el cerebro del gobierno.
Por Orden del día del 10 de febrero se reemplaza a los intendentes con Juntas Provinciales y a
los subdelegados que en nombre de los intendentes gobernaban las demás ciudades por Juntas
Subalternas, aplicando a la administración local el sistema colegiado del 25 de mayo. Se establecía
así la preeminencia de los vecinos de las capitales de Intendencias que serían los únicos en elegir la
"Junta Provincial", prescindiéndose de las ciudades sufragáneas a los que se contentaba con Juntas
dependientes. La Primera Junta había significado el manejo por Buenos Aires de todo el virreinato,
y la Junta Grande el dominio de Córdoba y Salta sobre los demás municipios que integraban sus
jurisdicciones. Aquí se produce por pedido de la junta a Gorriti, la petición de separación de Jujuy
de la Intendencia de Salta.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
"Atendiendo a que la facultad individual de los ciudadanos de publicar sus pensamientos e ideas
políticas, es no sólo un freno a la arbitrariedad de los que gobiernan, sino también un medio de
ilustrar a la Nación en general", el 20 de abril se dio el decreto de libertad de imprenta, que abolía
los juzgados de prensa con censuras previas a la publicación, reemplazadas por Juntas de Censura
de seglares y eclesiásticos encargadas de secuestrar los libelos difamatorios o calumniosos, previo
un trámite contencioso, "después de la publicación".
Este decreto —que ha hecho correr excesivas alabanzas para la Junta Grande y el deán Funes, su
presunto autor— es una copia textual del decreto del mismo nombre dictado por las Cortes de
Cádiz el 10 de noviembre de 1810. Salvo el encabezado, los veinte artículos son exactamente
iguales. Aquí sin duda hay que dar una explicación. Se supone que el movimiento de Juntas está
contra quien ejerce (si bien ilegítimamente) el gobierno del Reino de España. Sin embargo se
copian sus disposiciones (será común de acá en adelante). Así que tenemos dos frentes
supuestamente enemigos que son dirigidos por las mismas ideas. Éste es el claro papel que ejercen
las sociedades secretas como la masonería, dictando a través de estos gobiernos ilegítimos
revolucionarios, las directrices del cambio. Lo mismo se hizo con la disposición llamada de los
Recursos Extraordinarios. Copiada de las juntas de Cádiz.
Los indios de algunas reducciones del Alto Perú pagaban el "tributo" a la corona, que había
sustituido a los trabajos obligatorios. La abolición del "tributo" fue fijada en bandos en lengua
castellana y quichua en los lugares donde regía. Desdichadamente para esa fecha acababa de
perderse el Alto Perú debido al desastre de Huaqui (20 de junio) y el decreto resultó inoperante.
Francisco Xavier de Elío haría su reaparición en la ciudad oriental el 12 de enero de 1811. Venía
ascendido a mariscal de campo, y con el título de Virrey de Buenos Aires conferido por el Consejo
de Regencia de Cádiz el 31 de agosto. Traía tropas para reducir a la Junta rebelde si no se avenía a
reconocer el Consejo de Regencia y aceptar su autoridad. Llegaba con el apoyo del gabinete de
Wellesley (Inglaterra). La junta bonaerense lo rechazó, por lo cual empezaron las hostilidades. Elío
empezó por someter, mandando allí al general Vigodet, las poblaciones de la Banda Oriental y
márgenes del Uruguay que habían acatado a la Junta; cerró los puertos orientales a la comunicación
con Buenos Aires y reanudó el bloqueo (notas de 4 y 7 de marzo). Previamente había obtenido del
almirante De Courcy la sustitución de Ramsay y el restablecimiento del capitán Elliot al frente de la
estación naval británica. Ante la declaración de guerra de Elío, y la reanudación del bloqueo, la
Junta recurrió al apoyo de Strangford, con misión de Sarratea a Río de Janeiro, quien desestimó el
pedido. La junta recurría por su parte a corsarios y mercenarios como Juan Bautista Azopardo,
Hipólito Bouchard (Buchardo) o Ángel Hubach.
En ese momento inician en la Banda Oriental la rebelión favorable a la junta José Gervasio
Artigas y José Rondeau.
El dominio de Inglaterra en el gobierno de Cádiz seguía en 1811 tan poderoso como en 1810. En
1811 el embajador inglés, Henri Wellesley —hermano del canciller y de lord Wellington—
intervenía en la política interna española con el mismo desenfado de su hermano en Sevilla y su
predecesor Frere al crear el Consejo de Regencia el año anterior. Allí se producirá el reclutamiento
de San Martín, O’Higgins, Alvear, y otros revolucionarios más, que serán enviados vía Inglaterra a
redirigir los destinos de la revolución a través de las sociedades secretas como la Logia Lautaro.
Inglaterra controlaba secretamente las juntas revolucionarias, y oficialmente la legitimidad de la
Junta de Cádiz que les hacía la guerra.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
No obstante las palabras laudatorias para los "diputados del interior" que dijo el 29 de diciembre
el cabildo en trance de terminar sus funciones, lo cierto es que un gobierno conducido por
provincianos no podía tener ambiente en la liberal, ex-contrabandista y masónica Buenos Aires. La
salida de Moreno de la secretaría no había desarticulado su partido. Saavedra no atinó a hacerlo, o
no lo quiso. Los morenistas contaban con el Club (apócope de "club de los jacobinos", una especie
de logia que funcionaba en el café de Marcos o en "diversos domicilios particulares" y que después
se reconstituirá como Sociedad Patriótica y Literaria) y el regimiento "la Estrella", que había
permanecido en Buenos Aires, mientras aquéllos donde tenía influencias Saavedra habían sido
enviados al interior. La ingenuidad del presidente no le permitía sospechar de Funes, ni tampoco
que una fuerza oculta y poderosa —la masonería cuyo conductor era el Dr. Julián Álvarez—
acababa de unir a los jóvenes morenistas con los "viejos" del cabildo en una común repulsa contra
los provincianos. Contemporáneamente con las inquietudes del regimiento de "la Estrella", los
civiles pertenecientes al club —entre ellos todos los estudiantes de San Carlos— empezaron a
distinguirse por una divisa celeste y blanca en el ojal del fraque o atada al sombrero, a la manera de
la escarapela tricolor de los revolucionarios franceses. Es entonces y no en mayo de 1810 que
empezó a usarse la escarapela celeste y blanca.
Julián Álvarez, dirigente de la masonería e integrante del Club,
tuvo la idea de transformarlo en una entidad aparentemente
literaria, pero de fundamental objetivo político, con el objeto de
"reanimar el espíritu amortiguado de la Revolución, y extenderlo
ilustrando a los hombres sobre sus verdaderos intereses". Ya
tenían escarapela como los revolucionarios de la Convención, y
una "marsellesa" de cadencia suave en la Marcha Patriótica
atribuida a Esteban de Luca. Unidos los "viejos" con los jóvenes,
amedrentados los provincianos, irresoluto Saavedra, dueño de la
situación militar el regimiento de la Estrella, podían darse por
contados los días de la Junta Grande.
Inesperada, sorpresivamente, sobreviene el levantamiento de las orillas. A las once de la noche
del sábado 5 de abril se sabe que grupos de quinteros y arrabaleros, casi todos con su caballo, se
juntan en diversos lugares de la periferia de la ciudad. En silencio iban rumbo a la plaza de la
Victoria cuyo ámbito llenan a medianoche ante el desconcierto de los jóvenes de la Sociedad
Patriótica. El propósito era sustituir la Junta por el gobierno "único" de Saavedra (en quien
confiaban aunque éste desconocía a los revoltosos). Su intérprete era el Dr. Joaquín Campana,
abogado de prestigio en las orillas.
Elevaron un petitorio al Cabildo de Buenos Aires, y además de pedir el gobierno de Saavedra y
la destitución de los morenistas, encontraban inoportuna la intervención de Inglaterra. Con eso se
cavaron su propia tumba.
La situación militar
Mientras tanto las cosas no van a ir bien en el norte y el noroeste para la junta. En el norte, la
actitud de Montegudo y Castelli encontró serios obstáculos para la credibilidad de la junta. A pesar
de la victoria de Suipacha (7 de noviembre de 1810), una terrible derrota en Huaqui (20 de junio de
1811). A la noticia de la derrota ocurren levantamientos en las poblaciones altoperuanas —menos
en la revolucionaria Cochabamba— contra los "porteños herejes". Castelli y Balcarce entran en
Oruro, pero el pueblo se subleva y quiere matarlos; dificultosamente Díaz Vélez consigue poner
orden con sus tropas, pero no puede mantenerse y debe retroceder. Los porteños deben escapar por
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
el enfurecido altiplano sin entrar en las ciudades "porque las gentes los recibían como enemigos".
Una sublevación posterior en Potosí hará huir al gobierno revolucionario del Alto Perú. El norte
será custodiado por las tropas de Güemes en Salta y Jujuy.
En Paraguay, el desconocimiento de la Junta por parte de Gaspar Rodríguez Francia, iniciará una
guerra que luego de las victorias en Campichuelo (diciembre de 1810) y Maracaná (6 de enero de
1811) tendrá dos duras derrotas en Paraguarí (11 enero de 1811) y Tacuarí (9 de marzo de 1811)
que darán definitivo cauce a la constitución de Paraguay como estado.
Luego de soportar dos bombardeos a Buenos Aires por las tropas sitiadoras de Elío, por mayoría
de votos la Junta cede a la presión de Gorriti, Julián Pérez y Paso, a quienes se sumará Funes, y
acepta tratar con los representantes de Elío. Llegan a Buenos Aires José Acevedo, Antonio Garfias
y Miguel Sierra, recibidos con cortesía y alojados en el Fuerte, donde se les ofrece un banquete de
setenta cubiertos. El acuerdo no llega a buen puerto.
Pero se aprovecha la situación para desestabilizar el gobierno de Saavedra y la Junta Grande.
Contaban los opositores con la totalidad de la gente decente, muchos oficiales de Patricios hasta
entonces leales como Chiclana, y vocales de la Junta como Matheu y Gorriti. Tenían en su favor la
totalidad del cabildo, las logias masónicas, y los regimientos de patricios y arribeños. Aparecen las
figuras de Feliciano Chiclana y Bernardino Rivadavia. La agitación es acompañada por las insignias
celestes y blancas de las logias.
El 11 de septiembre hubo tumultos en la plaza contra Campana. El 17 es destituido y puesto en
prisión. La tarde del 22 se reúnen el cabildo y los "diputados del pueblo" con Chiclana y Paso.
Finalmente hubo un convenio para que Chiclana, Paso y Sarratea fuesen "nombrados" por la Junta
para tener legalidad ante las provincias. Así se crea el Primer Triunvirato.
El 23 a la mañana se dio el
decreto que creaba la Junta Ejecutiva
de tres miembros (Feliciano Chiclana,
Manuel Sarratea y Juan José Paso), y
"secretarios sin voto" a Julián Pérez
de Gobierno, Bernardino Rivadavia
de Guerra, y Vicente López de
Hacienda.
PRIMER TRIUNVIRATO
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
los individuos que anunció el decreto del 22 de septiembre", y la sección tercera decía que
"el Poder Judicial es independiente y a él solo toca juzgar a los ciudadanos".
El Triunvirato, sin tomar en cuenta la suspensión votada por la Junta, demoró el
pronunciamiento hasta el 7 de noviembre. En esa fecha, declara por "nula y disuelta la Corporación
de la Junta Conservadora que jamás ha existido" desdeñando mencionar su "Reglamento Orgánico".
Se disolverían posteriormente las Juntas Provinciales. Era la centralización del poder.
En sustitución del rechazado Reglamento Orgánico, el Triunvirato —o mejor dicho su poderoso
secretario de Gobierno— daría el Estatuto Provisional del Gobierno Superior de las Provincias
Unidas del Río de la Plata a nombre de Fernando VII. Era una breve constitución de nueve artículos
que ponía todos los poderes en manos del "gobierno superior". Además establecieron el Decreto
sobre libertad de imprenta (26 de octubre), y el Decreto sobre seguridad individual (23 de
noviembre). Ni el decreto de protección a la imprenta ni el de seguridad, individual eran originales:
el primero había sido tomado de las cortes de Cádiz de 10 de noviembre de 1810; la seguridad
individual encuentra su fuente en el "Proyecto para la monarquía española" presentado a las cortes
gaditanas a principios de 1811.
Importaría poco que las seguridades individuales fueran obra real o factura importada, porque
jamás se aplicaron. A los quince días de sancionada la seguridad individual, y seis de jurada
solemnemente, se fusilaba por orden del gobierno a los patricios que encabezaron la revolución de
las trenzas; en julio se fusilaba sin juicio ni prueba a Álzaga, Telechea, Sentenach y demás
presuntos culpables de la llamada "conspiración de los españoles. Vuelvo a decir que esas libertades
y seguridades, incompatibles con el estado de guerra y perpetua conmoción interna que se vivía, se
copiaban de la Gaceta de Cádiz por obediencia masónica. Pero ni en Buenos Aires —ni en Cádiz—
se pensó seriamente en aplicarlas.
Las reformas.
La extraordinaria laboriosidad de Rivadavia, y su genio que al decir de López "tenía más de
poético y de lírico que de administrativo", encontró cauce en la Gaceta Ministerial que llenó de
decretos, bandos, disposiciones, reglamentos y recomendaciones, suprimiendo el estanco de
tabacos, aboliendo la entrada de negros esclavos, ordenando escribir la historia "filosófica" de la
Revolución, fundando un Museo de Historia Natural y muchas cosas más. Le seguía una exposición
de artículos que enseñaban derecho a los jueces, policía a los alcaldes de hermandad, religión al
clero, táctica a los militares, buen orden edilicio a los vecinos, docencia a los maestros. No se
aplicaron esas reformas por no haber medios suficientes para hacerlas.
En la economía, se libera el comercio de importación; el 23 de noviembre se permitió la
extracción de metálico (oro y plata) en los buques a razón de cincuenta pesos por individuo de la
tripulación y pasaje; el 24 de diciembre fueron rebajados en una tercera parte los derechos de
círculo "a los géneros y frutos que se despachan por el comercio extranjero". Se establece la
“British Commercial Rooms”, entidad que elevaba los pedidos para la rebaja de la tarifa de avalúos
y concesión de ventajas de los comerciantes ingleses y fijaba los precios a que debían sujetarse las
transacciones del comercio exterior.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Luego de la Revolución del 8 de Octubre de 1812, el segundo Triunvirato era la parte visible del
verdadero poder: el ejercido por la Logia de los Caballeros Racionales N° 8 (luego Logia Lautaro),
que se proponía radicalizar la política moderada seguida por los gobiernos revolucionarios desde
1810. La convocatoria a una Asamblea Constituyente, fechada el 24 de octubre, aclaraba que los
“vecinos libres y patriotas” debían elegir diputados: cuatro por Buenos Aires, dos por
cada capital de intendencia. La Logia echó mano a todos los recursos para asegurarse que los
electos fuesen afines a su política. Distribuyó sus agentes por las ciudades interiores de modo de
controlar la designación. La representación provincial era aparente. La Logia dominaba la mayor
parte de los diputados.
El 31 de enero 1813, el congreso planeado se reunió, cuidando de dar la representación teórica al
interior, y con la intención de lograr el establecimiento de los principios liberales (Asamblea del año
XIII). Se modeló según la Asamblea Constituyente Francesa de 1789. La independencia no sería
declarada por la intervención de Lord Strangford desde Río de Janeiro a partir de la Misión
Heywood (fines de 1812).
Dadas las limitaciones a las que quedó sujeta, se limitó a copiar leyes de los constituyentes de
Cádiz. Las más importantes fueron16:
16
Se pueden leer los decretos publicados en la Gazeta de Buenos Aires, en
http://www.bnm.me.gov.ar/ebooks/reader/reader.php?dir=00007187&num_img=00007187_0397-
00&mon=2&vn=s&vi=s&vt=s&vp=s&vv=s&vh=s&c=&zoom=125&modo=
Y Compararlos con los de las cortes de Cádiz en
https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/coleccion-de-los-decretos-y-ordenes-que-han-expedido-las-
cortes-generales-y-extraordinarias-desde-su-instalacion-en-24-de-septiembre-de-1810-hasta-igual-fecha-de-
1811--0/html/
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
– Abolió los servicios de los indios (mita, encomienda y yanaconazgo). (Ley de las Cortes de
Cádiz del 13 de marzo de 1811)
– Suprime el mayorazgo (el derecho del hijo mayor a heredar el patrimonio) y fueron anulados
los títulos de nobleza y los patrimonios terratenientes. (Ley de las Cortes de Cádiz del 6 de agosto
de 1811)
– Se abandonó la trata de esclavos y se liberó a los hijos de esclavos nacidos después de su
instalación (libertad de vientres) y de todos los esclavos que ingresaran en nuestro territorio. De la
última disposición quedarían excluidos, posteriormente, los fugitivos de Brasil. (Ley de las Cortes
de Cádiz del 10 de enero de 1812)
– Suprimió la tortura judicial (tomada de la ley de las Cortes de Cádiz del 22 de abril de 1811.
Un dato muy curioso es que como se copió la ley, se nombraron instrumentos que en Buenos Aires
no existían –perrillos, esposas, etc.-, por lo que se quemó simbólicamente una silla)
– Suprimió la inquisición (que nunca existió en Buenos Aires, pues se sometía a la autoridad del
tribunal de Lima. Copiado de la ley del 22 de febrero de 1813 de las Cortes de Cádiz)
– Se declaró soberano e impuso el nombre de “Provincias Unidas del Río de La Plata”. (Ley del
24 de septiembre de 1810 de Cádiz)
– Creación de la primera moneda rioplatense.
