El Príncipe de Ojo Guareña
El Príncipe de Ojo Guareña
El Príncipe de Ojo Guareña
The cave of "Ojo Guareña": the "prince" that got lost and died in it
RESUMEN
En un momento del siglo VI a.C., un individuo entró en la cueva, se perdió y murió a consecuencia de ello. Aparecieron sus huesos, una
fíbula y un cinturón que nos relaciona con el mundo tartéssico. Esto quiere decir que pertenecía a una persona distinguida socialmente y jo
ven. El carácter mágico-simbólico de la cueva puede estar relacionado con el hecho.
ABSTRACT
At some time during the 6th Century B.C., an individual went into the cave, got lost and as a result he died. Together with his skeleton
were found his belt and his fibula, which take us to the Tartessian period. It also means that he was a young man of distinction. The cave has
a magic and symbolic character that may well be related to what once happened there.
ISSN: 1133-2166
262 LA CUEVA DE OJO GUAREÑA (BURGOS): EL "PRINCIPE" QUE SE PERDIO Y MURIÓ EN LA GRUTA
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Figura 2: Dorsal caliza donde se encuentra el complejo cárstico de Ojo Guareña (según G. E. Edelweis).
Ignacio RUIZ VELEZ 263
tintos tipos. Habría que hacer una precisión y es que la que {ibidem, 184, fig. 18, n° 46) es algo más peque
sección del muelle es laminar, igual que el puente (al ña que la nuestra pues tiene 61 mm de largo y el re
go más larga la sección), circunstancia que determi sorte es más sencillo; también es muy parecida la de
naría, a priori, una mayor antigüedad respecto a las Alcolea de las Peñas {ibidem, 370, fig. 66, n° 609) pe
que tienen la sección del muelle circular o triangular; ro más pequeña con un sistema de resorte muy dife
eso si no es una simple diferencia formal. rente porque es doble: el que nace desde el puente y
el de la aguja que para asegurarse ésta pasa por el re
sorte a modo de eje.
Buscando paralelismos para este cinturón vamos a do llegar a estas tierras. Lo peculiar, a diferencias de
abordar dos horizontes diferentes. Por una parte, in las europeas, es que el sistema de ensamblaje es a tra
tentaremos buscar paralelos con algunas placas de cin vés de muy finas grapas que iban dispuestas por am
turón del otro lado de los Pirineos, concretamente del bos bordes engarzando ambas piezas. La existencia de
Hallstatt C que aparecen en tumbas ricas. Pero parece un agujero central en uno de los extremos hace pen
más razonable buscar paralelos dentro de la Penínsu sar que servía de enganches a la siguiente placa.
la, sobre todo cuando el broche de cinturón parece in
dicar ese camino. La concepción del cinturón, dos pie Pero debemos buscar, mejor, los paralelos en el Sur
zas ensambladas, una de bronce y otra de cuero, más de la Península. Ya en las postrimerías del siglo XIX,
el tipo de decoración nos traen a la memoria modelos Bonsor (BONSOR, 1899: fig. 6-13), en sus excavacio
hallstátticos que tuvieron una gran difusión por toda nes e investigaciones por Andalucía, hablaba de bro
Europa. Recuerda, dentro de la variada tipología que ches de cinturón romboidales con la pieza pasiva ser
existe en todo el mundo hallstáttico, el tipo Hunder- pentiforme y un cinturón muy parecido al nuestro. Ese
singen (KILIAM-DIRLMEIER, 1972, 35-38, taf. 17 y 18, mismo tipo de cinturón es el que se encontró en el tú
n° 220-224), por el yacimiento epónimo. En este yaci mulo G de El Acebuchal (Carmona, Sevilla) (BONSOR,
miento, y en otros donde ha aparecido, forman parte 1899: 24-25, fig. 4-5; SCHÜLE, 1969: taf. 86, n° 2;
del ajuar funerario perteneciendo al uniforme de hom TORRES, 1999: 74) formado por una simple placa de
bres importantes, tumbas que allí llaman "Fürstengrá- bronce con la decoración de líneas incisas longitudi
bern” o tumbas principescas. nales y en los bordes unas impresiones que recuerdan
el sistema de grapas de nuestro cinturón al ser conce
Las placas de bronce europeas son muy finas y lisas bido con dos placas sucesivas.
salvo la cara anterior en la que se disponen líneas o
pequeñas bandas de líneas incisas en sentido longitu El broche de cinturón de bronce esta formado por
dinal. En este sentido hay un marcado paralelismo y la placa activa y la parte pasiva. La parte activa (Lámi
es posible pensar en algún tipo de influencia que pu na V) (Figura 5, 1) es de forma trapezoidal y mide 6'5
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cm de largo (5'8 cm sin la prolongación del garfio). En pezoidales con escotaduras abiertas o cerradas; el ter
la parte proximal la anchura es de 4'6 cm y 3'3 cm en cero, Grupo C es el de placas de tipo ibérico; y el cuar
la distal. Presenta una ligera curvatura longitudinal co to, Grupo D es el de broches calados o de La Teñe.
mo es lógico. La parte pasiva (Figura 5, 2 y 3) está for
mada por dos elementos serpentiformes simétricos pa El primer grupo, en el que integraríamos nuestro
ra definir dos grados de enganche. El primero, y por lo ejemplar, está constituido por los broches que están
tanto más externo, es de sección cuadrada mientras formados por una placa de bronce de forma subtra
que el segundo, curiosamente, es de sección romboi pezoidal, cuadrada o rectangular de perfil regular; por
dal estableciendo una diferenciación original. Este tipo lo tanto, carece de escotaduras o aletas. Dispone de
de piezas pasivas suelen estar asociados a los broches un solo garfio que va en el lado más corto. Cuando
célticos de tipo Acebuchal. Cerdeño estudió los broches de tipo céltico los inte
graba en su Grupo BU (CERDEÑO, 1978: 282, 284, fig.
