TP1 - Bustos Carlos Jesús - Garantía Defensa en Juicio

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SALA PENAL - TRIBUNAL SUPERIOR

Protocolo de Sentencias
Nº Resolución: 424
Año: 2019 Tomo: 14 Folio: 4054-4070

EXPEDIENTE: 2640962 - - BUSTOS, CARLOS JESUS HORACIO - CAUSA CON IMPUTADOS

SENTENCIA NÚMERO: CUATROCIENTOS VEINTICUATRO

En la ciudad de Córdoba, a los veintisiete días del mes de agosto dos mil diecinueve, siendo

las once y treinta hora se constituyó en audiencia pública la Sala Penal del Tribunal Superior

de Justicia, presidida por la señora Vocal doctora Aída Tarditti, con asistencia de los señores

Vocales, doctores Sebastián Cruz López Peña y María Marta Cáceres de Bollati, a los fines de

dictar sentencia en los autos “Bustos, Carlos Jesús Horacio p.s.a. encubrimiento reiterado,

etc. –Recurso de Casación-” (SAC 2640962), con motivo de los recursos de casación

interpuestos por el señor asesor letrado penal de 16° turno de esta ciudad, abogado defensor

del imputado Carlos Jesús Horacio Bustos, y por la señora Fiscal de Cámara, a cargo de la

Fiscalía de Cámara Subrogante, doctora Mirtha Adriana Abad, ambos en contra de la

Sentencia número cuarenta y cinco, de fecha diez de agosto de dos mil diecisiete, dictada por

la Cámara en lo Criminal y Correccional de Sexta Nominación de esta ciudad.

Abierto el acto por la señora Presidente se informa que las cuestiones a resolver son las

siguientes:

1°) ¿Es nula la sentencia por haberse vulnerado el derecho de defensa en juicio?

2º) ¿Se encuentra debidamente fundada la condena impuesta al imputado Carlos Jesús

Horacio Bustos en relación al suceso nominado cuarto?

3°) ¿Se ha inobservado el art. 166 inc. 2°, primer supuesto del CP, en relación al hecho

nominado cuarto?

4°) ¿Se encuentra indebidamente fundada la sentencia en lo que hace a la individualización de

la pena impuesta al incoado Carlos Jesús Horacio Bustos?

5°) ¿Qué solución corresponde dictar?

Los señores Vocales emitirán sus votos de la siguiente forma: Doctores Aída Tarditti,

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Sebastián Cruz López Peña y María Marta Cáceres de Bollati.

A LA PRIMERA CUESTION:

La señora Vocal doctora Aída Tarditti dijo:

I. Por Sentencia nº 45, de fecha 10/8/2017, la Cámara en lo Criminal y Correccional de Sexta

Nominación de esta ciudad, en Sala Unipersonal resolvió, en lo que aquí interesa: “I.

Declarar a Carlos Jesús Horacio Bustos, autor responsable de los delitos de encubrimiento

reiterado (art. 45, 277 inc. 1° apartado c y 55 del C. Penal) –primer y segundo hecho-,

violación de domicilio (art. 45 y 150 del C. Penal) –tercer hecho- y coautor de robo (arts. 45

y 164 del C. Penal) –cuarto hecho-, todo en concurso real (art. 55 del C. Penal) e imponerle

la pena de cuatro años de prisión, adicionales de ley y costas, revocando la condicionalidad

de la condena impuesta por la Cámara 1° en lo Criminal y Correccional de esta ciudad (arts.

5, 12, 27 y 29 inc. 3° del C. Penal; 550 y 551 CPP). II) Unificar la presente con la pena

impuesta por la Cámara referida, con fecha 7/8/15, por sentencia n° 39, en la pena única de

cinco años y seis meses de prisión, con adicionales de ley y costas (arts. 5, 12, 29 inc. 3° y 58

del C. Penal; 550 y 551 del CPP)” (f. 500).

II. Contra la resolución mencionada precedentemente interpone recurso de casación el señor

asesor letrado penal de 16° turno de esta ciudad, abogado defensor del imputado Carlos Jesús

Horacio Bustos.

Recuerda de manera liminar, que la señora Fiscal de Cámara peticionó se declarara a su

defendido autor responsable del delito de violación de domicilio en relación al suceso

nominado cuarto.

Al respecto advierte que los planteos ensayados por el Ministerio Público deben ser

desechados, por cuanto conculcan el principio de congruencia, y por ello su derecho de

defensa.

Ello, pues entiende que el delito de violación de domicilio no se le atribuyó ni en la

investigación penal preparatoria (al ser indagado, o en el requerimiento fiscal de citación a

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juicio), razón por la cual concluye que su asistido no pudo defenderse en relación al punto.

Reproduce el hecho intimado en oportunidad de receptarle declaración, y da cuenta que

idéntico evento fue fijado al momento de elevar estas actuaciones a juicio, el que dio inicio a

través de su lectura (acta de f. 486).

Recuerda que la señora Fiscal al momento de alegar expresó cuanto sigue: conforme a la

prueba (…) se ha acreditado con grado de certeza (…) ambos extremos de la imputación (…)

contenida en la acusación, esto es, tanto la existencia material de los hechos acaecidos como

fueran relatados, como la participación del encartado (…) en el mismo tal como ha sido

fijado en la pieza acusatoria (f. 545).

No soslaya que la señora Representante del Ministerio Público Fiscal solicitó que se

condenara a Bustos como autor responsable de los delitos de robo calificado por el uso de

arma impropia y violación de domicilio, pese a que esta última conducta no le fue atribuida al

imputado.

Advierte que si durante el debate surgen circunstancias diversas y no contenidas en el hecho,

el Ministerio Público cuenta con facultades para ampliar o modificar la acusación, lo que no

fue llevado adelante.

Peticiona se deseche la conducta en cuestión, por cuanto ella no fue reprochada al nombrado.

III. Hecho atribuido por la requisitoria fiscal de citación a juicio (f. 494 vta.), leído en la

apertura del debate (f. 496), y tenido finalmente por acreditado (f. 499):

El veinticinco de mayo de dos mil dieciséis, siendo alrededor de las 22 hs. el imputado Carlos

Horacio Jesús Bustos en compañía de otros dos sujetos no individualizados por la

instrucción, con fines de robo y obrando de consuno, se presentaron en la despensa sita en

calle Mariano Moreno 365 (ex 213) de la localidad de Malvinas Argentinas (Segunda

Sección), ocasión en la que uno de los malvivientes no identificados simulando que venía a

devolver un envase de cerveza que había adquirido horas antes, consiguió que Eduardo Raúl

Bravo le abriera el negocio de su propiedad. Acto seguido el encartado Bustos y sus

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cómplices ingresaron al mismo poniendo de manifiesto sus intenciones delictivas,

oportunidad en la que el primero de los nombrados le propinó a Bravo un golpe con el arma

de fuego –tipo .22 corto revólver- que portaba, obligándolo a tirarse al piso. Tras ello los

otros cómplices del encartado Bustos ingresaron a la vivienda familiar ubicada al fondo de

la despensa, sorprendiendo y reduciendo a Maria Cristina Soler, Vilma Marisol Bravo,

Sergio Tesio y a Rocío Paula Vaca –de 13 años de edad, quienes se encontraban en una de

las habitaciones, bajo amenazas de muerte exigiéndole dinero y celulares. Acto seguido se

apoderaron ilegítimamente de la suma de mil ochocientos pesos y de un celular -marca

Samsung modelo AS5 nro de línea 0356315404704, perteneciente a Sergio Tesio, el celular

de Maria Cristina Soler, marca Samsung modelo C3, un televisor –tipo plasma marca Sony

de 42 pulgadas de color negro- y un televisor marca Noblex tipo plasma de 32 pulgadas de

color negro, dándose, tras ello el imputado Bustos y sus cómplices rápidamente a fuga con

dichos efectos sustraídos en su poder”(ff. 495 y 499).

IV.1. A modo de ajustado prolegómeno es dable recordar que, el problema de la correlación

entre acusación y sentencia ya ha sido objeto de reiterados pronunciamientos por parte de esta

Sala. En ellos se sostuvo que la regla es una entre varias que conforman el principio procesal

de la inviolabilidad del derecho de defensa en juicio (TSJ, Sala Penal, “Ateca”, S. n° 125, del

26/10/1999; “Bosio”, S. nº 18, 4/4/2000; “Quiroga”, S. nº 78, 30/8/2001; “Ahumada”, S. nº

349, 26/12/2007; “Luque”, S. nº 17, 26/2/2009, entre muchas otras). Para hacer efectiva esta

garantía constitucional (CN., arts. 18, 75 inc. 22º; Declaración Americana de los Derechos y

Deberes del Hombre, arts. XVIII y XXVI; Declaración Universal de los Derechos Humanos,

art. 10; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art. 9 inc. 3°; Convención

Americana sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica-, art. 8; Const. Pcial.

art. 39; y CPP. art. 1°), se hace necesario que “entre la acusación intimada (originaria o

ampliada), y la sentencia debe mediar una correlación esencial sobre el hecho, la que impide

condenar al acusado por uno diverso del que fuera objeto de la imputación formulada (ne est

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iudex ultra petita partium)” (Vélez Mariconde, Alfredo, Derecho Procesal Penal, 3ra. ed.,

primera reimpresión, actualizada por Ayán, Manuel N.y Cafferata Nores, J., Ed. Lerner,

Córdoba, 1982, T. II, p. 233; cfr. Clariá Olmedo, Jorge A. Tratado de Derecho Procesal

Penal, Ed. Ediar, Bs.As., 1960, T. I, p. 507). Ello es así por cuanto de nada valdría afirmar

que no hay juicio sin acusación, al igual que esta debe ser correctamente intimada, si no se

suma la exigencia que el Juez únicamente pueda condenar al acusado como culpable del

hecho sobre el que versó la actividad defensiva.

