Aristc3b3teles El Autor y Su Contexto Filosc3b3fico
Aristc3b3teles El Autor y Su Contexto Filosc3b3fico
Aristc3b3teles El Autor y Su Contexto Filosc3b3fico
C)
a) Ética: el eudemonismo
b) Teoría de la virtud
c) El hombre como animal político
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Contexto histórico
En el año 334 a. C. Filipo fue sustituido en el trono por su hijo Alejandro Magno, que
había sido educado precisamente por Aristóteles. Alejandro continuó con la política
expansionista de su padre levantando un imperio que en su momento de máximo esplendor se
extendía desde el actual Irán a Egipto. Este vasto imperio se desmembró tras la temprana
muerte de Alejandro Magno en el año 323 a. C. Se inició entonces lo que hoy se conoce con
el nombre de helenización, es decir, el proceso de expansión de la cultura ateniense por todo
el territorio del imperio macedónico.
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Desde un punto de vista sociocultural, la edad de oro (Siglo de Pericles) ya había pasado,
aunque Atenas siguió teniendo una vida cultural muy importante. Destacaron, por ejemplo,
Demóstenes en la oratoria. Famosas fueron sus Filípicas, discursos en los que atacaba el afán
expansionista de Filipo. Igualmente, destacaron Praxíteles en escultura y Apeles en pintura.
En general, el arte desarrolló una tendencia sensualista alejada ya del clasicismo racionalista
de la época platónica. El idealismo es sustituido por el realismo. Por último, cabe destacar el
importante desarrollo de la ciencia, donde sobresalen autores como Eudoxo y, sobre todo,
Euclides en geometría.
En cualquier caso, los últimos años de vida de Aristóteles coincidieron con la decadencia
del Imperio macedónico. En las décadas posteriores, Atenas perderá progresivamente
importancia siendo sustituida por Alejandría, que se consolidará como el nuevo centro
cultural y científico del mundo antiguo.
Contexto Filosófico
De manera un tanto general puede afirmarse que Aristóteles concibió su filosofía como
una alternativa a las elaboradas por Demócrito (atomismo) y, sobre todo, por su maestro
Platón.
Más decisiva fue su crítica a la ontología platónica. Aunque aceptó la existencia de las
ideas o esencias (formas en el lenguaje aristotélico), sin embargo, negó que pudiesen existir al
margen de las cosas sensibles. Ello le llevó a rechazar el dualismo ontológico de su maestro y
a elaborar una teoría ontológica alternativa: la teoría hilemórfica de la sustancia.
Aristóteles mostró también un gran interés por las cuestiones de ética y política. Como
Platón, intentó concebir un Estado ideal, pero en vez de diseñar una utopía adoptó un
planteamiento “realista”. Estudió hasta 148 Constituciones diferentes, comparándolas y
analizándolas críticamente, para deducir la mejor forma posible de organización socio-
política, que sería aquella que, por encima de cualquier otra consideración, estuviese orientada
a la consecución del bien común.
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Por último, cabe también señalar la influencia que sobre él ejercieron algunas teorías
científicas (matemáticas, astronomía, ciencias naturales, geografía). Influencias especialmente
visibles en sus reflexiones sobre la naturaleza, el origen y composición del Cosmos o en sus
estudios sobre los seres vivos (por ejemplo, sobre los animales).
Tres son las razones fundamentales por las que la teoría de las Ideas ha de ser rechazada,
según Aristóteles:
1ª. Al defender la existencia de las Ideas separadas de las cosas, Platón se vio obligado a
defender un dualismo ontológico, pero esto, según Aristóteles, supuso duplicar la realidad y,
en consecuencia, aumentar la dificultad de su explicación, pues la filosofía debía explicar
entonces dos mundos: sus semejanzas, diferencias, relaciones, etc.
2ª. El mundo de las Ideas no puede explicar de manera satisfactoria el mundo sensible,
porque si las esencias están separadas de las cosas, entonces no pueden ser esencias de las
cosas, ya que la esencia de algo debe estar necesariamente en ese algo y no fuera de él.