El broche de cinturón (la placa activa), en cambio, 6 1-5) o broches sin escotaduras. En un trabajo pos
aparece como pieza genuinamente peninsular, inde terior, la misma autora señala que este tipo de broches
pendientemente de que la forma original pueda ser fe son de origen tartésico o que recuerda nnucho este ti
nicia. El broche de cinturón, como las fíbulas, las ar po de broches los cuales están fechados en pleno siglo
mas, la cerámica, etc. han servido como fósil-guía a la Vil; corresponde a su primer grupo de broches tartési-
hora de encuadrar cultural y cronológicamente un cos (CERDEÑO, 1981: 49 y 53-56, fig. 2, n°^ 1 a 3). Se
conjunto material. La dicotomía cultural, Norte o Sur, distinguen dos subgrupos dentro, uno porque la for
en la Península Ibérica durante la Protohistoria, ha he ma de la placa es subtrapezoidal o alargada, lisa o con
cho derivar hacia un lado u otro el marco de relacio decoración (Grupo Al); el otro porque la placa tiende
nes e influencias que discurren en uno u otro sentido. a ser cuadrada o rectangular (Grupo A2). Nuestra pie
Por eso los broches, como los otros tipos de piezas, za, además, presenta una peculiaridad y es que los
han sido objeto de intensos estudios tipológicos que bordes son ligeramente convexos. También este se
comenzaron por Bosch Gimpera (BOSCH GIMPERA, gundo subgrupo puede ser liso o sin decoración. Den
1921: 29 ss., fig. 6) y continuaron hasta fechas re tro de los que están decorados, incisos, grabados o a
cientes (CABRÉ, 1937: 93-126; CUADRADO, 1961: molde, diferenciamos los que están grabados e inclu
208-220; SCHÜLE, 1969: 132 ss.; CERDEÑO, 1977; so perforados como es nuestro caso.
1978a; 1988: 110-114; MOHEN, 1980: 78-79; LO-
RRIO, 1995: 316 ss., 1997: 214-223, figs. 89 y 90). Los primeros que estudiaron los broches tartésicos
fueron Cuadrado y Ascengao (1970: 495) los cuales
Según ios últimos estudios, la producción de bro distinguieron un Tipo 1 caracterizado por la placa rec
ches de cinturón de la Edad del Hierro se divide en cua tangular con dos ganchos recortados en el eje. La de
tro series o grupos de los cuales sólo nos va a intere coración es a base de líneas y reticulados. La pieza más
sar el primero. Ese primer grupo. Grupo A que es el de importante era la placa encontrada en la necrópolis de
placas subtrapezoidales, cuadradas o rectangulares; el Las Cumbres. Cerdeño (1981: 31-56) mantiene sus
segundo. Grupo B es el de placas triangulares o tra tancialmente la tipología de Cuadrado y Ascengao in-
'A.
y)
Figura 5: Broche de cinturón del hombre de Vía Seca (según S. Domingo).
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corporando el Tipo 6 y manteniendo que los tipos más es el sistema de enganche al cinto y es a través de per
antiguos, los dos primeros, son del siglo Vil a.C. Más foraciones en la placa activa mediante tres pernos que
tarde Chaves y Bandera (1993: 145-146) desglosan ese serían de bronce. Será con las placas ibéricas, más
Tipo I en dos variedades, la a y la b. La segunda, la que grandes, cuando se incorpore una cuarta perforación;
nos interesa, se caracteriza porque tiene una nervadu placas que llegan a estas tierras bien entrado el siglo III
ra central longitudinal o baquetón resultando el eje de y que en Villanueva de Teba vemos el proceso de sus
los ganchos. Poco después. Mancebo (1996: 53-68) titución de las indígenas (tipo Bureba) por las genui
desglosa el Tipo II distinguiendo dos variedades man namente ibéricas decoradas con estampaciones en las
teniendo la misma cronología de los más antiguos en que los triángulos resucitan y ocupan un lugar desta
los siglos Vil y VI. Pero esta cronología cambiará cuan cado en la decoración geométrica y simétrica en un
do Torres (1996: 1 53) estudia los túmulos A y B de Se- gusto por decorar toda la superficie.
