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la Restauración borbónica, la pérdida de las colonias de América y Asia en la Guerra hispano-estadounidense de 1898, y el desarrollo de la ciencia y la filosofía positivistas. En este contexto, la literatura española se vio influenciada por dos movimientos artísticos: el realismo y el naturalismo.
EL REALISMO
El realismo es un movimiento literario que se caracteriza por la representación objetiva de la realidad, a través de una descripción minuciosa de los personajes, los escenarios y los acontecimientos.Es una corriente europea con representantes desatacados en otras lenguas y países, como Flaubert, Stendhal, Tostoi o Dickens.
En España, los autores realistas se centraron en la descripción de la sociedad española de la época, con sus problemas sociales y políticos. Algunos de los autores más destacados del realismo español son:
• Benito Pérez Galdós, autor de una extensa obra que incluye novelas de tesis como Doña Perfecta, novelas del Madrid contemporáneo como Fortunata y Jacinta, o Episodios Nacionales. Su narrativa se caracteriza por su gran capacidad de observación, su descripción de los personajes y los escenarios de la época, y su tratamiento de los problemas sociales y políticos de España.
• Leopoldo Alas Clarín es, además, autor numerosos cuentos muy críticos son su momento histórico (Adiós, cordera, por ejemplo). Su obra maestra, La Regenta, es una novela de gran profundidad psicológica que describe la sociedad española de la época a través de la historia de una mujer frustrada y adúltera en una ciudad de provincias denominada Vetusta.
EL NATURALISMO
El naturalismo es una corriente literaria derivada del realismo que lleva sus postulados a sus últimas consecuencias. Los naturalistas sostienen que el comportamiento humano está determinado por factores biológicos y sociales, por lo que la literatura debe reflejar la realidad de forma cruda y objetiva. En España, el naturalismo tuvo menor repercusión que el realismo, pero algunos autores se acercaron a esta corriente:
• Emilia Pardo Bazán, que en su ensayo La cuestión palpitantedefendió las ideas naturalistas de Émile Zola, aunque rechazó su materialismo y su determinismo. Con Los pazos de Ulloa estamos, dentro del realismo literario español, ante la novela que mejor ejemplifica la corriente naturalista, al reflejar la aceptación de las teorías positivistas aplicadas a la literatura por el escritor francés.
• Vicente Blasco Ibáñez, es autor de novelas ambientadas en Valencia, como Arroz y tartana, La barraca o Cañas y barro. Sus obras se caracterizan por su descripción de la realidad social y económica de la época, y por su tratamiento de temas como la pobreza, la desigualdad o la injusticia.
LA POESÍA Y EL TEATRO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX EN ESPAÑA
En la poesía, el subjetivismo, la imaginación y el pasado histórico quedaron relegados a la poesía (con la excepción de las producciones de Bécquer y Rosalía de Castro, autores románticos tardíos). Se publicaron nuevas teorías sobre la poesía, como Poética de Campoamor, y surgieron poetas que utilizaron sus composiciones como medio de prestigio social y lucimiento personal. Se desarrollaron dos tendencias líricas:
• El prosaísmo de Campoamor con una poesía breve y conceptual de finalidad didáctica.
• Otra declamatoria y grandilocuente, inspirada en temas cívicos y políticos.
En el teatro, los dramaturgos de esta época intentaron cultivar un nuevo realismo que reflejara el estado de la sociedad contemporánea. Prefirieron los temas de actualidad y un lenguaje menos retórico que el romántico. La acomodación de los distintos géneros a la nueva sociedad propició la aparición de tres tendencias teatrales:
• La alta comedia burguesa, que trataba temas sociales y morales de la clase media. Benavente escandalizó en 1894 con El nido ajeno, sobre la situación opresiva de la mujer casada en la sociedad burguesa. Más tarde se moderó y su teatro fue el de la burguesía desde 1896, añoen que estrena Gente conocida.
• El drama social, que abordaba los problemas sociales de la época, como la pobreza, la desigualdad o la injusticia.
• El drama neorromántico o melodrama, que utilizaba un lenguaje más sentimental y exagerado, repleto de tópicos, en el que sobresalió el premio Nobel José Echegaray.