3ª Al ser inmutables, las Ideas no sirven para explicar el atributo más importante de la
realidad: el cambio o movimiento. En el mundo empírico observamos que los seres cambian
constantemente (surgen, se modifican, se destruyen o mueren…), pero las Ideas al ser
inmutables no pueden explicar ese dinamismo de la naturaleza.
La crítica a la teoría de las Ideas no implica que Aristóteles defienda posturas relativistas
como los sofistas. En realidad, él no rechazó totalmente esa teoría, sino únicamente la
afirmación de que las Ideas se encuentran separadas de las cosas, pero, como Sócrates y el
mismo Platón siempre defendió la existencia de esencias universales, de cuyo conocimiento
debería ocuparse la ciencia en general y, en concreto, la primera y más importante de todas: la
metafísica. Aristóteles, pues, consideraba que el objetivo de la filosofía debía ser el estudio de
lo universal, esto es, de las esencias. Pero al rechazar la teoría de las Ideas llevó a cabo una
revalorización muy notable del mundo empírico, frente a la negativa consideración
platónica del mismo (“realidad aparente”, mundo de engaño, error, de la mera opinión…).
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la ciencia más general que existe y la que debe servir de fundamento para el resto de ciencias,
sean teóricas (matemáticas y física), prácticas (ética o política) o productivas (medicina,
poética, música…). Es la más general porque se ocupa del ser en general, de sus causas y
principios, mientras que el resto de ciencias son particulares.
El término ser tiene múltiples significados, pero no es un término equívoco puesto que sus
distintos sentidos tienen una conexión entre sí, comparten algo que les otorga unidad. Ese
algo común es la sustancia. Según Aristóteles, todos los modos de ser son sustancias o
afecciones de una sustancia. El filósofo griego entendía por sustancia aquello que existe
por sí mismo. Por lo tanto, el sujeto o soporte que sustenta todos los accidentes que se
predican de ella. Los accidentes se predican siempre de una sustancia, mientras que la
sustancia no se predica nunca de ninguna otra cosa. Aristóteles sostuvo que el ser podía
predicarse de muchas maneras. Llamó categorías a las distintas predicaciones del ser, que
pueden cambiar sin que la esencia de la sustancia cambie.
CATEGORÍAS
1ª. Las sustancias primeras, que serían los entes concretos e individuales. Son las
sustancias entendidas en sentido riguroso (Sócrates, mi perro, el árbol de mi calle…).
2ª. Las sustancias segundas, que serían los entes universales, los géneros y las
especies (hombre, mamífero, árbol…). No pueden existir separadas pues si así fuera
equivaldrían a las Ideas platónicas. Al corresponder a la categoría de sustancia, se vio
obligado a llamarlas segundas para diferenciarlas de las primeras.
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(morphé). La materia es aquello de lo que está hecho una cosa u ente. Así, la materia de
una mesa puede ser la madera, el mármol o el plástico. La materia de un hombre serán los
músculos, los huesos, los órganos vitales… La forma es lo que hace que algo sea lo que es.
La forma es, por lo tanto, la esencia de la cosa, lo universal (la Idea platónica), pero no
separada de las cosas, sino presente en ellas. Pero es muy importante tener presente que no
debe identificarse la forma sustancial con la estructura de un ser, es decir, forma no como
sinónimo de figura. La forma sustancial no tiene “forma” sensible alguna, es un principio
estructural universal, subyacente en los individuos concretos, que los hace pertenecer a una
determinada especie de ser.
Por consiguiente, materia y forma son dos principios que conforman un todo sustancial,
un solo ser, y no se pueden separar (del mismo modo que no se pueden separar en una estatua
de mármol el mármol y la figura). En el mundo físico no puede haber materia sin forma ni
forma sin materia. Por lo tanto, la forma no es nada sin la materia, no puede existir al margen
de ella. (Solo hay una excepción: el Primer Motor Inmóvil o Dios, que es solo forma sin
materia). Materia y forma son eternas, pero no existen independientemente la una de la otra,
sino unidas: o se dan juntas o no se dan. Pueden distinguirse mediante el pensamiento, pero en
la realidad son inseparables.