De no ser así, se impone la nulidad absoluta de la sentencia porque se afecta la defensa del

imputado en lo que hace a su intervención y asistencia en el proceso penal (art. 185 inc. 3°,

primer y segundo supuestos y 186 segundo párrafo, CPP), en virtud que se coarta la defensa

material y técnica, las que tuvieron como referencia para su desarrollo el hecho contenido en

la acusación (“Bosio”, cit.).

Pero no toda diferencia menoscaba esta facultad del imputado; solo concurre tal perjuicio

cuando la diversidad le restringe o cercena la factibilidad de presentar pruebas defensivas (

Núñez, Ricardo C., Código Procesal Penal, Ed. Lerner, Córdoba, 1986, nota 1° al art. 414,

pág. 385; cfr., TSJ, Sala Penal, “Cuello”, S. n° 8, 1/7/1988; “Avalos”, S. n° 17, 17/10/1990;

“Sánchez”, S. nº 23, 28/5/1997; “Ateca”, S. n° 125, 26/10/1999; entre otras).

Coherente con ello, en relación a la conexión existente entre intimación y la garantía de

defensa en juicio, se ha dicho con exactitud que “para que la defensa sea un elemento efectivo

del proceso y el imputado pueda negar o explicar el hecho que se le atribuye, o afirmar alguna

circunstancia que excluya o atenúe su responsabilidad, u ofrecer pruebas de descargo, o

argumentar en sentido contrario a la imputación, es necesario que esta sea intimada, es decir,

puesta en conocimiento de la persona contra la cual se dirige” (Vélez Mariconde, Alfredo,

Derecho Procesal Penal, T. II, Marcos Lerner Editora Córdoba, p. 221; en TSJ, Sala Penal, S.

n° 13, 11/4/97, “Valdez”).

Resulta de interés resaltar, además, que no puede existir declaración de nulidad, se encuentre

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esta genérica o específicamente conminada, si no existe un interés afectado, exigencia esta

que rige también para las nulidades absolutas. Ello así toda vez que ni la insubsanabilidad ni

la oficiosidad con que la ley resguarda la situación del imputado tienen por objetivo crear a su

favor un sistema de nulidades puramente formales, al margen del “principio del interés”. La

nulidad, en consecuencia, solo puede declararse cuando sea susceptible de beneficiar

procesalmente a la parte en cuyo favor se hace (TSJ, Sala Penal, “Alaniz”, S. del 26/12/1957;

“Atala”, S. nº 118, 4/12/2003), esto es, cuando tenga un efecto corrector, que positivamente

enmiende una efectiva afectación de la garantía constitucional resguardada y, por tanto, pueda

encontrar reparación a través de la retrogradación (TSJ, Sala Penal, “Caldarella”, S. n° 85,

4/10/2000; “Caliva”. S. n° 321, 31/10/2011).

2. Analizando la impugnación presentada a la luz de la doctrina judicial expuesta y de la

sentencia atacada, concluyo que la pretensión recursiva debe ser rechazada, al no encontrarse

presente el vicio denunciado. Doy razones.

*En primer lugar es dable señalar que, a diferencia de lo sostenido por la defensa no se

aprecia que concurra en el caso una diferencia esencial en el suceso nominado cuarto que

obstara o impidiera al Ministerio Público Fiscal solicitar la subsunción cuestionada, esto es, la

de violación de domicilio, o que en su defecto lo obligara a transitar otros caminos procesales

(arts. 388 y 389 CPP), tal y como lo sugiere la defensa.

Es que, medularmente, se advierte que el hecho acreditado describe puntillosamente un hecho

crimonoso en el que participan una pluralidad de personas en coautoría quienes, de acuerdo al

plan trazado previamente, dividieron sus tareas para concretar su empresa criminal. Así, uno

de ellos facilitó el ingreso a la despensa al inducir en error a Eduardo Raúl Bravo; una vez

todos dentro, Bustos empleó un arma de fuego (de operatividad no acreditada) para reducir al

ya mencionado Bravo; segmento este que favoreció, finalmente, el ingreso detodos a la

vivienda del nombrado, lugar en donde se apoderaron ilegítimamente de elementos cuya

ajenidad les constaba.

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Repárese que sosteníamos que no existe esencialidad en lo propugnado por la defensa por

cuanto, cada una de las conductas descriptas precedentemente resultan atribuibles a todos los

intervinientes en esta faena delictiva sin que importe que ellas no hayan sido efectivamente

realizadas por ellas (principio de imputación recíproca, TSJ, Sala Penal, “Luna”, S. n° 4,

10/2/2006, “Alucietto”, S. n° 129, 10/3/2016). De no ser ello así, se llegaría al absurdo de

sostener que los compinches de Bustos serían imputados por el delito de violación de

domicilio, y no de robo calificado con armas (art. 166 inc. 2° CP), lo que a todas luces no

puede ser sostenido seriamente.

*Adviértase, asimismo, que poníamos de relieve que, a diferencia de lo expresado por la

defensa, todos los partícipes del presente ingresaron al domicilio de la familia Bravo,

extremo que se muestra inconcuso en el requerimiento fiscal de citación a juiciopues tanto

Eduardo y Marisol Bravo, como María Cristina Soler aludieron expresamente al pasaje en

tratamiento (ff. 376, 377 y 377 vta., respectivamente).

Me detengo en lo anterior, por cuanto la defensa olvida que esta Sala Penal ha sostenido que

la acusación comprende no solo el apartado correspondiente a la relación del hecho sino

también los fundamentos que informan la pretensión del Fiscal puesto que es todo el

documento lo que se le ha hecho conocer al imputado y a su defensor inmediatamente

después de abierto el debate (como aconteciera en el caso -f. 496-). Tal como lo ha entendido

autorizada doctrina “el elemento lógico -de la acusación-comprende como en un conjunto los

hechos ya fijados (Clariá Olmedo, Jorge A., Tratado de Derecho Procesal Penal, T. IV,

Ediar, 1964, pág. 410; TSJ, Sala Penal, “Rabanal Aguirre”, A. n° 338, 22/10/2002; “Atala”, S.

nº 118, 4/12/2003, entre otros) y es donde el Ministerio Público debe “exponer sucintamente

los motivos o fundamentos de hecho y de derecho que lo determinan a formular la acusación,

lo que posibilita y encauza la actividad defensiva" (Vélez Mariconde, Alfredo, Estudios de

Derecho Procesal Penal, T. II, Imprenta UNC., 1956, pág. 105) (Caliva, ya cit.).

En conclusión, si el objeto impugnable ante esta Alzada es la sentencia de condena, y ella se

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ha basado en una acusación instructoria que, en sus aspectos fácticos y lógicos, le fue

cabalmente informada al imputado en la oportunidad prevista en el art. 382 del CPP, no se

presenta la situación agraviante denunciada, máxime cuando no expresa –ni mucho menos se

advierte-, que ello le haya cercenado o dificultado la posibilidad de presentar pruebas

defensivas.

V.Por las razones expuestas precedentemente, voto por la negativa.

El señor Vocal doctor Sebastián Cruz López Peña dijo:

La señora Vocal preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente

la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por lo que adhiero a la

misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.

A LA SEGUNDA CUESTION:

La señora Vocal doctora Aída Tarditti dijo:

I. Bajo el motivo formal de la vía impugnativa intentada (art. 468 inc. 2° CPP), la defensa del

imputado Bustos advierte que la decisión en tratamiento no supera el estándar que impone la

Constitución para considerarla un acto jurisdiccional válido.

Cuestiona los razonamientos del a quo para concluir en la participación de su defendido en el

hecho nominado cuarto, por cuanto el razonamiento ensayado para sí sostenerlo –aduce-

transgrede garantías constitucionales y las reglas que rigen el correcto pensar.

Añade que la sentencia carente de fundamentación, y que el cuadro probatorio no autoriza a

arribar a la conclusión puesta en crisis.

El defecto anotado –enfatiza-, violenta las garantías de defensa en juicio y debido proceso.

Advierte que el a quo ponderó arbitrariamente prueba de carácter decisivo.

Recuerda en esta inteligencia que su defendido en todo momento negó su participación en el

presente.

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Aduce que la decisión que cuestiona encuentra su fundamento exclusivamente en los dichos

vertidos en la instrucción por César Lescano, único testigo de cargo. Al respecto señala que su

testimonio fue incorporado al debate por su lectura en abierta oposición al derecho de defensa

de Bustos, pues el temperamento asumido por el tribunal de juicio impidió todo control y

contraposición de la defensa.

Recuerda que el tribunal de juicio –a solicitud del Ministerio Público Fiscal- incorporó por su

lectura el testimonio que César Gabriel Lescano (ff. 361/362) prestara en la investigación

penal preparatoria.