El autor que mejor ha sobrevivido al paso del tiempo en este período ha sido Galdós, quien adaptó algunas de sus novelas a la escena teatral o bien creó otras directamente para el teatro, como El abuelo.
A lo largo del siglo XIX el país vive una problemática situación político-social que se manifiesta en 1898 como más alto momento de crisis. Dos formas de expresar artísticamente esta realidad serían la huida mediante el modernismo o la confrontación con el regeneracionismonoventayochista.
El Modernismo consiste en el surgimiento de una estética nueva. Las influencias en España serán la de los románticos –en especial Bécquer–, de los que toman los temas intimistas relacionados con la soledad y la melancolía; el parnasianismo, una escuela francesa que adhiere al "arte por al arte", y el simbolismo, una corriente literaria subjetiva que concibe el mundo como una trama misteriosa. Las etapas modernistas en España coinciden, más o menos, con la evolución de Rubén Darío: la primera
etapa es preciosista y predominan los temas exóticos y símbolos de la antigüedad y está representada por Azul y por Prosas Profanas; la segunda etapa es más reflexiva y está representada por Cantos de vida y esperanza.
Antonio Machado, en su arranque modernista con Soledades, manifiesta su preocupación filosófica existencial que, en continuo diálogo consigo mismo, le conducen al nihilismo y a una contemplación onírica y simbólica de la realidad. Después, en Campos de Castilla, expresará su desajuste con la realidad social a la par que sublima el paisaje para buscarse a sí mismo. Se produce ahora su cambio ideológico y se refiere a los elementos que conforman el paisaje como reflejo del mundo interior del
poeta. Valle-Inclán cultivará la prosa modernista con sus Sonatas y Juan Ramón Jiménez, en su etapa sensitiva, se acerca al modernismo con tonos melancólicos e intimistas de influencia becqueriana y culmina su etapa con el libro en prosa poética Platero y yo.
Por otra parte, en la Generación del 98 podemos decir que los grandes temas son la decadencia histórica, Castilla y las preocupaciones existenciales.
Pío Baroja vierte su preocupación por España en sus novelas, en especial en La busca, la primera de la trilogía “La lucha por la vida”. Domina la descripción y la ambientación naturalista de los personajes y presenta una imagen terrible de la realidad social de su tiempo. La mayor parte de los personajes barojianos son seres inadaptados y la respuesta del autor al sentido de la vida es negárselo: El árbol de la ciencia (de la trilogía “La raza”) es su novela más inmersa en la corriente existencialista.
Unamuno opina que la decadencia de España puede encontrar solución abriéndose a Europa y conservando lo mejor de la raíz española, que perdura en el común de los hombres con pequeños acontecimientos, lo que él llamaba la intrahistoria. También es considerado uno de los predecesores de la escuela existencialista europea. Estos temas se exponen en sus “nivolas”, como San Manuel Bueno, mártir, en la que explica la necesidad de tener fe en los valores, aunque sean los religiosos.
Azorín se caracteriza por el impresionismo descriptivo con abundante adjetivación, por el uso de una frase corta y de sintaxis simple y por el léxico terruñero. Entre sus técnicas literarias más innovadoras está el uso de personajes que viven al mismo tiempo en varias épocas de la historia, fundiendo a la vez mito y eterno retorno. Como novelista, muestra predominio de los elementos autobiográficos y escasa trama argumental, como en La voluntad.
