Contenido Moral de Las Leyes de Reforma
Contenido Moral de Las Leyes de Reforma
Contenido Moral de Las Leyes de Reforma
Sumario: I.- Introducción, II.- Moral y derecho, III.- La moral social mexicana
en el siglo XIX, IV.- Las leyes de reforma y su contenido moral: a) Ley de Nacio-
nalización de los bienes eclesiásticos, b) Ley del Matrimonio Civil, c) Ley
Orgánica del Registro Civil, d) Decreto por el que cesa toda intervención
del clero en cementerios y camposantos, e) Decreto que dice los días que
deben tenerse por festivos y prohíbe la asistencia oficial a las funciones
de la Iglesia, f) Ley sobre libertad de cultos, g) Decreto en los que quedan
secularizados hospitales y establecimientos de beneficencia, h) Decreto
en que se extinguen en toda la República las comunidades de religiosas,
V.- Consideraciones Finales, VI.- Referencias bibliográficas.
I. Introducción
Cuando se estudia el tema de las Leyes de Reforma como parte de los programas
de estudio de Historia de México o de Historia del Derecho Mexicano, se suele
reflexionar sobre el impacto político y económico que estas leyes tuvieron en el
México de la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, pocas veces se menciona
el contenido especifico de este bloque de normas jurídicas, y menos aún la vertiente
moral que las distingue.
Si pretendemos entender con mayor acierto este bloque de leyes, tenemos que re-
conocer la esencia católica que las distingue, independientemente de sus pretensiones
políticas. Ello se logra teniendo en cuenta algunos importantes aspectos históricos.
60
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
61
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
62
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
El Derecho, una de cuyas manifestaciones es la ley, tiene pues una carga moral
intrínseca, que busca estar acorde con las costumbres de la sociedad en la que rige la
norma jurídica. Cuando no es así, la ley tendrá pocas posibilidades de ser cumplida,
y no responderá a las necesidades sociales de las que finalmente debe emerger el
orden jurídico. Aunque se puede atribuir al Derecho la función de ser motor del
cambio social, ello asume como riesgo que la norma sea incumplida por ir en contra
de las costumbres sociales, por contener una ética distinta a la del conjunto social
al que va dirigida.
Los conceptos de ética y moral son generalmente confundidos. El ethos en su
significado griego de raíz más antigua, implica la vida en armonía con los dioses y
el entorno, mientras que la moral se relaciona con lo que tiende al bien. El vocablo
latino mores, del que derivará nuestro apelativo castellano, significa propiamente
costumbre por lo que el sentido que se dará a esta palabra en este ensayo será una
combinación entre ese ethos griego y la mores romana, asumiendo a la moral como el
conjunto de creencias que tiene un grupo social específico (en este caso el mexicano
de mediados del XIX) y que determinan su actuar cotidiano.
El conjunto de costumbres de los mexicanos del siglo XIX fue sin duda determinado
por los principios y valores del catolicismo, pues esta religión había sido la que des-
de el siglo XVI, articuló el proceso de conquista espiritual (aunque también física)
de la población mesoamericana y dio trasfondo ideológico al nuevo ente político
llamado Nueva España.
La moral cristiana tiene como base los textos que fundamentan esta religión,
que dan cuenta de la vida, doctrina y milagros de Jesucristo, y que son conoci-
dos como evangelios. De la lectura de estos textos se pueden inferir principios
de comportamiento que deberían representar el modo de ser del cristiano. La
Iglesia católica, sin embargo, con la posibilidad de seleccionar e interpretar estos
textos base de la religión, impuso su modelo del cristianismo, el cual se reflejó
en la sociedad mexicana del siglo XIX, y en cierta medida ha trascendido hasta
nuestros días.
Dictadas antes incluso que el primer código civil federal, las leyes de reforma
resultan un esfuerzo estatal por codificar por escrito algunas costumbres que in-
tegraban la moral de los mexicanos de mediados del siglo XIX, y que habían sido
heredadas de un profundo sentimiento religioso católico, acentuado en la población
mesoamericana, por las razones que expusimos en el apartado previo.
