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TEMA 8: EL SECTOR INDUSTRIAL

1 /// LA IMPORTANCIA DEL SECTOR INDUSTRIAL

La industria es la actividad que transforma las materias primas en productos elaborados


o semielaborados utilizando fuentes de energia. Aunque España ha pasado en poco
tiempo de una economía agraria a una de servicios (terciarización), las actividades
industriales continúan siendo un importante motor económico, puesto que aportan
dinamismo tanto al sector primario como al sector servicios. De hecho, la realidad
española, en sus distintos aspectos (económicos, sociales y territoriales), está
estrechamente vinculada a un proceso de industrialización que ha influido notablemente
tanto en los movimientos migratorios interiores y en el desarrollo de la urbanización como
en los desequilibrios territoriales y en los problemas medioambientales.

2/// MATERIAS PRIMAS MINERALES Y FUENTES DE ENERGÍA

2.1 MATERIAS PRIMAS MINERALES


Desde finales del siglo pasado, la actividad minera ha pasado a ser secundario en la
economía de nuestro país, especialmente después de su entrada en la Unión Europea,
cuya política minera ha provocado el cierre de numerosas explotaciones de minerales
metálicos y energéticos, por su falta de rentabilidad o por los problemas
medioambientales que generaban. Sin embargo, esta misma política ha favorecido el
mantenimiento de una parte importante de las explotaciones mineras no metálicas e
incluso ha aportado diversas ayudas para las actividades mineras de rocas industriales,
las cuales escasean en la mayoría de los países de la Unión Europea.

Los minerales metálicos y los minerales energéticos


Los minerales metálicos se utilizan principalmente para la producción metalúrgica y para
la industria química. La explotación de estos minerales constituyó, hasta fechas
recientes, el subsector más relevante en la actividad minera española, pero en la
actualidad su actividad ha disminuido mucho, sobre todo por la competencia exterior.
Los minerales metálicos más importantes en España son el hierro, el mercurio, el plomo,
el zinc, la pirita y el cobre, y los principales yacimientos se encuentran en áreas del
zócalo herciniano peninsular o en algunas zonas montariosas de origen alpino. En
cuanto a los minerales energéticos, el único que tiene importancia en España es el
carbón, que se extrae en las cuencas mineras de Asturias, León y Palencia.

Los minerales no metálicos y las rocas industriales


Los minerales no metálicos y las rocas industriales se utilizan para la industria química y
para la construcción. Los más explotados en nuestro país son la potasa, la magnesita, el
cuarzo o la sal gema, que se encuentran en zonas de origen paleozoico y terciario y su
producción es insuficiente para satisfacer la demanda existente. También se explotan una
gran variedad de rocas industria-les, entre las que destacan el granito, la pizarra, el yeso
o la caliza, que responden sobradamente la demanda interior y permiten la exportación
de grandes cantidades.
2.2 LAS FUENTES DE ENERGÍA
Las fuentes de energía pueden ser no renovables y renovables. Las primeras son aquellas
que se encuentran en la naturaleza en cantidades limitadas y que, una vez consumidas
en su totalidad, se agotan. Las más importantes son el carbón, el petróleo y el gas
natural.
Las fuentes de energía renovables son las que no se agotan, ya que se generan o se
renuevan continuamente -con independencia de su mayor o menor consumo — y no
contaminan o lo hacen en mucha menor medida que las energías no renovables. Las más
importantes son la energía hidroeléctrica, la eólica, la solar, la biomasa y la geotérmica.

Las energías no renovables

• Carbón. Hasta 1960 fue el recurso energético más utilizado en España, pero a partir de
entonces fue sustituido de manera progresiva por el petróleo, de-bido, entre otros
motivos, a los mayores costes de explotación del carbón y a su menor rendimiento
energético. Además, el agotamiento de algunos de los mejores yacimientos y la baja
calidad de buena parte de los recursos disponibles han limitado cada vez más su uso al
de combustible en las centrales térmicas y han hecho necesaria la importación de
grandes cantidades de este recurso. En la pérdida de importancia del carbón también
han influido notablemente el descenso de la demanda debido a la crisis
siderometalúrgica, su escaso consumo doméstico y las restricciones impuestas en
ciertos casos por su negativo impacto medioambiental. En la actualidad, la energía
obtenida por medio de las centrales de carbón es residual, siendo un 1,9% del
total generado.

• Petróleo. Comenzó a cobrar importancia en España a mediados del siglo xx y, desde


principios de la década de los sesenta (momento en el que su coste era inferior al del
carbón), ha sido la principal fuente de energía. La posterior subida de precios -
consecuencia de la crisis energética mundial-obligó a adoptar medidas para reducir su
consumo, debido sobre todo a la gran dependencia exterior de España y a su escasa
producción nacional.
Durante el 2022, la guerra iniciada por la invasión rusa de Ucrania ha provocado un
aumento drástico de los precios del petróleo y, con ello, el aumento del precio de
combustibles como el diésel y la gasolina. A todo ello también está contribuyendo la
política de reducción de huella de carbono de la UE, que tiene como objetivo que en el
año 2035 no esté autorizada la circulación de vehículos diésel por las carreteras de la
Unión Europea.

