Actividad B5

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Resumen de instrumentos universales de derechos humanos

La reforma al Artículo 1o de la Constitución Mexicana garantiza el goce de los derechos


humanos reconocidos en la Constitución y tratados internacionales, con medidas para su
protección. Se establece la obligación de interpretar las normas de derechos humanos de manera
amplia, priorizando la protección de las personas. Además, se detallan las responsabilidades de
todas las autoridades para promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, con
énfasis en la prevención, investigación, sanción y reparación de violaciones. Asimismo, se prohíbe
explícitamente la discriminación por preferencias sexuales en el artículo 5o de la Constitución.

La implementación del principio pro persona en la interpretación de los derechos humanos


implica priorizar la norma más amplia para reconocer derechos protegidos, y la norma más
restringida para establecer restricciones al ejercicio de estos derechos. Este principio, adoptado por
diversos tribunales constitucionales, busca maximizar la protección de los derechos en situaciones
de conflicto normativo. En México, su inclusión en la Constitución garantiza su aplicación y
consagra una protección más amplia de los derechos. A pesar de la reforma constitucional para
incorporar el derecho internacional de los derechos humanos, no se altera el artículo 133, lo que
significa un reconocimiento de la autonomía y la vigencia de los tratados internacionales como
fuentes de derecho independientes del ordenamiento jurídico interno. Esta reforma presenta
ventajas, como mantener el artículo 133 como un sistema de fuentes de derecho y reconocer la
autonomía del derecho internacional y los tratados como fuentes con fundamentos propios de
vigencia, modificación e interpretación.

La información proporcionada destaca la naturaleza jurídica de las normas sobre derechos


humanos, las cuales establecen pisos mínimos de protección pero son susceptibles de ampliación
e interpretación en favor de las personas. Se enfatiza que la identificación del contenido esencial
de los derechos es realizada por cortes o tribunales constitucionales. El principio pro persona,
central en el segundo párrafo del artículo 1 de la Constitución Mexicana, facilita la asimilación de
la doctrina del control de convencionalidad por parte de las autoridades mexicanas. Además, se
menciona que este principio no es ajeno al sistema jurídico mexicano y se manifiesta a través de
derivaciones como "in dubio pro reo", entre otros. Se resalta que el principio pro persona tiene dos
manifestaciones principales: una preferencia interpretativa y una preferencia de normas, que
buscan optimizar la protección de los derechos constitucionales y aplicar la norma más favorable
a la persona, respectivamente. Finalmente, se subraya que estos principios constitucionales no
entran en conflicto con el derecho internacional de los derechos humanos, ya que se complementan
con el artículo 29 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que prohíbe la
interpretación que limite los derechos reconocidos en la Convención.

La información proporcionada resalta que el esquema constitucional actual en México


privilegia los criterios más favorables en la interpretación y aplicación de los derechos humanos,
más allá de conflictos jerárquicos. En situaciones complejas, se recurre a pruebas de ponderación
para determinar cuál criterio debe prevalecer. La reforma constitucional tiene amplias
consecuencias y marca un cambio en la cultura jurídica del país, potencialmente constituyendo
parte de un bloque de constitucionalidad donde la doctrina del control de convencionalidad
desempeña un papel crucial. Sin embargo, la mera reforma constitucional no es suficiente; es
necesario que los jueces nacionales integren estas disposiciones en su práctica diaria de
interpretación en materia de derechos humanos. Además, se destaca la obligación estatal de
promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, como se establece en la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, subrayando que los Estados se
comprometen a respetar y garantizar el ejercicio pleno de los derechos reconocidos en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.

El artículo 1° constitucional establece que todas las autoridades tienen la obligación de


promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos. Esta disposición refleja el artículo
1.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH). Se identifican cuatro
obligaciones generales del Estado respecto a los derechos: respetar, proteger, promover y
garantizar. Estas categorías coinciden con las obligaciones de respeto y garantía contenidas en la
CADH. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), desde el caso Velásquez
Rodríguez vs. Honduras (1988), establece que estas obligaciones son fundamentales para
determinar si una violación a los derechos humanos puede atribuirse a un Estado. La obligación
de respeto implica cumplir directamente la norma, mientras que la de garantizar implica proteger
los derechos y restringir el ejercicio del poder estatal en su protección. En resumen, estas
obligaciones establecen límites al ejercicio del poder estatal en virtud de que los derechos humanos
son inherentes a la dignidad humana y, por lo tanto, superiores al poder del Estado. Las
obligaciones estatales de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos han sido
ampliamente reconocidas por otros organismos internacionales de derechos humanos a nivel
mundial. Estas obligaciones están definidas en función de derechos o libertades específicos, y el
Estado debe adoptar medidas de cumplimiento, que pueden ser positivas o negativas según cada
caso. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha tratado numerosos casos de
graves violaciones a los derechos humanos en los cuales los Estados demandados han incumplido
con su obligación de respetarlos. Estos casos incluyen desapariciones forzadas, masacres,
ejecuciones extrajudiciales y tortura, entre otros.

