Take A Bow - Hebe Lynn
Take A Bow - Hebe Lynn
Take A Bow - Hebe Lynn
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This story was first published on February 4th, 2010, and was last updated on
October 28th, 2011.
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Table of Contents
Summary
1. Reencuentro
2. Intuición
3. ¿Miel o mermelada?
4. ¿Padre perfecto?
5. Más vale tarde que nunca
6. Disfraz
7. Celos
8. Haciendo lo correcto
9. Verdades que duelen part1
10. Verdades que duelen part2
11. Antonio
12. Respira
13. Problemas de Comunicación
14. Caridad
15. ¿Reconocer o conocer?
16. Día en familia
17. Confesiones endulzadas
18. Final
-3-
Summary
Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber que detrás
dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella prima su orgullo y decide
ocultárselo ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks y se encuentre a su pequeña
miniatura?
-4-
Reencuentro
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
- ¿Y? ¡¿Qué dice? - gritó una ansiosa Alice desde el otro lado de la puerta.
Inhalé lo más hondo que pude y bajé mi vista hacía el pequeño test de embarazo
que sostenía en mi mano derecha. Antes de llegar a verlo volví a subirla al techo en
un vano intento por calmar la contracción que se apoderaba del centro de mi
estomago. Todo se me revolvía y me faltaba el valor para ver aquella laminilla
blanca. Me incorporé de un salto y abrí la puerta para encontrarme con Alice
mordiéndose las uñas casi tan nerviosa como yo.
- ¿Y? ¿Voy a ser tía o no? - preguntó elevando ambas cejas, expectante.
- Idiota - bufé justo antes de ver como abría los ojos ante la sorpresa. - ¿Voy a ser
madre o no?
- ¿Qué significa que ambas rayitas estén de color rosa? - inquirió entrecerrando
los ojos para verme.
-5-
- Espero que no signifique que son dos niñas - mascullé entre dientes mientras leía
las instrucciones y los resultados. Se me imaginaba una especie de raspe, algo así
como Si obtiene una línea, no gana nada, Si obtiene dos, gana un bebe. Sacudí mi
cabeza y me ordené mentalmente no seguir pensando idioteces. Alto, si obtiene dos
líneas, gana un bebe. - ¡Alice! ¿Cuántas líneas me dijiste que aparecen?
- Dos.
- Mami… - canturreó mi pequeño Bunny Money golpeando con sus pies la parte
plástica de su sillita de seguridad.
- ¿Qué pasa? - inquirí con mis ojos aún clavados en la carretera, tan solo una
vuelta más y ya estaríamos en nuestra casa.
Observé su bello reflejo a través del espejo retrovisor y a la señora patata con lazo
en la cabeza, esculpida en su cristal.
- ¿Me hiciste solo una ceja o es que no alcanzo a ver bien desde aquí? - indagué
frunciendo el ceño.
-6-
Lucas se llevó ambas manos a su boca y comenzó a reír bajito y susurró "Beto"
entremedio, pequeño bastardo, siempre burlándose de mí. Debía impedirme seguir
viendo Plaza Sésamo, eso estaba claro.
Quité mis ojos del espejo y volví a enfocar mi vista en el camino, cuando una
figura que contrastaba completamente con el blanco que cubría todo llamó mi
atención. Reduje aún más si podía la velocidad, hasta detenerme justo frente al
extraño que alzaba los brazos con la esperanza de que alguien pasara por aquel
camino. El hombre caminó rápidamente hacía mi vehiculo cubriendo su cara con
una bufanda gris oscura y un largo abrigo del mismo color. Golpeó suave pero aún
así de manera ansiosa, la ventanilla de mi lado, llevé mí vista al botón para bajarla y
al momento que alcé mis ojos me arrepentí de inmediato de haberme detenido.
Mierda…
¿Qué podía decirle? - No, estas equivocado, esa niña idiota se lanzó de un puente
luego que la abandonaras por irte con otra -… más bien conotras - me corregí
mentalmente.
- ¡Pero que suerte tengo!- vociferó exhibiendo una sonrisa de alivio y alejándome
así de mis ensoñaciones - Llevo alrededor de una hora esperando que alguien pase
por este camino y me saque de aquí, estoy congelándome. No hay línea en los
teléfonos, mi auto se paró y ni siquiera tenía buena la calefacción. Te juro,
imaginaba que me convertiría en Pie Grande o alguna mierda así antes de que
alguien me encontrara y mira tú, las coincidencias de la vida.
-7-
- ¿Y que demonios haces por aquí? - pregunté sin ánimos de ser entrometida ni de
sonar antipática como lo hice.
- Creo que no tengo otra opción - bufé por lo bajo y volví a poner en marcha el
vehiculo. - Difícilmente veras pasar otro vehiculo por aquí y sin teléfonos no podrás
pedir una grúa.
- ¡Mami siento que se me congelan las bubies! - se quejó Lucas por la corriente de
frío que se colaba por mi ventana, entre el shock de encontrarme después de estos
años con Edward y alinear mi estrategia fallida de escape, había olvidado por
completo a mi pequeño acompañante.
Edward abrió sus ojos como platos y se giró bruscamente para contemplar a mi
hijo. Sentía como la sangre huía de mi cara, por poco y me mimetizaba con el paisaje
nevado.
- ¿Culo?- repitió Lucas divertido con aquella palabra, liberé mis ojos de los de
Edward y me concentré en mi hijo - ¿Puedo decirlo yo?
- Tía Rose le dijo al tío Emmet que si seguía tomando tetoides terminaría con las
bubies más grandes que las de ella.
Doble mierda, Edward no debía enterarse de que tenía un hijo y mucho menos que
sus hermanas eran aún mis mejores amigas, aunque no sé cual sería el orden
correcto para esas confesiones y con él al lado mío, mucho menos lo averiguaría.
- Lucas, ¿Qué te he dicho acerca de las conversaciones de tía Rose con tía Emmet?
-8-
- ¡Nunca, pero nunca… repitas lo que escuches de la boca sucia de esos dos! - citó
mi sermón oficial, imitando fallidamente mi tono de voz.
- Exacto - le guiñé un ojo a través del espejo - Además - agregué - No son tetoides,
son esteroides
Seguí manejando, hasta llegar a nuestra solitaria y ahora nívea calle. Mi casa era
apenas visible debido a la nieve que continuaba cayendo, pero yo ya reconocía todo
de memoria.
Me detuve justo enfrente del pórtico, eché el freno de mano y quité el, ahora
lujoso, estereo.
- ¡Llegamos! - avisé con una sonrisa, luego de detener por completo mi vehiculo.
Bajo y rodeó al vehiculo para sacar las bolsas que estaban al lado de Lucas y yo
me apresuré a hurgar en mi bolso y sacar las llaves antes de abrir la puerta de mi
casa y volver corriendo entre la nieve para sacar a mi pequeño envuelto en su manta
azul. Sentí una mano mucho más grande que la de mi pequeño hijo, aferrarse con
fuerza a mi brazo, alcé automáticamente la cabeza para encontrarme a Edward a mi
lado sujetándome fuerte.
- Tenía miedo que resbalaras en la nieve con el niño en brazos - explicó caminando
a mi lado hasta el pórtico de la casa.
Enarcó una de sus cejas y abrió su boca para decir algo, pero de inmediato volvió
a cerrarla. Frunció su ceño y se mordió el labio pensativo.
- Si, si, lo que sea - refunfuñé quitándome el abrigo para colgarlo en perchero
mientras la nieve derretida comenzaba a caer sobre el piso de madera.
Caminé hacía la cocina, seguida por Edward. Busqué la leche en la bolsa de los
víveres y llené el lechero luego de encender el horno microondas para calentarla un
poco. - ¿Quieres tus bolitas de chocolate junto a tu leche? - grité hacía la sala.
Rodé los ojos y busqué a Edward, quien ya se había acomodado sobre una de las
antiguas sillas en la cocina.
- ¿Café?
- Veo que todo sigue igual por aquí - comentó apoyando su cabeza sobre una de
sus manos despreocupadamente, apoyando su codo en la mesa. - Lo digo por la casa
eso si, ya que tu estas mucho más hermosa que antes.
Haganmelo saber dejandome un review, que no cuesta nada y así me entero si les
gusta o no...
Como ya se habrán dado cuenta, la historia va con saltos de tiempo, casi todos los
capitulos comienzan con un recuerdo y luego volvemos al presente. Espero no
confundirlas demasiado...
Según los reviews y la aceptación del ff subiré capitulo tres veces por semana, si
no, lo haré solo una.
Nos leemos!
Por cierto...el titulo del ff es el de una canción de Leona Lewis y significa algo así
como "me inclino ante ti" o "hago una reverencia". Luego dejare la traducción
completa en mi perfil junto al playlist de este fic.
Besos!
- 11 -
Intuición
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
- Quizás dar un paseo por la playa no sea tan malo - susurré desde la terraza
viendo la claridad de la noche y tentada por como se reflejaba la luna sobre el mar.
Me quité los estúpidos zapatos de tacón que Alice me había obligado a usar y
caminé hacía el mar - Solo mojaré mis pies - me dije a mi misma, pero antes de
llegar siquiera a la orilla - por el lado de el roquerío - una mano amordazó mi boca
con fuerza.
Intenté patalear mientras me arrastraban hacía una zona más apartada en donde
no podrían verme. Sentí como mis ojos comenzaban a aguarse por el miedo y como
mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho.
- ¡Que te quedes quieta! ¡Por Dios!- ordenó furioso el hombre detrás de mi - Si nos
pillan aquí, nos matan a ambos, te lo digo.
Eso quería decir que lo buscaban a él. ¡Mierda! Era un psicópata, quizás ya había
atacado a alguien. Noté como su mano me sujetaba más fuerte a mi cintura y como
un sudor frío comenzaba a empapar mi frente.
Soltó una maldición cuando mi puño impactó de lleno contra su mejilla y se lanzó
a mi, arrojándome a la arena, colocándose sobre de mi.
- Pensaste que dejaría que abusaras de mí, así como así - repliqué iracunda
intentando soltarme nuevamente.- ¡Auxilio! - grité lo más fuerte que pude justo
antes de que colocara su mano sobre mi boca para impedirme volver a chillar.
- 13 -
Fruncí el ceño y dejé de moverme. Terminé por rendirme. Paso un buen rato hasta
que ya no quedó más que silencio alrededor, solo el reventar de las olas quebraba la
extraña calma que envolvía todo.
- Voy a soltarte, ahora mismo - anunció con cautela - Solo no vayas a gritar, por
favor. ¿Entendido?
Asentí como pude con la cabeza y apreté mis labios cuando apartó la mano. Se
hizo a un lado y se levantó, situándose justo a mi lado. Me incorporé de a poco y
sacudí la arena que se había apegado a mi vestido y a mí por todas partes.
- Lastima no poder decir que tu eres como Endimión - murmuré alzando la barbilla
para echarle cara.- ¡Ahora aparta! - agregué pasando por su lado para volver a la
mansión.
- ¿Podría al menos saber tu nombre? Es interesante ver que una señorita tan joven
conozca algo de historia griega.
- Cualquier persona que haya visto Sailor Moon sabe quien es Selene - contesté
dando un tirón para soltarme de su agarre, sin éxito alguno. Soltó una risotada y
volvió a insistir en saber mi nombre.
Capitulo II
Intuición
.
- 14 -
¿Por qué no huí de él la primera vez que lo vi? Sabía que era peligroso, algo en mí
siempre lo supo, pero insistí en quedarme ahí. Con él.
- Tarde o temprano todos caemos alguna vez Isabella - advirtió mi madre con tono
de reprobación ante la crueldad que según ella le estaba haciendo a Edward y a mi
bebe.
- ¿Cómo no lo ves tu? ¿Qué importa lo que él piense?, basta con que lo sepa,
hazme caso.
- ¿De qué estas hablando? - logré preguntar al fin cuando el colapso mental se
hizo a un lado y logró darme así un momento de lucidez.
Lo miré indignada.
- ¿Qué sabes tu? Ni siquiera sabes que edad tiene y te aseguro que no recuerdas
la última vez que estuvimos juntos, es más, dudo que recuerdes alguna de las veces
que estuviste conmigo - eso estaba completamente de más, por más que trataba de
mostrarme indiferente con él, no hacía solo ponerme en evidencia acerca de lo
resentida que me sentía, aun después de tanto tiempo.
- Recuerdo bastante Selene, aunque no viene al caso - habló calmado, alzó su café
- 15 -
y bebió un pequeño sorbo sin despegar sus ojos de mí. Estaba segura que examinaba
cada una de mis acciones, por lo que intenté mantenerme lo más calmada posible.
Dejó su taza nuevamente sobre la mesa y continuó hablando - Lucas tiene cuatro
años, él me lo dijo cuando sacaba las bolsas de tu auto. No sacas nada con seguir
negándolo Isabella, es más, podría jactarme de ser un buen matemático, pero
cualquiera puede sumar uno más uno.
- Mami, tengo hambre - bostezó el rey de Roma arrastrando sus pies por la cocina.
- ¡Lucas!- exclamó Edward sonriendo - Ven aquí - palmoteó su pierna, para que mi
hijo se sentara con él. - Quiero contarte una historia… - continuó a medida que mi
hijo caminaba hacía el.
Hijo de puta - gruñí en mi interior, eso era jugar sucio, aunque no por nada se
había convertido en uno de los mejores y más jóvenes abogados de todo Estados
Unidos, ese había sido su don desde que lo conocí, aunque claro, para él los dones
eran invenciones humanas, él les llamaba habilidades.
Detuvo su paso y cambió de dirección. Fulminé con mis ojos a Edward mientras de
reojo veía a mi pequeño alejarse a paso lento, los insultos poco apropiados se
taponaban en mi garganta.
- Llámalo intuición.
- ¿Femenina? - me burlé.
- ¿No era que no había línea? - pregunté a Edward entrecerrando los ojos.
- Debe haber vuelto - contestó soltando una pequeña carcajada, antes de llevarse
otra vez la taza de café a la boca. Bufé y di la vuelta para ir por mi teléfono - Dale
mis saludos a mi hermana, dile que mañana temprano estaré por la casa.
Salí de la cocina echando humo por las orejas, caminé hacía el hall donde se
encontraba el teléfono y atendí.
- ¿Hola?
- ¡Bella! ¡Oh por Dios! Al fin atiendes, tengo que advertirte una cosa, Edward ha
vuelto - anunció atropelladamente.
- Eso no es todo, se enteró que tienes un hijo, bueno que tienen un hijo. Mierda,
no sé ni como explicártelo. Por eso volvió.
- No tonta, está aquí, en mi casa - musité con toda la calma que pude. Escuché el
grito desde el otro lado y esperé hasta que se calmó para continuar hablando -
Ahora que ya dejaste tu ataque histérico… - añadí - ¿Podrías explicarme como se
enteró?
- ¿Por qué demonios tienes tu teléfono en alta voz? - acucié ignorando a Emmet.
- ¿Está Jasper por ahí? - inquirí en un intento de calmar la rabia que comenzaba a
apoderarse de mi.
- Ten dos hoyos cavados, por que la lista suma y sigue - mascullé lo más
amenazadoramente posible - Hablamos mañana.
- 18 -
- ¡Hot cakes!- anunció con una sonrisa - Lucas dijo que le encantaban y hasta
donde tengo recuerdos a ti también. Espero que no te moleste que me meta en tu
cocina.
Oí la melodiosa risa de Edward retumbar dentro de la casa, tal cual como años
atrás.
Como ya había dicho, subire capitulo tres veces por semana y si puedo más
seguido lo hare, pero no prometo nada, haré todo lo posible por cumplirles y no
tenerlas esperando demasiado.
En mi perfil deje parte del playlist de esta historia por si les interesa oirlo.
Norma Edith no te preocupes que no creo que llegues a odiar a este Edward,
quizá a ratos les caiga bastante mal, pero no es malo.
Y otra cosa! para que no se confundan, los flashback estan en letra cursiva, espero
no liarlas demasiado con eso :)
- 19 -
¿Miel o mermelada?
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Me desvestí aún molesta luego del incidente en la playa. Por suerte mi habitación
estaba lo suficientemente alejada del bullicio, por lo cual no me sería difícil
quedarme dormida.
Su rostro era perfecto, alto y delgado como su padre, era todo un Cullen, ¿como
no me di cuenta antes del parecido que tenía con Alice y con Esme?
Sacudí mi cabeza y me cerré mis ojos con fuerza - Hora de irse a la cama y dejar
de pensar - me ordené mentalmente. Era lo mejor que podía hacer después de todo,
cubrirme completamente y dormir.
Así, decidida como estaba, me dirigí a la ventana para correr las cortinas, pero al
llegar ahí, detrás del vidrio algo me devolvió la mirada, mi corazón se subió a mi
- 20 -
garganta provocando que un grito de espanto saliera de mi boca.
- Tengo complejo de gato y digamos que estos árboles son muy resistentes.
- No, volé - ironizó con una sonrisa deslumbrante - Por supuesto, soy muy hábil.
- Y humilde - añadí.
Volvió a sonreír, provocando unas adorables arruguitas a los lados de sus ojos, Ay,
esos ojos… se paseaban con descaro por mi cuerpo y fue recién ahí cuando reparé
en que solo llevaba puesto el camisón, el cual por cierto dejaba muy poco a la
imaginación. Me puse firme y crucé mis brazos sobre mi pecho con vergüenza.
Pestañeé repetidas veces ya que el foco de luz que encendía el dormitorio era tan
fuerte que me encandiló. Luego de unos segundos, pude fijarme con detalle en las
paredes en donde se encontraban algunas fotografías de él con quienes supuse
serían sus amigos y amigas y fue cuando caí en cuenta de que era yo quien estaba
en su dormitorio.
- ¿Dónde crees que vas? - me detuvo Edward, jalándome con suavidad del brazo.
- No, no, no señorita, usted no va así a ninguna parte. ¿Sabes cuantos jóvenes
borrachos están deambulando por esta casa? Si te encuentran en esas fachas quien
sabe lo que intentarían hacerte.
- Para ser un idiota, eres muy preocupado. Aunque me temo que ese no es tu
problema - repliqué tomando el pomo de la puerta.
- Me gustas mucho Selene - susurró Edward sin dejar de mirarme, tan cerca de mi
que su aliento tibio me llenó la boca. Alzó su mano lentamente hasta posarla sobre
una de mis mejillas, la mantuvo ahí durante un rato, hasta que la deslizó a mis labios
- ¿Eres una especie de bruja?...- entrecerró los ojos - Por que me has hechizado.
- Los magos hechizan, las brujas embrujan - corregí con voz trémula mientras
sentía como el corazón me latía descontrolado. - Además - agregué - Selene es una
diosa, no una bruja.
- Eres única - murmuró con una sonrisa radiante, sacudiendo su cabeza sin quitar
las manos de mi rostro - ¿lo sabías?
Él me gusta - descubrí con rabia cuando noté como mi corazón galopaba dentro de
mi pecho.
Apenas estaba besándome y sin embargo parecía ser la experiencia más extrema y
excitante de mi vida. Su aroma era extraño, intenté descifrarlo, pero solo pude
compararlo con tierra mojada, quizás madera. Por primera vez me dejé llevar, me
embriagué en su esencia y me hundí en su sabor.
Respiró profundamente sin separarse de mis labios, les dio un suave mordisco y
volvió a atraparlos ejerciendo un poco más de presión.
- Eres deliciosa - murmuró contra mi boca - Demasiado como para tenerte toda en
solo una noche.
Capitulo III
¿Miel o mermelada?
- 23 -
Lucas se encogió de hombros y me miró en busca de ayuda. Sacudí levemente mi
cabeza para que entendiera que debía negarse, pero, ¿cuándo en la vida ha hecho
algo que le haya pedido?
Puse mis ojos en blanco y cogí uno de los famosos hot cakes de Edward para
untarle un poco de mermelada, lo enrollé y me lo llevé a la boca.
- Hace unos días vivía en Nueva York - comentó distraído - Pero he vuelto a Forks
así que hasta que encuentre algo mejor me quedaré en casa de mis padres, ya debes
conocerlos, los Cullen - sentí que mi garganta se cerraba y me impedía el paso del
aire, por lo que comencé a toser y a alzar los brazos para poder respirar. Edward se
levantó rápidamente de su asiento y me agarró de la cintura con fuerza hasta que el
trozo de masa salió disparado por mi boca.
- Y si yo hubiese sabido lo mal agradecida que seguías siendo, te dejaba ahí hasta
que no pudieses respirar.
- Hijo de…
- ¡Exacto! Era justamente lo que iba a decirle…hijo de mamá - miré a Edward con
furia y luego relajé mi expresión para ver a "mi" pequeño - Gracias Lucas, has sido
de gran ayuda - me levanté de mi silla y me acerqué a mi hijo para tomarlo en
brazos - Ahora despídete que es hora de que vayas a la cama.
- ¿No acabas de ver lo que me pasó a mi? No quiero que los comas, te puede pasar
lo mismo. De todas maneras no te preocupes, que para comer piedras ya iremos a
casa de tía Alice, le pediré que te prepare un queque como los de tu cumpleaños.
- 24 -
- ¿Los que usamos para trancar las puertas?
Sentí una suave risita proveniente del asiento continuo, pero lo ignoré, no
pretendía hacerle gracias a él.
- Vale - suspiró refregando sus ojos con una de sus manos - Nos vemos mañana
Edward.
