STC7641 2020

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LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

Magistrado ponente

STC7641-2020
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02
(Aprobado en sesión virtual de dieciséis de septiembre de dos mil veinte)

Bogotá, D. C., veintidós (22) de septiembre de dos mil


veinte (2020)

Decídese, luego de sucesivos debates del proyecto, la


impugnación interpuesta frente a la sentencia de 23 de abril
de 2020, proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, dentro de la salvaguarda
promovida por Soledad María Granda Castañeda, Sandra
Borda Guzmán, Sergio Alejandro Martín Vergara, Andrés
Juan Guerrero, Alejandro Briceño Díaz, Ana Benilda Ángel
Orjuela, Alexandra Paola González Zapata, Fabián de Jesús
Laverde Doncel, Cristian Raúl Delgado Bolaños, Aleida
Murillo Gómez, Jenny Alejandra Romero González, Carlos
Sleyter Obregón Ramírez, Juan Felipe Castañeda Durán,
Olga Lucía Quintero Sierra, Alirio Andrés Mojica Montañez,
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Paola Marcela Silva Pérez, Héctor Alejandro Alba Siboche,


María Fernanda Ovalle Alvarado, Angye Katherine Rojas
Rivera, Wilman Silva Betancourt, Eneried Aranguren, Frank
Melo Restrepo, Ángel Duván Ortiz Rodríguez, Yuri Enrique
Neira Salamanca, Peter Esteban Santiesteban Castillo, María
Alejandra López Mendoza, Diana Carolina Ojeda Ojeda,
Victoria Lucena Góez, Mariángela Villamil Cancino,
Alejandra Soriano Wilches, Carolina Moreno Velásquez,
Carlos Perdomo Guerrero, Catalina Botero Marino, Manuel
Alejandro Iturralde, Natalia Ramírez Bustamante, Carlos
Julián Mantilla Copete, Johan Sebastián Ramírez Vargas,
Fabián Darío Bernate Bastidas, Brian Valencia Ayala,
Harrison Steven Valderrama Palencia, David Ricardo Pérez
Castro, Carol Tatiana Gómez Suarez, Perla Tatiana Bayona
Rojas, Eduardo Enrique Cáceres Téllez, Cristian Andrés
Aristizábal Parra, Mohamed Mussa Shek Giraldo, Juan
Camilo Gómez Olarte, María Fernanda Montiel Murillo y
Santiago de Jesús Andrade Gaitán contra el Presidente de la
República, los Ministros de Defensa e Interior, la Alcaldía
Mayor de Bogotá, el Director General de la Policía, el
Comandante General de la Policía Metropolitana de esta
ciudad, la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría General
de la Nación.

1. ANTECEDENTES

1.1. Los reclamantes imploran la protección de sus


prerrogativas a la protesta pacífica, participación ciudadana,
vida, integridad personal, debido proceso, “no ser sometidos
a desaparición forzada”, y a las libertades de expresión,
2
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reunión, circulación y movimiento, presuntamente


amenazadas por las autoridades accionadas.

1.2. Del escrito inaugural y la revisión de las pruebas,


la causa petendi permite la siguiente síntesis:

Los impulsores afirman que, desde el año 2005 al


presente, el Estado, frente a protestas o manifestaciones
pacíficas, ha desplegado conductas constantes, reiterativas y
persistentes, para socavar, desestimular y debilitar su
derecho a expresarse sin temor, exigiendo cambios de
políticas a las distintas autoridades.

Entre los comportamientos que los actores identifican


como violatorios, se encuentran: (i) intervención sistemática,
violenta y arbitraria de la fuerza pública en manifestaciones
y protestas; (ii) “estigmatización” frente a quienes, sin
violencia, salen a las calles a cuestionar, refutar y criticar las
labores del gobierno; (iii) uso desproporcionado de la fuerza,
armas letales y de químicos; (iv) detenciones ilegales y
abusivas, tratos inhumanos, crueles y degradantes; y (v)
ataques contra la libertad de expresión y de prensa.

1.2.1. En cuanto a “la intervención sistemática de la


fuerza pública en manifestaciones y protestas”, los
accionantes aducen que en 2017, durante la convocatoria
indígena -Minga Nacional-, miembros de la comunidad
Wayúu fueron agredidos, sin justificación alguna, por el
personal del ESMAD1.

1 “Escuadrones Móviles Antidisturbios de la Policía Nacional”.


3
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En septiembre de ese mismo año, en las instalaciones


de la Universidad de Cundinamarca –sede Soacha-, algunos
estudiantes se mostraron inconformes por la elección del
rector, y ante ello, agentes de la policía y el GOES2

“(…) [ingresaron al campus] rompiendo vidrios (…) golpea[ndo a


las personas,] lanza[ndo] gases lacrimógenos (…) [y] usa[ando]
armas de fuego (…)”.

“(…) Durante el procedimiento, trece (13) estudiantes fueron


retenidos (…) y subidos a un camión, supuestamente para ser
trasladados por protección; no obstante, dadas las gestiones de
la comunidad, (…) fueron puestas en libertad (…)”3.

En el ruego tuitivo se relata que, en septiembre de


2019, integrantes de la Universidad Distrital se agruparon en
las instalaciones de la misma para expresar su
desaprobación, por presuntos actos de corrupción en la
institución, lugar en donde fueron embestidos por la Policía
Nacional y el ESMAD.

El hecho se repitió el 24 de septiembre de esa


anualidad, en la calle 40 con carrera 7ª, pues allí, tales entes
agredieron e hirieron, otra vez, a estudiantes de la
Universidad Javeriana, utilizando “(…) gases lacrimógenos,
[munición] aturdidora y balas de goma (…)”. De tal acontecer
fueron testigos las demandantes Diana Carolina Ojeda Ojeda
y Victoria Lucena Góez.

2 “Grupo de Operaciones Especiales de la Policía Nacional”.


3 Fols 157 y 158, C1.
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En octubre de 2019, ante una congregación de


“educandos” de la Universidad del Atlántico –Barranquilla-,
se hizo presente, de un lado, el Ejército Nacional, quien
realizó “disparos al aire” y, de otro, el ESMAD, cuyo actuar
terminó lesionando a más de quince (15) personas.

Los accionantes relatan que el 4 de octubre de 2019,


varias organizaciones estudiantiles, indígenas, campesinos y
sindicatos, convocaron para el 21 de noviembre siguiente a
una movilización general con el propósito de oponerse a
algunas medidas económicas del Presidente de la República,
demandar el cumplimiento de los Acuerdos de Paz y exigir el
“cese de asesinatos de líderes y lideresas sociales”.

La Universidad de los Andes, aseveran los gestores,


previo a las manifestaciones del 21 de noviembre de 2019,
divulgó en internet el “manual 070 de autoprotección contra
el ESMAD” en donde se especificaron los riesgos a los cuales
se exponen quienes hacen uso de la prerrogativa a la protesta
pacífica.

El documento se expidió, por cuanto, según sus


estimaciones, la Policía Nacional tiende a lastimar de
gravedad o a detener de manera abusiva a los manifestantes;
por ello, en ese folleto se consignaron distintas medidas para
evitar ser víctima de atropellos y cómo proceder en caso de
padecerlos. Acotan, si bien la mencionada entidad rogó el
retiro de esa publicación, el ente universitario rechazó tal
solicitud.

5
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Diez (10) de los aquí tutelantes inicialistas comentan


que, en Bogotá, el 21 de noviembre de 2019, fecha
establecida para realizar una manifestación pacífica y
multitudinaria4, aun cuando en horas de la mañana las
“marchas” trascurrieron tranquilamente, el ESMAD usó, de
manera excesiva, su fuerza y, además, sostienen que, en esa
data, el mencionado ente policial se comportó de igual modo
en Medellín, Cali y en Santander de Quilichao –Cauca-.

Tres (3) de los acá actores afirman que el 22 de


noviembre postrero, si bien un buen número de personas se
encontraban congregadas de manera pacífica en la Plaza de
Bolívar de la capital, el ESMAD las atacó sin motivo alguno
con “(…) bombas aturdidoras y gases lacrimógenos (…)”.

En horas de la noche de ese día, el entonces Alcalde


Mayor de esta metrópoli, Enrique Peñalosa Londoño, expidió
el acto administrativo N° 714, mediante el cual ordenó:

“(…) Artículo 1°. Decretar el toque de queda en todo el territorio


del Distrito (…) prohibiendo la libre circulación de las personas
(…). Artículo 4°: El incumplimiento de la presente restricción
acarreará las sanciones previstas en los Códigos Nacional y
Distrital de Policía y demás normas vigentes sobre la materia (…).
Artículo 5°: Ordenar a los organismos de seguridad del Estado y
a la fuerza pública hacer cumplir lo dispuesto en el presente
decreto, para lo cual deberán realizar los operativos de rigor en
toda la ciudad y procederán a aplicar las medidas correctivas de
su competencia (…). Artículo 7°. El presente decreto rige a partir
de la fecha de su expedición (…)”5.

4 Fol. 162, C1. Parque Nacional, Gobernación de Cundinamarca, Hospital San Juan de Dios,
el sector de la Sevillana con autopista sur, el SENA de la 30 con 1° de mayo, la Plazoleta de la
Hoja, la carrea 30 con calle 19; la Universidad Nacional de Colombia de la avenida calle 26 y
la calle 100 con carrera 11.
5 Fols. 394 a 397, C1.

6
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El 23 de noviembre ulterior, varios ciudadanos, entre


quienes se encontraban tres (3) de los acá reclamantes,
realizaron una caminata pacífica por la carrera 7ª, en sentido
norte a sur; empero, fueron interceptados por el ESMAD,
quien les lanzó “gases lacrimógenos”.

En la misma calenda, en la Plaza de Bolívar se


presentaron hechos similares y si bien un funcionario de la
Procuraduría General de la Nación6, se dirigió al comandante
del ESMAD, presente en la zona, para lograr el cese de ese
proceder, fue ignorado.

El 27 de noviembre siguiente, se produjeron nuevas


manifestaciones en la autopista norte con calle 170 de esta
ciudad, en donde el ESMAD, reiteró sus agresiones contra
los civiles y, en Sogamoso, estudiantes del SENA y de la
UPTC, terminaron, igualmente, atacados por ese cuerpo de
policía.

Los actores destacan que, el 4 de diciembre del año


pasado en Medellín, en los sectores de la “avenida regional”
y “ciudad del río”, el ESMAD arremetió violentamente contra
los participantes en las protestas y, en Cali y Bogotá, se
presentaron circunstancias similares.

1.2.2. Atinente a “la estigmatización de la protesta por


parte de funcionarios públicos”, respecto a la convocatoria del
21 de noviembre de 2019, en varias ciudades del país y del
mundo, sostienen, que agentes del gobierno y algunas

6 Fol. 163. Felipe Clavijo.


7
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

entidades públicas, emprendieron una campaña para


desmotivar el ejercicio de su derecho fundamental a la
manifestación pacífica.

Con ese propósito, relatan, el gobierno dispuso (i)


militarizar ciudades con vehículos blindados en áreas
visibles para los habitantes del país, a fin de advertir a la
población, infundadamente, que los manifestantes eran una
“fuerza peligrosa”; (ii) activar “la póliza antiterrorista”; (iii)
expedir el Decreto 2087, mediante el cual se impartieron
directrices a gobernadores y alcaldes para que adoptaran
medidas de “toques queda”; e (iv) influir en los medios de
comunicación de amplia circulación, para emitir
“propaganda negativa”, encaminada a catalogar como
peyorativa a quienes querían hacer uso de esa prerrogativa.

Resaltan, la Oficina en Colombia de la Alta


Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos
Humanos –OACNUDH-, el 20 de noviembre de 2019, expresó,
a través de un comunicado de prensa publicado en su página
web, que “(…) nota[ba] con preocupación la expedición en las
últimas horas [de las mencionadas disposiciones y
actividades] (…)”.

Los querellantes señalan que, a su vez, empezaron a


circular videos en redes sociales en donde “(…) grupos de
ciudadanos (…) amenazaban con ejercer violencia [hacia
quienes participaran en las actividades en cuestión] (…)”, a
cuyo efecto el aludido organismo internacional, así se
pronunció en el precitado informe:
8
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“(…) [La OACNUDH ha] hecho seguimiento, con preocupación, a


los persistentes mensajes de procedencia no identificada que han
sido publicados [a través de aplicaciones de interacción masiva]
y medios de comunicación que estigmatizan la protesta social, y
otras que llaman al uso de violencia en las movilizaciones de
múltiples sectores de la sociedad (…)”7.

Los gestores aseveran que, el 20 de noviembre de 2019,


esto es, un día antes de las protestas, la Fiscalía General de
la Nación efectuó, de manera simultánea, veintisiete (27)
allanamientos en Bogotá, ocho (8) en Cali y cuatro (4) en
Medellín, en los domicilios de periodistas, artistas, activistas
y grupos sociales relacionados con las “marchas”
programadas para el 21 de noviembre ulterior.

Los peticionarios sostienen que, la mayoría de dichas


actuaciones, fueron declaradas ilegales por distintos jueces
de control de garantías pues

“(…) no se aportaron elementos materiales probatorios [de] los


cuales se pudiera inferir que las personas o los objetos del lugar
estuvieren vinculados con algún tipo de acto preparatorio para la
comisión de conductas criminales (…)”8.

Agregan que se difundió en redes sociales el eslogan


“(…) no paramos, avanzamos (…)”, fundada en la idea falsa
de que “(…) el “Paro Nacional” hace parte de una estrategia
para derrocar al Presidente Iván Duque (…)” y el 30 de
noviembre de 2019, la entonces Ministra del Interior, Nancy
Patricia Gutiérrez, según arguyen los impulsores, escribió en
su cuenta de “Twitter” lo siguiente:

7 Fol. 160, C1.


8 Fol. 159, C1.
9
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“(…) No pudieron (…); Convocaron [a] un paro basados en


mentiras (…); Sembraron pánico con falsas denuncias (…);
Atacaron a la fuerza pública buscando que reaccionaran para
acusarlos de violar los derechos humanos (…)”9.

Asimismo, los promotores refieren que, en la primera


semana de diciembre de 2019, con ocasión de los
señalamientos efectuados por el Director General de la
Policía Nacional hacia estudiantes de la Universidad Nacional
de Colombia –sede Bogotá-, éstos fueron agredidos “(…) de
manera (…) brutal por (…) agentes del ESMAD (…)”.

Los accionantes, María Fernanda Ovalle Alvarado y


Juan Felipe Castañeda Durán, en su calidad de miembros de
la “Asamblea Popular de Engativá”, destacan que han sido
fotografiados por miembros de la Policía Nacional sin causa
alguna e, igualmente, anotan, fueron testigos del
amedrentamiento a personas para desincentivar su
participación en las protestas.

1.2.3. En cuanto al “uso de armas letales y exceso de


fuerza”, por parte de las autoridades durante “las
manifestaciones”, los accionantes aducen que esa práctica es
una constante que amenaza su prerrogativa a la libertad de
expresión, por el temor que les genera ser víctimas de
asesinato o lesiones personales.

En tal sentido, el gestor Yuri Enrique Neira Salamanca,


asevera que, en el transcurso de unas protestas acaecidas el

9 Fol. 161, C1.


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1° de mayo de 2005, un agente del ESMAD disparó un


dispositivo denominado “trufly” que impactó a su hijo,
Nicolás David Neira Álvarez, menor de edad, quien por las
heridas falleció días después. Sobre ese hecho, afirma, un
policía reveló que el ESMAD estaba ocultando el suceso y,
por esa conducta “(…) Julio César Torrijos Devia aceptó cargos
en el año 2017 por el delito de encubrimiento del homicidio de
Nicolás (…)”.

El 22 de septiembre de ese año, indican, en un mitin


estudiantil en la Universidad del Valle –sede Cali-, Jhony
Silva Aranguren, descendiente de los acá promotores,
Wilman Silva Betancourt y Eneried Aranguren, fue herido
por un proyectil de arma de fuego de dotación de la Policía
Nacional y, posteriormente, falleció por esa lesión.

Óscar Leonardo Salas Ángel, estudiante de la


Universidad Nacional de Colombia, hijo de la tutelante Ana
Benilda Ángel Orjuela, el 8 de marzo de 2006, en el recinto
de dicho claustro, donde, se aduce, el ESMAD lanzó una
“bola de cristal o canica” a gran velocidad, murió porque ese
artefacto se alojó en su cráneo.

El 28 de marzo de 2017, el actor, Johan Sebastián


Ramírez Vanegas, sin estar involucrado en las
manifestaciones de esa fecha, fue golpeado en el rostro con
un objeto arrojado por el ESMAD y, con ocasión de ello,
perdió la funcionalidad de su ojo izquierdo.

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Agregan, en la mencionada anualidad, Peter Esteban


Santiesteban, quien, igualmente, no era parte de un “paro
cívico” promovido en Buenaventura, recibió un impacto de
bala en el abdomen proveniente de la policía.

Señalan, el 14 de marzo de 2019, en Cajibío –Cauca-,


durante una reunión de indígenas, el actor, Cristian Raúl
Delgado Bolaños, fue testigo de la forma como el ESMAD y el
Ejército Nacional los atacaba con sus armas de dotación de
largo alcance, resultando heridas varias personas.

Aseguran, en septiembre de 2019, Sergio Alejandro


Martín Vergara y Andrés Juan Guerrero, aquí querellantes,
estaban en las instalaciones de la Universidad Distrital de
Bogotá y, al salir, el ESMAD le lanzó, al primero, una
“granada de gas lacrimógeno”, la cual le causó la pérdida de
su ojo izquierdo y, al segundo, un impacto que le generó el
“estallido de su globo ocular derecho”.

Aducen, el 8 de octubre postrero, en Bucaramanga,


Paola Marcela Silva Pérez, fue golpeada por la Policía
Nacional, hasta padecer un “sangrado abundante”.

En Bogotá, exponen, el 21 de noviembre posterior,


varias de las demandantes10 fueron agredidas, directamente,
por el ESMAD en los sectores de la Catedral Primada y el
centro comercial Gran Estación. Ese mismo día, añaden,
Héctor Alejandro Alba Siboche, cuando se encontraba en las
instalaciones de la Universidad Nacional, perdió su agudeza

10 Alexandra González, Aleida Murillo Gómez y María Alejandra López Mendoza.


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visual después de recibir la detonación de una “granada de


gas” tirada por el ESMAD.

Indican, en horas de la noche de la calenda reseñada,


los comunicadores gráficos Cristian Angarita Lizarazo y
Diana Rocío Pinzón Corredor, fueron golpeados por policías
frente al edificio Franco de la Universidad de los Andes, lugar
en donde Pinzón Corredor fue dejado inconsciente y a
Angarita Lizarazo se le detuvo arbitrariamente.

Relatan, el 22 de noviembre de 2019, Angye Katherine


Rojas Rivera, quien se encontraba en la calle 128 con
autopista norte de esta urbe, recibió un golpe en el rostro por
parte de la policía que le produjo una incapacidad de treinta
días (30).

Afirman, en las inmediaciones de la calle 19 con carrera


5ª de la capital, el 23 de noviembre del mismo año, Dylan
Mauricio Cruz fue herido en la cabeza por el ESMAD con
munición tipo “beang bag” y, con ocasión de las lesiones
sufridas, murió dos días después.

El 4 de diciembre siguiente, también en Bogotá, el


ESMAD atacó con una granada de gas el área facial del
tutelante Alejandro Briceño Díaz y, por ello, requirió ocho (8)
puntos de sutura en la cara.

1.2.4. En relación con las “detenciones arbitrarias e


ilegales por parte de la fuerza pública”, nueve (9) de los acá
actores adujeron haber sido víctimas de golpes y arrestos
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injustificados durante las protestas realizadas en Bogotá a


partir de noviembre de 2019 e, inclusive, agregaron, algunos
fueron retenidos y conducidos por la policía en vehículos
particulares sin razón alguna.

Los reclamantes afirman que, en esta urbe, se


registraron ochocientos treinta y cinco (835) casos similares,
veintiséis (26) en Popayán y veinticinco (25) Barranquilla.

1.2.5. En relación con los “ataques a la libertad de


prensa”, siete (7) accionantes refieren haber sido agredidos
por la fuerza pública durante el cubrimiento periodístico
realizado a las manifestaciones del 21 de noviembre de 2019.

Asimismo, indican que, en tales eventos, se registraron


cuarenta y siete (47) casos de actos violentos, en su mayoría
atribuibles a la policía y al ESMAD, sobre personas en el
desarrollo de actividades periodísticas.

1.2.6. Para los accionantes, los hechos anteriormente


descritos se cometieron de manera sistemática con el fin de
atemorizarlos y disuadirlos de ejercitar su derecho a expresar
sus ideas tranquilamente, en las calles y en recintos
académicos, pues, aseguran, pueden verse expuestos a
lesiones en su integridad física y a estigmatizaciones
promovidas por agentes del Estado, en tanto las garantías de
no repetición de los sucesos descritos son inexistentes.

Como pruebas de lo antelado, los accionantes allegaron


en medio digital y en formato PDF, ochenta y seis (86)
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documentos contentivos de reportajes y cubrimientos


periodísticos con enlaces de direcciones de internet,
redirigidos a páginas en donde se encuentra el registro
noticioso con medios audiovisuales de los cuales, según
aquellos, evidencian las circunstancias antes descritas.

1.3. Solicitan, por tanto, ordenar (i) al Presidente de la


República “conformar una mesa de trabajo” para
reestructurar las directrices relacionadas con el uso de la
fuerza frente a manifestaciones pacíficas; (ii) a las
autoridades encausadas, en lo sucesivo, abstenerse de
incurrir en conductas como las acá denunciadas; (iii) al
Ministerio Público y a la Defensoría del Pueblo, acompañar a
las personas en actos de protestas y brindarles asesoría
jurídica a quienes resulten afectados en ellas; (iv) a la Fiscalía
General de la Nación y Policía Nacional, permitir que
organizaciones defensoras de derechos humanos realicen
verificaciones en casos de capturas y traslado de personas
durante el desarrollo de cualquier clase de mitin; y (v)
suspender las actividades del ESMAD, hasta tanto se
produzcan cambios estructurales y de fondo en los
procedimientos en los cuales intervienen.

1.4. Mediante auto ATC282-2020, la Corte anuló la


tramitación surtida en primera instancia al advertir la falta
de vinculación de la Fiscalía General de la Nación y de los
comandantes del Ejército Nacional, ESMAD, COPES y GOES,
quienes, necesariamente, debían comparecer al litigio, pues,
el compendio fáctico y los pedimentos de la demanda,
cuestionaban directamente sus actuaciones.
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Asimismo, se dispuso convocar a (i) la Oficina en


Colombia de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para
los Derechos Humanos –OACNUDH-; (ii) la Entidad de las
Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el
Empoderamiento de las Mujeres –ONU Mujeres-; (iii) la
Organización Internacional del Trabajo –OIT-; (iv) el
comandante de la Decimotercera Brigada de la Quinta
División del Ejército Nacional; (v) Contraloría General de la
República; (vi) Fundación para la Libertad de Prensa –FLIP-;
(vii) Universidad Nacional de Colombia; (viii) Universidad
Distrital; (ix) Universidad de los Andes; (x) Universidad
Javeriana; (xi) Universidad de Antioquia; (xii) Universidad del
Valle; (xiii) Universidad del Atlántico; (xiv) Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia; (xv) Universidad
Industrial de Santander; (xvi) Servicio Nacional de
Aprendizaje –SENA-; (xvii) Organización Nacional Indígena de
Colombia –ONIC-; y (xviii) la Central Unitaria de Trabajadores
–CUT-; y (xix) a la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del
Estado.

1.5. En cumplimiento de lo antelado, el a quo


constitucional procedió a integrar el contradictorio y, luego
de ello, los impulsores allegaron un escrito predicando otros
hechos relacionados con la vulneración de sus garantías
fundamentales, esta vez, surgidas frente a las protestas que
se suscitaron luego de decretarse la emergencia sanitaria
generada por el virus denominado “COVID-19”.

2. Respuesta de los accionados y de los vinculados


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2.1. El Presidente de la República, Iván Duque


Márquez, adujo que, en el caso bajo examen, los actores y él
carecían de legitimidad en la causa; además, la salvaguarda
devenía improcedente por cuanto se fundó en aspectos
futuros e hipotéticos11.

2.2. El Ministerio del Interior, enfatizó en la


improcedencia del auxilio, pues (i) el ruego tuitivo no es
idóneo para proteger derechos colectivos; (ii) no se advierte la
inminencia de un perjuicio irremediable; (iii) existe carencia
de objeto; y (iv) tampoco se acreditó el menoscabo a
prerrogativa alguna12.

2.3. La Policía Nacional, su Secretaría General y el


Ministerio Público, por separado, defendieron la legalidad de
sus actuaciones13.

2.4. La Universidad Industrial de Santander -UIS-, la


Personería de Bogotá, la Contraloría General de la Nación y
la Universidad del Atlántico, destacaron que no debieron ser
llamadas al litigio, por cuanto los hechos y pretensiones no
les atañen.

2.5. La Universidad Nacional de Colombia -UNAL-, la


Dirección de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, la
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia -UPTC-,
la Gobernación de Nariño y de Boyacá, la Alcadía Mayor de

11 Fols. 508 a 514, C2.


12 Fols. 759 a 767, C2.
13 Fols. 379 a 393, C1, y 472 a 478, C2. .
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Bogotá, las Secretarías Distritales de Gobierno y de


Seguridad, Convivencia y Justicia de Bogotá, señalaron no
haber conculcado ninguna prerrogativa en relación con los
supuestos fácticos que fundamentan la reclamación14.

2.6. La Fiscalía Setenta y Una Seccional Delegada de


la Unidad de Delitos contra la Administración Pública, estimó
que lo deprecado a través del ruego tuitivo, no debe ser
definido por esta vía, pues las regulaciones sobre el derecho
a la protesta pacífica competen al legislador.

2.7. El Ministerio de Defensa adujo que la Policía


Nacional y el ESMAD están facultados para hacer uso de
“armas incapacitantes no letales”, reduciendo así la
probabilidad de una fatalidad; a su vez, hizo énfasis en la
Resolución N° 03514 de 5 de noviembre de 2005 mediante la
cual se estableció el “manual para el servicio de policía en la
atención, manejo y control de multitudes”, en donde se
autorizó a la fuerza pública contar con

“(…) granadas de mano con emisión de agentes irritantes y/o


lacrimógenos, (…) de aturdimiento (generadoras de sonido) (…)
de efecto múltiple (luz y sonido, gas y sonido, gas y luz, entre
otras opciones disponibles) (…), con proyección de perdigones de
goma y gas irritante (granadas multi-impacto). Cartuchos de
37/38 mm. para fusil lanzador no letal, con perdigones de goma
o cápsulas de gas irritante (…)”.

Igualmente, refirió la evolución reglamentaria para el


manejo de los precitados elementos, especialmente, las
resoluciones N° 02903 de 23 de junio de 2017 y N°03002 de

14 Fols. 449 a 460, C1.


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27 de junio de ese mismo año, que “(…) postula[n] el accionar


del Escuadrón Móvil Antidisturbios en forma excepcional
frente a los hechos que afecten el derecho a la libertad de
expresión y de reunión (…)”.

Como colofón, relievó la importancia de mantener el


orden frente a las prerrogativas a la reunión y de protestas,
las cuales exigen ciertas condiciones, para no vulnerar las
garantías de terceros y de agentes del Estado y, en esa
medida, solicitó desestimar la salvaguarda, por cuanto las
autoridades están habilitadas para ejercer la fuerza y
mecanismos lícitos que ayuden a prevenir las situaciones
violentas.

2.8. La Policía Metropolitana de Bogotá, respaldó el


proceder del ESMAD y del GOES durante las protestas
acaecidas el 21 de noviembre de 2019, pues en la capital se
produjeron destrozos a bienes públicos, robos y agresión a
civiles y, gracias a la intervención de esas entidades, se
conjuraron los disturbios y se protegió a quienes, de manera
pacífica, ejercieron su derecho a manifestarse; además,
enfatizó:

“(…) [E]n el marco de las actividades preventivas y de disuasión


en entornos difíciles, tales actuaciones [de la fuerza pública], por
muy insoportables que puedan parecer para un grupo afectado, y
lamentables desde cualquier punto de vista, no justifican la
eliminación de una institución policial ni de sus elementos de
acción, dado que para ello existen canales oficiales y judiciales
competentes para verificar el uso excesivo, desproporcionado o
injustificado de la fuerza, pero tal [cuestión no amerita], dejar a
merced de actores violentos a la población en general, ni a las
instituciones y servidores públicos, circunstancia que debe ser
evaluada (…) sin desconocerse que ese 21 de noviembre, el propio
19
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

palacio de justicia [donde funciona la Corte] fue agredido con el


fin inconcluso de incendiarlo y destruirlo tal como se registra [en
una publicación periodística anexa] (…)”.

2.9. La Universidad Distrital Francisco José de Caldas,


la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia -CUT- e,
igualmente, Sebastián Lanz Sánchez, Emilia Márquez
Pizano, Alejandro Lanz Sánchez, Cam López Duarte y
Alejandro Rodríguez Pabón, arguyendo ser miembros de
Temblores ONG, coadyuvaron las pretensiones del libelo.

2.10. La Universidad de Antioquia señaló que ha hecho


llamados para mantener la concordia durante las protestas,
debiéndose en todo caso, establecer protocolos de acción
cuando se presenten alteraciones relevantes, sin que ello
implique el ingreso arbitrario de la fuerza pública a sus
instalaciones, sin previa autorización de sus directivas.

2.11. La Universidad del Valle, aun cuando refirió no


haber transgredido garantía alguna, expuso que en varias
ocasiones se ha producido el uso desmedido de la fuerza por
parte del ESMAD al interior del claustro educativo que,
incluso, motivó una condena patrimonial contra la Nación,
por la muerte de un estudiante y lesiones a otro, según
sentencia de 12 de junio de 2017, proferida por la Subsección
A, Sección Tercera, Sala de Contencioso Administrativo del
Consejo de Estado.

2.12. Media Legal Defence Initiative -MLDI- y Robert F.


Kennedy Human Rights -RFKHR-, intervinieron en calidad de
amicus curiae “en apoyo de las pretensiones de los y las
20
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

accionantes” indicaron que los hechos enarbolados en el


pliego introductor evidencian un incumplimiento sistemático
de instrumentos internacionales relacionados con los
derechos de reunión, asociación, protesta pacífica, libertad
de expresión y de prensa y, por tanto, solicitaron adoptar
medidas encaminadas a proteger tales garantías

2.13. Human Rights Wacht acudió al diligenciamiento


señalando que documentó varias agresiones por parte de la
fuerza pública durante las protestas llevadas a cabo a finales
de 2019, en varias ciudades del país.

En esa labor, destacó que, a petición suya, la Fiscalía


General de la Nación le informó acerca de la investigación de
setenta y dos (72) casos de posibles abusos por parte de las
autoridades de policía, pero sin haberse concretado
imputación alguna, aun cuando, en su sentir, existen
múltiples evidencias de graves violaciones a los derechos
humanos.

Igualmente, refirió que, de manera irregular, la


Justicia Penal Militar asumió el conocimiento de treinta y dos
(32) decursos relacionados con las manifestaciones en
cuestión.

Del mismo modo, hizo énfasis en (i) el arresto arbitrario


de doscientas trece personas (213), incluidos periodistas; (ii)
la detención administrativa de otros mil seiscientos sesenta
y dos (1662) manifestantes en las protestas de 2019; y (iii) la

21
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

expulsión injustificada del país de sesenta y un (61)


extranjeros.

De otro lado, enfatizó sobre la muerte de Dilan


Mauricio Cruz Medina acaecida el 23 de noviembre de 2019,
durante las protestas en Bogotá, en donde, afirma, el deceso
aconteció porque un uniformado del ESMAD le disparó
directamente con una “escopeta calibre 12” haciendo uso de
munición “beang bag” que contiene entre 600 y 700
perdigones de plomo.

Relató que, si bien la Procuraduría General de la


Nación le solicitó a ese cuerpo de seguridad suspender en sus
procedimientos ese tipo de armas en el desarrollo de
manifestaciones, nada se ha hecho al respecto, asunto
preocupante si se tiene en cuenta la poca capacitación que
recibe el personal del ESMAD para manipular ese tipo de
artefactos.

