53-La Geología
53-La Geología
53-La Geología
Esta obra está bajo una Licencia Creative Co mmons atribución NoComercial -
SinDerivadas 2.5 Argentina
La geología y la imagen dinámica de las costas en la historia
Ana Laura Monserrar
Introducción
La imagen de las costas que proyecta la geología es intrínsecamente dinámica. Actualmente el
área que estudia los fenómenos físicos ambientales que afectan la zona costera trata
constantemente la idea de cambio. Los ambientes costeros son típicamente afectados por
cambios rápidos, pero también cambian de posición a través de los siglos, llegando incluso a
chocar una costa con otra o a generarse dos bordes continentales a partir de la apertura de un
valle tectónico. Quien se dedique al estudio de la dinámica de las costas, sin importar la escala
temporal a la que se aboque, deberá comprender que la "tierra firme" es una ilusión y desterrar
cualquier concepto esllíticó al respecto.
La historia de la geología no ha escapado al enfoque historiográfico liberal. Uno de los más
claros ejemplos es la Historia de la Geología que presenta Cailleux (1964) como una
acumulación progresiva de conocimiento científico, donde el progreso triunfó salvando
tropiezos de numerosas ideas erróneas (p. 5). El punto de vista de otros historiadores presenta a
Geología como una ciencia cuyo complejo desarrollo amerita indagaciones de mayor
profundidad historiográfica'. Sobre el análisis de estudios historiográficos que intentan alejarse
de los anacronismos, a continuación se propone que la construcción de la interpretación actual
del paisaje costero se realizó a partir de la adopción de una imagen dinámica de la naturale~ y
que dicha adopción no ocurrió como un proceso acumulativo lineal, ui gradual. Para éllo, se
analiza la imagen de la naturaleza en la historia de las ciencias de la Tierra y cómo ésta actuó
sinérgícamente ~en particular con el estudio de las costas.
Primeros intentos de ruptura del concepto de relieve estlítico: la ira del Creador
En la antigüedad se advierten evidencias de avances y retrocesos del mar. La concepción griega
del tiempo permite plantear ciclos de movimiento oceánico. Aristóteles, por ejemplo, sefiala que
el mar invadió sitios hoy desprovistos de sus aguas'. En la Edad Media, en cambio, la noción
dinámica terrestre aparenta sumergirse en el silencio'. La interpretación escolástica de la obra de
Aristóteles extirpa toda necesidad de tiempo cíclico y de equilibrio dinámico de su sistema. Perci
más tarde, la Revolución Científica y 1ª posibilidad de imerpretación personal de la Biblia que
ofrece el protestantismo, alienta la curiosidad de los pensadores del siglo XVJI'. Las ideas
organicistas bullen en la sociedad científica, pero finahnente la necesidad de explicación del
relieve del planeta logra abrirse camino de la mano de un mecanicismo incipiente.
