Deuda Externa

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Deuda Soberana en Argentina: Un Reto Permanente

Introducción

La deuda argentina es un elemento central en la historia económica y política de


Argentina. A lo largo de los años, el país ha experimentado fluctuaciones significativas en
su deuda externa, lo que ha tenido un impacto profundo tanto en su economía como en su
sociedad. Este texto se adentrará en la compleja historia de la deuda argentina,
analizando su evolución desde el 1976 hasta el presente, explorando las razones detrás
de su acumulación, evaluando las consecuencias que ha tenido en la nación y
considerando las estrategias que se han propuesto para abordar este desafío persistente.
Antes de empezar a contar de la historia de la famosa deuda Argentina, me gustaría
empezar dando un pequeño y resumido contexto de los años posteriores al año 1976,
donde me desarrollare mas detalladamente.

El ministro Bernardino Rivadavia, en su rol destacado en el Gobierno bonaerense entre


1821 y 1824, fue el responsable de endeudar a Argentina con el Empréstito Baring
Brothers. Este empréstito fue solicitado para financiar la construcción del puerto de
Buenos Aires y otras obras públicas. Sin embargo, la gestión del empréstito resultó en una
serie de problemas y abusos, incluyendo el alto costo del endeudamiento y el desvío de
fondos para otros fines. La deuda resultante se convirtió en un problema a largo plazo
para Argentina, y el país continuó pagándola y refinanciándola durante décadas,
enfrentando dificultades económicas a lo largo del camino. La deuda original de
£2.800.000 terminó costando £23.700.000, casi ocho veces más. La deuda pública
argentina continuó siendo un problema durante todo el siglo XIX y principios del siglo XX,
y se tomaron medidas para abordarla en diferentes momentos, como durante el gobierno
de Juan Domingo Perón, que logró saldarla en la década de 1950.

1976-1983 (Dictadura Militar)

Durante el período de 1976 a 1983, se inauguró el primero de dos notables ciclos de


endeudamiento que marcaron los últimos cincuenta años. Las políticas económicas
implementadas durante la dictadura, inicialmente bajo la dirección de José Alfredo
Martínez de Hoz, quien se desempeñó como Ministro de Economía de la Nación
Argentina, y posteriormente bajo Lorenzo Sigaut, quien también ocupó dicho cargo, se
fundamentaron en un modelo de valorización financiera.
A principios de 1976, se tomaron medidas drásticas que incluyeron la congelación de los
salarios, la eliminación de los mecanismos de control de precios y la devaluación de la
moneda nacional. Estas acciones resultaron en un significativo deterioro,
aproximadamente del 30%, del poder adquisitivo de los trabajadores. Simultáneamente,
se promulgó una nueva ley de entidades financieras que facilitó la movilidad de capitales,
se abrió la economía y se redujeron los aranceles bajo el pretexto de contener la inflación.
Por otro lado, los sectores más influyentes de la sociedad, aquellos con acceso al crédito
internacional, se volcaron hacia lo que se conoció como la "bicicleta financiera". Esta
estrategia implicaba adquirir dólares a tasas de interés bajas en los mercados
internacionales, colocarlos en el mercado interno con un diferencial de tasas de interés
favorable en comparación con las tasas internacionales, posteriormente convertir estos
créditos nuevamente en dólares y finalmente sacarlos del país. Esta práctica priorizaba
las ganancias financieras en detrimento de la inversión productiva.

Hacia el periodo del régimen dictatorial, específicamente el 17 de noviembre de 1982, se


llevó a cabo un trascendental acontecimiento económico: la nacionalización de la deuda
perteneciente a los poderosos conglomerados empresariales del sector privado. La deuda
que se sometió a este proceso de estatización alcanzaba cifra de 14.5 mil millones de
dólares. Es esencial destacar que la gran mayoría de los préstamos que habían sido
contraídos por estas empresas privadas, y que contribuyeron a la conformación de esta
monumental suma, eran en realidad meras transacciones contables entre las casas
matrices y sus filiales establecidas en territorio argentino. En otras palabras, tales
operaciones no eran más que artimañas financieras, autopréstamos y maquinaciones
fraudulentas.
A medida que llegaba a su fin el sombrío período dictatorial, la deuda externa experimentó
un escalofriante incremento del 449%. El monto de esta deuda pasó de 8.2 mil millones
de dólares en el año 1976 a la abrumadora cifra de 45 mil millones en el año 1982.
constituyendo parte de la pesada herencia que recibiría la administración de Raúl
Alfonsín.

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