Respecto al teatro anterior a 1936, durante el primer tercio del siglo XX dos tendencias dominan la escena española. Por una parte, un teatro tradicional y de consumo, que goza del favor del público y de los empresarios. Se trata de un teatro poético de tendencia modernista, normalmente escrito en verso con orientación ideológica tradicionalista; un teatro cómico y popular, en el que predomina un costumbrismo tradicional con personajes estereotipados, con autores como Carlos Arniches con
sus sainetes, o los hermanos Álvarez Quintero con sus obras ambientadas en Andalucía; y la comedia burguesa, con tolerables atisbos de crítica social en la que alcanza renombre Benavente (premio Nobel en 1922), realista, comedido, con un lenguaje culto, fluido y muy aplaudido
Por otra parte, aparece un teatro innovador con rasgos vanguardistas o marginales y con una relativa influencia en el conjunto del panorama teatral. Algunos autores de la generación del 98 hacen los primeros intentos por renovar el anquilosado teatro comercial. Unamuno destaca entre ellos. Este defiende, en su ensayo Teatro sobre teatro, las obras de carácter simbolista, a los que llama drumas. Valle-Inclán rechaza el realismo burgués anterior y se propone renovar la escena española. Para él, el
teatro es un espectáculo total: usa técnicas cinematográficas, experimenta constantemente y crea originales acotaciones escénicas que evocan ambientes, transmiten lo grotesco de ciertas actitudes con la animalización y cosificación de personas. Tras su ciclo modernista, comienza su ciclo mítico, en el que sobresale Divinas palabras, en el que los pecados y la ignorancia se entremezclan en un mundo de miserables, mendigos y feriantes, personajes caricaturescos e intemporales en una Galicia casi
mágica. Tras su ciclo de la farsa, crea sus “esperpentos”, caracterizados por la deformación y el efectismo: es un teatro relacionado con el expresionismo y con el movimiento dadaísta. Con Luces de Bohemia la acción se sitúa en Madrid en el primer cuarto del siglo XX y es una crítica imparable de España y una denuncia de la falsedad y la hipocresía social. Con Martes de Carnaval, título que reúne tres esperpentos, el autor ridiculiza el amor calderoniano, el mito de don Juan y denuncia la
disparatada dictadura militar.
Otros autores de teatro renovador son Enrique Jardiel Poncela, Alejandro Casona y Miguel Mihura, que desarrollan su producción poco antes y sobre todo después de la guerra, que no pertenecen al 98 ni al 27 y que obtienen éxito de público y crítica. También se producen nuevos impulsos renovadores, debidos a las
vanguardias o a las preferencias estéticas de la generación del 27, en la cual sobresale el teatro lorquiano.
Novecentismo es la denominación de un movimiento estético español, inicialmente artístico y literario, pero extendido a otros ámbitos de la cultura, que se asocia genéricamente a las vanguardias artísticas y literarias de comienzos del siglo XX. Agrupa a un conjunto de autores, principalmente ensayistas, situados entre la generación del 98 y la generación del 27 y nacidos en torno a 1880, por lo que también se identifica con la denominada generación del 14. Entre sus características generales están
el racionalismo y el antirromanticismo frente al irracionalismo modernista, pues se rechaza lo sentimental y se prefiere lo clásico, las actitudes equilibradas y serenas y la expresión intelectualizada de las emociones, lejos de todo patetismo. Defienden el "arte puro", con entidad por sí mismo, que tiene que limitarse a proporcionar placer estético y no ha de ser, por tanto, vehículo de preocupaciones religiosas o políticas ni de emociones privadas. Estos autores son elitistas, buscan la objetividad y la
perfección dentro de un estilo muy cuidado y se dirigen necesariamente a entendidos y, en consecuencia, la literatura estará concebida para minorías selectas. Tendencias similares se dan en Francia, Inglaterra, Alemania e Italia, muy vinculadas a la política del momento.
Eugenio D´ors destaca como ensayista, en catalán y castellano, y como creador de un particular género de ensayo, la glosa. Apuesta por un nuevo talante vital en la sociedad española a través de la educación estética. Su profunda sintonía con los planteamientos estéticos del arte clásico le hizo romper con el modernismo, principalmente porque d´Orsrechaza el individualismo, así como el sentimentalismo y la espontaneidad en la creación artística. El proyecto ético y político está ligado al estético
porque solo son dos áreas de acción diferentes de una misma idea, la reforma del ser humano.
El filósofo Ortega y Gasset funda la Revista de Occidente, en la que hallarán cabida las nuevas corrientes europeas y españolas de todos los campos del pensamiento y de la creación. Desde el punto de vista filosófico, sus teorías se sitúan entre el racionalismo y el vitalismo (ratiovitalismo: la razón es una función de la vida y la vida no tiene sentido sin la razón). Sus meditaciones sobre el hombre y su entorno (“yo soy yo y mi circunstancia”, decía) le conducen a un interés creciente por la historia.
