Acontecimientos Que Condujeron Al Ataque A Pearl Harbor
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En mayo del año siguiente, Estados Unidos expuso su posición en los llamados Cuatro
Principios, presentados por el secretario de Estado Cordell Hull absolutamente
contrarios a la política expansionista japonesa, que tenía como objetivo el
establecimiento de un área exclusiva en Asia Oriental y el Pacífico occidental
llamada Esfera de Coprosperidad de la Gran Asia Oriental. La invasión alemana de la
Unión Soviética a finales de junio de 1941 fue aprovechada por Japón para completar
la ocupación de la Indochina francesa, una operación ante la que el presidente
estadounidense Franklin D. Roosevelt reaccionó con la imposición de duras sanciones
económicas que incluían el embargo de las exportaciones de petróleo.
La Nota Hull fue considerada como un ultimátum por los dirigentes japoneses, y el 1
de diciembre la Conferencia Imperial daba luz verde para entrar en la guerra.
El momento elegido quedó fijado en las 8:00 horas (horario de Hawái, 13:30 en
Washington D. C.) del 7 de diciembre de 1941.
Antecedentes
Véase también: Expansionismo japonés
Póster difundido por el Estado títere japonés de Manchukuo para promover la armonía
entre japoneses, chinos y manchúes.
Así, la idea liberal de la monarquía constitucional fue desechada —su principal
defensor, el prestigioso jurista Tatsukichi Minobe, fue acusado en 1935 del crimen
de «lesa majestad» y obligado a abandonar su cátedra de la Universidad de Tokio— y
en su lugar se impuso el culto al emperador —presentado como un «dios viviente»,
encarnación de la nación—.10 En 1937, el ministro de Educación, el general en la
reserva Sadao Araki, antiguo líder de la facción más ultranacionalista del Ejército
(Kodoha o Facción del Camino Imperial), promulgó una ley titulada Fundamentos del
Régimen Nacional (Kokutai no Hongi), en la que se afirmaba que el emperador
descendía de la diosa Amaterasu, y que era la fuente de la vida y de la moralidad
del pueblo. Asimismo, se ensalzaban las virtudes de lealtad, patriotismo, amor
filial, armonía, espíritu nacional (kokutai) y bushido (el código de los guerreros
samuráis), mientras que se condenaba el individualismo occidental, origen de
movimientos indeseables como la democracia, el socialismo y el comunismo.11
En política exterior, los ultranacionalistas, con un peso cada vez mayor entre la
clase dirigente civil y militar japonesa, rechazaban el «sistema de Washington» y
defendían la creación de una «zona exclusiva» en Asia y el Pacífico, en la que
Japón podría conseguir lo que no obtenía de su propio territorio, aunque esto
supusiera enfrentarse a las potencias occidentales con importantes intereses
coloniales y económicos en la zona: Gran Bretaña, Francia, Países Bajos y Estados
Unidos.15
Acontecimientos de 1940
16 de julio: la facción pro-Eje encabezada por el Ejército hace caer al primer
ministro Yonai
Posado oficial de los miembros del nuevo gobierno formado en julio de 1940,
presidido por Fumimaro Konoe (en primer plano). En los acontecimientos posteriores
desempeñarían un papel crucial el nuevo ministro de la Guerra, el general Hideki
Tōjō (segundo por la izquierda en la primera fila tras el presidente), y, como
ministro de Asuntos Exteriores, Yosuke Matsuoka (primero por la derecha en la misma
fila).