tefilla retrasando la cronología de estos primeros bro
ches hasta el siglo VIII a.C., en su segunda mitad, al Por otro lado, otro rasgo de individualidad viene
igual que la necrópolis de Las Cumbres o los yaci definido porque la conexión entre el lado corto y el
mientos de Cerro de los Infantes y de Acinipo. Este arranque del garfio forman un ángulo prácticamente
mismo autor abordará estas cuestiones (TORRES, de 90° frente a sus parientes más cercanos que pre
1999: 205-208; TORRES, 2002: 174) cuando estudie senta una disposición cóncava. La nervadura central
los broches tartésicos. En 2002, Jiménez Ávila (2002: longitudinal también es un rasgo definidor del mode
313-321) distingue su Grupo I que coincide con los lo con la salvedad de que en el de Valdenovillos la ner
autores anteriores. En él hay un subgrupo 1 ° en el que vadura es quíntuple. Los paralelos más cercanos son,
los broches tienen un solo garfio (que cuando está in éste de Valdenovillos (CERDEÑO, 1976: 1 1, lám. I, n°
corporado a la placa es variante a) distinguiendo tres 1; Ídem, 1978: fig. 6, n° 1; SCHÜLE, 1969: taf.. 23, n°
formas de elaboración a partir del sistema de baque 11), el liso de Almaluez (CERDEÑO, 1978: fig. 6, n° 2)
tón longitudinal. Las piezas pasivas de este subgrupo y el del túmulo G de El Acebuchal el cual está fechado
tienen forma de U (tumba 34 del túmulo I de Las Cum a comienzos del siglo VI a.C.
bres o algunos ejemplares de Setefilla) pero que es sus
tituida más tarde por una placa rectangular, similar a Los de Valdenovillos y Almaluez están decorados
la activa, caso de la tumba 28 del túmulo B de Setefi con una serie de triángulos estampados intentando
lla. Este tipo de piezas del grupo uno, según dicho au con cierto éxito una disposición de hiladas longitudi
tor (JIMÉNEZ ÁVILA, 2002: 315) dejaron de utilizarse nales. En el caso de Valdenovillos esos triángulos gra
hacia el 700 a.C. Para buscar el origen de estos bro bados son "fuertemente incisos, casi perforados" (CER
ches, Jiménez Ávila recuerda los paralelos de los bro DEÑO, 1976: 1 1). En nuestro caso, esos triángulos es
ches del Hereo de Argos (JIMÉNEZ ÁVILA, 2002: 315, tán calados y forman dos hiladas longitudinales, una a
fig. 234), situados cronológicamente a comienzos del cada lado de la nervadura central, en las cuales los
siglo VIII a.C. triángulos están simétricamente dispuestos y puestos
por el vértice. Es decir, la decoración ha sido más cui
Si nuestra pieza presenta unos paralelismos con el dada que en los casos anteriores. Esta aparición de las
tipo 1 b de los típicamente tartésicos fechado en el si formas triangulares, la disposición de opuestos por le
glo VIII a.C. (placa rectangular, baquetón central, de vértice, la preocupación por la simetría nos está indi
coración con diseño similar) hay que tener en cuenta cando una vinculación con lo más genuinamente halls
que tiene unos rasgos más modernos definidos por la táttico y que permanecerá más tarde en la potente in
propia evolución formal en cuanto a la propia forma dustria broncista de estas tierras (necrópolis de Mira-
de la placa con ligeras modificaciones, con un garfio, veche, necrópolis de Soto de Bureba y necrópolis de
en el otro extremo hay dos perforaciones para el en Villanueva de Teba).
ganche (tomado del broche tipo Acebuchal), la placa
pasiva toma el modelo del broche tipo Acebuchal (el Respecto a la pieza pasiva, nuestro caso corres
romboidal de Cuadrado). Todo esto nos hace pensar ponde al modelo serpentiforme que es común a mo
en una cronología no anterior al siglo Vil porque los delos antiguos. Quizás los prototipos (grupo A 1) te
contextos arqueológicos del Norte de la provincia de nían una pieza pasiva formada por una simple argolla
Burgos durante la Primera Edad del Hierro no permiten por ser piezas de escasa anchura o en forma de U, co
retrasar hasta esa cronología. En consecuencia, hay mo hemos indicado más arriba; sin embargo con el
que pensar en el siglo VI en unos contextos inmedia modelo siguiente del mismo grupo, como el nuestro,
tamente anteriores o coetáneos con los de las necró ha incorporado este elemento serpentiforme que apa
polis tumulares de La Polera en Ubierna y de Fuente- rece asociado fundamentalmente con los broches
sanz en Monasterio de Rodilla. romboidales (modelos B1 y B2 de Lorrio (LORRIO,
1997: 216, fig. 89 y 90; CUADRADO, 1961: fig. 1, n°
Común a todos los tipos de broches, salvo excep 1 y 2; PARZINGER y SANZ, 1986: 169-194). Algunos
ciones o cuando adquieren proporciones más grandes. modelos de escotaduras abiertas o cerradas también
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Utilizaron este sistema de ensamblaje que será pro que presenta agregados de arsénico en la superficie.
gresivamente sustituido por piezas cuadradas o rec Los bronces con una proporción de estaño entre el 20
tangulares con distintas perforaciones para los dife % y el 30 % tienen ya por ello esa tonalidad grisácea.