El clérigo inglés Tlwmas Burnet es il!llPli®lente reconocido en su época tras la publicación
de su libro Teoría Sagrada de la Tierra en 1680, ,donde-¡,;wnta explicar ial.Istória éiei p!ÍÜÍeta
apoyando sus teorías sobre dos tipos de pruebas. Las Pruebas Naturales son las Causas y los
Efectos, evidenciados respectivamente a partir de la razón y la observación del mundo naturaL
• Laboratorio de Geologia Marina y Dinámica Costera· CONICET. FCEyN-UBA Grupo Historia de la Ciencia -
CEFJEC- FCEyN-UBA
Epistemología e Historia de la Ciencia,
Volumen 13 (2007)
-376-
Pero más completa y particularmente se ocupa de las Pruebas Sagradas, es decir las emergentes
de las Sagradas Escrituras, con las cuales toda explicación debe concordar'. Al.lllque la
historiografia anacrónica lo sepultó en la tumba de los villanos (debido, principalmente, al
carácter místico y especulativo de su obra vista desde la actualidad), Burnet fue más allá de lo
meramente especulativo. Para él, los libros sagrados constituían pruebas y basarse en ellas lo
eximía de la especulación. Por otra parte, excepto en el último volumen de su obra (donde él se
declara explícitamente especulativo ya que debe abandonar las pruebas naturales para indagar
acerca del futuro'), utiliza herramientas mecanícistas para dilucidar los textos sagrados. Bumet
une razón y observación para estudiar la historia de la Tierra y concluir que el mundo ha quedado
en ruinas tras sufrir violentos cambios; para ello toma la forma irregular de la costa como prueba:
Si el Mar hubiera sido dibujado alrededor de la Tierra en figuras y bordes regulares, podría
ser una gran belleza para nuestro Globo, y nosotros podríamos, razonablemente, concluir
que es obra de la primera Creación, o de la primera producción de la Naturaleza; pero
encontrando por el contrario t<>das las marcas de desorden y desproporción en ello, podemos
de la misma razonable manera concluir que no pertenece al primer orden de las cosas, sino
que fue algo sucedáneo, cuando la degeneración de la raza humana y los juicios de Dios
destroyeron el primer mundo, y la Creación se subordinó a alguna clase de Vanidad. 7
Exponiendo un punto de vista mecanicista ingenuo, deja ver también la influencia medieval,
agustiniana, en su idea de belleza. La costa deberla ser regular, seria más bello. Si fuera
perfectamente lineal sería obra directa del creador. Pero la imperfucción de su furma evidencia
que la costa es obra de la ira de Dios. A primera vista Bumet reconcilia la idea dinámica del
mun.do con la historia propuesta por el cristianismo, donde el tiempo es lineal, direccional y
continuo, aunque .existe cierto carácter cíclico en su historia del mundo'.
Podemos pensar que la indagación de Burnet es ingenua, pero al ubicarla en el contexto en
que se realizó sería justo admitir que desencadena preguntas de gran relevancia histórica .e
incluso abre camino a los futuros mecanicistas. La TeorÍfl Sagrada de la Tiemq:ontribuye a la
idea de cambio histórico en la formación del planeta, donde en la forma de la costa se puede
encontrar la evidencia de cambio pretérito. Por ello esta explicación dinámica de la genera4ión
del relieve que ofrece el siglo XVII impide presentar la historia de la geología como un proceso
gr:adual desde lo estático a lo dinámico.
La necesidad de lo catastrófico sobre un núcleo estable
Cien años después de la publicación de Telluris Theoria Sácra, el protestantismo rige en los
epicentros de pensamiento cientifico. El empirismo de Bacon se eucuentra en auge y el
mecanicismo clama por explicaciones newtonianas que den cuenta de la forma de la Tierra. Pero
áúti parece no haber testimonios de mecanismos de formación y desarrollo que permitan
formular un sistema de teorías coherente, excepto para el punto de vista algunos audaces.
James Hutton da a conocer su Teorfa de la Tierra en 1785 en la Royal Society de
Edimburgo'. Aunque la interpretación personal de la Biblia es ampliamente admitida entre los
protestantes, las ideas reinantes en el ámbito filosófico se inclinan hacia explicaciones más
adaptables al modelo bíblico del mundo . Es por ello otro amante de la geología, Wemer, y no
Hutton quien adquiere fama en la segunda mitad del siglo XVIII .
• 377.
La audacia de Abraham G. Werner le permite a este geólogo alemán proponer una
clasificación estratigráfica de la Tierra que lo lleva a la fama intemacionlll. Probablemente esta
estr;ltigr¡¡Jia es la primera hipótesis geológica contrastable de pretensión universal, ya que se
plantea en una escala global".- - · · · · -
Wemer expone también la idea poco original sobre el origen del relieve por precipitación de
material a partir de un Fluido Universal. Para sus seguidores, llamados "neptunistas", los océanos
representan migajás de un antiguo océano que cubrió el mundo entero•. Para ellos, gran parte de
esa solución acuosa habla ido a parar fuera del planeta, quedando descubiertos los sectores
donde, fortuitamente, material acumulado por precipitación habla adquirido mayor espesor. Así,
la forma de los continentes es resultado de la contingencia. De alllla linea irregular de la costa.