2.14. En el transcurso de esta actuación, los


accionantes alegan como hecho sobreviniente presuntas
conductas de abuso policial contra varios ciudadanos en la
ciudad de Bogotá, como los ocurridos el 9 y 10 de septiembre
de la presente anualidad, solicitando tenerlos en cuenta a
efectos de resolver las pretensiones de la tutela.

3. La sentencia impugnada

Tras referir la normatividad internacional sobre el


derecho de reunión y manifestación pacífica, así como las
22
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

disposiciones locales que regulan las facultades de policía


frente a dichas prerrogativas, negó el auxilio, pues, en su
criterio, de un lado, varias de las alegadas vulneraciones
perpetradas por las autoridades accionadas desde 2005,
carecían de respaldo probatorio y, de otro, porque se
incumplió el presupuesto de subsidiariedad.

Esto último, en tanto los actores cuentan con otros


mecanismos de defensa idóneos para exponer las aducidas
trasgresiones a la libertad de prensa y, del mismo modo,
plantear las presuntas intimidaciones y hostigamientos que,
eventualmente, limitan su derecho a expresarse y protestar
sin violencia.

Al punto, refirió a modo de ejemplo que los gestores


Héctor Alejandro Alba Siboche, Wilman Silva Betancourt,
Ángel Duván Ortiz, Nohelia Rodríguez, Yuri Enrique Neira
Salamanca, ya emprendieron decursos para lograr el
resarcimiento de los perjuicios que pudieron habérseles
causado con ocasión de los hechos aquí denunciados,
tornando prematura la presente salvaguarda.

De otro lado, señaló que la actual alcaldesa de la


capital expidió un acto administrativo en donde se moduló el
uso de la fuerza pública en manifestaciones y protestas, lo
cual “(…) de cierta manera, se acerca a las aspiraciones que
persiguen los tutelantes, mediante esta excepcional vía (…)”.

Finalmente, expuso la improcedencia de la protección


rogada en relación con los aspectos fácticos relativos a la
23
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

emergencia sanitaria decretada por el Gobierno Nacional


para afrontar la pandemia generada por virus “COVID19”,
pues los mismos constituían hechos nuevos en la contienda.

4. La impugnación

La formularon los suplicantes y la Fundación para la


Libertad de Prensa -FLIP-, esbozando que el a quo
constitucional se abstuvo de estudiar el fondo de la
controversia, por cuestiones formales e, igualmente,
reiteraron los planteamientos expuestos en la demanda de
amparo.

5. CONSIDERACIONES

5.1. Cuestiones preliminares

5.1.1. Validez y saneamiento procesal constitucional

Mediante auto ATC282-2020 de 9 de marzo, esta Sala


decretó la nulidad de las actuaciones en primera instancia,
al advertir que a las diligencias no se había citado a la
Fiscalía General de la Nación, Ejército Nacional, ESMAD,
COPES y, GOES, a quienes en la demanda se les atribuía
hechos materia de controversia y, por tanto, se dispuso su
comparecencia al litigio.

Asimismo, convocó a la Agencia Nacional de Defensa


Jurídica del Estado, pues, dadas las múltiples censuras

24
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

endilgadas a varias entidades públicas, se estimó relevante


su participación en el debate.

La Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial


de Bogotá, en decisión de 15 de abril de 2020, al recomponer
el procedimiento, omitió llamar al disenso a esta última; sin
embargo, ello carece de aptitud para declarar, de nuevo, la
anulación de lo rituado, pues, si bien el artículo 611 del
Código General del Proceso15 indica que la referida agencia
debe ser convocada ante cualquier jurisdicción cuando el
Estado resulte demandado, también lo es, su intervención es
potestativa; además, la participación de dicho ente, en pleitos
ya iniciados, suscita su suspensión, aspecto opuesto al
carácter célere, preferente y sumario de la acción de tutela.

De tal manera, su presencia en el litigio no resulta


forzosa, por cuanto la determinación que acá se adopte no la
afecta directamente, máxime, si el pliego introductor no le
atribuye conducta alguna y si, en todo caso, en esta instancia
sí fue enterada de esta tramitación, dadas las decisiones
previamente adoptadas, en relación con ciertos elementos
probatorios aportados por los tutelantes.

Finalmente, en lo atinente a la solicitud de los


accionantes realizada en el transcurso del proceso, relativa
a tener cuenta nuevos hechos por ser “sobrevinientes”, como

15“(…) Artículo 611. Suspensión del proceso por intervención de la Agencia Nacional de Defensa
Jurídica del Estado. Los procesos que se tramiten ante cualquier jurisdicción, se suspenderán
por el término de treinta (30) días cuando la Agencia Nacional de Defensa del Estado manifieste
su intención de intervenir en el proceso, mediante escrito presentado ante el juez de conocimiento.
La suspensión tendrá efectos automáticos para todas las partes desde el momento en que se
radique el respectivo escrito. Esta suspensión sólo operará en los eventos en que la Agencia
Nacional de Defensa Jurídica del Estado no haya actuado en el proceso y siempre y cuando este
se encuentre en etapa posterior al vencimiento del término de traslado de la demanda (…)”.
25
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

los ocurridos el 9 y 10 de septiembre de 2020, solicitando


apreciarlos a efectos de resolver el amparo, se desestimarán
por no demostrarse su pertinencia y legitimación de las
partes con el caso, en tanto que aquí se enjuicia la conducta
constitucional del ESMAD y no de los procedimientos
policiales en general; y porque en todo caso, la oportunidad
para alegarlos y controvertirlos precluyó antes de dictarse
sentencia de primera instancia, de otro modo, se infringiría
el derecho de defensa y el debido proceso de la parte
accionada. No obstante, los puntos aquí resueltos y, las
determinaciones tomadas, no hay duda, adquieren
conexidad conceptual con los últimos hechos denunciados.

5.1.2. Legitimidad e inmediatez

Algunas de las autoridades accionadas alegaron en la


réplica al escrito inaugural que los suplicantes carecían de
interés para accionar, dado que no acreditaron estar
involucrados, directamente, en las manifestaciones objeto de
la contienda y, por ello, sus pedimentos debían ser
desestimados.

Al respecto, se aprecia que los accionantes plantearon


la salvaguarda desde la óptica de la “amenaza” a sus
garantías en el ejercicio de la protesta pacífica ante las
“sistemáticas” agresiones del ESMAD, que, en su percepción,
les restringe tal prerrogativa por el temor que les genera
dicho cuerpo policial. Pero, además, es inocultable, algunos
de los intervinientes han visto afectados sus derechos
fundamentales directamente.
26
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Bajo ese horizonte, los tutelantes tienen legitimación


para implorar protección a sus derechos fundamentales
porque de acuerdo con el canon 1° del Decreto 2591 de 1991,
“(…) toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante
los jueces (…)” el auxilio a sus intereses, cuando éstos
resulten amenazados por entidades públicas como las aquí
enjuiciadas.

Con esa comprensión, para el caso, no se requiere que


todos o algunos de los actores hubiese participado en los
hechos acá esbozados, pues el ejercicio del ruego tuitivo no
está supeditado a un requisito previo que impida concurrir a
quien se sienta afectado en sus derechos, para clamar el
amparo de la Constitución Política a través de esta vía,
aspecto que, a su vez, descarta per se, el incumplimiento del
presupuesto de inmediatez alegado por la pasiva.

Se resalta, al juicio se hicieron presentes, Media Legal


Defence Initiative -MLDI- y Robert F. Kennedy Human Rights
-RFKHR-, quienes adujeron concurrir al decurso en calidad
de amicus curiae “en apoyo de las pretensiones de los y las
accionantes”, ofreciendo opiniones sobre los derechos
ventilados16.

5.1.3. En general, el tratamiento de la cuestión que a


continuación analiza la Sala, se relaciona esencialmente con

16 El Reglamento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Art. 2 Numeral 3) los


caracteriza: “(…) amicus curiae [es] la persona o institución ajena al litigio y al proceso que
presenta a la Corte razonamientos en torno a los hechos contenidos en el sometimiento del caso
o formula consideraciones jurídicas sobre la materia del proceso, a través de un documento o de
un alegato en audiencia”.
27
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

los derechos fundamentales a la libertad de expresión y al de


protesta pacífica y no violenta, por cuanto esta Corte
censura todas las formas violentas e irracionales de formular
reclamos para la protección de derechos, y por el contrario,
llama a la convivencia, a la tolerancia y a la no violencia.

5.2. De la cuestión objeto de análisis constitucional

Efectuadas las anteriores precisiones, corresponde


advertir que la presente controversia consiste en determinar
si las entidades accionadas, amenazan los derechos
fundamentales de los demandantes a reunirse para protestar
de manera libre y pacífica, ante sus presuntas prácticas
sitemáticas, consistentes en (i) actuar arbitraria y
violentamente con el fin de impedir el curso de las
manifestaciones; (ii) “estigmatizar” a quienes de manera
moderada, salen a las calles a cuestionar, refutar y criticar
las labores del gobierno; (iii) proceder con desproporción en
el uso de la fuerza con armas letales y químicas; (iv) detener
ilegal y abusivamente a quienes ejercen las enunciadas
prerrogativas con tratos inhumanos, crueles y degradantes;
y (v) efectuar ataques contra la libertad de expresión y de
prensa.

5.2.1. La garantía de las personas a “disentir” de las


labores de los dirigentes y las funciones del propio Estado y
de sus entidades, ha evolucionado, ocupando espacio en la
Teoría Política y por supuesto, en el Derecho Constitucional,
al punto de considerase una parte inherente del ser humano
que se reconoce y protege por el sólo hecho de existir.
28
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

La crítica razonada, los vaivenes políticos y las crisis


de Estado, han contribuido al progreso de la garantía al
disentimiento. Así, por ejemplo, puede destacarse el
cuestionamiento que, a modo de hipótesis, planteó Nicolás
Copérnico entre los siglos XIV y XV contra el modelo
geocéntrico de Aristóteles y de Claudio Ptolomeo que se
mantuvo vigente durante mil años y que sirvió para justificar
la teocracia y, de suyo, la legitimidad de los monarcas, para,
en su lugar, abrir la puerta a una concepción diferente del
mundo y del universo.

Desde luego que, dada la censura de opinión que


reinaba en la época, Copérnico debió cuidarse de exponer sus
ideas como esbozos hipotéticos, pues con su postura
heliocéntrica -Sol en el centro-, ponía en entredicho el poder
de los Reyes y, en esa medida, la libertad de expresión era
reprendida severamente a fin de disuadir a los súbditos y
evitar que pensaran en algo diferente a lo establecido.

Fueron las ideas de cambio y de cuestionamiento de


Copérnico, de otros científicos y librepensadores frente a las
posturas de autoridad sentadas durante siglos, el motor que
condujo a nuevos planteamientos; no sin temor, dado el
ambiente represivo y con fatales consecuencias para quienes
llevaron más lejos sus postulados.

En efecto, los movimientos sociales, luchas y


conquistas políticas e ideológicas, y cuanto esos fenómenos
y muchos otros, a contrapelo del pensamiento
29
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

universalmente aceptado o impuesto, significan y


trascienden hoy, como elementos estructurales, para
preservar la libertad de expresión y para remover toda forma
que obstruya el pensamiento y el deseo de manifestarse
pacíficamente por los cauces democráticos.

Las sociedades han padecido la represión y la censura


y, con ello, han retrasado el progreso humano, al punto de
aumentar el caos y la violencia, justamente, por el temor a lo
nuevo y a lo diferente, o por el miedo imperante que conlleva
a la decadencia de los Estados y de las civilizaciones.

La intolerancia, la agresión y la imposición por la


fuerza de doctrinas frustran el espíritu humano en gobiernos
lejanos a la democracia y a la pacífica discusión, lo cual
apareja la debilidad de las instituciones encargadas de
controlar el poder de los gobernantes.

La renuncia a la crítica constructiva, al derecho a


disentir racionalmente, a cuestionar, es el escenario propicio
para que florezcan las dictaduras y, consigo, la vulneración
masiva de los derechos humanos. Cuando la sociedad se
percata de que los destinos de un país van por mal camino y
no existe institución representativa o de control, con la
capacidad de soportar y oponer pesos, frenos y contrapesos
a los gobernantes, tesis y antítesis, deparan para los
integrantes de esa sociedad determinada, funestas
consecuencias.

30
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

5.2.2. Al concluir la segunda guerra mundial, se


acordó positivizar, o aceptar un derecho natural inalienable
del ser humano, aun cuando no fuera expresamente
reconocido por las legislaturas, y reconocer ciertas garantías
que, por su esencia, no son negociables ni transferibles para
una persona y, por tanto, constituyen, desde el punto de
vista formal, prerrogativas susceptibles de ser amparadas
por las Leyes internacionales y los Estados.

Así, en la Declaración Universal de los Derechos del


hombre de 10 de diciembre de 1948, se consagró que nadie
debía ser sometido a tratos crueles ni degradantes17, como
tampoco a sufrir detenciones arbitrarias18, con la facultad de
circular libremente19 y en lo que al caso interesa, a expresar
sin temor sus opiniones20 y, a reunirse y pacíficamente21.

Con los Pactos Internacionales de Derechos Civiles,


Políticos y Económicos aprobado por Naciones Unidas en
1966, y ratificado por Colombia mediante la Ley 74 de 1968,
el país se obligó a dar aplicación a las mencionadas
disposiciones a través de un recurso efectivo22 y, a su vez, en
la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de

17 “(…) Artículo 5. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes (…)”.
18 “(…) Artículo 9. Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado (…)”.
19 “(…) Artículo 13. 1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia

en el territorio de un Estado (…). 2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso
del propio, y a regresar a su país (…)”.
20 “(…) Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este

derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir


informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de
expresión (…)”.
21 “(…) Artículo 20. 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación

pacíficas (…). 2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación (…)”.
22 “(…) Artículo 2 (…). 2. Cada Estado Parte se compromete a adoptar, con arreglo a sus

procedimientos constitucionales y a las disposiciones del presente Pacto, las medidas oportunas
para dictar las disposiciones legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer
efectivos los derechos reconocidos en el presente Pacto y que no estuviesen ya garantizados por
disposiciones legislativas o de otro carácter (…)”.
31
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

San José de Costa Rica, se creó una Comisión y una Corte


regional para materializar tales prerrogativas, cuando quiera
que las Naciones asociadas incumplieran sus compromisos
convencionales23.
Desde el punto de vista de la normatividad interna, la
Constitución Política de 1991, instituyó la acción de hábeas
corpus y de tutela como herramientas judicial eficaz y ágil
cuando se lesioné arbitrariamente el derecho a la libertad24,
o se amenace o vulnera cualquier garantía señalada en dicho
estatuto o Ley internacional y, en todo caso, sin importar que
la misma no se encuentre taxativamente consagrada en un
texto jurídico25.

En lo relativo a los derechos cuya vulneración se alega


en el presente asunto, conviene señalar que la configuración
constitucional del Estado y la sociedad, según la estipulación
de 1991, asumió un talante pluralista y participativo
“fundado en el respeto a la dignidad humana”26, radicando en
las autoridades, como el Ejército, la Policía y, por tanto, en el
ESMAD, el deber de proteger a los habitantes del territorio27.

23 “(…) Artículo 33. Son competentes para conocer de los asuntos relacionados con el
cumplimiento de los compromisos contraídos por los Estados Partes en esta Convención: (…). a)
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, llamada en adelante la Comisión, y (…). b)
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, llamada en adelante la Corte (…)”.
24 “(…) Artículo 30. Quien estuviere privado de su libertad, y creyere estarlo ilegalmente, tiene

derecho a invocar ante cualquier autoridad judicial, en todo tiempo, por sí o por interpuesta
persona, el Habeas Corpus, el cual debe resolverse en el término de treinta y seis horas (…)”.
25 “(…) Artículo 94. La enunciación de los derechos y garantías contenidos en la Constitución y

en los convenios internacionales vigentes, no debe entenderse como negación de otros que, siendo
inherentes a la persona humana, no figuren expresamente en ellos (…).
26 “(…) Artículo 1°. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República

unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática,


participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la
solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general (…)”.
27 “(…) Artículo 2°. Son fines esenciales del Estado (…) proteger a todas las personas residentes
en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para
asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares (…)” (se
destaca).
32
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Por tal motivo, cuando tales autoridades infrinjan esa


obligación, serán responsables por omisión o extralimitación
de sus funciones28.

El mandato constitucional exige a las entidades y


funcionarios convocados, frente las personas, preservarles
la vida, abstenerse de desaparecerlas y tratarlas con
igualdad, haciendo énfasis en aquellos sujetos de especial
condición, a promover el libre desarrollo de su personalidad,
a no molestarlas por razón de sus convicciones ni a censurar
sus expresiones u opiniones, permitiéndoles su circulación
por el territorio, no pudiendo las encausadas reducir, detener
o irrumpir arbitrariamente en su domicilio29.

A su vez, el canon 37 del Estatuto Supremo, señala


que los ciudadanos pueden reunirse para manifestarse
pública y pacíficamente y, sólo la Ley podrá limitar y
establecer los casos en los cuales tal derecho será
restringido.

Por tanto, de acuerdo con la tridivisión de poderes, es


el Congreso de la República, y no otra institución, el
encargado, por vía Ley Estatutaria, es decir, no simplemente
a través de disposición ordinaria, el competente para la
regulación negativa a ese derecho fundamental30.

28 (…) Artículo 6°. Los particulares sólo son responsables ante las autoridades por infringir la
Constitución y las leyes. Los servidores públicos lo son por la misma causa y por omisión o
extralimitación en el ejercicio de sus funciones (…)” (negrilla ajena al original).
29 Artículos 11, 12, 13, 16, 18, 20, 24 y 28 de la Constitución Política.
30 “(…) Artículo 152. Mediante las leyes estatutarias, el Congreso de la República regulará las

siguientes materias: (…) a) Derechos y deberes fundamentales de las personas y los


procedimientos y recursos para su protección (…)” (se destaca).
33
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Bajo ese horizonte, las entidades demandadas, por


mandato expreso del canon 121 ejúsdem31, no pueden
atribuirse la reglamentación de la forma cómo una persona
puede disfrutar de su garantía a manifestarse pública y
pacíficamente.

Como consecuencia de lo anterior, en la sentencia C-


223 de 2017, declaró la inexequibilidad de los artículos 47,
48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 63,
64, 65, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 74 y 75, contenidos en
el Título VI del Libro Segundo de la Ley 1801 de 2016 “Por la
cual se expide el Código Nacional de Policía y Convivencia”,
con efectos a partir del 20 de julio de 2019, por violación de
reserva de Ley Estatutaria; de consiguiente, a la fecha, tales
preceptos se encuentran expulsados del ordenamiento
patrio.

5.2.3. En cuanto al contenido fundamental del derecho


a reunirse y a manifestarse pacíficamente, la Corte
Constitucional expuso:

“(…) [L]a Constitución de 1991 eliminó la facultad discrecional


que tenía la autoridad para definir los casos en los cuales se
podía disolver una reunión y, por el contrario, estableció que sólo
la ley podrá instituir de manera expresa los límites al ejercicio de
este derecho. Desde lo jurídico, este cambio normativo supone la
reducción de la discrecionalidad en cabeza de la autoridad y, a
su vez, disminuye la toma de decisiones arbitrarias y con abuso
del poder en relación con los derechos de reunión y
manifestación pública y pacífica (…)”.

31 “(…) Artículo 121. Ninguna autoridad del Estado podrá ejercer funciones distintas de las que
le atribuyen la Constitución y la ley (…)” (énfasis ajeno al original).
34
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“(…) Así, la Constitución expresamente establece que la reunión


y la manifestación pública y pacífica son derechos
fundamentales, lo cual tiene como trasfondo la intención de
fortalecer el principio democrático en el sistema constitucional
actual. Igualmente, que sólo el Legislador es el facultado para
definir el marco de acción de la autoridad administrativa y los
límites a estos derechos (…)”.

“(…) [Asimismo, se] amplió el marco de acción de estos derechos,


pues mientras antes los residentes en Colombia sólo podían
“congregarse pacíficamente”, ahora además de eso pueden
reunirse y manifestarse pacífica y públicamente. Estos
elementos adicionales que encontramos en el artículo 37
(manifestación/pública) también son evidencia del referido
cambio, ya que, a partir de 1991, se incluye en el texto
constitucional la facultad de expresión individual o colectiva en
el espacio público, de las diversas opiniones, inconformidades o
críticas (…)”.

“(…) Este cambio, sin duda influye en el fortalecimiento


democrático y constitucional, pues permite que se conozcan las
diversas corrientes de pensamiento, ideologías y expresiones
que coexisten en la vida nacional; contribuye a disminuir el
déficit de representación de muchos sectores de la sociedad
colombiana y busca “llamar la atención de las autoridades y de
la opinión pública sobre una problemática específica y sobre las
necesidades que ciertos sectores, en general minoritarios, para
que sean tenidos en cuenta por las autoridades” (…)”.

“(…) [Igualmente] es claro que la protección a la libre expresión


de ideas y opiniones, a través de los derechos de reunión y
manifestación pública y pacífica incide directamente en el
desarrollo de uno de los principios fundantes del Estado como es
el principio pluralista (art. 1º Const.). Como lo determinó esta
Corporación “el pluralismo establece las condiciones para que los
contenidos axiológicos de la democracia constitucional tengan
lugar y fundamento democrático. Dicho sintéticamente, la opción
popular y libre por los mejores valores, está justificada
formalmente por la posibilidad de escoger sin restricción otros
valores, y materialmente por la realidad de una ética superior”
(…)”.

(…) Así mismo, en la Sentencia C-089 de 1994, esta Corporación


explicó el alcance de este principio fundante del Estado y dijo
que el pluralismo era connatural a la democracia y que “la
relación entre el valor del pluralismo y los valores protegidos por
35
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

los derechos humanos corresponde a una relación entre la forma


y el contenido, entre las condiciones de posibilidad y la
realización. El pluralismo establece las condiciones para que los
contenidos axiológicos de la democracia constitucional tengan
lugar y fundamento democrático” (…)”.

“(…) En ese orden de ideas y tal y como lo ha reiterado esta


Corporación, con la consagración del artículo 37 Constitucional:
(…)”.

“(…) [El] Constituyente de 1991 quiso revelar que, por su origen,


el orden constitucional vigente está edificado sobre la base de
una confianza amplia y justificada en la capacidad colectiva del
pueblo colombiano para discutir pública y abiertamente los
asuntos que le conciernen (CP art. 2), y también para conformar,
controlar y transformar sus instituciones en parte a través de
manifestaciones públicas y pacíficas. Así, el artículo 37 de la
Constitución de 1991 propone un modelo de democracia más
robusta y vigorosa que la encarnada por el proyecto de la
Constitución de 1886. Al pueblo hoy se le reconoce su capacidad
y su derecho a deliberar y gobernar, no sólo por medio de sus
representantes, a través del sufragio, sino por sí mismo y por
virtud de la deliberación colectiva, pública y pacífica. Con lo cual,
simultáneamente, la Constitución de 1991 dice que esa forma de
autogobierno debe ser compatible con la paz (CP art. 22)” (…)”.

“(…) Es decir, la reunión y la manifestación pacífica en espacios


públicos y específicamente la protesta en el régimen
constitucional, constituyen un mecanismo útil para la
democracia y para lograr el cumplimiento cabal del pacto social,
pues es a través de estos medios de participación que muchas
veces se expresan las inconformidades ciudadanas de grupos
sociales que no han sido escuchados institucionalmente (…)”32
(énfasis original).

En la misma providencia se aludió a la importancia de


la libertad de expresión como eje del derecho a reunirse y
manifestarse pacíficamente, así como a aquellos aspectos
que no se encuentran protegidos en esas prerrogativas y, por
tanto, se oponen a tales garantías, así:

32 Corte Constitucional, sentencia C-009-18 de 7 de marzo de 2018, exp. D-11747 y D-11755


(acumulados).

36
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“(…) [Es] particularmente relevante en el ámbito de los derechos


a la reunión y a la manifestación en espacios públicos reiterar el
vínculo que esta Corporación ha delimitado entre la libertad de
expresión y la democracia. Así, en la sentencia T-391 de 2007 se
explicaron in extenso las razones por las cuales el derecho a la
libertad de expresión ocupa un lugar central en el régimen
constitucional vigente cuya finalidad es profundizar la
democracia y se expusieron los siguientes argumentos que ahora
se resumen: (…)”.

“(…) La libertad de expresión facilita la democracia


representativa, la participación ciudadana y el autogobierno por
parte de cada nación; desde la dimensión política (…)”.

“(…) El debate político amplio y abierto informa y mejora la


calidad de las políticas públicas, al incluir a todos los sectores de
la sociedad en los procesos de comunicación, decisión y
desarrollo (…)”.

“(…) Mantiene abiertos los canales para el cambio político e


impide, mediante la crítica, que los gobernantes se arraiguen
indefinidamente a una postura ilegítima (…)”.

“(…) La protección a la libre comunicación de información


previene los abusos gubernamentales de poder, al presentar un
canal como un contrapeso para el ejercicio del poder ciudadano
(…)”.
“(…) Promueve la estabilidad sociopolítica, al proveer una válvula
de escape para el disenso social y establecer, así, un marco para
el manejo y procesamiento de conflictos establecer un espacio
para procesar conflictos que no amenaza con socavar la
integridad de la sociedad (…)”.

“(…) Protege a las minorías políticas activas en un momento dado,


impidiendo su silenciamiento por las fuerzas mayoritarias o
prevalecientes; (…)”.

“(…) Es una condición necesaria para asegurar la libre expresión


de la opinión de los electores al depositar sus votos, optando por
un representante político (…)”.

“(…) Contribuye a la formación de la opinión pública sobre


asuntos políticos y a la consolidación de un electorado
debidamente informado, dado que materializa el derecho de los

37
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

ciudadanos a comprender los asuntos políticos y les permite así


participar efectivamente en el funcionamiento de la democracia
(…)”.

“(…) Hace efectivo “el principio de autogobierno representativo


por los ciudadanos mismos; y el de responsabilidad de los
gobernantes ante el electorado, así como el principio de igualdad
política (…)”.

“(…) Fortalece la autonomía del individuo como un sujeto político;


y al permitir la construcción de opinión facilita el control social
sobre el funcionamiento, no solo del sistema político, sino de la
sociedad misma, incluyendo el ordenamiento jurídico y sus
necesidades de evolución o modificación (…)”.

“(…) Así, en el contexto de la protección del derecho a la libertad


de expresión, en general, el único acercamiento plausible al
contenido del “fin legítimo” es aquel que respete plenamente los
límites trazados por el artículo 20 de la Constitución, en conjunto
con el bloque de constitucionalidad, que son aplicables al
entendimiento del artículo 37 Superior (…)”.

“(…)”.

“(…) De lo expuesto, la Sala verifica que, en efecto, existe una


lectura de la expresión acusada que dota de contenido el universo
de discursos protegidos y que esa amplitud no sólo respeta los
límites del artículo 20 de la Constitución, sino que es exigible,
especialmente, en atención a los valores y principios del
pluralismo y de la participación democrática. Se trata de aquella
lectura que integra las reglas acerca de la protección de todo tipo
de alocuciones con excepción de las expresiones que escapan a
la restricción de la censura previa. Este entendimiento de fin
legítimo, que remite a las reglas y límites generales de la
protección de la libertad de expresión, hace que la única
prohibición presente en la disposición sea aquella respecto a la
cual existe un consenso de prohibición.

“(…) En consecuencia, el criterio genérico acerca de los discursos


permitidos cobija todas las expresiones posibles, menos aquellas
que admiten una restricción previa. Es decir, lo protegido es
todo tipo de discurso y lo prohibido es aquello que los
parámetros constitucionales han determinado que se puede
prohibir, a saber: (i) la propaganda de la guerra; (ii) la apología al
odio, a la violencia y al delito; (iii) la pornografía infantil; y (iv) la

38
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

instigación pública y directa a cometer delitos; y (v) lo que el


Legislador señale de manera expresa (…)” (negrilla original).

En la sentencia C-575 de 2009, la Corte Constitucional


al declarar la incompatibilidad del otrora delito de “ultraje a
la bandera” con la Carta de 1991, enfatizó en los elementos
constitutivos de la libertad de expresión y de su núcleo
esencial, así:

“(…) (i) toda expresión se encuentra protegida por una


presunción de primacía constitucional sobre la cual cabe
prueba en contrario; (ii) prima facie se reconoce mayor peso
abstracto a la libertad de expresión salvo que estén en juego otros
principios o derechos que gocen de una protección superior; (iii)
se presume como una “intervención constitucionalmente
sospechosa” cualquier limitación de la libertad de
expresión por parte de las autoridades públicas, por lo
tanto, en estos casos se debe proceder con un control
constitucional estricto que corrobore la existencia de
causas jurídicas concretas para la limitación del mismo
(…)”.

“(…) Como consecuencia del principio de presunción de primacía


de la libertad de expresión, la Corte ha dicho que la censura se
encuentra completamente prohibida, y que en este caso no
se admite prueba en contrario, pues el acto de censura
constituye una violación del derecho a la libertad de
expresión ipso jure (…)”.

“(…) En su dimensión individual, el derecho de la libertad de


expresión se manifiesta como (…) el derecho formal a expresarse
como tal sin interferencias arbitrarias, sino el derecho a utilizar
cualquier medio apropiado para difundir el propio pensamiento
(…) Esta libertad también abarca el derecho a escoger la forma y
el tono que se prefieran para expresar las ideas, pensamientos,
opiniones e informaciones propias. De igual manera, el contexto
colectivo de este derecho determina la posibilidad de recibir los
pensamientos e ideas de provenientes de terceros (…)”.

39
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“(…) La libertad de expresión en sentido estricto tiene las


siguientes características constitucionales: (i) titularidad
universal que impide la discriminación y que puede involucrar
intereses públicos y colectivos; (ii) en virtud de los tratados
internacionales hay ciertas opiniones que no pueden ser
expresadas como las xenofóbicas, la pornografía infantil
y las que promueven la violencia, entre otras; (iii) existen
niveles de protección al interior del derecho de la libre expresión
y esto es considerado en el momento en que se lleve a cabo la
aplicabilidad de este derecho; (iv) es importante resaltar que la
Corte menciona como un elemento esencial de este derecho “la
expresión protegida por esta libertad puede ser tanto la del
lenguaje convencional, como la manifestada a través de conducta
simbólica o expresiva convencional o no convencional”; (v) la
protección constitucional a este derecho se manifiesta tanto en el
contenido como en la expresión del mismo y su tono, se debe
resaltar que el derecho de la libertad de expresión es protegido
aun cuando las ideas y la forma de expresar las mismas sea
chocante para la mayoría de la sociedad; (vi) el derecho a la libre
expresión no solamente implica obligaciones y responsabilidades
vinculantes para quien ejerce dicho derecho, sino también para
el Estado y las autoridades públicas (…)”.

“(…) También ha reconocido que el derecho a la libertad de


expresión tiene protección jurídica en virtud de su estrecha
relación con la dignificación y autorrealización del individuo.
Siendo así, el ejercicio de este derecho cobija otros tantos
derechos de índole constitucional como lo son el de la libertad
religiosa, la participación política o el libre desarrollo de la
personalidad (…)”.

“(…) [L]a Corte ha reconocido que el orden interno, así como el


derecho internacional, dan preponderancia al derecho a la
libertad de expresión dado su realce en la formación de la
sociedad democrática. En este sentido, las limitantes al
ejercicio libre de ese derecho han sido examinadas bajo
ópticas de extrema severidad, con el fin de evitar que los
estados coarten innecesariamente la libre manifestación
de las opiniones personales (…)”.

“(…)”.