Además es importante tener presente que, según Aristóteles, hay dos niveles o tipos de
materia: la materia prima o primera y la materia segunda.
De los dos elementos que componen todo ser natural, Aristóteles consideró que la forma
es ontológicamente superior a la materia. La materia es principio de individuación porque
gracias a ella se distinguen las sustancias primeras. Si no hay entes concretos iguales es
gracias a que su materia no es igual. Por el contrario, la forma es principio de especiación, en
cuanto que “hace” la especie (hombre, caballo, mesa…). La materia es singular, la forma es
universal. Por ejemplo: Sócrates y Platón son de la especie “hombre” (comparten la misma
forma sustancial), pero son individuos distintos porque tienen materias distintas (distinta
altura, peso, constitución, color de pelo, ojos…).
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b) Física: el problema del movimiento
Frente a la metafísica que se ocupa del ser en general, la física estudia el ser natural, es
decir, la naturaleza (physis). Aristóteles defendió una concepción teleológica de la
naturaleza, según la cual todo proceso natural sigue un fin que le orienta y dirige, de tal
manera que cuando dicho fin se alcanza, ese proceso se realiza plenamente. Eso significa
aceptar que en la naturaleza nada ocurre por azar o capricho o sin motivo alguno.
Por otro lado, concibió la naturaleza como movimiento. Los objetos de estudio de la física
se caracterizan por estar dotados de movimiento. En realidad, el cambio o movimiento es el
atributo fundamental de la naturaleza y, por eso, comprenderlo y explicarlo es el problema
esencial de la física. A diferencia de Platón que consideró a la física como una ciencia
“menor”, que al ocuparse del mundo sensible quedaba reducida al ámbito de la opinión
(doxa), Aristóteles la considerará un saber fundamental para poder comprender la realidad.
Para explicar el movimiento, Aristóteles elaboró su teoría del acto y la potencia. Con ella
lograba resolver satisfactoriamente el problema planteado por Parménides sobre la
incapacidad de pensar y comprender el movimiento. Para el filósofo presocrático, todo
movimiento, todo cambio era en el fondo imposible porque equivaldría al paso del No-Ser al
Ser, lo que, desde un punto de vista lógico, supone una contradicción. Para poder explicar el
movimiento, Aristóteles sostuvo que toda sustancia primera (individuo o ente concreto) está
compuesta, además de por materia y forma, por otras dos estructuras ontológicas
fundamentales: acto y potencia. Un ente puede ser algo o tener la posibilidad de serlo, pero
sin serlo aún. En el primer caso decimos que es en acto, en el segundo que es en potencia.
Usemos un ejemplo. Una semilla no es aún un árbol, es un árbol en potencia, pero es una
semilla ya en acto. Un niño es un niño en acto y un adulto en potencia. El paso de la potencia
al acto es el paso del no-ser relativo al ser y en ello consiste el movimiento. Al introducir
esta noción de “no-ser relativo” (o ser en potencia), Aristóteles estaba salvando el
planteamiento de Parménides y explicando el cambio y devenir observable en el mundo
empírico. Parménides habría pensado solo con dos categorías: no ser y ser, mientras que
Aristóteles introduce la noción de “no-ser relativo”. Pensar el movimiento como tránsito de
la potencia al acto fue mérito aristotélico.
La teoría del acto y la potencia complementa a la hilemórfica. Igual que la forma tiene
prioridad ontológica sobre la materia, también el acto prevalece sobre la potencia. El acto es
la culminación, la plena realización y actualización de aquella realidad que en potencia estaba
solo prefigurada.
