Inclinación Jean Sprackland Muestra

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Inclinación

Jean Sprackland

Traducción
Manuel Naranjo Igartiburu
© Jean Sprackland, 2007
Publicado en Gran Bretaña como Tilt por Jonathan Cape, un sello de Vintage.
Vintage forma parte del grupo editorial Penguin Random House.

Inclinación
Jean Sprackland
© Komorebi Ediciones, 2018

Colección Ecos distantes (traducción)

Primera edición en Chile: junio de 2018


Registro de propiedad intelectual N°: 291.874
ISBN: 978-956-09161-1-2

Diseño de cubierta: Maite Naranjo


Diagramación: Pedro Tapia León

Komorebi Ediciones Ltda.


Serrano 958
Valdivia, Chile
[email protected]

Impreso en Chile por Gráfica Lom

Queda prohibida la reproducción de este libro en Chile y en el exterior sin


autorización previa de la editorial.
Inclinación
para John
Y ahora, en el camino hacia la libertad, acampaba un instante al lado de Temuco y oía la voz del agua
que me enseñó a cantar.

Pablo Neruda
El bosque cercado

Un dedo de luz señala el camino


sobre el suelo de hojas muertas.
Destrabo la puerta y entro.

Sigo las señales:


una bellota
una ramita cortada
una palabra escrita en el liquen.

En el centro
una piedra plana por cama.
Me acuesto a esperar.
El frío me recibe.
La red de luz se estremece en lo alto.

Una rama toca la muñeca de otra.


La brisa captura su aliento.

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Romper la caída

Imagina ser esa formación de roca


que sobresale del rostro de la colina,

la roca que interrumpe la caída de la corriente,


día y noche, por milenios.

La corriente se desborda, brillante como el mercurio,


sin más opción que golpearte:

estalla en gotas que se disparan lejos


en ángulos más o menos predecibles.

Todo lo que varía es el peso del agua,


en la sequía, o después de fuertes lluvias;

el ritmo del flujo, el grado de inclinación


y el volumen del caudal.

Imagina el punto muerto,


la pasión. Imagina las estrellas.

12
Hielo en la playa

Una sola capa de luz repentina.


Tocada aquí con la punta de la bota
hiere en una parte lejana.

Materia del sueño, con su propia acústica interna.


Golpeándola con un palo eleva
una nota conmovida, un moretón blanco debajo de la piel:

la fisiología del hielo sobre la arena


es extraña, no la hemos cartografiado.
El mar sólo puede quemar el borde.

Toda la bahía está bloqueada


bajo una tapa de dolor referido.
En un extremo, un buque petrolero

se impulsa fuera de la desembocadura del río.


En la rompiente, la plataforma de hielo
apenas se estremece.

Pero treinta millas al sur,


en otra ciudad, cruje
bajo el muelle, donde alguien se arrodilla

y mira hacia abajo como un dios


a través de un cielo dañado, sobre un desierto
de crestas y sombras azules.

13
Poema de cumpleaños

Un rollo de seda azul


dejado en el borde del mostrador.

Seda. Borde. Bajo la luz fluorescente


esa frágil ecuación brillaba. Entonces

la seda cambió de posición, o el carrete la abandonó:

desenrollándose
lentamente al principio, luego
reuniendo confianza
gastándose más y más
rápido, un torrente
que relampaguea y se reúne debajo:

arrastrando el carrete que da tumbos en el suelo.


El dependiente se giró, demasiado tarde.

A la mitad de mi vida pienso en ello.


Ese rollo de cosas brillantes.
Su elección de derramarse.
Aceleración. Éxtasis.

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Derramado

Tomaste puñados de mar


para llenar el foso del castillo de tu hermano.
Primero corriste, luego fuiste lento y constante,
y aún así se derramó. Y
no viste en ello la culpa del agua
y su especial talento para escapar. Para ti
fue sólo un error más
que sacudir con el peso de la infancia.
Formaste un cuenco con tus manos,
apretando los dedos entre sí,
lo sostuviste contra el sol para comprobar el sello,
agachado en aguas poco profundas,
lo levantaste otra vez, otra vez.

Y aquí estás, yendo lento y constante


entre tus dos vidas, recorriendo
la calle imposible que las conecta.
Es el anochecer. Una vecina
que pone botellas en el umbral de su puerta
te lanza una mirada extraña.
Y todavía llegas
sin nada que ofrecer a las personas que amas
más que dedos húmedos, la evidencia.

15
La raíz

¿Quieres conocer la raíz,


el frío bajo el fuego de la superficie?
Observa la garza:

ella arrebata la voz de plata


desde la garganta del río
y se la engulle viva.

Qué rápido el agua se recupera


y habla de nuevo, cuántos
gorjeos entre los juncos.

Sigue con tu caña y línea,


desgarra una herida
y alarga un eco.

Lleva a casa tu provisión de plata.


Desliza un cuchillo a lo largo de
la juntura del vientre,

derrama el tesoro rojo oscuro,


raspa el bordado de espejos.
Ahí. Mira. ¿Qué has aprendido?

El hedor a muerte en la losa.


Un pequeño montón de trampas.

16
Inclinación

Cuando el viento por fin se va


la arena reluce con el aceite
como el sutil vaho de sangre
que un moribundo exhalaría
en la cara y camisa de su amigo.

Es este clima raro.


Durante cinco días y cinco noches la tormenta
cortó las piernas de acero, derribó las torres de perforación.
Las tuberías se estremecieron y convulsionaron.
Los hombres no pudieron hacer nada
más que jugar cartas y beber en la plataforma seca.

Él tiene a su amigo sujeto por las mangas


pero está perdiendo su fuerza.

La palabra utilizada no fue derrame, sino incidente.

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II

Las aves calibran, re-calibran


los granos de magnetita en sus cabezas
en contra de sus mapas estelares,
su reloj de luz polarizada:
pero no sirve, el sur está cancelado.

Infrasonido, navegación por estima


no son suficientes. Ellas caen como granizo
en el Atlántico, el Sáhara,
los Altos Tatras, los conmocionados
jardines de las azoteas de Manhattan.

18
III

Lo que estamos viendo es algo inmenso


pero distante, un evento galáctico,
una oscilación cósmica, una falla
en los Ciclos de Milankovitch.
La tierra se alejó de su eje
como una rueda torcida en su centro. Mira,

nuestro planeta es aburrido y oblicuo. Se sienta


en el borde de la oscuridad. Entonces, de pronto, ¡cruje!
Como una aguja saltando la ranura.
Oh querido, estoy dando muestras de mi edad.
Déjame ponerlo de otra manera:

las matemáticas estaban ligeramente incorrectas.


Habíamos estado trabajando en viejos supuestos
y fallidas ecuaciones. Veintiuno punto cinco
a veinticuatro punto cinco grados. Pobre tierra vieja,

no le daba mucha latitud.


La misma elipse cansada. El mismo viejo ladeo axial.
Ahora es libre para descubrir su propia inclinación:

¿Cuánto? Buena pregunta.


Respuesta directa: no lo sabemos.
Pero teóricamente,
todo.

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IV

Cuando te deslizas a lo largo de mis ya


escurridizas y poco fiables superficies,

me recuerdas que soy líquido,


me haces descuidar todo menos
caer, verter, inundar.

Todo hielo quiere ser agua.

Escucha:

aquel sonido al borde de la oscuridad


es el tictac del hielo del mundo.

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