“(…) A juicio de la Corte, muchas conductas que externamente


implican la agresión, la destrucción o la modificación a un símbolo
de la patria pueden ser consideradas como formas legítimas de

40
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

expresión política, de oposición a un estatus fijado no


necesariamente por los valores sociales imperantes, sino por
decisiones coyunturales de tipo gubernamental o por adopción de
políticas que no son unánimemente compartidas. La Corte
Constitucional ha dicho a este respecto que la libertad de
expresión ampara la manifestación pública de la opinión
individual cuando la misma no coincide con la opinión
mayoritaria, o, incluso, cuando resulta repulsiva o antipática a
los cánones sociales común y ampliamente aceptados. En este
punto la jurisprudencia rescata la importancia de la libre
expresión en el marco de una verdadera pluralidad, no
excluyente de contenidos, sino abierta a cualquier manifestación
de la opinión personal. De allí que la Corte haya dicho: (…)”

“(…) La libertad de expresión pretende proteger, como lo ha


vigorosamente destacado la doctrina de las instancias
internacionales de derechos humanos, no sólo la divulgación de
informaciones u opiniones consideradas inofensivas o
indiferentes por el Estado y por la mayoría de la población, sino
también la difusión de ideas o datos que no son acogidos
favorablemente por las mayorías sociales, que pueden juzgarlas
inquietantes o peligrosas. El pluralismo, la tolerancia y el espíritu
de apertura, sin los cuáles no existe verdaderamente una
sociedad democrática, exigen que esas opiniones e
informaciones disidentes sean también protegidas (…)” (se
destaca).

Desde esa perspectiva, la libertad de expresión, en


relación con las prerrogativas a la reunión, manifestación y
protesta pacífica, al estar conexas, pues de la primera fluyen
las otras y, por tanto, enmarcan contextos individuales y
colectivos susceptibles de ser protegidos por vía de tutela,
cuando quiera que estén bajo vulneración o amenaza.

Sobre lo discurrido, la jurisprudencia constritucional


expusó:

“(…) En Colombia el derecho a reunirse y manifestarse pública y


pacíficamente está expresamente reconocido en la Constitución
Política y en los tratados internacionales que hacen parte del
41
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

bloque de constitucionalidad. El artículo 37 de la Constitución


consagra este derecho, en los siguientes términos: Toda parte del
pueblo, puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente.
Sólo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los
cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho (…)”

“(…) Esta norma incorpora el derecho de manifestación,


garantizando en ambos casos su ejercicio público y pacífico, y
estatuye que sólo la ley podrá señalar expresamente los eventos
en los cuales puede limitarse el ejercicio de este derecho. El
derecho a reunirse y manifestarse pública y pacíficamente, ha
sido reconocido por esta Corporación como una de las varias
manifestaciones que tiene la libertad de expresión (artículo 20,
CP). Dentro de un régimen jurídico pluralista que privilegia la
participación democrática y que además garantiza el ejercicio de
otros derechos de rango constitucional como la libertad de
locomoción (art. 24, CP) y los derechos de asociación (artículo 38,
CP) y participación en los asuntos públicos (artículos 2 y 40, CP),
la protesta social tiene como función democrática llamar la
atención de las autoridades y de la opinión pública sobre una
problemática específica y sobre las necesidades de ciertos
sectores, en general minoritarios, para que sean tenidos en
cuenta por las autoridades (…)”.

“(…) La Constitución Política garantiza el derecho a reunirse y


manifestarse públicamente tanto en una dimensión estática
(reunión) como dinámica (movilización), de forma individual como
colectiva, y sin discriminación alguna, pues así se deriva de la
expresión “toda parte del pueblo”. Todo ello, sin otra condición
distinta, a que sea pacífico, o sea, sin violencia, armas ni
alteraciones graves del orden público. Esto significa que sólo la
protesta pacífica goza de protección constitucional. Así, aun
reconociendo la tensión que surge entre el ejercicio del derecho
de reunión y manifestación pública y pacífica y el mantenimiento
del orden público, no puede el legislador desbordar los principios
de razonabilidad y proporcionalidad al hacer uso del margen de
configuración o establecer restricciones cuya vaguedad conduzca
a impedir tal derecho (…)”33.

5.2.4. Ahora bien, ¿puede el derecho a la protesta


pacifica llevar, en algunos eventos, al bloqueo de los medios

33 Corte Constitucional, sentencia T-366 de 2013 de 27 de junio de 2013, exp. T-3779365


42
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

de transporte como una forma de llamar la atención del


Estado y, de esa forma, visibilizar su mensaje?

El problema se abordó en la sentencia C-742 de 2012,


en donde se advirtió la exequibilidad de los artículos 44 y 45
de la Ley 1453 de 2011, modificatorio el primero del canon
35334 e, introductorio, el segundo, de la disposición 353A35
del Código Penal, resaltándo:

“(…) En ese sentido, lo penalizado (…) de acuerdo con la reforma


de la Ley 1453 de 2011, no es cualquier nivel o grado de
perturbación en el servicio de transporte público, colectivo
u oficial. Por la carga semántica de los términos “imposibilite la
circulación”, y en vista de su ubicación dentro de los delitos
contra la seguridad pública, tiene que tratarse de una
perturbación superlativa, que ni siquiera puede
considerarse un grado superior de dificultad para la
circulación, sino que es un estado diferente. Es hacer
completamente imposible el transporte público, colectivo u
oficial, y por tanto no consiste solamente en paralizar o
frenar un vehículo o el servicio de transporte público, sino
en eliminar cualquier posible condición para la
circulación del mismo. Esa no es una exigencia abierta o
imprecisa, y por ende no hay razones para juzgarla contraria al
principio de estricta legalidad penal (…)”.

“(…) En vista de todo lo anterior, la Corte Constitucional concluye


que los artículos 44 y 45 (parcial) de la Ley 1453 de 2011 no
violan el principio de estricta legalidad. El accionante afirma que
las normas cuestionadas terminan por reprimir la protesta social.
No obstante, sólo la protesta social pacífica goza de protección

34 “(…) Artículo 353. Perturbación en servicio de transporte público, colectivo u oficial. El que por
cualquier medio ilícito imposibilite la circulación o dañe nave, aeronave, vehículo o medio
motorizado destinados al transporte público, colectivo o vehículo oficial, incurrirá en prisión de
cuatro (4) a ocho (8) años y multa de trece punto treinta y tres (13.33) a setenta y cinco (75)
salarios mínimos legales mensuales vigentes (…)”.
35 “(…) Artículo 353a. Obstrucción a vías públicas que afecten el orden público. El que por medios

ilícitos incite, dirija, constriña o proporcione los medios para obstaculizar de manera temporal o
permanente, selectiva o general, las vías o la infraestructura de transporte de tal manera que
atente contra la vida humana, la salud pública, la seguridad alimentaria, el medio ambiente o el
derecho al trabajo, incurrirá en prisión de veinticuatro (24) a cuarenta y ocho meses (48) y multa
de trece (13) a setenta y cinco (75) salarios mínimos legales mensuales vigentes y pérdida de
inhabilidad de derechos y funciones públicas por el mismo término de la pena de prisión (…)”.
43
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

constitucional. Las manifestaciones violentas no están


protegidas ni siquiera prima facie por la Constitución. Y los
artículos 44 y 45 (parcial) de la Ley 1453 de 2011 tienen esa
orientación. Así, el artículo 44 excluye la tipicidad de las
movilizaciones realizadas, con previo aviso, en el marco del orden
constitucional vigente (concretamente, el artículo 37 de la
Constitución Política). El artículo 45 dice que es típico de
perturbación en el servicio de transporte público, colectivo u
oficial, el comportamiento de quien “por cualquier medio ilícito”
imposibilite la circulación. Recurrir a medios ilícitos, que
conllevan violencia, sustrae en principio los comportamientos
resultantes, del ámbito de protección del derecho a la
manifestación (…)” (negrillas ajenas al original).

Teniendo en cuenta la temática aquí debatida,


conviene señalar que, frente al “orden público”, la
jurisprudencia se ha referido a él como “el conjunto de
condiciones de seguridad, tranquilidad y salubridad que
permiten la prosperidad general y el goce de los derechos
humanos”36, supeditado al respeto de las garantías
fundamentales de las personas y el medio ambiente, para
hacer efectivo el goce generalizado de las prerrogativas.

En torno a los alcances de dicho precepto, sus límites y


presupuestos del orden público en el marco de la Carta
Política de 1991, la Corte Constitucional adoctrinó:

“(…) En una democracia constitucional, fundada en el respeto de


los derechos y de la dignidad de las personas (CP arts 1º, 3 ºy
5º), el orden público no es un valor en sí mismo ya que, tal y
como lo ha señalado esta Corte en múltiples oportunidades, es
“un valor subordinado al respeto a la dignidad humana”,
por lo que, “la preservación del orden público lograda
mediante la supresión de las libertades públicas no es
entonces compatible con el ideal democrático”. Por ello el
orden público debe ser entendido como el conjunto de condiciones

36 Corte Constitucional, sentencia C-453-13 de 10 de julio de 2013, exp. D-9434.


44
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

de seguridad, tranquilidad y salubridad que permiten la


prosperidad general y el goce de los derechos humanos. Este
marco constituye el fundamento y el límite del poder de policía,
que es el llamado a mantener el orden público, pero en beneficio
del goce pleno de los derechos. En ese sentido, la preservación
del orden público no puede lograrse mediante la supresión
o restricción desproporcionada de las libertades públicas,
puesto que el desafío de la democracia es permitir el más amplio
y vigoroso ejercicio de las libertades ciudadanas (…)”.

“(…) Conforme a lo anterior, en un Estado social de derecho, el


uso del poder correspondiente al mantenimiento del orden
público está limitado por los principios contenidos en la
Constitución y por aquellos que derivan de la finalidad de
mantener el orden público como condición para el libre ejercicio
de las libertades democráticas (…)”.

“(…)”.

“(…) La preservación del orden público en beneficio de las


libertades supone el uso de distintos medios, como pueden ser
básicamente (i) el establecimiento de normas generales que
limitan los derechos para preservar el orden público, (ii) la
expedición de actos normativos individuales, dentro de los límites
de esas normas generales, como la concesión de un permiso o la
imposición de una sanción, y (iii) el despliegue de actividades
materiales, que incluyen el empleo de la coacción y que se
traduce en la organización de cuerpos armados y funcionarios
especiales a través de los cuales se ejecuta la función (…)”37.

5.2.5. El “orden público” gira en función de la garantía


por el respeto a la dignidad humana que es principio
fundante del Estado en Colombia y del cual se derivan otros
derechos y, por tanto, toda aquella preservación del status
quo no puede anteponerse ni estar por encima del señalado
precepto constitucional, so pena de resquebrar el sistema
democrático.

37 Corte Constitucional, sentencia C-825-04 de 31 de agosto de 2004, exp. D-5082.


45
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Agréguese, para el mantenimiento de una armonía


encaminada al efectivo el goce de los derechos
fundamentales, el Estado colombiano desplega tres
facultades de poder, función y actividad de policía.

La primera, el “poder de policía”, se distingue por su


elemento “reglamentario” de las libertades de “manera
general, abstracta e impersonal” para mantener el orden
público.

Esa atribución está asignada a la rama legislativa, al


presidente cuando sobrevengan circunstancias constitutivas
de estado de excepción y en ejercicio de las potestades
administrativas.

Dentro de esta última condición y, siempre y cuando


se tenga en cuenta el rasgo “genérico y amplio” del “poder de
policía”, también se encuentran las asambleas
departamentales, los gobernadores, los concejos distritales y
municipales y los alcaldes distritales y municipales.

Sobre las particularidades del “poder de policía” y sus


limitaciones, la Corte Constitucional ha señalado:

“(…) [S]e caracteriza por su naturaleza normativa y por la


facultad legítima de regulación de la libertad con actos de
carácter general e impersonal, con fines de convivencia social,
en ámbitos ordinarios y dentro de los términos de la salubridad,
seguridad y tranquilidad públicas que lo componen (…)”.

“(…)”.

46
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“(…) [E]l poder de policía subsidiario que ejercen ciertas


autoridades administrativas no puede invadir esferas en
las cuáles la Constitución haya establecido una reserva
legal, por lo cual, en general los derechos y libertades
constitucionales sólo pueden ser reglamentados por el
Congreso. Esto significa que, tal y como esta Corte lo había
precisado, “en la Carta de 1991 ya no es de recibo la tesis
de la competencia subsidiaria del reglamento para limitar
la libertad allí donde la ley no lo ha hecho y existe reserva
legal, la cual había sido sostenida bajo el antiguo régimen por el
Consejo de Estado (“Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso
Administrativo. Sección Primera. Sentencia dic. 13 de 1979) y la
Corte Suprema de Justicia (Corte Suprema de Justicia. Sentencia
de enero 27 de 1977 (…)”.

“(…)”.

“(…) [Asimismo, tampoco] puede admitirse la existencia de


una competencia discrecional del Congreso en la materia,
puesto que su actuación se encuentra limitada por la
misma Constitución y los tratados y convenios
internacionales que reconocen e imponen el respeto y
efectividad de los derechos humanos (CP art. 93), límites
que emanan de la necesidad de garantizar el respeto a la
dignidad humana y el ejercicio pleno de los derechos
fundamentales en lo que atañe con su núcleo esencial
(…)”38 (se destaca).

La segunda, denominada “función de policía”, se


diferencia de la primera, porque ya no existe el factor
reglamentario pues se supedita a lo ya regulado y es
exclusivamente administrativa, debidamente motivada,
concreta y determinada a un grupo o sector especifico.

En cuanto a lo esbozado, la homóloga constitucional


ha indicado:

38 Corte Constitucional, sentencia C-825-04 de 31 de agosto de 2004, exp. D-5082.


47
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“(…) La jurisprudencia ha precisado que la función de policía se


manifiesta de diversas maneras: una que se desprende de la
relación entre administración y administrado como cuando se
define una situación concreta de una persona; otra un poco más
amplia, en la que se establecen prescripciones de alcance local
sobre temas particulares dirigidas a un grupo específico de
personas (…)”.

“(…)”.

“(…) [Las] manifestaciones de la función de policía responden al


“reconocimiento de la imposibilidad del legislador de prever todas
las circunstancias fácticas. Las leyes de policía permiten
entonces un margen de actuación a las autoridades
administrativas para su concreción. Así, la forma y oportunidad
para aplicar a los casos particulares el límite de un derecho,
corresponde a normas o actos de carácter administrativo
expedidos dentro del marco legal por las autoridades
administrativas competentes”. En aras de proteger las
libertades y los derechos de los ciudadanos, se ha exigido
que la administración motive sus actos, cumpla con los
requisitos de publicidad, garantice el derecho a la
defensa, guarde coherencia entre la motivación y la
decisión, tome medidas proporcionales, razonables y
oportunas, y que la autoridad que tome las decisiones sea
competente es decir que esté autorizada para ello (…)”.

“(…) Las condiciones anteriormente descritas evitan la adopción


de actos puramente discrecionales de la administración en el
ejercicio de la función de policía, “lo que no excluye una cierta
capacidad creadora, del funcionario competente para decidir
(…)”39 (énfasis ajeno al texto).

Y la tercera, la “actividad de policía”, se halla sometida


al “poder” y a la “función” ya explicadas, la cual es sólo de
naturaleza ejecutora o material, pues no tiene cualidades
normativas, administrativas ni decisorias para establecer
esas vías, limitantes a las libertades.

39 Corte Constitucional, sentencia C-453-13 de 10 de julio de 2013, exp. D-9434.


48
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Tal condición, es ejercida por los entes policiales


propiamente dichos, gestionando directa y materialmente la
preservación del orden púbico sin ostentar de facultades
represivas, pues, ante todo, se deben promover, garantizar y
proteger los derechos fundamentales, entre ellos, el de
reunión, expresión, locomoción, protesta pacifica y,
especialmente, la dignidad humana como principio fundante
del Estado Social de Derecho.

Sobre las características, restricciones y prohibiciones


concretas de las entidades que se ocupan de realizar
“actividad de policía”, la jurisprudencia ha reiterado:

“(…) [De] acuerdo con el artículo 218 de la Constitución [la]


ejecutan (…) materialmente los miembros de la Policía Nacional -
oficiales, suboficiales y agentes de policía-, a quienes compete
mantener las condiciones necesarias para el ejercicio de los
derechos y libertades públicas, a través de medios legítimos para
prevenir y conjurar las alteraciones del orden público
subordinándose al poder y a la función de policía. En general,
la Policía Nacional, como autoridad administrativa,
cumple funciones de naturaleza preventiva, y no represiva.
En otras palabras son quienes ejecutan el poder y la función de
policía, sin tomar decisiones ya que obedecen a la voluntad de
las autoridades de policía por lo cual, no se trata de una actividad
reglamentaria ni reguladora de la libertad (…)”.

“(…) [L]a Policía Nacional puede aplicar medidas de tipo


preventivo o de índole correctiva, siempre sujetas al
principio de legalidad, razonabilidad y proporcionalidad,
cuando se requiera ante cualquier amenaza o vulneración de los
derechos y bienes de los ciudadanos. Con respecto a este punto,
resulta relevante aclarar que las medidas preventivas
buscan garantizar un derecho actual o futuro y no
reprimir o sancionar determinada conducta, ya que lo
anterior solo puede ser determinado en un juicio previo que
establezca las responsabilidades. Las medidas preventivas
49
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

que adopta la Policía se justifican en la prevalencia del interés


general y de la protección de los derechos de los ciudadanos
como fin esencial del Estado, y en el principio de acuerdo con el
cual, los derechos no son absolutos, por lo cual se admite que las
personas pueden gozar libremente de sus derechos siempre que
no afecten a los de los demás y obren conforme con la
solidaridad. Cabe igualmente destacar, como lo ha dicho la
jurisprudencia constitucional en esta materia, que "la
preservación del orden público lograda mediante la supresión de
las libertades públicas no es entonces incompatible con el ideal
democrático, puesto que el sentido que subyace a las autoridades
de policía no es el de mantener el orden a toda costa sino el
de determinar cómo permitir el más amplio ejercicio de las
libertades ciudadanas sin que ello afecte el orden público
(…)”.

“(…) Desde sus primeras sentencias la Corte ha señalado que los


límites de la actividad de policía consisten en: (1) respetar
el principio de legalidad; (2) asegurar el orden público sin
interferir con el ámbito privado de los ciudadanos; (3) tomar las
medidas necesarias y eficaces para cumplir con su tarea y
utilizar la fuerza únicamente cuando sea indispensable, de
acuerdo con el artículo 3º del "Código de conducta para
funcionarios encargados de aplicar la ley", aprobado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas por resolución 169/34
del 17 de diciembre de 197940; (4) adoptar medidas
proporcionales y razonables en relación con las
circunstancias y el fin perseguido; (5) el poder de policía es
inversamente proporcional con el valor constitucional de
las libertades afectadas; (6) debe ejercerse para preservar
el orden público en beneficio de las libertades y derechos
ciudadanos y no puede traducirse en una limitación
absoluta de los mismos; (7) no puede llevar a discriminaciones
injustificadas de ciertos sectores de la sociedad; (8) la policía
debe obrar contra el perturbador del orden público, pero no
contra quien ejercite legalmente sus derechos.

“(…) [E]l régimen de policía permite prevenir los actos que


constituyen amenazas contra los derechos de terceros pero no
juzga, no establece culpabilidades ni impone sanciones.
Acorde con lo anterior, la naturaleza de las medidas no es
represiva, por cuanto su objetivo no es reparar sino

40“(…) Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley podrán usar la fuerza sólo cuando
sea estrictamente necesario y en la medida que lo requiera el desempeño de sus tareas (…)”.
50
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

prevenir el conflicto. Asimismo, es posible concluir que en


nuestro ordenamiento se prohíben medidas de policías “vagas,
imprecisas e imprescriptibles” por desconocer el principio de
estricta legalidad y la primacía de los derechos de las personas
(…)”41 (negrillas y subrayas ajenas al original (…)”.

Sobre el uso de la fuerza por las entidades y


funcionarios que ejercen la “actividad de policía”, la oficina
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos -ACNUDH-, en referencia con el artículo
3° del “Código de conducta para funcionarios encargados de
aplicar la ley”, destacó:

“(…) a) En esta disposición se subraya que el uso de la fuerza por


los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley debe ser
excepcional; si bien implica que los funcionarios encargados de
hacer cumplir la ley pueden ser autorizados a usar la fuerza en
la medida en que razonablemente sea necesario, según las
circunstancias para la prevención de un delito, para efectuar la
detención legal de delincuentes o de presuntos delincuentes o
para ayudar a efectuarla, no podrá usarse la fuerza en la
medida en que exceda estos límites (…)”.

“(…) b) El derecho nacional restringe ordinariamente el uso de la


fuerza por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley,
de conformidad con un principio de proporcionalidad. Debe
entenderse que esos principios nacionales de proporcionalidad
han de ser respetados en la interpretación de esta disposición.
En ningún caso debe interpretarse que esta disposición
autoriza el uso de un grado de fuerza desproporcionado al
objeto legítimo que se ha de lograr (…)”.

(…) c) El uso de armas de fuego se considera una medida


extrema. Deberá hacerse todo lo posible por excluir el uso
de armas de fuego, especialmente contra niños. En
general, no deberán emplearse armas de fuego excepto
cuando un presunto delincuente ofrezca resistencia

41 Corte Constitucional, sentencia C-453-13 de 10 de julio de 2013, exp. D-9434, citada en el


fallo C-204-19 de 15 de mayo de 2019, exp. D-11973.

51
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

armada o ponga en peligro, de algún otro modo, la vida de


otras personas y no pueda reducirse o detenerse al
presunto delincuente aplicando medidas menos extremas.
En todo caso en que se dispare un arma de fuego, deberá
informarse inmediatamente a las autoridades competentes (…)” 42
(énfasis ex texto).

En la “actividad de policía” aquí cuestionada, se


advierte que mediante Decreto 4222 de 23 noviembre de
2006, artículo 2°, numeral 8°, el Ministerio de Defensa
Nacional facultó al Director de la Policía Nacional para lo
siguiente:

“(…) Expedir dentro del marco legal de su competencia, las


resoluciones, manuales, reglamentos y demás actos
administrativos necesarios para administrar la Policía Nacional
en todo el territorio nacional, pudiendo delegar de conformidad
con las normas legales vigentes (…)”.

Con fundamento en este precepto, la última entidad


señalada en cabeza del funcionario de la anotada calidad,
expidió la Resolución 02903 de 23 de junio de 2017, en
donde se “reglamentó el uso de la fuerza y el empleo de armas,
municiones, elementos y dispositivos menos letales” para el
personal de la policía.

En ese acto administrativo, se aludió a la normatividad


internacional y local relativa al respeto de los derechos
humanos, y se enfatizó en el deber de los uniformados de
hacer un uso moderado y proporcionado de la fuerza y, en

42 Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
https://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/LawEnforcementOfficials.aspx
52
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

caso de ser necesario, escoger los medios eficaces que causen


menor daño a las personas43.

5.2.6. El ESMAD fue creado en directiva transitoria N°


0205 del 24 de febrero de 1999, y formalizado en la
resolución N°01363 del 14 de abril siguiente, como ente
permanente especializado bajo dependencia de la Dirección
de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, cuyo manual
de servicios, para efectos de su intervención en
manifestaciones, se reglamentó por el Director de la Policía
Nacional en el acto administrativo N°03002 del 29 de junio
de 2017.

En la precitada disposición, se describen actividades


de planeación previas a las protestas recabando en análisis
de “inteligencia”, recopilando información del
“comportamiento histórico social de cada jurisdicción” y
convocar a reuniones de coordinación con los “diversos
actores” para determinar el número de participantes en las
actividades, rutas y puntos de concentración, entre otras
medidas44.

Durante la “ejecución” de las protestas y, ante


eventuales situaciones de conflicto o amenaza, en
coordinación con los gestores de convivencia y el Ministerio
Público, se señaló el deber de agotar el diálogo, mediación y
gestión para minimizar el riesgo de confrontación.

43 Resolución 02903 de 23 de junio de 2017, artículo 7°, numeral 3°.


44 Resolución N°03002 del 29 de junio de 2017, artículo 10.
53
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Asimismo, se estableció que, en caso de graves


alteraciones al orden público, el comandante de cada unidad
o jefe del servicio, podrá ordenar la disolución de la reunión,
velando en todo caso, por el respeto a las libertades
ciudadanos y garantizando la labor de los reporteros y de
cualquiera que desee registrar el procedimiento policial.

En el artículo 18 de la resolución en comento, se indicó


como presupuestos de “no estigmatización” del manifestante,
la presunción de licitud y la intención pacífica en las
manifestaciones públicas45.

La intervención del ESMAD, según el señalado


instrumento reglamentario, es la “última ratio” para
reestablecer las condiciones de convivencia, pues para tal
efecto, se exige el agotamiento del diálogo46, u otras
alternativas distintas a la fuerza.

5.2.7. Previo a calificar el mérito de las pruebas


allegadas, teniendo en cuenta que, con la demanda de tutela,
así como con la contestación de la Policía Nacional, se
aportaron documentos en formato PDF (86 de la parte
actora), la mayoría contentivos de notas de prensa con
enlaces a direcciones de las publicaciones originales o
simplemente con hipervínculos, la Corte debe acotar que las
mismas, en un buen número, no cuentan con la noticia que
se pretendía hacer valer.

45 Artículo 18 ídem
46 Artículo 24 ibidem.
54
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Igualmente, se advierte, en los eventos en los cuales,


sí fue posible acceder a la dirección electrónica de la
respectiva publicación, varías de éstas contenían archivos de
video, audio o de redacción periodística, apreciándose, en
diferentes casos, solo la opinión de quien registraba los
hechos o narraba el evento.

Para efectos de la ponderación de los señalados medios


demostrativos, la Corte destaca que tendrá como tales,
únicamente, aquellos aspectos que impliquen modo, tiempo
y lugar del evento noticioso relacionado con la situación
fáctica expuesta en el libelo y su réplica, no así lo relativo a
las impresiones o el sentido del lenguaje de quienes allí
aparecen o se escuchan, juicios de valor u opiniones muchas
de ellas sesgadas, ni evaluará las circunstancias ajenas al
contexto fenomenológico de los hechos. Se conducirá por las
reglas de la sana crítica: los principios de la lógica, las reglas
de la experiencia y de la ciencia.

De igual modo, tampoco apreciará aquellos


redireccionamientos a páginas de internet y de redes sociales
que exigen tener una cuenta inscrita para poder observarlos,
pues ello supondría, para quien lo trata de controvertir e,
incluso, para el juzgador, el suministro de datos personales
a un blog o empresa de redes sociales, lo cual desdibuja la
carga probatoria para el extremo de la litis que pretende
acreditar un hecho.

El Consejo de Estado, razonando sobre elementos de


convicción como los referidos, ha señalado:
55
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“(…) En cuanto a los recortes de prensa, la Sala ha manifestado


en anteriores oportunidades, que las informaciones publicadas
en diarios no pueden ser consideradas pruebas testimoniales
porque carecen de los requisitos esenciales que identifican este
medio probatorio -artículo 228 del C.P.C.-, por lo que sólo pueden
ser apreciadas como prueba documental de la existencia de la
información y no de la veracidad de su contenido (…)”.

“(…) Y si bien no puede considerarse a la información de prensa


con la entidad de la prueba testimonial, sino con el valor que
puede tener la prueba documental, no puede reputarse su
inconducencia, o su inutilidad, ya que en su precedente la Sala
considera que (…) le asiste razón al actor en argumentar que los
ejemplares del diario 'El Tiempo" y de la revista "Cambio" no
resultan inconducentes, ya que por regla general la ley admite la
prueba documental, y no la prohíbe respecto de los hechos que
se alegan en este caso. Asunto distinto será (…) [la] eficacia que
el juez reconozca o niegue a dichos impresos (…)”.

“(…) Así, se revocará la denegación de la prueba a que alude el


actor respecto de los artículos del Diario y Revista indicados, por
encuadrar como pruebas conforme al artículo 251 del Código de
Procedimiento Civil y en su lugar se decretará la misma para que
sea aportada por el solicitante de ella, dada la celeridad de este
proceso (…)”.

“(…) Para llegarse a concluir, según el mismo precedente, que la


información de prensa puede constituirse en un indicio
contingente (…)”.

“(…) En otras providencias ha señalado que la información


periodística solo en el evento de que existan otras pruebas puede
tomarse como un indicio simplemente contingente y no necesario
(…)”.

“(…) Sin duda, era necesario dilucidar qué valor probatorio les
otorgó la Sala a las informaciones de prensa allegadas al
proceso, ya que el principal problema para su valoración es la
necesidad de cuestionar la veracidad que pueda ofrecer de la
ocurrencia de los hechos. Más aún cuando el elemento
determinante radica en una “denuncia pública” que la
organización sindical y que llevó a los medios de comunicación,
no por restarle entidad de verdad, sino por considerar
racionalmente su valor probatorio como prueba de una realidad
de la que el juez no puede ausentarse, ni puede obviar en
56
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

atención a reglas procesales excesivamente rígidas. Tanto es así,


que la Sala debió ratificar la calidad de indicio contingente que
ofrecían los recortes e informaciones de prensa, para que así sea
valorado racional, ponderada y conjuntamente dentro del acervo
probatorio (…)”47.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, sobre


el mérito ilustrativo de los medios probatorios de esa estirpe,
adoctrinó:

“(…) En cuanto a las notas de prensa presentadas por la


Comisión y las representantes, la Corte ha considerado que
podrán ser apreciadas cuando recojan hechos públicos y notorios
o declaraciones de funcionarios del Estado, o cuando corroboren
aspectos relacionados con el caso, por lo que la Corte decide
admitir los documentos que se encuentren completos o que, por lo
menos, permitan constatar su fuente y fecha de publicación, y los
valorará tomando en cuenta el conjunto del acervo probatorio, las
observaciones de las partes y las reglas de la sana crítica (…)”.

“(…)”.

“(…) [C]on respecto a algunos documentos señalados por las


partes y la Comisión por medio de enlaces electrónicos, si una
parte proporciona al menos el enlace electrónico directo del
documento que cita como prueba y es posible acceder a éste
hasta el momento de emisión de la Sentencia respectiva, no se ve
afectada la seguridad jurídica ni el equilibrio procesal, porque es
inmediatamente localizable por la Corte y por las otras partes
(…)”48 (subraya fuera del texto).

5.2.8. En lo relativo a la sistematicidad en situaciones


de esta naturaleza, y cuyo problema se formula en esta
súplica, se advierte que la comprobación de las violaciones
extremas y extensivas de los derechos humanos, y por esa
vía de las prerrogativas constitucionales, la jurisprudencia

47 Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección B,


sentencia de 18 de enero de 2012 exp. 21196.
48 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso defensor de derechos humanos y otros

VS. Guatemala, sentencia de 28 de agosto de 2014 (Excepciones Preliminares, Fondo,


Reparaciones y Costas).
57
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

internacional ha construido una serie de parámetros para


identificar la existencia de un contexto masivo de
transgresión, a través de los cuales se puede evidenciar la
existencia de un umbral de gravedad.

Dicho enfoque comprende los conceptos de


sistematicidad y generalidad, los cuales emergen en todos los
casos como alternativos y no complementarios49. El primero,
se refiere a una pluralidad de víctimas de las
transgresiones50; y el segundo, a la naturaleza organizada de
los ataques, al punto de no resultar aislados o coincidentes.

Lo general, entonces, comprende un criterio


cuantitativo, que no atiende necesariamente a un número
elevado de víctimas, pues basta demostrar que suficientes
personas fueron blanco en el curso de un ataque, o elegidos
como tal, al punto de provocar la convicción de que el hecho
fue dirigido contra una población civil, «en vez de sólo contra
un número limitado y seleccionado al azar de individuos»51.

En Colombia, la Sala de Casación Penal, aludiendo al


criterio sistemático de los delitos de lesa humanidad, señaló
que los mismos pueden cometerse en tiempos de paz o

49 SERVÍN RODRÍGUEZ, C. “La evolución del crimen de lesa humanidad en el derecho penal
internacional”. Bol. Mex. Der. Comp. [online]. 2014, vol.47, n.139, pp. 209-249. ISSN 2448-
4873.
50 Esta expresión ha sido entendida por el Tribunal Internacional para Ruanda (TPIR) como

“(…) masivo, frecuente, una acción a larga escala, llevado a cabo colectivamente con considerable
seriedad y dirigido contra una multiplicidad de víctimas (…)”. (International Criminal Tribunal
for Rwanda, Trial Chamber I, The Prosecutor vs. Jean Paul Akayesu, Case No. ICTR96-4-T,
Judgment of September 2, 1998, pfo. 580).
51 International Criminal Tribunal for the Former Yugoslavia, Appeals Chamber, The Prosecutor

vs. Kunarac, Kovac and Vokovic, Case No. IT-96-23 and IT-96-23/1-A, Judgment of June 12,
2002, pfo. 90.
58
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durante conflictos armados, en donde la nota característica


implica un «ataque generalizado contra la población civil»52.

