U8.Medici - Inestabilidad Financiera
U8.Medici - Inestabilidad Financiera
U8.Medici - Inestabilidad Financiera
Florencia Médici
I. Introducción
El objetivo del presente capítulo es discutir que la fragilidad financiera de las economías
con estructura productiva desequilibrada (EPD) es otra de las aristas del problema de la
restricción externa. En este sentido, la escasez de divisas que sufren estos países no
sólo se explican por la incapacidad de las exportaciones para financiar las
importaciones necesarias para abastecer al consumo interno y los insumos productivos,
Directora del Observatorio Metropolitano de Economía y Trabajo (OMET-UNM). Profesora
Investigadora de la Universidad Nacional de Moreno.
1
sino también por la creciente fragilidad financiera derivada de la volatilidad inherente al
sistema capitalista en su etapa actual y de los propios rasgos estructurales de estas
economías.
Los primeros años del siglo XXI permitieron a los países de América Latina aliviar su
situación externa gracias a un contexto internacional favorable, marcado por términos
de intercambio (TDI) favorables y por el ingreso de capitales. En un entorno de relativa
estabilidad, los gobiernos de la región implementaron un conjunto de medidas
distributivas y de expansión fiscal que impulsaron el crecimiento económico y la mejora
en los indicadores socio-económicos.
1
Para una discusión más detallada de estos aspectos ver los capítulos de este libro de Amico & Fiorito
(cap. 2), Zack & Fares (cap. 3) y García Díaz (cap. 5).
2
Sin embargo, al comienzo de 2012 y como correlato de la crisis internacional, estas
economías comenzaron a enfriarse. La crisis europea, la ralentización de China y la
salida de capitales de los mercados emergentes -debido a la búsqueda de refugio en
activos seguros- pusieron en jaque tanto al crecimiento como la estabilidad de los
países de la región.
Desde el abordaje propuesto en el presente capítulo, también se discutirá el rol del tipo
de cambio. A diferencia de la posición neo-desarrollista, se buscará argumentar que la
3
apreciación cambiaria es un síntoma más del subdesarrollo y se precisan políticas más
complejas para superar los problemas inherentes de nuestros países. Finalmente, las
conclusiones.
Hyman Minsky (1977, 1986, 1992) argumenta que, a diferencia de lo que sostiene la
teoría neoclásica, existe una inestabilidad inherente en el sistema capitalista que
genera crisis financieras engendradas en los momentos de prosperidad económica.
Partiendo del análisis de los perfiles de financiamiento a nivel de las empresas, Minsky
define tres tipos de situaciones. Los “regímenes cubiertos”, cuando los ingresos
corrientes y esperados de la firma son suficientes para pagar los intereses de la deuda
y el capital devengado; los “especulativos”, cuando los flujos de ingresos esperados son
positivos pero no suficientes para afrontar todos los compromisos futuros derivados de
sus deudas; y la posición “Ponzi”, cuando los intereses y el capital devengado sólo
pueden cubrirse con nuevo endeudamiento. Cuando una firma se encuentra en un
régimen especulativo o Ponzi, su situación financiera es muy vulnerable a los cambios
en el sistema económico.
La noción de riesgo creciente ya había sido idea planteada por Kalecki (1956). Minsky
va más allá al enfatizar que no sólo los cambios en la demanda efectiva que afectan los
ingresos esperados pueden provocar un debilitamiento del perfil financiero de la
empresa, sino también otros factores internos y externos de la firma, como un aumento
de la tasa de interés o el debilitamiento de la confianza de los prestamistas.
4
“El énfasis kaleckiano en las ganancias y el reconocimiento de que los
beneficios son el flujo de caja que permite a los deudores de negocios
cumplir con sus compromisos significa que la integración de las
estructuras financieras en la determinación del comportamiento básico de
la economía es natural ... La decisión básica de inversión es un resultado
de la evaluación de los empresarios y sus banqueros (definida
genéricamente para incluir todo el espectro de organizaciones bancarias)
de las perspectivas futuras.
Es valioso mencionar que Minsky (1986) enfatizó que la vulnerabilidad de las firmas se
agrava particularmente cuando toman préstamos de corto plazo para financiar activos
de largo plazo, situación que es más probable en situaciones especulativas o Ponzi
(Arestis & Glickman, 2002).
