Geo Tema 8 PDF
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• Carbón. Hasta 1960 fue el recurso energético más utilizado en España, pero a partir de
entonces fue sustituido de manera progresiva por el petróleo, de-bido, entre otros
motivos, a los mayores costes de explotación del carbón y a su menor rendimiento
energético. Además, el agotamiento de algunos de los mejores yacimientos y la baja
calidad de buena parte de los recursos disponibles han limitado cada vez más su uso al
de combustible en las centrales térmicas y han hecho necesaria la importación de
grandes cantidades de este recurso. En la pérdida de importancia del carbón también
han influido notablemente el descenso de la demanda debido a la crisis
siderometalúrgica, su escaso consumo doméstico y las restricciones impuestas en
ciertos casos por su negativo impacto medioambiental. En la actualidad, la energía
obtenida por medio de las centrales de carbón es residual, siendo un 1,9% del
total generado.
La primera parte del siglo xx (1900-1936) fue de crecimiento industrial lento pero
progresivo y se caracterizó por la adopción de medidas proteccionistas, la amplia
difusión de la energía eléctrica y la coyuntura exterior por la Primera Guerra Mundial y a la
época de posguerra. La neutralidad española durante la Gran Guerra favoreció de la
producción carbonífera nacional y la exportación de importantes cantidades de
productos agroalimentarios y manufacturados. Esto hizo que aumentaran las diferencias
entre el litoral, más industrial, y el interior, rural, con la excepción de Madrid.
La Guerra Civil española y la posguerra produjeron un descenso de la producción
industrial; en el primer caso, por la destrucción de instalaciones industriales, la necesaria
reorientación hacia una industria bélica y la falta de mano de obra; y, en el segundo caso,
por la política de autarquía, que generó un déficit notable de recursos energéticos y de
importaciones de maquinaria, entre otros problemas.
Sin embargo, este importante crecimiento industrial se volvió a ubicar en los tradicionales
focos industriales de Cataluña, Madrid y el País Vasco y en algunas capitales de provincia
litorales, lo que, unido al gran éxodo rural que se produjo en esos años, dio lugar a un
agravamiento de los desequilibrios territoriales y a un desplazamiento muy brusco de
población activa desde el sector de la agricultura hasta el de la industria.
El origen de la crisis
El espectacular aumento de los precios del petróleo que se produjo después del conflicto
bélico de 1973 en Oriente Medio (la guerra del Yom Kippur) afectó a todos los países
industrializados a partir de 1975. En la industria española incidió de manera muy
especial, debido a su debilidad estructural durante los años 60; época de mayor
crecimiento industrial del país, coincidiendo con el delicado momento político de cambio
de una dictadura a un régimen democrático, entre 1975 y 1977. Así, aunque la crisis
industrial española fue consecuencia principalmente de la coyuntura internacional, tuvo
ciertas características que la diferenciaron de las padecidas por otros países europeos
industrializados, entre ellas las siguientes:
• La gran dependencia energética de España, mayor que la del resto de los países
europeos industrializados.
• La crisis política, que afectó negativamente a la economía y redujo la inversión
empresarial (interna y externa), además de retrasar la adopción de las políticas de ajuste
necesarias para hacer frente a la crisis.
• Las importantes deficiencias estructurales de la industria española, heredadas del
período desarrollista de los años sesenta, entre otras, la desajustada especialización
sectorial, centrada en sectores que consumían mucha energía.
• Las políticas proteccionistas del período franquista que, junto con el pequeño tamaño
de la mayoría de las empresas, provocaron que los incentivos empresariales, necesarios
para una reinversión suficiente en la mejora de equipos y procesos, fueran insuficientes,
con lo que la productividad se mantuvo en niveles inferiores a la de otros países.
• La escasa inversión en investigación y desarrollo, que restó flexibilidad y posibilidades
de adaptación a la crisis.
Las consecuencias de la crisis
La principal consecuencia de la crisis industrial entre los años 1975 Y 1980 en España
fue un importante retroceso de los subsectores industriales en los que se había
sustentado el crecimiento industrial de nuestro país durante los años sesenta y principios
de los setenta: las industrias básicas (siderometalúrgica y naval, fundamentalmente) o la
industria textil.