No soslaya que la entonces defensa técnica del imputado prestó su anuencia a dicha

incorporación, lo que -entiende- no reviste importancia, pues discute la base probatoria

obtenida sin control. Remarca que se encuentra en juego el alcance del derecho de defensa a

interrogar a los testigos, y que ello provocó un gravamen al imputado, por lo que aquella

posición defensiva debe ser analizada pues perjudica a Bustos (f. 524).

Remarca el valor conviccional del testimonio de Lescano, ya que se erige en el fundamento de

la condena de su defendido.

Lo anterior –enfatiza- luce más cuestionable a poco que se advierte que el sentenciante apuntó

lo siguiente: no encuentro motivo alguno por parte de César Lascano para incriminar a

Bustos en este hecho delictivo. Esta posición –prosigue-, carece de fundamentos, puesto que

el propio tribunal se vio impedido de apreciar sus dichos y condiciones, en suma, apreciar su

sinceridad y correspondencia con el cuadro probatorio. Ello –enfatiza- no aconteció en autos.

Las manifestaciones vertidas por Lescano se erigen en base exclusiva y fundante del reproche

de Bustos por lo que suprimidas, la sentencia carece de fundamentos.

Remarca que aun en el supuesto de que se considerara procedente esa incorporación, lo cierto

es que ella no permite arribar al grado de certeza necesario para condenar, ello merced al

principio del in dubio pro reo.

En este sentido, destaca que ninguna de las personas presentes en el lugar del hecho

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reconocieron a Bustos como autor del evento.

Recuerda así, que el tribunal a quo sostuvo que: todos (por Bravo, Vaca y Soler)coincidieron

en referir que no podían reconocer a quien realizó la conducta en tratamiento. Esta

conclusión –enfatiza- carece de todo sustento si se advierte que, tanto Eduardo Bravo, Sergio

Tessio, como María Cristina Soler, en la instrucción llevaron adelante un reconocimiento en

rueda de personas que arrojó un contundente resultado negativo. Destaca que a ello se suma

que ante el tribunal de juicio, tanto Bravo como Soler manifestaron expresamente no conocer

a su defendido asistido, añade que en idéntico sentido se pronunciaron Vilma Bravo y Rocío

Vaca.

Cuestiona que se le haya otorgado pleno valor convictivo al testimonio de Lescano en

desmedro de las declaraciones de las víctimas, pues estas no pudieron reconocer a los autores

del presente. Se asiste a un razonamiento carente de sustento y por ende arbitrario.

Advierte que de los dichos del comisionado policial y de los testimonios de Bravo y Gutiérrez

surgen datos probatorios aptos solo para iniciar una persecución penal. En este sentido refiere

que su pupilo no niega su apodo, ni tampoco que frecuenta la zona de ocurrencia de los

hechos, sino su participación en el presente, extremo que se encuentra en correspondencia con

los ya mencionados reconocimientos negativos. Merced a los vicios denunciados, peticiona se

nulifique parcialmente el decisorio en cuestión.

II. Contra la resolución mencionada precedentemente interpone recurso de casación la señora

Fiscal de Cámara, a cargo de la oficina de Fiscalía de Cámara subrogante, doctora Mirtha

Adriana Abad.

Bajo el epígrafe error in procedendo (art. 468 inc. 2 CPP) inobservancia de las normas

procesales establecidas bajo pena de inadmisibilidad, caducidad o nulidad coloca el foco de

atención en el ya mencionado suceso nominado cuarto, pues considera que el mismo

evidencia una fundamentación omisiva en relación a probanzas dirimentes.

En esta tónica recuerda que la prueba testimonial incorporada y reproducida en el debate se

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mostró en correspondencia al dar cuenta que Bustos y sus compinches, tras ingresar al

negocio y reducir a Bravo, entraron a la vivienda familiar ubicada al fondo de la despensa

contra la voluntad presunta de sus moradores, lugar en donde redujeron a la víctimas (María

Cristina Soler, Vilma Marisol Bravo, Sergio Tesio y Rocío P. Vaca).

Agrega que el sentenciante estimó acreditado el mentado segmento fáctico, merced a ello

recuerda que peticionó se declarara a Bustos autor responsable del delito de violación de

domicilio (art. 150 CP).

Subraya que el a quo no atendió los testimonios que daban cuenta de ese extremo, ni los

fundamentos para desechar la calificación legal pretendida.

Peticiona se case la sentencia en cuestión, y que por ende se haga lugar a la calificación legal

y sanción pretendida.

Hace reserva de caso federal.

III. Por dictamen P. n° 854, de fecha 22/11/2017, se expide el señor Fiscal General de la

Provincia, doctor Alejandro Moyano, quien mantiene el recurso de casación intentado por la

señora Fiscal de Cámara, doctora Mirtha Adriana Abad.

IV.1. Despejado lo anterior, se impone adelantar que el cúmulo de argumentos ensayados por

la defensa en esta Sede no podrán prosperar, por cuanto se aprecia que soslayan el completo

marco probatorio ponderado por el sentenciante y efectúan críticas aisladas, centrando su

esfuerzo en analizar separadamente la evidencia colectada en pos de debilitar la

fundamentación llevada adelante por el a quo. Pero un análisis de la sentencia atacada me

conduce claramente a sostener que la conclusión a la que arribara el tribunal de juicio,

mediante una ponderación completa e interrelacionada de los elementos de convicción

reunidos, resulta una derivación razonada de la prueba colectada, en un todo respetuosa de las

reglas de la sana crítica racional.

2. Es dable recordar en este sentido que esta SalaPenal ha sostenido que, en materia de

fundamentación probatoria, si la obligación constitucional y legal de motivar la sentencia

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impone al Tribunal de mérito -entre otros recaudos- tomar en consideración todas las pruebas

fundamentales legalmente incorporadas en el juicio, y efectuar dicha ponderación conforme la

sana crítica racional (art. 193 CPP), resulta claro que el recurso que invoca la infracción a las

reglas que la integran -lógica, psicología, experiencia- debe también contraponer un análisis

de todo el cuadro convictivo meritado, y en función de este, a su vez, evidenciar la

decisividad del vicio que se denuncia (art. 413 inc. 4°, CPP). De allí que resulte inconducente

una argumentación impugnativa que se contente solo con reproches aislados que no atiendan

al completo marco probatorio o que esgrima un defecto carente de trascendencia en una

apreciación integrada de aquél. En tales supuestos, al no efectuar un abordaje que agote las

distintas premisas que sostienen la conclusión que causa agravio, la crítica no alcanza a

enervarla y la decisión transita incólume el control casatorio (TSJ, Sala Penal, “Fernández”,

S. nº 213, 15/8/2008; “Arancibia”, S. nº 357, 23/12/2010).

A más de lo anterior, vale la pena destacar que esta Sala también ha sostenido,

reiteradamente, que hoy no se discute que la sentencia condenatoria puede válidamente

fundarse en elementos de convicción indirectos, como son los indicios, con la condición de

que estos sean unívocos y no anfibológicos (TSJ, Sala Penal, “Ramírez”, S. n° 41,

27/12/1984; “Pompas”, A. n° 109, 5/5/2000; “Tabella”, A. n° 397, 18/10/2001; “López”, A.

n° 176, 7/6/2002), razón por la cual para poder cuestionar la fundamentación en tales casos,

se hace necesario el análisis en conjunto de todos los indicios valorados y no en forma

separada o fragmentaria (TSJ, S. n° 45, 29/7/1998, “Simoncelli”; A. n° 205, 11/8/98,

“Capdevila”; A. nº 49, 4/3/1999, “Galeano”; A. n° 109, 5/5/00, “Pompas”; A. n° 517,

19/12/2001, “Carnero”; A. n° 95,18/4/2002, “Caballero”, “Benegas”, S. n° 34, 13/3/2015,

entre muchos otros), proceder defectuoso este en el que incurre el quejoso.

3. Sin perjuicio de lo referido, a fin de analizar en concreto las cuestiones traídas a análisis,

útil es recordar que el sentenciante, a los fines de arribar a la conclusión asertiva aquí

cuestionada, realizó las siguientes consideraciones:

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De manera liminar, destacó que el testigo César Gabriel Lescano fue el único que señaló a

Carlos Jesús Horacio como una de las personas que ingresó a robar a la despensa de Eduardo

Raúl Bravo (describiendo el suceso de igual que aquel descripto en el factum), añadiendo

además que luego de que tuviera lugar ese hecho lo persiguió, junto con otra persona, y que

pese a ello Bustos logró darse a la fuga.

Seguidamente remarcó que se trataba del único testimonio que daba cuenta de ello, pese a lo

cual –enfatizó- no existía elemento alguno de prueba que lo hiciera dudar del aludido

señalamiento. Merced a ello, concluyó que lo vertido por el nombrado era aquello que lo

autorizaba a sostener que ese hecho ocurrió tal y como de ello daba cuenta, la pieza

acusatoria, esto pese a que las víctimas del presente (Bravo, Soler y Vaca) se mostraron en

correspondencia al no reconocer al imputado.

