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MATERIA: HISTORIA – CURSO: 5°B

LA PRESIDENCIA DE FRONDIZI

El 1° de Mayo de 1958 los militares entregaron la banda presidencial a Frondizi, aunque no


estaban dispuestos a cederle el poder. La presión militar durante su gobierno fue constante y
descarada. Habían aceptado el triunfo de Frondizi sólo porque el desgaste del general Aramburu le
imposibilitaba seguir gobernando directamente. Pero, sin estar en el gobierno, fueron el verdadero
“poder detrás del trono”: hubo 33 planteos o levantamientos militares.

El desarrollismo bajo Frondizi


Frondizi asumió con un plan económico desarrollista, que parecía dar continuidad a la
industrialización y modernización tecnológica; sin embargo, a diferencia del Primer Plan
Quinquenal de Perón, recurría a los capitales extranjeros y a la desnacionalización del petróleo. Es
decir que su plan industrial perdía el carácter nacionalista y abandonaba el rol que tenía el Estado
durante el Peronismo. Por eso, Frondizi tuvo que enfrentar las huelgas de los sindicatos y obreros
peronistas.

Durante su mandato se radicaron en el país varias empresas automotrices, y ampliaron sus plantas
industriales General Motors, Fiat (Grandes Motores Diesel) y Renault (en ese momento IKA), estas
últimas en Córdoba, que además estimularon a la industria proveedora de autopartes. Quiso
impulsar el desarrollo de las industrias básicas, el aumento de la producción petrolera, la química
pesada, la siderurgia, y las maquinarias que permitirían abastecer a la industria liviana y
supuestamente ayudarían a romper con la dependencia externa, al producir dentro del país los
insumos claves para su crecimiento industrial. Dentro de la terminología desarrollista se hablaba de
integración nacional para aludir al proceso de desarrollo de las industrias básicas y la
infraestructura económica de un país, es decir, de aquellas actividades que lo transformarían en
una nación industrial moderna.

Cuando nos referimos a la infraestructura económica, es el conjunto de instalaciones que


posibilitan la actividad económica: comunicaciones, rutas y caminos, ferrocarriles, puentes,
servicios de agua potable, abastecimiento de energía eléctrica, desagües, etc. Base material de la
economía, sobre la que se sustenta la superestructura (la capacidad humana, política, intelectual,
ideas sociales, filosóficas, religiosas, etc., y las instituciones y organizaciones creadas para dirigirla
su actuación).

Pero no se tuvo en cuenta que la radicación de empresas extranjeras sin un estricto control del
Estado no contribuía a cortar con la dependencia, sino a reforzarla. Las empresas extranjeras
venían, evidentemente, a obtener beneficios: aprovechar mano de obra barata, mercado para
vender, facilidades de instalación e impositivas que daba el país para atraer los capitales, y
finalmente, la salida de ganancias al exterior en forma de pago de regalías.

Cuando nos referimos a las regalías o royalties son los derechos pagados al propietario o creador
de un producto a cambio del derecho de explotarlo comercialmente. Así, las filiales de empresas
extranjeras pagan a la casa matriz parte de sus ganancias. Cuanto más grandes son, mayor
cantidad de dinero retorna al país de ori- gen en concepto de utilidades e intereses.

La batalla del petróleo


Frondizi, en su libro Petróleo y política, decía que se debía librar “la batalla del petróleo” para lograr
el autoabastecimiento en materia petrolera, ya que esto consistía en el primer paso hacia la
liberación nacional. Por ello, cuando asumió, el Congreso votó una ley que declaraba bienes
exclusivos de la Nación a todos los yacimientos de hidrocarburos sólidos, líquidos y gaseosos, le
encargaba a YPF, YCF y Gas del Estado su explotación, y le prohibía contratos que perjudicaran a
nuestra independencia económica. Pero pronto se olvidó de esto: en julio de 1958 firmó una serie

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de contratos con varias empresas extranjeras controladas por las grandes empresas petroleras
norteamericanas (Esso, Shell, Tennessee, Panamerican Oil). Se les entregaban millones de
hectáreas correspondientes a YPF por períodos de veinticinco a cuarenta años; podían traer al país
sin ningún tipo de impuesto todos los equipos que consideraran necesarios (YPF sí debía
pagarlos), y le venderían a YPF todo el petróleo que extrajeran, a un precio generalmente mayor
que el importado.

Todo esto dio por resultado pérdidas para YPF y el país. Según lo comprobó la investigación de la
Cámara de Diputados en 1964 (cuando Illia anuló los contratos), entre 1959 y 1963, YPF tuvo
perjuicios y pérdidas de sus utilidades por miles de millones de dólares, y a su vez el Estado dejó
de percibir impuestos por cifras similares, ya que se eximió de los pagos a las empresas
contratistas. Las principales empresas beneficiadas, Esso y Shell, lograron, de este modo, triplicar
la producción y reducir la importación de petróleo.

