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Evaluación y Cambio de los Sistemas Educativos

El presente reporte de lectura corresponde al texto “Evaluación y Cambio de


los Sistemas Educativos la Interacción que hace falta”, del autor Alejandro Tiana
Ferrer.

De inicio, dicho texto menciona que en la actualidad es de lo más común


escuchar el concepto "evaluación" en cualquier discurso educativo. Sin embargo, el
interés por la evaluación no es nuevo, sino que es algo que se ha observado desde
los años sesenta, cuando en los Estados Unidos de América surge la necesidad de
obtener respuestas objetivas y fiables en su sistema educativo, logrando la
canalización de recursos económicos hacia el rubro de la evaluación educativo,
misma que vio un desarrollo considerable hacia finales de la década antes
mencionada.

Por otra parte, se destaca el interés de la Organización para la Cooperación


y el Desarrollo Económico (O.C.D.E.), la cual agrupa a los países con economías
más desarrolladas y cuenta con amplia experiencia en la construcción de
indicadores internacionales de la Educación, aunque vale destacar que su camino
no ha sido fácil, pues su proyecto inicial fue un fracaso en virtual de que, según cita
el texto, tuvo un carácter prematuro (NATTALL, 1992), situación que dio un giro
afortunado a finales de los años ochenta, cuando echa a andar el proyecto
denominado INES, de indicadores internacionales de la Educación, que hasta la
fecha ha resultado particularmente exitoso.

Con el tiempo, el interés por los procesos evaluativos ha evolucionado y se


ha expandido de forma tal que ha generado la participación de diversos países a lo
largo del mundo, lo cual ha implicado una serie de transformaciones en la
concepción y práctica de la evaluación. Dichas transformaciones van desde
cambios conceptuales, cambios metodológicos que integran métodos cualitativos y
cuantitativos, hasta los cambios en cuanto a la utilización de la evaluación, así como
los cambios estructurales "caracterizados por una creciente inclusión de la
evaluación entre los mecanismos de gestión de los sistemas educativos, una
ampliación de sus ámbitos de cobertura y una mayor interdisciplinaridad (HOUSE,
1993)".

Lo anterior da lugar a nuevo fenómeno que muestra el interés creciente de


los sistemas educativos hacia la evaluación, otorgándole un alto nivel de
cientificidad, asumiéndola como una práctica profesional.

De acuerdo con el autor, existe tal variedad de motivos para justificar el


interés por la evaluación que no se ha llegado a un acuerdo absoluto, sin embargo,
queda claro que para comprender el fenómeno se requiere hacer un análisis
profundo y respetuoso, para lo cual propone observar dos conjuntos argumentales
relacionados con los cambios ocurridos en los sistemas educativos actuales, el
primero es relativo a los procesos de cambio en las formas de administración y
control de los sistemas educativos, en tanto que el segundo a las transformaciones
que exigen las sociedades en lo relativo a la flexibilidad que requieren dichos
sistemas para poder avanzar.

En cuanto al primer fenómeno, se menciona que en una época como la


actual, con un ritmo tan acelerado que exige transformación constante, la rigidez en
un sistema educativo representa un gran obstáculo para el progreso, por lo que
prima la necesidad de flexibilizarlo, con el fin de que pueda adaptarse y responder
a las demandas de las sociedades y del entorno, lo que implica que goce de cierto
nivel de autonomía y libertad, acordes a las características del contexto.

Así mismo, mencionan dos tipos de sistemas de administración y control de


los sistemas educativos. Por una parte, están los sistemas tradicionales y
descentralizados, cuyos mecanismos de administración y control se basan en la
elaboración de la normativa y en el control del cumplimiento de las normas a través
de servicios jerárquicos de supervisión en inspección. En cuanto al segundo
modelo, se fundamenta en la valoración de resultados obtenidos a través de
procesos de evaluación, el uso de la autonomía y la rendición de cuentas. Por lo
anterior, este modelo deriva en una organización productiva.