Siempre en sintonía, el a quo destacó que no encontraba motivo alguno en César Lescano

para incriminar a Bustos en la comisión del presente (o que albergara algún interés en

perjudicarlo). Al respecto, señaló que abonaban indirectamente la versión tenida por

acreditada, el siguiente cúmulo de probanzas: a) lo vertido por el personal policial

comisionado Duarte, quien claramente indicó que Bustos era conocido por su apodo: Colito;

b) lo apuntado en sintonía por Eduardo Bravo, quien puso en conocimiento que

inmediatamente después de que acaecieran estos hechos, que un grupo de vecinos le comentó

a su esposa, María Cristina Soler que uno de los autores del presente era el tal Colito; c) lo

expresado por Norma Gutiérrez, madre de los Lescano, quien refirió que ocurrido este suceso,

sus hijos Cristian y Cesar Lescano persiguieron a los autores del presente.

Concluyó apuntado que, lo reseñado explicaba las razones por las que el testimonio de César

Lescano adquirió la aludida fortaleza probatoria.

V. Tal como se lo adelantara supra, estimo que las críticas aisladas del recurrente no logran

conmover la solidez de los argumentos proporcionados por el sentenciante, fruto de una

ponderación integral de la prueba colectada. Pese a ello, entiendo oportuno realizar algunas

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consideraciones adicionales:

1. De manera liminar, y a los fines de proceder ordenadamente y sin error se principiará al

análisis de aquella crítica defensiva que gira en torno a cuestionar que el testimonio de César

Lescano vulnera el derecho de defensa de su asistido al no haberse podido interrogar al

nombrado (arts. 18 CN; 8. 2, f, CADH; 14, inc. e) PIDCyP; art. 75 inc. 22 CN). Esta crítica

no puede ser de recibo, por cuanto la otrora defensa técnica del imputado Bustos prestó su

aquiescencia a su incorporación por su lectura (art. 397 CPP), supuesto que a más de ser

reconocido por el recurrente, aleja su crítica de la interdicción denunciada.

En esta inteligencia se impone recordar que el código de rito –siempre guiado por el propósito

de resguardar los principios de inmediación y contradicción en relación a las declaraciones

testificales-, posibilita, excepcionalmente, prescindir de ellos en el debate e incorporarlos por

su lectura bajo ciertas condiciones y enumeraciones taxativas (art. 397 CPP). Me detengo en

ello, por cuanto en autos asistimos, precisamente, a uno de los supuestos que autorizan a

excepcionar la idea central expuesta, por cuanto de autos surge que el testimonio, como lo

decíamos, fue incorporado con conformidad defensiva, lo que cimenta su legalidad (ff.

361/362 y 496 vta., en sintonía TSJ, Sala Penal “Venecia”, S. n° 327, 16/12/2009).

En esta inteligencia, y aun a riesgo de sobreabundar, advierto que de autos surge que en la

audiencia de fecha 27/7/2017 la señora Fiscal de Cámara presentó una opción a la defensa:

que se citara al testigo Lescano, o que en su defecto, se incorporara por su lectura el

testimonio que prestara en la etapa instructoria, a lo que la entonces defensa técnica del

imputado Bustos respondió que se conformaba con que se incorporara por su lectura la tan

referenciada declaración testimonial (f. 491 vta.).

Ahora bien, luego de que la aludida probanza fuera incorporada legalmente al debate, fue

ponderada por el juzgador de acuerdo a las reglas de la sana crítica junto con el resto del

cuadro probatorio acordándole, en suma, la eficacia conviccional con la que muestra su

disconformidad la defensa cuestión que, analizaremos seguidamente. Antes de ello, una

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cuestión adicional e íntimamente relacionada con lo anterior: del tenor del recurso intentado

también surge, aunque implícitamente, que la actual defensa del imputado Bustos no

comparte la estrategia defensiva ensayada por su antecesora en lo referente al punto. Me

detengo en ello por cuanto la CSJN ha sostenido que no conculcan el derecho de contar con

una asistencia legal efectiva (art. 18 CN) las aludidas discrepancias, esto es, cuando no

concurra una inoperancia con entidad suficiente como para conculcar las garantías

constitucionales que se consideren afectadas (Fallos, 333:1789).

Es bueno remarcar además que, la opción de conformarse con la lectura o de insistir en la

recepción oral del testimonio eran igualmente posibles, y que la decisión a favor de la primera

no tiene una connotación negativa, ello así, por cuanto la defensa desmereció el valor

convictivo de ese testimonio y pidió su absolución. A más de ello cabe señalar que la defensa

no atiende a que esa declaración fue receptada en la investigación penal preparatoria, cuando

la defensa ya tenía participación, y contaba por tanto con posibilidades de pedirla en la

recepción de la prueba.

Por lo demás, muy relevante es que, como se desarrollará en el apartado siguiente, este

testimonio no es la única prueba y tampoco aparece justificada su decisividad.

2. Sorteado ello, recuerdo que el testigo Lescano apuntó en prieta síntesis cuanto sigue: que el

día del hecho, en horas de la noche, salió de su domicilio junto con su hermano Cristian por

cuanto escuchó gritos provenientes de la vía pública; al hacerlo advirtió que cruzaban la calle

del frente de su domicilio tres sujetos, y que dos de ellos cargaban un televisor cada uno. Ante

ello -continuó apuntando-, se interpuso en su camino, lo que provocó que uno de estos

sujetos, más precisamente, el “Colito” Bustos -a quien reconoció de inmediato pues lo

conocía con anterioridad, ya que se reunía con amigos en las cercanías de su domicilio-, le

expresara no te metas porque te voy a meter un tiro momento en el cual advirtió que el

nombrado llevaba un arma de fuego; ante ello aseveró que se corrió del camino por lo que los

sujetos mencionados se dieron a la fuga. (f. 361). A más de lo anterior apuntó también que, su

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hermano pretendió frustrar esta última ya que le arrojó una piedra impactándole la misma en

el cuello a uno de los sujetos, quien previo extraer de entre sus ropas un arma de fuego le

gatillo en reiteradas oportunidades, provocando así que el nombrado testigo se retirara del

lugar. Finalmente, y como nota saliente el citado testigo también apuntó: que los tres sujetos

se dieron a la fuga en un automóvil marca Volkswagen Gol de color gris con vidrios

polarizados; que los tan referenciados individuos dejaron abandonados los televisores en un

sitio baldío y que posterioridad a lo narrado tomó conocimiento de que a la familia Bravo se

le habían sustraído los mentados elementos (ff. 361/362).

Ahora bien, pese a la indudable relevancia de lo vertido por Lescano, evidente resulta a la luz

de las constancias de autos que la sentencia en crisis no se sustenta solo en el mentado

testimonio, tal y como lo pone de relieve insistentemente la defensa, sino en un cúmulo de

probanzas cuya ponderación conjunta permitió cimentar, acertadamente, el mentado juicio de

reproche.

Así, entiendo valioso recordar que, el policía comisionado Duarte apuntó que a Carlos Jesús

Horacio Bustos es conocido como por su apodo de “Colito” (f. 496 vta., alias este que,

incluso, fuera reconocido por el mismo imputado –f. 380- ), aserto este que se encuentra en

sintonía con lo expresado en idéntico sentido por Eduardo Bravo y Norma Gutiérrez (f. 496

vta.).

A ello cabe agregar, como dato de no menor factura, la correspondencia existente entre los

particulares objetos que le fueran sustraídos a la familia Bravo, específicamente aludo a los

dos televisores ya mencionados (ver declaración del señor Eduardo Bravo -f. 300-), con lo

vertido en idéntico sentido, no solo por Lescano (f. 361), sino también con toda la actuación

policial relacionada al punto, de cuyas resultas se logró el secuestro de los mencionados

elementos en un sitio baldío ubicado en las cercanías del domicilio de la familia Bravo y un

segmento temporal próximoal hecho (acta de secuestro y croquis ilustrativo -ff. 254/255-).

Abona también la conclusión cuestionada, lo apuntado por Eduardo Raúl Bravo en cuanto

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aseveró que, su vecino Carlos (se entiende, Lescano) le refirió en ocasión de que tuviera lugar

este suceso que pudo reconocer solo a uno de ellos, esto es, aquel que actuó a cara

descubierta, como el “Colito” (f. 256 vta.). Pasaje saliente este que, debe relacionarse con el

hecho de que, de acuerdo a las constancias de autos los dos compinches del imputado Bustos

obraron encapuchados (ver en este sentido lo apuntado por María Cristina Soler –ff. 308 vta.

y 496 vta.).

Contribuye también a cimentar el presente juicio lo vertido por María Cristina Soler en cuanto

a que no bien finalizó la comisión del presente se encontró con un vecino de la zona

(Lescano) quien le refirió que persiguió a uno de los autores del presente mientras se daba a la

fuga, y que a uno de ellos le decían “Codito” (entiéndase “Colito”, claro esta) (f. 309 y 496

vta.).

Por lo demás, cuadra destacar que se encuentran en plena sintonía también, aquellas razones

por las cuales Lescano salió de su domicilio (gritos), con lo vertido por Eduardo Raúl Bravo

en cuanto a que su mujer, María Cristina Soler, en el momento del hecho alertó a los vecinos

de cuanto acontecía, precisamente de esa manera (f. 376 vta.).

Merced a lo anotado, forzoso resulta concluir que lo expresado por Lescano cuenta con

marcada credibilidad, ya que cuenta con un profuso respaldo en las constancias de autos.

