A Propósito de La Economía Ambiental

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DE LA ECONOMÍA AMBIENTAL A LA

ECONOMÍA ECOLÓGICA
(FEDERICO AGUILERA KLINK VICENT
ALCÁNTARA)

YASNIT VIVIANA RAMIREZ PEREZ


1007403774

MARLEN MEDELLIN ALDANA

LA UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DEL


TRÓPICO AMERICANO
ECONOMÍA AMBIENTAL
YOPAL-CASANARE
2022
A propósito de la Economía Ambiental
Tal como fue dicho en la introducción, la economía ambiental trata de la forma como la economía
neoclásica pasó a incorporar el medio ambiente en su objeto de análisis. Veamos, primero, los
fundamentos básicos sobre los cuales se apoya y, enseguida, las adaptaciones para incorporar el
medio ambiente.
Antes de avanzar, conviene explicitar que los economistas neoclásicos no ven contradicción entre
la lógica del desarrollo económico y la lógica de la biosfera. Perciben sí que el medio ambiente,
que antes era abundante, comienza a escasear. Según ellos, también hay, sin duda, un desperdicio
y degradación de los recursos naturales, cuya razón es la ausencia de reglas claras para aplicar
sobre el medio ambiente. Pero alegan que, si se consigue atribuir el verdadero valor a los bienes y
servicios ambientales, éstos podrán ser gestionados, como cualquier recurso económico escaso.
En esta economía se estudian dos cuestiones:
Problema de las externalidades
Pigou y Coase son quienes sentaron las bases conceptuales en referencia a la economía ambiental.
Por medio de dos textos se han planteado controversias sobre como resolver el problema de las
externalidades.
Pigou, profesor de Keynes, fue el precursor de la teoría sobre la necesidad de la presencia del
Estado en la economía para reglamentar y disciplinar los efectos externos. Reconoce que, salvo
bajo competencia perfecta situación rarísima hay muchas fallas en el mercado. Son estas fallas las
que hacen que la maximización del bienestar privado no coincida con la maximización del
bienestar social. Todos los efectos involuntarios en el bienestar de las personas y empresas son
denominados externalidades bien sea positivas, cuando benefician a otros, y negativas cuando los
perjudican. Como las externalidades positivas no generan problemas, al contrario, ayudan, lo que
importa son las negativas. Externalidades son, entonces, costos privados pasados a la sociedad que
indican una falta de adecuación con los sociales. Es necesario, por lo tanto, internalizar estos costos
individuales que quedaron fuera del mercado.
La tradición pigouviana preconiza la intervención del Estado, en forma de un impuesto que
corresponda con el valor del costo social infringido a la colectividad; con el impuesto, el costo de
producción de la empresa contaminadora pasa a ser mayor, al mismo tiempo que el beneficio
disminuye en la misma medida. Salvo cuando el nivel de la competencia permite pasar el valor del
impuesto al consumidor, el precio final del producto, aumenta. De esa manera, los efectos externos
son internalizados y el medio ambiente es incorporado al mercado.
Otra línea de interpretación de la economía ambiental es la de Ronald Coase. Es un economista
inglés, quien procuró desmontar la teoría pigouviana con su artículo El problema del costo
social,1960, en donde muestra que un efecto externo no enfrenta un interés privado a un interés
público, sino un interés privado frente a otro interés privado, con esta propuesta se estaría
revirtiendo el sentido moral de que el contaminador es el que hace el mal y que, por tanto, tiene
que pagar. Según Coase, para la sociedad como un todo no interesa quién paga: al final de cuentas,
sea el contaminador o el contaminado, resulta igual. Hay una neutralidad en la solución. Si el
contaminado es el propietario del recurso, quien paga es el contaminador, para compensar la
contaminación causada. Si el contaminador es el propietario, quien paga es el contaminado, para
que el contaminador acepte reducir sus beneficios, con la reducción o interrupción de la
producción.
Coase reduce la cuestión del costo social a una cuestión de negociación privada entre las partes en
disputa, el contaminador y el contaminado. Para él, las partes pueden ser un individuo o una
colectividad. Lo importante es tener claro el derecho de propiedad sobre el recurso en cuestión;
después, siempre se llega a una solución negociada.
Mishan, por el contrario, muestra que, incluso en la situación de costes de transacción nulos, a