2
Traducción propia
5
Para las firmas, la inestabilidad financiera ocurre independientemente de la moneda en
que esté nominada su deuda. Sin embargo, es preciso evaluar en qué medida la
creciente apertura a los flujos financieros externos alteran la hipótesis planteada por
Minsky para el caso simple pero representativo de empresas que toman decisiones de
inversión productiva y de endeudamiento para financiarlo.
La teoría neoclásica postula que el libre funcionamiento del mercado permite lograr
estabilidad que sólo puede ser alterada por shocks exógenos, fallas de mercado o
intervención gubernamental. De acuerdo al principio de rendimientos decrecientes a
escala, los flujos de capital van desde los países con una baja productividad del capital
a los de mayor rendimientos (Viner, 1947). Por consiguiente, las restricciones que
enfrentan los países subdesarrollados pueden ser sorteadas mediante el libre mercado
al permitir que los capitales de los países desarrollados fluyan a los países atrasados
incrementando el ahorro, la disponibilidad de recursos económicos y, por lo tanto, la
capacidad productiva. También, desde una visión más moderna, y ante la evidencia
empírica de que los flujos de capitales se dirigen más bien desde las economías en
desarrollo hacia las desarrolladas, se postula que las instituciones existentes en el
primer grupo de países constituyen el obstáculo que impide que se produzca el salto de
calidad necesario (Summers, 1998). Así, la liberalización financiera, la extranjerización
del sistema financiero y la adopción de reglas internacionales constituirían una política
efectiva para alcanzar el desarrollo.
La desregulación financiera relaja los incentivos que tienen las firmas a mantener una
posición cubierta y, por lo tanto, las vuelve más vulnerables ante posibles shocks
6
exógenos y endógenos. Además, la apertura impulsa la innovación financiera creando
nuevas oportunidades para los inversores externos, especialmente en activos de corto
plazo. De esta manera, los flujos internacionales de capitales pueden originar una
mayor volatilidad macroeconómica.
7
inversores externos deciden no seguir refinanciando los pasivos) puede llevar a las
empresas a la quiebra.
3
Traducción propia.
8
Las turbulencias financieras que magnifican la amplitud del ciclo también ocurren por la
imposibilidad que sufren las economías para retornar a una posición financiera cubierta
luego de haber sido empujada por un shock hacia una posición especulativa.
Tal como señalan Williamson & Mahar (1998) y Arestis & Glickman (2002), los
impulsores de la liberalización financiera intentarán siempre preparar el terreno para la
aplicación de un programa de reformas de libre mercado, lo cual podría ser reconocido
por los agentes como una condición suficiente para la estabilidad macro. Según esta
visión dominante, son las políticas “irresponsables” de los gobiernos (i.e. política
monetaria y fiscal con un objetivo diferente al de mantener la estabilidad de precios) las
causantes de la inestabilidad. No obstante, la eliminación de la regulación
gubernamental sobre el negocio de la especulación financiera, lejos de impulsar una
robusta situación macroeconómica, permite que las unidades económicas se involucren
en operaciones más riesgosas y, por lo tanto, incrementen aún más la vulnerabilidad
sistémica.
9
III. Fragilidad financiera en EPDs
10
residentes. A diferencia de las firmas, cuyos compromisos de deuda se conocen con
cierta certeza, los ingresos de los países (i.e. exportaciones) y sus compromisos en
moneda extranjera (intereses, utilidades, dividendos y salidas de capitales) son inciertos
y están fuera de su control.
Recordemos que las EPDs, al estar restringidas por la balanza de pagos (Diamand,
1972; Moreno-Brid, 2003; Thirlwall & Hussain, 1982; Thirlwall, 1983), necesitan del
ingreso de capitales (en todas sus formas, desde deuda hasta inversión extranjera 4)
para suplir su escasez de divisas. Esto cobra importancia, especialmente, cuando se
busca llevar adelante una política de sustitución de importaciones o el desarrollo de
sectores clave, como la industria básica o el sector energético (que requieren capital y
tecnología importada). Los flujos de capitales son atraídos, así, mediante elevadas tasa
de interés internas en relación a la internacional. Sin embargo, la apertura impulsa
nuevas prácticas e instrumentos financieros que incentivan la especulación, fenómeno
que se refleja en el aumento de pasivos externos y un agravamiento de los problemas
de la cuenta corriente5. En este contexto, la liberalización y desregulación financiera
relaja los incentivos que tienen las economías a mantener una posición cubierta y, por
lo tanto, las vuelve más vulnerables ante posibles shocks exógenos y endógenos.