– Creación del escudo nacional (de simbología tomada de la Revolución Francesa: gorro frigio,
laureles, pica, etc.)
– Se declara canción nacional el Himno o “Marcha Patriótica”. Compuesto por Vicente López y
Planes a partir de una canción a la que Blas Parera le había puesto música para reemplazar un
himno de una obra de teatro “25 de Mayo” de Luis Ambrosio Morante.
– Creación de un Ejecutivo unipersonal, el Directorio en reemplazo del Triunvirato (Directorio
tomado de la Revolución Francesa)
En el seno de la Asamblea, rápidamente de diferenciaron dos grupos: uno encabezado por San
Martín que deseaba cumplir con lo propuesto por la Logia (Independencia y Constitución) y otro
liderado por Alvear, quien consideraba necesario adecuar la situación interna al contexto
internacional. Ante la amenaza portuguesa y el avance español, los objetivos propuestos por la
Logia debían postergarse.
Entonces, una de las decisiones de la Asamblea, es la designación de una nueva forma de
gobierno, el Directorio, que irá acompañado y asesorado por un Consejo de estado de nueve
miembros. Finalmente en el cargo de Director queda Antonio Gervasio de Posadas que asume
el 31 de Enero de 1814 y debe enfrentar numerosos problemas entre ellos la decisión de Artigas de
acabar el sitio en Montevideo, y más tarde, al designar a Rondeau de remplazo en el Ejército del
Norte.
EL DIRECTORIO
El año 1814 se inició con pronósticos pesimistas para el movimiento revolucionario iniciado en
1810. El optimismo que había alentado inicialmente la convocatoria de la Asamblea en 1813 cedió
ante el temor del avance de los españoles sobre el territorio del Río de la Plata.
Por un lado, las derrotas de los ejércitos revolucionarios en Vilcapugio (1 de octubre de 1813) y
Ayohúma (14 de noviembre de 1813) dejó desprotegido el Alto Perú, bajo constante acecho de los
realistas desde Lima. Sólo las montoneras de Martín Miguel de Güemes detenían parcialmente el
avance contrarrevolucionario.
En Europa, Napoleón había acabado trágicamente su campaña en Rusia y el rey español
Fernando VII retornaba a su trono y se disponía a recuperar sus dominios americanos.
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punto de vista interno, el gobierno se apoyaba en sólidos acuerdos con las elites locales y los
intereses británicos.
A partir de 1814, los intentos de vencer a los españoles en el norte se abandonaron; es más, se
adoptó una política defensiva siendo confiada la misma a Güemes (éste formó milicias integradas
por la población rural que, organizados en un sistema de guerrillas, enfrentaron a los españoles).
Esta política adoptada le permitió concentrar todos sus esfuerzos a resolver el problema generado
por Artigas que, para esa época amenazaba con extenderse y controlar todo el interior.
Efectivamente, hacia 1815, la Banda Oriental, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe formaban, bajo la
protección de Artigas, la Liga de los Pueblos Libres.
La Misión García
Las perspectivas de que España intentara recuperar sus reinos americanos hace tomar al Director
Carlos Alvear una decisión:
El 28 de enero de 1815, el secretario del Consejo de Estado parte en misión secreta a Río de
Janeiro e Inglaterra. Lleva Pliegos de Carlos Maria de Alvear, para ser presentados ante Strangford
y Castlereagh, diplomático y ministro del gobierno Ingles. El pliego de Alvear ante Strangford,
(bastante extenso), tiene muchos párrafos significativos... “D. Manuel García, mi consejero de
Estado, instruirá a V.E. de mis últimos designios con respecto a la pacificación y futura suerte de
esta Provincias. (...) el país no está en edad ni estado para gobernarse y necesita una mano exterior
que lo dirija (……) En esta circunstancia la generosa Nación Británica puede poner un remedio
eficaz a tantos males acogiendo en sus brazos a estas Provincias que obedecerán a su Gobierno y
recibirán sus leyes con el mayor placer...”
El Pliego de Alvear para Castlereagh era más claro todavía, y tenía algunos párrafos
elocuentes… “Estas Provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a su
Gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad
y buena fe del pueblo inglés, y yo estoy dispuesto a sostener tan justa solicitud para librarlas de los
males que la afligen. Es necesario que se aprovechen estos momentos. Que vengan tropas que
impongan a los genios díscolos, y un jefe autorizado que empiece a dar al país las formas que sean
beneplácito del Rey y de la Nación, a cuyos efectos espero que V.E. dará los avisos con la reserva y
prontitud que conviene para preparar oportunamente la ejecución” (Al Vizconde Strangford,
representante de S.M.B. ante Brasil. 15 de enero de 1815. Original en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Ciudad de Bs.As. Archivo García.)
Esto, que es un directo pedido de “coloniaje”, es visto por Mitre con su “singular forma de ver y
contar la historia” y lo llama simplemente “pedido de alianza o protectorado”.
Hay indicios que Francisco de Miranda, fundador de todas las logias lautarianas, perteneció a
una logia llamada “La Paz”. En su diario menciona varias visitas a logias Europeas y su biblioteca
contenía gran número de obras masónicas. Según Gouchon, “Miranda habíase afiliado en Estados
Unidos, trabando allí amistad con, Washington, Franklin, Adams, Hamilton y Lafayette, masones
todo. El vínculo con la Orden le había franqueado en Europa amistad con hombres de la Revolución
francesa y en Inglaterra con Pitt, Pophan, Cochrane y Lord Macduff, luego Conde de Fife, masones
todos”.
Fue el mismo Miranda quien introdujo a Bolívar en la masonería; el 27 de Diciembre de 1805 en
una rama Francesa de la Logia Escocesa S. T. Andrew.
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Según Zapiola en el
reportaje hecho por Mitre, dice
sobre Bolívar, “Yo he creído
que el General Bolívar ha sido
fundador de la Sociedad o ha
tenido una parte en la
fundación”.
El agente de Miranda en el
Río de la Plata era Saturnino
Rodríguez Peña, el hombre que
libero a Beresford después de
la capitulación en las
invasiones Británicas en 1807,
Rodríguez Peña recibía una
asignación del General Whitelocke y una pensión del Gobierno Británico. Coincidentemente este es
una de las principales figuras de la Logia Lautaro, actuando en el segundo Triunvirato impulsado
por la Logia.
O’Higgins, discípulo de Miranda en Londres, quien también estuvo en Cádiz, formo una logia
similar en Chile.
Bello miembro de la Gran Reunión Americana había ido a Londres como secretario de una
misión encabezada por Bolívar.
López Méndez que tuvo destacado papel en la lucha de Venezuela, también había tomado parte
en esta misión.
El Conde de Fife, masón, amigo íntimo de San Martín, se dice que fue el que lo insto a
abandonar España e ir a Londres, le consigue pasaje y pasaporte. Le dio también cartas de
presentación y letras de crédito. Años más tarde cuando San Martín termina su campaña en 1824, es
recibido por el Conde de Fife y hace que se lo nombre ciudadano honorario de Banff.
Cochrane, masón, en 1806 ayudo a Miranda en un fallido desembarco a Venezuela, fue luego
jefe de la flota para liberar al Perú.
Ya en el Río de la Plata, en Córdoba conoce San Martín a James Paroissien, masón, a quien
haría General Peruano, este había sido auxiliar de cirugía con rango de Subteniente en el ejército de
Whitelocke, que no pudo tomar Buenos Aires en 1807; en 1808 había conocido a Rodríguez Peña
en Río de Janeiro, donde ambos se convirtieron en “agentes confidenciales” del Almirante Sir
Sidney Smith. El almirante recibió a Rodríguez Peña y Paroissien “como un hermano recibe a otro
hermano”.
En 1814 San Martín y Pueyrredón se reunieron en Córdoba donde Paroissien dirigía una fábrica
de pólvora.
En el ejército de Los Andes San Martín contó además con los servicios del General Willam
Miller, un masón que había peleado en España hasta 1814. Miller sirvió como Comandante Naval
de la Infantería en la flota de Cochrane.
Todos los comandantes de la escuadra Sanmartiniana eran súbditos Ingleses.
En una conversación San Martín sugirió a Bowles que Gran Bretaña enviara buques de guerra a
la costa Peruana y prometió la posterior apertura de los puertos Peruanos al comercio Británico.
Una vez convertido en Protector del Perú en 1822 San Martín envió a Juan Gracia Del Río y
James Paroissien como enviados personales a Londres, para persuadir al Príncipe de Saxe-Coburg,
casado con la Princesa Carlota o en su defecto al Duque de Sussex de que aceptara la Corona del
Perú. Leopoldo futuro Rey de Bélgica seria proclamado Protector de la Masonería Nacional por los
masones Belgas, una de cuyas logias la Parfaitè Amitié, acuño en 1825 una medalla con la imagen
de San Martín.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
EL CONGRESO DE TUCUMÁN
Hacia 1816 se convocó otro congreso constituyente, con el objetivo de elaborar una
Constitución, esta vez en Tucumán. La influencia porteñista de la Logia Lautaro demostrada en la
Asamblea del Año XIII, se intentó revertir poniendo en otro sitio dicho Congreso, esta vez la
Ciudad de San Miguel de Tucumán.
El contexto internacional (Restauración Europea. Congreso de Viena) hizo apurar la declaración
definitiva de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Presidió ese Congreso el sanjuanino Narciso Laprida. Citamos partes de la obra de José María
Rosa “Historia Argentina”.
El 26 de mayo el Congreso de Tucumán aprobaba el “plan” o nota de materias que deberían
tratar en sus sesiones, elaborado por Gascón, Bustamante y Serrano. (…) El 3 de julio… (el
Congreso) se dispuso entrar a tratar la independencia… (…)
Solamente los diputados de Tucumán y Jujuy tenían instrucciones de hacerlo. Pero Belgrano
había llegado a Tucumán con la noticia de que Inglaterra se desinteresaba de la causa de América, y
por lo tanto sus consejos no tenían el valor que tuvieron los de Strangford cuando apoyaba, por lo
menos de palabra, a la Revolución del Río de la Plata. San Martín era otro impulsor decidido de la
independencia; por esa causa se había separado de Alvear y alejado de la logia. Güemes también la
sostenía. En cuanto a las provincias de la liga de Artigas, entendían –como lo escribía Artigas a
Pueyrredón el 24 de julio- que “hace más de un año enarboló su estandarte tricolor y juró
independencia absoluta y respectiva” (en el Congreso de Oriente, que debió ocurrir el primer día de
sus sesiones el 29 de junio de 1815. Los diputados cedieron a la presión de Belgrano, San Martín,
Güemes y Artigas…
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
El 6 de julio había sido recibido Belgrano, en sesión secreta, para informar del estado de Europa
y las posibilidades de la guerra contra España. Sus palabras precipitaron la declaración de la
independencia.
Dijo: 1) que si la Revolución había merecido en un principio simpatías de las naciones europeas
«por su marcha majestuosa», en el día y debido a «su declinación en el desorden y la anarquía…
sólo podíamos contar con nuestras propias fuerzas»; 2) que las ideas republicanas ya no tenían
predicamento en Europa y ahora «se trataba de monarquizarlo todo», siendo preferida la forma
monárquica-constitucional a la manera inglesa; 3) que la forma de gobierno conveniente al país era,
por eso, la monarquía «temperada» llamando a la dinastía de los Incas «por la justicia que envuelve
la restitución de esta Casa tan inicuamente despojada del trono», el entusiasmo general se
despertaría en los habitantes del interior, y podía «evitarse así una sangrienta revolución en lo
sucesivo»; 4) que España estaba débil por la larga guerra contra Napoleón y «las discordias que la
devoraban’, pero con todo «tenía más poder que nosotros y debíamos poner todo conato en
robustecer el ejército»; que Inglaterra no ayudaría a España a subyugarnos, «siempre que de nuestra
parte cesasen los desórdenes»; 5) que la llegada de tropas a Brasil no tenía miras ofensivas contra
nosotros, y sólo «precaver la infección (del artiguismo) en el territorio del Brasil»; que el carácter
del príncipe don Juan era pacífico y «enemigo de conquistas», y estas provincias no debían temer
movimiento de aquellas fuerzas.
Las palabras de Belgrano encontraron eco cuatro días después en la declaración de la
independencia, ya que debíamos hallarnos «librados a nuestras propias fuerzas». Y en el debate
sobre forma de gobierno que empezaría en la sesión del 12, donde la gran mayoría -y después la
unanimidad menos Godoy Cruz- estaría por la forma monárquica con un descendiente de los Incas.
El origen de ese debate sobre forma de gobierno, antes de una discusión constitucional, es
notable. El presidente, aprobada en la sesión del 12 el acta de la independencia (que sería
modificada el 19), propuso se estableciese el sello del Congreso; Bustamante observó que debería
esperarse a la forma de gobierno, pues de ella dependerían las armas y timbres que lo adornarían;
Acevedo empezó a tratar el tema inclinándose por «la monarquía temperada en la dinastía de los
Incas» con capital en el Cuzco. Fue apoyado por otros oradores que no nombra el acta.
El debate seguiría el 15. Oro dijo que sería conveniente consultar antes la voluntad de las
provincias, y si el debate seguía «precediéndose sin aquel requisito a adoptar el sistema monárquico
constitucional a que veía inclinados los votos de los representantes, se le permitiese retirarse del
Congreso».
Fray justo faltó a las siguientes sesiones, comunicando el 20 por boca de Laprida que «el no
asistir a las discusiones acerca de la forma de gobierno era porque las consideraba extemporáneas y
por la necesidad de consultar antes a su Pueblo, pero que lo haría si el Soberano Con greso se lo
ordenase» dándole un documento para satisfacer a San Juan que no le había dado instrucciones a
ese respecto. Aceptado, Oro volvió a las sesiones. No es que fuera republicano, como ha recogido la
leyenda, sino meticuloso de sus poderes. En las sesiones secretas del 4 de septiembre, donde se votó
la forma de gobierno, aprobó la monarquía constitucional – y algo más también – con el solo
agregado de «que esto podrá hacerse cuando el país esté en perfecta seguridad y tranquilidad».
El 19 siguió el debate: Serrano analizó las ventajas de un gobierno «federal» (por decir
republicano) «que hubiera deseado para estas Provincias», pero ahora «por la necesidad del orden y
la unión, rápida ejecución de las providencias y otras consideraciones» se inclinaba a la monarquía
temperada; Acevedo renovó que se adoptase la monarquía del Inca, adherida por Pacheco. El 31
Castro se adhirió a la monarquía constitucional con el Inca; lo mismo hicieron Rivera, Sánchez de
Lorca y Pacheco, y considerando este último suficientemente discutida la materia pidió votación.
Acepta Acevedo siempre que se vote el agregado de que el Cuzco sería la capital del nuevo reino;
opónese a esto último Gascón, que quería mantener la capital en Buenos Aires. No se votó por
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
La Constitución de 1819
Desde que se iniciaron las tareas en el Congreso General que en Tucumán declaró la
Independencia, privó la idea de dar forma a un estatuto, reglamento o constitución que ordenara la
vida del país.
El 3 de diciembre de 1817 se aprobó un Reglamento Provisorio, que fue redactado con el
propósito de que cumpliera aquellas funciones, designándose una comisión integrada por los
Diputados Sánchez de Bustamante, Serrano, Sáenz, Paso y Zavaleta, para que elaboraran una “carta
magna” que contemplara las necesidades, derechos y atribuciones de todos los integrantes de la
comunidad.
En mayo de 1818 el anteproyecto estaba terminado, y Pueyrredón se refirió a él en su discurso
del 25 de ese mes. Posteriormente, el 16 de julio en la sesión del Congreso destinada a celebrar la
Independencia, también se hizo alusión al mismo y el 31 – o sea quince días después- se empezó a
tratar el documento entre los congresales en forma lenta y minuciosa, demandando su discusión
lago tiempo. Por fin, el 22 de abril de 1819 se lo aprobó y el 30 siguiente fue promulgado.
La “Constitución de 1819” constaba de varias partes que se referían específicamente al
ejecutivo, a las dos cámaras legislativas –pues establecía el sistema bicameral- y a la Alta Corte de
Justicia, estando precedida de un manifiesto o preámbulo, que según trascendidos era obra del Deán
Gregorio Funes, donde se decía:
“Podemos decir que la presente no es ni la democracia fogosa de Atenas, ni el régimen monacal
de Esparta, ni la aristocracia patricia o la efervescencia plebeya de Roma, ni el gobierno absoluto de
Rusia, ni el despotismo de Turquía, ni la federación complicada de algunos Estados”.
José María Rosa comentando el manifiesto expresó: “Era exacto; era un código tan perfecto
doctrinalmente que Daohou lo presentaría como modelo en su cátedra francesa. Pero nada tenía que
ver con la Argentina”.
100
HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
La “Carta Magna” en cuestión se remitió a las provincias para que su articulado orientara la
conducta futura a seguir, con la recomendación de que el próximo 25 de mayo, en una ceremonia
solemne, las autoridades locales juraran acatarla. Trámite similar se siguió ante las fuerzas militares
–Ejército y Marina de Guerra- disponiéndose que los jefes y oficiales cumplieran el requisito en
forma individual y que la tropa lo hiciera en conjunto por unidades.