Con La deshumanización del arte pretende realizar una descripción fenomenológica de la vanguardia en España. El arte moderno, nos dice, "no sólo es impopular sino que es también antipopular, siempre tendrá a las masas en contra". El arte moderno divide a los receptores en minoría-élite, capaz de entenderlo, y mayoría incapacitada. En La España invertebrada y La rebelión de las masas afronta temas sociológicos, analizando las causas de las tensiones sociales que vive España con el auge del
movimiento obrero y los nacionalismos. Las crisis de España y de Europa se deben a la «indocilidad de las masas», que se niegan a acatar las directrices de las «minorías egregias», los únicos grupos capaces de regir el destino de los pueblos.
Ramón Pérez de Ayala es considerado el más claro representante de la novela intelectual. Su original enfoque narrativo no deja nunca de lado la amenidad, el humor muy incisivo y la ironía, dentro de la apuesta innovadora de la novela novecentista, en la que la acción disminuye y los personajes encarnan ideas o actitudes vitales. Abundan las disquisiciones sobre política, moral y estética. En ellas se intenta buscar una armonía o principio ordenador de un universo de contrarios. Estructuralmente,
las obras se basan en un relativismo perspectivista: la realidad se bifurca, de todo se nos da dos visiones. La novela más representativa de esto es Belarmino y Apolonio.
Gabriel Miró escribe sus novelas con un preciosismo formal que recuerda el modernismo decadentista, y entronca con la novela lírica de Azorín, de importante influencia, por otra parte, entre los autores del 14. Destaca por su sensualidad y por su excepcional capacidad de captar sensaciones: luz, aromas, sonidos, colores. La belleza formal prevalece en sus novelas, pasando la acción a ser algo secundario. El obispo leproso es representación de un mundo casi desaparecido, que el autor pretende
rescatar y la acción es mínima, pues lo fundamental es la creación de ambientes y de personajes.
Juan Ramón Jiménez es reconocido como uno de los máximos exponentes de la poesía novecentista, experimentó una evolución notable en su obra a lo largo de distintas etapas:
En la etapa sensitiva cultiva el modernismo más brillante, aunque con tonos grises e intimistas, entre el fervor por la belleza y la naturaleza y la presencia del amor, la tristeza y la nostalgia, siempre con la influencia de Bécquer. La obra en prosa poética Platero y yo refleja esta etapa, así como Jardines lejanos o Arias tristes.
La etapa intelectual es un giro hacia una poesía más depurada y abstracta. Diario de un poeta recién casado supone la ruptura definitiva con el modernismo y el paso claro hacia una nueva sencillez: la poesía “desnuda” o intelectual, en la que se elimina lo anecdótico para dejar paso a la concentración conceptual y emotiva. Por eso predominan los poemas breves, densos, en versos escuetos y libres. Busca la esencia de las cosas y abandona lo externo, es decir, lo ornamental y lo sensorial.
Con la etapa suficiente el poeta profundiza en su búsqueda de lo absoluto y lo eterno. Utiliza el verso libre, fluido. Son obras de plenitud: se logra el éxtasis (real o poético), punto final del camino de interiorización, pues el poeta es un dios porque crea y conoce. Obras como Dios deseado y deseante muestran una poesía más introspectiva y hermética, donde el deseo de plenitud y la aspiración al conocimiento interior son temas recurrentes.
Tras la Primera Guerra Mundial, los movimientos vanguardistas o ismos se suceden en Europa a un ritmo vertiginoso. No tienen un carácter exclusivamente literario, sino que afectan profundamente a las artes plásticas y proyectan su reflejo en casi todos los ámbitos de la cultura. Además, no forman un sistema coherente y cerrado pues son muy diversos y, a veces, contradictorios entre sí y frecuentemente un ismo viene a enfrentarse al anterior. Rasgos generales de las vanguardias son
suhostilidad hacia la tradición y la negación de todo valor al pasado artístico; la reacción, sobre todo, contra la sensibilidad romántica y la burguesía; la voluntad de experimentación y la provocación.