La operación de derribo del primer ministro Yonai se puso en marcha en julio cuando
el ministro de la Guerra Shunroku Hata dimitió, negándose el Ejército a proponer un
sustituto, lo que implicaba la disolución inmediata del gobierno. Así que Yonai no
tuvo más remedio que dimitir el 16 de julio, y el nuevo primer ministro nombrado
por el emperador al día siguiente fue el príncipe Fumimaro Konoe, el candidato
favorito del Ejército y que ya había estado al frente del gobierno cuando comenzó
en 1937 el Incidente de China.4647 Las personas que ocuparon los dos puestos claves
del gabinete también fueron las que propuso el Ejército: el belicista general
Hideki Tojo, como ministro de la guerra, y el político y diplomático pro-Eje Yosuke
Matsuoka, como ministro de Asuntos Exteriores.48 El 22 de julio se formó el nuevo
gobierno y al día siguiente el primer ministro Konoe anunció en un discurso emitido
por la radio que el antiguo orden mundial estaba desmoronándose y que Japón tenía
que estar preparado para dar la bienvenida al nuevo.49 El ministro Matsuoka lo
expresó aún más claramente:50
Yōsuke Matsuoka (en primer plano) durante su estancia en Berlín a finales de marzo
de 1941. Le acompañan el mariscal de campo Wilhelm Keitel (centro), el embajador de
Alemania en Tokio, Heinrich Stahmer (derecha), y (a la espalda de Matsuoka) el
ministro del Reich Heinrich Georg Stammer.
Pero, para poder superar la oposición de la Armada al acuerdo —a la que le
preocupaba que la alianza pudiera conducir a una guerra con Estados Unidos, para la
que no estaba aún preparada y que si se prolongaba no se podría ganar—, Matsuoka
tuvo que conceder que Japón mantendría su independencia a la hora de decidir si
entraba o no en guerra y luego lograr que Alemania lo aceptara —aunque la redacción
final que se dio a ese punto no estaba exenta de ambigüedad—.68 Otro elemento que
acabó por convencer a la Armada fue la promesa de aumentar el presupuesto naval.69
El 4 de octubre el primer ministro Konoe declaró a la prensa: «Creo que será mejor
para Estados Unidos que trate de comprender las intenciones de Japón y participe
activamente en la construcción del nuevo orden mundial. Si Estados Unidos
malinterpreta deliberadamente la verdadera voluntad de Japón, Alemania e Italia… y
continúa con sus provocaciones, no nos quedará más opción que ir a la guerra».74
Esta nueva etapa en las relaciones exteriores de Japón se reflejó inmediatamente en
un aumento de la tensión con Estados Unidos —de hecho a principios del año
siguiente las familias del personal diplomático estadounidense comenzaron a
abandonar Japón—.72
Acontecimientos de 1941
12 de mayo: el embajador japonés entrega en Washington la respuesta a los «Cuatro
Principios» del secretario Hull
Matsuoka junto a Hitler durante la visita que hizo a Berlín en marzo de 1941.
Sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores Matsuoka no aceptó los Cuatro
Principios y alegó el derecho de Japón al uso de la fuerza, yendo más allá incluso
de lo que pensaban el Ejército y la Armada imperiales y el primer ministro Konoe —
aunque este no se atrevió a destituirlo, pues hubiera desencadenado una crisis de
su gobierno—.77 De hecho, en la conferencia de enlace del 3 de mayo, llegó a
proponer, ante la estupefacción de los presentes, que Japón atacara la estratégica
colonia británica de Singapur,64 tal como le habían pedido Hitler y Goering en la
reciente visita que había realizado a Alemania. Según Matsuoka, la conquista de
Singapur también beneficiaría a Japón, porque obligaría a Estados Unidos a
replantearse la posibilidad de una guerra con él.78
Roosevelt en 1941.