No hacian falta catástrofes ni el juicio del Creador para Wemer, pero si para sus seguidores.
Pero lo.s año_s ell q!l_tll!! ~Jeryes~!lCill del Fluido Universaltiene efecto pasan rápi<lamente.
Para los detractores del neptunismo la visión de un -planeta producto del naufragio, del enojo de
un dios judeocristiano, es inaceptable. Sin embargo, la idea de catástrofes. univeJ:S.ales .aún tiene
un as en la manga, del que trataremos seguidamente.
La pacifica unión entre estabilidad y d.inamismo: el unifl!rmismo
Con la escuela que Werner había iniciado, los geólogos habían comenzado a salir al campo a
buscar huellas del pasado. Nicholas Desmarest en la misma época enfrentaba al neptunismo
impulsando al "vulcanismo"; había aconsejado ir y ver las geoformas en el terreno para
desmentir las ideas de Werner. Pero las mismas manifestaciones se interpretan de diferentes
formas. Un neptunista mira la costa y ve el precipitado universal, no encuentra un ordelÍ, los
bordes costeros le parecen aleatorios. Un vulcanista ve precipitados entre coladas volcánicas, y
aunque existe una relación eiifre'fa: uoicacióñdelosYokanes y unmea de costa, sus ojos no están
preparados para verla. Pero aun aceptando catástrofes, ambos filósofos naturales ven en el
corazón de la Tierra algo tan sólido y estable como es posible imaginar.
En esa misma época, Hutton propone en cambio un modelo dinámico de planeta. Para él,
violentas convulsiones en pequeña escala espacial, diferentes de una Catástrofe Universal,
conmocionan la geografia continuamente al punto de elevar el relieve para generar cadenas
montañosas . La noción del mundo como máquina que presenta Hutton explicarla también por
qué Geikie lo considera como aquél que introdujo las ideas newtonianas en el campo de las
ciencias de la Tierra. Sin embargo tantt>las_c,ondiciones externas como las internas desfavorecen
su fam.a 11 •
La cumbre de la filosofia catastrofista llega un siglo después, justo después de la Revolución
Francesa, de la mano de Georges Cuvier. Su sistema de teorías implica direccipn;¡.licla4 en el
tiempo. Postula periódicas catástrofes universales durante .las cuales la fisonomía del JJ:t!llllJp
cambia violentamente, como también los seres que lo habitan. Cuvier puede interpretar las
páginas en blanco que no narra la paleontología, pero no puede imaginar el mecanismo por el
cual se desatan las catástrofes. Bautizado como catastrofiSmo por William Whewell en el año en
que muere Cuvier, 1832, su análisis parece ser nada especulativo, y se basa además en
numerosos datos empíricos".
La comunidad científica del naciente siglo XIX está de acuerdo en que la linea de costa ha
sufrido cambios a lo largo de la historia de la Tierra. La geología muestra que el mar estuvo en el
-378-
pasado donde hoy no está, como lo había advertido Aristóteles 23 siglos antes. Ahora bien, cabe
preguntarse cómo ocurrió la variación en el nivel del mar. Pudo haber ascendido el terreno o
descendido el mar; a su vez, ese movimiento pudo ser lento o violento. Hutton había propuesto
un episódico ascenso del terreno, pero para llegar a construir este mundo de esa manera, el
Creador habría necesitado una cantidad de tiempo "indefinida". A partir de las Sagradas
Escrituras no podría otorgarse una edad a la Tierra que superase los 6000 alios. Valía entonces
pensar, razonablemente, en explicaciones alternativas.