Rodeó mi cintura con sus piernas como un mono y me lo llevé al dormitorio. Luego
de lavarle sus dientes, sus manos y su cara y de colocarle correctamente su pijama,
abrí mi cama y lo metí en ella. Encendí "San televisor" y apagué las luces para que
se quedará dormido.
No acostumbraba dejarlo ver tantos dibujos animados, pero esta vez lo ameritaba,
necesitaba tenerlo distraído y de paso darme un tiempo a mi para pensar. Esto era
demasiado, tantas veces imaginando estar con Edward en mi casa, preguntándome
como sería si se conocieran y ahora que él estaba aquí, todas mis hipótesis se
hicieron humo. Mi cabeza estaba vuelta un caos, ni siquiera podía hilar ideas con
claridad.
- Por supuesto que Edward es Edward - contesté con una sonrisa forzada
rehuyendo al trasfondo de esa inquietud. - Ahora mira… - dije señalando la televisión
- está comenzando Lazy Town y tío Emmet dijo que se disfrazaría de Stephanie para
jugar contigo, así que memoriza este capitulo para que mañana se lo cuentes.
Bajé las escaleras y caminé hacia el hall donde se encontraba mi abrigo el cual
seguía estando húmedo. Busqué dentro de los bolsillos hasta dar con mi cajetilla de
cigarrillos y salí a sentarme al pórtico de la casa. Estaba helando demasiado por lo
que me crucé de brazos para apresar el poco calor que había en mi cuerpo y una vez
que solté la segunda bocanada de humo, dejé salir las lágrimas contenidas. Sentía
como la angustia se apoderaba de mi pecho y como mis costillas se oprimían
causándome dificultad para respirar.
- Antes odiabas hasta el olor del cigarrillo - dijo Edward desde mi espalda.
- Creo que tenemos que hablar - musitó parándose a mi lado y viendo en la misma
dirección que veía yo.
- Pero no hoy, hablaremos cuando tú te sientas bien para hacerlo, ahora ven aquí -
resopló acercándose a mí y pasando su brazo por encima de mi hombro.
- Sé muchas - bufé.
- ¿Otros? ¿Hay otros en tu vida? - indagó soltándome de pronto para tomarme por
los brazos y me giró hacía él, su ceño estaba fruncido y su boca formaba una línea
recta - Digo, ¿hay alguien en tu vida que no sea Lucas? ¿Algún…otro… hombre?
- Ese no es tu problema.
- Edward no seas ridículo ¿quieres? Eso fue hace muchos años atrás. Y no me
sigas diciendo así, estoy a años luz de parecer una diosa, con suerte podría ser la
profesora de Snoopy.
Frunció aún más el ceño y me soltó los brazos, dejando caer los suyos a ambos
lados. Respiró hondo y sacudió su cabeza antes de comenzar.
- La última vez que la vi fue hace un año - comentó con tono melancólico - Estaba
internada en el hospital de Nueva York y yo la visité…se veía hermosa como
siempre, incluso podría decir que más… - la punzada de los celos se clavó en mi
pecho al oír sus halagos hacía "la" otra, pero lo disimule mirando hacía otro lado -
Estaba sobre una camilla con una mascarilla de oxigeno cubriendo su rostro - de
pronto la alegría de la voz de Edward desapareció por completo, llevé mis ojos a su
cara y me quedé viéndolo mientras continuaba con su relato - se veía muy pálida y
ojerosa, estaba incluso más delgada que antes y me acerqué a tomar su mano, luego
abrió los ojos y murmuró "hijo de puta Cullen" - dijo imitando la voz de un mujer
agónica - después de eso, sus parpados se cerraron y nunca más volvió a abrirlos. Al
rato descubrí que había pisado la manguera de su tanque y que le había cortado la
respiración.
- A mi si, por lo menos ya no tienes esa cara de pena, no me gusta ver tus ojos
tristes…- dijo acercando una de sus manos a mi mejilla, la acarició con su pulgar y
sonrió sin alegría. - En todo caso si te interesa saber de Tanya - dijo bajando su
mano y cambiando la dirección de su mirada - Se casó hace unos tres años y tiene
dos bebes, quizás tres, ya que la última vez que hablamos sospechaba estar
embarazada otra vez. La verdad es que me alegro por ella, se merecía un tipo que la
quisiera de verdad y no alguien como yo. No creo que alguien hubiese soportado
tanto por estar conmigo como ella.
Sentí como si mi corazón se saltará un latido y solo pude hacer, lo que mejor sé
hacer… cambiar el tema.
- No.
- No te perdono.
- Por que no quiero - expliqué, lo que mejor podía hacer era confundirlo, así luego
ya no se acordaría de que estábamos hablando antes.
- Así parece. Ven - caminé hacia la entrada - Será mejor que vayamos dentro antes
de morir congelados aquí afuera.
- 28 -
- Pensé que nunca me lo pedirías - resopló sacudiendo sus hombros. Se me
adelantó y abrió la puerta por mí - Las damas primero.
Avancé por su lado y me encaminé hacía la cocina seguida por él, metí un dedo
dentro de la miel antes de cerrar el envase y me lo llevé a la boca de manera
distraída para saborearla. Cuando alcé la vista, me encontré con los ojos de Edward
que me veían con descaró y antes de que se me ocurriera algo divertido para
decirle, se acercó a mi y aferró su mano a mi cintura, retrocedimos juntos hasta
chocar contra la gélida pared al lado de la ventana
Les dejo muchos saludos y les doy las gracias por pasar, leer y comentar :)
Muá!
- 29 -
¿Padre perfecto?
- ¿Hola?– pregunté a la voz que sonaba al otro lado del citófono, mientras recogía
mi cabello en un moño desdeñoso – ¿Está Alice?
Comencé a empinarme y a bajar sobre mis pies, una y otra vez a la espera de oír
nuevamente la voz de Edward.
- Bella – corregí demasiado tarde, ya que los pasos no tardaron en sentirse cada
vez más cerca, hasta que se abrió la puerta y detrás de ella, Edward vistiendo nada
más que unos bermudas de color negro me recibía con una gran sonrisa.
- No, pero vuelve pronto – dijo haciéndose a un lado para cederme el paso. –
Puedes esperarla si quieres.
Caminé por el gran vestíbulo hasta llegar a la sala seguida por Edward. Me dejé
caer con pereza sobre el sillón mientras lo veía caminar en dirección a la cocina.
- 30 -
- Lo suficiente – dijo regresando a la sala y entregándome un vaso de agua – Lo
siento es lo único que encontré – se disculpó encogiendo sus hombros y rascando su
cabeza con molicie.
- Edward, las botellas con los concentrados de frutas están en la despensa blanca
que queda al lado de la nevera, último compartimento, detrás de las conservas. El de
naranja es de Alice, y el de manzana Light es de Rose, nunca bebas de ninguno de
esos dos a menos que quieras ser encontrado sepultado por rocas en algún espacio
baldío.
Frunció el ceño y comenzó a reír. Su risa era natural, nada forzada y sus ojos se
empequeñecían, era bastante expresivo y muy guapo.
- Eso es normal, Alice muchas veces tampoco lo sabe y eso que ella nunca se ha
ido de aquí.
- Pero puedo apostar mi cabeza a que jamás se le olvida donde deja su ropa –
murmuró – y eso que tiene muchos más vestidos que granos en un barril de arroz.
- ¿Granos de arroz?– repetí frunciendo el ceño – Recuerdo haber oído una historia
que involucraba granos de arroz y un tablero de ajedrez.
Quince minutos mas tarde ambos estábamos tan concentrados que olvidé todo lo
demás. Era un desafío constante cada movimiento que Edward hacia. Sus manos se
movían con elegancia, tenía dedos largos y brazos fuertes. Por suerte se había
colocado una polera, aunque aquello no aminoró en lo más mínimo la tensión que
sentía al estar tan cerca de él.
- ¿Es que acaso hay otra?– preguntó sosteniendo el rey negro de madera – No creo
en las malas leyes Selene, por eso estudio Derecho.
Era imposible no saber que sería un futuro abogado. Carlisle siempre que tenía la
ocasión, hablaba con orgullo de Edward por ser un estudiante destacado y por
cursar tercer año en Leyes. Era un chico inteligente, guapo y muy carismático. Eso
sumado a que besaba como los dioses nos daba como resultado; chica patética
enamorada del hermano de sus amigas.
- No creas que no había escuchado eso con anterioridad, es un chiste sin gracia –
musitó apretando los labios para no volver a reír.
- 32 -
- Solo respóndela.
Negué con la cabeza y di vuelta la cara para que no viera el sonrojo que
gobernaba mis mejillas.
Fruncí el ceño disgustada conmigo misma por ser tan obvia y demostrar de
manera tan fácil que me pasaban cosas con él.
Antes de que pudiera siquiera decir palabra, la boca de Edward descendió hasta la
mía apoderándose de mis labios. Sus brazos me rodearon por la cintura al tiempo
que su lengua se abría paso por entre mis labios.
Capitulo IV
¿Padre perfecto?
- ¿La miel? – repetí con voz trémula mientras intentaba inútilmente pensar con
claridad – Pues yo la detesto.
Enarqué una ceja así como muchas veces lo había practicado delante del espejo y
respiré hondo. Terrible error, su fragancia comenzó a nublarme el juicio y su
sonrisa… aquella sonrisa me desafiaba y me invitaba a borrarla a punta de golpes…o
besos.
¡Mierda! – gemí para mis adentros, cinco años sin sexo me estaban pasando la
factura. ¿Por qué no le di el si a Mike cuando tuve la oportunidad? – volví a pensar,
de seguro que por lo menos las ganas me las quitaba.
- No estoy jugando Isabella. Sin embargo quizás este no sea el mejor momento
para esto – confesó soltándome y alejándose de mí unos pasos.
Se giró hacía el fregadero y buscó un vaso para luego llenarlo de agua. Mi cuerpo
notó y extraño demasiado pronto su calor.
- ¿Bella…?
- Que tengas buenas noches Edward – dije sin despegar la vista de la televisión.
Oí un bufido seguido de sus pasos subiendo la escalera y el piso del segundo piso
resonando en dirección al dormitorio de mi padre.
Puse el recipiente sobre mi regazo y comí casi sin percatarme que lo hacía. Estaba
- 34 -
tan metida en la película que cuando la densa niebla se desvaneció, precedida de
unos crujidos y puntuales notas de piano noté que ya no comía cereales, sino que
mis uñas. Cuando el rostro del asesino apareció en la pantalla, ahogué un grito y
cerré mis ojos para cubrirlos luego, además con una mano.
Estaba espantada.
- Apuesto a que la verías mejor si abrieras los ojos – señaló Edward desde la
oscuridad.
- ¡Nunca vuelvas a hacer eso! – gruñí al divisar sobre su cara una sonrisa
jactanciosa.
- ¿De que estas hablando?– preguntó claramente sorprendido - ¿De qué murió? Lo
siento, no quería hacerte sentir mal. Te juro que no tenía idea.
- Es extraño – musité.
- ¿Qué cosa?
- Al parecer has olvidado todo lo que tiene referencia conmigo – dijo enarcando
una ceja.
- Eso parece.
Ojala hubiese podido – pensé – nunca pude olvidarme. Cada gesto de Lucas me lo
recordaba, es un sabelotodo, presumido, orgulloso, nunca pierde y además de todo
es un pequeño de Don Juan. Es el "mini me" de su padre.
- Creo que será mejor que me vaya a la cama – dije colocándome de pie y dejando
el recipiente sobre la mesa. – Hasta mañana Edward.
- Mami…– canturreó la dulce voz de mi hijo – ¡Madre! – Hundí aún más mi cabeza
en la almohada y me quedé quieta pensando en que si no abría los ojos me dejaría
en paz. – ¡Mamá! – ni un solo movimiento o no me quedara más remedio que
levantarme – ¡Ma! – insistió, pero si era igual a su padre – ¿Mamita? ¿Mamacita?
¡Mother… - ¿y este donde aprendió a hablar otro idioma? - fucker!
- ¡Que bien, despertaste! – exclamó con una sonrisa radiante y con su pelo
alborotado.
- Como si me quedara otra opción – gemí al ver que se encontraba sentado sobre
mi – Ahora respóndeme ¿Dónde aprendiste a decir eso?
- La consola del tío Emmet – comenzó a explicar – El otro día, cuando me quedé
allá, en un video juego un tipo dijo algo así como wirubiruli mader faker. Y cuando
pregunté que era eso, tío Jasper me explicó que "Mother" era madre, y luego tío
Emmet me explicó que "Fucker" era querida. O sea te dije madre querida – concluyó
su magnifica explicación, encogiendo sus hombros y sonriendo de lado.
No quería ni pensar en que significaría ese wirubiruli que señaló Lucas. Estaba
pensando seriamente en no acercarme a la casa de los Cullen en muchos años, no
quería que me encarcelaran por un asesinato en serie. Por lo menos no hasta que
Lucas pudiese mantenerse por si mismo y me hubiese dado unos hermosos nietos.
Me quedé helada, no estaba preparada para ver a Edward aún. Puse un dedo
sobre mi boca, para hacerle saber a Lucas que se mantuviera callado, mientras
pensaba en lo que haría para escapar de tener que hablar con él.
- ¡Edward entra! ¡Ya la desperté!- gritó el pequeño traidor saltando sobre la cama.
- Permiso – dijo asomando la cabeza – Solo quería avisarte que nos esperan en mi
casa para desayunar.
- Debo darle antes su desayuno a Lucas – repuse para encontrar tiempo para
inventar alguna escusa y poder quedarme en casa.
- ¡Ya desayuné!– dijo Lucas entusiasmado por la idea de salir de casa - ¡Edward
me preparó huevos, tostadas, cereal con leche y zumo de naranjas con zanahoria!
Me quedé viendo a Edward quien luchaba por reprimir la sonrisa que se estaba
formando en sus labios. Idiota manipulador.
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La idea de ese desayuno en su casa estaba comenzando a volverse interesante.
Daniel querido, aquí usted es libre de leer o no, la verdad es que siempre
me gusta leer recomendaciones y a veces incluso vario las tramas de
acuerdo a lo que me comentan, pero esta historia ya la tengo avanzada y no
la puedo cambiar. En la historia es relevante por un punto de vista de
Edward si Bella es virgen o no y no lo puedo adelantar aun porque me
adivinarian lo que sigue y quiero mantener un poco el suspenso. Aunque si
pienso parecido a ti no creo que te desiluciones, pero como te dije antes,
eres libre de leer o no :)
Norma Edith no debes preocuparte que los capitulos seran siempre Bella's
Pov, aunque más adelante viene una vista de Edward y cuando asi sea, lo
aclararé en un principio.
Muá!
- 38 -
Más vale tarde que nunca
Los rayos del sol se abrieron paso por el delgado visillo que apenas cubría la
ventana y golpearon mi cara, obligándome a cambiar de posición para evitarlos.
Refunfuñé idioteces mientras me giraba sobre la cama y tapaba mi cabeza con una
almohada, no había nada que detestara más que dormir poco y luego de las
vacaciones con los hermanitos Cullen, lo que menos había podido hacer, habia sido
descansar.
- ¿Edward?
- Si, amor.
- Cállate…
- ¡Isabella Marie Swan! ¡¿Qué haces en la cama con mi hermanito? - preguntó una
escandalizada Rosalie desde el marco de la puerta.
Sentí a Rose cerrar la puerta de mala gana y el sonido de sus tacones alejándose
rápidamente. Ella era la única persona que conocía en el mundo, que tenía por
pantuflas unas sandalias de cinco centímetros de altura.
- ¿Por qué le mentiste a tu hermana?- pregunté una vez que deje de oír el replique
de su taconeo, apoyándome sobre mis codos y girándome hacía Edward quien ni
siquiera se volteó a verme - Sabes bien que anoche no solo dormimos.
Pues claro que solo nos besamos - pensé casi con desilusión.
- Si - coincidí de mala gana - Llevamos casi todas las vacaciones solo besándonos -
¿grillos? Eso parecía resonar en la habitación a la espera de que me dijera algo.
- No es eso, es solo que las vacaciones están por terminar y este será mi primer
año de universidad y no sé aún si tengo que presentarme como soltera cuando un
chico sexy se me acerqué a pedir mi teléfono.
- ¿Chico sexy? - inquirió sentándose de golpe y alzando una de sus perfectas cejas.
- Aja.
- ¿Más sexy que yo? - preguntó levantando el rostro para que yo pudiera verlo
mejor.
- Por supuesto, no creo que seas gran cosa - dije de manera desprendida.
- ¿Te enojaste?
- 40 -
- No creo que seas gran cosa - repitió imitando mi voz con sorna una vez dentro
del baño.
Busqué mis pantalones con la vista y apenas di con ellos los cogí y me los coloqué.
Estaba enamorada de Edward por que era apasionado y revolucionaba
exageradamente mis hormonas, era el chico más guapo del mundo a mis ojos, con su
nariz puntiaguda, sus ojos verdes y su cabello cobrizo despeinado. Apasionado hasta
la medula, pero sobre todo respetuoso. Hasta ahora no me había tocado un pelo.
Aun cuando mi cuerpo entero vibraba con solo un beso, él me había respetado.
- No te vayas - pidió tomando mis manos para luego acercarlas a su boca y besar
mis nudillos.
Abrí mis ojos, sorprendida de que por primera vez Edward me pedía que me
quedara más tiempo con él.
- Lo siento Endimión, pero mi hermano sol ya salió y eso significa que debo volver
a mi mazmorra.
- ¿De que estas hablando Edward? Solo bromeaba. ¿Qué te pasa? No soy la diosa
Luna.
- Para mi si. No quiero que te vayas, quiero que seas mi propio satélite. Tú eres mi
luna.
- 41 -
- Edward, para de leer libros de historia, en verdad la mitología griega te esta
afectando mal - repliqué retrocediendo un paso y sonriendo. Era extraño ver a
Edward así, se le veía frustrado y posesivo. - Creo que me voy a mi casa.
- Y yo creo que no - murmuró con aplomo estrechándome entre sus brazos justo
antes de besarme con súbita fiereza.
Entrelacé mis manos tras su nuca para acercarlo más y me hundí en un beso cada
vez más fogoso.
- Bella… - murmuró de pronto entre mis labios al tiempo que mis manos se
deleitaban jugando con su abdomen - Si sigues así no voy a poder detenerme.
Capitulo V
- Sé que no había estado aquí en varios años, pero por muy excéntrica que sea mi
hermana, estoy casi seguro que no transformó mí hogar en una tienda de disfraces -
advirtió Edward con su ceño fruncido, mirando de un lado a otro para examinar el
lugar una vez que detuve mi todoterreno.
- Si quieres darme una bienvenida como me merezco puedes pasar por el pasillo
ocho - susurró acercándose a mi para que Lucas no pudiera oír su insinuación.
Sacudí mi cabeza ignorando su comentario, quité la llave del auto y descendí sin
decir ni una palabra.
Estaba a punto de negárselo, cuando vi a Lucas que batía sus pestañas como lo
hacia Rose cada vez que quería conseguir algo. Bufé antes de asentir de mala gana y
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hacer un gesto de aceptación con mi mano.
- No - ordené tajante antes de girarme para subir los tres escalones que daban a la
entrada de la tienda - ¡La nieve no es helado! - agregué antes de tomar el pomo y así
evitar caer por lo resbaladizo del piso.
Abrí la puerta de la tienda, seguida por el sonido de una campanilla que anunció
mi entrada y fui recibida por una hermosa vendedora trigueña de ojos pardos que
llevaba un ridículo sombrero de copas junto a un vestido verde que brillaba producto
del reflejo de la luz que golpeaba sobre las lentejuelas.
- Alice se emborracha hasta con olor del café - resoplé dándole la espalda a
Fiorela y caminando hacia los pasillos para encontrar lo que buscaba. - ¿Dónde
encuentro…?
- ¡No son mis cuñadas! - gruñí buscando la talla de Emmet en un vestido que no
- 43 -
superaba la talla nueve.
- ¡Que bueno oír eso signorina! - exclamó Antonio apareciendo de pronto con una
caja en sus manos. - Ven acá - añadió dejando la caja sobre el suelo. - Ahí no
encontraras nada para Emmet. ¿Por cierto de que quieres disfrazarlo esta vez? El
burro no funcionó como quisiste y con el de Tarzán solo le subiste la autoestima.
- Bella, ayer estuvieron haciendo apuestas toda la noche de lo que harías con él y
con Alice. Fiorela no pensaba abrir la tienda hoy, pero estábamos casi seguros que
aparecerías por acá temprano, así que ahora deja de perder el tiempo y dime que es
lo que buscas.
- Había pensado en una peluca rosada junto a unas mallas del mismo color -
contesté caminando detrás de él.
- ¿Lazy Town?- adivinó enarcando una ceja y colocando una mano sobre su cintura
- ¡Que clásico!- resopló - Yo tenía algo mejor en mente…- dijo sacando de la caja un
traje de terciopelo negro, con corbatín y orejas de conejo.
- Con braguitas incluidas - rió Fiorela enseñándome la parte baja del traje.
Fiorela puso sus ojos en blanco y negó con su cabeza antes de tomar aire y volver
a hablar.
- Si, si, ya…es absurdo, aberrante, ridículo y todo lo que quieran - dijo Fiorela
moviendo sus manos - pero apuesto que se te hace agua la boca, no niegues que
siempre estuviste enamorada de Edward y que cuando nos conocimos, si él te
hubiese llamado aunque fuera una vez, te habrías vuelto loca y hubieses corrido a su
lado solo con un chasquido de sus dedos.