El 22 de julio los franceses accedieron finalmente a la ocupación «pacífica» de su
colonia, lo que provocó la reacción inmediata de Estados Unidos. El 23 de julio el
secretario de estado Cordell Hull comunicó al embajador japonés Kichisaburō Nomura
que las negociaciones que mantenían los dos países quedaban rotas y dos días
después el presidente Franklin D. Roosevelt ordenaba la congelación de todos los
activos japoneses en Estados Unidos,89 decisión que fue secundada por Gran Bretaña
—cuyo embajador en Tokio le comunicó indignado a Toyoda: «Si llevan a cabo la
ocupación, tendremos que ver de qué otras formas tratamos con ustedes»— y las
Indias Orientales Neerlandesas. También se comenzó a discutir la imposición del
embargo de petróleo.90
La reacción del gobierno y de los altos mandos militares japoneses fue de sorpresa
y de cierta incredulidad. «Estamos convencidos de que no habrá embargo [de
petróleo] mientras no vayamos más allá de la ocupación militar de la Indochina
francesa», se afirmó en la conferencia de enlace celebrada nada más conocerse las
sanciones estadounidenses.90 Un alto cargo del Ministerio de Marina reconoció
después de la guerra que haber actuado de la forma que se hizo «fue inexcusable».91
El almirante Osami Nagano, jefe del Estado Mayor de la Armada Imperial Japonesa.
El 28 de julio comenzó la ocupación japonesa de Indochina.82 Tres días después, el
jefe del Estado Mayor de la Marina, Osami Nagano, se entrevistó con el emperador
Hirohito, a quien le advirtió: «si nuestros suministros de petróleo se
interrumpieran, agotaríamos nuestras reservas en dos años. Si estallara una guerra,
tendríamos para dieciocho meses», por lo que no quedaría «más opción que atacar».
Hirohito le preguntó que en ese caso «¿podemos esperar una gran victoria como la
que obtuvimos en el mar de Japón?», a lo que Nagano contestó: «No estoy seguro de
ninguna victoria, y mucho menos de una victoria extraordinaria como la del mar de
Japón». «¡Pues qué guerra más imprudente sería esa!», exclamó el emperador.95 Al
día siguiente, Estados Unidos comenzó a aplicar el embargo de petróleo al no haber
obtenido ninguna respuesta del gobierno japonés.96
El embargo comercial, decretado por Estados Unidos y secundado por Gran Bretaña y
las Indias Orientales Neerlandesas, supuso un bloqueo económico total para Japón,
pues dos tercios de sus importaciones provenían de esos países o de los territorios
controlados por ellos. Especialmente acuciante era el problema del abastecimiento
de petróleo, ya que alrededor del 85 % del que consumía Japón procedía de Estados
Unidos. Precisamente la perspectiva de agotar sus reservas de petróleo, con lo que
Japón sería como «un pez en un estanque al que le extraen el agua poco a poco»,
hizo que la Armada defendiera la ocupación de los campos petrolíferos de las Indias
Orientales Neerlandesas, aunque eso supusiera la guerra con Estados Unidos y con
Gran Bretaña, a lo que hasta entonces se había opuesto.76
El general Hajime Sugiyama, jefe del Estado Mayor del Ejército Imperial Japonés.
Un día antes de celebrarse la conferencia, el general Sugiyama, jefe del Estado
Mayor del Ejército, le comunicó a Konoe los tres principios que el Ejército y la
Armada consideraban innegociables: la alianza de Japón con el Eje, la Esfera de
Coprosperidad de la Gran Asia Oriental y la presencia de las tropas japonesas en
China.103 La posición tan firme de los militares es lo que probablemente explica
que Konoe no llegara a exponer su propuesta de «principio de acuerdo» en la
conferencia de enlace y prefiriera sumarse a la que presentó el ministro de Asuntos
Exteriores, que ofrecía menos concesiones, ya que solo proponía la retirada
japonesa de China en cuanto se hubieran alcanzado los acuerdos necesarios con ese
país, además de promesas vagas en el resto de los asuntos en litigio, lo que
implicaba que Japón ni se comprometía a abandonar Indochina ni a romper el Pacto
Tripartito.104102
Sin embargo, el tema principal que se trató en la conferencia de enlace no fue ese,
sino el plan militar «Elementos Esenciales para Ejecutar las Políticas del
Imperio», que habían elaborado los Estados Mayores del Ejército y de la Armada en
previsión de una guerra con las potencias occidentales y en el que se proponía
«principios de octubre» como fecha límite para las negociaciones con Estados
Unidos, ya que, en el caso de que estas fracasaran, las hostilidades debían
iniciarse como muy tarde el 31 de octubre, antes de que el enemigo pudiera
reforzarse y antes de que comenzara la estación de los monzones del sur —y mientras
el crudo invierno protegía al país de un posible ataque soviético por el norte—,
además de que, como indicó el almirante Nagano, jefe del Estado Mayor de la Armada
Imperial, «el imperio cada vez está más escaso de toda clase de recursos
materiales».105106 Y si no los conseguimos, añadió Nagano, «no será posible
mantener una guerra larga». «Aunque confío que en el momento presente tenemos una
oportunidad para ganar la guerra, me temo que esa oportunidad desaparecerá con el
paso del tiempo», concluyó.107
Stanley Hornbeck, asesor para Extremo Oriente, del secretario de Estado Cordell
Hull.