En 1830 Cuvier encuentra un rival cuya elegancia retórica lo posiciona a su altura. Charles
Lyell, quien rescata las ideas de Hutton, publica un libro que modifica la forma de ver el mundo
de los geólogos. En Principios de Geología (1831), Lyell ofrece una manera de ver la Tierra a
partir del gran supuesto uniformista, al cual integra dentro de un sistema de teorías que le gana
terreno a los catastrofistas. Si no existen ciertos estratos en el registro geológico no es debido a
catástrofes universales sino a los continuos ciclos de acumulación y erosión que barrieron las
evidencias del pasado. Dios no actóa violentamente en pulsos de creación: su Plan perfecto
implica ausencia de evolución progresiva, no hay direccionalidad porque el mundo es perfecto
hoy, y siempre lo fue. Toda. la Creación es continuamente modelada por el Creador, pero siempre
es perfecta. El final de Principios de Geología sintetiza esta visión de Lyell:
Como geólogos, aprendemos que no es la sola condición presente del globo la que ha sido
ajustada en beneficio de miríadas de criaturas vivientes, sino que muchos estadios previos
también han sido adaptados a la organización y hábitos de previas razas de seres. La
disposición de los mar~ continentes e islas, y los climas, han variado; del mismo modo las
especies han cambiado; y aun más, han sido todas asi modeladas en tipos análogos a las
plantas y animales existentes como para indicar, en su totalidad, una annonía perfecta de
diseño y unidad d~ propósito. 13
Desde el punto de vista uniformista es entonces posible pensar la historia de la Tierra como un
continuo suceder de acóntecintientos ordinarios, analizables a partir de los acontecimientos
actuales. Los procesos. geológicos se vuelven vulnerables a la investigación.:Pequeñas son las
causas que subyacen tras cada geoforma. Ahora el geólogo ve en la costa la manifestaciórt más
clara de la evolución uniforme, adireccional, del paisaje. Luego, el mundo de Lyell( que
prescinde de catástrofes y de direccionalidad teleológica, invade definitivamente con DarWin el
lerieno de lo vivo. La contingencia, las causas actuáles y los cambios graduales dialogan entre
ambos sistemas de teorías en el ntismo idioma
Con la nueva forma de ver el mundo que surge del uniformismo también florece la
geomorfología, disciplina que se encargará de ahora en más de la dinámica de costas. Lyell había
sentado las bases para que los ge.ólogos de todo el mlll)c!o estodiaran las formas del terreno sin
recurrir a otras causas mas que las empíricas. La evolución del paisaje costero que Gulliver relata
en su libro Topografía de la línea de costa en 1899, hace uso intensivo del concepto lyel!ano de
ciclos geológicos. Cada recodo del terreno es una punta de iceberg que cuenta la historia del
relieve a quien esté dispuesto a interpretarlo de ese modo. Los bordes continentales descubren
detalladas narraciones verosíffiiles acerca de un dinamismo intrínseco de la naturaleza. La
acumulación de cambios a lo largo de ntilenios genera los diversos paisajes, siempre en constante
ajuste, siempre en evolución oscilante entre diferentes estados de perfección. Para la segunda
• 379-
mitad del siglo XIX ya es indiscutible que los bordes continentales son el producto del lento
ascenso de las cordilleras y su continua erosión. Ya no hace falta recurrir al misterio de la
violencia divina. La idea de dinamismo cobra con el uniformismo un rostro más benévolo.
Dinamismo más profundo: los bordes costeros se mueven
Ante el naciente siglo XX la vieja ~ría de un mundo que se va enfriando se vuelve ridicula.