• Gas natural. Es una mezcla de hidrocarburos usualmente asociada al petróleo. Se


transforma en electricidad y sus principales usos son el industrial y el doméstico. Un
25% de la energía consumida en España proviene de esta fuente. Europa ha vivido una
fuerte crisis energética provocada por la falta de suministro y el aumento del precio del
gas debido a la ya mencionada guerra en Ucrania (ya que Rusia es el principal
productor y suministrador de la UE). España y Portugal, los únicos países de la Unión
Europea que no dependen del gas ruso, han podido negociar con el resto de las
naciones para evitar un aumento de precios. A esta particularidad se la ha conocido
como «la excepción ibérica».

• Energía nuclear. Se obtiene de la fisión de átomos de uranio. Las centrales de fisión


comenzaron a construirse en Europa en la década de los sesenta del siglo pasado, como
alternativa al petróleo para la producción de energía eléctrica.
En la actualidad, siguen en funcionamiento 6 centrales nucleares, las cuales aportan
alrededor del 22% del total de la producción del sistema eléctrico nacional, lo que refleja
una de las principales ventajas de este tipo de energía: la gran capacidad de producción
energética en poco espacio; además, es la fuente de energía que cuenta con una mayor
autonomía y regularidad de producción. Sin embargo, también cuenta con numerosas
desventajas: el fuerte rechazo social por los peligros que implica, la generación de
residuos radiactivos muy contaminantes y muy duraderos en el tiempo y la fuerte
dependencia exterior de España en lo que a tecnología de enriquecimiento de uranio se
refiere.

Las energías renovables


La producción y el consumo de energías renovables han aumentado en las últimas
décadas, tanto por la necesidad de disminuir el déficit comercial que supone la
importación de combustibles fósiles como por resultar menos nocivas desde el punto de
vista medioambiental. No obstante, todavía existen algunos inconvenientes que dificultan
el desarrollo generalizado de este tipo de energías, como el hecho de que aún no se haya
implementado una tecnología lo suficientemente avanzada como para que puedan
competir con las energias tradicionales, o el que algunas de ellas no puedan asegurar
una producción constante al depender de las condiciones climatológicas.
En España, las energías renovables están repartidas de forma desigual. Por comunidades
autónomas, Castilla y León lidera su implantación, seguida de otras comunidades que las
aprovechan de manera notable, como Galicia.

Las principales energías renovables son:

• Energía hidroeléctrica. Comenzó a explotarse en España para la producción de


electricidad en la segunda mitad el siglo xix. El principal inconveniente de la energía
hidroeléctrica es el impacto ambiental y social que genera: cambios en el caudal de los
ríos, modificación de las capas freáticas, colmatación de los sedimentos, pérdida de
biodiversidad, desplazamiento de poblaciones, etc. Sin embargo, también cuenta con
muchas ventajas: es una energía limpia, renovable y que se produce sin ningún proceso
de transformación. Las principales centrales hidroeléctricas son las de Alcántara, en el
río Tajo (Cáceres), Almendra, en el río Tormes, en la cuenca del Duero, (Sala-manca y
Zamora), Buendía, en la cuenca del río Tajo (Guadalajara y Cuenca), y el Embalse de La
Serena, en la cuenca del Guadiana (Badajoz).

• Energía eólica. Las instalaciones de energía eólica se localizan principalmente en


Galicia, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Andalucía. La suma de estas cuatro
comunidades autónomas supone el 70% de la potencia eólica instalada en España. En
el año 2021, la generación de energía eléctrica eólica ocupó el primer puesto y supuso
un 23,3% del total.

• Energía solar. Se produce sobre todo en Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía y


Castilla y León, que juntas constituyen el 60% del total nacional. Se utiliza tanto en la
producción de calor como en la de electricidad. La energía solar está evolucionando
rápidamente y supone ya un 8,1 % del total de generación eléctrica.

• Energía de biomasa. Este tipo de energía se obtiene por combustión o fermentación de


los residuos agrícolas, ganaderos, forestales y domésticos. Es un tipo de energía con
un enorme potencial en un país como España, especialmente en Andalucía y en las
áreas de la Meseta Central.
• Energía geotérmica. Consiste en aprovechar el calor del interior de la Tierra, procedente
de vapor de agua, gases o agua caliente. Su uso todavía no está muy desarrollado en
nuestro país, ya que solo hay instalaciones de este tipo en Canarias, Galicia o Cataluña.
Se puede utilizar para producir electricidad o para su uso térmico en sectores
industriales, de servicios o residenciales.