La obligación de garantía implica que los Estados deben organizar sus estructuras
gubernamentales para asegurar el ejercicio pleno de los derechos humanos. Esto incluye prevenir,
investigar y sancionar violaciones a los derechos, así como procurar el restablecimiento y la
reparación de los daños ocasionados por estas violaciones. Además de evitar conductas violatorias,
los Estados deben emprender acciones positivas para posibilitar que las personas ejerzan y
disfruten de sus derechos. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha determinado
que garantizar implica remover obstáculos que impidan el ejercicio de los derechos reconocidos
por la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Por lo tanto, la tolerancia del Estado
hacia circunstancias que impidan el acceso a recursos internos adecuados para proteger los
derechos constituye un incumplimiento de sus obligaciones. De esta obligación general de garantía
se derivan otras obligaciones específicas que han sido desarrolladas en la jurisprudencia de la
CIDH desde sus inicios.

El Estado tiene la obligación de asegurar el pleno goce y ejercicio de los derechos humanos,
para lo cual puede implementar medidas positivas, tanto generales como especiales. La Corte
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reconoce derechos especiales para niños y niñas,
con obligaciones específicas por parte de la familia, la sociedad y el Estado, incluyendo una
protección especial que debe entenderse como un derecho adicional. El interés superior del niño
debe prevalecer en la interpretación de todos los derechos cuando se trate de personas menores de
edad. Además, el Estado debe proteger a las personas frente a amenazas de agentes privados o
públicos adoptando medidas adecuadas proporcionales a la amenaza sufrida. Esto implica no solo
medidas genéricas, sino también medidas específicas relacionadas con la situación individual de
los titulares de derechos. En casos de violaciones graves a los derechos humanos, el Estado tiene
el deber de investigar de manera efectiva, identificar a los responsables, imponer sanciones y
garantizar una adecuada reparación a las víctimas.

En caso de violación a los derechos humanos, el Estado tiene la obligación de reparar a las
víctimas de acuerdo con los estándares establecidos en el derecho internacional. Esto implica
restituir la situación anterior, reparar las consecuencias y compensar los daños patrimoniales y
extramatrimoniales, incluyendo el daño moral. El Estado también debe cooperar con los órganos
internacionales proporcionando información relevante sobre la situación de los derechos humanos.
Además, la promoción, respeto, protección y garantía de los derechos deben realizarse de acuerdo
con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad, según lo
establecido en el artículo 1º constitucional, que reconoce igual dignidad para todas las personas y
prohíbe la discriminación.

Los principios de interdependencia, indivisibilidad y progresividad de los derechos


humanos son fundamentales en el ámbito constitucional y en el derecho internacional de los
derechos humanos. La interdependencia establece que todos los derechos humanos están
vinculados entre sí, de modo que el reconocimiento y ejercicio de uno implica respetar y proteger
los demás. La indivisibilidad indica que los derechos humanos son inherentes a la dignidad humana
y no pueden dividirse en categorías separadas. Por último, el principio de progresividad implica la
obligación del Estado de buscar constantemente la satisfacción de los derechos humanos sin
retrocesos. Estos principios fortalecen el alcance de los derechos en el marco constitucional.
Además, la prohibición de discriminar por preferencias sexuales, añadida al artículo 1º de la
Constitución mexicana en 2011, amplió las categorías protegidas contra la discriminación,
reafirmando el compromiso con la igualdad y la dignidad humana.

