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LA PRESIDENCIA DE FRONDIZI
Durante su mandato se radicaron en el país varias empresas automotrices, y ampliaron sus plantas
industriales General Motors, Fiat (Grandes Motores Diesel) y Renault (en ese momento IKA), estas
últimas en Córdoba, que además estimularon a la industria proveedora de autopartes. Quiso
impulsar el desarrollo de las industrias básicas, el aumento de la producción petrolera, la química
pesada, la siderurgia, y las maquinarias que permitirían abastecer a la industria liviana y
supuestamente ayudarían a romper con la dependencia externa, al producir dentro del país los
insumos claves para su crecimiento industrial. Dentro de la terminología desarrollista se hablaba de
integración nacional para aludir al proceso de desarrollo de las industrias básicas y la
infraestructura económica de un país, es decir, de aquellas actividades que lo transformarían en
una nación industrial moderna.
Pero no se tuvo en cuenta que la radicación de empresas extranjeras sin un estricto control del
Estado no contribuía a cortar con la dependencia, sino a reforzarla. Las empresas extranjeras
venían, evidentemente, a obtener beneficios: aprovechar mano de obra barata, mercado para
vender, facilidades de instalación e impositivas que daba el país para atraer los capitales, y
finalmente, la salida de ganancias al exterior en forma de pago de regalías.
Cuando nos referimos a las regalías o royalties son los derechos pagados al propietario o creador
de un producto a cambio del derecho de explotarlo comercialmente. Así, las filiales de empresas
extranjeras pagan a la casa matriz parte de sus ganancias. Cuanto más grandes son, mayor
cantidad de dinero retorna al país de ori- gen en concepto de utilidades e intereses.
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MATERIA: HISTORIA – CURSO: 5°B
de contratos con varias empresas extranjeras controladas por las grandes empresas petroleras
norteamericanas (Esso, Shell, Tennessee, Panamerican Oil). Se les entregaban millones de
hectáreas correspondientes a YPF por períodos de veinticinco a cuarenta años; podían traer al país
sin ningún tipo de impuesto todos los equipos que consideraran necesarios (YPF sí debía
pagarlos), y le venderían a YPF todo el petróleo que extrajeran, a un precio generalmente mayor
que el importado.
Todo esto dio por resultado pérdidas para YPF y el país. Según lo comprobó la investigación de la
Cámara de Diputados en 1964 (cuando Illia anuló los contratos), entre 1959 y 1963, YPF tuvo
perjuicios y pérdidas de sus utilidades por miles de millones de dólares, y a su vez el Estado dejó
de percibir impuestos por cifras similares, ya que se eximió de los pagos a las empresas
contratistas. Las principales empresas beneficiadas, Esso y Shell, lograron, de este modo, triplicar
la producción y reducir la importación de petróleo.
Por esa causa Frondizi acudió nuevamente al crédito del FMI, en diciembre de 1958. Los
condicionamientos del Fondo implicaron: despido del 15 por ciento de empleados públicos,
suspensión de obras públicas, aumentos en las tarifas del transporte, electricidad y petróleo,
despido del 15 por ciento del personal ferroviario y cierre de ramales, nuevos impuestos y recargos
en los existentes, limitación del crédito bancario, bloqueo de la actividad del Banco Industrial,
congelamiento de salarios por dos años, unificación del mercado cambiario y liberalización del
dólar. Con esta política, el PBI se redujo el 5 por ciento en 1959, por lo que el país perdió 868
millones de dólares.
Para la entidad crediticia, la política de austeridad no había sido aplicada a fondo por Rogelio
Frigerio, Secretario de Relaciones Económico-Sociales de la Presidencia. Los militares presionaron
para su alejamiento, ya que lo responsabilizaban de la política “pro peronista”. Su candidato para
conducir la economía era el capitán ingeniero Álvaro Alsogaray, que asumió el Ministerio en junio
de 1959. Se opuso al nacionalismo económico y al dirigismo estatal, y puso en práctica la política
de “estabilización” propuesta por el FMI. Famoso por su frase “Hay que pasar el invierno”,
Alsogaray propició la restricción del crédito, lo que llevó a la quiebra de muchas industrias y al
aumento de la desocupación. En línea similar, en 1961 lo sucedió como ministro de Economía
Roberto T. Alemann, que tampoco duró demasiado. El gobierno se había alejado cada vez más del
pueblo.
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al gobierno, y debían luchar por sus objetivos. De todos modos, no todos los sindicalistas eran
negociadores: la izquierda, más revolucionaria, era la que había planteado los programas de La
Falda (1957) y Huerta Grande (1962), y se oponía a Vandor, dirigente de la UOM (Unión Obrera
Metalúrgica).
La huelga más prolongada durante la presidencia de Arturo Frondizi fue la de los bancarios, que
duró 69 días. También hubo paros de los trabajadores de Correos, YPF, metalúrgicos, ferroviarios,
etc. Los sabotajes, llevados a cabo por células o individuos aislados, también estaban a la orden
del día: incendiaron la planta de almacenaje de Gas del Estado en Mar del Plata, atentaron contra
la Shell-Mex de Alta Gracia, estallaron bombas en comercios norteamericanos, etcétera.
El plan conintes
Los militares obligaron a Frondizi a tomar una serie de medidas antidemocráticas de represión,
entre las que se contaron la implantación y prórroga, sin limitación de tiempo, del estado de sitio, y
la declaración del plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes), en 1958. Se aprobó antes de
la aparición de la guerrilla, pero la acción de los Uturuncos justificó la aplicación pública del plan, en
1960. El Conintes subordinó las policías provinciales a los respectivos comandos militares zonales,
y puso a la agitación gremial, los sabotajes y la represión de las huelgas bajo jurisdicción militar.
Los acusados de terrorismo y subversión eran juzgados por tribunales militares. Los obreros en
huelga podían ser llevados por la fuerza a los cuarteles, rapados y obligados a trabajar para
mantener el servicio. Debido a la represión del plan Conintes, la resistencia peronista perdió
terreno: muchos dirigentes sindicales fueron detenidos. Ese espacio fue ganado por los
integracionistas (que querían un entendimiento con el gobierno, partidario de la Integración de un
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peronismo sin Perón en un gobierno desarrollista) y por la corriente electoralista, que pedía la
presentación de partidos neoperonistas en las próximas elecciones.
La política exterior
Al principio de su presidencia, Frondizi intentó llevar adelante una política internacional
independiente, pero después fue cediendo a las presiones norteamericanas y del Ejército. En la
Conferencia de Punta del Este (1961) Frondizi apoyó la Alianza para el Progreso impulsada por el
gobierno de Estados Unidos, pero se abstuvo en el punto de expulsar a Cuba de la OEA. Luego lo
recibió a Ernesto Guevara extraoficialmente en Olivos, en un intento de mediación en el conflicto de
Estados Unidos con Cuba. Proviniendo del Presidente, esto provocó el malestar en las Fuerzas
Armadas argentinas. El almirante Isaac Rojas afirmó que estábamos favoreciendo al comunismo, y
que se había comprometido el prestigio de nuestra nación oponiéndonos a la “unidad continental”.
Presionado, Frondizi revió su discurso y rompió relaciones con Cuba. Los que reaccionaron en
manifestaciones fueron esta vez los estudiantes universitarios, solidarios con el pequeño país
latinoamericano.