¿Es que mi vida siempre tendría que girar en torno a Edward? ¿Por qué no había
entrado cuando me estaba burlando de Emmet? Por supuesto que no, Edward Cullen
debía hacer una presentación dramática para ser recordado. Idiota.
Un momento.
¡Oh mierda!
¿Es qué acaso me creía una niña de cinco años? Esas eran las reacciones que
tenía con Lucas cuando me molestaba, pero sacarle la lengua a Edward era una
estupidez. Debería haberle respondido con un "No seas idiota" o haberlo ignorado y
terminado de hacer mis compras, pero por supuesto que no, mi cabeza y toda mi
cordura quedaban flotando en el limbo cuando él estaba cerca.
- Vaya, pero si has crecido mucho desde el jueves - comentó Antonio revolviendo
el cabello de Lucas quien sonreía orgulloso.
- ¡Si y mira que grande está! - habló Antonio ignorando por completo a todos los
demás. Tal y como había sido siempre desde que nos conocimos, él solo tenía ojos
para mi hijo. - Al parecer tu madre te ha estado dando la leche mágica estos días.
- Por supuesto que si - afirmé. Lucas había pasado por la temporada de no querer
beber su leche y Antonio me había ayudado diciéndole que él enviaría una leche
mágica que sería deliciosa y que lo haría crecer tanto como él, cosa que era
bastante, ya que si Edward era alto, Antonio le sacaba por lo menos dos cabezas.
- Más te vale beberla toda, mira que Antonio no es muy reconocido como mago,
pero hace unos hechizos con esas vacas. Las cafés dan la leche chocolatada y las
rosadas de frutilla, es todo un espectaculo ver cuando las ordeña - musitó Fiorela
aguantando la risa.
- ¿En serio?- inquirió Lucas abriendo sus ojos de par en par - ¿Puedo acompañarte
un día? ¡Por favor!
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- Por supuesto que puedes, cuando quieras - contestó Antonio, quien no podía
negarle nada a Lucas.
- Pero no hoy - negó Edward con la mandíbula tensada, quien se había acercado a
donde me encontraba yo - Recuerda que tenemos que ir a casa de tus abuelos.
- ¿Vas donde tus abuelos ahora? - preguntó Antonio ignorando por completo la
manera autoritaria con la que Edward acababa de dirigirse a Lucas. Mi hijo afirmó
con su cabeza. - En ese caso, dale muchos cariños a Carlisle y a Esme de mi parte. Y
ya va siendo hora que se vayan ¿no?- inquirió fijando su vista en mi - Recuerda Bella
que a ellos les gusta la puntualidad y tu no eres muy dada a esa cualidad - comentó
sonriendo forzadamente y elevando disimuladamente sus cejas, tal como lo hacía
cuando quería hacerme saber algo - Llegar tan tarde puede ofender a las personas -
continuó - No puedes llegar pidiendo disculpas cuando te has demorado tanto.
- Tienes toda la razón - concordé con él, quien acababa de dejarme claro que
pensaba de Edward, con él teníamos nuestros propios códigos y no era necesario ser
muy perspicaz para darse cuenta que todo eso iba dirigido a mi acompañante.
- ¿A quien le importa a que hora lleguen? Más vale tarde que nunca - agregó
Fiorela con su ceño fruncido, quien parecía no entender nada de lo que estábamos
diciendo.
- Más vale tarde que nunca - repitió Edward sonriendo torcidamente y elevando
una ceja. Pasó su brazo por mi cintura y me pegó a él. - Ahora ya va siendo hora que
vayamos a casa de mis padres - dijo mirando el lujoso reloj que llevaba en su
muñeca - Vamos Lucas, despídete del mago lechero.
Sentí como los dientes de Edward sonaban por la fuerza con la que apretó su
mandíbula y noté como el agarré en mi cintura se hacía más estrecho.
- Se lo dice de cariño.
- A ambos.
- ¡Mira mamá, nieve amarilla!- gritó Lucas, corriendo hacía mi y apuntando con su
mano para indicarme el lado de un árbol en donde claramente habían marcado hace
poco el territorio - ¿Puedo probarla? ¡Te apuesto que esta si tiene sabor!
- ¿O sea que cuando veo la que parece chocolate es de cacalate? - preguntó Lucas
quien no paraba de reír.
De tal palo, tal astilla - pensé mientras los veía divertidos compartiendo la
mañana.
Chicas siento haber demorado tanto, pero estoy con una Epicondilitis
(problema al codo que duele y jode los tendones del brazo) así que tengo
prohibido hacer muchas cosas y entre ellas estan escribir en el computador.
Ahora estoy aprovechando que estoy sola para dejar este capitulo, espero
que les guste!
Muá!
- 48 -
Disfraz
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Edward quitó el pasador que sostenía mi cabello y hundió una de sus manos en la
espesa cascada castaña que caía desdeñosa por mi espalda. Con su otra mano
sostuvo mi cuello y me acercó a él para pegar sus labios a los míos. Su beso fue todo
y más de lo que yo anhelaba, una mezcla perfecta entre pasión y posesión.
Avanzó uno, dos, tres, cuatro pasos, hasta que mi espalda chocó contra uno de los
muros de su cuarto, desocupó raudamente el escritorio que estaba a un lado sin
romper el beso, y dejando caer torpemente en la maniobra los que supuse habían
sido fichas de algunos casos que estaba revisando días atrás, ya que a pesar de ser
aún un estudiante, Edward ayudaba a uno de sus maestros como practicante.
Sentía como sus manos se deslizaban desde mis mejillas hacía el cuello y se
cruzaban en mi espalda para culminar su camino hacía mis muslos. Nuestra
respiración se volvía una, creando una hasta ahora - desconocida para mi - melodía,
estábamos inconcientemente sincronizados como por reloj, bailábamos al mismo
ritmo, nos fundíamos al mismo tiempo y a la misma temperatura. Podía notar como
sus caricias se volvían más desesperadas y a ratos torpes, el aroma de Edward
parecía hacerse cada vez más necesario para mí ya que intentaba
desesperadamente inhalar lo más profundo que podía, como si el tenerlo tan cerca
no fuera suficiente, necesitaba más de él, tanto como estuviera dispuesto a darme.
Por primera vez sentía lo que era desear a alguien, notar como tu cuerpo
reacciona a una caricia, como tu centro anhela ser mancillado y como las hormonas
pisotean toda tu razón y tu vergüenza.
- 49 -
Sus manos se deslizaron debajo de la delgada tela de mi blusa, y en una maniobra
digna de un mago de deshizo de mi brasier. Bajó su boca jadeante por mi cuello
dejando huellas húmedas en su camino hacía uno de mis pechos, mi respiración se
cortó por un segundo cuando su lengua rozó por primera vez mi pezón y luego un
sonoro suspiró escapó de mi boca, como una aceptación irrevocable. Mi razón se
encontró flotando en el limbo luego que mi libido tomara control absoluto de mi
cuerpo, sabía que estaba mal, algo en lo más hondo de mi ser me decía que debía
parar pero me era imposible, mi virginidad deseaba con todas sus fuerzas perderse
en el bosque…o mejor dicho en el dormitorio de Edward.
- Déjame que yo lo hago - murmuré bajando mi mano tan deprisa que pasé a llevar
por primera vez en mi vida el bulto de su pantalón e inmediatamente sentí como mis
mejillas se teñían por completo de rojo y un espasmo involuntario me hacia dar un
pequeño salto hacía atrás, aunque lo suficientemente fuerte como para hacer
tambalear el escritorio, tanto que me hizo caer en seco al suelo al lado de las
carpetas desordenadas.
- ¡Auch! - me quejé con el poco aire que quedaba en mis pulmones, ya que el dolor
que palpitaba en mi trasero era tal que parecía robarme el oxigeno.
Tomé aire y me apoyé para ponerme de pie cuando mi vista se enfocó en una
imagen que llamó mi atención. Cogí la fotografía que estaba sobre una de las
carpetas que habían caído al suelo y la miré con el ceño involuntariamente fruncido.
En ella aparecía una chica un poco mayor que yo, de inmensos ojos azules y
cabello rizado cereza, su piel se veía pálida y sobre sus mejillas había un camino de
pecas que las unía a través de la respingada nariz.
- 50 -
Cogió la foto, la vio y despreocupadamente la volvió a meter dentro de una de las
carpetas.
- Es la hija de mi jefe.
- ¿Y por qué tienes una foto de ella? - pregunté entrecerrando los ojos.
- Ven aquí - dijo colocando sus brazos alrededor de mi cintura y elevándome unos
centímetros del suelo para llevarme hacía su cama. - Déjame examinar ese trasero
travieso.
Noté como las manos de Edward comenzaban a masajear mi espalda y fue recién
en aquel momento cuando me percaté que no llevaba nada más que mi pantalón,
alcé la cabeza y me giré avergonzada para encontrarme con el torso delgado y bien
formado de Edward a mi lado.
¡Oh mierda! - gemí para mis adentros, había estado a punto de hacerlo sobre un
escritorio. ¿Dónde estaban los pétalos de rosas tendidos sobre una colcha blanca?
¿Las velas aromáticas y el ambiente propicio para la primera vez soñada?
- ¿Qué pasa? - preguntó Edward sonriendo quien había apoyado su cabeza sobre
una de sus manos y con la otra quitaba los mechones que caían sobre mi cara y los
acomodaba detrás de mi oreja.
- 51 -
¡Aunque por dios como me dolía el culo!
Capitulo VI
Disfraz
- ¿Qué llevas ahí mami? - inquirió mi curioso hijo desde su lugar en el asiento de
atrás, alzando la cabeza para intentar ver el paquete que había dejado a su lado
donde llevaba el disfraz para Emmet.
- No seas intruso - contesté mientras pasaba a segunda para acelerar un poco más
la velocidad.
El resto del viaje decidí concentrarme en el camino y en las curvas que venían
más adelante para dejar de prestarle atención a Edward y a su conversación con
Lucas que parecía cada vez más entusiasmado en enterarse de cada detalle del
exitoso de mi "ex" lo que haya sido.
Al llegar a la casa de los Cullen descendimos del vehiculo y antes de poder decirle
cualquier cosa a Lucas, salió disparado hacía la casa llamándolos a todos como loco.
Coloqué mis ojos en blanco y me dirigí al asiento trasero para coger el disfraz que
llevaba preparado para Emmet, solo me faltaba afinar ciertos detalles acerca de mi
venganza contra Alice y descubrir cómo diablos Edward se había enterado de la
existencia de Lucas.
- 52 -
Abrí el paquete para chequear que todo se encontrará dentro y luego de echarle
dos vistazos para estar segura lo tomé y cerré la puerta.
- Veo que cambiaste de idea con respecto a darme una bienvenida como me
merezco - musitó de pronto Edward quien descansaba su peso contra mi camioneta.
Me giré sobre mis talones y aceleré mi paso para que no pudiera alcanzarme,
concentrada únicamente en no resbalar y caer como antiguamente me pasaba. Al fin
había podido dejarlo con la boca cerrada.
- ¡Isabella Marie Swan!- vociferó Emmet quien cargaba sobre sus hombros a un
risueño Lucas - ¡Que alegría tenerte por nuestra casa!
Emmet me quedó viendo, alzó una ceja y abrió la boca para decir algo, pero solo
logró balbucear un poco entendible - ¿Ah?
- 53 -
- En tres palabras "la cagaste Emmet" - aclaré con una sonrisa irónica y entré en
la casa - Por cierto si te sorprende mi mal humor, agradécele a tu cuñadito que me
despertó temprano, se burló de mi manera de conducir y para culminar con broche
de oro, acaba de coquetearme.
No le di tiempo para reaccionar y me alejé lo más rápido que pude para huir de la
atronadora risa de Emmet que resonaba en la entrada de la casa.
- ¡Estás perdiendo el toque Cullen! - le gritó a Edward quien venía unos pasos
detrás de mi.
- Es verdad, por eso solo me comeré un pan y no todo lo que tienen aquí - señalé
con un gesto de mi mano la cantidad de comida que parecía no alcanzar toda sobre
la mesa - Ya veo de donde sacó Edward esa manía por cocinar todo lo que está a su
paso por las mañanas. No entiendo como se mantienen delgados.
- Eso es por que nos ejercitamos mucho - respondió una risueña Rosalie - ya ves a
Alice que se va de maratón cada tarde y corre los mil metros mall para no perder la
- 54 -
figura. De hecho ahora es baja solo porque sus pies se gastaron de tanto correr
¿Acaso creías que siempre fue pequeña? Por supuesto que no, hubo un tiempo en
que Alice fue la más alta de la clase.
- Claro, eso fue cuando comenzó su práctica como asistente de párvulos - gritó
Emmet entrando a la cocina
- ¿Qué? ¡Oh no!- negó enérgicamente con la cabeza - ¡No hay forma que me hagas
entrar en esta cosa!
Mientras caminaba por el pasillo, una voz llamó mi atención. Retrocedí unos pasos
y pegué la oreja en la puerta contigua a la del dormitorio de Alice.
- 55 -
- ¡No puedo!- respondía Emmet - ¡Esto no entra! ¡Es muy pequeño!
No quería ni imaginar que parte era la que estaban intentando meter, pero solo de
pensarlo tuve que apretarme la boca con ambas manos para evitar estallar en risas.
- Alice, como empuje un poco más fuerte daré a luz mi propio colón.
- ¡Ahí estaban! - exclamó Carlisle desde detrás nuestro provocando que Edward
me soltara de inmediato - ¿Por qué Alice perseguía a Emmet con un par de orejas de
conejo?
- Dale gracias a tu padre por llegar, que sino te dejaba cojo de por vida - mascullé
con la mandíbula apretada y entrecerrando mis ojos para adoptar una actitud más
amenazante.
- Bella, que alegría tenerte aquí, cada vez que vienes me rió como nunca -
comentó Carlisle acercándose a mí para darme un abrazo - ¿Y qué tal ha estado
todo?
- Dale gracias a mi padre por no dejar la escopeta cargada antes de morir, que
sino te juro que le metía un tiro a tu hijo - murmuré luego de darle un beso en la
mejilla.
- Si es por dar gracias, debo dártelas a ti - dijo Edward apoyando su peso contra el
muro y cruzando sus brazos a la altura de su pecho.
- 56 -
- Por ser…
- ¡No hay caso! ¡La próxima vez recuérdale a Antonio que el disfraz es para
Emmet y no para ti! ¡Ni siquiera sus testículos caerían en ese brasier! - gruñó
enojada dando zancadas hasta encerrarse en su dormitorio donde aún permanecía
Jasper.
- ¿Sabes que le dio a Edward que ríes tanto? - acucié enarcando una ceja.
Como ya dije en mi otro ff, siento haberme demorado tanto, pero entre el
terremoto en mi país, los problemas de mi brazo y algunos pequeños
problemas personales, no había tenido animos de estar escribiendo...en fin,
ya he vuelto y volvere a actualizar con la misma frecuencia que lo hacía en
un principio siempre y cuando mi tiempo lo permita...
Nos leemos!
Muá
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Celos
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Parecía ser que nunca me acostumbraría a la belleza de Edward. Por más que mi
mirada lo escrutaba, seguía dejándome sin respiración. Todo en él me fascinaba, su
cabello alborotado tan rebelde como su misma personalidad, aquellos ojos verdes
adornados con unas espesas pestañas negras y aquella boca tan sensual que me
incitaba a besarlo cada vez que lo veía.
- Como me sigas viendo así nunca terminaremos esta partida - murmuró sin
despegar la vista del tablero de ajedrez que nos separaba en medio de su cama.
Esperé paciente hasta que con sus delgados dedos tomó el alfil y avanzó seguro
hasta ponerse frente a mi rey.
- ¡Jaque!- murmuró enarcando una de sus perfectas cejas, seguro de si mismo. Sin
darse cuenta que con aquella jugada, acababa de darme la victoria.
Tomé mi reina y avancé hasta sacar de escena a su alfil, dejando a su rey atrapado
entre mi torre, el caballo, un peón y ahora mi reina, ganando de esa forma la
partida.
- ¡Jaque mate! - exclamé alzando mis brazos en signo de victoria, con una sonrisa
jactanciosa en mi rostro luego de treinta intensos minutos de batalla contra Edward.
- ¡Eres una tramposa!- masculló entrecerrando sus hermosos ojos verdes - Apuesto
que cambiaste las piezas apenas salí del dormitorio para buscar tu bolsa de papitas.
¡Oh no! Acabo de descubrir aquel maquiavélico plan que tu cabeza astuta articulo
para ganar.
- ¿De qué estupidez estas hablando? - pregunté frunciendo el ceño luego de ver
como se incorporaba y alzaba uno de sus dedos paseándose de un lado para el otro
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del dormitorio, cual inspector Gadget.
- ¡Tu! sucia perversa - soltó señalándome - Ese cuello sexy tan expuesto de esa
manera tan seductora, ¿Cómo no lo vi venir? - se preguntó sacudiendo la cabeza
teatralmente - Toda esa seducción para comer y el lamerte los dedos luego ¿creíste
que no te descubriría?
- ¡¿Y encima se atreve a atacarme?- acució bajando su vista al piso donde acababa
de caer la friturita.
Se inclinó hacía mi, metió su mano entre los castaños mechones y bajó su rostro
para besarme.
- Creo que tendré que castigarla… señorita sensual - murmuró contra mi boca y
colocando ambas manos detrás de mi nuca.
- ¿No habrá algo que pueda hacer para remediarlo? - pregunté jugando con los
botones de su camisa.
- Ajá.
- ¡Es peor de lo que pensaba, esta totalmente fuera de si! - farfulló mirando hacía
el techo, de manera dramática. Luego bajo la cabeza y clavó sus ojos en mi con un
gesto que no pude descifrar. De pronto sin darme tiempo a reaccionar, se lanzó
contra mí quedando encima y me besó con pasión.
- 59 -
Sentía un nudo de deseo aflojarse y distenderse en mi pelvis, llenándome de
anhelo e impaciencia. Mis dedos se enredaban en su cabello cobrizo y disfrutaba de
su sedosa textura y el olor de su piel ejercía un delicioso efecto afrodisíaco.
Sin darme cuenta como, ni cuando, ambos nos recorríamos con nuestras manos,
grabando cada detalle, nos desnudamos con urgencia y nos besábamos con
ansiedad. Se situó sobre mí con un ágil y fluido movimiento, presionando mi parte
baja, provocándome un leve temblor. Cerré los ojos y respiré hondo justo antes de
escuchar un grito agudo escapar de mi boca en el momento justo que Edward me
penetraba con un gruñido de satisfacción.
- Mierda - bufó irguiéndose lo suficiente para ver mi rostro acalorado. Tenía sus
cejas fruncidas y un gesto desconcertado - ¿Eres virgen?
- Será mejor que paremos - comentó apoyando su peso sobre sus codos.
- No, no te detengas - pedí cerrando mis ojos con fuerza y abrazándolo fuerte
contra mi. Me sentía en el centro de un tornado, a pesar del insoportable dolor, mi
cuerpo quería más y aunque el rostro torturado de Edward me hacía pensar que era
mejor detenernos, no podía ni quería hacerlo.
No dijo nada, pero supuse que acababa de ganar, pues colocó sus manos bajo mis
caderas y haciendo uso de una lenta destreza sexual intensamente erótica, entró
completamente en mí en un vaivén lento y sensual haciendo que la excitación
volviera incluso más fuerte que antes. De a poco comencé a sentir que las oleadas
de placer se acontecían aferrándome con mayor fuerza cada vez, abrumándome con
una necesidad imposible. Escalé buscando la última y me entregué a un clímax que
me consumió con la potencia de un huracán.
Luego de besarme con una ternura que no conocía hasta entonces, Edward rodó
hacía un costado y alcanzó el edredón para cubrirnos.
Su rostro había adquirido un matiz de tristeza que no me cuadraba para nada con
la felicidad que yo sentía por haber estado con él y las dudas comenzaron a inundar
mi mente a una velocidad vertiginosa. ¿Y si no había sido lo suficientemente buena
para él? Quizá era ese el motivo de que le molestara el hecho de no saber acerca de
mi nula experiencia sexual previa a él. ¿Por qué su rostro se veía tan torturado
después de hacerme tan inmensamente feliz?
- 60 -
¡Oh mierda!
- Ajá.
- Bella…
- Dime.
- Pase lo que pase mas adelante en nuestras vidas, no olvides nunca este momento
¿Está bien?
- No lo sé - bufó frustrado - Es solo que me siento tan bien así. Justo en este
momento y no me gustaría que lo olvidaras nunca.
Nos quedamos unos minutos en silencio, solo el sonido del crujir de la cama cada
vez que nos movíamos para abrazarnos o acariciarnos interrumpía la quietud de
aquel momento.
- Bella…
- ¿Si?
- Te amo.
- Yo también.
- 61 -
Capitulo VII
Celos
El aire helado se metió de lleno en mis fosas nasales, sentía mis mejillas
entumecidas, tanto que comenzaban a dolerme, pero era tal mi necesidad de pensar
y estar a solas que sin analizarlo me había salido a la entrada para estar a solas.
Aunque lo que en un principio me parecía el lugar perfecto para despejarme,
acababa de volverse el sitio perfecto para congelarme.
Eran tantos mis recuerdos de Edward, tan tangibles, cercanos. Y aunque intentara
esconderlo, algunas veces con mayor éxito que otras, aún muy en el fondo, dolía.
Diablos como dolía. Ver a Lucas todos los días y ver su reflejo en él. Cada gesto,
guiño, incluso sus pataletas eran una reproducción en vivo de su padre.