rentes garfios que disponían según los tipos. También puede deberse a que en la superficie se for
ma un depósito de estaño por exudado cuando la pie
No hablaremos del origen de estos broches y de to za está solidificándose en el molde; lógicamente ocu
dos en general porque es teoría admitida que hay que rre con aleaciones abundantes en estaño, en torno al
buscarlo en Grecia llegando a estas tierras a través de 25'5 %. Dentro de este tipo de aleación, puede darse
sus colonizadores. Ya anteriormente Parzinger y Sanz que un bronce que ha estado mucho tiempo enterra
(1986: 1 69-194) plantearon esta hipótesis que más re do se ve afectado por un proceso corrosivo selectivo
cientemente ha recordado Jiménez Ávila (2002: 315; que hace que la superficie adquiera esa tonalidad gri
2003: 31-46) estudiando algunos marfiles del santua sácea. Pero este no es nuestro caso ya que el broche ha
rio de Delfos con representaciones del dios Apolo en estado, desde sus orígenes, expuesto al aire. Final
cuyos pies aparecen figuradas estas placas romboida mente, puede aplicarse a la pieza un estañado super
les. ficial del que habla por primera vez Plinio el Viejo (A/a-
turalis Historíae, XXXIY 48, 1) señalando que se em
V. APROXIMACIÓN A LA METALURGIA DEL pleó por primera vez en las Gallas, es decir, en época
BROCHE prerromana. Es poco probable que las gentes que hi
cieron el broche de Ojo Guareña conociesen la técni
A simple vista se nota el diferente color que tienen ca del enchapado de estaño por lo que debemos pen
la fíbula y el broche de cinturón (Lámina V). Si aquella sar en una aleación con abundante estaño.
tiene el color verde oscuro típico de una aleación bron
cínea dentro de los parámetros habituales de cobre y VI. MARCO CULTURAL Y CRONOLÓGICO
estaño, el broche se caracteriza por tener unas tonali
dades grises plateadas. Lamentablemente, por causas El estudio tipológico nos ha permitido vincular es
ajenas a nuestra voluntad, no hemos podido hacer tas piezas metálicas con otras presentes en el mundo
unos análisis de dicho broche por lo que conjeturamos del Sur de la Península cuando el mundo tartésico-tur-
a partir de la información científica conocida (ROVIRA, detano estaba en plena eclosión. A través de diversas
GÓMEZ y MONTERO, 1996, 31-37). La tonalidad gris vías de comunicación y por ciertos mecanismos de re
plateada de algunos bronces puede deberse a que la lación esos influjos llegaron a nuestras tierras en unos
pieza es el producto de una aleación cuproarsenicada momentos posteriores. Las piezas referenciadas, pro-
el hombre jfcyi
Lámina VI: Vitrina del Museo de Burgos con los restos del Hombre de Ojo Guareña.
270 LA CUEVA DE OJO GUAREÑA (BURGOS); EL "PRÍNCIPE" QUE SE PERDIO Y MURIÓ EN LA GRUTA
bablemente, son productos de inrportación porque, RA, GÓMEZ y MONTERO, 1996: 36). A una tradición
de momento, no hay criterios para determinar que se broncista se unen elementos nuevos que vienen desde
an objetos hechos in situ. Como ocurre en otras áreas, el sur de la Península como es la nueva morfología de
son objetos de prestigio de un personaje de la elite lo un broche.
cal que por relaciones comerciales o por relaciones
"políticas" han llegado a manos del "desgraciado" que Por otro lado, están aquellas piezas cuyo origen es
dejó su memoria en esta cueva. La cuestión es descu tá en modelos que se encuentran en el Sur de la Pe
brir el camino por el cual llegaron a estas tierras las nínsula y llegan a la Meseta a través de la Vía de la Pla
piezas o su raíz tipológica. ta. Estas producciones suelen responder al capítulo de
objetos de adorno. Derivan a producciones locales si
Pero veamos en primer lugar el marco metalúrgico guiendo los rasgos de los modelos originales alcan
y su relación cultural en estos momentos de transición zando algunos una gran evolución y difusión. Es el ca
del Bronce Final y del Primer Hierro porque hay una re so de las fíbulas de doble resorte que tuvieron una
lación de todo este contexto general. evolución importante en la Meseta, sobre todo por la
forma del puente y la decoración. También se incluyen
VI.1. La metalurgia de la Primera Edad del Hierro los brazaletes en omega que encontramos en pobla
dos de Zamora.