63
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
Cada una de ellas tiene rasgos morales que coinciden con el pensamiento cris-
tiano primitivo, que exaltaba la austeridad y el desinterés por las cosas mundanas, a
la vez que definía una moral familiar y social, tendiente a cumplir con los principios
cristianos que daban a cada sexo pautas de comportamiento, y a la vez continuaban
facilitando a la sociedad el ejercicio de los ritos católicos. A continuación haremos
algún comentario de cada una de ellas, siguiendo este enfoque.
Las leyes de reforma son un grupo de disposiciones jurídicas dictadas por el gobierno
liberal con Benito Juárez a la cabeza, expedidas entre 1859 y 1863. El primer bloque
fue expedido en el 59, luego se complementó este paquete con la Ley de Libertad
de Cultos de 1860 y un par de decretos más, uno dictado en 1861 y el último en
1863, ya por enfrentar la invasión francesa. Todas estas normas constituyen parte
de un programa político, llamado de Reforma, que tuvo la intención de cristalizar
uno de los proyectos liberales en la nación mexicana independiente. Dicho proyecto
había tenido su primera expresión clara en 1833 con la vicepresidencia de Valentín
Gómez Farías. Este primer intento fracasó por la violenta reacción de los grupos
de poder a los que afectaba (La Iglesia católica y la parte conservadora de la clase
política mexicana), quienes demostraron su fuerza provocando guerras civiles48 ,
que motivaron incluso cambios en la organización política constitucional del novel
país. Este proyecto se puede resumir en la intención de lograr la laicidad del Estado
mexicano.
Luego de numerosas vicisitudes, el conjunto de leyes de reforma del 59, tendrá
mejores perspectivas de incorporarse y mantenerse en el sistema jurídico nacional,
lo que se demostró cuando finalmente sus principios fundamentales fueron incor-
porados a rango constitucional en septiembre de 1873, bajo el gobierno de Sebastián
Lerdo de Tejada.
Los detractores de esta reforma solieron difundir que sus autores atacaban
a la religión católica, lo que generaba que una parte muy importante del pueblo
mexicano, tradicionalmente creyente, viera con recelo estas leyes. Sin embargo, su
contenido nos revela que la intención fundamental era debilitar al poder político y
económico de la institución eclesiástica, consolidando la separación entre la Iglesia
La guerra de reforma en México es conocida como la Guerra de los tres años y duró de 1857
48
64
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
y el Estado, pero de ningún modo relajar la moral de la sociedad del México del
siglo XIX, ni afectar el ejercicio personal del culto cristiano.
Con la Ley Lerdo de 28 de junio de 1856 se desamortizaron las fincas rústicas y ur-
banas de las corporaciones civiles y religiosas, con lo que se debilitó parcialmente a
la Iglesia, pero no se tuvieron grandes aportes para el erario público. El tema de la
tierra, de los bienes inmuebles, siguió entonces siendo preocupación para el Estado
mexicano, por lo que es representativo que la ley que abre este proyecto, se refiera a
este tema. Esta ley es pues protagonista en el movimiento de Reforma, y pretendía
que esta vez el Estado se beneficiara de los bienes de la Iglesia, por lo que más allá
de una desamortización, que sólo implicaba sacar los bienes de “manos muertas”,
es decir, ponerlos en circulación comercial, esta vez se exigía la nacionalización de
esas propiedades, lo que originaría un claro beneficio para las arcas estatales.
Esta disposición fue sin duda la que causó un mayor impacto en la institución
eclesiástica y su contenido es mayormente político y económico. La nacionalización
de los bienes tanto del clero secular como del regular, arrancó a la Iglesia gran parte
de su fuerza económica. Si bien los bienes inmuebles concentraron mayormente la
atención, fueron igualmente importantes los bienes muebles que entre libros, ma-
nuscritos, pinturas, esculturas, muebles y antigüedades, contribuyeron a formar el
valioso acervo de las bibliotecas y los museos públicos.