Exhalé el humo del cigarrillo por la boca, disfrutando con culpabilidad aquel vicio
contra el que tanto había luchado por dejar y que ahora parecía ser mi mejor amigo.
Suspiré fuerte y friccioné mis brazos para darme calor, después de todo Rosalie
tenía razón. El frío que comenzaba a caer, parecía volverse cada vez más intenso,
tanto que ya apenas podía sentir mi nariz. El sonido de unas llantas estacionar
frente a mi, me obligó a alzar la vista para encontrar la todoterreno de Antonio unos
pocos metros más allá de nosotras.
- Solo quería pensar un rato - murmuré a duras penas entre el castañear de mis
dientes, incorporándome rápidamente y dando unos pequeños saltos para hacer que
el calor regresara a mis articulaciones.
- ¡No podría ser la reina de hielo, ella es rubia! - gritó Antonio descendiendo de su
vehiculo.
- Bella puede dar fe de lo contrario - replicó enarcando una ceja y soltando a Rose
para colocar ambas manos en mi cintura, o donde se supone que quedaba esta, pues
entre lo congelado que tenia el cuerpo y la cantidad de ropa que llevaba para capear
el frío, podía fácilmente agarrarme una nalga y ni me hubiese percatado.
- Cuando dejes de fumar - dijo colocando cara de asco. Yo solo volteé los ojos y
solté una risita - Por cierto hoy olvide colocarme el traje de bombero, así que
procura no quemarme ¿vale?
- Por supuesto que si - contesté - Claro, si no fueras tan gay - bromeé de manera
inocente jugando con los cordones de la capucha de su chaqueta.
Solté a reír por la ridiculez del tema. Ambos teníamos claro que nuestras
- 63 -
preferencias eran completamente heterosexuales, pero era divertido bajarle los
humos de vez en cuando a mi amigo.
- ¿Y por qué viniste? - pregunté apoyando mi cabeza sobre su pecho y pasando mis
brazos alrededor de su cintura en busca de calor - Apuesto que me extrañabas -
bromeé.
- ¡Non riuscivo a respirare a causa della vostra assenza! - exclamó colocando sus
brazos sobre mis hombros.
- Dice que no puede respirar a causa de tu ausencia - gritó una voz perfectamente
conocida por mi desde mi espalda. - ¡Eh tú! ¡Mago lechero!- exclamó dirigiéndose a
Antonio - ¿Conquistas a muchas con eso?
- Isabella. Solo vine a ver que te encontrabas bien y lo estas - sacudió mi cabeza
para luego quitarse su gorra y colocarla sobre mi cabeza - Ahora soluciona tus cosas
y luego nos vemos.
Me solté de Antonio de mala gana y me giré sobre mis talones para caminar hacía
la entrada de la casa. Di grandes zancadas hasta llegar al pasamano y sintiendo la
mirada de Edward clavada en mí, me apoyé en él para subir los escalones que
debido a la nieve que aún no se derretía seguían congelados.
- ¡Nos vemos luego! - vociferé desde la puerta agitando mi mano para despedirme
de Antonio quien ya se encontraba dentro de su camioneta.
La brisa helada, parecía levantarse con mayor fuerza por lo que bajé un poco más
el gorro de lana que Antonio me había dado y absorbí por última vez el áspero y
tibio humo de mi cigarrillo, proporcionando una extraña sensación de relajo y
desahogo al pasar por mi garganta. Esperé viendo con un deje de tristeza la
camioneta de Antonio alejarse y suspiré.
- ¿Ah?
- ¿Me sueltas?
- Primero quiero hablar contigo - avisó plegando mas sus gestos con rabia sin
soltarme. - Vamos a mi dormitorio.
- 65 -
- Olvídalo - exclamé sacudiendo mi cabeza.
Atravesamos toda la casa y como nunca nadie nos interrumpió en todo el camino.
Alice, Jasper y Lucas se encontraban jugando en la cocina. Carlisle y Esme habían
salido y Rose estaba intentando subirle el ego a Emmet en la habitación en donde
seguramente habían encontrado un mejor uso para el disfraz de conejita.
Decidí que no me dejaría amedrentar por una estupidez tan insignificante como
los recuerdos, para doblegarme ahora necesitaba mucho más que eso. Ahora era
una mujer valiente y no una niña despechada. Fui yo misma quien recogió cada
pedazo de mi corazón cuando Edward lo rompió, cuando me utilizó y me engañó, por
lo tanto decidí abrir mis ojos y alzar la cara con valentía.
- ¿Te parece poco el querer saber por qué hasta unos días no sabía que un hijo
mío estaba dando vueltas por el mundo?- replicó sosteniendo mi mirada - ¿O eso no
es importante? ¡Tan poco te importé para que fueras capaz de negarme la existencia
de mi hijo!
- Edward…- dije para intentar calmarlo, pero pareció no notar que yo aún me
encontraba frente a él.
- Puedo entender que hayas pensado que era un cobarde, un manipulador y lo que
quieras, incluso es bastante probable que tengas razón en todo lo que crees de mí,
pero aún así yo merecía saber de Lucas. ¡Diablos! - gimió pasando uno de sus brazos
sobre mi hombro y dando un golpe seco en la muralla. - Y encima de todo, ahora
tengo que aguantar que un idiota perfecto venga a mi casa poco menos que a
burlarse de mi, que le diga hijo a mi hijo, que te abrace y ver como le correspondes
en frente de mis narices.
- No metas a Antonio en esto, lo que yo haga o deje de hacer con él es asunto mío
y no tienes derecho a entrometerte - vociferé pronunciadamente.
- ¡No te equivoques Edward!- voceé apretando los dientes con rabia - Que seas el
padre de Lucas no te da derecho alguno sobre mi persona, puedo estar con quien
me de la puta gana - tiré de mi brazo con brusquedad para soltarme de su agarre y
él me volvió a agarrar estrellando con fuerza su boca contra la mía.
- ¿Yo qué?
- ¡Ya te expliqué como fueron las cosas!- protestó alzando la voz - Además - añadió
- eso no justifica lo que me hiciste.
Suspiré hondo y me acerqué para ver mejor. Ahí, detrás del vidrio se encontraba
una hermosa aunque antigua fotografía del rostro de Edward a la edad de Lucas.
Llevaba el cabello un poco más largo y miraba hacía el cielo. El parecido era
indiscutible, dos gotas de agua.
- Si, muy guapo - confesé sintiendo como mis mejillas comenzaban a arder.
Al fin después de todo el tiempo que estuve bajo la nieve estaba olvidando el frío
que por un momento pareció congelarme.
- 68 -
cuando lees una historia, de hecho: odio cuando eso me pasa...quiero leer y
no veo nunca capis nuevos...es lo peor, asi que de ser posible antes del
domingo subire capitulo.
Luego pasen por mi perfil ya que ahora voy a colgar un one shot que hice
hace unos meses a ver que opinan :)
Beba!
- 69 -
Haciendo lo correcto
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Suspiré un par de veces y moví mi cuello de un lado al otro para relajar la tensión
acumulada en mis hombros. Lancé mi bolso sobre la silla al lado del escritorio y me
dejé caer con pesadez sobre mi cama.
La noche estaba fría, demasiado incluso para tratarse de un lugar como Forks en
donde siempre helaba. Busqué el edredón que se encontraba a mis pies y me cubrí
con él.
Hacía dos semanas que no veía a Edward. Catorce días sin tocarlo. Trescientas
treinta y seis horas sin besarlo. Veinte mil ciento sesenta minutos sin olerlo. Un
millón doscientos nueve mil seiscientos segundos de ansiedad, en los que mi
pasatiempo preferido había pasado de colgarme de su cuello a hacerlo del reloj. Y mi
nivel de ansiedad se veía solo sobrepasado por el de angustia. Quería verlo,
abrazarlo, besarlo, lo extrañaba tanto como nunca había extrañado a nadie.
Tan solo dos días después de nuestra primera vez, él había tenido que viajar de
manera urgente a Nueva York. - Este caso solo puedo solucionarlo yo Bella, lo siento
- había dicho aquel día.
A pesar del tono cariñoso con el que había dicho mi nombre, sabía que dentro de
aquel beso ansioso que me dio a escondidas dentro de mi habitación había algo más.
Un presentimiento extraño me invadió las entrañas, pero lo dejé pasar,
convenciéndome a mi misma de que no era nada más que el nerviosismo de tener
- 70 -
que separarnos por un tiempo indeterminado.
- ¡¿Dónde te metiste toda esta tarde? Te he discado hasta que mis uñas postizas se
hicieron pedazos…me debes por lo menos una manicura completa. ¡Cabezota y
burra! Siempre te he dicho que las noticias importantes no deben esperar para
poder…
Enarqué una ceja cuando el pitido de la finalización del mensaje me dejó sorda.
- Tercer mensaje: ¡Mierda! Aún no se como se usan estas cosas…en fin. ¿Adivina
quien acaba de llagar de Nueva York? - canturreó al otro lado de la línea la ansiosa
voz de Alice - Si…ese mismo idiota. Anda escondido y no quiere que te enteres que
ha llegado, aun no sé porque, supongo que querrá darte una sorpresa…A dicho ¡No
le digas nada a Bella aún! Tengo algo importante que anunciarles a todos…- se burló
imitando su voz - Apuesto a que querrá pedirte matrimonio… ¡Oh Por Dios! Eres una
mal nacida con suerte…vas a casarte con un exitoso abogado y encima tendrás a la
cuñada mas hermosa de todo el planeta… Conociéndote a la hora que escuches el
mensaje ya va a estar en casa…no le digas que yo te avisé…te amo amiga. ¡Bye!
Me olvidé del frío y de la lluvia que caía a cantaros fuera de la casa y corrí hacía
mi camioneta. Por suerte Charlie no volvería a casa hasta la mañana pues le tocaba
guardia nocturna y eso me otorgaba libertad para salir y para poder quedarme toda
la noche afuera.
- ¡Hola! - lanzó ella exhibiendo una hermosa sonrisa y sacudiendo su mano la muy
perra. Encima de hermosa, simpática la muy idiota. - Mi nombre es Tanya, soy la
novia de…
- ¿No… qué?
- 72 -
- Soy una estúpida - susurré sintiendo como el ardor de mi garganta se expandía
por todo mi pecho. Mis ojos comenzaron a escocer, pero me obligué a mantener la
dignidad y no lloré, no frente a él…no en frente de ella.
Capitulo VIII
Haciendo lo correcto
- Te digo que Edward es genial - comentó enarcando una ceja con dificultad en un
intento de imitar sus gestos.
Sentía que el corazón se me iba a partir por la mitad luego de ver con la
admiración con que Lucas veía a Edward. En verdad era un ser diabólico y me iba a
pudrir en el infierno. - Ni siquiera haciéndote monja te salvas de aquello - me
recriminé mientras contemplaba la escena.
- Hablas sola - canturreó Lucas apuntándome con uno de sus dedos y moviendo
sus caderas para burlarse de mi.
Pequeño granuja.
Si no se tratara de mi hijo estaba bastante segura que le hubiese dado una patada
en las canillas para que dejara de bailar.
- ¡Ven a ver esto! - ordenó jalándome del brazo y arrastrándome literalmente hacía
las escaleras.
Bajó los escalones a grandes brincos sin soltar mi mano y con un entusiasmo
envidiable. No paraba de dar saltos una vez llegados al vestíbulo y no se detenía ni
por piedad a mis años.
No era ni la primera ni seria la última vez que tenía que traducir lo que mi querido
trabalenguas intentaba decir, por lo general siempre confundía las letras, cambiaba
las "r" por "d" y omitía silabas completas.
- Microscopio - aclaré yo con el poco aire que me quedaba en los pulmones debido
a la maratón que había sido obligada a correr, debido a algún motivo que aún
desconocía.
- Ah…microscopio - dijo Emmet riendo - Pues mira que bien. ¿Y que tal eso?
- ¡Genial! ¡Vimos una araña! Quería darle una hormiga para ver como se la comía
pero la profesora no me dejo.
- 74 -
- Ug, Lucas eso es asqueroso y malvado - comenté frunciendo el ceño y sacando la
lengua en una mueca de desagrado.
- No mami, en verdad si hubieras visto cuando tío Emmet quemó las hormigas con
la lupa en las vacaciones…eso si era malva…mal…malo - tartamudeó un poco con
nerviosismo y terminó por rendirse tras olvidar la palabra - Yo solo habló del ciclo de
la vida.
- Los hombres hacemos esas cosas nena - exclamó golpeándose el pecho como los
gorilas y luego chocando la mano de mi hijo que lo veía riendo entretenido. - ¿Cierto
Lucas?
- ¡Oh por dios! - gemí tapando mi boca con ambas manos para controlar el ataque
de risa que amenazaba con delatarme y rebajarme a ser "su nena" de aquí hasta que
se fuera a la universidad.
Lucas tenía una fijación desde bebe por cada cosa que me hiciera reír. Cualquiera
fuera por insignificante, pero que me doblegara en momentos de rabia, él la usaba a
su favor.
De bebe hacía gárgaras con la comida luego que la primera vez me pusiera a reír,
como luego ya no me causo gracia, empezó a escupirla. Esme me consolaba diciendo
que eso era normal en los niños a esa edad, pero yo estaba segura que lo hacía a
propósito. Podía notar ese brillo de burla en su mirada y en las carcajadas que
soltaba mientras limpiaba la comida que caía por su mentón, o cuando lavaba su
ropa a mano porque sino las manchas quedaban como medallas en el pecho.
- ¿Lucas que es el ciclo de la vida según tu? - inquirí rápidamente para retomar el
tema anterior. Me felicité mentalmente por poder salir del pequeño aprieto y esperé
hasta que dejó de dar saltos como mono y me quedó viendo.
- Emmet por favor deja de explicarle las películas a mi hijo - pedí enarcando una
ceja y ladeando mi cabeza de manera suspicaz. No esperé a que me contestara y
cambié la conversación - ¿Qué tal la universidad?
Busqué por toda la casa sin detenerme, ya que estaba segura que si paraba un
segundo me arrepentiría y saldría corriendo de aquella casa, pero no había rastros
de Edward. Caminé hacía la puerta de entrada cuando lo vi.
Se encontraba sentado de espaldas a mí, y podía ver el vapor saliendo con cada
respiración que daba. Sus manos se encontraban entrelazadas sobre sus rodillas y
parecía ser que su vista estaba perdida en algún punto imaginario del blanco que
cubría todo.
- Solo pensaba - murmuró con su voz cargada de melancolía sin voltearse a verme.
- ¿Pensabas?
- 76 -
- Vaya, eso si que es nuevo ¿De donde lo sacaste? ¿Wikipedia? - bromeé dando
media vuelta para observar la casa ya que con Emmet dando vueltas, debía tener
especial cuidado acerca de lo que los puros oídos de mi hijo podían llegar a
escuchar.
- ¿Cómo lo supiste?
Me giré a verlo y caminé sin tener muy claro como responder a aquello, ya que ni
yo misma entendía como mi orgullo me había segado tanto como para ocultárselo.
Tomé asiento a su lado y me abracé a mi misma para mantener un poco el calor.
- Si.
- Pero Bella, eso fue dos años antes de que termináramos nuestra relación. O lo
que sea que tuviéramos luego - se apresuró a corregir.
- Solo te digo que ahí fue cuando todo comenzó. ¿Quieres oír mi parte de la
historia o no?
- Por supuesto.
- 77 -
Tomé aire sintiendo como el hielo se metía por mi nariz provocándome un ligero
dolor de cabeza. Acababa de tomar la decisión de dejar mi alma al descubierto en
esta conversación. Era hora de aclarar todo con Edward si quería de alguna poder
entablar una relación por lo menos amistosa, eso era lo correcto; lo mejor para
Lucas y lo mejor para mí.
hii!
bueno chicas, nada más me pongo los anteojos y me lanzan los tomates!
xD!
Subi otra historia, esta en mi perfil y se llama "Te amare"...para que pasen
si quieren :)
POLLY! que alegria verte por aca, aun no subo estos capitulos en el foro
de crep, asi que tienes primicia xD! jajaja! te quiero mucho linda ^^
Nos leemos!
muá!
- 78 -
Verdades que duelen part1
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Capitulo IX
Intenté con todas mis fuerzas contener las lágrimas mientras conducía de camino
a casa. Mis manos temblaban en el volante y sollozos entrecortados escapaban de
vez en cuando por mis labios. La calle de vuelta a casa parecía no tener fin, solo veía
cemento negro, extenso, interminable. Me dolía tanto que lo único que quería era
tener mi colchón bajo mi cuerpo y sobre mi cabeza apretada la almohada para poder
gritar tranquila. Sentía incluso que los árboles me veían con lastima cuando se
mecían debido a la fuerza con la que los golpeaba el viento.
Suspiré con dificultad sintiendo como el pecho me quemaba con tal intensidad que
no pude evitar tomar aire con fuerza para romper en llanto. Grité tapando mis orejas
con fuerza porque quería escapar del dolor que me provocaba escucharme a mi
misma y no poder encontrar algo que me consolara.
Cada mirada, cada gesto, cada sonrisa, cada caricia, cada beso, cada recuerdo,
todos momentos que se desarrollaban de manera simultanea en mi memoria.
- 79 -
Cada mentira.
Lloré con tanta fuerza, creyendo que mientras más fuerte lo hiciera mas rápido
expulsaría todo lo que sentía.
- Bella, yo no te mentí.
- ¿Sabías que se van a casar? pobre, me da un poco de pena verla así - comentaba
Jessica a Angela en los pasillos de la universidad., luego de haberme saludado
efusivamente y mirado con lastima - Dicen que están muy enamorados, ya hasta han
salido fotos de ellos en las páginas sociales.
Me encontraba escondida detrás de los lockers luego de haber dejado mis cosas y
por lo que acababa de oír no tenía más que hacer que tomarlas nuevamente y salir
de ahí. Me sentía enferma, asqueada.
- ¡No! - gimió colocando rápidamente su mano sobre mi boca para impedir que el
grito saliera más allá de mis pensamientos. - ¡Que te calles te digo! Voy a hablar
contigo y a explicarte toda esta mierda.
- No te amo.
- ¡Déjame hablar!- moduló con fuerza apretando los dientes - ¿Recuerdas cuando
nos conocimos? - asentí rodando mis ojos. Por supuesto que lo recordaba, cada cosa
y momento con él estaba grabado a fuego en mi memoria - Bueno, ese día estaba
escapando de la familia de Tanya. Nosotros fuimos pareja durante dos años, pero
ella se enamoró de un chico que era guardia en un supermercado. Como un favor
seguí haciéndome pasar por su novio para que ella pudiera seguir viéndose con él,
ya que su padre jamás aceptaría que su única hija saliera con alguien que no fuera
digno para ella.
- ¿No es obvio?
- Sin ofensas ¿quieres?- farfulló entrecerrando los ojos - Es obvio que ganaba
algunos beneficios siendo el yerno del rector, además no olvides que el es mi jefe.
- 81 -
- Conveniencia…- deduje frunciendo los labios - Supongamos que te creo. Aun no
comprendo porque escapabas de la familia de ella.
- Espera. ¿Quedó embarazada del guardia o de ti? - pregunté temiendo que mis
piernas dejaran de sostenerme en cualquier momento.
- Desde un poco antes de conocerte, te lo juro. Es todo una mierda tan grande y no
sé que hacer para que entiendas mi posición…yo solo quiero estar contigo.
- ¿Te sientes bien? - inquirí preocupada viendo como su rostro se encontraba más
pálido que lo normal.
- No mucho. Solo quería que supieras que Edward te quiere y que no te ha sido
- 82 -
infiel. Solo somos amigos y hasta ahora me ha estado ayudando mucho con esto -
señaló su ya abultada barriga con una sonrisa ladina - pero es solo eso. Confía en él.
- Puedo creer todo eso, pero de todos modos tu sigues esperando un bebe de…no
lo sé - confesé con frustración apoyando mi espalda contra la muralla.
Froté mis manos con fuerza sintiendo como el frío comenzaba a calar cada vez
más hondo. Rememorar cosas pasadas que no me agradaban, me hacían sentir mal
incluso físicamente. Todos estos años había escondido mi pasado, mis miedos y mis
penas. Tener que enfrentarlas era demasiado.
- Pero estábamos enamorados - replicó él arqueando una ceja - ¿No se supone que
el amor supera todos los obstáculos?
Cerré mis ojos y eché mi cabeza para atrás. Necesitaba un poco de aire para
continuar.
Había pasado un mes desde el funeral de la hija de Tanya. Vivió solo dos días y
tras nacer con un defecto cardiaco murió dejando desolada a su madre. Nunca supe
si era de Edward o de David y tampoco quise preguntárselo, ya tenía demasiado con
tener que lidiar con un casamiento suspendido y la muerte prematura de su bebe.
- Nunca pude superar todo lo que paso después de la muerte de la bebe de Tanya -
susurré apoyando mis codos sobre mis rodillas - Las cosas que hablaban de mi, de ti,
de ella.
- Los tres sabíamos como era todo en realidad ¿Qué importaba lo que pensaran los
demás?
- No es así. Solo Tanya y yo sabíamos como eran las cosas. Ella siempre te quiso,
- 83 -
pero se hizo a un lado cuando vio que no la querías. Ella…no quería obligarte a estar
con ella por compromiso. Supongo que después de todo en eso nos parecemos.
Me encontraba fuera del casino observando desde una de las bancas como caían
algunas hojas amarillentas victimas del otoño, cuando una mano presionó
ligeramente mi hombro.
