Esquizofrenia
Esquizofrenia
Esquizofrenia
Agosto 2007
La esquizofrenia tiene un prevalencia de por vida entre 1.4 y 4.6 por cada 1000 habi-
tantes y una incidencia anual entre 1.6 y 4.2 casos nuevos por 10,000 habitantes. Es
una condición crónica que tiene una duración promedio de 30 años. Su prevalencia
puntual oscila alrededor del 1% de la población general. Se considera que la prevalen-
cia de la enfermedad ha guardado cierta estabilidad en el mundo durante las últimas
décadas y que las modificaciones regionales se han relacionado con fenómenos migra-
torios. La esquizofrenia tiende a diagnosticarse con mayor frecuencia en poblaciones
suburbanas y en personas con menor nivel socioeconómico, aunque esta apreciación
puede deberse a que padecer la enfermedad conlleva menores posibilidades de éxito
social. La enfermedad se inicia típicamente en la adolescencia tardía o en la adultez
temprana, y es raro que se inicie en los extremos de la vida. En los hombres el inicio
suele ser dos o tres años más temprano (18-25 años) en comparación con las mujeres
(20-27 años). A menudo las personas enferman antes de terminar su instrucción esco-
lar, de tener un trabajo estable, de casarse o tener hijos. Esto propicia que quienes la
padezcan sean personas con mayor dependencia psicológica, social y económica,
ocasionando una importante carga para la familia y la sociedad. La esquizofrenia tiene
un curso variable, pero el más frecuente es aquel que alterna episodios psicóticos gra-
ves (que a menudo requieren hospitalización) con lapsos intercríticos donde se mani-
fiestan síntomas “residuales”, a menudo incapacitantes. La historia natural de la enfer-
medad puede entenderse en función de las diferentes etapas del neurodesarrollo cere-
bral (gráfica 1).
Los costos directos e indirectos asociados a la esquizofrenia son muy altos. A estos
habrá que añadir el estrés asociado al cuidado de los enfermos en sus diferentes fases
de la enfermedad. El estudio The Global Burden of Disease, llevado a cabo por la Or-
ganización Mundial de la Salud, el Banco Mundial y la Universidad de Harvard, estimó
que la esquizofrenia era la quinta causa de incapacidad en el grupo entre 15-44 años
(medida por el indicador Años de Vida Ajustados por Incapacidad, AVISA/DALYs).
Los pacientes con esquizofrenia son una población con una alta vulnerabilidad médica.
Tienen menor esperanza de vida y mayores riesgos para padecer enfermedades me-
tabólicas y enfermedades cardiovasculares. En ello confluyen diversas causas, desde
factores constitucionales, hábitos de vida (más del 60% de los pacientes hombres son
fumadores), y los medicamentos que utilizan.
Fenomenología de la esquizofrenia.
Criterios de Diagnóstico.
Los criterios de la ICD-10 y del DSM-IV-TR se han elaborado de manera similar en un
intento de estandarizar el diagnóstico de la esquizofrenia a nivel internacional. El DSM-
IV-TR organiza los criterios diagnósticos alrededor de 6 parámetros esenciales:
Fisiopatología de la Esquizofrenia
Tratamiento de la Esquizofrenia
La aparición de los medicamentos antipsicóticos en los años 50s hizo posible mejorar
notablemente las condiciones de pacientes hospitalizados crónicamente. Los medica-
mentos antipsicóticos tienen como principal mecanismo el bloqueo de los receptores
dopaminérgicos D2. En general, todos los medicamentos tienen una eficacia similar
para el control de los síntomas positivos. Sin embargo sin diferentes en relación a su
eficacia en síntomas negativos, afectivos y en sus efectos secundarios. Los antipsicóti-
cos “típicos”, cuyos mejores ejemplos son el haloperidol y la perfenazina, están rela-
cionados con la aparición de efectos extrapiramidales, disquinesia tardía e hiperprolac-
tinemia. Estos efectos suelen ser los responsables de que los pacientes se rehúsen a
continuar el tratamiento en forma crónica. Hasta un 50% de los pacientes abandonan el
tratamiento en los primeros 6 meses. Los antipsicóticos “atípicos” tienen menor afini-
dad por el receptor dopaminérgico y tienen actividad serotoninérgica intrínseca. Ello da
como resultado que los síntomas extrapiramidales sean mínimos, aunque están aso-
ciados a otro perfil de efectos secundarios. La olanzapina, probablemente el antipsicó-
tico más efectivo, está asociado a incremento de peso y problemas metabólicos, la
risperidona y amisulpiride a la hiperprolactinemia. La ziprasidona y el aripripazol tienen
perfiles más benignos aunque su efectividad se reduce a un grupo de pacientes más
jóvenes. Los síntomas negativos y cognitivos suelen ser resistentes al tratamiento fár-
macológico actual. Ello crea una situación de alta carga emocional y financiera para las
familias y las instituciones. Para ello se han diseñado diversos esquemas de interven-
ción para mejorar la rehabilitación de los pacientes, como por ejemplo el Hospital de
Día o de tiempo parcial, así como residencias comunitarias. No obstante ello, el grupo
de personas afectadas con esta enfermedad siguen en general sin poder obtener un
beneficio que se traslade a mejorar su calidad de vida y por ello constituye uno de lo
retos más acuciantes de la psiquiatría moderna.
Bibliografía