4
Para el objetivo de este trabajo, se considera como ingreso de capitales externos a todos los pasivos
con el resto del mundo (en este sentido se lo llama endeudamiento, que no corresponde con el uso
normal del término), sean deuda pública, privada, inversión en cartera o inversión extranjera directa. Si
bien tienen características distintas en relación a plazos de permanencia, volatilidad y otros aspectos
productivos, el énfasis es puesto en la idea de que son pasivos que no sólo generan flujos de divisas al
exterior (i.e. intereses, utilidades y dividendos), sino también transferencias de capital en el momento que
se saldan los compromisos o el capital se retira.
5
Ver nota al pie anterior.
11
El elevado nivel de endeudamiento de las economías y la dificultad estructural de
mantener superávits comerciales (en particular debido a las características de los
productos de exportación), ubican a las EPDs en una posición financiera especulativa -
en el sentido de Minsky y Kregel- y, por lo tanto, muy propensas a sufrir crisis
financieras que amplifican el ciclo económico.
Entre los factores externos existen fenómenos a escala mundial que causan que las
economías desarrolladas exporten crisis financieras. Por ejemplo, políticas monetarias
ultra laxas -que generan una situación de hiper liquidez global e impulsan la salida de
capitales desde los mismos países desarrollados al resto del globo- y los cracs
financieros en los principales mercados de capitales -que provocan una excesiva
demanda de liquidez y salidas traumáticas de capitales en las economías emergentes
(Kregel, 2009). Este contagio de la crisis de los centros financieros al resto de las
economías se potenció en la década del noventa debido a la mayor desregulación, que
delegó al mercado las responsabilidades del pricing y la asignación de los activos
financieros. En este sentido, los efectos potenciales que tienen los flujos de capitales
sobre el ciclo económico se han visto reforzados por aceleradas innovaciones
financieras, tales como el rápido crecimiento de los derivados y de la negociación de los
diferentes riesgos inherentes en cada activo.
6
Traducción propia.
12
Si bien existen estudios teóricos y empíricos que parten del análisis de Minsky para
explicar las crisis financieras en los países desarrollados y en los emergentes, no hay
trabajos publicados en revistas académicas reconocidas que partan de esta propuesta
de explicación de Kregel (2004a, 2004b). En particular, no hay indicadores de
estabilidad y, por lo tanto, análisis empírico, como sí los hay para el usual análisis de la
HIP aplicadas a las firmas en economías abiertas (ver, por ejemplo, Blancas Neria,
2010; Pardo-Beltran, 2005; Schroeder, 2002). En esa línea de reflexión y con afán de
dar primeros pasos, a continuación, se intentará usar la HIF de Minsky para los casos
de Argentina y Brasil, siguiendo esta propuesta de Kregel antes comentada.
Cuanto mayor sea el valor del indicador, más frágil será la economía. Llamaremos
situaciones cubiertas, cuando los ingresos corrientes de la balanza comercial (superávit
de la cuenta comercial) son suficientes para pagar las rentas de la inversión, los pagos
principales de la deuda externa, las importaciones y la FAE (siempre y cuando se tenga
información estadística). Los regímenes especulativos se presentan cuando el saldo
comercial es superavitario, pero no suficiente para afrontar todos los pagos
relacionados con la inversión y deuda extranjeras, incluido la compra de dólares del
sector privado no financiero (SPNF). Por consiguiente, una posición Ponzi, se produce
cuando las exportaciones netas 8 son negativas, por lo que las cuentas externas se
financian con ingresos de capitales.
7
Utilidades, dividendos e intereses.
8
Exportaciones menos importaciones.