Giré mi rostro para encontrarme a Edward con gesto abatido, su cabello se veía
más que despeinado; descuidado y vestía la misma ropa que el día anterior.
- No.
- ¿Qué te pasa?
- Te extraño - declaró escondiendo su cabeza entre sus manos. Sus codos estaban
apoyados en sus rodillas y podía notar la frustración en su voz.
- 84 -
- Edward, todo el mundo piensa que tú y Tanya acaban de perder una hija y
realmente pudo haber sido así. ¿No sientes nada de tristeza al pensar en que esa
niña pudo ser tuya?
- Tengo claro lo que dije, sabes que en una situación normal jamás diría una
aberración como esa - justificó levantándose con velocidad y quedando de pie frente
a mi - Solo…solo fui capaz de pensarlo porque estaba borracho, perdido - siguió
hablando con un gesto abrumado, igual como hace años atrás. Se hincó frente a mí y
dudó un poco antes de tomar mis manos - Había demasiadas cosas en mi cabeza y
no tenía idea de cómo lidiar con ellas. Tú mejor que nadie lo sabe.
Exhalé todo el aire que contenía en mis pulmones y volví a inhalar con fuerza.
Claro que sabía que era un pensamiento irracional, pero el hecho de que pasara por
su cabeza y formulara aquella frase, había cambiado completamente mi perspectiva
de la forma de ser de Edward.
- ¡Contéstame!- exigió sacudiéndome por los hombros - ¿Pensaste que sería capaz
de odiar a mi hijo? ¡¿Pero que monstruo piensas que soy?
- No quiero hablar de esto ahora, definitivamente fue una mala idea - musité
incorporándome con dificultad, pues las manos de Edward seguían sujetando mis
brazos - Suéltame - pedí retrocediendo un paso.
- ¡Edward déjame! - exigí luchando contra las manos que me sujetaban con fuerza
y me mantenían en aquel dormitorio en contra de mi voluntad.
- ¡No! - bramó soltándome solo para golpear con violencia la puerta. Tanto que sus
nudillos se bañaron rápidamente de sangre. - ¡¿Por qué?
- 85 -
Podía ver la furia llameando cual fuego en sus ojos. Aquellas esmeraldas brillaban
con odio en la penumbra de la noche.
- Te vi, sé que estuviste con él. Te vi besándolo - escupió aquellas palabras como si
fueran veneno.
- Eso es diferente, yo no siento nada por ella ahora, solo la besé por que tú querías
que dejaran de pensar que estábamos juntos.
- Si, pero mi idea no era ver como tenían sexo con ropa en la sala de literatura
inglesa en frente de toda la clase.
- ¡Pero lo fui!- gritó colocando ambas manos sobre su cabeza - Iba a serlo - se
corrigió frunciendo el ceño - y me quitaste a mi hijo, le entregaste mi obligación y mi
derecho a otro. A ese… mago… lechero…estúpido. Lucas tenía que haber tenido un
padre, yo debía ser su padre.
- 86 -
- ¿A él o a ti? De eso se trata todo esto ¿no? Me ocultaste a mi hijo por temor a que
te odiara a ti, no a él.
- Por favor - bufé sacudiendo mi cabeza enérgicamente para negar - No seas idiota
- exclamé.
- ¡No es cierto! Hiciste lo mejor para ti. ¿Quieres saber como supe que era padre?-
no esperó a que respondiera y arremetió con una velocidad increíble de palabras -
Hace dos años atrás mi madre me visitó en Nueva York, una tarde me pidió que
sacara unas cosas de su bolso y encontré esta foto - dijo sacando del bolsillo trasero
de su pantalón una billetera negra de cuero. La abrió y me enseñó una imagen en
donde se veía a Lucas de bebe vistiendo el único traje que Esme había guardado de
Edward - Como vestía mi ropa y era igual a mi, se la quité pensando que era yo.
Imaginas mi sorpresa cuando escuché a Emmet preguntando porqué tenía una foto
de tu hijo. ¡Anduve dos años con una foto de mi hijo en la billetera sin saber que era
él!
SE ACERCA EL FINAL!
- 87 -
muá!
- 88 -
Verdades que duelen part2
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
- ¡No es cierto! Hiciste lo mejor para ti. ¿Quieres saber como supe que era padre?-
no esperó a que respondiera y arremetió con una velocidad increíble de palabras -
Hace dos años atrás mi madre me visitó en Nueva York, una tarde me pidió que
sacara unas cosas de su bolso y encontré esta foto - dijo sacando del bolsillo trasero
de su pantalón una billetera negra de cuero. La abrió y me enseñó una imagen en
donde se veía a Lucas de bebe vistiendo el único traje que Esme había guardado de
Edward - Como vestía mi ropa y era igual a mi, se la quité pensando que era yo.
Imaginas mi sorpresa cuando escuché a Emmet preguntando porqué tenía una foto
de tu hijo. ¡Anduve dos años con una foto de mi hijo en la billetera sin saber que era
él!
Capitulo IX
Oh. Mierda.
Decir que me sentí mal al ver el rostro acongojado de Edward sería subestimar la
palabra dolor. Pocas veces lo había visto dejando caer la mascara de frialdad y
control que mantenía y al contrario de lo que pensé mucho tiempo, esto no lo
disfrutaba nada.
Quedé perpleja viendo como la cara de a quien tanto tiempo amé era sacudida por
la tristeza y caía a pedazos junto a mi corazón. Su rostro se veía desolado y dolido,
esto definitivamente no tenía arreglo.
- Sé que esto no cambiara nada las cosas, pero lo siento - murmuré angustiada
bajando la mirada al piso.
Edward había llegado hacía solo unos minutos y todo el mundo se había acercado
a ellos para felicitarlos cínicamente por su relación y reían con todos. Se tomaban de
la mano y si bien los ojos de él me pedían perdón, no podía. Mi nobleza no alcanzaba
para mártir.
- Bella, eres una chica hermosa, no es justo que debas pasar por esto - murmuró
Ángel acomodando los mechones de mi cabello detrás de mi oreja, acariciando de
paso mis mejillas con suavidad. - Déjalo.
- Si fuera fácil.
- Lo es. Bella no quieres compromisos y yo tampoco. ¿Por qué no solo nos dejamos
llevar esta noche? Hagamos lo que los jóvenes mayores de edad hacen en estos días.
- ¿Sexo en el baño?
- ¿Ahora?
- Pasémoslo bien. Eres mi pareja esta noche y la disfrutaremos - dijo justo antes de
posar sus labios suavemente sobre los míos.
Entreabrí con lentitud mi boca para darle acceso a su lengua, era áspera en
comparación con la de Edward, pero aún así me gustó. Quizá solo fue el estar tan
conciente de que él me veía que me apreté más a Ángel y me dejé llevar por el
- 90 -
momento. Disfruté el saber que Edward sentía lo mismo que yo. Al fin.
Sin decir nada más paso por mi lado y se metió en la casa cerrando la puerta a mis
espaldas con brusquedad.
- Edward se va - dijo Alice abrazándome con fuerza. - Por favor recapacita y díselo.
Bella dile, te aseguro que no te dejara. Ni a ti ni al bebe.
- Alice no quiero - sollocé aferrándome a ella. Estaba tan triste y no sabía como
tenía que actuar.
- Bella en serio, hoy harán una fiesta de despedida los chicos de la facultad. Ven
conmigo.
- Pero Bella…
- Pero nada. Edward es un cabrón llorón. Me culpa por haberme dado un beso con
Ángel, ¡Alice…un beso! Mientras él coquetea con cada cosa que tenga vagina
enfrente de mis narices.
Me senté o más bien, me dejé caer sobre los escalones del pórtico y me quedé ahí
sintiendo como el hielo comenzaba a crear una capa sobre mí.
Choqué contra Alice quien apenas me vio soltó un grito efusivo y se lanzó contra
mí abrazándome con fuerza.
- ¿Y donde está?
- Hace poco estaba por aquí - anunció frunciendo los labios pensativa y
buscándolo con la mirada.
Ambas nos quedamos viendo unos segundos sin decir nada antes de caminar en
dirección al segundo piso.
Toda nuestra relación estaba llena de mierda, era imposible construir algo sano
sobre cimientos tan enfermos. Lucas sabía que tenía un padre, no era tonto como
para creer que la cigüeña me lo había regalado dejándolo dentro de un repollo
frente a mi puerta, pero yo no estaba lista para afrontar su parentesco con Edward.
Mis ojos confirmaron lo que mi corazón se negaba a ver una vez que llegamos al
cuarto de almacenamiento en el segundo nivel. La chica bailaba eróticamente a
horcajadas sobre él mientras la vista de Edward vagaba por el lugar sin reparar en
ella, pero ahí estaba, burlándose de mí nuevamente.
El poco orgullo que aún me quedaba me impidió hacerle una escena, solo me
quedé de pie memorizándolo, cada uno de sus detalles lo grabaría a fuerza en mi
retina para que cada vez que lo recordara me recordara a mi misma el porque de mi
decisión.
- 93 -
Sentí la mano de Alice sobre mi hombro como un apoyo silencioso a mi
desconsuelo, sabía que ella me entendía y que aquello también le dolía.
El aire comenzó a escasear en mi pecho y las lágrimas corrieron por mis mejillas
libremente sin poder detenerlas. Tenía que escapar de ahí, necesitaba huir y tomar
aire, no la brisa…el aire, el respiro que te proporciona escapar del dolor.
- ¿Bella?
- ¡Ni siquiera puedo decir que eres un hijo de puta por que sería joder a mi
madre!- profirió mi amiga deteniéndole el paso a Edward - ¡Cabrón!
Sin apagar el cigarrillo al que no lo quedaba más que el filtro, saqué otro y lo
encendí. No sabía que tenía que hacer y no sabía a quien preguntarle…en momentos
así era cuando más extrañaba la calma y los consejos de mi padre.
Sabía que estaría en casa cuando volviera, sobre todo después de saberse los
turnos de mi padre de memoria y tener la copia de mi llave. Estúpida de mí que
luego de que Charlie cortara el árbol por el cual se trepaba le hubiese dado la llave.
- 94 -
- No - negué quitándome la chaqueta y lanzándola sobre la cama - Eres un infeliz,
un idiota cabrón, inmaduro y estúpido.
- Por lo menos una que respetes - bufé al tiempo que me quitaba el reloj.
- No quiero.
- Te quiero a ti. Dejar toda esta mierda atrás y ser solos tú y yo, así como al
principio.
- ¿Homosex?
- Juego de palabras - expliqué rodando mis ojos. Podía imaginar su ceja alzada al
no comprender el sobrenombre.
- 95 -
- ¿Por qué estabas llorando? No es bueno que Lucas te vea triste y a mi tampoco
me gusta saber que lo estas.
- No estoy llorando - mentí para zanjar el tema. Estaba claro que no lo creería ya
que me conocía demasiado como para darse cuenta con solo un saludo, pero no
quería reconocerlo, no a él - ¿Para que me llamas?
- Solo quería saber que estabas bien. Cuando me fui me quedé preocupado por ti y
ya sabes, para eso estamos los amigos ¿no? Un hombro para llorar y eso.
- Te llamo para hacerte sentir mejor y te burlas de mí - se quejó del otro lado -
será mejor que te llame luego - añadió luego de que oyera un grito detrás. - Fiorella
esta como loca y dudo servir de algo si no me apuro en ayudarla.
- Arrivederci.
La banca de la plaza era el lugar ideal para dejar mi mente volar lejos. Me veía
más pálida y ojerosa que de costumbre y por el contrario de lo habitual en un
embarazo, en lugar de obtener peso lo estaba perdiendo. Parecía un saco de huesos
con un pequeño bulto en el estomago como única evidencia de mi estado. Desde que
Edward se había marchado acostumbraba visitar aquel lugar para llorar tranquila,
mi padre estaba desilusionado podía verlo en sus ojos, a pesar de prometerme su
apoyo y ayudarme en todo lo necesario, me sentía tan sola. No veía a Alice, ni a
nadie que me recordara o hablara de él.
- ¿Stai bene?- habló el chico rubio viéndome con extrañeza - ¿Hai bisogno di
- 96 -
qualcosa? ¿Posso aiutarla?
- ¿Qué? - inquirí alzando el rostro para verlo mejor. Era un tipo hermoso, no como
Edward, pero tampoco menos que él.
- ¡Idiota!- exclamó una chica trigueña a sus espaldas dándole un golpe con su
mano en la cabeza - La chica no es italiana. Háblale en español.
El muchacho la quedó viendo mal por un momento para luego romper a reír.
-Io sono Antonio e questa loca è mia … emm… sorella ¿hermana? Fiorella
- Bella - me presenté.
Era la primera vez que me reía en mucho tiempo y se sentía tan bien. Antonio se
burlaba del ego de su hermana mientras yo disfrutaba del momento.
- ¿Ah?
- ¡Se movió! - exclamé con mas fuerza al sentirlo otra vez. Tomé la mano de
Antonio por reflejo y la coloqué en el lugar donde sentía patear al bebe. - ¡Ahí
siéntelo!
- 97 -
- ¡Oh Dio! ¡Se mueve!
¿Qué pasaría con Antonio luego que Lucas se enterara de Edward? Hasta ahora no
me lo había preguntado, nunca se me había pasado por la cabeza plantearme en
esta situación y me sentía ridículamente perdida. Vagaba en el limbo de las
preguntas sin respuesta. Un impulso incontrolable me obligó a levantarme de golpe,
subí los escalones del pórtico con rapidez y me metí en la casa en búsqueda de
Alice.
- Cuida a Lucas por mí - pedí más como una orden que como un favor una vez que
la encontré sentada sola en la cocina.
- Tengo que ver a Antonio - anuncié dándome la vuelta para salir a toda prisa de
ahí.
- Bella, siento lo de hace un rato. Ya sabes que soy un idiota llorón - soltó con una
sonrisa amarga.
- Si, lo sé.
- Mira… - musitó nervioso. Podía notarlo en la manera que fruncía el ceño y como
sacudía su cabello con una mano - solo quiero que hablemos de Lucas.
- 98 -
- Tengo rabia porque me lo ocultaste, estoy furioso porque mi familia me lo ocultó
y lo que más me molesta es saber que es por mi culpa. Solo no quieras desplazarme
de su vida ahora.
- Sé que hice las cosas mal, pero no es como que tú te lleves el titulo a las
decisiones correctas.
- ¿De eso se trata? ¿Es una manera de castigarme por dejarte el querer
inmiscuirte en la vida de él?
La sinceridad se vio tan clara reflejada en su cara que me sentí culpable. Edward
era promiscuo, pero no un demonio diabólico sediento de venganza, o por lo menos
eso esperaba.
- Hace años te perdí, por lo que más quieras no me obligues a perder lo único que
me queda de ti.
Luego de decir aquello bajó los brazos que hasta ese momento se encontraban
cruzados sobre la ventana y se giró para volver a la casa.
Hace un buen rato tenía listo este capitulo y no tengo idea de porque aun
no lo había subido...disculpenme, es que como subo en otras paginas, a
veces me olvido de cual me falta ¬¬
Bueno, ya queda muy poquito para el final, así que solo espero que les
guste este capitulo.
- 99 -
nos leemos pronto...
muá!
- 100 -
Antonio
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
- Hace años te perdí, por lo que más quieras no me obligues a perder lo único que
me queda de ti.
Luego de decir aquello bajó los brazos que hasta ese momento se encontraban
cruzados sobre la ventana y se giró para volver a la casa.
Capitulo X
Antonio
- Aja.
- 101 -
- ¿Ya decidiste el nombre? - inquirió Alice jugando con el control remoto hasta
detenerse en un canal infantil.
- No.
- ¿Lucas?
Desde que se puso los patines supe que no saldría bien, quizás el hecho de que
apenas y le entraban los pies debía decirle algo, pero ella insistió y dando una
elegante vuelta en un pie, trastabilló hasta caer de bruces contra la escalera.
Comencé reír sin poder parar, sentía incluso como si las costillas se me
comprimían mientras lo hacía.
- ¡Oh por dios! - chillé cuando sentí un liquido tibio escurrir por mis piernas.
- ¿Qué fuente? - preguntó Fiorella colocándose de pie con dificultad. - Ahí esta la
fuente, aun quedan nachos.
- ¡Mi fuente tonta! ¡Voy a tener al bebe! - grité apretando con fuerza el brazo de
Antonio. Tanto, que no tardó demasiado, en formarse una mancha violácea, en
donde mis dedos ejercieron fuerza.
- Es hermoso - dijo Antonio meciendo a Lucas en sus brazos con una facilidad
envidiable. - ¿Quieres…? - preguntó haciendo una seña hacia el bebe - Creo que es
tiempo de su muda.
- No creo que a ti te guste estar con todo eso húmedo ahí abajo - dijo elevando las
comisuras de sus labios.
La imagen era realmente adorable, en aquel momento supe que lo amaría por toda
mi vida, no como a un novio, no como de Edward, lo amé como hombre, por ser
alguien tan imperfectamente bueno para mí.
Me detuve justo antes de la curva que daba a la tienda. Busqué mi bolso y cogí mi
celular para telefonear a Antonio. Conté los repiques, jugueteando con mis dedos
sobre el volante con nerviosismo. Los eventos recientes me tenían completamente
tensionada y estresada.
No sabía como lidiar con todo lo que tenía encima, mi pasado era sin duda alguna,
lo peor que podía pasarle a mi presente y a mi futuro.
- No realmente.
- ¿Cómo?
No quise mirarlo, pero al oírlo resoplar supe que o estaba negando con su cabeza,
o sus ojos habían sido rodados.
- ¿Y eso es algo nuevo? - se burló dejando caer su espalda contra el respaldo del
asiento, golpeando sonoramente su cabeza contra éste.
- Antonio, estoy preocupada y tengo miedo - solté sin más, cruzando mis dedos
sobre el volante y echándole un vistazo de reojo.
- ¿Miedo de qué?
- Pero él no lo merece.
- 104 -
Antonio me observó durante unos eternos segundos en los cuales no dijo nada.
Luego suspiró con fuerza y volteó su cabeza hacia el frente pegando su vista en el
parabrisas.
- Esta claro que no. Si fuera por eso estaría enamorada de ti y tú de mí.
- Eso sería sano - concordó haciendo un amague de sonrisa. No era una expresión
triste, pero si parecía melancólica. Quizás el hecho que sus ojos azules brillaran con
más fuerza que lo normal le daba ese aspecto nostálgico - ¿Pero seriamos felices?
- Quería decir que eres hermoso - dije riendo. Todo con él era fácil, sin
complicaciones. Me sentía tranquila y feliz a su lado.
Las olas se oían romper con fuerza a unos pocos metros de donde nos
encontrábamos. La arena fría se adhería a mis pies descalzos y en el momento que
nuestros labios comenzaron a acercarse cerré los ojos para dejarme llevar.
Esperé con anhelo que su boca tocara la mía, pero antes de que eso ocurriera,
Antonio carraspeó obligándome a abrir los ojos. Estaba preparada para asesinara
quien fuese el culpable de aquella interrupción, pero al observar a mi alrededor,
noté que estábamos solos.
Completamente solos.
Me había costado toda la mañana dar con él, pero por fin podía verlo. Sobre el
roquerío, sentado de espaldas a mí, vistiendo solo unos jeans desgastados, subidos
hasta sus rodillas, a pesar del clima.
Su expresión era triste cuando me miró y eso me partió el corazón. Estaba segura
que eso era lo mismo que sentía él cada vez que me veía sufrir por Edward.
- 106 -
- Isabella necesito que entiendas…
- ¿No eres tu soy yo? ¿Es eso? Por favor Antonio, eres un hombre inteligente, estoy
segura que puedes encontrar una escusa mejor que esa.
- No me parece justo para ti ni para mí. Te mereces alguien para quien seas única
y considero que es lo mismo para mí.
- Oh. Lo…lo siento - tartamudeé sintiéndome patética - Debe ser un chica muy
afortunada.
- Esta muerta.
- Estoy segura que seriamos felices - contesté al fin. Ambos habíamos sufrido en el
pasado, pero ¿y qué?
No por eso íbamos a perder el derecho o la posibilidad de vivir una vida tranquila,
en la cual de una manera muy reconfortante para ambos, viviríamos bien.
- Yo no. Siempre voy a amar a Renata, pero ni siquiera ella tiene que ver en esto,
por favor entiéndeme - pidió soltando un suspiro derrotado - Lidiar con un fantasma
no es lo mismo que con el padre de tu hijo. Seriamos seguros, no felices.
- ¿No me quieres?
- 107 -
- Te amo, pero no de la manera necesaria para formar una familia.
- ¿Y qué hay de Lucas? Antonio, ¿Cómo le explico todo? Va a odiarme y… ¿si luego
no quiere vivir más conmigo?… ¿si quiere irse con Edward? Soy la peor madre en la
historia de la humanidad. Podría contarle la historia de la virgen María, Edward
encaja perfectamente como espíritu santo, plantó la semilla y luego se voló…
- Cálmate - dijo soltando una carcajada - Es solo un niño, bastante inteligente cabe
recalcar, pero un niño al fin y al cabo. A su edad todo suma. Lo que a mi me importa
en estos momentos eres tu.
- No creo que sea recomendable, piensa que Lucas salió de ahí - dijo entremedio
de sus risas.
Luego de un rato en el que seguimos riendo sin razón, tomó una de mis manos y
besó el torso de esta con cariño.
- Lo mejor será hablar con Edward sin ver atrás - contesté a medias segura y
medio en pregunta.
