Resumen Villoro
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INTRODUCCION
Modernidad tienen muchos sentidos. Para distinguir la novedad, que irrumpe en la sociedad establecida
y anuncia un cambio, de la reiteración de las formas de vida que continúan el pasado. Pero, en otro uso del
término, por moderna entendemos tanto una época de la historia de Occidente que sucede a la Edad Media,
como la forma de vida y de pensamiento propios de esa época.
Las ideas asicas que caracterizan a una época señalan la manera como el mundo entero se configura
ante el hombre. Condensan, por lo tanto, o que podríamos llamar una “figura del mundo. Una figura del mundo
empieza a brotar, lentamente en el seno de la anterior. Primero es patrimonio exclusivo de unos cuantos, luego
se va poco a poco generalizando hasta convertirse en el marco incuestionable de la época.
Generalmente se suele entender por pensamiento moderno una forma de pensamiento racional que
tendría su expresión mas clara en el siglo XVIII. Empieza con la ruptura de la imagen medieval del mundo y con
la aparición paulatina, en algunos ingenios, de una nueva. La ruptura inicia en el Renacimiento. Es en los siglos
XV y XVI cuando se manifiesta el primer germen. Para captar su espíritu, podemos detenernos en algún
momento, allí donde se manisista no a en rasos aislados de figuras singulares, sino en ideas compartidas por un
grupo que empiezan a marcar un estilo de pensar común. La figura del mundo no remplaza abruptamente a la
antigua.
CAPITULO VII
En el renacimiento se da un giro en el pensamiento, pero es solo un inicio. El pensamiento modera se
construirá, consolidara y diversificara en os cuatro siglos posteriores, acompañando el desarrollo de la nueva
sociedad.
Cada periodo, incluso cada corriente intelectual o artística dentro de un periodo, ofrece variantes
peculiares del pensamiento moderno y de su figura del mundo. Sin embargo, creo que todas pueden verse como
diferentes desarrollos o variaciones de ciertos temas centrales.
Un campo amplio de actitudes y creencias varara de periodo en periodo, pero aquel conjunto de
creencias básicas permanecerá como supuesto de los demás. En cada época se enfrentaran entre si doctrinas
opuestas, pero la controversia entre ellas solo será posible si existe un suelo común que establezca los limites
en que cualquier argumentación pueda aceptarse.
Puesto que hemos llamado “figura del mundo” a la manera como este se le manifiesta al hombre, la
traza que adopte dependerá de una creencia básica: el puesto que el hombre considera ocupar en el cosmos. Se
contempla como un sujeto que reconoce el sitio de las demás creaturas en el todo y elige para si su propio
puesto. Deja de ser un elemento integrado en el gran todo; ahora es capaz de hacerle frente.
En el renacimiento esta idea leva a concebir una separación precisa entre el hombre y el mundo no
humano: el hombre es libertad. El individuo debe legar a ser el mismo insustituible, obra de sus propias manos.
Desde entonces el individualismo será un rasgo de la modernidad. El hombre es autolegislador, la ley moral
radica en el interior de hombre y no puede cumplirse mas que por obra de la voluntad libre.
Para los pensadores renacentistas la cultura y la historia son hazañas del hombre mismo. La civilización
doblega el mundo en torno y o transfigura en artificio. A partir del siglo XVII la sociedad misma se ve como
creación libre de los hombres. No pertenece al orden de la naturaleza, es producto del contrato voluntario que
los individuos conciertan para lograr sus fines. El orden social no es el simple resultado de una herencia
intocable, el hombre puede proyectarlo conforme a un diseño racional.
La concepción del progreso incesante del decurso histórico hacia un término, en el que el hombre se
liberara de sus sujeciones, es característica de la ilustración. Implica la noción de una historia resultado de la
acción del hombre y de instaurar progresivamente un orden racional proyectado. Esa noción no hubiera surgido
sin la previa creencia básica en la historicidad del hombre y en su capacidad de irrumpir en el rio de la historia y
doblegarlo con su esfuerzo.
Pero el mundo también es considerado material moldeable, transformable en instrumento por el arte y
la técnica. El mundo en torno está allí para ser organizado, medido, estructurado por la razón humana,
remodelado, destruido y reconstruido por el trabajo del hombre. El pensamiento moderno es un pensamiento
de emancipación pero también de dominio. El hombre empieza a conocer las fuerzas elementales de la
naturaleza y aponerlas a su servicio. A fines del siglo XX la transformación del mundo en torno es total a morada
humana es ahora un artificio.
El pensamiento moderno substituye la fe en las convicciones heredadas. Instaura ante todo, el imperio
de una racionalidad instrumental, es decir, una racionalidad que consiste en determinar y calcular los medio más
eficaces para lograr un fin determinado. El proyecto del pensamiento moderno es transformar todas las cosas
en razón, para comprenderlas y dominarlas. Y la razón es universal, única en todo hombre, a todos iguala en
su ejercicio. El cientificismo, es decir, la tendencia a medir toda forma de justificación racional por el rasero de la
racionalidad científica, legara a ser un rasgo del pensamiento moderno.
La nueva figura del mundo se desprende de una creencia central: el sentido de todas las cosas, incluido
el del hombre mismo, proviene del hombre. el hombre es fuente de sentido y no recibe él mismo de fuera su
sentido. Los entes no tienen un sentido “objetivo”, independiente de los sujetos, adquieren sentido con
relaciona estos.
Por eso la labor del hombre es crear un segundo mundo a partir de la naturaleza: solo en ese mundo las
cosas se revisten de sentido.
Al desaparecer un centro con referencia al situarse, le toca al hombre determinar, entre todas las
alternativas a su alcance, el centro de su elección.