Pero finalmente el emperador no se opuso a la decisión de comprometer a Japón a ir
a la guerra —considerada por muchos líderes militares como inevitable— si las
negociaciones con Estados Unidos fracasaban, lo que era bastante probable,113
porque, según la historiadora Eri Hotta, «no había un precedente de veto imperial».
«Moviéndose cautelosamente entre sus roles divino y terrestre, el emperador escogió
limitarse a recitar un poema», concluye.111 El historiador Ian Kershaw recuerda que
«el poder del Emperador era más limitado en la práctica que en la teoría» por lo
que era «impensable» que se negara a sancionar la decisión acordada por la
conferencia de enlace, y que de haberlo hecho habría puesto en peligro a la propia
monarquía. Además, el emperador «no podía ordenar a unos militares poco dispuestos
a dar marcha atrás en una postura que había sido asociada por el público en
general, así como por la mayor parte de las élites, con el honor nacional de
Japón».114 Por otro lado, el también historiador Antony Beevor cree que la
oposición del emperador a la guerra «no se basaba en razones morales, sino
simplemente en el temor a salir derrotado».59
Es evidente que una guerra entre Estados Unidos y Japón sería necesariamente larga.
Estados Unidos no cejará mientras Japón esté ganando. La guerra durará varios años.
Entretanto, los recursos de Japón se agotarán, los barcos de guerra y el armamento
quedarán dañados, será imposible reponer el material… Japón se empobrecerá.
Mientras tanto las posibilidades de que la entrevista de Konoe con Roosevelt
tuviera lugar parecían cada vez más lejanas, sobre todo después de que el 2 de
octubre el secretario de Estado Hull reiterara al embajador Nomura que la cumbre no
se celebraría mientras no se hubiera alcanzado «una coincidencia de ideas sobre los
puntos esenciales» —en referencia a los Cuatro Principios planteados en mayo—,125 y
que incluían «una manifestación precisa» de las intenciones de Japón «respecto a la
retirada de China y de la Indochina francesa» y una «clarificación» de su posición
en el seno del Pacto Tripartito.126127
Con su intervención Tojo puso el liderazgo de Konoe en cuestión, por lo que, cuando
terminó la reunión del gabinete, se marchó al palacio imperial para pedir el cambio
del primer ministro. Se entrevistó con el guardián del sello privado Koichi Kido, a
quien le dijo que solo bajo un nuevo gobierno se podría reconsiderar la decisión
adoptada en la conferencia imperial del 6 de septiembre y le propuso que se
nombrara al príncipe Naruhiko Higashikuni, que era contrario a la guerra, como
nuevo primer ministro.135 Esta propuesta indicaba que Tojo había comenzado a dudar
de la opción bélica,136 probablemente debido a la conversación que había mantenido
unos días antes con el ministro de Marina Oikawa. Tojo le preguntó si tenía
confianza en la victoria, a lo que Oikawa contestó: «Me temo que no… Si la guerra
se prolonga durante unos años, no sabemos cuál será el resultado… Lo que he dicho
no debe salir de esta habitación». Entonces Tojo afirmó: «Si la Armada no tiene
confianza debemos reconsiderarlo. Habrá que dar marcha atrás a lo que haga falta,
aunque, por supuesto, haya que hacerlo con la humilde admisión de nuestra gran
responsabilidad». Lo que significaba que el gobierno debía dimitir.137
Carta del almirante Yamamoto al capitán Genda pidiéndole que estudie la viabilidad