13
III.1 Argentina
El gráfico 1 muestra, en primer lugar, que los años de picos de fragilidad financiera son
los que precedieron a las devaluaciones más fuertes (i.e. 1981, y principios de 1989 y
2002). La década del ochenta fue precedida por un elevado influjo de capitales externos
en toda América Latina (los petrodólares), que engendraron un régimen de
financiamiento Ponzi cuando la dirección de esos flujos se revirtió. Luego del estallido
de la crisis de la deuda, se intentó solucionar el problema mediante la generación de
superávit comerciales para afrontar los compromisos externos, lo que resultó en la
llamada década perdida.
120%
2013; 129%
100%
80%
60%
40%
20%
0%
1981
1983
1985
1988
1990
1992
1995
1997
1999
2001
2004
2006
2008
2010
2013
2015
1980
1982
1984
1986
1987
1989
1991
1993
1994
1996
1998
2000
2002
2003
2005
2007
2009
2011
2012
2014
2016
RNI/X (RNI+Deuda)/X
(RNI+Deuda+M)/X (RNI+Deuda+FAE)/X
(RNI+Deuda+FAE+M)/X
Fuente: Estadísticas e indicadores económicos de la CEPAL, BCRA e International Debt Statistics, World
Bank.
Finalmente, el Plan Brady creó las condiciones para que el reingreso de capitales
permitiera financiar los déficits externos alimentando el esquema Ponzi durante la
década del noventa.
14
“La decisión fue apoyada por la creencia en el aumento de la eficiencia
que resultaría de los mercados internacionales de capital libres. Pero esto
implicó aceptar un perfil financiero de Ponzi como la condición natural de
los países en desarrollo, ya sea que estuvieran saliendo de una crisis de
deuda anterior o no. Esta estrategia de desarrollo se caracteriza, por
definición, por lo que Minsky llamó „fragilidad financiera‟, porque su éxito
depende de la voluntad de los prestamistas de seguir prestando.” ( Kregel,
2004a, p. 580)9
9
Traducción propia.
10
Justamente, el fin de la Convertibilidad y la cesación de pagos se produjo cuando el FMI dejó de tener
“voluntad” de seguir prestando.
15
35000
30000
25000
20000
15000
10000
5000
0
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
-5000
-10000
-15000
La liquidez de estos títulos de deuda les permite a los inversores realizar sus ganancias
en el corto plazo y vender ante cualquier cambio en las condiciones doméstica e
internacional. Así, este tipo de inversión de carácter meramente especulativo presiona
sobre el mercado cambiario e incrementa la volatilidad de la economía. Los gráfico 1 y
2 muestran cómo en los momentos previos a la crisis del 2001, la salida de la inversión
en cartera, las rentas de la inversión y los pagos derivados del endeudamiento de la
década conformaron un cóctel que culminó en la cesación de pagos y la posterior
devaluación. En 1999, esta situación se agravó particularmente debido a la caída de
las exportaciones producto de la crisis de Brasil.
16
Nótese que, en comparación con los períodos anteriores, el grado de inestabilidad
financiera fue marcadamente menor debido no sólo a una cuenta comercial
superavitaria, sino también a un menor peso relativo de las rentas de la inversión y del
pago de deuda. No obstante, la dificultad de obtener financiamiento externo –en
cualquiera de sus formas- puso en evidencia, nuevamente, los límites estructurales al
crecimiento.
Aunque la falta de datos estadísticos no nos permite hacer una comparación de largo
plazo, puede apreciarse que la formación de activos externos por partes del sector
privado no financiero no es depreciable y notoriamente empeora la vulnerabilidad
externa.
El siguiente gráfico permite un análisis más detallado del último período utilizando la
información del balance cambiario del Banco Central de la República Argentina (BCRA).
17
A finales de 2015 comenzó a vislumbrarse un nuevo período para Argentina: la
liberalización del mercado cambiario, el pago a los holdouts, la baja de derechos de
exportación a sectores vinculados con la explotación de recursos naturales y otras
medidas tendientes a desregular los flujos de capitales y la remisión de utilidades,
factores que se reflejaron rápidamente en el aumento de los indicadores de
inestabilidad financiera, que superaron a los observados durante la crisis internacional.
En ese sentido, mientras que el ingreso de IED cayó, la inversión en cartera pasó de
530 a 35.800 millones de dólares, de los cuales el 97% fueron títulos de deuda.