Asimismo, y como forzosa consecuencia de lo apunado a lo largo del presente segmento,

resulta evidente que no pueden ser atendidos aquellos embates defensivos que giran en torno

al resultado negativo del reconocimiento practicado en autos, por cuanto el juicio de certeza

que determinó la condena de Bustos no se edificó en torno a la aludida probanza (máxime

cuando ellos se llevaron adelante tres meses después de ocurrido los hechos, tal y como se lo

pusiera de relieve el señor Fiscal de Instrucción actuante el requerimiento fiscal de citación a

juicio –f. 379 vta.-).

3. Sorteado lo anterior es momento de detenernos en el planteo ensayado por la señora Fiscal

de Cámara que gira en torno a postular que la sentencia presenta defectos de fundamentación,

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pues omitió pronunciarse en relación a su requerimiento relativo a que el hecho nominado

cuarto resulta atrapado también por el delito deviolación de domicilio, por cuanto el cuadro

probatorio así lo autoriza. Pretensión esta que, adelanto, será atendida por aquellas razones

que expusiéramos en el punto IV.2 de la primera cuestión, a las cuales me remito en honor a

la brevedad.

Pese a ello, entiendo valioso añadir que, tal y como lo sostiene la señora Representante del

Ministerio Público Fiscal se encuentran satisfechos la totalidad de los requisitos que demanda

para que adquiera relevancia jurídico penal la conducta en cuestión (art. 150 CP).

Así, se encuentra probado que el imputado Bustos junto con sus consortes de causa, luego de

que lograran ingresar a la despensa en tratamiento, entraron a la vivienda de la mencionada

familia contra la voluntad presunta de su titular, extremo que se deduce indisputable de autos

a poco que se repara, no solo por el hecho de que lograron franquear con empellones las

precauciones tomadas (disposición de rejas para su atención) por el titular del derecho a

exclusión para atender a la clientela en una despensa que presenta la particularidad de

comunicarse con su morada familiar (–f. 304-), sino también el horario de ocurrencia de estos

hechos: de noche (en esta inteligencia, TSJ, S. nº 220, 4/9/07 "Montaña o Montaño"; S. nº

253, 3/10/2007, "Moreyra"; S. n° 97, 9/4/2015 "Denuncia formulada por Blangino

c/Oddone”).

Notas todas cuya concurrencia en el caso pone en evidencia que se ha violentado el bien

jurídico tutelado por la norma penal en cuestión (TSJ, Sala Penal, Acosta, S. n° 47, 6/6/01;

ver en este sentido las declaraciones testimoniales de Eduardo Bravo –ff. 299/300-; Vilma

Marisol Bravo –ff. 304/305-; Sergio Daniel Tesio –ff. 306/307; Maria Cristina Soler –ff.

308/309-; Rocío Paula Vaca –ff. 310-).

VI. A la cuestión planteada voto pues negativamente.

El señor Vocal doctor Sebastián Cruz López Peña dijo:

La señora Vocal preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente

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la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por lo que adhiero a la

misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.

A LA TERCERA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora Aída Tarditti dijo:

I. La señora Fiscal de Cámara, a cargo de la oficina de fiscalía de cámara subrogante, doctora

Mirtha Adriana Abad, considera que el tribunal de mérito calificó erradamente el suceso

nominado cuarto por una inexacta interpretación de art. 166, inc. 2°, 1er supuesto del CP.

Añade, en relación a idéntico suceso que el a quo omitió fundamentar una cuestión jurídica

objeto del juicio.

Recuerda que al alegar solicitó se declarara al imputado Carlos Jesús Horacio Bustos en

relación al hecho nominado cuarto, coautor del delito de robo calificado con arma y violación

de domicilio en concurso real (arts. 45, 166 inc. 1°, primer párrafo, primer supuesto y 150

CP).

Adelanta que su agravio finca en lo siguiente: el tribunal de mérito condenó a su defendido

como autor responsable del delito de robo, aplicando por ello una escala penal inferior a la

propugnada, omitiendo además concursar ese delito con el de violación de domicilio.

Recuerda que al momento de emitir conclusiones sostuvo que logró acreditarse con certeza

que Bustos en compañía de dos sujetos más (aun no identificados) ejecutaron el robo en

cuestión portando armas de fuego (ello de acuerdo a lo vertido de manera conteste por María

C. Soler y César G. Lescano), y que fue el aquí recurrente quien utilizó uno de esas armas de

fuego, la que blandía como impropia para aumentar su poder ofensivo.

Sostiene que el tribunal de mérito luego de dar por acreditada tanto la existencia material del

hecho en cuestión, como la participación responsable del acusado en el mismo brindó otra

calificación jurídica, esto es robo simple (art. 164 CP).

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Añade que el tribunal de mérito justificó su decisión en una interpretación autónoma y

apartada de la jurisprudencia de esta Sala en lo referente al concepto de arma. Agrega que el

a quo resulta partidario de una teoría restringida relacionada a la interpretación y extensión

del concepto de arma.

Merced a lo anotado, la señora Representante del Ministerio Público Fiscal considera que el

tribunal de mérito incurrió en una palmaria arbitrariedad normativa. En esta inteligencia, da

cuenta de doctrina judicial de esta Sala Penal relacionada al concepto de arma.

Agrega que existe cierto consenso en doctrina y jurisprudencia sobre la relación de género a

especie que media entre la figura básica de robo, y el art. 166 inc. 2° del CP, lo que descarta

el encuadramiento legal propiciado por el tribunal de juicio.

Subraya que el a quo tuvo por cierto que el condenado se valió de un arma de fuego como

objeto contundente para golpear a una de sus víctimas en la cabeza. Merced a ello postula que

no cabe otra conclusión que la siguiente: Bustos reforzó su capacidad ofensiva en el

apoderamiento ilegítimo al golpear con la culata del arma de fuego –no secuestrada- en la

frente de una de las víctimas, ello a fin de vencer su resistencia y doblegarla.

Advierte que Bravo tras el golpe recibido cayó al suelo y fue obligado a conducirse arrastrado

hacia donde se encontraban el resto de las víctimas. Esta violencia –enfatizó la señora Fiscal

de Cámara-, rebasa aquella que resulta propia del tipo básico, pues se valió de un arma que,

por el modo violento utilizado –golpe- implicó un acometimiento que dejo en evidencia un

mayor riesgo que el propio de la figura del art. 164 CP.

Añade que las exigencias de la figura en tratamiento son menores que aquellas que se

verifican en autos, pues aquí causaron lesiones al sujeto pasivo.

II. En su escrito de fojas 541/545 el señor asesor letrado penal, y bajo el apartado primer

agravio esgrimido (errónea aplicación de la ley penal sustantiva), recuerda que la señora

Fiscal de Cámara calificó las consideraciones del a quorelacionadas con la calificación legal

del presente como una palmaria arbitrariedad normativa.

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Cabe recordar –prosigue-, el estándar que se exige para dar curso a un recurso de casación

intentado por el Ministerio Público Fiscal por motivos sustanciales cuando, pese a la

divergencia planteada en sede de calificación, se ha logrado la condena del imputado. Lo

anterior adquiere relevancia a poco que se recuerda que el derecho al recurso se encuentra

previsto constitucionalmente solo en favor del imputado, pero no se encuentra para el

acusador. Remarca que a su juicio, la CSJN avala su posición.

Subraya que atendiendo a que la Fiscalía ha logrado coronar su pretensión, el examen sobre la

procedencia del recurso debe ser exhaustivo. Añade que ello sucederá cuando se incurra en

una palmaria arbitrariedad normativa, la que en modo alguno se presenta en el caso.Cita

prestigiada doctrina que, entiende, avala su posición.

Cita autorizada doctrina que entiende que, utilizar un arma de fuego para golpear a una de las

víctimas debe subsumirse en la figura que lo describe más detalladamente, y que la

circunstancia de que se haya empleado un arma de fuego como objeto contundente debe

justipreciarse al momento de individualizar la pena. Merced a ello postula que aplicar la

figura general por sobre aquella que resulta más específica violenta en principio de

especialidad.

Añade que en el caso de considerarse procedente el recurso del señor Fiscal de Cámara

corresponderá atribuirle a su defendido la figura penal prevista en el art. 166, inc. 2°, último

párrafo del CP (robo calificado por el uso de arma de fuego cuya operatividad no ha sido

acreditada), por lo que no corresponde modificar la sanción penal aplicada a su defendido.

III. De las constancias de autos surgen los siguientes datos de interés.

Argumentos brindados por el Tribunal de Juicio al ocuparse de la segunda cuestión, es decir,

la relativa a la calificación jurídica en que estimó correspondía subsumir el accionar del

imputado:

Así, señaló que correspondía mutar la calificación legal correspondiente al hecho nominado

cuarto, esto es, en lugar de la figura de robo calificado por el uso de arma impropia (art. 166

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inc. 2°, primer supuesto del CP) tal y como lo solicitara la señora Representante del

Ministerio Público Fiscal por la de robo simple. Ello, merced al siguiente cúmulo de

consideraciones.

De manera liminar aseveró que ello resulta así por cuanto de las constancias de autos surgía

que el imputado se valió de un arma de fuego como objeto contundente para golpear a la

víctima y no como tal, esto es, para su función específica que es el disparo. En esta tónica

apuntó que con la culata de la mencionada arma de fuego golpeó a Eduardo R. Bravo en su

cabeza.