Por último, señalar que el paso de la potencia al acto ocurre de manera distinta según se
trate de un ser natural (una bellota o un niño) o un ser artificial (una mesa). En el primer caso,
la causa del movimiento es interna al propio ente. La propia naturaleza (physis) se encarga de
efectuar ese proceso. En el caso de los entes artificiales, el paso de la potencia al acto requiere
siempre la actuación de un agente externo, de una causa que está fuera del propio ente. Así,
para que unas tablas de madera (mesa en potencia) se conviertan en mesa (mesa en acto) es
necesario que un carpintero actúe sobre ellas y les transforme en mesa.
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El movimiento: elementos y tipos
Por último, la explicación aristotélica del cambio destacó también los distintos elementos
que intervienen en dicho proceso. En todo cambio, ya sea sustancial o accidental, se aprecia
una estructura común: hay algo que permanece a través del cambio, algo que desaparece y
algo que aparece. El siguiente esquema recoge cómo se combinan estos elementos según el
tipo de cambio que se produzca
Conocer algo de modo científico implica conocer sus causas, por eso la física debe
estudiar también las causas del cambio o movimiento. Aristóteles diferenció cuatro tipos de
causas:
1ª. La causa material: aquello de lo que algo está hecha la sustancia (mármol)
2ª. La causa formal: aquello que hace que una sustancia sea lo que es y no otra cosa. Es la
esencia o forma (idea o forma de estatua)
3ª. La causa eficiente o agente: agente o productor del ente (escultor)
4ª. La causa final: aquello que mueve al agente a actuar, el fin que se persigue (adornar
un templo)
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c) Cosmología
Debajo de la esfera lunar estaría la Tierra, estática y situada en el centro del universo. En
ella los cuatro elementos se hayan mezclados, aunque cada uno busca volver a su lugar
natural (la tierra y el agua al suelo, el fuego y el aire al cielo), lo que explica los movimientos
de los cuerpos naturales que estudia la física (una piedra desciende, una llama asciende). El
movimiento rectilíneo vertical (sea de ascensión o descenso) es, pues, el movimiento natural
en el mundo sublunar. Los movimientos horizontales u oblicuos son siempre movimientos
violentos debidos a la acción de una fuerza exterior que actúa sobre ellos, y cesan en el mismo
momento en el que dicha fuerza deja de actuar.
Esta visión del cosmos se mantendrá vigente en sus aspectos esenciales (geocentrismo,
universo finito y cerrado…) durante toda la Edad Media, si bien recibirá modificaciones
derivadas del cristianismo (la idea de un cosmos eterno es sustituida por la de creación, el
Primer Motor Inmóvil por un Dios personal, omnipotente y bueno etc…). Habrá que esperar
hasta la Revolución Científica de los siglos XVI y XVI para ver nacer un modelo explicativo
nuevo del universo, gracias a las investigaciones de Copérnico, Galileo y Newton.
Como buen empirista, Aristóteles sostiene que todo nuestro conocimiento comienza con
la experiencia, es decir, con los datos que nos proporcionan los sentidos. Con este
planteamiento se niega la existencia del conocimiento innato. El alma humana al nacer es
como una tabla de arcilla lisa. La diferencia con la gnoseología de su maestro es evidente.
Mientras que Platón aceptaba la existencia de conocimientos en el alma antes de unirse al
cuerpo (que luego debería recordar…), Aristóteles considera que antes de la experiencia
sensible no hay en el alma conocimiento alguno.
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Así pues, la sensación constituye el primer nivel de conocimiento humano. Mediante los
sentidos obtenemos datos procedentes de la realidad que nos rodea (sonidos, colores, formas,
texturas…). Tras la sensación, interviene la memoria, gracias a la cual es posible almacenar y
conservar los datos proporcionados por la sensación. Por último, la imaginación nos permite
la reproducción en la mente de objetos percibidos anteriormente, cuando no están ya
presentes, lo que amplia nuestra capacidad de conocer, juzgar y razonar.