En los países centroeuropeos y nórdicos, y sobre todo Alemania, es donde el expresionismo más se desarrolla. En España, los esperpentos teatrales de Valle-Inclán están muy próximos al expresionismo en sus manifestaciones pictóricas y cinematográficas. Su estética rechaza que el arte sea una mera representación externa de la realidad, sino que ha de revelar la realidad interior, para lo cual se subrayan hasta la deformación aquellos aspectos que expresan mejor lo descrito. En esta
atmósfera intelectual y estética debe situarse, por ejemplo, la obra del novelista checo Frank Kafka, auténtico renovador de la novela contemporánea con obras como La metamorfosis.
El cubismo deberá muchas de sus características a la pintura: la fragmentación de la realidad para reelaborarla creativamente, la superposición o yuxtaposición de planos, el desdoblamiento del punto de vista, el montaje arbitrario de los elementos del poema o del relato... Y, al igual que los pintores cubistas incluyen en sus cuadros letras, números, recortes de periódicos o revistas, los escritores atienden a los aspectos visuales: tipos de letra, composición de los textos o especial
disposición tipográfica de los versos. El caso extremo de imbricación entre pintura y literatura lo constituyen los caligramas de Apollinaire, en los que las letras del texto forman un dibujo alusivo al contenido del mismo.
El ultraísmo recoge elementos futuristas, aunque debe más al cubismo de Apollinaire y añade algún eco del dadaísmo. Por su carácter ecléctico, la mayoría de sus rasgos son los mismos que los de las otras vanguardias. Su principal aportación, más que sus efímeros frutos literarios concretos, fue la definitiva aclimatación de las ideas vanguardistas en la literatura española. Figuras ultraístas destacables son la del argentino Jorge Luis Borges, que llevó de España a América el ultraísmo, crea
una poesía llena de símbolos y contrastes, de raíz intelectual, convertida en un juego intrascendente y divertido, como demuestra en Fervor de Buenos Aires. En España, sobresale Guillermo de Torre, autor del poemario Hélices y Ramón Gómez de la Serna quien, con su actitud antiburguesa y provocativa, cultivó variados géneros, difundió otras vanguardias y creó sus “greguerías”, subgénero poético inventado por él, asentado en la frase humorística y metafórica.
El futurismo ensalza los mitos y tópicos de la modernidad: la fuerza, la velocidad, las máquinas, el progreso. Llegan a ensalzar la guerra y a propugnar la destrucción de los museos, de las bibliotecas, de todo lo relacionado con el concepto tradicional de arte, propone liberar el lenguaje de ataduras y cambia toda una mitología literaria al sustituir los objetos consagrados por la tradición como expresión de la belleza por nuevos motivos extraídos de la vida moderna: el automóvil, el avión,
las locomotoras, las fábricas, la luz eléctrica, los deportes, las muchedumbres. El primer manifiesto futurista fue del italiano Marinetti y en él enuncia: “Un automóvil de carreras [...] es más bello que la Victoria de Samotracia”. La exaltación de la acción y de la violencia, así como su repudio del sentimentalismo, revelan la huella de la influencia de Nietzsche y algunos terminarán identificándose ideológicamente con el fascismo. En la generación del 27, Salinas compondrá, de manera casi
humorística, algunos poemas dentro de esta estética.
El creacionismo contribuyó a expandir los principios fundamentales de otras vanguardias, lo inició en París el chileno Vicente Huidobro, que es tenido hoy por una figura clave de la renovación de la poesía hispanoamericana. Camino de su país procedente de Francia, pasa por Madrid y durante su estancia, difundió de forma activa los principios de la estética creacionista, según la cual el poeta no ha de imitar la naturaleza, sino que debe crear él mismo nuevas realidades, como explica
en El espejo de agua. En España, el creacionismo influyó decisivamente en la obra de poetas del 27 como Gerardo Diego, con Alondra de Verdad.
El dadaísmo surge en Zurich en 1916 cuando un grupo de variopintos emigrados, que se han refugiado en la neutral Suiza huyendo de la guerra en Europa, organizan en el Cabaret Voltaire unas veladas de aniquilación estética, en las que componen poemas con palabras escogidas al azar o recitan al unísono sartas de sílabas sin sentido. El principal animador del grupo es el escritor Tristan Tzara. En el mismo cabaret, realizan también actos teatrales, musicales y artísticos que acaban por
dar lugar al movimiento que bautizan con el término Dadá. Todo esto muestra su propensión a la exaltación de lo ilógico y azaroso, su regreso a la pureza infantil, la búsqueda del primitivismo. En un mundo dominado por la guerra y la destrucción, los dadaístas recurren a la incoherencia absurda como modo de repulsa de la situación. Atacan radicalmente los principios de la razón, que han terminado por dar lugar al absurdo de la guerra. Esto será la base de otro ismo, el surrealismo.