3 // EL DESEQUILIBRIO ENERGÉTICO Y LAS POLÍTICAS ENERGÉTICAS

3.1 EL DESEQUILIBRIO ENERGÉTICO


En la actualidad, España produce solo el 30% de la energía que consume.
Ese fuerte desequilibrio entre producción y consumo hace necesario importar el 70% de
la energía (lo que nos sitúa un 20% por encima de la media de importación de la UE, que
es del 53,2%); esto se debe a la escasez de fuentes de energía: nuestro país
prácticamente carece casi de las dos fuentes más demandadas, el petróleo y el gas
natural.
Esta situación de dependencia externa en hidrocarburos tiene importantes
consecuencias políticas (en cuanto a la seguridad en el abastecimiento por parte de
terceros países) y económicas (por la fuerte oscilación de su precio en los mercados
internacionales). Así pues, el aprovisionamiento energético es uno de los mayores
desafíos actuales y futuros de la economía española.
España ha aumentado notablemente su consumo energético desde la década de los
sesenta, debido al desarrollo industrial y urbano y al aumento del nivel del vida y el
consumo doméstico; fue entonces cuando nuestro país comenzó a importar grandes
cantidades de energía.

A lo largo del siglo xx se suceden tres fases en cuanto a producción y consumo


energético: la hegemonía del carbón, hasta los años sesenta, la primacía del petróleo,
desde principios de los ochenta, y, desde entonces, la búsqueda de energías alternativas,
debido a la importante recesión de esos años y al encarecimiento de esta fuente tras las
dos crisis del petróleo (en 1973 y 1979). Tras estas crisis, varios países formaron la
Agencia Internacional de la Energía (AIE), que estableció una hoja de ruta común para las
distintas políticas energéticas nacionales: ahorro energético e investigación de nuevas
fuentes de energía renovables. Desde entonces, la investigación y el desarrollo e
innovación (I+D+i) se han volcado en el estudio y avance de las energías renovables.
España ha destacado especialmente en energía procedente de biomasa, eólica y solar
fotovoltaica, que han aumentado los últimos diez años hasta alcanzar más del 30% de la
producción energética.

3.2 LAS POLITICAS ENERGÉTICAS EN ESPAÑA


La crisis energética de mediados de la década de los setenta, obligó a frenar el consumo
del petróleo y a diversificar las fuentes de abastecimiento para disminuir la dependencia
exterior, a través de sucesivos Planes Energéticos Nacionales que, primero, intentaron
potenciar la energía nuclear y, después, el carbón y el gas, hasta que el Plan de Energías
Renovables de 1986 estableció las directrices para fomentar el desarrollo de las energías
alternativas.
En la actualidad, la política energética española está descrita en el Plan Nacional
Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, que tiene como principal objetivo la
reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, y la penetración de energías
renovables y de eficiencia energética.
Con este plan se pretende avanzar en los tres ejes que constituyen las políticas
energéticas europeas: la mejora de la competitividad económica, el incremento de la
seguridad del suministro y el aumento de la sostenibilidad medioambiental.
Uno de los aspectos más importantes de la política energética europea común es la
promoción de la eficiencia energética, para reducir la dependencia y disminuir las
emisiones de gases de efecto invernadero.
La principal medida en este sentido es el incremento de la eficiencia energética en todo
tipo de edificios, en las actividades industriales (renovación de motores, maquinaria, etc.)
y en la movilidad y el transporte (renovación del parque móvil incorporando nuevas
tecnologías de motores, bonificaciones por la compra de automóviles eléctricos, impulso
del transporte colectivo de pasajeros y de mercancías por ferrocarril).
Por otro lado, la política energética europea también se dirige a garantizar una mayor
implantación de las tecnologías renovables más eficientes, potenciando la investigación
energética y el desarrollo de tecnologías compatibles con el medioambiente.

4/// EL PROCESO DE INDUSTRIALIZACIÓN ESPAÑOL

4.1 DESDE LOS ORÍGENES DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL A LOS AÑOS


SESENTA DEL SIGLO XX
En España, el proceso de industrialización se inició con retraso en comparación con otros
países, en Europa Occidental ya se había iniciado con la siderurgia y la industria textil.
España estaba en desventaja, ya que el algodón era insuficiente y el carbón disponible de
mala calidad, aunque sí había considerables cantidades de mineral de hierro. A esta
inicial desventaja energética y de materias primas se le añadieron otras que también
contribuyeron a ralentizar el proceso de industrialización:
• El notable atraso tecnológico, que obligaba a importar prácticamente toda la maquinaria
industrial.
• La escasa demanda de productos industriales, causada por el atraso económico.
• El control extranjero de los sectores con mayores posibilidades.
• El bajo crecimiento demográfico de la mayor parte del país.
• La progresiva pérdida de los territorios coloniales.
• La inestabilidad política interior, que se extendió durante todo el siglo xiX.

Todos estos factores hicieron que el comienzo de la industrialización en España se


retrasara hasta entrado el siglo xix, con el desarrollo de la industria agroalimentaria
(harineras y bodegas) y de la siderurgia y de la industria textil. Además, esto solo se
produjo en: Andalucía, Asturias, el País Vasco y Cataluña favorecidas por la cercanía de
materias primas y de instalaciones portuarias, + fue decisivo el hecho de que el
desarrollo de la red ferroviaria española beneficiara a estas regiones.