- Si, eso será lo mejor - meditó apretando ligeramente mi mano para infundirme
valor, uno que durante cinco años había estada rehuyendo de mi.
- 108 -
Tras despedirnos y quedar en encontrarnos por la tarde, encendí el motor y di la
vuelta para volver a casa de los padres de Edward.
- No la culpes - habló una voz masculina. Una que sería capaz de reconocer donde
fuera. Aquella que producía una adrenalina ridícula en mis venas.
- Que hablemos a solas. Fuera de la casa - dijo con tranquilidad - Lucas salió con
mi madre, así que no veo ningún motivo por el cual no pudieras aceptar.
Odiaba que mis mejillas admitieran de manera tan evidente la ilusión que le
provocaba a mi cuerpo encontrarse a solas con él. Por suerte para mi orgullo, ya no
era una chiquilla hormonada, ahora era una mujer hecha y derecha.
Hola chicas!
perdon por haber tardado, pero estaba entre el final de "Cicatrices", una
nueva historia que aun no cuelgo, y un monton de cosas más... perdon por la
demora. Espero poder colgar capitulo el martes para no tenerlas tanto
tiempo colgadas =)
muá!
- 109 -
Respira
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Capitulo XI
Respira
Charlie, sin querer darse por vencido, arremetió en mi habitación con la energía
característica de un hombre que duerme poco y bebe café de forma compulsiva,
aplaudiendo con fuerza y entonando Smells like teen spirit de Nirvana.
Cuando por fin se dio cuenta que nada de lo que hiciera podría resultar, decidió
- 110 -
usar su última carta.
- ¡Oh, está bien! Mensaje captado -gruñí enderezándome de golpe y lanzando lejos
la ropa de mi cama. Tallé mis ojos y me estiré con fuerza soltando un bostezo- No
tienes que hacer todo esto para despertarme.
Mi padre rodó los ojos al tiempo que esbozaba una calida sonrisa. Sus ojos,
surcados en sus bordes, se veían incluso divertidos.
- ¡Oh por dios! Hace diez segundos yo tenia un hermoso par de corneas -gemí
tapando mi cara con ambas manos- ¿Lo recuerdas? ¿Castaños y hermosos?
- No más drama Bella, ¿quieres? Tu solo recuerda que ya debo irme a trabajar y
Lucas debe ser mudado, alimentado y amado -enlistó caminando con rapidez
alrededor de mi habitación-. En la cocina hay leche, pan y mantequilla para que
desayunes. Puede que por la tarde pase al mercado y traiga algunas cosas. ¿Cuántos
pañales quedan en la bolsa?
- 111 -
- ¿Cuántos pañales quedan en la bolsa? -volvió a preguntar con paciencia.
- Hem… ¿Bastantes?
- Dime un número.
- Diez.
- Ay Bella… ¿Qué harías sin tu padre? ¿Cómo puedes pensar que diez son
bastantes? Cuando tenías la edad de Lucas, usabas diez pañales en un solo día.
Tenías el estomago igual que los pollos, comías y…
- Edward llamó.
Cuando al fin estuvo listo, limpio y oliendo delicioso, decidí dejarlo en su corral
para que jugara, mientras yo aprovechaba de hacer mi cama, aunque para mi mala
suerte, mi padre no había querido olvidar nuestra conversación inconclusa, e
ignorando por completo el hecho de que me interesaba más oír hablar durante horas
al "Doctor Oz" una de sus cátedras de comida saludable, que de Edward "hijo de
puta" Cullen, se dispuso a retomar nuestra charla.
- Y espero que sigas haciéndolo -agregué observándolo por medio del espejo que
se encontraba a los pies de mi cama.
- No puedo -dijo tomando mi almohada para sacudirla-. Bella, entiende, soy padre
y no puedo imaginar mi vida sin haberte tenido.
- Mi pequeña, aún eres joven e impulsiva. Debes dejar de huir del pasado, no fue
nada tan malo lo que pasó, el no es ni un asesino, drogadicto, bebedor...
- En eso último no estoy tan segura, creo haberlo visto beber más seguido que el
común de las personas, dos copas de vino antes de la cena no puede ser normal
-interrumpí mirándolo de reojo. Sabía que no tenía base alguna para asegurar
aquello, simplemente quería dejar de hablar de aquello…de él.
- 113 -
Antes de que mi cerebro procesara alguna respuesta ingeniosa que sirviera para
escapar de la discusión que se aproximaba, mi pequeño, quien parecía haber
olvidado por completo sus juguetes y se encontraba de pie afirmado en su corral y
viéndonos directamente, balbuceó un demasiado entendible "Etuar", que ocasionó
que mi pobre cerebro se cegara por la ira, impidiéndome cerrar la boca cuando era
debido.
- ¿Qué quieres Charlie?-gruñí al fin- ¿Qué lo perdone como hizo mi mamá contigo?
Lo siento, pero yo no soy René.
Mi padre no dijo nada, parecía sopesar incluso cada exhalación que salía de su
boca. Estaba segura que acababa de herirlo profundamente, pero la vergüenza y el
arrepentimiento me impidieron decir palabra alguna cuando esté salió de mi
habitación luego de besar la frente de Lucas.
Pude escuchar cuando tomó sus llaves de la mesa, cerró la puerta a sus espaldas y
hecho andar la patrulla.
Luego de hacer dormir a Lucas una siesta y sin tener nada que hacer, decidí subir
al dormitorio de mi padre y ordenar sus cosas. Quizás si veía que me esforzaba en
dejar su cuarto limpio, entendería que estaba arrepentida. Iba en el décimo escalón,
cuando tocaron la puerta obligándome a desandar el camino. Bajé con rapidez,
haciendo resonar exageradamente las tapillas de mis botas contra la madera.
Abrí la puerta y encontré a Alice frente a mí con sus ojos hinchados y la nariz roja
como un tomate, al verme se lanzó contra mí y comenzó a llorar.
- ¿Qué pasa?
Sonreí recordando la única canción que había sido capaz de dedicar y me sentí
rápidamente ridícula y algo sosa por hacerlo. Más aún cuando Antonio se encargaba
de recordármelo más veces de lo que mi orgullo era capaz de tolerar.
Sentía la voz completamente ajena a mí, un eco lejano de lo que alguna vez fui.
- Bella…
Pero lo que hubiese estado a punto de decir en aquel momento, quedó apagado
por la llegada de la carroza fúnebre con el cuerpo de mi padre. Parecía una lujosa
limosina y de inmediato recordé un día que Charlie había dicho que soñaba con
pasear en una de ellas- Soy un hombre sencillo Bella, de gustos comunes. Ser
millonario, pasearme en una limosina por todos lados y unas cuantas sirvientas en
vestidos diminutos. ¡Y todos los canales de deportes! -había dicho esa tarde.
Por lo menos uno de tus sueños se cumplió -pensé soltando un bufido, medio risa,
medio sollozo-, lástima que no estés aquí para disfrutarlo.
En aquel momento, las lagrimas contenidas, brotaron a tropel por mis parpados,
empapando su camisa en solo segundos.
- Bella, conoces a todo el mundo en está ciudad. No inventes que no das con la
dirección.
-Edward, no es por nada, pero te recuerdo que con suerte tengo trabajo para
mantener a mi hijo.
- ¡Oh por dios, Edward! ¿Estas comparando a Lucas con un árbol? ¿En verdad
puedes ser tan idiota? A él no lo "plantaste", grandísimo imbécil.
- No quiero clases gramaticales. Quiero que hablemos de Lucas. Así que baja de la
camioneta que puedo ver tu cara desde la ventana.
Pero mi pregunta quedó en el aire, cuando miré a mi lado derecho en donde unos
hermosos números tallados en madera, señalaban que acababa de detenerme justo
enfrente del lugar acordado.
Les dije que no iba a abandonar ninguna de mis historias, así que no me
odien demasiado por tardar. Quienes me conocen, saben que los ultimos
meses fueron bastanta caoticos en mi vida y que con suerte tenía tiempo
para mi misma.
Espero que este capitulo les haya gustado, si tengo suerte mañana cuelgo
el siguiente en mi nuevo blog, la direccion está en mi perfil...
Nos leemos...
muá!
- 118 -
Problemas de Comunicación
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Mi cabeza era una trampa ridícula a mi cordura. Cada imagen que veía me
recordaba a mi padre y en estos momentos necesitaba pensar con claridad por
Lucas.
Aunque por otro lado, solo era una chica demasiado joven… sola… con un bebe.
Por problemas en el clima, mi madre no pudo viajar pues los aeropuertos estaban
cerrados y si bien, en un principio, eso me hizo sentir abandonada, no podía
culparla. Suerte que Esme había resultado ser más que útil en el cuidado de Lucas y
gracias a dios, mi bebe no parecía molestarse por quedarse con ella.
Me sentía dentro de un refrigerador, la casa se encontraba tan fría, tan vacía, tan
jodidamente sola. Solté un suspiro lleno de angustia y me dejé caer sobre la
escalera. Abracé mis piernas y recargué el mentón en mis rodillas.
Todo mi cuerpo temblaba y estaba cansada hasta los huesos. Sentía que algo
dentro de mi pecho se estaba quebrando, como cuando una grieta se produce en el
hielo, solo debes esperar hasta que se haga trizas y estaba agotada de intentar
detenerlo. Era inevitable. Las costillas me dolían de tanto llorar y simplemente
quería desparecer durante días, dormir y ser despertada nuevamente por mi padre.
Estaba segura que lo recibiría con los brazos abiertos, aún cuando tarareara a
Metallica esta vez.
- 119 -
Oí la escalera chirriar con el sonido de unos pasos acercándose, pero mantuve mis
ojos cerrados.
No pude contestarle y en lugar de eso, pasé mis manos por su cintura y me aferré
a él como un naufrago a su salvavidas.
No sé muy bien cuanto tiempo estuvimos así, simplemente sé que luego de mucho
rato, me sentía mejor. Antonio preparó café para los dos, mientras yo iba a darme
una ducha. Me sentía agotaba y estaba segura que el agua caliente aliviaría de
alguna manera la pesadez que lleva en mi cuerpo.
Seguí mirando las antiguas boletas, cuando el apellido Cullen escrito con la letra
de papá, llamó completamente mi atención. Desdoblé el papel y comprobé el nombre
de mis pesadillas. "Edward Cullen" se leía claramente en color azul, seguido de un
número de teléfono.
- ¿Y qué se supone que haga con esto? -pensé sosteniendo con firmeza el trozo de
papel.
Tal vez esa era mi manera de asimilar todo lo que estaba pasando. Quizás
simplemente era el hecho de compensar la memoria de Charlie cumpliendo su
última voluntad. Lo que haya sido, definitivamente me haría arrepentirme luego.
Observé la hora en mi reloj mural. Marcaba las once en punto de la noche. Una
hora bastante imprudente para llamar, pero si no lo hacía ya, estaba segura que no
me atrevería nunca.
Volví a marcar y esperé hasta que sentí como contestaban del otro lado.
- ¡Edward duérmete, ya contesté yo! -escuché decir a una voz femenina-. Quien
sea te dejara un mensaje.
Oh por supuesto. ¡¿Podrías decirle a Edward que en Forks hay una chica que tiene
un hijo suyo, mientras él sigue siendo un jodido hijo de puta?
- ¿Si… diga? -preguntó con insistencia la chica del otro lado. Lo que me hizo
suponer que llevaba demasiado tiempo en silencio.
- ¡Te dije que no debía hablar con él! -gemí recordando a mi papá. Rememoré su
rostro sereno y la manera en que encogía sus hombros cuando se equivocaba.
Dejé caer el teléfono sobre mi cama y me metí en el baño para darme una ducha,
mientras maldecía una y otra vez por ser tan idiota.
- 121 -
Capitulo XII
Problemas de Comunicación
El frío exterior me golpeó el rostro con fuerza apenas puse los pies fuera de mi
todoterreno, aunque estaba segura que eso no tenía nada que ver con el escalofrío
que me recorrió desde la nuca hasta el final de mi espalda.
Me puse de pie con dificultad sobre la gruesa capa de hielo, sintiendo como mis
piernas se hundían hasta los tobillos y rápidamente el frío traspasó mis botas. Luego
de cerrar la puerta de mi camioneta, bajé la gorra que Antonio me había dado hasta
las cejas y me puse en marcha, implorando silenciosamente el no caer sobre mi culo
al avanzar. Exhalé bruscamente, formando un camino de vapor donde mi aliento
tibio se congelaba y a paso decidido, caminé.
Tras llegar entera al pórtico de la casa, sacudí un poco mis pies y respiré hondo.
- ¿Qué cosa?
- Podría decir que las viejas costumbres no se olvidan, pero estoy seguro que
jugaría en mi contra -murmuró haciendo una extraña mueca con su boca. Casi se
veía arrepentido de haber dicho aquello.
- Idiota -bufé.
Edward soltó en el acto una carcajada suave y musical, al tiempo que mi abrigo
caía por mis hombros, luego, quité mis guantes y el gorro de Antonio y los sostuve.
Tomé aire y me giré para encararlo.
- ¡Lo primero es lo primero! -exclamó- ¿Por qué mi hermana te tiene como "La
Princesa Cisne" y no cómo Selene?
- Idiota sabelotodo -bufé con molestia. Sobre todo porque cuando lo dijo fue
inevitable pensar en Lucas y en su "característico" sentido del humor. Estilo Cullen
ciento por ciento.
- 123 -
- Cisne igual a Swan en ingles. Eso lo capto. ¿Pero porqué te dicen así?
- Deseo arrancarte muchas cosas, pero la cabeza no está en mi lista -murmuró con
descaro.
Sentí unas ganas terribles de abofetearlo por la osadía de sus palabras, pero me
aguanté. Eso demostraría que me afectaba de sobremanera las cosas que él pudiese
decirme, y en aquel momento, sin duda alguna debía mantenerme serena y a la
altura de la situación.
- ¿Cuál modo? -inquirió elevando sus cejas con una mueca de sorpresa.
¡Oh por dios! ¿Por qué tenía que sonrojarme? ¿En verdad era necesario
traicionarme a mi misma, exponiéndome de esa manera.
- 124 -
- Me pones nervioso -confesó de pronto-. Muy…nervioso.
- Eso, me pongo nervioso cuando estoy contigo. No puedo pensar con claridad y
eso me altera. Digo cosas que no quiero y dejo de hacer las que si deseo.
- No me vaciles Edward.
- ¿Has probado hacerlo con un cura? Se supone que con ellos la gente se confiesa.
- ¡Ja! Que graciosa -masculló entre dientes-. Lo que quiero decir es que cada ves
que voy a decirte algo importante, termino comportándome como un tonto, o
haciendo algo que no debo. Cuando volví a este lugar solo tenía una cosa en mente
-dijo haciendo un gesto con su cabeza para instarme a tomar asiento en uno de sus
sillones-. Lucas -añadió una vez estuve sentada y el también-. Un hijo mío.
- Siento haberte hablado como lo hice en mi casa y por haberme comportado como
un grandísimo imbécil. A veces me cuesta olvidar que las cosas entre nosotros
pasaron hace mucho tiempo y que en realidad ya no nos conocemos.
- 125 -
Sentí un vacío en el estomago luego de oírlo. Una sensación de ternura y empatía
me envolvió por completo, pero firmemente, lo oculté.
- Y eso es aún peor. Las acciones, por mucho que sean consentidas, duelen. Dejan
marcas en las vidas de las personas, tú en verdad me hiciste daño.
- Lo sé...pero…
- Pero nada Edward. El pasado es eso. Ni siquiera puedo estar segura de que mis
propios recuerdos son tales, pues creo haberme dejado llevar por la rabia que sentía
y así como en algún momento te idealicé, luego de los años, creé una imagen tuya de
cabrón. De todos modos aún no la deshecho por completo -me apresuré a agregar-,
así que deja de sonreír como bobo.
La sonrisa que se extendía por su rostro se veía tan genuina, que me costó
recordar que hace solo unas horas estábamos agarrándonos de los pelos.
- Está bien.
Me quedé de una pieza y sin entender que diablos le pasaba a ese hombre. En
verdad teníamos un conflicto serio de mala comunicación. Ahora que hacíamos las
paces, se iba y me dejaba sola. ¿Pero quien demonios lo entiende?
- ¡La bandera de la paz! En caso de precaución, por si las cosas se ponían difíciles
-explicó ruborizándose y riendo- Era mi arma de salvación.
- Eres un idiota -negué riéndome con él, por lo ridículo que podía llegar a ser.
- 126 -
- Lo sé. ¿Quieres algo de tomar? ¿Un café o un té? -ofreció señalando con su
pulgar la dirección de la cocina. Me levanté y decidí acompañarlo por el vestíbulo.
Al llegar noté que, como toda la casa, era un sitio amplio. Iluminado, aunque de
muros más oscuros. Las alacenas eran blancas y en centro había un gran mesón con
lavaplatos y sillas de bar.
- ¿Qué quieres?
- Café. Sin azúcar -contesté sentándome y apoyando los codos sobre el mesón.
- ¿Sin azúcar?
Edward soltó a reír fuertemente mientras acomodaba dos tazas sobre sus
respectivos platillos.
Reíamos...
Juntos…
- 127 -
Completamente irreal…
- Repítelo -rogó.
- ¡Oh dios! -suspiró apoyando los codos sobre la mesa. Con sus manos tapó sus
ojos y comenzó a llorar.
Si hasta aquel momento pensaba que la situación era irreal, ahora de lleno creía
que acababa de volverme loca.
- ¿Qué?
- Chocolate. Tengo uno relleno de menta. Era tu sabor favorito, igual que el de
Lucas -informé. Ya era hora que se enterara de algunos detalles de mi pequeño.
Si él era capaz de hacer la vista gorda a todos los problemas que acarreábamos
del pasado, no veía porque yo no podía.
Tomó asiento justo en frente de mi, colocando la mesa de por medio y golpeteó su
taza con sus dedos.
- ¿Qué cosa?
- Porque no puedo.
- ¿Qué es eso?
- Se le parecen, solo que sus raíces son mucho más largas -indicó sonriendo con
un claro gesto de tristeza.
- 129 -
- Y sigo sin entender ni una palabra. ¿Por qué no solo eres claro y me dices que te
pasa?
Edward solo alzó una ceja a la espera de que yo misma cayera en lo que me estaba
diciendo.
Sentí ganas de darme cabezazos contra el muro, cuando lo miré y con sus ojos
señaló la parte baja de su cuerpo.
OK! apuesto a que todo el mundo quiere lincharme, pero vamos! que
estaba de vacaciones...panza al sol, gafas y muchas caipiriñas!
Y creo que eso sería por hoy...las adoro por sus mensajes...siempre los
leo...me encantan...y aaaahhhh necesito cariño digital...en serio...estaba
volviendome loca en la playa sin tener nada que hacer... definitivamente
estoy jodida por completo, soy adicta al teclado ¬¬'
- 130 -
wn! les dije que las extrañé? Siii? cuantas veces?
dos...tres...multipliquenlo por milquinientos y sumenle el resultado...
muá!
- 131 -
Caridad
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Una brisa calida me acariciaba el rostro, mientras observaba a Lucas jugar con
Emmet en el jardín de los Cullen. El día estaba ideal para estar al aire libre, pero los
ánimos no eran los mejores.
Con nostalgia pensaba en mi padre y en los feliz que hubiese estado de haber
visto a mi hijo darle al balón con tanto entusiasmo.
Siempre reía al ver a Lucas lanzar las cucharas lejos de su bandeja-. Te lo digo,
este niño tiene un brazo que vale oro. ¡Mira donde tiró ese trozo de pan! -exclamaba
mientras yo rabiaba al fallar miserablemente en la educción de sus modales.
Abracé mis piernas y descansé mi cabeza sobre mis rodillas. Esme sostenía dos
vasos con refresco y, tras darse cuenta que no respondería, me pidió permiso para
acompañarme. Asentí, aun avergonzada del trato que les había dado durante tanto
tiempo, solo por ser la familia de Edward. Los había tratado como la paria, ignorado
- 132 -
y rehuido de ellos cada vez que tuve oportunidad, y de todos modos ellos hicieron
vista gorda a todo, me apoyaron en uno de los momentos más tristes de mi vida y
aún permanecían a mi lado.
Por suerte nadie había resultado ser demasiado rencoroso y aunque pareciera
imposible, ellos solo me pidieron tener contacto con Lucas.
Una ola de culpa me golpeó con la fuerza de un camión tolva. Lucas era su primer
nieto y yo, egoístamente sin pensar en nada más que mi propio dolor y ego herido, le
había negado la oportunidad de verlo nacer. Igual como se lo estaba haciendo a su
padre.
- Esme, estoy muy agradecida contigo y con tu familia por estar conmigo, aún
cuando yo no he actuado de la mejor manera. Pero por favor, yo no quiero que
Edward se entere de nada.
- 133 -
Alzó la cabeza con lentitud y me miró directamente-. No te preocupes, no creo que
sea el momento para decírselo de todos modos.
- Bella, hablas desde la herida -dijo con tono cansino-. Confía en mí, yo no le diré
nada a mi hijo porque ahora no sería bueno que se enterara, pero yo soy su madre.
Lo que tu sientes por Lucas, yo lo siento por Edward y no puedo ocultarle esto.
- Esme…
- Él vive en paz.
Capitulo XIII
Caridad
Pestañeé reiteradas veces y estoy segura de haber abierto la boca más de una vez
para decir algo, pero estaba muda. Mi voz, junto a mi inteligencia, había decidido
abandonarme en el peor momento.