En contraste con esta afectación directa al clero, el artículo tercero de esta ley
señala que “El gobierno se limitará a proteger con su autoridad el culto público de
la religión católica, así como de cualquier otra”49 . Si con ello se acaba el monopolio
de la religión católica, se menciona de manera explícita la protección al catolicismo.
En consonancia con la Constitución del 57 la afirmación que hace este artículo lleva
implícita la tolerancia de cultos, aunque se haga una alusión directa a la protección
que la autoridad hará del culto público católico.
La supresión total de las ordenes de religiosos (varones) es un punto interesante
que comentar pues, por lo menos en esta primera ley, se respeta a los conventos de
religiosas (mujeres) El artículo 14 señala a este efecto: “Los conventos de religiosas
que actualmente existen, continuarán existiendo y observando el reglamento econó-
49 Tena Ramírez, Felipe, Leyes Fundamentales de México, México, Porrúa, 2005, p. 639.
65
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
mico de sus claustros”50 . Los artículos siguientes se referirán a la forma en que las
monjas que decidieran exclaustrarse recibirían la dote que habían dado al momento
de entrar al convento, o la suma de 500 pesos por parte del Estado.
Esta disposición deja claro el respeto que se tiene a la figura religiosa femenina,
y aunque se prohíben los noviciados con el ánimo de extinguir estas congregaciones
paulatinamente, no van más allá, y no las obligan a salir de los claustros, como sí
se hace con los varones.
Si bien el decreto que cerrará el programa de la Reforma, se referirá a la extinción
de las comunidades de religiosas, en él se justificará con cuidado esta decisión argu-
mentando la inminente guerra y la necesidad del uso de estos inmuebles como hos-
pitales y cuarteles. Las hermanas de la caridad, seguirán siendo una excepción.
A estos privilegios que la ley concede de primera intención a las mujeres religiosas,
podríamos darle una lectura de moralidad, pues implica un respeto hacia estas religiosas,
que de una u otra forma, se concebían como algo bondadoso, que rebasaba los intereses
mundanos por los que había sido seducida la parte masculina del catolicismo.
La ley de nacionalización de los bienes eclesiásticos, fue sin duda la que provocó el
gran remolino del movimiento de reforma, pues sus consecuencias afectaron sobre todo
el interior de la Iglesia Católica. Es decir, fue una ley que cimbró el poder de la Iglesia,
desde su interior, sin afectar de un modo directo al feligrés. Era una norma dirigida a
los miembros del clero en la que sólo se afectaba a la población con la prohibición de
que se hicieran donaciones en bienes raíces a la Iglesia o a miembros del clero.51
Las leyes restantes del 59, en cambio, exigirán del pueblo un esfuerzo para hacer
cumplir el derecho del Estado, pues les ordenaba por ley, secularizar los eventos más
importantes de su vida, desde el nacimiento, pasando por el matrimonio, e inclu-
sive la defunción. Esta secularización, sin embargo, no implicaba cambios morales
o ideológicos, sino simplemente obligaba a la gente a hacer partícipe al Estado de
sus eventos personales o públicos de los que antes sólo debía informarse a la Iglesia
católica. Los apartados siguientes corresponden a esa dinámica.
Es en esta la ley donde se nota con mayor claridad esta moral social cristiana que
no se altera ni se critica, más bien, se estipula jurídicamente. El texto de la ley nos