cada distribución de derechos de propiedad corresponde un óptimo. Dicho de otra manera, que
marcos legales diferentes (leyes que prohíben la contaminación o leyes que la permiten) influyen
de distinta manera en las actividades económicas, o que con distribuciones de derechos diferentes
la gente mostrará que la disposición a pagar difiere de la disposición a recibir (la variación
compensadora no es igual a la variación equivalente) al existir efectos renta, por lo que habrá tantos
óptimos como marcos institucionales.
Por último, y en relación con la cuestión de la asignación intergeneracional óptima de los recursos
agotables, se trataría de obtener los precios óptimos que indiquen la senda óptima a seguir hasta
que se extraiga la última unidad del recurso en cuestión. El artículo básico del que parten todos los
manuales es el de Hotelling (1931), muestra la sensatez suficiente para reconocer que no es posible
hablar de asignación óptima de un recurso natural sin conocer la demanda mundial futura del
mismo.
Sobre el problema de la valoración monetaria de los efectos ambientales
La valoración económica ambiental pretende obtener una medición monetaria de la ganancia o
pérdida de bienestar o utilidad que una persona, o un determinado colectivo experimenta, a causa
de una mejora o daño de un activo ambiental accesible a dicha persona o colectivo. El estudio
concluye que las componentes del ambiente cumplen funciones que permiten mantener las
condiciones de los ecosistemas y del ambiente, por lo que el Estado establece mecanismos para
valorizar los servicios ambientales, procurando lograr la conservación de los ecosistemas, la
diversidad biológica y los demás recursos naturales.
La ciencia económica está dedicada a establecer métodos de valoración monetaria, para cuantificar
o agrupar el deterioro ambiental. El objetivo de estas herramientas de análisis es valorar el medio
ambiente evidenciando su “valor” como bien público. Dicho valor se mediría, en principio, por la
voluntad de las personas a pagar por él. Se trata de precisar qué es lo que la una persona realmente
desea antes que simplemente ignorar sus preferencias. El cálculo de la disponibilidad para pagar
de las personas por un bien es observable cuando hacen sus compras; no existen mercados donde
se compren o vendan unidades de activos ambientales. No hay un “mercado del ruido” o un
“mercado de calidad del aire”, se hace necesario utilizar los métodos desarrollados por la
Economía Ambiental para medir los beneficios de una mejora en la calidad ambiental.
La valoración económica ambiental pretende obtener una medición monetaria de la ganancia o
pérdida de bienestar o utilidad que una persona, o un determinado colectivo, experimenta a causa
de una mejora o daño de un activo ambiental accesible a dicha persona o colectivo. Constituye por
tanto una herramienta fundamental para la definición adecuada de los instrumentos de política
ambiental
Economía Ecológica
Desde este punto de vista, la Economía Ecológica se plantea como un sistema de conocimiento
diferente que acepta como punto de partida que la economía es un sistema abierto para estudiar
cómo se interrelaciona la actividad económica con los ecosistemas y con los sistemas sociales y
cómo se influyen de manera mutua. la economía ecológica ha de preocuparse, en primer lugar, de
la naturaleza física de los bienes a gestionar y la lógica de los sistemas que los envuelven,
considerando desde la escasez objetiva y la renovabilidad de los recursos empleados, hasta la
nocividad y el posible reciclaje de los residuos generados, a fin de orientar con conocimiento de
causa el marco institucional para que éste arroje ciertas soluciones y no otras en costes, precios y
cantidades de recursos utilizados, de productos obtenidos y de residuos emitidos.
Por tanto, la economía ecológica estudia las relaciones entre el sistema natural (biosfera) y los
subsistemas social y económico que se desarrollan en su seno, haciendo especial hincapié entre la
inviabilidad del crecimiento económico continuo que choca con los límites físicos y biológicos de
los ecosistemas. Una economía que de desarrolle dentro de los límites de la naturaleza y en
términos de justicia social son centrales en la economía ecológica, aspectos que no son centrales
en la economía convencional

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