De los momentos finales de la Edad del Bronce y co
mienzos de la Edad del Hierro conocemos una impor Pero hay que tener en cuenta que algunos objetos
tante producción metálica en bronce cuyas produccio son productos de importación resultado de unas rela
nes responden a dos tipos netamente diferenciados. ciones de intercambio personal producto del entra
mado social y las vinculaciones con áreas alejadas con
Por un lado, aquellas piezas que se relacionan con las que se realizan esas relaciones comerciales. Los ob
la metalurgia atlántica, más específicamente con la del jetos, resultado de esa relación personal y comercial,
Bronce Final lllb, la de tipo Baioes-Vénat, cuyos obje acaban en manos de personas distinguidas de estas
tos se centran a finales del siglo VIH y comienzos del si tierras, la elite dominante, constituyéndose en objetos
glo Vil (DELIBES y ROMERO, 1992: 243-245, fig. 5). de prestigio. Puede ser el caso de las piezas encontra
Las principales muestras de este grupo serían el cincel das en Vía Seca de Ojo Guareña. Pero hay muchas
de cubo de Otero de Sariegos (Zamora), la espada de muestras al Sur de la Meseta pero el caso más próxi
lengua de carpa de Villafranca del Bierzo (León), el pu mo es la urna "á chardon" de una tumba de la necró
ñal de lengua de carpa y la tranchet de Paredes de Na polis de Fuentesanz (Monasterio de Rodilla, Burgos)
va (Palencia), las dos hoces planas de Torre de Babia (RUIZ VÉLEZ, 2008: 31-60) ejemplo muy norteño de
(León), las hachas de apéndices laterales de Villaverde estas relaciones. El ejemplo más claro es el jarro orien-
de Arcayos y Fárdelos (Zamora), los botones o faleras talizante de Coca (Segovia) (BLANCO, 1953: 241-243,
de Sacaojos (León), etc. todos ellos del siglo VIH. De fig. 10; GARCÍA Y BELLIDO, 1960: 48 y 50, fig. 9 y 22-
fechas algo más tardías son las puntas de lanza de ho 24). Esta pieza está fechada en la primera mitad del
ja maciza y corto enmangue tubular de Castromocho siglo Vil (ALMAGRO GORBEA, 1 977: 241; GRAU-ZIM-
(Palencia) y Sahagún (León) y las más pequeñas de MERMANN, 1978: 165-169, 211 y 213) pertenecien
Bembibre (León), Cisneros (Palencia), Olmos de Ojeda te a un contexto poblacional de tipo Soto de Medini-
(Palencia) y Medina de Rioseco (Valladolid). Precisa Ha (ROMERO, ROMERO y MARCOS, 1 993: 255-256).
mente al lado de la cueva de Ojo Guareña tenemos
importantes restos de metalurgia atlántica (FERNÁN Probablemente, a partir del 700 (ÁLVAREZ-SAN-
DEZ, HERRÁN y ROVIRA, 2005: 137-1 58) como el de CHÍS, 2003: 350) el comercio fenicio y tartésico co
pósito de Pico Cuerno (un depósito ritual, como tan mienza a solicitar productos autóctonos (metales, ga
tos otros) o muy cercanos como el hacha de talón de nado, hombres, etc.) a cambio de otros muy específi
una anilla de Valdenoceda. A propósito del depósito cos que van a estar relacionados con el culto religioso,
de Pico Cuerno, asignado al periodo Bronce Final lllb, las nuevas tecnologías, el banquete funerario, el ritual
tiene una cronología de finales del siglo VIH. Por estas de libaciones o con la vestimenta (como es nuestro ca
fechas ya hay una nueva realidad arqueológica que es so). Estos objetos importados son la expresión de unas
el horizonte Soto de Medinilla (es decir. Primera Edad alianzas personales y unas relaciones comerciales con
del Hierro) el cual, desde el punto de vista metalúrgi la elite autóctona.
co, se caracteriza porque '‘ganan presencia los bronces
plomados y los modelos tipológicamente evoluciona Entre los objetos vinculados a las nuevas formas de
dos" (FERNÁNDEZ, HERRÁN y ROVIRA, 2005: 156). vestir están precisamente las fíbulas de doble resorte y
Aunque nuestro broche es cien años posterior al de los primeros broches de cinturón de origen fenicio co
pósito de Pico Cuerno, es evidente que es un bronce lonial; piezas de una misma cronología con las que
ternario o que ha sido recubierto con un baño de es aparece nuestro protagonista precisamente. Insistiendo
taño para darle la apariencia y brillo de la plata (ROVI- sobre esta cuestión de la vestimenta y el tocado perso
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nal aparecen por estas fechas cuchillos, navajas de afei tad del Vil-inicios del V a.C.) pertenecen a esos mis
tar (siguiendo prototipos atlánticos y mediterráneos de mos momentos. El siglo VI, en el valle medio del Ebro,
bronce) que reflejan un nuevo patrón estético, relacio es el periodo de consolidación de poblados que co
nado con el cuidado de la barba, o los peines de mar rresponden a los Campos de Urnas de la Edad del Hie
fil y las pinzas de depilar que aparecen en las tumbas rro los cuales acaban de manera violenta debido a una
como elementos indicadores de edad y de jerarquía. serie de incendios a comienzos del siglo V a.C. (TRA-
MULLASyALFRANCA, 1995: 277). El nivel Pllb de Cor
Los asadores y calderos de bronce parecen estar tes de Navarra, El Castellar de Mendavia, y otros po
vinculados con el consumo ritual de carne y con el pa blados terminaron esta fase a causa de incendios; in
pel importante de la ganadería en ese marco comercial cendios que no parecen casuales sino que se producen
y como signo de riqueza. Los alabastrones, los aryba- en un breve margen de tiempo y de forma generaliza
lloi y los vasos de pasta vitrea están relacionados con da. Además coinciden con cambios generalizados y
el uso de perfumes. Los jarros tartésicos, los thymiate- bruscos en el Mediterráneo occidental. En Europa es el
ria y los braseros de bronce (Coca, Las Fraguas, El Car fin del mundo del Hallstatt; en la Península es la deca
pió, El Berrueco, Sanchorreja, El Raso, etc.) están vin dencia de Tartessos y la destrucción de los monumen
culados a rituales (quema de perfumes) y libaciones en tos funerarios ibéricos (crisis del Ibérico Antiguo).
honor de los muertos y son expresión de las nuevas
prácticas funerarias. Los restos sureños que llegan por la Vía de la Pla
ta, con yacimientos tan importantes como Sanchorre
Dentro de este contexto, aparecen las primeras ce ja, El Raso l, etc. coincidiendo con la expansión del pe
rámicas a torno importadas, de pastas claras, platos riodo orientalizante, nos llevan a fechas desde el siglo
de borde exvasado, vasos globulares, con decoración Vil hasta el siglo V a.C. Ya hemos hablado de la im
pintada de color vinoso y temas de bandas y círculos portancia de estos hallazgos más arriba por lo que no
concéntricos que aparecen en niveles del horizonte de vamos a insistir.