III.2. Brasil
Construyendo los mismos indicadores para Brasil, volvemos a observar que los picos
de los indicadores coinciden con los años de crisis cambiarias, como sucedió al
comienzo de la década del ochenta y en 1999. Hasta el nuevo milenio, Brasil transitó un
proceso muy similar al comentado para Argentina. Es valioso notar que el período de
mayor vulnerabilidad financiera externa se produjo con el Plan Real en la segunda
mitad de los noventa, como sucedió con la Convertibilidad. En ambas casos, la
devaluación de la moneda terminó con una situación de elevadas tasas de interés,
apreciación cambiaria y creciente déficit externo. A pesar de que el gobierno de Brasil
llegó a un acuerdo con el FMI en los últimos meses de 1998, a cambio de duros
compromisos fiscales y de reformas estructurales, no logró convencer a los inversores
externos, que aceleraron su salida (ver gráfico 6).
El favorable contexto internacional de los primeros años del nuevo siglo hasta el
estallido de la crisis internacional facilitó mejorar el desempeño comercial, dando
margen a un mayor financiamiento propio. Si bien los dos países tuvieron un recorrido
semejante, no sólo por el plano internacional sino también doméstico, en Brasil se
advierte que en los años 2000 comienza a gestarse un nuevo proceso de vulnerabilidad
financiera (ver gráfico 4). Por el contrario, Argentina –tanto por decisión de política
económica como por la disputa con los holdouts, el Club de Paris y los juicios en el
18
CIADI-, estuvo en una situación financiera levemente especulativa: el promedio del
indicador fue 111%, sin considerar la FAE, de 2003 a 2012.
19
Central de Brasil (BCB) tuvo un papel importante en el proceso de financiarización
internacional de la economía brasilera mediante la intervención en el mercado
cambiario. Los dólares que ingresaban para comprar activos domésticos y su posterior
esterilización produjeron, por un lado, la sensación de estabilidad cambiaria al mejorar
su capacidad para proteger el valor del real ante ataques especulativos y, por otro,
generaron una oferta de activos de corto plazo en el sistema financiero local, que se
constituyó como la contraparte de los inversores internacionales (Kaltenbrunner, 2010;
Kaltenbrunner & Painceira, 2009). Una diferencia notable con lo sucedido en la década
del noventa fue el incremento del peso deuda interna del gobierno federal y el BCB en
relación con la externa (ver gráfico 5).
700
600
500
400
300
200
100
0
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
-100
-200
-300
Deuda externa- Gob. federal y BCB, líquida - (% PBI) Deuda interna- Gob. federal y BCB, líquida - (% PBI)
Deuda interna- Sector público, líquida - (% PBI) Deuda externa- Sector público, líquida - (% PBI)
20
la crisis internacional. Aparentemente, ese interés ha disminuido, pues el gráfico 6
muestra un reducción, en 2015, y una notable salida de divisas, en 2016, por tal
concepto; repercutiendo en el tipo de cambio. También, las estadísticas indican que el
período de maturity promedio del nuevo endeudamiento del sector privado se reduce
del pico de 15 años en 2006 a 5 años en 2015 (mismo valor al observado en 1998) 11.
11
International Debt Statistics, World Bank.
21
mercado internacional y los ajustes de cartera que los „fundamentals’ económicos
tradicionales” (Kaltenbrunner, 2010, p. 316)12.
No obstante, dado que los países que sufren escasez de divisas son, por definición,
países propensos a la vulnerabilidad financiera, ¿cuál es la mejor alternativa de política
económica que tenga de objetivo el desarrollo? Vimos que Argentina y Brasil en el
comienzo del nuevo milenio, ante una misma situación internacional, transitaron dos
sendas distintas respecto al financiamiento externo. Argentina se mantuvo más estable
en términos de vulnerabilidad externa que Brasil, como se evidenció con el estallido de
la crisis internacional14, pero volvió a toparte con la restricción de balanza de pagos que
12
Traducción propia.
13
Para una discusión más detallada de estos aspectos ver los capítulos de este libro de Amico & Fiorito
(cap. 2), Rosanovich (cap. 4), García Díaz (cap. 5) y Bortz y Zeolla (cap. 9).