Dogmáticamente la Constitución de 1819 era “unitaria” constando de: un “Ejecutivo” fuerte que,
elegido por el Congreso por el término de cinco años, gozaba de atribuciones omnímodas y podía
ser reelegido; de un “Poder Legislativo” integrado por dos cámaras (senado y representantes) cuyos
miembros no eran la expresión de la representatividad que el momento exigía; y de una “Alta Corte
de Justicia” nombrada por el Ejecutivo, que no aseguraba la conveniente imparcialidad.
El repudio hacia este código político fue general. La prédica artiguista y la rebeldía de los
caudillos del interior, y particularmente por los del Litoral, hicieron concebir ideas diferentes sobre
las formas de gobierno que más convenían a estas tierras, lo que generó expectativas en los hombres
importantes de cada zona, que no se conformaron con soluciones ambiguas y alambicadas que no
contemplaran las reales necesidades. Además, la Constitución aprobada en Buenos Aires fue
acusada de llevar en su germen soluciones monárquicas, lo cual en cierta medida era cierto, y el
ceremonial aristocrático que caracterizaba su contenido no desmintió la sospecha.
El general Paz relata que Belgrano analizó la Constitución a la que nos estamos refiriendo,
cuando le fue remitida, formulando confidencialmente los siguientes comentarios:
“Esta Constitución y la forma de gobierno adoptada
por ella, no es, en mi opinión, la que conviene al país;
pero habiéndola sancionado el Soberano Congreso
Constituyente, seré el primero en obedecerla y hacerla
obedecer”.
Para avalar sus afirmaciones sobre su inconveniencia,
agregó las siguientes reflexiones, siempre a título
reservado y personal:
“Que no teníamos ni las virtudes ni la ilustración
necesarias para ser República, y que era una monarquía
moderada la que nos convenía. No me gusta –añadía-
ese gorro y esa lanza en nuestro escudo de armas, y
quisiera ver un cetro entre esas manos, que son el
símbolo de la unión de nuestras provincias”.
Belgrano, en consecuencia, continuaba manteniendo
la posición expuesta en 1816 en el Congreso General de
Tucumán sobre la forma de gobierno que más convenía
a la nación. Para él no había otra manera de
institucionalizar al país que no fuera implantando una
monarquía.
La Constitución unitaria de abril de 1819 fue rechazada por las provincias del interior, y la
reacción arrojó sus furias sobre la capital tradicional del virreinato y asiento del gobierno unitario.
Cuando el Director Supremo de las Provincias, don Juan Martín de Pueyrredón, entregó el mando al
general Rondeau, Entre Ríos y Corrientes estaban sometidas al jefe federal don Francisco Ramírez;
y bajo la influencia de éste, don Estanislao López, gobernador de Santa Fe, invadía Buenos Aires
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
por el norte; Tucumán se había declarado república independiente, nombrando Director a don
Bernabé Aráoz; y éste enviaba sus fuerzas a Santiago del Estero y a Catamarca para impedir que se
segregasen de aquella provincia. Córdoba y La Rioja se sustraían completamente a la obediencia del
Gobierno General. Los realistas estaban del otro lado de Salta, a duras penas contenidos por los
heroicos esfuerzos de Güemes. Los portugueses se posesionaban de la provincia de Montevideo. En
Cádiz se aprestaba una nueva expedición de veinte mil soldados con destino a Buenos Aires. Los
dos hombres que gozaban de mayor prestigio en el país no podían venir en ayuda del Gobierno
Central: el general Belgrano, que caía postrado de la enfermedad que lo llevó a la tumba, y el
general San Martín, que se trasladó a Chile para concluir los preparativos de la expedición con que
dio libertad al Perú.
Para colmo de este desquicio, el Regimiento 19 de los Andes, que envió San Martín a San Juan,
sublevó el día 9 de enero de 1820 y depuso al gobernador de esa provincia. El ejército auxiliar que
venía en marcha para Buenos Aires, se sublevó también el 12 del mismo mes a instigaciones de los
coroneles José M. Paz y Juan B. Bustos; y este nuevo escándalo dejó en manos del último de estos
jefes la suerte de las provincias del interior, mientras que Quiroga y Aldao en Cuyo, e Ibarra en
Santiago del Estero, proseguían la serie de los gobiernos personales. El desastre se hizo general
cuando el gobernador de Santa Fe y el de Entre Ríos, ya nombrados, unidos con el proscrito chileno
don José Miguel Carrera, invadieron a Buenos Aires "para libertarla del Directorio y del Congreso
que pactaban con las Cortes de Portugal, España, Francia e Inglaterra la coronación de un
príncipe europeo en el Río de la Plata, contra la opinión de los pueblos que han jurado sostener la
forma republicana federal".
Gobierno Directorial
La verdad es que el Gobierno Directorial, fuera especulativamente para ganar tiempo y asegurar
la Independencia del país, por los auspicios de las cortes europeas que habían entrado en la Santa
Alianza, según lo afirmaban después sus principales corifeos; o positivamente porque creyese que la
unificación y felicidad del país solo se obtendría con la Monarquía, a la cual se inclinaban sin duda
alguna muchos de los prohombres del partido directorial, desde el año 1813 venía negociando
alternativamente con aquellas cortes el establecimiento de la Monarquía en las Provincias Unidas,
por medio de la coronación de un príncipe de las familias reinantes. Belgrano, Rivadavia, Gómez y
García no tuvieron otra misión. en Francia, Inglaterra, España y Portugal; y aun después de
derrocado el Directorio, los directoriales que recobraron el gobierno a fines de 1820 reanudaron
esas negociaciones con los comisionados regios de S. M. C.
Tales negociaciones, cualquiera que fuese el alcance que tuviesen y que no podían medir, por
más que se diga, los mismos que las entretenían, así habían minado el crédito del Gobierno
Directorial, como sublevado iras y tempestades en el pueblo que seguía los votos patrióticos de la
prensa y de los tribunos republicanos de Buenos Aires. Esa diplomacia siniestra y vejatoria de los
principios de la Revolución de Mayo fue, pues, la que proporcionó a los jefes federales la mejor
coyuntura para venirse sobre Buenos Aires y dejar sentada con su victoria la imposibilidad de
fundar por entonces una autoridad nacional que no obedeciese a los propósitos que los empujaban.
El Director Rondeau, que caía bajo el rechazo de los jefes federales, por pertenecer al partido
directorial unitario, salió de la capital con algunas fuerzas. El día 19 de febrero de 1820 se encontró
con el ejército federal sobre la Cañada de Cepeda, y fue completamente derrotado. Tan solo se salvó
la infantería y la artillería a las órdenes del general Juan Ramón Balcarce. A consecuencia de este
descalabro, la suerte de las autoridades nacionales quedó a merced de los caudillos victoriosos; por
manera que el Congreso que había declarado la Independencia en 1816, no pudo menos que
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
declararse en receso y abdicar su autoridad en el Presidente del Cabildo de Buenos Aires, a quien
había nombrado Director sustituto el 31 de enero.
Inmediatamente el jefe del Ejército Federal dirigió al Cabildo una nota en la que invocaba las
aspiraciones de los pueblos cuya representación asumía, arrojaba tremendos cargos contra el
Gobierno del Directorio, y dejaba ver que si no caían todos los hombres que habían pertenecido al
partido de Pueyrredón o directorial, no pararía sus marchas hasta llegar a la plaza principal de
Buenos Aires. En vano muchos hombres resueltos intentaron apoyarse en el Ayuntamiento, para
que éste provocase una reacción favorable en el cabildo abierto, a que se convocó al pueblo con
motivo de la intimación del jefe federal.
"Yo era muy joven entonces, fogoso y exaltado en mi patriotismo", -dice el general Mansilla,
refiriéndose a este día, en la Memoria póstuma antes citada-. "Un número considerable de jefes de
mayor graduación que la mía, me designó para ir al cabildo abierto a pedir, a nombre de los que
me habían elegido y de muchos otros jefes y oficiales residentes en la capital, que se nos diera un
fusil para defender la patria amenazada por la insolente intimación de los caudillos vencedores en
Cepeda. Me presenté arrogante en la sala capitular, pero esa corporación, sobrecogida. dominada
por el terror, estaba decidida a ceder a todo; y se irritó ante mi pedido, más aún, trató de
prenderme, clasificando de anárquico el acto más noble de un jefe patriota. Salvé de ser preso, y
recordando que había tenido relaciones íntimas en Chile con la familia de Carrera, monté a
cáballo en busca del ejército vencedor, con el fin de evitar, si me era posible, su entrada en la
ciudad. Más afuera del Pilar encontré a Carrera, López y Ramírez que se disponían a marchar al
puente de Márquez a tratar con el general Soler, que al mando de una fuerza de la capital, los
había invitado a un arreglo..." (Mansilla. Memoria póstuma)
El Ayuntamiento, bajo la doble presión de los sucesos y de los principales corifeos federales de
la ciudad, se apresuró a diputar una comisión cerca de Ramírez para que arreglase "las bases de una
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
transacción que restituya la paz, conviniendo con los votos del señor general del ejército federal,
expresados en su oficio del 2 del corriente'
El general del ejército federal reiteró sus votos al general Miguel Estanislao Soler, jefe del
ejército exterior de Buenos Aires y de una de las fracciones federales de esta ciudad. Fue Soler
quien dio el golpe de gracia al orden gubernativo que había imperado en la primera década de la
revolución, intimando, a nombre de las conveniencias invocadas por los jefes del ejército federal, la
disolución del Congreso y el cese del Directorio de las Provincias Unidas. El 11 de febrero el
Cabildo reasumió el mando de Buenos Aires... "Habiendo el Soberano Congreso y Supremo
Director del Estado dice el balido del Cabildo penetrádose de los deseos generales de las
provincias sobre las nuevas formas de asociación que apetecen, en los que ambas autoridades
están muy distantes de violentar la voluntad de los pueblos. . ."
El Cabildo comunicó esta resolución a las provincias, declarando que quedaban libres para
regirse por sus propias autoridades hasta que un nuevo congreso reglase sus relaciones entre sí. Al
día siguiente, el 12, convocó al pueblo a elección de doce representantes para que nombrasen el
gobernador de la nueva provincia federal. Éstos se constituyeron en junta electoral y ejecutiva al
mismo tiempo, iniciando por la primera vez en la República el desenvolvimiento del gobierno
representativo, sobre la base de las instituciones provinciales coexistentes.
La anarquía que ahogó Pueyrredón más de una vez para poder llevar a cabo la obra de la
emancipación argentina, en los tres años fecundos de su gobierno, se desató furiosa en Buenos
Aires a partir de ese momento, en que las facciones federales que habían venido medrando se
encontraron frente a frente, en una escena nueva para ellas y sin más aspiración por el momento que
la de posesionarse del Gobierno de la provincia. Los partidarios de Soler tenían para sí que este
general sería nombrado gobernador. Empero, Sarratea, que había esperado con Alvear desde
Montevideo el desenvolvimiento de los sucesos, se anticipó a bajar a Buenos Aires. Una vez aquí,
trabajó por su propia candidatura, a pesar de lo convenido con Alvear. Sea que ganase a los
representantes con su habilidad característica, o que despertase más confianza y menos resistencia
que Alvear y Soler, respectivamente, el hecho es que Sarratea fue nombrado gobernador provisional
de la provincia de Buenos Aires y paró por el momento el golpe que podía asestarle el general
Soler, renovando el Cabildo con adictos de este último.
Bibliografía:
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Tratado de Pilar
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Ignacio, y que renovaba las omnímodas facultades, que le había conferido y de nuevo le confiere al
expresado general para que sin consulta alguna obre en favor del pueblo, de su honor y libertad".
“…Me encontraba en el campo de los jefes del ejército federal, -dice el general Mansilla en su
Memoria póstuma citada-, cuando se presentaron allí don Manuel de Sarratea y don Pedro
Capdevila, con poderes de la ciudad para arreglar el célebre tratado del Pilar, en cuyas
conferencias me dieron participación de un modo extrajudicial. Ramírez especialmente, simpatizó
conmigo, concediéndome mayor confianza en sus juicios personales, muy distintos de los de López
y Carrera: éstos se pertenecían a sí mismos, no asi Ramírez, que era subalterno de Artigas, sin más
categoría que la de comandante del arroyo de la China.
Ahora bien, en el tratado público y secreto que yo conocía, se estipulaba: 19, que Artigas
ratificaría ese tratado, por lo que hacía a la provincia Oriental, principalmente; 29, que había de
suspender sus hostilidades contra las fuerzas brasileras que ocupaban la Banda Oriental; 39, que
Buenos Aires entregaría a Ramírez una cantidad de dinero, un armamento completo para mil
soldados y su oficialidad. En un momento de expansión y confianza con Ramírez, le dije que
juzgaba que Artigas no ratificaría el tratado, reservando la idea de que tampoco le darla un solo
peso ni una tercerola. Ramírez me contestó que "si Artigas no aceptaba lo hecho, lo pelearían"; y
que si era de mi agrado, me invitaba a la pelea. Eludí la respuesta, y me retiré a la ciudad.
Conversé acerca de esto con el gobernador Sarratea; y le manifesté la idea de acompañar a
Ramírez con el fin de trabajar por el tratado, haciendo lo que conviniera, según como el caso se
presentase. Sarratea aceptó, y me dio una licencia temporal...” (Mansilla. Memoria póstuma)
Ante el golpe de audacia de Balcarce que no contaba a la verdad con el apoyo de la opinión
pública, tan dividida en esos días de transformación, Sarratea reunió a sus parciales, Soler sacó de la
ciudad la tropa que le era adicta y Ramírez y López se adelantaron con su ejército hasta los
suburbios de Buenos Aires, exigiendo del Cabildo la reposición de Sarratea en el gobierno y los
subsidios de armas, municiones y dinero a que se refería la Convención del Pilar. Por lo que a
Balcarce hacía, Ramírez le intimó que abandonase la provincia, diciéndole en su nota de fecha 7 de
marzo: "Usted envuelve a su patria en sangre, con una indiscreción admirable. Su autoridad... no
será respetada por este ejército, campaña y provincias federales, que reconocen como gobernador
legítimo al señor don Manuel de Sarratea."
Balcarce tuvo que huir acompañado de algunos de sus parciales; el general Alvear, a quien
Sarratea había ofrecido el gobierno como queda dicho, quiso aprovechar para obtenerlo del
momento de acefalía en que se encontraba la provincia y con este objeto promovió por medio de su
aliado y amigo don José Miguel Carrera, un Cabildo abierto en la plaza de la Victoria. Éste se
verificó el día 12 de marzo, y la intentona tuvo éxito en el primer momento, pero al saber que se
había entrado en la plaza el soberbio dictador de 1815, el pueblo y la tropa se amotinaron, y Alvear
tuvo que ocultarse para salvar su vida, ya que no su reputación, que comprometía con ligereza
imperdonable. El pueblo se presentó enérgicamente al Cabildo y éste diputó una comisión cerca de
Sarratea para que reasumiese el mando de la provincia.
Golpes teatrales
Pero este mando era nominal ante la influencia militar de Soler, quien obligó al gobernador a
que pusiese bajo sus inmediatas órdenes, y en su carácter de comandante general de armas, todas las
tropas y recursos militares que había en la ciudad. Para conjurar este peligro, Sarratea se propuso
destruir la influencia de Soler, explotando las ambiciones impacientes de Alvear, que era el más
aparente, aunque no el menos temible para él. Al efecto puso en juego su habilidad y sus amigos
para hacerle entender a Alvear que quería confiarle las tropas y recursos de la provincia, pero que el
único obstáculo que se oponía a ello era Soler, quien iba a apoderarse del Gobierno; que si Alvear
ideaba algún medio para salvar esta dificultad, el gobernador lo dejaría hacer en guarda de los
intereses generales y de las promesas que tenía empeñadas con él y que serían cumplidas
106
HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
oportunamente. La ligereza genial de Alvear tenía con esto mucho más de lo que necesitaba para
obrar incontinenti. Al punto quiso ver a Carrera, y en la noche del 25 de marzo se dirigió a un
cuartel donde le esperaba un grupo de jefes y oficiales que a todas partes lo acompañaban, y Carrera
con sus adictos. De ahí desprendió una comisión, la cual aprehendió a Soler en el mismo despacho
del gobernador. Éste fingía ceder a la fuerza, y los conspiradores elevaban entre tanto una
representación para que el general Alvear fuese reconocido comandante general de armas.
Éste golpe teatral puso en ebullición al pueblo y a los cívicos, quienes acudieron con sus armas a
la plaza de la Victoria para resistir al "nuevo Catilina", como le llamaban al general Alvear. El
Cabildo, único poder que quedaba en pie en medio de estas evoluciones de las facciones
tumultuarias, las cuales se sucedían como escenas de un drama de magia que para ser atrayentes
habían de cambiarse con rapidez asombrosa; y que debía su estabilidad a la firmeza con que
consideraba las aspiraciones populares satisfizo esta vez también la voluntad del vecindario,
dirigiéndole al gobernador un oficio conminatorio para que hiciese salir inmediatamente al general
Alvear del territorio de la provincia.
Pero el caso era que los partidarios de Alvear querían ir más allá de lo convenido. Creyéndose
fuertes con algunas compañías sublevadas que se les incorporaron, se reunieron en la plaza del
Retiro, y proclamaron al general Alvear gobernador de la provincia. Sarratea, alarmado con estas
noticias, se atrincheró en la plaza de la Victoria, y no tuvo más remedio que hacer poner en libertad
al general Soler, excusándose lo mejor que pudo. Alvear, viendo que la plaza se resistía, y que su
posición venía a ser insostenible, se retiró de la ribera hacia el norte, cuando las partidas de cívicos
lo escopeteaban muy de cerca.