Pero la línea de costá no parece ser solamente producto de procesos graduales que actúan por
contingencia. Por un lado, existe una ioquietante congruencia de formas entre continentes
sepatados por enormes océanos; ello se .corresponde con una regularidad ioesperada en la
distribución de las cadenas montañosas. Por otra parte, el nivel del mar parece haber variad¡) en
magnitudes inexplicables. Si los océanos no siempre estuvieron allí, si hay un orden. en las
formas costeras, entonces hay causas que no hemos tomado en cuenta. Cuando la historia de la
Tierra parece mostrarse .desnuda frente .aJa ciencia, la.e.~i.lidw,i dell<Q.I!~i!!l!ent() !;inlbale,a ~te
las dudas. Ahora el geólogo está listo para ver algo más en las costas que solo cambios
superficiales, graduales y contingentes.
Edward Suess inicia, a finales del siglo XIX, una lioea de trabajo que a partir de conceptos
prácticamente olvidados da nacimiento a una teoría revolucionaria. Atribuye el descenso del
nivel del mar a la s11bsidencia de las cuencas oceánicas y el ascenso al rellenado parcial de las
mismas. Distingue los componentes de la corteza: e iofiere que éstos se han movido verticalmente
en el interior del planeta para ubicarse a diferenies profundidades segfut su densidad: Piensa un
mundo que se arruga mientras se va enfriando. Mientras tanto, en la otra mitad del mundo, el
geógrafo y geólogo norteamericano F. B. Taylor observa la forma de la costa pensando piezas
móviles de un rompecabezas. Pero en Estados Unidos, el grupo de científicos más. influyente en
la materia en ese momento elabora teorias dentro de un marco teórico que hacen. llamar ".Tierra
Ultrasólida"". Las ideas de Taylor no pueden germinar en ese contexto filosófico. Sio embargo,
la idea de movimiento horizontal del ten:eno no tarda en volverse inevitable.
Cuando el astrónomo y meteorólogo alemáo Alfred Wegener en 1912 expone una teórla de
deriV!l contioental la comunidad científica se resiste sistemáticamente". No resulta cómodo
volver a la incertidumbre de causas desconocidas. La estabilidad de una dinámica sólo superficial
tiembla y no se deja caer sino hasta medio siglo después. Aquí sí parece haber sido necesario
derribar un concepto arraigado de estabilidad, del interior de la Tierra, para alcanzar una escala
global en el análisis de las geoforrnas.
Las líneas de costa pueden encajar muy bien entre sí, pero no es evidente el mecanismo por
el cual un territorio inconmensurable, hasta entonces aparentemente inmóvil, puede trasladarse,
quebrarse, unirse. Pero luego las ideas de Suess ensamblan inesperadamente c0n las de
Wegener" cuandQ, .tras nl!ev!l$ eXJ>!of!lcic:mes del fondo oceánico, llega el inodéfo de explicación
esperado". La tectónica de placas surge así para dai- cuéíitlí.dei ésperado.mecanisínó: EtÍ tanto
sistema de teorías, afecta a toda la geología, iocluso a ramas que permanecían hasta entonces
inconexas". Aunque la dinámica de costas se ocupará de estudios de escala generalmente más
local, actualmente sólo adquiere sentido en el contexto de la tectónica de placas.
Tras la silueta de la línea de costa se escondía la sorpresa más grande de la geología. El
planeta entero es dioámico. La ciencia nos trae de la mano de la geología un concepto que la
-380-
naturaleza nos susurra desde el principio de la historia: nada es estático. Tal vez Burnet, en sus
meditaciones, había sentido ese mW"lllullo.
Agradecimientos
Al grupo de historia de la ciencia del Centro de Formación e Investigación en Enseñanza de las
Ciencias (CEFIEC) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales - UBA por su apoyo y
asesoramiento, especialmente al Lic. Onna por su valioso aporte y al Prof. Boido. Al Dr.
Codignotto y a N. M por la lectura critica de una versión previa del trabajo y por la anécdota de
la nota 11.
Notas
1
Por ejemplo Hallam. 1985, especialmente p. 155-170
2
Trevor, 2003; p. 8
'Jaoob, 1999; p. 130.