14
El aumento de pasivos de inversión en cartera pasó de 48 mil millones de dólares en 2007 a una
reducción de 767 millones de dólares en 2008, según los datos de CEPAL. El real se depreció un 40%
en el último cuatrimestre de 2008, momento en que Lehman Brothers declara la quiebra.
22
limitó, tanto económica como políticamente, la capacidad del gobierno de cambiar el
rumbo económico. Brasil, en cambio, tuvo a disposición capitales externos, pero no se
vislumbra crecimiento económico o mejora en su desempeño comercial15 y, aun, está
por verse el final de este proceso creciente de inestabilidad financiera, que se aceleró
en 2010 (ver gráficos 4 y 6).
Si bien ha pasado poco tiempo desde el cambio de gobierno en Argentina, hay indicios
de que el rumbo económico siga los pasos de Brasil en cuanto a la decisión de
estimular un clima propicio para los capitales extranjeros de carácter especulativo.
15
Las exportación es corrientes de Brasil descienden desde 2010 y la caída de importaciones parecen
estar más vinculadas a la recesión económica que a una exitosa política de sustitución de importaciones.
Según el Banco Mundial, el PBI de Brasil cayó más del 7% desde 2015 a 2016, el valor agregado de la
industria en porcentaje del PBI se redujo de 28,5%, en 2005, a 21,3%, en 2016.
23
exógeno puede convencer a los especuladores que el juego finalizó y se dirijan en
masa a comprar moneda extranjera.
De esta manera, se concluye que los países con EPD se encuentran estructuralmente
en un régimen financiero especulativo, con altas probabilidad de caer en un esquema
Ponzi– y, por lo tanto, fuertemente inestable-, que se constituye como la otra cara de la
moneda de los clásicos problemas de restricción externa de la cuenta comercial de la
balanza de pagos.
Desde esta perspectiva fueron analizados brevemente los casos de Brasil y Argentina,
que en el nuevo milenio parecen haber adoptado dos estrategias distintas respectos del
16
Traducción propia.
24
financiamiento externo. Por un lado, Argentina no quiso o no pudo apelar al
financiamiento externo para sortear los crecientes problemas de déficit de cuenta
corriente que surgieron a partir de 2010. Por otro lado, Brasil logró ser un atractor
relevante de flujos financieros, pero el carácter especulativo de estos fondos lo ubica
igualmente en una situación sumamente vulnerable. En ambos casos el tipo de cambio
posee poca capacidad para solucionar la encrucijada que se plantea, dado que es una
variable endógena de este proceso y no soluciona el origen del problema.
Entonces, ¿qué alternativas hay? La respuesta, por no ser novedosa, no deja de ser
compleja. En primer lugar, es importante conocer las causas del problema, tanto
estructurales como financieras, especialmente para tomar decisiones de política
económica. En segundo lugar, tener en claro que obtener o disponer de capital
financiero no equivale a construir capital productivo.
“Construir capital ´real´ significa usar los préstamos externos para invertir
en proyectos que aseguren que la participación de las exportaciones netas
en el producto interno bruto (PIB) suba de tal manera que las ganancias
del intercambio externo finalmente crezcan al punto de cubrir los
compromisos financieros creados por el endeudamiento. Esto significa una
política que crea condiciones en las que el flujo de ganancias externas sea
suficientemente mejorado para cumplir con los compromisos financieros
externos y el perfil de Ponzi se convierta en un perfil especulativo” (Kregel,
2004a, p. 581)17
Ciertamente, construir capital real implica una política de desarrollo que busque superar
los problemas estructurales que, en buena medida es también construir capacidad de
repago de los pasivos de la cuenta capital y financiera mediante la expansión de
sectores generadores o ahorradores de divisas. Tarea compleja, especialmente porque
hacerlo requiere tiempo y capital financiero.
17
Traducción propia.