La teoría del conocimiento aristotélica debía resolver una cuestión fundamental: ¿cómo se
pasa del conocimiento sensible (particular, concreto, subjetivo…) al universal (general,
común, objetivo…)?, ¿cómo se pasa de la sensación al concepto universal? Para explicar este
tránsito, Aristóteles elaboró su teoría de la abstracción. Los conceptos universales (por
ejemplo, árbol u hombre), llamados también sustancias segundas, no son Ideas que están en el
alma desde siempre, sino resultado de un proceso de abstracción a partir de las imágenes
sensibles concretas que se obtienen por los sentidos. El proceso de desarrolla a lo largo de
diferentes momentos:
1º. Los sentidos proporcionan la imagen de una sustancia concreta (el árbol de mi calle)
4º. Por último, el entendimiento paciente recibe la forma abstraída y permite al ser
humano aplicar los conceptos universales al lenguaje y, de este modo, pensar y comunicarse.
Por último señalar que en la Metafísica Aristóteles hizo una exhaustiva clasificación de las
ciencias, distinguiendo tres tipos generales de saber: el saber productivo, el saber práctico y el
saber contemplativo o teórico. El saber productivo se relacionaría con “ciencias” como la
música, la arquitectura, la escultura o la medicina. El saber práctico con la ética, la política y
la economía. Por su parte, el saber teórico o contemplativo se encontraría en las matemáticas,
la física y, sobre todo, en la filosofía primera o sabiduría (conocimiento de las causas y
principios del ser y del Primer Motor Inmóvil). Este saber sería el más elevado porque su
finalidad es el saber mismo, la pura contemplación, el puro conocimiento de la verdad sin
tener en cuenta su utilidad.
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3º. ANTROPOLOGÍA
El segundo tipo de alma es el alma sensitiva, el alma propia de los animales. No solo está
capacitada para ejercer las funciones vegetativas o nutritivas, sino que controla también la
percepción sensible, el deseo y el movimiento local, lo que permite a los animales disponer de
todas las sensaciones necesarias para garantizar su supervivencia, tales como las derivadas del
gusto y el tacto; ello permite también a los animales disponer de imaginación y memoria dos
facultades que, para Aristóteles, derivan directamente de la capacidad sensitiva de los
animales.
El tercer tipo de alma, superior a las dos anteriores, es el alma racional. Además de las
funciones propias de las almas inferiores, el alma racional está capacitada para ejercer
funciones intelectivas. Es un alma exclusiva del ser humano. Siendo el alma la forma del
hombre no puede existir más que un alma, que ha de realizar tanto las funciones "irracionales"
de la nutrición y la sensación, como las funciones racionales, intelectivas, la capacidad de
razonar. Las funciones racionales o intelectivas son el conocimiento de la verdad en sí misma
(la capacidad del conocimiento científico) y el conocimiento de la verdad con fines prácticos
(la capacidad deliberativa). Para Aristóteles, el alma es no solo principio vital, sino, al igual
que para Platón, principio de conocimiento. De hecho, Aristóteles definirá el hombre como
animal racional, atendiendo precisamente al tipo de alma que le es propia.
En cualquier caso no debe entenderse que el alma se divida en tres partes, como afirmaba
Platón, sino que dentro del alma podemos encontrar distintas funciones. Esta división permite
a su vez explicar la escala de seres vivos, ya que no todos poseen las tres almas.
