La Agencia de Calidad de La Educación ¿Una Política de Evaluación Integral?
La Agencia de Calidad de La Educación ¿Una Política de Evaluación Integral?
La Agencia de Calidad de La Educación ¿Una Política de Evaluación Integral?
Alejandro Carrasco1
Antonia Urrejola2
Resumen
Este artículo analiza el sistema de evaluación de la educación de Chile surgido a
partir de la reforma de 2009. La hipótesis de este trabajo plantea que La Agencia
de Calidad de la Educación no es un sistema de evaluación integral, como lo afirman
sus documentos y leyes del país, sino una reforma basada en estándares que ha
empobrecido el currículum nacional, influenciado negativamente el trabajo docente,
donde predomina el carácter fiscalizador y el énfasis en los resultados de pruebas
estandarizadas, subordinando la orientación para el logro de una formación integral
de los estudiantes. Resultado propio de sistemas influenciados por los procesos de
globalización y mercantilización de la educación.
Palabras clave: Evaluación de la educación, calidad de la educación, política
educacional.
1
Profesor Colegio Particular Santa María de Ovalle, Región de Coquimbo, Chile. Email:
[email protected]
2
Profesora Colegio Madre Ana Eugenia, Región Metropolitana de Santiago, Chile. Email:
[email protected]
Abstract
This article analyzes the education evaluation system in Chile that emerged from
the reform of 2009. The hypothesis of this work suggests that the Quality of
Education Agency is not a system of integral evaluation, as it is affirmed by its
documents and laws of the country, but rather it is a reform based on standards
that have impoverished the national curriculum, negatively influenced the teaching
profession, where the control character dominates and the emphasis is on the
results of standardized tests, subordinating the orientation for the achievement of
a comprehensive training of students. Resulting in systems influenced by the
globalization processes and commercialization of education.
Key words: Educational evaluation, Quality of education, Educational policy.
1. Introducción
El debate sobre la calidad de la educación es una constante en todos los
países en la actualidad debido a que los procesos de globalización han afectado las
estructuras de cada nación, las cuales reconocen en la educación un activo
importante para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y una vía para alcanzar
la equidad económica (Bonal, 2006; Tabarini y Bonal, 2011). El rol del Estado ha
sido modificado en este proceso, afectado por la presión del equilibrio entre
mantener una riqueza atractiva para la inversión, mientras aumenta la
competitividad en una economía cambiante (Bonal, 2006). En el plano educativo
cada vez gana más espacio el discurso de un estado financiador y controlador del
sistema frente a la imagen de un estado educador (Espinoza y Castillo, 2015). Esto
genera numerosas tensiones que se resuelven a través de los mandatos de los
sistemas educativos que instalan lo deseable y legítimo de un sistema educativo a
través de la gobernabilidad (Dale, 1989 en Tabarini y Bonal, 2011).
Aunque el fenómeno de la globalización es una realidad, muchas veces se
utiliza para validar discursos sobre nuevas prácticas y agendas tanto en Europa
como Latinoamérica (Tabarini y Bonal, 2011). Un ejemplo de esto corresponde a las
evaluaciones externas que han generado cambios en las políticas educativas, tanto
a nivel nacional como supranacional, debido a las categorizaciones y rankings que
establecen los niveles de desempeño que sólo empobrecen y tecnifican el debate
educativo (Gentili, 2014), esto último afectando principalmente a los países en vías
de desarrollo, quienes financiaron sus reformas educativas a través de créditos
emanados desde organismos internacionales, influyendo en las prioridades de las
políticas y asociando la calidad educativa a estándares de competencia y
rendimiento (Rivero, 2006; Tarabini y Bonal, 2011). En el caso de Latinoamérica, lo
anterior se suma a la limitada capacidad de producir cambios educativos para la
mejora social debido a la dependencia de sus economías (Arnove, 2006). Esto es lo
que Hargreaves (2003) denomina las paradojas postmodernas en la educación, ya
que la globalización puede impulsar el etnocentrismo, la descentralización a una
centralización encubierta a través de la gobernanza y la evaluación para la mejora,
en simples sistemas de control.
Uno de las prácticas más utilizadas es la aplicación de pruebas estandarizadas
partiendo del supuesto de que este tipo de instrumentos pueden reflejar la calidad
de un sistema nacional de educación promoviendo una ideología tecnocrática de los
80 y 90 del Banco Mundial (Gentili, 2014). Ahora bien, estos organismos
internacionales no actúan imparcialmente ya que el retorno de los resultados viene
acompañado de diferentes normas para la educación que comprende las relaciones
entre ésta y la economía y la sociedad (Carvalho, 2009). La concepción de
evaluación educativa está mediatizada por quienes las elaboran y estos, a su vez,
se basan en una visión de mundo específica que provienen de grupos sociales
privilegiados, por lo tanto responde a la estructura social de la exclusión (Romão,
2015). Podemos deducir entonces, que con estos mecanismos promueven un
sentido de calidad ligado a aspectos económicos como la competencia y propias del
neoliberalismo.