Tanto la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (cpeum) como la


Convención Americana sobre Derechos Humanos (cadh) contienen cláusulas de igualdad
similares, estableciendo el compromiso de respetar y garantizar los derechos sin discriminación
por diversos motivos. La inclusión de estas cláusulas en la reforma constitucional generó
controversia, incluso provocando el rechazo de la misma por parte de la legislatura de Guanajuato.
Es importante notar cómo la Corte Interamericana ha interpretado recientemente estas cláusulas
de igualdad, destacando su función y relevancia en la protección de los derechos humanos.
México ha sido tanto receptor de personas perseguidas políticamente como defensor de sus
ciudadanos en el extranjero. Sin embargo, su marco legal en materia migratoria ha sido
históricamente restrictivo. A pesar de esto, las reformas constitucionales de 2011 en asilo, refugio
y derechos de extranjeros podrían mejorar esta situación. El artículo 11 de la Constitución
garantiza el derecho al asilo por motivos políticos y al refugio por razones humanitarias, aunque
algunos expertos critican la falta de claridad en las causas para otorgar cada uno. Aunque la
legislación federal ya abordaba el asilo y el refugio, su inclusión constitucional fue vista como
espontánea y no sujeta a un amplio debate.

La reforma constitucional de 2011 fortaleció y amplió las competencias de los organismos


autónomos de protección a los derechos humanos, como la Comisión de Derechos Humanos del
Distrito Federal (cdhdf). Una de las principales modificaciones fue la inclusión de la competencia
para conocer asuntos laborales antes de su judicialización, lo que representa un cambio
significativo en las funciones de la Comisión. Para facilitar esto, se creó la Quinta Visitaduría
General. Además, la reforma estableció la obligación de que los servidores públicos respondan a
las recomendaciones emitidas por estos organismos. Aunque estas recomendaciones siguen siendo
no vinculantes, su discusión por parte de las autoridades y los congresos federales y estatales puede
fomentar un diálogo necesario en materia de derechos humanos.

La globalización de los derechos humanos ha adquirido una importancia creciente en la


vida cotidiana, lo que se refleja en la implementación progresiva de mandatos constitucionales que
refuerzan su alcance. La reforma constitucional de 2011 en México, especialmente la inclusión de
la cláusula de interpretación conforme y el principio pro persona en la aplicación de los derechos
humanos internacionales, marca un cambio significativo hacia una nueva concepción de los
derechos, más orientada hacia su internacionalización. Esta reforma, lograda en un contexto
político complejo, refleja un compromiso genuino para su implementación.

La aplicación temprana de la reforma constitucional en casos como el expediente Varios


912/2010 por parte de la Suprema Corte ha llevado a la adopción de importantes criterios
jurisprudenciales que están transformando la administración de justicia en el país. Además, la
reforma constitucional actualizó varios aspectos clave en materia de derechos humanos, como la
obligación estatal de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos, la universalidad,
interdependencia, indivisibilidad y progresividad de los derechos, la prohibición de discriminación
por preferencias sexuales, y el asilo y refugio para personas extranjeras en México. Asimismo,
fortaleció las funciones de los organismos autónomos de protección de derechos humanos, incluida
la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (cdhdf) ha sido líder en la


integración de estándares internacionales en sus recomendaciones y en el ámbito de reparaciones.
La reciente reforma constitucional fortalece el trabajo de la Comisión, pero también plantea el
desafío de aplicar e interpretar el derecho internacional de los derechos humanos dentro del nuevo
marco constitucional. Aunque hay señales positivas, aún existen retos pendientes y complejos. La
aprobación de la reforma no garantiza su implementación completa ni su asimilación por parte de
los operadores jurídicos. El camino hacia la consolidación de esta reforma como un nuevo
paradigma de los derechos en México será largo y dependerá del compromiso de todos para lograr
la máxima protección de los derechos humanos.

En conclusión, la reciente reforma constitucional en materia de derechos humanos en


México marca un importante paso hacia la consolidación de un marco legal más sólido y garantista.
Sin embargo, su éxito real dependerá de la implementación efectiva por parte de los operadores
jurídicos y de la sociedad en su conjunto. Aunque se vislumbran señales positivas y un panorama
alentador, los desafíos pendientes son vastos y complejos. Es fundamental que se continúe
trabajando en la aplicación e interpretación del derecho internacional de los derechos humanos
dentro del nuevo marco constitucional para lograr la máxima protección de los derechos de todas
las personas en México. Este proceso requerirá un esfuerzo colectivo y sostenido para asegurar
que la reforma se traduzca en beneficios tangibles para la sociedad en su conjunto.

Referencias:
Correa, N., Rodríguez, P., & Vergara, D. (s.f.). Cuadro comparativo de la reforma constitucional
en materia de derechos humanos. *Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM*.
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3033/15.pdf

Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. (Fecha de publicación). *Notas sobre el
nuevo marco constitucional de los derechos humanos en México* (pp. 37-69).
https://piensadh.cdhcm.org.mx/images/publicaciones/material_de_capacitacion/fase_de_
actualizacion_permanente/2012_Las_reformas_constitucionales_en_materia_dh.pdf

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