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EL ALMA Y SUS FUNCIONES
-Reproducción
ANIMALES -Sentidos
-Locomoción
SERES HUMANOS -Entendimiento
la sensitiva
Se ha discutido mucho sobre si Aristóteles aceptó algún tipo de inmortalidad del alma
racional. Parece claro que no respecto a las funciones vegetativa y sensitiva, que no tienen
sentido separadas del cuerpo; también así lo parecería respecto a la parte intelectiva, teniendo
en cuenta la teoría hilemórfica de la sustancia y, por consiguiente, la imposibilidad de la
existencia separada de las formas. La cuestión, sin embargo, no quedó clara pues hay algunos
textos en los que parece defenderse la idea de la inmortalidad del alma racional, insistiéndose
en que puede subsistir separada del cuerpo. Esta ambigüedad provocó complejos y
apasionados debates durante la Edad Media, por ejemplo, entre los averroístas latinos y
Tomás de Aquino.
a) Ética: el eudemonismo
Aristóteles expuso sus ideas éticas fundamentales en su libro Ética a Nicómaco. En ella se
afirma que toda acción humana se realiza con vistas a un fin (nuevamente la visión teleológica
de la realidad aristotélica…) y el fin de la acción es el bien que se busca. El fin, por lo tanto,
se identifica con el bien. Pero muchas de esas acciones emprendidas por el hombre son un
"instrumento" para conseguir, a su vez, otro fin, otro bien. Por eso, Aristóteles diferencia entre
“fines medios” y “fines últimos”. Por ejemplo, nos alimentamos adecuadamente para gozar de
salud, por lo que la correcta alimentación, que es un fin, es también un instrumento (fin
medio) para conseguir otro fin: la salud. ¿Hay algún fin último?, ¿hay algún bien que se
persiga por sí mismo y no como instrumento para alcanzar otra bien? Debe aceptarse que sí lo
hay, pues si la vida humana girase solo en torno a “fines medios”, entonces sería imposible
dotarla de un sentido último que justificara la existencia de los “fines medios”, que no se
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buscan por sí mismos. Aristóteles nos dice que la felicidad es el bien último al que aspiran
todos los hombres por naturaleza. Por eso, la ética aristotélica puede llamarse eudemonista
(en griego, felicidad se dice eudaimonía -εὐδαιμονία-). Ahora bien, no todos los hombres
tienen la misma concepción de lo que es una vida buena, de la felicidad: para unos la felicidad
consiste en el placer, para otros en las riquezas, para otros en los honores, etc. ¿Es posible
encontrar algún hilo conductor que permita decidir en qué consiste la felicidad, más allá de las
ideas de cada cual? Con otras palabras, ¿es posible escapar del relativismo y lograr una
definición universal de felicidad?
La ética no puede ser una ciencia que dependa del conocimiento de la definición universal
del Bien, sino una reflexión práctica encaminada a la acción, por lo que ha de ser en la
actividad humana en donde encontremos los elementos que nos permitan definir la felicidad.
Cada sustancia tiene una función propia que viene determinada por su naturaleza; actuar en
contra de esa función equivale a actuar en contra de la propia naturaleza. ¿Cuál es esa función
en el caso del ser humano? Para contestar esta pregunta es necesario mirar la naturaleza del
hombre y examinarla.
De acuerdo con su psicología, Aristóteles considera las funciones propias del alma racional
como las más elevadas. Son específicas del ser humano y, por lo tanto, en ellas debe buscarse
prioritariamente la función propia de ese ente. Ello llevó al filósofo griego a identificar
felicidad y racionalidad. El ejercicio de la razón (plasmado en la búsqueda del conocimiento,
del saber, etc.) debe conducir a la felicidad. Así, la vida contemplativa aparece como el ideal
de felicidad. Sin embargo, el propio Aristóteles fue plenamente consciente de que esa era una
comprensión demasiado utópica o irreal de felicidad, pues el alma racional incluye también
las funciones sensitivas y vegetativas. Ello le obligó a formular otra definición más “real” de
felicidad, según la cual, ésta se lograría al encontrar un equilibrio entre distintos factores:
conocimiento, disfrute moderado de bienes externos (salud, amigos…), un cierto nivel
material que permita al hombre tener tiempo libre para cultivar su racionalidad, salud…
b) La teoría de la virtud:
Estrechamente vinculada con las reflexiones sobre la felicidad, se haya la teoría aristotélica
de la virtud. Ello se debe a que, para este filósofo, la felicidad es imposible sin virtud, como
indica la definición aristotélica: “felicidad es la actividad del hombre conforme a la virtud”.