La primera parte del siglo xx (1900-1936) fue de crecimiento industrial lento pero
progresivo y se caracterizó por la adopción de medidas proteccionistas, la amplia
difusión de la energía eléctrica y la coyuntura exterior por la Primera Guerra Mundial y a la
época de posguerra. La neutralidad española durante la Gran Guerra favoreció de la
producción carbonífera nacional y la exportación de importantes cantidades de
productos agroalimentarios y manufacturados. Esto hizo que aumentaran las diferencias
entre el litoral, más industrial, y el interior, rural, con la excepción de Madrid.
La Guerra Civil española y la posguerra produjeron un descenso de la producción
industrial; en el primer caso, por la destrucción de instalaciones industriales, la necesaria
reorientación hacia una industria bélica y la falta de mano de obra; y, en el segundo caso,
por la política de autarquía, que generó un déficit notable de recursos energéticos y de
importaciones de maquinaria, entre otros problemas.

4.2 DESDE LOS AÑOS SESENTA HASTA LA CRISIS DE 1975-1980


En esta etapa, conocida como desarrollismo, España experimentó el crecimiento
industrial más importante de su historia, debido a una serie de causas, entre las que
destacan la apertura exterior y las diversas políticas industriales posteriores centradas en
los Planes de Desarrollo, sin las cuales no se hubiera podido aprovechar la favorable
coyuntura exterior que se estaba empezando a gestar en aquellos años.
Así, la liberalización de las importaciones (materias primas y maquinaria), el bajo precio
del petróleo y el aumento de capitales procedentes del turismo, que se empezaba a
desarrollar en las costas mediterráneas españolas, provocaron la llegada de capital
extranjero y de potentes multinacionales, + del sector del automóvil, la siderurgia y la
química.

Sin embargo, este importante crecimiento industrial se volvió a ubicar en los tradicionales
focos industriales de Cataluña, Madrid y el País Vasco y en algunas capitales de provincia
litorales, lo que, unido al gran éxodo rural que se produjo en esos años, dio lugar a un
agravamiento de los desequilibrios territoriales y a un desplazamiento muy brusco de
población activa desde el sector de la agricultura hasta el de la industria.

4.3 LA CRISIS DE 1975-1980

El origen de la crisis
El espectacular aumento de los precios del petróleo que se produjo después del conflicto
bélico de 1973 en Oriente Medio (la guerra del Yom Kippur) afectó a todos los países
industrializados a partir de 1975. En la industria española incidió de manera muy
especial, debido a su debilidad estructural durante los años 60; época de mayor
crecimiento industrial del país, coincidiendo con el delicado momento político de cambio
de una dictadura a un régimen democrático, entre 1975 y 1977. Así, aunque la crisis
industrial española fue consecuencia principalmente de la coyuntura internacional, tuvo
ciertas características que la diferenciaron de las padecidas por otros países europeos
industrializados, entre ellas las siguientes:

• La gran dependencia energética de España, mayor que la del resto de los países
europeos industrializados.
• La crisis política, que afectó negativamente a la economía y redujo la inversión
empresarial (interna y externa), además de retrasar la adopción de las políticas de ajuste
necesarias para hacer frente a la crisis.
• Las importantes deficiencias estructurales de la industria española, heredadas del
período desarrollista de los años sesenta, entre otras, la desajustada especialización
sectorial, centrada en sectores que consumían mucha energía.
• Las políticas proteccionistas del período franquista que, junto con el pequeño tamaño
de la mayoría de las empresas, provocaron que los incentivos empresariales, necesarios
para una reinversión suficiente en la mejora de equipos y procesos, fueran insuficientes,
con lo que la productividad se mantuvo en niveles inferiores a la de otros países.
• La escasa inversión en investigación y desarrollo, que restó flexibilidad y posibilidades
de adaptación a la crisis.
Las consecuencias de la crisis
La principal consecuencia de la crisis industrial entre los años 1975 Y 1980 en España
fue un importante retroceso de los subsectores industriales en los que se había
sustentado el crecimiento industrial de nuestro país durante los años sesenta y principios
de los setenta: las industrias básicas (siderometalúrgica y naval, fundamentalmente) o la
industria textil.
Esto conllevó una drástica reducción del empleo industrial del 28% entre los años 1975 y
1985 (+un millón de puestos )y la consiguiente pérdida de empleos inducidos, lo que
provocó la elevación de la tasa de desempleo hasta niveles muy superiores a los de los
principales países europeos. Se pasó de una tasa de desempleo de un 3,8% de la
población activa en 1975, al 21,9% diez años después (el 16,2% en la industria).

Aunque la crisis afectó a todo el tejido industrial español, lo hizo de manera diferente en
función de las ramas de actividad, los tipos de empresas y los territorios:
• Los sectores industriales que sufrieron más los efectos de la crisis fueron los de textil y
confección, madera y mueble, especialmente el de la metalurgia básica y de
transformación y el de los materiales de construcción, por el estancamiento del mercado
interior y a la creciente competencia exterior.
• Por el contrario, hubo sectores industriales que por diversas razones (menor consumo
energético) se adaptaron mejor a este período de crisis; como las industrias químicas,
las alimentarias, las telecomunicaciones y las de la producción de papel y artes
gráficas.