Libre de esta asechanza, que no era de las más graves, el gobernador Sarratea expidió algunos
decretos de sensación sobre libertades públicas, y ordenó que se abriera un proceso de alta traición
contra el Directorio y el Congreso derrocados, dando a estas medidas una publicidad y una
importancia calculadas para congraciarse con la opinión pública, que le era decididamente hostil
desde que se divulgaron los artículos secretos de la Convención del Pilar, y se supo que Sarratea
había entregado a Ramírez y a López el doble del armamento y municiones que en ella se
estipulaba, privando al pueblo de recursos que nunca le eran más indispensables .
Tan sentida se hizo con este motivo la falta de armas, que el mismo gobernador no pudo menos
de expedir el bando de 28 de marzo en el cual ordenaba que se presentase cada ciudadano con sus
armas "siendo constante que el erario de la provincia se halla completamente exhausto"; y el bando
de 10 de abril en el cual imponía una multa de 25 pesos por cada fusil y de 12 pesos por cada sable
que se encontrara en poder de particulares que los hubieren comprado o retenido "asignándose la
tercera parte de la multa al que delate cualquiera ocultación". (Saldias A.t.I.p.35)
Entre tanto, la Junta de Representantes creada por el bando de 12 de febrero que nombró a
Sarratea gobernador interino con los doce electores de la ciudad únicamente, pues que las armas
federales ocupaban la campaña, se había reunido en minoría el 4 de marzo y acordado lo
conveniente para la renovación de los poderes públicos de la provincia, fundando por medio de
disposiciones trascendentales el sistema representativo federal en Buenos Aires, sobre cuya base
debía modelarse al correr de los años el gobierno federonacional argentino.
Disponía la Junta que se eligiesen en toda la provincia doce diputados por la ciudad y otros
tantos por la campaña, y que se observasen en esta elección las mismas formas que habían servido
para la de la Junta primera; esto es, que cada ciudadano hábil votase por solo tres candidatos, y
entregase su voto cerrado y firmado ante las juntas receptoras de las localidades. Una vez
constituidos, los nuevos diputados procederían a nombrar el que debía representar a Buenos Aires
en el Congreso federal de San Lorenzo, con arreglo al tratado del Pilar; a organizar el gobierno y la
administración de las provincias; a elegir otro gobernador y hacer elegir otro Cabildo; a arreglar la
deuda y cualquiera diferencia con las provincias hermanas.
En consecuencia de estas disposiciones, el gobernador Sarratea expidió un bando en el que
convocaba al pueblo a elecciones para el día 20 de abril. El resultado que dieron éstas el día 27, en
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que tuvieron lugar, no pudo ser más desastroso para el gobernador. A la sombra de las divisiones
locales, el partido directorial unitario pudo componer la Junta de Representantes e integrar el
Cabildo con sus hombres principales, de manera que el gobernador, aislado de Alvear y de Carrera,
a quienes contenía por el momento el general Soler con su ejército en Luján; quebrado con este
general a consecuencia de los últimos sucesos, y en conflicto con los dos poderes principales de la
provincia, quedó completamente sin apoyo en la opinión. Inútiles fueron sus esfuerzos para
invalidar la elección de algunos de los Representantes que habían pertenecido al partido directorial.
El Cabildo se mostró inconmovible. La Junta se reunió por su parte el 19 de mayo, y su primer
paso, después de su instalación solemne, fue el de exigir a Sarratea su renuncia. Sarratea no tuvo
más que dejar su cargo a don Ildefonso Ramos Mejia, a quien la Junta nombró gobernador interino,
despachando inmediatamente una comisión cerca del general Soler, con el encargo de comunicarle
que él habría sido nombrado gobernador si su presencia no fuera indispensable al frente del ejército,
en circunstancias en que López y Carrera se preparaban a invadir nuevamente a Buenos Aires.
Soler, a su calidad de jefe de partido, reunía en esos momentos la ventaja de estar al frente de un
ejército cuyos jefes y oficiales le pertenecían por completo; así es que la Junta crey6 contemporizar
con él, haciéndole esperar que sería gobernador en propiedad. El peligro que apuntaba la Junta era
cierto. Ramírez se había retirado de Buenos Aires para Entre Ríos, donde Artigas, el protector
oriental, llamaba a las milicias para seguir la guerra contra los portugueses que lo habían desalojado
de la provincia de Montevideo. Pero detrás de Ramírez quedaba López, y junto a éste Carrera, y lo
que era más doloroso, Alvear, el patricio de la Asamblea de 1813, oscureciendo sus glorias en esas
tristes correrías.
Pero como la Junta extendiese su autoridad más allá de lo que se supuso el general Soler, éste
agitó a sus amigos; y después de renunciar al comando que ejercía, se retiró a recuperar el gobierno
que creyó obtener cuando se depuso a Sarratea.
El 16 de junio, los jefes y oficiales de su ejército representaron al Cabildo de Luján que era
voluntad de la campaña y de las tropas el que se reconociera al general Soler como gobernador y
capitán general de la provincia; y que esperaban que dicho Cabildo lo reconociese como tal, para
evitar de esta manera los males que sobrevendrían. El Cabildo de Luján reconoció a Soler en tal
carácter, y Soler despachó una comisión encargada de presentar el oficio del Cabildo y la
representación del ejército a lj Junta de. Representantes de Buenos Aires, para que lo hiciese
obedecer en toda la provincia. La Junta no tuvo más que someterse a la intimación de Soler. El
gobernador Ramos Mejía presentó su renuncia; y la Junta, sin pronunciarse acerca de ella, le ordenó
que depositase el bastón de mando en el Cabildo, a quien pidíó al mismo tiempo que hiciese saber
al general Soler que podía entrar en la ciudad sin resistencia, después de todo lo cual se disolvió.
Esto tenía lugar el 20 de junio, día de los tres gobernadores en Buenos Aires: el Cabildo, Ramos
Mejía y Soler; el 23 prestó juramento este último; el 24 dejó el mando militar de la ciudad al
coronel Dorrego, que acababa de llegar del destierro, y se trasladó a Luján, ordenando que se le
incorporasen todos los oficiales sin destino, y lo que era tremendo, todos los diputados del
Congreso últimamente disuelto, desde su instalación en Tucumán, so pena de proceder contra sus
personas y bienes, aplicándoles las penas más severas. Los miembros del ilustre Congreso de
Tucumán se encontraban presos en Buenos Aires desde que el mismo general Soler intimó, de
acuerdo con Ramírez, la disolución de ese cuerpo. Una de las primeras medidas del gobernador
Ramos Mejía había sido la de consultar a la Junta acerca del deber en que estaba el gobierno de
permitirles que se retiraran a sus casas, “guardando en ellas el arresto que sufren en el punto en
que se encuentran; o hacer éste extensivo a la ciudad, hasta la conclusión de su causa, y en
atención a la avanzada edad, achacosa salud y consideraciones que se merecen por la alta
representación pública que han obtenido y que exigen del gobierno una conducta más franca".
Inmediatamente de llegar a su cuartel general de Luján, Soler se movió con su ejército sobre el
del general López, que marchaba sobre Buenos Aires, en unión con los generales Alvear y Carrera.
Ambos ejércitos se encontraron el 28 en la Cañada de la Cruz; y a pesar de la pericia militar de
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Soler, las tropas de López alcanzaron un triunfo sobre las de él, que se dispersaron o cayeron
prisioneras, con excepción de una columna de infantería al mando del coronel Pagola, quien
repasando el norte, se dirigió con ella a la ciudad de Buenos Aires. Soler se limitó a comunicarle al
Cabildo la noticia de este desastre, y dándolo todo por perdido, se embarcó para la Colonia.
Entre tanto, el coronel Dorrego dictaba enérgicas medidas para defender la ciudad de Buenos
Aires, y salía a la cabeza de algunas fuerzas a contener los dispersos de Soler. Simultáneamente, el
general Alvear se trasladaba a Luján, impartía órdenes para que acudiesen allí representantes del
norte de la campaña, y se hacía elegir gobernador de la provincia el día 19 de julio. El general
López, deseoso de asegurarse en Buenos Aires una ayuda contra Ramírez, entró en negociaciones
con el Cabildo, y el coronel Pagola entró en la capital con la columna salvada de la Cañada de la
Cruz, se posesionó del Fuerte, se atrincheró en la plaza principal, se hizo proclamar comandante
general de armas, y amenazando al vecindario con medidas violentas, declaró traidores a los que
entrasen en transacciones con López. ¡Así se sucedían las escenas de magia política en esos días de
transición y de borrasca!
En vista de la actitud de Pagola que imposibilitaba todo arreglo, López adelantó sus tropas sobre
la ciudad; y como al propio tiempo Alvear y Carrera se hacían fuertes en el norte, el Cabildo y
Dorrego, creyéndolos de acuerdo con aquél, se vieron precisados a hacer por otras vías y con otros
recursos, la guerra que Pagola quería sostener por sí solo y a todo trance. Desesperado de traer al
buen camino a Pagola, en cuyo pecho ardía un patriotismo rudo y una soberbia inaudita de los
méritos que había adquirido en los ejércitos de la Independencia, Dorrego, que era el alma de la
situación, se puso al frente de algunas fuerzas de la ciudad, y de las milicias de campaña reunidas
por el general Martín Rodríguez y por el hacendado don Juan Manuel de Rosas. Dorrego se apoderó
de la plaza y estrechó a Pagola en el fuerte. Repuesto el Cabildo, cuyos miembros se habían
ocultado para escapar a las furias de Pagola, convocó a los doce Representantes que el pueblo
designó el 2 de julio, de acuerdo con lo que se había estipulado con López, sobre la base de una
suspensión de hostilidades, y éstos eligieron el día 4 al coronel Dorrego gobernador provisional,
hasta que se reuniese la representación de toda la provincia.
López, gobernador de Santa Fe, desconfía de la República Federal Entrerriana que acababa de
crear Pancho Ramírez con la unión de Corrientes, Misiones y Entre Ríos. Se dispone a pactar con
los porteños y romper con su antiguo aliado entrerriano. Se entrevista con Martín Rodríguez,
gobernador de Buenos Aires, en la estancia de Insaurralde cerca de San Nicolás y echan las bases de
una alianza que pretende ser “sólida y duradera”. Disponen una comisión de 2 porteños y 2
santafesinos para formalizar un documento (Matías Patrón y Mariano Andrade por Buenos Aires;
Pedro Larrechea y Juan Francisco Seguí por Santa Fe).
De éste acuerdo surge un inconveniente Santa Fe pide una indemnización al doble título de
reparar los perjuicios de las invasiones de Viamonte y Díaz Vélez en años anteriores, y porque
Buenos Aires había provincializado el recurso nacional de la Aduana. La negociación se empantana
porque Buenos Aires entiende que es deprimente para su provincia el pago de una indemnización de
guerra a Santa Fe. La reanudación de las hostilidades parece inminente.
Pero interviene Juan Manuel de Rosas que con la anuencia de Rodríguez se entrevista con López
en la hacienda de Benegas, en la margen santafesina del arroyo del Medio para ofrecerle en su
nombre y de los “hacendados amantes de la paz” hacerse cargo de la indemnización pedida por
Santa Fe. Ajustan los términos de la paz y el monto de la indemnización. Esta última es fijada en
25000 cabezas de ganado. El tratado de Benegas queda concluido y firmado el 24 de noviembre de
1820. Con él se formará la alianza política-militar entre Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe quienes
se enfrentarán con el otro caudillo con poder el Supremo Entrerriano que venía de vencer a Artigas
luego de la firma del Tratado de Pilar. Para cuando las guerras interprovinciales terminan el saldo
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es: Artigas se ha ido al Paraguay para no volver más. Güemes y Ramírez han muerto. Estanislao
López está ahora subvencionado por Buenos Aires. Buenos Aires está en poder de los directoriales
y controla políticamente el país.
Buenos Aires, no estaba dispuesta a perder su hegemonía, y por eso, si bien mandó sus
representantes al congreso de Córdoba, fue solo para guardar apariencias. Convenció a su nueva
aliada, Santa Fe, de que aquel congreso no era de utilidad. Primero, bajo el impulso de Rivadavia,
argumentó que no había llegado el momento oportuno de la organización nacional, pues persistía la
lucha contra Ramírez.
Desaparecido este problema se valió de la falta de potestad legislativa y la representación, que
no respetaba la proporción con la cantidad de habitantes de cada provincia. Finalmente calificó de
imprudente la reunión al no existir aún la estabilidad deseada. Sin embargo, decidió hacer su propia
alianza litoraleña, donde su posición era de liderazgo, dejando afuera a Córdoba.
Así, se arribó a un acuerdo entre cuatro provincias: Buenos Aires, representada por su Ministro
de Guerra, el Coronel Mayor, Francisco de la Cruz, Corrientes, por el Cura de las Ensenadas,
Nepomuceno Goitía, Santa Fe, por el secretario de Gobierno, Francisco Seguí, y Entre Ríos, por
Casiano Calderón, Presidente del Congreso Provincial Entrerriano. De allí el nombre de "Tratado
del Cuadrilátero", celebrado en la capital de la provincia de Santa Fe de la Vera Cruz desde el 15 de
enero, hasta el 25 de enero de 1822.
Si bien Buenos Aires ansiaba su posición privilegiada, en los diecisiete artículos del Tratado
renunció a esa situación, reconociéndose a todas en un pie de igualdad en su libertad,
independencia, derechos y representación (art.1) se establecía la paz y amistad sincera entre ellas
(art.1), y todas se sometieron mutuamente ante problemas de invasiones extranjeras (art.2),
comprometiendo auxilio en pos de la defensa común (art.4) y estableciendo una liga para contribuir
a mantener la integridad territorial (art.3) ante cualquier ataque de algún otro país americano o de
otra provincia.
Además, las provincias del litoral alcanzaron una antigua ambición ya que lograron la libre
navegabilidad de los ríos interiores. Las cuestiones limítrofes entre las signatarias serían resueltas
por el futuro Congreso, fijándoselos en esta oportunidad de modo provisorio. Entre Ríos Y
Corrientes tendrían como límites los arroyos de Miriñay y Guayquiraró, y con la provincia de
Misiones, la tranquera de Loreto (art.3). El territorio de Misiones, obtendría la libertad de
conformar su propia organización política, pudiendo solicitar la protección de cualquiera de las
provincias firmantes. Para declarar una guerra se debería contar con el consentimiento de estas
cuatro provincias (art.6), como excepción a la postura de mantener la paz, como principio,
estableciéndose un sistema de mediación para evitar enfrentamientos bélicos (art.5).
Buenos Aires, vendería armas a las otras tres provincias (art.7). Con respecto al Congreso a
reunirse en Córdoba, el artículo 13 del Tratado juzgaba conveniente que las provincias firmantes se
abstuvieran de concurrir, por el estado de indigencia en que se encontraban, Entre Ríos, Corrientes
y Santa Fe. Los artículos 10, 11 y 12, disponían que Entre Ríos debía devolver todas las
propiedades pertenecientes a Corrientes obtenidas por el accionar de Francisco Ramírez,
realizándose un intercambio de prisioneros. Por el artículo 14, cabía la posibilidad de reunir otro
congreso, cuando llegase la oportunidad, convocado por alguna de las provincias contratantes. El
Congreso de Córdoba, así, estuvo condenado al fracaso. Dos años más tarde, se reuniría un
Congreso en Buenos Aires.
Estas concesiones otorgadas por Buenos Aires a sus provincias aliadas, no eran gratuitas, sino
que se basaban en la necesidad de contar con su ayuda, ante un avance expansionista por parte del
imperio del Brasil, sobre cualquiera de ellas. Recordemos que la Banda Oriental se había anexado
como Provincia Cisplatina al Brasil, el 31 de julio de 1821. El emperador del Brasil, el príncipe
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Pedro, podría aprovechar la situación conflictiva de las provincias vecinas para integrarlas también
a su dominio, y por eso era menester lograr un bloque integrativo y de defensa común para hacer
desistir al Brasil de su propósito. Por eso el tratado incluía una parte pública, pero también un pacto
secreto, donde las cuatro provincias realizaban una alianza contra la invasión a cualquiera de ellas,
por parte de alguna potencia extranjera (art.1 del acuerdo secreto).
Entre Ríos y Corrientes debían indemnizar a Santa fe, por las incursiones realizadas por
Ramírez, estimándose su monto en 1000 cabezas de ganado vacuno y 600 caballos (art.2 del tratado
secreto).
Bibliografía:
LA CIVILIZACIÓN
La idea de civilización, trajo un verdadero punto de discusión sobre los destinos de la Argentina,
que sigue todavía estando vigente.
Si la república moderna a la europea o norteamericana es el único sistema aplicable, y si el
librecambio capitalista es el sistema a aplicar; se produce una encrucijada, que los reformistas como
Bernardino Rivadavia, y más adelante Sarmiento, Mitre, Alberdi, etc. no tardaron en encontrar.
La historia es importante en la conformación de las culturas de los pueblos. La mentalidad
religiosa, social y política; no es intercambiable, de modo que el importar instituciones o sistemas
de un país a otro, no puede dar los mismos resultados.