Soto como es el caso de Sanchorreja, la Mota de Me
dina del Campo o Cuéllar. VI.3. Lugares comunes rituales o de iniciación
VI.2. Las vías de contacto Las relaciones comerciales entre el Sur peninsular y
el Norte (hinterland de Tartessos), en un marco que los
Una vez justificada la presencia de este tipo de pie especialistas encajan en el modelo centro-periferia, se
zas en tierras norteñas vamos a aproximarnos a las ví gún habíamos señalado antes, establecen la práctica de
as o rutas de llegada de este tipo de objetos o de in matrimonios exogámicos con gente de alto rango en
fluencias culturales. Los investigadores hablan de dos estas tierras del Norte. Un ejemplo de estas relaciones
muy importantes en las cuales hay muchas evidencias las tenemos en el enterramiento orientalizante de El
arqueológicas que demuestran el trasiego de objetos Carpió, en Toledo (PEREIRA, 1989: 395-409), en las pie
desde el SO de la Península a las tierras de la Meseta y zas tartésicas encontradas en Arroyo Manzanas (FER
del alto valle del Ebro. Una es la Vía de la Plata por el NÁNDEZ MIRANDA y PEREIRA, 1992: 57-92) o la ne
Oeste hasta la Meseta y otra, desde el Levante español, crópolis de Sierra de Santa Cruz (MARTÍN BRAVO, 1999:
por los valles del Turia a través del Jalón y Jiloca, hasta 39). Los tesoros de Villanueva de la Vera, La Aliseda o El
las tierras de la Celtiberia originaria y alto valle del Raso encajan en este contexto, según los especialistas.
Ebro. Estas dos vías son las que, probablemente, se Estas tierras del valle del Tajo serían tierras de frontera en
han utilizado para justificar la llegada de la urna "á las que se dan esos pactos políticos y comerciales (ÁL-
chardon" de la necrópolis de Fuentesanz (RUIZ VÉLEZ, VAREZ-SANCHÍS, 2003: 357, fig. 4) pero llegaron más
2008: 31-60) en Monasterio de Rodilla (La Bureba, al Norte estas relaciones, en un umbral de penetración
Burgos) y las piezas del muerto de Ojo Guareña. más grande, más alejado (en esta segunda fase geo
gráfica encajarían nuestras piezas). Dichas relaciones
La ruta que desde el Levante llega a la Celtiberia conllevaban unas ceremonias polivalentes (banquetes
original (riberas del Jalón-Jiloca) muestra la presencia rituales) que se manifestarían en una serie de ritos cu
de elementos sureños (cerámicas grises, urnas de ore yos materiales ha aportado la arqueología. Estos ritua
jetas, etc.) a partir de comienzos del siglo VI (CERDE les se llevaban a cabo en lugares específicos, espacios
ÑO et alii, 1996: 287-288) en las comarcas de Molina propiamente santuarios o centros de culto. Si estos san
de Aragón y Atienza-Sigüernza. Los restos de poblados tuarios fueron habituales en la Segunda Edad del Hie
como El Ceremeño (Herrería, Guadalajara), El Palomar rro hay que pensar que también los hubo durante la Pri
(Aragoncillo, Guadalajara), El Turmielo (Aragoncillo, mera Edad del Hierro (caso del castro de Ulaca en Ávi
Guadlajara), La Coronilla (Chera, Guadalajara), etc. así la). El tipo de poblamiento y la jerarquización del terri
lo demuestran. Las necrópolis de Valdenovillos o Al torio favorecían este hecho pues justificaban la existen
maluez, con sus cinturones citados, y otras del con cia de lugares rituales o de reunión. Es el caso del yaci
texto cultural del Celtiberismo Antiguo (segunda mi miento de Monte Putallao (DÍAZ y MEDRANO, 1991),
272 LA CUEVA DE OJO GUAREÑA (BURGOS); EL "PRINCIPE" QUE SE PERDIO Y MURIÓ EN LA GRUTA
cercano a Contrebia Belaisca. En su cinna existió un área y comparte su aislamiento con la osa y dos animales
ritual o de ofrendas. Si no es en cimas de montañas, monstruosos". El nombre de Lan, el agua curativa de
como el citado, son en lugares elevados como los san la fuente de la Sabiduría, la osa (y el jabalí) están vin
tuarios de Peñalba de Villastar (Teruel), Panoias (Vila Re culados a la lucha entre el poder temporal (la osa) y el
al, Portugal), el citado de Ulaca; o en cuevas como la espiritual (el jabalí) según Guénon (1962: 177-186).
de Griegos (Segovia). La presencia de inscripciones nos Por otra parte, hay otra leyenda que habla de un rey
indica el ritual a seguir en los ritos de iniciación (Panoias) godo que murió en la cueva. La permanencia del he
o nos informan de los dioses indígenas. A estos lugares cho físico de que un individuo, en tiempos remotos,
iban auténticas peregrinaciones de devotos como dice entró y murió en la cueva se convirtió en leyenda ga
Marco Simón (1993: 492). rantizando su perduración.