Desde el punto de vista territorial, la consecuencia más relevante fue la detención del
proceso de concentración industrial que se había dado en las décadas de los 60 y 70 en
las áreas más industriales, como el País Vasco, Cataluña o Asturias, aunque dicha
concentración había llegado al límite de su desarrollo espacial, sobre todo en el País
Vasco, donde ya se estaban expandiendo hacia Navarra. Así, las áreas hasta ese
momento poco industrializadas, como Andalucía, la Rioja o Galicia, incrementaron su
participación en el PIB.

4.4 LA RESTRUCTURACIÓN INDUSTRIAL DE LOS AÑOS OCHENTA


Aunque desde 1975 los países industrializados ya estaban adoptando importantes
medidas de reestructuración industrial para paliar los efectos de la crisis, en España
estas medidas no se llevaron a cabo hasta 1980, debido a la complicada situación
política. Este proceso de reestructuración contó con el apoyo estatal y consistió en la
concesión de subvenciones e incentivos fiscales, además de importantes ayudas
laborales para la creación de empleo en las empresas, como facilidades para las
jubilaciones anticipadas o contribuciones a las regulaciones de empleo.

La reestructuración industrial en España se articuló en dos ejes de actuación: por un


lado, interviniendo directamente en los sectores industriales más afectados por la crisis
mediante la reconversión industrial, y, por otro, recomponiendo el tejido industrial de las
zonas más afectadas por esa reconversión mediante procesos de reindustrialización.

La reconversión industrial
Implicó principalmente a los sectores tradicionales de la industrialización, como el
siderometalúrgico, el de la construcción naval, el de la fabricación de electrodomésticos y
el de calzado y el textil, por lo que las regiones más afectadas fueron, por este orden, el
País Vasco, Madrid, Cataluña, Valencia y Asturias. Esta reconversión se llevo a cabo a
través de distintas intervenciones que se centraron en el saneamiento financiero de las
empresas, la especialización en productos con una mayor demanda y la reducción de los
puestos de trabajo y de la capacidad productiva.

La reindustrialización
Para favorecer la recuperación de las áreas más afectadas por la reconversión industrial
se crearon las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR). Estas zonas se agrupaban en
siete áreas, que englobaban en total 80 municipios y se localizaban en Galicia (El Ferrol y
Vigo), Asturias (cuenca central), el País Vasco (área metropolitana de Bilbao), Andalucía
(bahía de Cádiz), Cataluña (área metropolitana de Barcelona) y Madrid.
Las ZUR se crearon para promover las inversiones necesarias para reactivar el tejido
industrial, generar puestos de trabajo alternativos en las ciudades más afectadas por la
pérdida de empleos y absorber los excedentes laborales procedentes de la reconversión
industrial. El resultado de las ZUR no fue el esperado: en la mayoría de áreas crecieron la
inversión y la diversificación industrial, pero se generaron menos empleos de los
previstos y las ayudas beneficiaron a las grandes empresas + en Madrid y Barcelona.

4.5 EL NUEVO MODELO INDUSTRIAL


La crisis industrial de los años 70 y 80 constató la necesidad de cambiar el modelo
productivo. El nuevo modelo industrial, denominado Tercera Revolución Industrial, incidió
especialmente en la producción, pero también provocó importantes cambios en la
estructura industrial y en los factores de localización de las instalaciones. El elemento
clave de esta revolución industrial fue la aplicación de novedosos conocimientos y
tecnologías en los procesos productivos y en la mejora de la gestión empresarial.

Las principales características de este modelo industrial en España fueron:


• La incorporación masiva de innovaciones tecnológicas que permitieron un aumento de
la productividad, una reducción de la mano de obra y una mayor competitividad.
• La transformación del sistema de producción, que pasó de la concentración productiva
en grandes fábricas (modelo de producción estandarizada y en cadena) a un sistema de
producción descentralizado.
• Los cambios en la localización industrial = proceso de deslocalización industrial
(traslado de la producción o parte a países con menores costes de operación).
• La concentración del capital, mediante fusiones o compra de empresas, y de la toma
de decisiones en las empresas multinacionales con mayor capitalización.
• Al mismo tiempo, se redujo la intervención del Estado en la producción industrial.
• Flexibilización de la producción e imposición de precios muy competitivos, lo que
permitió una rápida adaptación a los cambios exigidos por una demanda en constante
transformación.
5 /// CARACTERÍSTICAS DE LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN LA ACTUALIDAD

5.1 EMPLEO INDUSTRIAL Y PARTICIPACIÓN EN EL PIB


La actividad industrial alcanzó su apogeo en España entre 1970 y 1975, con una
participación en el PIB y una población activa cercanas al 40%. Desde entonces, este
porcentaje se ha ido reduciendo, y hoy la industria ocupa una posición secundaria en la
estructura productiva española, ante el crecimiento del sector terciario.
En la actualidad, el sector secundario aporta el 22,5% del PIB y genera empleo para el
17,8% de la población activa, pero la importancia de la industria española es mayor de lo
que indican estas cifras, porque
-el impacto territorial de las actividades industriales sigue siendo decisivo
-buena parte del sector terciario se desarrolla en función del sector secundario; a
Aunque hayan disminuido los empleados en el sector industrial, la producción ha seguido
creciendo, debido a:
-incremento de la productividad individual
-las innovaciones tecnológicas (mecanización, automatización, etc.
-mejor organización del trabajo en las empresas.