50 Ibidem p. 640.
51 Artículo 4 de la Ley de Nacionalización de los bienes eclesiásticos, en Ibidem, p. 639
66
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
... los casados deben ser y serán sagrados el uno para el otro, aún más de lo que es cada
uno para sí. Que el hombre cuyas dotes sexuales son principalmente el valor y la fuerza,
debe dar y dará a la mujer, protección, alimento y dirección, tratándola siempre como la
parte más delicada, sensible, y fina de sí mismo, y con la magnanimidad y benevolencia
generosa que el fuerte debe al débil, esencialmente cuando este débil se entrega a él,
y cuando por la sociedad se le ha confiado. Que la mujer cuyas principales dotes son
la abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y la ternura, debe dar y dará al
marido obediencia, agrado, asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la
veneración que se debe a la persona que nos apoya y defiende, y con la delicadeza de
quien no quiere exasperar la parte brusca, irritable y dura de sí mismo...”53
52 Cabe recordar que la Ley del Divorcio se expidió hasta 1914 con Venustiano Carranza.
53 Tena Ramírez, Felipe, op.cit, p. 644-645.
67
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
Esta ley se refiere al estado civil de las personas, y su texto se aboca a organizar el
modo en que los jueces de registro civil deberían llevar la relación de nacimientos,
matrimonios, fallecimientos y algunos otros eventos que interesaba al estado con-
signar en libros, para llevar un control de la población.
Lo que me parece válido comentar de esta disposición en relación con el tema
del presente trabajo, es que fue una de las leyes que se cumplió con mayor resistencia
por parte de la población. La gente continuaba celebrando los sacramentos católi-
cos: el bautizo, la confirmación, el matrimonio y la extremaunción, de una manera
54 Aludiendo justo a esta perspectiva de género, lo que se lee en la ley es la descripción de una
mujer incapaz de guiarse a sí misma, y que además debe ser bella por ley, entre otras características
propias de este sexo débil. Otro comentario que valdría hacer, resulta de la vida privada de quien
redactó este texto, pues se conoce que Melchor Ocampo nunca contrajo matrimonio (por lo que su
epístola nunca le fue leída a él mismo) y procreó con su nana, quien era algunos años mayor que él,
por lo que tampoco asumió lo que él mismo llamó el único medio moral de conservar la especie. No
por ello dejamos de reconocer la importancia del pensamiento de Ocampo como uno de los ideólogos
liberales más destacados del movimiento juarista, aunque estos comentarios nos revelan lo difícil que
resulta armonizar la vida privada con los ideales sociales y políticos.
55 Tena Ramírez, Felipe, op.cit, p. 647.
68
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
natural ante los curas, y no solían hacerlo ante la autoridad civil. El ejemplo claro de
esta situación, es que hasta hace poco, con mucha frecuencia, la gente mayor seguía
teniendo fe bautismal, en lugar de acta de nacimiento, la que sólo obtenía en caso
de necesidad inminente ante otro trámite oficial durante su vida.
Es decir, la costumbre de sólo ir a hacer estos registros ante la Iglesia, se siguió
manteniendo sobre todo en las zonas rurales. Ahora bien, si la ley exigía y describía
la forma en la que el Registro Civil, creado para este fin, debía anotar estos eventos
con fines estatales, no se prohibió que se siguieran haciendo de una manera reli-
giosa. La pretensión fue que, quien lo quisiera de ese modo, llevara a cabo estos
acontecimientos de manera paralela entre lo civil y lo religioso, lo que con el tiempo
paulatinamente se fue consiguiendo.
correspondencia entre Benito Juárez y Margarita Maza, México, Secretaría de Cultura del Gobierno del
D.F, 2006, p. 17
69
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
... vosotros estás ciegos; estos funerales proporcionaban un vasto campo a vuestras
imposturas; los estándares católicos entraban victoriosos al hogar del Presidente de la
República; debíais haber hecho una fiesta religiosa, porque la esposa del hombre que
ha proclamado la tolerancia, que os ha deshecho el monopolio de la superstición, que
os ha vencido, ayer ha inclinado su frente y doblado su rodilla, cuando la moribunda
recibía en la fe de su creencia el pan de la eucaristía...58
Decreto que dice los días que deben tenerse por festivos y prohíbe la asistencia
oficial a las funciones de la Iglesia. (11 de agosto de 1859)
Junto con la epístola de Melchor Ocampo incluida en la Ley del Matrimonio
Civil, es en este decreto en que se hace evidente lo dicho con respecto a las costum-
bres sociales y al derecho. Se muestra sobretodo cómo no se pretendía con estas
reformas socavar las creencias religiosas de la población, ni alterar sus costumbres,
particularmente las referidas a sus días de fiesta.