- Pero -comencé aún algo aletargada-, ¿por qué? -inquirí estúpidamente- ¿Los
usaste demasiado y los secaste? -añadí en broma para aligerar el ambiente y
mantener a raya mis propios miedos y cavilaciones.
- 134 -
Abrió la boca desmesuradamente- Si, los convertí en higos -contestó estallando en
carcajadas, dejando la taza sobre la mesa.
Alcé una ceja y lo miré para responder esa pregunta solo con mi gesto.
- Ok. Eso dolió -. Mi intento de sonar casual no resultó efecto, en verdad eso había
sido un tiro directo a mi pecho.
- Tuve.
No era algo tan terrible, estuvo enfermo, se sanó y ahora se encontraba frente a
mí perfectamente bien. Su sentido del sarcasmo y el de superioridad seguían
intactos, pero de todos modos no podía evitar sentirme aún más mierda que antes.
No solo le había negado un hijo a Edward, sino que le había quitado su única
oportunidad de ser padre. Y todo por orgullo.
Sentía ganas de vomitar lo poco que había ingerido durante el día. El café
- 135 -
acababa de convertirse en bilis, la cual se sentía amarga pasear por mi garganta y
detenerse justo al llegar a mi lengua, dejando un acido sabor en mi boca.
Sentí mi estomago vacío al oír la fecha. Era justamente el día del entierro de mi
padre.
- Mi madre contrató una enfermera para cuidarme. Ella no podía viajar en esa
fecha, así que, no quedó de otra.
Observé la hora en mi reloj mural. Marcaba las once en punto de la noche. Una
hora bastante imprudente para llamar, pero si no lo hacía ya, estaba segura que no
me atrevería nunca.
Volví a marcar y esperé hasta que sentí como contestaban del otro lado.
- ¡Edward duérmete, ya contesté yo! -escuché decir a una voz femenina-. Quien
sea te dejara un mensaje.
Oh por supuesto. ¡¿Podrías decirle a Edward que en Forks hay una chica que tiene
un hijo suyo, mientras él sigue siendo un jodido hijo de puta?
- ¿Si… diga? -preguntó con insistencia la chica del otro lado. Lo que me hizo
suponer que llevaba demasiado tiempo en silencio.
Dramáticamente inventadas.
Edward podría haberse enterado de Lucas muchísimo antes, pero como siempre
actué antes de analizar o investigar la realidad de la situación.
- Deja de ser ridícula -me retó-. Estoy aquí, y estoy bien. Además, debo reconocer
que a la larga ha sido para mejor.
- Eso -dijo, se puso de pie y comenzó a dar brincos cortos, imitando la acción de
quien salta la cuerda-, me siento más ligero, creo que incluso puedo llegar a saltar
más alto que antes.
Edward giró alrededor de la mesa que nos separaba y acortó la distancia. Tomó mi
taza de café y bebió de él despreocupado-. Lo sé. Ya pasé por lo peor -añadió
encogiéndose de hombros-, ahora solo quiero encausar mi vida.
- 137 -
- Ya habrá tiempo. ¿Qué es lo que sabe hasta ahora?
Su cabellera cobriza se agitó cuando una banda de carcajadas brotó de sus labios.
Se veía despreocupado, encantador.
Resplandeciente.
Detuvo las risotadas y me miró serio- Bien, pues podemos decirle que fui yo quien
sembró ese repollito -para mi sorpresa, curvó los labios en una media sonrisa que
me robó el aliento-, así que eso aclararía las cosas.
- Deja de bromear.
- La real.
Tomó aire antes de contestar. -Bueno, Lucas es un niño especial y el hecho de que
sea mi hijo lo vuelve más especial -habló manteniendo la distancia, pero
inclinándose levemente hacia mí-, pero no lo conozco -susurró. La frustración
rezumaba su voz y me sentí culpable, nuevamente. A este paso estaba plenamente
conciente de cumplir cadena perpetua en el infierno-. No sé nada de sus gustos a
excepción de las cosas que mi madre me ha contado. Me siento ligado a él, pero no
sé muy bien que es lo que siento. Intento parecer calmado a su lado, y seguro, pero
me da un poco de miedo.
- Debe ser su color de pelo, es muy poco común, suele asustar a todo el mundo.
- Pasa mañana por él. Compartan, salgan. Conócelo, y enamórate de él. Lucas es
maravilloso y te va a encantar.
- ¿Y nosotros?
- Las cosas no han cambiado entre nosotros -Mi voz sonaba plenamente bajo
control, apropiada para una conversación de ese tipo, una que aclarara las cosas. O
al menos eso esperaba.
Una de las comisuras de sus labios se alzó en una media sonrisa. -Oh si. Claro que
han cambiado.
- Edward…
Cuando al fin pude volver a respirar sin temer volverme adicta a su perfume,
hablé. -Por lo mismo. Yo conozco al Edward de diecinueve, veinte, veintiuno…pero al
hombre de veintiséis años, de pie frente a mi, no. Debo reconocer que es bastante
más educado que el jovencito ridículo que conocí yo.
- O sea que… ¿me prefieres ahora? -acució fanfarrón elevando ambas cejas de
manera sugerente. Se acercó nuevamente un paso y se irguió frente a mi.
- 139 -
Ansioso, aplastó sus labios contra los míos, esclavizándome con el roce de su
lengua, la cual aprovechándose de mi asombro, entró cual torbellino.
-Tengo veintisiete -murmuró con voz ronca, antes de volver a besarme-. Casi
veintiocho.
Estaba segura que esto me traería serios problemas con mi conciencia luego, pero
después de todo Edward tenía razón, no podía no cumplir el deseo de un hombre
enfermo.
Sin separar nuestros labios, tomó mis manos y las posicionó en su espalda,
sujetando cariñosamente mis muñecas.
-Claro que si, estoy enfermo por ti. Siento que agonizo y la cura para mi mal son
tus labios, ¿ves? -Inquirió mordiendo suavemente mi labio inferior, tirándolo con
cuidado-, ya comienzo a sentirme mejor. Apuesto que mis mejillas están tan rosadas
como las tuyas.
No había nada que mi boca pudiese hacer en aquel momento salvo seguir
besándolo. Ya tendría tiempo para lidiar con mis miedos y mis preocupaciones. Por
ahora, estaba cumpliendo con mi deber moral.
Hi everyone!
- 140 -
tenerlas a la espera durante mucho tiempo. Además que ya le falta tan
poquito para terminar! me da pena ¬¬' primero Cicatrices y ahora
esta...tengo el sindrome del nido vacio...jejeje...
Bound tu you: El primer amor es siempre el más fuerte...¿Pero, qué pasa cuando
tu no eres la primera en su vida?...lidiar con el fantasma de alguien mucho mejor
que tu. Edward Cullen es divertido y buen chico, pero vive atormentado por su
pasado. Construir un presente que supere lo anterior...¿es realmente posible?
Okis, no hay mucho más que pueda decir, solo que las quiero, diviertanse,
good luck!
muá!
- 141 -
¿Reconocer o conocer?
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Capitulo XIV
¿Reconocer o conocer?
- Extrañé esto -susurró soltando un sonoro suspiro. Sus manos, aún en mi espalda,
- 142 -
me acariciaban con movimientos circulares. Irónicamente todas mis dudas se
disiparon en cuanto abrí mis ojos y lo vi.
Se sentía como si lo viera por primera vez. Ver en realidad más allá de toda
aquella mascara de compostura y de sus acciones anticipadamente calculadas. Me
encontraba frente al hombre de mis sueños, idealizado quizás, pero feliz.
Aun cuando mi cabeza vitoreaba; "dignidad, dignidad, dignidad", una y otra vez,
como siempre que el tema a tratar era el hombre frente a mi, por primera vez decidí
mandar a callar ese pensamiento. Ya bastante daño había hecho mi súper sentido
común, y mi falso orgullo.
- Pues ya somos dos -murmuré rodando los ojos. Edward se irguió por completo,
dejándome a unos buenos veintiséis centímetros al menos más baja y me miró
intensamente. Parecía escudriñar cada milímetro de mi rostro-. ¿Qué? -inquirí
toscamente-, ¿quieres una foto? -me burlé.
- Ya tengo una -dijo con soltura. Como si aquello fuese lo más natural del mundo.
- Mentira.
La imagen ante mis ojos hizo que el corazón se me encogiera. Era una fotografía
mía de las vacaciones en la casa Cullen, desgastada en los bordes y algo
descolorida. Estaba solo la mitad de ella, al lado, en donde mi brazo derecho
- 143 -
descansaba, faltaba mi mejor amiga.
- Ven, quiero que tener un recuerdo de cuando nuestras pieles aún estaban
completamente perfectas.
- Cuando "tu" cara estaba completamente perfecta -bufé de mala gana-. Maldita
bastarda de piel de porcelana. ¿No eres una adolescente igual que yo? ¿Por qué no
tienes ni un solo grano? Eso no puede ser justo. Espero que cuando cumplas treinta
las arrugas te dejen ciegas.
- ¡Oh Bella, deja de ser así! ¡Edward! -gritó para despertar al flojo que dormía bajo
los matorrales del jardín de la casa veraniega de los Cullen-. Haznos una foto
-continuó lanzándole la cámara cuando la miró.
- Ven aquí Bella, abrázame como si me quisieras -ordenó Alice. Estaba nerviosa.
No quería posar y mucho menos cuando el fotógrafo se trataba del hermano de mi
mejor amiga a quien casi no conocía y él que por cierto, me había besado en su
dormitorio cuando apenas sabía su nombre-. ¡Venga ya! Este es el último día, quiero
tener un recuerdo de estas vacaciones.
Asentí, rodé mis ojos y fruncí el ceño. Miré a Edward, quien alzó una ceja y se rió.
-Deja de hacer morisquetas Selene.
- Alice dijo que esa película se había extraviado en el viaje de regreso -murmuré
sin dejar de observarla. Me veía tan despreocupada, reía abiertamente, mientras los
mechones de mi flequillo cubrían casi por completo mi frente. Realmente parecía
feliz.
- ¡Edward!
- 144 -
- ¿Qué? -acució elevando ambas cejas-. Tenía un montón de cosas en él.
Me reí. No pude evitarlo. De alguna forma sentía qué, el solo hecho de que él
conservara una foto desde hacía tantos años, fuera algo importante.
- No sé si burlarme por que hayas conservado una foto mía desde hace tanto
tiempo o sentirme honrada. Creo que voy a burlarme de ti.
- ¡Por supuesto que vale más! -grité. A veces me costaba comprenderlo, era
abogado pero tenía unas salidas de madre épicas-. Lucas versus un trozo de papel
tiene todas las de ganar.
- ¡Oh por dios! -gemí tapando mi boca para no reírme-. Siempre supe lo ególatra
que podías llegar a ser pero esto me parece ridículo -mascullé sacudiendo mi
cabeza-. ¿Tienes las demás fotos?
- Edward -suspiré con cierto aire de frustración. ¿Me encontraba frente a otro
hombre? O este era realmente él. ¿Siempre había sido así? Definitivamente me
sentía confundida-. Estoy hecha un lío.
- No te estoy proponiendo nada, aún. Solo juntémonos, dejemos que las cosas
fluyan, y permíteme estar cerca de Lucas. Conozcámonos.
- 145 -
Si Edward ya había tenido una orqui…orquídeo...orquidemio… ¡operación de
mierda! cuando estaba con Tanya, era lógico que no la abandonara.
- Bella…
- Ya veo.
- ¿Qué te parece si me abrazas durante un tiempo más y luego vamos por Lucas?
Por primera vez en mucho tiempo simplemente quería ser sostenida por él, aun
cuando no quisiera admitirlo, había imaginado este momento en muchas
oportunidades.
- 146 -
Bueno chicas, este capitulo es cortito y de transición, para que vean que
estos dos pueden llevarse bien, aun cuando las dudas de Bella no la quieren
abandonar. Son una perras, odio dudar...En fin...lo importante aquí es que
de alguna manera ya comienzan a comunicarse, un poco...al menos.
Bueno chicas, anuncio! Nueva historia, les dejo el summary a ver si les
interesa, como estoy en los ultimos capitulos de Take a Bow, me animé y la
colgué!
Esta historia comienza donde las otras terminan, cuando se apagan las luces y la
vida sigue con el anonimato de las palabras no dichas.
Interesante no? Okey! nos leemos mañana con el siguiente capitulo, las
quiero!
muá!
- 147 -
Día en familia
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Capitulo XV
Día en familia
- ¿Por qué tienes que ser tu quien conduzca? -me quejé tomando lugar de copiloto.
Antes de salir de la casa de Edward, él me había quitado mis llaves y ahora, estaba
acomodando tranquilamente su cinturón de seguridad-. Es mi camioneta -le recordé.
Estaba a punto de meter la llave y hacer contacto, pero se detuvo y se giró para
mirarme-. Bella, por favor, conduces como una tortuga, quiero llegar a casa de mis
padres antes de la graduación de Lucas.
Sentí ganas de darle un puñetazos justo ahí, donde le faltaban los huevos.
- ¡No es verdad! -exclamé. Una nota más alta y me convertía en Lucas haciendo un
berrinche-. Conduzco de las mil maravillas -agregué más calmada-, el que no sea
una loca de la velocidad, no me convierte en una lenteja.
Edward me observó de reojo con una mueca picara en los labios- ¿Me estás
haciendo una propuesta indecente Selene? -acució enarcando una ceja.
- Edward, por favor, deja de decirme Selene o comenzare a llamarte Tuxedo Mask.
- Está bien, Darien Shields -me burlé enojada. Crucé los brazos a la altura de mi
pecho y me dejé caer contra el respaldo, mientras sus risotadas resonaban dentro
del vehiculo-. Nunca he podido comprender como conoces tanto sobre Sailor Moon.
- Tengo dos hermanas, ¿recuerdas? Cuando pequeños Alice me hizo usar mascara
y llevar rosas rojas a su internado. Todavía no se lo perdono, es una burra, ella
siempre fue Sailor Mercury. No tenía ni una sola posibilidad conmigo.
- Dugh. Asco.
Intenté mantener la poca cordura que me quedaba durante el viaje, pero era
imposible- ¡Edward, baja la velocidad! -grité aferrándome con ambas manos a mi
asiento- ¡No quiero un hijo huérfano antes de siquiera conocer a su padre!
- Tranquila -dijo, soltando la palanca de cambios para poner su mano sobre la mía.
Le dio un ligero apretón y de reojo me observó-. Soy un poco imprudente, pero es
que estoy demasiado ansioso. Quiero compartir con Lucas y contigo. Así que no te
asustes porque nunca te va a pasar nada malo conmigo.
- ¿Seguro?
Ese definitivamente fue un momento de los más bizarro. ¿Yo confiaba en Edward?
Al parecer mi rostro gritaba que si, pero como siempre, las dudas no se iban tan
rápido como el velocímetro de mi camioneta.
Alice, quien temía otro reto de mi parte, abrió los ojos de golpe y comentó media
adormilada-; ¡Oh si, Emmet, es una excelente película!
- ¡Emmet! -lo retó Rosalie, quien acababa de entrar en la sala- ¡Cuida esa boca,
está el niño! -anunció enojada, señalando a Lucas con un movimiento de su cabeza-
¡Y límpiate esa saliva que tienes en el mentón!
Lucas los miró a todos y susurró-; Las nenas no deben gritar -en el oído de
Edward.
Espera un segundo.
En verdad acababa de dar un salto a los brazos de Edward, quien al igual que
todos en aquel lugar se había quedado como piedra.
- Eh… ¿si? -dudó el aludido observando a todos los presentes, en busca de alguna
señal que le advirtiera que debía responder a ello. Me reí y elevé mis pulgares para
hacerle saber que estaba en lo correcto.
Era indudable de la química que existía entre ambos. Una hora más tarde,
instalados en una de las mesas de la pizzería de don Bartolo - por invitación de
Edward -, comíamos y reíamos de cualquier cosa.
Lucas, como cualquier niño al conocer una nueva persona, y sobre todo cuando
ésta le prestaba completa atención a él, estaba ofreciendo el espectáculo del siglo.
Cantaba, se reía, incluso, cuando una canción de Ne-Yo sonó en la música de
ambiente, se subió a una silla y bailó. Encantador.
- Antonio dice que soy el monstruo come galletas, por eso me llamo Lucas -empezó
a comer felizmente mientras hablaba-, ¿cierto mami?
- 151 -
- Aja. Deja de balancearte en la silla que te puedes caer.
Lucas solo sonreía y seguía hablando, mientras comía, llenaba su boca de bebida y
movía la silla. Casi era capaz de sentir la vena sobresaliendo en mi frente-. A mi me
gusta Benjamin, como Ben 10. Son mis caricaturas preferidas. Antonio me regaló un
Omnitrix en mi cumpleaños.
- ¿Te llevas muy bien con él? -le preguntó a mi hijo. Nuestro. A nuestro hijo.
¡Oh, por dios! ¡Un inhalador! Sentía que en cualquier momento me daba un
ataque de asma, o al corazón. Sino, buscaría una escopeta y me suicidaría ahí
mismo. Mi sangre sería el reemplazo de la salsa de tomates.
- Somos buenos amigos -balbuceé ante la mirada afilada de Edward-. Lucas deja
de balancearte en la silla. ¡Por última vez, hijo haz caso!
- No entiendo porqué no puede hablar bien, ya tiene cuatro años -dije, acercando
unas servilletas para limpiarle las manos al monstruo terrorífico.
- Es solo un niño. Dale tiempo, aún es pequeño. Además -añadió cogiendo un trozo
de pizza para darle un mordisco-, si no quieres que hable así, no le permitas ver
Whinnie the Pooh. ¿Haz oído como habla Tigger? -preguntó de manera retórica-. No
me extraña nada que aún no conozca la letra "R".
Tenía un punto. Un buen punto. Tigger en realidad hablaba como un niño con
serios trastornos de lenguaje.
- Oh, por supuesto que la tengo -replicó Edward quien seguía masticando
elegantemente su trozo de masa y lo odiaba por ello. Se veía impecable comiendo,
como un anuncio de Pizza Hut, con el chico guapo, con una pierna sobre la silla y el
codo apoyado sobre la mesa-. Lucas, hijo, deja de balancearte en la silla, hazle caso
a tu madre -soltó de pronto, colocando su mano sobre la de mi hijo, con toda la
naturalidad del mundo. Lucas lo miró y se sentó bien obedeciendo de inmediato, con
una sonrisa en su rostro correspondida de igual manera por Edward.
Fue casi como un capitulo del "Encantador de perros", claro, mi hijo no era un
perro, y yo acababa de sentirme una mierda de madre al compararlo con uno, pero
seamos honestos, Lucas puede ser todo un amor, excelente hijo y muy inteligente,
pero es desobediente como nadie.
- Ahora entiendo porque mi madre me ponía pantalones con esos ridículos parches
oscuros en las rodillas. ¿En que momento se arrodilló sobre el queso y el tomate?
- Ni idea -contesté pasando al lado de Edward para buscar un pijama para mi hijo-.
Es una lastima que aquí nunca haga calor. Tengo un montón de pantaloncillos cortos
que nunca podrá usar -dije enseñándole uno de los jeans de Lucas que de tanto
gastarle las rodillas había sido cortado y transformado en bermuda.
Edward volvió a reír y se sentó sobre la cama. Siguió mirando a Lucas durante un
buen rato y yo intenté no prestarle atención. Obviamente había resultado ser un
rotundo fracaso y cada vez estaba más atenta a cada gesto de él con mi hijo. Lo
miraba maravillado, como si fuese el tesoro más preciado del mundo. Acarició sus
mechones con tanto cariño que sentí ganas de vomitar por la culpa.
A veces, parecía sentir que podía controlarlo todo. Que aquella espina oculta,
alejada de la vida de los demás y de mi misma, no molestaba. Y cuando aquello
pasaba, siempre intenté mantenerme erguida, con la cabeza en alto y el orgullo
como arma de defensa. Pero, inevitablemente, cuando menos lo esperaba, ésta salía
a flote y me dejaba al descubierto y vulnerable. No quería volver a sentir cosas por
Edward. Juro que no quería, pero dios, cuando me miró con esos ojos verdes,
impresos de ternura y amor infinito que solo yo, como madre, podía compartir y
comprender, fue inevitable.
Tan pronto como cerré los ojos, una mano voló hacia mi rostro y otra me rodeó la
cintura. Sentí sus labios, suaves y ansiosos sobre los míos. Su lengua aún mantenía
un ligero sabor dulce, a bebida.
Enlacé mis brazos a su cuello y sonreí contra su boca, estaba tan concentrada que
no fui capaz de pensar en nada más fuera de los deliciosos labios que me besaban.
De todos modos debería haber estado más atenta. Si lo hubiese estado, no habría
sido sorprendida por los sigilosos pasitos del pequeño Lucas, quien desde la puerta
del dormitorio gritó-; ¡Los pillé!
Mierda.
Chicas no tengo mucho que decir porque tengo los dedos congelados, casi
literalmente. Puto frio, en verdad me encanta, más que el verano, lo admito
soy una chica invernal, pero dentro de mi casa me gusta el calor y hoy me
quedé sin calefaccion, asi que desde mi camita, les escribo, tiritando como
pez en la sarten...