5.2 LOS SECTORES INDUSTRIALES


La crisis incidió de forma selectiva en los diferentes sectores industriales.
Los que estaban ligados a formas de producción tradicionales se vieron muy afectados.
Otros sectores, más dinámicos lograron adaptarse mejor a la recesión. Los sectores
industriales españoles pueden clasificarse en tres grupos: tradicionales estancados,
tradicionales dinámicos y sectores de alta tecnología.

Sectores tradicionales estancados


Son los que componen la industria básica tradicional (siderurgia, metalurgia, construcción
naval), así como la industria de consumo semiduradero (textil, calzado, electrodomésticos
de marca blanca, etc.). Son sectores industriales que consumen una gran cantidad de
energía y que necesitan mucha mano de obra. Además, han perdido competitividad
frente a los productos más baratos de países asiáticos y sufren las exigencias de la Unión
Europea, que impone una liberalización competitiva y una reducción progresiva de las
ayudas estatales.

Sectores tradicionales dinámicos


Sector automovilístico, el químico y el agroalimentario se caracterizan por:
-una fuerte demanda interior y exterior. -un gran peso de las nuevas tecnologías
- alta presencia de inversiones extranjeras
- mayor competitividad, alta productividad y especialización
- estructuras empresariales + flexibles y adecuadas a las realidades impuestas por la
Tercera Revolución Industrial.
Se concentran en Cataluña, Castilla y León y el eje del Ebro:
• El sector automovilístico es el más importante de nuestro país, y es uno de los que
ostenta una mayor nivel de exportaciones (es el 8 productor mundial en la actualidad) y
con el mayor número de empleos. La inversión extranjera es importante, ya que alberga
un gran número de factorías de las principales multinacionales del sector.
• El sector químico también está en expansión, aunque tiene una dependencia excesiva
del exterior. La presencia de capital foráneo resulta decisiva y su capacidad competitiva
es escasa, debido a la excesiva atomización de las empresas del sector y a la reducida
inversión en I+D+i. Las empresas químicas más significativas son las de
transformación, especialmente las relacionadas con los productos farmacéuticos y
cosméticos, y están concentradas en Cataluña y en Madrid.
• El sector agroalimentario es el 3 sector industrial dinámico en España; diferencia con los
anteriores es la menor presencia de capital extranjero. Aun así, la intervención de
multinacionales está aumentando debido a los problemas estructurales provocados por
el excesivo número de pequeñas industrias, la mayoría de carácter familiar, y su gran
dispersión, lo que dificulta la distribución y comercialización de los productos.

Sectores de alta tecnología


Estos sectores (microelectrónica, biotecnología, energías renovables, etc.) tienen un
prometedor futuro en nuestro país, pero se encuentran en una fase incipiente en
comparación con los principales países europeos, debido a que su implantación ha sido
posterior y su gran dependencia externa en cuanto a investigación y tecnología, de modo
que aún son poco competitivos en el mercado internacional. Una de sus principales
características es que su localización se da en las grandes ciudades, dentro de espacios
urbanísticamente bien desarrollados y con buenas comunicaciones, con entornos de
elevada calidad medioambiental.
Es el caso de los parques tecnológicos, cuya función es generar una demanda
importante de servicios y de mano de obra cualificada, que atraigan a otras empresas y
promuevan la difusión de las innovaciones en el campo de la alta tecnología.

5.3 LOS PROBLEMAS DE LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN LA ACTUALIDAD


El sector industrial español presenta una serie de problemas estructurales que dificultan
su plena integración en los modelos surgidos de la Tercera Revolución Industrial, y que
contribuyen a su vulnerabilidad ante las posibles crisis.

Los principales problemas estructurales del sector industrial son los siguientes:
• El predominio de las pymes. Actualmente, +90% de las empresas españolas tienen
-500 personas en plantilla, y, de estas, casi las tres cuartas partes tienen -50, lo que
provoca que las inversiones en investigación y en modernización resulten insuficientes
y que sus productos sean generalmente más caros y menos competitivos que los de
las grandes empresas multinacionales.
• La deficiente inversión en (I+D+i). Aunque en los últimos años se ha producido un
importante aumento en las inversiones, España todavía sigue sin acercarse a los niveles
de los principales países de la UE, ya que la contribución española en este campo es.
poco más de la mitad de la media europea.
• La excesiva dependencia tecnológica y energética del exterior. La reducida inversión en
I+D+i en el sector industrial español, además de constituir un reto en sí misma, ha
generado otra de las principales deficiencias estructurales de la industria española
actual: la excesiva dependencia tecnológica, ya que para crear tecnología hay que
dedicar un significativo esfuerzo a la investigación, el desarrollo y la innovación.