El poeta André Breton publicaba en París el Primer manifiesto delsurrealismo, en el que se sostiene que la razón no es más que un molesto impedimento que obstaculiza el desarrollo de la creatividad. Tomando como punto de partida la obra clave de Sigmund Freud La interpretación de los sueños, llegan a la conclusión de que la única manera de eliminar las ataduras de la razón era propiciar el acceso al subconsciente. Escogieron dos vías: el automatismo, que consiste, en esencia, en
dibujar o escribir sin lógica, moviendo libre e incontroladamente la mano, y la desorientación reflexiva, procedimiento por medio del cual las imágenes surgidas del subconsciente unen objetos completamente extraños entre sí. Esta será la vanguardia de más influencia en la literatura española. Algunos de los escritores de la generación del 27 participaron activamente en ella: Federico García Lorca, con Poeta en Nueva York, Vicente Aleixandre con Sombra del paraíso y Dámaso Alonso
con Hijos de la ira. En Hispanoamérica, será también influyente en algunas etapas de la poesía de Octavio Paz, Pablo Neruda y César Vallejo.
Tras la Primera Guerra Mundial, los movimientos vanguardistas o ismos se suceden en Europa a un ritmo vertiginoso. No tienen un carácter exclusivamente literario, sino que afectan profundamente a las artes plásticas y proyectan su reflejo en casi todos los ámbitos de la cultura. Además, no forman un sistema coherente y cerrado pues son muy diversos y, a veces, contradictorios entre sí y frecuentemente un ismo viene a enfrentarse al anterior. Rasgos generales de las vanguardias son
suhostilidad hacia la tradición y la negación de todo valor al pasado artístico; la reacción, sobre todo, contra la sensibilidad romántica y la burguesía; la voluntad de experimentación y la provocación.
En los países centroeuropeos y nórdicos, y sobre todo Alemania, es donde el expresionismo más se desarrolla. En España, los esperpentos teatrales de Valle-Inclán están muy próximos al expresionismo en sus manifestaciones pictóricas y cinematográficas. Su estética rechaza que el arte sea una mera representación externa de la realidad, sino que ha de revelar la realidad interior, para lo cual se subrayan hasta la deformación aquellos aspectos que expresan mejor lo descrito. En esta
atmósfera intelectual y estética debe situarse, por ejemplo, la obra del novelista checo Frank Kafka, auténtico renovador de la novela contemporánea con obras como La metamorfosis.
El cubismo deberá muchas de sus características a la pintura: la fragmentación de la realidad para reelaborarla creativamente, la superposición o yuxtaposición de planos, el desdoblamiento del punto de vista, el montaje arbitrario de los elementos del poema o del relato... Y, al igual que los pintores cubistas incluyen en sus cuadros letras, números, recortes de periódicos o revistas, los escritores atienden a los aspectos visuales: tipos de letra, composición de los textos o especial
disposición tipográfica de los versos. El caso extremo de imbricación entre pintura y literatura lo constituyen los caligramas de Apollinaire, en los que las letras del texto forman un dibujo alusivo al contenido del mismo.
El ultraísmo recoge elementos futuristas, aunque debe más al cubismo de Apollinaire y añade algún eco del dadaísmo. Por su carácter ecléctico, la mayoría de sus rasgos son los mismos que los de las otras vanguardias. Su principal aportación, más que sus efímeros frutos literarios concretos, fue la definitiva aclimatación de las ideas vanguardistas en la literatura española. Figuras ultraístas destacables son la del argentino Jorge Luis Borges, que llevó de España a América el ultraísmo, crea
una poesía llena de símbolos y contrastes, de raíz intelectual, convertida en un juego intrascendente y divertido, como demuestra en Fervor de Buenos Aires. En España, sobresale Guillermo de Torre, autor del poemario Hélices y Ramón Gómez de la Serna quien, con su actitud antiburguesa y provocativa, cultivó variados géneros, difundió otras vanguardias y creó sus “greguerías”, subgénero poético inventado por él, asentado en la frase humorística y metafórica.