Así que antes que Alberdi se planteara en las Bases la imposibilidad de realizar la república
representativa y la civilización del vapor, en una sociedad mezcla entre “españoles, indios y
mestizos”; Rivadavia intentó traer de Inglaterra sistemas económicos, educativos y culturales, que
poco arraigaron en el país, y que por el contrario, se convirtieron en oportunidades para los
avivados y los amigos del poder.
La “civilización de la libertad”, como la llamaban era una consecuencia entendible en el mundo
anglosajón y de mil años de romanidad como en el occidente europeo. Pero terminó siendo una
pesadilla en la Hispanoamérica recién salida cruda del dominio español.
EL PRIMER EMPRÉSTITO
Por leyes del 19 de agosto y 28 de noviembre de 1822, la Legislatura de Buenos Aires autorizó
al gobierno a contratar un empréstito externo de 5 millones de pesos fuertes (un millón de libras
esterlinas), ¿Con qué objeto? No existían imperiosas necesidades financieras, ni urgentes motivos
militares. El pretexto que se dio fue la necesidad de construir un muelle en Buenos Aires, realizar
algunas otras obras públicas, y fundar varios puertos en el litoral.
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quieren que en el tratado Southern se establezca un pago ajustado de los títulos, pero Rosas se
opone. Pagará lo que él pueda: no más de los cinco mil pesos plata mensuales convenidos en 1844
con Falconnet. Palmerston cede ante la tenacidad de Rosas.
En 1850 y 51 se abonan los cinco mil pesos mensuales. La noticia de la caída de Rosas hace
subir los títulos en la bolsa de Londres, que saltan a 70. Se espera que el nuevo gobierno sea más
dócil a Inglaterra. Y efectivamente el ministro de Hacienda de la Riestra concierta el arreglo "de los
bonos diferidos" por el cual se entregaban títulos por 15 millones en pago del millón contratado en
1824 y sus intereses atrasados, e intereses de intereses etc. etc..
En 1904 se acabó de pagar totalmente la obligación de Rivadavia. Habían sido abonados
23.734.706 pesos oro por 3 millones realmente recibidos y en papel.
LA TIERRA PÚBLICA
En 1821, una disposición gubernativa garantiza con hipoteca sobre la tierra pública la emisión de
Fondos Públicos para saldar la deuda interna. Esta deuda, misteriosamente, había ido a pasar en
buena parte a manos inglesas como dice Ferns.
Como la provincia quedó inhibida para disponer de su tierra, buscó arrendarla. Esta es la
explicación de la tan mentada "enfiteusis", que no fue una política colonizadora, ni una reforma
social; solamente un expediente financiero.
La primera ley de enfiteusis del 1º de julio de 1822 (dictada en consecuencia de la hipoteca de la
tierra pública) dice que esta se entregaría "a quien la denunciare" en arrendamiento mediante canon
a convenirse. Nada dice de la extensión máxima, ni del plazo del "arrendamiento".
En decreto de 27 de septiembre de 1823 fija no el máximo, sino el mínimo de extensión a
concederse: una "suerte de estancia" de media legua por legua y media, no fuera a crearse un
proletariado rural.
El bono del empréstito firmado en 1824 confiere una "segunda hipoteca" sobre la tierra pública
como garantía del empréstito. Al mismo tiempo se ganan nuevas tierras a los indios, corriéndose la
frontera desde el Salado hasta el Cabo Corrientes, Tandil y Federación (Junín) y con posibilidades
de llegar al Fuerte Argentino (Bahía Blanca).
Esta tierra ganada se da en enfiteusis en porciones que llegan a 100 leguas. Resultó favorecida la
Sociedad Rural Argentina, fundada en julio de 1826, a quien Rivadavia - dice su panegirista y
biógrafo Ricardo Piccirilli - "no escatimó su apoyo". Tuvo 122 leguas, las mejores.
Era "un pulpo agrario cuyos tentáculos se extendías a varios partidos". En la testamentaría de
Rivadavia, según documenta Piccirilli, se descubrió que era fuerte accionista de la Sociedad Rural
Argentina.
La Ley de Enfiteusis del 18 de mayo de 1827 estabilizó las concesiones. Previamente - el 16 de
abril - se dispuso "desalojar a quienes ocupen terrenos solicitados o concedidos en enfiteusis".
Se expulsaba al poblador gaucho, en beneficio de la Sociedad Rural y los demás tenedores de
muchas leguas de tierras.
Nunca fue pagado el canon. En 1838 Rosas lo exigió debido "a las condiciones del erario por el
bloqueo", y la respuesta fue el levantamiento de los enfiteutas, y algunos estancieros, en la
revolución llamada de "los libres del Sur".
Poco antes Rosas había anulado el gravamen a la tierra, y la provincia volvió a disponer de ella -
con protesta de los ingleses acreedores - entregándola en propiedades que iban de seis a un cuarto
de legua con "obligación de poblar ".
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LA INMIGRACIÓN INGLESA
Durante la estada de Rivadavia en Londres se crea una sociedad - la Agricultural Río Plata
Association - encargada de traer colonos británicos a la Argentina. La forma Mr. Barker Beaumont
y da acciones de fundador a Félix Castro, Sebastián Lezica (socio de Rivadavia) y otros. No
obstante la ley de enfiteusis vigente, y el gravamen sobre la tierra pública, Rivadavia le otorga a
perpetuidad el campo del secularizado convento de San Pedro. Más tarde la Sociedad obtiene un
campo en Entre Ríos.
Se esperaba que el trabajo de los colonos valorizara la tierra, que la Sociedad vendería entonces
a buen precio. La colonización era un gran negocio. Pero fracasó, porque los inmigrantes (que
resultaron en mayoría "agricultores" reclutados en los suburbios de las grandes ciudades) se
negaron a trabajar la tierra y preferían permanecer en Buenos Aires donde los salarios eran
elevados.
La Agricultural acabó por ir a una estrepitosa quiebra, por la cual Barber acusó a las
imaginativas "especulaciones" de Rivadavia.
EL BANCO NACIONAL
En 1822, bajo los auspicios del gobierno, se constituyó la comisión presidida por el comerciante
inglés Guillermo Cartwright e integrada, entre algunos nombres criollos, por Brittain, Handist,
Bayley, Harrar, Montgomery, Horn, Robertson, Miller, Thwaites, que estableció las bases del
"Banco de Buenos Aires" llamado comúnmente Banco de Descuentos.
Junto con el monopolio bancario por 20 años, la Legislatura le entregó la facultad de emitir
billetes, algunas prerrogativas judiciales y penales, como así también exención de impuestos, etc.
"De hecho y de derecho -dice Oliver - esa sociedad se convertía en reguladora del crédito y
economía de la provincia".
El capital suscripto fue de un millón de pesos nominales. Es curiosa la manera de suscribir este
capital: los accionistas pagaron solamente el 20% del capital, y con pagarés, que luego cancelaban
con billetes emitidos por el Banco, que este mismo les prestaba.
Los originales capitalistas eran comerciantes ingleses en gran proporción, aunque figurando al
frente los infaltables José Pedro García, Félix Castro y el propio ministro de hacienda Manuel José
García.
Es curioso que estos mismos comerciantes emisores de billetes se negaron después a aceptarlos
en sus transacciones comerciales.
El Banco - como el empréstito, la hipoteca
sobre la tierra y, en parte, los negociados de
minas - formaba parte de la estructura
imperialista británica.
El monopolio del crédito lo hacía el árbitro
de la economía de un país, la emisión de
moneda consolidaba su dominio total y le hacía
dueño de las reservas de metal (que exportó a
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Inglaterra); y su influjo en la política le permitía realizar una acción antinacional en beneficio de los
intereses extranjeros.
Así, financió en 1842 la consolidación del dominio portugués en la Banda Oriental, y más tarde
su sucesor - el Banco Nacional - se negó a continuar la guerra con Brasil en 1827 y dio los fondos
necesarios para la revolución unitaria del 19 de diciembre de 1828.
La extracción del metálico fue uno de los objetivos del Banco, aunque aparentara esfuerzos por
traer oro. Los accionistas canjeaban el papel que se hacían prestar por oro sonante, que exportaban a
Londres.
Los ingleses residentes en Buenos Aires, que formaban la mayoría de accionistas, cedieron sus
acciones hacia 1825 a comerciantes de Londres: en la asamblea del 9 de enero de 1826, sobre un
total de 836 acciones representadas, más de la mitad - 434 son de accionistas londinenses
representados por Mr. Armstrong. Esta emigración de acciones es denunciada por el ministro
Manuel José García en la Sala. No con indignación patriótica, ni acento dolorido, ni para quitarle al
Banco sus privilegios; ni siquiera para poner un dique a la fuga del oro. Lo denuncia (el 26 de enero
de 1826) para que los diputados lo tuviesen en cuenta al disponer del destino del Banco pues "el
país" necesitaba dejar contentos a los ingleses.
El Banco comenzó sus ejercicios repartiendo pingües intereses que alguna vez llegaron al 19 1/2
%(14). Intereses que no eran realmente índice de prosperidad, pues a los pocos años el Banco se
encontró abocado a la bancarrota: el 8 de enero de 1826 pidió al gobierno que estableciera curso
forzoso a sus billetes.
Ese mismo año 1826 el gobierno acudiría en su ayuda de manera mucho más eficaz.
Con los tres millones efectivos del empréstito Baring y con el escaso remanente del Banco de
Descuentos, fundó el Banco Nacional.
La integración del capital de éste parecería asombrosa, si algo pudiera asombrarnos en las
gestiones administrativas de los reformistas: el capital reconocido fue de 10 millones, pero
solamente se integraron cinco: computándose los 3 del empréstito y reconociéndose 1.400.000 a los
accionistas del quebrado de Descuentos. Solamente 600 mil pesos dio la suscripción de nuevas
acciones.
Los fondos del empréstito - en su mayoría letras de comerciantes, que a su vez eran accionistas y
directores del Banco - fueron entregados a éstos a cambio del papel inconvertible, por el medio
simple de otorgarse préstamos ellos mismos. Eso cuando cancelaban sus deudas, que era en casos
excepcionales, pues los comerciantes acogiéndose a las disposiciones sobre "quitas y esperas" de las
leyes comerciales en vigencia, saldaban sus cuentas con el medio simplísimo de presentarse en
convocatoria, y obtener del Banco acreedor, controlado por ellos, la remisión de sus deudas.
Así se esfumó el empréstito, quedando el país con el saldo de una enorme emisión inconvertible.
Pero no para aquí la historia del Banco Nacional. Sus directores británicos obligaron al gobierno a
firmar la paz con el Brasil negándole a Dorrego todo crédito para seguir la guerra.
Negándole consciente y deliberadamente, en cumplimiento de instrucciones de Lord Ponsonby,
quien, de acuerdo a los intereses de Inglaterra, trabajaba por la segregación del Uruguay "No vacilo
en manifestar a Vd. - escribía Ponsonby a Lord Dudley que creo ahora que Dorrego está obrando
sinceramente en favor de la paz. Bastaría una sola razón para justificar mi opinión: que a eso está
forzado ... por la negativa de proporcionársele recursos, salvo para pagos mensuales de pequeñas
sumas.
Rosas, en el gobierno con la suma de poderes en 1836, terminó con el Banco Nacional y creó el
Banco de la Provincia de Buenos Aires, entidad fiscal conocida por Casa de Moneda (dada su
facultad de emisión), el que fue administrado con honestidad y patriotismo.
El mismo Rosas, en el año en que sacó de manos foráneas a la entidad de crédito oficial -1836-
suprimió las quitas y esperas de las que tanto se había aprovechado el comercio inescrupuloso. Los
deudores de sospechosa fe viéronse obligados a pagar el total de sus deudas, o ir directamente a la
quiebra.
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Antecedentes
El Imperio de Brasil mantuvo históricamente una política expansionista sobre la cuenca del Río
de La Plata, muchas veces toleradas por los gobiernos argentinos, y hasta incentivados, como lo fue
la invasión brasileña a la Banda Oriental, tolerada por Buenos Aires para desembarazarse del
caudillo Oriental José Gervasio de Artigas, o la vergonzosa capitulación diplomática de
Rivadavia luego de la victoria de las armas argentinas en Ituzaingó, capitulación que
desencadenaría la renuncia apresurada de Rivadavia y el posterior derrocamiento y fusilamiento
del Manuel Dorrego, intrigado por los unitarios.
La Guerra
La élite porteña se decidió a reunir un Congreso de todas las provincias, con el fin de dictar una
Constitución Nacional. El Congreso comenzó a sesionar en Buenos Aires en diciembre de 1824 y
llegó a importantes cuerdos: la ley llamada Ley Fundamental, sancionada en enero de 1825,
reflejaba la voluntad de unidad de las provincias sobre la base del principio de las autonomías
provinciales, y establecía que la futura Constitución solo tendría validez cuando todas las provincias
dieran su aprobación. Mientras tanto, el nuevo gobernador de Buenos Aires, Juan Gregorio de Las
Heras, asumió provisoriamente las funciones de un gobierno nacional.
Sin embargo, pronto reaparecieron los enfrentamientos. El grupo reformista que dominó el
Congreso pasó a ser identificado como el de los unitarios, pues proponía la construcción de un
poder central fuerte y era contrario a las autonomías provinciales. Además, la marcha del Congreso
se alteró por el estallido de un grave conflicto en la Banda Oriental, que permanecía anexada al
Imperio del Brasil desde 1822. En abril de 1825, treinta y tres orientales, a las órdenes de Juan
Antonio Lavalleja, salieron de Buenos Aires, sublevaron la campaña oriental contra los brasileños y
pusieron sitio a Montevideo. En agosto, los rebeldes declararon la anexión de la Banda Oriental a
las Provincias Unidas. Por su parte, el Congreso, reunido en Buenos Aires, aceptó la
reincorporación de la provincia oriental y el
Brasil le declaró la guerra.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Camacuá, Alvear fingió una retirada con lo cual logró que el grueso del ejército brasileño
abandonara su posición y fuese atraído hacia una trampa que le permitió derrotarlo completamente
en la batalla de Ituzaingó (20 de febrero de 1827). En esta batalla perdió la vida el coronel
Brandsen. Posteriormente el ejército Republicano se enfrentó al enemigo en el combate de Camacuá
(23 de abril de 1827), obteniendo una nueva victoria. En esta oportunidad las tropas estuvieron al
mando del general Lucio Norberto Mansilla, secundado por los generales José María Paz y
Anacleto Medina. Un nuevo enfrentamiento con tropas imperiales se produjo en Yerbal. Ambos
bandos reclamaron el triunfo para sí. Por lo que podemos considerar en la actualidad que el
resultado fue indeciso. En esta oportunidad la columna republicana estuvo al mando de Lavalle,
pero también participó Alvear del encuentro producido el 25 de mayo de 1827.
En el Río de la Plata, pese a la superioridad numérica de la flota brasileña; el almirante
Guillermo Brown (marino irlandés al servicio de nuestro país) le infligió varias derrotas: la primera
de ellas en aguas cercanas a Colonia, que obligó a la flota brasileña a alejarse de ese lugar. En los
Combates de Los Pozos (11 de junio de 1826), Quilmes (30 de julio de 1826) y Juncal (8 y 9 de
febrero de 1827).
Un ataque brasileño contra nuestra base de buques corsarios (buques que asaltan a la flota
mercante de los países enemigos y comparten el botín obtenido con el país que les presta ayuda),
fue totalmente rechazado en Carmen de Patagones el 7 de marzo de 1827, con lo cual el bloqueo al
Río de la Plata resultaba burlado por nuestros buques que atacaban las naves brasileñas en sus
propias aguas. Pero la derrota sufrida por nuestra flota en la batalla de Monte Santiago librada los
días 7 y 8 de abril de 1827 limitaron a nuestra Armada a defender el puerto de Buenos Aires,
hostilizar los avances imperiales sobre el puerto del Salado al sur y por el norte dar apoyo de
convoy a los transportes de refuerzos y abastecimientos al frente oriental.
Cabe acotar que el ejército argentino en tierra venció a tropas superiores en número, pero falto
de recursos materiales no pudo proseguir su avance hacia Río de Janeiro.
La Capitulación de Rivadavia
En 1827 la situación del país era gravísima. Rivadavia y su círculo habían encendido la chispa
de la guerra civil. Provocando el enfrentamiento entre Buenos Aires y el interior por su obstinación
de imponerle al país una constitución unitaria. Argentina estaba agotada económicamente y por lo
tanto carecía de recursos para continuar la guerra con Brasil. En ese contexto Rivadavia envió a
Manuel José García a negociar un tratado de paz. Si lograba firmar una paz más o menos honrosa,
podría disponer de las tropas del Ejército Nacional para reprimir a los caudillos provinciales e
intentar imponerles la Constitución unitaria que se había sancionado en 1826. Pero cuando se
conoció el acuerdo que este había negociado, el rechazo fue unánime. Pues era decididamente
vergonzoso, ya que reconocíamos -pese a que estábamos ganando la guerra- la posesión brasileña
de la Banda Oriental y nos comprometía a abonarle a Brasil una indemnización por las pérdidas
ocasionadas durante el conflicto. Inglaterra presionaba para terminar con el enfrentamiento bélico,
porque se perjudicaba su comercio, y quizás instó a García para firmar ese tratado sin el acuerdo de
Rivadavia.