Comprende entonces dos conceptos: el inicial, en


términos del encuadramiento de la conducta en un plan
criminal; y el final, relacionado con el carácter masivo de la
conducta, al punto de desestimar «un acto aislado o
esporádico de violencia, sino que debe hacer parte de un
ataque generalizado, lo que quiere decir que está dirigido
contra una multitud de personas; (…) cuyo acto debe tener un
móvil discriminatorio, bien que se trate de motivos políticos,
ideológicos, religiosos, étnicos o nacionales»53.

La sistematicidad no solo puede ser abordada y


aplicada por el Derecho Penal y el Derecho Internacional en
función del juzgamiento de crímenes de lesa humanidad,
sino también en situaciones graves de violación de los
derechos reconocidos en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.

Así lo reconoció la Corte Interamericana de Derechos


Humanos, quien partiendo de la jurisprudencia de la CPI,
trasplantó el concepto de sistematicidad a los casos de
reparación por violaciones graves al Pacto de San José,
convergencia que hizo no solo para dimensionar sus
consecuencias en el plano democrático54, sino para visibilizar
el incumplimiento reiterado de los Estados por respetar las

52 CSJ SP, auto de 13 de mayo del 2010 Nº 33118 y sentencia de 22 de septiembre del 2009
Nº 30380.
53 Ídem.
54 BECERRA, M. (2006). “La Recepción del Derecho Internacional en el Derecho Interno”. México

D.F.: Universidad Autónoma de México.


59
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

garantías de sus habitantes. Esta correlación entre las


diferentes ramas del Derecho Internacional tiene su origen
en el concepto de «Cross Fertilization», el cual reconoce que
«el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el
Derecho Penal Internacional encuentran un área de
convergencia como reflejo de una conciencia jurídica
universal»55.

La Corte IDH adoptó el criterio de sistematicidad para


verificar transgresiones masivas de los DDHH, en casos
célebres como «Almonacid Arellano contra Chile (2006)»,
«Miguel Castro Castro contra Perú (2006)», «Gelman contra
Uruguay (2011)», «Caso Ticona Estrada contra Bolivia (2008)»,
“Caso Masacre la Rochela contra Colombia (2007)», «Caso
Masacre de las dos Erres contra Guatemala (2009)» y el «Caso
de Manuel Cepeda Vargas contra Colombia (2010)».

Dicha tesis sirve de fundamento de interrelación entre


ambos sistemas, permitiendo resolver vacíos normativos
sobre la elaboración de un test de sistematicidad en el
Derecho Internacional de los DDHH con elementos propios
del Derecho Penal Internacional56.

Si bien lo sistemático, según lo expuesto, como criterio


de vulneración, corresponde en sus orígenes a una categoría
elaborada por la doctrina del Derecho Internacional de los

55 Caso de la Masacre de las dos Erres Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones, Costas y Sentencia, 2009.
56 JAVIER DONDÉ MATUTE, Aposte , A., GIL , A., R. PASTOR, D., GALAIN, P., MODOLELL, J.,

AMBOS, K. (2012). “Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos y Derecho


Penal Internacional”, Tomo II. Konrad Adenauer Stiftung.
60
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Derechos Humanos DDHH y el Derecho Penal Internacional,


especialmente aplicada a los crímenes de lesa humanidad
cometidos en contextos de conflicto armado o dictaduras;
dicho enfoque, no es ajeno examinarlo en el derecho interno,
donde la consolidación de los principios democráticos, la
efectividad y reivindicación de los derechos, se confronta
permanentemente con el ejercicio del poder legítimo del
Estado57.

En el caso, prima facie, es importante notar por la Sala,


no se discute la existencia de conductas tipificadas como de
lesa humanidad, pero sí se plantea un conflicto de
vulneración generalizada y reiterada de los derechos a la
protesta, participación ciudadana, vida, integridad personal,
debido proceso, libertad de expresión, reunión y circulación.

La implementación de todos estos elementos en la


elaboración de un test de sistematicidad se justifica no solo
en aplicación de la normatividad vinculante, sino en
aplicación de los principios del Derecho Internacional, pues
además de establecer los derroteros para el juicio razonable
de la responsabilidad de los actores de las violaciones a
DDHH, demarcan los objetivos para la aplicación del Test,
entre otros estos principios que se erigen además como
elementos interpretativos están contenidos en El Pacto de
San José, en la declaración de los DDHH de la ONU, y más

57MEDINA, C. (1998). “The Battle of Human Rights: Gross Systematic Violations and the Inter-
American System. Dordrecht: Martinus Nijhoff Publishers.
61
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

concretamente en la Constitución Política, y la doctrina


constitucional58.

La construcción del test de sistematicidad para


determinar cuándo hay violaciones a los DDHH y por la
misma línea a los derechos fundamentales, atiende a
subreglas tales como (i) características comunes de la
pluralidad de sujetos pasivos de las violaciones; (ii) un patrón
de conducta temporalmente homogéneo; (iii) los factores
singularizadores del agresor; (iv) acciones escalonadas de las
violaciones, con un número plural de victimas considerable;
(v) estrategia coordinada que no consiste en hechos aislados;
(vi) contexto (político, racial, geográfico, sexual, etc.); (vii) un
propósito único que sea el móvil determinante de dichos
atentados; y (viii) la gravedad de las conductas, en razón de
su escala, naturaleza, e impacto en la sociedad.

5.2.8.1. Entre los comportamientos que, según los


promotores, identifican las aludidas prácticas, se
encuentran: (i) intervención sistemática, violenta y arbitraria
de la fuerza pública en manifestaciones y protestas; (ii)
“estigmatización” frente a quienes, sin violencia, salen a las
calles a cuestionar, refutar y criticar las labores del gobierno;
(iii) uso desproporcionado de la fuerza, armas letales y de
químicos; (iv) detenciones ilegales y abusivas, tratos
inhumanos, crueles y degradantes; y (v) ataques contra la
libertad de expresión y de prensa.

58 DUKIC, D. (2007). “Transitional Justice and The International Criminal Court in the Interest
of Justice”. International review of the red cross, volume 89, number 867.
62
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

5.2.8.1.1. “Intervención sistemática, violenta y


arbitraria de la fuerza pública en manifestaciones y
protestas”, “uso desproporcionado de la fuerza, armas letales
y de químicos” y “detenciones ilegales y abusivas, tratos
inhumanos, crueles y degradantes”.
5.2.8.1.1.1. Dentro de los documentos allegados, se
observa un video registrado en Barranquilla en octubre de
2019, en donde, en horas del día, frente a las instalaciones
de una edificación, personas con uniformes de uso privativo
del Ejército Nacional, desde la distancia, realizan disparos al
aire con armas largas de fuego en dirección hacia un sector
en el cual se encontraba un vehículo blindado -tanqueta-
lanzando chorros de agua hacia algunos manifestantes59.

Sobre tal aspecto, la grabación no permite advertir la


necesidad o respuesta proporcional del uso de tal
instrumento de dotación, al punto que varios ciudadanos que
se encontraban alrededor del evento, interpelan a quienes lo
manipulaban sobre los motivos de su proceder, pues no se
veían razones para accionar las municiones.

No advierte la Sala, en virtud de qué hecho se tornó


indispensable la presencia de militares para controlar un
hecho eminentemente civil y, en todo caso, el extremo
demandado no justificó ese proceder al replicar el libelo y, en
ese sentido, su conducta procesal se constituye en un indicio
que, valorado con la prueba documental, no autorizaba al
Ejército Nacional a comportarse en la forma descrita.

59 https://twitter.com/PazDdhh/status/1178783406173429760?s=20
63
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Al respecto, en la sentencia C-435 de 2013, citada en


el pronunciamiento C-204 de 2019, la Corte Constitucional
señaló:

“(…) Los “límites de la actividad de policía consisten en: (1)


respetar el principio de legalidad; (2) asegurar el orden público
sin interferir con el ámbito privado de los ciudadanos; (3) tomar
las medidas necesarias y eficaces para cumplir con su
tarea y utilizar la fuerza únicamente cuando sea
indispensable, (…); (4) adoptar medidas proporcionales y
razonables en relación con las circunstancias y el fin
perseguido; (5) el poder de policía es inversamente
proporcional con el valor constitucional de las libertades
afectadas; (6) debe ejercerse para preservar el orden
público en beneficio de las libertades y derechos
ciudadanos y no puede traducirse en una limitación absoluta de
los mismos; (7) no puede llevar a discriminaciones injustificadas
de ciertos sectores de la sociedad; (8) la policía debe obrar
contra el perturbador del orden público, pero no contra
quien ejercite legalmente sus derechos” (…)” (énfasis ajeno
al texto original)

Teniendo en cuenta las premisas que acaban de


destacarse, resulta evidente que, en el escenario examinado,
no se cumplió ninguno de los enunciados requisitos, máxime
si el Ejército constituye una fuerza superior al poder que
pueda llegar a ostentar la Policía, dadas las diferencias
misionales, funcionales y de armamento que cada de una de
estas instituciones ostenta.

Igualmente, se adjuntaron videos relacionados con las


protestas efectuadas de manera simultánea en varias
ciudades del país, especialmente, en Bogotá, Cali y Medellín,
durante y, con posterioridad al 21 de noviembre de 2019.

64
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

En los señalados eventos, se aprecia una constante: la


tendencia impulsiva del ESMAD hacia los manifestantes e,
incluso, en algunos casos, contra personas ajenas a las
protestas, y pretermisión en el cumplimiento del acto
administrativo 02903 de 23 de junio de 2017, en donde se
“reglamentó el uso de la fuerza y el empleo de armas,
municiones, elementos y dispositivos menos letales, y del
mismo modo de la resolución N°03002 del 29 de junio
postrero, mediante el cual el Director de la Policía Nacional
reglamentó la prestación del servicio y el control de
multitudes y la intervención del ESMAD.

5.2.8.1.1.2. Así, en Cali, en horas de la noche, se


aprecia a un miembro de la fuerza pública montado a caballo
acercarse a un transeúnte y golpearlo en la cabeza, tras lo
cual, esta persona cae y el funcionario se le aleja sin
constatar su estado de sanidad a causa del impacto que le
propinó.

El reseñado actuar no evidencia ninguna necesidad y,


menos aun el uso de una mediación o proceder preventivo o
disuasivo60, frente a la actividad legal del ciudadano que, en
ejercicio de su derecho a circular libremente, fue golpeado
sin razón alguna e, igualmente, dejado tirado, cuando se
exigía del uniformado un comportamiento de “presunción de
buena fe” y de respeto por las personas, porque en lo
sucedido no se buscaba detener un perjuicio o riesgo
inminente para la sociedad o el uniformado.

60Artículo 7° de la resolución 02903 de 23 de junio de 2017, en donde se “reglamentó el uso


de la fuerza y el empleo de armas, municiones, elementos y dispositivos menos letales”.
65
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En otro caso, en la capital de la República, en el día,


una mujer de contextura delgada forcejea levemente con un
miembro del ESMAD, pues previamente el uniformado había
tumbado a una persona que ésta intentó defender y, por tal
razón, aquella recibe por parte del agente, una patada en el
rostro que la derriba, lo cual, con claridad, es evidente
desproporción del ataque a un sujeto de especial protección,
tradicional e históricamente, sometido a malos tratos.

El actuar se aleja del uso moderado o racional de la


fuerza. Si la intervención del ESMAD se considera como la
última ratio61 para restaurar el orden público sin menoscabar
las libertades de las personas, previo agotamiento del
diálogo, lo acontecido revela una incorrecta y reprensible
“actividad de policía”, en el marco de una movilización en la
calle que no se mostraba violenta ni amenazante.

5.2.8.1.1.3. Igualmente, se aprecia un video en donde


dos personas, en la noche, transitan en lugar cercano a la
Universidad de los Andes y, posteriormente, aparece en
escena un número significativo de policías en moto y, tras
abordarlas, sin ningún motivo aparente, son agredidas por
varios de los uniformados e, inclusive, cuando estas
personas están en el suelo.

La grabación evidencia la indefensión de los ciudadanos


atacados y los continuos maltratos físicos a los que fueron
sometidos, siendo llamativo que ninguno de los policías

61 Artículo 24, Resolución N°03002 del 29 de junio de 2017.


66
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

hubiese intervenido en defensa de alguno de aquéllos,


conforme se lo exige el artículo 2°, inciso segundo de la
Constitución62, para hacer valer la prohibición señalada en
el canon 12° de la misma obra, relativa a los tratos crueles e
inhumanos.

Asimismo, emerge que al final de la escena, una de


estas personas notoriamente afectada por los golpes, es
subida a un vehículo de la Policía, mientras la otra, es dejada
tendida sobre un andén.

Según Human Rights Watch, se trató de una joven


quien fue llevada a la estación de Policía de la Candelaria –
Bogotá-, en donde los gendarmes la amedrantaron para que
firmara un documento en el cual se “indicaba que había sido
detenida por comportamiento agresivo”, aun cuando ello no
era cierto.

No se aprecian motivos ilícitos que condujeran a la


detención de uno de estos ciudadanos y, menos aun causa
legítima que ameritaba una golpiza en la proporción
observada, lo cual en sí, lesiona múltiples prerrogativas,
como la de transitar libremente, a ser respetado en su
integridad, debido proceso en cuanto a la captura porque no
se aprecia un caso de flagrancia, presunción de inocencia y
buena fe entre otras garantías fundamentales.

62“(…) Artículo 2°. Son fines esenciales del Estado (…) proteger a todas las personas residentes
en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para
asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares (…)” (se
destaca).

67
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Llama la atención que, lo acontecido no fue en el


desarrollo de una protesta, pero sí genera miedo frente a la
fuerza pública en desarrollo de las mismas, porque lo
acontecido ocurrió dentro de las jornadas de manifestaciones
suscitadas de forma generalizada en el país a partir del 21 de
noviembre de 2019, y que dieron lugar a la expedición del
decreto presidencial 2087 de la misma calenda.

Para la Corte, el hecho evaluado guarda conexión con


las protestas y el señalado acto administrativo, en tanto las
agresiones de la fuerza pública fueron una constante dentro
y fuera de ellas.

En esa medida, un proceder como el evaluado sí tiene


la connotación de generar un temor para quien desee hacer
uso de su derecho a expresarse y reunirse en público, porque
golpear a una persona para luego subirla a un vehículo de la
policía sin razón alguna, origina prevención de salir a la calle
a manifestarse, aun cuando la intención de los uniformados
no hubiese sido visibilizar el evento, pues el temor fundado,
no depende de esa intención.

Lo antelado, porque no todo hecho irregular quiere ser


enarbolado, pero no es óbice para advertir la capacidad del
uso desmedido de la fuerza de la policía respecto a personas
ubicadas en lugares solitarios, siendo destacable la actitud
de quienes registraron el evento y lograron hacerlo llegar a
los noticiarios, por cuanto es dudoso que los miembros

68
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

policía que participaron en el evento lo hubieren denunciado,


en tanto los cobijaba la prerrogativa a no autoincriminarse63.

De cualquier manera, nada justifica el proceder de la


policía, y la Sala observa con preocupación la forma como
una persona fue maltratada y luego subida a una patrulla,
circunstancia que, amerita la intervención de esta
jurisdicción en aras de evitar actos de repetición de tan
cuestionables hechos, en el marco de las protestas
convocadas a partir del 21 de noviembre de 2019.

La Corte no pasa por alto la violencia contra la mujer


registrada en el documento examinado y, al igual que en el
caso donde una ciudadana fue golpeada en el rostro por un
agente del ESMAD, se censura todo acto de esa naturaleza
por parte de quienes son los primeros en ser llamados a
ofrecer garantías de respeto hacia ellas.

Esta Sala, citando a su homóloga Constitucional, ha


reprochado la discriminación de la cual pueden ser víctimas
las mujeres por el hecho de serlo. Recientemente, reprochó
la actuación de una autoridad pública, por cuanto:

“(…) [D]esatendió las circunstancias especiales de la gestora y le


denegó la prórroga que había pedido por 90 días [para
posesionarse en un cargo. Ese] actuar (…) no se compadece con
su condición de mujer y (…) desconoce el trato preferente que la
jurisprudencia constitucional reconoce a dicho género (…)”.

63“(…) Constitución Política de 1991. Artículo 33. Nadie podrá ser obligado a declarar contra sí
mismo o contra su cónyuge, compañero permanente o parientes dentro del cuarto grado de
consanguinidad, segundo de afinidad o primero civil (…)”.
69
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“(…) A ese respecto, la Corte Constitucional ha considerado que:


«Históricamente las mujeres, entendidas como grupo social, han
sido objeto de discriminación en todas las sociedades y en la
mayor parte de los aspectos de la vida: en sus relaciones
sociales, económicas, políticas y personales; por esto, el
ordenamiento jurídico colombiano ha reconocido y autorizado
medidas tendientes a evitar la discriminación por razón de sexo,
y ha encontrado en la igualdad, entendida como principio, valor
y derecho fundamental, y en la no discriminación, un pilar
fundamental para su protección a las autoridades en el contexto
de un Estado Social de Derecho, que se rige por el principio de
igualdad material, le está prohibido dar tratos que fomenten las
desigualdades sociales existentes y agraven la condición de
pobreza y marginalidad de los ciudadanos, especialmente, de
aquellos grupos que han sido tradicionalmente discriminados
(…)”.

“(…) Ahora bien, respecto de la especial protección constitucional


de la mujer, como sujeto históricamente desprotegido y
marginado, esta Corporación ha señalado en reiteradas
providencias, que en ciertos casos, dicha protección reforzada y
especial de los derechos de las mujeres, es un fin constitucional
cuya satisfacción admite el sacrificio de la cláusula general de
igualdad, en el entendido de que se acepten tratos
discriminatorios, con un fin constitucionalmente legítimo» (…)”64.

Por fortuna a nivel mundial se ha logrado un avance


en la lucha y prevención contra la violencia de género, es así
como el 18 de diciembre de 1979, la Asamblea General de las
Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la eliminación
de todas las formas de discriminación contra la mujer
(CEDAW), la cual entró en vigor en nuestro país tras su
ratificación con la Ley 51 de 1981, reglamentada por el
Decreto 1398 de 1990.

La referida convención fue enfática en señalar que


tanto el género masculino como el femenino y todas las

64 CJS. STC de 21 de julio de 2016, exp. 13001-22-21-000-2016-00060-01


70
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

personas con diferente orientación sexual, tienen los mismos


derechos, es decir son iguales ante la ley, imponiendo un
programa de acción para que los Estados Partes garanticen
el goce de todas las prerrogativas65.

De igual manera, la Convención Interamericana para


prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer
(Convención de Belém Do Pará), aprobada en nuestro
ordenamiento jurídico mediante la Ley 248 de 1995,
consagra: “la violencia contra la mujer constituye una
violación de los derechos humanos y las libertades
fundamentales y limita total o parcialmente a la mujer el
reconocimiento, goce y ejercicio de tales derechos y
libertades”.

Atendiendo esos instrumentos internacionales,


nuestros legisladores han implementado diferentes
herramientas para buscar la protección de la mujer
colombiana. En materia penal se cuenta con la Ley 1257 de
2008, la cual tiene por objeto “(…) la adopción de normas que
permitan garantizar para todas las mujeres una vida libre de
violencia, tanto en el ámbito público como en el privado, el
ejercicio de los derechos reconocidos en el ordenamiento
jurídico interno e internacional, el acceso a los procedimientos
administrativos y judiciales para su protección y atención, y la

65 La Convención en su preámbulo reconoce que “la máxima participación de la mujer, en


igualdad de condiciones con el hombre, en todo los campos, es indispensable para el desarrollo
pleno y completo de un país, el bienestar del mundo y la causa de la paz”, resaltando que “para
lograr la plena igualdad entre el hombre y la mujer es necesario modificar el papel tradicional
del hombre como de la mujer en la sociedad y en la familia”, por tanto impuso que los Estados
Partes debían implementar “todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para
asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, con el objeto de garantizarle el ejercicio y el
goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales en igualdad de condiciones con el
hombre” (Artículo 3. CEDAW).
71
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

adopción de las políticas públicas necesarias para su


realización (…)”66.

Así las cosas, la Corte, nuevamente, censura todo tipo


de violencia de género y reivindica los derechos de las
mujeres y de las personas de diferente orientación sexual,
como grupos sociales históricamente discriminados. Desde
esta perspectiva, ha de precisarse que cuando una mujer es
víctima de actos abusivos, como los anteriormente descritos,
se mancilla en su dignidad e integridad física y moral; ha de
ser amparada por la sociedad y el Estado, y más aún, por
parte de los jueces, como garantes en el restablecimiento de
sus derechos.

5.2.8.1.1.4. En circunstancias grabadas sobre la calle


19 entre calles 4° y 5° de Bogotá, se observa a un uniformado
del ESMAD accionar un arma larga de manera recta al
horizonte y en dirección hacia un ciudadano, que cae en el
piso en el acto y, quien al parecer, previamente, había
arrojado un objeto con la mano. Según los reportes
periodísticos, el suceso corresponde al caso de Dilan
Mauricio Cruz Medina, quien falleció días después luego de
ese hecho.

Si bien la Corte no evalúa la conducta penal ni de


responsabilidad administrativa del Estado, pues la labor de
la Sala está encaminada a verificar una amenaza a la
garantía fundamental de los accionantes a ejercer su derecho
a la protesta pacífica, ello no implica la imposibilidad de

66 Artículo 1 de la Ley 1257 de 2008.


72
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

efectuar un juicio sobre lo sucedido, como tampoco de


adoptar medidas al respecto desde el punto de vista
constitucional.

Lo acontecido surge del marco de las protestas iniciadas


en el país desde el 21 de noviembre de 2019, y en el
encuentro entre unos manifestantes y el ESMAD, se presenta
el hecho aludido.

Aun cuando no está claro lo que pudo arrojar la persona


afectada, si en efecto lo hizo, ni tampoco se advierte que ello
representara un riesgo para la integridad de los agentes del
ESMAD o de cualquier otra persona.

Lo anterior, dada la indumentaria de protección que


portaban en el cuerpo y, además, porque no se evidencia que
fuera necesaria utilizar el arma larga para disuadir o evitar
una antijuricidad de carácter relevante, irremediable,
inminente e impostergable para salvaguardar un bien
jurídicamente tutelado haciendo uso de ese instrumento
para herir al ciudadano.

Teniendo en cuenta la Resolución 02903 de 23 de junio


de 2017, mediante la cual se “reglamentó el uso de la fuerza
y el empleo de armas, municiones, elementos y dispositivos
menos letales” para el personal de la policía, no se aprecia
que previo al incidente, el ESMAD hubiese adoptado técnicas
defensivas67 para lograr la disuasión por parte de la persona

67 Artículo 13, Resolución 02903 de 23 de junio de 2017.


73
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

que fue posteriormente atacada, si es que, en efecto, aquélla


les estaba lanzando objetos.

Por tanto, a los uniformados, en especial quien portaba


el arma en comento, le era exigible aplicar su uso con
fundamento en el respeto por la integridad68 del ciudadano
contra quien se realizó el disparo, pues se insiste, no se
observa un nivel de necesidad ni de proporcionalidad que
ameritara su uso dirigido, de manera directa, hacia la
integridad de esa persona69.

La Corte aclara, no todo acto desafiante constituye


violencia y, en esa medida, tal conducta está bajo amparo del
derecho a la protesta, además; si la misma se enmarca en
ese terreno, ello no faculta a la fuerza pública a actuar
desmedidamente ni tampoco a causar lesiones ni a realizar
arrestos sin el pleno del cumplimiento de los lineamientos
legales, menos a hacer uso indiscriminado de aquellas que,
aun siendo catalogadas como “menos letales”, tienen la
capacidad de lacerar e incluso, causar efectos fatales por
manipulación inadecuada de los artefactos de dotación

68 Artículo 2 Constitución Política y canon 16 de Resolución 02903 de 23 de junio de 2017.


69 Corte Constitucional, sentencia C-453-13 de 10 de julio de 2013, exp. D-9434, citada en el
fallo C-204-19 de 15 de mayo de 2019, exp. D-11973. “(…) Desde sus primeras sentencias la
Corte ha señalado que los límites de la actividad de policía consisten en: (1) respetar el
principio de legalidad; (2) asegurar el orden público sin interferir con el ámbito privado de los
ciudadanos; (3) tomar las medidas necesarias y eficaces para cumplir con su tarea y utilizar la
fuerza únicamente cuando sea indispensable, de acuerdo con el artículo 3º del "Código de
conducta para funcionarios encargados de aplicar la ley", aprobado por la Asamblea General de
las Naciones Unidas por resolución 169/34 del 17 de diciembre de 1979 69; (4) adoptar medidas
proporcionales y razonables en relación con las circunstancias y el fin perseguido; (5)
el poder de policía es inversamente proporcional con el valor constitucional de las
libertades afectadas; (6) debe ejercerse para preservar el orden público en beneficio de
las libertades y derechos ciudadanos y no puede traducirse en una limitación absoluta
de los mismos; (7) no puede llevar a discriminaciones injustificadas de ciertos sectores de la
sociedad; (8) la policía debe obrar contra el perturbador del orden público, pero no contra
quien ejercite legalmente sus derechos (…)” (se destaca).

74
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

asignados para el servicio, pues en últimas se trata de un


objeto peligroso.

En esa perspectiva, es la antijuridicidad la que delimita


el proceder resguardado por el derecho a manifestarse
pacíficamente de aquél susceptible de reproche; de modo que
cuando no se cause daño a personas o bienes tutelados
jurídicamente, la conducta es carente de antijuridicidad y en
esa medida, está cobijada por el contenido del derecho a
manifestarse; empero, si amenaza o causa perjuicios a
intereses o derechos jurídicamente tutelados, ese actuar no
es protegido por la prerrogativa en comento, por cuanto el
derecho no puede proteger la protesta violenta y vandálica.

Con todo, en este último evento, la fuerza pública debe


atemperar su comportamiento y, en su “actividad de policía”
legítima, debe contrarrestar, con estricto apego al respeto de
la dignidad humana, a la presunción de inocencia y al buen
juicio, el acontecimiento que se advierta antijurídico.

Sobre lo discurrido, la Corte ha adoctrinado:

“(…) Dentro de los principios rectores que se erigen en


fundamento del Código penal, el artículo 11 del Decreto ley 599
de 2000 consagra el de la antijuridicidad en los siguientes
términos: (…)”.

“(…) Antijuridicidad.- Para que una conducta típica sea punible


se requiere que lesione o ponga efectivamente en peligro sin justa
causa, el bien jurídicamente tutelado por la ley penal (…)”.

“(…) De lo anterior se desprende que para la configuración de este


elemento estructurante de la conducta punible, no basta que se
satisfaga desde el punto de vista netamente formal, esto es,
75
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

exclusivamente referido a la contradicción entre la norma jurídica


y la conducta del agente, sino que, correlativamente es imperioso
que ponga efectivamente en peligro o lesione sin justa causa el
bien jurídico objeto de protección, es decir, debe suscitarse la
antijuridicidad material, de la cual se deriva el principio de
lesividad, respecto del cual la Sala de Casación Penal ha
sostenido: (…)”.

“(…) Del concepto así expresado se destaca entonces la


trascendencia que tiene la noción de lesividad en el derecho
penal, por la cual, como sistema de control lo hace diferente de
los de carácter puramente ético o moral, en el sentido de señalar
que, además del desvalor de la conducta, que por ello se torna en
típica, concurre el desvalor del resultado, entendiendo por tal el
impacto en el bien jurídico al exponerlo efectivamente en peligro
de lesión o al efectivamente dañarlo, que en ello consiste la
llamada antijuridicidad material contemplada en el artículo 11
del Código Penal (…)”.

“(…) Pero, además, se relaciona este principio con el de la


llamada intervención mínima, conforme al cual el derecho penal
sólo tutela aquellos derechos, libertades y deberes
imprescindibles para la conservación del ordenamiento jurídico,
frente a los ataques más intolerables que se realizan contra el
mismo, noción en la que se integran los postulados del carácter
fragmentario del derecho penal, su consideración de última ratio
y su naturaleza subsidiaria o accesoria, conforme a los cuales el
derecho penal es respetuoso y garante de la libertad de los
ciudadanos, por lo cual sólo ha de intervenir en casos de especial
gravedad y relievancia, ante bienes jurídicos importantes y
cuando, los demás medios de control resultan inútiles para
prevenir o solucionar los conflictos, esto es, reclamando como
necesaria la intervención del derecho penal (…)”.

“(…) Sobre estos postulados, la Corte ha establecido que ante la


insignificancia de la agresión, o la levedad suma del resultado,
es inútil o innecesaria la presencia de la actividad penal, como
tal es el caso de los llamados delitos de resultado de bagatela
(…)” 70.

“(…) En posterior pronunciamiento, sostuvo la Corte: (…)”.

“(…) El principio de lesividad de la conducta punible surgió como


un criterio de limitación del poder punitivo dentro del moderno

70Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, Sentencia del 8 de agosto de 2005, Rad.
18609, citada en la del 26 de abril de 2006, Rad. 24612.
76
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Estado de derecho, en el entendido de que constituye una


obligación ineludible para las autoridades tolerar toda
actitud o comportamiento que de manera significativa no
dañe o ponga en peligro a otras personas, individual o
colectivamente consideradas, respecto de los bienes y
derechos que el ordenamiento jurídico penal está llamado
como última medida a proteger (…)”.

“(…) Este principio, propio del derecho penal ilustrado, no sólo


está íntimamente ligado a otros de la misma índole (como los de
necesidad, proporcionalidad, mínima intervención, separación
entre derecho y moral, subsidiariedad y naturaleza
fragmentaria), sino que también le otorga un sentido crítico a la
teoría del bien jurídico, e incluso habilita en el derecho penal la
misión de amparo exclusivo de los mismos, tal como lo ha
sostenido en forma casi unánime la doctrina al igual que de
manera pacífica la jurisprudencia constitucional y la de la Sala
en múltiples providencias (…)”.

“(…) De ahí que la función crítica como reductora del bien jurídico
no se agota cuando el legislador crea nuevos tipos penales, ni
tampoco cuando el Tribunal Constitucional ejerce el control que le
es propio respecto de dicha competencia, sino que suele
manifestarse en la labor de apreciación que todos los operadores
jurídicos, y en últimas el juez, realizan acerca del alcance de la
descripción típica contenida en la norma frente a la gama de
posibilidades que el diario vivir le ofrece a la administración de
justicia como motivo de persecución, juzgamiento y sanción
jurídico penal. Así lo ha precisado la Sala: (…)”.

“(…) [E]l principio de lesividad ha de operar no en la fase estática


de la previsión legislativa, sino en la dinámica de la valoración
judicial de la conducta, habida cuenta que el cambiante mundo
de las interferencias comunicativas de las que se ha hablado
hace que vivencialmente, en un momento socio histórico
determinado, ciertos actos tengan una específica significación
social que los hacen dañinos por la potencialidad que tienen de
afectar un ámbito de interrelación, como la convivencia pacífica
en éste caso, o que el mismo comportamiento no tenga la
virtualidad de impresionar las condiciones que la permiten en un
ámbito temporo espacial diferente (…)”.

“(…) Si no fuera de ésta manera, es decir, si el principio de


lesividad careciera de incidencia alguna al momento de
constatar el ingrediente del bien jurídico por parte de los

77
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

funcionarios, habría que investigar por un delito contra la


administración pública al servidor público que tomó una
hoja de papel de la oficina y la utilizó para realizar una
diligencia personal, o procesar por una conducta punible
contra la asistencia de la familia al padre que de manera
injustificada tardó un día en el pago oportuno de la cuota
de manutención, o acusar por un delito en contra de la
integridad a los bromistas que le cortaron el pelo al amigo
que se quedó dormido, etcétera (…)”71.

“(…) También ha manifestado la Corte que el principio de


lesividad encuentra correspondencia en el postulado del harm
principle, acorde con la siguiente argumentación: (…)”.

“(…) En los países de habla inglesa suele acudirse como base de


legitimación de las normas penales sobre todo al harm principle
que ha jugado un papel esencial desde el siglo XIX. En relación
con el mismo son fundamentales las consideraciones del filósofo
JHON STUART MILL, vertidas en su obra On Liberty, publicada
en 1859. Afirma MILL: (…).