El futurismo ensalza los mitos y tópicos de la modernidad: la fuerza, la velocidad, las máquinas, el progreso. Llegan a ensalzar la guerra y a propugnar la destrucción de los museos, de las bibliotecas, de todo lo relacionado con el concepto tradicional de arte, propone liberar el lenguaje de ataduras y cambia toda una mitología literaria al sustituir los objetos consagrados por la tradición como expresión de la belleza por nuevos motivos extraídos de la vida moderna: el automóvil, el avión,
las locomotoras, las fábricas, la luz eléctrica, los deportes, las muchedumbres. El primer manifiesto futurista fue del italiano Marinetti y en él enuncia: “Un automóvil de carreras [...] es más bello que la Victoria de Samotracia”. La exaltación de la acción y de la violencia, así como su repudio del sentimentalismo, revelan la huella de la influencia de Nietzsche y algunos terminarán identificándose ideológicamente con el fascismo. En la generación del 27, Salinas compondrá, de manera casi
humorística, algunos poemas dentro de esta estética.
El creacionismo contribuyó a expandir los principios fundamentales de otras vanguardias, lo inició en París el chileno Vicente Huidobro, que es tenido hoy por una figura clave de la renovación de la poesía hispanoamericana. Camino de su país procedente de Francia, pasa por Madrid y durante su estancia, difundió de forma activa los principios de la estética creacionista, según la cual el poeta no ha de imitar la naturaleza, sino que debe crear él mismo nuevas realidades, como explica
en El espejo de agua. En España, el creacionismo influyó decisivamente en la obra de poetas del 27 como Gerardo Diego, con Alondra de Verdad.
El dadaísmo surge en Zurich en 1916 cuando un grupo de variopintos emigrados, que se han refugiado en la neutral Suiza huyendo de la guerra en Europa, organizan en el Cabaret Voltaire unas veladas de aniquilación estética, en las que componen poemas con palabras escogidas al azar o recitan al unísono sartas de sílabas sin sentido. El principal animador del grupo es el escritor Tristan Tzara. En el mismo cabaret, realizan también actos teatrales, musicales y artísticos que acaban por
dar lugar al movimiento que bautizan con el término Dadá. Todo esto muestra su propensión a la exaltación de lo ilógico y azaroso, su regreso a la pureza infantil, la búsqueda del primitivismo. En un mundo dominado por la guerra y la destrucción, los dadaístas recurren a la incoherencia absurda como modo de repulsa de la situación. Atacan radicalmente los principios de la razón, que han terminado por dar lugar al absurdo de la guerra. Esto será la base de otro ismo, el surrealismo.
El poeta André Breton publicaba en París el Primer manifiesto delsurrealismo, en el que se sostiene que la razón no es más que un molesto impedimento que obstaculiza el desarrollo de la creatividad. Tomando como punto de partida la obra clave de Sigmund Freud La interpretación de los sueños, llegan a la conclusión de que la única manera de eliminar las ataduras de la razón era propiciar el acceso al subconsciente. Escogieron dos vías: el automatismo, que consiste, en esencia, en
dibujar o escribir sin lógica, moviendo libre e incontroladamente la mano, y la desorientación reflexiva, procedimiento por medio del cual las imágenes surgidas del subconsciente unen objetos completamente extraños entre sí. Esta será la vanguardia de más influencia en la literatura española. Algunos de los escritores de la generación del 27 participaron activamente en ella: Federico García Lorca, con Poeta en Nueva York, Vicente Aleixandre con Sombra del paraíso y Dámaso Alonso
con Hijos de la ira. En Hispanoamérica, será también influyente en algunas etapas de la poesía de Octavio Paz, Pablo Neruda y César Vallejo.
La segunda mitad del siglo XIX en España estuvo marcada por la consolidación del régimen liberal, la breve I República, la Restauración borbónica, la pérdida de las colonias de América y Asia en la Guerra hispano-estadounidense de 1898, y el desarrollo de la ciencia y la filosofía positivistas. En este contexto, la literatura española se vio influenciada por dos movimientos artísticos: el realismo y el naturalismo.