Entre otras cosas, Argentina consentía la separación definitiva de la Banda Oriental dando a su
vez ingerencia brasileña en la Banda Oriental. No pudiendo cumplir su sueño histórico de adueñarse
de la Banda Oriental, el Imperio lograba al menos separarla de las Provincias Unidas, logrando
además legalizar su ingerencia en dicha provincia, tal como se desprende de la Convención
rivadaviana, en particular los artículos 1°, 2° y 3°.
Como si esto hubiera sido poco, en un “artículo adicional”, Brasil lograba que la Argentina
lograra la ansiada libre navegación de los ríos interiores de la República.
Fue tan escandaloso el tratado de paz, que Rivadavia se vio obligado a renunciar.
Enterado San Martín, le escribe a O´Higgins el 20 de octubre de 1827:
118
HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
“Me dice Ud. no haber recibido más cartas mías; se han extraviado, o mejor dicho se han
escamoteado ocho o diez cartas mías que le tengo escritas desde mi salida de América; esto no me
sorprende, pues me consta que en todo el tiempo de la administración de Rivadavia mi
correspondencia ha sufrido una revista inquisitorial la más completa. Yo he mirado esta conducta
con el desprecio que merecen sus autores....ya habrá sabido la renuncia de Rivadavia. Su
administración ha sido desastrosa y solo ha contribuido a dividir los ánimos. Yo he rechazado
tanto sus groseras imposturas como su innoble persona. Con un hombre como este al frente de la
administración no creí necesario ofrecer mis servicios en la actual guerra con el Brasil, por el
convencimiento en que estaba, de que hubieran sido despreciados” (Altamira Roberto. Op.cit.
Museo Histórico Nacional. Piccinali.Op.cit. cap. XII) (JS.p.41).
El País de 1828
El 8 de diciembre de 1829, entre el entusiasmo de la multitud y la esperanzada expectativa de
los sectores gobernantes, Juan Manuel de Rosas se hace cargo del gobierno de Buenos Aires. El
presidente de la Sala Legislativa al tomarle juramento lo saluda como “digno Restaurador de las
Leyes”; el electo advierte que “las circunstancias han podido más que todo, y sólo por su influjo he
aceptado”, porque su deseo habría sido vivir en el retiro laborioso de sus estancias.
¿Qué quedaba del extenso y fuerte Virreinato del Río de la Plata? Apenas trece municipalidades
que de Salta a Buenos Aires y de Mendoza a Corrientes seguían llamándose argentinas, más por
costumbre que por una real unidad. El Alto Perú se había separado, el Paraguay mantenía su
aislamiento, la Banda. Oriental fue arrancada como precio de una guerra ganada con las armas, pero
perdida en la diplomacia. Y las trece mal unidas "provincias" amenazaban dislocarse en trece
republiquetas independientes y enemigas: América del Sur estaba amenazada de la suerte que cabría
– años después – a América Central.
Dos Argentinas
Dos Argentinas irreconciliablemente divididas por una opuesta conciencia de lo que es la patria
habían surgido de la Revolución de Mayo. La Argentina racionalista y liberal abierta a lo foráneo, y
aquella formada por quienes tenían en común una tradición histórica y modalidades que la
diferenciaban de otros pueblos aunque aceptaban muchos presupuestos revolucionarios. El país que
miraba hacia afuera, y aquel que lo hacía hacia adentro. Políticamente aquellos terminaron por
llamarse unitarios, y éstos federales; pero no los separaba solamente una divergencia teórica sobre
mayor o menor centralismo. No era la suya una discrepancia académica, sino un divorcio profundo
sobre el concepto mismo de nacionalidad.
Un factor decisivo en la discordia argentina fue la injerencia británica.
El siglo XIX, entiéndanlo o no algunos, se inauguró bajo el signo del dominio británico. Que no
fue necesariamente invasión militar, sino, y sobre todo, aprovechamiento ideológico-económico de
los países de tradición católica hispánica. Lo dijo Castlereagh en un famoso Memorial al gabinete el
lº e mayo de 1807, oponiéndose a la invasión a Buenos Aires que hacía Whittelocke en esos
momentos; documento que puede considerarse la piedra fundamental del imperialismo comercial e
indirecto que en adelante habría de regir la política británica en el Plata: "La acción que ahora
estamos desenvolviendo (en el río de la Plata) no nos va a producir beneficios comerciales o
políticos sino a costa de gastar grandes recursos militares... Debemos actuar de manera acorde
con los sentimientos e intereses del pueblo sudamericano..., abandonar la esperanza de conquistar
esta extensa población contra el temperamento de sus gentes... Si nosotros nos acercamos a ellos
119
HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
como comerciantes y no como enemigos, podríamos dar energía a sus impulsos locales y
conseguiríamos abrogar las prohibiciones contra nuestro comercio. Que es nuestro gran interés”.
La Guerra Civil
Federales contra unitarios, montoneras contra tropas regladas: esa fue la historia de los nueve
años que corrieron entre 1820 y 1829. Años de mal llamada “anarquía”, porque no hubo gobierno
central hasta inaugurarse el Congreso en diciembre de 1824; y no lo hubo, porque el partido de los
principios, o de has luces – que después se llamaría unitario –, adueñado nuevamente de Buenos
Aires hizo fracasar el congreso que Bustos intentó reunir en Córdoba a fines de 1820.
Años del porvenir material para Buenos Aires que se había incautado de la aduana – no obstante
ser recurso nacional – y la hacía servir a sus mejoras edilicias. Buenos Aires tuvo avenidas,
ochavas, alumbrado, empedrado, museo, escuelas lancasterianas, universidad; pero sin recursos
nacionales.
Un congreso de doctores afiliados a la masonería en su mayor parte, elegidos de buena fe en
1824 por los caudillos provinciales para reanudar la unidad nacional y recuperar, por lo menos, la
Banda Oriental, se alzó con el país prescindiendo de la realidad que lo sostenía y circundaba. Se
olvidó de la guerra con Brasil que Las Heras había preparado, y declarado en enero de 1826: lo
reemplazó en el poder con Rivadavia quien, olvidado de la guerra puso exclusivamente su empeño
en nacionalizar las riquezas minerales previamente entregadas a una compañía británica de la que
era presidente. Como las provincias entendían ser las dueñas de su riqueza armó un ejército,
llamado presidencial, (para éste dio dinero el banco inglés, que lo rehuía al que peleaba contra el
enemigo exterior), ejército que puso a las órdenes de Lamadrid y encargó voltear las situaciones
federales. Contra Lamadrid fue Quiroga con las milicias imbatibles de La Rioja para vencerlo en el
Rincón de Valladares el 6 de abril de 1827. Pocos días después una liga de gobernadores exigía
patrióticamente el retiro del presidente y disolución del Congreso, comprometiéndose a seguir ellos
la guerra contra Brasil.
Así fue la guerra civil llamada de la Presidencia (1826-1827).
No importa. El Congreso ha encontrado el medio para afrontar la tremenda crisis: una
“constitución que haría la felicidad de los argentinos”. Por supuesto centralista, extranjerizante y
liberal, y donde el presidente de la República disponía de las minas. Muy seriamente Valentín
Gómez, Manuel Antonio Castro o Manuel Bonifacio Gallardo pronuncian largos discursos citando a
Daounou, que replican Dorrego, Cavia y Galisteo con menciones de Jay o de Hamilton, porque tan
despistados andaban en el trance los diputados de la mayoría unitaria como aquellos de la minoría
federal. Mientras retumbaban en el recinto de sesiones los cañonazos de Brown que defendían la
rada de un desembarco brasileño, y ninguna provincia (Buenos Aires había desaparecido como tal)
estaba dispuesta a aceptar el cuadernito de los doctores.
Dorrego
No obstante la pobreza de su armamento, la baquía de Brown abatió a la escuadra brasileña en
Juncal el 8 y 9 de febrero de 1827; y pese a no pagarse los sueldos y mezquinarse el racionamiento,
era tal la veteranía de los soldados argentinos, que triunfaron en Ituzaingó el 20 del mismo mes.
Pero la guerra ganada militarmente en febrero se perdió diplomáticamente en mayo con la misión
de Manuel José García entregando la Banda Oriental a los vencidos a fin de que el ejército exterior
regresase para sostener al agónico régimen y las minas presidenciales.
No pudo ser por el rechazo unánime y bullicioso de la opinión. Entre la rechifla general el
presidente, que había tratado de eludir su responsabilidad en la misión de García, debió renunciar el
27 de junio creyendo sinceramente “haber dado días de gloria a la patria".
Vinieron tiempos federales. Dorrego, gobernador de la reconstituida provincia de Buenos Aires
reunió una Convención Nacional en Santa Fe para reanudar la unión (la provincia de Tarija se había
evadido en el desbarajuste presidencial), y seguir la guerra contra Brasil.
120
HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
No pudo. El banco, controlado por el ministro inglés Ponsonby no le daba dinero "sino para
pequeños gastos administrativos", y debió firmar la paz como lo exigían los ingleses:
desprendiéndose de la Banda Oriental, aunque, por lo menos, consiguió que no fuese brasileña.
Revolución Unitaria
Volvió el ejército, cuya oficialidad pertenecía a los liberales, y era opuesto al gobierno que
llamaba de la chusma. Derrocó a Dorrego el 1º de diciembre de 1828. Pero no bastaba con sustituir
a Dorrego con Lavalle, ni agasajar a las tropas de éste “por las señoras más distinguidas de Buenos
Aires" como informa el oficioso El Tiempo, ni que el directorio pro-británico del Banco Nacional
resolviese pagar los sueldos atrasados – que se remontaban a casi un año – del ejército “por su
patriótica actitud".
Ni que Juan Cruz Varela se regocijase en El Pampero: “La gente baja ya no domina, y a la
cocina se volverá".
Habría de hacerse imposible toda reacción federal, imponiéndose por medio del terror. El
Pampero aconsejaba a Lavalle "degollar por lo menos cuatro mil federales”. Una locura homicida
se apoderó de los más dignos militares. Dorrego fue fusilado por orden de Lavalle el 13 de
diciembre; Juan Apóstol Martínez, un héroe de la Independencia, recorre la campaña matando
gauchos a los que hace cavar sus propias fosas; Estomba, otro héroe, mata tantos federales que
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Rosas ha sido el comandante general de campaña de Dorrego, cargo que aceptó a instancias de
su pariente Tomás Manuel Anchorena. Ha quedado junto al gobernador depuesto aunque no se
considera un político; pero es leal y cree que no debe abandonarlo en esos momentos.
El fusilamiento de Dorrego lo convirtió en el jefe de los federales. A su previsión y tacto se
debió la derrota unitaria y consiguiente victoria federal. Es ahora el ídolo de la clase popular, que lo
aclama como gobernador. Pero no quiere serlo; no se cree llamado a un destino político. Es sólo un
hombre de trabajo y de orden. Entiende que simplemente ha hecho "lo que cualquier argentino haría
en las circunstancias”. Para evitar las efusiones del pueblo no ha querido entrar en la ciudad,
refugiándose en su estancia "Los Cerrillos".
No obstante, no puede sustraerse a su destino. La Sala Legislativa confirma el 6 de diciembre al
gobernador deseado y proclamado por las masas populares, convencida de que era el único capaz de
mantener el orden en el medio convulsionado. El estanciero de Los Cerrillos no toleraría en el
gobierno "ni cuzcos ladradores, ni peones doctores”, como decía su reglamento campero.
Rosas esperaba en 1829 la unidad de los argentinos, tal vez porque le faltaba la experiencia de
San Martín. Para conseguirla, acabó por aceptar el gobierno. Confirmó el ministerio de Viamonte,
que también era el último de Lavalle, formado por dos apolíticos – Tomás Guido y Manuel
Escalada – y un unitario de campanillas: Manuel José García. Como Escalada no acepta, lo
reemplaza por un federal: Juan Ramón Balcarce.
Reseña
Luego de la revolución del 1° de diciembre de 1828 y del fusilamiento del gobernador Manuel
Dorrego el 13 de diciembre de 1828, quedan enfrentados los federales y unitarios, representados los
primeros por Estanislao López en Santa Fe y Rosas en la provincia de Buenos Aires, (a cargo de la
comandancia del ejército en dicha provincia) y los segundos por Lavalle y los “decembristas”
unitarios que intrigaron para el fusilamiento de Dorrego.
Inmediatamente del pacto se inicia una correspondencia entre los jefes militares, y al mismo
tiempo se inicia, (o continúa), la
intriga unitaria para manejar la
voluntad y volatilidad de
Lavalle, “la espada sin cabeza”.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
El 3 de julio de 1829, Rosas, fiel a su proceder de cumplir la palabra empeñada le contesta con
visión política y animo conciliatorio una carta a Lavalle
Es evidente la actitud conciliadora de Rosas, y la voluntad de cumplimiento de lo pactado.
Estas confiadas expansiones, que no hacían más que corresponder a las de Lavalle, cesaron de
pronto al producirse el impasse de las elecciones. La parte más importante de las estipulaciones de
junio era el artículo secreto por el cual los dos contratantes habían convenido auspiciar una lista
mixta de diputados, y a determinados nombres para los cargos de gobernador, ministros, etc., siendo
condición sine qua non de los tratados públicos el cumplimiento del artículo único secretamente
acordado.
Pero como de costumbre la intriga unitaria no cesaba, y de regreso en la ciudad sus amigos
dijeron a Lavalle que había sido burlado, que la lista convenida para formar la nueva legislatura
daría enorme ventaja a los federales, y que los candidatos para los primeros puestos del gobierno
eran criaturas de Rosas o caerían fácilmente bajo su influencia. El jefe revolucionario fue
presionado por su círculo para que dejase sin efecto lo pactado. Después de resistirse algún tiempo,
Lavalle cedería a la presión escribiendo a Rosas una carta, el 16 de julio, en que le abre su pecho,
arguyendo la necesidad de reconsiderar lo estipulado solemnemente.
Rosas fue al gobierno en 1829 como hombre "de orden". No era un político, y llegaba a las
posiciones públicas como consecuencia de sus actividades privadas. Era el hombre serio, de trabajo
y de acción, de quien se esperaba restauraría el imperio de "las leyes" tan conculcadas hasta
entonces. Sabíase que el "Restaurador de las leyes" no toleraría ninguna infracción a ellas, de la
misma manera que el estanciero de "Los Cerrillos" no aceptaba tergiversaciones a sus reglamentos
camperos.
Pero Rosas era algo más que un hombre de orden. Era el argentino por excelencia, en quien se
encarnaban todas las virtudes y todas las posibilidades de la raza criolla. Al elegirlo gobernador en
las difíciles circunstancias del año, presentíase al único defensor posible de la nacionalidad, Rosas
era el polo opuesto de Rivadavia, hasta en lo físico: si éste fue hacedor de proyectos, aquél, en
cambio, construyó realidades; mientras uno soñaba con una Argentina europeizada, el otro trataba
de salvar la Argentina de siempre. Si reforma fue palabra rivadaviana, restauración constituyó el
lema rosista. Ambos términos son sobradamente expresivos: la restauración se opuso a la reforma
como lo nacional a lo extranjero, como el propio Rosas, hombre de tierra, a Rivadavia, hombre de
especulaciones foráneas.
La política económica de Rosas tenía que diferir fundamentalmente de la de Rivadavia. Rosas no
era tan ingenuo como para creer en el desinterés de la ayuda extranjera, ni tan escéptico que no
tentara desenvolver, con recursos propios, las posibilidades del propio país. Argentino de cuerpo y
alma, creyó firmemente en la capacidad y competencia de su raza. ¡Si el mismo era un ejemplo de
las grandes cualidades de trabajo y de progreso que tenía el criollo! Hombre de empresa, había
llenado la pampa con magníficas estancias productivas, fundado saladeros y dispuesto de una flota
de barcos que transportaba sus productos hasta el mercado consumidor. Y todo ello sin la ayuda del
crédito o la dirección técnica extranjera. Al contrario, llevándose por delante la oposición de ésta.
En sus estancias el gringo era bien recibido, pero a condición de trabajar a lo criollo; con lealtad
hacia el patrón y los compañeros y sin hacerle asco a las jornadas duras. Trabajo que ha sido
llamado despectivamente "feudal", porque se parece exteriormente a la estructura medieval - con su
patrón y sus peones formando una verdadera unidad, fundada en la ayuda y el respeto mutuo - más
que a la "capitalista", donde patrones y obreros son entidades distintas y opuestas, vinculadas
apenas por las necesidades imprescindibles de trabajo y salario. Pero esta semejanza con el
feudalismo es solamente superficial, pues la "estancia" es una estructura capitalista como lo ha
demostrado, entre otros, Eduardo Astesano (1).
123
HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Después de las violentas crisis de 1825-27 y 1828-31, en que la minoría desplazada quiso
retomar posiciones valiéndose del Congreso en aquélla y de la oficialidad del ejército en ésta, tres
provincias firman en Santa Fe el Pacto Federal, poco después aceptado por las restantes de la
nacionalidad escindida.
El Pacto organiza la nación – lo que sobrevivía de la nación – como un acuerdo de convivencia y
defensa mutua entre comunas autónomas: nace la Confederación Argentina, “unión permanente”
dice el art. 1º, ligado, por una vinculación espiritual que suplía la inexistencia de un fuerte poder
central. Otra cosa no se podía hacer en 1831, por recelos mediterráneos al puerto y susceptibilidades
provincianas. Pero se creaba el instrumento que, manejado con prudencia y voluntad, daría por
resultado la consolidación definitiva.