• Gould, 1992, p. 23.
5
Bumet deja ello explícito en su libro, en la sección Revtew ofthe Sacred Theory ofthe Eartk
' Gould. 1992.
' "If the Sea had been drawn round the Earth in re¡¡ulru" figures and borders, ít might havi: been a great beauty to our
Globe, and we should reasonably have concluded if a work of the first Creation, or of Nature's first production; but
finding on the contrary an the marks of disorder and disproportion in it, we mayas reasonably conclude, that it did not
belong to the first arder ofthipgs, but w~ ~metbíng $~_<m®_IJS, when the degeneracy of Mankind, and the judgments
ofGod had destroy'd the first World, and subjected the Creation to sorne kind ofVanity" Bumet (1692), capitulo 10, p
101-102.
8
Gould, 1992.
9
En 1795 la presenta en su libro.
10
Álvarez Oviedo, 1998.
H- Gould, 1992.
12
Ibfdem.
13
..As geolog1sts, we leam that ít ts not only the present condition of the globe whtch has been sutted to the
accornmodation of mynads of-living· ereatures, tiU:t -that many fonner states also have been adapted to the orgamzation
and habits of prior races of.beings. The disposition of the seas, continents, and islands, and the climates, have varied; the
species likewise have been changed; and yet they have all been so modeled. on types analogous to those of existing plants
and animals, as to indicate, throughout, a perfect hannony of design and unity of purpose." Lyell (op. cit., Bopk 111.
Concluding Remarks).
" Ha!lam, 1985.
15
En las aulas de la Uruversidad de Buenos Aires algunos profesores aún sostenian en la década del 60 que los
co,ztinentes no son criaturas que se llevan de la mano a orinar.
16
Tanto el concepto de isostasia de Suess como el de deriva contmental de Wegener fueron necesanos para el desarrollo
de la Tectónica de Placas (véase Hallam (1985), capitulo La deriva de continentes, p 109-154).
"Hallam 1985, pág 141
18
Para-un--análisis detallado véase Álvarez Ovtedo, 1998.
Bibliografia
Álvarez Oviedo, E. 1998. La contrucción de la Geología como ciencia. Un anállsís desde la teorfa de cierre categorial. El
Basilisco. ~ Epoca. ~. p3-30.
Burnet, T. 1691. Sacred Theory ojthe Earth. 2' edítíon. Pnnted by R. Norton fur Walter Kíttleby. St Paul Church-Yard.
London. 412p (título original. Thelluris Teoria Sacra,1680)
Cailleux. A 1964. Historia de la Geología. EUDEBA. Buenos Aries. 104p. (título originaL Histoire de la géologte,
1961)
Cape!, H..l985. La Física Sagrada Edtctones del Serbal. España. 223 p.
-381-
Gould, S. J. 1992. La Flecha del Tiem¡m. Mitos y ""'t{¡foras en el descubrimiento dellíem¡m geológico. Ed. Alianza
Universidad. Madrid. 232p. (titulo original: Times 's A"ow, Time 's Cycle. Myt}¡ and Methaphar in the.Discoveryof
Geo/ogical Ti.., . 1987)
Hallam, A. 198S Grandes controversias geológicas. Ed. Labor. Barcelona. 180p.
Playfálr, 11802. Illustratíons oftke lluttontan 7heory ofthé Earth. Dover Publication, lnc. New York.. S28p.
Lyell, Ch. 183 L Principies ofGeology. John Murray, Albemarle Street. Lcndon. 398p y apéndices.
Gulliver, F. P. 1899. Shoreline Topography. Proceedings ofthe American Aeademy of Arts and Sciences.Vol34. N"ll.
2S8p.
Trevor, P. 2003. Perilous Planet Eartk Catastrophes ond catastrophtsm through the ages, Cambridge, Cambndge
University Press. SSSp.
-382-