En este contexto es donde podemos entender la re Por otro lado, hay que destacar el elevado número
alidad de Ojo Guareña en una doble manifestación: co de poblados, muchos de ellos con características típi
mo cueva de culto-santuario y con una montaña que camente castreñas, que hay en los alrededores de la
pudo desarrollar la misma funciónT En el primer caso, Cueva de Ojo Guareña en una circunferencia de unos
debido a su tradición como santuario antiguo por la 20 km ocupados durante la Edad del Hierro. A los co
presencia de pinturas (Sala de las Pinturas) y de graba nocidos desde fechas ya antiguas como La Mesa de
dos (Sala de la Fuente, Kaite II, Sala Cartón), pudo ser Cornejo, Cidad de Ebro, Brizuela, Manzanedo, Bricia,
un centro de referencia muy importante desde el pun Nidáguila, Momediano, citados en la carta arqueoló
to de vista ritual y religioso. Además, hay más salas con gica (BOÑIGAS, CAMPILLO y CHURRUCA, 1984: 12,
muestras de arte rupestre: Galería del Sueño, Balcón 15, 49-50, 54; RUIZ VÉLEZ etalii, 1988: 99-101) hay
de la Granja, Galería del Chipichondo, Vía Seca, Nuevo que añadir otros como Arnedo y Riaño (Valle de Val-
Paso, Sala Keimada, Balcón transversal de la Galería debezana). Cerro de la Maza (Merindad de Valdepo-
Principal, Galería Macarrón, Cueva Cubía, Cueva de la rres). Los Altos en Ahedo de Butrón, El Castro de Es
Mina, etc. (ORTEGA y MARTÍN, 1986: 382-383). calada, etc. (PERALTA, 2000: 52). Algunos de ellos co
mo Cidad de Ebro, Manzanedo, La Maza, Arrendó,
Por otro lado, junto a la cueva hay un monte, el conservan buenas estructuras defensivas indicando la
más alto del contorno, denominado Dulla. Montes y importancia del yacimiento. Estos castros se comple
bosques sagrados son habituales en la España prerro mentan o pertenecen al mismo contexto que los que
mana. La similitud con el nombre nos trae a la me aparecen en el Norte de Palencia: Los Barahones en
moria las diosas Dulllae, relacionadas con divinidades Gama, Camporredondo de Alba, Peña Cildá, Monte
de la naturaleza y el poder sanador, según Blázquez, el Bernorio, etc. Dentro de un área geográfica, más o
cual indica que el nombre significa "brotar, florear, re menos extensa, los santuarios, con relación a los po
verdecer". De Palencia proceden, desde hace ya mu blados, tienen una situación de frontera como el caso
chos años, dos lápidas romanas dedicadas a las diosas del de la Dehesa de Postoloboso, en Ávila, en el límite
Duillis (FITA, 1900: 508). Blázquez vincula estas diosas sur de los vettones, o una situación central, como es
a las Matres. En la provincia de Burgos tenemos lápi en nuestro pero el nuestro, además, puede ser de fron
das, estudiadas por Abásolo, dedicadas a las Matres tera entre dos populi, los cántabros y los autrigones.
Tendeiterae y a las Matres Monitucinae. El culto a las
madres aparece en varias regiones europeas como las Ante este tipo de información arqueológica que
Galias y también en la Celtiberia occidental (inscripción procede desde los momentos finales del Paleolítico
de Canales de la Sierra). (pinturas. Sala de las Huellas) hasta los momentos que
nos ocupan, no nos abstenemos de sugerir la posibili
En la zona existe una leyenda (RUIZ VÉLEZ et alii, dad de que estos recintos subterráneos hayan podido
1988: 41-42), supuestamente muy antigua, según la tener la función de un santuario e, incluso, de lugares
cual "la cueva fue lóbrega y sombría morada del hom en los que se pudieron realizar ritos de iniciación al
bre solitario de larga barba, llamado Lan\ quien distrae que podría responder el difunto que nos ocupa. La re
lación de las grutas, el fuego, el agua (recordemos la
Sala de la Fuente cuyo nombre recibe de una surgen-
cia, en la que hay importantes grabados y tizonazos)
3. Precisamente en la base de esta montaña es donde se encuentra el castro es evidente para ritos de iniciación de adolescentes.