Seguidamente, el tribunal a quo puso de relieve que, tal y como era sabido desde antiguo era

conocida su posición relativa a que se mostraba partidario de una teoría restringida relativa a

la interpretación y extensión del concepto de arma a la que refiere la norma en tratamiento

(art. 166 inc. 2°, primer supuesto CP). En esta tónica apuntó que ellas debían circunscribirse a

aquellas que se encuentran destinadas al ataque o a la defensa (siempre exceptuando aquellas

armas de fuego que son tratadas en especial en los párrafos segundo y tercero de la norma en

cuestión), pues una interpretación extensiva del concepto en tratamiento vulneraría el límite al

poder punitivo del estado como lo es el principio de legalidad.

Merced al razonamiento desarrollado concluyó que no correspondía incluir en el concepto de

arma aquellos objetos que aumenten el poder ofensivo del sujeto activo por su empleo, sino

están destinados para ello tal y como sucede en el caso. Finalizó apuntado que si bien un arma

de fuego es un objeto de ataque y de defensa per se, ella no fue usada como tal sino como un

mero objeto contundente para golpear a una de las víctimas.

IV.1. Por una cuestión de orden lógico debemos principiar el análisis con aquellas

consideraciones defensivas que giran en torno a postular que el Ministerio Público carece de

legitimación para impugnar la presente por el motivo sustancial del recurso de casación (art.

468 inc. 1° CPP), por cuanto solo podría hacerlo en supuestos de arbitrariedad normativa, la

que –entiende- en modo alguno se presenta en el caso.

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Adelanto que lo apuntado por la defensa no podrá prosperar, esto ya que luce evidente su

pretensión de extender indebidamente del estándar fijado por esta Sala Penal para aquellos

casos en donde es el Ministerio Público Fiscal quien recurre una sentencia de condena en el

marco de la especial modalidad del juicio abreviado (art. 415 CPP), esto es, que se asista a un

supuesto de palmaria arbitrariedad normativa (vrg. prescindir del texto legal aplicable al

caso sin dar razones de ello, o colocar una pena por debajo del mínimo legal sin declaración

de inconstitucionalidad, TSJ, Sala Penal, “Barrera”, A. n° 65, 16/3/2015), cuando, claro esta,

no concurren los presupuestos que autorizan su concurrencia.

En sintonía con lo anterior entiendo valioso puntualizar, aunque más no sea sintéticamente,

que el organigrama recursivo previsto por el legislador cordobés expresamente autoriza al

Ministerio Público Fiscal a impugnar las sentencias condenatorias (art. 470 inc. 3° CPP), ello,

inter alia, con miras a intentar una mayor severidad de la calificación legal o de la pena

(CAFFERATA NORES, José I- TARDITTI, Aída, Código Procesal Penal de la Provincia de

Córdoba. Comentado. Ed. Mediterránea. Tomo 2. Córdoba. Noviembre 2003), pretensión esta

que persigue la señora Representante del Ministerio Público Fiscal.

Por lo demás valioso resulta valioso remarcar que, una de los razones que fundamenta que en

el procedimiento especial previsto en el art. 415 CPP (juicio abreviado) se adoptara el ya

mencionado estándar de la arbitrariedad normativa en materia recursiva para el Ministerio

Público Fiscal finca en que hecho de que, aquí ambas partes cuentan con razonables

limitaciones que obedecen a que, merced a su propia actuación se completó un acuerdo que a

la postre posibilitó la concreción de la mentada modalidad de juicio el que, en cuanto al

Ministerio Público Fiscal se refiere, le irroga el indudable beneficio de alcanzar el interés

público en la satisfacción de la pretensión punitiva a la que su actuación se ordena, con una

gran economía de recursos que por ello pueden ser destinados a otras causas. Notas distintivas

o salientes estas que, evidentemente, no se verifican en el juicio común.

2. Sorteado lo anterior, es dable recordar de manera liminar que a través del motivo sustancial

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de casación se coordina la interpretación de la ley de fondo por el más Alto Tribunal de la

Provincia. De allí que la finalidad política de la casación consiste en unificar la jurisprudencia

(función nomofiláctica), pues si bien el pronunciamiento de la Sala Penal es obligatorio en el

caso concretamente fallado, tiene un valor orientador en casos análogos para los tribunales

inferiores, siquiera por razones de economía procesal, salvo que se agreguen nuevos

argumentos que puedan variar el precedente. Por intermedio de esta función uniformadora o

nomofiláctica se brinda seguridad jurídica a los ciudadanos en la aplicación de la ley, pues

torna previsible la interpretación judicial en casos semejantes. El acatamiento de la doctrina

legal sentada, sin embargo, no empece al prudente y necesario movilismo y evolución de su

torso, cuando el progreso del derecho y las mutaciones sociales así lo indican. (Morello,

Augusto M. "La casación -un modelo intermedio eficiente", LEP, 1993; TSJ, Sala Penal,

"Quintana", S. n° 91, 22/10/2002; “Pena”, S. nº 57, 21/6/2005; “Turk”, S. n° 150, 4/7/2007,

“Abrile”, S. n° 248, 27/9/2007, “Bonardi”, S. n° 111, 18/5/2012, entre otros muchos).

Asimismo se impone anotar también que, una vez que se declara abierta la competencia por la

vía del motivo sustancial de casación, este Tribunal tiene la potestad para efectuar la correcta

solución jurídica del caso bajo examen, aun valiéndose de argumentos distintos de los

esgrimidos por el impugnante, siempre que deje incólumes los hechos fijados por el a quo en

la sentencia de mérito, que no viole la prohibición de la reformatio in peius y no vaya más

alla del agravio presentado (TSJ, Sala Penal “Romero”, S. n° 294, 26/11/2013; “Cejas”, S. n°

403, 20/10/2014; “Meriles”, S. n° 236, 6/6/2016).

3. De manera previa a ingresar al nudo estimo valioso recordar la doctrina judicial de esta

Sala Penal relacionada al punto en tratamiento.

Así, es dable apuntar que la jurisprudencia reiterada de este Tribunal ha sostenido que, para la

ley, arma es todo objeto capaz de aumentar el poder ofensivo del hombre, tanto aquéllos

cuya propia estructura es suficiente para aumentar el poder ofensivo o defensivo de la

persona que la utiliza, a los que se denomina armas propias, como los que circunstancialmente

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aumentan el poder de mención, debido al efectivo empleo –como medio violento- que se

realiza en el ataque contra la propiedad, los que reciben el nombre de impropias. En dicho

sentido, se ha afirmado que, para que el instrumento se convierta en arma impropia, si bien se

exige objetivamente que posea cierta capacidad ofensiva, en definitiva es la voluntad del

sujeto que la utiliza -como medio violento- lo que lo convierte en arma al cambiarle su

destino (TSJ, Sala Penal, "Sosa", S nº. 11, 27/8/1990; "Véliz", S nº 118, 20/11/2001; "Maujo",

S nº. 55, 5/7/2002; "Quiroga", S nº. 69, 2/9/2002; "Toledo", S nº. 10, 10/3/2003; "Alfonso", S

nº. 69, 21/8/2003; y “Gutiérrez” S. nº 58, 7/3/2016).

Más aun, se ha aclarado que tratándose de armas impropias, la sola violencia desplegada con

ellas, esto es, el efectivo acometimiento contra la víctima a los fines de vencer su resistencia

al desapoderamiento, es suficiente para hacer aplicable la forma agravada del artículo 166 inc.

2do., primer supuesto, aun cuando aquella vis no se hubiera traducido en la concreta

causación de un daño en la salud, siquiera de carácter leve (TSJ, Sala Penal, "Ferreyra", S. nº

182, 11/12/2006; "Moyano", S. nº 228, 11/9/2007; "Villarreal", Expediente Nro. 1617394 - 8 /

12 S. nº 361, 27/12/2007; "López", S. nº 43, 18/3/2009; "Tissera", S. nº 109, 7/5/2009;

"Barrelier", S. n° 443, 7/10/15).

Asimismo, cabe resaltar que no se encuentra superado el límite del tenor literal de la palabra

"arma", cuando se incluye dentro de dicha noción a las denominadas "armas impropias", esto

es, a los instrumentos que se emplean para aumentar el poder ofensivo (TSJ, Sala Penal,

"Ferreyra", S. nº 182, 11/12/2006; "Barrelier", cit.). Es que, cuando se incluyen a las "armas

impropias" dentro de la agravante del art. 166, inc. 2do., 1er. sup., del CP, en lugar de

efectuar una analogía in malam partem (prohibida en materia penal), se respeta el límite

semántico del término en cuestión y - en definitiva- el principio de legalidad (ver en este

sentido, TSJ., Sala Penal "Ferreyra", S nº 182, 11/12/2006; "Villarreal", S. nº 361,

27/12/2007; "Ferreya", S. nº 99, 29/4/2009; "Barrelier", cit.).