Rosas, el iniciador del Pacto en los trámites previos en 1830; haría esa obra. Es un político – un
gran político – que no se deja alucinar por palabras ni lo satisfacen victorias aparentes. No cree en
la eficacia de las constituciones importadas, ni en la urgencia de reunir un Congreso de
notabilidades intelectuales: los ejemplos de 1819 y de 1826 están fijos en su memoria, y no cesa en
sus cartas a los caudillos de provincias de desenmascarar la prédica minoritaria por el cuadernito.
Su enérgica voluntad logra en veinte años de gobierno concluir con la anarquía endémica de Buenos
Aires y reconquistar el bienestar económico para el interior, pese a los obstáculos que
tesoneramente le colocan los desplazados. Afirma la Confederación Argentina en el exterior y en el
interior, y hasta intenta – obra en donde fracasa y es la causa de su caída – la reconstrucción de la
antigua nacionalidad del Plata.
La unidad nacional es producto de sus veinte años de gobierno. Poco a poco, sin premura pero
con energía, ha limado las asperezas que obstaban. El Encargado de las relaciones exteriores de
1831 se convierte en el omnipotente Jefe Supremo de la Confederación de 1850: las provincias
“soberanas” prontas a escaparse de la nacionalidad, vuelven a su antigua condición de municipios
autónomos. El federalismo argentino no era otra cosa.
Dispuesta la expedición que debía acabar con los indios que asolaban la hasta entonces poco
tranquila frontera de la provincia de Buenos Aires, tanto el gobierno de Chile como Quiroga
124
HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
aceptaron el proyecto preparado por Rosas y acordaron que la expedición se compondría de tres
divisiones: la de la derecha, formada por fuerzas de aquella República al mando del general Bulnes,
debía batir a los indios y arrojarlos al oriente de la cordillera de los Andes; la del centro, con fuerzas
de las provincias de Cuyo y del interior, al mando del general Juan Facundo Quiroga, debía operar
en la pampa central, y la de la izquierda, al mando del general Rosas, atacaría a los indios a lo largo
del río Colorado y márgenes del río Negro, reuniéndose con las anteriores divisiones en "Los
Manzanos", naciente del río Negro.
Es sabido que por complicaciones ocurridas en la política interna del vecino país, el plan,
madurado a base del concurso chileno, no se llevó a cabo, de modo que para lo sucesivo tuvo que
modificarse el primitivo proyecto que aunque siempre contando con la acción de tres divisiones,
serían divisiones exclusivamente argentinas:
1°) La de la izquierda, al mando de Rosas, con el campo de acción limitado a lo largo de los ríos
Colorado y Negro hasta el Neuquén;
2°) la del centro, al mando del general Ruiz Huidobro, para actuar en la pampa central; y
3°) la de la derecha, al mando del general Félix Aldao, que operando por la región andina, debía
reunirse con el general Rosas cuando este último llegase al Neuquén.
El general Quiroga conservó el título de general en jefe de la expedición; pero poco tiempo más
tarde lo renunció a pretexto de que nadie había tan indicado como Rosas para que fuera el jefe. El
general Pacheco fue nombrado jefe del Estado Mayor.
125
HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Narciso del Valle, Francisco Sosa, Miguel Miranda, Juan Pedro Luna, Juan J. Hernández, Faustino
Velasco, Roque Cepeda, Felipe Jullanes, etcétera.
El día 10 de mayo el general Pacheco ocupó el río Negro e hizo pasar a la otra margen a los
escuadrones mandados por Lagos y Sosa, quienes el 26 del mismo derrotaron al cacique Payllaven,
obteniendo en sus resultados una victoria provechosa.
Más tarde destacó Rosas al coronel Ramos con una división de 400 hombres para que batiese a
los indios de la región andina; lanzó otra expedición al mando del mayor Leandro Ibáñez por las
regiones que se extienden al sur del río Negro; con los indios de Catriel y Cachul y con cuatro
compañías de infantería formó una división al mando del coronel Rodríguez, para que excursionara
en el país de los Ranqueles.
El general Pacheco, que avanzaba por ambas márgenes del río Negro, llegó a la isla de Chocle
Choel y el 3 de julio, pasando su tropa en changadas y su caballería a nado, atacó la isla, acuchilló y
apresó a todos los indios.
Un completo éxito coronó los esfuerzos del general Rosas y de los demás jefes destacados en
distintas comisiones de guerra. La división de la izquierda conquistó para la civilización dilatados y
ricos territorios que fueron agregados a los límites de la provincia.
A principios del año 1834, Rosas regresó con su división a Napostá, dejando destacamentos en
Chocle Choel, en su cuartel general del río Colorado, en la margen del río Negro y en diversos
puntos.
Con motivo de esta expedición contra los indios, la Honorable Sala de Representantes sancionó
el 30 de septiembre de 1834 una nueva ley sustituyendo a la donación de la isla de Choele Choel la
de sesenta leguas de tierra, de propiedad pública, en los puntos de la campaña de la Provincia que
Rosas eligiera.
Según tenemos oído ubicó estas tierras en la parte sur, llamada Lobería.
A propósito del rescate de las familias cautivas libradas entre los indios, en el año 1835 se
publicó por la imprenta del Estado un folleto de 92 páginas con el título siguiente: Relación de los
cristianos salvados del cautiverio por la división izquierda del ejército expedicionario contra los
bárbaros, al mando del señor brigadier general don Juan Manuel de Rosas, en número de 707
individuos.
En 1835 Rosas llega por segunda vez al poder. No obrará ahora como simple gobernador de
Buenos Aires, delimitando su esfera de influencia con los fuertes señores feudales de Santa Fe y La
Rioja. Quiroga acaba de caer en la encrucijada alevosa de Barranca Yaco, mientras López, postrado
por enfermedad mortal, ya no es el poderoso Patriarca del año 20, que ataba su pampa famoso en la
Pirámide de Mayo e imponía su ley a media Argentina.
No es tampoco el gobernador de 1829, que tenía a Manuel José García como ministro y buscaba
solamente el "orden" interno. Ahora se ha dado plena cuenta de la fuerza del imperialismo británico,
y se apresta a batirlo en brecha.
Rosas será, cada vez en mayor grado, el señor absoluto de la Confederación. Los satélites de
Quiroga y López han de plegarse a la ley que ahora se dicta en Buenos Aires: Heredia, Echagüe,
Ibarra reconocerán la jefatura del Restaurador y con ella la preeminencia de lo nacional sobre lo
local.
De allí la diferencia entre el Rosas de 1829 y el de 1835: aquel era simplemente un gobernador
de Buenos Aires; éste es el jefe indiscutible de la Confederación. Actuará como hombre de la
Argentina, decidido a terminar radicalmente con los factores de des unión. La unidad comenzada en
1831 ha quedado establecida de la única manera posible: sin constituciones importadas, sin leyes
foráneas, anudando pacientemente los pequeños centros políticos a una jefatura nacional: de
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
pluribus unum. Por una paradoja de la historia, los federales restauraban la unidad nacional que los
unitarios habían deshecho.
Pero no era bastante con la unidad política de los "pactos"; se hacía necesario lograr la armonía
económica entre las distintas partes de la Confederación. Y Rosas comprendió que la restauración
de la vieja riqueza industrial del virreinato, al tiempo de significar la reconquista de la perdida
independencia económica, quitaría los recelos provinciales hacia Buenos Aires. Por ello dictó la ley
de Aduana del 18 de diciembre de 1835, que protegía los productos de fabricación nacional.
Era la tesis correntina que se imponía después de cuatro años de haber sido rechazada en Santa
Fe. El articulado de la ley reproducía en parte el petitorio de Ferré en 1831, mientras sus
consideraciones hallaron eco en los mensajes firmados por su antiguo antagonista Roxas y Patrón,
Tal vez Rosas fue convencido por los argumentos de Ferré: saber escuchar es condición de buen
gobernante y es, sobre todo, condición de gran caudillo. Por eso dirá Alberdi de Rosas en 1847: "Se
le atribuye a él exclusivamente la dirección de la República Argentina. ¡Error inmenso! El es
bastante sensato para escuchar cuanto parece que inicia; como su país es muy capaz de dirigir
cuando parece que obedece" (17).
La ley de Aduana terminaba con el liberalismo económico de 1809. Esto puso en explicable
conmoción a los cenáculos unitarios de Montevideo: ¿El liberalismo económico por el suelo ! ¡El
bárbaro! ¿Qué diría Quesnay?
El 18 de noviembre de 1835, en uso de la suma del poder público, Rosas dicta por su propia
autoridad, la Ley de Aduana que regiría desde el 19 de enero de 1836. Rompe con ella el esquema
liberal.
Un doble propósito tenía dicha ley: la defensa
de las manufacturas criollas, perseguidas desde
1809, y el renacimiento de una riqueza agrícola,
casi extinguida desde la misma fecha.
La ley tenía diversas escalas de aforos: la
prohibición absoluta aplicábase a aquellos
artículos o manufacturas, cuyos similares
nacionales se encontraban en condiciones de
satisfacer el consumo, sin mayor recargo de
precio. Se gravaban en cambio con un 25 por
ciento aquellos otros cuyos precios era necesario
equilibrar con la producción nacional para
permitir el desarrollo de ésta; así como los
sucedáneos extranjeros (café, té, cacao, garbanzos) de productos argentinos.
Con el 35 por ciento se aforaban aquellos cuyos similares criollos no alcanzaban a cubrir
totalmente el mercado interno, pero que podrían lograrlo con la protección fiscal. Y con el 50 por
ciento, finalmente, algunos productos (como las sillas inglesas de montar), tratados como artículos
de lujo, por no llenar necesidades imprescindibles.
Esto en cuanto a las importaciones. Las exportaciones sufrían en general, la módica tasa del 4
por ciento a los solos efectos fiscales, que no se aplicaba a las manufacturas del país, a las carnes
saladas embarcadas en buques nacionales, a las harinas, lanas y pieles curtidas. Pero los cueros,
imprescindibles a la industria extranjera y cuyo mercado casi único era el Río de la Plata, abonaban
el fuerte derecho de ocho reales por pieza, que equivalía más o menos a un 25 por ciento de su
valor.
Los productos sacados para el interior eran librados, como lo había pedido Ferré en 1831, de
todo, gravamen.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
b. Administración pública:
"En la hacienda pública no hay suma de poderes", diría Rosas en la sala legislativa al
reorganizar, en 1835, las funciones de la Contaduría. Seguía en esto la honrosa tradición de las
autoridades españolas, que todo lo podía menos gastar un ochavo sin rendir cuentas.
La política administrativa de Rosas consistió en los tres postulados que expuso en su mensaje inicial
de 1835: estricta economía en los gastos, eficiencia en la administración, correcta recepción de la
renta.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
c. Tierra pública:
Rivadavia había hipotecado la tierra pública en garantía de la deuda externa; por eso no la pudo
vender y debió movilizarla entregándola en enfiteusis. No fue una medida de progreso, como dicen
algunos despistados: las concesiones de enfiteusis fueron en extensiones de cien leguas o más, y
nunca se cobró el arrendamiento.
Rosas dictó varias leyes sobre tierras públicas. La Ley Agraria del 10 de mayo de 1836, que
restableció la propiedad de la tierra (pasándose por alto la garantía del empréstito, como si no
existiera) : se daba opción de compra a los enfiteutas que poseían la tierra, pero pagando sus
alquileres atrasados y abonando un "justo precio" por cada legua; si no lo hicieran, se la vendería en
suertes de estancia (media legua por legua y media) a quien pagase mejor precio.
Como la mayor parte de los enfiteutas no quisieron comprar, Rosas les anuló sus concesiones, el
28 de mayo de 1848, y puso en venta las "suertes de estancias", con aviso de remate en los
periódicos. La respuesta de los enfiteutas fue la revolución de los estancieros del sur (que algunos
llaman de "los libres del sur") de noviembre de 1839.
En marzo de 1838 había empezado el bloqueo francés y los negocios rurales no prosperaban. No
hubo, por lo tanto, mayores compras de tierras. Entonces Rosas resolvió donarla "a quien quisiese
trabajarla"; por decreto del 9 de noviembre de 1839 (dos días después de la victoria sobre los "libres
del sur", en Chascomús) la repartió entre militares y civiles en fracciones que iban de seis leguas a
tres cuartos. Como nadie, o muy pocos, tenían capital para poblar, la Casa de Moneda les abriría un
crédito suficiente, con la garantía del juez de paz del partido.
"Rosas malbarató la tierra pública", han dicho los antirosistas; era un "régimen arbitrario",
agrega Vicente Fidel López, “porque sólo sus partidarios políticos podían gestionar la garantía del
juez de paz".
Es cierto; se colonizó la tierra en pequeñas fracciones, y encima se les dio plata a los pobladores,
y, desde luego, el enemigo político o el indiferente no pudieron optar a ella. Pero debe
comprenderse que la única garantía posible era la conducta personal, porque no se podía hipotecar
la tierra, que nada o muy poco valía. El juez de paz del partido garantizaba con su palabra que el
peticionante era “buen federal” y en esa garantía política estaba todo. Si no cumplía por sequías o
epidemias, un testimonio del juez bastaba para prorrogar la letra; si era por otros motivos, el juez
debería explicarle al gobernador por qué había llamado “buen federal” a un tramposo. Y mejor era
para éste escaparse a Montevideo.
El debate entre Rojas y Patrón con Pedro Ferré
Durante las discusiones sobre el Pacto Federal, hubo una controversia sobre el modelo a seguir
(librecambio o proteccionismo) y la conveniencia de abrir o no más puertos que Buenos Aires. En
este enlace se puede leer la misma, lo cual puede usarse como base para un debate en clases.
https://www.slideshare.net/pablolarango/controversia-rojas-y-patron-ferre
d. Comercio exterior:
En 1825, en tiempos de la "Reforma", se importaban artículos extranjeros por valor de ocho
millones de pesos fuertes aproximadamente, exportándose productos nacionales tan sólo por cinco
millones de la misma moneda, lo cual dejaba un saldo de tres millones contra nuestro país. A partir
de la ley de Aduana de 1835 las exportaciones van a ir subiendo vertiginosamente, mientras las
importaciones lo harán en una proporción inferior. En 1851, en las vísperas de Caseros, el monto de
aquéllas sobre éstas es ya favorable a la Argentina: 10.550.000 de artículos extranjeros importados
para 10.633.525 de productos nacionales exportados. La balanza comercial había sido nivelada.
Este aumento notable del valor de las exportaciones, se encuentra lejos de acusar su real
crecimiento en volumen, pues el precio a que se pagaban en 1851 los productos pecuarios en los
mercados europeos era más o menos la mitad del pagado en 1825. De allí que, en líneas generales,
puede calcularse que la Argentina cuadruplicó la cantidad de sus exportaciones, mientras
aumentaba solamente en un 20 %, poco más o menos, sus importaciones.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Después de las medidas de liberación económica y financiera tomadas por Rosas entre 1835 y
1837, era cuestión de tiempo la intervención inglesa, y el Restaurador se preparó a resistirla. En lo
que se equivocó fue en suponer que todos los argentinos, sin distinción de divisas partidarias
estarían con su patria: no creyó Ya se desengañaría que algunos compatriotas antepondrían las
conveniencias partidarias o de clase a la nacionalidad misma.
No llegó de inmediato la esperada intromisión británica. Vinieron los franceses a sacarles las
castañas del fuego a los ingleses; la Francia del rey Luis Felipe y la Inglaterra de la reina Victo ria
estaban unidas por la llamada “entente cordiale” y actuaban juntas en las empresas coloniales,
repartiéndose el producido; Francia muy patriotera muy chauvin, usando el término corriente
entonces buscaba la "gloria de la tricolor", bastante menguada después de la caída de Napoleón;
Inglaterra, más práctica, ventajas comerciales.
El 30 de noviembre de 1837 el vicecónsul francés en Buenos Aires, Almé Roger, presenta por
orden de su gobierno una insolente al gobierno argentino: que pusiera en inmediata libertad al
litógrafo suizo César Hipólito Bacle, detenido en su casa particular, por haber vendido planos del
Estado Mayor argentino al gobierno de Bolivia, con el que se estaba en guerra; que igual se
procediera con un cantinero francés acusado de un delito común; y que no se llamase a los franceses
residentes en el país al servicio de milicias, como lo disponía la ley para los extranjeros con
propiedades y familia aquí. Invocaba, para esto último, que los ingleses estaban exceptuados del
servicio de milicias por su tratado con Rivadavia.
Después agregaría otros cargos,
amenazando con "tomar las medidas
consiguientes al honor de Francia", si no
se le satisfacía "con urgencia".
Roger obraba en cumplimiento de
instrucciones del gobierno francés del 7
de julio, que un día antes, había ordenado
al contralmirante Leblanc “apoyase
coercitivamente" las reclamaciones del
vicecónsul.
El gobierno argentino no se negó a
darle a los franceses "el mismo trato que a
los ingleses", pero siempre que se
concluyese un tratado de obligaciones
recíprocas como con aquéllos; de ninguna
manera a título de imposición (8 de enero de 1838).
Roger pidió, entonces, audiencia a Rosas, concedida para el 7 de marzo. El gobernador "con
cortesía, pero con firmeza" (informa el francés) insistió en "no aceptar imposiciones".
Como Roger, con escaso tacto, habló de que Francia "desataría la lucha de partidos, imponiéndose
a los enemigos del federalismo", Rosas lo trató a los gritos (el ministro inglés Mandeville, en
antesalas, oyó los gritos y "malas palabras"), asegurando que "los argentinos no se unirían al
extranjero", y si la escuadra de Leblanc pretendía imponerse por la fuerza, tal vez lo conseguiría
pero "debería contentarse con un montón de ruinas".