de Los Mazos o La Maza del que ya habló Guerra Gómez (1973: 409) an
Recordamos también que el individuo encontrado en
tes que Peralta, con fortificaciones y estructuras circulares. También se lla
ma Montecillo. la cueva es un subadulto masculino, en la edad de
guerrear pues podría pertenecer a esas asociaciones
4. Fíese ("varilla"), Lam ("mano") y Luam ("piloto") son los tres druidas co
paros de Nechtan, marido de Boand ("vaca blanca"), señor de la pradería guerreras (Mánnerbünde). Esta situación de la Cueva
del "otro mundo" donde está la fuente secreta de la Sabiduría. A la pra de Ojo Guareña nos recuerda la Cueva-santuario de la
dería fue Boand desafiando con su belleza el saber de la fuente y por ello
perdió un muslo, una mano y un ojo; los tres elementos simbólicos rela Nariz, en Umbría de Salchite (Murcia) en la que apa
cionados con esos druidas. reció una pila para concentrar agua y otra serie de ma
Ignacio RUIZ VELEZ 273
teriales (GONZÁLEZ y CHAPA, 1993: 169-174) que pa BASABE, J. M. (1976): Esqueleto de la Edad del Hierro en Ojo Gua
reña, Grupo Espeleológico Edelweis, Burgos (Infornne inédito).
recen poder relacionarse con esta serie de ritos. En la
Cueva del Santo aparecen este tipo de pilas para reco BOHIGAS, R., CAMPILLO J. y CHURRUCA J. A. (1984): "Carta ar
ger agua y muchos silos de diferentes tamaños en dis queológica de la provincia de Burgos. Partidos Judiciales de Sedaño
y Villarcayo", Kobie XIV, Bilbao, 7-91.
tintas galerías de todo el complejo kárstico. En todas
ellas aparecen restos arqueológicos de distinta índole BONSOR, G. E. (1899); Les colonies agrícoles de la vallée du Betis,
y restos humanos que nunca han sido estudiados. Paris.
Todo debió ocurrir en un momento en el transcur CABRÉ AGUILÓ, J. (1937): "Decoraciones hispánicas II. Broches de
so del siglo VI a.C., probablemente en su segunda mi cinturón dannasquinados con oro y plata". Archivo Español de Arte
y Arqueología XIII, Madrid, 93-126.
tad.
CABRÉ, M. E. y MORÁN, J. A. (1977): "Fíbulas en las más antiguas
El individuo que entró en la Cueva de Ojo Guareña, necrópolis de la Meseta Oriental Hispánica", Homenaje a García Be
llido Vol. III, Revista de la Universidad Complutense XXVI, Madrid,
galería llamada Vía Seca, posiblemente no fue un he
109-143.
cho fortuito sino que formaba parte de un proyecto o
un ritual que respondía a las exigencias rituales-sim CERDEÑO SERRANO, M. L. (1977): Los broches de cinturón de la
Edad del Hierro en la Península Ibérica, Tesis Doctoral inédita. Uni
bólicas del momento: un ritual de iniciación, un ritual
versidad Complutense, Madrid.
de purificación, etc. Entraría por la Rampa de Palome
ra, una de las entradas a la cueva, pues está cerca del CERDEÑO SERRANO, M. L. (1978): "La necrópolis celtibérica de Val
denovillos (Guadalajara)", Wad-al-Hayara 3(1), Guadalajara, 5-26.
hallazgo. Por razones ajenas a su voluntad, falló en ese
intentó ritual pagando un precio muy alto por ese CERDEÑO, M. L. (1978a): "Los broches de cinturón peninsulares de
error. La postura del cadáver parece indicar la fuerte tipo céltico". Trabajos de Prehistoria 35, Madrid, 279-306.
dosis de resignación ante el desastre que se avecinaba, CERDEÑO, M. L. (1981): "Los broches de cinturón tartésicos", Huel-
producto del alto valor que motivó la causa pero con va Arqueológica V, Huelva, 31-56.
un final no previsto inicialmente. Es decir, parece que CERDEÑO, M. L. (1988): "Los broches de cinturón". Celtíberos (F.Bu-
estaba preparado para morir aunque esa no pudiese rillo Mozota etalii eds.), Zaragoza, 110-114.
ser la idea inicial. CHAVES, F. y BANDERA, M. L. de la (1993): "Los broches de cintu
rón llamados tartésicos: nuevas perspectivas". Homenaje a J. M^.
Las piezas metálicas conservadas nos indican cla Blázquez Mol. 2 (Mangas J y Alvar J. coods.), Madrid, 139-165.
ramente dos cosas: una, que tienen un origen sureño, CUADRADO E. y ASCEN^AO M. A. 1970, "Broches tartésicos de cin
el mundo tartésico, lo cual nos indica el marco de re turón de doble gancho". Actas del XI Congreso Nacional de Ar
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fico y cultural tan alejado; y dos, que pertenecen a una CUADRADO, E. (1961): "Broches de cinturón de placa romboidal en
persona de alto estatus, un individuo de la elite diri la Edad del Hierro Peninsular", Zepbyras XII, Salamanca, 208-220.
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suelo (Lámina II) nos señala que es de calidad por lo gía de la Península Ibérica (M. Al magro Gorbea y G.Ruiz Zapatero
que contribuye a redundar en esa idea de pertenencia eds.), Complutum 2-3, Madrid, 233-258.
al grupo dirigente. También hay que señalar que es DÍAZ MT A. y MEDRANO, M. (1991): El yacimiento de la Edad del
una persona subadulta; es decir, un joven a las puer Hierro del "Monte Putallao" (María de Huerva), Zaragoza (Informe
tas de la madurez que pertenecía a un grupo guerre inédito).
ro que por algunas razones rituales ha entrado a la FARIÑA, J. (1967): "Las fíbulas en el País Vasco", Estudios de Ar
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