EL REALISMO
El realismo es un movimiento literario que se caracteriza por la representación objetiva de la realidad, a través de una descripción minuciosa de los personajes, los escenarios y los acontecimientos.Es una corriente europea con representantes desatacados en otras lenguas y países, como Flaubert, Stendhal, Tostoi o Dickens.
En España, los autores realistas se centraron en la descripción de la sociedad española de la época, con sus problemas sociales y políticos. Algunos de los autores más destacados del realismo español son:
• Benito Pérez Galdós, autor de una extensa obra que incluye novelas de tesis como Doña Perfecta, novelas del Madrid contemporáneo como Fortunata y Jacinta, o Episodios Nacionales. Su narrativa se caracteriza por su gran capacidad de observación, su descripción de los personajes y los escenarios de la época, y su tratamiento de los problemas sociales y políticos de España.
• Leopoldo Alas Clarín es, además, autor numerosos cuentos muy críticos son su momento histórico (Adiós, cordera, por ejemplo). Su obra maestra, La Regenta, es una novela de gran profundidad psicológica que describe la sociedad española de la época a través de la historia de una mujer frustrada y adúltera en una ciudad de provincias denominada Vetusta.
EL NATURALISMO
El naturalismo es una corriente literaria derivada del realismo que lleva sus postulados a sus últimas consecuencias. Los naturalistas sostienen que el comportamiento humano está determinado por factores biológicos y sociales, por lo que la literatura debe reflejar la realidad de forma cruda y objetiva. En España, el naturalismo tuvo menor repercusión que el realismo, pero algunos autores se acercaron a esta corriente:
• Emilia Pardo Bazán, que en su ensayo La cuestión palpitantedefendió las ideas naturalistas de Émile Zola, aunque rechazó su materialismo y su determinismo. Con Los pazos de Ulloa estamos, dentro del realismo literario español, ante la novela que mejor ejemplifica la corriente naturalista, al reflejar la aceptación de las teorías positivistas aplicadas a la literatura por el escritor francés.
• Vicente Blasco Ibáñez, es autor de novelas ambientadas en Valencia, como Arroz y tartana, La barraca o Cañas y barro. Sus obras se caracterizan por su descripción de la realidad social y económica de la época, y por su tratamiento de temas como la pobreza, la desigualdad o la injusticia.
LA POESÍA Y EL TEATRO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX EN ESPAÑA
En la poesía, el subjetivismo, la imaginación y el pasado histórico quedaron relegados a la poesía (con la excepción de las producciones de Bécquer y Rosalía de Castro, autores románticos tardíos). Se publicaron nuevas teorías sobre la poesía, como Poética de Campoamor, y surgieron poetas que utilizaron sus composiciones como medio de prestigio social y lucimiento personal. Se desarrollaron dos tendencias líricas:
• El prosaísmo de Campoamor con una poesía breve y conceptual de finalidad didáctica.
• Otra declamatoria y grandilocuente, inspirada en temas cívicos y políticos.
En el teatro, los dramaturgos de esta época intentaron cultivar un nuevo realismo que reflejara el estado de la sociedad contemporánea. Prefirieron los temas de actualidad y un lenguaje menos retórico que el romántico. La acomodación de los distintos géneros a la nueva sociedad propició la aparición de tres tendencias teatrales:
• La alta comedia burguesa, que trataba temas sociales y morales de la clase media. Benavente escandalizó en 1894 con El nido ajeno, sobre la situación opresiva de la mujer casada en la sociedad burguesa. Más tarde se moderó y su teatro fue el de la burguesía desde 1896, añoen que estrena Gente conocida.
• El drama social, que abordaba los problemas sociales de la época, como la pobreza, la desigualdad o la injusticia.
• El drama neorromántico o melodrama, que utilizaba un lenguaje más sentimental y exagerado, repleto de tópicos, en el que sobresalió el premio Nobel José Echegaray.
El autor que mejor ha sobrevivido al paso del tiempo en este período ha sido Galdós, quien adaptó algunas de sus novelas a la escena teatral o bien creó otras directamente para el teatro, como El abuelo