Ensayo 3

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Karen Nikole Encalada Yánez

Sociología de la cultura y del arte

El arte como objeto de investigar tiene muchas vías que hay que tener en cuenta, y hay veces

en las que estas mismas solo pueden comprenderse mejor si te encuentras dentro de este

mundo, pero claro ¿Qué mundo? Ariza en su texto nos deja claro que al investigar el arte no

solo se ha de investigar la forma en la que se produce una pieza, sino también su

representación. El artista a la hora de elegir aquello que pretende representar no solo elige la

técnica en función de esto, sino de la intención de cómo quiere representarlo, usando técnicas

mixtas en lienzo no se conseguirá el mismo resultado que saliendo a la calle y pintando un

graffiti en la pared de una comisaría. Sin embargo, no se tiene el deber de explicar una pieza, es

más, muchas veces ni los propios observadores se atreven a decir que no entienden la obra, si

es que no le ven sentido. O bien cada uno entiende una cosa diferente, o está muy claro, o se

prefiere callar. Y en muchos casos, el mensaje no se produce de manera que pretenda ser algo

fácil para el consumidor. En muchos casos la obra ni si quiera se produce para gusto de la

industria del arte, como pudimos ver en la obra “Siete días en el mundo del arte” de Laura

Wittner, donde podemos ver como se produce toda la performance de la elección de un

ganador, y de cómo se critica de forma fría y con desdén el elitismo que encontramos en este

mundo. ¿Quién es esta gente para decirme a mi o no artista? ¿Quién es quién para decir que lo

que he llegado a producir es o no es arte? ¿Cómo lo analizan? ¿Hay una check list? Quizás sea

un examen. Por eso es que muchos artistas anónimos pasan sin pena ni gloria por el mundo del

arte, incluso algunos como Van Gogh acaban muriendo sin ningún tipo de reconocimiento, y

este solo se les es otorgado post mortem, y eso con suerte. Y es que como nos citan en el

artículo de Julieta Infantino “… como señala Yúdice desde hace varios años, se convirtió (el

arte) en un “recurso” para una diversidad de propósitos que trascienden lo simbólico y se


intersectan con lo político, lo social y lo económico”. El arte es una herramienta más del estado,

el arte se impregna en todo lo cultural, lo consumimos día tras día sin siquiera pararnos a

pensar que esto es obra de un artista. Los anuncios que vemos día tras día en el televisor o en

móvil, las paletas de colores usadas en las campañas políticas, la banda sonora que acompaña

a la escena en tus series favoritas… todo es obra de un artista, de alguien que entiende al

menos de arte. El arte puede usarse para muchas cosas, del mismo modo que se puede usar

para resignificar un espacio o a una persona. Este puede ser el caso que nos encontramos

dentro de los centros penitenciarios, os impactaría saber la cantidad de artistas que podrían

salir de ahí, de cómo la imaginación vuela y son capaces de crear cosas increíbles con recursos

tan limitados. En Navalcarnero, encontramos en frente del centro sociocultural penitenciario 3

muros enormes de piedra pintados por algunos de los internos, y algunos de ellos nos contaron

cómo el haber podido hacer este tipo de obras con sus propias manos les hacía sentirse bien,

les hacía sentirse válidos, aunque sabían que sus nombres nunca acabarían en un museo y

vendiendo sus obras por millones. ¿Pero por qué no? Se implantan talleres de arte terapia con

algunos de los presos para mejorar su bienestar físico y psicológico, mientras en muchos casos

ayuda a mejorar y potenciar tanto el desarrollo personal como el autoestima de las personas

que participan en estos talleres.

Si se supone que al investigar el arte se ha de investigar el propósito mismo de este, y a raíz de

ahí poder entender el porqué de todo lo que ha sido la elección del artista para llegar al

resultado obtenido, que ni por mucho menos este es un resultado al azar, ni producto de la

suerte. Qué es lo que se está midiendo en esas salas y grandes conferencias de supuestos

expertos en arte… el arte se encuentra en todas partes, o eso se supone. Pero quizás lo que

pasa es que no conviene encontrarlo. O no conviene encontrarlo en determinados sitios. Una

historia desgarradora amplificando el mito de que el buen artista es que ha tenido una vida

dura, o de aquel que vive de la forma más hedonista posible esta genial, y de vez en cuando
invertir en aquella persona salida de suburbios que pudo salir del barrio gracias a su arte. Y

esto hablando sobre todo del mundo del arte como lo son el dibujo y la escultura, claro.

No solo parece que no interesa invertir en arte, sino que no interesa invertir en las personas ni

en los espacios destinados a estos. Si bien es cierto que estas personas que seleccionan el arte

y les adjudican el estatus de “obra de arte” pueden tener estudios amplios sobre el tema, no es

hasta que no te poner a crear que no puedes comprender realmente todo lo que es el proceso

creativo, ni lo que esa obra significa. Te lo pueden contar, lo puedes interpretar, claro. Pero no

sabes todas las posibilidades que te encuentras en el camino, todos los cambios de rumbo, las

elecciones, las mil ideas, los materiales, la multitud de formas en las que puedes expresar el

mismo sentimiento, el mismo suceso, la misma acción. El Guernica no sería algo tan universal si

Picasso hubiera elegido cualquiera de los muchos bocetos que hizo, no habría (a mi parecer)

tenido el mismo impacto, ni la representación de la confusión, de la frialdad, del caos que la

guerra puede generar si las disposición de los personajes o la paleta de colores hubiera

acabado siendo diferente, podría haber sido quizás incluso mejor. Picasso podría haber pasado

a ser uno de los muchos artistas a la sombra que hay hoy en día, perfectamente podría haberlo

sido, realmente no tenía nada que lo hiciera más especial que otro. Quizás solo tuvo suerte, la

suerte de hacer el pleno en la check list de requisitos de aquellos fanáticos del arte. Y a partir

de que tu nombre se hace un hueco en este mundo, poco más queda por hacer… intentar

mantenerte, y en algunos casos sin mayor esfuerzo, como muchos piensan que fue el caso de

Basquiat. ¿Tenían talento o solo suerte? ¿Realmente podemos investigar el arte? ¿Para qué se

investiga? ¿Para apreciarlo y honorarlo, o para rentabilizarlo en un museo? Quizás no deberían

de llamarse expertos en arte, sino de mercancía de almacén.

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