Por su parte la UNESCO (2004) afirma que la calidad de la educación implica
las características de los educandos, los procesos educativos, los contenidos y los
sistemas. Además establece dos niveles de análisis: en el primero pone en el centro
4. Reduccionismo curricular.
Pensar que con una prueba de contenidos académicos se podrá medir la
calidad de la educación, es olvidar que el proceso de enseñanza-aprendizaje
contiene muchísimos más elementos, por lo tanto que es una realidad compleja que
necesita ser comprendida en su totalidad. Por lo mismo es que Gentili (2014) afirma
que es necesario evaluar la calidad de la educación, pero que al medirla se reduce
su realidad tan compleja y necesaria.
Bajo este supuesto, otro de los argumentos que tenemos para afirmar que la
ACE no es un sistema de evaluación integral va ligado al dejar de lado todos los
elementos que componen la educación y las consecuencias que esto tiene en el
currículo, cómo se modifica éste para satisfacer las necesidades que surgen de la
prueba misma y cómo los docentes terminan reduciéndolo para centrarse en lo que
se evalúa en las pruebas estandarizadas. Es que no se puede dejar de lado que los
sistemas de evaluación no son neutros, ya que influyen en la configuración de la
realidad educativa, especialmente en el diseño y el desarrollo mismo del currículo
motivación de los docentes hacia su trabajo y con ello el éxito de cualquier política
(Day, 2014).
Con el énfasis en los modelos de eficiencia, propios de la gestión empresarial,
y la creciente demanda de los sistemas de control, se convierte a la práctica docente
en sistemas de supervivencia que incluso pueden desplazar la enseñanza a un
elemento secundario (Day, 2014). Estos sistemas de evaluación parten desde la
desconfianza en la calidad profesional del docente y los responsabiliza de los
resultados a la vez que elabora un discurso que legitima un papel protagónico en
las reformas y su éxito mientras reduce su actividad al uso de tecnologías y el
cumplimiento de normativas performativas (Espinoza y Castillo, 2015). Para
Hargreaves (2003) establecer una serie de patrones singulares del trabajo docente
reduce el espacio deliberativo de los maestros en cuanto a su praxis y la reflexión
sobre la misma.
Para Basualdo (2012) es riesgoso asumir esta cadena de responsabilidad en
una sociedad que segrega de forma natural ya que podría tener consecuencias
imprevisibles ante la imposibilidad de la educación pública de responder a
escenarios cada vez más complejos y fomentar el malestar docente. Dependerá
entonces de cuál es el rol que asuma la ACE según se ubique más próximo al control-
supervisión o al asesoramiento (Monarca y Fernández-González, 2016).
8. Conclusiones
Como se ha visto a lo largo del texto se ha querido demostrar que la ACE aún
no es un sistema de evaluación integral. Esto debido a que desde los años ochenta
que no se han generado políticas integradoras, sino que aisladas, respondiendo al
modelo neoliberal existente en el país, lo que provoca que se siga asociando la
calidad de la educación con los resultados obtenidos en pruebas estandarizadas
(Espínola y Castillo, 2015), como son el SIMCE en el caso nacional o PISA en el
internacional.
Para que el sistema nacional de evaluación chileno sea de calidad y así su
educación, es necesario que se realice desde un enfoque sistémico con un tipo de
evaluación formativo de sus alumnos (Monarca, 2012a) y desde una perspectiva
comprensiva que apunte hacia un desarrollo integral del currículo (Monarca, 2012a).
A través de un sistema de este tipo se podrá considerar que la forma en que se está
evaluando la educación realmente demuestra la calidad de la misma. La Agencia es
consciente de esta necesidad, pero aún no ha logrado abarcar todos los ámbitos de
la educación que deben ser evaluados, ni tampoco ha llegado a utilizar sus
resultados en la orientación necesaria para las transformaciones que llevan a la
mejora. En esta mejora urge la necesidad de que los centros educativos se vinculen
con su contexto y se preocupen de la formación y el desarrollo constante de todos
los agentes educativos (Day, 2014).
Se ha visto que el sistema actual de evaluación tiene efectos no esperados
ni deseados, como son la reducción del currículo para responder a las exigencias de
las pruebas y el desarrollo del mismo por parte de los docentes, además de influir
negativamente en el quehacer pedagógico de los profesores, llegando a ser
considerados los grandes responsables de la “mala” calidad educacional para la gran
mayoría de los chilenos. Los datos que se obtienen a través de la prueba SIMCE, se
deben utilizar responsablemente, y el mismo MINEDUC así lo indica en sus
documentos oficiales, pero lamentablemente no se presta la atención necesaria para
que esto no ocurra y tenga consecuencias no deseadas tanto en los centros,
profesores, estudiantes y hasta en los padres (Monarca, 2012b).
Referencias bibliográficas
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desigualdad. En X. Bonal (Ed.), Globalización, educación y pobreza en América
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Assaél, J. y Pavez, J. (2008). La construcción e implementación del sistema de
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Basualdo, C. (2012). La utilización de la prueba SIMCE y su ingerencia en el desafío
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Revista Estudios Cotidianos, 1(1), 8-23.
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