6 LA POLÍTICA INDUSTRIAL ESPAÑOLA + INFLUENCIA DE LA POLÍTICA DE LA UE


Para abordar los problemas, el Estado desarrolla políticas industriales muy diversas,
dirigidas a fomentar la innovación y a crear un entorno favorable para las empresas. En
este sentido, muchas administraciones autonómicas y municipales implementan estas
políticas con otras regionales o locales, impulsando el desarrollo endógeno, apoyando
relaciones entre las empresas y ofreciendo incentivos a la localización de nuevas
industrias, entre otras.
Todas estas iniciativas se integran dentro de la política industrial de la UE, que se basa en
criterios de sostenibilidad y de reducción de emisiones contaminantes, debido al
compromiso de luchar contra el cambio climático y mejorar el avance en eficiencia, tanto
energética como de recursos. Las políticas industriales actuales se caracterizan:
-por el gran peso del cuidado medioambiental
-la promoción del desarrollo de las industrias endógenas
-la importancia del empleo de energías alternativas
-un menor intervencionismo por parte del Estado
-solución de los problemas estructurales, territoriales y medioambientales generados por
la industria.

La política industrial de la UE y su aplicación en España


Existen cuatro líneas de actuación que definen la política industrial de la Unión Europea:
• Modernización del sector público empresarial.
• Creciente apertura exterior y fin del proteccionismo de los productos industriales
comunitarios, + gran entrada de capital extranjero marcada por las exigencias de la
globalización económica.
• Liberalización del sector energético.
• Apoyo a la competitividad industrial con la creación de organismos y entidades para el
fomento de las pymes y de las estrategias empresariales innovadoras; e incremento de
la capacidad competitiva de los productos españoles, aumentando la inversión en
I+D+i, disminuyendo la dependencia tecnológica y desarrollando políticas de
promoción industrial a través de los gobiernos autonómicos.

7 /// REGIONES INDUSTRIALES Y EJES DE DESARROLLO INDUSTRIAL


En España siempre se han dado fuertes desequilibrios territoriales en la industrialización.
No obstante, en la actualidad ya no se puede identificar la escasa industrialización con el
atraso económico, pues algunas regiones han pasado directamente de una economía
agraria a otra de servicios, sin haber mediado entre ambas una etapa industrial.

7.1 LOS NUEVOS FACTORES DE LA LOCALIZACIÓN INDUSTRIAL


Desde mediados de los años 80 han ido cambiando los factores que inciden en la
localización industrial, aunque en España todavía mantienen su importancia y su
capacidad de atracción de la mayoría de áreas tradicionales. Estas áreas tradicionales,
que experimentaron una profunda reestructuración del sector industrial y económico con
la crisis de los años 70, se desarrollaron como consecuencia de diversos factores:
-proximidad a fuentes de energía y materias primas
-presencia de mano de obra abundante
-una buena red de transportes terrestres y cercanía a las áreas portuarias
-existencia de una demanda adecuada que asegurase un mínimo de rentabilidad y el
establecimiento de economías de escala (empresas inducidas, servicios, etc.).

En la actualidad, y debido a la mejora de los transportes y de las comunicaciones, la


proximidad a los recursos naturales o la dependencia de los mercados locales/regionales
ya no son factores primordiales; tienen + peso el acceso a la innovación y a la
información, así como la accesibilidad física a las infraestructuras y redes de transportes.
Así, estos nuevos factores de localización industrial han influido en las tendencias
actuales de ubicación de la actividad industrial en España, dando lugar a dos procesos
antagónicos pero simultáneos:
-una gran parte de las áreas industriales tradicionales (las que no se asocian a las
actividades mineras y siderometalúrgicas) sigue constituyendo un fuerte atractivo para las
nuevas localizaciones industriales, lo que provoca el aumento de la concentración
industrial y urbana en estas áreas.
-Por otra parte, la difusión de ciertos sectores industriales hacia la periferia peninsular
sigue creciendo, principalmente en los ligados a los recursos endógenos y a las nuevas
tecnologías.

7.2 LAS ÁREAS INDUSTRIALES ACTUALES


En la actualidad se pueden diferenciar en España 5 tipos de grandes áreas industriales:
áreas industriales consolidadas, nuevos ejes de desarrollo industrial, áreas de
industrialización tardía, áreas industriales en declive y áreas de escasa industrialización.

Áreas industriales consolidadas


Son principalmente las áreas metropolitanas de Barcelona y Madrid, y sus respectivas
áreas de influencia provinciales. A pesar de los efectos de la reconversión industrial,
sobre todo en Cataluña, la crisis no ha logrado disminuir su dinamismo industrial, y las
ventajas que ofrecen su centralidad y su situación geográfica han posibilitado que sean
las áreas donde mayor revitalización industrial se ha producido a partir de 1985.
En estas áreas se localizan las sedes de la mayoría de las principales empresas
españolas. Además, la instalación de numerosos parques empresariales o tecnológicos
ha favorecido una creciente terciarización de la industria, que ha sustituido el antiguo
tejido industrial heredado de la primera y segunda industrializaciones.