De otro costado, conviene destacar que esta postura, consistente en incluir a las

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denominadas "armas impropias" dentro de la agravante contemplada en el art. 166, inc. 2do.,

1er. sup., del C.P., es seguida por la doctrina mayoritaria (Cfr. Nuñez, Ricardo C., Manual de

Derecho Penal. Parte Especial, Lerner, Córdoba, 1999 -2da. Edición actualizada por Víctor

F. Reinaldi-, p. 217; Soler, Sebastián, Derecho Penal argentino, T.E.A., Buenos Aires, 1992,

T. 4, p. 300; Laje Anaya, Justo - Gavier, Enrique Alberto, Notas al Código Penal argentino,

Lerner, Córdoba, 1995, T. II, p. 314; Creus, Carlos, Derecho Penal. Parte Especial, Astrea,

Buenos Aires, 1999, T. 1, p. 432; Sánchez Freytes, Alejandro, en AA.VV., Estudio de las

figuras delictivas, Lerner, Córdoba, 1994, T. II-A, p. 76; Reinaldi, Víctor Félix, Robo con

armas, LLC 2004 (setiembre), 769; Damianovich de Cerredo, Laura T. A., Delitos contra la

Propiedad, Edit. Universidad, Buenos Aires, 2000 -3ra. edición actualizada-, p. 131; Donna,

Expediente Nro. 1617394 - 9 / 12 Edgardo Alberto, Derecho Penal. Parte Especial, Rubinzal-

Culzoni, Santa Fe, 2003, T. II-B, PP. 161 a 163).

En consonancia con ello, son numerosos los precedentes en los que esta Sala viene

sosteniendo que ante un hecho de robo, la utilización de un arma de fuego de manera

impropia queda atrapada en el inc. 2°, 1er supuesto del art. 166 del CP (TSJ, Sala Penal,

“Veliz”, S. nº 118, 20/12/2001; “Toledo”, S. nº 10, 10/3/2003; “Ferreyra”, S. n° 182,

11/12/2006; “Martínez”, S. nº 283, 25/10/2007; entre otros).

En esta misma intelección se consideró que si bien el Legislador nacional modificó la regla

contenida en el art. 166 inc. 2° C.P. en lo relativo a la utilización de armas de fuego en el

robo, agravando la pena cuando se trata de armas de fuego verdaderas y operativas (2º

párrafo) y disminuyéndola cuando se utiliza un arma de utilería o un arma de fuego verdadera

cuya aptitud para el disparo no pudo tenerse por acreditada (último párrafo), ninguna

previsión especial se efectuó en el supuesto que el arma de fuego haya sido empleada de

manera impropia -como en el caso-, hipótesis que continúa subsumida en el tipo calificado del

inc. 2º, primer supuesto de art. 166 C.P. (TSJ, Sala Penal “Martínez”, S. nº 283, 25/10/2007).

Así las cosas, el escalonamiento gradual de puniciones que ha efectuado el legislador para los

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distintos supuestos previstos en el art. 166 inc. 2° del CPP, enfatiza que el fundamento en que

reposa la mayor entidad penal de la conducta de quien utiliza un arma para delinquir, tiene su

razón de ser no solo en la intimidación de la víctima sino también en el mayor peligro real

que ella corre ante un objeto que tiene capacidad ofensora, como lo viene sosteniendo la

opinante desde los autos "Luna" (S. nº 14, 15/3/2002) y esta Sala Penal a partir de "Villarruel"

(S. nº 58, 31/7/2002) –ver también "Toledo", S. nº 10, 10/3/2003; "Rodríguez", S. nº 119,

11/11/2004; entre muchos otros-, así como también que, cuando concurren ambos supuestos

la penalidad es mayor que cuando solo lo hace uno de ellos (“Martínez” ya cit.).

Sentado debidamente lo anterior cabe recordar también, que esta Sala Penal ha sostenido

recientemente que, cuando en un mismo contexto furtivo, el arma de fuego de operatividad no

acreditada se utiliza de manera intimidatoria e impropia, las figuras de robo agravado por el

empleo de arma en general –no de fuego– (art. 166 inc. 2do., 1er. párrafo, 1er. supuesto del

CP) y de robo agravado por el uso de arma de fuego no operativa (art. 166 inc. 2do., 3er.

párrafo, CP) concursan de modo ideal. Ello es así por cuanto concurren dos hipótesis: una,

donde solo hay un incremento de la intimidación, no del peligro a la integridad física de la

víctima propia del uso de un arma de fuego de operatividad no acreditada; y otra, donde al

incremento a la intimidación se suma el del riesgo a la integridad física de la víctima propio

del empleo de ese medio (TSJ, Sala Penal, “Cala”. S. n° 101, 13/04/2018).

4. Teniendo en consideración la doctrina judicial precedentemente reseñada se nos muestra

claro que en el sublite la conducta desplegada por el prevenido Carlos Bustos debe

subsumirse en la figura propugnada por la señora Representante del Ministerio Público Fiscal,

la que debe concursarse formalmente con la figura de robo calificado por el uso de arma de

fuego no operativa.

Es que se encuentra acreditado en autos, en primer término, que el encartado Bustos para

cumplir sus designios furtivos empleo un objeto (arma de fuego cuya operatividad para el

disparo no puede tenerse por acreditada) que no solo satisface en la especie los baremos

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objetivos y subjetivos puestos de relieve precedentemente para dotar de contenido al concepto

en cuestión (arma), sino también que utilizó la misma con particular e intensa violencia, pues

no solo acometió contra la víctima sino que también lo golpeó con ella provocándole lesiones

a raíz de lo sucedido.

Seguidamente, y esto es importante: en el mismo contexto de acción, Bustos empleó la

mentada arma de fuego de forma intimidatoria,al obligar a Eduardo Raúl Bravo a arrojarse

al piso (hecho tenido por acreditado f. 495 vta., particularmente ilustrativo del pasaje en

tratamiento resulta lo expresado por Eduardo Raúl Bravo en cuanto refirió que fue conducido

de rodillas hasta su habitación siendo apuntado con el arma de fuego –f. 299 vta.-, lo

expresado por Vilma Marisol Bravo –f. 304 vta.-, Sergio Daniel Tesio quien apuntó que

Bustos ingresó a la habitación apuntándoles con un arma de fuego –f. 306 vta.- y Rocío

Paula Vaca –f. 310 vta.-), pasaje o segmento que determina la concurrencia del ya

mencionado concurso ideal de figuras (art. 54 CP).

Como corolario de todo lo expuesto y las conclusiones vertidas en la primera y segunda

cuestión, el correcto encuadre legal del suceso nominado cuarto atribuido a Carlos Jesús

Horacio Bustos sería el siguiente: coautor responsable de los delitos de robo calificado con

armas en concurso ideal con robo calificado con arma de fuego cuya aptitud para el disparo

no puede tenerse de ningún modo por acreditada (art. 166, inc. 2°, primer supuesto, 54 y 166,

inc. 2°, último párrafo), en concurso real con el delito de violación de domicilio (arts. 55 y

150 CP).

V. A la cuestión planteada voto, pues positivamente.

El señor Vocal doctor Sebastián Cruz López Peña dijo:

La señora Vocal preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente

la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por lo que adhiero a la

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misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.

A LA CUARTA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctor Aída Tarditti dijo:

I. Bajo el acápite segundo agravio. Arbitrariedad en la mensuración de la pena. Violación a

los principios de proporcionalidad, culpabilidad (art. 468 inc. 2° CPP), la defensa cuestiona,

de forma subsidiaria, la individualización de pena practicada por cuanto la considera

arbitraria.

Da cuenta de doctrina judicial de esta Sala Penal relacionada al punto, y repasa aquellas

circunstancias que fueran ponderadas por el tribunal de mérito para mensurar la sanción (f.

526).

Considera que el tribunal de mérito vulneró las reglas que rigen el correcto pensar al

momento de fundamentar la pena, por cuanto apoyó su juicio de peligrosidad en

circunstancias que no resultan tales, elevando así en tres años el mínimo de la escala penal

que corresponde aplicar a los delitos en tratamiento.

Concretamente, cuestiona aquella circunstancia severizante que refiere cuanto sigue: solo

tengo en cuanta el escaso daño (material y psicológico) causado en las víctimas (los

resaltados pertenecen al original).

En esta tónica expresa que fue el mismo tribunal quien consideró que el daño causado ha sido

escaso, merced a ello postula que los argumentos ensayados no permiten conocer las razones

por las cuales el tribunal de mérito superó el mínimo de la escala penal.

No soslaya que la circunstancia en tratamiento es considerada de ordinario para individualizar

la pena, pese a lo cual entiende que el daño a la víctima no puede ser ajeno a datos objetivos y

objetivables, pues ellos permiten su control. Especifica que las aludidas circunstancias deben

encontrarse probadas.

Entiende que esa circunstancia no trasciende aquellas consecuencias normales y propias de un

ilícito, y que no pasa de revestir carácter general por lo que carece de vinculación con el

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presente.

De otro costado, remarca que el monto elevado de la sanción no guarda relación con aquellos

fundamentos que brindara en la tercera cuestión, por cuanto el sentenciante encontró

circunstancias que concurrían positivamente en Bustos.

Concluye el punto advirtiendo que en el caso se han afectado las garantías del debido proceso

y defensa en juicio. Hace reserva de caso federal.

II.1. Ahora bien, de manera previa a ingresar al nudo de este asunto ha menester recordar que,

es jurisprudencia consolidada de esta Sala que la facultad discrecional de fijar la pena es

exclusiva del tribunal de juicio y revisable en casación en supuestos de arbitrariedad (TSJ.,

Sala Penal, “Gutiérrez”, S. nº 14, 7/7/1988; “Bustamante”, S. nº 23, 9/3/2015).