de un ataque aéreo a Pearl Harbor. Febrero de 1941
Dependiendo de los cambios que se produzcan en la situación internacional,
podríamos vernos arrastrados a luchar con Estados Unidos. Si Japón y Estados Unidos
fueran a la guerra, tendríamos que recurrir a una táctica radical… Deberíamos
intentar, con toda la fuerza de nuestras Primera y Segunda Divisiones Aéreas,
asestar un golpe a la flota estadounidense en Hawái, de forma, que durante un
tiempo, Estados Unidos no pudiera avanzar hacia el Pacífico occidental. Nuestro
objetivo sería un grupo de acorazados estadounidenses… No sería fácil llevar a cabo
algo así. Pero estoy decidido a darlo todo para realizar este plan, supervisando yo
mismo las divisiones aéreas. Me gustaría que investigara pormenorizadamente la
viabilidad de un plan de estas características.
En febrero de 1941 Yamamoto le envió una carta, por medio del contraalmirante jefe
de la Undécima División Aérea Takijiro Onishi, al capitán Minoru Genda, miembro de
la plana mayor de la Primera División Aérea y el mejor piloto de la Armada
Imperial, en la que le pedía que «investigara pormenorizadamente la viabilidad de
un plan de ataque» con aviones a Pearl Harbor, reconociéndole que «no sería fácil
llevar a cabo algo así». En la carta le decía que se trataba de «asestar un golpe a
la flota estadounidense en Hawái, de forma que, durante un tiempo, Estados Unidos
no pudiera avanzar hacia el Pacífico occidental».143 Para elaborar su plan Yamamoto
había contado con las informaciones que le había proporcionado el cónsul japonés en
Honolulu, que había estado observando los movimientos de la flota estadounidense.
De ellas le había interesado especialmente una: que los barcos permanecían anclados
en el puerto los fines de semana.144
Dos meses después Yamamoto recibió la contestación redactada por Onishi en la que
él y Genda solo hablaban de bombardeos en picado y en altura, lo que le decepcionó
porque habían descartado el uso de torpedos lanzados desde los aviones debido a la
escasa profundidad de las aguas de Pearl Harbor —los torpedos japoneses necesitaban
unos treinta metros para no incrustarse en el fondo y dirigirse hacia su objetivo,
mientras que la profundidad media en Pearl Harbor era de doce metros—. Pero
Yamomoto insistió en que era posible el ataque con torpedos y respondió que habría
que mejorarlos y entrenar a los pilotos en su uso.145
Sin embargo, el plan de ataque a Pearl Harbor presentado por Yamamoto fue rechazado
por el Estado Mayor de la Armada Imperial por ser demasiado arriesgado y por
emplear demasiados recursos navales que serían necesarios en otros escenarios
bélicos, ya que se requerían seis de los diez portaaviones con que entonces contaba
la Armada Imperial. Pero Yamamoto no se conformó y envió a Tokio a Kuroshima para
que defendiera el plan y como último recurso amenazara con su dimisión y la de todo
su equipo si no se aceptaba. El 20 de octubre147 el Estado Mayor cedió —la dimisión
de Yamamoto supondría un duro golpe para la moral y la eficacia de la Flota
Combinada—148 y lo aprobó, a pesar de las dudas que seguía suscitando el plan.149
La fecha y hora para el ataque se fijó en las 8:00 horas del lunes 8 de diciembre,
hora de Tokio, 8:00 horas del domingo 7 de diciembre en Hawái y 13:30 horas del
mismo día en Washington.150 Se escogió ese domingo porque la luna proporcionaría
una luz que facilitaría el vuelo de los aviones antes de que amaneciera.151