Capitales extranjeros y préstamos


Para atraer capitales extranjeros, se los invitó, con franquicias aduaneras e impositivas, y el
privilegio de transferir libremente las utilidades al país de origen. Sin embargo, las empresas no
invirtieron en industrias básicas, y el incremento de la extracción petrolera no logró equilibrar
nuestra balanza comercial.

Por esa causa Frondizi acudió nuevamente al crédito del FMI, en diciembre de 1958. Los
condicionamientos del Fondo implicaron: despido del 15 por ciento de empleados públicos,
suspensión de obras públicas, aumentos en las tarifas del transporte, electricidad y petróleo,
despido del 15 por ciento del personal ferroviario y cierre de ramales, nuevos impuestos y recargos
en los existentes, limitación del crédito bancario, bloqueo de la actividad del Banco Industrial,
congelamiento de salarios por dos años, unificación del mercado cambiario y liberalización del
dólar. Con esta política, el PBI se redujo el 5 por ciento en 1959, por lo que el país perdió 868
millones de dólares.

Para la entidad crediticia, la política de austeridad no había sido aplicada a fondo por Rogelio
Frigerio, Secretario de Relaciones Económico-Sociales de la Presidencia. Los militares presionaron
para su alejamiento, ya que lo responsabilizaban de la política “pro peronista”. Su candidato para
conducir la economía era el capitán ingeniero Álvaro Alsogaray, que asumió el Ministerio en junio
de 1959. Se opuso al nacionalismo económico y al dirigismo estatal, y puso en práctica la política
de “estabilización” propuesta por el FMI. Famoso por su frase “Hay que pasar el invierno”,
Alsogaray propició la restricción del crédito, lo que llevó a la quiebra de muchas industrias y al
aumento de la desocupación. En línea similar, en 1961 lo sucedió como ministro de Economía
Roberto T. Alemann, que tampoco duró demasiado. El gobierno se había alejado cada vez más del
pueblo.

Los gremios y la ley de Asociaciones profesionales


El primer año de su Presidencia, Frondizi, tal como le había prometido a Perón en el pacto de
Caracas, aprobó la Ley de Asociaciones Profesionales, por medio de la cual se volvía al sindicato
único por rama de actividad, y se le daba gran poder económico a la cúpula sindical porque ésta
recibía, no sólo los aportes de los afiliados, sino también los correspondientes a las obras sociales.
El interés por el control de ese dinero generó una “burocracia sindical”, a menudo corrupta, que
prefería pactar con el gobierno o con los dueños de las fábricas y perpetuarse en comicios internos
fraudulentos, antes que ceder el espacio a listas opositoras. El gobierno consideraba que esa
situación era mucho más manejable que una cúpula revolucionaria; los dirigentes, en cambio,
sabían que el gobierno podía cambiar las leyes y dejarlos a ellos fuera. Pero tampoco los dirigentes
podían perder el apoyo de los obreros, que eran los que les daban ese poder de negociación frente

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al gobierno, y debían luchar por sus objetivos. De todos modos, no todos los sindicalistas eran
negociadores: la izquierda, más revolucionaria, era la que había planteado los programas de La
Falda (1957) y Huerta Grande (1962), y se oponía a Vandor, dirigente de la UOM (Unión Obrera
Metalúrgica).

La resistencia obrera y guerrillera


Las consecuencias sociales de la política implementada por Frondizi fueron el abrupto descenso
del nivel de vida (el salario real fue el más bajo de dos décadas) y el pronunciado aumento del
desempleo. Si bien, al comenzar su gobierno, Frondizi había otorgado un aumento de salarios del
60 por ciento, éste pronto fue devorado por la inflación.

En cuanto Perón confirmó la traición de Frondizi a lo acordado, denunció el pacto y le retiró su


apoyo. Los gremios peronistas endurecieron su posición: en septiembre de 1959 se perdieron 73
millones de horas de trabajo obrero por huelgas. La más importante fue la huelga del frigorífico
municipal Lisandro De La Torre, que se declaró para tratar de evitar su privatización. Dirigida por
Sebastián Borro y con el apoyo de John W. Cooke, representó un importante hito de la resistencia
peronista. Unos 9000 obreros ocuparon las instalaciones del frigorífico; los vecinos de Mataderos y
otros barrios se sumaron a la protesta, y durante 48 horas el barrio se convirtió en un bastión de
lucha contra las fuerzas de la represión. Finalmente, las tanquetas del Ejército rodearon el
frigorífico y desalojaron violentamente a los huelguistas: Borro fue detenido, miles de obreros
fueron despedidos y hubo una orden de captura para el dirigente peronista Cooke, que logró
escaparse a Montevideo.