Esto conllevó una drástica reducción del empleo industrial del 28% entre los años 1975 y
1985 (+un millón de puestos )y la consiguiente pérdida de empleos inducidos, lo que
provocó la elevación de la tasa de desempleo hasta niveles muy superiores a los de los
principales países europeos. Se pasó de una tasa de desempleo de un 3,8% de la
población activa en 1975, al 21,9% diez años después (el 16,2% en la industria).
Aunque la crisis afectó a todo el tejido industrial español, lo hizo de manera diferente en
función de las ramas de actividad, los tipos de empresas y los territorios:
• Los sectores industriales que sufrieron más los efectos de la crisis fueron los de textil y
confección, madera y mueble, especialmente el de la metalurgia básica y de
transformación y el de los materiales de construcción, por el estancamiento del mercado
interior y a la creciente competencia exterior.
• Por el contrario, hubo sectores industriales que por diversas razones (menor consumo
energético) se adaptaron mejor a este período de crisis; como las industrias químicas,
las alimentarias, las telecomunicaciones y las de la producción de papel y artes
gráficas.
Desde el punto de vista territorial, la consecuencia más relevante fue la detención del
proceso de concentración industrial que se había dado en las décadas de los 60 y 70 en
las áreas más industriales, como el País Vasco, Cataluña o Asturias, aunque dicha
concentración había llegado al límite de su desarrollo espacial, sobre todo en el País
Vasco, donde ya se estaban expandiendo hacia Navarra. Así, las áreas hasta ese
momento poco industrializadas, como Andalucía, la Rioja o Galicia, incrementaron su
participación en el PIB.
La reconversión industrial
Implicó principalmente a los sectores tradicionales de la industrialización, como el
siderometalúrgico, el de la construcción naval, el de la fabricación de electrodomésticos y
el de calzado y el textil, por lo que las regiones más afectadas fueron, por este orden, el
País Vasco, Madrid, Cataluña, Valencia y Asturias. Esta reconversión se llevo a cabo a
través de distintas intervenciones que se centraron en el saneamiento financiero de las
empresas, la especialización en productos con una mayor demanda y la reducción de los
puestos de trabajo y de la capacidad productiva.
La reindustrialización
Para favorecer la recuperación de las áreas más afectadas por la reconversión industrial
se crearon las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR). Estas zonas se agrupaban en
siete áreas, que englobaban en total 80 municipios y se localizaban en Galicia (El Ferrol y
Vigo), Asturias (cuenca central), el País Vasco (área metropolitana de Bilbao), Andalucía
(bahía de Cádiz), Cataluña (área metropolitana de Barcelona) y Madrid.
Las ZUR se crearon para promover las inversiones necesarias para reactivar el tejido
industrial, generar puestos de trabajo alternativos en las ciudades más afectadas por la
pérdida de empleos y absorber los excedentes laborales procedentes de la reconversión
industrial. El resultado de las ZUR no fue el esperado: en la mayoría de áreas crecieron la
inversión y la diversificación industrial, pero se generaron menos empleos de los
previstos y las ayudas beneficiaron a las grandes empresas + en Madrid y Barcelona.
Los principales problemas estructurales del sector industrial son los siguientes:
• El predominio de las pymes. Actualmente, +90% de las empresas españolas tienen
-500 personas en plantilla, y, de estas, casi las tres cuartas partes tienen -50, lo que
provoca que las inversiones en investigación y en modernización resulten insuficientes
y que sus productos sean generalmente más caros y menos competitivos que los de
las grandes empresas multinacionales.
• La deficiente inversión en (I+D+i). Aunque en los últimos años se ha producido un
importante aumento en las inversiones, España todavía sigue sin acercarse a los niveles
de los principales países de la UE, ya que la contribución española en este campo es.
poco más de la mitad de la media europea.
• La excesiva dependencia tecnológica y energética del exterior. La reducida inversión en
I+D+i en el sector industrial español, además de constituir un reto en sí misma, ha
generado otra de las principales deficiencias estructurales de la industria española
actual: la excesiva dependencia tecnológica, ya que para crear tecnología hay que
dedicar un significativo esfuerzo a la investigación, el desarrollo y la innovación.