Dentro de ese margen de recurribilidad relativo a las facultades discrecionales del tribunal de

sentencia, se ha fijado el estándar de revisión en los supuestos de falta de motivación de la

sentencia, de motivación ilegítima o de motivación omisiva (TSJ, Sala Penal, “Carnero”, A.

nº 181, 18/05/1999; Bustamante”, S. nº 23, 9/3/2015). El control alcanza el monto de la pena -

posible entre el mínimo y el máximo de la escala-, cuando este resulta manifiestamente

desproporcionado o incongruente en relación a las circunstancias de la causa (TSJ, Sala Penal,

"Suárez", S. n° 31, 10/3/2008; “Duarte”, S. nº 18, 6/3/2015).

2. Al momento de mensurar la pena el tribunal de mérito ponderó a su favor: su edad, y que

no obstante su antecedente penal aun puede elegir apartarse del delito, su condición social

humilde, su escasa instrucción, ya que solo alcanzó el cuarto grado de la primaria, que es

padre de tres hijos menores de edad, que tenía trabajo antes de ser detenido y que ha

admitido su responsabilidad en los tres primeros hechos que se le imputan colaborando de

este modo con la justicia.

Seguidamente y en su contra refirió: solo tengo en cuenta el escaso daño (material y

psicológico) causado en las víctimas; todo ello más las demás pautas de valoración de la

pena establecidas por los arts. 40 y 41 CP, hace que tenga como legal y justa la pena

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solicitada por la señora Fiscal de Cámara, de cuatro años de prisión, con adicionales de ley

y costas. Debiendo revocarse la condicionalidad de la pena impuesta por la Cámara 1° en lo

Criminal y Correccional de esta ciudad con fecha 7/8/15 –Sentencia n° 39 (arts. 5, 12, 27 y

29 inc. 3° del C.P; 550 y 551 CPP) y unificar la presente con lo que le resta cumplir de dicha

condena en la pena única de cinco años y seis meses de prisión, con adicionales de ley y

costas (arts. 5,12, 29 inc. 3° y 58 del CP; 550 y 551 del CPP).

III. Sentado todo lo anterior, e ingresando ya a la genérica crítica ensayada por la defensa en

esta Instancia, es dable adelantar que ella correrá idéntica suerte que las anteriores y será

desechada. Es que, mal puede sostenerse que los argumentos reseñados supra impidieron

conocer (y por ello verse afectado su derecho de defensa) las razones para individualizar la

pena finalmente impuesta al imputado Bustos, puesto que lo cierto es que el tribunal de

mérito ponderó como circunstancias severizante la extensión del daño causado (art. 41 inc. 1°

CP) el que, en uso de sus facultades discrecionales, estimó escaso.

A la luz de lo anterior, luce claro que el recurrente limita su crítica a brindar su propio punto

de vista en relación al desvalor de resultado del suceso en crisis, por cuanto estima, en suma,

que el mismo no ha superado o rebasado lo que considera cierto estándar mínimo de

realización del tipo pero, y esto es importante, sin controvertir la circunstancia en análisis.

Por lo demás, claro resulta que, a diferencia de lo sostenido por el recurrente la circunstancia

en tratamiento cuenta con respaldo en las constancias de autos, pues cabe recordar en este

sentido que, por ejemplo, algunos de los elementos que fueran sustraídos del domicilio de la

familia Bravo fueron recuperados por las fuerzas del orden (ff. 255 y 497 vta.).

Sorteado todo lo anterior, aprecio también que el núcleo del agravio ensayado por la defensa

finca en su disconformidad con el montode la pena que le fuera impuesta a su defendido,

cuestión esta que no resulta de menor factura por cuanto soslaya que la arbitrariedad no

consiste en una mera discrepancia con el monto de la pena impuesta dentro de los márgenes

de la escala penal aplicable, por cuanto tal desacuerdo no habilita la excepcional competencia

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para controlar el ejercicio de una facultad atribuida en principio a otro órgano judicial.

A más de lo anterior es menester reparar que en el subexamine la pena impuesta al imputado

Bustos no resulta desproporcionada o incongruente con el material recabado en la causa. En

efecto, adviértase que el a quoseleccionó una sanción que se ubica notablemente alejada del

elevado máximo de la pena (14 años de prisión); habiendo ponderado circunstancias

agravantes, lo cual se condice con los parámetros sustentados por esta Sala, en cuanto a que

siempre que se valore alguna circunstancia agravante, es posible imponer al acusado una pena

superior al mínimo legal de la escala prevista para el delito que se le atribuye (TSJ, Sala

Penal, "Bazán", S. nº 274, 21/10/2009; "Chávez", S. nº 106, 17/5/2011; "Arredondo", S. nº

392, 26/12/2011; "Ramos", S. nº 125, 7/5/2014; "Andruchow", S. n° 514, 30/12/2014); tal

como sucedió sin que ello luzca arbitrario o absurdo, únicos supuestos que habilitan la

posibilidad de control casatorio, tratándose de una facultad discrecional del tribunal de juicio

(TSJ, Sala Penal, “Argañaraz”, S. n° 209, 16/5/2019).

IV. Por ello, corresponde votar negativamente a la cuestión planteada.

El señor Vocal doctor Sebastián Cruz López Peña dijo:

La señora Vocal preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente

la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por lo que adhiero a la

misma en un todo, votando, en consecuencia, de idéntica forma.

A LA QUINTA CUESTIÓN:

La señora Vocal doctora Aída Tarditti dijo:

Conforme los argumentos desarrollados más arriba corresponde:

I. Rechazar el recurso de casación interpuesto por el señor asesor letrado penal de 16° turno

de esta ciudad, abogado defensor del imputado Carlos Jesús Horacio Bustos. Con costas

(CPP, 550/551).

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II. Hacer lugar al recurso de casación deducido por la señora Fiscal de Cámara, a cargo de la

Fiscalía de Cámara Subrogante, doctora Mirtha Adriana Abad y en consecuencia: 1. Casar la

Sentencia n° 45, de fecha 10/8/2017, dictada por la Cámara en lo Criminal y Correccional de

Sexta Nominación en cuanto dispuso, en lo que aquí interesa: Declarar a Carlos José Horacio

Bustos (…) coautor de robo (arts. 45 y 164 del C. Penal) cuarto hecho. 2. En su lugar

corresponde: I. Declarar a Carlos José Horacio Bustos coautor responsable de los delitos de

robo calificado con armas en concurso ideal con robo calificado con arma de fuego cuya

aptitud para el disparo no puede tenerse de ningún modo por acreditada (art. 166, inc. 2°,

primer supuesto, 54 y 166, inc. 2°, último párrafo), en concurso real con el delito de violación

de domicilio (arts. 55 y 150 CP), todo ello en relación al hecho nominado cuarto. 3. Sin costas

(CPP arts. 550/552).

III. Reenviar las presentes actuaciones al tribunal de origen a los fines de que gradúe la

sanción correspondiente al imputado de acuerdo al nuevo encuadramiento legal dispuesto.

Así voto.

El señor Vocal doctor Sebastián Cruz López Peña dijo:

La señora Vocal preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente

la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por lo que adhiero a la

misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.

En este estado, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de la Sala Penal;

RESUELVE:

I. Rechazar el recurso de casación interpuesto por el señor asesor letrado penal de 16° turno

de esta ciudad, abogado defensor del imputado Carlos Jesús Horacio Bustos. Con costas

(CPP, 550/551).

II. Hacer lugar al recurso de casación deducido por la señora Fiscal de Cámara, a cargo de la

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Fiscalía de Cámara Subrogante, doctora Mirtha Adriana Abad y en consecuencia:

1. Casar la Sentencia n° 45, de fecha 10/8/2017, dictada por la Cámara en lo Criminal y

Correccional de Sexta Nominación en cuanto dispuso, en lo que aquí interesa: declarar a

Carlos José Horacio Bustos (…) coautor de robo (arts. 45 y 164 del C. Penal) cuarto hecho.

2. En su lugar corresponde: “Declarar a Carlos José Horacio Bustos coautor responsable de

los delitos de robo calificado con armas en concurso ideal con robo calificado con arma de

fuego cuya aptitud para el disparo no puede tenerse de ningún modo por acreditada (art. 166,

inc. 2°, primer supuesto, 54 y 166, inc. 2°, último párrafo), en concurso real con el delito de

violación de domicilio (arts. 55 y 150 CP), todo ello en relación al hecho nominado cuarto”.

3. Sin costas (CPP arts. 550/552).

III. Reenviar las presentes actuaciones al Tribunal de origen a los fines de que gradúe la

sanción correspondiente al imputado de acuerdo al nuevo encuadramiento legal dispuesto.

Con lo que terminó el acto que, previa lectura y ratificación que se dio por la señora

Presidenta en la Sala de Audiencias, firman esta y los señores Vocales del Tribunal Superior

de Justicia, todo por ante mí, el Secretario, de lo que doy fe.

TARDITTI, Aida Lucia Teresa

VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

LOPEZ PEÑA, Sebastián Cruz CACERES de BOLLATI, María Marta

VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

SOSA LANZA CASTELLI, Luis María

SECRETARIO/A GENERAL DEL T.S.J

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