Hernán Loyola. Los Pecados de Neruda. Santiago: Penguin Random House / Lumen, 2019: 342 PP

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ANALES DE LITERATURA CHILENA

Año 21, diciembre 2020, número 34, 269-272


ISSN 0717-6058

Hernán Loyola. Los pecados de Neruda. Santiago: Penguin Random House /


Lumen, 2019: 342 pp.

En su último libro, Hernán Loyola, el mayor conocedor de la obra de Pablo


Neruda en el mundo, recurre a la biografía del vate para contrarrestar los alegatos —y
en algunos casos, ataques— que le han lanzado sus detractores por motivos ideológicos
fundamentalmente. Entre ellos están: el poeta inútil, machista, fabulador, violador,
mal marido, mal padre, plagiario, insolente, abandonador, estalinista y burgués. La
intención de Loyola se declara en el prólogo a este fascinante libro: “revisar y discutir
—con la máxima honestidad intelectual que me sea humanamente posible dentro de
la admiración del crítico y de la simpatía hacia el amigo inolvidable— las historias de
las acusaciones más tenaces y difundidas en relación con maldades, defectos, vicios,
culpas, yerros, infracciones, crueldades, delitos y alevosías que le han sido atribuidos
a Pablo Neruda” (11). La idea no es retratarlo como un santo, ni mucho menos, sino
de indagar en la vida del poeta para llenar vacíos, corregir las especulaciones, iden-
tificar los errores, y contradecir las lecturas voluntaristas de sus críticos. Loyola cree
firmemente (y con razón) que la obra y la vida de Neruda se defienden a sí mismas y
que al hacer una lectura pormenorizada de sus versos y la biografía, se desvanecen las
ficciones generadas por críticos que han puesto al poeta bajo un microscopio.
En el primer capítulo, “Pecado original: El poeta inútil”, Loyola aborda el
espinoso tema de la relación entre el hijo y su padre autoritario, José del Carmen.
Ferroviario y conductor de trenes, el padre considera que los versos que escribe su
hijo constituyen un vuelco hacia lo femenino y, como tal, busca introducirlo en su
mundo para que sea “hombre”. Muy a pesar suyo, le ayuda a su hijo a descubrir el
bosque que “fue un espacio de absorción activa, una fuente de conocimiento” (20). Así
también le permitió ver el océano en que el joven “entrevió la vía para transformar el
conocimiento en acción” (23). Así las cosas, el padre de Neftalí quiso enderezarlo por
el ‘buen camino’ pero acabó alimentando la pasión del hijo por la poesía.
El segundo capítulo —“Pecado I: El poeta machista”— se inicia con el poema
15 de Veinte poemas y una canción desesperada, que en este último tiempo ha sido un
tema candente de algunos críticos y del movimiento Me too en Chile por ser poemas
en que se plasmaría el machismo del poeta. Si se toma en cuenta la relación de Neruda
con la aludida en éstos y otros poemas, Albertina Azócar, se aclara que la descripción
de ella en el poema 15 cuadra con sus propias características, la más renombrada de
las cuales es su silencio: “Albertina, la silenciosa, fue una muchacha de poquísimas

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