“(…) El hecho de vivir en sociedad hace indispensable que cada


uno se obligue a observar una cierta línea de conducta para con
los demás. Esta conducta consiste, primero, en no perjudicar los
intereses de otros; o más bien ciertos intereses, los cuales, por
expresa declaración legal o por tácito entendimiento, deben ser
considerados como derechos (…). Tan pronto como una parte de
la conducta de una persona afecta perjudicialmente a los
intereses de otra, la sociedad tiene jurisdicción sobre ella y puede
discutirse si su intervención es o no favorable al interés general.
Pero no hay lugar a plantear esta cuestión cuando la conducta de
una persona no afecta, en absoluto, a los intereses de ninguna
otra (…) En tales casos, existe perfecta libertad, legal y social,
para ejecutar la acción y afrontar las consecuencias (…)”.

“(…) Bajo los presupuestos de la concepción de MILL, no pueden


castigarse legítimamente conductas que únicamente conllevan
una lesión para uno mismo, ni tampoco puede justificarse el
castigo de una conducta únicamente en virtud de su inmoralidad
(…)”.

“(…) El énfasis en la lesión de los intereses de terceros, central


para el harm principle, puede contribuir a demarcar la diferencia

71Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Sentencia del 13 de mayo de 2009,
Radicado 31.362.
78
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

entre el menoscabo de los intereses de terceros y los intereses del


propio agente, diferencia también reconocida dentro de la teoría
del bien jurídico, aunque no suficientemente atendida (…)”72.

“(…) En lo que tiene que ver con los denominados delitos


“bagatela”, tal connotación según se expuso en
precedencia, surge por la insignificancia de la agresión al
bien jurídico o la levedad suma del resultado, lo cual hace
inútil o innecesaria cualquier actividad del órgano
judicial del Estado (…)”.

“(…) Ahora bien, en el derecho penal moderno es cada vez más


afincada la tendencia a proteger los derechos de las víctimas,
luego el juzgador debe ser sumamente cauteloso al valorar el
concepto de lesividad, de modo que no desproteja a los afectados
de conductas que de alguna manera los perjudican (…)”.

“(…) Del mismo modo, una interpretación sistemática de la Carta


Política implica aceptar que la investigación y juzgamiento de las
circunstancias que rodean la comisión de un delito, impone
igualmente obligaciones en materia de protección de los derechos
de las víctimas, que han de ser entendidos un límite a la
aplicación de determinadas causales de exoneración de
responsabilidad del acusado, como es el caso de calificar la
conducta como carente de significancia jurídica y social (…)”.

“(…) En tales condiciones, acerca de la naturaleza de los hechos


respecto de los cuáles es factible aducir que se está frente a un
“delito bagatela”, por razones que tocan con la dignidad humana
han de operar como límites explícitos el contenido del artículo 2°
de la Constitución, que impone al Estado un deber de garantía
de asegurar la vigencia de un orden justo, especialmente en
relación con las víctimas; el artículo 13 de la misma normatividad
relativo al derecho a la igualdad; así como el artículo 229 de la
Carta sobre el derecho de acceso a la administración de justicia,
a la par de algunos instrumentos internacionales relativos a la
efectividad de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación
de las víctimas, pues en la práctica quedarán sujetos a una
decisión en tal sentido (…)”.

“(…) Estos mandatos constitucionales y estas obligaciones


internacionales relativos a los derechos de las víctimas tienen
que ser ponderados con los intereses estatales de racionalización

72Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Sentencia del 8 de julio de 2009.
Radicado 31.531.
79
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

de la persecución penal, en cuanto se constituyen en los


instrumentos por excelencia con los que se puede hacer efectivo
el principio constitucional de prevalencia del derecho sustancial
(art. 228 superior) (…)”73 (se destaca).

Sobre aquellos aspectos protegidos y limitados en el


marco de una protesta, la Corte Constitucional en la
sentencia C-009 de 7 de marzo de 2018, adoctrinó:

“(…) En cuanto a la relación de conexidad que se devela entre


los derechos a la libre expresión y a la reunión y a la
manifestación, es imperioso resaltar que todos apuntan al
fortalecimiento de la democracia, a lograr una mayor
participación de todos los actores sociales y a promover una
cultura de tolerancia frente a la diversidad, todo lo cual impacta
en la construcción de ciudadanía y de Estado. Así lo reafirmó la
Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la
Organización de Estados Americanos, cuando indicó: (…)”

“(…) La Relatoría subraya que la participación de las


sociedades a través de la participación pública es importante
para la consolidación de la vida democrática de las sociedades.
En general, ésta como ejercicio de la libertad de expresión y de
la libertad de reunión, reviste un interés social imperativo, lo
que deja al Estado un marco aún más ceñido para justificar
una limitación de este derecho (…)”.

“(…) La Relatoría entiende que, dentro de ciertos límites, los


Estados pueden establecer regulaciones a la libertad de
expresión y a la libertad de reunión para proteger los derechos
de otros. No obstante, al momento de hacer un balance entre el
derecho de tránsito, por ejemplo, y el derecho de reunión,
corresponde tener en cuenta que el derecho a la libertad de
expresión no es un derecho más sino, en todo caso, uno de los
primeros y más importantes fundamentos de toda la estructura
democrática: el socavamiento de la libertad de expresión afecta
directamente el nervio principal del sistema democrático (…)”.

“(…) Así, es claro que la libertad de expresión es uno de los


elementos esenciales de una democracia, en tanto el derecho
político a la divergencia hace que la construcción de lo público
(de la polis) sea realmente colectiva y participativa, puesto todos

73 CSJ. SC de 30 de abril de 2013, exp. 38103.


80
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

los actos que implican diversidad, son actos políticos. En


términos más específicos relacionados con el derecho a la
protesta, es claro que en una democracia participativa “el primer
derecho: [es] el derecho a exigir la recuperación de los demás
derechos”, pues ello desarrolla las ideas de autogobierno y
protección de derechos fundamentales sobre las cuales
descansa el Estado constitucional actual, que corresponden a
un gobierno elegido por el pueblo para el cumplimiento de
mandatos constitucionales preestablecidos en pactos colectivos
(…)”.

“(…) Debido a lo anterior, esta Corte ha fijado el ámbito de


protección constitucional de la libertad de expresión a partir de
los siguientes ítems: (…)”.

“(…) (1) su titularidad es universal sin discriminación, compleja,


y puede involucrar intereses públicos y colectivos, además de
los intereses privados del emisor de la expresión; (2) sin
perjuicio de la presunción de cobertura de toda forma de
expresión por la libertad constitucional, existen ciertos tipos
específicos de expresión prohibidos; (3) existen diferentes
grados de protección constitucional de los distintos discursos
amparados por la libertad de expresión, por lo cual hay tipos
de discurso que reciben una protección más intensa que otros,
lo cual a su vez tiene directa incidencia sobre la regulación
estatal admisible y el estándar de control constitucional al que
se han de sujetar las limitaciones; (4) protege expresiones
exteriorizadas mediante el lenguaje convencional, como las
manifestadas por medio de conducta simbólica o expresiva
convencional o no convencional; (5) la expresión puede
efectuarse a través de cualquier medio elegido por quien se
expresa, teniendo en cuenta que cada medio en particular
plantea sus propios problemas y especificidades jurídicamente
relevantes, ya que la libertad constitucional protege tanto el
contenido de la expresión como su forma y su manera de
difusión; (6) la libertad constitucional protege tanto las
expresiones socialmente aceptadas como aquellas
consideradas inusuales, alternativas o diversas, lo cual
incluye las expresiones ofensivas, chocantes,
impactantes, indecentes, escandalosas, excéntricas o
simplemente contrarias a las creencias y posturas
mayoritarias, ya que la libertad constitucional protege tanto
el contenido de la expresión como su tono; (7) su ejercicio
conlleva, en todo caso, deberes y responsabilidades para quien
se expresa; por último (8) impone claras obligaciones

81
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

constitucionales a todas las autoridades del Estado, así como


a los particulares (…)”.
“(…)Concretamente, se desprende de lo anterior que los
discursos políticos, religiosos, filosóficos, académicos,
investigativos o científicos, estéticos, morales, emotivos o
personales, artísticos o simbólicos, la exposición de
convicciones, la objeción de conciencia, las expresiones cívicas
o de participación ciudadana, el discurso de identidad que
expresa y refuerza la propia adscripción cultural y social, entre
otros, están protegidos por la Constitución a través del artículo
20 superior y de otros derechos fundamentales relacionados
(…)”.

“(…) En efecto, según se explicó recientemente en la Sentencia


C-091 de 2017, en Colombia está prohibida cualquier forma de
censura previa, lo cual a su vez, implica que existe una fuerte
presunción a favor de la libertad de expresión, que expresa así:
(i) toda expresión se considera protegida por el artículo 20
Superior, salvo que, en cada caso se demuestre, de forma
convincente que existe una justificación, en los términos de la
ponderación con otros principios constitucionales; (ii) cuando se
presenta colisión normativa, la posición de la libertad de
expresión es privilegiada y goza de una prevalencia inicial; y (iii)
existe, a priori, una sospecha de inconstitucionalidad de sus
restricciones o limitaciones.

“(…) Ahora bien, respecto del contenido de los derechos a la


reunión y a la manifestación pública y pacífica, es
importante reiterar que los derechos a reunirse y manifestarse
públicamente implican la garantía de una dimensión estática
(reunión) y otra dinámica (movilización), así como de las formas
individuales o colectivas de expresión, a partir de las cuales se
pueden pronunciar, en principio, toda clase de discursos.
Respecto de este aspecto, es preciso recordar que las
limitaciones a la libre expresión y manifestación de ideas,
opiniones, ideologías sólo pueden establecerse por virtud de la
ley y con respeto de los estándares constitucionales e
internacionales (…)”.

“ (…)En esa medida, se deriva de la Constitución y de los


tratados internacionales que, en principio, toda forma de
expresión se presume protegida, sin embargo el artículo 13 de
la Convención Americana establece que la Ley prohibirá “toda
propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio
nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la
violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los


de raza, color, religión, idioma u origen nacional”. En esta
misma dirección la jurisprudencia constitucional ha establecido
que no son discursos protegidos: (…)”.

“(…) (a) la propaganda en favor de la guerra; (b) la apología del


odio nacional, racial, religioso o de otro tipo de odio que
constituya incitación a la discriminación, la hostilidad, la
violencia contra cualquier persona o grupo de personas por
cualquier motivo (modo de expresión que cobija las categorías
conocidas comúnmente como discurso del odio, discurso
discriminatorio, apología del delito y apología de la violencia);
(c) la pornografía infantil; y (d) la incitación directa y pública a
cometer genocidio. Estas cuatro categorías se han de
interpretar con estricta sujeción a las definiciones fijadas en los
instrumentos jurídicos correspondientes, para así minimizar el
riesgo de que se sancionen formas de expresión legítimamente
acreedoras de la protección constitucional (…)”.

“(…) Esta enunciación de discursos prohibidos que es tomada


de los desarrollos internacionales que se ha dado en la materia,
ha sido adoptada y reiterada por esta Corporación en varias
ocasiones, lo anterior, pues es claro que se parte de la idea de
que la libertad de expresión no es absoluta (…)”.

“(…) Así, en primer lugar “puede ser derrotada en un ejercicio


de ponderación que satisfaga las condiciones previamente
descritas”, en segundo lugar, “existe una excepción a la
prohibición de censura, destinada a la protección de menores en
espectáculos públicos y una cláusula de definición de
responsabilidades ulteriores” y, como tercer punto,
“actualmente se ha alcanzado un consenso suficientemente
amplio en el derecho internacional acerca de la necesidad y la
obligación estatal de prohibir ciertos discursos, principalmente,
con miras a erradicar la discriminación y cierto tipo de delitos
particularmente ofensivos para la dignidad humana y de la
humanidad (…)”.

“(…) Adicionalmente, es evidente que desde la Carta se


establece como condición sine qua non para que se active la
protección constitucional a estos derechos que las reuniones o
manifestaciones se lleven a cabo de forma pacífica, es decir
no violenta. En este punto es importante destacar que en todo
caso, la referencia a la no violencia, no implica que se anule el
hecho de que el ejercicio de la reunión o la manifestación
conlleva necesariamente a alguna forma de alteración al orden
83
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

público. Lo contrario negaría la naturaleza disruptiva de la


protesta (…)”.

“(…) Aunado a lo precedente, la Corte reconoce que


generalmente el ejercicio de los derechos a la reunión y a la
manifestación pública y pacífica trae consigo la producción de
ciertas incomodidades (físicas, emocionales o mentales) para la
sociedad en general y/o algunos grupos en particular. Lo
anterior, pues es claro que, como se indicó en la Sentencia C-
742 de 2012, “la protesta social tiene como función
democrática llamar la atención de las autoridades y de la
opinión pública sobre una problemática específica y sobre las
necesidades que ciertos sectores, en general minoritarios, para
que sean tenidos en cuenta por las autoridades” (…)”.

“(…) En esta medida, es claro para esta Corte que


indefectiblemente el ejercicio de los derechos a la reunión y a la
manifestación pública y pacífica conllevan a la variación de las
condiciones regulares del espacio público o privado donde este
ejercicio se lleve a cabo, de ahí que sea natural que existan
tensiones entre el ejercicio de estos derechos y el mantenimiento
del orden público y social (…)” (negrilla original, subrayas
extexto).

En relación con el uso del arma que presuntamente


causó la muerte de Dilan Mauricio Cruz Medina, en la
demanda de amparo, como en la intervención de Human
Rights Watch, se indica que la misma corresponde a una
“escopeta calibre 12” de munición tipo “bean bag” contentiva
de entre 600 y 700 perdigones de plomo, la cual, en los
hechos materia de controversia, no fue debidamente
manipulada y, por ello, se causó el deceso de aquél.
Human Rights Watch destaca que la Procuraduría
General de la Nación, el 14 de enero de 2020, con ocasión de
lo ocurrido, pidió a la Policía Nacional suspender el uso del
instrumento en mención.

84
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Sobre lo anotado, se constata que, en efecto, el


Ministerio Público expresó lo siguiente:

“(…) [E]n desarrollo de la investigación por la muerte del joven


Dilan Mauricio Cruz Medina, durante una manifestación el
pasado 23 de noviembre, solicitó al director de la Policía Nacional
suspender de manera inmediata el uso de la Escopeta calibre
12 y su munición de impacto dirigido, empleada por el Escuadrón
Móvil Antidisturbios para disolver revueltas, manejo de
multitudes y bloqueos de vías; por falta de capacitación a los
miembros de la unidad sobre el manejo de esa arma (…)”.

“(…) Para el Ministerio Público el uso de la Escopeta calibre 12, -


relacionada como un arma mecánica cinética-, en el control de
disturbios por parte de la Policía Nacional representa un serio
peligro para la comunidad, lo cual se ha hecho palpable no sólo
en Colombia, sino de manera reciente en Chile y desde épocas
pretéritas en varios países, tal como ha quedado documentado
en distintas publicaciones a nivel mundial (…)”.

“(…) En la comunicación al general Óscar Atehortúa Duque,


precisó el ente de control que “la solicitud formulada lleva
implícito un condicionamiento en el sentido que la Policía Nacional
acredite la existencia de un protocolo específico de operación de
dicha arma y de otro que permita acreditar que sus funcionarios
certificados han recibido, de manera efectiva y real, una
capacitación de altos estándares de calidad que les proporcione
la pericia, habilidades y destrezas que demanda el uso de un
elemento de tales características (…)”.

“(…) En su solicitud el ente de control advirtió que con la


incorporación al inventario del ESMAD en 2017 de la Escopeta
calibre 12 y su munición de impacto dirigido, se vulneran la
Constitución Política en su artículo 216, que precisa que el fin de
la fuerza pública “es el mantenimiento de las condiciones
necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas,
y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz
(…)”.

“(…) Recordó que de acuerdo con el artículo 166 del Código


Nacional de Policía y Convivencia, el uso de la fuerza solo debe
ser empleado por el personal uniformado “como último recurso
físico para proteger la vida e integridad física de las personas
incluida la de ellos mismos, sin mandamiento previo y escrito,
para prevenir, impedir o superar la amenaza o perturbación de la
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

convivencia y la seguridad pública, de conformidad con la ley


(…)”.

“(…) Advirtió el ente de control que la Resolución 02903, del 23


de junio de 2017, que reglamentó el uso de la fuerza y el empleo
de armas, municiones, elementos y dispositivos menos letales,
para la Policía Nacional, precisó que para su entrega se requiere
que el profesional de policía previamente “deberá contar con la
debida capacitación (…)”.

“(…) Adicionalmente, la Resolución N°03002 del 29 de junio de


2017, las armas, municiones, elementos y dispositivos menos
letales con que deben contar el ESMAD para la prestación del
servicio en manifestaciones y control de disturbios, están
limitadas a “mecánicas cinéticas, agentes químicos, acústicos y
lumínicas y dispositivos de control eléctrico y auxiliares”, al
tiempo que determinó los parámetros que deben tener en cuenta
los comandantes para autorizar la intervención del grupo
especializado antidisturbios, que en todo caso debe considerarse
como “ultima ratio” (…)”.

“(…) La Procuraduría encontró que los programas académicos, de


48 horas, promueven el conocimiento del uso de la fuerza,
tácticas y técnicas para la correcta intervención policial así como
el empleo de armas, municiones, elementos y dispositivos menos
letales, sin que haya capacitación específica para el uso de la
Escopeta calibre 12 y su munición de impacto dirigido, toda
vez “que ésta sólo es llevada a la práctica cuando existe
disponibilidad de munición, aunque comúnmente, dado su
elevado costo, hay déficit, al punto que en muchas ocasiones
para el desarrollo de un seminario sólo proporcionan 100
cartuchos para capacitar 1000 hombres (…)”.

“(…) A juicio del Ministerio Público, resulta imposible que un


miembro del ESMAD adquiera tal destreza en el uso de la
Escopeta calibre 12 cargada con un cartucho de impacto dirigido,
en cualquiera de las dos capacitaciones existentes, en tan
limitados espacios de tiempo, y menos aún si se tiene en cuenta
que dichos ejercicios no se limitan al uso exclusivo de esa arma,
sino respecto de todas las menos letales que le son entregadas
para el servicio, ello sin dejar de mencionar el hecho que en
aquellos eventos donde sólo 100 uniformados la disparan en una
oportunidad, los 900 restantes observan (…)”.

“(…) De acuerdo con los testimonios que obran en el proceso, en


las manifestaciones de fin de año de 2019 fue la primera vez que
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

esa arma y su munición de letalidad reducida fue utilizada en


Bogotá y su operación no tiene en cuenta jerarquías, por lo que
llamó la atención que ninguno de los instructores que declaró ante
el despacho la hubiera portado en esas fechas (…)”.

“(…) Todo lo anterior nos lleva a inferir que esa destreza,


habilidad, agilidad y “memoria muscular” respecto del uso de la
Escopeta calibre 12 con su munición de impacto dirigido, la
adquiere el policial sólo cuando se enfrenta a la realidad del caso
en el que participa, es decir con ciudadanos (…)”.

Teniendo en cuenta que en el libelo constitucional se


hacen denuncias respecto al uso de este tipo de armas, las
cuales, según se afirma, incluso han ocasionado lesiones por
“estallido del globo ocular”, llaman la atención de la Sala,
pues en el contexto de las manifestaciones, en la cuales tuvo
lugar el aducido deceso de Cruz Medina, por la manipulación
de artefactos como el descrito, no se aprecia un correcto uso
de las mismas y, además, lo expuesto por el Ministerio
Público, valorado en su conjunto, constata un actuar
impulsivo del ESMAD frente a multitudes que ejercen el
derecho a la protesta.
Se insiste, el uso de la fuerza debe ser proporcional y
racionalizado de acuerdo a la situación, por ello, no resulta
aceptable que, pese a la reglamentación de la Policía74 sobre
su uso, el índice de capacitación no refleja un adecuado
control de circunstancias para el personal que las utiliza,
pues, en el caso de Dilan Mauricio Cruz Medina, no se
aprecian maniobras encaminadas a disuadir75 un acto que
no ameritaba realizar el disparo en la forma ejecutada.

74
Resolución 02903 de 23 de junio de 2017, mediante la cual se “reglamenta el uso de la fuerza
y el empleo de armas, municiones, elementos y dispositivos menos letales” y la resolución N°
03002 del 29 de junio de 2017 que establece “el manual para el servicio en manifestaciones y
el control de disturbios para la Policía”.
75
Artículo 25, numeral 2°, Resolución N°03002 del 29 de junio de 2017.
87
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Para la Corte, un evento como el analizado, tiene la


fuerza de generar desconfianza y temor entre los ciudadanos
que deseen ejercer su derecho a la protesta pacífica, no
violenta, porque el ESMAD no refleja capacitación ni mesura
en sus actos y, menos aun interés el salvaguardar la
integridad de las personas con sus armas de dotación; por
tanto, quien quiera salir a manifestarse públicamente o
cuando se generen multitudes en esa actividad, siente una
preocupación real y seria de verse agredido injustificamente
por la fuerza pública.

5.2.8.1.1.5. Al expediente se arrimó un reporte


noticioso en video en donde se avista la Plaza de Bolívar de
esta ciudad, con humo de color blanco que se expande por
su superficie y que causa malestar, incluso, al reportero,
quien refiere que, previamente, el lugar se encontraba lleno
de personas y, sin razón alguna, el ESMAD arrojó artefactos
contentivos de químicos lacrimógenos sobre los
manifestantes.

Para la Corte resulta preocupante que en lugares


donde se presentan grandes aglomeraciones, la fuerza
pública lance agentes químicos sin razón alguna, no sólo por
la múltiple lesión al derecho a reunirse en lugares públicos,
también por el riesgo que supone originar una estampida en
razón del pánico.

Tal conducta por parte del ESMAD es reprensible, pues


bajo ninguna premisa están facultados para agredir
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

masivamente a quienes pacíficamente se expresan a través


de la protesta; además, esa entidad en su “actividad de
policía” carece de la potestad para “disolver” manifestaciones
de manera arbitraria.

Sobre la posibilidad de disolución de protestas por


parte de la fuerza pública, la Corte Constitucional en la
sentencia C-281 de 2017, señaló en qué eventos podría
darse, así:

“(…) Las alteraciones deben ser graves, lo que quiere decir que
no toda situación que pueda calificarse como una alteración de la
convivencia de acuerdo con el Código de Policía es suficiente para
disolver una reunión o manifestación. La gravedad, en este
contexto, implica una vulneración o amenaza intensa de un
derecho fundamental, cuya protección en el caso concreto sea de
mayor importancia que la protección constitucional del derecho
de reunión y manifestación. En este sentido, afectaciones leves
como los ruidos y las molestias causadas por las
manifestaciones, y otras consecuencias incómodas de las
mismas, no pueden ser razón suficiente para tomar la medida de
disolverlas. Tampoco pueden serlo incidentes específicos y
concretos que reflejan el comportamiento de individuos
manifestantes pero no un riesgo de la reunión o manifestación
como un todo (…)”.

“(…) Las alteraciones deben ser inminentes, lo que quiere decir


que no procede disolver las reuniones que planteen alteraciones
a la convivencia eventuales o remotas. El requisito de inminencia
exige verificar comportamientos actuales que lleven
objetivamente a inferir vulneraciones graves de derechos
fundamentales. No será posible, entonces, disolver reuniones y
manifestaciones respecto de las cuales solo se pueda predicar
una probabilidad o posibilidad de que alteren la convivencia (…)”.

“(…) Por último, la medida deberá ser necesaria. Esto quiere decir
que las autoridades tienen el deber de verificar y evaluar la
eficacia de otros medios de policía que puedan interferir en menor
medida con el derecho de reunión y manifestación pública y
pacífica. La disolución de las reuniones en ningún caso debería
ser la primera opción (…)”.
89
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Los señalados presupuestos, según la nota de prensa,


por ninguna parte aparecen acreditados, es más, allí se
menciona que no había motivos para lanzar gases
lacrimógenos para dispersar a los manifestantes.

Una conducta como la reseñada no es admisible en un


Estado Constitucional de Derecho, dado su carácter
arbitrario y peligroso. En esa medida, de soslayarse lo
sucedido sin tomar ninguna acción al respecto, equivaldría a
cohonestar la continuidad de sucesos de igual naturaleza,
con la capacidad de disuadir y amenazar a quien desee salir
a protestar pacíficamente, so pena de verse expuesto a un
ataque inesperado por parte de la fuerza pública cuando se
produzca una concurrencia multitudinaria de ciudadanos a
exponer sus ideas y argumentos en lugares públicos.

5.2.8.1.1.6. Sobre la carrera 7ª, cerca a la estación


Museo del Oro de esta ciudad, aparece una entrevista a un
ciudadano que aduce pertenecer a la Procuraduría General
de la Nación, el cual relata que, al advertir que el ESMAD
pretendía lanzar elementos disuasivos a varios manifestantes
que protestaban pacíficamente, se acercó al líder del grupo
policial para señalarle que no era necesario lanzar elemento
alguno y, pese a ello, fue ignorado y los elementos arrojados
igualmente se detonaron.

Lo anterior revela una inadecuada gestión de las


situaciones potencialmente conflictivas por parte del
ESMAD, pues si los agentes fueron requeridos por personal
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

del Ministerio Público para atemperar su proceder, lo


esperado, de acuerdo con los manuales en la materia, era la
mediación y el diálogo más no el uso irracional y arbitrario
de sus elementos de dotación contra los manifestantes en
ejercicio de su derecho a la protesta pacífica.

Al punto, la Resolución N° 03002 del 29 de junio de


2017, artículo 17, numeral 2°, literal m, en relación con el
comportamiento de la policía en el acompañamiento y control
de disturbios, señala la siguiente obigación:

“(…) Ante situaciones de conflicto o amenaza la convivencia y


seguridad, en coordinación con los gestores de convivencia y
Ministerio Público, agotar las instancias de persuasión, diálogo,
mediación y gestión del conflicto con los participantes ante
posibles disturbios, minimizando los riesgos de confrontación. El
uso de la fuerza es el último recurso en este tipo de eventos (…)”.

Lo anterior revela una abierta trasgresión del ESMAD


de sus propios manuales, que en nada contribuyen a
resguardar y proteger las libertades de los ciudadanos a
expresarse y manifestarse pública y tranquilamente.

5.2.8.1.1.7. En Medellín, en horas de la noche, en el


sector denominado ciudad del río, se grabó a unos
manifestantes dialogando con el ESMAD en donde aquéllos
les indicaban a éstos que estaban protestando pacíficamente,
tras lo cual, miembros del ente demandado, hicieron explotar
unas granadas sonoras cerca de dichas personas.

Lo advertido, evidencia una conducta de la fuerza


pública reacia al diálogo y al respeto de las personas y, a su
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

vez, comportamientos impetuosos e impulsivos con la


entidad de lesionar el derecho a la protesta de las personas
en uso de sus prerrogativas constitucionalmente
consagradas, pues una situación como la descrita, tiene el
propósito de disuadir a los ciudadanos de ejercitar sus
garantías fundamentales.

5.2.8.1.1.8. En un registro audiovisual de hechos que,


se alega, sucedieron en Santander de Quilichao – Cauca- se
observa que, en el día, el ESMAD lanzaba granadas sonoras
y de gases sobre personas jóvenes que intentaban refugiarse
en donde, al parecer, es un recinto educativo.

5.2.8.1.1.9. La Policía Nacional al descorrer la demanda


de tutela, aportó algunos videos de eventos en Bogotá y Cali.

En la primera ciudad, se avista a unos agentes de esa


institución siendo asediados y golpeados por personas al
interior de una estación de Transmilenio, siendo rebasados
en número y fuerza, al punto que varios ciudadanos
intervienen en defensa de los agentes.

En la segunda metrópoli, se observa a unos policías que


transitaban en moto, siendo derribados por unas personas y
atacados muy de cerca pese a encontrarse uno de ellos en el
piso. En un momento dado, intervienen otros uniformados
lanzando granadas sonoras para ahuyentar a los agresores.

En ese último caso, las víctimas son miembros de una


de las entidades acusadas y, con claridad, se evidencia la
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

necesidad y la efectividad en el uso de las herramientas


defensivas de los policías que acudieron en socorro de sus
compañeros, lo cual, desde luego, por las circunstancias
descritas, legitimaba ese proceder para salvaguardar su
integridad.

5.2.8.1.1.1.10. Ahora, la contestación dada al pliego


introductor por la Policía Metropolitana de Bogotá se aportó
en formato PDF, sin que fuera posible copiar las direcciones
electrónicas allí referidas para redireccionarse a las páginas
en cuyo interés probatorio las aportó aquella entidad.

Incluso, se intentaron trascribir los caracteres de varios


enlaces en un buscador de internet, con resultado negativo
para acceder al contenido pretendido, en especial, se destaca,
uno redirigido a un portal de la “BBC” y, otro, de “El Heraldo”,
en el que se argüían daños en una de las entradas del Palacio
de Justicia de la sede donde funciona esta Corte,
ocasionados por ciertos manifestantes.

5.2.8.1.2. Valorados en conjunto los medios de


convicción susceptibles de ser apreciados, la Sala concluye,
se hallan acreditados los cargos de los tutelantes, según los
cuales existió -y puede seguir existiendo- una reiterada y
constante agresión, desproporcionada de la fuerza pública
respecto de quienes, de manera pacífica, se manifestaron en
las datas atrás indicadas, en ejercicio del derecho
fundamental consagrado en el artículo 37 de la Constitución
Política, dado el uso desmedido e irregular de sus armas de
dotación.
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Contrario a lo manifestado por varias de las


autoridades accionadas, aduciendo que la demanda de
amparo se funda: (i) en hechos futuros e inciertos; (ii)
ausencia de perjuicio irremediable; y (iii) carencia actual de
objeto, lo evidenciado demuestra una amenaza seria y actual
ante el comportamiento impulsivo de la fuerza pública y, en
especial, del ESMAD, quien ha desconocido abiertamente, no
sólo sus propios manuales, sino también, principios y valores
de rango constitucional.

Sus actividades no controladas representan un riesgo


una amenaza seria y actual para quien pretenda salir a
movilizarse para expresar pacíficamente sus opiniones,
porque su actuar lejos de ser aislado, es constante y refleja
una permanente agresión individualizable en el marco de las
protestas, especialmente las llevadas a cabo a partir del 21
de noviembre de 2019.

Lo antelado, por cuanto lo sucedido en las tres


principales ciudades del país, en las fechas antes anotadas,
evidencia similitudes pese a las distancias existentes entre
esas urbes, lo cual refleja, en principio, y sin haber sido
rebatida, una coordinación de las unidades del ESMAD y de
Policía en los procedimientos censurados.

Agréguese, no son sólo las circunstancias aludidas las


que sustentan la conclusión de esta Corporación, pues, entre
otras, previo a las manifestaciones acaecidas en 2019, el
Consejo de Estado, en una acción de reparación directa
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

fallada en 2017, constató conductas ilegítimas por parte del


ESMAD que, incluso, generaron que esa colegiatura le
ordenara a dicho cuerpo policial, adelantar un curso de
formación integral en Derechos Humanos en relación con las
personas que ejercen el derecho de reunión, con el fin de
prevenir situaciones como las allí debatidas.

En el señalado pronunciamiento, se halló responsable


a la Nación por la muerte a un estudiante de 21 años que, en
el 2005, en horas de la noche, encontrándose al interior de
la Universidad del Valle, recibió un impacto de proyectil
alojado en su área nasal, con trayectoria “de atrás hacia
adelante, de infero-superior, de izquierda a derecha”.

En dicha decisión, se estableció:

“(…) Del acervo probatorio se colige que en la tarde del 22 de


septiembre de 2005, se llevó a cabo una protesta estudiantil en
inmediaciones de la Universidad del Valle, Cali, específicamente,
en la entrada de dicha institución educativa -Avenida Pasoancho-
. Como consecuencia de ello, debió intervenir el escuadrón
antidisturbios de la Policía Nacional -ESMAD-, con el fin de
retomar el control de la zona, lo que produjo un enfrentamiento
entre los manifestantes y la Fuerza Pública (…)”.

“(…) Tales enfrentamientos se agudizaron al caer la tarde, en


momentos en que los policiales ingresaron a la institución
educativa y se dirigieron hacia donde los estudiantes tenían
instalado un campamento y procedieron a agredir y a detener a
las personas que se encontraban asentadas en ese sitio. Lo cual
provocó que muchos estudiantes salieran corriendo hacia el
interior del campus universitario perseguidos por varios
miembros del ESMAD, instante en el cual se escucharon disparos
y se observó la presencia de un estudiante herido, por lo que se
llamó a una ambulancia y se trasladó al herido a la Fundación
Valle del Lili, a donde llegó sin signos vitales (…)”.