La huelga más prolongada durante la presidencia de Arturo Frondizi fue la de los bancarios, que
duró 69 días. También hubo paros de los trabajadores de Correos, YPF, metalúrgicos, ferroviarios,
etc. Los sabotajes, llevados a cabo por células o individuos aislados, también estaban a la orden
del día: incendiaron la planta de almacenaje de Gas del Estado en Mar del Plata, atentaron contra
la Shell-Mex de Alta Gracia, estallaron bombas en comercios norteamericanos, etcétera.

En diciembre de 1959 se inició la primera guerrilla peronista; se denominó “Uturuncos”, que


significa “hombres-tigres” en quechua, y quería hacer la revolución sin depender de los militares
peronistas. Sus miembros fueron, en general, jóvenes de clase media que buscaban desalojar a
Frondizi del gobierno, entregarle el poder a Perón, anular los contratos petroleros y entregar la
CGT a los obreros. Sin duda, la aparición de Uturuncos expresaba la influencia de la Revolución
Cubana en nuestro país. Tomaron la comisaría del pueblo de Frías, en Tucumán, y se apoderaron
de armas. Pero no fueron realmente apoyados por la dirigencia peronista y quedaron aislados.
Poco después fueron rodeados por la policía, y la mayoría huyó a Bolivia.

El plan conintes
Los militares obligaron a Frondizi a tomar una serie de medidas antidemocráticas de represión,
entre las que se contaron la implantación y prórroga, sin limitación de tiempo, del estado de sitio, y
la declaración del plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes), en 1958. Se aprobó antes de
la aparición de la guerrilla, pero la acción de los Uturuncos justificó la aplicación pública del plan, en
1960. El Conintes subordinó las policías provinciales a los respectivos comandos militares zonales,
y puso a la agitación gremial, los sabotajes y la represión de las huelgas bajo jurisdicción militar.
Los acusados de terrorismo y subversión eran juzgados por tribunales militares. Los obreros en
huelga podían ser llevados por la fuerza a los cuarteles, rapados y obligados a trabajar para
mantener el servicio. Debido a la represión del plan Conintes, la resistencia peronista perdió
terreno: muchos dirigentes sindicales fueron detenidos. Ese espacio fue ganado por los
integracionistas (que querían un entendimiento con el gobierno, partidario de la Integración de un

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peronismo sin Perón en un gobierno desarrollista) y por la corriente electoralista, que pedía la
presentación de partidos neoperonistas en las próximas elecciones.

Educación laica o libre


En diciembre de 1955 Aramburu y su ministro de Educación publicaron un decreto que establecía
“la iniciativa privada a crear universidades libres, que estarán capacitadas para expedir diplomas y
títulos habilitantes, siempre que se sometan a las reglamentaciones que se dictarán
oportunamente”. Pero ese artículo (el Nº 28) no fue reglamentado hasta el gobierno de Frondizi.
Con esta iniciativa nacieron las universidades privadas en Argentina, pero dio origen a un profundo
debate dentro del movimiento académico y estudiantil. Quienes estaban por la educación “laica”
sostenían que el Estado debía ser el único habilitado, a través de las universidades nacionales,
para dar títulos profesionales. Por entonces, el rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) era
Risieri Frondizi, hermano del Presidente, y defendía el monopolio estatal de la educación superior.
La Iglesia Católica era partidaria de la enseñanza “libre”, que la habilitaría a la enseñanza
confesional en la educación superior. En septiembre de 1958 se hicieron dos multitudinarias
manifestaciones, una con alumnos de escuelas privadas y con feligreses católicos, y otra con
centros de estudiantes de todo el país, profesores y graduados, en defensa de la universidad
estatal.

Pese a la oposición en la Cámara de Diputados, el Senado –con mayoría oficialista– ganó en su


postura. Las primeras universidades privadas de nuestro país fueron fundadas por la Iglesia
Católica.

La política exterior
Al principio de su presidencia, Frondizi intentó llevar adelante una política internacional
independiente, pero después fue cediendo a las presiones norteamericanas y del Ejército. En la
Conferencia de Punta del Este (1961) Frondizi apoyó la Alianza para el Progreso impulsada por el
gobierno de Estados Unidos, pero se abstuvo en el punto de expulsar a Cuba de la OEA. Luego lo
recibió a Ernesto Guevara extraoficialmente en Olivos, en un intento de mediación en el conflicto de
Estados Unidos con Cuba. Proviniendo del Presidente, esto provocó el malestar en las Fuerzas
Armadas argentinas. El almirante Isaac Rojas afirmó que estábamos favoreciendo al comunismo, y
que se había comprometido el prestigio de nuestra nación oponiéndonos a la “unidad continental”.
Presionado, Frondizi revió su discurso y rompió relaciones con Cuba. Los que reaccionaron en
manifestaciones fueron esta vez los estudiantes universitarios, solidarios con el pequeño país
latinoamericano.

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