Sobrevino entonces la ruptura; Leblanc quiso dar "una última oportunidad" a Rosas para
que "reflexionase sobre las consecuencias" que traería "al país que os ha escogido para
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
gobernarlo" (24 de marzo). Rosas le contestó que "exigir sobre la boca del cañón privilegios que
sólo pueden concederse por tratados, es a lo que este gobierno, tan insignificante como se quiera,
nunca se someterá" (27 de marzo). En consecuencia el contraalmirante declaró el riguroso bloqueo
(28 de marzo).
El bloqueo fue tremendo. No hubo recursos públicos, y no pudieron pagarse los sueldos
(rebajados a la soldada de un milico). Los profesores no cobraron (los unitarios se negaron a dictar
clase en esas condiciones), pero no obstante la universidad no se cerró: los maestros fueron pagados
por las familias de los alumnos, y hubo que repartir los huérfanos del Asilo entre las señoras de la
Sociedad de Beneficencia. No había pan (la mayor parte de la harina se traía de Río Grande), y
tampoco mercaderías extranjeras. Pese a todo el pueblo aguantó estoicamente junto a su jefe, pero
la "clase principal" puso el grito en el cielo. Quedó demostrada la paradoja de que los bloqueos
molestan a quienes se privan de lo superfluo, pero los toleran quienes carecen de lo indispensable.
Mariquita Sánchez, hasta entonces amiga de Rosas, se distanció de éste porque "no hay jabones de
olor en Buenos Aires"; en cambio los humildes, sin pan y con poca yerba, se sintieron cada vez más
solidarios con el Restaurador.
No se limitó Leblanc al bloqueo del litoral argentino. Quiso disponer de Montevideo como base
de operaciones, y así lo pidió al presidente Oribe, que se negó cortésmente: el Uruguay era neutral
en el conflicto. Entonces los franceses financiaron una revolución de Fructuoso Rivera, y Oribe fue
sustituido por éste (23 de octubre) ; Montevideo quedó convertida en base de operaciones contra la
Argentina y don Fructuoso, muy seriamente, firm6 una declaración de guerra contra Rosas, que le
llevó Aimé Roger (24 de febrero de 1839)
Después de vencer la resistencia de algunos patriotas (entre ellos Lavalle ), se formó en
Montevideo un gobierno argentino en el exilio encargado de insurreccionar todo el país. Se lo llamó
"Comisión Argentina" y estaba integrado, entre otros, por Florencio Varela, Salvador María del
Carril y Julián Segundo de Agüero.
Los franceses no harían la guerra directamente a la Argentina: se valdrían de auxiliares (el
término les pertenece) que armarían generosamente. Uno de ellos que en gran parte los burló , fue
Rivera; los otros fueron el ejército libertador de Lavalle, los "libres" del sur, la Coalición del Norte,
que ensangrentaron el país entre 1839 y 1840. No es un secreto que la Comisión Argentina los
financiaba con dinero que le daban los franceses. ¿Cómo se sabe esto?... Los documentos han sido
publicados. (Ver Rosas, Nuestro Contemporáneo, p.80)
Todo no pasa de un gigantesco bluff. Cuando Palmerston se pone severo, Luis Felipe amaina
lastimosamente. Mehemet Alí es abandonado en Egipto, y Lavalle en las puertas de Buenos Aires.
En vez de Baudin con sus marinos de desembarco, llegará Mackau con plenipotencias
diplomáticas para hacer la paz como quiera Rosas (29 de octubre de 1840).
Es cierto que el honor francés ha quedado mal parado y las conveniencias inglesas no han sido
satisfechas, quedándose Rosas en el gobierno con su Ley de Aduana, su Casa de Moneda y sobre
todo su prestigio de triunfo. Pero todo se solucionará cuando arregladas las diferencias de ingleses y
franceses, puedan volver juntos a enfrentarse con el difícil Restaurador.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
prepotencia de Roger, la escuadra de Leblanc y las letras de cambio de Baradére. Luchaba por la
soberanía, y ganó la guerra cuando vino Mackau con poderes formales para firmar un tratado.
Alejados los franceses, quedaban los "auxiliares". Rosas aceptó una amnistía para civiles y
tropas, que entendió sólo se extendería a los generales y comandantes de cuerpo que hubiesen
guerreado contra su propia patria cuando por "sus hechos ulteriores se hagan dignos de clemencia y
consideración del gobierno".
Mackau quiso salvar a Lavalle y le ofreció dinero en efectivo y un grado en el ejército Francés;
Lavalle rechazó indignado la oferta, y tal vez entonces comprendió dónde estaba la patria y sus
deberes de patriota trastrocados por los doctores (Varela, Carril) que lo sacaron de su retiro. Porque
la patria no premia a sus servidores con dinero francés y grados de los ejércitos extranjeros.
Derrotado Rivera por Oribe en Arroyo Grande (Entre Ríos) el 6 fr diciembre de 1842, el ejército
aliado oriental-argentino de éste se dispuso a cruzar el Uruguay y arrojar a Rivera y los suyos de
Montevideo (que habían sido puestos allí por los interventores franceses en octubre de 1830). Y
aquí viene la “coercitive mediation” anglo-francesa “para hacer cesar la guerra”, dispuesta por
Aberdeen y Guizot, invocando las indispensables razones de humanidad.
El representante ingles en Buenos Aires había recibido desde antes de Arroyo Grande, la orden
de presentar juntamente con su colega francés de De Lurde, un pedido de que “cesara la guerra en
justa consideración por lo s intereses comerciales”; Si Rosas “persistiera”, se la haría saber
que “el gobierno de S.M.Británica y S.M. el rey de los franceses podrían recurrir a otras
medidas” (12 de marzo de 1842)
Mandeville recibió la nota, y conociendo a Rosas trato de almibararla rebajado la “mediación
coercitiva” a simple pedido de “buenos oficios” (30 de agosto) que Rosas, por pluma de Arana
desechó “hasta concluirse la guerra de satisfacción de argentino y orientales”. (18 de octubre), y
ese año 1842 hizo festejar – por primera vez desde 1810 - la reconquista del 12 de agosto de 1806,
oyéndose en Buenos Aires algunos gritos de ¡Mueran los ingleses!, que alarman a Mandeville y este
transmite a Aberdeen.
La cautela de Mandeville no gustó a Aberdeen, que le ordeno (el 5 de octubre: es decir aún sin
saber la respuesta argentina) “aconsejase a Rosas un allanamiento inmediato, porque era intención
de ambos gobiernos (Inglaterra y Francia) adoptar las medidas que conviden necesarias”.
La instrucción le llegó a Mandeville ya producida la batalla de Arroyo Grande y
disponiéndose Oribe a cruzar el Uruguay con el ejército aliado. Con el representante francés De
Lurde intimó a Rosas que el ejército no atravesase el río bajo la “prevención de las medidas
consiguientes” (16 de diciembre). Rosas dio la callada por respuesta a los diplomáticos “porque en
las cosas argentina y orientales, solo interviene orientales y argentinos”, y reiteró la orden de
cruzar el Uruguay. Oribe así lo hizo el 16 fr febrero de 1846, y empieza el sitio de Montevideo
defendida por los cañones y marineros del almirante ingles Purviis.
El gran talento político de Rosas se revela en esta segunda guerra contra el imperialismo
europeo: su labor de estadista y diplomático fue llamada genial por sus enemigos extranjeros,
aunque por razones obvias no ha encontrado en su patria el reconocimiento que merece.
Analicemos la táctica de Rosas, empezando por comprender que el gobernante de 1842 no es el
mismo de 1829, ni siquiera de 1838, cuando la intervención francesa. Ahora ha comprendido al
imperialismo y sabe los medios de que se vale; también que no puede contar con todos los
argentinos, y una buena parte de ellos precisamente la de mayor gravitación social y económica
estarán con el invasor y con sus libras esterlinas y francos, formarán “ejércitos libertadores”, “libres
del sur”, “del norte”, etc., invocando la "humanidad", la "constitución" o lo que se quiera.
¿Cómo vencer a los interventores y sus auxiliares en una situación tan desventajosa? ¿Cómo
imponerse un país chico y desunido contra otro grande (en este caso dos grandes) con fortísimos
auxiliares internos...? Es posible, pero a condición de cumplirse ciertas reglas: 1) Presentar un frente
interno unido, sin resquicios para las libras y francos del enemigo; y 2) trabajar con habilidad, las
contradicciones internas de éste.
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
Así sucedió. Sobre todo estaban los intereses económicos. El bloqueo de Buenos Aires
perjudicaba a muchos extranjeros y a los exportadores e importadores de aquellos productos
permitidos por la ley de aduana; los propietarios ingleses y franceses de tierras argentinas; en
Francía los manufactureros de tejidos caros, séderías, que no tenían símiles en la fabricación criolla;
los banqueros que les daban crédito, etc.
Todos esos intereses, hábilmente coordinados por Sarratea y Manuel Moreno, jugaron a favor
del triunfo argentino.
Además de todas esas medidas diplomáticas, Rosas tomó las prevenciones militares
correspondientes. Aunque resistir una agresión de la escuadra anglo francesa formada por
acorazados de vapor, cañones Peyssar, obuses Paixhans, etc., parecía una locura, Rosas lo hizo. No
pretendía con su fuerza diminuta cañoncitos de bronce, fusiles anticuados, buques de madera
imponerse a la fuerza grande, sino presentar una cumplida resistencia, que "no se la llevasen de
arriba los gringos".
Artilló la Vuelta de Obligado y allí dio a los anglo-franceses una hermosa lección de coraje
criollo el 20 de noviembre de 1845. No ganó, ni pretendió ganar, ni le era posible. Simplemente
enseñó como diría San Martín al comentar precisamente la acción de Obligado que "los argentinos
no somos empanadas que sólo se comen con abrir la boca"
Cuando los interventores comprendieron que la intervención era un fracaso, que fuera de las
ocho cuadras fortificadas y subvencionadas de su base militar en Montevideo, no podían tener nada
más; cuando los vientos sembrados por los diplomáticos de Rosas en París y Londres maduraron en
tempestades; cuando el mundo entero supo que los países pequeños y subdesarrollados pueden ser
invencibles si una voluntad firme e inteligente los guía, los ingleses y franceses se a apresuraron a
pedir la paz.
En 1847 vinieron Howden y Waleski, para envolver a ese "gaucho" en una urdimbre
diplomática. Se fueron corridos, porque Rosas resultó mejor diplomático que ellos. En 1848
llegaron Gore y Gross; ocurrió lo mismo. Hasta que en 1849 Southern por Inglaterra, y en 1850
Lepredour por Francia, aceptaron las condiciones de Rosas para terminar el conflicto. Incluso la
cláusula 1remenda de humillar los cañones de Trafalgar y Navarino ante la bandera azul y blanca
que de esta manera se presentó al mundo asombrado, reconociendo haber perdido la guerra. Así
Rosas dio al mundo la lección de cómo los pequeños pueden vencer a los grandes, siempre que
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
consigan eliminar los elementos internos extranjerizantes y atinen a manejar con habilidad y coraje
sus posibilidades.
En 1850 Rosas parece más fuerte que nunca. En el orden externo ha rechazado la injerencia
imperialista de las naciones europeas. Manuel Oribe en la Banda Oriental, recupera Montevideo y
estrecha los lazos entre ambas márgenes del Plata. En Bolivia, Manuel Isidoro Belziú se había
impuesto al aristocratismo de Ballivián y formalizaba con Rosas una firme alianza. Hasta Chile y
Perú llegaba la sombra del Restaurador.
Pero quedaba frente a Rosas el más enconado y hábil de los enemigos: el Brasil. No todo Brasil,
desde luego, sino la aristocracia esclavista que gobernaba con Pedro II, recelosa del eco argentino
en los círculos republicanos y senzalas de esclavos. "O Rosas, o el Brasil", había sido la voz de
orden de las elecciones de 1848 que dieron el poder a los conservadores. Si el "sistema americano"
llegaba a unir a Sudamérica en una confederación de estados populares sin clases dominantes ni
ataduras imperialistas ¿qué ocurriría con la aristocracia brasileña, sus recuas de esclavos y su café
barato? Si la política de Rosas unía a la Argentina, República Oriental y Bolivia en un nuevo
Virreinato, del Plata, ¿qué quedaría de la expansión brasileña?
Brasil había querido unirse en 1844 a los interventores anglofranceses, pero no pudo hacerlo.
En 1850 era evidente para todos que Brasil con su ejército de 8 a 10 mil enganchados bisoños, 4
mil reclutados alemanes sin moral ni escrúpulos, no resistiría la invasión de Rosas que dictaría la
paz en Río de Janeiro después de liberar a los esclavos y apoyar gobernantes "americanistas"
amigos.
Firmado el 31 de agosto el tratado Lepredour, que le aseguraba la paz con Francia, Rosas ordenó
a Guido - ministro en Brasil- romper relaciones, preliminar de la guerra.
Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos desde 1841, y comandante en jefe del Ejército
de Operaciones de la Confederación, era el mejor hombre de armas de Rosas: sus victorias en India
Muerta, Laguna Limpia y Vences, y la eficaz salvación del ejército federal después de la derrota
de Echagüe en Caaguazú, lo acreditaban sobradamente. Desgraciadamente dejo la palabra al gran
historiador brasileño Pandiá Calógeras "no obstante ser inmensamente rico tenía por el, dinero un
amor inmoderado... Brasil resolvió servirse de él" (Formacao Histórica do Brasil, pp. 277 y 282).
Rotas las relaciones con Brasil, la guerra debería demorarse seis meses conforme al Convenio de
Paz de 1828. Durante ese lapso la actitud del Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones
argentino, no pareció clara. Sus periódicos, en vez de entusiasmarse con la próxima contienda y la
gloria del triunfo, desconcertadamente hablaron de constitución.
No era un afán constitucionalista lo que movía a Urquiza; eran propósitos de otro orden. Su
posición como gobernador de una provincia limítrofe, y sobre todo como general del ejército de
Operaciones, le daba una situación decisiva en la guerra inminente. Los brasileños habían querido
adquirirlo, y se negó; ¿no podría recompensárselo por eso permitiéndole introducir mercaderías a
Buenos Aires contra la ley? Lo había pedido a Rosas, y éste muy estricto en tales cosas se lo negó
(julio de 1849).
Desde poco después de escribirse en La Regeneración sobre constitucionalismo, Urquiza había
entrado en inteligencias con el enemigo. El 24 de enero su agente privado, Cuyas y Sampere, que
acaba de llegar de Entre Ríos, entrevista "a altas horas" (dice éste) al ministro brasileño en
Montevideo, Silva Pontes. Viene a proponer "como cosa suya, y en el más sepulcral secreto" un
plan para "neutralizar" al ejército de Operaciones.
Urquiza acepta pronunciarse contra Rosas con su ejército cuando "Se le aseguren los
elementos”, mientras tanto, "y mientras no le custodiasen los ríos" con la escuadra brasileña "no
daría la cara de frente" (correspondencia de Cuyas y Sampere, obrante en el Archivo Urquiza)
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HISTORIA 3° AÑO – Prof. mauro belande
El 29 de mayo Cuyas, como encargado de Negocios del Estado de Entre Ríos, firma la alianza
con Brasil, que venía elaborándose desde el 16 de abril.
Lo triste no es tanto la conducta de Urquiza (al canjear este tratado, dice el canciller
Paulino: "En él confiesa Urquiza que su pronunciamiento fue por imposición nuestra, y sólo se
pronunció cuando tuvo segura nuestra protección”) ni la "independencia” aunque momentánea, de
Entre Ríos, que era y sería irrevocablemente argentina. Es que el Ejército de Operaciones dejaba de
ser argentino, y ahora como fuerza militar de un Estado ficticio se pasaba al enemigo con su general
a la cabeza.
La ocupación de los ríos argentinos por la escuadra brasileña motivó la formal declaración de
guerra al Brasil el 18 de agosto de 1851 (la Historia Argentina "oficial" está tan tergiversada, que
oculta nada menos que guerras internacionales). Urquiza invadió el Uruguay por el oeste, mientras
el ejército brasileño lo hacía por el norte. Oribe, imposibilita o de oponerles resistencia, debió
capitular (8 de octubre). Cuatro días más tarde (12 de octubre) todo Brasil se hacía dar el premio de
la victoria: dominación política, militar, financiera y económica sobre el Uruguay, y se quedaba con
gran parte de su territorio. También se incorporaría las Misiones Orientales, argentinas de derecho.
Urquiza, después de Caseros, lo ratificaría en nombre de la Argentina.
Los dos ejércitos de Rosas habían desaparecido: uno por traición (no, encuentro palabra más
suave), otro por capitulación. No obstante no quiso "que los brasileros se la llevasen de arriba" y
preparó como pudo un tercer ejército con reclutas, donde lo único efectivo era al artillería y su
regimiento Escolta ,que puso al mando de dos jefes unitarios, pero que antes que unitarios eran
patriotas: los coroneles Martiniano Chilavert y Pedro José Díaz.
Urquiza, fue subvencionado con 100.000 patacones mensuales. (cerca de dos millones de
francos oro) para llevar la guerra a su Patria. No es un documento secreto: es la cláusula 6° del
tratado del 21 de noviembre de 1851, que puede encontrarse en cualquier recopilación oficial.
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