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“(…) Los medios probatorios aportados concuerdan con relación


a la forma en que los miembros del ESMAD ingresaron al claustro
universitario, pese a que varios de los policías que participaron
en los disturbios lo negaron, hecho que, según los estudiantes
que estuvieron presentes en los hechos y los informes del
Defensor Regional del Pueblo y del Supervisor de Seguridad de
la Universidad incrementó la confrontación (…)”.

“(…) Asimismo, según esos mismos medios probatorios varios de


los policiales portaban armas de fuego y las utilizaron para
amedrentar a los estudiantes que protestaban. Adicionalmente,
se estableció, a partir de los testimonios de varios miembros del
ESMAD, que el día de los hechos no se les practicó requisa
antes de salir a la operación antidisturbios, de lo cual puede
inferirse que alguno o algunos de ellos pudiesen portar armas no
autorizadas, máxime cuando los referidos informes de los hechos
y varios de los testimonios que obran en el proceso dieron cuenta
de esa circunstancia (…)”.

“(…) Ahora bien, hay plena concordancia en las declaraciones


sobre el contexto en el que se hizo uso del arma de fuego por parte
de los miembros del ESMAD, pues tanto los informes del Defensor
del Pueblo del Valle del Cauca y del Supervisor de Seguridad de
la Universidad del Valle, así como los testimonios de los
estudiantes antes referidos coinciden en señalar que en
momentos en que los policiales ingresaron a la edificación y
emprendieron la persecución contra los estudiantes, se
escucharon disparos, uno de los cuales terminó con la vida del
joven Jhonny Silva Aranguren (…)”.

“(…) La anterior descripción de los hechos resulta concordante


con el informe de balística presentado por el CTI de la Fiscalía
General de la Nación, en cuanto concluyó que el disparo que
recibió la víctima fue por la parte de atrás de su cabeza y que la
víctima se encontraba de pie, mientras que el agresor se
encontraba agachado y ubicado hacia la parte posterior izquierda
(…)”.

“(…) Asimismo, los testimonios de los estudiantes Andrés


Palomino Tovar y Carlos Andrés Muñoz coincidieron al
manifestar que cuando se produjo la persecución a los
estudiantes dentro del claustro universitario, uno de los policías
se detuvo protegiéndose con su escudo y otro se ubicó detrás
suyo apuntando con un arma de fuego hacía los estudiantes,
instantes en los cuales cayó herido el joven Jhonny Silva
Aranguren (…)”.
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“(…) Agréguese a lo anterior que no resulta razonable asumir que


hubieran sido los propios compañeros de la víctima quienes
dispararan contra él y, mucho menos, puede entenderse que tal
hipótesis tuviese respaldo probatorio en el proceso, comoquiera
que ninguno de los testimonios y demás elementos de juicio dan
cuenta de la presencia de armas de fuego distintas a las del
ESMAD, amén de que respecto de ese específico punto la
demandada simplemente se limitó a expresar tal hipótesis sin
que se interesara en demostrarla (…)”.

“(…) Igualmente, considera la Sala que no se colige de la prueba


recaudada que el hoy occiso se hubiera encontrado ejerciendo
acciones violentas o participado del uso de armas no
convencionales en contra de los policías, que explicara el uso de
fuerza letal en su contra, todo lo cual, impide a la Sala que se
pueda llegar a deducir, con algún grado de certeza, que en
verdad el hoy occiso hubiera significado peligro para los
policiales que lo perseguían (…)”.

“(…) En este punto, resalta la Sala que del examen detallado de


las pruebas allegadas al expediente es posible concluir –y así lo
anticipa- que no existe elemento alguno de convicción que permita
tener por demostrado que la muerte de la víctima a la que se viene
haciendo referencia hubiere obedecido o hubiere sido
determinada por razón de su propia y exclusiva culpa y/o por el
hecho de un tercero ajeno a la Policía Nacional -ESMAD (…)”.

“(…) En el mismo sentido, a partir de los testimonios vertidos


dentro del proceso penal puede concluirse que durante el
desarrollo de los disturbios presentados dentro de las
instalaciones de la Universidad del Valle, el señor Germán
Eduardo Perdomo sufrió lesiones personales producidas por
miembros del ESMAD de la Policía Nacional, con un elemento
propio de la actividad de la Policía, tal y como fue registrado en
la historia clínica de urgencias y en el informe técnico de lesiones
no fatales realizado por el instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencias Forenses el 29 de septiembre de 2005, en los cuales se
concluyó que su lesión se produjo por el impacto de un “tarro de
gas lacrimógeno”.

“(…)”.

“(…) [L]a Sección Tercera del Consejo de Estado se ha


pronunciado en el sentido de indicar que el solo hecho de hacer
parte de una protesta ciudadana no representa la trasgresión al
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ordenamiento jurídico, puesto que los habitantes tienen derecho


a expresar su disenso frente a las medidas que adopten las
autoridades estatales. Así lo precisó la Sección en anterior
oportunidad: (…)”.

“(…) “Para el ad quem resulta incontrovertible que la demandante


Nelly Gómez Cano fue herida cuando formaba parte del grupo de
protesta campesina, pero es lo cierto que no se probó que ella
hubiese realizado alguna conducta antijurídica (…)”.

“(…) Para casos como el presente la Sala recuerda que en un


régimen democrático es normal que los ciudadanos exterioricen
sus inconformidades desfilando, protestando, gritando, etc. La
democracia, como lo recuerda Norberto Bobbio, se funda no sobre
el consenso, sino sobre el disenso. Solo allí donde éste es libre
de manifestarse, es real, y solo allí donde es real, el sistema
puede considerarse, con todo derecho, como democrático. Por ello
se enseña que existe una relación necesaria entre democracia y
disenso (…)”.

“(…) La anterior verdad demanda que la autoridad policiva


esté preparada para mantener el orden, pero siempre
respetando los derechos más caros a la persona humana,
entre ellos el de su dignidad y el espacio de libertad que
requiere la protesta misma. Por ello se enseña hoy que
respecto de los derechos del hombre el problema grave de nuestro
tiempo no es el de fundamentarlos sino el de protegerlos (…)”.

“(…) De igual manera, esta Corporación ha sostenido que los


operativos que realice la Fuerza Pública en aras de mantener el
orden público deben tener en cuenta que los agentes del orden se
encuentran entrenados y equipados apropiadamente para
afrontar este tipo de circunstancias y, por lo tanto, se debe evitar
el uso de medidas desproporcionadas e imprudentes, de manera
que se garantice –en la medida de lo posible- el ejercicio del
derecho de manifestación y protesta pacífica. Así lo explicó la
Sección en caso similar al que hoy corresponde decidir, en el cual,
un grupo de estudiantes universitarios, en medio de una marcha
de protesta, obstruyó el paso vehicular por una vía pública. Se
dijo entonces: (…)”.

“(…) Realmente ninguna duda se presenta sobre la falla del


servicio de la Policía Nacional como generadora de su
responsabilidad administrativa en el fallecimiento trágico del
estudiante Tomás Herrera Cantillo. Los miembros de esa
institución armada procedieron abiertamente en forma contraria
98
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

a los más elementales principios de legalidad, humanidad,


prudencia y disciplina profesional (…)”.

“(…) No era con una agresión armada como tenían que organizar
y permitir el uso de la vía pública ocupada por los
estudiantes que protestaban alguna medida oficial que afectaba
los intereses de la comunidad. El uso de las armas de fuego
era innecesario para cumplir su cometido, ni siquiera eran
agredidos con arma de ese tipo. De otra parte, olvidaron los
uniformados que conforme al artículo 29 del Decreto 1355 de
1970 ‘sólo cuando sea estrictamente necesario, la Policía puede
emplear la fuerza para impedir la perturbación del orden público
y para restablecerlo (…)”.

“(…) Esta, por lo demás, ha constituido una constante posición


de la Sala al exigirle a la fuerza pública la máxima prudencia y
mesura en la utilización de la fuerza, y con mayor razón en el
uso de las armas a las que sólo en condiciones extremas y
plenamente justificadas pueden acudir, para en esa forma dar
cumplimiento a la obligación de salvaguardar la vida de los
ciudadanos y el orden social (…)”.

“(…) Si los policías portaban cascos, escudos protectores y hasta


armas de fuego, a más de estar preparados profesionalmente
para este tipo de actuaciones, y si los estudiantes en ningún
momento dispararon contra los agentes oficiales, resulta
inexplicable el desproporcionado, ilegítimo y violento
comportamiento asumido por éstos frente a los alumnos de la
Universidad (…)”76 (negrillas originales).

No es la primera vez que el ESMAD es convocado ante


la justicia para responder por conductas ilegítimas y
desproporcionadas frente a quienes, de manera pacífica,
ejercen su derecho fundamental a reunirse para protestar.

En esa medida, no tiene razón al a quo constitucional


cuando manifestó que la salvaguarda no debía prosperar por
incumplimiento del presupuesto de subsidiariedad, porque

76Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección A, sentencia de 12 de junio de 2017, exp.


76001-23-31-000-2007-01298-01(54046).
99
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

lo antelado pone de manifiesto la ausencia de idoneidad de


los medios ordinarios para garantizarle a los ciudadanos la
prerrogativa a disentir, expresarse y cuestionar, sin hallarse
o sentirse amenazados por el probable uso desmedido e
irregular de la fuerza pública para disuadirlos.

Al punto, conviene señalar que al dossier se allegó un


instructivo elaborado por la Universidad de los Andes para
que las personas, involucradas en las protestas y
posiblemente amenazadas por la intervención de la fuerza
pública, no resulten heridas, detenidas arbitrariamente y,
además, eviten, en lo posible, la muerte.

Ello revela, como lo advierte esta Sala, la inaplazable


necesidad de que los habitantes del territorio nacional
cuenten, por parte de la Rama Ejecutiva, encargada de
mantener responsablemente el orden público, con entidades
formadas suficientemente para entender, comprender y
racionalizar en perspectiva democrática, el derecho de las
personas y de los habitantes del territorio a disentir y a hacer
público su pensamiento.

Es la búsqueda del fortalecimiento perentorio de las


entidades encargadas de garantizar el orden público con una
eficaz formación en derechos humanos, y con una
comprensión del legítimo derecho de los ciudadanos a
protestar pacíficamente para reclamar reivindicaciones
justas, como del deber por velar y hacer respetar la integridad
física de los manifestantes.

100
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Debe entenderse que una de las obligaciones del


Estado es proteger la libertad de expresión, de crítica y de
opinión, aspectos que constituyen una conducta legítima de
disenso social, siempre y cuando no se busque hacer
propaganda por la guerra y el vandalismo, cuando no se
pretende hacer apología del odio, de la violencia, del delito,
de la pornografía infantil, de la instigación a la comisión de
delitos y, en general de la violencia como forma de solucionar
los problemas.

Se infiere de lo escrutado constitucionalmente, por la


comprobación de lesiones físicas a manifestantes y por la
conducta de algunos agentes de la policía y en el ESMAD que,
hay falencias e incapacidad en las instituciones encargadas
de mantener el orden público interno, para usar, de forma
racional y moderada, las armas de la República, al punto que
generan un temor fundado para quienes desean manifestarse
pacíficamente.

En esa dirección, puede considerarse, válidamente,


que el ente en cuestión constituye una amenaza seria,
cuando se utilizan armas o elementos letales para la vida o
la irracionalidad, con la capacidad de causar un perjuicio
irremediable para las personas que en el contexto del
ejercicio de los derechos a la reunión y a la manifestación
pública y pacífica, protestan con un fin legítimo77, si no se

77 Sobre el fin legítimo, señaló la Corte Constitucional, en la sentencia C-009 de 2018: aquellas
expresiones que incluyen toda clase de discursos políticos, religiosos, filosóficos, académicos,
investigativos o científicos, estéticos, morales, emotivos, personales, artísticos, simbólicos, la
exposición de convicciones, la objeción de conciencia, las expresiones cívicas o de participación
ciudadana, el discurso de identidad que expresa y refuerza la propia adscripción cultural y
social, entre otros”.

101
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

toman medidas racionales y democráticas para precaver sus


desmanes, en un marco pluralista que preserve el derecho al
disenso pacífico.

5.2.8.2. “Estigmatización” frente a quienes, sin


violencia, salen a las calles a cuestionar, refutar y criticar las
labores del gobierno”

En relación con los cargos por “estigmatización” frente


a quienes, sin violencia, salen a las calles a cuestionar,
refutar y criticar las labores del gobierno, y los ataques
contra la libertad de expresión y de prensa en el marco de la
protesta pacífica, al expediente se acopiaron pruebas de las
que se advierten publicaciones en redes sociales, por parte
de los gabinetes ministeriales y del Ejército Nacional, en el
marco de las manifestaciones de noviembre y diciembre de
2019, con el eslogan “no paramos, avanzamos”.

Del mismo modo, se difundieron mensajes por varias


de las entidades fustigadas con el lema del “Paro Nacional”
hace parte de una estrategia para derrocar al Presidente Iván
Duque (…)” y con expresiones como la siguiente:

“(…) No pudieron (…); Convocaron [a] un paro basados en


mentiras (…); Sembraron pánico con falsas denuncias (…);
Atacaron a la fuerza pública buscando que reaccionaran para
acusarlos de violar los derechos humanos (…)”78.

En ese contexto, la Oficina en Colombia de la Alta


Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos

78 Fol. 161, C1.


102
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Humanos –OACNUDH-, el 20 de noviembre de 2019, expresó


a través de un comunicado de prensa publicado en su página
web lo siguiente:

“(…) [E]n relación con el anunciado paro nacional de mañana 21


de noviembre reitera que la protesta pacífica es un derecho
humano cuyo ejercicio fortalece la democracia (…)”.

“(…) La Oficina insta a quienes participen en las marchas a


ejercer sus derechos de manera responsable, de acuerdo con
los derechos a la reunión pacífica, a la libertad de expresión y a
la libertad de asociación (…)”.

“(…) La Oficina ha hecho seguimiento, con preocupación, a los


persistentes mensajes de procedencia no identificada que
han sido publicados en redes sociales y en medios de
comunicación que estigmatizan la protesta social, y otras
que llaman al uso de la violencia en las movilizaciones de
múltiples sectores de la sociedad (…)”.

“(…) En algunos casos se han hecho públicos videos que


indican que estarían conformándose grupos de
ciudadanos que amenazan con ejercer violencia para
proteger sus bienes (…)”.

“(…) Hasta el momento la Oficina desconoce si existen


investigaciones por estos hechos y si hay avance en las mismas
(…)”.

“(…) En este [escenario] de creciente tensión, la Oficina recibió


información sobre 27 allanamientos en Bogotá, 5 en Cali y
4 en Medellín a domicilios y oficinas, algunas de ellas de
organizaciones de la sociedad civil y medios alternativos
de comunicación (…)”.

“(…) Hasta el momento tenemos información que solo dos


personas habrían sido detenidas en el marco de estos
allanamientos (…)”.

“(…) Estos allanamientos aparentemente provienen de


diferentes investigaciones, abiertas en distintas fechas,
con respecto a hechos ocurridos en diferentes momentos, y

103
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

cuya orden de ejecución coincide 48 horas antes del inicio


de las marchas (…)”.

“(…) [La] Oficina confía en que estas investigaciones cumplirán


con las normas y estándares internacionales de derechos
humanos relacionados con el debido proceso y la presunción
de inocencia (…)”.

“(…) La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), en


cuanto al allanamiento de medios alternativos, señala que estos
procedimientos obstruirían el libre ejercicio del periodismo (…)”.
“(…) La Oficina ha recibido informes sobre un aumento de la
presencia de miembros del Ejército en las calles en algunas
ciudades de Colombia en los días previos a la manifestación. La
Oficina recuerda que, de acuerdo con las normas y los
estándares internacionales, la atención a situaciones de
disturbios que podrían derivar de protestas o manifestaciones
públicas, así como el mantenimiento del orden público son
responsabilidad de los cuerpos policiales (…)”.

“(…) La Oficina nota con preocupación la expedición en las


últimas horas de varios decretos, circulares e instructivos que
contemplan la posibilidad [de] que los alcaldes y gobernadores
pongan en marcha medidas como la declaración de toques de
queda, y el apoyo militar para el control de orden público en el
marco de la jornada de protestas (…)”.

“(…) La Oficina recuerda que los Estados deben limitar y


condicionar al máximo el uso de las fuerzas militares para
el control de disturbios internos, puesto que el entrenamiento,
equipamiento, y perspectivas propias de la naturaleza militar no
son adecuadas para garantizar la protección y control de civiles,
entrenamiento que es propio de los entes policiales (…)”.

“(…) Los límites y condiciones para la intervención de las fuerzas


militares, según los estándares internacionales, son: que esta
debe ser temporal, restringida, subordinada y fiscalizada
por autoridades civiles y regulada mediante protocolos
sobre el uso de la fuerza (…)” (subraya fuera de texto).

La apreciación conjunta de los elementos de


acreditación, permite advertir una notoria diferencia entre lo
afirmado por los funcionarios del Estado Colombiano y la
104
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Oficina de la ONU, pues mientras el segundo utiliza un


lenguaje moderado y neutral que llama a la concordia, el
Gobierno Nacional procura auxiliarse de falacias y
estereotipos, a los cuales no puede acudirse porque
refuerzan una eventual estigmatización del derecho al
disenso y a la protesta pacífica como una conducta criminal.

Una Nación que busca recuperar y construir su


identidad democrática no puede ubicar a la ciudadanía que
protesta legítimamente en la dialéctica amigo – enemigo;
izquierda y derecha, buenos y malos, amigos de la paz y
enemigos de la paz, sino como la expresión política que
procura abrir espacio para el diálogo, el consenso y la
reconstrucción no violenta del Estado Constitucional de
Derecho.

En este contexto, resulta cuestionable que las


autoridades no guarden neutralidad frente a las
manifestaciones, pues, justamente, de ellas, es de quienes se
espera mesura frente a las limitaciones o restricciones del
ejercicio de las libertades individuales, máxime si la
Constitución les exige promover el ejercicio de los derechos
fundamentales.

Tal postura desconoce el deber del Gobierno de


promover la participación y el pluralismo de pensamiento
consagrado en el artículo 1° de la Constitución Política79 y el

79“(…) Artículo 1°. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República
unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la
solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general (…)”.
105
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

deber previsto en el numeral 4°, artículo 95 de la misma


codificación cuyo tenor señala:

“(…) Defender y difundir los derechos humanos como


fundamento de la convivencia pacífica (…)” (se destaca).

5.2.8.2.1. De otro lado, resulta inusual que, previo al


inicio de las manifestaciones programadas para el 21 de
noviembre de 2019, la Fiscalía General de la Nación hubiese
realizado, de manera simultánea, allanamientos en Bogotá,
Cali y Medellín en el domicilio de personas con intereses en
participar y cubrir periodísticamente, las manifestaciones
pacíficas desarrolladas a partir del 21 de noviembre de 2019,
tal como lo refirió la Oficina de Naciones Unidas en Colombia
y Human Rights Watch en su intervención.

Esta última entidad, también refirió eventos que


reflejan una presunción de culpabilidad producto de la
estigmatización generalizada hacia cualquier persona
sospechosa de intervenir en las protestas, como si se tratara
de una conducta ilegal.

En este panorama, resulta cuestionable que las


autoridades no guarden neutralidad frente a las
manifestaciones de las personas, pues, justamente, de ellos,
es de quienes se espera mesura frente a las limitaciones o
restricciones del ejercicio de las libertades individuales,
máxime si la Constitución les exige promover el ejercicio de
los derechos fundamentales.

106
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Igualmente, en la señalada fecha, se reportó una


agresión de igual linaje contra una persona quien, tras
denunciar los maltratos, su caso fue remitido a la justicia
penal militar para su trámite.

De otro lado, en Cali, se refirió una situación en donde,


según se afirma, policías en motocicletas le dispararon a una
persona dejándola herida, sin que hasta le fecha se haya
podido determinar el tipo de arma utilizada en ese evento.

En el contexto, Human Rights Watch expuso otras


situaciones relacionadas con el paro convocado en el país, a
partir del 21 de noviembre de 2019, de la siguiente manera:

“(…) También hay evidencias de que la policía ha detenido


arbitrariamente a manifestantes pacíficos y transeúntes, así
como a periodistas que daban cobertura a las protestas. 213
personas fueron detenidas otras 1.662 fueron “trasladadas” a
centros de detención administrativa, en relación con el paro
nacional en 2019, según indicó el Director de la Policía Nacional
a Human Rights Watch el 27 de enero (…)”.

“(…) En algunos casos, los policías emplearon indebidamente una


disposición del derecho colombiano que autoriza a la Policía a
“trasladar” a una persona a un “centro asistencial o de
protección” para “su protección” o la de terceros. La ley
únicamente permite ese “traslado” cuando sea el “único medio
disponible para evitar el riesgo a la vida o la integridad” y exige
que primero se contacte a los familiares de la persona o que esta
sea llevada a un establecimiento de salud. En varios de los casos
documentados por Human Rights Watch, no existía ningún riesgo
para la vida o la integridad de una persona.

“(…) En un caso ocurrido el 7 de diciembre, un agente de la policía


detuvo a una periodista y, cuando esta se negó a entregar su
teléfono, la arrastró jalándole el cabello y la llevó a una unidad
de detención administrativa. La Policía indicó que la detenían
para su “protección” (…)”.

107
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

El “traslado por protección”, conviene señalar se


encuentra previsto en el artículo 155 de la Ley 1801 de 2016,
cuyo tenor indica:

“(…) Artículo 155. Traslado por protección. Cuando la vida e


integridad de una persona o de terceros esté en riesgo o peligro,
el personal uniformado de la Policía Nacional, podrá trasladarla
para su protección o la de terceros, en los siguientes casos: (…)”.

“(…) Cuando deambule en estado de indefensión o de grave


alteración del estado de conciencia por aspectos de orden mental,
o bajo efectos del consumo de bebidas alcohólicas o sustancias
psicoactivas o tóxicas, cuando el traslado sea el único medio
disponible para evitar el riesgo a la vida o integridad de la
persona o los terceros (…)”.

“(…) Cuando esté involucrado en riña o presente


comportamientos agresivos o temerarios, realice actividades
peligrosas o de riesgo que pongan en peligro su vida o integridad
o la de terceros, o esté en peligro de ser agredido cuando el
traslado sea el único medio disponible para evitar el riesgo a la
vida o integridad de la persona o los terceros (…)”.

“(…) Parágrafo 1°. [inexequible] (…)”.

“(…) Parágrafo 2°. Antes del traslado y como primera medida, la


autoridad de Policía entregará la persona a un allegado o
pariente que asuma la protección; en la ausencia de estos, se
trasladará la persona a un centro asistencial o de protección, de
salud u hospital o a un lugar especialmente destinado para tal
fin por la administración municipal, según sea necesario, o, en
cuanto fuera posible, se intentará llevarla a su domicilio (…)”.

“(…) En ningún caso se hará traslados a sitios destinados a la


privación de libertad y la duración del mismo no podrá ser mayor
a doce (12) horas. Es deber de las Alcaldías definir el lugar al que
pueden ser enviadas las personas, separadas en razón del sexo
(…)”.

“(…) En el centro asistencial o de protección deberá hacer


presencia un representante del Ministerio Público (…)”.

108
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“(…) Parágrafo 3°. La autoridad de Policía que ordena y ejecuta


el traslado, deberá informar a la persona trasladada y al superior
jerárquico de la unidad policial y elaborar un informe escrito
donde consten los nombres e identificación de la persona
trasladada por cualquier medio; de quien da la orden y quien la
ejecuta, el motivo, el sitio al que se traslada y el nombre del
allegado o a quien la persona trasladada informa para ser
asistido, de ser ello posible. A la persona, sujeto de la medida, se
le deberá entregar copia de dicho informe (…)”.

“(…) Parágrafo 4°. La autoridad de Policía permitirá a la persona


que va a ser trasladada comunicarse con un allegado o con quien
pueda asistirlo para informarle, entre otras cosas, el motivo y
sitio de traslado. Si la persona no tiene los medios para
comunicarse, la autoridad se los facilitará. Si se niega a informar
a otra persona o no es factible hacerlo, se enviará copia de
inmediato del respectivo informe escrito al Ministerio Público (…)”.

“(…) Parágrafo 5°. Cuando se trate de un traslado por alteración


del estado de conciencia, porque la persona se encuentra bajo el
efecto del consumo de bebidas alcohólicas o sustancias
psicoactivas o tóxicas no podrá ser trasladada por el simple
hecho de estar consumiendo sino que deben existir motivos
fundados y el agente de Policía con fundamento en el principio de
proporcionalidad determinará si existen las razones objetivas
previstas en este Código (…)”.

Sobre los alcances de dicha norma, la Corte


Constitucional en la sentencia C-281 de 2017, destacó:

“(…) A pesar de que el traslado por protección no constituye una


sanción, este impone una carga significativa al individuo. Por ese
motivo, se debe proveer a la persona trasladada garantías
previas y garantías posteriores para asegurar su debido proceso
(…)”.

“(…) El artículo 155 contiene una sola garantía del debido


proceso, que es el informe escrito que debe elaborar la autoridad
de policía que ordena y ejecuta el traslado: (…)”

“(…) Parágrafo 3°. La autoridad de Policía que ordena y ejecuta


el traslado, deberá informar a la persona trasladada y al
superior jerárquico de la unidad policial y elaborar un informe
109
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

escrito donde consten los nombres e identificación de la persona


trasladada por cualquier medio; de quien da la orden y quien la
ejecuta, el motivo, el sitio al que se traslada y el nombre del
allegado o a quien la persona trasladada informa para ser
asistido, de ser ello posible. A la persona, sujeto de la medida,
se le deberá entregar copia de dicho informe (…)”.

“(…) La Corte considera que esta regulación no ofrece suficientes


garantías previas ni posteriores del debido proceso. Solamente
exige que en el informe escrito conste “el motivo” del traslado.
Esta expresión es ambigua. El motivo puede ser una motivación
completa y detallada de las razones concretas por las cuales la
persona ha sido trasladada, pero también puede designar la
simple transcripción de la causal bajo la cual se realiza el
traslado. Aparte del requisito del informe escrito, donde no es
clara la exigencia de motivación, no existe ninguna posibilidad de
contradecir, cuestionar la imposición de la medida de traslado, o
solicitar su cesación (…)”.

“(…) Es claro que una medida que implica la aplicación de la


fuerza en contra de la voluntad de la persona no puede venir
acompañada de amplios debates procesales previos a su
ejecución. Sin embargo, ante la ausencia de garantías previas a
la realización del traslado, la norma debería prever un
fortalecimiento correlativo de las garantías posteriores (…)”.

“(…) La Corte encuentra que el traslado por protección, tal como


se encuentra regulado en el artículo 155, no cumple con los
parámetros constitucionales de razonabilidad y debido proceso.

“(…) Como consecuencia de este vicio de constitucionalidad,


podría considerarse que procede la declaratoria de
inexequibilidad de las normas demandadas. Sin embargo, la
Corte considera que tal posibilidad sería contraria a la
Constitución, pues privaría de manera permanente a la Policía
Nacional de una herramienta que en ocasiones puede ser la única
disponible para evitar graves riesgos a la vida o a la integridad.
De esta forma, la inexequibilidad podría causar consecuencias
contrarias a la Constitución. Por ese motivo cabe examinar la
posibilidad de un condicionamiento que permita preservar las
normas en el ordenamiento jurídico pero evite su aplicación
inconstitucional, de acuerdo con el principio de conservación del
derecho (…)”.

110
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“(…) Para subsanar la inconstitucionalidad detectada, la Corte


declarará un condicionamiento en tres partes. En primer lugar, la
norma será declarada exequible en el entendido de que el
traslado por protección “a un lugar destinado para tal fin”, es
decir, en todos los casos en que la persona no sea entregada a
los parientes, o sea trasladada a un centro de salud o a su
domicilio, solo se podrá aplicar en los municipios que cuenten con
los lugares adecuados de atención y protección de personas
trasladadas. El Gobierno Nacional cuenta con la facultad legal
para expedir lineamientos para la operación de estos lugares.
Las personas no pueden ser trasladadas por la Policía
Nacional a lugares que no cumplan con estos lineamientos,
por lo cual esta medida no podrá aplicarse en los
municipios que no cuenten con lugares adecuados (…)”.

“(…) En la reglamentación de los lineamientos, el Gobierno


Nacional deberá tener en cuenta que los lugares destinados para
el traslado por protección deben cumplir con su finalidad
exclusivamente protectora y no sancionatoria. No son cárceles, ni
centros de detención (…)”.

“(…) En segundo lugar, se dispondrá que en el informe escrito


exigido por el parágrafo 3º se incluya una relación de los
hechos que dieron lugar al traslado y las razones por las
cuales se considera que esos hechos caben dentro de la
causal invocada. Con esto se provee una garantía posterior del
debido proceso, pues permite a la persona trasladada
controvertir ante las autoridades de policía, así como las
autoridades judiciales y disciplinarias, la legalidad de la orden
de traslado. En tercer lugar, se dispondrá que la persona podrá
solicitar la cesación del traslado al superior jerárquico que haya
recibido el informe, con lo cual se garantiza una doble instancia
administrativa en la aplicación de esta medida (…)”.

“(…) Por otra parte, la Corte declarará exequible el numeral 1º


del artículo 149, ya que este se limita a enunciar la institución del
traslado por protección y no define ninguna característica de la
misma. También declarará exequible el numeral 12 del artículo
205, ya que este contempla la facultad del Gobierno Nacional
para reglamentar los lineamientos de los lugares destinados al
traslado por protección, y de esa manera permite asegurar que
estos cumplan una finalidad protectora y no sancionatoria (…)”.

111
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Esos lineamientos no permitían a la Policía Nacional


realizar detenciones con fines de traslado y, en esa medida,
los hechos aquí esbozados constituyen una afrenta al
derecho a la libertad de las personas por ser sospechosas de
haber participado en protestas, pues se recuerda, todo esto
sucedió en el marco de las manifestaciones convocadas en
todo el país a partir del 21 noviembre de 2019.

Adicionalmente, no se pierda de vista que el Presidente


de la República expidió el Decreto N° 2087 de 19 de
noviembre del mismo año, mediante el cual se dictaron
“medidas para el mantenimiento del orden público, en el
marco de la garantía y respeto al derecho la manifestación,
pública, pacífica y sin armas”, por tanto, el compendio fáctico
aquí analizado corresponde a un conjunto de eventos
suscitados por las protestas en comento y, por ello, las
detenciones aludidas no aparecen desligadas de ese
contexto.

Para la Corte, capta su interés que se utilicen


instrumentos legales para coartar la libre circulación de los
ciudadanos, pues ello genera un temor fundado por captura
ilegítima cuando se hacen exigencias generalizadas hacia el
Gobierno.

Tal situación no ameritó pronunciamiento por las


autoridades civiles en torno a dichas circunstancias, por ello,
resulta preocupante que la policía advierta en ese silencio, la
posibilidad de repetir esas actividades, circunstancia que,

112
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

incluso, como lo señaló esa organización, también afectó a


reporteros que cubrían las manifestaciones.

Las diligencias impulsadas por la fiscalía encaminadas


a realizar allanamientos y capturas de manera coordinada y
simultánea en Bogotá, Medellín y Cali previo al inicio de la
jornada de protesta, sin evidencias de un actuar ilícito de los
destinatarios de esos procedimientos, a juicio de la Corte
también constituye un actuar disuasivo y estigmatizante
para quienes desean ejercitar su prerrogativa a la protesta
pacífica ante la carencia de elementos probatorios
habilitantes de aquélla medida especial, excepcional,
extrema o de las previsiones constitucionales de la regla 28
de la Carta.

Lo antelado, por cuanto, como se mencionó en la


demanda de amparo y como lo señaló Human Rights Watch,
no se aprecia un mérito o fin legítimo que justificara las
actividades de la fiscalía en el contexto descrito, con impacto
negativo contra el derecho fundamental a la expresión y
manifestación pública y pacífica.