25
De todos modos, en el marco de un proyecto de desarrollo productivo que apunte a
encontrar sectores y destinos estratégicos, las regulaciones sobre los flujos de capitales
serán un eje necesario dirigido, por un lado, a amortiguar el deterioro que el
financiamiento externo también produce sobre la cuenta corriente, y por otro, a tener
cierto grado de libertad para influir sobre la cuenta capital y financiera. Por ejemplo,
considerar el componente importado de la inversión de los sectores que se busquen
impulsar, regular el ingreso de activos altamente especulativos que producen ganancias
de corto plazo muy elevadas, y tener una política comercial que subsidie exportaciones
y grave importaciones no esenciales. Por supuesto, además de ofrecer opciones de
inversión en capital “real” para reducir el atractivo de los activos especulativos u ofrecer
bonos con tasas de retornos ajustables a la evolución de algún sector clave y volátil,
como por ejemplo a las ventas o precio de petróleo en el caso de tener empresas
petroleras estatales (Kregel, 2004b).
En el corto plazo, el financiamiento externo será necesario para ganar tiempo. Para ello,
la opción de ofrecer títulos en moneda doméstica se presenta como una oportunidad,
que tiene la ventaja –en comparación con los activos en divisas- de dar a la política
económica mayor margen de maniobra y tiempo (vía la tasa de interés) para posponer
crisis externas. Este margen de maniobra no es gratuito: ese tiempo ganado significa
incrementar la fragilidad financiera, al menos en el corto plazo, hasta que las políticas
de desarrollo comiencen a mostrar sus resultados.
Dicho de otro modo, hay que conocer el nombre del juego e intentar jugarlo, pues una
posición financiera crecientemente inestable significa que se ha convencido a los
prestamistas de continuar con éxito el juego a la Ponzi (Kregel, 2004a).
26
En síntesis, está claro que nadie dijo que fuera fácil. Lo que sí se puede afirmar es que
atraer capitales externos vía elevadas tasas de interés, liberalización financiera y
desregulación económica sin un proyecto productivo, como parece ser el caso de Brasil
y el camino que ha emprendido Argentina en el último tiempo, es lisa y llanamente el
peor de los escenarios posibles.
También es posible concluir que, dado que la crisis financiera tarde o temprano nos
atrapa, las políticas públicas deben aprovechar al máximo posible los momentos de
disponibilidad de dólares para transformar la estructura productiva y capitalizar el
aparato productivo. Cuando las crisis irrumpen, los dólares se van; pero los puentes, los
fierros, las escuelas, las viviendas, las universidades, los puertos, los caminos, las
represas y, sobre todo, el “saber hacer” adquirido, quedan.
Además, y aunque el fantasma del monetarismo a veces nos obnubile la razón, no debe
olvidarse que esa inversión en infraestructura, ciencia, investigación y todo aquello que
permite mejorar la calidad de vida de la gente, se hace en moneda doméstica. Por
supuesto, en parte, requiere importar bienes de capital o insumos, pero los salarios, los
servicios y otra porción de los recursos necesarios no se pagan con divisas. Esto puede
parecer una sutileza insignificante, dado que la cuenta corriente resulta directa o
indirectamente afectada, pero no lo es. No hay que olvidar que los bancos centrales de
las EPD no emiten dólares, sino moneda nacional.
27
Por supuesto, es preciso que los países desarrollados vuelvan a discutir la supervisión
del sistema financiero internacional si realmente se quiere ayudar a los países en
desarrollo. Esto incluye revisar el rol de los organismos internacionales de crédito y los
mecanismos de reestructuración de deuda soberana.
La búsqueda del desarrollo se plantea como una difícil encrucijada, donde el contexto
histórico de crecientes flujos financieros internacionales parece hacer obstaculizado
más que mejorado las opciones de los países en desarrollo.
Paradójicamente, los aportes desde la economía política no sólo han sido relativamente
insuficientes para incorporar este nuevo fenómeno, sino que más bien han perdido la
riqueza conceptual y de abordaje que supo tener la vieja escuela estructuralista. Así, se
vuelve una y otra vez a discutir sobre los mismos instrumentos de política ante las
reiteradas mismas crisis económicas.
Bibliografía
Arestis, P., & Glickman, M. (2002). “Financial crisis in Southeast Asia: dispelling illusion
the Minskyan way”. Cambridge Journal of Economics, 26(2), 237-260.
28
Kalecki, M. (1956). Teoría de la dinámica económica: ensayos sobre los movimientos
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