Las fechas que se señalan como días festivos en el decreto, son las propias de
la religión, sólo una relativa a alguna celebración patria y otra al inicio del año,
que más bien podríamos considerar una celebración laica. Específicamente son: los
domingos, el año nuevo, jueves y viernes santos, jueves de corpus (19 de junio), 16
de septiembre, 1 y 2 de noviembre, 12 y 24 de diciembre.
Ello es un claro reflejo de las tradiciones en México y de la importancia de
celebrar estas fechas cristianas para el pueblo, lo cual avala la misma ley, que no
intentó siquiera cambiarlas. Eran además fechas que los mismos liberales conme-
moraban pues prácticamente todos eran creyentes, aunque cuestionaran el poder
de la Iglesia.
La otra parte de este decreto se refiere a la prohibición de que se concurra a las
funciones públicas de las iglesias en “cuerpo oficial”59 . En esta parte del documento,
70
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
Luego de largos y acalorados debates se expidió esta ley que hace explícita la liber-
tad de cultos que ya se insinuaba en la tolerancia establecida en el ordenamiento
constitucional de 1857.
Esta ley, dictada poco más de un año después del paquete del 59, enfatizó de
nuevo algunos puntos de las leyes dictadas con anterioridad como la cuestión del
matrimonio, los cementerios y la prohibición de eventos religiosos fuera de los
templos. También reitera la prohibición de tener un trato oficial para corporaciones
o personas eclesiásticas, y de que los funcionarios públicos asistan con esta calidad
a actos de culto60 . Deja claro, sin embargo, que estos funcionarios “en su calidad
de hombres gozarán de una libertad religiosa tan amplia como todos los habitantes
del país”, y con ello intenta aclarar que el culto religioso no está prohibido en sus
aspectos domésticos o privados para los hombres de Estado.
La historiadora Patricia Galeana, quien ha sido una estudiosa de la vida de
Benito Juárez, señala en relación con esto, que el mayor afán de la vida del presi-
dente Juárez, fue “hacer compatible su fe católica con sus convicciones de hombre
de Estado”61 , lo que también exigió a todos los servidores públicos del gobierno
mexicano de mediados del XIX.
Se alude en esta ley a la moral pública, al referir que hay libertad de expresión
para los cultos religiosos, siempre y cuando no atenten contra ella. Así, la moral
pública se convierte en un bien jurídico a tutelar con la fuerza de un estado laico, y
no con la de la Iglesia Católica. El papel de vigía de la moral que asumió por tres-
cientos años el tribunal de la inquisición durante el período novohispano, ahora
pretendía ser asumido por el Estado mexicano.
Otros puntos destacables son el cese del derecho de asilo en los templos, y la
protesta de decir verdad que suple al juramento religioso. Es un claro intento de crear
en el pueblo una moral laica en donde el ser humano se conduzca con rectitud por
una exigencia interna y de respeto a la ley, más que por una cuestión de miedo
supersticioso o religioso.
71
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
72
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
V. Consideraciones finales
haciéndoles creer que la religión estaba en peligro, contándoles que íbamos a levantar
templos de venus en la plaza, a restablecer los sacrificios humanos a Huitzilopochtli,
a establecer la poligamia, a disolver el matrimonio. ¡Pobres señoras! Con razón se
alarmaron, no quisieron ser abandonadas por sus maridos, ni vivir en el enjambre de
las nuevas esposas, ni ser inmoladas en la piedra de los sacrificios, ni que sus hijas
fueran presa de los mahometanos...64
73
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
74
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho
75
DR © 2009. Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Derecho