El Amor de La Iglesia Local
El Amor de La Iglesia Local
El Amor de La Iglesia Local
La cena de la Pascua había terminado. Pero Jesús hizo una pausa antes de
instituir la Santa Cena. Él tomó una toalla, lleno una vasija de agua, y
comenzó a lavarles los pies a los Discípulos. Él los lavó y los secó,
incluyendo los pies de Judas, quien había de traicionarlo. Luego Él dijo:
“Porque ejemplo os he dado, para que como os he hecho, vosotros también
hagáis” (Juan 13:15; p. 1090).
¿Qué quiso decir? Era un acto simbólico que mostró, como una ilustración, el
significado de nuestro texto: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis
unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En
esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor unos con los
otros” (Juan 13:34-35).
Cristo dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros”.
¿Cuál era la novedad de Su mandamiento? El Antiguo Testamento, en
Levítico 19:18 dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Entonces, cómo
es este un nuevo mandamiento? El mandamiento antiguo dijo que ames a tu
prójimo “como a ti mismo”. El nuevo mandamiento es: “Que os améis unos a
otros; como yo os he amado”. Spurgeon dijo: “Que [el antiguo mandamiento]
es el amor de la benevolencia [o amabilidad], pero este [nuevo mandamiento]
es un amor de afinidad [de conexión] y de una relación cercana”
Además, el “nuevo” mandamiento de Cristo no se refiere a ser amable con
otros en general, sino “Que os améis unos a otros”. Se refiere a los Cristianos
amándose unos a otros en la iglesia local.
A fin de cuentas, ¿no eran estos 12 Discípulos el mero corazón de la iglesia
del Nuevo Testamento? ¡Por supuesto que sí! Entonces, el “nuevo”
mandamiento de Cristo le dice a los Cristianos en la iglesia local que “se
amen unos a otros, como yo os he amado.” A los hermanos y hermanas en la
iglesia local Cristo les dice que se amen unos a otros de la misma manera en
que Él amaba a los Discípulos. El amor de Cristo por Sus Discípulos no era
una emoción pasajera. Era verdadero. Él se compartía a sí Mismo con ellos.
Él cuidaba de ellos. Él aun lavó los pies de ellos. Él entregó Su vida por ellos.
Y Él dice que debemos “amarnos unos a otros, como yo os he amado”.
Nosotros oramos y trabajamos para que nuestra iglesia local obedezca el
nuevo mandamiento de Cristo. Tratamos con todo nuestro corazón
compartirnos unos con otros, cuidarnos unos a otros, servirnos unos a otros.
Un joven viene a la iglesia y es salvo. Debemos abrazarlo como hermano.
Debe ser atesorado y cuidado, y amado profundamente.
Muchos de ustedes me dieron una ofrenda generosa y regalos hace dos
semanas. Fue bueno que ustedes demostraran su amor hacia mi esa noche
en la iglesia. Pero también será correcto que yo tome el tiempo para
escribirles notas de agradecimiento a cada persona que me demostró su
amor. Es correcto que yo les diga a cada uno de ustedes cuanto significan
para mí, aun si me toma dos o tres días escribir esas notas.
Me dio mucho gusto ver que muchos de ustedes vinieron a las reuniones de
evangelización. Noche tras noche vinieron y oraron por los perdidos y por los
enfermos. Ustedes pudieron haberse quedado en casa y descansar. Pero
mostraron su amor por los demás al estar ahí, noche tras noche, orando por
los demás. Estas expresiones de amor Cristiano van muy lejos en el
cumplimiento del nuevo mandamiento de Cristo, “Que os améis unos a otros;
como yo os he amado”.
Pero estas expresiones de amor Cristiano en la iglesia local tienen un efecto
en los perdidos que es muy profundo. Éstos son tres de los efectos del amor
en la iglesia local a los no creyentes, los no convertidos que han venido a
nosotros por medio del evangelismo.
Spurgeon dijo: “No hay sermón que pueda ser tan [bien escuchado por] el
mundo como una verdadera manifestación del amor de Cristo; y cuando Dios
restaura a Su iglesia amor genuino, cordial y sincero... entonces el mundo
será más impresionado por el evangelio de lo que es en la actualidad” Que
sea nuestra meta como iglesia amarnos unos a otros, que:
Esto nos lleva un paso más adelante. En Juan 13:35 Jesús dijo que el mundo
sabría que somos discípulos de Cristo si tenemos “amor unos con los otros”.
Pero aquí, en Juan 17:21, Cristo va más allá. Él va más allá de impresionar al
mundo con nuestro amor de unos con otros. Al irse del aposento alto hacia el
Huerto Getsemaní, Él oró al Padre: “Que también ellos sean uno en nosotros;
para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21).
Este verso es aplicado erróneamente hoy en día por aquellos en el
“movimiento ecuménico”. Es ridículo aplicarle esto a lo ecuménico, y decir
que quiere decir que se junten todas las denominaciones, muchas de ellas
llenas de herejías y de miembros incrédulos. ¡Cristo no estaba orando
por semejante cosa! Él dijo: “Que también ellos sean uno”. ¿Por quién oraba?
¡Por el núcleo de aquella primera iglesia! Cuando una iglesia local tiene
unidad, y está llena de amor, entonces el mundo “creerá que tú me enviaste”.
Pero Cristo fue aun más allá en el verso 23. Por favor léanlo en voz alta.
Nosotros podemos predicar hasta que nos quedemos sin voz. Podemos
testificar hasta que se nos gasten las suelas de los zapatos. Pero si los
perdidos no ven el amor Cristiano y la unidad cuando vienen a nuestra iglesia
local, no “conocerán” que el evangelio es verdad. Ellos no conocerán que
Cristo “los ha amado a ellos.”
Si, por otro lado, una persona perdida viene a nuestra iglesia y ve nuestra
unidad y amor unos con otros, ellos “conocerán que tú me enviaste, y que
los has amado a ellos...” (Juan 17:23).
Yo generalmente no aprecio lo que escribe John R. W. Stott. Pero me
impresionó lo que él escribió una vez, lo cual yo creo que es profundamente y
Bíblicamente cierto. El Dr. Stott dijo:
El Dr. Stott dijo que la gente perdida no puede ver a Dios. Ellos se preguntan
si hay un Dios. Pero cuando los Cristianos en “la iglesia local” [su palabra] se
aman tan intensamente que se hacen “una sociedad suplente”, los perdidos
querrán ser parte de esa sociedad – y tendrán un sentido del amor y la
realidad de Dios en y por medio de la iglesia local. Él es Anglicano – pero
seguramente suena como un Bautista antiguo sobre este tema – ¡y yo creo
que está exactamente correcto!
Hagamos, entonces, todo lo posible por amarnos unos a otros, compartir
unos con otros – orar y ayudarnos unos a otros. Entonces, cuando alguien
venga a nuestra iglesia, ellos dirán: “¡Estos son los seguidores de Cristo!
¡Dios tiene que haber enviado a Jesús o esta gente no sería tan amorosa!” Y,
después de oírme predicar, y de estar en nuestra iglesia llena de amor, ellos
al menos dirán “Yo sé que Dios envió a Jesús. Yo sé que Jesús me ama”.