5.8.2.2. La evaluación conjunta de todos los elementos


de convicción relacionados con cada uno de los cargos
endilgados a las autoridades recriminadas, revela un interés
de los enjuiciados dirigido a menoscabar el derecho legítimo
de los ciudadanos a manifestarse pública y pacíficamente
contra las actividades del Gobierno.

113
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Si bien algunas personas, a sabiendas del riesgo que


implicaba estar expuestos a las actividades descontroladas
del ESMAD, hicieron uso de sus derechos, saliendo a las
calles como se lo permite la ley, la Constitución y los demás
instrumentos internacionales, ello no significa que tal
prerrogativa no fuese lesionada.

Hubo, además, quienes, sin ser parte de las protestas


fueron arbitraria y brutalmente maltratados por la fuerza
pública y, en otros casos, se presentaron lesiones a los
manifestantes y, según los reportes, uno de ellos murió por
el uso inadecuado y desproporcional de la fuerza80.

5.9. Para la Sala, lo advertido en el caso concreto,


revela serios problemas en cuanto a:

(i) La falta de una Ley Estatutaria que desarrolle los


alcances y limitaciones de la fuerza pública, su
direccionamiento centralizado o descentralizado, su
naturaleza y el juzgamiento de sus conductas, cuando se
ejerce el derecho fundamental a la protesta pacífica.

(ii) La violación sistemática de tal prerrogativa por


parte de la fuerza pública, en especial, del ESMAD, y la
amenaza real que esa institución supone para esa garantía
superlativa.

80 Caso Dilan Cruz Medina.


114
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

(iii) La incapacidad de los accionados de mantener una


postura neutral frente a las manifestaciones de las personas
y sus garantías a la libertad de expresión y de reunión.

(iv) Los estereotipos arraigados contra quienes


disienten de las políticas del Gobierno Nacional.

(v) Allanamientos masivos, por parte de la Fiscalía


General de la Nación, a los domicilios y residencias de
quienes tienen interés legítimo en participar de las protestas.

(vi) Desatención a las obligaciones convencionales del


Estado respecto de los Derechos Humanos.

(vii) Ausencia de vigilancia y control de las actuaciones


de las autoridades demandadas, en relación el derecho de
reunión.

(viii) El vacío que supone como institución del ESMAD


que no es capaz de garantizar el orden sin violar las
libertades y los derechos de los ciudadanos a disentir, pues
tampoco hace un uso adecuado de las armas de dotación
asignadas.

(ix) La ausencia de resultados verificables de los cursos


de formación en derechos humanos, ordenados respecto de
los miembros de la fuerza pública, no sólo por el Consejo de
Estado sino, además, por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, en múltiples decursos donde ha sido

115
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

condenado el Estado por el ejercicio excesivo y arbitrario de


sus agentes81.

(x) El uso inadecuado de instrumentos legales de la


Policía Nacional para justificar detenciones ilegales
arbitrarias contra ciudadanos.

(xi) La inapropiada delegación de “función de policía”


del Ministerio de Defensa Nacional, para las entidades que
realizan las “actividades de policía”, evidenciada en el Decreto
4222 de 23 noviembre de 200682, en donde se facultó al
director de la policía, reglamentar en las resoluciones 02903
de 23 de junio de 2017 y 03002 del 29 de junio de 2017, el
uso de la fuerza en manifestaciones y protestas.

Es necesario destacar que, contrario a lo manifestado


por el a quo constitucional en el fallo impugnado, los
aducidos protocolos elaborados por la nueva administración
de la capital, aunque son un paso importante, apenas son
un esfuerzo local que no resuelve el problema jurídico
planteado, ni han tenido eficacia político-jurídica para el
país; además, la parcialidad mencionada no ejerce la
gobernanza nacional, y con mayor razón cuando son

81 Corte IDH, Corte IDH, Caso Valle Jaramillo y otros Vs. Colombia, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 2008. Serie C No. 192, párrs. 227 a 239, Caso Manuel
Cepeda Vargas Vs. Colombia, Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 26 de mayo de 2010. Serie C No. 213, párrs. 214 a 241, Caso Vélez Restrepo y
familiares Vs. Colombia, Excepción preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 3
de septiembre de 2012. Serie C No. 248, párrs. 259 a 29, Caso Masacre de Santo Domingo Vs.
Colombia, Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 3o de
noviembre de 2012. Serie C No. 259, párrs. 295 a 323, Caso de las Comunidades
Afrodescendientes Desplazadas de la Cuenca del Río Cacarica (Operación Génesis) Vs.
Colombia, Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de
noviembre de 2013. Serie C No. 270, párrs. 420 a 461, entre otros.
82
“(…) Artículo 2°, numeral 8°Expedir dentro del marco legal de su competencia, las resoluciones,
manuales, reglamentos y demás actos administrativos necesarios para administrar la Policía
Nacional en todo el territorio nacional, pudiendo delegar de conformidad con las normas legales
vigentes (…)”.
116
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

frecuentes sus contradicciones con el gobierno nacional y


con la dirección de la fuerza pública, ni mucho menos
enfrenta la globalidad y sistematicidad nacional denunciada
en el amparo y evidenciada en el trámite tutelar.

La problemática planteada no es solo la distrital, lo es


con impacto en lo nacional, pues es claro el constante
irrespeto a las garantías superlativas de las personas a
ejercer el derecho a la protesta pacífica, no violenta, en todo
el territorio y la falta de respuesta estatal a esa situación. A
pesar de las reglamentaciones y el alto contenido discursivo
de la jurisprudencia en torno a las garantías a protestar
pacíficamente, muy poca efectividad se ha obtenido frente al
actuar de la fuerza pública a cargo del orden público interno.

El Gobierno Nacional, además, hizo caso omiso frente


al Informe anual del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos e informes de la Oficina
del Alto Comisionado y del Secretario General -24 de febrero
a 20 de marzo de 2020- y sus recomendaciones, en donde, al
respecto, se señaló lo siguiente:

“(…) 86. A finales de noviembre, iniciaron una serie de protestas


sociales en todo el país. Si bien estas protestas fueron
predominantemente pacíficas, ocurrieron casos aislados de
violencia contra la policía, la infraestructura pública y privada y
los manifestantes. Las mayores protestas ocurrieron en
Barranquilla, Bogotá, Cali, Medellín, Neiva, Pasto y Popayán,
aunque también se produjeron protestas en zonas rurales.
Aunque las protestas sociales continuaron luego de la
finalización de este informe, el ACNUDH presenta la siguiente
información derivada de su observación de las protestas
ocurridas entre el 21 de noviembre y el 12 de diciembre (…)”.

117
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“(…) 87. Algunos miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios


(ESMAD) no cumplieron con las normas y estándares
internacionales relacionados con el uso de la fuerza.
Previamente, el ACNUDH había explícitamente expresado su
preocupación con respecto a los procedimientos de intervención
del ESMAD. El ACNUDH documentó una presunta privación
arbitraria de la vida de un estudiante de 18 años en Bogotá,
cometida por un agente del ESMAD armado con un rifle de calibre
12 cargado con munición del tipo “beanbag”. Algunos
manifestantes en Bogotá, Cali y Medellín sufrieron lesiones
oculares o craneales debido a golpes o por impactos de
proyectiles disparados por las fuerzas policiales. Según el
Ministerio de Salud, entre el 21 y el 26 de noviembre, al menos
36 manifestantes y 4 miembros de las fuerzas policiales sufrieron
lesiones que requirieron de hospitalización (…)”.

“(…) 88. Durante las protestas, algunos oficiales de policía


presuntamente perpetraron actos contra los manifestantes que
podrían llegar a constituir malos tratos y/o tortura, tales como
desnudez forzada, amenazas de muerte con matices racistas y
repetidas golpizas. Algunos manifestantes fueron presuntamente
arrestados y golpeados por miembros de la policía, trasladados
a las estaciones de policía y forzados a admitir comportamientos
violentos, siendo multados por ello. En Bogotá, el ACNUDH
documentó el caso de una joven mujer que fue golpeada por 5
oficiales de policía mientras filmaba un documental sobre las
protestas, resultando con lesiones graves en su cabeza. Si bien
se presentó una denuncia formal ante la Fiscalía General de la
Nación, ésta calificó el trato sufrido por la víctima como abuso de
autoridad (…)”.

“(…) 89. El ACNUDH manifiesta su preocupación que muchas de


las detenciones ocurridas durante las protestas resultaron del
uso frecuente de una medida administrativa denominada
“traslado por protección”. Esta medida otorga facultades
discrecionales a la policía para limitar el derecho a la libertad
personal, tal y como fue observado por el ACNUDH, el 7 de
diciembre, durante una protesta pacífica y silenciosa en el
aeropuerto de Bogotá. Según la policía, entre el 21 de noviembre
y el 12 de diciembre, 1662 personas fueron detenidas a nivel
nacional en aplicación de esta medida (…)”.

“(…) 90. Asimismo, las protestas implicaron varios ataques


contra periodistas y representantes de medios alternativos. Entre
el 21 y el 23 de noviembre, la Fundación para la Libertad de
Prensa reportó al menos 32 casos de presuntas agresiones
118
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

físicas u obstrucción a la labor periodística a nivel nacional, 23


de los cuales fueron atribuidos a la policía y nueve a los
manifestantes. El ACNUDH documentó 3 casos de presunto uso
excesivo de la fuerza y 4 casos de detenciones arbitrarias que
afectaron a periodistas (…)”.

“(…) 91. Cuarenta y ocho horas antes de la primera protesta, se


reportó que la policía judicial efectuó al menos 36 allanamientos
contra medios de comunicación alternativos, asociaciones de
artistas, organizaciones no gubernamentales y residencias de
estudiantes en Bogotá, Cali y Medellín. Estos allanamientos
fueron realizados por instrucciones de la Fiscalía General de la
Nación. En solamente dos casos se presentaron cargos y los dos
acusados fueron liberados después de haber comparecido ante
un juez ya que la evidencia presentada no era suficiente. Al
momento de finalizar este informe, los jueces habían declarado
ilegales 10 de los allanamientos realizados. Varias
organizaciones afectadas informaron al ACNUDH que
consideraban que estas acciones tenían por objeto intimidar a los
manifestantes y obstaculizar el ejercicio del derecho de reunión
pacífica (…)”

“(…)”.

“(…) Recomendaciones (…)”.

“(…) 92. La Alta Comisionada para los derechos humanos reitera


las recomendaciones hechas en informes anteriores y formula las
siguientes recomendaciones adicionales (…)”.

“(…) g) Urge al Estado a iniciar investigaciones


exhaustivas, efectivas e independientes en relación con
casos de presunto uso excesivo de la fuerza por parte del
ESMAD durante las recientes protestas sociales. Asimismo,
el ACNUDH insta a que se inicie una profunda
transformación del ESMAD, incluyendo una revisión de sus
protocolos sobre el uso de la fuerza y de las armas y
municiones menos letales para que cumplan con las
normas y estándares internacionales (…)”83 (negrilla
original).

83 Informe anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos e
informes de la Oficina del Alto Comisionado y del Secretario General. Situación de Derechos
Humanos en Colombia, pagina 21, párrafos 86 al 91 y pégina 23, recomendación g).
https://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe-anual-
2019-ES-2.pdf
119
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

5.10. Sobre la necesidad de recuperar y fortalecer la


confianza de los ciudadanos colombianos en las
instituciones, y en particular, de la Policía Nacional

Sin duda la confianza institucional es un elemento


crucial para la sociedad y unos de los presupuestos de
cohesión, pues promueve la consolidación de la democracia
sana y funcional, y el ejercicio pleno de los derechos y
garantías de los actores sociales, situación que permite no
solo dotar de eficacia material del sistema jurídico, sino
facilitar el normal desarrollo político, económico y social de
la sociedad, y el bienestar de sus habitantes.

El presente asunto, más que evidenciar una situación


sistemática de violación de las prerrogativas constitucionales
por algunos agentes del ESMAD en el uso excesivo y
desproporcional de la fuerza, trasciende negativamente a un
contexto colectivo, pues mina la confianza de los ciudadanos
hacia el actuar de la institución de la policía,
particularmente, cuando ésta, en defensa del orden público,
se comporta desmedidamente y sin control en contra de las
personas que ejercen los derechos de reunión y
manifestación pública, pacífica y no violenta.

Lo anterior genera, necesariamente, una


disconformidad social con los organismos encargados de
proteger la vida, honra y bienes de la población, e incluso de
las instituciones representativas, órganos de control, y
judiciales, cuando no responden eficientemente ante el
abuso y desconocimiento del Estado Social de Derecho,
120
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

quedando, no solo en tela de juicio su real capacidad de


canalizar los reclamos colectivos, sino una invitación
inconsciente al caos, la violencia y la anarquía como únicas
salidas a los problemas sociales.

Así las cosas, para fomentar el grado de confianza


institucional por los ciudadanos hacia la Policía Nacional, y
en particular del ESMAD, deberán acudirse a indicadores
tales como (i) la satisfacción y percepción institucional; (ii) el
desempeño de las instituciones; y (iii) la existencia y
materialización de mecanismos de participación ciudadana.

El primero, se relaciona con crear espacios que


permitan desarrollar la democratización, permitiendo que las
instituciones sirvan a ese fin, al punto de empoderar en
consensos a los actores sociales sobre la finalidad legítima de
su creación y función, provocando su apoyo ciudadano.

El segundo explica que el proceso de confianza


institucional se afianza en mayor o menor medida con el
desempeño de las instituciones, y la exigencia de resultados
y los medios empleados para tal fin. Así, se puede entender
que esta confianza o desconfianza atiende a la conformación
de las instituciones, su actuar, su responsabilidad por línea
de mando, los mecanismos de control y corrección para
prevenir y castigar la ilegalidad; y por supuesto, su capacidad
para realizar las funciones para las que fueron creadas.

El tercero se relaciona con la existencia y


materialización de mecanismos de participación ciudadana,
121
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

reconociendo que la asociación cívica y la participación social


generan espacios de interacción social, los cuales promueven
la comunicación y, por ende, el desarrollo de la confianza y
aprobación cívica de las instituciones.

5.11. Dadas las anteriores precisiones y, como antes


se explicó, ante la falta de respuesta idónea, por parte del
Estado, a través de los entes de la Rama Ejecutiva, a la
problemática expuesta, y la ausencia de Ley Estatutaria que
defina los alcances y limitaciones a la fuerza pública por
medio del ESMAD al derecho fundamental a la protesta
pacífica, la Corte halla sendero propicio a la luz del
entramado constitucional y del ordenamiento supranacional
para acoger las pretensiones del libelo constitucional con las
salvedades pertinentes.

Por tal motivo, se ordenará, a los aquí encausados,


abstenerse de incurrir en conductas como las que dieron
lugar a esta acción.

De igual modo, dentro de las cuarenta y ocho (48)


horas siguientes la notificación de la presente decisión, las
autoridades demandadas deberán insertar y facilitar la
descarga del contenido completo y legible de este
pronunciamiento, en la parte principal de sus respectivas
páginas web y redes sociales, en un lugar visible y fácilmente
identificable, hasta tanto el Congreso de la República emita
una Ley Estatutaria que regule los alcances y limitaciones
del derecho a la protesta pacífica.

122
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Como medida de reparación simbólica, se ordenará al


Ministro de Defensa que, dentro de las cuarenta y ocho (48)
horas siguientes el enteramiento de esta providencia, en un
acto difundido por radio, televisión y redes sociales, pida
disculpas por los excesos de la fuerza pública, en especial,
aquéllos cometidos por los Escuadrones Móviles
Antidisturbios de la Policía Nacional – ESMAD- durante las
protestas desarrolladas en el país a partir del 21 de
noviembre de 2019 y los recientes de algunos miembros de
la Policía Nacional.

Igualmente, se exigirá al Gobierno Nacional –


Presidente de la República que, en un lapso no mayor a
treinta (30) días, expida un acto administrativo en el cual
ordene a todos miembros de la Rama Ejecutiva en el nivel
nacional, mantener la neutralidad cuando se produzcan
manifestaciones no violentas, incluso, si las mismas se
dirigen a cuestionar las políticas del poder ejecutivo.

Asimismo, se ordenará al Gobierno Nacional –


Presidente de la República promover, garantizar y facilitar,
de manera imparcial, el ejercicio de los derechos
fundamentales a la expresión, reunión, protesta pacífica y
libertad de prensa aun durante eventos de (i) guerra exterior;
(ii) conmoción interior; o (iii) estado de emergencia.
De otra parte, teniendo en cuenta la pretensión de la
demanda encaminada a “conformar una mesa de trabajo”
para reestructurar las directrices relacionadas con el uso de
la fuerza frente a manifestaciones pacíficas, a ello se accederá
y, por tal motivo, se ordenará al Presidente de la República,
123
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

convocarla para que escuche y atienda los planteamientos,


no sólo de los aquí accionantes, sino de cualquier persona
interesada en el tema.

Con todo, de llegarse o no a un acuerdo al respecto, el


Gobierno Nacional deberá expedir dentro de los sesenta (60)
días siguientes, una reglamentación sobre la materia que
tenga en cuenta, como mínimo, las directrices señaladas por
la jurisprudencia de la Corte Constitucional, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos las recomendaciones
de Naciones Unidas y las aquí señaladas, relacionadas con la
intervención y el uso de la fuerza por parte de la Policía
Nacional y las Fuerzas Militares, en manifestaciones y
protestas pacíficas, su direccionamiento, su adscripción o
vinculación institucional, jurisdicción competente, etc.

Para tal efecto, se hará énfasis en conjurar, prevenir y


sancionar la (i) intervención sistemática, violenta y arbitraria
de la fuerza pública en manifestaciones y protestas; (ii)
“estigmatización” frente a quienes, sin violencia, salen a las
calles a cuestionar, refutar y criticar las labores del gobierno;
(iii) uso desproporcionado de la fuerza, armas letales y de
químicos; (iv) detenciones ilegales y abusivas, tratos
inhumanos, crueles y degradantes; y (v) ataques contra la
libertad de expresión y de prensa.

En esa línea, deberá realizarse, con la participación


directa de la ciudadanía, órganos de control y los
mandatarios regionales y locales, un protocolo de acciones
preventivas concomitantes y posteriores, el cual se
124
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

denominará “ESTATUTO DE REACCIÓN, USO Y


VERIFICACIÓN DE LA FUERZA LEGÍTIMA DEL ESTADO, Y
PROTECCIÓN DEL DERECHO A LA PROTESTA PACÍFICA
CIUDADANA”, que incluya, como mínimo, lo siguiente:

Protocolo de acciones preventivas

El uso de la fuerza por parte de los cuerpos de


seguridad estatales debe estar definido por la
excepcionalidad, y debe ser planeado y limitado
proporcionalmente por las autoridades. Así las cosas, es
imprescindible que los miembros de la fuerza pública
conozcan las disposiciones normativas que permiten el uso
de las armas letales y no letales, y que tengan el
entrenamiento adecuado para que en el evento en que deban
decidir acerca de su uso posean los elementos de juicio para
hacerlo.

Deberá hacerse énfasis en la formación y capacitación


inmediata en ética y derechos humanos de todos sus
miembros, guiada por el respeto a la comunidad, a fin de que
actúen como agentes de paz, de protección a la ciudadanía y
del derecho a la vida.

Así mismo, se hará un análisis cuantitativo y


cualitativo del incremento de la profesionalización de los
agentes destinados a la contención y alteración del orden
público por causa del ejercicio de marchas y manifestaciones
públicas; incluyendo una veeduría permanente de la
ciudadanía y los órganos de control.

125
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Igualmente, se establecerán límites al máximo del uso


de la fuerza para el control de disturbios, por cuanto el
entrenamiento que reciben no debe estar dirigido a derrotar
al enemigo, sino en función de la protección y control de
civiles.

Protocolo de acciones concomitantes

Al momento de realizar el despliegue de la autoridad,


los agentes estatales, en la medida de lo posible, deben
implementar un procedimiento verificable que evalué la
situación y un plan de acción previo a su intervención. De tal
forma, los operativos policiales deben estar dirigidos a la
contención o restablecimiento del orden, y no a la privación
de la vida o agresiones injustificadas.

Con todo, en caso de que resultare obligatorio el uso


de la fuerza, ésta debe realizarse en armonía con los
principios de la finalidad legítima, absoluta necesidad y
proporcionalidad

Para determinar la proporcionalidad del uso de la


fuerza, debe evaluarse la gravedad de la situación que
enfrenta el funcionario. Para ello, se debe considerar, entre
otras circunstancias: la intensidad y peligrosidad de la
amenaza; la forma de proceder del individuo; las condiciones
del entorno, y los medios de los que disponga el funcionario
para abordar una situación específica.

126
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Protocolo de acciones posteriores

Del mismo modo, deben implementarse


procedimientos que verifiquen la legalidad y/o
proporcionalidad del uso de la fuerza letal ejercida por
agentes estatales, así como de las órdenes de la cadena de
mando relacionados con los hechos. En efecto, una vez que
se tenga conocimiento de que sus agentes de seguridad
hicieron uso de armas letales o no letales, causando daños a
la vida e integridad de las personas, deberá iniciarse
inmediatamente, y dentro de un plazo que no supere los seis
(6) meses contados a partir del suceso, al margen de las
investigaciones a que haya lugar, la obligación de proveer
una explicación pública satisfactoria y convincente de lo
sucedido y desvirtuar las alegaciones sobre su
responsabilidad, mediante elementos probatorios
adecuados.

Tal procedimiento será acompañado por redes de


veeduría ciudadana, mandatarios regionales, locales, y
órganos de control.

Al señalado estatuto se le hará pedagogía nacional, es


decir, se enseñará y divulgará a todos los colombianos.

De los avances para el cumplimiento de lo antes


ordenado, el Gobierno Nacional - Presidente de la República
deberá rendir, de manera directa a la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, un informe
quincenal, claro, detallado y exhaustivo del desarrollo de las
127
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

negociaciones hasta la emisión del correspondiente acto


administrativo.

Por otro lado, se ordenará a la Policía Nacional, Fiscalía


y Procuraduría General de la Nación que, dentro de los
treinta (30) días siguientes a la notificación de este fallo,
expidan un protocolo que permita a las ciudadanos y
organizaciones defensoras de derechos humanos y entidades
vinculadas a las Naciones Unidas, realizar verificaciones en
casos de capturas y traslado de personas, durante el
desarrollo de cualquier clase de mitin, reunión o acto de
protestas.

Asimismo, se dispondrá que el Ministerio Público y la


Defensoría del Pueblo, dentro de los treinta (30) días
siguientes al enteramiento de este fallo, diseñen planes de
fácil acceso para el acompañamiento y asesoría jurídica para
las personas que, en actos de protestas resulten o, se hayan
visto afectadas en ellas, brindando apoyo en tal sentido para
acudir, incluso, a instancias internacionales cuando a ello
hubiere lugar.

Atinente a la solicitud de suspender las actividades del


ESMAD mientras se produzcan cambios estructurales y de
fondo en los procedimientos en los cuales intervienen la
mismas se denegará, por cuanto al margen de las conductas
aquí evidenciadas, la Sala advierte que se requiere de un
cuerpo especializado que atienda situaciones extremas para
contener eventos que pongan en peligro bienes jurídicamente
tutelados, en el desarrollo de las manifestaciones.
128
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Sin embargo, hasta tanto se constate que el ESMAD


está en capacidad de hacer un uso moderado de la fuerza y
de garantizar y respetar los derechos y las libertades de las
personas que intervengan o no en protestas, EL DEFENSOR
DEL PUEBLO, realizará un control estricto, fuerte e intenso
de toda actuación de ese cuerpo policial en el desarrollo de
manifestaciones y de sus actividades en cada uno de sus
procedimientos.

Con ese fin, cuando se requiera cualquier participación


del ESMAD en eventos públicos o privados, ese organismo de
manera antelada, deberá poner a disposición del listado de
los comandantes o jefes de unidad del personal asignado
para el servicio requerido e, igualmente, la Policía Nacional
deberá designar a un oficial superior común que sirva de
enlace entre los agentes y el tribunal, quien igualmente
deberá facilitar los medios de comunicación necesarios para
la adecuada trasmisión de órdenes por parte del reseñado
colegiado.

Asimismo, el aludido estrado judicial recibirá las


quejas y denuncias que por cualquier medio expedito y eficaz
se hagan sobre las conductas del ESMAD o integrante de la
fuerza pública en el desarrollo de manifestaciones y
protestas.

Ahora, como en el presente asunto se evidenció un uso


inadecuado de las “escopetas calibre 12”, dentro de las
cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de este
129
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

fallo, el ESMAD y cualquier institución que efectué


“actividades de policía”, suspenda su uso hasta tanto el a quo
constitucional, previa verificación exhaustiva, constate la
existencia de garantías para la reutilización responsable y
mesurada de dicho instrumento.

Cada mes, contado a partir de la notificación de esta


sentencia, el estrado de primer grado remitirá un informe a
esta Sala del cumplimiento de las disposiciones aquí
adoptadas y, de cualquier manera, cuando se considere
necesario, la Corte asumirá la competencia para exigir el
obedecimiento de lo aquí ordenado.

Finalmente, se dispondrá la remisión de la


reproducción total de este expediente con destino a la
Procuraduría General de la Nación y Fiscalía General de
Nación para que inicien las investigaciones correspondientes,
con relación a los hechos materia de esta salvaguarda,
debiendo rendir, por conducto de sus directores principales,
informes mensuales a la Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, sobre el avance de las actividades
desplegadas para el señalado fin.

5.12. Se abre entonces paso a la protección incoada,


dado el control legal y constitucional que atañe en esta sede
al juez, compatible con el necesario ejercicio de control
convencional, siguiendo el Pacto de San José de Costa Rica
de 22 de noviembre de 1969 (art. 8º de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos), a fin de garantizar el
debido proceso.
130
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

El convenio citado es aplicable dado el canon 9 de la


Constitución Nacional, cuando dice:

“(…) Las relaciones exteriores del Estado se fundamentan en la


soberanía nacional, en el respeto a la autodeterminación de los
pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho
internacional aceptados por Colombia (…)”.

Complementariamente, el artículo 93 ejúsdem,


contempla:

“(…) Los tratados y convenios internacionales ratificados por el


Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohíben
su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden
interno (…)”.

“(…) Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se


interpretarán de conformidad con los tratados internacionales
sobre derechos humanos ratificados por Colombia (…)”.

El mandato 27 de la Convención de Viena, sobre el


Derecho de los Tratados de 196984, debidamente adoptada
por Colombia, según el cual: “(…) Una parte no podrá invocar
las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado (…)”85, impone su observancia
en forma irrestricta cuando un Estado parte lo ha suscrito o
se ha adherido al mismo.

5.12.1. Aunque podría argumentarse la viabilidad del


control de convencionalidad sólo en decursos donde se halla
el quebranto de garantías sustanciales o cuando la

84 Suscrita en Viena el 23 de mayo de 1969.


85 Aprobada por Colombia mediante la Ley 32 de 1985.
131
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

normatividad interna es contraria a la internacional sobre los


derechos humanos, se estima trascendente efectuar dicho
seguimiento en todos los asuntos donde se debata la
conculcación de prerrogativas iusfundamentales, así su
protección resulte procedente o no.

Lo aducido porque la enunciada herramienta le


permite a los Estados materializar el deber de garantizar los
derechos humanos en el ámbito doméstico, a través de la
verificación de la conformidad de las normas y prácticas
nacionales, con la Convención Americana de Derechos
Humanos y su jurisprudencia, ejercicio que según la Corte
Interamericana se surte no sólo a petición de parte sino ex
officio86.

No sobra advertir que el régimen convencional en el


derecho local de los países que la han suscrito y aprobado,
no constituye un sistema opcional o de libre aplicación en los
ordenamientos patrios; sino que en estos casos cobra
vigencia plena y obligatoriedad con carácter impositivo para
todos los servidores estatales, debiendo realizar no solamente
un control legal y constitucional, sino también el
convencional; con mayor razón cuando forma parte del
bloque de constitucionalidad sin quedar al arbitrio de las
autoridades su gobierno.

5.12.2. El aludido control en estos asuntos procura,


además, contribuir judicial y pedagógicamente, tal cual se le

86Corte IDH. Caso Gudiél Álvarez y otros (“Diario Militar”) contra Guatemala. Sentencia de
noviembre 20 de 2012. Serie C No. 253, párrafo 330
132
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

ha ordenado a los Estados denunciados, incluido Colombia 87,


a impartir una formación permanente de Derechos Humanos
y DIH en todos los niveles jerárquicos de las Fuerzas
Armadas, jueces y fiscales88; así como realizar cursos de
capacitación a funcionarios de la rama ejecutiva y judicial y
campañas informativas públicas en materia de protección de
derechos y garantías89.

Insistir en la aplicación del citado control y esbozar el


contenido de la Convención Interamericana de Derechos
Humanos en providencias como la presente, les permite no
sólo a las autoridades conocer e interiorizar las obligaciones
contraídas internacionalmente, en relación con el respeto a
los derechos humanos, sino a la ciudadanía informarse en
torno al máximo grado de salvaguarda de sus garantías.

Además, pretende contribuir en la formación de una


comunidad global, incluyente, respetuosa de los
instrumentos internacionales y de la protección de las
prerrogativas fundamentales en el marco del sistema
americano de derechos humanos.

5.13. De acuerdo a lo discurrido, se concluye que el


derecho a la protesta pacífica y no destructiva es un derecho
fundamental en su dimensión estática y dinámica protegido

87 Corte IDH, Caso Vélez Restrepo y familiares Vs. Colombia, Excepción preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 3 de septiembre de 2012. Serie C No. 248, párrs. 259 a
290, criterio reiterado Caso Masacre de Santo Domingo Vs. Colombia, Excepciones
preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de noviembre de 2012. Serie C
No. 259, párrs. 295 a 323.
88 Corte IDH, Caso de la Masacre de Las Dos Erres Vs. Guatemala, Excepción Preliminar,

Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2009. Serie C No. 211, párrs.
229 a 274.
89 Corte IDH, Caso Furlan y familiares Vs. Argentina, Excepciones preliminares, Fondo,

Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2012. Serie C No. 246, párrs. 278 308.
133
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

por el ordenamiento interno, por la propia Constitución y por


el derecho internacional de los derechos humanos. Esta
Corte señala explícitamente que la protesta intolerante y
violenta, no pacífica, que aboga por el discurso y la apología
al odio, a la hostilidad, que patrocina la propaganda a favor
de la guerra, que propende por el odio nacional, racial,
religioso, y por la discriminación, o que incite a la pornografía
infantil, al delito o al genocidio, no están protegidas por la
Constitución.

Por tanto, se infirmará el veredicto de primer grado.

6. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la Ley,

RESUELVE:

PRIMERO: REVOCAR la sentencia impugnada, para


CONCEDER la protección rogada por Soledad María Granda
Castañeda, Sandra Borda Guzmán, Sergio Alejandro Martín
Vergara, Andrés Juan Guerrero, Alejandro Briceño Díaz, Ana
Benilda Ángel Orjuela, Alexandra Paola González Zapata,
Fabián de Jesús Laverde Doncel, Cristian Raúl Delgado
Bolaños, Aleida Murillo Gómez, Jenny Alejandra Romero
González, Carlos Sleyter Obregón Ramírez, Juan Felipe
Castañeda Durán, Olga Lucía Quintero Sierra, Alirio Andrés
Mojica Montañez, Paola Marcela Silva Pérez, Héctor
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Alejandro Alba Siboche, María Fernanda Ovalle Alvarado,


Angye Katherine Rojas Rivera, Wilman Silva Betancourt,
Eneried Aranguren, Frank Melo Restrepo, Ángel Duván Ortiz
Rodríguez, Yuri Enrique Neira Salamanca, Peter Esteban
Santiesteban Castillo, María Alejandra López Mendoza,
Diana Carolina Ojeda Ojeda, Victoria Lucena Góez,
Mariángela Villamil Cancino, Alejandra Soriano Wilches,
Carolina Moreno Velásquez, Carlos Perdomo Guerrero,
Catalina Botero Marino, Manuel Alejandro Iturralde, Natalia
Ramírez Bustamante, Carlos Julián Mantilla Copete, Johan
Sebastián Ramírez Vargas, Fabián Darío Bernate Bastidas,
Brian Valencia Ayala, Harrison Steven Valderrama Palencia,
David Ricardo Pérez Castro, Carol Tatiana Gómez Suarez,
Perla Tatiana Bayona Rojas, Eduardo Enrique Cáceres Téllez,
Cristian Andrés Aristizábal Parra, Mohamed Mussa Shek
Giraldo, Juan Camilo Gómez Olarte, María Fernanda Montiel
Murillo y Santiago de Jesús Andrade Gaitán; en
consecuencia,

SEGUNDO: ORDENAR a los aquí encausados que, en


lo sucesivo, se abstengan de incurrir en conductas como las
que dieron lugar a esta acción

TERCERO: ORDENAR a los demandados que, dentro


de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación
de la presente decisión, insertar y facilitar la descarga del
contenido completo y legible de este pronunciamiento, en la
parte principal de sus respectivas páginas web y redes
sociales, en un lugar visible y fácilmente identificable, hasta
tanto el Congreso de la República emita una Ley Estatutaria
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

que regule los alcances y limitaciones del derecho a la


protesta pacífica.