En sus obras Aristóteles diferenció con claridad dos clases distintos de virtudes: las
virtudes éticas (propias de la parte apetitiva y volitiva de la naturaleza humana) y las virtudes
dianoéticas (propias de la diánoia, del pensamiento, de la función intelectiva del alma).
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Virtudes éticas
"La virtud es, por tanto, un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para
nosotros, determinada por la razón y tal como la determinaría el hombre prudente. Posición
intermedia entre dos vicios, el uno por exceso y el otro por defecto. Y así, unos vicios pecan
por defecto y otros por exceso de lo debido en las pasiones y en las acciones, mientras que la
virtud encuentra y elige el término medio. Por lo cual, según su sustancia y la definición que
expresa su esencia, la virtud es medio, pero desde el punto de vista de la perfección y del
bien, es extremo." (Ética a Nicómaco, libro 2, 6).
Este término medio no consiste en la media aritmética entre dos cantidades, de modo que
si consideramos poco dos y mucho diez el término medio fuese seis. No hay una forma de
comportamiento universal en la que pueda decirse que consiste la virtud. Es a través de la
experiencia propia como podemos y debemos ir forjando ese hábito, mediante la persistencia
en la adopción de decisiones correctas. Nuestras características personales, las condiciones en
las que se desarrolla nuestra existencia, las diferencias individuales, son elementos a
considerar en la toma de una decisión, en la elección de nuestra conducta. Lo que para uno
puede ser excesivo, para otro puede convertirse en el justo término medio; la virtud mantendrá
su nombre en ambos casos, aunque actuando de dos formas distintas. No hay una forma
universal de comportamiento y sin embargo tampoco se afirma la relatividad de la virtud.
La justicia es la virtud ética más importante. Consiste en dar a cada uno lo que es debido
y puede ser distributiva o geométrica (señala cómo deben distribuirse los bienes y honores en
una comunidad en función de los méritos de cada uno) o conmutativa o aritmética (se da entre
individuos y es correctiva, tiene como fin restituir un daño causado por otra persona o
personas).
Virtudes dianoéticas
Para determinar las virtudes dianoéticas parte Aristóteles del análisis de las funciones de la
parte racional del alma. Así, encontramos dos virtudes dianoéticas fundamentales, que se
adquirirán a través de la educación:
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2ª. La sabiduría: es la virtud que se alcanza cuando se conocen las realidades que están
por encima del ser humano. Cuando se posee la sabiduría se logra la máxima felicidad y se
llega a rozar lo divino. Es un saber teórico que no "sirve" para nada ulterior, no es un medio
para ningún otro fin, sino que es un fin en sí mismo que tiene su placer propio.
Aristóteles desarrolló las cuestiones políticas en dos libros: Constituciones y Política. Más
que el diseño de lo que debería ser una sociedad perfecta o justa, lo que le interesa a
Aristóteles es determinar las características del espacio social en el que se ha de desarrollar la
vida del hombre. También bosquejará tímidamente su sociedad ideal, en los libros 7 y 8 de la
Política, pero al igual que en otros aspectos de su obra se sentirá más atraído por el análisis de
la experiencia, en este caso, el de la experiencia de la vida colectiva o social del hombre. Por
lo tanto, frente al planteamiento político platónico, basado en la descripción detallada de
un Estado ideal, Aristóteles desarrolla una teoría política realista y analítica.
Aristóteles, como Platón, considera que el Estado ha de garantizar el fin que todo hombre
busca: la felicidad. Dada su naturaleza, ningún ser humano puede ser verdaderamente feliz sin
vivir en sociedad y, por eso, el Estado tiene que garantizar la consecución de dicho fin. Todas
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las leyes, normas e instituciones estatales deben estar orientadas a favorecer la felicidad de los
ciudadanos.
FORMAS DE GOBIERNO
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