Respecto al segundo fenómeno, hace referencia a que la realidad actual en


el tema educativo debe ir de la mano con la rendición de cuentas y responder a las
demandas sociales, pues conocer el nivel de logro de los objetivos compete a todos
los que conforman una sociedad, ya que de ahí se parte para determinar el uso
óptimo de los recursos y para la toma de decisiones adecuadas, sobre todo teniendo
en cuenta que existe un vínculo entre educación y desarrollo. Es decir, brindar
oportunidades de educación a los jóvenes poniendo a su servicio una buena oferta
educativa, contribuye a la obtención de buenos resultados y al desarrollo de un
sistema educativo de excelencia.

Aunado a lo anterior se señala que, dada la naturaleza global de las


relaciones económicas, existe una competencia entre los diversos países que
abarca el plano socio-cultural, así como económico y político, lo cual redunda en la
preocupación por la calidad educativa de las escuelas, pues es un hecho que la
crisis económica que afecta a muchos países provoca la reducción de presupuesto
en las políticas públicas, entre las que se encuentran los sistemas de educación.

Como consecuencia de los fenómenos antes mencionados, se propone un


nuevo modelo de conducción de los modelos educativos denominado pilotaje o
steering, que, según cita el texto, Gilbert de Landsheere define como “la toma de
decisiones al nivel macroscópico (es decir, de un sistema o subsistema educativo)
o microscópico (es decir de un establecimiento o incluso una clase).

Existen diferentes posturas en cuanto las aportaciones de la evaluación para


la mejora de los sistemas educativos y se otorga especial relevancia a cuatro,
mencionando como el primero de ellos el diagnóstico, pues al realizar un primer
análisis basado en datos fiables se puede tener una idea precisa sobre la situación
real del sistema educativo y, por ende, posibilita la satisfacción de la demanda social
y la toma de decisiones adecuadas.

La primera de las aportaciones antes mencionadas resalta la importancia de


hacer un diagnóstico adecuado, para lo cual habrán de tomarse en cuenta los
factores contextuales, la práctica profesional y la formación de los docentes, el
currículo, la administración educativa. Dicho de otro modo, deberán considerarse
todos los componentes que conforman el sistema educativo.

En segundo término, se habla de la conducción de los procesos de cambio,


definiendo conducción como “un proceso de recogida sistemática de información
con carácter previo a la toma de decisiones”. En tal sentido, se postula la evaluación
como una estrategia que procura la conducción de los procesos de cambio o, en su
caso, reformas, tanto de la gestión como de la administración del sistema educativo.

La tercera aportación de la evaluación para la mejora de los sistemas


educativos hace referencia a la valoración de los resultados de la educación. Al
respecto, Tiana menciona que existen algunas dificultades para entender los
resultados de la evaluación y recurre a Thélot (1993) para distinguir tres grandes
grupos de objetivos de la educación.

− El primero de estos grupos de objetivos se ocupa de transmitir


conocimientos, habilidades y cultura a los ciudadanos jóvenes. A partir
de eso puede establecerse parámetros respecto de los aprendizajes
logrados por los estudiantes durante distintas etapas, ciclos y grados del
proceso educativo, así como medir los niveles de logro obtenidos en
diversos ámbitos del currículo.
− El segundo grupo habla de preparar a los estudiantes para su inserción
en la vida profesional, es decir, se establece una conexión entre la
educación y la adquisición de competencias para la vida laboral.
− Finalmente, el tercer grupo de objetivos se enfoca en la formación de
ciudadanos y entre los resultados a evaluar se encuentra la adquisición
de una educación cívica, el desarrollo de actitudes democráticas y
tolerantes que contribuyan a la formación de personas activas,
participativas, que contribuyan y se integren en la sociedad asumiendo
la responsabilidad de sus acciones.

Una vez realizado un diagnóstico adecuado, evaluado los procesos de


cambio y valorados los resultados, llegamos al tema de la mejora de la organización
y funcionamiento de los centros educativos. En este sentido, la evaluación
contribuye de manera importante debido a que permite conocer la realidad
educativa, considerando los aspectos cualitativos tanto como las condiciones y
variables que los determinan, sin dejar de lado el conocimiento de la organización y
funcionamiento del centro.

De igual forma, al permitir la detección de debilidades y fortalezas en el


funcionamiento de la organización desde su propia realidad, la evaluación se
convierte en una base sólida para la propuesta de programas individualizados de
mejora, dejando claro que es un instrumento muy valioso que contribuye al
conocimiento y mejora de la educación.

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