Uh! por cierto, les he dicho que las amo? y todas esas cosas melosas que
se dicen para agradecer infinitamente que sigan leyendo el fic? pues por si
no...LAS AMO BITCHES DEL MAL!
en serio, gracias a todas, y a quienes leyeron Lift me up, les aviso que hoy
- 155 -
en la noche publico ahi...y quienes aun no lo han leido, ¿SE PUEDE SABER
QUE ESTÁN ESPERANDO, AH? jejeje...lo dije, el frío, me atrofia el cerebro y
mi inteligencia se congela por segundos...otra cosa! tambien voy a actualizar
"Bound to you" y "Te amare", los tengo casi listos, si alcanzo subo todo hoy,
sino entre hoy y mañana...y si nada de eso pasa es por que la mierda de iglu
que es mi casa, me congeló y he muerto...si estoy como Bella, toda una
drama queen!
Nos leemos!
muá!
- 156 -
Confesiones endulzadas
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
- ¡Lucas deja las cosas ahí! -grité, con la voz rezumando frustración.
Era nuestro primer verano sin salir de la ciudad y, aunque encontrar un día
soleado aquí, era casi tan difícil como hacer que Lucas me obedeciera, este verano
en particular, parecía desobedecer completamente a la norma de tiempo lluvioso.
Lo miré de reojo- Es para nadar -farfullé a penas, ya que con mi boca afirmaba
una pata de goma, para poder liberar una de mis manos y, así, limpiar la gota de
sudor que escurría por mi frente.
- 157 -
- No importa -replicó encogiéndose de hombros-. Yo quiero patinar.
Solté un suspiro caliente, y juro que quería apretarle el cuello, solo un poco, nada
que le hiciera daño- ¿Y por qué no me lo dijiste antes? -inquirí entrecerrando los
ojos-. Los patines los venden armados.
- ¿Qué? -preguntó enarcando una de sus pequeñas cejas con gesto interrogante.
- ¿Y la vaquita?
- ¿Ah?
- No.
- 158 -
A decir verdad, creo que lo hacía a propósito-. ¡No Lucas, no!, con nada. El toro
tiene cachos y esos también pueden dañar tu piscina.
- ¿Y mi…?
- ¡Lucas con nada! -exclamé exasperada- ya te lo dije, con nada. Fui clara y no
quiero que metas nada en la piscina. Nada ¿Entendiste? Ninguna cosa, nada.
- ¿El de hule? -inquirí alzando la cabeza para mirarlo bien. No soportaba ver su
cara triste.
Sonreí y desde mi posición, arrodillada y con las rodillas llenas de tierra, el sudor
escurriendo por mi frente y seguramente apestando, lo miré. Por supuesto él se veía
impecable, informal, de sandalias y bermudas, el pelo mojado y sosteniendo una lata
de coca cola en una de sus manos.
-Ten -dijo dándome la lata de refresco, fría, casi congelada. Me puse de pie y fue
en aquel momento cuando su aroma me vació el estómago. Conocía ese perfume,
era el mismo que usaba Edward. Dios, casi sentí ganas de abrazarlo, arrancarle la
ropa y quedármela para poder olerla. Sí, estaba realmente mal, ya que lo correcto
en esa frase, era hacer algo diferente a estar como un perro tras el rastro de su
amo, pero no podía evitarlo. Memoria emotiva le llaman, yo le digo estupidez,
masoquismo, ser una completa retardada…
-¿Cómo lo hiciste?
-Fiorella me hace armar toldos como loco, una piscina es cosa de niños -dijo, pero
algo en mi expresión debió alertarlo ya que de inmediato se corrigió-. Bueno, cuando
pasas rodeado de estas cosas. Cuando no, puede ser una pesadilla intentar armar
una.
Horas más tardes Lucas estaba sentado sobre las piernas de Antonio, con la
cabeza recostada contra su pecho, mientras el helado de chocolate escurría por sus
brazos. Ambos veían televisión, hablaban de todo y reían por nada. Todo dentro de
los parámetros normales en un dialogo entre un adulto y un niño de tres años y
medio, por eso no puse demasiada atención hasta que ya era demasiado tarde.
-La familia, Lucas, es quien te cuida y te protege. Tienes una mamá maravillosa,
tíos, abuelos.
- ¿Papá?
-Quiero tener un papá, las familias tienen papás y yo no. Quiero uno, de verdad
-rezongó Lucas, por primera y única vez-. Con pilin.
Capitulo XVI
Confesiones endulzadas
Estoy segura que cualquier persona que me viera, estaría segura que aquel
susurro con el terminé hablando era el clásico de un asesino en serie, esos que
esconden una sierra eléctrica en sus espaldas. Pero, Oh, vamos, era Lucas de quien
hablaba. Así que hizo todo lo que se supone que un niño de su edad haría.
- Mi mami tiene novio -canturreó saltando de un lado para otro-. Mi mami tiene
novio. Son novios -continuó, mientras Edward intentaba reprimir inútilmente la
risa-. Se dan besos. En la boca. De lengua.
- ¿Son novios? -preguntó cuándo lo arropaba-. ¿Cómo tía Alice y el tío Jasper?, ¿o
como tía Rose con el tío Emmet?
- ¿Y los besos?
Él muy sabelotodo me miró con sus enormes ojos fijos en los míos y la frente
ligeramente arrugada- ¿Sindudar, qué es sindudar?
- 161 -
Perfecto, no era capaz de explicarle que singular era uno, mucho menos sería
capaz de hacerle entender la relación que tenía con Edward. ¿Relación, Bella?
Siquiera era eso lo que teníamos. Digo, somos padres, ¿pero qué más?
-Solo hazlo.
- Edward, por favor, deja de comportarte como Maire Poppins. Eres su papá, no
una ancianita cariñosa que prepara pasteles.
- Si, tan genial como una patada en el culo -mascullé rodando los ojos-. Estoy
segura que de niño nunca saliste a pasear y te la llevabas viendo televisión. Es
imposible que sepas tanto de musicales y anime.
-Cualquier idiota sabe quién era Maire Poppins -bufó sin dejar de sonreír.
Tenía unas ganas terribles de golpearlo pero en cambio, y contra todo pronóstico,
me uní a sus risotadas.
- 162 -
Nos reíamos sin parar, es más, era como si cada carcajada incentivara al otro y le
provocara reír incluso más fuerte. Así estuvimos durante unos eternos segundos
antes de poder recuperar el aliento.
- ¿Qué? -acucié.
- ¿Antonio?
-Si. Aunque no lo creas quería que estuvieras presente en su vida de algún modo.
Llamémoslo expiación de culpas.
- 163 -
-También podemos llamarlo amor -murmuró colocando sus manos sobre mis
caderas para atraerme a él, elevando ambas cejas sugerentemente.
-Expiación de culpas y no se hable más del tema -reiteré antes de enlazar mis
manos detrás de su cuello para luego besarlo.
-No puedo replicar nada a eso- murmuró Edward una vez separamos nuestros
labios. Una sonrisa tiraba de las comisuras de su boca, una genuina, no aquella
mueca arrogante y extraña que hacía cuando alzaba un solo lado. Se veían tan mal
cuando lo hacía.
¿Qué otra opción tenía? Debía hacer lo correcto y además, conociendo a mi hijo,
debía tener los ojos como platos, luchando por mantenerse despierto.
Preparé los pocillos con dos copas cada uno, chocolate y vainilla. Los bañé en
salsa de chocolate y puse un barquillo sobre cada uno. Gritaban dulce y kilos de más
por donde se les mirara.
Edward estaba tan nervioso que en un momento sentí ganas de darle un puñetazo,
de hecho, últimamente sentía bastante seguido aquel impulso. Tal vez un día tendría
que hacerle caso.
-Y tu querías preparar galletitas -solté con sarcasmo, al ver como las manos de
- 164 -
Edward temblaban con la bandeja- ¿Los huevos pensabas ponerlos tú, gallina?
Me miró sin sonreír, de verdad se veía angustiado-. Estoy nervioso. ¿Tú no?
-Como la puta madre -confesé-, pero ¿qué se supone que debemos hacer?
-continué, encogiéndome de hombros-. Por favor dios, si estoy actuando bien
envíame una señal -rogué en silencio.
Dejamos la bandeja sobre la cama y lo llamé-. ¡Estoy haciendo pis! -gritó de vuelta
desde el baño.
Aquello fue toda la señal que necesité para saber que estaba haciendo lo correcto.
Me metí en el baño y lo miré. Su cara se veía tan tierna, era tan parecido a su
padre, ¿Cómo no se había dado cuenta aún, si él era un niño sumamente inteligente?
-Dime, mami.
La mejor manera era confesarlo de largo, rápido. "La muela se saca entera, no por
partes que así duele más", solía decir mi padre, ahora entiendo a qué se refería con
eso
- 165 -
Edward estaba pálido. Le temblaba todo el cuerpo.
Lucas alzó de pronto la cabeza y bajó los hombros, junto a la cuchara vacía-.
¿Edward tiene galletitas? -preguntó confundido.
-No, él tiene pilin -contesté sintiéndome una completa idiota, mientras ambos se
miraban e increíblemente…se reconocían.
¿Que les pareció? Es tan Bella (por no decirle bruta) para hacer las
cosas...jejejeje...
Ahora ando un poco apurada asi que solo les aviso que restan el capitulo
siguiente, que es el final y el epilogo...buh! Me encanta la aceptacion que ha
tenido esta historia, amo a Lucas, a Antonio...a todos...a ustedes. Gracias
infinitas por siempre darse el tiempo de dejar un review...bueno, el capitulo
final ya está terminado asi que puede que lo suba en unos dos días más, asi
les doy tiempo a todas de leer y comentar en este.
Un beso gigante a todas. Por cierto, anoche actualicé "A song for the
lovers", asi que quienes quieran pasen por allá, y a las que aun no la
conocen, pues ¿que esperan? xD!
muá!
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Final
Summary: Edward Cullen siguió con su vida como tenía que hacerlo, sin saber
que detrás dejaba a Bella herida y con un hijo en camino. Ella por orgullo decide
ocultárselo, convirtiéndose en madre soltera. ¿Qué pasara cuando él vuelva a Forks
y se encuentre con su pequeña miniatura?
Capitulo XVII
Final
Los siguientes veinte minutos, a lo menos, fueron terribles. Trágicos. Del tipo que
incluye pañuelos, mocos, remordimientos, abrazos y reconciliaciones. ¿Qué puedo
decir? Soy un poco idiota cuando me pongo nerviosa, eso ya debería ser de
información pública. Y bueno, Lucas parecía ser más inteligente de lo que yo creía,
pues lo único que hizo fue gritar que al fin tendría alguien con quien compartir el
día de padres del kínder, se agarró a Edward y le quitó sus "galletitas". Según él,
debía ser recompensado por los terribles años de ausencia.
Pequeño granuja.
Luego de hacer dormir a un Lucas que tenía más glucosa que glóbulos rojos en la
sangre, por fin pudimos mirarnos con Edward y respirar. Él se encontraba al lado de
nuestro hijo y acariciaba su cabello con tanto cariño que por medio segundo me
sentí celosa. Soy humana, dios, no pueden juzgar mis pensamientos.
Alcé una ceja y sonreí más abiertamente antes de preguntar-; ¿Un trago?
Lo vi sonreír y rendirse a lo que fuera que iba a decir-. Está bien, un trago -fue
todo lo que dijo. Luego me siguió, salimos y cerré la puerta.
Había comenzado a caminar por el vestíbulo con dirección a la cocina, cuando una
ligera nota molesta en la voz masculina que me habló llamó mi atención- ¿Pilin? -me
increpó Edward apenas salimos del dormitorio, tras dejar a un emocionado Lucas
durmiendo. Se veía realmente indignado cuando me giré a verlo-. Creía que me
recordabas mejor, ¿Qué es eso de pilin?
Lo miré ceñuda antes de que me dejara explicarle a qué me refería con eso. -No es
como que te recuerde demasiado.
Reí y sacudí mi cabeza para negar. No podía creer que estuviéramos coqueteando
tan abiertamente, era casi como algo natural entre nosotros.
-Eso ya lo has dicho demasiadas veces como para que me haga reír. No es
gracioso.
-No pensaba ser graciosa -repliqué dando media vuelta para poder verlo. Me
acerqué a la mesa, tomé una silla y me senté frente a él-, solo estaba constatando y
enfatizando un hecho.
-¡Oh, solo cállate y bésame! -exclamó alcanzando mis manos sobre la mesa.
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-Antes dime lo que querías.
Entrecerró los ojos-. Eres una especialista en arruinar momentos, ¿sabías? -se
burló y luego resopló- Bueno, me resulta un tanto extraño imaginar cómo te las has
apañado para hacer todo esto sola. Imagino que debías odiarme demasiado para no
pedirme ayuda.
-Isabella yo odié cada uno de mis días en Nueva York. Detesté estar solo, me
sentía un fracasado, triste, te extrañé mucho… - Oh. Por. Dios… Edward estaba…
¿declarándose?- te admiro mucho.
Oh, oh. Eso no es lo que una mujer espera escuchar. "Te admiro mucho", era casi
o tanto más malo que "te quiero… como amiga". Lo peor; el silencio que envolvió y
la atmosfera en la que nos sumergimos tras eso. No podía creer como en solo unos
días mi percepción y las cosas que deseaba habían cambiado tanto. Hace solo una
semana atrás ni siquiera habría dejado que Edward se acercase a mí, y ahora
deseaba que se me declarara; era increíble la manera en que me volvía una
adolescente a su lado.
El rostro de Edward se iluminó al recordarlo -No puedo creer que lo hayas soltado
así de golpe. Sentí que el corazón no me iba a volver a latir.
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-¡Bella! -llamaron desde fuera. Conocía demasiado bien esa voz para saber que el
vino había llegado en tiempo record.
Al ver el rostro frente a mí fue inevitable preguntarme; ¿Por qué diablos no había
puesto timbre cuando tuve la oportunidad?
Seguí hasta llegar al pórtico. Antonio sostenía el vino en alto y me veía serio, no
enojado… solo serio. Abrí la puerta y salí arrepintiéndome inmediato de no haber
tomado antes un abrigo. Tirité antes de abrazarlo para saludarlo.
¿Qué le podía responder? ¿En qué momento se había invertido todo? Mi relación
con Antonio era fácil y lo contrario con el hombre que me acompañaba en la cocina,
no al revés.
Tenía el pecho tan apretado que pensé que estallaría a llorar de un momento a
otro. En mi cabeza todo estaba bien, pero en mi pecho, la sensación de haberlo
traicionado no quería abandonarme.
-Gracias me parece una buena idea -dijo sonriendo. Me entregó el vino y colocó
ambas manos detrás de su cabeza-. Fiorella estaba ocupada así que me envió a mí
-añadió. Su sonrisa era algo que me hacía sentir incluso peor. ¿Por qué debía ser tan
- 170 -
comprensivo?
-Antonio.
-Tranquila Isabella. Somos amigos -murmuró posicionando sus manos sobre mis
hombros. Primero uno me admira y el otro… ¡ah!- Solo tienes que saber que yo
siempre voy a estar para ti, pero considero que en estos momentos debo hacerme a
un lado.
-Pero…¿y Lucas…?
Antonio sonrió con tristeza y yo creí que me derretiría contra el suelo. Lo quería
mucho, no como a Edward, pero era una parte de mi vida, una demasiado
importante y me hacía sentir tan egoísta lo que le quedaba a él.
Fruncí el ceño, confundida. No me hacía sentido eso-. ¿Cómo? ¿Por él? -Estaba
lista para bombardearlo con preguntas y con mi parloteo, pero antes de seguir
hablando, me acercó y pasó sus manos por mi espalda dándome un abrazo.
-Ustedes dos son mi familia -susurró en mi cuello-, esto es lo mejor para Lucas,
necesito hacerme a un lado para que pueda acercarse a su padre sin que tú te
preocupes por lo que yo pueda o no sentir.
-¿Entiendes que no está bien que siga dando vueltas por aquí? Al menos hasta que
Lucas se adapte a Edward…solo por un tiempo.
No quería admitirlo, pero tenía razón. Siempre tenía razón y yo pena, así nos
llevábamos. Envolví mis manos a su cintura y lo abracé apretado. Quería llorar y era
realmente absurdo; Antonio no había pasado más allá de ser mi amigo, pero durante
años se había convertido en un compañero, lo más cercano a una pareja que había
tenido en la vida. Solo nos faltaban el sexo y las discusiones…los enredos, los celos…
A decir verdad, creo que era mucho mejor que una pareja.
Hijo de puta. ¿Cómo podía pensar que lo amaba y al segundo siguiente querer
ahorcarlo con sus propias bolas?…o en su caso…la piel de ellas. Oh, mierda, era una
persona cruel.
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-Edward no te metas.
Su cara se volvió roja-¿Qué? -exclamó alzando las manos al aire- ¿Acaso no has
escuchado nada de lo que te he dicho?
-¡Si, de hecho me ha quedado más que clara la "admiración" que sientes por mí!
-proferí enojada. No más falta de comunicación; ahora nos sobraban palabras para
gritarnos.
Entrecerró los ojos y abrió la boca- ¿Lo haces a propósito? -inquirió asombrado-.
Solo oyes lo que tu desconfianza te permite. Yo te amo. ¿Quieres una pancarta y
pompones para que quede claro?
-Creo que yo no debería estar oyendo todo esto -masculló Antonio colocando su
mano en mi cintura para despedirse de mí. Lo miré y sonrió-. Ni tus vecinos
tampoco.
Se acercó a mí con la cabeza agachas, pero sin perder nunca el contacto visual.
Estaba avergonzado, eso estaba claro. Yo también lo estaba.
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Un beso en toda la norma, suave, contorneando el borde de mis labios con la
punta de su lengua, luego apretado, entregándome todo lo que su boca había
pronunciado. Me besó con amor.
-Tres veces -suspiré con los ojos cerrados. Tenía la espalda descubierta mientras
Edward paseaba las yemas de sus dedos por la línea de mi columna vertebral.
-¿Qué? -inquirió.
-Idiota.
Fruncí el ceño ¿Estaba bien que lo retara?, o ¿debía darle tiempo para que
asimilara las cosas?
- 174 -
Me reí. Juro que no quería hacerlo, pero era eso o ponerme a llorar. Seguramente
siempre había querido un aliado que pudiese hacerme frente. Esto era perfecto,
desde ahora en adelante tendría que lidiar con dos sabelotodo.
Y su cara al decirlo; era tan pequeño pero con una seguridad tal, arrogante igual
que Edward, pero muy bien educado gracias a Antonio. Lo mejor de mis dos amores,
porque si, Antonio era un tipo de amor que no podía explicar, pero amor al fin y al
cabo.
Ese fin de semana decidimos ir a pasarlo a la casa de "mis suegros", ya era oficial;
siempre había tenido un millón de motivos para decir que enamorarme de Edward
Cullen era un terrible error. Lo extraño en todo esto era que habiendo tantas
razones para no hacerlo, ahora no se me ocurría ninguna. Mucho menos luego de
que definiéramos el nombre de nuestra relación; éramos y siempre seriamos
"padres". Eso era algo mucho más fuerte que cualquier otra cosa.
Las noticia habían volado rápido y nadie quería esperar para ver a Edward ejercer
su rol de padre, en otras palabras; burlarse de su nula experiencia.
Sorprendentemente lo hizo bastante bien.
Lucas reía y reía. No paraba. Y parecía contagiar a toda la casa, pronto todos nos
carcajeamos por su culpa. Era una alegría.
Idiota presumido.
Oh, no. Ese no era camino seguro-. Tengo más cojones que tú, no me desafíes
Cullen.
Imitó un fracasado sonido de irritación-. Eso fue un golpe bajo Serene -reprochó-.
Es como cuando yo digo que tengo más busto.
Eso sí era un golpe bajo. Me di vuelta y me alejé un paso-. ¡No es cierto! Además
yo amamanté.
-Mmmm…gracias por la imagen mental -dijo riendo de lado- Por cierto, ¿probaste
tu leche alguna vez?
-Sorpresa -exclamé elevando una ceja y frunciendo los labios- ¿Te gusta?
Cada beso con él era como acercarse un metro más al cielo. Era sentirse amada,
deseada, era tener la certeza absoluta que los malos entendidos nunca volverían,
nuestro pasado nos había dado la madurez para afrontar una paternidad algo
extravagante, pero nuestra…juntos.
-¡Los pillé otra vez! -gritó Lucas corriendo por el pasillo. Descalzo.
Los tres.
Por supuesto, me ignoró. Sobre todo luego que Edward lo alzara en brazos.
-Ya me deben dos cajitas felices y una ida al zoo -enumeró Lucas, por los besos
que nos había pillado.
Bueno perdices no, son muy pequeñitas, ¿Quién puede ser feliz comiendo un
pajarito tan pequeño? Yo no.
Pero decir "comiendo pollitos" no sonaba muy bien. Un momento, ¿las perdices no
son pequeñitas o sí? Creo que son las codornices…
El punto es que teníamos nuestro final feliz, un final que fue el principio de una
hermosa vida.
Fin.
tan tan...
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y terminó!
Este capítulo va dedicado a ustedes, con mucho cariño y espero que les
haya gustado. Antes de que lo pregunten; Antonio dice que es feliz,
tranquilas, en el epilogo ya está MUY feliz...
Bien y como no puedo irme sin dejar mi aviso de utilidad publica y porque
estoy tan apasionada en mis historias originales quería pedirles que pasaran
por mi blog, ya saben está en mi perfil, Me gustaría recibirlas ahí (es como
mi casa virtual) que lean y disfruten de las cosas que hago con mucho cariño
para ustedes.
Les dejo un abrazo gigante, un beso con labial rojo marcado en cada
mejilla y un trozo de mi alma en cada escrito...
Las adoro!
muá!
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