Nuevos ejes de desarrollo industrial


El proceso de difusión espacial de la industria que se desarrolló en los años 70 ya
empezó a configurar de manera significativa el actual modelo territorial industrial español.
De este modo, y, en parte, aprovechando las adecuadas infraestructuras, recursos
endógenos y servicios, fueron surgiendo diversos ejes de desarrollo industrial.
Los dos ejes receptores de la difusión industrial de los últimos años que más se han
consolidado son el del Ebro y el del Mediterráneo, y son los que concentran el mayor
dinamismo industrial en la actualidad.
La consolidación y el desarrollo de estos ejes dinámicos se deben principalmente a su
privilegiada situación espacial (entre la Comunidad de Madrid, el País Vasco y Cataluña,
en el primer caso; y entre Cataluña y la región valenciana, en el segundo), junto a su
excelente accesibilidad desde otros países.
Estos ejes cuentan con una red de autopistas y de ferrocarriles que los conectan a los
centros más importantes, así como con ciudades de tradición industrial y buenos
servicios.
En ellos se han instalado grandes empresas y existe el apoyo de una industria rural de
transformación de los recursos del entorno, como la agroalimentaria en el Ebro, Murcia y
Valencia, o las relacionadas con la antigua tradición artesanal, como las del calzado y el
juguete en Alicante.
Este conjunto de condiciones favorables han atraído en los últimos años a numerosas
empresas multinacionales, que se suman a los traslados producidos desde otras áreas
españolas, impulsando así un desplazamiento del centro industrial hacia el cuadrante
nordeste peninsular.
Áreas de industrialización tardía
Se localizan en algunos enclaves de Castilla y León, Castilla-La Mancha y Andalucía, y se
caracterizan por ser áreas industriales polarizadas, que no llegan a constituir verdaderos
ejes dinámicos. La actividad industrial de la mayoría de ellas tiene su origen en la
concentración de la industria en áreas urbanas concretas.
En los últimos años, a pesar de la importancia económica del sector primario, están
aumentando en estas áreas las actividades urbanas terciarias, como consecuencia de la
descentralización administrativa en las comunidades autónomas, de la situación
geográfica, de la ampliación de las redes viarias de gran capacidad o del dinamismo del
turismo (en el caso del litoral andaluz).

Áreas industriales en declive


Se localizan principalmente en el País Vasco, Cantabria, Asturias y en algunos puntos del
litoral gallego. La característica fundamental de estas áreas es que la industria ha tenido
una fuerte especialización en sectores de cabecera propios de la Primera Revolución
Industrial: la siderurgia pesada, la minería o los transformados metálicos (País Vasco,
Cantabria o Asturias) o la industria de la construcción naval (Galicia).
Estos sectores se vieron afectados de lleno por la crisis industrial de finales de los años
70, lo que forzó su reconversión a lo largo de la década siguiente.
En los últimos años se están produciendo muestras de revitalización industrial en el País
Vasco y en las áreas portuarias de Asturias (Gijón) y Galicia (La Coruña).
En el País Vasco han influido tanto la situación geográfica fronteriza con Francia y la
unión con Cataluña y el eje mediterráneo como las fructíferas actuaciones de
rehabilitación urbana (por ejemplo Bilbao), que han permitido el progresivo asentamiento
de empresas de nueva generación en parques tecnológicos.

Áreas de escasa industrialización


Aquí estarían la mayor parte de Castilla y León y de Castilla-La Mancha, la Galicia interior,
Extremadura, Baleares y Canarias, aunque en el caso de las dos últimas, la fuerte
especialización en el sector turístico y de servicios, junto con su carácter insular, las deja
fuera de los posibles ejes industriales. El resto de estas áreas se caracterizan por tener
una importante base agraria y por el claro predominio de las pymes; la mayoría de estas
empresas mantienen un escaso nivel competitivo, se localizan en algunas de las capitales
y se dedican a sectores industriales tradicionales (vitivinícola, textil, alimentario, mueble,
material de construcción, etc.).
8 /// LOS IMPACTOS MEDIOAMBIENTALES
Las actividades de producción y transformación de bienes, las industrias extractivas de
minerales o recursos energéticos, así como la propia generación de energía y su
transporte, están entre las actividades de mayor impacto medioambiental en España.
Aunque contribuyen a la generación de riqueza para el país, originan una disminución de
la calidad de vida y un deterioro, a menudo irreversible, del medio natural.
El impacto medioambiental también puede proceder de energías consideradas limpias:
-minicentrales eléctricas, que se han multiplicado en el norte de España y cuya
construcción afecta a algunas reservas naturales
-grandes parques eólicos y solares, ocupan extensos espacios y que, además de tener
un gran impacto visual y paisajístico, afectan a las rutas migratorias y a los hábitats de las
aves.

Los principales problemas medioambientales originados por la industria en España son


los siguientes:
-Uso excesivo de recursos naturales (materias primas y energía).
-Contaminación atmosférica, causada + por las industrias pesadas, las refinerías y las
centrales térmicas.
-Degradación del paisaje por la construcción de empresas y polígonos industriales.
-Participación en la emisión de Co2, con su repercusión en el calentamiento global del
planeta
-Generación de residuos y vertidos, líquidos y sólidos, que necesitan un tratamiento
adecuado o un almacenamiento seguro. O poner en peligro la vida de animales y plantas.
-Producción de ruidos y malos olores ambientales durante el proceso productivo.
-Desplazamientos internacionales de transporte de mercancías por carretera, ferrocarril o
avión con importantes efectos contaminantes.

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