CUARTO: ORDENAR al Ministro de Defensa que,


dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes el
enteramiento de esta providencia, proceda a presentar
disculpas por los excesos de la fuerza pública, en especial,
aquéllos cometidos por los Escuadrones Móviles
Antidisturbios de la Policía Nacional – ESMAD- durante las
protestas desarrolladas en el país a partir del 21 de
noviembre de 2019, las cuales deberán difundirse en el
mismo término, por radio, televisión y redes sociales.

QUINTO: ORDENAR al Gobierno Nacional – Presidente


de la República que, dentro de los treinta (30) días siguientes
a la notificación de este fallo, proceda a:

a. Expedir un acto administrativo en el cual ordene a


todos los miembros de la Rama Ejecutiva en el nivel nacional,
mantener la neutralidad cuando se produzcan
manifestaciones no violentas, incluso, si las mismas se
dirigen a cuestionar las políticas del Gobierno Nacional, en
el cual se incluya la obligación permanente de garantizar y
facilitar, de manera imparcial, el ejercicio de los derechos
fundamentales a la expresión, reunión, protesta pacífica y
libertad de prensa, aun durante eventos de (i) guerra exterior;
(ii) conmoción interior; o (iii) estado de emergencia.

b. Convocar y conformar una mesa de trabajo para


reestructurar las directrices relacionados con el uso de la
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

fuerza frente a manifestaciones pacíficas, para que escuche


y atienda los planteamientos, no sólo de los aquí accionantes,
sino de cualquier persona interesada en el tema.

De llegarse o no a un consenso al respecto, el Gobierno


Nacional estará en la obligación de expedir un acto
administrativo, dentro de los sesenta (60) días siguientes a la
notificación de esta sentencia, una reglamentación sobre la
materia que tenga en cuenta, como mínimo, las directrices
señaladas por la jurisprudencia de la Corte Constitucional,
la Corte Interamericana de Derechos Humanos las
recomendaciones de Naciones Unidas y las aquí señaladas,
relacionadas con la intervención y el uso de la fuerza por
parte de la Policía Nacional y las Fuerzas Militares, en
manifestaciones y protestas.

Para tal efecto, se hará énfasis en conjurar, prevenir y


sancionar la (i) intervención sistemática, violenta y arbitraria
de la fuerza pública en manifestaciones y protestas; (ii)
“estigmatización” frente a quienes, sin violencia, salen a las
calles a cuestionar, refutar y criticar las labores del gobierno;
(iii) uso desproporcionado de la fuerza, armas letales y de
químicos; (iv) detenciones ilegales y abusivas, tratos
inhumanos, crueles y degradantes; y (v) ataques contra la
libertad de expresión y de prensa.

En esa línea, deberá realizarse, con la participación


directa de la ciudadanía, órganos de control y los
mandatarios regionales y locales, un protocolo de acciones
preventivas concomitantes y posteriores que se denominará:
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

“ESTATUTO DE REACCIÓN, USO Y VERIFICACIÓN DE LA


FUERZA LEGÍTIMA DEL ESTADO, Y PROTECCIÓN DEL
DERECHO A LA PROTESTA PACÍFICA CIUDADANA”, que
incluya, como mínimo, lo siguiente:

Protocolo de acciones preventivas

El uso de la fuerza por parte de los cuerpos de


seguridad estatales deberá estar definido por la
excepcionalidad, y debe ser planeado y limitado
proporcionalmente por las autoridades. Así las cosas, es
imprescindible que los miembros de la fuerza pública
conozcan las disposiciones normativas que permiten el uso
de las armas letales y no letales, y que tengan el
entrenamiento adecuado para que en el evento en que deban
decidir acerca de su uso posean los elementos de juicio para
hacerlo.

Igualmente, se establecerán límites al máximo del uso


de la fuerza para el control de disturbios, por cuanto el
entrenamiento que reciben no debe estar dirigido a derrotar
al enemigo, sino en función de la protección y control de
civiles.

Deberá hacerse énfasis en la formación y capacitación


inmediata en ética y derechos humanos de sus miembros,
guiada por el respeto a la comunidad, donde sus integrantes
actúen como agentes de paz, de protección a la ciudadanía y
al derecho a la vida.

138
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Así mismo, se hará un análisis cuantitativo y


cualitativo del incremento de la profesionalización de los
agentes destinados a la contención y alteración del orden
público por causa del ejercicio de marchas y manifestaciones
públicas, incluyendo una veeduría permanente de la
ciudadanía y los órganos de control.

Protocolo de acciones concomitantes

Al momento de realizar el despliegue de la autoridad,


los agentes estatales, en la medida de lo posible, deben
implementar un procedimiento verificable que evalué la
situación y un plan de acción previo a su intervención. De tal
forma, los operativos policiales deben estar dirigidos a la
contención o restablecimiento del orden, y no a la privación
de la vida o agresiones injustificadas.

Con todo, en caso de que resultare obligatorio el uso


de la fuerza, ésta debe realizarse en armonía con los
principios de la finalidad legítima, absoluta necesidad y
proporcionalidad.

Para determinar la proporcionalidad del uso de la


fuerza, debe evaluarse la gravedad de la situación que
enfrenta el funcionario. Para ello, se debe considerar, entre
otras circunstancias: la intensidad y peligrosidad de la
amenaza; la forma de proceder del individuo; las condiciones
del entorno, y los medios de los que disponga el funcionario
para abordar una situación específica.

139
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Protocolo de acciones posteriores

Del mismo modo, debe implementarse procedimientos


que verifiquen la legalidad y/o proporcionalidad del uso de la
fuerza letal ejercida por agentes estatales, así como de las
órdenes de la cadena de mando relacionadas con el hecho.
En efecto, una vez que se tenga conocimiento de que sus
agentes de seguridad hicieron uso de armas letales o no
letales, causando daños a la vida e integridad de las
personas, deberá iniciarse inmediatamente, y dentro de un
plazo que no supere los seis (6) meses contados a partir del
suceso, al margen de las investigaciones a que haya lugar, la
obligación de proveer una explicación pública satisfactoria y
convincente de lo sucedido y desvirtuar las alegaciones sobre
su responsabilidad, mediante elementos probatorios
adecuados.

Tal procedimiento será acompañado por redes de


veeduría ciudadana, mandatarios regionales, locales, y
órganos de control.

Al señalado estatuto se le hará pedagogía nacional, es


decir, se enseñará y divulgará a todos los colombianos.

c. De los avances para el cumplimiento de lo antes


ordenado, el Gobierno Nacional – Presidente de la República
deberá rendir, de manera directa a la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, un informe
quincenal, claro, detallado y exhaustivo del desarrollo de las

140
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

negociaciones hasta la emisión del correspondiente acto


administrativo.

SEXTO: ORDENAR a la Policía Nacional, Fiscalía y


Procuraduría General de la Nación que, dentro de los treinta
(30) días siguientes a la notificación de este fallo, expidan un
protocolo que permita a las ciudadanos y organizaciones
defensoras de derechos humanos y entidades vinculadas a
las Naciones Unidas, realizar verificaciones en casos de
capturas y traslado de personas, durante el desarrollo de
cualquier clase de mitin, reunión o acto de protestas.

SÉPTIMO: ORDENAR el Ministerio Público y la


Defensoría del Pueblo que, dentro de los treinta (30) días
siguientes al enteramiento de este fallo, diseñen planes de
fácil acceso para el acompañamiento y asesoría jurídica para
las personas que, en actos de protestas resulten o, se hayan
visto afectadas en ellas, brindando apoyo en tal sentido para
acudir, incluso, a instancias internacionales cuando a ello
hubiere lugar.

OCTAVO: ORDENAR al DEFENSOR DEL PUEBLO


que, hasta tanto se constate que el ESMAD está en capacidad
de hacer un uso moderado de la fuerza y de garantizar y
respetar los derechos y las libertades de las personas que
intervengan o no en protestas, realizar un control estricto,
fuerte e intenso de toda actuación de ese cuerpo policial en
el desarrollo de manifestaciones y de sus actividades en cada
uno de sus procedimientos.

141
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Cuando se requiera cualquier participación del


ESMAD en eventos públicos o privados, ese organismo de
manera antelada, deberá poner a disposición DEL
DEFENSOR el listado de los comandantes o jefes de unidad
del personal asignado para el servicio requerido e,
igualmente, la Policía Nacional deberá designar a un oficial
superior común que sirva de enlace entre los agentes y el
DEFENSOR DEL PUEBLO.

Asimismo, la aludida institución recibirá las quejas y


denuncias que, por cualquier medio expedito y eficaz, se
hagan sobre las conductas del ESMAD o integrantes de la
fuerza pública en el desarrollo de manifestaciones y
protestas.

NOVENO: ORDENAR a los Escuadrones Móviles


Antidisturbios de la Policía Nacional -ESMAD- y a cualquier
institución que efectué “actividades de policía” que, dentro
de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación
de este fallo, suspenda el uso de las “escopetas calibre 12”,
hasta tanto el a quo constitucional, previa verificación
exhaustiva, constate la existencia de garantías para la
reutilización responsable y mesurada de dicho instrumento.

DÉCIMO: ORDENAR al DEFENSOR DEL PUEBLO


que, mensualmente remita un informe al juez de primera
instancia de esta acción constitucional del cumplimiento de
las disposiciones aquí adoptadas.

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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

DÉCIMOPRIMERO: INDICAR que cuando la Corte lo


considere necesario, asumirá la competencia para exigir el
obedecimiento de lo aquí ordenado.

DÉCIMOSEGUNDO: DISPONER la remisión de la


reproducción total de este expediente con destino a la
Procuraduría General de la Nación y a la Fiscalía General de
la Nación para que inicien las investigaciones
correspondientes, con relación a los hechos materia de esta
salvaguarda, debiendo rendir, por conducto de sus directores
principales, informes mensuales a la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, sobre el avance de
las actividades desplegadas para el señalado fin.

DECIMOTERCERO: REMITIR por secretaría copia de


esta sentencia a los acá accionados y al estrado de primer
grado.

DECIMOCUARTO: NOTIFICAR lo resuelto mediante


comunicación electrónica o por mensaje de datos, a todos los
interesados y ENVIAR oportunamente el expediente a la
Corte Constitucional para su eventual revisión.
NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA


Presidente

143
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO


Con salvamento de voto

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA


Con salvamento de voto

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS

144
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN CIVIL

SALVAMENTO DE VOTO

Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Con todo respeto con los integrantes de la Sala Civil de


la Corte Suprema de Justicia, que aprobaron la decisión
tomada en sala virtual del 16 de septiembre de 2020,
mediante la cual se definió la impugnación presentada por
los actores contra la sentencia proferida el 23 de abril de
2020 por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá, me permito presentar MI SALVAMENTO
DE VOTO dentro de la Acción de Tutela presentada por
Soledad María Granda Castañeda y otros contra el Presidente
de la República, los Ministros de Defensa e Interior, la
Alcaldía Mayor de Bogotá, el Director General de la Policía, el
Comandante General de la Policía Metropolitana de esta
ciudad, la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría General
de la Nación.
145
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

Los peticionarios hacen una lista de actuaciones de las


autoridades públicas colombianas que consideran
reiterativas y persistentes, para socavar, desestimular y
debilitar su derecho a expresarse sin temor, para exigir
cambios de políticas al Estado, las cuales consideran
violatorias de sus derechos a la protesta pacífica,
participación ciudadana, vida, integridad personal, debido
proceso, “no ser sometidos a desaparición forzada”, y a las
libertades de expresión, reunión, circulación y movimiento.

Para sustentar sus pretensiones enlistan algunas


actuaciones de los agentes del Estado en actos de protesta
de diferentes clases, ocurridas desde el año 2005, así como
las conductas que se han presentado por parte de la fuerza
pública que incluyen el uso indiscriminado de la fuerza, la
estigmatización a quienes participan en esos eventos, el uso
de armas letales y químicas, las detenciones ilegales y
abusivas y los tratos inhumanos, crueles y degradantes,
entre otros.

Solicitan, por tanto, ordenar al Presidente de la


República “conformar una mesa de trabajo” para
reestructurar las directrices relacionados con el uso de la
fuerza frente a manifestaciones pacíficas; a las autoridades
encausadas, en lo sucesivo, abstenerse de incurrir en
conductas como las acá denunciadas; al Ministerio Público y
a la Defensoría del Pueblo, acompañar a las personas en
actos de protestas y brindarles asesoría jurídica a quienes
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

resulten afectados en ellas; a la Fiscalía General de la Nación


y Policía Nacional, permitir que organizaciones defensoras de
derechos humanos realicen verificaciones en casos de
capturas y traslado de personas durante el desarrollo de
cualquier clase de mitin; y suspender las actividades del
ESMAD, hasta tanto se produzcan cambios estructurales y
de fondo en los procedimientos en los cuales intervienen.

En primera instancia se negó el amparo por parte del


Tribunal Superior de Bogotá por considerar que varias de las
vulneraciones perpetradas por las autoridades accionadas
desde 2005, carecían de respaldo probatorio, pero demás
porque las pretensiones contrarían uno de los requisitos de
la tutela como es la subsidiariedad al existir otras vías para
remediar los presuntos daños irrogados a los actores en sus
intenciones de protección a la protesta pacífica.

Comienzo por afirmar que esa decisión de primera


instancia ha debido confirmarse y que en la decisión de esta
Sala debió primar la prudencia, el análisis calmado de la
naturaleza y filosofía de las funciones del Estado como
obligaciones a favor de todos los ciudadanos, de protección
de la vida, honra y bienes, y no la enunciación emotiva y sin
pruebas de unos hechos, que aunque muchas veces son de
conocimiento general, por sí solo no ameritan la intervención
de un órgano del poder público para ordenar a los otros
actuar de una determinada manera, máxime si con esas
órdenes se interfiere en sus funciones o se extralimita en las
del órgano judicial.
147
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

En la providencia de esta Sala se hace una extensa


exposición de derechos fundada en la Constitución
colombiana, en la ley, en las convenciones internacionales, y
en otras decisiones de entidades nacionales e internaciones,
e incluso organizaciones privadas, que si bien hacen una
defensa de los derechos que es digna de encomio, en la
providencia lucen desordenadas e inconducentes, y solo se
dirigen a desorientar a los lectores sobre el verdadero valor
de la protección que los estados deben a sus ciudadanos, con
unos fines dirigidos a la protección de la dignidad humana
sin soslayar los valores y necesidades de subsistencia general
y sin desconocer los verdaderos fines del Estado.

Además, se parte de dar credibilidad a todo lo afirmado


en la demanda sin pararse a escrutar la veracidad de los
dichos y las pruebas existentes o inexistentes sobra cada una
de las afirmaciones vertidas, y aunque es cierto que la acción
de tutela debe partir de la credibilidad de los dichos de los
solicitantes y de la creencia en su buena fe, los jueces no
pueden dejar de lado que sus actuaciones parten siempre de
la necesidad de la prueba y de limitar sus decisiones a las
competencias que la Constitución y la ley otorgan a cada
funcionario en particular. Por eso, debe saberse que ciertas
regulaciones son propias del legislativo, e incluso algunas lo
son del constituyente primario, y no puede el juez darse
largas para entrar en actuaciones propias de los legisladores
o para ordenar a estos o a quienes administran la cosa
pública que actúen de una u otra manera simplemente
148
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

porque al juez le parece que es, según su punto de vista, lo


que debe ser.

Es así como, en toda la providencia, no solo se abusa


de un exceso de normas y providencias de todo orden, con el
único fin de sustentar unas decisiones finales que, según mi
punto de vista se salen de las facultades de los jueces e
invaden la órbita del legislador para repartir de forma
desordenada y sin competencia, decisiones mandando a los
distintos funcionarios hacer cosas que si bien pueden tener
la intención de protección de manera general, no están
encaminadas a evitar en caso concreto alguno la vulneración
de derechos fundamentales de sujetos determinados.

La función de la tutela no es dirigir los destinos del


Estado de manera general con reglamentaciones que en un
Estado de derecho tienen los funcionarios y organismos
competentes, sino la protección concreta de unos sujetos de
derechos que de manera individual o colectiva limitada, ven
desprotegidos sus derechos subjetivos fundamentales y que
solo mediante esta acción pueden evitar el daño concreto o
posible, pero nunca general.

Si se hacen necesarios cambios legislativos o


reglamentarios, para eso existen las competencias en un
Estado social de derecho, y si no se ejercen las atribuciones
también se darán las consecuencias políticas, pero no son

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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

los jueces de tutela los que determinan las sanciones


generales por no actuar correctivamente o de no hacerlo a
tiempo cuando no hay derechos concretos vulnerados. Por
eso considero que no puede en una acción de tutela emitirse
órdenes concretas como se hizo en esta para que las
autoridades actúen de una u otra forma porque en ese
sentido estarían los jueces colegislando y coadministrando.
Y si algunas decisiones del gobierno o de los otros poderes
públicos exceden sus competencias o no las ejercen en la
forma debida, para eso existen los jueces competentes,
constitucionales o contencioso administrativos, a quienes se
ha señalado por la Constitución como deben actuar, pero no
es la tutela el camino.

Es cierto que muchas veces existen actuaciones y


decisiones del Estado en sus diferentes niveles que se salen
de los fines del mismo y que no siempre cumplen con la
sagrada misión de proteger la vida, honra y bienes de los
ciudadanos. Igualmente existen múltiples ejemplos de
actuaciones de la fuerza pública que no son el mejor ejemplo
de protección a los ciudadanos que dicen defender y que
están obligados a proteger, pero para la corrección de esos
hechos existen también innumerables acciones encaminadas
a sancionar a los infractores y a enderezar los hechos, y no
es la tutela en forma general el remedio, salvo cuando en
casos concretos se presenten vulneraciones que no
encuentren en la normatividad un medio de protección y creo
que este no es el caso, pues aquí se pretende por los actores
y además se acoge por la Sala una solución, no concreta sino
150
Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

genérica. Se pretende obligar al legislador a actuar de una


determinada manera y a los administradores públicos a un
hacer concreto. Se quiere imponer una forma de legislar, y
un estilo de administrar y gobernar.

De esta manera los jueces estamos invadiendo la


órbita de otros poderes públicos y eso no es lo que quiere la
Constitución y estoy seguro que tampoco lo quiere la
ciudadanía, salvo en lo que en particular cada uno de los
solicitantes de manera concreta está pidiendo y espera lograr
en este caso, pero es no es lo conducta que se quiere de los
jueces.

La tutela entonces no es el camino para alcanzar las


reformas que en este caso se piden, puesto que la
Constitución y la ley han marcado otras vías para obtenerlo
y a ellas se debe acudir. Invoco pues en casos como este, más
que el protagonismo y el exceso, la prudencia que debe
mostrar el juez para mantener la paz y la moderación
ciudadana sin contribuir a caldear los ánimos con decisiones
que pueden hacer más daño que bien a una sociedad que ya
tiene suficiente confrontación.

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

Magistrado
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SALVAMENTO DE VOTO

Con pleno respeto por los integrantes de la Sala que


conformaron mayoría para la adopción de la sentencia
proferida en el asunto de la referencia, me permito expresar
los motivos de mi disenso.

1. Precisiones sobre el sub exámine.

En el caso analizado, los accionantes solicitaron la


protección de sus prerrogativas fundamentales a la protesta
pacífica, participación ciudadana, vida, integridad personal,
debido proceso, libertades de expresión, reunión y
circulación, entre otras, presuntamente amenazadas y/o
vulneradas por las autoridades convocadas.

En desarrollo de sus súplicas, explicaron que, desde el


año 2005, «el Estado ha desplegado conductas constantes, reiterativas
y persistentes para socavar, desestimular y debilitar su derecho a
expresarse sin temor», aspecto que se habría agravado en las
últimas manifestaciones sociales realizadas en todo el
territorio nacional, más precisamente desde el año 2019,
producto de un descontento generalizado en relación con las
actuaciones de autoridades del Estado en diversos ámbitos.
En las antedichas circunstancias, afirman los libelistas
que, presuntamente, se habrían ejercido, por parte de la
Fuerza Pública –puntualmente la Policía Nacional y el
ESMAD–, actos desmedidos en el uso de la fuerza, los cuales
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2019-02527-02

habrían desencadenado violaciones documentadas de los


derechos humanos, por el presunto incumplimiento de los
protocolos establecidos para atender contextos como el
descrito y las eventuales falencias en las investigaciones.

Para solucionar ese panorama, se reclamó exhortar al


Presidente de la República para conformar una mesa de
trabajo, de tal forma que se pudiesen reestructurar las
directrices relacionadas con el uso de la fuerza en el control
de las manifestaciones públicas, y, a las demás accionadas,
abstenerse de incurrir en conductas como las denunciadas,
entre otras pretensiones, en aras de salvaguardar las
garantías fundamentales involucradas en el ejercicio político
de participación ciudadana.

2. El fallo de segunda instancia.

En la providencia de la cual respetuosamente me


aparto, se realizó un prolijo análisis sobre la configuración
del fenómeno de sistematicidad de los actos de abuso de la
fuerza y del poder a través de los últimos años y, a partir de
las denuncias efectuadas en la tutela, se dio por acreditado
«el constante irrespeto a las garantías superlativas de las personas a
ejercer el derecho a la protesta pacífica, no violenta, en todo el territorio
y la falta de respuesta estatal a esa situación ».
Como consecuencia de ello, se impartieron varias
órdenes, entre ellas que: (i) el Ministro de Defensa pida
disculpas públicas «por los excesos de la fuerza pública, en especial,
aquéllos cometidos por los Escuadrones Móviles Antidisturbios de la
Policía Nacional – ESMAD- durante las protestas desarrolladas en el país

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a partir del 21 de noviembre de 2019 »; (ii) se conforme una «mesa


de trabajo para reestructurar las directrices relacionados con el uso de
la fuerza»; (iii) se desarrolle un «protocolo de acciones preventivas
concomitantes y posteriores»; y (iv) el «ESMAD y (...) cualquier
institución que efectué “actividades de policía” (...) suspenda el uso de
las “escopetas calibre 12”».

Además, se dispuso que la Defensoría del Pueblo


rindiera mensualmente un informe sobre el cumplimiento del
fallo, y se compulsaron copias del expediente con destino a
la Procuraduría General de la Nación y a la Fiscalía General
de la Nación, para que estas «inicien las investigaciones
correspondientes, con relación a los hechos materia de esta
salvaguarda», dentro del marco reglado de sus competencias.

3. La subsidiariedad como requisito de


procedibilidad de la acción de tutela

Sobre el tema, debo destacar, preliminarmente, que


comparto la preocupación de la Sala por los hechos
denunciados, expuesta con amplio análisis y detallada
relación fáctica.

Sin embargo, aunque considero de la mayor


importancia que los ciudadanos acudan a la jurisdicción
para plantear los pedimentos que estimen oportunos en
relación con sus derechos, el examen del contexto social en
el cual se enmarcaron los hechos aducidos como
vulneradores y la evaluación de la pertinencia de las
potenciales medidas que pudieran adoptarse respecto de lo

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que es materia de queja, los argumentos expuestos por la


mayoría de la Corporación en el sub exámine –aunque
respetables– estaban condicionados por los criterios de
procedibilidad del resguardo conforme a la decantada
jurisprudencia sobre el tema.

Ello, en tanto no se cumplió con el requisito de


subsidiariedad previsto en el artículo 86 de la Carta Política
que condiciona la viabilidad de la acción de tutela a un
escenario concreto: «cuando el afectado no disponga de otro medio
de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable », tal como lo estimó
la Sala Civil de Tribunal Superior de Bogotá.

Sobre el referido presupuesto, la Corte Constitucional


ha reiterado que la protección de los derechos fundamentales
no se encuentra reservada exclusivamente a la acción de
tutela, toda vez que, «(…) con fundamento en la obligación que el
artículo 2 de la Constitución impone a las autoridades de la República
de proteger a todas las personas en sus derechos y libertades, los
distintos mecanismos judiciales previstos en la ley han sido establecidos
para garantizar la vigencia de los derechos constitucionales, incluidos
los de carácter fundamental » (CC Sent. T-412 de 2018).

En esa misma providencia, la Corte Constitucional


anotó:

«(i) La acción de tutela debe proceder de forma directa y


definitiva cuando no exista otro medio o recurso de defensa
judicial que garantice la protección de los derechos
constitucionales fundamentales. De existir otro medio o recurso
de defensa judicial, primero, se debe determinar si fue
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interpuesto y resuelto por la autoridad judicial competente


o, segundo, en caso de que no se hubiese agotado,
determinar su existencia formal en el caso sub examine.

(ii) En caso de ineficacia, la tutela debe proceder de manera


definitiva. El juez de tutela debe determinar la eficacia en concreto
(y no meramente formal o abstracta) de los otros medios o recursos
de defensa, tal como dispone el apartado final del numeral 1 del
artículo 6 del Decreto 2591 de 1991, en la medida en que el
lenguaje constitucional apunta a valorar la efectividad del medio
de defensa en relación con las condiciones del individuo.

(iii) La tutela debe proceder de manera transitoria siempre que


se acredite un supuesto de perjuicio irremediable.

(iv) En caso de no acreditarse una situación de vulnerabilidad


o un supuesto de perjuicio irremediable la acción de tutela debe
declararse improcedente, dada la eficacia en concreto del medio
judicial principal y la inexistencia de una situación inminente,
urgente, grave e impostergable que amerite su otorgamiento
transitorio».

Bajo el mismo criterio, en la sentencia C-138 de 2018,


que declaró exequible el numeral 5 del artículo 6 del Decreto
2591 de 1991, relacionado con la verificación de la eficacia
de los medios de defensa ordinarios para determinar la
aptitud del amparo en circunstancias excepcionales, ese Alto
Tribunal reiteró que:

«Desde sus primeros pronunciamientos, refiriéndose al carácter


residual y subsidiario de la acción de tutela, la Corte explicó: “…
la acción de tutela ha sido concebida únicamente para dar solución
eficiente a situaciones de hecho creadas por actos u omisiones que
implican la transgresión o la amenaza de un derecho fundamental,
respecto de las cuales el sistema jurídico no tiene previsto otro
mecanismo susceptible de ser invocado ante los jueces a objeto de
lograr la protección del derecho; es decir, tiene cabida dentro del
ordenamiento constitucional para dar respuesta eficiente y
oportuna a circunstancias en que, por carencia de
previsiones normativas específicas, el afectado queda
sujeto, de no ser por la tutela, a una clara indefensión
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frente a los actos u omisiones de quien lesiona su derecho


fundamental. De allí que, como lo señala el artículo 86 de la
Constitución, tal acción no sea procedente cuando exista un medio
judicial apto para la defensa del derecho transgredido o
amenazado, a menos que se la utilice como mecanismo transitorio
para evitar un perjuicio irremediable entendido éste último como
aquél que tan sólo puede resarcirse en su integridad mediante el
pago de una indemnización (artículo 6º del Decreto 2591 de 1991).
Así, pues, la tutela no puede converger con vías judiciales diversas
por cuanto no es un mecanismo que sea factible de elegir según la
discrecionalidad del interesado, para esquivar el que de modo
específico ha regulado la ley; no se da la concurrencia entre éste y
la acción de tutela porque siempre prevalece -con la excepción
dicha- la acción ordinaria.”

Más recientemente, en la sentencia T-1008 de 2012, esta


Corporación estableció que, por regla general, la acción de
tutela procede de manera subsidiaria y, por lo tanto, no
constituye un medio alternativo o facultativo que permita
complementar los mecanismos judiciales ordinarios
establecidos por la ley. Adicionalmente, la Corte señaló que no
se puede abusar del amparo constitucional ni vaciar de
competencia a la jurisdicción ordinaria, con el propósito de obtener
un pronunciamiento más ágil y expedito, toda vez que éste no ha
sido consagrado para reemplazar los medios judiciales dispuestos
por el Legislador para tales fines.

Las sentencias T-373 de 2015 y T-630 de 2015 sirvieron luego


para que la Corte reiterara que ante la existencia de otros
mecanismos de defensa judicial que resulten idóneos y eficaces
para solicitar la protección de los derechos que se consideran
amenazados o vulnerados, el afectado debe emplearlos de forma
principal y no utilizar directamente la acción de tutela. En
consecuencia, una persona que acude a la administración de
justicia con el fin de que le sean protegidos sus derechos, no puede
desconocer las acciones judiciales contempladas en el
ordenamiento jurídico, ni pretender que el juez de tutela adopte
decisiones paralelas a las del funcionario que debe conocer del
asunto dentro del marco estructural de la administración de
justicia».

Conforme con ello, previamente, los interesados deben


ejercer el mecanismo de protección correspondiente y acudir
a la autoridad judicial competente para tramitar en debida
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forma sus reclamaciones, en tanto el ordenamiento jurídico


prevé el proceso judicial ordinario como el escenario idóneo
para esa finalidad, máxime si se tiene en cuenta que el
amparo constitucional es de naturaleza estrictamente
subsidiaria.

En ese orden, correspondía a esta Colegiatura verificar


si en el caso analizado se acreditaba el señalado requisito de
procedibilidad, con el propósito de preservar los principios
rectores de la acción de tutela.

Bajo esta perspectiva, estimo que en el desarrollo de la


segunda instancia debió revisarse detenidamente el
cumplimiento del presupuesto referido, más si se tiene en
cuenta que la existencia de otros medios de defensa para
exponer las irregularidades denunciadas no fue rebatida por
los convocantes, ni se explicó en la providencia por qué
aquellos no serían los mecanismos idóneos para resolver el
conflicto puesto a consideración (v gr., en el evento de
encausar las solicitudes a través de la declaración de la
responsabilidad del Estado, la impugnación de actos
administrativos expedidos por autoridades nacionales y
locales, o la reparación colectiva, el Título III de la Ley 1437
de 2011 –actual Código de Procedimiento Administrativo y de
lo Contencioso Administrativo– prevé los medios de control
pertinentes).

Es decir, tampoco se justificó el requisito de ineficacia


de los instrumentos ordinarios procedentes para cada
situación específica, de tal forma que se habilitara el amparo
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como vía de protección definitiva, con lo que se obvió el


mencionado análisis –que era imprescindible–, en contravía
de la naturaleza misma de la acción y de los criterios
jurisprudenciales antes reseñados. Recuérdese que, como lo
ha recalcado el Tribunal Constitucional:

«(…) una de las características esenciales de la tutela es


precisamente la celeridad y brevedad con que la persona obtiene
una decisión judicial. Pero esa sola circunstancia no significa
per se que pueda desplazar cualquier otro mecanismo,
porque se llegaría al absurdo de anular el sistema procesal
diseñado por el legislador, más aún cuando la protección
de derechos fundamentales no es un asunto reservado
únicamente al juez constitucional en sede de tutela, sino que
debe inspirar todo el ordenamiento con independencia del
mecanismo por medio del cual se haya puesto en funcionamiento
la administración de justicia» (CC T-005 de 2014. Resaltado
y negrillas fuera de texto).

3. Conclusión.

Por lo expuesto, respetuosamente estimo que se imponía


confirmar el fallo desestimatorio proferido por la Sala Civil
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, toda
vez que allí se desarrolló, con acierto, la improcedencia del
amparo en casos como el analizado, esto es, cuando los
interesados no manifestaron haber ejercido el medio de
defensa correspondiente, o cuando no se logró desvirtuar su
eficacia para la protección constitucional requerida,
conforme al principio de subsidiariedad que debe regir el
resguardo.

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En los anteriores términos dejo fundamentado mi


salvamento de voto, con la comedida reiteración de respeto
por los demás integrantes de la Sala de Casación Civil.

Fecha ut supra,

LUIS ALONSO RICO PUERTA


Magistrado

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